JUAN PABLO II – El Papa de la Vida

Transcripción

JUAN PABLO II – El Papa de la Vida
2008 KVV 4/6
JUAN PABLO II – El Papa de la Vida
Estamos ante un enorme y dramático choque entre el bien y el mal, la muerte y la vida, la “cultura de la muerte” y la
“cultura de la vida”. Estamos no sólo “ante”, sino necesariamente “en medio” de este conflicto: todos nos vemos
implicados y obligados a participar, con la responsabilidad ineludible de elegir incondicionalmente a favor de la vida.
(Juan Pablo II, Evangelium Vitae, nº 28)
UNA REFLEXION ESPECIAL QUISIERA TENER PARA VOSOTRAS, MUJERES QUE HABEIS RECURRIDO AL ABORTO. LA IGLESIA
SABE CUANTOS CONDICIONAMIENTOS PUDEN HABER INFLUIDO EN VUESTRA DECISION, Y NO DUDA DE QUE EN MUCHOS
CASOS SE HA TRATADO DE UNA DECIOSIO DOLOROSA E INCLUSO DRAMÁTICA.
PROBABLEMENTE LA HERIDA AÚN NO HA
CICATRIZADO EN VUESTRO INTERIOR.
ES VERDAD QUE LO QUE HA SUCEDIDO FUE Y SIGUE SIENDO PROFUNDAMENTE
SIN EMBARGO, NO OS DEJEIS VENCER POR EL DESÂNIMO Y NO ABANDONEIS LA ESPERANZA. ANTES BIEN,
COMPRENDED LO OCURRIDO E INTERPRETARLO EN SU VERDAD. SI AUN NO LO HABEIS HECHO, ABRIOS CON HUMILDAD Y
CONFIANZA AL ARREPENTIMIENTO. EL PADRE DE TODA MISERICÓRDIA OS ESPERA PARA OFRECEROS SU PERDÓN Y SU PAZ EN
EL SACRAMENTO DE LA RECONCILIACION. OS DAREIS CUENTA DE QUE NADA ESTA PERDIDO Y PODREIS PEDIR PERDÓN A
VUESTRO HIJO QUE AHORA VIVE CON EL SEÑOR […] PODRÉIS ESTAR CON VUESTRO DOLOROSO TESTIMONIO ENTRE LOS
DEFENSORES MAS ELOCUENTES DEL DERECHO DE TODOS A LA VIDA.
(Juan Pablo II, EV, nº 99)
INJUSTO.
No puede haber paz verdadera sin respeto por la Vida, especialmente si es inocente e indefensa como la
(Juan Pablo II, Discurso al Movimiento Defensa de la Vida Italiano, 2002)
del niño no nacido.
Reivindicar el derecho al aborto, al infanticidio, a la eutanasia y reconocerlo legalmente, significa
atribuir a la libertad humana un significado perverso e inicuo: el de un poder absoluto sobre los demás y
contra los demás. Pero esta es la muerte de la verdadera libertad.
(Juan Pablo II, EV, nº 20)
Se ha hecho habitual hablar, y con razón, sobre los derechos humanos, como por ejemplo, sobre el derecho a la
salud, a la casa, al trabajo, a la familia y a la cultura. De todos modos, esa preocupación resulta falsa e ilusoria si no se
defiende con la máxima determinación el derecho a la vida como el derecho primero y fontal, condición de todos los
otros derechos de la persona.
(Juan Pablo II, Christifideles Laci, nº 38)
Cuando una mayoría parlamentaria o social decreta la legitimidad de la eliminación de la vida humana aún no
nacida, inclusive con ciertas condiciones, ¿acaso no adopta una decisión “tiránica” respecto al ser humano más débil
e indefenso?
(Juan Pablo II, EV, nº 70)
La tolerancia legal del aborto o de la eutanasia no puede, de ningún modo, invocar el respeto de la conciencia de los
demás, precisamente porque la sociedad tiene el derecho y el deber de protegerse de los abusos que se pueden dar
en nombre de la conciencia y bajo el pretexto de la libertad.
(Juan Pablo II, Evangelium Vitae, nº 77)
En el caso pues, de una ley intrínsecamente injusta, como es la que admite el aborto o la eutanasia, nunca es
lícito someterse a ella, ni participar en una campaña de opinión a favor de una ley semejante, ni darle el sufragio del
propio voto.
(Juan Pablo II, Evangelium Vitae, nº 73)
Parece que todo acontece en el más firme respeto de la legalidad, al menos cuando las leyes que permiten el aborto
o la eutanasia son votadas según las, así llamadas, reglas democráticas. Pero en realidad estamos sólo ante una
trágica apariencia de legalidad, donde el ideal democrático, que es verdaderamente tal cuando reconoce y tutela la
dignidad de toda persona humana, es traicionado en sus mismas bases: ¿Cómo es posible hablar todavía de dignidad de
toda persona humana, cuando se permite matar a la más débil y al más inocente? ¿En nombre de qué justicia se
realiza la más injusta de las discriminaciones entre las personas, declarando algunas dignas de ser defendidas, mientras
que a otras se niega esta dignidad? De este modo la democracia, a pesar de sus reglas, va por un camino de
totalitarismo fundamental. El Estado deja de ser “la casa común”, donde todos pueden vivir según los principios de la
igualdad fundamental, y se trasforma en un Estado tirano, que presume de poder disponer de la vida de los más
débiles e indefensos, desde el niño no nacido hasta el anciano.
(Juan Pablo II, Evangelium Vitae, nº 20)
EL RECHAZO DE LA VIDA DEL HOMBRE, EN SUS DIFERENTES FORMAS, ES REALMENTE RECHAZO A CRISTO. (Juan Pablo II,EV 104)
2008 KVV 4/6
LA BIBLIA Y EL ABORTO
Mc 9, 36-37 - Y tomando un niño, púsolo en medio de ellos; y tomándole en sus brazos, les dice:
El que recibiere en mi nombre uno de los tales niños, á mí recibe;
Mt 18, 5 - Quien recibe en Mi nombre a un niño como este, es a Mi a quien recibe.
Jn 16, 21 - Cuando la mujer está para dar a luz, siente angustia, porque llego su hora. Pero
cuando el niño nace, ella ni se acuerda de la aflicción, porque se alegra por haber puesto un
hombre en el mundo.
La Instrucción de los Doce Apóstoles, Capitulo II, 2- No mataras al niño en el seno de su madre
ni después que haya nacido.
Éx 20,13; Deut 5,17; Mt 5,21-22 - No mataras.
Éx.23,7 - No mataras a un inocente.
Is 49, 15 - ¿Acaso puede una mujer olvidarse de su bebé, no tener cariño por el fruto de sus
entrañas? Aunque ella se olvidase de él, Yo nunca me olvidaría.
Sal 139,15-16 - Cuando mis huesos estaban a formarse, y yo, en secreto, me desarrollaba, tejido en
la profundidad de la tierra, nada de eso Te era oculto. Tus ojos me vieron embrión. Todo eso
estaba escrito en Tu libro.
Jer 1, 5 - Antes de haberte formado en el vientre materno, Yo ya te conocía; antes que salieses del
vientre de tu madre, Yo te consagre.
Sal 22,10-11 - En verdad, Tu me tiraste del seno materno; me pusiste en seguridad al en el pecho
de mi madre. Te pertenezco desde el vientre materno; desde el seno de mi madre, Tú eres mi
Dios.
Sal 139,13 - Tu plasmaste las entrañas de mi ser y me formaste en el seno de mi madre.
Jb 10,11-12 - De piel y de carne me revestiste, de huesos y de nervios me consolidaste. Me diste la
vida y me favoreciste, Tu providencia me conservo el aliento.
Jb 33, 4 - Fue el soplo de Dios que me creo, el aliento del Todo-poderoso me dio vida.
Is 49,1 - Yo estaba en el vientre materno, y Yave me llamo; yo aún estaba en las entrañas de mi
madre, y Él pronunció mi nombre.
Is 49, 5 - Ahora habla Yave, que desde el vientre me formó para ser Su siervo.
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