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Transcripción

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LA FIEBRE DEL
IRONMAN
Fotos: Fabricio Di Dio
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Por Marcelo La Gattina
M
i ritmo va bien. Siento mis
piernas con fuerza”, pensaba. “¡Vamos Marce. Venís
bárbaro!”, me gritó Noe, mi
novia. Por adentro, sólo me focalizaba en seguir así, comer, y mantener la respiración…
Llevaba 8 horas y 50 minutos sin parar…
Apenas le hice un gesto a Noe, para que me
vaya a esperar a la llegada. Encaraba los últimos 10k. El final estaba cerca…
Amor, dolor, bronca, pasión, alegría, tristeza…
son estados por los que pasaron todos los participantes que se animaron al reto del último 31 de
mayo en el Ironman de Florianópolis. También
son algunos de los motivos por los cuales cada
año, más gente se suma a esta competencia. El
Ironman es una prueba única e indescriptible. El
solo hecho de escuchar las distancias agota: 3,8
kilómetros de natación, 180 de ciclismo y 42 de
atletismo. Todo seguido, sin que el reloj de tregua. En esta novena edición, había 324 argentinos entre 1.500 corredores de otros 34 países.
Una gran fiesta
El viernes 29 le di prioridad a la natación,
que no genera impacto sobre los músculos,
y testeé que todo en la bici estuviera bien
luego del viaje. Hice el recorrido de los últimos 10 kilómetros un par de veces para focalizarme bien en ese tramo. El año pasado
me había resultado eterno. También pasé
con el auto por las duras lomas de atletismo.
Todo formó parte de un trabajo de visualización. Apenas comenzada la noche, fue la
cena de bienvenida. Los bombos y la zamba
se hicieron escuchar en el Club 12 de Agosto, epicentro del fin de semana. Jureré se
convirtió en una sucursal del Sambodromo
y todos deliraron al ritmo de las mulatas. Los
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más conservadores, ya guardaban piernas
para la gran carrera.
El sábado llovía intermitentemente. Para calmar
la ansiedad, hice un entrenamiento liviano. Otra
cosa que ayuda en la previa es ir adelantando
el horario de desayuno y entrenamiento. La mañana de la competencia arranca a las 4 de la
mañana y hay que ir avisándole al cuerpo que
se tendrá que activar en ese horario atípico.
A última hora, dejé la bicicleta en el parque cerrado y los elementos de competencia en la enorme carpa vestuario. Este año se hizo una fuerte
inversión en estructura y se asfaltó la zona. La
mejora fue parte del acuerdo entre el gobierno
de Santa Catarina y la organización para que el
Ironman siga en Floripa hasta el 2014. Para la
isla, el evento representa un impacto financiero
cercano a los 5 millones de dólares y no quieren
que se vaya a otra ciudad.
Los números del
Ironman
• 65 mil vasos de agua
• 300 kg de cereales
• 20 mil bananas
• 15.240 litros de Gatorade
• 2.500 naranjas
• 6 mil litros de gaseosa
• 5.200 Power Gel
• 800 litros de sopas
• 830 personas en producción
• 70 técnicos
• 180 médicos
• 2.500 voluntarios
• 700 en seguridad
• 370 en fuerzas armadas
• 250 periodistas
Tranquilidad
Mientras mis compañeros de habitación Juan
Pablo, Fernando, Mariano y mi hermano Gaby
mostraban sus caras tensas para el debut en la
distancia, yo trataba de no contagiarme. Intenté
darles todos los tips para el evento. De hecho,
a Juano y a Gaby los ayudé con la preparación.
Fue increíble verlos llegar hasta este punto.
Por suerte, el domingo amanecimos sin lluvia, pero con viento. Ellos optaron por ir al
PC bien temprano, a eso de las 5:30. Con
Noe y Fer fuimos más tarde para que nos
pinten el número, chequear la bike y dejar los alimentos para el Special Need.
La organización pone estas bolsas a
nuestra disposición en la mitad del circuito de bici y de atletismo. Es vital tener claro lo que se coloca allí porque
puede ayudar en esos momentos de
la competencia.
Mientras me cambiaba en el vestuario, me crucé con Reinaldo Colucci, la
figura brasilera que iba por la victoria, y
nos deseamos buena carrera. Desde su visita a nuestro país en 2006, tenemos una buena
relación. Paso rápido por el baño y a la playa.
Estaba a solo 20 minutos de la largada. El beso
y el abrazo con Noe fue el más lindo de mi vida.
Yo estaba a punto de la partida y ella, viviendo
EL EQUIPO
• Bicicleta: Merida Warp 9 con ruedas Zipp 404.
Grupo Srma Force. Palancas FSA de 175mm.
• Zapatillas: Reebok Premier Lite
• Medias de compresión: Stylo
• Hidratación: Gatorade
• Entrenadores: Abayubá Rodríguez, Escuela Argentina de Triatlón y Alejandro Filardi, Cycling Training System
• Medico: José Ghergo
• Nutricionista: Ariel Bareinboim
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los motivos por los cuales me acompañó en
esta dura preparación. Era la primera vez que
estaba presenciando la competencia.
El arranque
La energía que se vivía en la zona de largada
era capaz de mover la isla. Y de repente…
¡bum, bum! Las bombas marcaban el inicio y la
cinta de largada se fue para arriba. Mil quinientos sueños fuimos para el mar. No pude darles
un abrazo a los chicos, pero los tenía presente.
Piernas y brazos agitaban el agua. El helicóptero volaba sobre nuestras cabezas. Las nubes
dejaban ver al sol en el horizonte. Había que
contener la emoción. Y bracear para ir rumbo a
la primera boya. La corriente nos hacía las cosas difíciles. Las olas nos sacudían. Por suerte
me pude orientar bien. Adentro del agua es vital
visualizar y orientarse. Seguir a una persona nos
puede llevar a errar el camino y perder muchos
minutos. Muchos cometieron ese error luego
de girar en la primera boya. Nadé solo la mayor
parte del tiempo. Cuando salí del agua el reloj
marcaba 56 minutos, un gran tiempo para lo
que había entrenado en natación. Estaba en el
puesto 68. Inmediatamente un staff me sacó el
traje de neoprene y fui rumbo al vestuario para
cambiarme y tomar los elementos de ciclismo.
Al cambiar de disciplina el cuerpo tarda unos
minutos en adaptarse. Lo ideal es esperar
un poco para alimentarse. A los 15 minutos
me hidrate y recién a los treinta comencé a
comer. La estrategia que había planificado
con mi entrenador de bici Alejandro Filardi
era cuidar las piernas para el atletismo, ma-
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nejando una cadencia de 97 a 103 revoluciones por minuto. La alimentación en esta
etapa es fundamental. Hay que cumplirla al
extremo porque es el combustible para la de
atletismo. Calculaba que podía perder entre
300 y 700 calorías por hora. Dependiendo
de la intensidad y las condiciones del clima.
El frío lleva a consumir más calorías para
mantener el cuerpo caliente, y la humedad,
a peder mayor cantidad de sales. Se estaban dando ambas condiciones y es por eso
que me hidraté con más Gatorade del que
tenía pensado y utilicé unas mangas de abrigo para la bici. Encima, en la segunda vuelta
comenzó a llover. Había que tomar mayores
precauciones, sobre todo en las bajadas y
subidas de la ruta 410 para la Beira Mar. Por
esta avenida, el viento nos daba un empujón
y nos hacia ir rápido.
Tiempo 9:49:09 Ranking 61
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La definición
Esperaba llegar al PC y dejar la bici sin sobresaltos. El año pasado un pinchazo en el kilómetro 150 me llevó a perder unos diez minutos
y replantearme la estrategia sobre la marcha.
Esta vez, todo fue bien y llegué luego de 5 horas y 17 minutos, mi mejor marca en la distancia. Me esperaban 42 kilómetros…
La lluvia le había dejado lugar al sol que se
asomaba para entibiar la tarde. Las piernas
me respondían bien, incluso mejor de lo que
esperaba. Pero en una prueba de este tipo hay
que ser conservador al máximo porque la crisis puede aparecer en cualquier momento.
El plan era salir a un ritmo de 4 minutos 45 a
4:40 por kilómetro, y ver como estaba para los
últimos 10k. Fui llevando ese paso parejo. Las
subidas de Canasvieiras las trepé. Las bajadas
las hice apretando un poquito, pero sin tirar-
EL CAMPEÓN
En una carrera impecable, el argentino
Martín Sturla ganó por tercera vez la competencia marcando un tiempo de 8 horas
13 minutos y quedando a sólo dos minutos del record de la prueba. En damas, dominó la norteamericana Dede Griesbauer
con 9 horas 10. Nueve argentinos clasificaron para el mundial de la especialidad.
me. La alimentación fue con geles. Comer algo
sólido mientras corro me resulta muy molesto.
Primero teníamos que hacer una vuelta de 21k
para terminar con dos chicas y llanas de 10,5k.
El tramo más difícil, lo pude superar.
Hasta el kilómetro 30 venía bien. Mantenía el
ritmo, comía… pero de golpe… ¡tac! Sin aviso,
un calambre me hizo parar. No entré en pánico, pero pensaba que el final se iba a hacer largo. Trate de volver al trote para aflojar el dolor.
Poco a poco me fui soltando, pero la otra pierna
también me avisó que me estaba quedando sin
fuerzas. Volver de esa situación es algo que nunca había experimentado. Fui comiendo todo lo
que me quedaba y más en los últimos puestos
de abastecimiento. De a poco, volvía al paso.
Aunque sentía que iba a fondo, no podía bajar
los 5 minutos por kilómetro. El olor a asado en
un puesto de hidratación me llevó a disfrutar el
momento. Sufría y gozaba al mismo tiempo, algo
que sólo una prueba como esta puede darte…
Los últimos kilómetros los hice con el corazón
más que con las piernas. Quería llegar a la meta
lo antes posible y disfrutar de ese momento
único. Sentía dolores en músculos que no creía
que existían. Todo el sacrificio de meses valía la
pena. Escuchaba los gritos de aliento. Estaba a
un paso de la meta y de la medalla de Finisher
y crucé la línea. Todo pasó en un instante, pero
me quedará grabado para siempre y será el motor para volver el año próximo.

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