La Cruz de mayo en La Laguna: su fiesta y sus capillas (II)

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La Cruz de mayo en La Laguna: su fiesta y sus capillas (II)
La Laguna Ahora.com
La Cruz de mayo en La Laguna: su fiesta y sus capillas (II)
Autor Administrador
Saturday, 20 de April de 2013
Modificado el Friday, 01 de May de 2015
Carlos Rodríguez Morales
Cruces «callejeras», adosadas a una pared, sobre peanas de cantería o mampostería, serían las que dieron origen a las
cinco pequeñas capillas que hoy se mantienen en pie, y probablemente también a la que existió frente a la parroquia
matriz, ya desaparecida. Recordemos que la capilla de la calle Anchieta es heredera de la llamada Cruz de la Yedra,
que previamente estaba en la esquina de la calle Remojo, y que antes de levantarle capilla, el labrador Diego
Hernández Villavicencio «hiso formar en la calle donde vibe una capilla cubierta de rama y compuesta de tablasón».
Según Moure, también la Cruz Verde estaba inicialmente sobre «un poyo o banco corrido de piedra donde solían
descansar los transeúntes».
Ubicadas en zonas que podríamos calificar como periféricas, vista su ubicación sobre un plano resultan como baluartes
de una imaginaria muralla sagrada que rodeara el centro histórico de La Laguna. En torno a ellas se agrupaban los
vecinos para enramarlas con flores y celebrar la fiesta del 3 de mayo, propiciando tal vez cierta rivalidad y que la gente
recorriera la ciudad visitándolas. En uno de los documentos relativos a la edificación de la Capilla de la Cruz de Juan de
Vera, su fundador nos da una valiosa indicación sobre su finalidad: fue construida para que los vecinos de la calle
hicieran «su fiesta, según hasen los demás besinos en esta ciudad en sus jurisdisiones». Esto desvela el carácter
popular y espontáneo de la celebración, en sintonía con lo ocurrido en otras zonas de España, especialmente en el
ámbito andaluz, donde se caracteriza históricamente por ser una fiesta de participación vecinal y de grupos primarios:
familia, calles, patios y barrios.
La transformación de estas cruces al aire libre en modestas capillas se produjo en nuestra ciudad en el siglo XVIII, y con
especial vigor en sus décadas centrales. La investigación llevada a cabo para la redacción de este estudio permite corregir
algunos equívocos y precisar la cronología de algunos de estos recintos. Así, la Cruz de los Herreros (nombre con el que
fue bautizada hace poco tiempo) debe ser identificada correctamente como Cruz de Juan de Vera, como reflejan los
documentos desde el siglo XVIII. Se conoció así por su fundador, el médico soriano Juan Martínez de Vera, quien decidió
fabricarla junto a su esposa, Francisca Henríquez, en torno a 1720.
En la otra esquina de la antigua calle de las Cruces, ahora Quintín Benito, se levanta la Capilla de la Cruz de los Álamos,
también conocida como Cruz de la Plaza de San Francisco, o de Amaral. Aunque Moure asegura que ambas capillas
estaban emplazadas en la Vega y fueron «trasladadas» aquí en 1810, lo cierto es que existían previamente y ya figuran
en el plano de la ciudad levantado en 1779 por M. Le Chevalier Isle. La de los Álamos tomó su nombre de los árboles
que existían en esta zona y que «seguían azia el puente detrás de San Francisco», donde el 20 de diciembre de1779 se
comenzó a trazar una alameda: «desde la Cruz en la plaza de San Francisco hasta el puente del Tanque grande». Ha
sido conocida también como de Amaral, debido a que varios miembros de esta familia fueron sus mayordomos en el
siglo XIX.
La historia de la Capilla de la Cruz de Moure, en la calle Anchieta, está bien documentada. Tuvo su origen, como se ha
apuntado, en una cruz situada en la esquina de las calles Remojo y Jardín. En 1757 dos vecinos de la zona se
propusieron «hazer una hermita en una de las calles desta dicha ciudad donde puedan verla colocada y con los devidos
cultos, y quitarla de una esquina en que se halla». Surgieron ciertas desavenencias, y fue finalmente uno de ellos, Diego
Hernández Villavicencio, apodado el Valiente, quien finalmente la edificó y fue nombrado mayordomo por el obispo en
1758. A mediados del siglo XIX se hicieron cargo de la mayordomía Isidro Rodríguez Delgado y Antonia Moure y
Saavedra (ella pariente del fundador), padres del presbítero e investigador José Rodríguez Moure. Vinculado
tempranamente a la capilla, Moure recuerda en su autobiografía «las vísperas y días de la festividad de la Cruz de mayo,
en que la abuela tenía tanto interés en componer y enramar» el sagrado recinto; y a él se deben su renovación
arquitectónica y el enriquecimiento de su patrimonio mueble.
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Generado: 21 December, 2016, 04:33

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