Insatisfacción corporal y alteración de la conducta

Transcripción

Insatisfacción corporal y alteración de la conducta
INSATISFACCIÓN CORPORAL Y ALTERACIÓN DE LA CONDUCTA ALIMENTARIA
EN ADOLESCENTES
Alconada-Padilla, R. & Andújar-Barroso, R. T.
Área de Personalidad, Evaluación y Tratamiento Psicológicos.
Departamento de Psicología Clínica y Experimental.
Universidad de Huelva.
RESULTADOS
INTRODUCCIÓN
Se considera la adolescencia como una etapa especialmente
vulnerable para la aparición de alteraciones de la conducta
alimentaria, probablemente relacionado con los importantes
cambios emocionales, cognitivos y especialmente fisiológicos, que
llevan a los adolescentes a una elevada atención y preocupación
por su propio cuerpo. Según Schilder (1950), definimos la imagen
corporal como “la figura de nuestro propio cuerpo que formamos
en nuestra mente, es decir, la forma en la cual nuestro cuerpo se
nos representa a nosotros mismos”. La percepción de la imagen
corporal no tiene por qué estar relacionada con la apariencia física
real, por lo que en aquellos casos en los que el concepto de imagen
corporal que tenemos de nosotros mismos no se ajusta a la imagen
real se estaría dando una alteración de la imagen corporal. Por su
parte, la insatisfacción corporal, definida como “el conjunto de
emociones, pensamientos y actitudes negativas hacia el tamaño y la
forma del cuerpo” (Moreno y Ortiz, 2009), parece más proclive,
según muestran estudios interculturales de países desarrollados, en
mujeres adolescentes respecto a varones (Baile, Guillén y Garrido,
2002).
OBJETIVOS E HIPÓTESIS
1. Analizar si existen diferencias significativas en el
riesgo de desorden alimentario según el género y edad.
Hipótesis 1: Siguiendo los criterios del EAT-26, se dará
un mayor riesgo en mujeres y mayor en edades más
elevadas.
2. Observar si existen diferencias significativas según la
insatisfacción corporal entre varones y mujeres.
Hipótesis 2: La insatisfacción corporal será mayor en
mujeres que en hombres.
Mujeres
(138)
Varones
(113)
MÉTODO
Se evaluó a 251 adolescentes escolarizados de ambos
sexos con edades comprendidas entre 12 y 17 años. La
muestra estaba compuesta por 113 varones y 138 mujeres.
Se utilizó el Eating Attitudes Test (EAT-26) en su versión
de 26 ítems para evaluar el riesgo de desorden alimentario,
y el Body Shape Questionnaire (BSQ), con un total de 34
ítems, para medir la insatisfacción corporal.
Para el análisis de resultados se ha empleado el software
estadístico SPSS en su versión 20, y la versión 12 de
STATA.
Tomando como punto de corte una puntuación de 20 como
indicador de riesgo según los autores (Garner et al., 1982), se
detectó riesgo de desorden alimentario, de un total de 250 sujetos
(y un valor excluido), en 19 mujeres y 4 varones (Tabla 1).
El análisis de la varianza de los valores del EAT-26 en función del
sexo mostró diferencias estadísticamente significativas entre ambos
sexos (F= 18,886; p<0,001) (Tabla 2), siendo los valores de las
mujeres ( =10,86) más elevados que los de los varones ( =6,11)
(Tabla 3).
Se generó un gráfico para poder comparar las medias dadas con el
instrumento EAT-26 según la edad y sexo, como puede observarse
en la Figura 1.
Para el grado de insatisfacción corporal, los valores fueron más
elevados en mujeres ( =48,32) que en varones ( =31,31) (Tabla
5). Se realizó un ANOVA para el factor sexo mostrando diferencias
estadísticamente significativas (F=34,460; p< 0,001) (Tabla 4).
DISCUSIÓN
En cuanto al riesgo de desorden alimentario (véase Figura 1),
existen diferencias visibles según sexo:
En el grupo de mujeres, es al principio de la adolescencia (13 años)
donde se da el pico más fuerte de riesgo de desorden alimentario,
cuyo incremento es más del doble que a la edad de 12 años.
Después, en edades posteriores (14, 15 años) se da una
disminución gradual hasta llegar a los 16 años, que vuelve a
aumentar hasta posicionarse a la edad de 17 años (siendo esta cifra
inferior al pico máximo inicial). Referente al grupo de varones,
siendo los valores mucho más bajos, se produce un incremento
progresivo en el comienzo de la adolescencia (12, 13 y 14 años),
después una caída a los 15 años, y un aumento gradual hasta
conseguir su pico máximo de riesgo de padecer desorden
alimentario a la edad de 17 años.
Esta curva que presentan ambos sexos, y que denota el riesgo de
desorden alimentario según el instrumento EAT-26, es la misma
que la de la investigación realizada por Vega (2004).
Tal y como muestran los datos, el riesgo de desorden alimentario es
mayor en mujeres que en hombres. Ocurre lo mismo en cuanto al
grado de insatisfacción corporal, por lo que al igual que confirman
estudios de la mano de Moreno y Ortiz (2009), Ortega (2010),
Gortázar (2015), las mujeres presentarían mayor insatisfacción
corporal que los hombres.
Esto coincide con estudios similares, pudiendo estar relacionados
con el desarrollo normativo. Mientras los cambios en los chicos se
dan en dirección hacia un aumento de la musculatura de su cuerpo
e incrementación de su fuerza física, lo que lo acerca a su ideal de
masculinidad, las chicas se dirigen a un aumento de la grasa
corporal y ensanchamiento de las caderas, alejándolas del ideal de
belleza femenino basado en pro de la delgadez.
CONCLUSIONES
• En cuanto a nuestra primera hipótesis que indica que siguiendo los criterios del EAT-26, se daría un mayor riesgo en mujeres que en varones y mayor en edades más elevadas, podemos confirmar sólo la primera
parte, ya que según nuestros datos el riesgo es mayor en mujeres que en hombres. No podríamos confirmar que el riesgo es mayor en edades más elevadas pues esto sólo se da en el grupo de varones.
• La segunda hipótesis, que decía que la insatisfacción corporal sería mayor en mujeres que en hombres, quedaría confirmada debido a que el grupo femenino presenta una tendencia superior que el masculino.
• Asimismo, se consideraría conveniente establecer un programa de detección de trastornos de la conducta alimentaria, o al menos de esos indicadores que pueden actuar como factor de riesgo, como sería el caso de
la insatisfacción corporal. Debido a la cantidad de cambios que se dan en una etapa tan importante como es la adolescencia, vemos necesario que se pueda aplicar a cada colegio y que ayude a detectar esos casos
de riesgo para poder actuar a tiempo y no desemboque en dichas patologías.
REFERENCIAS
Baile, J.I., Guillén, F., y Garrido, E. (2002). Insatisfacción corporal en adolescentes medida con el Body Shape Questionnaire (BSQ): efecto del anonimato, el sexo y la edad. Revista Clínica Internacional de Psicología Clínica y de la Salud/International Journal of Clinical and
Health Psychology, 2, 439-450.
Garner, D. M., Olmsted, M. P., Bohr, Y. y Garfinkel, P. E. (1982). The Eating Attitudes Test: psychometric features and clinical correlates. Psychological Medicine, 871-878.
Gortázar, M.I. (2015). Relación entre insatisfacción corporal y autoconcepto, distorsiones cognitivas y actitud hacia la alimentación en adolescentes y jóvenes. Trabajo Fin de Master. Universidad Pontificia Comillas
Moreno, M. y Ortiz, G. (2009) Trastorno Alimentario y su relación con la Imagen Corporal y la Autoestima en Adolescentes. Terapia psicológica, 27(2), 181-189.
Ortega, M.A. (2010) Relación entre la insatisfacción con la imagen corporal, autoestima, autoconcepto físico y la composición corporal en el alumnado de primer ciclo de Educación Secundaria de la ciudad de Jaén. Tesis Doctoral. Universidad de Granada.
Schilder, P. (1950): The image and appearance of the human body. N. York, International Universities Press.
Vega, V. (2004). Epidemiología de los trastornos de la conducta alimentaria (TCA) en población escolar adolescente. XI Jornadas de Investigación. Facultad de Psicología -Universidad de Buenos Aires, Buenos Aires.
Address to: Roberto Alconada Padilla
University of Huelva
Departament of Clinical and Experimental Psychology
Avda. Tres de Marzo, s/n – 21071 Huelva (Spain)
e-mail: [email protected] tlf: 697227806
JORNADAS SEPCyS
CÓRDOBA, 7 y 8 octubre 2016

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