Todos los dias queria sonar lo mismo, otra vez.: El

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Todos los dias queria sonar lo mismo, otra vez.: El
Revista Digital:
Reflexiones y Experiencias Innovadoras en el Aula.
ISSN 1989-2152
DEP. LEGAL: GR 2327/2008 Nº-10 – JULIO DE 2009
“TODOS LOS DÍAS QUERÍA SOÑAR LO MISMO,
OTRA VEZ…: EL FANTÁSTICO EN LA PROPUESTA
ESCRITURAL”
AUTORIA
ALICIA ESTHER PEREYRA
TEMÁTICA
LITERATURA, LECTURA Y ESCRITURA
ETAPA
EDUCACIÓN PRIMARIA
Resumen: EL ARTÍCULO SE CENTRA EN LA RECUPERACIÓN CRÍTICA DE UNA
PROPUESTA DE LECTURA Y ESCRITURA LITERARIA, CENTRADA EN EL
FANTÁSTICO COMO GÉNERO DISCURSIVO, Y DESARROLLADA EN UNA ESCUELA
PÚBLICA DESDE LA QUE SE DESPLIEGAN SABERES MÚLTIPLES Y DIVERSOS,
INSCRIPTOS EN IMAGINARIOS QUE ALUMNOS Y ALUMNAS DE SEXTOS AÑOS HAN
CONSTRUIDO COMO SUJETOS SOCIOCULTURALES.
Palabras clave: Literatura, género fantástico, lectura, escritura, valoraciones
Precisiones conceptuales en torno del fantástico como género discursivo literario
En mi infancia, lejana ya, recuerdo que cuando una historia resultaba demasiado asombrosa, o se inscribía en
ella una alta dosis de fantasía que superaba nuestra capacidad de discernimiento, se la solía calificar como
cuento chino. Quizás porque, de acuerdo con Francisco Gutiérrez (2.004), el pensamiento chino se encuentra
organizado en torno de las nociones cosmológicas de la unidad y el retorno, y de allí, las maneras de
comprender el mundo y la vida, es decir sus ciencias, tendieron a ser clasificatorias antes que causales, al
aceptar las irregularidades que les permitía profundizar en una mayor conocimiento de los fenómenos de orden
natural, para reestablecerlas en dialéctica con la naturaleza, sin que preocupe explicarlas en el sentido
occidental.
En el campo de las artes, conforma la más duradera y vasta de las literaturas humanas, con casi treinta
siglos, la que ha ejercido una infinita fascinación sobre el Occidente. Jorge Luis Borges (2.003) señala que el
realismo abundaba en prodigios, precisamente porque era realista; lo prodigioso no se consideraba imposible o
inverosímil. Así, toda su literatura podría considerarse fantástica, anterior a la letra, como sus primeros
especialistas, ricos en fantasmas y sueños. La voz narrativa en cada historia cree totalmente en la verdad de
las maravillas que desgrana; se tiende a contar como si se tratase de hechos reales. Nada hay más
característico de un país que sus imaginaciones, de allí que lo fantástico es una condición de su cultura antes
que un género discursivo, pudiendo postularse que su origen se remonta a mitos y leyendas que no buscaban
entretener, sino fundamentalmente recordar y reavivar las creencias compartidas.
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Siguiendo a Tzvetan Todorov (1.981), el fantástico representa un cotidiano similar al nuestro, en el que
se produce un acontecimiento imposible de explicar por sus propias leyes; el lector debe optar por considerarlo
una ilusión de los sentidos, lo que conlleva que las leyes del mundo siguen siendo lo que son, o su opuesto,
esto es, que el acontecimiento se produjo realmente, integrado a la realidad, lo que supone advertir que se
encuentra regida por leyes que desconocemos en su complejidad y profundidad. Ocupa el tiempo de esta
incertidumbre, ya que resulta en esa vacilación experimentada por quien sólo conoce y acepta las leyes
naturales, frente a un acontecimiento aparentemente sobrenatural. Reúne tres condiciones: que el texto obligue
al lector a considerar ese mundo creado como de seres, vacilando entre una explicación natural y una
explicación sobrenatural; esta vacilación puede ser también sentida por un personaje en el que el lector confía
y, al mismo tiempo, se encuentra representada al convertirse en uno de los temas de la obra; y que el lector
adopte una determinada actitud frente al texto, rechazando otras modalidades de interpretación posibles. Es
precisamente por su valor de metáfora de la realidad, que la literatura fantástica expresa una visión más
compleja de lo real.
Esta dislocación en la estabilidad del mundo aparentemente racional envuelve al lector en un juego
ineludible entre lo percibido y aquello que se ubica más allá, intuido por la imaginación. Invoca lo absurdo y
contradictorio con la aparición inesperada de seres o la creación de situaciones que proceden de un nivel
desconocido; al enfrentarnos con fenómenos que problematizan límites entre lo natural y lo sobrenatural,
sugiere la existencia de misterios a los que no accedemos utilizando la razón o la ciencia.
De acuerdo con Julio Cortázar (1.973), escapa de todo intento de rigor académico; para él, la mejor
aproximación resulta de consultar el propio mundo interior y del planteo de los problemas que suponen
situaciones, irrupciones, coincidencias en que, repentinamente, la inteligencia y sensibilidad perciben que las
leyes que suponen obediencia no se cumplen del todo, o se están cumpliendo de una manera parcial, o están
dando su lugar a una excepción. Ese “sentimiento” casi visceral de lo fantástico lo acompañó en cierto rechazo
a la aceptación de la realidad tal como pretendían imponérsela y explicársela; vio el mundo de manera
diferente, sintiendo que entre dos cosas que parecen perfectamente delimitadas y separadas, hay intersticios
por los que irrumpía un elemento que no podía explicarse con leyes, ni lógica, ni inteligencia
razonada. Calificado como extrañamiento o pequeños paréntesis, demanda una sensibilidad capaz de sentir la
presencia de algo diferente, reconociendo que las pautas de la lógica, de la causalidad del tiempo, del espacio,
lo aceptado como inamovible, seguro y tranquilizador, se ve bruscamente sacudido, conmovido por una especie
de viento interior que lo desplaza y hace cambiar.
El cuento fantástico sobrevuela un suceso extraordinario que rompe con la realidad tal como aparece
establecida, pero que se apoya en lo cotidiano, convenciéndonos de que lo ocurrido puede ser inexplicable, en
tanto la ambigüedad de los cuestionamientos que lo rondan, relativos a la realidad o al sueño, a la verdad o la
ficción, subsisten hasta su fin. En particular, el tema de contaminación o diálogo entre realidad y sueño provoca
cierta duda en la distinción entre éste y la vigilia, estableciendo puntos de contacto en esos límites difuminados,
trastocando nuestra manera de percibir y conceptualizar. En este sentido, en la historia elegida se expresan
problemas elementales; dice Jorge Luis Borges (op. cit.) que dos imaginaciones esenciales consisten en ubicar
los sueños como parte de la vigilia, o comprender que toda vigilia es un sueño. No existiría diferencia sustancial
entre ambas materias, ya que podemos estar despiertos, o dormir y soñar, y nuestra actividad mental es la
misma. A su vez, como un tema ineludible, los sueños proféticos son propios de una mentalidad avanzada, ya
que la idea de la correspondencia entre sueño y realidad rebasa aquella que los ubica en planos diferenciados.
En la construcción de una propuesta ficcional
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Si hay algo que me resulta llamativo es que, a los chicos y chicas que habitan la escuela y se encuentran en el
ingreso a la adolescencia, la mítica presencia del dragón les resulta casi diría cotidiana, así como al pueblo
chino, que lo observa aún en las cambiantes nubes. Presentes en sus imaginaciones, suelen aparecer como
imagen potente, iconografía que se plasma en tatuajes y logotipos, que reflejan aspectos pergeñados en sus
infancias, en las que solía constituir un personaje central en cuentos e historias relatadas o leídas. Esta
cercanía me llevó a indagarlo, a la vez que buscar algún cuento para ofrecerlo en el aula, intentando acercarlo
desde ese otro lugar del arte, a los chicos y chicas que compartían conmigo el quehacer escolar en los sextos
años, desde el área de Lengua, durante el ciclo lectivo 2.008. En esas búsquedas nunca infructuosas, encontré
uno de los cuentos más caros a la mitología borgeana, “La sentencia”, en el que se entremezclan dragones y
sueños en el fantástico. Sin contar con la experticia, puedo prefigurar algunos aspectos en él que reflejan sus
inquietudes en tanto compilador, como el tiempo en su anclaje sobre el destino, ese libro en el que se desliza la
letra silenciosa que a su vez supone una escritura indescifrable. El autor, reseñado como Wu Ch’eng En, fue un
novelista y poeta de la Dinastía Ming, quien escribió “Viaje al Oeste”, la que se cree adaptada por los japoneses
en la versión del dibujo animado “Dragon Ball”. La particularidad del cuento reside en la convivencia armónica
de su apariencia de realidad – qué más real que un emperador que sueña y su ministro- en la que irrumpe, a
través del sueño, el ser mitológico.
La experiencia se inició en la lectura compartida del párrafo inicial, deteniéndonos en la riqueza y
profundidad de sus expresiones: “la hora de la rata”, el jardín con sus árboles en flor, “el suplicante” dado a
conocer a través de la palabra como “un dragón”, la revelación de los astros, la caída de la noche. En él, se
cuenta que el emperador soñó que, durante un paseo por el jardín, se postraba ante él un dragón solicitando
amparo, ya que le había sido revelado que al día siguiente, el ministro Wei Cheng le cortaría la cabeza,
comprometiéndose a protegerlo. Se aborda así el futuro como predestinado, en el que no existe margen para
una modificación o cambio en lo que ocurrirá, con independencia de los intentos por colocar en suspenso lo
fatal. La propuesta residía en atisbar qué crearían los chicos y chicas para evitar aquello que ocurriría, tal como
lo entiende mi ventaja - haber leído el cuento completo, y conocer siquiera someramente la noción de tiempo
que maneja Borges e imprime en sus afinidades literarias. La tarea escritural residía en imaginar cómo cumpliría
su juramento, sin que se solicitara un cierre o conclusión.
La escritura ficcional en la escuela. Algunas perspectivas
Múltiples apreciaciones enmarcan la tarea escritural. Para contextualizarla, podemos tener en cuenta que la
escritura es entendida como un acto culturalmente significativo, posibilitadora de construcciones de sentidos
orientados por saberes articuladores de la percepción, el sentimiento y el pensamiento, los que realizan el
conocimiento y la acción. Válidos, necesarios y legítimos, integran las redes de experiencias que van
transformándose por otras nuevas, a través de las que los alumnos y alumnas se manifiestan, exteriorizan y
comunican su interioridad intelectual y emocional, colocando en circulación imágenes, ideas, opiniones,
informaciones, valoraciones, como manifestaciones de la subjetividad. En estos procesos, se producen y
reproducen esencialmente significaciones acerca de aspectos de la vida y la realidad; de allí que el escribir
prefigura un conocer sobre la escritura y la literatura, y la realidad social y cultural en la que se encuentran
situados, conformándose de modo heterogéneo y por distintas vertientes. Sus múltiples vinculaciones integran
la práctica diaria, y en simultáneo, se generan en parte por ella.
Inmersos en el pensamiento cotidiano, se nutren de generalizaciones, pragmatismos y analogías,
instalados en estereotipos y espontaneismos, lo que permite su consideración como heterogéneos,
fragmentarios, diversos e incluso contradictorios. Asimismo, menciona Bombini (2.002) en relación con aquellos
que se ponen en juego en experiencias de lectura, sus particularidades como específicos, culturales y
metaliterarios, y caracterizados como no formalizados, no institucionalizados, menos nítidos, relativos a los
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textos pero además a redes de relaciones intertextuales y extratextuales. Como formas de aprehensión de
aspectos de la realidad, se apropian y transmiten, cobrando materialidad en las prácticas de escritura; es aquí
en donde aparecen las voces de los alumnos y alumnas, que se van construyendo, tal como expresa Pereyra
(2.008), desde lógicas idiosincráticas –de acuerdo con la particularidad, la propia biografía en tanto historicidad
–y compartidas– en relación con accesos y apropiaciones culturales y sociales. Así, la escritura literaria propicia
el deslizamiento de experiencias subjetivas, sociales y culturales, acercando al escenario educativo otras
culturas, diversas de las pertenecientes al orden escolar, engarzadas o superpuestas, en confrontación o
articuladas, que ponen en cuestión los supuestos que los docentes portamos.
Entre ellos, y desde una perspectiva histórica, la escritura en la escuela argentina supuso una labor de
disciplinamiento y fijación de normas y valores, sostenida desde el poder absoluto atribuido a la palabra escrita,
como forma de dominación a distancia e incremento de prestigio para unos, inculcación de temor y
sometimiento hacia otros, y su función de adecuación a modelos e inculcación de identidades. Por su parte,
Alvarado (2.001) reconoce que posibilitó modos de reflexión y elaboración de conocimientos, vinculados al
carácter diferido, distanciado y controlado de la comunicación escrita, el que favorece tanto la objetivación del
discurso como su manipulación.
Tales creencias conformaron las vertientes de su tratamiento, moldeando y direccionando las prácticas
docentes desde el pasado hacia el presente en torno de los dominios de la caligrafía, la ortografía y la
composición. Con respecto de la literatura, su tratamiento es reconocido por Bombini (2.001) como una
cuestión controvertida, en relación con la diferenciación de posiciones respecto de marcos teóricos lingüísticoliterarios, aunque se distingue como preponderante la imposición, al decir de Setton (2004), de un “modelo culto
del lenguaje”, ejemplo a seguir e imitar.
Actualmente, coexisten dos líneas de abordaje, una de base lingüística que escolariza los textos
literarios, como instancia de comprobación de la reproducción de formatos y tipos textuales, desde una versión
reduccionista de la Gramática textual, incorporando asimismo saberes históricos vinculados con la valoración de
la escritura centrada en sus componentes técnicos y su carácter instrumental. La restante línea se organiza en
torno de cierta “pedagogía del placer”, instalada desde la banalización de toda tarea que pudiese
obstaculizarla, de allí que ocupe un lugar devaluado, generando prácticas que desatienden –o se desentienden
de– la riqueza de los procesos reales que se ponen en juego al abordar un texto literario en toda su magnitud y
ahondar en él, construyendo sentidos a través de la propia escritura. Se plantea como contradicción esencial la
exigencia de la puesta en juego de saberes que, paradójicamente, no son reconocidos explícitamente ni
ofrecidos desde la enseñanza, llegando a conformar criterios de evaluación en sí mismos, con lo que se
observa que aquello que la escuela no enseña constituye, justamente, lo que más valora cuando se trata de
literatura.
Esta propuesta, por tanto, intentó junto con otras sostener una manera diferente e innovadora de
adentrarse en la dimensión epistemológica de la escritura, inmersa en la posibilidad cierta de conocer la lengua
y la literatura desde la misma práctica, ya que todos poseemos un conocimiento social y cultural del lenguaje,
susceptible de recreación a través de la toma de la palabra y la construcción de la propia voz.
Ellos escriben, cuentan, imaginan…
En los primeros borradores, descubrí que buscan múltiples opciones para sustraer al personaje de ese fin
previsto por él, lo que lo había dotado de un singular patetismo. Puedo adscribirle a estos intentos algunos
motivos, entre ellos, que la lectura literaria infantil en su versión escolarizada suele esquivar situaciones que
refieran a la muerte, por suponerse excesiva e innecesariamente cruel. Prefiero arriesgar otro, más creíble a
partir de mi propia experiencia como maestra: les agrada el dragón, no quieren ese destino para él. ¿Por qué no
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reinventarlo, si esa es la posibilidad que encierra la propuesta? Intentan quebrar esa lógica como prefijada, su
inevitabilidad; ahí se desliza una noción diferente en esencia a la que muchos adultos manejamos, acaso sin
detenernos a reflexionar en ello. Para muchos, el destino porta las características de un hecho indefectible
como consecuencia de otros, regido por las leyes de la causalidad; la realidad está sujeta al destino, lo que nos
devuelve especularmente cierta dosis importante de impotencia y resignación.
Chicos y chicas imaginan algún margen de elección, de libertad, de posibilidad, de trascender aquello
esperado y dado por supuesto, aquello que limita y empequeñece la vida en la literatura. Ni por un segundo
atendieron el título del cuento, que entiendo – con mis ojos adultos- da cuenta del final. Ello se vincula
estrechamente con los rasgos humanos que los chicos y chicas adscriben al dragón.
Este ser imaginario forma parte de casi todas las culturas del mundo, relacionándose con los reptiles o
serpientes, y las historias transmitidas por generaciones le atribuyen poderes mágicos. En Oriente, es
considerado benévolo y un símbolo tanto de vida como de abundancia, asociado a energía positiva y
sobrenatural; en China representa el dominio de los elementos naturales, lo que los envuelve en un halo
especial; su significado espiritual lleva a su veneración, porque representa las fuerzas de la naturaleza y el
universo, ya que puede habitar en la tierra, el cielo, el agua o el aire, hacerse invisible y mantenerse presente,
cuidando los hogares, templos y personas. Nos cuenta Jorge Luis Borges (2.000) que el Dragón Chino, el
Lung, es uno de sus cuatro animales mágicos, junto con el unicornio, el fénix y la tortuga, y fue durante siglos el
emblema imperial.
En una relectura atenta, descubro líneas diferenciadas entre los escritos. La primera, que cuenta con la
mayor cantidad de adeptos, se ocupa de resolver satisfactoriamente la situación problemática presentada, a
partir de dos posibilidades, la confrontación – física o verbal - o la huída, llegando incluso a una combinación de
ambas. A su vez, hacia su interior se inscribe alguna suerte de castigo al perpetrador potencial, el ministro,
como si fuera responsable directo y real del crimen, aún antes de su intento. Aquí puedo leer como clave que,
independientemente del estado que delinea sus versiones, los chicos y chicas no dudaron y le adjudicaron total
culpabilidad; es decir, parte sustancial de lo predicho en el sueño se haría realidad, de allí que se cumpliría
inexorablemente, salvo, claro está, la intervención del emperador, que podría también ser parte de esta
prefiguración. Un valor ineludible reside en la promesa imperial, que nunca, ni una vez, aparece soslayada, sino
que, más allá de las estrategias o acciones desplegadas, supone un compromiso asumido como ineludible.
Encuentro también que hubo quienes optaron por involucrarse desde otro lugar en la tarea y mantener la lógica
onírica, lo que permite el sostenimiento del relato como un largo sueño o una angustiosa pesadilla.
Entre estos últimos, la versión de Belén se sostiene durante el sueño, adscribiéndole al dragón el rol de
mascota privilegiada; sólo al despertar el emperador intenta comprobar la veracidad de lo soñado, en donde se
había cumplido lo actuado. El cierre es construido a partir de enunciados propios del cuento maravilloso, tal
como Gimena, aunque se diferencia fuertemente en otro aspecto sugerente, la índole del sueño, mutada en
pesadilla. Así, lo horroroso se mitiga en el conocido Colorín colorado.
“El emperador le dijo al dragón que lo iba a cuidar como a su mascota, para que todos lo conocieran y no le
pudieran hacer daño. Él se despertó desesperado y fue a buscar a su dragón, lo encontró en el jardín como en
el sueño, le dijo si alguien lo quería lastimar, dijo que sí, y todo el sueño se hizo realidad, y vivieron felices para
siempre. Colorín colorado este cuento se ha terminado.” Belén González
“Se dirigió al lugar donde estaba el ministro y le pidió por favor que no dañara al dragón.
- Ah, con que él está contigo.
- Sí, pero yo juré protegerlo, y no voy a permitir que ni tú, ni nadie lo lastime.
De repente, se despierta y ve que todo era una horrible pesadilla.
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Y colorín colorado, este cuento ha terminado!!!” Gimena Ahumada
Para Eliana, continúa el sueño en el que oculta al indefenso y se presenta al ministro solicitando por su
vida. En un giro inesperado, la opción reside en el exilio, convirtiéndose en una suerte de carcelero, en
resguardo de la seguridad de ambos. El despertar supone reencontrarse con el mejor sueño, en un tiempo
presente.
“En el sueño, el emperador le dijo al dragón que lo llevaría a su castillo, hasta que pudiera hablar con el
ministro. Cuando llegó, trató de contarle, pero él muy furioso dijo que lo llevara antes de que oscurezca, si no
mandaría a matarlos. Entonces decidió no decirle nada al dragón, atarlo con una soga y llevarlo a un lugar
donde nadie le hiciera daño, y que viviera feliz junto a él.
Cuando despierta, piensa que fue el mejor sueño que había tenido.” Eliana Luján
Esa particularidad que me atrae en el escrito de Felipe reside en el lugar en el que se esconde y es
descubierto el dragón, debajo de la cama, sitio previsible para un niño. Además de otorgarle un nombre al
emperador, con una sonoridad llamativa, y jugar con el lugar, agregando la expresión “si no había visto algo por
acá”, resulta en el único escrito que combina ambos planos, sueño y vigilia, fundidos hacia el final abierto. En el
primero, la sentencia se cumple, a pesar de las previsiones imperiales; el segundo es elidido, por lo que
involucra desde otro lugar al lector. Por su parte, Ariel hace ingresar las voces de los personajes, y adosa los
signos, dándonos la idea de alaridos y gritos. Desoyendo el pedido del ministro, tornado ahora en un nuevo
suplicante, colabora el azar en el final inesperado y abierto, en el que ambos, amenazador y amenazado, se
alejan volando, tocándonos a nosotros imaginar.
“Reel Big Firh le dijo que lo iba a proteger, que no le iba a pasar nada. Más tarde llegó el ministro diciendo
“Dónde está el dragón”, y fue a preguntar al emperador si no había visto algo por acá. Él le dijo que no había
visto nada, pero sospechaba, así que entró al palacio, vio al dragón que estaba debajo de la cama y lo sacó
ircondio. Minutos más tarde Reel Big Firh llamó al dragón y ya le habían cortado la cabeza. Él se despertó.”
Felipe Delgado
“El emperador apenado porque iban a ejecutar a su querido dragón, decidió evitar que le cortaran la cabeza, y
le dijo a Wei Cheng
- ¡¡Por favor no!! ¡¡Perdona a mi querido dragón por lo que más quieras!!!
Wei Cheng: -¡¡No, es imposible, porque su dragón debe ser ejecutado por las buenas o por las malas!! ¡No hay
otra!
El ministro alzó su gran hacha y se dirigió al dragón, que estaba atado con unas cadenas al piso, y en cuanto el
ministro la levantó sobre el cuello, y se preparó para la ejecución, el noble emperador se tiró hacia el ministro
- ¡¡¡No!!!
- ¡Qué hacés, emperador!
El emperador se lanzó sobre el ministro, para evitar que lo cortaran. Pero el ministro lo tiró al piso, se lanzó a la
cabeza, sujetó el hacha con gran firmeza y apuntó a matar al dragón. Soltó las cadenas del dragón y salió
volando con él encima.” Ariel de Antoni
En cierta medida, quizás imprevisible, Leandro esboza elementos que juegan con la aparente
irracionalidad de los sueños, en los que conviven sin sorpresas, bizarramente, ministros chinos, dragones que
manejan autos y choques imprudentes. Es que a partir de un conflicto inexistente en el cuento, pareciera que es
el ser mitológico el que culpabiliza al ministro, cuestión, por otra parte, que lo torna humano y a la vez lo
cotidianiza. Por ello, aplicando reglas que expresan las bondades del uso de la palabra, se puede hacer
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razonar a ambos personajes. El sueño oficia como entretenimiento para el emperador, casi como soñar un
cuento, de allí que quiera retornar a él.
“Entonces el emperador lo hizo ir a su palacio, y le preguntó:
- ¿Qué hiciste?
- Yo solamente andaba dando vueltas. En ese instante pasa Wei Cheng muy apurado, yo sin darme cuenta me
crucé por delante de él, se estrelló contra un paredón. En ese instante salió del auto y me empezó a perseguir.
- Ah, entonces debo hablar con él y decirle que se tranquilice- exclamó el emperador.
Explicó que el dragón no lo había hecho a propósito, Wei Cheng lo perdonó. Desde ese instante aprendió que
las cosas se arreglan hablando y no de mala gana.
Después, el emperador despertó, le contó a todos lo que había visto, todos los días quería soñar lo mismo, otra
vez.” Leandro Rodríguez
El escrito de Bruno nomina al emperador Chan Lee, quien asume la defensa actuando como
representante de la ley y la justicia, al enviar a sus guerreros, con la particularidad de que, al despertar, lo
ocurrido en el sueño se había cumplido, tornándolo verídico. Finalmente, Lucas se detiene en el detalle del
armamento, espada, escudo y armadura, utilizado por el emperador para combatir al ministro, devenido en
guerrero, quien termina enjaulado, como un animal. Los finales se duplican por plano; en el sueño, felicidad y
amistad por siempre; en la vigilia, se identifica como sólo un sueño.
“El emperador le dijo al dragón que se quedara en el palacio. Cuando ellos hablaban, el ministro los escuchaba
escondido. Pero cuando el emperador se fue a sentar en su silla, Wei Cheng vino con una cuchilla muy grande
y ató al dragón con gran facilidad. Chan Lee (el emperador) llamó a tres guerreros para que lo sujeten, y él le
dijo: “Por querer cortarle la cabeza serás castigado...”
Se despertó, y el dragón estaba en el jardín. Chan Lee preguntó: ¿Dónde está Wei Cheng? Le dijeron: Está en
el calabozo.” Bruno Sánchez
“Al otro día el emperador fue a su palacio a afilar su espada y reforzar su escudo y armadura. Fue con el
dragón a pelear contra Wei Cheng, pelearon con mucha valentía y bastante fuerza. La bestia tenía refuerzos,
los llamó y trajeron una jaula para encerrar al malvado. El guerrero se paralizó con un golpe, lo empujó y sus
refuerzos lo encerraron. Se sintieron muy felices y se amigaron todos por siempre.
Al rato despertó y dijo: ¿Y Wei Cheng? ¡Oh! Era sólo un sueño.” Lucas Macías
Para otros, la acción inicial reside en la garantía que concede el ocultamiento del dragón. Pablo, en una
profusión de detalles, sugiere una travesía que supone esconderlo en un bosque, para una posterior defensa
física, que culmina en el encarcelamiento del ministro, en una lógica inscripta en el final feliz. Eric opta por el
encierro provisorio, para que luego, tras su liberación en unas condiciones climáticas favorables, el dragón
pueda irse a las tierras coloradas. Asimismo, hace ingresar la voz del narrador, enfatizando lo recóndito del
lugar elegido y advirtiéndonos de ello a los lectores.
“El dragón alertó al emperador, que Wei Cheng iba a cortarle la cabeza con una espada. Él lo escondió en un
bosque, donde Wei Cheng nunca lo iba a encontrar. Lo cuidaba y alimentaba. Al otro día, su ministro estaba
muy atento y sospechaba, porque nunca estaba en su trono, después el emperador fue al bosque y él lo
persiguió. Se subió a la rama de un árbol y dio un vistazo, cuando vio al dragón saltó y sacó su espada. El
dragón temblaba de miedo, el emperador le advirtió a su ministro que se aleje pero no lo escuchaba. Él fue
corriendo directo a la criatura, y el emperador lo golpeó muy fuerte y lo desmayó. Cuando despertó, se encontró
entre unas cadenas y una jaula: lo habían encerrado en un calabozo, y el dragón se quedó tranquilo y vivió feliz
en el palacio, donde nadie lo iba a molestar.” Pablo Marino
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“El emperador lo encerró en una jaula al dragón para que al pobre no lo encontraran (nadie sabe dónde está)
con cadenas gruesas, para que no lo puedan sacar. Estaba triste el ministro, no le pudo cortar la cabeza.
Pasaron muchos meses, una noche el emperador lo soltó, estaba feliz, libre. Había tormenta, lluvia y hasta
viento y frío. El emperador se iba a la ciudad, el dragón a la tierra colorada.” Erick Frances
La estrategia común reside en el ocultamiento en una cueva, lo que implica que el dragón pasa de
suplicante a prisionero, a fin de evitar su horrible destino. Pero se presentan particularidades, ya que para Joel
es encerrado para protegerlo no únicamente del ministro, sino también de los soldados, sus secuaces. En el
escrito de Bárbara, la cueva se encuentra oculta a su vez en un bosque prohibido, sumando así un nuevo
obstáculo, llegando a constituir un lugar doblemente seguro, que otorgó alegría a su responsable.
“Al dragón lo llevó a una cueva en el bosque, adonde Wei Cheng jamás podría pasar, ni sus soldados, que eran
personas que mataban y golpeaban gente diariamente. El dragón hizo la cueva bajo muchos metros de
profundidad, y tenía todo para sobrevivir. Si quisieran recorrer ese lugar tendrían que pasar horas, y horas.
Tenía frutas, verduras, ganado. Vivía como un rey y no como un emperador, tenía seguridad ahí donde Wei
Cheng no lo podría encontrar jamás.” Joel Ramírez
“En el sueño, el emperador juró protegerlo para que Wei Cheng no lo encontrara, llevándolo a una cueva
ubicada en un bosque prohibido, donde nadie se atrevería a pasar. El emperador estaba muy contento al haber
encontrado un lugar seguro donde no le pasara nada malo al gran dragón.” Bárbara Moreno
Kati imagina inicialmente una huída, que se ve truncada por la persecución del ministro, y sólo entonces
ubica en un lugar preponderante la autoridad que el emperador supone, y la correspondiente sumisión a su
exigencia, superior y por ello incuestionable. Bruno ensaya un nombre para el emperador, Yai Long, quien
utiliza su espada para enfrentar al oponente, que tiene como corolario su encierro haciendo uso del poder
legítimo, además de sellar la amistad a partir de la defensa.
“El emperador tuvo que escapar con el dragón, estaba demasiado oscuro pero no se rindió, y siguió adelante.
Luego, al amanecer, el ministro Wei Cheng se enteró de que no estaba en el palacio y tuvo que ir a buscarlo,
porque pensaba que lo habían secuestrado.
Al día siguiente, estaba muy cerca de él, y lo alcanzó a ver. Rápidamente, fue a perseguir al dragón, cuando lo
agarró ya le iba a cortar la cabeza y el emperador le dijo que no lo mate, porque él era el emperador y tenía que
obedecerlo, y así fue libre el dragón.” Kati Aleman
“Al día siguiente el emperador que estaba soñando fue a su palacio a buscar su espada afilada. Fue con el
dragón a enfrentar a Wei Cheng que le quería cortar la cabeza. Lucharon y ganaron, porque le clavó la espada
en la pierna y el emperador (Yai Long) mandó a sus ayudantes a que lo encierren. ¡Por querer matar al dragón!
La bestia le dio las muchas gracias por ayudarla, y se hicieron muy buenos amigos.” Bruno Zilli
Para Facundo, resulta importante mantener elementos de lo que considera fórmulas imprescindibles en
un cuento de estas características. Entre ellas, dotar de nombre al emperador, a partir de saberes históricos en
torno del líder guerrero del Imperio Mongol, invasor del norte de China hacia el siglo XIII, y generar desde la voz
narrativa instaurada en las palabras del emperador la segunda persona. Pareciera que oscila entre la expresión
retórica y reverencial, correspondiente al castellano antiguo, hoy entendido como arcaísmo de resabios
hispánicos, y una suerte de traducción, en la que la conjugación verbal queda sujeta al infinito, como suele
advertirse en los subtitulados de algunas películas, en las que los personajes intentan expresarse en una
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Reflexiones y Experiencias Innovadoras en el Aula.
ISSN 1989-2152
DEP. LEGAL: GR 2327/2008 Nº-10 – JULIO DE 2009
lengua que no dominan. Puedo suponer que trata de consolidar la voz del personaje en un ambiente antiguo,
esto es, revitalizar el marco adjuntando sus saberes para enriquecerlo y dotarlo de sentido.
“El emperador Gengis Can estaba preocupado por el dragón, porque el ministro Wei Cheng lo quería matar
cortándole el cuello. Quería ir a negociar con el ministro, y dijo: “Vos me dais el dragón y yo a cambio dar
recursos necesarios. Yo dar 500 de oro, 500 de madera y 500 de comida.” Facundo Quiroga
Algunas reflexiones para compartir
Confrontaciones y luchas, exilios forzados, lealtades expresas, amenazas oníricas que se tornan reales,
amistades que surgen de una palabra cumplida. Todo un universo rico en constelaciones de sentido, que
denotan la hondura y plasticidad de los juegos en los que ciertos tipos de realidad se crean en esa dialéctica
única entre lenguaje e imaginación.
La literatura no resulta ajena a los chicos y chicas; sus historias contienen un mundo en el que las
reglas son las de la narración, pero a la vez la ficción los invita a subvertirlas. Tal como expresa Cuesta (2.007),
todos somos poseedores de saberes en torno de ella: proponen ficciones como maneras de imaginar una
sucesión de hechos que van a contrapelo de aquello concebido como una lógica científica, y en ese devenir, el
fantástico se recrea en situaciones que bordean fronteras entre lo natural y lo sobrenatural, sin permitirnos el
refugio de la certeza, y conminándonos al establecimiento de un pacto ficcional. Al decir de Sarland (2.006), en
la construcción social de la realidad que prefigura la cultura se necesita aprender sus límites, y para ello resulta
imprescindible aprender asimismo qué está más allá de ellos, al igual que entender lo que se ubica en su
interior. Así, la literatura nos coloca en una encrucijada estética que trasciende los supuestos escolares,
pregonando un lugar propio como espacio de construcción de sentidos. Una oportunidad más para el derroche
de la fantasía en la que los docentes podemos encontrar otras maneras de conocer y escuchar a los chicos y
chicas que diariamente transitan las aulas, y sorprendernos por la complejidad y los matices de los saberes en
torno de la lectura y la escritura, la literatura y la vida cotidiana.
Cuento de referencia
- Wu Ch’eng En (2.003) “La sentencia”, en Borges, J. L., Bioy Casares, A., Ocampo, S. (comp.): Antología de la
literatura fantástica. Bs. As.: Sudamericana
Bibliografía Consultada
- Alvarado, Maite (2.001) “Enfoques en la enseñanza de la escritura”, Entre líneas, Teorías y enfoques en la
enseñanza de la escritura, la gramática y la literatura. Bs. As.: FLACSO-Manantial
- Bombini, Gustavo (2.002) “Sabemos poco acerca de la lectura”, Lenguas Vivas, Publicación del Instituto de
Enseñanza Superior “Juan Ramón Fernández”, Año 2, Nro. 2. Octubre-noviembre. Bs. As.
- ------------------------- (2.001) “La literatura en la escuela”, Entre líneas, Teorías y enfoques en la enseñanza de la
escritura, la gramática y la literatura. Bs. As.: FLACSO-Manantial
- Borges, Jorge Luis (2.003) Siete Noches. Madrid: Alianza
- -------------------------- (2.000) El libro de los seres imaginarios. Bs. As.: Emecé
- Cortázar, Julio (1.973) “El sentimiento de lo fantástico”, La casilla de los Morelli. Barcelona: Tusquets.
Consultado el 10/01/09, en: http://www.juliocortazar.com.ar/obras.htm
- Cuesta, Carolina (2.007) Discutir sentidos. La lectura literaria en la escuela. Bs. As.: Libros del Zorzal
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- Gutiérrez, Francisco Javier B. (2.004) “La filosofía y la ciencia en China”. Revista Científica Enlaces, Nº 2,
diciembre. Universidad Complutense de Madrid, Centro de Estudios Superiores Felipe II. Consultado el
12/01/09, en: http://www.cesfelipesegundo.com/revista/numeros.html
- Pereyra, Alicia (2.008) Los saberes del sujeto escolar y su despliegue en la escritura literaria. Bs. As.: Dunken
- Sarland, Charles (2.003) La lectura de los jóvenes: cultura y respuesta. México: F.C.E.
- Setton, Jacobo (2.004) “La literatura”, en Alvarado, Maite (coord.) Problemas de la enseñanza de la lengua y la
literatura, Colección Cuadernos Universitarios. Bs. As.: Universidad Nacional de Quilmes
- Todorov, Tzvetan (1.981) Introducción a la literatura fantástica. México: Premia
Autoría
· Alicia Esther Pereyra
· Escuela E.G.B. N° 13 “Roberto J. Payró”. Caleta Olivia, Santa Cruz. Patagonia Argentina
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