El ictus en pacientes muy ancianos
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El ictus en pacientes muy ancianos
Med Clin (Barc). 2013;140(2):53–58 www.elsevier.es/medicinaclinica Original El ictus en pacientes muy ancianos: mitos y realidades Sergio Serrano-Villar a,*, Gema Fresco a, Pedro Ruiz-Artacho a, Ana Bravo a, Cristina Valencia b, Manuel Fuentes-Ferrer c, Vicente Estrada a y Jesús Porta-Etessam b a Servicio de Medicina Interna III, Hospital Clı´nico San Carlos, Madrid, España Servicio de Neurologı´a, Hospital Clı´nico San Carlos, Madrid, España c Servicio de Medicina Preventiva, Instituto de Investigación Sanitaria del Hospital Clı´nico San Carlos (IdISSC), Madrid, España b I N F O R M A C I Ó N D E L A R T Í C U L O R E S U M E N Historia del artı´culo: Recibido el 26 de abril de 2012 Aceptado el 31 de mayo de 2012 On-line el 15 de septiembre de 2012 Fundamento y objetivo: La incidencia de ictus en individuos muy ancianos se halla en ascenso. Sin embargo, existen muy pocos datos sobre las diferencias en el tratamiento y la evolución de estos pacientes en nuestro medio. Material y método: Se analizaron las caracterı́sticas clı́nicas, los recursos diagnóstico-terapéuticos empleados, las complicaciones médicas y la mortalidad intrahospitalaria en 463 sujetos ingresados por ictus isquémico entre 2009-2010. Se compararon las diferencias entre los pacientes con 85 años («muy ancianos») y los de menor edad. Resultados: Los pacientes muy ancianos presentaron al ingreso mayor frecuencia de fibrilación auricular (34 frente a 19%, p < 0,001) y un menor uso de antiagregantes y anticoagulantes orales (p < 0,001). El grado de discapacidad al ingreso y la gravedad del ictus fueron superiores entre los muy ancianos (p < 0,001), y el uso de recursos diagnóstico-terapéuticos fue significativamente inferior (p < 0,001). En los muy ancianos, la estancia media fue superior (12 [6-24] dı́as frente a 8 [5-15], p < 0,001), ası́ como la mortalidad intrahospitalaria (27 frente a 6%, p < 0,001). Tras el análisis multivariante, los factores predictores independientes de mortalidad fueron la discapacidad moderada-grave según la escala de Rankin modificada (intervalo de confianza del 95% [IC 95%] 1,6-10,7), el deterioro del nivel de consciencia al ingreso (IC 95% 2,1-13,9) y la gravedad del ictus según la National Institutes of Health Stroke Scale (IC 95% 1,8-38,1). Conclusiones: Los sujetos muy ancianos ingresados por ictus isquémico reciben menores recursos diagnósticos y terapéuticos. Sin embargo, en nuestro estudio la edad no fue un factor independiente para la mortalidad, que vino determinada esencialmente por la situación funcional previa y la gravedad del ictus. ß 2012 Elsevier España, S.L. Todos los derechos reservados. Palabras clave: Ictus isquémico Octogenarios Mortalidad Fibrilación auricular Stroke in the very old: myths and realities A B S T R A C T Keywords: Ischemic stroke Octogenarians Mortality Atrial fibrillation Background and objective: The incidence of stroke in the very old is increasing. However, there are very few data regarding the differences in the management and outcomes in Spain. Material and methods: We analyzed the clinical characteristics, diagnostic and therapeutic procedures, medical complications and intrahospitalary mortality in 463 subjects admitted because of ischemic stroke between 2009 and 2010. Very-old patients ( 85 year-old) were compared with younger patients. Results: Very old patients showed on admission higher frequency of atrial fibrillation (34 vs 19%, P > .001) and lower use of antiplatelet agents and oral anticoagulants (P < .001). Disability and stroke severity were higher among the very old (P < .001) and the use of diagnostic and therapeutic procedures was significantly lower (P < .001). The length of stay was longer in the very old (12 [6-24] days vs 8 [5-15], P < .001), as wells as the intrahospitalary mortality (27 vs 6%, P < .001). After a multivariate analysis, independent predictive factors of mortality were previous disability, measured by the modified Rankin scale (95% confidence interval [95%CI] 1.6-10.7), impaired level of consciousness (IC95% 2.1-13.9) and stroke severity measured by the National Institutes of Health Stroke Scale (95%CI 1.8-38.1). * Autor para correspondencia. Correo electrónico: [email protected] (S. Serrano-Villar). 0025-7753/$ – see front matter ß 2012 Elsevier España, S.L. Todos los derechos reservados. http://dx.doi.org/10.1016/j.medcli.2012.05.036 54 S. Serrano-Villar et al / Med Clin (Barc). 2013;140(2):53–58 Conclusions: Very old patients admitted with ischemic stroke undergo less diagnostic and therapeutic procedures. However, in our study, very old age was not an independent predictor of mortality, which was essentially determined by previous functional status and stroke severity. ß 2012 Elsevier España, S.L. All rights reserved. Introducción La enfermedad cerebrovascular representa globalmente la primera causa de muerte en mujeres y la tercera en varones1. En los próximos años es esperable un aumento progresivo de la incidencia de ictus, ya que el riesgo de este se correlaciona estrechamente con la edad2, y el segmento de edad en expansión es el de sujetos ancianos. En la práctica clı́nica, a menudo se considera que la edad avanzada en sı́ misma condiciona un peor pronóstico al ingreso hospitalario, lo que puede repercutir en un uso diferente de recursos diagnósticos y terapéuticos. Por ejemplo, en los sujetos ancianos ingresados por ictus se ha observado un menor uso de pruebas complementarias, una menor tasa de ingreso en unidades de agudos3,4 y también se ha descrito un uso menor de antiagregantes plaquetarios en la prevención primaria del ictus isquémico5. De la misma manera, pese a que los anticoagulantes orales han demostrado su eficacia y seguridad en los mayores de 75 años6,7, en nuestro medio se ha observado que solo una cuarta parte de los mayores de 75 años con fibrilación auricular reciben anticoagulación oral8. Estos datos sugieren que los sujetos muy ancianos en ocasiones reciben medidas preventivas, diagnósticas y terapéuticas diferentes a las de pacientes más jóvenes, debido a la impresión clı́nica de que la edad por sı́ misma supone un predictor de mal pronóstico. Sin embargo, pocos estudios han analizado las caracterı́sticas diferenciales y la evolución clı́nica en el ictus que sufren los pacientes de edad avanzada. Nuestro objetivo fue evaluar la presentación clı́nica, los factores de riesgo, los predictores de mortalidad hospitalaria y el uso de recursos diagnósticos y terapéuticos en sujetos muy ancianos ingresados por ictus isquémico. Método Diseño del estudio, participantes y criterios de selección Estudio observacional analı́tico de una serie de pacientes ingresados por ictus isquémico en un hospital terciario, en los servicios de Medicina Interna, Geriatrı́a y Neurologı́a y en la Unidad de Ictus en un hospital terciario en Madrid, entre 2009 y 2010, en el que se describen las caracterı́sticas clı́nicas, se analiza el uso de recursos diagnósticos y terapéuticos, las complicaciones médicas y la mortalidad intrahospitalaria, y se comparan las diferencias entre los pacientes con 85 años o más («muy ancianos») y los de menor edad. Se incluyeron los pacientes clasificados en el Servicio de Archivo y Documentación con los códigos diagnósticos CIE-9 siguientes: 433.x1, oclusión y estenosis de arterias precerebrales con infarto; 434.x1, oclusión de arterias cerebrales con infarto; y 436, enfermedad vascular cerebral aguda mal definida. Los ataques isquémicos transitorios y las hemorragias subaracnoideas se excluyeron del estudio. Se revisaron las historias clı́nicas y finalmente se incluyeron todos los pacientes diagnosticados de ictus isquémico de acuerdo con la clasificación etiológica TOAST9, con tomografı́a computarizada o resonancia magnética compatible. Variables del estudio Se recogió la siguiente información para todos los participantes en el estudio: sexo, edad, antecedentes personales, factores de riesgo cardiovascular, tratamiento previo con antihipertensivos, hipolipidemiantes, antiagregantes, acenocumarol y antecedentes de ictus. Para definir la presencia de fibrilación auricular se utilizó la información presente en electrocardiogramas previos, electrocardiograma al ingreso o en el registro Holter durante el estudio de ictus. La necesidad de anticoagulación se estableció mediante la escala recomendada por la American Heart Association CHADS210. Se evaluó la discapacidad global al ingreso mediante la escala de Rankin modificada, previamente validada en pacientes ingresados por ictus11. Todos los pacientes fueron valorados por un neurólogo al ingreso, quien evaluó la gravedad del ictus a través de la escala National Institutes of Health Stroke Scale (NIHSS)12. El nivel de consciencia al ingreso se determinó mediante la escala de Glasgow. Se recogió el momento del fallecimiento en los casos en que este se produjo durante el ingreso. Se revisaron los informes de alta y se recogieron las recomendaciones farmacológicas prescritas. Se definió «pluripatologı́a» siguiendo la definición funcional del Proceso Asistencial Integrado de la Junta de Andalucı́a, que considera paciente pluripatológico al que cumple al menos 2 de las 7 categorı́as en las que se agrupan las enfermedades crónicas más prevalentes13. Se definió como muy anciano a los pacientes con 85 años de edad o más, punto de corte sugerido en estudios previos14–17. Análisis estadı́stico Las variables cualitativas se presentan con su distribución de frecuencias. Las variables cuantitativas se resumen en su media y su desviación estándar, y las variables que no siguen una distribución normal se expresan con mediana e intervalo intercuartı́lico (P25-P75). Se evaluó la asociación entre variables cualitativas y la mortalidad mediante el test de la ji al cuadrado. Como medida de efecto se calculó la odds ratio (OR) junto a su intervalo de confianza del 95% (IC 95%). Para las variables cuantitativas que se distribuyeron de manera normal se utilizó la prueba t de Student para grupos independientes. Se calcularon las diferencias de medias junto a sus IC 95%. Para las variables que no se distribuyen de manera normal se utilizó el test no paramétrico U de MannWhitney. Se ajustó un modelo de regresión logı́stica con el objetivo de identificar aquellas variables que se relacionaban de manera independiente con la mortalidad durante el ingreso. Se introdujeron en el modelo aquellas variables que en el análisis bivariado fueron estadı́sticamente significativas y/o aquellas clı́nicamente relevantes. Se realizó un análisis estratificado evaluando la modificación del efecto entre la edad y cada una de las variables seleccionadas para su introducción en el modelo, y la mortalidad intrahospitalaria. Para todos los análisis, se rechazó la hipótesis nula cuando el nivel de significación estadı́stica alcanzado fue < 0,05, para contrastes de 2 colas. Resultados Descripción de la muestra La muestra incluyó 463 pacientes, de los cuales 101 fueron muy ancianos. Las caracterı́sticas generales se reflejan en la tabla 1. La edad media fue de 75 años y alrededor de uno de cada 3 pacientes fue clasificado como «muy anciano». Aproximadamente la mitad de los sujetos fueron varones. El factor de riesgo cardiovascular más frecuente fue la hipertensión (65%), seguido de dislipidemia (37%), S. Serrano-Villar et al / Med Clin (Barc). 2013;140(2):53–58 55 Tabla 1 Caracterı́sticas clı́nicas, según la edad, de los pacientes ingresados por ictus isquémico Todos Edad < 85 años Edad 85 años 463 (100%) 362 (78%) 101 (22%) Tipo de ictus Cardioembólico Aterotrombótico Lacunar Inhabitual Indeterminado 170 91 98 9 73 (38%) (21%) (22%) (2%) (17%) 122 66 92 7 62 (35%) (19%) (26%) (2%) (18%) 48 25 6 2 11 (48%) (27%) (7%) (2%) (12%) 0,010 0,142 < 0,001 0,919 0,182 Servicio de ingreso Unidad de Ictus Neurologı́a Medicina Interna Geriatrı́a 274 79 85 25 (59%) (17%) (18%) (5%) 252 66 36 8 (70%) (18%) (10%) (2%) 22 13 49 17 (22%) (13%) (49%) (17%) < 0,001 0,205 < 0,001 < 0,001 Caracterı´sticas demográficas Varones Edada 222 (48%) 75 (13) 193 (53%) 71 (12) 30 (30%) 90 (4) < 0,001 < 0,001 Factores de riesgo/comorbilidades Hipertensión arterial Diabetes Fibrilación auricular Pluripatologı́a Dislipidemia Insuficiencia cardiaca Insuficiencia renal crónica Enfermedad pulmonar crónica Enfermedad cerebrovascular previa 303 115 100 110 169 19 49 35 81 232 91 67 82 148 11 32 27 63 71 24 33 28 21 8 17 8 18 (70%) (24%) (34%) (28%) (21%) (14%) (17%) (9%) (20%) 0,246 0,546 < 0,001 0,355 < 0,001 0,020 0,012 0,954 0,963 18 (56%) 10 (30%) 0,009 0,012 Pacientes con antecedentes de fibrilación auricular Antiagregantes Anticoagulantes (65%) (24%) (22%) (24%) (37%) (7%) (11%) (9%) (20%) 35 (35%) 49 (49%) (64%) (25%) (19%) (23%) (41%) (5%) (9%) (9%) (20%) 17 (26%) 39 (58%) Situación al ingreso Escala de Rankin modificadab Discapacidad moderada-grave (Rankin 4 puntos) NIHSS al ingresob Escala de Glasgowa Bajo nivel de consciencia (Glasgow 10) 0 61 6 13,9 45 (0-2) (13%) (3-13) (2,5) (10%) 0 25 5 14,2 22 (0-1) (7%) (3-11) (2,0) (6%) Complicaciones durante el ingreso Neumonı́a o infección respiratoria Infección del tracto urinario Cardiológicas Delirium Sepsis Secuelas neurológicas Fallecimiento 51 89 79 22 23 320 50 (11%) (19%) (17%) (5%) (5%) (69%) (11%) 28 64 58 13 13 244 23 (8%) (18%) (16%) (4%) (4%) (67%) (6%) Uso de recursos TC craneal de control RM craneal Holter electrocardiográfico Ecocardiograma transtorácico Ecocardiograma transesofágico Ecografı́a-doppler troncos supraaórticos Ecografı́a-doppler transcraneal Fibrinólisis Rehabilitación precoz (< 3 dı́as) Alta a domicilio Alta a Centro de Media Estancia Alta a Residencia de Larga Estancia Estancia (dı́as)b Estancia prolongada (> 30 dı́as) 228 99 110 249 2 330 294 54 66 287 52 16 8 49 (52%) (22%) (25%) (55%) (1%) (72%) (62%) (12%) (21%) (81%) (15%) (5%) (5-17) (12%) 185 91 97 215 18 297 271 54 57 245 34 8 8 34 Al alta Uso de estatinas Atorvastatina 80 mg Uso de anticoagulantes orales Anticoagulación oral en pacientes con ictus cardioembólico (N = 141) 217 109 110 89 (53%) (51%) (24%) (63%) 195 103 97 77 NIHSS: National Institutes of Health Stroke Scale; RM: resonancia magnética; TC: tomografı́a computarizada. a Media (desviación estándar). b Mediana (P25-P75). 2,5 36 11 12,6 23 p (1-4) (36%) (5-18) (3,4) (24%) < 0,001 < 0,001 < 0,001 < 0,001 < 0,001 23 25 21 9 10 78 27 (24%) (25%) (21%) (9%) (10%) (77%) (27%) < 0,001 0,086 0,217 0,024 0,008 0,101 < 0,001 (54%) (26%) (28%) (61%) (5%) (83%) (76%) (15%) (24%) (85%) (12%) (3%) (5-15) (10%) 43 8 13 34 33 23 9 42 18 8 12 15 (44%) (8%) (13%) (34%) (11%) (62%) (27%) (12%) (6-24) (20%) 0,111 < 0,001 0,003 < 0,001 0,159 < 0,001 < 0,001 < 0,001 0,011 -0,003 0,003 0,001 0,001 0,015 (58%) (54%) (28%) (72%) 22 6 13 12 (29%) (26%) (13%) (35%) < 0,001 0,018 0,003 < 0,001 (33%) (23%) 56 S. Serrano-Villar et al / Med Clin (Barc). 2013;140(2):53–58 Tabla 2 Predictores de mortalidad hospitalaria en ictus isquémico (análisis multivariante) Mortalidad durante el ingreso. Análisis multivariante Edad ( 85 años frente a < 85 años) Hipertensión arterial Fibrilación auricular crónica Ictus cardioembólico Discapacidad moderada-grave al ingreso (escala de Rankin modificada > 3 frente a 3) Puntuación en la escala de Glasgow Extensión del ictus (escala NIHSS > P50 [6 puntos] frente a P50) Odds ratio Intervalo de confianza del 95% p 1,55 1,72 2,01 1,19 3,89 0,82 8,06 0,66-3,89 0,62-4,72 0,74-5,72 0,45-3,10 1,54-9,82 0,72-0,94 1,75-37,12 0,302 0,296 0,172 0,743 0,004 0,006 0,007 NIHSS: National Institutes of Health Stroke Scale. diabetes (24%) y fibrilación auricular (22%). Un 6% de los pacientes con fibrilación auricular no recibı́a tratamiento antiagregante ni anticoagulante en el momento del ingreso. Prácticamente uno de cada 4 sujetos cumplieron los criterios de paciente pluripatológico. El tipo de ictus más frecuente fue el cardioembólico (38%), seguido de lacuna (22%). La unidad asistencial en donde los pacientes fueron atendidos fue, por orden de frecuencia: Unidad de Ictus (59%), Medicina Interna (18%), Neurologı́a General (17%) y Geriatrı́a (5%). Un 13% presentaba incapacidad moderadamente grave o grave al ingreso. La complicación más frecuente durante el ingreso fue la infección del tracto urinario (19%). El 12% de los pacientes fallecieron durante el ingreso, siendo la causa más frecuente de mortalidad la infección respiratoria o neumonı́a (19%), seguida de las causas cardiológicas (13%) y la sepsis (9%). La estancia media fue de 5 dı́as. Un 12% de los pacientes requirieron una estancia hospitalaria superior a un mes. Análisis comparativo con los pacientes de edad muy avanzada En la tabla 1 se resumen las diferencias encontradas entre los pacientes muy ancianos y el resto de la muestra. En el grupo de pacientes muy ancianos hubo un predomino de mujeres (70 frente a 47%; p < 0,001). A diferencia de lo que ocurrı́a en los sujetos más jóvenes, el tipo de ictus más frecuente en los pacientes muy ancianos fue el cardioembólico (27 frente a 19%; p = 0,003). Los pacientes muy ancianos presentaron con mayor frecuencia fibrilación auricular (34 frente a 19%; p < 0,001) y menor frecuencia de tratamiento con anticoagulantes orales previamente al ingreso, seleccionando a los pacientes con diagnóstico previo de fibrilación auricular (30 frente a 58%; p = 0,009). En el subgrupo de pacientes con ictus lacunares (98 sujetos), la frecuencia de cardioembolismo fue superior en los pacientes muy ancianos (6 sujetos) frente a los de menor edad (92 sujetos): 100 frente a 11% (p < 0,001). La frecuencia de pacientes muy ancianos ingresados en Medicina Interna y Geriatrı́a fue significativamente superior respecto a los ingresados en Neurologı́a y la Unidad de Ictus (61 frente a 13%; p < 0,001). Los pacientes muy ancianos presentaron una peor situación funcional al ingreso (discapacidad moderada-grave, 36 frente a 7%; p < 0,001), peor nivel de consciencia y mayor gravedad del ictus. El número de pruebas diagnósticas realizadas a los pacientes muy ancianos fue significativamente menor. No se realizó fibrinólisis a ninguno de estos pacientes y se inició la rehabilitación precozmente con menor frecuencia entre los pacientes muy ancianos. Además, durante el ingreso, presentaron con mayor frecuencia complicaciones médicas, existiendo la mayor diferencia para la neumonı́a o infección respiratoria (25 frente a 8%; p < 0,001). La estancia media de estos pacientes fue mayor, y un 20% de los muy ancianos precisaron un ingreso superior a un mes, frente a un 10% de los no muy ancianos (p = 0,015). Al alta, a estos sujetos se les prescribieron con menor frecuencia estatinas a cualquier dosis y se prescribió atorvastatina a dosis altas (80 mg/dı́a) la mitad de las ocasiones cuando el paciente era muy anciano (p = 0,018). Destacadamente, pese a que la frecuencia de cardioembolismo y de fibrilación auricular crónica fue superior entre los muy ancianos, la prescripción de anticoagulantes orales fue significativamente inferior en este grupo. Entre los sujetos muy ancianos con ictus cardioembólico, existió una reducción de la prescripción de anticoagulantes orales de aproximadamente el 50% (p < 0,001). Además, el destino de estos pacientes al alta fue más frecuentemente un lugar diferente al de donde residı́an antes del ictus (p < 0,001). Factores predictores de mortalidad durante el ingreso Para el análisis multivariado (tabla 2), se ajustó un modelo de regresión logı́stica por aquellas variables estadı́stica y/o clı́nicamente relevantes, siendo la variable dependiente el fallecimiento durante el ingreso. Las variables introducidas en el modelo fueron: edad (categorizada por el umbral definido para pacientes muy ancianos, mayor o igual a 85 años), fibrilación auricular crónica, ictus de etiologı́a cardioembólica, discapacidad según la escala de Rankin (categorizado por el umbral de 4 puntos, sobre el cual se clasifica a los sujetos con capacidad moderada-grave o superior), bajo nivel de consciencia al ingreso según la escala de Glasgow (con el umbral definido arbitrariamente de 10 puntos) y gravedad del ictus según la escala NIHSS. Tras el análisis multivariante, las variables que se relacionaron de manera independiente con el fallecimiento durante el ingreso fueron un menor nivel de consciencia al ingreso (OR 5,3, IC 95% 2,1-13,9), una mayor discapacidad previa al ingreso (OR 4,2, IC 95% 1,6-10,6) y una mayor gravedad del ictus (OR 8,4, IC 95% 1,8-38,1). El efecto de la edad desapareció al ajustar por otros factores. Discusión Nuestro estudio describe los predictores de mortalidad en una amplia serie de sujetos ingresados por ictus isquémico y analiza las diferencias en el tratamiento y el pronóstico de los pacientes muy ancianos. Prácticamente uno de cada 3 pacientes con ictus durante el perı́odo estudiado tenı́a 85 años o más. Al comparar las caracterı́sticas generales de ambos grupos, observamos un predominio de mujeres entre los muy ancianos, que se explica por la mayor mortalidad que ocurre habitualmente entre los varones en esta franja de edad3. Al igual que lo publicado anteriormente en otra serie de sujetos con ictus isquémico18, el factor de riesgo cardiovascular más frecuente entre los muy ancianos fue la hipertensión arterial, que es globalmente el factor de riesgo cardiovascular más prevalente en los sujetos con ictus en España19, seguido de la fibrilación auricular y la diabetes, encontrando igualmente respecto a los pacientes de menor edad una frecuencia mayor de insuficiencia cardiaca y enfermedad renal crónica. Sin embargo, a diferencia de lo que habrı́amos imaginado, no encontramos mayor frecuencia de pluripatologı́a. Las cifras de S. Serrano-Villar et al / Med Clin (Barc). 2013;140(2):53–58 mortalidad global, alrededor del 10%, son similares a las encontradas en una amplia serie de pacientes hospitalizados por ictus en nuestro medio20. Los predictores de mortalidad fueron variables relacionadas con la situación funcional basal del paciente (escala de Rankin modificada) y con la gravedad del ictus (escalas NIHSS y Glasgow). Llamativamente, si bien los sujetos muy ancianos presentaron mayor mortalidad, este efecto desapareció al ajustar por otras variables en el análisis multivariante. Por tanto, nuestros datos sugieren que, en el ictus isquémico, la edad no constituye un factor independiente de mal pronóstico en pacientes ingresados por esta causa, sino un marcador de comorbilidad y peor situación funcional al ingreso. Este hallazgo contrasta con lo descrito en el estudio de Saposnik et al., en el que la edad sı́ fue un factor de mal pronóstico3. De la misma manera, Arboix et al. hallaron que los sujetos con 85 años o más ingresados por hemorragia intracerebral presentaron peor pronóstico que los pacientes de menor edad17, y en otra amplia serie de sujetos ingresados por ictus isquémico encontraron que la edad era un predictor independiente de mortalidad21. Es posible que estas diferencias entre nuestros datos y estos trabajos previamente publicados obedezcan a que en nuestro estudio se ha ajustado la mortalidad por la situación funcional previa al ingreso, que ha demostrado ser un predictor de mortalidad hospitalaria independiente de la edad. En España, un estudio de Formiga et al. en nonagenarios demostró que una mayor comorbilidad —evaluada mediante el ı́ndice de Charlson— y una menor capacidad para las actividades de la vida diaria — cuantificada a través del ı́ndice de Barthel— fueron predictores de mortalidad a los 2 años de seguimiento22. Al igual que lo hallado en nuestro trabajo, el efecto de la edad en este estudio desapareció al ajustar por otros factores. La mayor proporción de ictus cardioembólicos hallada en los sujetos muy ancianos es atribuible al aumento en la frecuencia de fibrilación auricular en este segmento de la población, y al descenso relativo de la prevalencia de otros factores de riesgo como la dislipidemia, en consonancia con los datos observados en estudios previos5,23,24. Llamativamente, en los sujetos muy ancianos con ictus lacunares la probabilidad de presentar una fuente cardioembólica fue significativamente superior en los muy ancianos, lo que ha sido descrito previamente25. Esta mayor proporción de cardioembolismo tiene trascendencia clı́nica, ya que los ictus cardioembólicos son a menudo más graves que otros ictus isquémicos y se asocian a mayor mortalidad24,26–28, por lo que es probable que los sujetos muy ancianos con ictus lacunares se beneficien en mayor medida de los anticoagulantes orales. Por ello, vemos preocupante el hecho de que tan solo un tercio de los pacientes muy ancianos en fibrilación auricular recibiese anticoagulantes orales antes del ingreso. Nuestros datos sugieren que una parte de la mayor morbimortalidad de los pacientes muy ancianos comparados con los de menor edad se debe al menor uso de anticoagulantes orales. Habitualmente, la decisión de no utilizar anticoagulantes orales en pacientes ancianos viene determinada por una percepción de riesgo hemorrágico excesivo, debido a los frecuentes problemas de movilidad y aumento del riesgo de caı́das de estos sujetos. No obstante, se ha observado que los individuos con fibrilación auricular previamente conocida que no recibı́an anticoagulantes orales presentan ictus más graves y con mayor discapacidad al alta29. Por otro lado, se ha demostrado que la anticoagulación oral es una opción segura en la mayor parte de los pacientes ancianos6,7. Respecto a otras medidas de prevención secundarias diferentes a la anticoagulación oral, como son el uso de estatinas en general o, particularmente, las estatinas a dosis altas, como recomiendan las guı́as de la American Heart Association basándose en el estudio SPARCL30, hemos observado una prescripción significativamente inferior en los muy ancianos. La poca representación de sujetos muy ancianos en el estudio SPARCL, 57 y el riesgo elevado de interacciones medicamentosas por el alto grado de polifarmacia que suelen presentar estos sujetos podrı́a explicar el bajo seguimiento de esta recomendación en la prevención secundaria de ictus en los muy ancianos. Por otro lado, hemos observado también un menor uso de pruebas complementarias, pese a que la gravedad de los ictus fue superior en los muy ancianos. Los pacientes muy ancianos se sometieron con menor frecuencia a resonancia magnética cerebral, registro Holter, ecocardiograma, doppler de troncos supraaórticos y doppler transcraneal. Recibieron también con menor frecuencia rehabilitación precoz, pese a la mayor gravedad del ictus al ingreso. Otros autores han observado anteriormente un menor nivel de cuidados sanitarios en función de la edad5,31, mientras que un nivel de cuidados sanitarios superior se ha asociado a menor supervivencia asociada al ictus3, aunque el diseño del estudio nos impide extraer conclusiones sobre este punto. Aunque en nuestra muestra ningún paciente del grupo de los muy ancianos fue sometido a fibrinólisis, nuestro centro ha participado en un estudio multicéntrico sobre esta en sujetos mayores de 80 años, demostrando que si bien el beneficio de la fibrinólisis disminuye en los mayores de dicha edad, estos sujetos seguı́an presentando mejor situación funcional a los 3 meses del ictus32. Nuestro estudio está sujeto a una serie de limitaciones. La más importante es el propio diseño del estudio, ya que la recogida de datos fue retrospectiva a partir de historias clı́nicas, lo que implica no poder excluir una serie de sesgos en la investigación, como el de información. Además, el hecho de que el grupo de estudio esté formado por sujetos de edad avanzada favorece el sesgo de supervivencia, como lo sugiere el hecho de que no hayamos encontrado mayor frecuencia de pluripatologı́a entre los muy ancianos. No obstante, este sesgo no enturbia las conclusiones, ya que el objetivo principal es analizar las caracterı́sticas de los sujetos que alcanzan edades avanzadas. Por último, el estudio se ha realizado en un único hospital terciario, y las diferencias en el uso de recursos, las debidas a la unidad de hospitalización de ingreso o en la prescripción de tratamientos al alta no son extrapolables a otros centros de menor complejidad. Estos datos sugieren que los pacientes ancianos ingresados por ictus reciben cuidados médicos en distinta medida que los pacientes más jóvenes, lo que puede repercutir negativamente sobre la mortalidad. Otros autores ya han llamado la atención previamente sobre este hecho33. Si bien es cierto que el paciente muy anciano constituye un desafı́o clı́nico y que el médico debe recordar individualizar tratamientos con especial atención en estos pacientes, son necesarios más estudios en personas muy ancianas que ayuden a obtener información sobre la optimización de las medidas diagnósticas y terapéuticas en los individuos de edad avanzada, dentro del marco siempre de priorizar su calidad de vida. Diferentes estudios apoyan el hecho de que el principal factor que condiciona la mortalidad no es tanto la edad como la pluripatologı́a y la discapacidad funcional previas al ingreso22,34. Creemos también que es prioritario fomentar el interés por la investigación en pacientes muy ancianos dentro de la Medicina Interna, ya que la edad media de nuestros pacientes no ha hecho sino aumentar en los últimos años. Conflicto de intereses Los autores declaran no tener ningún conflicto de intereses. Bibliografı́a 1. Instituto Nacional de Estadı́stica. 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