manlio barbosa cano

Transcripción

manlio barbosa cano
Crónica del Concepto de Despotismo Asiático
Manlio Barbosa Cano
Introducción.
En el pensamiento occidental se ha desarrollado la idea de que en el mundo no
occidental prevalece el despotismo como rasgo de los regímenes de gobierno,
que aquí presento en los primeros planteamientos de autores representativos,
caracterizados por su ignorancia acerca de la historia de Asia y el mundo no
occidental, con algunas –relativamente-excepciones, como en el caso de Weber
en quien se observa un cierto manejo de la historia de Asia, pero que
correspondía más bien al nivel decimonónico, en tanto que Wittfogel incluye
información más amplia, pero mal interpretada, en relación a México. Batra
(1978) y Zabludovski (1993), han llevado a cabo crónicas sobre la idea del
despotismo en términos detallados, aunque sin mencionar las contradicciones en
las que incurrieron los autores ni la confrontación con los resultados de la
excavación arqueológica y la investigación histórica, lo que aquí me propongo
exponer.
Como antecedentes pueden mencionarse los planteamientos
evolucionistas que surgieron en diversas partes del mundo antiguo, por ejemplo,
en el texto llamado Tao-Te-King (asociado a Lao Tze y Yan Chu); en China .
Chuang Tze atisbó que las especies se transforman unas en otras. El Libro de los
Ritos acerca de la historia China, así como otros, describen diversas cronologías
evolutivas similares a la que, después, Lucrecio desarrolló en Roma, que van de
la barbarie a la civilización del modelo evolutivo les llevó a estratificar a las
sociedades, como en el caso de Confucio, originario del norte de China quien
definió como “bárbaros” a los habitantes del sur de esta nación.
En Grecia, después, ocurrió lo mismo. Anaximandro planteó que el
hombre desciende de los peces; Platón describió las diferencias entre la vida
civilizada y la que no lo es, explicando aquélla en función de la generación de
excedentes; Herodoto describió la falta de civilización entre los pueblos del Mar
Muerto; en términos similares Estrabón dividió a los habitantes del norte y sur
de al Península Ibérica; Tucídides incluyó en su Historia de las Guerras del
Peloponeso, al Discurso de Pericles en ql que describe la cultura griega:
democracia, esfuerzo, estudio, ejercicio de la libertad. “Atenas es la única ciudad
del mundo que posee más fama que todas las demás”, expresó. Tácito contrastó
su cultura con la de los “bárbaros”, emborracharse o reñir entre ellos.
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En este contexto Aristóteles diferenció en Política, al “despotismo
asiático” de otras cuatro variantes de reinado, fundando una tradición en el
pensamiento occidental carente de sustento y documentación, que en adelante se
asociará a Asia y al resto del mundo no occidental. Los esquemas evolucionistas
que desembocan en el etnocentrismo y en el racismo constituyen una tendencia
general, de la que no ha escapado pensadores y hasta científicos. Sin el
conocimiento histórico de mundo no occidental (lo cual comenzó hasta finales
del siglo XIX, pero sobre toso hasta la segunda mitad del XX), diversos autores
<<refritearon>> conceptos y tipologías, a veces modificándolas, en las que
Europa quedó en la cúspide, modelo que sirvió para justificar la conquista sobre
los pueblos definidos como “bárbaros”, “déspotas” o “atrasados”. Esto ocurrió
entre los griegos, con los modelos evolucionistas decimonónicos y ocurre en la
actualidad. He seleccionado una muestra de rasgos atribuidos al llamado
“despotismo Asiático”, que solamente describiré aquí; en otro trabajo analizo a
Marx, Weber y Wittfogel, donde me detengo a discutir su planteamientos.
La idea del estancamiento del mundo oriental.
El concepto de “civilización” en el que se ubicaron los griegos
comportó la idea de un progreso mayor que el de los “bárbaros”, tal como lo
explicó Platón a través del concepto del excedente y expresado así por Perícles:
“Usamos la riqueza para la acción, más que como motivo de orgullo, y no nos
importa confesar la pobreza, sólo consideramos vergonzoso no tratar de
evitarla”. Montesquieu amplió esta idea: “donde reina el despotismo”, existen
“La pobreza y la inseguridad”, súbditos arruinados”, “hay pocos negocios”, ya
que “En estos Estados nadie repara ni mejora nada... no se hace fosos ni se
plantan árboles...todo está inculto, todo esta desierto. “De lo que se deriva” la
inmutabilidad de la religión, de las costumbres, de los hábitos y de las leyes en
los países de oriente”. (1987: 56, 57, 58, 166, 54).
Por su parte, Hegel definió al mundo oriental como “la infancia de la
historia” (en tanto que Grecia era el reino de la libertad y el germánico “el
imperio del verdadero espíritu”), en el que “Los Estados, sin cambiar...en
conflicto constante que les prepara una rápida decadencia”. (1953:212). Esta
idea fue repetida casi textualmente por Marx en Formen:
“Si el individuo cambia su comportamiento hacia la comunidad cambia él con
ello y ejerce una influencia destructiva sobre la comunidad...la reproducción de
las relaciones propuestas –más o menos naturales también históricamente
plasmadas...tradicionalmente- entre el individuo y su comunidad y una
existenci8a objetiva determinada, predeterminada a él, tanto en su
comportamiento hacia las condiciones de trabajo como hacia sus conciudadanos
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(sirve de) base al desarrollo, que de antemano es, por tanto, un desarrollo
limitado pero que decae y perece al ser superado el límite”. (1965:12,13).
Y en El Capital insistió (1959, TI: 44,292):
Bajo nivel de progreso de las fuerzas productivas...[y] natural de
desarrollo...de su proceso material... La sencillez del organismo de
producción de estas comunidades que basándose a sí mismos, se
reproducen constantemente en la misma forma...nos da la clave para
explicarnos ese misterio de la inmutabilidad de las sociedades asiáticas
que contrasta d eun modo sorprenderte con la constante disolución y
transformación de los Estados en Asia y con su incesante cambio de
dinastías”.
En otra parte describió la “economía natural” que prevaleció en la
antigüedad, caracterizada por la agricultura| combinada con la artesanía y
manufacturera “como ocupación accesorial” (Tomo III, pág. 729), que Weber
calcó, como se aprecia a continuación. Menciona información histórica sobre el
Oriente antiguo a lo largo de su obra, sin embargo, en muy escasas ocasiones
cita a sus fuentes que, en no pocos casos, eran los autores citados, lo que se
refleja con nitidez:
“En forma clásica se efectúa este abastecimiento del soberano en todos
los...Estados de la Antigüedad, de Asia... regidos por la economía natural...las
necesidades en indumentaria y armamento del soberano y de su corte son
satisfechas, mediante entregas en productos naturales impuestas a las diferentes
partes de la esfera de dominio... En la realidad de lo empírico el oikos, forma de
economía colectiva pura es necesariamente raro en cualquier cultura material
desarrollada. Pues de un modo puro, esto es, con eliminación constante del
punto de vista de adquisición por cambio, sólo puede existir cuando...por su
tendencia, se presente en ´autarquía´ económica, esto es, como economía
constitutiva´ con un mínimo posible de cambio. Un aparato de fuerzas
domésticas de trabajo, con frecuencia con una amplia especialización crea todo
lo que el señor necesita en bienes...económicos...militares y sagrados...el
cambio sirve...para desprenderse de lo que eventualmente sobre y para llenar la
falta de lo que no se puede producir dentro”. (1979:760,312).
Como consecuencia, afirma Weber, “no podrían llamarse ´ciudades´
aquellos asentamientos que se componen de miembros de un clan con un solo
tipo de ocupación industrial, hereditariamente fijado, por ejemplo, las ´aldeas
industriales´ de Asia y Rusia”, ya que en Europa: “Sólo aquí existieron
´ciudades´ y estamentos´...´burgueses´ y ´proletarios´...” (1979:939,241).
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Por su parte, Wittfogel, “modificando una fórmula clave de la economía
clásica”, afirma que “los representantes del régimen hidráulico actúan (o dejan
de actuar) en respuesta a la ley de disminición del rendimiento administrativo”,
con lo que cree explicar el estancamiento oriental. Las obras hidráulicas
iniciales, el “punto de creación administrativa”, arriban al punto en el que “La
expansión de la empresa hidráulica dirigida por el gobierno generalmente se va
debilitando cuando los gastos administrativos se van acercando a los beneficios
administrativos”, lo que lleva la acción del hombre a una discrepancia
descorazonadora, conduciendo a la ley de disminición del rendimiento
administrativo:
“Aquí los esfuerzos similares y aún aumentados, cuestan más de lo que
producen el movimiento descendiente se completa cuando un gasto adicional no
produce recompensa adicional alguna. Entonces hemos alcanzado el punto
absoluto de frustración administrativa...en la esfera de la producción
agrícola...la acción... dirigida por el gobierno sólo produce rendimientos
administrativos crecientes bajo condiciones primitivas y especiales”.
Wittfogel atribuye a las sociedades hidráulicas estancamiento, puesto
que, “incluso en estas sociedades el gobierno no trata de asumir una
dirección...sobre los campos que han sido puestos aparte para sostén de cada
campesino. El punto de creación administrativa y...de frustración administrativa
tienden a coincidir”, ya que ahí, “el régimen hidráulico prefiere inhibirse de la
producción agrícola”, porque además, tiene “repugnancia...a asumir el control
directo sobre industrias de transformación [que] se deriva de la convicción de
que en este campo la administración estatal implicaría déficit en vez de
ganancias”. (1963:135 a 138). Y continuando con la tradición de Pericles
(Atenas es la única que se salva de la “vergüenza” de no evitar la pobreza), Marx
y Weber (la “economía natural” prevaleció en Oriente), Wittfogel define como
“economías agrarias” a las orientales. (op. cit.:138), en las que prevalece la
“miseria proverbial de los súbditos”. (op. cit.: 138, 157).
El gobierno caracterizado por el despotismo.
Aristóteles lo definió por primera vez así: “Hay...otra forma de
monarquía, ejemplos de la cual son las...que existen en ciertos pueblos bárbaros.
El poder que hay en todas ellas asemejase al de las tiranías, sólo que gobiernan
de acuerdo con la ley y son hereditarias; pero como los bárbaros son de carácter
más servil que los griegos, y los asiáticos más que los europeos, soportan sin la
menor queja el gobierno despótico”. (1973:214). Otra vez Monstesquieu se
encargó de ampliar las ideas citadas: “en el Gobierno despótico una sola persona
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sin ley y sin norma, lleva todo según su voluntad y capricho”, requiere una
obediencia sin límites...La conservación del Estado se reduce a la conservación
del príncipe o, mejor, del palacio en que está encerrado...en Asia...donde el
despotismo esta...naturalizado”. (op.cit.:19, 32, 53). Hegel repitió el concepto:
en Oriente, “los sujetos se conducen en perfecta servidumbre”. (1953:210). Y K.
Marx aludió al despotismo con ejemplos como el de México y Oriente: “un
sistema formal, como en México, Perú especialmente, entre los celtas antiguos y
en algunas tribus de la India... Puede...la relación aparecer... de modo que la
unidad sea representada por un jefe de familia tribal o como la relación entre los
distintos padres de familia”; ambas variantes son diferentes para este autor: “De
donde, según los casos, una forma más despótica o más democrática de esta
comunidad”. (1965:5).
Weber retomó el concepto de ‘servidumbre’ para definir la “Dominación
tradicional”, donde “El soberano no es un ‘superior’ sino un señor personal, su
cuadro administrativo no está constituido por ‘funcionarios’, sino por
‘servidores’...La ausencia del concepto de ‘competencia’ se desprende...del
examen de...los títulos de los funcionarios del antiguo Oriente”, lo que lleva a
Weber a una grotesca generalización (que ya Marx, desde antes, había
superado): “Con la aparición de un cuadro administrativo (y militar) personal del
señor toda dominación tradicional tiende al patrimonialismo”. Por lo tanto, la
conclusión de Weber es la siguiente: la “formación de monarquías militares
regidas por un déspota...Esto constituyó...en el Oriente la forma de dominación”.
(op.cit.: 180, 183, 185, 764).
Wittfogel tomó algunos datos de la historia del mundo no occidental
para dar una ligera modificación al concepto, el cual no difiere del de Aristóteles
y sus sucedáneos: “El carácter despótico del gobierno hidráulico no se ha puesto
seriamente en duda. El término ‘despotismo oriental’, que se emplea
generalmente para las variantes de este fenómeno en el Viejo Mundo, connota
una forma extraordinariamente dura de poder absolutista”. Más adelante afirmó
que “El poder del despotismo hidráulico es incontrolado”, sólo “fomentará sus
propios intereses”, hallándose “al nivel del poder total” y “absoluto” y, además,
“cruel”. También “el régimen hidráulico recurre a la intimidación. El terror es la
consecuencia inevitable de la resolución del gobernante de mantener su óptimun
de racionalidad propia y no la del pueblo...el castigo ha sido considerado una
pieza esencial del estatismo eficiente”. (1963:127 a 166). El uso y abuso
inconsistente de adjetivos, más que el manejo de la información histórica
caracterizan a este autor, que hace afirmaciones que contradicen los
planteamientos antes citados (op. cit.: 141, 142, 151, 152, 154):
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“la esclavitud estatal parcial de la sociedad hidráulica, parcialmente directiva
hace, de hecho, considerables concesiones a la libertad humana...las mismas
fuerzas sociales que llevaron a la perpetuación sistemática de las ideas
dominantes
también
favorecieron
una
variedad
de
religiones
secundarias...toleraron hechiceros y adivinos independientes. Bajo condiciones
más complejas, tendió a aumentar la diversidad ideológica...los gobernadores
hidráulicos
pueden...permitir
alguna
autonomía...a
ciertos
grupos
secund arios...los artesanos y mercaderes han formado organizaciones... las
comunidades aldeanas...Los grupos familiares...son tolerados por el régimen
despótico...no están sometidos al control total...el estado hidráulico
coarta...todos los grupos secundarios organización, pero no los integra
completamente a su sistema de poder...el estado hidráulico es...directivo y
algunas de sus operaciones benefician realmente al pueblo”.
Un régimen donde la esclavitud es parcial, hace considerables
concesiones a la libertad humana, tolera religiones secundarias, hechiceros y
adivinos, y la diversidad ideológica, y donde los grupos familiares, comunidades
aldeanas, artesanos y comerciantes (casi la totalidad), no están integrados
completamente a su sistema de poder, no puede ser definido como una forma
“extraordinariamente dura de poder”, “poder incontrolado”, poder total y
“absoluto”. En la pág. 153 dice que “Las ideas, gremios y organizaciones
religiosas secundarias...no fueron campos de terror”, pero en la pág. 166 afirma
que se gobierna por medio del terror. Para Wittfogel las libertades que describe
en el mundo oriental México incluido- son “políticamente insignificantes” (pág.
153), pero, por ejemplo, señala basado en Zorita, que en el México
prehispánico, “la tierra de la aldea estaba regulada comunalmente”. (p.144),
logró que políticamente, fue de incuestionable importancia pues evitó que la
propiedad la absorbiera. Si los esclavos de la antigüedad grecorromana, o los
siervos de la Europa feudal hubiesen conquistado algo semejante, habrían
podido limitar y moderar el despotismo de los propietarios privados, cuyo
régimen no hizo ninguna de las “concesiones” descritas por Wittfogel en el
mundo oriental. Por otro lado, los esclavos de Roma se rebelaron pero fueron
sometidos y crucificados, en tanto que en el mundo oriental, según Wittfogel, los
súbditos “Pueden matar a algunos funcionarios locales pueden derrotar a los
agentes armados del gobierno. Pueden incluso derribar alguna dinastía
vacilante”. (op.cit.:163). Los argumentos de Wittfogel por un lado con
contradictorios, y por otro lado recaen por su propio peso, tal como lo señala
Service (1984: 60): <<se considera que un Estado es ‘despótico’ cuando reprime
a sus ciudadanos; pero si necesita forzosamente de la represión, ¿acaso no es
esto una señal de debilidad?>>, por lo que, concluye respondiendo a la
interrogante: <<un Estado...centralizado y fuerte...no es lo mismo que un
‘despotismo represivo’...>>
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Las causas del despotismo
En el texto citado, Aristóteles “explica” las causas de lo que bautizó
como “despotismo asiático”: su “carácter más servil”, lo que amplió en otra
parte de Política:
“Las naciones de lugares fríos, y particularmente de Europa, están llenas de
brío, pero son deficientes en inteligencia y en habilidad técnica...Las de Asia,
por el contrario, son inteligentes y de mentalidad industriosa, pero sin temple
moral, por lo cual han estado en continua sujeción y servidumbre. La estirpe
helénica...por su ubicación geográfica ocupa una posición intermedia, así
también participa de una y otra condición, ya que es a la vez animosa e
inteligente”. (1973:285).
Este planteamiento se ve también en Marco Vitruvio Polion quien
afirmó, en la antigua Roma, que los hombres del norte son tantos debido a que
habitan en una atmósfera densa y húmeda, en tanto que los del sur (los
romanos), son inteligentes por su atmósfera ligera. Mientras que Aristóteles
favoreció a Asia, el romano hizo lo mismo con Roma, carrera en la que
Montesquieu no podía quedarse atrás:
“el hombre tiene más vigor en los climas fríos...Este incremento de fuerza debe
producir muchos efectos...más valentía; mayor conciencia de la propia
superioridad...[a diferencia de] “un lugar caliente...[donde hay] debilidad
...desaliento...son tímidos...El calor del clima puede ser tanto que el cuerpo se
encuentre sin vigor...el abatimiento pasará también al espíritu: no habrá
curiosidad ni noble empresa...las inclinaciones serán todas pasivas, la pereza
constituirá la felicidad”. (op.cit:163,165).
El también francés, Claudio A. Helvecio refutó esta idea al afirmar que
en los mismos climas hay pueblos cuyas características cambian, pero
Montesquieu no hizo más que repetir los viejos perjuicios, acomodándolos a su
conveniencia; ya no eran los europeos –incluidos a Montesquieu y su pueblo- los
faltos de inteligencia, sino los asiáticos, y el clima frío ya no producía hombres
tontos, sino inteligentes. Estas ideas, que nada tienen de inocentes (ver parte
I.E), también están repetidas en la actualidad en diversas modalidades pero con
las mismas intenciones, “explicaciones” que impiden el avance de las
construcción de la teoría política, por lo que el juicio de G. Balandier (1976:9) se
equivoca de medio a medio:
“Montesquieu, cuando elabora la noción de despotismo oriental (sugiriendo un
tipo ideal en el sentido que le imparte Max Weber), clasifica aparte a las
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sociedades que dicha noción define y pone en evidencia unas tradiciones
políticas diferentes de las de Europa, se sitúa entre los primeros fundadores de
la antropología política”.
En realidad Montesquieu (al igual que Marx, Weber y Wittfogel),
incurrió en graves contradicciones por el hecho de repetir erróneos prejuicios;
por ejemplo: ya vimos que, según él, el gobierno se ejerce “sin ley” (p.19), pero
adelante afirma que “el pueblo tiene que ser juzgado por las leyes” (p.32).
Además, expuso que es el compendio de todos los defectos y “el déspota no
conoce nada, ni puede detener su atención sobre nada” (p.62), pero después dice
que en China “el pueblo sigue aumentando”, por lo que “se requiere un trabajo
infatigable para hacer producir a las tierras lo necesario para el alimento; esto
requiere una gran atención por parte del gobierno”. (.98). Atribuye al despotismo
una larga lista de adjetivos negativos, y agrega: “la corrupción del principio del
gobierno despótico”, pero no percibe la contraindicción en la que incurre al
afirmar que “en China...Las tres primeras dinastías duraron largo tiempo porque
gobernaron con prudencia” (p.81), y “En la India todo va muy bien con el
gobierno de las mujeres...Según M. Smith, en Africa también gobiernan las
mujeres favorablemente”. Por otro lado, pese a haber descrito a los pueblos
asiáticos como abatidos, débiles, con pereza de cuerpo y espíritu, tímidos,
también afirmó lo contrario: “en los Estados despóticos nadie aspira a la
igualdad...cada individuo tiende a la superioridad. Las personas de más baja
condición sólo desean salir de ella para ser dueños de los demás”. (pág 42). Por
lo tanto, Montesquieu fundó más bien una caricatura de Antropología Política,
de la cual se percató Althouser (1974), quien trata de justificarlo con la idea de
que caricaturizó al despotismo presentándolo con una visión fantasmal para
prevenir a la monarquía de incurrir en él, lo que es falso ya que Montesquieu
sólo repitió viejos prejuicios orientados a justificar el dominio sobre oriente, lo
que cínicamente propuso (ver I.E). Por otro lado no estaba previniendo de nada
puesto que la monarquía en la que vivió incurrió en excesos peores que los de
criticados “déspotas”. Por lo tanto es totalmente errónea la afirmación de Bartra
(1978:23): <<es a Montesquieu a quien debemos la formulación...clara y
explícita de la teoría del despotismo oriental>>.
La explicación de Hegel se inscribe en una perspectiva evolucionista: en
el mundo oriental, “Lo primero que existe es...el Estado [donde] domina una
moralidad más bien inmediata, sin ley. Es la infancia de la historia”. (1953:212).
En esa misma escuela evolucionista, Marx descubrió la causa del no despotismo
sino de la explotación, tanto en el mundo oriental como en el occidental, es
decir, la estructura económica que sustenta al Modo de Producción (tal como lo
planteó en el Prólogo a la Crítica de la Economía Política), en la que el Asiático
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es uno más entre otros de, cuyos componentes describe –en Formen- al salir de
la etapa de la comunidad primitiva:
“en la mayoría de las formas asiáticas fundamentales la unidad aglutinante se
halla por encima de todas estas pequeñas comunidades aparezca como
...propietario superior o el único propietario y las comunidades
reales...solamente
como
poseedores
hereditarios...la
propiedad
comunal...aparece mediada...por la cesión de la unidad total –que aparece
realizada en el déspota como en el padre de muchas comunidades...El producto
excedente...pertenece de este modo, por sí mismo, a esta suprema unidad”.
1965: 4,5).
Por primera vez en la historia del concepto ya no generalidades basadas
en prejuicios sin el conocimiento de la realidad, sino un descubrimiento
científico: la descripción de una estructura objetiva, generada de manera
totalmente inconsciente que vincula a diversas comunidades con una entidad que
centraliza, organiza y extrae excedentes. Pero su descubrimiento se limitó por su
desconocimiento de la historia de Asia y por el “misterio” de haber dejado este
trabajo oculto, sin mayor elaboración ni sometido a la discusión (puesto que fue
publicado hasta el siglo XX, décadas después de su muerte). En este trabajo
Marx no es consecuente con su descubrimiento, ya que la estructura objetiva no
implica la modalidad del ejercicio del poder (al igual que la que sustenta el
esclavismo, feudalismo capitalisimo o socialismo), modalidad que él mismo
diferenció para el Modo de Producción Asiático, al afirmar que la unidad puede
estar representada por un solo jefe de familia tribal forma “más despótica”- o por
todos de los jefes de familia tribal –forma “mas democrática”- (Ver en parte I.C
la cita completa). Pero en el mismo párrafo, antes de plantear esta distinción, el
prejuicio se impuso al análisis al afirmar que la cabeza de la unidad es el
“déspota”, como se aprecia en el texto antes citado, lo que contradice la
diferenciación que establece después.
Weber, dejando de lado el aporte de Marx, en su concepto de
“dominación tradicional” retoma casi textualmente afirmaciones de
Monstesquieu (algunas que ya he citado aquí):
“su legitimidad descansa en la santidad de ordenaciones y poderes de mando
heredados de tiempos lejanos, ‘desde tiempo inmemorial’ creyéndose en ella en
méritos de esa santidad. El señor o los señores están determinados en virtud de
reglas tradicionalmente recibidas...De hecho el ejercicio de la dominación se
orienta por lo que, de acuerdo con la costumbre, está permitido al señor (y a su
cuadro administrativo), frente a la obediencia tradicional de los súbditos”.
(1979: 180,181).
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La explicación de Wittfogel sale de la simplificación observada pero cita
aspectos que más bien se observan en todos los sistemas políticos, según época y
lugar, pero descritos en forma contradictoria y poco coherente. (1963: 133, 141,
165):
“los estados despóticos carecen de una mecánica de control exterior y equilibrio
interior. Y en estas condiciones desarrollan lo que se puede llamar una
tendencia cumulativa hacia el poder incontrolado...[y] en la esfera del control
del pensamiento...el enorme peso que los amos del Estado hidráulico hacen
sobre las ideas dominantes de la sociedad. La estrecha coordinación de
autoridad secular y religiosa les facilita aplicar este peso tanto as los estratos
bajos como a los altos de la sociedad. Los hijos de la élite dominante son
educados generalmente por representantes del credo dominante...[y por el]terror
total...el gobierno hidráulico es gobierno por medio de la intimidación”
A las sociedades hidráulicas las caracteriza la falta de control interno y
externo, según Wittfogel (atribuyendo estos controles a la Europa postfeudal),
pero si esos caracteres hacia posible el poder incontrolado, sería innecesario el
“control del pensamiento”, el “terror” y la “intimidación”. De nuevo hay que
recordar la observación de Service.
Otra vertiente de explicación, más objetiva en términos metodológicos,
pero no menos errónea en términos históricos, parte de Maquiavelo, quien
sustenta la idea del de spotismo en la falta de una aristocracia que haga
contrapeso al poder del príncipe, resumida así por Bartra (op.cit:23):
“Maquiavelo...plantea que la distinción consiste en la existencia o no de una
clase social (la aristocracia)...que ‘acepta’ o ‘rechaza ’ ciertas formas tiránicas
de gobierno [y] Hobbes distingue dos formas de Estado: por institución
(monarquía, aristocracia y democracia), y por adquisición (paternal o por
herencia y despótico o por conquista. El concepto de ‘adquisición es la forma
de exp oner esa ausencia del surgimiento de una clase que ya señalaba
Maquiavelo, que es la que instituye el poder del Estado”.
Esta idea fue repetida, igual o con algunas modificaciones, por Bodino,
Bacon, Marx, Weber y Wittfogel, la cual no ha coincidido con los resultados de
los estudios recientes acerca de Oriente; y en cuanto a Mesoamérica, hay dos
posiciones contrarias: los que niegan la existencia de la propiedad privada de la
tierra, y los que la aceptan, problema que ha resuelto al información proveniente
de los códices indígenas (como el Xolotl, Ramírez, Florentino Tlacotepec y
muchos más).
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La justificación del dominio sobre Oriente
En la fundamentación de Aristóteles se halla confesado el objetivo de
justificar la dominación sobre los bárbaros, puesto que, afirmó, citando a
Ifigenia en Aulide, de Euripides: “Por esto dicen los poetas: Ésta puesto en razón
que los griegos manden a los bárbaros’...”(op. cit.: 158). Después, como
conclusión a su “explicación” de la falta de “temple moral” de los asiáticos, y la
“deficiencia en inteligencia” de los europeos, y por la virtud de la “estirpe
helénica” (<<animosa e inteligente>>), debe dominarlos: “y por eso no sólo se
ha conservado libre, sino que ha llegado a la mejor organización política y
podría incluso gobernar a todos los demás, con sólo que alcanzara la unidad
política”. (op. cit.:285). En la perspectiva del dominio del superior sobre el
inferior, no era otra la intención de Montesquieu, después de atribuir los peores
defectos a los asiáticos: “Una conquista puede destruir prejuicios nocivos y
poner una nación bajo el mando de un cerebro mejor”. (op. cit.:106). Marx
tampoco se apartó de esta tradición, pues en La Dominación Británica en la
India, los describió despectivamente: “comunidades rurales, por inofensivas que
pareciesen...restringieron el intelecto humano a los límites más estrechos,
convirtiéndolo en un instrumento sumiso de la superstición, sometiéndolo a la
esclavitud de reglas tradicionales y privándolo de toda grandeza y de toda
iniciativa histórica”. Por lo tanto, en la misma línea de Aristóteles y
Montesquieu, justificó la conquista de la India por Inglaterra, en su tiempo:
“Estos organismos sociales de formas estereotipadas han sido destruidos en su
mayor parte y están desapareciendo, no tanto por culpa de la brutal intromisión
del recaudador británico de contribuciones o del soldado británico, como la
acción del vapor inglés y de la libertad de comercio inglesa”. (1971, Tomo I pág.
358, 357). Y en el artículo publicado en el periódico Tribune de Nueva York
(junio de 1853), expresó lo mismo, de manera más cínica:
<<Inglaterra, es cierto, al causar una revolución en Indostaní, ha sido movida
sólo por los intereses más viles, y ha sido estúpida por su manera de
imponerlos. Pero esta no es la cuestión es: ¿puede la humanidad realizar su
destino sin una revolución fundamental del estado social en Asia? Si no es
posible, cualesquiera que puedan ser los crímenes de Inglaterra, ella es el
instrumento inconsciente de la historia para realizar es ta revolución>>.(citado y
traducido por Palerm, 1972, p.94).
Weber pertenece a esta misma tradición, como lo afirma Aron, con base
en el análisis general de su obra: “se fijaba como primera tarea mantener la
herencia del fundador del Imperio Alemán, y como segunda incorporar a
Alemania a la política mundial...deseaba que Alemania unificada ocupase un
lugar muy importante en el escenario mundial”. (1979:299). Y esto también
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constituía la motivación de Maquiavelo, según lo señaló Cole: “Deseaba una
Italia robusta, una verdadera nación italiana, y no vio mejor solución que la
creación de un estado autoritario”. (1961:20).
Wittfogel analiza la manipulación de la información histórica llevada a
cabo por los teóricos socialistas, en particular Marx, Engels y Lenin, en relación
a la caracterización del llamado Modo de Producción Asiático, concepto
planteado inicialmente, para ser abandonado después, en función, señala
Wittfogel, de “Un tratamiento de la verdad según la estrategia para conquistar el
poder”. La argumentación de este autor frecuentemente es una caricatura de
análisis histórico, pues en su desesperado afán de argumentar contra el
socialismo incurrió en los mismo que el padre del “macartismo” norteamericano
(que Wittfogel protagonizó): confundió a Carlos Marx con Groucho Marx. De lo
poco que puede rescatarse de su obra es el seguimiento delo que llamó “el
pecado de Marx, al ocultar su trabajo acerca del Modo de Producción Asiático,
dado a conocer hasta después de su muerte. Pero lo que Wittfogel no aclaró es
que en ese juego deshonesto de manipular la verdad con fines políticos
constituye una constante en la que él mismo incurrió (lo que expongo en otro
trabajo), relacionado con lo que señaló Cosío Villegas en cuanto a los
politólogos: “no pocos de los cuales escriben para hacer política y no
exactamente para analizarla”. (1982:11).
De los prejuicios al conocimiento histórico
Los prejuicios carentes de información histórica asociados al mundo
oriental o europeo no civilizado, evidencian un etnocentrismo dirigido a
justificar la dominación, como los mencionados por Aristóteles: falta de
inteligencia de los europeos y de temple moral de los asiáticos, o la inferioridad
de estos últimos según Montesquieu, lo que lleva, según los tres, al despotismo
(que para Hegel es servidumbre perfecta), concepto retomado por Marx, Weber
(en Asia el despotismo es la forma nacional de dominación), exagerado con una
larga lista de adjetivos en Wittfogel, tales como duro, incontrolado, total,
absoluto y cruel. Y para “explicar” el fenómeno del despotismo en el mundo no
occidental se manejaron otros prejuicios y falsedades como las influencias
perniciosas del clima (Aristóteles y Montesquieu), falta de temple moral
(Aristóteles), o la moralidad inmediata (Hegel), el peso de la santidad de
ordenaciones heredadas y la tradición, en Weber, lo que recuerda,
necesariamente, a la conclusión de Leví-Strauss en RACE et Histoire (1952): en
cada grupo humano se manifiesta un etnocentrismo inmediato en el que los
límites de la humanidad están constituidos por sus propias fronteras; fuera de
éstas sólo hay simios, seres inferiores, etc.
107
En el siglo XVI, y después, los precursores de la Etnografía elaboraron
informes y recopilaciones que contradijeron a las afirmaciones que he citado; sin
embargo, fueron ignoradas. No todas eran accesibles si estaban en los archivos,
como la obra de Zorita, pero otros fueron difundidos. Fray Bartolomé de las
Casas escribió, en relación a los indios de América:” tienen...un orden político
que, en ciertos reinos, es mejor que el nuestro...igualaban a los griegos y a los
romanos, e incluso les superaban. Superaban también a Inglaterra, a Francia y
algunas regiones de España”. Y Torquemada, coincidiendo con este cronista,
después de describir las formas de gobierno indígena, afirmó que “Todos los
Príncipes Cristianos...y Casa de Dios ...debemos considerar todas estas
condiciones, y ver quan lejos está la cristiandad, de muchas de ellas; y aún
pienso, que son las más necesarias, y forcosas, las que de ellas faltan a nuestro
buen gobierno”. (1975:359). Por su parte Locke, en la temprana fecha de 1681,
redactó el Ensayo sobre el gobierno civil, en el que cita a Joseph de Acosta,
autor de la Historia natural y moral de las indias: “no tienen ciertos reyes, sino
conforme a la ocasión que se ofrece en guerra o en paz, eligen sus caudillos
conforme se les antoja”, de donde Locke concluye: “aquellos hombres
patentemente eran de veras libres...por su propio consentimiento, levantaron a
los gobernantes sobre sí mismos”. (1997:60,61). Y refiriéndose a la América
prehispánica afirmó que los pueblos no dominados por los “imperios” de Perú y
México, “gozaron de su libertad natural...prefirieran...al heredero de su rey...si
de algún modo resultaba débil o incapaz pasábanle por alto, y escogían por su
gobernante al más fornido y bravo de todos”. (op.cit.:62). Y aludiendo a todo el
continente, describió el tipo de gobierno:
“los reyes de los indios, en América...mientras los habitantes fueron sobrando
pocos para el país, y la falta de gentes y dineros no permitió a los hombres la
tentación de ensanchar sus posesiones de tierra...casi no pasaron de generales de
sus ejércitos; y aunque mandaron absolutamente en la guerra...vueltos a sus
vidas en tiempos de paz, ejercieron muy escaso dominio, con sólo muy medida
soberanía; las decisiones de paz y guerra se tomaban ordinariamente por el
pueblo o en un consejo” (op.cit.:64).
En cuanto al “poder despótico”, su definición difiere de los autores antes
citados: “es el arbitrario y absoluto que tiene un hombre sobre otro para quitarle
la vida...que ni lo da la naturaleza...ni por convenio se podrá establecer”.
(pág.106); y la tiranía es “el ejercicio de poder allende el derecho”. (pág. 123).
Cuando trata estos aspectos, así como sus orígenes –la conquista y la
usurpación- no los reduce a razas ni áreas geográficas, lo que constituye otra
diferencia frente a los autores citados, que si lo hubiesen tomado en cuenta
habrían corregido algunos de sus graves errores, ya que sus conclusiones no se
108
hallan distantes de las de la Antropología Política (en cuyo desarrollo sí tiene un
lugar), que Vieillescasez resume así:
“los nambikuara del Brasil...El estatuto de jefe...no tiene...ninguna ventaja
económica (por el contrario, debe ser el más generoso)...Las funciones
que...debe ejercer...le piden una resistencia física superior...y una habilidad que,
según los términos de Lévi-Strauss, ‘tiene más de político que trata de
conservar la mayoría fluctuante que de déspota dotado de plenos poderes’...si
da muestras de arbitrariedad o si comete errores, los miembros de su ‘grupo’
tienen la posibilidad de separarse de él...La única compensación...es un
derecho...a veces compartido con el chamán a la poligamia...el poder político no
tiene su origen en la familia, como se había creído durante mucho tiempo, sino
en el consentimiento de los que le soportan...se expresa y se mide por un juego
de prestaciones mutuas entre el jefe y los miembros del grupo. Así el principio
de reciprocidad ya analizado por Bronislaw Malinowski, se da como atributo
fundamental del poder político. El interés de este análisis de Lévi-Strauss está
en la ruptura del lazo que la tradición europea había establecido entre poder
político y coerción...el lugar del poder –el del jefe-no es el de la arbitrariedad ni
el de la coerción sino el producto de un juego de prestaciones. Ciertamente, el
tipo de equilibrio...puede ser destruido a largo plazo por el establecimiento de
un sistema opresivo. La violencia...y el uso del terror como medio de gobierno
son conocidos en la sociedades primitivas tan bien como en las sociedades
complejas, como lo demuestra...la obra de Eugene Walter”. (1978:444,445).
Y en cuanto a las grandes civilizaciones, se les conoció gracias a la
excavación arqueológica y los estudios históricos desarrollados sobre todo en la
segunda mitad del siglo XX, que modificaron radicalmente las ideas acerca del
Oriente antiguo pues se documentó, precisamente ahí, el origen de la
civilización. Lo que Olivé Negrete apunta, en relación a Marx, es válido para los
analistas del siglo XIX:
“el desarrollo de las antiguas civilizaciones no fue conocido por medio de la
arqueología durante la vida de Marx, lo que motivo que éste se refiriera a Asia,
particularmente a la India ya China, con los materiales reportados por los
viajeros, colonizadores y administradores de la época moderna, lo cual produjo
una visión imperfecta sobre la importancia de las ciudades asiáticas en los
tiempos antiguos y permitió que se dibujara un cuadro en el que estas ciudades
aparecían sólo como sedes administrativas de los gobernantes, y en el que se
mantenía la autosuficiencia de multitud de aldeas, desconociéndose así los
fenómenos tempranos del urbanismo en Mesopotamia, el Valle del Indio y en
China...Egipto”.(1986:38)
Y, en términos precisos Godelier (1978:130), resume los resultados de la
excavación arqueológica y los estudios históricos:
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“Si la aparición del modo de producción asiático significa el surgimiento de una
primera estructura de clase...significa la apropiación regular de una parte del
trabajo de las comunidades por esa clase, es decir la existencia de un excedente
regular...inventa nuevas formas de agricultura, la arquitectura, el cálculo, la
escritura, el comercio, la moneda, nuevas religiones, etc. Por lo
tanto...significa...no el estancamiento, sino...el mayor progreso de las fuerzas
productivas...Encontraríamos...la comprobación de esto en la obra de los
grandes arqueólogos Childe y Clark...Si el Egipto Faraónico, Mesopotamia...los
imperios precolombinos pertenecen al modo de producción asiático, tendríamos
la prueba de que éste corresponde a las más brillantes civilizaciones de la edad
de los metales”.
Una crítica directa a los prejuicios antes descritos se halla también en los
estudios orientalistas modernos, como en Needham, cuando a los aportes
asiáticos a la ciencia y la tecnología universales que, por un lado, “tal
contribución es de ordinario grandemente subestimada”, porque se le desconoce
y, por otro, porque son atribuidos a Occidente, como en el caso de la pólvora, la
brújula y la imprenta en el trabajo de J.B. Bury (The Idea of Progress): “En el
libro...no hay ni una nota que mencione que todos aquellos descubrimientos no
fueron realizados en Europa sino en Asia: todos se los debemos a los chinos “.
Y, en cuanto que, “Muchos historiadores...siguen suponiendo...que las
civilizaciones asiáticas ‘no tuvieron nada que hubiéramos de llamar
ciencia’...algo debe de andar mal en las ideas corrientes acerca del genio
científico único de la civilización occidental”.(1978:91,210).
Además, las conclusiones de Childe, basadas en los resultados de su
trabajo y no en prejuicios, le llevó a refutar la idea del “despotismo asiático”: En
la antigua Mesopotamia, la ciudad Estado “no alcanzó la posición de un
moderno Estado totalitario”, porque el gobernante “no fue nunca por entero un
Führer”, y porque “podían ser depuestos por revoluciones internas”. (1965:110).
Una vez demostrada la falsedad del atraso y la inmutabilidad de las sociedades
orientales, así como el que la atribución del despotismo se debió, en parte , a la
ignorancia de la historia de Asia (la otra fuente: el prejuicio y el afán de
justificar la dominación), había que corregir tan grave error con la crítica del
concepto y del término “despótico”, del cual Godelier señaló que es “una
palabra vaga y anticuada”. (1978:129), con lo que coincide Dieterich:
“El término ‘modo de producción despótico-comunitario’, parece poco
acertado, dado que lo que es ‘despótico’ y lo que no es difícilmente podrá ser
definido científicamente. Y en segundo lugar, el elemento característico del
‘despotismo’, es decir, la obligación y la coacción es común a todos los modos
de producción clasistas, siendo muy dudoso que las formaciones sociales
110
definidas así –por ejemplo la azteca- se hayan caracterizado por un mayor
‘despotismo’ frente al productor inmediato de la sociedad esclavista o el
capitalismo temprano”. (1981:34).
Montesquieu afirmó que en el Oriente antiguo prevaleció la esclavitud
(op.cit.: 31, 152), falsedad tota l que Marx repitió en Formen (1965:19), idea que
acepta Wittfogel (op. cit.:141); en cambio, Chesneaux lo define de manera
totalmente diferente: a las “relaciones de clase” las caracterizan “más bien la
sujeción general” y no la “esclavitud generalizada...para evitar el riesgo de
confusión con la esclavitud clásica”. (1978:113). Y, en cuanto al ejercicio del
poder, el punto de vista de Mandel es diametralmente opuesto a la tradición
occidental:
“se puede hablar de la aparición de una clase dominante en el modo de
producción asiático, clase que se apropia del sobreproducto social. Pero a la
escala de las clases dominantes que la historia ha conocido, es ciertamente la
que más cerca está de las funciones primitivas de ‘servidoras de la colectividad’
y la más alejada de la burguesía contemporánea” (1980:146).
Y, en relación al México prehispánico, la conclusión de Aguirre Beltrán
(1993:30, 31), es coincidente, para el momento del contacto con los europeos:
“estas formas democráticas –posesión del poder en un consejo de ancianos,
facultad de éstos para elegir y deponer- no se perdieron en el transcurso de la
dominación española sino que, por el contrario, fueron reinterpretadas dentro de
los patrones democráticos occidentales, dando así estabilidad y solidez a las
Repúblicas de indios”
Algunas de las conclusiones citadas aquí revelan al mundo no
occidental, los conceptos de muchos de los pensadores occidentales se
inscribieron –y en algunos casos haciéndolo- en lo que R. Aron llamó el
“provincialismo occidental”, expresión que cuadra a varios de los autores
citados. En los estudios del quehacer político habrá que incluir también los
textos de los pensadores orientales, en cuya obra hay también atisbos tan
importantes como los de autores occidentales, tales como El Artashastra de
Catyluya, tratado de politología de la antigua India, o los estudios recientes
sobre Antropología Política, por ejemplo. En síntesis, puede afirmarse que hay
tres disciplinas; por un lado la que conocemos como Ciencia Política, constituida
por la tradición occidental; la Ciencias Política Oriental, no conocida o dejada de
lado; y la Antropología Política, orientada a las sociedades en las que el Estado
no está configurado o comporta diversas modalidades. Las tres siguen vías
111
diferentes al igual que las ciencias nacionales en el pasado, sin llegar a la
unificación que aquéllas lograron hasta la época del desarrollo moderno.
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