Contentos, pero sin presumir

Transcripción

Contentos, pero sin presumir
La suerte y el jogo feio
Dos reflexiones me vienen a la cabeza como epílogo de este Mundial. La primera es que se
trata de una competición muy corta con únicamente de 5 ó 6 partidos. Los cuatro partidos
eliminatorios que van de octavos de final a la final y quizás uno o dos encuentros de la primera
fase. Y en ese campeonato tan corto no sólo cuenta ser un buen equipo de fútbol. Hay
investigaciones que demuestran que en un campeonato largo como la Liga española acaban
ganando los equipos que tienen mejor rendimiento, pero que en los campeonatos cortos no es
así necesariamente. Por eso, por ejemplo, las finales de la Copa del Rey la pueden jugar el
Español y el Zaragoza o el Atlético y el Osasuna; porque la Liga es cosa del Barcelona, el Real
Madrid o el Valencia. La Copa del Mundo es que como la Copa del Rey. Es el torneo del K.O.
Además de lo futbolístico hay que dominar detalles como saber tener el nivel de activación
óptimo antes de un partido, ni muy alto ni muy bajo, resolver con éxito momentos puntuales del
juego y, sobre todo, saber nadar y guardar la ropa. Y tener suerte. En definitiva dominar eso
que no se sabe muy bien qué es, pero que se denomina saber competir. Francia y más aún
Italia son maestros en esa parcela.
La segunda reflexión es que se puede apostar por esa idea comercial del jogo bonito
únicamente si uno dispone de jugadores técnicamente tan bien dotados como Brasil o pocos
equipos más. Llevar siempre la iniciativa en el juego, apostar por el dominio del balón,
incorporar a muchos jugadores por delante de la pelota está muy bien y será bien recibido por
el espectáculo si vas a superar claramente al rival. Si no hay que tener un buen plan defensivo
y saber jugar sin el balón. Vamos el plan B. O eso o te vas a casa. Francia e Italia supieron
desarrollar muy bien ese plan B que no ha sido del agrado de la prensa o los espectadores.
Pero ganaron. Hay que apostar también por el jogo feio cuando sea necesario. Si se quiere
ganar claro. Jugar bien o mal es un concepto futbolístico difícilmente comprensible para los
equipos perdedores. Se juega bien para ganar, no se juega bien para nada. Pero si se gana de
otro modo, el objetivo está igualmente cumplido. Eso es el fútbol. El jobo bonito durante lo 90
minutos está al alcance de muy pocos. El jogo feio, cuando sea necesario, permite también
ganar. La receta está clara. No sólo tiqui-taca.

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