Letras para llevar - Gaceta Nicolaita

Transcripción

Letras para llevar - Gaceta Nicolaita
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Año 1, No. 3
Abril 2014
Publicación eventual
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Suplemento Letras para llevar
El poder de la
imaginación
Édgar Omar Avilés
José Agustín Solórzano
Alfredo Carrera
Armando Salgado
Ilustraciones:
Ángel Pahuamba
Bolla Hiriart
2
Suplemento Letras para llevar. El poder de la imaginación.
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Reportera
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Suplemento Letras para llevar de Gaceta Nicolaita aparece eventualmente,
publicado por la Secretaría General de la Universidad Michoacana de San
Nicolás de Hidalgo. Ubicación: Centro de Información, Arte y Cultura
(CIAC). Morelia, Michoacán. Tel: 3223500 ext. 2019. Certificado de
licitud de título en trámite. Impresión: La Voz de Michoacán, S.A. de C.V.
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En la sesión ordinaria del H. Consejo Universitario llevada a cabo el 27 de
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de Hidalgo.
Editor responsable
Dr. Mario Chávez-Campos.
Año 1, No 3
El poder de la
imaginación
El Universo está hecho de historias, no de átomos.
Muriel Rukeyser
¿Sabes?, por el hecho de que dormimos de siete a nueve horas diarias, el mundo de los
sueños podría ser considerado tan real como éste. Es decir: una tercera parte de tu vida sucede
en esa loca imaginación. Pero, no solo esto: las otras dos terceras partes, lo que consideramos
“lo real”, “el mundo verdadero”, tienen ladrillos, cemento y varillas de imaginación. Pero a
continuación explico un poco más de por qué el mundo está construido de deseos y de soñar
despierto:
La comida no es sólo para alimentarnos, sino que es un cuento donde la verdura, la carne, la sal y las especias actúan en nuestro paladar. Comemos para alimentar el cuerpo y el alma.
También, cuando queremos a una persona, muchas veces la queremos no por lo que es, sino
por lo que imaginamos que es y nos contamos nuestro cuento de hadas. Creamos un submundo
habitado por nuestros humanos, aquella fracción de cada persona que elegimos para que compartan esa otra parte nuestra que ellos eligen reimaginar de nosotros: los humanos somos un
infinito que se hace finito en el ensueño de los otros.
Es más, los sonidos son vibraciones en el aire y los colores son vibraciones de la luz,
vibraciones que captamos por los oídos o los ojos y que nuestro cerebro da sentido e interpreta
diciéndonos: esto es rojo, aquello es azul, agudo o grave. Pero solo son ondas: los colores y
sonidos existen en las mentes de los animales y las personas, no en las cosas en sí.
La ciencia no deja de darle la razón a la fantasía. Las imaginerías del escritor Julio Verne
muchos años después pudieron ser llevadas a la realidad, como el viaje a la Luna o el submarino, gracias al cual hoy en día se descubren formas de vida insólitas en las profundidades del
mar. Y gracias a las investigaciones de Albert Einstein, sabemos que el tiempo (eso que separa
un momento de otro momento) es lo mismo que el espacio (eso que separa una cosa de otra
cosa). Piénsalo y te sonará rarísimo, tan raro como que hoy en día ya hemos logrado teletransportar átomos de un lugar a otro, aunque sólo sean átomos y a unos pocos metros de distancia.
Y no comentemos de las posibilidades que ofrecen teorías científicas tan extraordinarias como
la Mecánica Cuántica o la Teoría de las Supercuerdas, sobre las cuales te invito a buscar información en Internet, no me lo estoy inventado. Quedarás asombrado.
Todo el rollo anterior es para invitarte seas niño, niña, adulto o viejita a que hagas valer
tu imaginación, que no creas a quienes te dicen que imaginar es jugar a las mentiras, que es
perder el tiempo.
La belleza, la moda, la necesidad absurda de comprar cosas que en realidad no necesitamos, los sistemas de gobierno, el valor de una profesión sobre otra (que se le pague más a un
diputado que a un profesor, por ejemplo) son cosas inventadas por los humanos, no son Verdades labradas en piedra que no se pueden cambiar.
Imaginar implica creer que las cosas pueden ser distintas y por ende pueden cambiarse
las que están mal, mejorarse las que son buenas y ayudar a mantener las excelentes. Imaginar
es una forma de rebeldía ante los poderosos locos que se creen dueños del mundo: a ellos les
interesa que tú no imagines, porque es más fácil controlar y manipular a personas sin ilusiones
y sin inventiva, y así ellos pueden hacer reales sus fantasías de poder, dominación y riqueza
desmedida a costa de los demás. Los grandes cambios en la historia de la humanidad han sido
realizados por gente con mucha imaginación.
Por eso tú imagina, imagina, imagina, pues el mundo aún guarda muchos misterios y
maravillas tras infinidad de puertas secretas que hay que encontrar y saber tocar.
¿Sabes?, leer es una excelente forma de ejercitar el músculo de la imaginación. No la
única, pero sí una poderosa y divertida. Te deseo que disfrutes esta forma de alimentar tu Universo para hacerlo más grande e interesante; esta gozosa rebeldía contra las miserias del mundo
llamada literatura, llamada cuentos, llamada poesía.
Morelia, Michoacán, abril de 2014.
Édgar Omar Avilés
Suplemento Letras para llevar. El poder de la imaginación.
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texto- edgar
omar aviles
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El pajaposa
¡No es joraba!, son mis alitas que apenas es- Y entonces vino lo otro, según tú: cuestión de agi- borde del barranco. Ya estoy listo para mi pri-
tán creciendo, les decías a todos los niños que se
burlaban de ti, el niño que la maestra encontró
perdido en el bosque. Y luego nos explicabas
aquello de que tu papá era un pájaro y tu mamá
una mariposa y que tu cuerpo no era totalmente
tu cuerpo, sino una larva de pájaro.
Te presté mi bicicleta y le pusiste una hélice que daba vueltas con la cadena. Y tú pedalee
y pedalee, pero lo único que subía al cielo eran
las carcajadas de los niños. Luego vino lo de
coser costales, hasta que quedó listo el globote
que inflaste con aire caliente y ahí sí, lograste
volar unos metros antes que se quemara todo y
la maestra te castigara. Pero nos dijiste que eso
nomás era para domar al aire, porque los pajaposas no vuelan ni con bicicletas ni con globos.
tar rápido los brazos para que broten las plumas.
A muchos les dolió la panza de tanto reír. Pero no
te importaba, y agitabas los brazos día y noche y
hasta en la madrugada. Todos decían que ya había
reemplazo de El Loco del Pueblo, que en aquel
entonces era el viejo Nabor. Mi mamá me prohibió seguirte ayudando.
Como las plumas no te brotaban, usaste
unas de gallina que te pegaste en la ropa. También te hiciste una trompa de cartón bien larga,
delgadita y enrollada, como de mariposa. Hacías
¡cuaarrc, cuaarrc! como chachalaca por todo el
pueblo. Ya, en vez de risa, dabas miedo.
Luego llegó ese día, aquel que por semanas tanto anunciaste. Nadie creía, pero todos estábamos puntuales, viéndote desde lejos, casi al
mer vuelo, cuaarrc, repetías muy convencido.
La maestra y yo te suplicábamos entre
lagrimones que no saltaras. Los demás niños y
niñas también gritaban. Pero nada sirvió, simplemente saltaste.
Ahora sólo me queda desearte que estés
muy bien, que hayas encontrado tu nido con tu
papá pájaro y tu mamá mariposa y que estas palabras te lleguen con el viento.
¿Sabes?, nunca te iré a rezar, ni aunque
mi mamá tanto insista. Porque sé que no estás
muerto, porque aquello que todos vimos que
salió volando del cascajo de cuerpo que quedó roto entre las piedras del barranco no era tu
alma, sino tú que salías del huevo a gozar tu
vida, a buscar a los tuyos.
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texto- edgar
omar aviles
Príquiti, príquiti
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Suplemento Letras para llevar. El poder de la imaginación.
TÍTULO: Niño imaginando TÉCNICA: acuarela y grafito sobre papel
MEDIDAS: 30.5 x 23 cm. AÑO: 2013
Las olas del mar arrullan a Z (un hombre muy
El pequeño ser corre, aunque con cansancio,
hasta que tropieza en una piedra. Z lo alcanza, le da
un par de golpes para someterlo, pero el ser logra
pellizcarlo y decirle: príquiti, príquiti, y Z comprende que está soñando.
Al despertar, ve a un pequeño ser de pelo
espumoso entre sus cobijas. Z intenta agarrarlo,
pero el ser escapa por la ventana entreabierta desde
donde puede verse la rumorosa inmensidad del mar.
Con una vara en la mano, Z va tras aquél. Varias
veces está a milímetros de atinarle un golpe, pero
el ser logra esquivarlos con rápidos y graciosos movimientos, mientras repite burlonamente: príquiti,
príquiti.
La persecución llega hasta la orilla del mar.
Z saborea el miedo del ser, que está acorralado por
Un par de
minutos
Se extinguió toda burbuja y al principio na- puertas de sus casas. La preocupación crecía a
malo pero con una gran imaginación), que sueña que
persigue a un pequeño ser de pelo espumoso. Justo
cuando lo va a atrapar, el ser se mete en una tienda
de muñecos de peluche. Z busca entre los estantes,
hasta que de reojo ve cómo el ser, disfrazado con
un gorrito de hélice, escapa presuroso por la puerta,
gritando con voz aguda y burlona: príquiti, príquiti.
Al escucharlo, Z comprende con esa claridad mental
que sólo hay en los sueños, que aquel ser es su imaginación; aquella misma imaginación que de niño
utilizó para torturar con gran ingenio a cientos de
bichos y que ahora utiliza para robar y matar sin que
la policía lo descubra. Aquella imaginación que, peluda y con pies, se le ha rebelado, decidida a llevar
una vida buena.
die en el mundo se preocupó. Hasta que la gente
empezó a engordar sin control. Entonces se supo
que aquello era La Ley de la Naturaleza: cuando
algo deja de existir, otros tienen que cumplir con
la función de los que ya no están. Y una función
de las burbujas era ser redondas y muy gordas.
Hombres y mujeres, niños y ancianas, todos engordaban más y más, día a día. Macilentas
pelotas con pies y manos que no cabían por las
las olas. Luego Z se le abalanza, hundiéndolo en las
aguas, hasta que el pequeño deja de respirar.
Z intenta sacar el cadáver, pensando que, de
cualquier forma, habrá modo de reimplantarse la
imaginación y así no ser capturado en su siguiente
crimen. Sin embargo, mientras lo saca, el cuerpecillo del ser se desmorona en la espuma, haciéndose
parte de las olas. Aunque con las manos vacías, Z se
marcha orgulloso de haberle mostrado quién manda,
riendo sonoramente. Pero de pronto su risa se petrifica al escuchar que las olas del mar rumoran, cada
vez más fuertemente: príquiti, príquiti.
la par que la obesidad y los avances científicos
no lograban crear nuevas burbujas. Sin embargo, había esperanza, pues los humanos flotaban
con el viento y por las mañanas lanzaban destellos cuando la luz del Sol los atravesaba.
Luego hubo mucha histeria, pero sólo
duró un par de minutos, cuando supieron que
otra función de las burbujas era explotar de
pronto.
Suplemento Letras para llevar. El poder de la imaginación.
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texto- edgar
omar aviles
Rasabadú
Antes Rasabadú andaba por toda la bodega pregonando viejas no-
ticias de cuando nació: “Fidel Castro ha muerto…”, o tal vez: “Nada
detiene el derrumbe de la Bolsa Mexicana de Valores…”. En esos entonces Rasabadú no comprendía sus noticias, sólo gustaba de repetir
lo escrito en el papel periódico con el que fue hecho en origami. Su
voz, ahora sólo lamentos, era un chasquido como cuando se cambia una
hoja.
Algunos escarabajos le aseguraban que el papel no podía tener
vida, que no era natural, pero Rasabadú qué iba a saber de eso, si a
duras penas entendía que fue concebido por las manos hábiles de un
velador que tiempo atrás había renunciado a la existencia. Otros, como
la tarántula, lo veían con recelo y le decían: “Los dragones estornudan
fuego”. Rasabadú, mientras movía la cadera para que su cola se agitara
de derecha a izquierda, respondía: “Pero yo no voy a estornudar nunca”, intuyendo que eso del fuego era algo malo. Y continuaba con su
caminar lento, cuidando que no se lo llevara el aire que se colaba por los
vidrios rotos, con aquellas piernecillas rechonchas y sin articulaciones.
No obstante los cuidados, a veces era zarandeado por un viento demasiado rugidor, y mientras esperaba estrellarse contra el piso agitaba las
alitas atrofiadas de su espalda y les sonreía a todos desde las alturas.
Para el dragoncito, la bodega, llena de apiladas cajas polvorientas, era el mundo entero. Otros, como las moscas, sabían que existía
algo más allá de la puerta, pero les gustaba mucho vivir allí.
“Billy Corgan murió de sobredosis”, les dijo a unas ratas. Ellas
sólo asintieron sorprendidas, pese a haber escuchado esa noticia decenas de veces y no saber quién fue Billy Corgan. “Todo indica que el
nuevo Papa será estadounidense”, le dijo a una cucaracha que estaba
arriba de otra cucaracha.
Luego supo qué tan malo era el fuego cuando lo del corto circuito del viejo radio; se propuso nunca, pero nunca, sacar aire tan fuertemente como para llamar al incendio que vive, según la tarántula, en
su vientre.
Ahora las noticias no le importan: hace una semana cayó un
aguacero que se filtró por el techo de lámina; unas gotas le salpicaron en
su hocico-nariz en donde se le hacían hoyuelos al reír cuando escuchaba a una golondrina. “Qué buen chiste”, creía pensar, pero en realidad
sólo eran trinos. Su hocico-nariz se corrugó con el agua... y se resfrió.
Hoy día se la pasa debajo de una silla rota, con el dedo muy
cerca de la nariz, presto a inhibir el estornudo fatal: no quiere unirse a
Fidel, a Billy, al anterior Papa, a la Bolsa Mexicana y al velador. Para
los demás tampoco será fácil, aunque quizá logren escapar, ¿pero RasaTÍTULO: En la fogata TÉCNICA: acrílico, pastel graso y grafito sobre papel
badú cómo podrá evitar a Rasabadú?
MEDIDAS: 29 x 22 cm. AÑO: 2012
De vez en cuando piensa en el radio: “Él sí tenía cosas lindas que contar”, recuerda melancólico
y de pronto le vienen en torbellino las imágenes de cómo sacaba chispas y se derretía.
Rasabadú quiere creer que cuando estornude escupirá confeti, mucho y de muchos colores. La
tarántula dice que será fuego y que todos, hasta la bodega, morirán por su culpa. Lo único cierto es que
él ya no tiene cabeza sino para estar triste y con mucho miedo.
Su resfriado aumenta, sus fuerzas menguan. No quiere morir derretido, no quiere acabar con el
mundo entero.
“¿Será fuego o será confeti?”, pregunta titubeante una mosca a otra, mientras ven desde arriba
al dragoncito de papel: arrebujado, con las orejas ya sin gallardía, con la mirada seca de tanta nostalgia
y aquellos temblores con que despierta de las pesadillas.
“Es cuestión de esperar”, responde suspirando la otra mosca: “sólo de esperar”.
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Suplemento Letras para llevar. El poder de la imaginación.
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texto- edgar
omar aviles
El fragor del pirata
Tras abordar la ola, el pirata Sebastián, el
más temible de los siete mares, bate su espada
contra tres guardias del Rey. Cuando pareciera
que una de las espadas atravesará su corazón, da
un giro que provoca que entre dos de ellos se den
muerte. Pero en la acción, el tercero ha logrado
quitarle la espada. Acorralado contra la proa, da
un golpe al piso con tanta furia que su pata de palo
se rompe en dos. Utilizando un trozo como puñal,
hace una zanja en el vientre del enemigo. Motivada por el arrojo de su capitán, la tripulación pirata
logra apoderarse del barco e izan la bandera negra. En él partirán a la isla de Los Tiburones de
Esmeralda. Aunque fatigado, Sebastián sabe que
apenas inician las insólitas y terribles aventuras
cuando el mar, de pronto, es tragado por la arena.
Sebastián sale del agua, revolcado y aturdido. Mientras toma aire, con premura le dice con
la cabeza que “sí” a su madre, quien le pide que
no se aleje mucho de la orilla, y se lanza contra
una nueva ola que toma forma de un feroz calamar gigante…
El secreto del Sol
El Sol mengua en brillo, languidece su calor en un vertiginoso parpadeo de extinción. La tempe-
ratura de la Tierra desciende, mientras tornados y tormentas sacuden con rabia puertos y ciudades. En
un intento desahuciado, las cien mentes más brillantes parten rumbo al Sol, dispuestas a auxiliarlo o a
morir en el intento.
Cuando la tripulación regresa, la vida se ha regenerado gracias a un Sol espléndido cuyos
fulgores nuevamente alimentan a la Tierra. Pero al bajar de la nave, los cien héroes tienen los rostros
contrahechos de asombro y terror.
—¿Cómo lograron regenerar al Sol? —les preguntan, pero temerosos ninguno de los héroes se
atreve a responder.
—¿Acaso implotaron un agujero negro en el centro del Sol?
Los cien hombres niegan con las cabezas, con las miradas perdidas, a punto de la locura.
—¿Decodificaron la constante de Pierre-Colombina para acrecentar la concentración de helio?
—insisten los entrevistadores, pero las cien bocas responden con un lacónico “no”. Las preguntas se
amontonan como jarros rotos, hasta que se agotan las posibilidades.
—Díganos, ¿qué cosa horrible hicieron?, ¿qué atroz secreto los tiene en tal estado?
Tras un largo silencio, el comandante toma la palabra. Sus manos tiemblan casi tanto como su
voz:
—Encontramos —traga saliva, aprieta los puños—… encontramos donde se le da cuerda al Sol.
Suplemento Letras para llevar. El poder de la imaginación.
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texto- edgar
omar aviles
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La última batalla
de los ancianos
El juicio y
el perdón
De los miles de millones de ancianos, sólo una
Eran cinco cachorros. Suaves bolas de pelo
décima parte sobrevivió a las tormentas eléctricas, a
los calamares gigantes, a las brasas del sol multiplicadas por las olas, a los sedientos tragos de sal, a los
colmillos de los tiburones y al aguijón de las mantarrayas. Pero al fin llegaron al fondo más profundo del
mar. Entonces taladraron roca y hierro con pico y dinamita y muchos más murieron vomitando sangre o
se marchitaron sus corazones como fruta o sus huesos
tronaron como si fueran ramas secas. Fueron cientos
de miles los que explotaron junto con las cargas de
dinamita o quedaron sepultados entre los túneles. Pero
hubo cerca de un millón de ancianos que llegaron a la
esfera de cristal que mora en el centro de la Tierra.
—¡Era verdad! —gritan temblando de alegría.
—¡Sí: aún somos niños! —lloran con los cuerpos exhaustos.
Los viejos se arremolinan, acercando sus manos callosas para sentir las manitas suplicantes a través
del cristal. Adentro, los niños se apilan, golpeando en
vano la esfera.
—¡Ey, miren! ¡Ésa soy yo! —grita una anciana señalando a una niña morena de largas trenzas.
—Y yo soy ese chico tan… tan solo... ¡Hola!
—susurra y luego grita un viejo esquelético señalando
a un niño gordinflón.
Escriben en el cristal, con letras al revés, en
todos los idiomas conocidos: “Aléjense y cúbranse”.
Los ancianos ponen cargas de dinamita alrededor de la prisión, a una distancia exacta para que
solamente estalle el gruesísimo cristal.
Pero a medio minuto de detonar, llega el terrible Grarunda, vociferando:
—¡Así que han venido a rescatarse!
Los ancianos levantan sus bastones para hacerle saber que no los atemorizan las garras ni las
mandíbulas de los tripsélidos, el ejército de Grarunda.
—¿Qué no saben que cuando ustedes toquen a
su niño, desaparecerán?
Los ancianos aprietan los puños mientras
asienten. Saben eso y saben aún más por los sueños en
donde se les reveló que en realidad eran niños encerrados en una prisión de cristal en el centro de la Tierra;
que sus vidas y su mundo falso eran proyectados por
los niños para no enloquecer en el encierro en que Grarunda los confinó hasta que necesitara alimentarse.
—¡Aún somos niños! —exclaman los ancianos para darse coraje, para no escuchar el serruchar
de los colmillos de los tripsélidos, para no percibir la
bola de fuego que Grarunda va acumulando entre sus
manos, para no temer que cada uno, al tocar a su niño,
dejará de ser lo que ya fue. Los ancianos disponen sus
escasas fuerzas para sostener sus metralletas, para quitar el candado de las granadas, listos para la batalla;
mientras los chicos en la esfera retiemblan, se concentran, para darles en lo posible vigor a sus ancianos.
que chillaban la leche que mamá les daba. A los
seis años, el pequeño Daniel los metió en un costal y los llevó al río. Nadie sabe por qué lo hizo, ni
él mismo, pero gozó cómo poco a poco el costal
dejaba de estremecerse.
Daniel murió pasados los setenta años. Fue
buen padre, buen esposo, buen abuelo, buen ciudadano. Ayudó a amigos y a extraños, y el mundo fue mejor sitio gracias a que él nació. Por lo
que, en el recuento regresivo donde desfilan todos aquellos que lo conocieron, sólo se comenta
lo bondadoso que fue. Daniel está seguro de que
entrará al Paraíso, hasta que el recuento arriba a
su infancia. Entonces los cinco cachorros, contrahechos por el ahogamiento, se presentan ante él.
Como a los demás, se les pregunta si ellos tienen
alguna objeción para que Daniel entre al Paraíso
o, en su defecto, vaya a morar a algún infierno
personal. Los cachorros lo miran fijamente. Tras
unos segundos de reflexión, con voces dulces
pese a registrar estertores de ahogamiento, se pronuncian:
—Él fue el mejor de los niños; incapaz de
hacernos mal alguno —dicen los perritos de narices sangrantes y ojos blanqueados de sufrimiento. Al escuchar aquello, Daniel, avergonzado, se
tambalea, asqueado de sí mismo por torturar y
matar a los perritos que ahora le permiten entrar
al Paraíso. Sabe que no merece aquel perdón, que
él es la más ruin de las basuras. Luego de unos
minutos de dolerle todo el dolor que causó a sus
seis años, de pronto a Daniel se le aparecen los
cinco cachorros.
—Él fue el mejor de los niños; incapaz de
hacernos mal alguno —dicen los perritos tras unos
segundos de reflexión. Daniel llora ante la bondad
infinita de aquellos a los que no permitió gozar de
la vida; cachorros de patas y hocicos rotos en su
vana lucha por escapar del costal y quienes ahora
le regalan el Paraíso. Reniega de su existencia, le
arde el alma llagada de arrepentimiento, sabe que
no merecía vivir un día más después de cometer
aquella atrocidad. Luego de unos minutos de vomitar su existencia horrible que se prolongó más
de setenta años, de pronto los cinco cachorros se
presentan frente a Daniel.
—Él fue el mejor de los niños; incapaz de
hacernos mal alguno —dicen los perritos… que
seguirán presentándosele por toda la eternidad.
TÍTULO: Chetapu TÉCNICA: acrílico, pastel graso y grafito sobre papel MEDIDAS: 29 x 22 cm. AÑO: 2012
8
Suplemento Letras para llevar. El poder de la imaginación.
1
La maestra nos pidió que hiciéramos un poema
Yo pienso en Yolanda y deletreo su nombre
Y
O
L
A
N
D
A
Yolis
Yola
Yolita
Lo busco en el crucigrama que papá empezó en el periódico
Y-o-l-a-n-d-a
Lo garabateo en la página:
Para Yolanda
Luego pienso que nadie debe saberlo
Se burlarían de mí porque Yolis está guapa
Y a mí cada vez se me hace más grande este grano en la nariz
Mi papá dice que empiece:
Tus ojos son dos luceros
Tu boca un collar de perlas
Y tu cabello una cascada azabache
Yo no sé que significa azabache
Ni lucero, es más, nunca he visto una perla
Mi mamá dice que somos pobres y eso es de ricos
Yolanda también es pobre
Como todos los niños
Mejor no haré la tarea
Ni modo de escribir:
Yolanda
Los niños somos pobres
´
´ solorzano
texto- jose´ agustin
No tenemos perlas ni en los dientes
Tu pelo huele bien rico aunque no te lo laves con champú azabache
Tus ojos no son luceros sino como canicas brillosas
Y por si no lo sabes tu nombre aparece en todos los crucigramas.
Ay, cómo es complicado eso de los poemas.
2
El mal futbolista
Dice la maestra que todos tenemos un talento
El mío no es el futbol
De eso estoy seguro
Siempre pido ser defensa
Los defensas siempre pueden echarle la culpa a los otros
Y no están obligados a meter los goles
Yo no sé cuál sea mi talento
Los únicos goles que he metido son a mi propia portería
Dicen mis amigos que es porque tengo chueco el pie
A las niñas eso les da risa
Quizá mi talento sea ése
Hacer reír a las niñas
O tener un pie chueco y caerme a propósito
Para no tener que enfrentar a los delanteros
No me importa
Si mi talento es ser tonto
Puedo hacerlo de la mejor manera
Quizá nunca meta goles
Y siga dándome de marranazos contra el suelo
Pero dice Pedro que a las mujeres se les conquista con la risa
Yo no sé jugar al futbol
Ni sé mucho de mujeres
Pero los balones no me gustan ni poquito
Y sí un poquito más la risa de las niñas
Suplemento Letras para llevar. El poder de la imaginación.
´
´ solorzano
texto- jose´ agustin
Yo no sé jugar al futbol
Pero me gustaría ser de grande futbolista
Con mi pie chueco y todo
Aunque me la viviera en el suelo
Enlodado y fingiendo llorar por un dolor en la espinilla
(Cosa que hago muy bien)
Enojados le soltamos el chisguete
No queríamos una flor
Porque hacer pis era cosa de hombres
Como decía Pedro
Y las flores cosa de niñas
Como decía papá
Yo creo que Pedro tiene razón
Las mujeres prefieren a los malos futbolistas
Y quién sabe
Quizás un día yo prefiera los besos de las niñas
Y no los goles y las dribleadas.
No logramos vencerla
La muy maldita se quedó de pie
Amarilla y sonriente
Frente a nuestros cierres bajados y derrotados
3
Sobre las chis y las flores
El primo Pedro me enseñó a hacer chis en las esquinas
Cuídate que nadie te vea
me advertía
A mí me gustaba hacerlo
A escondidas y sabiendo que si alguien me veía
Debía echarme a correr aun con el cierre abajo
Por eso convencí a Manitas de hacerlo juntos
Luego de comprar coca colas y bebérnoslas de un trago
Eructábamos golosamente y salíamos corriendo a esperar
Frente a la esquina elegida:
Un baldio grandote y con yerbas secas
Nos aguantábamos hasta que llegaba la punzada
Lo hacíamos por turnos y mientras uno cuidaba
El otro soltaba el chisguete sobre las yerbas
Luego de un largo chorro amarillo venía el suspiro
Uff, a correr aunque nadie nos persiguiera
Corríamos y soltábamos la carcajada
A veces un par de eructos atorados nos hacían golpearnos al pecho
Cuando nos deteníamos unas cuadras más adelante
Fue a la tercera ocasión que vimos la flor
Sí, ¡una flor había crecido en nuestra esquina!
Una flor amarilla y tonta se había atrevido a nacer ahí
9
Regresamos tristes a casa
Pero no íbamos a rendirnos
Seguimos yendo a la esquina todos los días
Cambiamos la Coca Cola por Boing de uva
Bebimos incluso agua de la llave
Pero nada podía vencerla
Manitas decía que la arrancáramos
Pero eso no sería una pelea justa
Yo insistía en derrotarla a chorros
Pero no se nos ocurría nada
Hasta que nos sorprendió la abuela
Nos tomó de las orejas y nos dijo vándalos y cochinos
Me acusó con mamá y mientras ella me advertía
Que el pipi se me iba a caer si seguía haciendo aquello
Mi papá reía echado en el sillón
“Es un chamaco, déjalo, yo también orino en la calle cuando me agarra la
prisa”
Esa noche papá durmió en el sillón por mi culpa
Y por cochino, según dijo mamá
Yo me sentí tan mal que al día siguiente regresé
Arranqué la flor y enfurecido
La tiré por el escusado y jalé la palanca
Ese día mi abuela me dijo que el amarillo significaba tristeza
Yo no sé por qué, pero me acordé de la chis, de la flor y de papá
A los dos días yo y Manitas hacíamos pis en otra esquina diferente.
TÍTULO: El luchador TÉCNICA: acrílico sobre madera MEDIDAS: 30 x 50 cm. AÑO: 2013
10
Suplemento Letras para llevar. El poder de la imaginación.
´
´ solorzano
texto- jose´ agustin
Instrucciones para hacer un poema
A Bere
Primero
una palabra cualquiera
por ejemplo
pájaro
ahora un adjetivo común
pájaro esdrújulo
por ejemplo
será fácil pensar que un pájaro esdrújulo
comúnmente habita en árboles esdrújulos
cada cual con su grupo semántico
sigamos pues, amigo:
pájaro esdrújulo
que en esdrújulos árboles habitas
con el pecho grave
lleno de alas y plumas
cantas brevemente
tu aguda canción
ahí tienes ya tu poema
ahora inténtalo tú mismo
recuerda:
elije una palabra cualquiera
tócala un rato
mírala
si es un pájaro córtale las alas
si no lo es, haz lo que quieras
elije un adjetivo simple
no intentes solemnizar
es necesario no decir nada importante
o podrían acusarte de literato
de mentiroso, de estafador
por eso declárate falso desde el principio
di que lo que tienes en las manos
no es un pájaro, miente
aunque todos puedan mirar al ave
al igual que ahora yo te digo
que esto, lo que estás leyendo
no es un poema
aunque también yo le haya arrancado las alas.
TÍTULO: niño con espíritu del bosque TÉCNICA: acrílico, pastel graso y grafito
sobre papel MEDIDAS: 29 x 22 cm. AÑO: 2012
Suplemento Letras para llevar. El poder de la imaginación.
´
´ solorzano
texto- jose´ agustin
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Poética para cantar bajo la ducha
Deja que te pegue el agua en los cachetes
haz pis con los ojos bien cerrados
sin preocuparte
deja que tu voz desafinada descanse
un poco bajo tu pecho
luego canta
¡canta!
y recoge con cuidado el jabón del piso
no tan rápido, tómate tu tiempo
para eso preparaste tu repertorio con anterioridad
antes de salir se empañará el espejo
tú dibujarás un corazón o nada, tal vez un palito con el dedo
y tus manos parecerán de abuelito
afuera no hay nada
más que el mundo tímido y seco
sin patitos de hule o barquitos de papel
no hay lluvia calientita
y cuando llueve no te permiten desnudarte
qué mejor que sentarse un rato
y seguir silbando, siendo uno mismo
inventar la canción, tu canción
jugar a ser sapos bajo la lluvia
a naufragar en un islote desierto
a pararnos el pelo con champú
o gritar, cantar
o bailar:
¡soy un rock star
un poeta
yo soy pepe el toro
yo soy pepe el toooorouuo!
TÍTULO: Danza de los negritos TÉCNICA: acrílico sobre papel MEDIDAS: 48 x 36 cm. AÑO: 2012
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Suplemento Letras para llevar. El poder de la imaginación.
texto- alfredo carrera
Los últimos días
Regresábamos a casa mi mamá y mi hermano. No muy lejos de cuanto llegué, el vecino me acarició la cabeza como a una mascota y luego
donde vivimos está el bosque. Cerca de ahí cruza la carretera que rodea el
cerro desde donde se ve la ciudad. A veces cuando estoy acostado en la cama
escucho los autos que pasan. Esa noche tropecé con una piedra y caí encima
de un montón de tierra porque caminaba de espaldas. La piedra era un perro
que chilló y se alejó corriendo. Mi mamá y mi hermano voltearon. Yo iba a
gritar, pero su mirada me calló. Aún así se acercaron para levantarme. “No
pasa nada, ¿podemos volver a casa?”, dije mientras me sacudía el polvo de
la ropa.
Esa noche pasaron muchos autos. Acostado en mi cama pensé en el
perro. Le había preguntado a mi mamá si le pasó algo al animal y me respondió que no importaba, que seguro tendría motivos para irse. No pude dormir.
Cada vez que cerraba los ojos recordaba lo que había pasado, pero ahora
cambiando al perro por otro animal sobre el que pude haber caído. ¿Y si caí
sobre mi sombra proyectada por la luz de la luna? No podía caer sobre mí
mismo pero sí sobre una parte de mí. Lo sé porque un día vi por televisión
que hasta los doce o trece años un niño puede descubrir si es hombre-lobo o
si le saldrán alas y colmillos o quién sabe qué tantas cosas. Mi cumpleaños
era siete días después, así que pronto me enteraría si yo era uno de ellos.
Días después decidí hablar con mi mamá. Si llega el día en que me
transforme, le expliqué, podría matar a toda la familia, así que ellos debían
hacer lo que creyeran que era mejor. Mi mamá se puso muy seria y dijo que
no me pasaría nada. Me tranquilizó saber que ella estaría preparada cada
luna llena. Incluso la noche antes de mi cumpleaños le pedí a mi hermano
que me amarrara a la cama y que estuviera preparado porque de ahí en adelante yo ya no iba a ser yo.
La mañana del catorce de julio no encontré en la casa a mi hermano
ni a mis papás. Corrí a decirles a los vecinos que me había quedado solo. En
abrazó a su esposa. Lloraba y no dejó de repetir: es horrible, es horrible.
¿Se refería a mi aspecto, que seguramente había cambiado, o a lo que había
hecho? Tal vez escucharon los gritos de mi mamá o quizá mi papá había
tratado de defenderse.
Mi abuela fue por mí a casa de los vecinos. “¿Se lo dirá?,” le preguntó la vecina a mi abuela. “A su debido tiempo”. Pero no era necesario,
yo ya lo sabía: era un niño-lobo que se había comido a su familia. Y volvió
a ocurrir.
Mi abuela lloraba mientras conducía hacia su casa. Yo me pasé al
asiento trasero. Estaba por suceder como la noche anterior: primero dos o
tres bostezos largos mientras veía en el retrovisor mis pequeños colmillos,
la lengua demasiado roja y un extraño brillo en mis ojos; luego, me caía de
sueño. Cuando desperté ya había pasado todo.
Me había quedado dormido y desperté en una cama grande de hospital. Este lugar se parece a donde me llevaron mis papás la última vez que me
enfermé. Tengo arañazos en los brazos y en los muslos. Debí luchar contra
mi abuela. Seguro fue una pelea terrible.
Hace rato vinieron unos policías a preguntar cómo seguía y no me
quedó más que confesar: vayan a mi casa, revisen cada cuarto, busquen a todos los que no aparecen y si es necesario llévenme a un zoológico o a un circo, para que presenten al niño que come personas. Estuvieron más tiempo,
al final no quedaron convencidos de nada. Dijeron cosas sobre accidentes y
les insistí que no había más accidentes que la luna llena.
Me lo ocultan, claro. Es raro que exista un niño-lobo, por eso inventan accidentes, pero a mí no me engañan. Con la próxima luna llena, cuando
yo no sea yo y me transforme, seguro alguno no amanece. Entonces sí van
a creer, cuando vean la luna de esa noche…
Suplemento Letras para llevar. El poder de la imaginación.
exto- alfredo carrera
El baile del mundo
para la Alejandra real regadera, y la bailaba como su hermana le había enseñado, siempre se
Alejandra era la niña más fe- le olvidaba algún paso, pero inventaliz de todo el mundo, o por lo ba uno nuevo. Inventaba tantos que
menos eso creía ella. Tenía tres años, cuando su hermana la veía le decía
para ella sólo existía su mamá y su que había cambiado todos los pasos
hermana. Papá vivía lejos, aunque y su mamá le volvía a cantar la canlas visitaba cada verano no vivía con ción porque también la había camellas los otros meses. Su mamá can- biado por completo.
En las mañanas se quedaba
taba tantas canciones que Alejandra
pensaba que cada uno de los días en casa con su mamá, pero algunos
cantaba una nueva, después pensó otros días su mamá iba a la calle a
que las inventaba, pero nunca supo hacer muchas cosas como comprar
la verdad. Cuando creció y se hizo comida y llegaban personas a la
casa, amigas de mamá o tías o primamá se le olvidó preguntarle.
La hermana de Alejandra mas o su abuelita que olía feo o la
no cantaba, pero sabía bailar, baila- abuelita que no olía feo, para que no
ba todas las canciones que la mamá se quedara sola e hiciera travesuras
cantaba. Sabía tantos pasos como o rompiera cosas o le dieran algo de
había música y canciones en el mun- comer si tenía hambre.
Una mañana no hubo quien
do, sabía, porque ahora hay más. La
hermana se iba por las mañanas, muy acompañara a Alejandra y mamá
temprano, no volvía hasta que ya tenía que hacer ¡mil cosas!, ¡mil coiban a comer. Cuando comían conta- sas! Y además lo había repetido ¡mil
ba que en su escuela había inventado veces! O por lo menos eso decía su
un paso nuevo, que sus amigas ha- mamá y eso pensaba Alejandra. Enbían saltado de tal manera, que ella tonces tuvo que ir a la escuela con
se había dado cuenta que si cantaba su hermana mayor. Las dos subiela canción de hace tres días se vería ron al coche, como lo hacían todas
fantástico. Contaba tantas cosas, ha- las mañanas, aunque su mamá decía
blaba tan rápido de tantas amigas y que no era cierto, que el sábado y el
amigos que cuando terminaba, Ale- domingo no pasaba eso, pero lo que
jandra ya había olvidado todo; pero pasaba está vez es que Alejandra no
no importaba porque mamá podía estaba dormida. Tenía los ojos bien
cantar la canción y la hermana decir- abiertos. Estaba emocionada, tenía
le a ella qué hacer y bailaban. Lue- miedo, tenía nervios o eso decía por
go, mamá cantaba más canciones, lo menos su mamá porque ella no se
todas nuevas, todas diferentes y así podía dormir, Alejandra se quería
estaban toda la tarde, o por lo menos dormir, le preguntó a su mamá que
eso creía Alejandra, porque al dar las qué era lo que le había pasado, si tal
cinco ella caía dormida en su cama vez se le hubieran descompuesto los
o en un sillón. Cuando volvía a abrir ojos o la cabeza. Y entonces la mamá
le decía que eso pasaba porque eso
los ojos ya estaba oscuro.
Vivían en un país al norte de es lo mismo que sienten todos los niEuropa, por lo que los días duraban ños de todos los mundos y también
menos y las noches eran muy largas. de este, cuando van por primera vez
Por lo menos Alejandra no sabía eso, a la escuela porque saben que habrá
pero su mamá se lo explicaba segui- muchos niños, que no serán sus primos y hermanos, sino más niños.
do.
Llegaron al Jardín de Niños
Alejandra ya hablaba muy
bien, en las mañanas ensayaba su de la hermana. La maestra ya sabía
canción favorita, que era una que su que iría Alejandra porque la mamá le
mamá había cantado una vez en la tuvo que hablar y la maestra le dijo
13
que sí, que le llevara. La esperaban
en la puerta, bueno, sólo la maestra que no huele feo. Tomó de la
mano a las dos niñas, que además
llegaron tarde y la mamá ni siquiera había dejado que Alejandra se
despidiera. Mamá sufría de camino por las mil cosas que tenía que
hacer y porque seguramente su hija
sufriría. Alejandra y su hermana ni
se habían dado cuenta de cuándo se
había ido su mamá, porque además
la maestra las había agarrado de las
manos y corría como loca, por lo
menos eso dijo la hermana. En el
salón las maestras habían organizado un concurso de baile. Cada niño
tenía que pasar al frente, ponían
música en una grabadora y entonces mientras eso pasaba Alejandra
se había ido a un rincón a practicar su baile y su canción que no se
parecía a la canción que su mamá
había cantado, ni al baile que su
hermana le había enseñado. Las niñas y los niños pasaban por turnos
al frente, se escuchaba la música
y bailaban. Las maestras gritaban
mucho, aplaudían y sonreían a
cada uno que pasaba. No escuchaban a los niños gritando. Los
buscaron por todos lados y vieron
que muchos niños estaban cerca
de Alejandra con su canción, que
no decía nada y esos pasos tan extraños que hacía: movía el cuerpo,
los brazos, las piernas, la cabeza
y saltaba. No había un paso igual
al otro. Los niños querían bailar
como ella y cantar igual. Pasó toda
la mañana así, aunque la verdad
Alejandra tampoco recuerda que
durmió mucho tiempo. Cuando llegó su mamá y su hermana por ella,
la maestra sonrió al ver a la mamá
de las dos niñas. Alejandra había
sido tan feliz que quería quedarse
a bailar. De regreso a casa se quedó
dormida en el carro y al despertar
no sabía si había pasado todo o lo
había soñado.
TÍTULO: Pateador TÉCNICA: acrílico y grafito sobre papel MEDIDAS: 32 x 46 cm. AÑO: 2013
14
Suplemento Letras para llevar. El poder de la imaginación.
texto- armando salgado
MINA: 10 maneras
de acariciar un gato
[…] dame una manita de gato […]
MARÍA GARCÍA ESPERÓN
1
tré en los cables de la luz. Era color guayaba y despeinada sonreía como
una Mona Lisa.
Dientes de león en la boca del relámpago.
Un dos tres por la colita de mi voz
Ayúdame a encontrar mis palabras. Estarán en el árbol cerca del quinto
sueño o en la panadería de doña Inés. Quizá a la salida de la escuela,
esperándote. ¿Tendrán hambre? En mi librero faltan tres cuadernos de
poesía. Pudieron comerlos -corazonada que tengo- y dejar solo moronas de versos. Las necesito para decir papalotes, para colorear un ángel.
Las palabras son pájaros que anidan en la voz. Cruzan la portada del
horizonte. Mi instinto felino -un poco mudo- las persigue. Sé que están
buscándote para decirte este amanecer.
4
El alma del mundo
es un gato
que toca un cello.
Su cola/arco
maúlla notas musicales
como si fueran
el más bello cuadro
de Van Gogh.
Jugar gatobol con la colita
2
Las reglas del gatobol son fáciles. Primera: botar pelota únicamente con
colita sin usar patas. Segunda: no meter bigotes para que resbalen los demás -hay gatos que meten bigotilla-. Sobre puntuación. Contar un punto
por cada canasta dentro del área pintada con leche. Dos puntos si el tiro
fue detrás de la línea del metro (¡ah!, es la línea naranja), y tres puntos si
anotas de espalda con ojos cerrados. La duración de los partidos tendrá
dos tiempos: en uno hará calor y en otro frío. El árbitro llevará dos huevos y una gallina los empollará. Al romperse el cascarón y al ver cómo
nacerá el primer pollito, habrá un receso. Repetir otro nacimiento y esperar el final del juego. Cualquier tejado sirve como cancha. Anímate, tu
colita tiene buena condición.
Mina, estoy nublado.
¿Cuánta hambre y cuántos gatos?
Muchos desperdician alimento
y cuajan indiferencia ante los demás.
(Ella, abre una cesta con pescados.
Escribe con luz sobre el cielo:
donde hay uno, habrá diez).
Los peces y la leche se multiplican.
Ropero para muchas colitas
Escribir es amarrarte agujetas y tener el paso firme. Aunque no usamos
zapatos, sí muchas colitas. Las hay deportivas, casuales, navideñas, térmicas. Mi favorita tiene lámpara y un radar que ubica palomas en el
cielo. Sé que al tocarlas conoces la textura del viento. Cierro los ojos.
Mi colita acaricia el plumaje de la tarde. Cubren el huevo de tortuga que
pronto alunará.
3
A un felino le importa
mucho su colita.
Es razón de su equilibrio
al cruzar los tendederos
para llegar al Himalaya.
Usos y costumbres de una colita de gato
Vestir la mejor colita, los colores favoritos. Darle distintos usos. Beber
leche como si fuera un popote. Es cometa estirándose por la eternidad.
Peine, tijeras, silbato, bufanda, linterna, aspiradora, bate de béisbol, es
todo. También radar, telescopio, lápiz, regla, sombrilla. Al soplar sobre
ella será un rehilete girando entre rayos de sol. ¿Recuerdas el día de las
grandes ráfagas? Mi colita salió volando. Después de buscarla la encon-
5
También los gatos
pueden jugar
colitas sobre hielo.
Uarhukua
en la meseta Purépecha
y hasta colita chutada
en tierracaliente.
Una vez jugué
vencidas de colita.
Tejados tipo pájaro
Aviones que despegan de tejados, azulan el aire. Pájaros de añil, pájaros de lluvia, pájaros de junio. Conocen callejones en el viento y atajos por las nubes. Mina encontró un nido abandonado. Había tres crías:
Uruk, Kuru y Kruu. Decían que verlos pilotar era un río serpenteando por el cielo. Nos enseñaron a volar. Al principio fue difícil. Usamos
colitas-hélices para impulsarnos. Al frotarlas con rayos de luz se formaba
un arcoíris. Uruk, Kuru y Kruu descubrieron los misterios que guardan
los relámpagos. Una tarde de otoño, cuando nubes deshojan pequeñas
gotas de sereno, ellos volaron a donde nace lo invisible.
Suplemento Letras para llevar. El poder de la imaginación.
exto- armando salgado
6
9
Terremotos de arena
Un dos tres por la colita de tu voz
Un tejado
es un rompecabezas
del Universo.
Cada teja
es un maúllo
y una historia por contar.
Ayer hubo un terremoto. Apenas nos recuperábamos del último huracán.
Reforzamos todas las tejas con saliva de pájaro. Pero nadie esperó un
terremoto de arena. Es un llamado de la madre naturaleza para pensar el
mundo. Esta mañana acompañé a los rescatistas: acomodamos la posición del cielo, regresamos libros perdidos a sus bibliotecas. En la casa,
Mina preparó chocolate caliente y me dibujó una sonrisa con su espuma.
Ella cuidó a los gatitos mientras aseguraban el orfanato. Un terremoto de
arena nos recuerda la ayuda mutua y la breve estancia de las cosas.
15
La luna
es un lunar blanco
en el pelaje
de un gato negro.
Las encontré. A ella, a ti. Estaban en mi quinto sueño entre el horno de
pan. Deletreaban una concha al sopearla en un plato con noche. Hallar tu
voz es ver las vértebras del aire, los ríos transparentes de la vida y el corazón de la madre tierra. Mi voz sembrará en tu pecho los primeros rayos
del día. Poesía, es alba. Instantes infinitos de eternidad1, permanencia
ocasional de infinitos. Lo demás será vivir y soñar y creer y amar y maullar y volvernos a encontrar en otra galaxia, en otro amanecer.
1
Alessandro Baricco.
7
La arena
pertenece al gran gato amarillo:
el desierto.
10
Ópera: Le paradis des chats
P.D.
Cerrar ojos para siempre es viajar al paraíso de los gatos. Las abuelas
cuentan que cada dos de noviembre un puente conecta el mundo de los
vivos y muertos. Ellas encienden veladoras con maúllos para que la luz
no se apague con el aire. Ponen un altar y en él, los gustos del difunto:
leche fría, galletas, mucho atún. Encienden copal, flores de cempasúchil,
la fotografía. Mina aprieta fuerte mi colita. Al contemplar las estrellas y
la posibilidad de otros mundos, descubrimos que el silencio —a pesar de
todo— es un gran amigo.
8
Acariciar un gato blanco
es tocar
la suave espuma del mar.
Gatoñol a tres lenguas
Mina es maestra en gatoñol. Palabras como ágata, gatusía, gatún, son
ejemplo del compendio que gatos escritores nos heredan. El gatoñol tiene tres lenguas: quien lo habla, quien lo escucha y quien lo escribe. Charles Simic dijo que la poesía tiene: tres zapatos distintos a la entrada de
un callejón oscuro. El gatoñol es poesía con tres pies a la salida de una
calle con luz. Mina escribe otras palabras. Lee y pisa fuerte las cuartillas. Contempla a los niños. Ellos tienen la colita atenta y escuchan otros
mundos dentro de los libros.
Mina: tú y yo, un minino.
Un diente de león ruge. La vida nace otra vez. Al romper su cascarón de cristal,
maúlla. En horizonte, es el sol.

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