Comulgar con ruedas de molino
Transcripción
Comulgar con ruedas de molino
Comulgar con ruedas de molino mente nos saltarían los colores haciendo buena la frase de: haz del bar tu segunda casa… Porque no nos engañemos, cuando en un sitio se está bien, no apetece marcharse. Y sino que se lo pregunten a todos aquellos intrépidos viajeros que aparecieron por Boltaña, hace ya casi medio siglo, y que con su fidelidad dejaron de ser veraneantes, entrando a formar parte de todos nosotros. Nadie pensaba que retirar las dos ruedas de molino que recibían a los turistas sobre los pequeños montículos de césped a su llegada al Hotel Boltaña presagiaba que este dejaría de rodar muchísimo antes de lo imaginado. Hace ya algunos meses que el Hotel Boltaña, primer emblema del turismo en la comarca, y El Parador, punto de encuentro obligado de diferentes generaciones, han cerrado. Son tantos recuerdos de los momentos disfrutados en los columpios jugando a todos los juegos posibles e incluso columpiándonos, que a día de hoy resulta difícil aceptar la realidad. De ser posible efectuar un cálculo de las horas pasadas “en casa de la familia Giral”, segura- No hay duda que los Pirineos tienen algo que engancha al viajero que los visita por primera vez. Pero toda esa riqueza sensorial que seduce al visi- fruto de la conjugación de instintos, emociones y sentimientos en un entorno ideal. Pero todo esto no sería cierto, ni tan siquiera hubiera sucedido sin el buen hacer de la familia Giral que durante todos esos años regentó el Hotel Boltaña y el Parador, activando un sector, el turístico, por entonces prácticamente desconocido en el Sobrarbe, consolidándolo no solo en la práctica sino también en su inconfundible estilo sencillo y acogedor. tante carece de valor si no va acompañada de amabilidad y atención. La profesionalidad que hace, desde el primer minuto, sentir al huésped como en su casa, marca la diferencia entre visitarnos una vez y volver a hacerlo. Existe una generación en Boltaña que hemos crecido junto a, y con los “veraneantes del hotel”. A día de hoy algunos de aquellos padres atrevidos, que emprendían la extraordinaria aventura desde los diferentes puntos de España con los coches cargados de maletas y criaturas de corta edad para llegar a Boltaña, ya son abuelos. Y son abuelos porque aquellos niños que entonces viajaban en los asientos traseros crecieron, crecieron como también lo hicieron sus amigos de Boltaña. El resultado final ha sido Tan solo añadir que la familia Giral va más allá de los abuelos, padres, hijos que comparten apellido porque sin duda es mucho más numerosa, englobando a toda una serie de jóvenes nacidos de las parejas surgidas entre “veraneantes del hotel y originarios de Boltaña” así como aquella generación, que casi cinco décadas más tarde junto con sus parejas e hijos, continúan manteniendo a Boltaña como referente de sus vacaciones. Solo cuando falta, te das cuenta del valor que tenía El mundo desde Boltaña