Sexualidad y Genero

Transcripción

Sexualidad y Genero
Sexualidad y género
Módulo 4
MÓDULO 4 • Sexualidad y género
Sexualidad y Genero
Competencias:
La y el adolescente:
• Desarrolla una actitud crítica frente a los géneros como una construcción social aprendida por hombres y mujeres.
• Reconoce el potencial de desarrollo de hombres y mujeres.
• Reconoce la importancia de desarrollar el aprendizaje de la sexualidad en el marco de la equidad
Pre-requisito:
Módulo 4 - ¿Cómo se forma nuestra sexualidad en la adolescencia?
Ámbito:
Escolarizado (formal y alternativo)
No escolarizado
Eje temático
Contenidos
a. ¿Qué es género?
• La categoría de género
• La construcción social de género
• Elementos sociales que intervienen en la construcción del género
• Sexualidad y género
b. El género en la vida cotidiana
• La mujer y el trabajo
• Los operadores/as de educación para la sexualidad y el género
• No al uso de un lenguaje sexista
c. Las nuevas masculinidades
• Entendiendo este nuevo concepto
• Reinvindicaciones de las nuevas masculinidades
Indicadores de logro:
• Identifica las diferencias entre sexo, género y sexualidad.
• Reconoce las posturas más comunes con las que los hombres y mujeres se identifican.
• Reconoce frases comunes de lenguaje sexista en su entorno.
• Analiza el concepto y las implicaciones de las masculinidades.
• Respeta la participación de su compañera o compañero en roles no tradicionales.
• Cuenta con una valoración respetuosa hacia el rol de la mujer en la familia.
Carga horaria mínima:
6 horas
Sugerencias para Soporte Didáctico y Pedagógico:
Espejo
Ganas o pierdes
Sugerencia de instrumentos de evaluación:
A partir de los contenidos individualmente se pide desarrollar 3 ejemplos sobre los 3 primeros indicadores.
a. ¿QUÉ ES GÉNERO?
• La categoría de género
• La construcción social de género
• Elementos sociales que intervienen en la construcción del género
• Sexualidad y género
La categoría de género.
La irrupción del género es relativamente nueva, a pesar de que cada vez es más frecuente oir, resulta todavía confuso para
muchas personas. Es necesario aclarar el concepto, ya que en nuestro idioma tiene varias acepciones y se presta a confusión. En los últimos veinte años el término “género” ha sido usado frecuentemente por el movimiento de mujeres, investigadores/as e incluso políticos/as, y uno de los problemas del concepto es que se ha utilizado como sinónimo
de “mujeres”. En ocasiones, cuando se habla de políticas estatales que tienen que ver con incluir a las mujeres se hace
referencia a “perspectiva de género”; sin embargo, la expresión es mucho más amplia, no solamente se refiere a las mujeres sino también a los hombres.
Es conveniente diferenciar sexo de género. El concepto de sexo durante mucho tiempo consideró a las características biológicas (del hombre o la mujer) como el relativo al comportamiento masculino o femenino. Hoy se entiende el término
“sexo” como referente de los componentes biológicos de mujer u hombre, que todo individuo tiene al nacer, y “género”
como los aspectos psicológicos, sociales y culturales que cada sociedad asigna para la feminidad y la masculinidad.
Como lo señala la Organización Panamericana de la Salud (2000) “el sexo se refiere al conjunto de características biológicas que definen el espectro de los seres humanos como hembras y machos”.
El concepto de género tiene una historia reciente; ha sido gracias a algunos estudios pioneros de la antropología y la sexología que se comprendió mejor la acción que ejerce la sociedad en el comportamiento y la vida de los seres humanos. Por ejemplo, las investigaciones comparativas entre adolescentes de las Islas de los Mares del Sur y de Estados
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Unidos que realizó la antropóloga Margaret Mead a mediados del siglo XX, revelaron que es la sociedad la que enseña
a sus miembros a comportarse como hombres y mujeres y que este comportamiento cambia de acuerdo con la época y el
lugar en que se vive.
pectiva de género, que puede definirse como la inclusión en todos los ámbitos de la vida (por ejemplo, los académicos,
los políticos, los religiosos, etc.) de una visión que toma en cuenta las características específicas que tiene el género y
cómo éste se expresa en la sociedad y en la historia. Esta óptica permite proponer opciones de equidad en las relaciones
entre los géneros. Sin embargo, mucho de lo que se ha dicho sobre la categoría de género carece de líneas de acción o
propuestas organizativas basadas en la comunidad; es decir, no se pasa automáticamente de la reflexión a la acción.
El género no es algo natural, no nacemos con él. El género es una característica socialmente construida; esto quiere decir
que la acción de la sociedad es definitiva para el aprendizaje y desarrollo de las personas.
La construcción social del género
Las definiciones del concepto de género varían de acuerdo con las diferentes ciencias y corrientes teóricas que las acuñan;
no obstante, todas están de acuerdo en que el género se construye socialmente a partir del nacimiento del individuo, a u nque algunos investigadores/as plantean que el género se inicia desde el desarrollo prenatal. La división genérica incluye elementos psicológicos, sociales y culturales que cambian según las épocas y lugares, lo que le da una gran mutabilidad.
Durante los últimos años el concepto de género ha avanzado al grado de convertirse en una herramienta teórica de análisis social; así por ejemplo, ha servido para que las estadísticas se presenten segregando los datos por sexo, lo que antes
no se realizaba. También ha permitido observar cómo el lenguaje aparentemente inclusivo de hombres y mujeres (al decir
“los hombres”) en realidad excluye a éstas. Es, por lo tanto, un concepto que permite explicar las diferencias y desigualdades entre las mujeres y los hombres.
Este nuevo concepto se ha nutrido de ciencias como la sexología, la psicología y la antropología, aunque también el movimiento de liberación de las mujeres (feminismo) ha sido fundamental para buscar la explicación sobre las diferencias entre
los géneros al lograr sacar a la luz pública un problema social que en la época de los años sesenta hizo crisis: la subordinación de las mujeres.
El concepto de género es un concepto complejo que se relaciona con otros conceptos y por ello se dice que es relacional;
esto quiere decir que para el análisis social se tienen que tomar en cuenta factores como la clase social, la etnia, o el grupo
de edad, p a ra obtener una idea aproximadamente integral de la conformación de un individuo y de sus relaciones sociales.
Como ejemplo de cómo se relacionan el género y la clase social, las primeras investigaciones, realizadas en 1972 por Ann
Oakley (1972), registraron que los niños y niñas de la clase obrera americana aprendían antes los papeles de género que las
niñas de clase media. También su estudio señaló que la clase obrera tenía concepciones sobre el género más rígidas y estereotipadas que la clase media, que permitían mayor libertad a las mujeres para acoplarse a sus papeles de género.
En todas las sociedades existen instituciones y mecanismos a través de los cuales se trasmite la cultura (Riquer, 2000).
Este proceso de socialización abarca muchos elementos como son el lenguaje, la cosmovisión, las reglas morales, las religiones y el género, por mencionar algunos de ellos.
Las relaciones de género son determinantes en la vida de los individuos, y es por ello que se plantea que son “un componente esencial en la trama sociocultural de una sociedad. Desde una edad muy temprana se socializa a los niños y las
niñas para que adopten los ideales concretos de la masculinidad y la feminidad” (Anderson et al., 2002).
Desde el momento del nacimiento en que inicia un proceso de socialización, a todos los seres humanos se les asigna uno
u otro género. Esta asignación genérica es realizada por el/la médico/a, la/el partera/o o la familia a través de la observación de los órganos sexuales externos. Así, a partir de una característica biológica se define una característica cultural que
afectará a la persona durante el resto de la vida, ya que a partir de ahí comienza un trato diferencial y a través de éste el
aprendizaje de género. Se puede decir que el género es la primera asignación en la vida que determina muchos otros
aspectos de la existencia de los individuos, como son la identidad genérica, los papeles de género, la orientación hacia el
trabajo y otras más.
El conocimiento acerca del origen de las desigualdades no garantiza que se lleven a cabo acciones para evitarlas. Para
entender realmente cómo se originan y qué efecto tienen sobre la vida de los individuos se utiliza la denominada pers-
Como se ha mencionado con anterioridad la familia es para los seres humanos la primera fuente de aprendizaje, de modo
que una vez que se ha dado la asignación genérica, el trato de la familia con el recién nacido tomará características
propias para el género asignado. Estas características corresponden a las pautas que la sociedad ha marcado para el
comportamiento de hombre o mujer, y se las llama roles o papeles de género, aunque también se las conoce como papeles o roles sexuales; así, por ejemplo, en la mayor parte de las sociedades occidentales, si la recién nacida es niña se le
pondrá ropita de color rosa y se le hablará con dulzura; la bebé será cargada con suavidad y le corresponderá un nombre
catalogado como femenino. En cambio si es hombre usará ropa de color azul, se le hablará en un tono más categórico,
se mencionará que es fuerte y su nombre será masculino. En estas sociedades se caracteriza generalmente a las mujeres
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como personas débiles, dependientes y pasivas, en tanto que algunas de las particularidades asignadas a los hombres son
la fortaleza, la agresividad y la actividad.
Un ejemplo es la división del trabajo entre la madre y el padre; si el padre comparte o no el cuidado de los hijos o realiza algunas tareas del hogar; si la madre se dedica exclusivamente al trabajo de la casa o si trabaja afuera y además realiza ella sola cuando regresa el trabajo doméstico. Las responsabilidades que se dan a los hijos también son importantes;
si las hijas sirven la mesa a sus hermanos hombres, si sólo ellas ayudan con el trabajo doméstico o si éste es repartido
entre todos los miembros de la familia en forma equitativa.
Ambos bebés, niño y niña, aprenderán también la valoración desigual que la sociedad confiere a los géneros: lo masculino altamente valorado y lo femenino devaluado. Incluso esta diferencia de valor, como muchas otras asociadas al género, quedarán registradas como algo natural y exclusivo de la diferencia sexual y casi nunca reconocidas como una construcción social.
Las formas en que son transmitidos los valores de género son tanto conscientes como inconscientes. El lenguaje, las acciones de la vida cotidiana, la ropa, el trabajo, las relaciones familiares, les dan a las niñas y los niños los elementos para comportarse de acuerdo con el género asignado y para elaborar su autoimagen. Si la valoración que se da
a los géneros es desigual, en el caso de ser mujer se crece también con una autoimagen devaluada.
El género se construye a través de los juegos, los cuentos infantiles y los juguetes, así como de todo aquello que rodea a
los pequeños. El análisis de cuentos infantiles deja ver que en muchas de las historias clásicas los personajes femeninos que son el estereotipo de la bondad, son pasivos y sin iniciativa evidente, en cambio los personajes masculinos son
activos, agresivos y propositivos; además de que a las mujeres se les plantea el matrimonio como el objetivo final en la
vida. Así tenemos, por ejemplo, los conocidos cuentos de Blanca Nieves, La Cenicienta y La Bella Durmiente, donde los
personajes centrales son mujeres jóvenes que se encuentran en problemas, pero finalmente todas son rescatadas por
un “príncipe” que decide casarse con ellas y resuelve todos los conflictos de éstas. No casualmente, los tres cuentos terminan con la conocida frase “se casaron y fueron felices para siempre”. En este sentido, es notable el esfuerzo que se
está realizando en muchos países, incluyendo los latinoamericanos, para modificar la literatura infantil con el objeto de
incidir y transformar las relaciones desiguales de género.
Elementos sociales que intervienen en la construcción del género
Las libertades que tienen unos y otras para salir con amigos o fiestas es otro punto de desigualdad; se considera que los hombres sólo por el hecho de serlo deben tener más libertad para salir y aprender así su papel en el mundo, de igual forma que el
lugar de las mujeres es la casa ya que afuera corren peligro. En algunos sectores de la población hasta la alimentación es diferente para hombres y mujeres; las madres e hijas llegan a tener grados de desnutrición mayores pues la “mejor comida” es
cedida a los hombres, bajo el argumento de que la necesitan “porque ellos trabajan” o “serán el pilar de una familia”.
Otro aspecto importante se da en la toma de decisiones en el interior de la familia; si las decisiones importantes que afectan a todos los/as miembros/as de la familia son tomadas sólo por el padre o si éstas son discutidas y analizadas por
ambos, el padre y la madre, tomando en cuenta a los demás miembros de la familia.
La escuela
La escuela es otra de las instituciones a través de las cuales se forma y se consolida el aprendizaje del género; tanto los
conocimientos que se adquieren en las aulas como en la interacción entre la profesora y el profesor, con los/as alumnos/as y éstos entre sí, llevan el sello social del género. Esta transmisión de conocimientos se da en muchos casos de
forma no planeada, inconsciente; podemos encontrarlos de manera implícita en los juegos y rondas de los preescolares, en las actividades propuestas por los libros de texto, en los comentarios de maestros y de maestras, en las
labores asignadas a niños y niñas. Se llega al extremo de que objetos escolares como los lápices, los estuches, los cuadernos etc., sean catalogados como de niña o de niño de acuerdo con sus ilustraciones, formas y colores.
Durante toda la niñez y la adolescencia la familia tendrá un papel preponderante en la enseñanza del género, aunque no
sólo a través de las observaciones y el trato directo con los familiares; también las niñas y los niños por su parte aprenden
a través de la observación de las relaciones de género que desarrollan los adultos entre sí. Estas relaciones pueden ser más
o menos equitativas y se expresan en diferentes formas de la vida cotidiana ante la presencia de los/as pequeños/as.
En estudios realizados en Europa y Estados Unidos y otros, más escasos, en América Latina, se ha comprobado que los/las
docentes tratan de manera diferencial a chicos y chicas; en general los profesores o profesoras prefieren a las “niñas
modelo” porque son más pasivas, obedientes, tranquilas y no generan problemas en el salón de clases. Esto hace que las
alumnas que tienen dicho comportamiento obtengan mejores calificaciones; no obstante, a largo plazo es más perjudicial
ya que las chicas ponen mayor atención en agradar a su maestra o maestro y obtener buenas calificaciones que en adquirir conocimientos, lo que se vuelve secundario. De igual manera, a quienes no son tan estudiosas, pero tienen actitudes
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La familia
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sensatas y tranquilas, el profesional docente las sigue apreciando. De estas actitudes las muchachas sacan en conclusión
que el éxito no es primordial en la vida y que el fracaso en este caso en la escuela no lleva al rechazo.
En el caso de los hombres, los/as maestros/as tienen más expectativas y les brindan mayor apoyo; a los muchachos brillantes los prefieren por sobre todos los alumnos; en cambio aquellos que tienen bajo rendimiento son considerados en
el más bajo nivel.
Como ejemplos de algunos de estos hallazgos tenemos que maestros y maestras de educación básica tratan de manera
diferente a niños y a niñas. Dentro de esta diferencia puede destacarse que las maestras, en concreto, prestan más atención a los niños que a las niñas; disciplinan de manera distinta a unos y a otras, y en la interacción con el grupo ponen
en juego estereotipos de género referidos a las características tanto intelectuales como emocionales de cada sexo.
Profesoras y profesores, se siguen refiriendo al grupo con el término genérico de “niños” (Riquer, 2000).
Los medios masivos de comunicación
Los medios masivos de comunicación tienen un papel preponderante en la transmisión y conformación de valores de género, principalmente la televisión, que a través de su mayor impacto y alcance contribuye a mantener la división
de género, ya que un porcentaje muy alto de la población tiene acceso a ella. Es bien sabido que desde edades muy tempranas los y las niños/as son asiduos/as espectadores/as.
La programación que se transmite por la televisión, desde los comerciales, las películas, los dibujos animados, las telenovelas, los concursos en general, etc., llevan el mensaje de la sociedad para mantener y fomentar los papeles de género.
También la prensa escrita y sobre todo las revistas tienen una gran importancia en la transmisión del género; existen para todas las edades, para hombres, mujeres, para jóvenes, incluso para niños y niñas; también las hay para los diversos sectores sociales y algunas son leídas por mujeres de diferentes estratos sociales y edades como las fotonovelas y las
novelas rosas; algunas dan consejos de cómo conquistar al sexo opuesto, consejos de belleza para las mujeres y chismes
de los artistas de moda. A través de estos consejos las jóvenes moldean su identidad de género, se identifican con los
artistas de moda y tratan de cumplir con el estereotipo que manejan estas revistas. También hay una gran variedad de
revistas específicas para los hombres, entre las que se encuentran las de físico- culturismo, política, deportes, autos y
las pornográficas.
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Sexualidad y género. Distinciones, articulaciones e interacciones entre sexualidad y género
La sexualidad y el género son dos construcciones sociales íntimamente relacionadas, que en muchas ocasiones se han
confundido una con otra a causa de su parentesco tan cercano. Sin embargo, cada una tiene su campo y su dinámica propia, así como sus políticas particulares.
La sexualidad y el género tienen un mismo origen: el cuerpo sexuado de los seres humanos; es a partir de éste que la
sociedad levanta las construcciones sociales que le son características a cada una. El campo de la sexualidad se refiere a
la manera en que la cultura marca las pautas para vivir los deseos y los placeres eróticos, mientras que el área del género el modo de vivir como hombre o mujer. La influencia que ejercen la una en el otro es fundamental; el deseo y el placer erótico cambian dependiendo de si se vive como hombre o como mujer.
Ni la sexualidad ni el género son los mismos siempre; esto quiere decir que las prácticas que la sociedad construye son
históricamente determinadas, o sea que cambian a través del tiempo, del espacio o de la cultura. El ser hombre o mujer
en Bolivia, Perú o México puede ser radicalmente diferente a serlo en países como Irán, Irak o Arabia Saudita, o en la
Edad Media o en África, o en la época prehistórica.
Tanto la sexualidad como el género son estructuras que pueden ser transformadas; a pesar de estar reglamentadas por
el Estado y la sociedad en todas las épocas y en todas las partes del planeta, los seres humanos han promovido y luchado para lograr cambios en las conductas y en las políticas de sexo o género; estas políticas son la expresión en la sociedad de la reglamentación hecha por el Estado de la sexualidad y el género. Un ejemplo muy difundido es el caso del cambio en la ley que prohibía a los homosexuales ingresar en el ejército estadounidense; allí la ley fue cambiada y hoy se tolera su ingreso aunque hay muchos sectores del ejército y de la población que aún se oponen.
Otro de los aspectos donde la sexualidad y el género se entrecruzan es en las políticas sexuales, que se desarrollan y aplican de manera diferencial y jerárquica de acuerdo con el género, como es el caso de muchas sociedades patriarcales que
controlan la sexualidad femenina o que permiten dos morales sexuales, una para cada género. Como en muchas de nuestras sociedades latinoamericanas donde se impulsa a los hombres a iniciarse sexualmente en forma temprana y a tener
gran número de parejas sexuales que aseguren su experiencia, mientras que a las mujeres se les pide o se las condiciona
para que conserven su virginidad hasta el matrimonio; aunque esto es cada día menos tomado en cuenta por las mujeres jóvenes. Con estos ejemplos podemos observar cómo a través de la sexualidad y el género se establecen dos formas
distintas de opresión hacia las mujeres.
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• El género, no obstante, abarca otros aspectos de la vida como son el trabajo, la vida cotidiana, la política, entre
otros. A continuación se están las principales diferencias entre sexualidad y género:
Todavía es muy común la idea de que el hombre debe ser el proveedor del hogar, la autoridad, el tomador de decisiones,
en tanto que las mujeres por el contrario deben ser protegidas y sostenidas económicamente por los hombres.
• El género es un término cultural que alude a la clasificación social entre masculino y femenino.
Con respecto a la educación, sabemos que es un derecho que puede ser ejercido por hombres y mujeres por igual; no obstante, en este aspecto se han encontrado un sinnúmero de desigualdades. Algunas de ellas se originan en el interior de
las familias al impulsar a los hombres a continuar estudios superiores, mientras que a las mujeres se las estimula a estudiar carreras cortas, como el comercio o la enfermería, ya que se parte de considerar que es inútil pagar carreras universitarias que las jóvenes una vez casadas no ejercerán. Esta es una de las razones por las cuales las estadísticas generales
de ingreso de mujeres a la educación superior son todavía mucho menores que el ingreso de los hombres.
• El sexo se refiere a las diferencias biológicas entre varón y hembra: las visibles de los órganos genitales y las relativas a la procreación.
• El género es la categoría donde se agrupan todos los aspectos psicológicos, sociales y culturales de la feminidad y
la masculinidad.
• La sexualidad se refiere a la manera en que la cultura marca las pautas para vivir los deseos y placeres eróticos.
La inequidad de género también se expresa en la vida sexual de los individuos; el machismo es un claro ejemplo ya que
los hombres, para reforzar su sexualidad masculina, someten a las mujeres y algunos llegan a la violencia física. Por otro
lado, las mujeres tradicionales suelen tener actitudes pasivas, porque socialmente es mal visto que ellas tomen iniciativas.
Como hemos visto son muchos los aspectos en los que la sexualidad y el género se entrelazan y llevan la desigualdad
hasta los rincones más íntimos y privados de la vida cotidiana. Es aquí donde la toma de conciencia representa una parte
del camino hacia el cambio, ya que a través de ésta podemos comenzar a transformar nuestras conductas. Es muy importante en el análisis de las conductas, las actitudes, lo permitido y lo prohibido, lo valorado y lo negado en la búsqueda del
placer sexual, no olvidar el contexto social.
b. EL GÉNERO EN LA VIDA COTIDIANA
• La mujer y el trabajo
• Los operadores/as de educación para la sexualidad y el género
• No al uso de un lenguaje sexista
Sin embargo, el género al igual que la sociedad no son estáticos; en los últimos diez años se han presentado cambios
como se demuestra en algunos estudios recientes sobre cómo los hombres viven su masculinidad, hay una mayor conciencia de la necesidad de justicia y equidad para las mujeres, así como el acceso a los recursos, la erradicación de la violencia de género y la transformación del aparato legal que permita contar con leyes realmente equitativas.
La mujer y el trabajo
El ingreso de las mujeres a la fuerza laboral ha ido aumentando en el transcurso de los años; aunque todavía no alcanza
las mismas proporciones que la de los hombres.
La fuerza laboral femenina tiene características especiales, como la de no mantener permanencia en el empleo. Esto se
debe al ciclo de vida de las mujeres; como en esta sociedad son ellas las que se encargan del cuidado de los y las hijos/as,
muchas mujeres se separan del empleo durante los primeros años de vida de sus hijos/as y después regresan al trabajo.
Otro factor que influye es la necesidad de las mujeres de contar con horarios más cortos o comprimidos para tener tiempo de atender las múltiples necesidades de su familia.
Vivimos en una sociedad donde la división de los géneros es muy notoria, ya que los papeles o roles de género se encuentran claramente diferenciados. Podemos encontrar diariamente múltiples expresiones de esta división y de su desigualdad;
los contrastes se muestran en todos los ámbitos de la vida.
En Latinoamérica es común que las mujeres realicen la llamada “doble jornada”, que consiste en realizar el trabajo
doméstico además del trabajo remunerado fuera del hogar, donde las tareas domésticas no son consideradas como trabajo. Por supuesto que las cosas no siempre han sido así; es bajo el capitalismo que las actividades productivas y del hogar
se encuentran separadas, a causa del tipo de organización que impone la industria moderna. Esta separación produjo la
idea de que las mujeres deben estar en la casa. Pero como el tipo de trabajo que se realiza en un hogar no recibe ninguna remuneración ni produce valores económicos monetarios visibles, aunque el trabajo sea útil y necesario se ve devaluado. De manera que es muy común que cuando se le pregunta a una ama de casa si trabaja, la respuesta sea no.
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Los empleos también están divididos por género. Las mujeres ocupan empleos que son una extensión de su trabajo en el
hogar, así las tenemos presente en su mayoría en el llamado sector de servicios, como: secretarias, meseras, enfermeras,
maestras de preescolar y primaria, limpieza, etc. Lo mismo sucede con las carreras universitarias consideradas “femeninas”, como pedagogía, filosofía, psicología, etc., las que en efecto, son mayoritariamente cursadas por mujeres.
Esta es una de las razones por las cuales al ir subiendo en el nivel educativo más mujeres que hombres quedan fuera del
sistema escolar. Esto se recrudece en las áreas rurales, urbano marginales e indígenas en donde las familias privilegian el
acceso escolar de los varones.
Las mujeres aceptan trabajos con horarios cortos y de menor salario. A causa de que son ellas las que realizan el cuidado de niños pequeños y/o enfermos, los trámites urgentes, etc., se ven obligadas con frecuencia a faltar a su trabajo.
Además, su sueldo se ve sólo como complementario. Tales problemas han llevado a que las mujeres tengan fama de no
tomar en serio el trabajo remunerado, de poner a la familia en primer lugar y de percibir a su propio salario como un complemento secundario en el ingreso familiar. Además, estos son los argumentos que muchos patrones utilizan para contratar preferentemente a hombres y explotar bajo condiciones inferiores de trabajo a las mujeres.
Los operadores de educación para la sexualidad y el género
Alguna vez nos hemos preguntado:
• ¿Por qué durante los recesos es común ver a los niños hombres jugando a la pelota e y a las niñas sólo charlando?
• ¿Por qué más niños que niñas ingresan a la educación media aun cuando las niñas obtienen mejores calificaciones
en la escuela primaria?
• ¿Por qué hay más competencias y equipos deportivos para los hombres que para las mujeres?
• ¿Por qué las niñas colaboran más cuando se trata de hacer actividades de limpieza ?
• ¿Por qué casi siempre las niñas son más dedicadas y los niños más inquietos?
• ¿Por qué en la escuela, en las clases de educación física se separa a las niñas de los niños?
• ¿Por qué aún hay escuelas que no permiten que las niñas usen pantalones?
América Latina sigue siendo una región en donde persisten patrones culturales que se relacionan con el cómo la familia
asigna los recursos económicos para la educación; en este punto todavía existen iniquidades de género, por ejemplo los
niños hombres cuentan con más apoyo familiar para estudiar y superarse, mientras que se considera inútil invertir en la
educación de las niñas porque se tiende a creer que tarde o temprano tendrán que abandonar la escuela, ya sea porque
se tienen que integrar a las labores del hogar, sustituir a la madre en la crianza de sus hermanos o incorporarse al trabajo productivo para ayudar en el sostenimiento del hogar.
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La discriminación dentro y fuera del aula hacia las mujeres sigue siendo una realidad, aunque generalmente no se tiene conciencia de cómo ocurre, algunos docentes siguen transmitiendo los valores aprendidos en casa y confirmados por la sociedad.
Sin embargo, hay varios elementos del quehacer educativo en los que interviene la visión que del género tienen el sistema escolar y los docentes mismos. Entre ellos se encuentran el currículo y los métodos y materiales incluyendo los libros de texto.
También debe tomarse en cuenta la infraestructura de la escuela y de las aulas para que respondan a las necesidades
tanto de las niñas como de los niños.
.
El potencial transformador de los profesionales de la educación es fundamental para lograr cambios hacia la justicia y la
equidad de género; una de las materias más importantes dentro de la currícula educativa es la del lenguaje, el castellano
en nuestro caso, ya que su importancia radica en que está íntimamente ligado al pensamiento, reflejando la cultura, los
prejuicios y la forma de ver el mundo de cada individuo.
Como bien se sabe, en español el género masculino incluye al femenino: decimos nosotros cuando en el grupo hay hombres y mujeres; y nosotras cuando sólo hay mujeres. La palabra hombre se usa como genérico en expresiones como “el
hombre es un ser racional” (Ávila, 1993).
.
Pero el lenguaje es una materia viva que cambia a lo largo de los años, por ello es importante comenzar a cambiar el
genérico “hombre” por el de “humanidad” o “seres humanos”, o también se puede usar “hombres y mujeres”; esta propuesta no es solamente por el aspecto formal sino por el impacto que tiene sobre el pensamiento del individuo. Muchos
psicólogos ya han señalado la importancia del acto de “nombrar” y de “tener un nombre propio” para que el individuo
pueda obtener independencia, seguridad y a la vez sentirse incluido en la sociedad.
Al final de este módulo se encuentran algunas recomendaciones para el uso no sexista del lenguaje. Al respecto, los investigadores educativos Dorr y Sierra (1998), proponen las siguientes medidas concretas:
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Sexualidad y género
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Recomendaciones para un uso no sexista en el lenguaje
USO NO SEXISTA DEL LENGUAJE
SUGERENCIAS PARA EVITAR EL SEXISMO EN LA EDUCACION
LA UTILIZACION DE SUSTANTIVOS “HOMBRE” Y “HOMBRES”
CON UN SENTIDO UNIVERSAL O GENERICO
ACCIONES CONCRETAS
1. Promover para ambos grupos la formación de talleres de revisión de la prácti-
Forma sexista
ca educativa escolar y familiar; talleres de recuperación de la historia personal de
género; talleres de aclaración de los valores realmente femeninos y masculinos,
Forma no sexista
El hombre
Los hombre y las mujeres, la humanidad,
los seres humanos
2. “Descubrir y corregir desigualdades en las políticas y las prácticas de contrata-
Los niños
Las niñas y los niños
ción, sueldos, permisos por maternidad y por paternidad, elaborar criterios explí-
Los derechos del hombre
Los derechos humanos, los derechos de las personas
El cuerpo del hombre
El cuerpo humano
La inteligencia del hombre
La inteligencia humana
El trabajo del hombre
El trabajo de hombres y mujeres, el trabajo humano
La evolución del hombre
La evolución de la especia humana
es de la perspectiva de género.
El hombre de la calle
La gente de la calle
5. Apoyar a las personas que están interesadas en promover la cultura de género y
La presencia del hombre
La presencia del humano
permitir con apertura los cuestionamientos que ayuden a desempeñar en los planes
A la medida del hombre
A la medida de la humanidad o del ser humano
en contraste con los seudo valores.
citos de valoración de evaluación de la docencia y de las tareas de investigación.
3. Promover la participación de los hombres como maestros en todos los niveles
escolares, lo que supone mejorar la valoración social y económica del maestro de
primaria.
4. Elaborar textos no androcéntricos y presionar para una revisión de los textos
de estudio, en los programas curriculares, en los ámbitos de trabajo para los futuros y las futuras profesionistas, las reglas invisibles que continúan perpetuando una
educación rígida, conformista y que inmoviliza el crecimiento de las personas”.
CUANDO SE UTILIZA A LOS HOMBRES COMO GRUPO PRINCIPAL Y SE AÑADE
A LAS MUJERES COMO GRUPO DEPENDIETE O DE PROPIEDAD DE LOS HOMBRES
Los nómadas se trasladaban con sus enseres, mujeres, ancianos y niños de un lugar
a otro
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Los grupos nómadas se trasladaban con sus enseres de un lugar a otro
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EL USO MASCULINO PLURAL PARA AMBOS GENEROS
Forma sexista
Forma no sexista
Los niños
Los niños y las niñas
Los jóvenes
La juventud, las y los jóvenes
Los ancianos
Los ancianos y las ancianas
Los alumnos
Los alumnos y las alumnas, el alumnado
EL USO DE “SEÑOR” O “SEÑORA”, INDEPENDIENTEMENTE DEL ESTADO CIVIL
Asistió el Sr. Jiménez acompañado
de la señora Andrade y la señorita Suárez
Asistieron las señoras Andrade y Suárez
y el señor Jiménez
Sra. Adela Crespo Gutiérrez de Pérez
o Sra. Adela de Pérez
Sra. Adela Crespo Gutiérrez
Sr. Jorge Díaz y Sra.
Sra. Martha González y Sr. Jorge Díaz
Sr. Díaz y Sra.
Sra. González y Sr. Díaz o matrimonio
González-Díaz
EL USO DEL MASCULINO PARA PROFESOINES Y OFICIOS
Elsa Pérez, medico o secretario
Elsa Pérez, médica o secretaria
Jefe de Estado, director de
orquesta, embajador, gobernador, alcalde
Jefa de Estado, directora de orquesta,
embajadora, gobernadora, alcaldesa
Las limpiadoras
El personal de limpieza
Los médicos y las enfermeras
Los médicos y las médicas, los enfermeros
y las enfermeras
Ingeniero de minas
Ingeniera de minas
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c. LAS NUEVAS MASCULINIDADES
• Entendiendo este nuevo concepto
• Reinvindicaciones de las nuevas masculinidades
Como hemos mencionado anteriormente, la categoría de género es relacional y actualmente no puede entenderse sin un
breve análisis de lo que les ocurre a los hombres en nuestras sociedades.
Como lo señala el Informe sobre la Población Mundial del UNFPA ( 2000):
“La desigualdad de género menoscaba la plenitud individual de las personas y frena el desarrollo de los países y la evolución de las sociedades, en detrimento tanto de las mujeres como de los hombres.”
Según lo discutido en las secciones anteriores parecería que las actuales relaciones entre los géneros oprimen sólo a las
mujeres; sin embargo, algunos datos nos muestran que los hombres padecen algunos problemas que podríamos suponer
asociados a su rol de género. Así, en los países desarrollados y en muchos en desarrollo la expectativa de vida de los varones es inferior a la de las mujeres, en algunos casos hasta en ocho años. Wilson Osorio (2000), caracteriza las circunstancias desfavorables que los varones enfrentan, de la siguiente manera:
“Son también los varones los que ocupan, con mayor frecuencia, puestos de trabajo en las cárceles, los hospitales, el ejército, los manicomios, los cementerios y otros puestos similares. A la silla eléctrica van en mayor cantidad, sufren mayor
número de accidentes, chocan más veces los carros, padecen condenas judiciales más largas, son los que asisten, casi
exclusivamente, a las guerras y sufren más episodios de todo tipo de violencia como víctimas o como protagonistas
agresores (...) En números redondos, y aunque se argumente a veces lo contrario, el mayor número de infectados con SIDA
son varones. La edad de jubilación siempre ha sido más alta para los hombres. Para los varones hay menor cantidad de
programas asistenciales, hay menor insistencia en campañas de educación para la salud y el autocuidado. Hay menor
consideración, afecto, solidaridad y ternura. Y le sobran las exigencias por doquier.”
Este conjunto de “riesgos de Género” puede estar asociado a la necesidad cultural de actuar siempre como seres
omnipotentes, agresivos e intrépidos. De cierta época a la fecha algunos grupos de varones en diferentes países han adoptado una actitud reflexiva y se han planteado un nuevo modelo de masculinidad que rompa con los roles tradicionalmente establecidos.
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Sexualidad y género
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Módulo 4
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Un integrante de la sociedad sexológica española Al Garaia (2002), señala que “Es importante reflexionar acerca de cómo
esta estructura social y cultural en la que vivimos hombres y mujeres nos está afectando a unos y a otras, tanto en la vivencia de los niveles o espacios privados de la vida como en los espacios públicos de la misma. En caso contrario, estaríamos
contando una historia incompleta y, por lo tanto, injusta. Es hora de que los hombres hablemos y denunciemos también cómo
esta estructura de poder que nos impregna nos está oprimiendo como colectivo de hombres y nos está dificultando, cuando
no impidiendo, la posibilidad de conseguir una vivencia plena de la vida, al igual que a nuestras compañeras mujeres.”
REIVINDICACIONES DE LAS NUEVAS MASCULINIDADES
LO QUE TODO HOMBRE PUEDE APRENDER
• Hay que aprender a liberarse del peso del poder.
• Decir “no sé” o “no soy capaz”, es un acto liberador.
Si los hombres obtienen grandes ganancias de la posición de poder que actualmente ocupan, cabe preguntarse ¿Qué ventajas o ganancias obtendrían con los nuevos parámetros de masculinidad? Destacamos las siguientes:
1. No tener que ocultar las emociones y sentimientos bajo la falsa premisa de ser un “hombre de verdad”.
2. Participar activamente en la crianza de los hijos e hijas.
• No tenemos que hacernos cargo de todo en la calle y en la casa.
• No tenemos que dar protección y seguridad todas las veces.
• Hay que defender el derecho a ser inútiles, débiles y cobardes.
• La ternura y el cariño no están reñidos con la hombría
• Hay que aprender otras formas de ser padre, hijo, esposo, compañero y amante.
• Hay que descargarse del rol total de proveedor.
3. No tener que demostrar constantemente que se es el mejor, incluso al poner en peligro la propia integridad física y psicológica.
• Hay que aprender a admitir los miedos.
• No tenemos por qué convivir con el síndrome de “héroes”.
4. Construir un modelo de relación familiar y social no basado en el ejercicio del poder, sino en el compartir dicho poder.
5. Aceptación por parte del mundo masculino de lo diferente.
• Hay que incorporarle a nuestros comportamientos cierta dosis de las características que se han estereotipado como “femeninas”.
• Se puede pasar mucho tiempo en la casa y realizando asuntos propios de lo que
se considera “trabajo doméstico”.
• Es posible tocarse más el cuerpo entre hombres y luchar contra el fantasma de
la homofobia.
• No hay por qué estar dando pruebas de hombría constantemente.
• El “siempre listos” de los scouts no tiene por qué ser la divisa rotunda de los
encuentros y escarceos con las mujeres.
• En las emergencias y los desastres, los hombres también deben ser socorridos
junto con las mujeres, los ancianos y los niños.
Tomado de: Flexibilización masculina, conferencia dictada por J. Wilson Osorio en el Grupo Biogénesis, 2000.
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