New Zealand Air Force Museum
Transcripción
New Zealand Air Force Museum
New Zealand Air Force Museum O lo que es lo mismo el Museo de la RNZAF. Resulta curioso que la R de Royal se les caiga en el nombre del Museo. Bueno, vamos al tema. Tras más de 5 semanas en Nueva Zelanda, visitando las dos islas y haciendo el turista como tarea más larga, pero teniendo como tarea principal pasar una semana en Omarama, un sitio magnífico para volar (más ondas que el Cantábrico con marejada), nos retiramos a pasar los dos últimos días a una de esas bahías que hay en esta tierra donde en un tiempo no muy lejano (alrededor de 1 850) desembarcaron por primera vez algunos balleneros y poco después aventureros, buscavidas, desesperados, que se acabaron convirtiendo en granjeros, tenderos, hosteleros, etc. El sitio se llama Akaroa y es precioso. La razón de que estuviéramos aquí y no en Christchurch que es la ciudad más importante de la Isla Sur y donde está el aeropuerto desde el que íbamos a volver a España, era simplemente porque en la agencia de viajes nos dijeron que Christchurch estaba destrozada y que realmente no había nada que ver. Sin embargo mi natural curiosidad, propia de mi espíritu inquieto y revoltoso poco propicio a creerse lo que le dicen, me instigó a buscar que es lo que podría tener Chistchurch que valiera la pena y encontré, para mi sorpresa, que el Museo de la RNZAF estaba allí. ¡Ya tenía objetivo! Solo necesitaba encontrar uno secundario que me permitiera que Aurora, tras una semana en Omarama rodeada de aviones, tuviera algo interesante y no dejarla colgada como una paraguaya pues lógicamente el Museo aeronáutico no estaba entre sus preferencias. Tuve suerte, sin buscar mucho encontré una referencia sobre un Jardín Botánico en Christchurch que es una de las debilidades de Aurora. Ya tenía también el objetivo secundarioQ ahora había que trazar el plan de ataque. 1 Fue sencillo, después de la primera jornada en Akaroa, que así se llamaba nuestra bahía, donde vimos todo lo que tiene que ver, pues eso una bahía mona donde se hacen exciting cruceros en barquito para ver pingüinos, paseos en barco de vela para vivir la New Zealand Adventure y todas esas cosas que estos tienen en lugar de los tablaos; tenía el camino abierto para dar un paseo por Chrischurch, ver la ciudad y, ya de paso, ver el Jardín Botánico, donde lógicamente Aurora podría estar horas y horas tan feliz, y dado su talante bondadoso y amigable yo podría tomarme un respiro de las plantitas para ir al museo mientras ella intentaba comprender como eran las etapas de crecimiento de los Kauris, como habían llegado a Zew Zealand los Sequoias californianos o como habían resistido las invasiones de especies foráneas la multitud de plantas autóctonas que hay en las islas. Las cosas discurrieron así, tal y como las había pergeñado, sin mayor problema y sin ningún contratiempo, lo que confirma que el paso de los años aumenta la capacidad de planificación , raciocinio y convencimiento (esto no sé si es verdad, pero a nuestras edades si no nos tiramos flores nosotros no nos las tira nadie). Salimos de Akaroa y llegamos a Christchurch donde un rápido paseo con el coche nos convenció de que el pequeño centro “antiguo” (poco más de 1 00 años) estaba bastante para el arrastre, que dos terremotos seguidos habían sido demasiado para sus frágiles estructuras. También vimos algunas soluciones curiosas que ían utilizado para arreglar los desaguisados que las sacudidas habían producido en algunos edificios emblemáticos. Me resultó especialmente ingeniosa la idea de bajar un campanario de una torre dañada, para evitar que una réplica lo hiciera caer y le causara más daños. Lo volverán a poner en su sitio cuando hayan reparado la estructura y esté preparada para soportar terremotos. De todas formas, insisto, actualmente en Chrischurch lo único que se puede ver de sus pocos edificios emblemáticos es su proceso de reconstrucción. 2 Nos fuimos directamente al Jardín Botánico, que realmente es un sitio magnífico y que vale la pena ver. Aquí yo estuve unas dos horas disfrutando de algunos árboles tremendos (Creo que es lo que más me ha sorprendido de Nueva Zelanda, los árboles tan enormes que hay y eso que los british según llegaron se liaron a cortarQ) y de otras plantitas más pequeñas pero también agradables. Pero yo quería ir al Museo y dejé allí a a Aurora fijándose mucho en lo suyo y yo me fui hasta Wigram, que es el barrio donde está el Museo. Esto tan pequeñito, soy yo. Todos estos viajes los explico de forma muy simple, pero os aseguro que sin GPS en el coche, se pone a prueba el viejo naveganteQ Bien, el caso es que llegué a 45 Harvard Ave, en Wigram, Christchurch, que es donde se encuentra el museo, y que la entrada la encontré fácilmente pues ayuda mucho la presencia de varios cartelitos y, sobre todo, de un T-6 en una peana. El museo está en una antigua base de las NZRAF, Wigram, que mantiene aún unas pistas y varios hangares, aunque una gran parte de los terrenos de la misma ya ha sido absorbida por edificaciones civiles, casi todas ellas casitas de madera a la americana, con amplio garaje y jardín, vamos como toda Nueva Zelanda. Tiene un amplio aparcamiento, sobre todo teniendo en cuenta que el día 4 de Diciembre, martes, a las dos de la tarde, no había allí más de dos o tres coches, y la impresión que me dió es que el único que correspondía a un visitante era el mío. 3 La entrada al museo es muy espectacular, entras a un espacio que le llaman Atrium, de planta circular, y te encuentras con varios aviones colgados y alguno en el suelo. Hay allí un rápido recorrido de lo que ha sido la aviación, al menos en NZ, empiezan con el Britain, un Bleriot que fue el primer avión que tuviero, siguen con una Tiger Moth amarilla, ¡preciosa! Y saltan, muy rápidamente a la era del reactor, con un Vampire y un A-4. Allí me enrollé con un señor mayor, ¡incluso mayor que yo!, que me recordaba a José Luis Castrillón y que, junto con otras viejas glorias, se encargaban de recibir a los visitantes y de acompañarles luego a una visita a los talleres de mantenimiento y reconstrucción; a eso le llaman “Behind the Scenes Tour” y supongo que también será exciting, como todo en esta tierra. El caso es que me orientó un poco y quedé con él para ver luego la trastienda, que es más o menos lo que significa eso de “Behind theQ” y me introduje (sin pagar nada que es gratis) en la sala de exhibición del Museo. Ellos aseguran que tienen 28 ejemplares, de los que 1 7 están en exhibición y 11 almacenados, de los que se pueden ver 3 en restauraciónQ si haces el “Behind the Scenes Tour”. De los 1 7 que dicen que hay en exhibición yo solo pude ver los 4 de la entrada, 11 que estaban en el hall principal y un Sowith Pup colgado en el techo en otra zona del museo dedicada más a la museística clásica, fotos, paneles históricos, medallas, etcQ en definitiva que me faltaba uno. Lo que no sabía era cual era el que faltaba, pues había un hueco que era evidente que le correspondía, pero estaba ocupado por una especie de Escenario, con mesas, mostradores, etcQ Al parecer el Museo alquila salas para presentaciones, cócteles, campañas publicitarias y cosas por el estiloQ era evidente que había habido una recientemente. Bueno, como habéis sido buenos y habéis llegado hasta aquí, os paso a enseñaros los ejemplares de la exposición, y además los cartelitos que tenían con lo que os ahorro peroratas mías en las que seguro que me equivoco más que ellos. La cosa empieza con el único Avro 626 ("Prefect") superviviente de los de NZ 4 Al lado del "Prefect" hay otro Avro, más conocido, se trata del Avro 652 Anson. Este es una reconstrucción a partir de varios restos. 5