destellos planetarios en el año de xul solar

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destellos planetarios en el año de xul solar
DESTELLOS PLANETARIOS EN EL AÑO DE XUL SOLAR
Por Alicia de Arteaga
En el año Xul, la Americas Society de Nueva York, con curaduría de Gabriela Rangel, fijó la atención en
la relación Jorge Luis Borges
Fotografía del panajedrez, juego creado por Xul en 1945, que ilustra la tapa del catálogo de la
muestra Xul Solar and Jorge Luis Borges. The Art of Frienship.
Xul Solar para montar la exquisita muestra The Art of Friendship (El arte de la amistad) y descubrir los
pliegues inéditos del vínculo entre dos figuras insoslayables de la Argentina del siglo XX. Vidas
paralelas de múltiples afinidades, como lo fueron Picasso y Apollinaire, Moravia y Pasolini, según cita
Rangel en el texto del catálogo que suma las miradas del diplomático Sergio Baur, la historiadora
Patricia Artundo y la escritora Silvia Molloy. Es la de Borges y Xul una amistad con el correlato literario
del Adán Buenosayres de Marechal, encarnados ambos en el astrólogo Schultze y el lingüista Pereda.
Borges y Xul volvieron de Europa en 1924, compartieron las tertulias en la Richmond de Florida y el
ideario renovador e iconoclasta de los martinfierristas. Cada uno traía en su equipaje lecturas,
influencias y sueños. En El arte de la amistad, Gabriela Rangel, directora de Artes Visuales de la
Americas Society, explora la incidencia de ese vínculo plástico-literario en la conformación de la
identidad argentina a través del culto por un "nacionalismo fluido".
Rangel trabajó dos años con la valiosa colaboración de Lila Zemborain, poeta, escritora y docente de la
Universidad de Nueva York. Eligió montar una exposición intimista, con resonancias de música de
cámara, donde se descubre a partir de textos, manuscritos, cartas y pinturas la profundidad del
pensamiento visionario de Xul, obsesionado por encontrar las variadas acepciones de la palabra utopía
y establecer un sistema de reformas universales e inclusivas en la lengua, la pintura, la música y el
ajedrez.
Ese singular entramado encendió la pluma de Holland Cotter, crítico del New York Times, quien saludó
con elogios la muestra de la Americas Society tras su apertura en el 680 de Park Avenue. La casa tiene
su historia. Originalmente fue residencia de Percy Rivington Pyne, prominente banquero neoyorquino,
para ser luego sede de la misión soviética en Naciones Unidas hasta 1965, año en el que la marquesa
de Cuevas, en un gesto filantrópico, compró la propiedad, la salvó de la piqueta y un año después la
donó a la Americas Society como centro de relaciones continentales del Consejo de las Américas,
presidido por Susan Segal. Desde 1970 el edificio está catalogado como landmark y ha sido incluido
en el registro nacional de lugares históricos. En cuanto a Susan Segal, mantiene desde siempre una
fecunda relación con la Argentina vertebrada, especialmente, en proyectos culturales. Basta recordar
su entrañable amistad con la coleccionista y empresaria Amalia Lacroze de Fortabat, a quien acompañó
en la apertura de su colección-museo de Puerto Madero en 2009.
Selección de cartas de la panlengua, juego que permite formar palabras en un
idioma universal, de base numérica y astrológica, creado por Xul Solar.
Holland Cotter subraya el sentido de la amistad de más de 40 años entre el escritor consagrado como
una de las cinco figuras liminares de la literatura del siglo XX y su aliado estético, el excéntrico pintor
Oscar Agustín Alejandro Schulz Solari, a quien la muestra otorga merecido reconocimiento.
Enriquece el proyecto la colaboración de Lila Zemborain, certificada en el cuaderno de mano que
acompaña el catálogo. En Visiones sobre el Trilenio, las poetas Zemborain, Cecilia Vicuña y Mónica de
la Torre revisitan los escritos de San Signos compuestos por Xul Solar a mediados de los años veinte,
a partir de prácticas clarividentes aprendidas del mago inglés Aleister Crowley en 1924.
La exposición neoyorquina seguirá viaje al Museo de Phoenix con la misión no escrita de ser un
homenaje tardío y necesario al primer místico moderno latinoamericano.
Valle hondo, témpera sobre papel, 1944
En marzo de 2013, un mes antes de la inauguración de la muestra The Art of Friendship, Elena Montero
Lacasa de Povarché, presidenta de la Fundación Xul Solar, recibió una carta firmada por Massimiliano
Gioni, director de la 55a Bienal de Venecia. Gioni la invitaba formalmente a prestar las obras de Xul
para integrar el corpus de su guion curatorial bautizado el Palazzo Enciclopédico, y citaba como
imprescindibles el panajedrez, los coloridos caracteres de la panlengua, los libros de recortes -una
suerte de bitácora del pensamiento universal y cosmopolita de Xul- y el Títere de la Muerte.
Una vez más, los engranajes de fechas y coincidencias desencadenaban un círculo virtuoso. Poco
tiempo atrás, el director de la Bienal había fichado para su equipo de colaboradoras a la curadora
venezolana Sofía Hernández Chong Cuy, quien con motivo del montaje de una muestra en Malba, en
2005, "descubrió" la obra de Xul Solar. Esas pinturas místicas de tonos apastelados, con laberintos y
torres, como el panóptico de la Penitenciaría del hoy Parque Las Heras donde el padre de Xul se
desempeñaba como ingeniero, la cautivaron. De ahí a recomendar la obra de Xul Solar para integrar la
mostra veneciana no hubo más que un paso.
Xul Solar y su mujer, Lita, jugando al panajedrez.
El antecedente ineludible del suceso extramuros de Xul Solar tiene nombre y apellido: Mari Carmen
Ramírez. Portorriqueña de nacimiento, la curadora jefa del Museo de Bellas Artes de Houston fue
considerada por la revista Time una de las latinas más influyentes del establishment cultural
norteamericano. Mujer de energía y armas llevar, Mari Carmen está abocada en estos días a la
organización de la mayor retrospectiva de Berni fuera de la Argentina, que será en noviembre en el
museo texano. En esta audaz aventura cuenta con el apoyo de un grupo de coleccionistas locales
decididos a difundir el arte argentino en el mundo, como son Nelly Blaquier, Mauro Herlitzka, Eduardo
Grüneisen, Eduardo Costantini, y lo fue en medida ejemplar Mario Gradowsczyk. Del mismo modo que
la muestra de la American Society tuvo el soporte generoso, entre muchos otros, de Erica Roberts,
Alejandro Quentin, Silvia Neuss, la Fundación Borges y el gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.
Escrito desde el alma, el texto de María Kodama resulta testimonial: " En su constelación de amigos,
Borges dejaba dos aparte: Rafael Cansino Asséns y Xul Solar (...) de quien admiraba su generosidad y
su libertad para seguir hasta las últimas consecuencias las ideas que consideraba valiosas".
Si a Xul Solar le fascinaban las profecías, se debe admitir que su reconocimiento internacional tuvo en
Natalio Povarché al primer profeta y que el marchand, a su vez, confió en la mirada segura y
convocante de Mari Carmen Ramírez. Las notas del New York Times y la donación de obras de Patricia
Phelps de Cisneros al MoMA resultaron determinantes en la difusión de la imagen del pintor místico
en el mundo y en los destellos planetarios que han hecho de 2013 su año.
Por consejo de Hernández Chong Cuy, Massimiliano Gioni miró con atención la obra de Xul. Parecía
hecha a medida para ese guion curatorial enciclopédico, inspirado en el proyecto utópico (palabra
clave) del ítalo-estadounidense Marino Auriti, quien en los años 50 pensaba construir un museo
imaginario donde cabría todo el conocimiento. Una torre de 600 metros para la suma del saber, una
epopeya con memoria borgeana que sintonizaba perfecto con el universo cifrado de Xul Solar.
Xul Solar dibujando una carta astral en 1950.
Desde junio y hasta noviembre en el Pabellón Stirling de los Giardini di Castello, los trabajos del
creador de la panlengua custodian el Palazzo Enciclopédico de Massimiliano Gioni (ver recuadro). Allí
están los coloridos caracteres de la panlengua, el pan-ajedrez y los libros de recortes llegados desde
Buenos Aires. Al maestro nacido en San Fernando le hubiera gustado estar alineado en la Bienal de
Venecia con el pensamiento y la obra de Carl Jung y Rudolf Steiner, a quien escuchó con unción en las
conferencias pedagógicas de la Europa de entreguerras.
La pica en Flandes fueron las muestras de Mari Carmen Ramírez en Houston y en el Reina Sofía de
Madrid. Algo más que curiosidad despertaban las acuarelas del misterioso artista, cuya aura era
reconocida por Borges y por coleccionistas de la talla de María Luisa Bemberg y Ernesto Lowenstein.
Fue en casa del empresario, que tenía un sueño llamado Las Leñas, donde vi por primera vez las
pinturas místicas de Xul; una aparición.
Oscar Agustín Alejandro Schulz Solari nació en San Fernando en 1887. Hijo de Emilio Schulz, alemán
de Riga, y de Agustina Solari Campodónico, genovesa de Zoagli. De chico hablaba con naturalidad
cinco lenguas, en las que podía poner en palabras el mundo que lo rodeaba: latín, alemán, italiano
francés e inglés. No sorprende entonces la voluntad del políglota Xul por encontrar un idioma
universal: la panlengua, y una lengua continental, el neocriollo. A los 24 años, Oscar Schulz Solari se
embarcó en un carguero con destino a Londres. Más de diez años duró el periplo que como un buril
modeló la personalidad de quien eligió llamarse Xul Solar. De William Blake a Aleister Crowley, de
Charles Swinburne a Arthur Schopenhauer, las lecturas se alternaban con la frecuentación de los
expresionistas alemanes; la amistad con Pettoruti y la sorpresa que fue descubrir que el envío
argentino a la Bienal de Venecia de 1922 rezumaba un inexplicable anacronismo pompier. Fue
entonces cuando decidió -decidieron con Pettoruti- volver para dar la batalla moderna en suelo
porteño. De las muestras en la calle Florida queda el recuerdo del rechazo generalizado en el que solo
faltaron las trompadas. Ya lo había vaticinado el presidente Alvear cuando visitó por la mañana la
exposición de Pettoruti: "No me sorprendería que a la tarde la cierre la policía". Y eso que Alvear era un
hombre de mundo...
El caso de Xul es único. Alguien que vivió en su tiempo y al margen de su tiempo, y construyó una
obra inmensa: creó un mundo de asociaciones, signos, letras y misterios, entre la magia, los astros, la
música y la acuarela, de la que fue un ejecutante eximio. La correspondencia musical y la paleta lo
asocian con Paul Klee. Basta mirar la obra del suizo para corroborar esa afinidad. Hay en el MOMA una
pintura de Klee que he vuelto a ver semanas atrás, bautizada Pájaro-pescado. Conmueve por los
evasivos naranjas y los elementos suspendidos en el aire. Esas notas cantarinas bien podrían ser obra
de Xul, que en su libreta de enrolamiento de 1911 se presentaba como "pintor y músico".
"Hombre versado en todas disciplinas, curioso de todos los arcanos, padre de escrituras, de utopías y
de mitologías, huésped de cielo e infierno, perfecto en la indulgente ironía y en la generosa amistad,
Xul Solar es uno de los acontecimientos más singulares de nuestra época." Palabra de Borges.

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