VIOLENCIA ESCOLAR: UN MODO DE GESTIONARSE A SI

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VIOLENCIA ESCOLAR: UN MODO DE GESTIONARSE A SI
VIOLENCIA ESCOLAR: UN MODO DE GESTIONARSE A SI
MISMO
(Interpretación de la violencia escolar desde la sociología relacional)
Dr. Mario Sandoval
I.- Presentación
La violencia escolar, que a primera instancia aparece como un sin sentido de la
realidad educativa, se presenta dentro de un contexto complejo, donde el
mundo ha perdido sus referentes tradicionales y la violencia emerge como una
respuesta a este sin sentido. La violencia ejerce entonces múltiples funciones
que parecen validarla dentro de tal contexto.
Existen diversas manera de abordar, leer e interpretar el fenómeno. En nuestro
país una visión dominante señala que la violencia escolar es una manifestación
mas de conductas juveniles desviadas (funcionalismo norteamericano), en este
marco conceptual la violencia que ejercen los jóvenes al interior de los
espacios escolares es vista como una conducta anómica que no se ajusta a las
normas prescritas en los reglamentos institucionales y en consecuencia los
jóvenes estudiantes se hacen acreedores de las sanciones previstas para esos
casos.
Por otra parte, la violencia escolar entre pares, cumple una función estructural;
establece un orden socio-cultural particular al interior de las relaciones entre
compañeros. (Madriaza, 2003). Otros analistas señalan que la violencia escolar
no es sólo violencia entre escolares sino de escolares contra el sistema y del
sistema contra el educando.
El presente artículo plantea abordar el fenómeno de la violencia escolar como
un modo de expresión o un “modo de gestión de sí” (Bajoit-Franssen, 2000).
La rabia acumulada en el mundo juvenil producto de la invisibilidad social en la
que transcurren sus vidas cotidianas se manifiesta de múltiples maneras, entre
ellas al interior de las escuelas.
Los jóvenes actuales viven en escenarios socioculturales, económicos y
políticos que nos les dan cabida a sus inquietudes, a sus demandas y a sus
expresiones, en consecuencia, al no tener cabida en estos espacios, al no
tener canales de expresión apropiados, los jóvenes se rebelan de manera
poco convencionales y utilizan como medio de expresión y de “gestión de sí” la
1
violencia, en este sentido la violencia ejercida por los jóvenes actuales
contribuye a la gestión de sí mismo y es plena de sentido para el mundo
juvenil.
Si bien no es una violencia que se ejerce contra un poder específico de la
sociedad, buscando cambiar el sistema (violencia revolucionaria), es un medio
utilizado recurrentemente en la gestión de sí mismo y busca hacerse visible al
conjunto de la sociedad.
II.- Aproximación conceptual del fenómeno juvenil
Antes de analizar la compleja relación entre jóvenes y violencia al interior de los
espacios escolares, es necesario precisar qué vamos a entender por
“juventud”.
Al utilizar el concepto “juventud”, “periodo Juvenil”, “adolescencia”, pareciera
ser que todos se están refiriendo a lo mismo, sin embargo, constatamos que la
categoría juvenil es muy diversa teórica y empíricamente. En el campo teórico
las diferencias están marcadas por las distintas corrientes psico-sociológicas
que se preocupan del tema, en el campo empírico es posible advertir
diferencias según el lugar geográfico donde viva, la época histórica, la
pertenencia a un determinado sector social, las características de la cultura
imperante, etc.
Es así como podemos aproximarnos al fenómeno juvenil desde tres
perspectivas diferentes y complementarias, estas son las siguientes:

La juventud como categoría etárea: Esta es una perspectiva
sociodemográfica y coloca el énfasis en la condición etárea, por lo que se
define como jóvenes a todas aquellas personas que tiene entre 15 y 24
años de edad1. Cabe destacar que en Chile la población juvenil se
encuentra definida por el Instituto Nacional de la Juventud (INJUV) como
aquellas personas que se encuentra entre los 15 y 29 años de edad. Según
el último Censo, hay 3.648.000 jóvenes en nuestro país.
Al término de la juventud, esta masa de jóvenes debería insertarse en el
mundo adulto, dicha inserción se logra, entre otras cosas mediante la
obtención de un trabajo estable y la fundación de una familia la cual
posibilita ocupar una posición específica en el juego de roles y Status en la
sociedad.

1
La juventud como etapa de maduración: Esta perspectiva de análisis
coloca el énfasis en los procesos ligados a los cambios fisiológicos y
psicológicos que repercuten en la forma de ser joven. En este campo, se
juega el gran tema de la identidad juvenil y existe acuerdo entre los
expertos en señalar que las áreas de la afectividad, sexualidad, social,
Esta definición es acuñada por las Naciones Unidas en 1983 y es aceptada universalmente
2
intelectual y físico-motora son fundamentales en el desarrollo integral de los
jóvenes.
1. Area sexual: Desarrollo en los impulsos sexuales junto con los roles
sexuales.
2. Area de la afectividad: Los jóvenes comienzan a desarrollar la capacidad
de tolerancia a la frustración, adquiriéndose de esta manera en forma
paulatina, la madurez emocional, autocontrol, etc.
3. Area social: Se van adquiriendo destrezas sociales que permiten realizar
un entrenamiento útil para el futuro desempeño como adulto. Aquí juega un
rol fundamental el grupo de pares como espacio de referencia.
4. Area intelectual: En esta etapa de la vida, el pensamiento debería hacerse
eficiente al máximo, en lo relativo a la capacidad de razonar en forma
abstracta. (discernir entre lo real y lo imaginario)
5. Area físico motora: En este período de grandes cambios biológicos, se
torna pertinente desarrollar ejercicios y practicas deportivas
En el proceso de maduración, la institución del trabajo es fundamental.
Esta maduración sería adquirida cuando la persona está en pleno uso de
sus derechos y deberes de adulto. Desde esta óptica la juventud es un
período de moratoria, en la que se debe desarrollar una preparación para
ingresar al mundo adulto.
De acuerdo a lo señalado anteriormente, cabe preguntarse ¿cuándo
termina la juventud?. Ante esta pregunta no se pueden dar respuestas
absolutas, por lo cual no se puede identificar el término de la juventud sólo
con la finalización del desarrollo biológico, ni tampoco sirve
la
determinación legal del término de la juventud, puesto que si bien se
completan ciertas áreas de desarrollo o se adquiere un determinado status
legal en la sociedad, esto no significa que la persona haya logrado una
inserción exitosa en el mundo social adulto.

La juventud como subcultura: La perspectiva cultural permite
comprender el fenómeno juvenil más integralmente. Esta dimensión nos
permite entender a los y las jóvenes dentro de un tiempo y espacio
histórico, en el que el pensar y el actuar son propios de un contexto
determinado.
Los jóvenes chilenos, desde sus vivencias y cotidianeidad, han intentado
proponer a la sociedad un conjunto de hechos culturales, constatándose una
generación juvenil portadora de un conjunto de formas de ver, sentir, pensar y
hacer que guían su conducta y la caracteriza, diferenciándola de otros grupos
sociales.
En este sentido, la situación de los jóvenes chilenos constituye una
preocupación central desde distintos ámbitos de la sociedad, por diversas
razones como, porque constituyen un potencial un grupo de presión social,
porque son considerados un segmento electoral necesario en momento de
elecciones, o porque representan una masa consumidora de inmejorables
proyecciones. De esta manera, los jóvenes han pasado a constituir un grupo
3
objeto de preocupación para las autoridades educativas, políticas, sociales,
religiosas y económicas de la sociedad.
Para el desarrollo de cualquier sociedad se requiere de la participación efectiva
de todos los grupos que la componen. En el contexto actual de nuestro país, la
participación social de los jóvenes no se ha conseguido satisfactoriamente,
obstaculizando así el proceso de modernización, transición democrática y la
integración social de este grupo. Considerando, que
se les
vincula
generalmente a actitudes relacionadas con el consumo de drogas y alcohol,
violencia escolar y callejera, delincuencia, apatía frente a la política;
contraponiéndose todos estos aspectos con las expectativas que la
institucionalidad tiene de los jóvenes.
Entonces, “el gran desafío de los jóvenes chilenos en este nuevo milenio es
relacionarse con una sociedad y un modelo económico que los seduce a
consumir y a participar de las modernizaciones, de los éxitos económicos; pero
al mismo tiempo los rechaza, excluye, los ignora y/o los castiga por su
condición juvenil”2.
Los contextos históricos contribuyen a la conformación del modo de vivenciar
“la juventud”, es decir, no basta intentar comprender a los jóvenes desde una
sola dimensión. De entrada, es necesario reconocer la multidimensionalidad del
fenómeno. Para ello resulta pertinente incorporar la reflexión realizada por
Touraine, en la que se hace alusión a dos imágenes que posee Chile de su
juventud. Por un lado, “la juventud como instrumento de modernización, y por
otro, como elemento marginal y peligroso. Lo anterior da cuenta de dos tipos
de juventudes: una correspondiente a aquel estrato social capaz de generar
cambios y reivindicaciones, si fuese necesario, y otra mas bien marginal,
imposibilitada de integrarse socialmente”3.
En una sociedad cuyo desarrollo es limitado, llena de desigualdades y
exclusiones, como la sociedad chilena, “los jóvenes, tienden a considerar que
no hay espacios adecuados de participación para ellos, en este sentido la
política se constituye en un mundo ajeno, que no implica un medio para
generar cambios. Por tanto se encuentran en una constante búsqueda de
instancias de representación y que permitan resolver sus demandas.
El funcionamiento social impuesto al mundo juvenil le impide tener incidencia
en la toma de decisiones, la juventud no posee las motivaciones para la
creación de proyectos ni aspiraciones como grupo, reflejándose en ellos un alto
grado de conformismo y aceptación, sobre todo frente a la institucionalidad”4.
Es por todo lo indicado anteriormente que surge la inquietud por parte del
Estado, de desarrollar políticas sociales en torno a los jóvenes, como
Sandoval Mario: “Jóvenes del siglo XXI, Sujetos y actores en una sociedad en cambio”,
UCSH, Santiago, Chile 2003. Págs. 14 -15
3 Touraine. Alain, “Juventud y Democracia en Chile”. Revista Ultima Década, N° 8. Ediciones
CIDPA, Marzo 1999, Viña del Mar. Pág. 27
4 Sandoval Mario: Apuntes diplomado en juventud , UCSH , Santiago 2001, Pág. 15- 16
2
4
mecanismos de “integración”, o como paliativos de su situación de marginación
o desintegración social, económica, política y cultural.
En este aspecto se considera de vital importancia el reconocimiento de
diversos canales de participación por parte de los y las jóvenes, no
restringiéndolos en el campo político partidista, sino que también espacios o
instancias que para estos sean de interés y relevancia5.
III.- La Gestión relacional de sí:
Los conceptos centrales que dan sustento teórico a la propuesta analítica
pertenecen a G. Bajoit y a A. Franssen y están expuestos en sus obras "Por
una Sociología Relacional"6, "Los Jóvenes en la Competencia Cultural"7 y
"¿Qué es el Sujeto?"8. El lector interesado en profundizar estos conceptos
puede consultar las obras citadas.
La gestión relacional de sí es "la actividad psíquica por la cual el individuo
trabaja sobre su condicionamiento social (es decir, sobre sus expectativas, sus
límites y la tensión entre los dos), con el fin de forjar una identidad personal y
de actuar sobre los otros"9.
El resultado de este trabajo es doble, por una parte, el ser humano se
constituye como individuo, como sujeto, es decir, ejerce "la voluntad del ser
humano de llegar a ser y mantenerse maestro de su destino personal" 10, en
otras palabras, ser sujeto de su propia historia, y por otra parte, se convierte en
actor social al establecer relaciones con los otros.
a) Los recursos psíquicos de la gestión de sí:
Al estar las conductas referidas a los otros, surgen dos dimensiones
fundamentales para el análisis: la identidad y la alteridad. Yo soy "yo mismo" y
me reconozco igual o diferente a los otros. Cada uno vive en un mundo de
intercambios en su espacio cotidiano. En este devenir incesante de juegos
comunicacionales, todos, a su manera, tratan de ser auténticos, "sí mismos".
En este trabajo relacional, el ser humano coloca en acción tres capacidades
fundamentales:
5
Sandoval Mario: Cambios Culturales: un modelo que seduce y rechaza, en : Jóvenes: ¿Una
identidad perdida? UCSH, Centro de Estudios en Juventud, Santiago Chile 2001. Pág. 31
6 Guy Bajoit. Pour une Sociologie Relationnelle. PUF. Le Sociologue. París. 1992.
7 Guy Bajoit et Abraham Franssen. Les Jeunes dans la Compétition Culturelle. PUF. Sociologie
d'aujourd'hui. París. Abril. 1995
8 Contribution à une Théorie du Sujet. Sous la direction de Guy Bajoit et Emmanuel Belin.
9 Bajoit et Franssen. op; cit. Pág.144
10 Concepto de "sujeto" en Bajoit
5
+ La capacidad de administrar sus tensiones:
En ese apasionante juego de la vida, dadas las expectativas, las
presiones y los límites, cada uno debe administrar sus tensiones
existenciales, el malestar que esto le produce, actuar sobre ella. Es un
trabajo sobre sí mismo, donde se pone en ejecución la capacidad de
reflexividad que opera por acomodación y distanciación. El trabajo de
acomodación reduce la tensión existencial, la hace soportable y ayuda a
vivir con ella y la distanciación permite separarse y objetivar.
+ La capacidad de reconstruir su uni(ci)dad:
En segundo lugar cada persona desarrolla la "capacidad de construir y
reconstruir la uni(ci)dad de su ser". Ser un "yo", claro, definido; tener
identidad. A través de ella el sujeto actúa sobre el yo para forjar su
identidad y su proyecto como individuo. Se realiza un trabajo de
individualización (¿quién soy yo?) y un trabajo de proyectividad (¿qué
quiero?).
+ La capacidad de estructurar sus lazos sociales:
Paralelamente el ser humano actúa sobre otros, es decir, ejerce "su
capacidad de estructurar sus lazos sociales"11. Esta es una necesidad
de sobrevivencia social. Gracias a esta capacidad el individuo actúa
sobre los otros, construyendo sus lazos sociales y a su vez coloca en
movimiento un trabajo de identificación y de diferenciación. A través
de la identificación se construyen los lazos de gregariedad y de la
diferenciación se construyen los lazos de alteridad
Teniendo claro que en la medida que los unos actúan sobre los otros (o con los
otros), todos necesitan apelar a ciertos recursos psico-culturales para lograr
éxito en estas relaciones. Las relaciones humanas son dinámicas, siempre
cambiantes. Surgen expectativas, se imponen coacciones y se construyen
límites, y así, cada persona va por la vida gestionando su tensión existencial 12,
como motor centrífugo y centrípeto de sus relaciones sociales.
No se trata que hagamos todo lo que los otros nos dicen, nos piden o nos
ordenen, también tenemos la capacidad de decir no, de rechazar, de
oponernos, de discernir, de discriminar y, a la goffmaniana, "salvar la cara".
Actualmente el desafío consiste en ser sujeto en una sociedad en mutación, ya
11
Guy Bajoit. Qu'est ce que le Sujet?. En: Contribution à une Théorie du Sujet. Sous la
direction de Guy Bajoit et Emmanuel Belin. L'Harmattan. París. 1998. Pág. 3
12 Los jóvenes experimentan sensaciones, deseos y contradicciones entre sus expectativas y
las posibilidades reales de satisfacerlas. Toman conciencia de sus limitaciones y desarrollan
mecanismos adaptativos que les permiten sobrevivir en su medio, surgen tensiones
existenciales que afectan su identidad. Muchas veces, se ven obligados a dejar determinadas
cosas (principalmente estudios), debiendo adaptarse a una situación de trabajadores precoces,
lo cual acarrea problemas en la configuración de la identidad individual y colectiva. Se vive una
juventud adultizada, una adultez prematura
6
que la dificultad está precisamente en la existencia de un contexto normativo
inestable, confuso, cambiante, en transición epocal.
Según las características de cada uno, existen maneras diferentes de colocar
en movimiento estas capacidades; de administrarlas, de ser sujeto. Para
designar esas maneras, Bajoit et. al., hablan de los "modos de gestión de si" o
"las lógicas del sujeto". Pero, ¿qué es ser sujeto?. "Ser sujeto es colocar en
movimiento estas seis capacidades para actuar sobre sí mismo y sobre los
otros, a fin de administrar como individuo y actor las relaciones con los
otros"13.
b) Las lógicas del sujeto:
El telón de fondo del cual parten los autores señalados, es la hipótesis que hoy
día estamos viviendo un período de mutación cultural y que esta mutación
dificulta que los jóvenes encuentren sentido a las cosas que hacen, y como
consecuencia les resulta difícil vivir. En un mundo que se cofisica, que les exige
cada vez más, se va produciendo un desfase entre las expectativas de éxito y
los límites o los obstáculos que ellos perciben en el logro de esos objetivos, ese
desfase son las tensiones existenciales.
IV.- Análisis del discurso escolar referido a la violencia
A continuación se presenta el análisis semántico estructural del discurso al
interior de los establecimientos escolares
a) Los Ejes de Representación:
Recordemos que para el análisis de los ejes de representación ser trabaja con
el siguiente esquema semiótico:
Donde:
S-A
O.F.
O.V.
13
: Sujeto-Alter
: Objeto-Fin
: Objeto-Valor
Bajoit et al. op. cit. Pág. 147
7
A
T
: Acciones
: Totalidad
“joven problema”
- EL SUJETO-ALTER:
En el discurso analizado el sujeto-alter se define básicamente sus
características personales, las que provienen principalmente de su núcleo
familiar. La lógica que acompaña esta percepción es que los jóvenes “son el
problema”; en el discurso de los Directores de los establecimientos, son ellos
los portadores de los conflictos, son ellos los que presentan conductas
agresivas que el Liceo/Colegio debe controlar, manejar, reorientar y/o reprimir.
Las autoridades identifican a un cierto tipo de alumnos como violentos; estos
son jóvenes que están representados como alguien que necesita algo, que se
mueve en los circuitos escolares buscando ser reconocido, llamando la
atención, destruyendo el mobiliario, peleando con sus compañeros, abusando
de los más chicos. Estos jóvenes/alumnos entran y salen de sus
establecimientos en función de sus necesidades de reconocimiento social. Lo
importante de decir es que esta necesidad de ser considerados es
fundamentalmente simbólica. El eje semántico que mejor representa esta
necesidad es el siguiente:
“ser reconocido”
v/s
“ser ignorado”
La expectativa de “ser reconocido” connota un proceso de movilización
personal en función del Liceo/Colegio. Dado que las vías tradicionales de
integración extra-escolares se presentan dificultadas, se busca, al interior de
los espacios escolares un protagonismo social negado extramuros, se quiere
“ser” al interior del Liceo/Colegio y en consecuencia se intentan diversos
medios para lograrlo.
Entonces, al presentarse el medio externo amenazante, hostil y poco seguro, el
espacio escolar suple con creces el vacío dejado por los mecanismos externos.
Se "es" jugando al rol de alumno, o haciendo "como sí" se lo fuera.
- EL VALOR:
“reconocimiento personal"
Ante la debilidad de los lazos sociales que proporcionan la familia, los amigos y
el trabajo, porque se trabaja en trabajos "pencas o se estudia en liceos
"juleros", el mercado ofrece la posibilidad de estructurar lazos sociales en tanto
consumidor, sin embargo estos lazos son evanescentes y esporádicos. Esos
lazos no requieren un largo proceso de preparación para lograrlos. Allí la
integración es fácil; se entra y se sale a gusto del consumidor, sin embargo
permanece un vacío existencial, un espacio que no termina de cerrarse ni
completar el mercado y ahí entra el Liceo/Colegio a suplir ese vacío, a integrar
a los jóvenes a un ethos mayor.
8
La semantización axiológica derivada de la inventarización de los juicios
emitidos por los entrevistados, devela como resultado un proyecto activo de
búsqueda de integración social. Los ejes semánticos que lo denotan, son los
siguientes:
asistir al Liceo/Colegio
positivo
integración social
El "estar en el Liceo/Colegio" (no necesariamente estudiar) es considerado un
valor fundamental, anterior y superior a otros valores, expresado en el decir de
querer "ser alguien en la vida". Querer "ser alguien en la vida" es
fundamentalmente querer llegar a ser profesional y se quiere ser profesional
porque se supone que -en tanto profesional- se va a tener más dinero, lo que
consecuencialmente permitiría "tener" más. Semánticamente, el "tener" se
opone al "ser". El esquema semántico subyacente de "tener", es el siguiente:
c as a
a u to
e s ta r b i e n
s e r fe liz
te n e r
in te g ra r s e
r opa
r o c e s o c ia l
El tener bienes como una casa, un auto, ropa y/o roce social es considerado
un valor esencial que permite estar bien, ser feliz, lograr lo que uno desea y,
como consecuencia estar integrado, ser parte de algo, estar "dentro del
sistema", lo cual los Directores lo valoran enormemente. Axiológicamente, en
esta lógica, "tener" posibilita "ser". Como lo señala E. Fromm: "parece que
tener es una función normal de la vida: para vivir, debemos tener cosas.
Además, debemos tenerlas para gozarlas. En una cultura donde el objetivo
supremo es tener -y tener más y más- y donde podemos decir de un individuo
que "vale un millón de dólares" ¿cómo podemos tener una alternativa entre
tener y ser? Al contrario, parece ser que la misma esencia de ser consiste en
tener; y si el individuo no tiene nada, no es nadie"14.
- EL OBJETO BUSCADO:
"la integración social"
Los enunciados textuales correspondientes valoran explícita o implícitamente el
objetivo de la integración social. No se trata de ir al Liceo/Colegio por ir, el
tema no se agota ahí. El hecho de estar en el establecimiento (estudiando o
no), trasciende el acto mismo de la presencia física; implícitamente connota y
denota un fenómeno mucho más profundo. Hay un valor agregado en el acto
14
Erich Fromm, Avoir ou Etre? Un choix dont dépend l'avenir de l'homme, Collection
"Réponses"/Robert Laffont, Paris 1978. Pág. 33.
9
de estar ahí, un "plus" que queda en el sujeto/estudiante, la integración social
buscada adquiere el status de objeto-valor (OV).
Desde las carencias cotidianas, los jóvenes se mueven en búsqueda de
espacios seguros para satisfacer necesidades mucho más profundas que
obtener conocimientos. Ellos van en la búsqueda de ser tomados en cuenta;
intentan un proceso de des-estigmatización, estableciendo una relación
profesor/alumno lo más cercana posible, compartiendo sus problemas,
abriendo su vida a sus maestros. Lo anterior es avalado por la última Encuesta
Nacional de Juventud que demuestra que la Institución que más confianza le
merece a los jóvenes son los profesores. Ellos acuden a los establecimientos
escolares a integrarse socialmente, aunque sea momentáneamente, porque al
final de la jornada vuelven a sus casas y muchos de ellos quedan fuera
nuevamente.
Desde el punto de vista de los Directores, estar en el Colegio brinda la
satisfacción psicológica de sentirse bien, de demostrar a los otros que se es
capaz, por lo tanto, este fenómeno también opera a nivel de la imagen que
tiene de sí mismo el sujeto. El hecho de "ser alumno" mejora la imagen de sí
mismo, baja el nivel de frustración y da la sensación de felicidad.
El modelo de integración vía “ser alumno” es el siguiente:
ser alumno
/
no estudiar
estar bien
estar mal
ser feliz
ser desgraciado
integrado
v/s
excluido
La semantización del discurso directivo opone connotativamente el "ser
alumno" con el eje "no estudiar". Ser alumno implica estar dentro, demostrarle
a los otros que uno es más. Esta posesión simbólica brinda la sensación de
bienestar personal y otorga la sensación de ser feliz y como consecuencia, la
satisfacción de sentirse "dentro", integrado.
Por el contrario, el eje del "no-estudiar" se asocia a "estar mal". Aquí se
encuentran los jóvenes que no tienen la capacidad de ser reconocidos en la
sociedad como estudiantes y que se ven en la obligación de trabajar
precozmente.
10
- LAS ACCIONES:
"destrozo de mobiliario – peleas – juegos bruscos"
En el discurso de los directivos es posible distinguir dos núcleos lexemáticos en
torno a los cuales se desarrollan las acciones de los "jóvenes-problema". Estos
son los siguientes:
comportamiento interno
portarse
bien

portarse
mal
Portarse bien:
El acto de “portarse bien”, sintetiza el momento preciso de la integración
buscada. Se logra el reconocimiento deseado y simultáneamente se “compra el
boleto de entrada al sistema”. Una vez logrado el objetivo deseado (ser
reconocido), cumplido el rito disciplinario, respondiendo a las expectativas
reglamentarias del sistema, el bienestar acompaña al sujeto/joven hasta el
momento que dejar el establecimiento, hasta que físicamente sale del espacio
físico/simbólico en el cual ha logrado su cometido. Los Directores ven este tipo
de alumnos “un ejemplo” y valoran su conducta como un modelo a repetir por
sus compañeros.

Portarse mal:
Al mismo nivel de importancia de las conductas anteriores se encuentra el
“portarse mal”, desobedecer, romper las reglas, no acatar el reglamento En
este caso, el objetivo anhelado de la integración buscada no es logrado. Estos
jóvenes alumnos son criticados, amonestados y/o sancionados.
Como es sabido por todos, los espacios escolares están normados por un
Reglamento que sanciona un conjunto de conductas juveniles, las que son
conceptualizadas como faltas leves, medianas, graves y gravísimas. Sucede
muchas veces que se produce un desfase entre lo que los alumnos /jóvenes
consideran adecuado y la opinión de los profesores y directivos respecto del
mismo hecho.
Dicho de otra manera, la mayoría de las veces los alumnos/jóvenes no
consideran que se han “portado mal”, en cambio las autoridades el
11
establecimiento sí lo considera; el resultado es que los alumnos se sienten
injustamente tratados o consideran que los directores abusan de su poder.
Semánticamente, se estructura el siguiente modelo:
conductas escolares
alumnos
directores
sanción
injusta
justa
desencuentro alumno/autoridad
conflictos institucionales
El modelo propuesto implica un rol activo de los sujetos. Por una parte los
jóvenes/alumnos desarrollan un conjunto de conductas al interior del espacio
escolar, conductas que son observadas, evaluadas, criticadas, analizadas y/o
sancionadas por las autoridades. En la mayoría de los casos los sujetos
jóvenes actúan naturalmente, es decir, se comportan como ellos consideran
que deben comportarse, sin embargo, esas mismas conductas son evaluadas
por los directores como conducta violentas y en consecuencia son
sancionadas.
El resultado es que los jóvenes/alumnos se sienten maltratados y lo anterior
deriva en conflictos institucionales, que se podrían evitar perfectamente si
hubiera mayor diálogo con los jóvenes y particularmente si los directivos
conocieran más a sus alumnos.
Hay una doble dimensión intrínseca subyacente en el modelo de integración
conflictuado. Por una parte, la variante "portarse bien" denota acciones
individuales aceptadas y valoradas y por otra, la variante “portarse mal” supone
una valoración negativa de las conductas juveniles y en consecuencia los
jóvenes se exponen a ser sancionados.
A lo anterior, se agrega la acción de imitar, de "jugar el juego" y "hacer como
si": Se trata de jugar el juego del oficio de “ser alumno” (Baeza 2000), de
responder a las expectativas de los profesores y de los directivos, sin
realmente estar convencido de lo que se está haciendo, sin participar del
12
conjunto normativo institucional; es “hacerse el pillo”, es jugar el juego de la
institucional para que todos queden contentos y así “salvar la cara” al estilo
goffmaniano.
- LAS NORMAS ETICAS:
"la honradez"
Desde algunas teorías educacionales se puede afirmar que la escuela es un
campo de lucha, un espacio donde se encuentran distintos actores, con
trayectoria, historia y expectativas diferentes, por lo tanto, el comportamiento
de los sujetos en su interior es diferenciado, no solo por cuestiones referidas al
ejercicio de su rol, sino también por diferencias generacionales.
Sin embargo, la norma ética compartida y sobre la cual se construyen las
relaciones pedagógicas es la honradez; se parte de la base (a veces falsa) que
todos son honrados, que nadie engaña a nadie, que todos quieren el bien de
los otros, en consecuencia hay que ser honrado, claro y transparente.
Desde el discurso de los directivos, lexemáticamente, es posible distinguir un
par de oposición en el que cristaliza el comportamiento de los sujetos al interior
del espacio escolar:
mandar
v/s
obedecer
"Mandar" es visto como una acción legal y legítima, una acción connatural al
ejercicio pedagógico. De lo que se trata es ejercer un poder15 legítimo a través
de las acciones pedagógicas y en las interacciones cotidianas, fuera del aula.
Se parte de la base que los profesores y en especial los directivos son los
llamados a “poner orden”, a vigilar y castigar diría Foucault; por lo tanto,
mandar es parte de sus función, es ejercer su rol.
Complementariamente, “obedecer” se radica en los jóvenes /alumnos; ellos
deben aceptar recibir instrucciones, entender lo que se les dice y obedecer los
mandatos pedagógicos; si ello no llegara a ocurrir estaríamos en el umbral de
un conflicto personal/institucional que a límite se resuelve “aplicando el
Reglamento”.
15
En este contexto “poder” será entendido como la capacidad de hacerse obedecer
13
Este eje tiene una doble significación:
mandar
v/s
obedecer
supone
supone
ser sumiso
premio
ser ecuanime
satisfacción
ética profesional
/
ética ciudadana
convivencia escolar armónica
“Mandar” significa actuar dentro del orden escolar instituido, refrendado por los
Reglamentos, significa conocer las reglas del juego y hacerlas respetar.
Obedecer supone la conducta espera de los jóvenes/alumnos e idealmente
compartir los fundamentos de las acciones compelidas por la autoridad, lo que
no sucede muy a menudo, es más bien una obediencia a la autoridad en tanto
tal, es una sumisión al poder, sin compartir su proyecto ni sus razones.
La conducta ejemplar de obedecer tiene un premio que está dado, primaria y
parcialmente, por el reconocimiento y aceptación social al interior del espacio
escolar y en segundo orden por la contribución a la creación de una
convivencia escolar armónica.
El joven/alumno a entrar en el circuito de la obediencia supone actuar con una
ética ciudadana (instrumental), entendiendo por tal al comportamiento que se
ajusta
al
conjunto
de
normas
impuestas
en
las
relaciones
institucionales/escolares, tratando de obtener el máximo de beneficio posible.
Dicho en términos mertonianos, es el comportamiento que respeta medios y
fines.
14
Lexemáticamente podemos graficar el eje complementario de la siguiente
manera:
mandar
v/s
desobedecer
supone
supone
ser rebelde
castigo
ser ecuanime
satisfacción
ética profesional
/
ética contestataria
convivencia escolar conflictiva
El circuito paralelo está dado por una acción juvenil /escolar considerada,
desde el punto de vista de la autoridad como ilegal e ilegítima, nos referimos a
desobedecer.
Desobedecer supone ser deshonesto, romper el orden establecido al interior
del establecimiento, desafiar las normas que regulan su funcionamiento y
actuar con una ética contestataria, es decir, significa apartarse de las normas
establecidas en los reglamentos y aceptadas por todos, incurriendo, de
acuerdo al lenguaje de Merton, en "conductas desviadas". El resultado final es
una convivencia escolar conflictiva, caracterizada por conductas violentas de
parte de los jóvenes/alumnos, generándose un círculo vicioso, que pasa del
prejuicio al estigma sin mayores dificultades.
- EL EJE ESPACIAL:
“liceo/colegio"
El lexema reiterativo en los enunciados comunicativos referidos a los lugares
donde se desarrolla la acción es "el liceo/colegio". El liceo o colegio es el lugar
donde los jóvenes acuden a realizar sus transacciones simbólico/educativas. El
liceo/colegio ofrece posibilidades/comodidades para lograr el objetivo deseado;
en este sentido hay que hacer la obligada diferenciación por tipo de
dependencia. Las diferencias están dadas por el nivel socioeconómico que
atiende el establecimiento, es decir, existe una relación directa entre cantidad y
calidad de la infraestructura disponible y nivel socioeconómico del
estudiantado: dicho de otra manera: a mayor nivel socioeconómico, mejor
establecimiento.
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En el conjunto de enunciados analizados, es posible advertir la siguiente
oposición semántica:
Colegio rico
bonito
limpio
iluminado
tranquilo
seguro
moderno
/
Colegio pobre
feo
sucio
oscuro
intranquilo
inseguro
atrasado
En el “colegio rico” se está bien, es un lugar agradable y protegido. En cambio,
el “colegio pobre” representa un riesgo, es un lugar inseguro donde todo puede
suceder. Y del cual se puede escapar sin mayores dificultades “La más grave
para nosotros y cuando se escapan y saltan las murallas”.. El “colegio rico”
ofrece todas las posibilidades para el desarrollo personal de los
jóvenes/alumnos: “Nosotros somos parte de un proyecto internacional desde la
parte académica, que es el bachillerato internacional, que es un concepto
académico, más que un concepto un sistema académico, reconocido
mundialmente, además de estar más de 1000 colegios asociados en el mundo
en torno a este sistema. La ventaja está en que los alumnos que aprueban el
modelo, un modelo que se practica principalmente en tercero y cuarto medio,
es un modelo bianual; los alumnos que aprueban puede acceder y entrar
directamente a diferentes universidades el mundo, por ejemplo: la Sorbona,
Harvard, Oxford con algunos cupos entre otros”, en cambio el “colegio pobre”,
tiene a que arreglárselas para subsistir: “por ejemplo en este momento, la
Corporación debió haber mandado desayunos para los chiquillos, hasta esta
fecha no llegaron; entonces con los fríos que hicieron en estas mañanas...
"oye, hagamos algo" "ya, hagámosle desayuno a los chiquillos". Entonces
nosotros les traemos el té, el azúcar y con el pan del almuerzo, sacamos una
cantidad de pan y por eso, les convidamos y les damos algo caliente, entonces
los chiquillos dicen "y de adonde llegó este desayuno" "de nuestros bolsillos
po’”, tiene que acudir a la imaginación e iniciativas de los alumnos y
apoderados para mantenerse en buenas condiciones.
La diferenciación semántica establecida es la siguiente:
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/
Colegio pobre
confort
/
precariedad
cuidado
/
destrozos
Colegio rico
satisfacción
/
descontento
Como se puede apreciar en el cuadro semántico anterior de estructura
paralela, en la realidad cotidiana de los establecimientos se vivencian
situaciones muy diferentes en relación a la infraestructura de los
establecimiento escolares. Por una parte, en el llamado “colegio rico” se
establece una relación directa entre el confort que existe en su interior, con el
cuidado del mobiliario y la satisfacción que produce estudiar en ese lugar: “lo
que se quiere se cuida” nos dice un Director.
Paralelamente en el “colegio pobre” se produce la situación inversa. Los “niños
no quiere el colegio” porque la precariedad en infraestructura no permite estar
bien en su interior, paradojalmente las conductas juveniles en estos
establecimientos son las contrarias de las esperadas por la autoridad, es decir,
en los “colegios pobres” es donde se verifican más destrozos al mobiliario, más
rayados en las paredes, etc., todo lo cual se cierra en un círculo de
descontento respeto del liceo/colegio donde se estudia.
IV.- A modo de conclusión
A partir de los hallazgos del equipo de investigación en violencia escolar de la
Facultad de Educación de la Pontificia Universidad Católica de Chile, es posible
distinguir una serie de recursos psicoculturales cuya combinación caracterizan
los modos de gestión de sí de los jóvenes que tienden a expresar su malestar
sociocultural de diversas formas, entre ellas, el uso de la violencia.
Gráficamente, se puede expresar de la siguiente manera:
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La posición de los jóvenes frente a la sociedad es de malestar sociocultural,
producto de las condiciones de vida que les toca vivir, lo que conlleva una
expectativa de visibilidad social. Esa expectativa se moviliza en acciones
concretas que realizan los sujetos. Estas acciones son los recursos de los
modos de gestión de sí. En este caso, los límites están dados por la policía, el
orden, el miedo y los adultos.
Dado que el objetivo del presente artículo es dar cuenta del uso de la violencia
como un modo de gestionarse a sí mismos, daremos cuenta del uso de este
recurso, sin embargo, como el lector puede percatarse, existen otros recursos
como la drogadicción, la expresión de los afectos, la diversión, el recogimiento
espiritual y las “mandas”, que no serán objeto de análisis en este caso. Sin
embargo, es de rigor señalar que en la vida cotidiana de los jóvenes estos
recursos psicoculturales que usan los jóvenes para expresarse se dan
combinados.
A continuación analizaremos el ejercicio de la violencia en los espacios
escolares como un modo de gestionarse a sí mismos en tanto ejercicio teórico
para comprender el fenómeno, insistiendo que en la práctica los tipos ideales o
puros son existen.
El sentimiento más recurrente en los jóvenes que hacen uso de la violencia en
los espacios escolares es la rabia: rabia por no ser comprendidos, rabia por
problemas familiares, rabia por no tener dinero para comprar lo que desean,
rabia por ser siempre sospechosos, rabia por ser pobres, (aunque
discursivamente no lo reconozcan) rabia por ser estigmatizados, etc. Esa rabia
contenida busca permanentemente canales de expresión; es una rabia que
está al acecho para apoderarse del escenario y salir a escena a través de actos
violentos.
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De esta manera, la rabia que genera el desfase entre las expectativas de
visibilidad social y los límites de la opacidad sociocultural en la que viven, hace
que la violencia se transforme en un medio que contribuye en la gestión de sí
mismos.
Los jóvenes estudiantes viven cotidianamente en un mundo violento. Ellos son
objetos/víctimas de una violencia que reviste múltiples formas: violencia
simbólica introyectada por la televisión; violencia cultural, manifestada en el
desprecio e indiferencia de las clases dominantes; violencia social y económica
derivada de su situación de exclusión social; violencia física ejecutada por los
guardianes del orden y la ley y violencia familiar ejercida por sus padres y
parientes, violencia escolar ejercida por las autoridades de los establecimientos
y sintetizada en los Reglamentos institucionales, etc.
Entonces, desde la invisibilidad cotidiana saltan al protagonismo social
violentamente. Se expresan con rabia, gritan, saltan, se desahogan. La gama
de violencia juvenil es amplia, va desde el simple grito que rompe la noche,
asustando a los adultos que duermen en sus casas, hasta actos delictivos con
resultado de muerte, pasando por la violencia en los estadios, en los recitales
musicales, en las peleas de pandillas, en los asaltos cotidianos y en las peles y
conflictos al interior de las escuelas.
La exacerbación de estos actos de violencia a través de los mass-media sirve
de plataforma para la estigmatización de los jóvenes. Públicamente, se les
acusa de "patos malos", "delincuentes", "antisociales", "jóvenes en conflicto con
la justicia", "desadaptados", etc.
Esta violencia que hoy día ejercen los jóvenes del Siglo XXI, concebida como
medio que contribuye a la gestión de sí, es plena de sentido. Si bien no es una
violencia que se ejerce contra un poder específico de la sociedad, buscando
cambiar el sistema (violencia revolucionaria), es un medio utilizado
recurrentemente en la gestión de sí mismo y busca hacerse visible al conjunto
de la sociedad.
El anonimato aplasta, el desprecio de "los de arriba" se siente, la indiferencia
de los que tienen el poder se registra y frente a eso, se sale a la palestra
intermitentemente para decir "aquí estamos", "somos choros", "reclamamos
consideración", aspiramos a ser tratados como seres humanos y como nos
sentimos mal y no nos toman en cuenta "dejamos la cagá"; entonces rompen el
estadio nacional en el mismo momento en que el Presidente de la República,
junto a sus Ministros está en las graderías; desafían a la policía entrando con
marihuana y alcohol al estadio, cometen actos reñidos con la moral y las
buenas costumbres en los ritos de iniciación a la Universidad.
En las escuelas rayan los bancos, escriben grafittis en las paredes, se
empujan, gritan y generan peleas entre pares. Esta es una violencia que busca
enemigos circunstanciales en quienes descargar la energía contenida. Se
busca la pelea y se expresa con vehemencia el grito, la ira. Se dan patadas,
combos y empujones entre ellos, pero no se enojan, no es una pelea de
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verdad, pero es violencia pura y dura. En cualquier recital Rock, un joven
puede terminar en un servicio de urgencia de cualquier hospital.
El esquema de gestión de sí del "uso de la violencia" es el siguiente:
En la medida que los jóvenes permanezcan en la invisibilidad social y sean
objeto de atención pública solo en la medida que alteran el orden establecido
por las autoridades y por los adultos, se mantendrá la violencia como un
recurso psicocultural a través del cual los jóvenes buscarán ser tomados en
cuenta.
El uso de la violencia como un medio para gestionarse a sí mismo tiene la
potencia de la visibilidad inmediata y del reconocimiento de los otros como
“matón”, “choro” o “bacán”. Muchas veces el reconocimiento, respeto y
admiración de los pares se logra a través de actos violentos. El que pega más
fuerte se impone y ejerce un liderazgo.
Este tipo de violencia está lejos de ser una conducta criminal, desviada o
anómica, es simplemente una manera de intentar ser reconocido, respetado,
querido y/ integrado.
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