EL ESPEJO DE PAULA Todos los días se miraba al espejo, así era

Transcripción

EL ESPEJO DE PAULA Todos los días se miraba al espejo, así era
EL ESPEJO DE PAULA
DE KATHERINE RICALDE
Todos los días se miraba al espejo, así era Paula, quien tenía en aquel dorado espejo a su
mejor cómplice, con quien esperaba que pase el tiempo para poder volar y soñar, mientras
tanto solamente viajaba a través de los reflejos de su espejo y de su colorida imaginación;
porque como dicen en los cuentos, llegaría el día, en el cual ella emprendería su gran viaje.
Es en uno de aquellos días que miró a su espejo y vio un rostro diferente, si bien los ojos
caramelo seguían manteniendo la dulzura de su mirada, esta tenía un reflejo inusual; sus
facciones también habían tomado líneas y formas diferentes; dejó de mirarse, dejó su espejo,
porque la llamada de la rutina, apresuraba ahora su andar.
Sin embargo, una noche de misteriosa luna, sintió que un rayo, esta vez de luna, entraba en su
habitación; siguió aquel rayo, no invitado por cierto, el cual dirigía su trazo hacia un viejo
cajón, Paula con cierta curiosidad aún, abrió el cajón y se dio con la sorpresa que aquel viejo
amigo aún esperaba por ella, sí era su espejo! Fue en ese entonces que un remolino de ideas,
de sensaciones, de recuerdos, de sueños postergados, la hicieron entrar en un estado de
desesperación, pero cierta clara razón a su vez, pues había olvidado algo que tenía pendiente,
estaba recordando poco a poco su gran viaje, el pendiente que aún tenía. No, no podía esperar
más, tomó su maleta, colocó algo de ropa, unas galletas para el camino, quizá una casaca para
el frío, estaba apresurada, pero algo aún faltaba, sí , recordó que tenía que mirar por última
vez a aquel amigo olvidado, su espejo dorado aún esperaba por ella; intento caminar rápido,
pero cada vez, cada paso se hacía más pesado y lento, no podía ver ya con claridad, apenas y
pudo tomar a su amigo y se pudo dar cuenta que no solamente el espejo, sino el tiempo, a
veces tirano, otras no tanto, había hecho su mejor trabajo: agrietadas líneas y profundos
surcos marcaban no solamente su rostro, sino también su alma, sus cabellos ahora blancos
como granizo de mañana y su mirada perdida en el espejo, reflejaban el paso del tiempo, y se
pudo dar cuenta que ya, a sus 70 años ahora, había postergado su gran viaje de vida, ese que
tanto había esperado, así, la vida, su vida, había pasado sin que ella se diese cuenta….
Pues, “La vida es una cosa que pasa, mientras estamos haciendo otra cosa”.
Paula despierta, despierta Paula!!

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