Desde la fe en la imagen, hasta la Imagen de Fe

Transcripción

Desde la fe en la imagen, hasta la Imagen de Fe
SALA 1 / MESA A / Interrelación diseño, arte, ciencia y tecnología
Desde la fe en la imagen, hasta la Imagen de Fe
Autores/
José Isaac Cortés López / Agustín Tonatihu Hernández Salazar
Docentes del Centro Universitario de Arte, Arquitectura y Diseño de la Universidad de Guadalajara.
Guadalajara, México
Correos: [email protected], [email protected], [email protected].
Resumen:
Hay poder en la imagen. La imagen se constituye como un elemento de comunicación que
traspasa sus propios fines y se instala en otros estadios donde la gente, el usuario natural
de todo gráfico, hace apropiaciones resultado de su experiencia, valores y creencias,
actuando en consecuencia y confiando en su mensaje. Tiene fe en la imagen. En algunos
casos la imagen utilitaria llega a ser depositaria de las creencias de las personas,
convirtiéndose en una imagen de fe, cuando la asignación “mágica” se instaura en el
imaginario colectivo. En otros casos, es la imagen sígnico-simbólica religiosa o socialmente
“correcta” la que se transforma en contenedora de mensajes utilitarios culturales que
transgreden esa idea culturalmente asociada con la fe, la religión y las creencias de la
sociedad, convirtiéndose en imagen publicitaria-utilitaria o una propuesta estética que
puede contrariar a segmentos sociales. En ambos casos, la fe en la imagen, y quizás la
irreverencia, están presenten como parte del hecho comunicativo. El análisis de este tema
intenta generar una conversación acerca de ambas miradas al poder de la imagen y pone
sobre la mesa casos donde la fe en la imagen transgrede a la imagen de fe.
Palabras clave:
Imagen, fe, poder, virgen de Guadalupe, diseño, transgresión.
La imagen y la fe
El presente ensayo plantea algunas reflexiones, todavía incipientes, en torno a la imagen, a
su relación con la fe y al poder que tiene la imagen como imagen de fe.
En primer lugar nos parece necesario ofrecer algunas definiciones.
De acuerdo a la primera acepción del Diccionario de la Lengua Española (RAE, 2012)
la fe, del latín fides (fidelidad, lealtad), es para la religión católica una de las tres virtudes
teologales y consiste en creer en la existencia de Dios y en su palabra. En las siguientes
definiciones el diccionario amplía el concepto de fe al conjunto de creencias de una religión
y a las creencias que en general tienen las personas. La fe es además la confianza que se
tiene en alguien y la credibilidad que se le da a partir de su autoridad o fama pública. Los
últimos significados recogidos por el diccionario dan cuenta de que la fe también es una
promesa con garantía de cumplimiento, la seguridad de que algo es cierto y el documento
que certifica esa verdad.
Estas acepciones se pueden resumir en dos sentidos generales para la palabra fe: 1)
la fe como creencia estable, duradera e indudable en un ente y que tiene como único
sustento la autoridad o fama emanada del ente; y, 2) la fe como una representación con
autoridad para certificar la veracidad de algo. Así, por ejemplo se puede hablar de la fe en
Dios o de la fe en el médico; pero también de la fe notarial y de que la imagen periodística
da fe del hecho noticioso.
En cuanto al término imagen, de acuerdo a la Real Academia Española (ibídem), el
término proviene del latín imago (retrato, imitación) y se refiere a la "Figura,
representación, semejanza y apariencia de algo" y es también la "Estatua, efigie o pintura
de una divinidad o de un personaje sagrado." En otro sentido, la Academia define a la
imagen pública como el "Conjunto de rasgos que caracterizan ante la sociedad a una
persona o entidad".
Cortina Izeta (2006: 133-135) es más específico al abordar ambos sentidos del
término imagen. Al primer conjunto de acepciones dadas por el diccionario, que se refieren
a las representaciones de cualquier tipo que mantienen un cierto grado de semejanza con
el objeto representado, les denomina imágenes icónicas; en tanto que a la otra acepción, la
de imagen pública, la distingue como imagen mental y la define de esta manera:
…conjunto de ideas, prejuicios, opiniones, juicios (sean estos verdaderos o falsos),
sentimientos, percepciones, experiencias (adquiridas personalmente o relatadas por
otras personas), con relación a una persona física o moral, institución, empresa, grupo
religioso o étnico, partido político, gobierno o nación.
En este punto podemos anotar algunas coincidencias y divergencias entre los
términos imagen y fe:
En cuanto a los aspectos comunes tenemos que:
Ambos términos tienen un componente objetivo y otro subjetivo. El componente
objetivo es la representación que certifica la verdad, en el caso de la fe; y la representación
que se asemeja a lo representado, en el caso de la imagen icónica. Por otra parte, el
componente subjetivo se presenta como la creencia infalible, en el caso de la fe; y como el
conjunto de opiniones cambiantes, en el caso de la imagen mental.
Asimismo, ambos términos, en tanto que son opiniones y creencias, se relacionan con
la generación de actitudes y con el condicionamiento de los comportamientos. Cortina
Izeta (ibídem: 146) define actitud como:
...la disposición mental de una persona para actuar a favor o en contra de un objeto
definido, o bien como una predisposición mental de un individuo o de un grupo de
individuos para actuar o reaccionar a favor o en contra de una proposición o de una
conducta determinada.
La actitud, de acuerdo con el autor (ibídem: 143-144), es anterior a la conducta
observable, existe sólo en la mente y determina las acciones y percepciones de la persona.
Además, ambos términos tienen dos polos: uno aceptable, la buena fe y la imagen cierta; y
otro inaceptable, la mala fe y la imagen engañosa. Si la buena fe refiere a la creencia
verdadera y bien intencionada, la mala fe hace alusión al intento de hacer pasar por veraz
un engaño. Si la imagen cierta es fiel a lo que representa, la imagen falsa miente en la
representación. De acuerdo con Zamora Águila (2007: 111) los griegos llamaban ícono a la
imagen cierta e ídolo a la imagen falsa.
En relación a las divergencias entre imagen y fe, destacamos tres:
La imagen mental es un trabajo en constante construcción, sujeto al vaivén de las
experiencias de cada persona con el ente representado y con los íconos que lo
representan. Por el contrario, la "fe mental" es un trabajo terminado, que se asienta en el
sujeto como creencia infalible y que tiene en la "fe icónica" la certificación de esa creencia.
La imagen mental puede ser positiva o negativa, y se puede desplazar de un sentido al
otro. Es flexible. La fe, por otro lado, es una creencia positiva que no se puede modificar,
pero se puede debilitar o extinguir. Es rígida.
Por último, la imagen mental es una construcción personal y, de acuerdo con Cortina
Izeta (Op. cit.: 137),
Está en las mentes de las personas que piensan o actúan en relación con ella, por
consiguiente, nunca se puede ni se podrá 'proyectar' jamás la imagen como si fuera
una saeta, ni tampoco 'transferirse' porque siempre permanece dentro de la mente
de la persona que la tiene.
En cambio, la fe, como construcción terminada, si puede propagarse a través del
adoctrinamiento.
De todo esto podemos colegir que imagen y fe son etapas distintas de un mismo
fenómeno, en el que la imagen va aumentando su capacidad para construir opinión,
generar actitudes y provocar reacciones en personas y grupos sociales.
En un primer momento la imagen icónica produce en cada sujeto una imagen mental
cambiante y debatible, hecha de opiniones personales intransferibles.
En un segundo momento, si el emisor o la misma imagen ganan autoridad,
credibilidad y fidelidad entre la audiencia, la imagen icónica puede equipararse a una
imagen de fe. Y tal como sucede en la iconografía religiosa, la mencionada imagen de fe
vendría a cumplir entre otros, el propósito de certificar o adoctrinar. Por ejemplo, en
nuestra cultura, que privilegia lo visual sobre otras formas de comunicación y que
considera a la imagen fotográfica una representación fiel de la realidad, la fotografía se
tiene por ícono cargado de buena fe. Es decir, por sí misma, la fotografía tiene autoridad,
credibilidad y fidelidad entre la audiencia y por ello se considera que da fe de que lo
mostrado en ella es real. No se cuestiona. Y si la imagen aparece respaldada por una marca
con gran autoridad, credibilidad y fidelidad entre la audiencia, esa imagen, sea periodística
o publicitaria, puede llegar a adoctrinar, condicionando reacciones entre la audiencia.
Finalmente, cuando la autoridad, credibilidad y fidelidad a la imagen o al emisor es
muy alta entre la audiencia, es probable que las opiniones sembradas se tomen como
creencias indudables. En ese momento la imagen mental se transforma en fe y las
imágenes icónicas se consagran convirtiéndose en certificaciones de la verdad a la que se
le tiene fe. Los íconos mismos se vuelven fe. Pasamos de la imagen de fe a la fe en la imagen
misma.
La imagen que emana fe tiene un poder irreductible.
El poder de la imagen
El irreductible poder de la imagen es sin duda un tema de interés para cualquier estudioso
de la comunicación visual.
La imagen, desde las primeras halladas en Altamira hasta las más recientes
aparecidas en el periódico del día, son manifestaciones de poder. Aunque esa capacidad de
transmitir información sea hoy en día tan extraordinaria, que es casi un delirio la
exposición ante ese cúmulo de mensajes que se encuentran en la imagen. Se pueden
establecer diferencias entre lo que entendemos o lo que significa “poder”. El asignado a la
imagen por costumbre aprendida culturalmente, a las que se le confieren cualidades y
capacidades de acuerdo al contexto individual, y otro que se impone hasta convertirlas en
vehículo de información de unos para otros, incluso como mediatizador para el
convencimiento masivo.
Mientras que las representaciones creadas en las cuevas eran esa manifestación de
“otredad”, es decir, de lo que no era el hombre. Cuando se dio cuenta de que el universo
era tan grande que no podría sino captarlo mediante los sentidos desde fuera de sí mismo,
eso, lo “otro” que le rodeaba y que mereció ser reproducido en mímica, en gesto para luego
pasar a las formas, logrando entonces abstraer en signo todo el universo y tener el poder
de “hablar” de ello sin tenerlo presente. Se instaura entonces el reino de la imagen. Las
palabras y la escritura vinieron después.
Por otra parte, la imagen se hizo mágica, sirvió “para dominar y atrapar” la realidad.
Tenía una existencia basada en apropiarse del alma de las cosas, en robarse sus
cualidades únicas e irrepetibles, por eso se volvió naturalista y mimética, semejante
al mundo que reflejaba. El hombre primitivo vio en sus primeras pinturas no la
imagen del animal, sino al animal. No vio el reflejo del toro, (Fig. 1) sino la esencia
metafísica y pura de ese monstruo cuya existencia fue primero alimento y luego mito
(Acosta, 2001).
El uso de las imágenes después de la creación del lenguaje permitió la comunicación
no verbal. Como manifestación primaria de fe en la imagen, podemos mencionar lo que se
logra con el trabajo de José Guadalupe Posada (1852-1913), quien en un México revuelto
por las luchas sociales, la revolución y la tiranía de sus gobernantes halló la forma de dar a
conocer los acontecimientos diarios a partir de su trabajo ilustrado en periódicos, volantes
y panfletos que se distribuían entre la población. De esta forma, el pueblo analfabeta podía
ver en imagen, la “creíble” transformación en monstruo de un padre que devoraba a sus
hijos (Figura 2), de la aparición del cometa Halley (Figura 3), de los crímenes pasionales
(Figura 4) y de las absurdas decisiones gubernamentales (Figura 5), en contra del propio
país, logrando una fe en la imagen ilustrada como nunca antes, estrechando los lazos entre
una clase social abrumada por las pestes, las inundaciones y los abusos del poder. Podemos
afirmar que esta fe en la imagen deriva en un conocimiento del mundo y su consecuente
apoyo en el crecimiento del pensamiento crítico de las masas. Las producciones gráficas de
la imagen solamente evolucionan a la par que el desarrollo técnico de la ilustración satírica,
ya que de esta forma se realiza una crítica aguda, no solamente afanada en mostrar, sino en
demostrar y transgredir lo establecido motivando al choque al tiempo que evade
problemas con la legalidad, que deriva en una evolución social. No se trata de aportar
humor, sino de satirizar la realidad mostrando los vicios y corruptelas del poder, de otra
forma no hay conciencia. Los diarios utilizarán la imagen como refuerzo de sus objetivos
editoriales, generándose entonces también avances en el pensamiento político de la
sociedad, que ante las restricciones obligadas del poder, aporta ese toque de humor a la
realidad que de manera consiente o inconsciente, jamás será inocuo (Laguna, 2013).
La imagen de la virgen de Guadalupe
No entraremos en controversias sobre la legitimidad de la aparición de la virgen de
Guadalupe en 1474 al indio Juan Diego y que es quizá la creencia religiosa más poderosa
en México. Mencionaremos simplemente que la imagen de la Guadalupana fue en primera
instancia la prueba de fe que Juan Diego mostró al obispo Zumárraga, quien no creía las
palabras del indio quien en dos intentos anteriores fue rechazado al no traer consigo una
señal que comprobara sus palabras.
Cuando Juan Diego estuvo ante el Obispo Fray Juan de Zumárraga y le contó los
detalles de la cuarta aparición de la Santísima Virgen, abrió su tilma para mostrarle
las flores, las cuales cayeron al suelo. En ese instante ante la inmensa sorpresa del
Señor Obispo y sus compañeros, apareció la imagen de la Santísima Virgen María
maravillosamente pintada con los más hermosos colores sobre la burda tela de su
manto. (Pacheco, 2002)
Se inician entonces las manifestaciones de la imagen de fe, donde a la tilma o ayate se
le confieren capacidades milagrosas, de resguardo y cobijo para toda una nación que con
fervor se reúne el 12 de diciembre (aunque a decir verdad, todo el año recibe millones de
visitas) para rendirle adoración y tributos a la imagen guadalupana. Cromos, figuras,
playeras, gorras y todo sustrato susceptible de recibir la imagen, se convierte en una
extensión del poder de la imagen, al grado de incluso, en lugares por demás extraños o
inadmisibles se cuentan historias de “apariciones milagrosas” de la imagen de la virgen. La
Virgen del Metro Hidalgo, una filtración de agua que recibe visitas, ofrendas y flores, así
como limosnas; un comal, un puente, incluso en una tortuga, por mencionar algunas.
Así como en Altamira, la representación de aquel toro pudo tener propiedades
mágicas, didácticas y de representación del mundo, la Guadalupana se convierte en la
virgen mexicana, con esas características que la iglesia española de la época consideraba
de adoración herética, por sus rasgos morenos, a quien los indios confundían y llevaban
ofrendas como a la Madre Tonantzin al Tepeyac, su santuario y que el Obispo de México
diera crédito al milagro y apoyara el nuevo culto, culminando en 1634, cuando a su regreso
al Tepeyac después de consumado el milagro por detener las inundaciones de la capital, un
poeta anónimo escribió en agradecimiento:
Para rendiros las gracias
Por tantas mercedes hechas
En medio de penas tantas
A México, patria nuestra.
“Hay que subrayar que en el cuarto verso el anónimo poeta ya escribe las palabras
“México” y “patria”… Así, México es el segundo pueblo escogido de la divinidad; si Judea es
de Cristo, México es de María.” (Kloss, 2003).
El culto religioso a la virgen se interpola con principios de motivación común a una
doctrina mariana en España, Italia y Latinoamérica, que justifica una continuidad política
para evitar rupturas y revoluciones. Menciona Gruzinski, citado por Apostólico (2005) que
la omnipresencia de las imágenes religiosas de la Nueva España impuestas para la
evangelización, dista del aura de sacrosantidad asignada por los mexicanos, ya que la
relación con la imagen no remite a un mundo de ideas, sino que es el único mundo posible;
la imagen no se preocupa por representar, simplemente es, asumida sintéticamente sin
análisis. Símbolo de religiosidad para los indios, en grado menor para los mestizos y aún
menos para los criollos, quienes la enarbolarán como símbolo de patriotismo y de nación.
No podemos creer de manera inocente que México no tuvo una bandera sino hasta el
Ejército Trigarante ya que en la proclamación de la lucha de Independencia por el cura
Hidalgo, al usar como estandarte a la Guadalupana encontramos la transición de la Imagen
de fe, de la madre de Dios, al símbolo patriótico donde se deposita esa fe en que la imagen
guadalupana sería reconocida para diferenciar a México del mundo.
Transgresiones de la fe en la imagen sobre la imagen de fe.
El comunicador y/o artista visual encuentra en la imagen de fe un elemento poderoso
cargado de significados sociales y culturales que de acuerdo a su percepción, podrían
servir de vehículos adecuados en la manifestación de los contenidos a compartir con los
usuarios. Los ejemplos se suceden en tiempos y lugares distintos alrededor del mundo,
pero considerarlos “profanos”, “irreverentes” o “malintencionados” depende quizá de
factores ajenos incluso, al mismo fin comunicacional, ya que al hacerse públicos
(publicidad, medios, redes sociales, etc.) involucran al espectador que tendrá de acuerdo a
sus propios valores otorgados a esas imágenes, la capacidad de manifestarse aceptando,
negando hasta el grado de rechazar y juzgar lo que el en un afán artístico o comercial tal
vez no se consideró negativo, pues se confió en que la fe en la imagen mostrada, ayudaría
enormemente tanto a la identificación del signo-simbólico utilizado, como a la consecución
de los fines comunicacionales.
Casos de Análisis:
Usos no aceptados
Usos aceptados
La Patrona. (Imagen 1)
El Estandarte de Hidalgo. (Imagen 6)
La Virgen en Bikini. (Imagen 2)
La virgen del Metro Hidalgo. (Imagen 7)
La Virgen Desnuda (Imagen 3)
Virgencita Plis. (Imagen 8)
La Virgen Zapatista. (Imagen 4)
La tortilladora de la virgen. (Imagen 9)
La Virgen de Morelos. (Imagen 5)
El tamal hecho virgen (imagen 10)
La Patrona, obra de Manuel Ahumada fue destruida por dos jóvenes que irrumpieron
en el Museo del Periodismo y las Artes Gráfica en Guadalajara, Jalisco el 12 de agosto del
2000. La directora renunció al cargo el día de la inauguración por considerarla una falta de
respeto a la comunidad. (Imagen 1)
Se publica en junio del 2013 a una mujer parada sobre una luna envuelta en un
rebozo con alusión a la Virgen de Guadalupe. Ante la oleada de comentarios en contra de
la
imagen,
El Santa Fe Reporter, semanario alternativo, respondió a la controversia con un breve
mensaje enviado a los medios de comunicación en el que apuntó que la intención en el
diseño de la imagen "fue el incorporar una importante parte de la cultura de Santa Fe".
(Imagen 2)
El 12 de diciembre del 2014 la artista Paz Winshtein, exhibió en Nuevo México la
pintura de una virgen desnuda bajo un manto azul. La artista dijo que su obra no tenía
tintes blasfemos y que como pieza de arte podría incomodar. Vecinos del área pidieron
retirar la pieza. (Imagen 3)
Durante las actividades propagandísticas del Ejército de Liberación Nacional (EZLN)
en México, se observó que el grupo usaba como estandarte durante sus actividades la
imagen de la guadalupana con pasamontañas de uso común en este grupo. (Imagen 4)
Una virgen con antifaz representa la identidad del pueblo mexicano, país invitado al
36º Festival Internacional de Teatro en Manizales, generando controversias. El cartel es
aceptado pero no impreso como imagen oficial del evento. (Imagen 5)
El estandarte del cura Hidalgo durante el grito de Dolores, es aceptado como la guía y
protección de todos los mexicanos durante la lucha de Independencia. Pintado por Jesús
Helguera, artista mexicano que representó fielmente la cultura y el folclor mexicano
tradicionalista. (Imagen 6)
Una filtración de agua forma la “imagen” de la Guadalupana. Se intenta limpiar para
borrarla del piso reapareciendo al día siguiente. La gente lo toma como un “milagro”,
convirtiendo el espacio en altar. (Imagen 7)
Distroller es una marca registrada cuyo producto estrella es la representación en
caricatura de diversos santos incluyendo la virgen de Guadalupe, aceptada como sticker
comercializado en México. Ha sido la representación más vendida por la empresa. (Imagen
8)
El diseño viene del arquitecto Meir Lobaton Corona con sede en París, el se propuso
crear este proyecto en el que combina dos elementos fundamentales de la cultura
mexicana, en una herramienta igual de importante que se encuentra a la venta en
cualquier mercado y en la que grabo a la Virgen en su interior para crear este diseño que
esta inspirado en las cientos de “apariciones milagrosas” que ha tenido, desde arboles,
paredes y hasta un pan tostado. (Imagen 9)
El tamal en forma de Virgen de Guadalupe. La metáfora del valor celestial de un
tamal como alimento (un regalo de los dioses, un alimento divino, etc) es válida; pero la
metáfora inversa, la virgen con las cualidades de un tamal, es imposible. (Imagen 10)
Este último análisis se ha hecho mediante el básico uso de la retórica en el diseño
gráfico, aplicable a cualquiera de las anteriores propuestas y que podría dar una
explicación creativo-académica profunda a cada caso. Dejamos al lector el análisis
personal de acuerdo a su contexto y grado de interés y que daría lugar a más interesantes
disertaciones que agotarían el espacio ya insuficiente para este escrito.
Finalmente ¿usted qué cree?

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