Alternativas Comunitarias para un Desarrollo

Transcripción

Alternativas Comunitarias para un Desarrollo
Tour Académico Herdez Nutre
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Alternativas Comunitarias para un Desarrollo Rural
Sustentable.
El caso de comunidades indígenas de Oaxaca.
M.C. SILVIA DÍEZ-URDANIVIA CORIA
Centro de Capacitación Integral para Promotores Comunitarios
Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición “Salvador Zubirán”
Resumen:
En México, la economía campesina se ha convertido en uno de los
eslabones más débiles de la cadena productiva nacional a consecuencia del retiro
del Estado, empeorando la situación a partir de 1994 con la firma del Tratado de
Libre Comercio con América del Norte (TLCAN). Esta situación colocó a este sector
en un nivel de extrema vulnerabilidad productiva (Carral, 2006) debido a la
invasión de productos agrícolas cuyos costos de producción resultaron más
baratos -subsidiados- en los mercados de México, generando la aniquilación de
los productos agrarios locales y el empobrecimiento masivo de la población rural
mexicana.
Bajo este contexto, la población rural ha sufrido la pérdida del poder
adquisitivo en relación al trabajo realizado enfrentándose a diversos cambios
laborales, convirtiendo al medio rural en un espacio caracterizado por una gran
flexibilidad en el uso de la fuerza laboral, generando sistemas complejos en el
modo de inserción en la producción, tales como la intensificación de los procesos
migratorios, las dobles jornadas laborales, la feminización del trabajo agrícola, así
como el trabajo infantil, que han sido una constante en la crisis del sector rural y
campesino.
El incremento de los ingresos rurales no agrícolas, -principalmente aquellos
relacionados con el subempleo, la industria manufacturera y servicios-, cada vez
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constituyen una contribución más importante, no sólo para financiar la producción
campesina, sino también para arraigar a la gente en el medio rural y asegurar su
supervivencia. De los 30 millones 185 mil campesinos que habitan en el medio
rural, hoy en día sólo 8 millones 500 mil tienen empleo en actividades agrícolas y
ganaderas (CAM; 2008).
Adicionalmente a la situación de pobreza de la población rural mexicana, a
partir de 2008, la población se ve vulnerada nuevamente ante una crisis
alimentaria global resultado de la inflación en los precios de los alimentos –
consecuencia de especulaciones en el mercado financiero-, así como al
incremento de los cultivos para la producción de agrocombustible provenientes de
granos básicos. A mediados de ese mismo año, a ésta crisis se le añadió una de
las peores crisis económicas que generó la pérdida masiva del empleo como
efecto de los ajustes financieros.
Bajo este panorama, nos surge una pregunta: ¿cómo hacen las unidades
domésticas rurales, las comunidades indígenas para asegurar su desarrollo, en
busca de un desarrollo sustentable en el contexto actual?
Experiencias previas en América Latina ante crisis económicas y políticas,
señalan que los sectores pobres generaron o fortalecieron acciones colectivas
como las ollas o comedores populares, cooperativas de abasto, asociaciones en
defensa de la vivienda, entre otros. Estrategias que se asentaban en redes de
reciprocidad social y política preexistentes (Vázquez, 2007).
La primera se refiere a la diversificación de las fuentes de ingresos a través
de la utilización simultánea de distintos mercados de trabajo (formal e informal), el
desarrollo de redes personales y familiares de amistad, vecindad y/o parentesco a
través de las cuales fluyen mensajes, bienes y servicios de la manera de constituir
sistemas de ayuda mutua, la complementación de los ingresos con la asistencia
social alimentaria del Estado y organizaciones no gubernamentales y la autoproducción alimentaria en huertas y granjas familiares. La segunda estrategia
contempla la diversificación de las fuentes de abastecimiento. La tercera señala el
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manejo de la composición familiar, debido a que el tamaño de las familias se
relaciona con el flujo de los ingresos; si se reduce la cantidad de hijos, se reduce
significativamente los ingresos. La cuarta estrategia se refiere a la autoexplotación, que se traduce en trabajar más (aumentando las horas por trabajador
ocupado o la cantidad de trabajadores por hogar) y/o comer menos o distinto, lo
que significa reducir la ingestión, distribuir en forma diferente o bajar la calidad del
régimen familiar (Aguirre, s/f)
Así mismo, aunque en México 40.2 % de la población está adscrita a uno o
más programas de ayuda alimentaria, el deterioro nutricional en la población
campesina e indígena se ha expresado de manera dual: por un lado permanecen
altos índices de desnutrición y por el otro, altos niveles de obesidad. La Encuesta
Nacional de Salud y Nutrición (2006), ha reportado que el desmedro (talla baja
para la edad) en las localidades rurales es de 19.9% en menores de cinco años de
edad, mientras que en las urbanas de 10.1%. 37.8% de los niños entre 12 y 23
meses padecen anemia, al igual que 16.6% de los escolares. En el caso de los
adultos 17.3% de las mujeres y 5.3% hombres mayores de 20 años presentan
anemia. Sin embargo, 26% de los niños en edad escolar, 34.3% de las mujeres y
24.2% hombres mayores de 20 años padecen obesidad.
Por ello, nuestro quehacer en comunidades de Oaxaca ha contribuido a
fortalecer las estrategias de grupos de mujeres organizadas para acceder a los
alimentos, pues a pesar de que la población en la mayoría de los espacios rurales
ha entrado de lleno a una economía monetarizada y que los sistemas comerciales
actuales tienen más importancia en la obtención de alimento que la producción
propia, se han tenido que recuperar o generar diferentes mecanismos colectivos
para la obtención de alimentos dentro de las unidades y así garantizar la
alimentación familiar, en el intento de lograr un desarrollo sustentable.

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