Carta de Carmen Gisasola i Joseba Urrosolo Sistiaga

Transcripción

Carta de Carmen Gisasola i Joseba Urrosolo Sistiaga
Carta de Carmen Gisasola i Joseba Urrosolo Sistiaga
Hace cinco años muchos pensábamos que aquel proceso de paz que se iniciaba iba a
ser ya el definitivo. Nos equivocamos al pensar que la actitud que algunos aún
mantenían en cuanto a la lucha armada y la kale borroka no podrían impedirlo.
Esta vez no puede volver a ocurrir lo mismo. Por eso, ahora que por fin se plantea el
debate sobre el cambio de ciclo y de estrategia, conviene recordar que durante el
proceso de Loyola, tanto la mayoría de la base social de la Izquierda Abertzale, la
mayoría de los presos y hasta la Mesa Nacional de Batasuna, estaban deseando que
dicho proceso fuera irreversible. En realidad fueron sólo unos pocos en ETA y otros
pocos desde algunos aparatos de la Izquierda Aber-tzale quienes se empeñaron en
seguir con la lucha armada.
Sin poner estas reflexiones encima de la mesa, no se entiende que ahora unos anden
empeñados en proponer un cambio de ciclo sabiendo, deseando y planteando en
privado que esto sólo será posible sin la lucha armada mientras que los otros siguen
manteniendo que van a seguir practicándola. Las dos posturas no sólo son
incompatibles sino que están enfrentadas.
En la propuesta de debate se intuye lo que se quiere decir pero no se plantea
claramente y el mensaje queda difuso dando pie a que algunos sigan planteando
fórmulas que hagan compatible abrir un nuevo proceso con el mantenimiento de la
lucha armada. Y esto es imposible.
Hay que hablar claro. Cuando se habla de "cambio de ciclo y de estrategia" se quiere
decir dejar de utilizar la lucha armada y abrir una etapa exclusivamente política.
Cuando se habla de "nuevos instrumentos políticos" se está queriendo decir que hay
que dejar de utilizar el que ya no sirve: la lucha armada. Cuando se habla de "tomar
decisiones de peso y con decisión" se está tratando de decir que hay que tomar la
decisión de terminar con la lucha armada. Cuando se está proponiendo que "no hay
otras garantías que la acumulación de fuerzas, el cambio de la relación de fuerzas y la
construcción nacional" se está planteando que ETA no tendrá ese papel de garante
que hasta ahora se suponía.
Cuando se plantean los cuatro pasos a dar hay que decir que no son cuatro pasos
sino cinco. Porque falta por mencionar el que se sobreentiende: el primero. Y que es
precisamente el fin de la lucha armada el primer paso que hay que plantear, el tema
central, la llave que hay que girar para abrir una nueva etapa y empezar a solucionar
los problemas.
Por tanto, no se puede seguir planteando vaguedades como que el cambio de ciclo se
hará sobre unas bases democráticas previas o que para ello es necesario el
compromiso previo de otros sectores políticos. Lo previo, para que otros compartan
compromisos a nivel político, es la garantía del fin de la lucha armada. ¿Por qué no se
plantea de una vez cómo y cuándo se va a cerrar el ciclo de la lucha armada y abrir
una nueva etapa exclusivamente política?
Pensamos que eso se tiene que hacer desde ya mismo, conscientes de que se tenía
que haber hecho hace años y que dejarlo para más tarde, a unos meses de las
elecciones, sonará a electoralismo y no tendrá credibilidad.
Lo deseable sería que ETA decidiera el cierre de la lucha armada, entre otras muchas
razones, también porque en torno a la lucha armada se ha fomentado una cultura
política, una mentalidad y unas actitudes sectarias, cada día más alejadas de los
valores fundacionales de la Izquierda Abertzale y que se hacen insoportables fuera de
los ghettos de los "incondicionales".
El problema es que en ETA no ha habido continuidad en los puestos de
responsabilidad como ocurría en el IRA; donde la misma gente que comenzó a utilizar
la lucha armada en los 60-70, con la experiencia que tenían, fueron los que decidieron
y se comprometieron a terminar con la etapa militar y pasar a otra exclusivamente
política.
Si en lo que queda de ETA siguen como hasta ahora, es a la Izquierda Abertzale a
quien corresponde plantearlo claramente, convenciendo a los que tengan que
convencer o imponiéndose de facto. Una situación posible y preferible a que otros
sigan imponiéndose y acumulando más frustración porque si el tren por el cambio de
ciclo se queda otra vez a medias, el otro, aunque renqueante, destartalado y sin llevar
a ninguna parte, seguirá adelante y unos pocos volverán a imponer su criterio a todos
los demás.
Pero, dada la situación y lo que se piensa tanto entre los presos como en general en la
Izquierda Aber-tzale, si el tren por el cambio de ciclo sigue adelante con decisión y con
la responsabilidad que le corresponde, el otro tren se apartará y se sumará como otro
vagón más.
Y si hubiera choque, ocurriría como en Irlanda: la inmensa mayoría de los que han
representado la militancia de ETA, de la Izquierda Abertzale y la inmensa mayoría de
los presos se posicionaría por el cambio de ciclo y sólo una minoría estaría tentada por
continuar como hasta ahora. Algo preferible en todo caso a que sea ésta minoría la
que arrastre a todos los demás.
Hay que decir también, que si bien la decisión de lo que queda de ETA de dejar la
actividad armada es necesaria, tampoco es suficiente a estas alturas para crear en la
sociedad las condiciones, la credibilidad y la ilusión para afrontar una solución
acordada. Por tanto, es imprescindible hacer realidad una nueva alternativa de
Izquierda Independentista amplia contando con los distintos sectores en los que hoy
se siente representada su base social en AB, NaBai, Batasuna, Aralar, EA, ELA,
LAB... Llamándoles por su nombre, reconociendo y respetando las diferencias. Ya vale
de hablar en abstracto de acumulaciones que no acumulan nada. A partir de ahí,
bastaría con que se juntaran de cada sensibilidad política las personas adecuadas que
crean en ello. El resto, volver a pasar meses de cháchara entre personas que piensan
fundamentalmente lo mismo, es un lujo de aparateros, insoportable en estas
circunstancias.
El siguiente paso sería presentar ante la sociedad esa nueva alternativa política, en la
cual gente de peso de sensibilidades diferentes ofrecieran la garantía de que ésta vez
sí es irreversible. Planteándolo así, sí podría ser creíble y definitivo.
En las cárceles son muchos los presos que piensan como nosotros; a pesar de que
unos pocos transmitan otro discurso en los comunicados oficiales en nombre de todos
los presos. No es normal que se abra el debate sobre el cambio de ciclo en la calle y
que, una vez más, no se cuente con la opinión de los presos, como está ocurriendo en
estos momentos. Lo decimos asumiendo que es importante decirlo, porque la gente
que lleva tantos años apoyándonos y nuestras familias tienen derecho a saberlo. Y
porque no tenemos dudas de que si hubiera habido la posibilidad de posicionarse
entre los acuerdos de Loyola o romper aquel proceso, con los datos en la mano y no
las versiones interesadas, estaríamos ahora como en Irlanda en una etapa política. Y
esto no es politiqueo sino que es demasiado serio.
No representamos más que a nosotros mismos y queremos hacer un llamamiento a
esa mayoría amplia de la base social de la Izquierda Abertzale, a todos los que
permanecen callados porque hasta ahora era difícil mantener posturas críticas, a que
se pronuncien y planteen claramente lo que piensan para que no terminemos dejando
a unos pocos que sigan pidiendo más madera y calcinan-do el propio tren.

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