leer noticia

Transcripción

leer noticia
2-3
LO QUE HAY QUE VER
El mal banal
La serie de TV Ray Donovan se adentra en la amoralidad cotidiana
de un «solucionador» sin escrúpulos y su entorno familiar
FRANCISCO
GARCÍA PÉREZ
pequeños detalles exactos que den sensación de verdad al poema. Disuena uno de
esos detalles, el que en «España siglo XX
(Fragmento)» se atribuye a Indalecio Prieto, que no parece que en 1908, a sus 25 años,
anduviera «viendo crecer las mazorcas en
un vallín de Mieres».
En 2006 reunió Vicente Sabido lo más
significativo de su obra en prosa, dejando
a un lado los trabajos estrictamente académicos y curriculares, en el breve volumen La lluvia de Cartago, uno de cuyos
capítulos «Et in Arcadia», recuerdo infantil cercano al poema en prosa, ha pasado
a Amor. En ese libro, comentado el póstumo Las rosas de Babilonia, de Víctor
Botas, escribe: «Creo que Botas, como
algunos excelentes poetas, ha escrito
media docena de buenos poemas y un par
de docenas de excelentes versos. Y eso es
mucho». Hablaba Vicente Sabido también
–y sobre todo– de sí mismo.
Cuando la emoción del momento desaparezca, seguiremos encontrando en Amor
un puñado de poemas emocionantes y minuciosamente ejemplares.
La familia es lo importante, machacan una y otra vez los ideólogos USA.
Mantenla unida, cuídala, protégela. Invócala siempre como el gran valor. Haz
por ella lo que sea menester, conviértete si fuera preciso en un criminal para
ganar los cereales y la casa de tres plantas y los coches y los colegios caros y las
sesiones de yoga y belleza de los tuyos.
No te preocupes: aunque seas un «fixer»
que tortura y mata, miraremos para otro
lado y se te verá con cierta simpatía
siempre y cuando vuelvas a casa (aunque sea muy borracho) al atardecer y
preguntes a tus hijos adolescentes si
han hecho los deberes y beses a tu mujer en la frente y la llames «cariño». ¿Cómo se puede vivir a diario con tamaña
contradicción? La serie televisiva Ray
Donovan lo explora. Dicen que Homeland palidecerá a su lado. ¿Qué es un «fixer», cómo se traduciría? ¿«Amañador»,
«arreglador», «un chapuzas para millonarios», «solucionador»? Ray, el protagonista, es un «fixer» caro. ¿Que una estrella de la NBA es un imbécil que se
acuesta con todo lo que se mueve y está a un tris de sufrir chantaje? Donovan
lo soluciona: el método no importa.
¿Que un actor prototipo de los valores
macho es en privado un gay que se casa, tras una noche de drogas, con un
transexual? Donovan hace desaparecer
pruebas y personas, con su ayudante
fiel (un asesino) y su secretaria (lesbiana agresiva y atribulada). Pero Ray Donovan vuelve a casa siempre que su trabajo se lo permite. Allí le espera la familia que creó: una esposa presa de nervios y barullos mentales; una hija
Obedecer y callar hasta
que nazcan las dudas
Descendiente de rusos, polacos, bielorrusos y ucranianos, Yuri Buida (1954) está considerado una de las
plumas más relevantes de la riquísima narrativa rusa actual. Si se tienen en cuenta el conglomerado de sangres
diversas que corren por sus venas y las profundas convulsiones sufridas por la sociedad rusa que a Buida le ha
tocado vivir, no es extraño que el asunto principal que late en los abismos de su escritura sea el de la identidad.
Pero Buida es también un visionario tentado por los
mundos surreales. De ahí que sus obras, entre las que destaca El tren cero, que ahora presenta Automática, sean
una abracadabrante suma de mitos, personajes extraños
y pulsiones letales. El tren cero está marcado por la inabarcable sombra del estalinismo, encarnado aquí en una
pequeña comunidad cuya única misión es cuidar de la estación por la que todos los días, a la misma hora, pasa un
enorme convoy de carga desconocida. Por supuesto, está
prohibido hacer preguntas. Aunque el paso del tiempo
destruye la inconmovible solidez de la obediencia.
RAY DONOVAN (Serie de TV)
CREADA POR ANN BIDERMAN
Canal Showtime
EE UU. 2013
adolescente consentida, idiota e irresponsable; un hijo adolescente tontorrón. También cuenta con la familia
de que procede: un hermano tímido,
entrenador de boxeo; otro hermano,
presa de todas las adicciones, estulto e
infantiloide; otro más, negro y postergado en el gimnasio… y el padre. El padre,
un magistral Jon Voight, acaba de salir
de la cárcel (con condena rebajada como chivato FBI) y es un tipo absolutamente repugnante: es la amoralidad total. Manipulador, hipócrita, cínico, canalla abyecto. Espléndido, pues, panorama familiar y convivencial.
Lleva la empresa que gestiona los trabajos de nuestro «fixer» un Elliott Gould
con lesión cerebral que le hace desvariar
y llenar de surrealismo las secuencias en
que interviene. Pero le vuelve la sensatez comercial con los problemas que a
su negocio va causando Voight. Gould
plantea asesinarlo, pero Donovan (interpretado por un seco y eficiente Liev
Schreiber) muestra sus escrúpulos a hacerlo personalmente: un padre es un
padre, somos amorales, pero no tanto,
un respeto, tengamos ética. Gould en-
cuentra la solución: «Entonces, deberemos buscar a alguien que lo odie más
que nosotros». Y lo dice recién operado
a vida o muerte, en la cama del hospital,
normal y banalmente, «business is bussines»: los monstruos habitan entre nosotros con la banalidad de su mal a
cuestas. Así que es preciso buscar a un
ejecutor: James Woods (la serie, como
ven, no escatima en estrellas o estrellas
otoñales), un psicópata ya entrado en
muchos años que, camino a cumplir el
encargo, no tiene más remedio que estrangular a su novia. Como la mujer
ofrece más resistencia a morir de la debida, Woods protesta en medio del crimen pidiéndole que se esté quieta, que
él está mayor y del esfuerzo se le va a salir una hernia.
Contada así, parece una serie de humor negro. Pero no hay tal. Es una serie
sobre la banalidad del mal, de ese mal
que acaba quedando en familia, que
anida en el vecino respetable, en el
compañero de trabajo, en el menos
pensado. Cuando Donovan va a contratar a Woods para eliminar a su padre, el
viejo asesino sonríe: «¡Y yo que pensé
que mi familia era rara!». Si Ray Donovan no estuviese tan bien hecha, las arcadas que produce la amoralidad de sus
personajes impedirían verla. Muy, muy
buena.
Bisturí afilado para la
escritura más poderosa
El tren cero
YURI BUIDA
Traducción de
Yulia Dobrovolskaya
y José María Muñoz Rovira
Automática
120 páginas, 14 euros
Poeta, novelista, ensayista y crítico literario, el barcelonés Toni Montesinos (1972) es uno de esos personajes
inquietos y fértiles que, al modo volteriano, habría que
inventar si no hubiesen nacido. La pasión incontenible
a la que alude el título es, claro, la de esos escritores a
quienes miles de circunstancias adversas no fueron capaces de doblegar en su roqueña voluntad de seguir adelante, pese a tener que pagar por ello el elevado precio de
una vida náufraga. En este caso se trata de escritores norteamericanos, diecinueve en total, a los que Montesinos
agrupa por parejas, dejando tan sólo a Paul Auster como
verso suelto. Arrancando del dúo fundacional MelvilleHawthorne, La pasión incontenible se convierte en un
perspicaz repaso a la narrativa estadounidense a través
de la rabia y el éxito, tardío o póstumo en muchos casos,
que impulsaron a luminarias como Faulkner-Wolfe,
Fitzgerald-Parker, Hemingway-Saroyan, Burroughs-Kerouac o Bellow-Roth. Una afilada reflexión sobre la escritura más poderosa de los últimos cien años.
La pasión incontenible
Éxito y rabia en la
narrativa norteamericana
TONI MONTESINOS
Pre-Textos
276 páginas
20 euros

Documentos relacionados