5 Revista Cayey #88 (abril 2009) Francisco Watlington Linares

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5 Revista Cayey #88 (abril 2009) Francisco Watlington Linares
Francisco Watlington Linares
de buena fe el cuento de que se habían elaborado veinte
toneles de vino con las mismas. Pero en sus memorias de
la expedición francesa, el cartógrafo-artista Jacques Le
Moyne, a quien se le atribuyen las primeras ilustraciones de
los aborígenes (y de paso, de parras silvestres) (véase Fig.1),
consignó que el único vino que él y sus compañeros habían
obtenido era vino español (Le Moyne, siglo 16: pág. 9).
Fig. 1. Isla y puerto de Santa Elena (Parris Island) en La Florida colonial
del siglo 16, según Jacques Le Moyne [1586].
El líder de la expedición, René de Laudonniere, por
su cuenta afirmaría haber recibido de Hawkins, en un gesto
de buena voluntad, “dos jarros de vino y pan de trigo: que
me refrescó grandemente, ya que por espacio de siete meses
nunca había probado una gota de vino; no obstante, todo
fue repartido entre la mayoría de mis seguidores” (Bennett
1966 [1564]: pág. 50). Cuando la flota francesa de auxilio,
al mando de Ribaut, llegó a poco de la partida de Hawkins,
la armada del adelantado y gobernador de La Florida, Pedro
Menéndez de Avilés, le pisaba los talones (Milanich 1999).
Tras varios intentos, arrasó el fortín francés y más tarde se
jactaría del botín, que, según él, incluía veinte toneles de
vino recién descargados de uno de los buques de Ribaut
(Ruidíaz 1893).
El viñedo de Santa Elena
Desde su reconocimiento en una visita anterior,
Menéndez había apreciado el potencial de La Florida como
frontera vitícola. Habiendo desbaratado la intrusión francesa,
escribió al rey un entusiasta prospecto: “Hay ocho de estas
islas [las “Sea Islands” que bordean la costa de Florida a
South Carolina]: producirán mucho vino, trigo y diversas
cosechas, y mucha caña de azúcar; habrá mucho ganado”
(Ruidíaz 1893: vol.2, pág. 90).
Un proyecto vitivinícola fue parte del plan maestro
colonial. Como condición para el apoyo de la corona,
Menéndez acordó asentar cientos de labradores españoles y
portugueses con incentivos de tierras, ganado, pollos, esclavos
y esquejes de uvas para el establecimiento de viñedos (Lyon
1976). Santa Elena (Parris Island) habría de ser la sede del
esfuerzo colonizador. Ya para 1568, el sacerdote Juan Rogel
en visita de inspección observó que: “En Santa Elena hay
sembrado un viñedo, uno muy bueno” (Zubillaga 1946: pág.
327).
Excavaciones arqueológicas realizadas en Santa
Elena han producido evidencia que confirma las escasas
referencias documentales sobre la existencia de viñedos
durante los dos periodos de asentamiento español en 15661576 y 1577-1587 (Lyon 1976; South 1980; Watlington
1990). En el sitio quedó expuesto un conjunto de hileras
contiguas de trincheras similar al sistema que aún se usa
para establecer viñedos en muchas partes de Europa e
Iberoamérica. La trinchera típica mide alrededor de un
metro de hondo por uno de ancho. Se rompe cualquier
capa impermeable e invierten los estratos excavados; se les
mezcla materia orgánica, grava y escombros para acrecentar
la aireación, drenaje y nutrición de las nuevas cepas.
Se halló, además, una tijera de podar rota, y entre
los escombros abundantes, fragmentos de botijas de cinco
a diez galones, comúnmente usados para guardar vino. En
el fondo de un pozo antiguo colapsado aparecieron semillas
de la especie europea de uva (Vitis vinifera), de morfología
característica, preservadas bajo condiciones anaeróbicas
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