oracion servicio - Apostolado de la Oración
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oracion servicio - Apostolado de la Oración
ORACION y SERVICIO WITWER KUBICKI RIVERA CARRERA FITZSIMONS TAGGI Abril - Junio 2006 N.2 Los comentarios en español a las intenciones del Apostolado de la Oración se encuentran cada mes en internet en: http ://www.adp.it/ ORACION y SERVICIO Abril - Junia 2006 N.2 DIRECCION GENERAL DEL APOSTOLADO DE LA ORACION BORGO S. SPIRITO, 4 - CP 6139 - 00195 ROMA - PRATI (IT ALlA) Los comentarios en español a las intenciones del Apostolado de la Oración se encuentran cada mes en internet en: http://www.adp.it/ PRESENTACION Dentro del marco de la celebración del "Año jubilar de San Ignacio, San Francisco Javier y el Beato Pedro Fabro" el primer artículo de este número de ORACION y SERVICIO fue preparado por el Padre Anton Witwer, SJ. (ampliamente conocido por nuestros lectores) para la reunión anual de los Secretarios Europeos del Apostolado de la Oración, tenida en Roma al fin de Septiembre de 2005. El Padre Witwer estudia "l a relación entre el Apostolado de la Oración y los Ejercicios Espirituales de San Ignacio". No se trata solamente de que el AO haya nacido en Vals dentro del ámbito de una casa de formación jesuítica y de que su fundador, el Padre Francisco Javier Gautrelet, SJ., le infundiera la espiritualidad ignaciana, sino sobretodo del hecho de que el AO y su difusión hayan sido encomendados por los Papas a la Compañia de Jesús. Eso significa que no sólo nos debemos preguntar sobre la unlOn histórica entre el AO y los Ejercicios Espirituales de San Ignacio sino también sobre cómo ha de ser la relación entre ellos para que puedan conservar su fuerza espiritual, enriqueciéndose y fortaleciéndose recíprocamente, así como cuál ha de ser su aporte para que toda acción apostólica pueda vivificarse con ellos. Porque cada acción rea lmente "apostólica" nos vuelve más "apóstoles" y consolida nuestra vocación cristiana, de modo que la vocación realmente vivida comporta una dedicación que continuamente nos pone frente a la pregunta: "Señor, qué quieres que haga"? La segunda parte de este número contiene varios artículos de interés en las actuales circunstancias de la Iglesia y del mundo . - 67 - "Algunas reflexiones sobre una peregrinacIOn con el Sagrado Corazón a la Jornada Mundial de la Juventud" narra las vivencias de los jóvenes norteamericanos del MEJ, presentadas por el P. James Kubicki , S.J ., Secretario Nacional del AO en los Estados Unidos . Es un álbum de recuerdos que recoge los testimonios de cómo vivieron los jóvenes participantes los diversos momentos de su peregrinación por algunos santuarios europeos y cuyo punto central fue la reunión de Colonia en Agosto de 2005. Son textos muy emocionantes por la sinceridad y la frescura con que los jóvenes testimonian sus reaCCIOnes a los acontecimientos de esa peregrinacIOn en la que fueron profundizando su encuentro con Dios y con los demás. A través de sus vivencias se transparenta la acción misteriosa de Dios que les va mostrando su amor y cómo ellos, movidos por el amor de Dios, van respondiendo para cambiar sus vidas. En el año de la Eucaristía que culminó hace poco en Roma con el Sínodo de los Obispos, es interesante la carta del Cardenal Norberto Rivera Carrera, Arzobispo Primado de Méjico, por el cordial aprecio hacia la revista "El Mensajero del Corazón de Jesús" y porque subraya la estrecha vi nculación de todos los elementos de la Espiritualidad del Apostolado de la Oración con la Eucaristía. El P. James Fitzsimons, S.J., Secretario nacional del AO en Sudáfrica, ofrece desde Johannesburg su visión de la espiritualidad del Corazón de Cristo, enfatizando que no consiste en una mera piedad sentimental. Por el contrario, es un camino muy sólido para la vida cristiana, profundamente cimentado en las verdades de la Encarnación, la Redención y la Eucaristía, que nos lleva al descubrimiento del amor de Dios a través de la realidad del corazón, como lo entiende la Biblia, que desemboca en la profundidad del misterio del amor que cada una de las Personas de la Trinidad nos profesa y que nos impulsa a responder a la invitación para vivir la nueva vida que nos ofrece el Corazón de Dios. - 68 - Finalmente, el P. Massimo Taggi, S.J., Secretario nacional del AO de Italia, cierra este número con un escrito sobre la misión que desempeñaron en la Iglesia San Claudio la Colombiere y Santa Margarita María Alacoque. Es una conferencia tenida en la ciudad italiana de Livomo que describe la relación de amistad y apoyo que providencialmente encontró la Santa, que vivía encerrada dentro de su monasterio de clausura, en San Claudio la Colombiere, el sacerdote que la supo escuchar y le ayudó a realizar el encargo que el Corazón de Jesús le confiaba, en un momento y en unas circunstancias especialmente difíciles a todos los niveles de la sociedad francesa del siglo xvrn. El próximo número de ORACION y SERVICIO estará dedicado a los comentarios de las Intenciones del Santo Padre Benedicto XVI para el Apostolado de la Oración durante el año 2007. - 69 - - 71 - LA RELACION ENTRE APOSTOLADO DE LA ORACION y LOS EJERCICIOS ESPIRITUALES DE SAN IGNACIO Anton Witwer, S.]. El problema de la relación entre el Apostolado de la Oración y los Ejercicios Espirituales de Ignacio, indudablemente, puede ser examinado de modos muy distintos entre sí y, por lo tanto, los resultados pueden resultar igualmente diferentes. El mero análisis de los textos y la búsqueda de analogías y diferencias desvelará y pondrá de relieve algo muy di stante de un ensayo sobre la teología que dio sostén y forma a los Ejercicios o al Apostolado de la Oración . El examen de la evolución histórica del Apostolado de la Oración ilumina otro aspecto de los Ejercicios, acerca de sus posibles consecuencias prácticas. Hay además que tener en consideración que 10 que nos invita, por así decir, a interrogarnos sobre la influencia de la espiritualidad ignaciana en el nacimiento del APOR no es solamente el hecho que un jesuita, el Padre Franc;:ois Xavier Gautrelet, haya dado vida al Apostolado de la Oración, sino el hecho de que el Apostolado de la Oración y su difusión le hayan sido confiados a la Compañía de Jesús. Eso significa que no sólo nos debemos preguntar sobre la uruon histórica entre el Apostolado de la Oración, (APOR) y los Ejercicios de Ignacio (EE), sino también sobre cómo ha de ser su relación para que puedan mantener su fuerza espiritual , emiqueciéndose y fortaleciéndose recíprocamente, así como sobre el aporte para que el apostolado de la Compañia adquiera nueva energía de ellos. Ya que cada "acción" realmente "apostólica" nos vuelve más "apóstoles" y consolida nuestra vocación: toda vocación realmente experimentada también comporta dedicación y nos pone frente a la pregunta: "¿Señor, qué quieres que haga?" . - 73 - Por tanto, así como el problema de la identidad del hombre en su esencia no puede ser solucionado de modo satisfactorio ni con una ilustración anatómica ni con un análisis sociológico o una caracterización psicológica, sino únicamente con una visión lo más amplia posible y total, para nuestra cuestión vale la misma cosa. Tanto los EE como el APOR deben ser considerados en su totalidad ya que sólo así aparecen también como algo "vivo" que se vuelve fundamentalmente reconocible en su esencia, pero que no se puede definir nunca completamente a causa de los cambios propios de todo ser vivo. Intentar una definición similar, al final, sería fatal porque inmovilizaríamos la fuerza espiritual que se aloja en los EE y en el APOR; al hacerlo así, trataríamos y describiríamos cuanto hay en ellos de vivo solamente como "algo históricamente pasado" y por lo tanto, en sustancia, como algo que ahora está "sin vida." Estas observaciones introductorias me parecen importantes para aclarar que en estas reflexiones sobre la relación entre el APOR y los EE, me interesa el acercamiento y la perspectiva espiritual. Esta impostación se basa ciertamente sobre hechos históricos, sobre el análisis de los textos y las relativas reflexiones teológicas, pero no se queda a ese nivel sino que se interroga, más allá, sobre sus ligazones y sobre su sentido espiritual, ayer, hoy y mañana. No quiero con eso deslucir o negar elementos evidentes de la relación entre el APOR y los EE, realzados con razón por otros autores (por ejemplo Ochagavía, Juan, E l AO y la Espi ritu alidad Ignaciana actual: Oración y servicio 1985 , 359-380), incluso quisiera poner en seguida de relieve algunos aspectos que me parecen no sólo importantes y dignos de nota para una reflexión teórica de la relación entre el APOR y los EE sino también para su comprensión profunda como una cosa "espiritualmente viva." - 74- Rasgos característicos de los Ej ercicios Espirituales de Ignacio El libro de los Ejercicios es, por una parte, el fruto de las experiencias espirituales de Ignacio a lo largo de su peregrinaje y, por otra, el intento de compartirlas con otros, íntimamente abiertos a experiencias espirituales parecidas, a través de los ejercicios contenidos en él para ayudarlos a ordenar la pr.opia vida hacia Dios a través de ellos (cf. EE 21. Un intento similar de Ignacio es evidente ya en el discurso con los compañeros de casa en Loyola (eL Autobiografía 11 )). Pero entonces, cuáles son las experiencias espirituales de Ignacio y cuáles sus convIccIones fundamentales reflejadas en el libro de los Ejercicios? Ignacio, en primer lugar, toma gradual e intensamente conciencia de un hecho que ha determinado su vida desde el principio: el "magis" como una tensión hacia el "cada vez más" (Perceptible tal vez en su "deseo desenfrenado y vano de alcanzar la fama Este "magis" es en sustancia el deseo que Dios ha . instilado en cada ser humano de no conformarse pasivamente con lo que se ha alcanzado, sino de querer continuamente "más"; es la dinámica que hace de la vida del hombre algo auténticamente "vivo." (Autobiografía 1). Esta aspiración, sin embargo, no está solamente detrás de cada honesta fatiga espiritual, sino que nos concierne igualmente también en los más diversos comportamientos egoístas del hombre. La meditación de las Dos Banderas es sin duda la mejor descripción de las direcciones opuestas a las que puede llevar el "cada vez más" : hacia el creciente afán de riqueza, honor y soberbia independencia que esclaviza al hombre, o hacia la disponibilidad de una mayor pobreza, a la mortificación y al humilde servicio (el'. EE 142 Y 146). A pesar de la citada ambivalencia tenemos que ver esta "aspiración a algo más", dentro de la complejidad de la vida, como una gracia de la que el hombre tiene que ser consciente, para no - 75 - dejarse conducir a ciegas por ella, sino, al revés, para saberla orientar hacia lo que conduce realmente a la "plenitud" de la vida. En efecto, este anhelo puede ser calmado por un estilo de vida exterior, o por la incapacidad de manejar los propios límites y las propias debilidades, de modo que el hombre cae en la resignación, se hace pasivo y en sustancia "no vive" verdaderamente (cf. el enfermo en la piscina de Betsaida, al que Jesús debió despertar el entusias mo (Jn 5,5-7)). Después de la herida en Pamplona, Ignacio no se resignó, sino que esta aspiración sigui ó viva en él y lo hizo capaz de distinguir lo diferentes que eran las direcciones en las que esta ambición era capaz de conducirlo, ya fu ese al servicio de un a señora, o a la intención de superar a los santos en sus esfuerzos (cf. Autobiografía 6-7) . La diversidad de espíritus (cf. Autobiografía 8), aprendida mediante la observación personal, hizo que reconociera claramente la importancia del objetivo y lo llevó a encauzar su deseo con mayor resolución y más conscientemente, como lo expresa en el Principio y Fundamento de los EE. En el caso de las experiencias comprendió que la aspiración al "más" lleva una dirección equivocada en la medida en que no es conducida por el objetivo y por la intención del "omnia ad maiorem Dei gloriam". Esta convicción fundamental se muestra como un hilo conductor a lo largo de los EE (cf. EE. 16, 152, 167, 17, 180, 185, 189,240, 339), que sirven precisamente para ayudar al hombre a ordenar la propia vida a este respecto (cf. supra EE. 1,2 1 Y 189). "El hombre es creado para alabar, hacer reverencia y servir a Dios nuestro Señor" y por tanto tenemos que solamente desear y elegir "lo que nos ayuda para el fin que somos creados" (EE. 23). Así el Principio y Fundamento, en su formulación, se inicia ciertamente con el hombre y sin embargo no en clave antropocéntrica! Al contrario, Dios se vuelve muy claramente el centro del cual el hombre, en cuanto criatura, depende profundamente y al que tiene que responder, en libertad, con su vida. Por este motivo también está - 76 - en el centro de interés la "vocación " recibida de parte de Dios. Eso significa que un más profundo reconocimiento del significado del "objetivo" y la íntima determinación consiguiente de desarrollar todo a mayor gloria de Dios, hicieron a Ignacio cada vez más sensible a su vocación y a que la reconociera cada vez más claramente dentro de si . De modo parecido a los Apóstoles, también Ignacio, al comienzo, fue fuertemente tentado de llevar a la práctica con sus propias fuerzas lo que consideró su "vocación" y, contando consigo mismo, combatir lo que reconocía como sus debilidades . Igual que Pedro quiso dar la propia vida, Ignacio en Montserrat estuvo dispuesto no sólo a regalar los vestidos a un mendigo, sino hasta decidido a dar incondicionalmente la propia vida a Dios (cf Lc 22,33 y Autobiografía 18). Entonces Ignacio constató ser un "pecador", un hombre que las más de las veces estaba en "estado imperfecto"; estaba en su intimidad todavía relativamente lejos de reconocer su profunda necesidad de redención y de la fundamental dependenci a del amor redentor de Dios. Las experiencias de Manresa, dónde después de un período de inicial tranquilidad (El se encontraba "en una condición de armonía interior", aunque no reconociese bien "la problemática de la vida interior del espíritu" (cf. interior tuvo que luchar (cf. Autobiografía 22) cada vez más con los escrúpulos y donde fue asaltado por pensamientos suicidas ("Tentaciones de lanzarse ... a través de una gran apertura" (cf. Autobiografía 24)), lo llevaron a un profundo conocimiento de sí, de los propios límites y de sus culpas y, por tanto, también a la comprensión de su necesidad de redención. Lo hicieron abierto a "recibir" el amor de Dios. De aquel hombre que quiso librarse por sí solo, mediante las propias fatigas espirituales, nació un hombre que pedía ayuda a Dios, que "recibía con gratitud" la gracia de Dios y se reconocía liberado por su misericordia ("Ayúdame, Señor; ... muéstrame dónde, Señor, puedo encontrarla (ayuda)" (cf. Autobiografía 25)) y que así estaba interiormente libre para la verdadera dedicación a Dios. Autobiografía 20)) - 77 - Hasta este momento los esfuerzos de Ignacio quedaron como actos sustancialmente arbitrarios, pero desde entonces su vida se convirtió, cada vez más, en una respuesta a la voluntad de Dios: se transformó en "ofrecim iento " vivo, que se expresa en la determinación de ponerse totalmente a disposición de Dios, sin condiciones, como su instrumento; y sobre estas bases también se dejó sucesivamente conducir y amaestrar realmente por Dios (cf. Autobiografía 27: Dios se comportaba con él "... como un maestro en la clase trata a un Esta dedicación, que como la comprensión de su necesidad de redención hizo de él un hombre Íntimamente abierto a Dios, que recibe todo de El, lo preparó al regalo de la gracia que Dios quiso prodigarle. No bloqueado más por el pensamiento de poder hacerlo todo con las propias fuerzas, gracias a la práctica de la abnegación y a la fe profunda en Dios, Ignacio fue capaz de entender más a fondo los secretos de la fe y de sentir el amor de Dios (cf. Autobiografía 28-30: niño"). todo le aparece bajo un a nueva luz y "le parecía haberse transformado en otro hombre y que su intelecto fuese diverso del an terior" (Autobiografía 30)). Ignacio aprendió por este camino a reconocer lo que es fundamental para cada vocación cristiana, o mejor en qué consiste esencialmente : es, de parte del hombre, un ofrecimiento incondicional a Dios de modo que éste pueda disponer completamente de él y conducirlo. ¡La vocación personal y la oblación personal dependen estrechamente la una de la otra y en el fondo no se pueden separar, sin embargo la vocación queda como "fundamento" y de hecho se distingue por la oblación! La vocación es la llamada de Dios a las personas para abandonar todo, como los Apóstoles, y para quedar a su disposición; por tanto, la verdadera respuesta del hombre debe ser la total disponibilidad de la abnegación. Cuánto interesa a Ignacio profundizar y vivir esta abnegación resulta claro no solamente en los textos clave y en las plegarias de ofrecimiento (cf. EE 91-98, 155, 164-168,230-237 (234: "Tomad, Señor ... ")) , sino también es como la base que atraviesa los Ejercicios: morir a sí mismo para vivir completamente en Jesucristo y colaborar en la construcción y cumplimiento del reino de Dios. - 78 - Ciertamente ya la lectura que hizo Ignacio en Loyola de la "Vida de Jesús " reforzó su unión con Cristo; aunque solamente gracias a las visiones de Manresa Jesucristo revistió la importancia central evidente en los EE y en sus otros escritos. La meditación sobre la Encamación empapa los EE y la vida siguiente de Ignacio: "pedir conocimiento íntimo del Señor, que por mí se ha hecho hombre, para que más 10 ame y 10 siga" (EE 104; cf. Flp 3, 10). En Jesucristo le fue posible vivir el amor de la Trinidad y por eso la frase "el camino, la verdad y la vida" se volvió verdadero ejemplo de vida para Ignacio: el "camino" que debió seguir y recorrer con la máxima fe, la "verdad" en la que cada discernimiento espiritual tiene su fundamento y sobre la que todo va medido, y la "vida" porque sólo lleno de confianza en ella llega a su verdadera vida y en el "morir a sí mismo" recibe la vida. El "camino" del seguimiento de Jesús significa, por lo tanto, para Ignacio no sólo una relación o una actitud experimentada interiormente, sino más bien su manifestación en los constantes esfuerzos encaminados a recorrer 10 mejor posible el cami no de Jesús, también externamente. El hondo deseo que lo animó queda testimoniado en su viaje a Tierra Santa, pero sobre todo en las repetidas súplicas de ser unido al Señor que lleva la cruz (cf. Autobiografía 96) y de parecerse cada vez más a El. Recorrer juntos el carnina de Jesús comporta, tanto en los EE como fuera de ellos, el esfuerzo de la mayor entrega y del mayor amor; ¡comporta, en el sentido de la Contemplación de la llamada del Rey eterno, vestir "la librea" (el vestido del servidor) de Cristo! ¡Por su esfuerzo de seguir a Jesús el Cristo y de volverse lo más parecido a El, Ignacio se transformó cada vez más en un buscador ! Esta búsqueda no se puede restringir al tiempo de una determinada elección sino que dura hasta al final de la vida, porque hablando de "misión" no se trata sólo de una determinada esfera de competencia o un modo de vivir, sino que se trata de una respuesta concreta, que se ha de dar en la vida de cada día. - 79- El seguimiento tiene siempre delante la pregunta: "¿A qué me llama Cristo?" "¿Qué quiere de mi?" Por lo tanto, contiene necesariamente la búsqueda de la voluntad de Dios. La búsqueda de esta "verdad en fa misma vida" puede, como Ignacio demuestra, comenzar sensatamente como "elección", allí donde se reconozca intensamente a Jesucristo como la verdad (cf. EE 163: la materi a de la elección comienza con la contemplació n del "bautismo de Jesús", en el momento en el su calidad dependerá de lo vivo que esté el deseo del hombre de dejarse determinar y plasmar por su "verdad" (cf. las tres maneras de humi ldad (EE 164-168), pero también el significado de la tercera semana de los EE). El discernimiento espiritual no depende, pues, del esfuerzo honesto, de la agudeza intelectu al y de la sensibilidad hacia los movimientos del Espíritu, sino, sobre todo, de la efectiva abertura interior respecto de la voluntad de Dios. que comienza la "misión de Jesús" que debe ser el criterio de aquella), y En la Contemplación de la Encarnación, Ignacio abre los horizontes de la misión de Jesús y con eso también los de la misión del hombre : colaborar a la liberación de la humanidad . Como María también el ejercitante tiene que estar listo a decir: "Hágase en mi según tu voluntad" y a ponerse a disposición de Dios como "instrumento de liberación" . "Vocación" y "misión" son, en esta caracteri zación general, prácticamente idénticas y, del mismo modo, son válidas para todos. La búsqueda de la "misión personal" en la contempl ación de la vida pública de Jesús, y por tanto la cuestión de la voluntad de Dios para la vida limitada y débil en una situación concreta, conduce al reconocimiento gradu al de la propia "vocación personal". Es decir, mediante el reconocimiento de la propia misión se concreta la modalidad con la que se ti ene que realizar la "respuesta" pedida a la persona, o bien la forma en la que tiene que VIVir su vocación . Cuando, en el di scernimi ento, la mirada a la misión de Jesús hasta el ofrecimiento de su vida sobre la cruz se pierde, o pasa en segunda línea, la pregunta sobre la vocación personal se transfOlma - 80 - fáci lmente en una "búsqueda" de sí mismo, en la búsqueda de la autorrealización y del propio bienestar, como también fue evidente en el camino de los Apóstoles, que se opusieron sobre todo interiormente al dolor y a las exhortaciones al servicio del siervo . Como los Apóstoles, el hombre, sin embargo, sólo puede encontrar con la ayuda de Dios su "verdadera vocación" si reconoce la "verdad" de su vida, su permanente necesidad de ayuda, así como el don y el amor constante de Dios y se deja continuamente estimular y convertir por la voluntad de Dios. Con las reglas para el discernimiento de espíritus, Ignacio subraya que no es ni fácil ni obvio, sino que requiere el esfuerzo del hombre CEE 3 13-336 cf. también los consejos para la elección. EE 189: "Piense cada uno que tanto se aprovec hará en Con la contemplación sobre las Dos Banderas y los Tres Modos de Humildad indica que una buena elección depende del rechazo de las tentaciones y de la opción por la bandera de Cristo y, por lo tanto, de la profundidad de la anhelada y querida semejanza con el Señor (cf. todas cosas espirituales, cuanto sa liere de su propio amo r, querer e interés") . EE 136-147 Y 164- 168). Cuando el hombre en obediencia a la palabra de Jesús trata de seguir su "camino" como su discípulo, no sólo reconocerá la verdad, que lo vuelve libre (cf. In 8,3 1-32), sino que además pertenecerá a la verdadera "vida". En la medida en que el hombre llega a esta verdadera vida tiene la experiencia del amor infinito de Jesucristo y por eso es liberado del falso miedo y preocupación de sí mismo . La íntima experiencia del amor depende tanto del reconocimiento de lo que Jesucristo ha hecho por nosotros como de la comprensión del propio estado de necesidad; o bien el dolor por los propios pecados es decisivo para vivir la oferta de Jesús como amor de un modo más profundo (cf. EE 193: "Pedir lo que quiero" : dolor, sentimi ento y confusión, porque por mis pecados va el Señor a la pasión). En el camino del seguimiento, Ignacio fue cada vez más moldeado por Jesús y así también encontró con su ayuda la "misión" y su vocación personal. El voto de Montmartre, la decisión de los - 81 - compañeros de hacerse ordenar sacerdotes y por fin la imposibilidad de un viaje a Tierra Santa llevaron gradualmente a la aclaración de esta misión: ponerse a disposición del Papa para ser enviado por él. Desde el punto de vista espiritual, para Ignacio y también para sus compañeros, acabó así la segunda semana de los EE con la elección acerca del estado de vida y la vocación personal concreta . y justo aquí, dónde el camino de la elección ha llegado a su término, comienza para Ignacio una nueva etapa que corresponde a la de la tercera semana de los EE. La muerte y la resurrección de Jesús fueron obviamente ya desde el principio objeto de sus meditaciones. La tercera y cuarta semanas pertenecen ya desde el período de París a la estructura de los EE y ahora reciben un sentido ulterior propio, respecto de la continuación del camino espiritual de Ignacio y para la comprensión de los EE. Su oración de preparación para encuentra su cumplimiento en la visión de 96), explica el argumento de la tercera anonadamiento y la confirmación de reconocidas en la elección. En la tercera profundizada y renovada "entrega" a Dios! la primera Misa, que La Storta (cf. Autobiografía semana de los EE: el la vocación personal semana se habla de la Cuando la "elección" no pasa por esta "entrega de vida purificadora" acompañando al crucificado, fácilmente acaba en la fuga, en el desaliento y en la preocupación de sí mismo. Quien quiere ser o convertirse en discípulo de Jesús no puede dejar de ver que la "mies es abundante y pocos los trabajadores" y desde el punto de vista de la "misión" tiene que volver la mirada cada vez más a la actitud fundamental de la "vocación" y profundizar en su misma entrega: renegar de sí mismo, tomar la cruz sobre sí y seguir a Jesús (cf. Mt 9,37 y 16,24). Para Ignacio el carruno de Jesús hacia Jerusalén fue el camino hacia Roma: no sabe lo que le espera y está dispuesto al - 82- martirio. Ignacio sólo está seguro de una cosa, "que en Roma Dios será misericordioso con ellos " y así se encomienda a su amor. Gracias a la experiencia de La Storta experimentó aún más a fondo la importancia que revisten el dolor y la muerte de Jesús para la vocación: el hombre puede purificarla y reforzarla en la medida en que trata de profundizar el ofrecimiento de su misma vida. Esta respuesta de vida depende de un modo determinante, como Ignacio bien sabe, de la profundidad de la comprensión del dolor de Cristo por los propios pecados (cf. EE 197: "Considerar que E l padece lodo esto por mis pecado s, etc.; y qu é puedo hacer yo y padecer ahora por El"). La respuesta humana, sin embargo, queda débil e insegura ; mirándose a sí mismo, el hombre no es nunca capaz de vivir realmente la vocación como un a entrega incondicional de sí mismo. La cuarta semana de los EE representa la experiencia consoladora de la duradera vecindad de Dios y de la condescendencia del resucitado hacia nuestra humana debilidad. Como demuestran las resistencias y las reservas sobre su elección para Padre General (cf. "Electio Sancti rgnatii de Loiola in Praepositum Societatis Iesu eiusque et sociorum professio ad Sancti Pauli" : Fontes narrativi r (MHSr 66) 15-22), Ignacio fue consciente de su propia inadecuación y tuvo que combatir con ella. ¡El "consuelo" de que habla Ignacio (cf. EE 224: "Considerar la función de consolador que Cristo , nuestro Señor, ejercita ... "), que nos llega del Señor resucitado, da al hombre una nueva tranquilidad y la Íntima confianza de tener la facultad y de ser capaz, con la ayuda de Dios, de recorrer el camino de su vocación a pesar de la inadecuación experimentada! En cuanto pecador llamado por Dios él, como los Apóstoles, es invitado de nuevo por Jesucristo a devolver este "consuelo" accesible y experimentable a otras personas mediante la propia vida y las propias obras. La experiencia de la propia inadecuación ha dado a entender a Ignacio que vocación y misión no le pertenecen, sino que - 83 - únicamente permanecen vivas en él en la medida en que intenta vivirlas del mejor modo, a pesar de los límites humanos, y de alimentarse así del amor de Dios. Como en el "Principio y Fundamento" al principio de los EE, también al final con la "Contemplación para alcanzar el amor" (cf. EE 230-237), Ignacio aclara de nuevo de qué se habla en los EE y, en el fondo , en toda vida espiritual : de la experiencia del am.or de Dios y de la "respuesta de la vida" a ese amor, como oferta, para ser para los demás instrumento del amor de Dios y mediante la propia vida "alabar, honrar y servir a Dios." La relación con Jesucristo, constantemente profundizada, ha cambiado y desarrollado también en Ignacio su concepción de la Iglesia. Al principio vivió la Iglesia sobre todo como una institución de la que tenía necesidad y a cuya obediencia (cf. Autobiografía 47 , su reacción a las acusaciones e interrogatorios (cf. Autobiografía 59-70)) se sentía obligado, y sucesivamente "corresponsable" y a cuyo servicio se quiso poner junto a sus compañeros (Querían ponerse a di sposición del Vicario de Cristo para que los pusiese allí donde juzgase que lo requería la mayor gloria Reconoció cada vez más profundamente en la Iglesia a "la verdadera Esposa de Cristo" y la veneró en calidad de "madre" (cf. EE 353) en quien encontraba y servía al Señor. de Dios y el bien de las almas (Autobiografía 85)) . Ignacio, que ya enseguida, después de su conversJOn, localizó su misión en el amaestramiento y consolidación de las personas en su fe , cada vez más claramente la entendió como una misión en la Iglesia y a su servicio. Este espíritu eclesial que vivió concretamente no sólo cambió su relación interior con los sacramentos, sino que hizo más profunda su relación con María, madre de Jesús, y con los Santos. La comprensión de su vocaClOn al sacerdocio está intensamente influenciada por su relación con la eucari stía. Esto no sólo es evidente por el hecho de que se propuso "esperar todavía un - 84- año para la fiesta de la primera Misa para poderse preparar a ella" (Autobiografía 96; cL tambi én Autobiografía 95), sino que trasluce especialmente en su diario espiritual: su vida espiritual, la oración, los trabajos y los discernimientos espirituales tuvieron su centro en la celebración eucarística que se volvió el manantial del consuelo y la iluminación espiritual (cf. además del diario espiritual , sobre todo la Autobiografía 100- 10 1). La celebración eucarística es para Ignacio, sustancialmente, la fuente espiritual en la que encuentra el modo de encaminarse a la contemplación para alcanzar amor. En la eucaristía pide de modo parti cul ar la gracia de poder vivir realmente su vocación y su misión. Mientras reconoce la propia necesidad, no solamente pide ayuda a Dios, sino que se encomienda sobre todo a la intercesión de Nuestra Señora, "que pueda unirlo a su hijo" , un a oración que le fue atendida en la visión de La Storta y todavía permanece actual (Autobiografía 96; numerosas pruebas de la fe en la intercesión de María y de otos El deseo espiritual de parecerse lo más posible al Señor que lleva la cruz, es ligado estrechamente por Ignacio al misterio de la eucaristía en el que, contemplando el amor del crucificado, se ofrece todo al Padre y ruega por su propia alma . Santos se encuentran en el diario espiritual (cf. DE 17 [1 8 de febrero de 1544]) . El espíritu eclesial de Ignacio se refleja en las reglas para el "Sentire cum Ecclesia" CEE 352-370). El hecho de que estas reglas estén al final del libro de los ejercicios y que sólo fueran insertadas por Ignacio en Roma (cf. Exercitia Spiritualia (=MHSI 100) 33) , no disminuye en ningún modo la relevancia para la comprensión y la ejecución de los EE. Estas reglas representan una "codificación" de la posición respecto de la Iglesia, que deberían manar de los EE y de una vida vivida según el seguimiento de Jesús. Pero la actitud interior expresada en ellas también es, en cierta medida, una afirmación por la que los EE pueden ser realmente fructuosos. Como el "Principio y Fundamento", el espíritu eclesial es igualmente un presupuesto inenunciable para los EE y constituye - 85 - una orientación determinante de ellos: ser testigo e instrumento del amor de Cristo a su Iglesia. El espíritu eclesial de Ignacio no es determinado solamente por una profunda sensibilidad por el presente y por la obra de Dios en la Iglesia, sino también por el deseo absoluto de dejarse conducir en todo por Dios. El espíritu eclesial de Ignacio es auténtica expresión de un ofrecimiento y una vocación vivida genuinamente. El "dejarse guiar" por la Iglesia real, significa también un "morir a sí mismo" para vivir real y completamente en Dios, al servicio de los demás deseando y eligiendo "lo que más nos acerca al objetivo para el que somos creados." El nacimiento del APOR del espíritu de los EE Al padre espiritual del Escolasticado de Vals, Padre Gautrelet, no le interesó en primer lugar la fundación de un nuevo movimiento o institución, sino sencillamente el ahondamiento y la realización de la vocación de sus jóvenes hermanos (cf. Henry Ramiere, L'Apostolat de la Priere. Ligue du Coeur de Jésus (septieme éd ition) XXVII). Plasmado por el espíritu de los EE, el mismo Padre Gautrelet trató de profundizar ulteriormente con ellos en lo que los había plasmado en sus EE y por cuyo motivo se habían decidido a formar parte de la Compañia de Jesús. Dicho de otra manera, el determinante punto de partida para el nacimiento del APOR fue sustancialmente la cuestión de cómo "vivir" la vocación personal y, por lo tanto, de cómo llevar a la práctica la "respuesta a Dios". Toda verdadera respuesta tiene dos presupuestos esenciales: de una parte una fe profunda y por lo tanto también una relación vivida y, de la otra parte, un objetivo por el que merezca la pena dar la propia vida. La entrega de Jesús en la cruz se basa de la misma manera en la amorosa obediencia al Padre y en su amor redentor por nosotros pecadores, que valemos para El el precio de su vida. Nuestra humana abnegación en el seguimiento de Jesús presupone - 86 - este doble amor: el amor a Dios y el amor a los demás. Sólo en la medida en que estos dos tipos de amor vivan en nosotros, la misma abnegación se convertirá en señal y expresión de amor. Con referencia al primer presupuesto ya citado de la respuesta, es fácilmente comprensible que el Padre Gautrelet viese claramente el gran sentido de la oración para una vida según la vocación y por eso incansablemente exhortaba a los Escolares: sólo a través de constantes esfuerzos por el ahondamiento en la relación con Jesucristo y por la comprensión de su amor se puede ser capaz y estar dispuesto a poner la vida cada vez más a su servicio. ¡Sin oración no es posible ni el ofrecimiento ni la vida en la vocación! El segundo presupuesto dirigía obligatoriamente la mirada a la misión en cuanto objeto de la entrega. La pregunta que se deriva de ello es: "¿Dónde y cómo debe ser llevada a la práctica la entrega?" o, dicho de otro modo, la cuestión de la misión fue lo que lo impulsó, en contraste con la situación de la época, a la concreta formación del APOR. Porque en el problema de la misión entraba no sólo el contexto intelectual-espiritual de los Escolares, y con ello el "mundo" en el que vivían, sino sobre todo, al final de la Contemplación de la Encarnación, estaban implicados más directamente tanto el mundo entero, hasta dónde puede llegar la misión, como las múltiples necesidades humanas. Como los Escolares estaban tentados de entender la "misión" como el cumplimiento de un encargo recibido y como un servicio exteriormente prestado a otras personas, les resultaba ciertamente fácil ver en la vida de los numerosos misioneros jesuitas la misión real, pero, al contrario, les resultaba difícil encontrarle un parecido en su propia vida. Fue tarea del Padre Gautrelet, en calidad de padre espiritual, enseñar y hacerles comprender su misión en la oración de intercesión. Así también creó el fundamento de lo que ahora distingue el APOR en su esencia: el ofrecimiento de sí mismo vivido en la oración de intercesión. - 87 - El ardor por la predicación del Evangelio de Cristo y la alegría por' la llamada vienen velozmente a no ser que el hombre pierda de vista el objeti vo de su vida y de su misión. E l Padre Gautrelet trató de reforzar este ardor y esta alegría de modo particular en aquéllos que exteriormente, como los Escolares, no podían todavía ser directamente activos en el servicio de la predicación (c f. Fran r;ois-Xavi er Gautrelet, L'Apostol at de la Priere (Lyon-Paris 1846) 104). El "magis" en ellos no se debería enfriar y el deseo de servir a la mayor gloria de Dios (cf. ib. 106) debería quedar vivo. Como aparece evidente en las argumentaciones del Padre Gautrelet sobre el APOR, indudablemente no sólo intentaba despertar en los Escolares de Vals la sensibilidad por la "dedicación a la oración por los otros", sino más bien daba la clara "tarea" de vivirla conscientemente como misión (cf. la oración por la co nversió n de los pecadores y de los no creyent es : ib. 11 5 respect. 128 f) . De esta manera les explicó como la "oración " de ofrecimiento diario se distinguía de aquella otra oración que tiene como objetivo el ahondamiento de la fe y la relación con Jesucristo. ¡No es su objetivo la búsqueda de la experiencia del amor de Dios, sino más bien la amorosa oferta de sí mismo como respuesta a un amor que ya se conoce! Con eso se aclara que la oración del ofrecimiento diario no encuentra correspondencia en la oración contemplativa de los EE, que se dirige más que nada a los misterios de la vida de Jesús, sino que expresa lo que el conjunto de los EE tiene por objetivo: "no ser sordos a su llamada", sino ponerse generosamente a disposición para colaborar con la misión de Jesús (cf. EE 91 Y 97f). La "súplica de intercesión" no se puede agotar en una exterior tarea de plegarias, más bien exige un "precio": pide al que reza estar dispuesto a "ofrecerse a sí lnismo". Esto que se orienta a la persona que en los EE está espiritualmente en camino, le será dado en el APOR, ya desde el principio, como un mandato, en la invitación a la oración del - 88 - ofrecimiento diario: ser en su vida diaria, en cuanto sea posible, una "persona para los demás", ofreciendo en oblación a Dios lo que es y lo que tiene, por los otros. Solamente con una semejante disposición interior de entrega es posible (Gautrelet subraya y repite que la buena intención actúa por sí sola; cfr. Gautrelet 105) conseguir una oración que no sólo pida algo a Dios, sino que conduzca a entregar cuanto se tiene a disposición para conseguir la petición hecha. No se trató de introducir nuevas prácticas espirituales (cf. sino más bien de orientarlas hacia un objetivo. Así no sólo las fatigas y los dolores de la vida, también fueron admitidos en el APOR los deberes de su tiempo y constituyeron algo que podía ser ofrecido a Dios. Lo nuevo no fueron las formas de la práctica espiritual sino la disposición interior y la intención con las que eran llevadas a la práctica. Gautrelet 104f), Me parece, por tanto, particularmente importante recordarlo de modo explícito, porque la espiritualidad y la orientación intelectual de la primera mitad del siglo diecinueve han plasmado tan fuertemente el aspecto exterior del APOR en su nacimiento, que se corre el riesgo de no ver la verdadera esencia y el fundamento espiritual del ofrecimiento según los EE. Para el Padre Gautrelet y para el Padre Ramiere este fundamento fue evidente yeso se ve en sus escritos, sin embargo, la abertura a todos los fieles y la formación del APOR como organización favorecieron, sin duda, la tendencia a ver cada vez más en el APOR solamente una asociación de oración, y a tener el ejercicio exterior del ofrecimiento como más importante que la disposición interior. Las indicaciones que hemos hecho no tienen en absoluto la intención de devaluar las formas de religiosidad entonces predominante (Eucaristía, devoción a María y al Corazón de Jesús) o de poner en tela de juicio la importancia fundamental que ahora tienen. Me importa sobre todo hacer una distinción neta entre el objetivo y los medios; este es el interés de citar unas formas de - 89 - ofrecimiento que no se reducirán a algo vacío e insignificante en la medida en que busquemos continuamente su contenido y lo compartamos con los demás. Sólo en la medida en que logremos tener claro el objetivo del APOR esas formas pueden ser realmente útiles. Respecto a los presupuestos para un ofrecimiento vivido, junto a la confianza en Dios, he citado como segundo un objetivo por el que merezca la pena dar la vida. Para hacer ver claramente este objetivo a los Escolares de Vals, el Padre Gautrelet les daba la "misión" , se la "ordenaba" (cf. para el signifi cado de un "mandato" semejante la misión "orat pro Ecclesia et Societate" claramente expresada en la Compañía de Jesús), les explicaba la oración de ofrecimiento diario y les enseñaba a servirse de la riqueza y de la tradición de las formas de devoción de la Iglesia, pero también les abría los ojos sobre las necesidades del mundo y de la Iglesia. Ahora ilustraremos brevemente en sus consecuencias para el APOR este último punto, que es en sustancia una actualización de la Contemplación de la Encamación. La Contemplación de la Encarnación de los EE invita a observar la situación de la humanidad y su necesidad de redención ; habla también de la compasión 'de Dios y su intervención sobre esta necesidad humana y por fin del ángel y de Nuestra Señora, que cumplen su misión (cf. EE 1101-109). Una mirada a la situación de la humanidad, sin embargo, no sólo evidencia la necesidad de los otros sino que recuerda también la propia necesidad de redención, experimentada más profundamente en la primera semana. No sorprende, pues, que fueran admitidos en la espiritualidad del APOR la penitencia y la conversión, y también la reflexión sobre la reparación, que fue parte viva de la devoción al Corazón de Jesús de aquel tiempo. Si viene a menos el sentido del pecado y de la propia necesidad de redención , el hombre verá solamente las necesidades materiales y psíquicas . Si falta la mirada a la "vida eterna" su empeño lo llevará fácilmente al activismo, pero difícilmente a la verdadera dedicación de su vida a los demás. - 90- El Padre Gautrelet recuerda así las necesidades que cada uno de nosotros tiene (cf. por ejemplo el lex to de la oración de consagración al Corazó n de Jes ús: "". malgré nos miseres et nolre indignité"." Gaulrelet 128) y subraya cómo la necesidad particular, objeto de nuestra oración, debe ser localizada en la conversión de los pecadores y los infieles ("".prier en particulier". pour la conversion des pécheurs, et" . pour la conversión des sabe lo importante que es dar tanto las indicaciones del modo más concreto posible sobre las necesidades precisas, como invitar a la oración por esas intenciones (" ".Co mme il esl infideles". " Gautrelet lI5 ); important, pour exerciter le zele et entretenir le ferveur dan s la priere, de pou voir se faire quelque idée de la grandeur et de la multitude des besoins de l'Eglise, " .nou s joi gnons ici un tableau renfermanl les principales inlenti ons qu 'on peut se proposer": Gautrelel Compartir la manifestación de las necesidades e invitar explícitamente a rogar por ellas no han perdido su importancia y para ello tiene que servi r también ahora la difusión de las intenciones del Papa. 109f; cf. la lisla relaliva anexada al libreto). Si echamos una mirada a las necesidades de redención de la humanidad, nos damos cuenta de la amplitud de la misión de Jesús y, además de la necesidad que vemos, refuerza la conciencia de la corresponsabilidad que tenemos hacia la humanidad, el mundo y la Iglesia. Esto modifica no sólo nuestra relación con los demás sino también la imagen y el concepto de Iglesia que tenemos. No es obra nuestra, es la obra de Dios con la que colaboramos; somos responsables de ella y al mismo tiempo percibimos nuestra humana impotencia; somos partos de este amor (cf. Gaulrelet I f). La fe en Dios, el reconocimiento de los propios límites y la conciencia de la corresponsabilidad encaminan al hombre a la posibilidad, que siempre tiene, de la oración; ¡eso significa que no sólo nuestras necesidades nos enseñan a rezar, sino que también lo hace el contraste con las necesidades de los otros! Una oración que se pone realmente a disposición de las necesidades de los otros no corre el peligro de transformarse en una coartada con la que descargar la responsabilidad sobre Dios. El hombre es antes invitado a buscar activamente el modo de colaborar - 91 - a la superación de la necesidad mediante el propio actuar y obrar, y eso lo conduce cada vez más a una "entrega de la vida" en la que le ofrece a Dios realmente todo, su oración y su acción. El Padre Gautrelet ha tratado de profundizar esta "búsqueda activa" de la mayor colaboración posible a la misión de Cristo, que en los EE lleva al discernimiento de la misma vocación; con'esponde al "fervor apostólico" que quiso despertar en los Escolares. Mirar a la Iglesia y a las necesidades de los otros ha llevado así, en sustancia, a que lo que gradualmente se desarrolló en el Escolasticado de Vals, desde el punto de vista espiritual, no pudiera quedar circunscrito a aquel entorno y tuviera que extenderse a todos los cristianos: todos debían encenderse en este "ardor apostólico" y vivir este "apostolado de la oración" ofreciéndole a Dios su vida entera por las muchas necesidades de la humanidad en todo el mundo y poner en acción realmente su vocación cristiana. EL APOR y su relación con los EE Comprender con precisión la relación actual entre el APOR y los EE es indudablemente aún más complicado si no miramos a sus principios, que son, como ya dije, algo "vivo" que yendo adelante se transforma y se debe transformar para no convertirse en algo "sin vida". Ambos, el APOR y los EE, tienen que cambiar necesariamente su cuadro exterior en un contexto que está en constante evolución, para poder permanecer fieles, en cierta medida, a su esencia. Esto puede ser también visto como un desafío a esforzarse continuamente por entender lo más profundamente posible su misma naturaleza. Ya que ambos, el APOR y los EE, quieren ayudar a los demás a vivir mejor su relación con Dios, deben tener en cuenta la relativa situación del hombre y, por tanto, se tienen que adecuar a ella. Respecto a los EE, Ignacio dice que deben ser aplicados según - 92- la actitud de la persona, según la edad, la instrucción o la inteligencia (cf. EE 18: "Se han de aplicar los tales ejercicios según la disposición de ° las personas que quieren hacerlos, es a saber, según que tienen edad, letras ingenio; porque no se den a quien es rudo, o de poca co mplexión, cosas que no pueda descansadamente llevar y aprovecharse con ellas. Asimismo, según que se quisieren disponer, se debe de dar a cada uno, porque más se pueda ayudar y aprovechar ... "), pero también deben ser valoradas las condiciones externas en las que los EE se desarrollarían (cf. EE 19). Eso significa que justo porque los EE, e igualmente el APOR, son un "medio de servicio" han de ser continuamente evaluados en razón de la situación de la humanidad y adaptados a ella. El cambio por el que ha pasado el APOR en el curso de su historia no debe ser visto como un alejamiento impetuoso y acrítico de sus orígenes, sino como expresión de aquel "fervor apostólico" que ya el Padre Gautrelet animaba para hacer fructuoso este "medio de servicio pastoral" del mejor modo posible. Los muchos documentos y escritos del Padre General y sus delegados sobre el APOR reflejan este esfuerzo, como también las varias tentativas del Secretario Nacional de adecuar el APOR a las condiciones regionales y a las necesidades de las personas . Semejantes fatigas han llevado también a comprender más claramente los elementos esenciales y así a transmitir lo que el APOR tiene que ser en su esencia más profunda: una ayuda para dar valor a la llamada cristiana y para vivirla mejor (cf. Estatutos: ARSI XV (1968) 206). Sin duda ha habido en el pasado, como todavía hoy, tendencias que alejan el APOR, y de modo parecido también los EE, de las intenciones originarias y por tanto alteran en parte su esencia. No se ha hecho con mala intención, más bien ha sido por un escaso conocimiento de sus elementos constitutivos. La adecuación de los EE y del APOR a las personas y a las situaciones es necesaria y el bueno éxito de tal adecuación presupone un profundo conocimiento de su esencia. Presupone el conocimiento de lo que es esencial en ellos, porque solamente así es posible modificar y adecuar "lo - 93 - modificable" y lo que "es condicionado por el tiempo y por la situación" de modo apropiado. Documentos como, por ejemplo, los Estatutos del APOR (er. ARSI xv (1968) 206-211) o la "Carta" del APOR (ef. ARSI XXIII (2004) 243246) ponen en evidencia los elementos fundamentales y tratan así de explicar la esencia del APOR. Estudiarlos y adoptarlos íntimamente es, por tanto, importante para una comprensión profunda del APOR y determinante para poder conformarlo en el justo modo con las situaciones concretas. El hecho que ambos documentos citados contienen sustancialmente los mismos elementos no implica sin embargo que les sea atribuido idéntico sentido; tampoco las diferencias son irrelevantes para los objetivos de una comprensión profunda del APOR. Algunos elementos esenciales pueden, por tanto, sufrir un cambio en su sentido a través de la adecuación a nuevas situaciones de modo que, en parte, el APOR reciba por ello una nueva orientación y una nueva caracterización. Para poder aclarar y también comprender mejor tales diferencias en la caracterización y sobre el fondo de la relación entre el APOR y los EE, es oportuno junto a los Estatutos y a la Carta del APOR insertar de nuevo brevemente también la ilustración del Padre Gautrelet. Respecto a las prácticas del APOR, no nombra en primer lugar la oración de ofrecimiento diario y la consagración al Corazón de Jesús, pero el agradecido recuerdo de la Encarnación del Señor por el anuncio del ángel, ha de realizarse tres veces al día (cf. Gautrelet 114f). Eso significa que, al final, al Padre Gautrelet le importa el ofrecimiento y el fervor en la práctica de la vocación cristiana, en cuanto ve y subraya, en primer lugar y sobre todo, la relevancia central de la experiencia del amor redentor de Dios, gracias a la cual, el ofrecimiento y la colaboración a la misión de Cristo llegan a ser posibles. La comunión, que en cuanto es posible se recibe el viernes del Corazón de Jesús por la conversión de los infieles y los - 94 - pecadores (ef. Gaulrelet 1160, es considerada por él, sin embargo, más como un acto de devoción. En los Estatutos del APOR, en los que se recoge la teología del Concilio Vaticano II, la eucaristía se pone en el centro como manantial y culmen (ef. ARSI xv (1968) 207: "... euius eenlrum es t Saerifieium Eueharistieum" y ib.: "Cum Saerifieium Eueharistieum sit fons et eulmen Y así es nombrado, directamente en el primer punto. También el Cordero sacrificial está en correlación con el ofrecirrilento diario (Los es tatutos citan aquí LG 34 (ef. ARSI xv 207)), al que luego siguen la devoción al Corazón de Jesús, la veneración de María, el Sentire cum Ecclesia y el esfuerzo de la oración. También cuando la abnegación es presentada como un mandato, aparece en primer lugar como un fruto de la eucaristía, o mejor, a través de Jesucristo que une a las personas con su vida y su rrilsión. Sin poner en tela de juicio la relevancia de la "respuesta" y de las acciones humanas , más fuertemente se resalta la gracia y la obra del Espíritu de Dios a las que la persona se abre. evange li zat ioni s ... " (ef. LG 11 )) Si bien los Estatutos, respecto de la devoción al Corazón de Jesús, hacen expresamente referencia a la expiación (ef. ARSI xv (1968) 208: "Amori Domini respondentes se ipsos IlIi eonseerant Eique pro propiis et por otro lado el texto en su conjunto, alineado decididamente al modo en que es vista la eucaristía, desplaza la atención más sobre la contemplación del amor de Cristo que sobre la fuente de la salvación (cf. ib.: "Cum autem mundi peeeatis reparationem praestant..."), Eeclesia nos doeeat amore Chrisli" et nos invitet, ut amorem , Corde Christi en primer lugar la experiencia interior de este amor puede y tiene que hacer a las personas capaces de una respuesta y exhortarlas a ofrecer la rrilsma vida por la remisión de los pecados propios y por el mundo. sy mboli zatum, tamquam fontem salutis et miserieordiae eo lamus ... "); La "Carta" del APOR corrilenza claramente con el ofrecirrilento diario e invita a verlo como un mandato y, en cuanto a la participación a la rnisión de la Iglesia, a vivirla como una rrilsión personal (ef. ARSI XXIII (2004) 243). Partiendo de esta exhortación, el - 95 - acto del ofrecirn.iento es representado en sus efectos positivos sobre las personas y sobre la vida de la Iglesia, pero también se llama la atención sobre sus diversos elementos (Corazón de Jesús, Eucaristía, Sacramento de la Penitencia, María), los cuales son importantes para que tal ofrecirn.iento tenga éxito y pueda ser ulteriormente profundizado. Con el ofrecirn.iento diario la "Carta" pone en el centro la esencia de la llamada cristiana: estar incondicionalmente a disposición de Dios mediante el ofrecirn.iento de la rn.isma vida para convertirse así en un medio de colaboración con la rn.isión de Cristo. Paralelamente a los EE, el ofrecirn.iento diario es indicado cual "Principio y Fundamento" del APOR, rn.ientras que los otros elementos asumen relevancia para consolidar el ofrecjrn.jento y deben ser empleados para que el APOR, como los EE, puedan volverse realmente un eficaz "carn.ino de santificación". La diversidad del "genus litterarium" es evidente y nos obliga a no hacer comparaciones entre los Estatutos y la "Carta", sino más bien a aprender de ambos. La referencia a la diversidad tenía sólo la intención de comprender más profundamente los elementos individuales que son esenciales para el APOR y su sentido en el proceso espiritual que el APOR, desde el Padre Gautrelet, trata de encarn.inar primeramente y profundizarlos luego en las personas. Las diferentes caracterizaciones, sin embargo, han mostrado que el APOR en sustancia tiene el rn.ismo propósito de los EE: ayudar a las personas a descubrir su vocación y a vivir su rn.isión en la Iglesia. El rn.ismo propósito comporta el hecho de que el APOR se tenga que basar en los elementos que son fundamentales también en los EE. Debemos por lo tanto ver el APOR, en sustancia, como la adaptación de los EE a las situaciones concretas de la persona y una relativa "versión abreviada" de lo más importante. EL APOR cumple con esta "simplificación" que Ignacio indica en la - 96 - decimoctava anotación de los EE y además toma muy en serio la atención que les debemos a las "personas más simples y no instruidas", para que también ellas reciban la ayuda necesaria y oportuna para su vida espiritual (ef. EE 18: "Esta manera es más propia para personas más rudas o sin letras .. ,"). El esfuerzo de exponer más detalladamente el APOR en un escrito como la "Carta", así como todo tentativo de profundizar el espíritu del APOR en cada persona, lleva a un creciente acercamiento al camino espiritual que Ignacio indicó en el libro de los EE y también pone en marcha un proceso espiritual parecido a como fue entendido por los EE. Que el APOR logre acercarse más o menos a los Ejercicios Espirituales de Ignacio, depende sobre todo de la situación intelectual-espiritual de las personas a las que se dirige y de aquel que valora sus posibilidades y sus particulares necesidades espirituales. Ya que los EE no indican un camino rígido, sino que han de entenderse en el sentido de que el "Creador" puede actuar "con la criatura" y la criatura "con el Creador y Señor" (ef. EE 15), así también los elementos fundamentales del APOR, en su significado, no son ni ilTeformables por principio ni deben ser vistos en una rígida secuencia, sino empleados de modo que logren contribuir de la mejor manera posible a una relación viva del hombre con Dios y a la dedicación resultante del ponerse al servicio de los otros y de toda la Iglesia. En conclusión, la oración de contemplación de la Vida de Jesús y la oración del ofrecimiento diario sólo son caracterizaciones de la oración que busca una vida en el Espíritu de Dios, tal como existe una sola relación vivida con Dios que comporta un recíproco dar y recibir (ef. EE 231). Así como en los EE, la contemplación del amor de Jesús y el amor de Dios experimentados al final espolean al ofrecimiento más total en el "Suscipe" (er. EE 234), igualmente el ofrecimiento vivido conduce a la comprensión de las propias - 97 - debilidades y a la necesidad de redención y, por tanto, a un nuevo tender hacia el amor de Dios. Con el "Suscipe" Ignacio despide en la cotidianidad al ejercitante que en modo particular acoge el APOR y que quiere santificarse. He aquí porque éste "Tomad, Señor" tiene que estar siempre vivo. Mirar el corazón traspasado y vivir de la eucaristía en la vida cotidiana mantienen viva la contemplación del amor de Cristo, para que este ofrecimiento verdaderamente pueda lograr "cada vez más". Como entonces los Escolares en Vals, así el APOR profundiza y devuelve vivo lo que ha crecido en los EE; pero establece al mismo tiempo el fundamento para que el hombre se transforme en aquel que, como en los EE, siente que debe buscar continuamente y vivir su vocación y su misión. EE Y APOR en sus permanentes correspondencias recíprocas ¡El APOR ha nacido del espíritu del "magis" que el Padre Gautrelet puso en marcha a su servicio ! Este "siempre más" ha suscitado el fervor apostólico que quiso encender también en los demás y que gradualmente llevó a tomar un aspecto cada vez más real en lo que fue conocido como APOR. ¡Cada verdadera renovación y ahondamiento del APOR debe por eso ser consecuencia del espíritu del "magis" y del espíritu de los EE! ¡Así el "magis" empujará indudablemente a mantener vivos en el APOR los EE en el sentido más general posible! Si una renovación no viene acompañada de esta actitud de máxima fe , respecto a la esencia de los EE, de hecho el APOR pierde su "espíritu" , es decir, pierde lo que lo conduce y lo determina en la mayor profundidad de su ser. Si el APOR no respira el espíritu de los Ejercicios, cone el riesgo de convertirse en una práctica de devoción estática y de no exhortar a las personas a vivir su "vocación" y ayudarlas en ello, - 98 - llevándolas simplemente a un actuar exterior. Los EE son considerados indudablemente una "escuela de oración", pero no tanto en el sentido de un taller para cambiar las técnicas y métodos de oración, cuanto sobre todo en el sentido de que son una ayuda para guiar una vida en diálogo con Dios: en escucha de su Palabra y en cumplimiento de su voluntad. Capacitando para este diálogo, profundizan y hacen posible vivir la propia vocación. Sólo en la medida en que el APOR trate de ser de este modo una "escuela de oración" estará en posición de dar a los creyentes la capacidad de "entrega" y de fOlmarlos como verdaderos colaboradores en la misión de Cristo. EL APOR perdería también vitalidad si sus responsables, los Secretarios Nacionales entre otros, por ejemplo se pusieran a conseguir con las intenciones de oración una determinada y personal "política de la Iglesia" o "de la sociedad", en lugar de, en el espíritu de los EE y, por 10 tanto a la luz de la contemplación de la encarnación, mirar a las necesidades de la humanidad con los ojos de Dios y hacerlas evidentes. La invitación a la oración por estas necesidades no es una invitación a una obra arbitraria, sino a participar en la obra salvífica de Dios que quiere superar las necesidades mediante la redención del hombre. Sólo así la oración puede llevar a una fe siempre mayor en la voluntad salvífica de Dios y, al mismo tiempo, a profundizar la disponibilidad de poner la propia vida sin condiciones en este servicio. El APOR pierde su vitalidad espiritual en los creyentes, en la medida en que no los ayuda realmente a ver su vocación y así a entender que ésta exige su vida entera. De hecho, un verdadero "ofrecimiento " es posible sólo como "respuesta" del amor y, por lo tanto, proviene de una vocación reconocida y amada en el ofrecimiento. Si la vocación y la vida no son vistas como la respuesta a la llamada de Dios, falta el "omnia ad maiorem Dei gloriam" y, por 10 tanto, aquel profundo amor a Dios que es el presupuesto esencial para el ofrecimiento. En tal caso la oración de - 99- ofrecimiento se transformaría cada vez más en un "actuar" exterior y en algo que el hombre no percibe como gracia, sino más bien como una ganancia personal que se siente tentado de alabar como su "mérito espiritual", de un modo parecido al del fariseo en el templo (cf. Le 18,11 ss). Aunque aquí pudiéramos poner otros ejemplos, estas pocas indicaciones podrían bastar para reconocer cuánto el APOR remite a los EE y a la continua renovaóón de su espíritu. La Compañia de Jesús tiene la responsabilidad de mantener vivo el espíritu de los EE en el APOR, para que éste permanezca vivo en su carisma original. A causa de la historia del nacimiento del APOR es indudablemente más fácil reconocer su dependencia de los EE que ver, al revés, su importancia para los EE. Esta importancia reside ante todo en la preparación de posibles ejercitantes. EL APOR puede crear un clima en el que las personas, por el esfuerzo de la práctica de la oración del ofrecimiento diario, se hacen cada vez más profundamente conscientes de su vocación cristiana y así inician la búsqueda de su vocación personal. En este sentido, el P. Ramiere considera una utilidad que el APOR pueda llevar al nacimiento y al desarrollo de vocaciones apostólicas (cf. Ran1Íere (s. An . 4 1) 243-245 : "Utilité de l'Apostol at de la Priere pour faire naltre et développer les vocation s apostoliques" (ib. 243)). Como Ignacio hablaba de la fe y de la relación con Dios para ganar las personas para los ejercicios espirituales, así también el APOR puede crear la apertura hacia los EE y despertar en las personas su deseo en la medida en que sea vivido sinceramente. Sin embargo, el APOR es importante para los EE no solo en el sentido que incrementa el número de los participantes, sino sobre todo por el desarrollo interior de los mismos. Quien ofrece cotidianamente su vida a Dios en el espíritu del APOR se vuelve interiormente más libre, (mas indiferente) y así también puede acceder a los ejercicios con mayor apertura y deseo. Pero también le - 100 - será más fácil el profundizar en la "vocación", el ahondamiento en la entrega y en el "morir" a sí mismo en la tercera semana de los EE y, probablemente, habrá en él menos miedos y resistencias respecto a la cruz. Como ya dije anteriormente, el ejercitante formado en el espíritu del APOR con la oración del ofrecimiento diario ya ha encontrado un modo experto de mantener vivo y profundizar en sí el "Suscipe" del final de los EE y en su espíritu: el APOR y los EE se hacen recíprocamente instrumentos mejores en la mano de Dios para la bendición y la salud de la Iglesia. Como Ignacio aclara en su lista de los diferentes servicios apostólicos (er. Form. lnst. 1), en el servicio a los demás y en la construcción del reino de Dios no podemos limitamos a una sola forma, sino que tenemos que utilizar más bien las muchas posibilidades de ganar las personas para Dios. Los EE y el APOR, por lo tanto, no pueden ser considemdos como dos alternativas que se excluyen mutuamente, sino que es preciso reflexionar cómo pueden sustentarse recíprocamente y completarse para ayudar del mejor modo posible a las personas en su camino hacia Dios y darles la posibilidad de vivir verdaderamente con El y de El. - 101 - - 103 - REFLEXIONES SOBRE UNA PEREGRINACION CON EL SAGRADO CORAZON A LA JORNADA MUNDIAL DE LA JUVENTUD James Kubicld, S.}. El Apostolado de la Oración de Estados Unidos y la Universidad de Marquette co-patrocinaron una "Peregrinación con el Sagrado Corazón a la Jornada Mundial de la Juventud". Jóvenes de todos los EE.UU, acompañados por ocho Jesuitas, cuatro seminaristas diocesanos y cuatro religiosas - 97 peregrinos en total hicieron la gira. Comenzaron a prepararse en febrero con la "Guía del Corazón Peregrino", escrita por Will Prospero, SJ., uno de sus dirigentes y Director del Apostolado de la Oración en la provincia de Wisconsin. El arzobispo de Milwaukee, Timothy Dolan, les celebró la Eucaristía antes de que el grupo saliera hacia París . Después de visitar la Basílica del Sagrado Corazón, viajaron a Paray-Ie-Monial y a Taizé. De aquí se desplazaron a Lorelei para participar en el programa jesuítico "Magis". El grupo americano era el responsable de la tienda de la Adoración en el campus con 3.000 personas de todo el mundo. Y, finalmente, el grupo viajó a Colonia para la Jornada Mundial de la Juventud propiamente dicha. Esperamos que al compartir las siguientes reflexiones de algunos de los peregrinos, oh'os participarán en las muchas gracias de esta peregrinación única. Es éste un signo más del deseo de Dios de que se reviva el Movimiento Eucarístico Juvenil en los Estados Unidos. *** Las palabras del arzobispo Dolan cuando celebrábamos la Misa al comienzo de nuestra peregrinación, hablaban de la verdad de la Jornada Mundial de la Juventud 2005: estábamos peregrinando - 105 - no sólo hacia un lugar sino sobre todo hacia una Persona. No puedo imaginarme otra peregrinación más centrada en el Sagrado Corazón de Jesús . Desde la Basílica del Sagrado Corazón en París, a Paray le Monial, a adorar a Cristo en Magis, a Colonia, ciertamente hemos ido a venerarlo. Nuestro culto, nuestro contacto directo con Cristo en la Eucaristía, se fue celebrando en todo el camino recorrido. *** A lo largo de estas dos semanas, ciertamente busqué al Corazón de Jesús e intenté ofrecérselo todo. Al actuar así se me concedió la gracia de superar las pequeñeces que normalmente podían molestarme y otras muchas cosas. L~ verdad profunda que se me reveló fue que no tengo que ir a un determinado lugar para ofrecer todo cada día a Jesús, sino que necesito hacer una peregrinación cada día precisamente allí donde me encuentro. Se me reveló que esto es lo que quiere decir el vivir de verdad la oración del ofrecimiento de la mañana y ser devoto del Corazón de Jesús; no es murmurar unas palabras medio dormido, cada mañana. Más bien es pedir a Jesús que me de fuerzas para vivir CADA respiro para El, CADA día, como lo hacíamos en Francia o en Alemania. La gracia que se me concedió en Colonia fue la gracia que había pedido: un conocimiento más hondo, una devoción más profunda, un amor más arraigado al Corazón de Jesús. *** Mi participación en la peregrinación del Sagrado Corazón fue una gracia entre muchas otras. Aunque no me sentía cercano a ninguno antes de iniciar la peregrinación, sí experimenté desde el principio una sensación real, tangible de solidaridad espiritual. Entre las numerosas experiencias maravillosas de reflexión, participación y oración con mis compañeros peregrinos, destacan algunas rebosantes de gracia. En primer lugar pienso en las maravillosas Horas Santas en Lorelei, en las que nuestros jesuitas americanos - 106- jugaron un papel destacado. Muy de notar fue la primera noche, cuando el número de adoradores fue creciendo desde unos pocos, sobre todo rrUembros de nuestro grupo al principio, hasta llenarse la carpa en toda su capacidad. Nunca había sentido tan intensamente la "catolicidad" de la Iglesia; parecía como si el mundo entero se hubiera concentrado con y por nuestro Señor Eucarístico . E n segundo lugar tengo presentes las gracias de la hermosa Misa que celebramos en la capilla de las apariciones de Paray-le-Monial, en donde tuvimos la oportunidad de consagrarnos al Sagrado Corazón: conectar nuestro corazón con el de Cristo en el rrUsmo lugar en que reveló esta dimensión de su vida divina. *** En esta peregrinación capté el valor de la comunidad. Todos tenemos que comer, todos los 6.500 rrUllones que estamos sobre la tierra, todos necesitamos un lugar donde dormir, todos hemos de saber a dónde vamos, cada uno necesita asearse, todos necesitamos alimentar nuestras almas. Descubrimos que, incluso entre los Católicos, diferentes personas alimentan su alma de modos distintos. Cuando abandonábamos Marienfeld el dOrrUngo por la tarde, contemplé con pena la desolación que dejábamos detrás. Y cuando rrUré la basura a la izquierda, los servicios atestados, el césped pisoteado , caí en la cuenta de las abundantes bendiciones de Dios. Nuestra experiencia era ciertamente la renovación del alimento de los 5.000. En nuestra rrUcrocósrrUca representación del mundo, un rrUllón compartió un espacio relativamente pequeño; compartimos cuartos para dorrrUr, baños, agua, alimentos y - lo más importante compartimos a Jesús. Cuando contemplé el desorden que quedó después de nuestra vigilia de la noche entera y de la Misa, me vino una sensación de esperanza. Me confirmé en que Dios tiene el control soberano sobre este mundo y jamás podremos sondear la magnitud de sus bendiciones y de su gracia, incluso cuando decidimos ignorar su amor. Ha revelado su Corazón Sagrado, el corazón que arde tan fuertemente y ama tan hondamente un mundo - 107 - que se aparta de El. Pero un millón de jóvenes de todo el mundo se había reunido durante una semana para proclamar que sabemos que está ahí, sabemos que nos tiene a su cargo y sabemos que a nosotros toca la responsabilidad de proclamar su mensaje al mundo. En esta peregrinación he tenido noticia de milagros, de perdón, de redención, de vida nueva en Cristo. Gracias a su sacrificio VIVO, podemos vivir con los demás en El, cada día de nuestra vida. *** Ver a miles de personas estallar en aplausos de alegría por nuestro Santo Padre, era ya una experiencia en sí misma; nunca olvidaré la Adoración en Lorelei (Alemania).En una sosegada carpa de circo, personas de todas las naciones estaban reunidas para alabar al Señor con sus cantos. Pero cuando comenzaron unos inesperados fuegos artificiales y la curiosidad movió a algunos a salir, me invadió una sensación de rechazo y pena, y me eché a llorar. Traté de contener las lágrimas, sin saber por qué lloraba. Momentos más tarde caí en la cuenta de que el corazón por fin se me había hecho uno con Cristo. Había sentido una pequeña dosis de la tristeza que experimenta cuando la gente hace caso omiso de su amor y de su Corazón Santísimo. *** Estoy muy agradecido a la gracia de Dios que me permitió asistir a la JMJ. En su conjunto esta experiencia me guiará a lo largo de la vida con un amor más hondo y mayor a Nuestro Señor Jesucristo y a su Corazón Sagrado. La experiencia que más me habló durante nuestras dos semanas de peregrinación, fue la primera noche en la tienda de la adoración. Esa noche ciertamente me ayudó a entender el significado de las palabras: "Hemos venido a adorarle". Al principio pensé que quizá habría algunas pocas personas, además de nuestro grupo, esperando para nuestra Hora Santa. Realmente Dios me habló esa noche a medida que nuestra tienda comenzó a - 108 - llenarse. Esa noche me impresionó lo universal que es realmente la Iglesia Católica, pues tantos jóvenes del mundo entero venían a este pequeño rincón, a venerar a Cristo. Es difícil trasladar esa experiencia a las palabras, tan fuete fue el amor visible de Dios. A medida que nos alejamos de esa experiencia, se me hace más incisiva y seguirá así el resto de mis días. *** Los primeros días me fueron difíciles. Como me sucede con frecuenc ia, olvidaba dejar a Dios encargarse de mí. Cuando hacía mi voluntad por encima de la del Señor, me apartaba de su gracia. El es SIEMPRE misericordioso y amoroso, y nunca deja de rescatarme de nuevo: Tras una confesión sincera y de un tiempo dedicado a la adoración, El me re-enseñó la importancia de la confianza y de la entrega total a El, porque me programaba un viaje de modo que abierto plenamente a El, me adentrase más hondamente en su Corazón. Hizo mucho a través del "sufrimiento" que me venía de la ausencia de las comodidades diarias, conforts y lujos de mi existencia de clase media alta. Con gran sorpresa mía, nunca me había sentido tan libre ni tan rebosante de alegría. Liberado del materialismo, del aislamiento producido por la tecnología y del sentido de control personal que contamina mi vida diaria, pude encontrarme con Cristo con mucha mayor profundidad. Ahora que estoy de nuevo en casa, sigo luchando contra la desazón de las pulsaciones de mi corazón, cuando me encuentro de nuevo en medio de nuestra cultura superficial. Llevo conmigo la verdad y la libertad experimentadas en mi peregrinación física a la JMJ e intento aplicarlas cada día a la peregrinación de mi existencia diaria. En estas dos semanas, he aprendido que (como dice San Agustín) mi corazón esta inquieto hasta que descanse completamente en el Corazón de Cristo. - 109 - *** Atravesamos la tielTa, volamos sobre los océanos, comimos lo que se nos ofrecía y donníamos las pocas horas de la noche en que podíamos reclinar la cabeza; pero un CORAZON latía en todos nosotros. Mi mayor recuerdo de la JMJ será la unanimidad de todos en desear el Corazón Eucarístico y en el hecho de que habíamos encontrado nuestra Estrella, su Corazón, en la gracia de la Adoración. *** Cuando estábamos en Marienfeld, en la ruta por donde pensábamos - iba a pasar el Santo Padre, recuerdo que uno comentaba así: "Sé que el Papa se va a detener cuando me vea, nadie se me resiste". Lo dijo sólo de broma, pero pensé que en realidad era verdad: cada uno de nosotros es realmente ilTesistible a los ojos de Dios. *** Uno de mis experiencias predilectas fue durante la Hora Santa de la última noche en Lorelei. Los peregrinos pasaron a ser los Magos en su camino hacia el encuentro con el Señor, recolTiendo los campos cantando "Laudate Omnes Gentes". Cuando desaparecieron las nubes y las estrellas indicaron el sendero, me pareció como si Dios se asomara a ver directamente la procesión; El no podía apartar los ojos qe nosotros. *** Han pasado unas Europa. No ha transcurrido Mundial de la Juventud. catedrales que visitamos; tres semanas desde que venimos de un solo día sin que pensara en la Jornada Unas veces recordaba las históricas en otros momentos pensaba en los - 110 - hennosos paisajes de Francia y Alemania. Pero sobre todo me acordaba de la gente. Las personas con quienes viajamos, con las que tratamos y de las que nos separamos. Dios nos ha bendecido con maravillosas comunidades, sean la familia o los amigos en casa, los amigos en el Colegio y también la comunidad de la Iglesia. La gracia más profunda de la JMJ habría que decir que es el aprecio de la sencillez. La vida es demasiado corta para malgastarla en trajes a la moda, los amigos influyentes o lo que sea. Hemos de situar a Jesús en el centro de nuestra vida. Esta es la cuestión. Ciertamente es solo esto. Así es de sencillo. Claro está que el mundo nos bombardea continuamente con los trabajos en casa o fuera, con las actividades extracurriculares que intentan agobiamos hasta donde podemos e incluso más allá. Pero con Jesús en el centro y procurando simplificarlo todo, siempre se nos dará la fuerza y la gracia para continuar. También me doy cuenta de que llevo una vida privilegiada: tener presente esto en todo momento puede parecer sencillo, pero no lo es. La enseñanza tendría que ser sencilla, y no lo es. Jesús es la razón de vivir. De modo que la JMJ se me ha dado para simplificar la existencia y procurar las cosas que en la vida me lleven siempre a la mayor gloria de Dios. *** Mi mayor regalo fue el tiempo de adoración pasado con el Señor en Lorelei. Durante la peregrinación tuve sentimientos de temor, inseguridad y tristeza, y mi mayor descanso fue las horas que pasé ante la Eucaristía. Sentí el amor de Dios con mucha más fuerza que en ninguna otra experiencia, y cuando le abrí el corazón y le confesé cuanto sentía y pensaba, podría asegurar que El ya lo sabía. Sentí como si Dios me dijera: "Descansa, sólo esto: descansa" . Este tiempo me confirmó que Dios me amaba verdaderamente y se ocupaba de mí; y este amor incondicional había estado en mí aún en los momentos de dificultad, cuando no podía encontrarlo o me había sumergido en mi propia desesperación de jamás "merecerlo". Sin ese tiempo, pienso que habría seguido dudando de la posibilidad de - 111 - que Dios me amara; pero después de dejar mi carga ante Jesús y descansar confiá ndome a su cuidado, fui capaz de levantarme fortalecido y con una sensación de paz mayor que en ningún otro sitio. Como resultado de esta experiencia ya era capaz de decir con un millón de otras personas "He venido a adorarle". *** Uno de los momentos más emocionantes de la peregrinación fue la adoración en Magis. Esta experiencia se destaca como una gracia especial de Dios, pues aquí obtuve la respuesta a muchos interrogantes sobre los que había orado durante largo tiempo. *** Me embarqué en la peregrinación con algunas intenciones en mi cabeza. Como todos, quería estar más cerca de Dios. Pero más superficialmente y centrado en mí, tenía preguntas sobre la elección de carrera, puesto que este año académico iba a ser decisivo para mí. Necesitaba ayuda sobre qué hacer con mi vida. ¿Qué llamamientos son los míos? Lamentándolo mucho, no encontré respuesta a estas cuestiones. Algunas pistas se me revelaron parcialmente, pero eran de vida corta y poco claras, y volví a casa sin soluciones. Ante el hecho de encontrarme sin respuestas, caí en la cuenta de que debía entregarme y confiar. Tenía que someterme a la grandeza de Dios y confiar en que El trazaría el camino. Dios tiene sus planes y los iba a revelar al correr del tiempo. Precisamente por no tener respuestas debo confiar en El y mi fe en El se va a robustecer. Estoy muy agradecido de no haber obtenido una contestación clara. Esta norespuesta es una de las abundantes gracias recibidas. De todos modos, la gracia más importante es que nuestro Dios, amoroso siempre, me reveló su Corazón Sagrado. Durante la Misa en Parayle-Monial, Dios me ayudó a alcanzar la meta de esta peregrinación. No se cifraba en procurar respuestas, sino en hallar su Corazón Sagrado para venerado ("Hemos venido a adorarlo") , amarlo, vivir - 11 2 - con El Y llevarlo a los otros. Pero Dios me hizo contemplar su Sagrado Corazón más claramente en la adoración de Lorelei. En esos momentos su Corazón impactó mi corazón y dejó una huella tan profunda que perdurará toda la vida. Su Corazón vive en el mío. *** Crecer en la compañía de Jesús con otros, es siempre un tiempo de gozo. La sabiduría de la Cruz nos dice que crecer en la amistad de Jesús implica sufrimiento. En la peregrinación al Sagrado Corazón aprendí que el padecimiento cosecha bendiciones abundantes. Y cuando comencé a caer en la cuenta de que el sufrimiento actúa para limpiar de "estorbos" mi corazón, para centrarlo enteramente en el don que me otorga Nuestro Señor, la experiencia de Jesús se va haciendo cada vez más sorprendente. Esto lo recordé sobre todo en la carpa de la Adoración de Lorelei. Una vez llegados allí y acomodados, los momentos de silencio ante el Corazón Eucarístico Expuesto de Jesús instauraron un oasis de paz en medio de una actividad desbordante. Estos momentos fueron de sorprendente e intensa paz a un tiempo. Me sentía agradecido de estar allí y respirar en el Señor en medio del silencio. Antes, nunca jamás había estado tan agradecido por los momentos de silencio con Jesús. El señor me decía ¿Ves qué fácil soy? ¿Por qué te preocupas tanto? Me situé allí y repasé lo que habíamos visto y experimentado en París, Paray-le-Monial y Taizé. Comencé a mirar estos tres lugares como gracias únicas que culminaban en la carpa provisional de la colina que dominaba el "pueblo del peregrino" de Lorelei. Ciertamente a Dios podemos encontrarlo en las iglesias, pero también está en lo hondo de nosotros por el camino. Está con nosotros en los sucesos y personas que encontramos en el camino; está con nosotros en las hermosas capillas antiguas, al igual que en las "capillas" temporales donde encontramos a Cristo Eucarístico. Es de verdad "alimento para el camino" y se le puede encontrar, consolar, adorar en los anfiteatros, en el metro, en las calles, los pasillos de los colegios, los santuarios, las carpas de circo, las - 113 - basílicas inmensas, los campos bulliciosos o las antesalas de los aeropuertos. ¡Nuestro Dios es ciertamente maravilloso! *** Jornada MUNDIAL de la Juventud. Esta palabra condensa y simboliza lo que me impresionó más y me dejó la huella más duradera de esta peregrinación extraordinaria. A lo largo del viaje tuvimos la fortuna de celebrar la Misa en muchos santuarios, basílicas , anfiteatros y campos. Para la mayoría de los participantes, la lengua no era la suya, pero cada uno entendía qué se celebraba, cada uno rezaba las oraciones y respondía en su idioma. Me sentí conectado con personas del mundo entero si bien no podía comunicar verbalmente con ellas . Al final de la Misa en Marienfeld, caí en la cuenta de que yo era parte de una comunidad global, que algo en común tenía con la juventud de Europa, Asia, Africa, Suramérica. y no sólo por un día, sino siempre. *** Una de las experiencias más conmovedoras para mí no tuvo lugar en la Jornada Mundial de la Juventud propiamente dicha. Sucedió en los días de la peregrinación anterior a la Jornada, en un delicioso lugar junto al río Rhin, llamado Lorelei. Aquí nuestro grupo levantó una carpa de adoración, con una Hora Santa inaugural. Antes de iniciar la adoración esa tarde, mi experiencia de peregrino consistía de varios fragmentos aquí y allí; no pude ver cómo estaban enlazados. Habíamos ido de lugares abiertamente católicos hasta Taizé, único sitio con una misión verdaderamente ecuménica. Había tenido un montón de dificultades para unir esas piezas. No me era posible ver cómo podían ensamblarse. No sabía cuál era la verdad ni hacia donde me podía dirigir. Hubo un momento en que deseé no haber venido a la peregrinación y - 114 - escaparme lo más lejos posible y llorar. La verdad no era ya algo de lo que estuviera seguro. Con tal estado de ánimo entré en la carpa de Lorelei. Mirando a lo ancho de la tienda, era imposible encontrar un puesto que no estuviera ocupado, y hubo gente que quedó fuera. Eramos extraños los unos para los otros pues veníamos de diferentes lugares del mundo y hablábamos lenguas distintas; pero esto no importaba. Lo más importante no era la persona más cercana o lo que habían sido mis experiencias en la peregrinación o en mi vida. Lo trascendental era a Quién veníamos a adorar. Esta era mi respuesta. Esta, la verdad. Esta hora me integró lo que había experimentado hasta el momento, en un modo que nunca habría podido imaginar. Se me daban contestaciones a mis dudas, respuestas que siguen conmigo hasta el día de hoy y, espero, durante el resto de mi vida. *** Lo que más me impresionó de la JMJ es la importancia de la adoración y el hecho de que nuestro peregrinaje no fue para visitar un lugar sino para encontrar una Persona. Me sentí muy atraído por la adoración durante todo el viaje y caí en la cuenta de su importancia para nutrir y renovar mi espíritu. Pasar el tiempo con Jesús me llenó de paz y me volvió más humilde y algunas veces me conmovió hasta las lágrimas. Estoy planeando ir semanalmente a la Adoración para llenar mi corazón de Jesús. Durante el viaje se clarificó cada vez más que nuestra peregrinación no intentaba visitar diversos lugares, sino buscar a Jesús y caminar hacia su Corazón. Así me lo clarificaron las conversaciones con las personas que encontré. También la reflexión personal me mostró que como Jesús dio su vida por mí, ahora me toca a mí esforzarme por entregarle mi vida. El Papa Benedicto XVI lo resumió muy bien cuando dijo: "El viaje de los tres reyes magos llegó a su término. Alcanzaron su meta cuando encontraron al nuevo Rey. Pero entonces comenzó para ellos una nueva jornada, una peregrinación interior que cambió sus vidas completamente" . - 115 - *** Cuando nuestro Santo Padre se dirigió a las inmensas multitudes de las orillas del Rhin, nos animó a todos a "abrir nuestros corazones a Dios". A nosotros, cien peregrinos, oír estas palabras nos pareció la propuesta perfecta según la experiencia de la semana y media anterior que había inoculado en nosotros tales ansias de Jesús, que abrirle las puertas de nuestra alma era la meta constante. Personalmente, la vez primera que mi corazón había sido impactado por el amor del Corazón Sagrado de Cristo, fue en la Adoración Eucarística en la basílica del Sagrado Corazón a altas horas de la noche, en una bella iglesia casi vacía. Pues fue allí donde los muchos eventos del día, mis aspiraciones para las dos semanas futuras y el amor de Jesús que lo dominaba todo, me llenó de una profunda sensación de paz en un país extranjero. * ** Un par de momentos de nuestro VIaje se destacan como especiales y grandes bendiciones. Uno fue nuestra estancia en Parayle-Monial. Cuando estuvimos allí pude experimentar realmente la paz y la gracia del Sagrado Corazón de Jesús; y su mensaje de misericordia infinita me penetró. La imagen pintada en la iglesia de la aparición de Jesús a Santa Margarita María, con el Corazón resplandeciente, penetró fuertemente en mi mente y me proporcionó la confianza de que El desea derramar su misericordia y sus gracias sobre mí (y sobre todos nosotros), si yo (y nosotros) confiamos en El. También fue un don parecido el tiempo en la carpa de la Adoración en Magis. Una de aquellas noches pude pasar largos ratos con Jesús en la Eucaristía, ¡y fue tan maravilloso! No sé si alguna vez las palabras pueden describir lo que es estar con Jesús, pero ¡qué gran regalo que El esté siempre esperándonos para escucharnos, hablarnos, ayudarnos o simplemente para que lo conozcamos mejor! - 116 - *** Después de haber tenido tiempo para "digerir" las experiencias de la JMJ, caí en la cuenta de que Dios me había hablado cada día sobre todo en la Misa diaria. Me parecía que esas celebraciones expresaban la voluntad de Jesús de venir y salimos al encuentro en cada faceta de nuestra vida. Pensad sólo ... que nuestra misa de cada día no se celebró en lo que llamaríamos "iglesias normales". La tuvimos en aeropuertos, estancias escolares, extensos campos con hierba, lo mismo que en iglesias tales como la Capilla de las apariciones del Sagrado Corazón. Y no obstante, Jesús estaba presente a nosotros en la Santa Eucaristía, sin mirar el hecho de que se celebrase entre un montón de equipajes o sobre un Altar convencional: a través de nuestras experiencias de la misa diaria, me di cuenta de que Jesús anhela estar presente en todos los aspectos de nuestra vida de cada día. - 117 - MENSAJERO DEL CORAZON DE JESUS Cardenal Norberto Rivera Carrera Arzobispo Primado de México El Santo Padre Juan Pablo II nos ha obsequiado este año (Octubre de 2004 - Octubre de 2005) dedicado al gran misterio de nuestra fe, a la Eucaristía. Por lo que me alegra mucho que la publicación del Mensajero del Corazón de Jesús se sume a los muchos otros medios con que se quiere hacer vida y profundizar la presencia sacramental del Señor. "Mirad que yo estoy con vosotros todos los días hasta la consumación de los siglos". Esta presencia nueva y extraordinaria se nos da en la Eucaristía: "Yo estoy con vosotros en la Eucaristía". Y allí está con su presencia real, sustancial , sacramental, con su Cuerpo, Alma y Divinidad; allí tenemos a Cristo con nosotros. "Estaré co n vosotros, pondré mi morada en medio de vosotros". Allí está, y está en nuestros templos en los Sagrarios con una presencia especial de su Gloria, que es Cristo inmolado por nosotros y gl ori fi cado. Más aún, está con nosotros en nuestro corazón: "Si alguno me ama, mi Padre le amará y yo le amaré, y vendremos a él y haremos nuestra morada en él". Por tanto, está en cada uno que vive en gracia, con una presencia verdadera, no la misma de la sacramental de la Eucaristía, no confundamos; pero verdadera. "Mirad que yo estoy con vosotros " y en vosotros "todos los días ". Y El está en mí. Cristo mismo está en mí. El Padre está en mí, Cristo está en mí, el Espíritu Santo está en mí; por lo mismo son presencias nuevas . Y nosotros los discípulos nos comprometemos a respetar esa presencia, a vivir en esa presencia, a estimarla, a visitarle en la Eucaristía, a participar en la Eucaristía, a llevarle en nuestro corazón; no sólo a llevarle, sino a ordenar nuestra vida según su presencia dentro de nuestro corazón . Eso es lo que pretende el - 119 - Apostolado de la Oración y este sencillo cuadernito es un instrumento para propiciarlo. El Corazón de Jesús es el lugar de encuentro de Dios con el hombre, es donde la humanidad se reconcilia con Dios. Del Corazón de Jesús se derrama su amor sobre todos sus hijos y así nos lleva a una espiritualidad del corazón, imitando su abandono, su obediencia, su valentía, su fidelidad y su amor. El culto al Sagrado Corazón de Jesús es inseparable de su Madre. Reconocemos en María una participación privilegiada en el Corazón de Jesús, pues como Madre de Jesús, ella conoce su corazón, intercede por nosotros ante El y nos guía hacia El, enseñándonos a vivir como hizo ella, en el amor de su Hijo, en servicio a Dios y con solicitud por los demás. Que María Santísima de Guadalupe acoja en su Inmaculado Corazón a cuantos se encuentren con el Corazón Sagrado de Jesús por esta sencilla y humilde publicación mensual. - 120- EL CORAZON DE CRISTO James Fitzsimons, S.]. La devoción al Corazón de Jesús 170 es mera piedad sentimental Parece eXIstir un cierto rechazo por parte de algunos católicos de inclinación más intelectual, incluso del clero, a considerar la devoción al Corazón de Cristo como una espiritualidad auténtica. El tema del presente artículo es que una espiritualidad centrada en la sana comprensión de lo que entendemos por Corazón de Cristo, no sólo es una espiritualidad auténtica, sino un componente real de la oración y vida cristianas. Negar esto es no captar toda la verdad de la Encarnación, de la Redención y de la Eucaristía de Cristo. Quiero adelantarme a decir que igualar la genuina espiritualidad del Sagrado Corazón con una cierta piedad sentimental es rozar la herejía. Flotan hoy en la Iglesia algunas herejías menores, resultado, unas veces, de una mala interpretación de algunas afirmaciones del Vaticano II; pero más frecuentemente son la consecuencia de suponer algunas ideas que jamás se afirmaron. Por ejemplo, la obediencia religiosa. En el documento sobre la renovación de la vida religiosa, Petfectae Caritatis, con gran sensibilidad los Padres Conciliares asentaron el principio de que la obediencia religiosa es la entrega de la voluntad propia para conseguir una unión más permanente y segura con la voluntad de Dios, lo que comporta ser sumisos a los superiores, los cuales, a su vez, tratan de descubrir la voluntad de Dios de acuerdo con el carisma de su congregación. Por eso el religioso debe aportar sus capacidades de entendimiento y voluntad y sus dones de naturaleza y gracia a la ejecución de lo que se le pide. Ha de haber espacio para la iniciativa ya que la mera pasividad es una obediencia inmatura. No obstante, hace poco, una - 121 - religiosa inteligente me dijo: "Claro está que hoy la obediencia no está de moda, ¿no es así?". Lo mismo ha ocurrido, en cierta medida, con la devoción a Nuestra Señora. El Concilio sugirió que, en lugar de algunas prácticas piadosas extravagantes y títulos poéticos, tendríamos que dar a María, Madre del Redentor y su colaboradora más íntima, su lugar propio de comienzo, personificación, modelo perfecto y Madre de la Iglesia. No hay necesidad de decir que esto se interpretó en ciertos sectores como una degradación de María, lo cual jamás se pretendió, y Pablo VI hizo cuanto estaba en su mano para contrarrestarlo. Del mismo modo, hemos de examinar las raíces y el desarrollo de la devoción al Corazón de Cristo para juzgar su ortodoxia y su capacidad de ser la base de una espiritualidad cristiana. Una de las profundas observaciones del teólogo jesuita Karl Rahner fue decir que todo verdadero cristiano del Tercer Milenio debería ser un contemplativo. Con ello no quiso decir que debíamos hacer las maletas para unirnos a las comunidades de clausura, sino que, añadiéndola a nuestra oración litúrgica, pública y oral como su esencial acompañamiento, quien desee vivir una vida cristiana verdadera, necesitaría estar profundamente enraizado en la oración personal auténtica y pasar de la actividad mental o intelectual a la oración afectiva, conversando de corazón a corazón con el Señor. A muchas personas, incluidos algunos sacerdotes, les levanta sospechas la palabra "afectivo", e indican con razón que la calidad de nuestra oración no depende de los sentimientos gozosos o tristes, sino de la voluntad, de nuestra sumisión determinada a cuanto nos pida el Señor. Debemos recordar las palabras de Jesús "No son los que dicen "Señor, Señor" los que entrarán en el reino de los Cielos, sino el que cumpla la voluntad de mi Padre del Cielo". Ciertamente se nos dará la razón si desconfiamos de una oración en la que los sentim ientos son provocados con simples palabras o - 122- miradas, como pueden serlo por un orador listo o por los programas de la TV. Esto sería simple sentimentalismo si lo volvemos un afecto manufacturado de compasión o de temor o de lo que sea . Pero si nos movemos, por ejemplo, a procurar una reconciliación largo tiempo deseada o a hacer un donativo a una causa caritativa, en otros términos, si nos sentimos implicados en la totalidad de nuestra persona y de nuestras impresiones son sentimientos genuinos y entonces hemos ido más allá del mero sentimentalismo para experimentar algo que pertenece a la plenitud de nuestro ser humano. No obstante, hacer de esos sentmuentos el objetivo y sustancia de nuestra oración o considerarlos el criterio para juzgarla, sería perder de vista lo que es la oración: agradar a Dios y ahondar nuestra relación con El. A un niño puede gustarle visitar a sus abuelos porque le dan dulces, pero es de esperar que la madurez le proporcione un afecto más profundo. Cuando, como un don más puro, tales sentimientos se nos infu nden en la oración - por ejemplo , los sentimientos de gratitud, de profundo dolor por nuestras falta s, de estupor y alabanza - entonces nuestro entero ser queda implicado . De modo que la oración afectiva no es cuestión de buscar buenos sentimientos sino de estar abiertos a ellos y recibirlos cuando se nos otorguen. La contemplación, la apertura total de la mente y el corazón a ciertos aspectos de nuestra relación con Dios, su compasión, su generosidad, su amor incondicional , o el misterio de que nos haya elegido para amarle, no dependen de nuestras emociones, si bien no hay que excluirlas nunca. Entonces, esta charla acerca de los sentimientos ¿cómo puede afectar nuestra actitud respecto de lo que se suele llamar "devoción al Sagrado Corazón? " Estoy convencido de que toda devoción cristiana, para ser auténtica, debe estar animada por un a espiritualidad cristocéntrica o, al menos, llevar a ella. Digo esto porque gran parte de la devoción al Sagrado Corazón en el pasado y todavía hoy - ha conducido a la oración verdadera y a un a vida - 123 - cristiana fervorosa; y jamás podemos negar el valor de sus signos y símbolos; y ello, porque existe una espiritualidad básica que la sostiene. Por otro lado, parte de lo que se ve y oye: una excesiva valoración de las imágenes, las novenas, etc. , pueden ser unas superfluas expresiones de sentimentalismo, como la devoción a Cristo "prisionero del Tabernáculo" (lo cual se parece a hablar de Dios como "prisionero del cielo"). No es esta una distinción entre 10 sencillo y 10 intelectual, sino más bien entre lo artificial y lo real. La contemplación a que es llamado todo cristiano está al alcance de la persona más sencilla. El problema con gran parte de 10 que llamamos "devoción" es que presenta imágenes que pueden convertirse en ídolos, al situarse entre nosotros y la realidad. Entonces los signos que se supone que tendrían que llevamos a Dios sustituyen al objeto auténtico de nuestra devoción Cristo presente con el poder del Espíritu Santo. Es como ser invitado a tomar el te con el Sr. Mandela y pasar el tiempo oyendo la grabación de un discurso suyo, bueno en sí, pero muy lejano de la realidad que se nos está ofreciendo. Hemos de admitir que, en cierta medida y en algunas partes del mundo, la devoción al Corazón de Cristo, por causa de algunas prácticas anticuadas y, a veces supersticiosas, no ha producido la santidad real en la oración y en la vida cristiana que se espera de ella. Esta es la razón por la que prefiero la palabra "espiritualidad", que ha sido descrita como la mirada contemplativa que crea nuestras actitudes y esfuerzos más íntimos. Más prosaicamente y quizá con mayor precisión, la espiritualidad cristiana es el espíritu que anima la oración cristiana y, por tanto, la vida cristiana con la ayuda de la gracia de Dios y, en consecuencia, por el poder del Espíritu Santo. Por consiguiente, es un modo de vida y de relación con Cristo en la oración y el servicio amoroso a los demás por su gracia. - 124- Entre los documentos del Vaticano II, uno de los más inspiradores es la Constitución dogmática sobre la Iglesia, "Lumen Gentium", que describe la llamada a la santidad de todo cristiano: una plenitud de vida y de caridad cristiana que todo crecimiento personal y progreso apostólico han de procurar: no un extraordinario tipo de vida para una élite, sino la pertenencia total a Cristo en las más ordinarias - y a veces las más probadas - circunstancias, modelando nuestras vidas según las actitudes y valores de Cristo en los Evangelios. El fue Dios que vino a salvar a la humarudad de su autodestrucción; pero fue también hombre que enseñó a la humanidad el camino hacia Dios, no con meras palabras sino con su modo de vivir y especialmente de morir para entrar a la nueva vida que vino a compartir con nosotros. Probablemente el mayor obstáculo para aceptar la espiritualidad del Corazón de Jesús es no tomar bastante en serio su verdadera humarudad. La dificultad de la Iglesia en los primeros siglos fue concili ar la fe en la div irudad de Jesús con una fe igual en su humanidad. Por fin , el Concilio de Calcedorua (45 1) redactó la fórmula que sigue vigente todavía: urudas en una Persona (el Verbo de Dios) hay dos naturalezas, la divina y la humana; en su tiempo sobre la tierra - según las palabras de San Pablo - "se despojó de sí mismo" dejando aparte los poderes de su di virudad, se hizo como uno de nosotros en todo, excepto en el pecado . Además, al volver al Padre tras su Resurrección, no abandonó su humanidad, sino que ahora como hombre participa en la plerutud de vida de la Santa Trirud ad. Hijo eterno del Padre, es eternamente Dios y Hombre. El amor de Dios y nuestra relación de amor con El llega a nosotros a través del amor, del amor infiruto del corazón humano de Cristo . Por esto precisamente en nuestra liturgia, todas las oraciones se ofrecen por medio de El y pedimos que sean atendidas a través de E l. y así no está fu era de lugar que nosotros, entendiendo que el corazón es el centro y fuente de la actividad del espíritu humano, - 125 - hablemos del Corazón de Cristo y tratemos de conocer ese corazón por lo que El mismo nos revela en los Evangelios, recordando siempre que el conocimiento de sí mismo y de su misión creció desde el Bautismo por Juan y su discernimiento en el desierto, probablemente hasta la Transfiguración. Si cito más el Evangelio de Juan y no tanto los Sinópticos, es porque lo escribió después de muchos años de contemplación profunda del significado de las palabras y actos de Jesús y con una mayor seguridad a la luz de la Resurrecci ón. En el Antiguo Testamento se menciona el corazón unas ochocientas veces, en raras ocasiones refiriéndose al órgano físico sino más bien al núcleo en que está centrada la persona y del que él o ella viven, sienten, piensan y obran . Por ejemplo, los grandes profetas Jeremías y Ezequiel hablan del corazón nuevo prometido por Dios: "Yo os daré un corazón nuevo, infundiré en vosotros un espíritu nuevo" (Ez 36,26-27). "Pondré mi ley en su interior y sobre sus corazones la escribiré" (Jr 31,33). Es la promesa de un a Nueva Alianza, una nueva interiorización de la ley cumplida por amor, con un nuevo corazón y un nuevo espíritu. Jesús adoptó este simbolismo al hablar de sí mismo: "Aprended de mí que soy manso y humilde de corazón" y de los otros cuando dijo que debemos perdonarnos de corazón unos a otros. Pero es más significativa la vinculación entre dos textos simbólicos donde la palabra corazón no se emplea. En Juan 7,37-39, en la fiesta .de los Tabernáculos, Jesús promete las aguas de la vida a quienes crean en El, y Juan añade: "Como dice la Escritura: De su seno correrán ríos de agua viva. Esto lo decía refiriéndose al Espíritu que iban a recibir los que creyeran en El. Porque aun no había Espíritu, pues todavía Jesús no había sido glorificado". Juan asociaba esto claramente con lo que había visto en el Calvario: "Uno de los soldados le atravesó el costado con una lanza e inmediatamente brotó sangre y agua", la sangre de la Nueva Alianza y el agua de la vida del Espíritu Santo. - 126- En los primeros siglos del Cristi anismo, el Corazón traspasado de Cristo fue foco de gran devoción, no como signo de sufrimiento impotente, sino como símbolo de la vida sacramental derramada sobre la Iglesia por el amor pleno del Redentor. No obstante, también recuerda ciertos sentimentalismos de tiempos posteriores con una espiritualidad equivocada que glorificaba el sufrimiento en sí y no como algo que se acepta con gusto por el bien de los que amamos. Acertamos al contemplar la Pasión de Jesús con asombro y gratitud, reflexionando con devoción reverencial pero no con compasión, sobre el amor que lo dispuso a sufrir por nosotros. Lo que es eterno no es la lanza sino su corazón abierto, entregado para expresar un amor infinito. Es verdad que el Señor resucitado dijo a los dos discípulos en el camino de Emaús "¿no estaba establecido que el Hijo del hombre iba a sufrir y así entrar en la gloria? " Precisamente por su amor total somos salvados nosotros, el Amor que hizo inevitable el sufrimiento. Por amor a ellos me consagro En el Evangelio de San Juan, con frecuencia encontramos a Jesús haciendo un breve comentario explicativo antes de sus acciones más importantes. Así, con la mirada en su muerte hace una oración solemne: "por ellos me santifico, a fin de que también ellos sean santificados en la verdad" , ofreciéndose a sí mismo en inmolación. Pero ¿por qué santificarse? ¿No es santo ya? Si bien consagrado desde el principio, siempre anhela una unión más completa con el Padre, haciendo de su vida un camino hacia el Padre, pues por la Encarnación entró en nuestra condición de soledad, de falta de gloria, en nuestra experiencia de separación de Dios y de los hombres, que era nuestro estado de irredentos. Según las palabras de San Pablo, por nosotros se hizo pecado entrando en todo nuestro predicamento: hombre como nosotros en todo, excepto en la unión total de su voluntad con la del Padre. Era nuestro estado construido por el pecado de hombres y mujeres, incapaces de levantarnos por nosotros mismos a la santidad de Dios, dador de - 127 - vida. No hemos sido rechazados por Dios Padre. Más bien nos lanzamos fuera de El y, en consecuencia, lejos unos de otros. Tanto amó Dios al mundo ... Para liberarnos de esto, un "rescate" exterior a nosotros, un precio pagado en nombre nuestro, no eran suficientes. No se necesitaba una transacción sino una transformación . Claro está que la muerte de Jesús vale ciertamente como rescate por el pecado, pero es una metáfora, una analogía incompleta, y a la luz de la aplastante evidencia escriturística, hemos de verla como una iluminación parcial de un misterio mucho mayor. Hemos de volver nosotros a Dios, no Dios a nosotros. Cualquier idea de que la cólera de Dios debe ser aplacada y "cancelada" , es insostenible a la luz de Juan 3,16, donde Jesús dice a Nicodemo "Tanto amó Dios al mundo que le entregó a su único Hijo". En 1Co 15,17 San Pablo nos ofrece una pista sobre la transformación que se necesita, cuando declara "Si Cristo no resucitó, estáis todavía en vuestros pecados". Como dice el Papa Juan Pablo, la cruz fue aceptada por Jesús como el camino hacia la Resurrección, y la redención es la nueva vida que nos ganó para compartirla con nosotros . La salvación es mucho más que una reconciliación (un perdón de los pecados). Es compartir una relación nueva de unión amorosa con Cristo en la unión de la Trirndad y de unos con otros, que es la vida resucitada de Cristo . Nos basta acudir a Juan 15 para descubrir una maravillosa explicación de esto en las palabras de Jesús "Yo soy la vid, vosotros los sannientos". Es una nueva creación, según dice San Pablo, es entrar con Cristo en la vida de Dios, la vida del Espíritu. Esto, en contraste con la vida de la carne (la existencia irredenta), es santidad y amor y entrega de nosotros mismos, porque es la comunión de vida con Dios, que es Amor. - 128 - El primero de los redimidos El estupendo prodigio de la redención es el hecho maravilloso de que el Hijo de Dios entró en esta "condición de carne", de modo que pudiera salir de ella para entrar como hombre en total comunión con el Padre en la vida de la Trinidad y, como el espíritu que da la vida, para arrastrar con él a quienes 10 aceptan en fe y amor. Al creer que "el Verbo se hizo carne", hemos de aceptar que al redimirnos El fue el primero de los redimidos. Al asumir un corazón humano en el cual y desde el cual nos ama a todos, tomó sobre sí una existencia frágil llena de mortal debilidad, tan lejos del Padre como la distancia entre nuestro poder y el poder infinito de Dios. Tomó para sí (Rm 8,3) un cuerpo tan físico como cualquier cuerpo pecador, y en ese cuerpo Dios condenó el pecado, el poder y las obras de "la vida de la carne". Y así, a través de su aceptación voluntaria, su donación total por amor a nosotros, la obra de la redención se realizó primeramente en Jesucristo. Tuvo que gritar a su Padre (Hb 5,7) que 10 salvara no de la muerte sino por la muerte. Añoraba su "bautismo" , anhelaba ir al Padre. Y esto lo situaba en total desposesión de sí, en completo despojo de cuanto no viviera para Dios en él. Dedicación personal El día anterior a su muerte Jesús oró así: Ahora, Padre, glorifícame tú, junto a ti, con la gloria que tenía a tu lado antes que el mundo fuese (Jn 17,5); pero esta gloria debía venir a través de la purificación, de la inmolación de la carne, por su deseo de ser totalmente poseído por el Padre, en una entrega personal por la que iba a renunciar a su existencia según la carne para someterse a la santidad vivificadora de Dios que invadía todo su ser. Como el grano de trigo que para dar una vida nueva, debe someterse a un proceso de "muerte" (Jn 12,23-24). - 129 - El Espíritu, fuente de vida La entera persona de Cristo está comprometida; la muerte es la hora de su destino filial , el paso de este mundo al Padre (Jn 13,1). En la muerte es "levantado de la tierra" a la presencia de Dios y como hombre pasa a ser en totalidad 10 que es eternamente, el Hijo de Dios, de modo que la muerte glorificadora es el momento supremo de la Encarnación. Desde ese instante, la voluntad salvífica de Dios - que quiere llevar a la humanidad a la unión con El - se realiza en grado infinito en el mismo Cristo. Y al ser llenado totalmente por el Espíritu, pasa a ser la fuente del Espíritu para todos sus hermanos y hermanas (lCo 15,45). La sangre y el agua que brotan del Corazón traspasado del Crucificado no son una mera imaginería pintoresca sino los símbolos vitales que representan la realidad del manar del Espíritu prometido por Jesús en la Fiesta de los Tabernáculos (Jn 7,37-39) y donado por su entrega al amor total. Por esto y no por una glorificación morbosa del sufrimiento para provecho propio, el centro de nuestra espiritualidad del Sagrado Corazón es el Corazón traspasado de Cristo. Si para nosotros es el Corazón pascual del Salvador, encontramos en él no un menor amor sino uno mayor. Su muerte fue el don de amor a su Padre y a nosotros que, por la herida de la lanza, abrió el camino a la plenitud y al don del eterno amor del Padre, la vida del Espíritu. Momento eterno Jesucristo no murió en sucesivos instantes del tiempo sino en el gran Ahora de la eternidad, de modo que el Jesús que murió en un cierto momento histórico es ahora el Cristo sempiterno que se entrega al abrazo del Padre y está elevado para siempre como el Salvador dador de la vida, el Salvador que nos comparte su Espíritu. El Sagrado Corazón no es un icono para ser meramente contemplado y admirado. En El no hay nada impersonal, estático o remoto. Es la presencia dinámica en nuestras vidas de un Corazón tan ardiente de amor que siempre se está dando como el hombre que - 130 - comparte con nosotros aquí y ahora la vida de su filiación como Dios. Este Cristo es el que nos une consigo en la Eucaristía en la acción de su ofreciITÚento pascual y de su donación del Espíritu. Novedad de vida Una espiritualidad que se centra en el Sagrado Corazón de Cristo hay que distanciarla, por tanto, del sentimentalismo y del melifluo empalago. Es expresión condensada de la espiritualidad de la Redención que es la realidad más honda de nuestra vida cristiana. En Romanos 6, San Pablo llega a decimos: "Se os ha enseFíado que cuantos fuimos bautizados en Cristo Jesús, fuimos bautizados en su m,uerte; fuimos con El sepultados por el bautismo en la m.uerte afín de que, al igual que Cristo fue resucitado de entre los muertos por medio de la gloria del Padre, así también nosotros vivamos una vida nueva". Como Cristo vive eternamente en el acto de su redención, en el momento irrepetible de su muerte para abrirse a la nueva vida del Espíritu, así nuestras vidas deben ser apresadas en ese momento, de modo que sean un continuo morir al amor propio y crezcan en unión del amor abnegado de Cristo. "Si alguno quiere sen1irme, que me siga" dice Jesús, "donde yo esté, también el que me sirva debe estar". Seguirle es tomar nuestra propia cruz; pero dijo asiITÚsmo "si alguno me ama guardará mi palabra y mi Padre le amará y vendremos a él y haremos en él nuestra morada", El es nuestro CaITÚno, nuestra Verdad y nuestra Vida; y la salvación que ofrece es morir al egoísmo y ser resucitado de nuevo con El. Es una salvación al alcance de toda la humanidad en Cristo, pues "llegado a la pelfección, se convirtió en causa de salvación eterna para todos los que le obedecen" (Hb 5,9). Células de su Cuerpo Sin embargo, si la salvación supone una relación personal con Cristo, podemos preguntamos qué papel desempeña la Iglesia, fundada por El para ser el canal de salvación de todos. La respuesta - 131 - se halla en la oración de Jesús al Padre en la Ultima Cena. Pidió que sus seguidores fueran uno como lo es El con el Padre, enteramente uno, de forma que el mundo caiga en la cuenta de que fue enviado por el Padre. Es ésta la unidad de vida que comparte con El la que Jesús prefiguraba en la imagen del Vino, y que Pablo retrataba con viveza en sus enseñanzas sobre el Cuerpo Místico que es la Iglesia, como la encamación de Cristo extendida en el tiempo, de modo que todos nosotros somos células vivas de ese Cuerpo, animadas con un Espíritu único, ganado para nosotros por Cristo Redentor y en la Eucaristía convertida en realidad a través de nuestra unión con Cristo en su acción pascual. La Iglesia está incorporada a Cristo en el eterno momento de su glorificación por el Padre. La unión de la Iglesia con Cristo implica, por tanto, no sólo la unión de existencia y vida, sino una misteriosa comunión en su muerte y glorificación. Estaría incompleta la teología del Cuerpo Místico que no presentara a la Iglesia como Cuerpo del Cristo Pascual, de Cristo en el acto de morir y ser glorificado, el Cristo del Corazón traspasado, donde el Espíritu no cesa de ser denamado sobre la humanidad redimida. Vivo por el poder de su Corazón. Por tanto, el Cuerpo de Cristo, que es la Iglesia, no es una realidad estática ni tampoco una institución impersonal, sino un organjsmo vivo por el poder de su Corazón y uno con El en la acción de su entrega total, que abre a la humanidad, primeramente en El y luego en nosotros, a la acción del Espíritu y al regalo de su novedad de vida. Y así, úni camente en su Corazón, cúspide del amor humano donde se entrega al Padre por la humanjdad y el Padre a su vez se nos dona, Cristo se une con la Iglesia en una nueva cuasiEncarn ación , de forma que cada uno de sus miembros vive con la vida dinámica que El ha infundido en su Iglesia para cumplir su misión y hacer de la humanidad una comunidad de amor. - 132- Una existencia pascual Por tanto, la humanidad redimida no es simplemente perdonada desde lejos, enriquecida con un extrínseco don de "méritos", ni una mera humanidad rehecha ni dotada de vida nueva por la recepción pasiva de nuevos poderes. La humanidad redimida es el hombre unido a la entrega de Cristo, identificado con El en todos los movimientos de su Corazón, creciendo más y más para ser semejante a Dios en su amor abnegado cuando camina compartiendo a lo largo de su vida el eterno momento único del acto de la Redención. Vivimos una existencia pascual, avanzando como la Iglesia peregrina con todas nuestras pequeñas muertes hasta la meta de la misma vida. No morimos por morir - Jesús mismo dijo "doy mi vida para recobrarla de nuevo" (Jn 10,17) - sino que todo morir a nosotros mismos, por trivial y transitorio que parezca, se entiende a la luz de la pascua como un desposeimiento sólo para ser más poseídos como una nueva creación en el Corazón de Cristo. San Pablo lo expresa con perfección: "Llevamos siempre en nuestros cuerpos por todas partes el morir de Jesús, ajln de que también la vida de JesLÍs se manifieste en nuestro cuerpo" (2Co 4,10). - 133 - MARGARITA MARIA ALACOQUE y CLAUDIO LA COLOMBIERE P. Massimo Taggi, S.]. Introdu cción l. Un fi lm famoso. Hace bastantes años (1966) salió una película titulada "Un hombre, una mujer" de Claude Lelouch, director francés de cierto relieve pero que hasta entonces no había alcanzado gran notoriedad. "Un hombre, una mujer" tuvo gran éxito. Ganó varios premios prestigiosos como el Gran Premio de Cannes, dos Osear, el Premio de la Oficina Católica Internacional del Cine. Pero se impuso sobre todo porque era una película bonita, con una temática muy vinculante y una recitación y fotografía muy finos. Un crítico cinematográfico escribió que era "un film emocionante sobre el amor reconfortante entre una mujer sola y un hombre que se había quedado viudo, que se encuentran casualmente en casa de una profesora a la que llevan a sus hijos (un niño y una niña) a una especie de enseñanza privada o repaso, bien no se entiende. Los dos viven - sigue diciendo el crítico - "una historia de amor rica en humorismo y verdad, entremezclada de fami lia y carrera". 2. Esta película me vino enseguida a la mente cuando Nino Davanzati me pidió que os hablara de la relación de amistad y mutuo apoyo de dos santos franceses del siglo XVIII, Margarita María Alacoque y Claudio La Colombiere. Dos santos no muy conocidos del gran público, por cierto, sobre todo él. No como Francisco y Clara obviamente, u otros "dúos" renombrados. Claro está que entre ellos y los personajes del film de Lelouch hay un océano de diferencia: las dos historias, si bien se desenvuelven en Francia, se sitúan en épocas y niveles muy diferentes; pero quizá haya entre ellos algún punto de contacto, un denominador común del que hablaremos más adelante. - 135 - 3. Sobre la relación entre S. Margarita y S. Claudio La Colombiere no existen, que yo sepa, estudios específicos. Al menos no hay investigaciones de tipo psicológico. Poseemos algunas menciones en las biografías respectivas: - de carácter histórico sobre cómo, cuándo y por qué se encontraron; - y de carácter espiritual-mJstico sobre las circunstancias providenciales de su encuentro y el objeto de sus conversaciones. Está claro que no tenían niños que llevar a los repasos, dado que Margarita María era religiosa y Claudia, jesuita. Pero tenían un punto de referencia común que era al mismo tiempo trascendente, fuera de la experiencia normal de nuestro mundo; e inmanente, al estar encarnado e influir en la historia humana, no sólo de ellos dos sino de millones de personas, por su medio, esparcidas por el mundo entero. Influjo vivo y relevante también hoy. Este punto de referencia era Jesucristo, contemplado bajo una modalidad, un ángulo de prospectiva particular, que es el del corazón. Corazón físico que se presenta enseguida con prepotencia - yo diría -, como símbolo de la real idad de Dios y del modo de situarse Dios respecto de la humanidad; aquí no se trata de una humanidad abstracta, tomada globalmente, sino de una humanidad concreta que nos abarca a cada uno con nuestras vicisitudes personales y sociales. Sobre esta temática hay escritos muy interesantes, entre éstos los de Karl Rahner, padre de la teología simbólica. Los personajes 4. Echemos una mirada rápida a los dos personajes en cuestión. a) Margarita nace en Lhautecourt (aldea de la diócesis de Autun, Francia) el 22 de julio de 1647 de Claudia, notario provincial real, y Filiberta Lamyn. Tuvo una infancia difícil. A los 8 años pierde a su padre, por lo que la madre, que ha de ocuparse de sus - 136- cinco hijos, la coloca en el colegio de las Clarisas de Charolles. Se enferma Margarita y debe volver a casa, donde sigue enferma 4 años. La madre pide a la Virgen la curación de la niña y le promete que será suya. Se cura. Mientras tanto crece y descubre su vocación a la vida religiosa. Vive el conflicto entre seguir esta vocación y el amor a su madre enferma. En 1671, a los 24 años, finalmente entra en el monasterio de la Visitación de Paray-le-Monial. Cumplido el período de formación, hace los votos y comienza la actividad. Al principio le encomiendan oficios menores; después en 1685 le nombran maestra de novicias. Muere el 17 de octubre de 1690, a sólo 43 años. Había tenido una vida breve transcurrida en la sombra tras las paredes de un monasterio en un pueblo recóndito de Francia. Y, sin embargo, destaca en la historia de la Iglesia como una de las grandes figuras del siglo XVII. Hoy está considerada como la mensajera principal del Corazón de Jesús en la época moderna. Cuando Margarita comenzó a experimentar fenómenos (iluminaciones interiores y visiones verdaderas y propias), la Madre Saumaise, su superiora, le ordenó que escribiera sus experiencias espirituales, que mantuviera un diario cuidadoso. Las grandes visiones fueron tres a distancia aproximada de un año entre ellas, en los años 1673,74 Y75. ITÚStiCOS El tema fundamental de dichas vIsiones es siempre el mismo, modulado en diversos modos, es decir el Corazón de Jesús. Volveremos sobre este tema. b) Claudio La Colombiere. También él es hijo de notario. Su vida es típico ejemplo de cómo puede incidir una familia cristiana en la formación de la personalidad de los hijos. Claudio nace en una familia de siete hijos, dos de los cuales murieron en edad temprana ; de los otros cinco, tres eligen el sacerdocio y la única hermana entra en la Orden de la Visitación; Humberto, el hermano mayor, se casa y forma una familia cristiana; Claudio, tercero de los hijos, había nacido en Saint-Symphorien d'Ozon, región francesa del Delfinado, - 137 - el 2 de febrero de 1641. Dos años después la familia se traslada a Vienne, cerca de Lión. A los 9 años lo inscriben en el colegio de los Jesuitas. Muy pronto se siente llamado a la vida religiosa, pero tiene alguna repugnancia que supera y en 1658 entra en el noviciado de A viñón. Enseguida se hace notar por su tesón y madurez. Después de los votos, cumple el magisterio en la misma ciudad de A viñón como profesor de letras. Luego va a París para la Teología y el 6 de abril de 1669 recibe la ordenación sacerdotal. El 2 de febrero de 1675 hace la profesión solemne y es nombrado superior de Paray-leMonial. Aquí se encuentra con Margarita María. Se establece entre los dos una relación de dirección espiritual que les llevará a ser los grandes pilares elegidas por Dios para difundir en la Iglesia el culto al Corazón de Jesús. Poco tiempo (18 meses) permanece Claudio en Paray, porque en octubre de 1676 es enviado a Londres como "predicador" de la Duquesa de York, María Beatriz de Este, donde arrecia una persecución contra los católicos. Como por sus palabras y su ejemplo algunos protestantes vuelven a la Iglesia católica, Claudio es encarcelado y expulsado después de Inglaterra. Vuelve enfermo a Paray, donde muere el 15 de febrero de 1682. Toda su doctrina espiritual está anclada en el pensamiento ignaciano con énfasis especial sobre el cumplimiento de la voluntad de Dios. La devoción al Sagrado Corazón no sólo forma gran parte de su piedad personal, sino que se difunde con la consagración al Corazón de Jesús. A muchas comunidades recomienda la Comunión los viernes. A su hermana (religiosa de la Visitación) escribe: "Te aconsejo comulgar el día siguiente de la octava del Santísimo Sacramento para reparar las ofensas a Jesucristo . Esta práctica la ha aconsejado una persona de extraordinaria santidad". Claudio insiste también en la confianza en la misericordia de Dios, fuente de todo bien, que se manifiesta en el Corazón de Cristo. Otro tema de gran actualidad. c) Dos personas nonnales. Quisiera subrayar que se trata de dos personas "normales" que poseían muchas dotes humanas y espirituales, pero tenían asimismo una sensibilidad y deseos enteramente comunes. Sobre Margarita leemos en una biografía - 138 - cómo ella misma dice que era inclinada por naturaleza "a los placeres y las diversiones", que "se sentía atraída por la vanidad y el afecto de las personas", que "le gustaba alternar en sociedad y vestir bien para agradar a la gente, hasta el punto de que se le ofrecieron muy buenos partidos". De él sabemos que le costó un poco de tiempo decidirse a entrar en el noviciado porque el mundo le atraía mucho, sobre todo la amistad y la poesía. Más adelante, a una madre que tenía dificultad para permitir a su hija entrar en un convento pues la veía luchar, escribe así: "Le resulta raro que su hija no esté muy inclinada a la vida religiosa. A mí me parece que nunca se tiene demasiada inclinación a la cruz". La coyuntura 5. ¿Cómo se relacionaron? Estamos en el Año Santo de 1675. Margarita María es religiosa en el monasterio de la Visitación de Paray-le-Monial. En febrero llega el P. Claudio La Colombiere a Paray-Ie-Monial como superior de la comunidad de los Jesuitas. Es un joven jesuita (34 años) que se distingue por su inteligencia y finura humana y espiritual, hasta el punto de que el P. Oliva (genovés), Prepósito General entonces, se interesa por él y lo sigue. En marzo, con ocasión de un Retiro, se encuentran los dos . El padre observa a esta joven religiosa, fuente de perplejidad para la comunidad, y asegura a la superiora que, en su opinión, no se trata en absoluto de una visionaria, sino de una persona sólida y entregada. En la Misa, Margarita tiene una visión célebre, conocida como de los tres corazones: el Señor le señala su corazón que es como horno ardiente, y hace el gesto de tomar su corazón y el de Claudio, e introducirlos en este horno, como para purificarlos radicalmente y bendecir su amistad, su relación. (El tema del corazón es frecuente en los místicos, por ejemplo en Santa Catalina de Siena). Igualmente Claudio tiene una confirmación interior: mientras celebra la Misa se siente enfervorizado y ve su relación con - 139 - Margarita como hermano y hermana que han recibido una tarea, una misión común . La misión es dar a conocer "las insondables riquezas de Cristo" (Ef 3,8) Y comporta también encargos concretos como la institución de una fiesta litúrgica del S. Corazón que llegará a instaurarse sólo dos siglos después (en 1856) con Pío IX; la promoción de la Comunión frecuente (el Primer Viernes de mes); la Hora Santa de adoración ante el Santísimo Sacramento. Cosas todas ellas que iban contra cOlTiente en la Francia del siglo XVII, religiosamente rígida y fría (piénsese en el jansenismo que había conquistado incluso a un espíritu afectivo y brillante como Pascal (cf. "las Provinciales") y políticamente autoritaria y formalista (cf. Mazzarino y Luis XIV, el Rey Sol). Esta misión comienzan a vivirla ellos dos, los primeros. El 21 de junio del mismo año celebran juntos la primera fiesta del S.Corazón y se consagran a él. 6. La relación. Nace así una relación muy profunda que podría definirse como relación que es a un tiempo de dirección, comunión y amistad. Relación que no es de sentido único (directordirigida), sino mutuo, recíproco . De hecho ella se ve atormentada frecuentemente por el temor de estar viviendo una ilusión diabólica, de no saber si las experiencias espirituales, extraordinarias sin duda, que experimenta vienen de Dios o del demonio. Y encuentra en él a un sacerdote acogedor y prudente que la guía en el discernimiento de los espíritus, procedimiento típico de los Ejercicios de San Ignacio. Al final, ella dará de él una definición muy acertada afirmando que era "uno que sabía muy bien conducir las almas a Dios". Por otra parte, también él necesita ayuda para esclarecer sus dudas y angustias. Por ejemplo, teme actuar por vanidad, para lucirse. Y entonces es ella quien le da seguridad y le garantiza que sus motivaciones son rectas y que su gran Amigo común está contento de él. Esta valorización mutua es importante, claro está; pero por encima de esto, lo que les une hondamente es su misión común de transmitir a la Iglesia y al mundo un mensaje vigoroso que se resume en la referencia al Corazón de Cristo, que es corazón - 140- humano y misteriosamente al mismo tiempo es también Corazón de Dios. - Un corazón que ama: "este es el corazón que tanto ha amado a los hombres". - Un corazón que desea intensamente ser amado (la "redamatio"). - Un corazón que es lo más opuesto al jansenismo. - Un corazón que podemos hallar en la Eucaristía. Como documentación disponemos sobre todo del diario de Margarita y de las cartas de La Colombiere, sólo dos dirigidas a S. Margarita María, y otras treinta enviadas a la Madre de Saumaise. Algunas consideraciones 7. La protagonista principal es ella. En la historia de la Iglesia ha habido muchos casos de amistad espiritual y colaboración entre un hombre y una mujer, pero generalmente el protagonista principal es él (véanse S. Francisco, S. Benito, el mismo Maritain) . En cambio aquí la protagonista principal es claramente Margarita María y él tiene una especie de función de garante. Podría decirse que la enunciación primigenia de la relación hombre-mujer que encontramos en la Biblia "No es bueno que el hombre esté solo. Voy a hacerle una ayuda adecuada" (Gn 2,18) aquí está invertida. Casi como si el Señor se hubiera dicho "No está bien que esta mujer esté sola, enviémosle una ayuda semejante a ella" . Y semejantes eran de verdad Margarita y Claudio; a nivel humano tenían puntos de contacto en el trasfondo familiar; en el plano personal había notorias afinidades de carácter: afectivos los dos, ambos generosos; y sobre todo en el plano exquisitamente espiritual: ambos han sido grandes místicos, personas de profunda fe y de oración, que habían mantenido una intensa relación personal con Jesucristo. Una relación no imaginaria, no ilusoria, sino real y concreta. Como se - 141 - evidencia en el juicio de la Iglesia - que los ha canonizado - y en los frutos que siguen madurando todavía. 8. La reciprocidad que caracteriza su relación. Reciprocidad que es muy actual. Hoy el empuje del movimiento feminista, que indudablemente ha puesto en evidencia la exigencia de igual dignidad del hombre y la mujer, no está disminuyendo sino evolucionando hacia lo que se ha llamado "reciprocidad asimétrica". No en el sentido de que uno de ellos dos sea superior al otro, sino más bien en el sentido de un movimiento en espiral en el que de vez en cuando y según facetas diferentes, uno u otro ocupan mayor espacio de iniciativa e influencia (pensad, por ej. en la generación de los hijos, que es obra común pero exige una aportación mucho mayor de la mujer) y al final resulta ser una valorización recíproca. Margarita no se hubiera librado de la incomprensión y la marginación , sin la llegada providencial de Claudio La Colombiere. y él sería mucho menos conocido y apreciado sin su participación en la misión de Margarita María . Aquí tiene lugar lo que se ha dicho sobre toda relación humana: "soy yo mismo gracias a ti". 9. Al corruenzo de estas reflexiones hemos citado la película, obra maestra, de Lelouch: un hombre, una mujer. Por muy diferentes que puedan parecer - y lo son - las dos historias paralelas tienen un denominador común. En ambos casos, lo que "salva" a las dos parejas es el amor que - cuando es genuino - lo podemos escribir siempre con A mayúscula, recordando la expresión de Juan Evangelista "Dios es amor. Quien permanece en el amor permanece en Dios y Dios en él" (Un 4,16). Y así por muy lejano que pueda parecernos el tema de Margarita María y Claudio La Colombiere en el tiempo y en sus contenidos, en realidad es válida para todos siempre. Es arquetipo de la fecundidad de la relación entre hombre y mujer a distintos niveles: familia, amistad, entrega a un ideal común. - 142- Conclusión 10. Quisiera concluir narrando un episodio bastante reciente. Un día, el Santo Padre Juan Pablo II hizo saber a nuestro Padre General , el P.Kolvenbach, que deseaba verle en Paray-le-Monial. Justamente en aquel tiempo el P. Kolvenbach se encontraba en México, en visita a los jesuitas de aquellas regiones. Tomó el avión y volvió a Europa y se llegó a Paray. Allí precisamente el Papa le entregó una carta recomendándonos a todos los jesuitas que no olvidemos la misión que el Señor nos ha confiado de propagar la devoción al Sagrado Corazón. Y al entregarle la carta le dijo: "Padre, es urgente que el mundo sepa que el Cristianismo es la religión del amor". - 143 - Recordamos a nuestros lectores que el próximo número de Oración y Servicio será dedicado enteramente al comentario de las intenciones para el año 2007. Ex p arte Ordinis imprimi potest: ALOYS VAN DOREN, S.J. CUM APPROBATIONE ECCLESIASTICA Finito di stampare nel mese di marzo 2006 Tipografia "Giovanni Olivieri" Via dell'Arch etto, 10 - 00187 Roma INDICE Pág. Presentación 67 La relación entre el Apostolado de la Oración y los Ejercicios Espirituales de San Ignacio Antol1 Witwer, S.f. 73 Reflexiones sobre una peregrinación con el Sagrado Corazón a la Jonlada Mundial de la Juventud 105 James Kubicki, S.f. Mensajero del Corazón de Jesús 119 Cardo Norberto Rivera Canern El Corazón de Jesús 121 Jal11es Fitzsimol1s, S.f. Margarita María Alacoque y Claudio la Colombiere Ma~sil1lo 135 Taggi, S.f. DIRECCION GEN ERAL DEL APOSTOLADO DE LA ORACION BORGO S. SPIRITO, 4 - CP 6139 - 00195 ROMA - PRATI (ITALIA)