MUESTRA TU AMOR CON TU HUMILDAD

Transcripción

MUESTRA TU AMOR CON TU HUMILDAD
1
EL FRUTO DEL ESPIRITU
EN NUESTRAS VIDAS
No.8 – MUESTRA TU AMOR A
TRAVES DE TU HUMILDAD
VERDAD CENTRAL:
Mientras que el orgullo y la soberbia tienen sus raíces dentro del espíritu de esta era,
la humildad es la esencia de lo que es Nuestro Señor Jesucristo.
¡El orgullo y la soberbia tienen que cambiarse por humildad! Porque, ¡La raíz de toda
virtud es la humildad”
TEXTOS BIBLICOS:
San Mateo 11:28-30; Proverbios 29:23; 1-Pedro 5:5-6; San Juan 13:6-8, y 12-15;
Isaías 42:1-3; Salmo 22:6; Santiago 4:10; 1-Samuel 16:7;
Textos Bíblicos complementarios: Salmo 147:6; Lucas 1:52;
Texto Bíblico para meditar y memorizar: Isaías 57:15
DESARROLLO:
San Mateo 11:28-30 (Reina Valera – Rev. 95)
“Venid a mí todos los que estéis trabajados y cargados, y yo os haré descansar.”
Llevad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de
corazón, y hallaréis descanso para vuestras almas, porque mi yugo es fácil y
ligera mi carga>.”
I – INTRODUCCION
Es necesario aquí recordar, que si no queremos ser repugnantes, odiosos y ofensivos en la
presencia de Dios, no podemos mostrarnos por encima de los demás, menospreciando sus talentos
y sus dones. No podemos ser egoístas, orgullosos, ni depender de nuestras propias habilidades.
Miremos el caso del Rey Nabuconodosor, quien tuvo que aprender la humildad por medio del
dolor. Esto mismo sucede con aquellas personas que no quieren pedir perdón, que no quieren
reconocer que están equivocados, que no quieren humillarse voluntariamente. ¡Dios tiene que
humillarlos! Y desafortunadamente, es por medio del dolor y el quebrantamiento que esto se logra.
La soberbia es el ideal del hombre caído, que lo lleva a una lucha constante de emulación para
alcanzar la superioridad y dominio sobre sus semejantes. En su deseo y pretensión de superioridad
sobre los demás, rechaza el sometimiento a Dios y marcha por el camino de la autosuficiencia y
autoexaltación, en busca del superhombre, idealizando la fuerza, la agresividad y la mutua
competencia, y desdeñando a los débiles.
II – EL ORGULLO Y LA SOBERBIA TIENEN QUE CAMBIARSE POR LA HUMILDAD
Mientras el orgullo y la soberbia tienen sus raíces dentro del espíritu de esta era, la humildad es
la esencia de Jesucristo, nuestro Señor.
¡El orgullo y la soberbia tienen que cambiarse por humildad! Porque, ¡La raíz de toda virtud es
la humildad!
La humildad es aquella actitud que reconoce el propio lugar bajo la condición de criatura de
Dios, opuesta a la presunción, afectación u orgullo.
La persona humilde reconoce su dependencia de Dios, no busca el dominio sobre sus
semejantes, sino que aprende a darles valor por encima de sí mismo.
Proverbios 29:23 (Reina Valera – Rev. 95)
“La soberbia del hombre le acarrea humillación, pero al humilde de espíritu lo sustenta la
honra.”
Dios mismo atiende a los humildes y les da gracia (1-Pedro 5:5-6). A su tiempo Dios exaltará a
los humildes sobre los soberbios que los oprimen (Salmo 147:6 y Lucas 1:52).
1-Pedro 5:5-6 (Reina Valera – Rev. 95)
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“Igualmente, jóvenes, estad sujetos a los ancianos; y todos, sumisos unos a otros, revestíos
de humildad, porque <<Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes>>. Humillaos,
pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él os exalte a su debido tiempo.”
III - ¿COMO PODEMOS CORTAR LA RAIZ DEL ORGULLO Y SER HUMILDES?
Lavándoles los pies a nuestros hermanos; es decir, sirviéndoles. Jesucristo, Nuestro Señor, es
el verdadero modelo de humildad.
La noche anterior a la fiesta de la Pascua y de Su crucifixión, Jesús lavó los pies de sus
discípulos en el aposento alto de la casa de Juan Marcos. El territorio de Palestina donde vivió el
Señor, es seco y arenoso en su mayor parte. El calzado que las personas era parecido a las
sandalias de hoy, razón por la cual los pies se les ponían muy sucios después de un corto viaje. Era,
por lo tanto, costumbre en todas las casa tener una tinaja de agua a la entrada, de modo que cuando
algún visitante llegaba, el criado de la casa le lavaba los pies.
Sin embargo, en ese momento, los discípulos de Jesús estaban tan preocupados acerca de
quién ocuparía la posición más importante cuando Él fuera hecho rey, que al parecer, no se
preocuparon por lavarse los pies unos a otros, al entrar.
Entonces, Jesús se quitó su manto, tomó una toalla y comenzó a lavar los pies de sus discípulos.
¡La mano del mismísimo Hijo de Dios, el Mesías, comenzó a lavar esos pies sucios y malolientes!
Al comienzo, los discípulos estaban perplejos y quizás se miraban entre sí, pero pronto
comenzaron a comprender lo que estaba haciendo el Señor y el por qué. Entonces, es probable que
se abochornaran y bajaran sus rostros avergonzados (San Juan 13: 3-10).
En esencia, lo que Él les estaba diciendo era: “Si yo me he dignado a hacer esto por ustedes,
entonces, también ustedes deben estar dispuestos a hacer este humilde servicio los unos a los
otros.”
San Juan 13:6-8, y 12-15 (N. V. I.)
“Cuando llegó a Simón Pedro, éste le dijo: -¿Y tú, Señor, me vas a lavar los pies a mí?Ahora no
entiendes lo que estoy haciendo -le respondió Jesús-, pero lo entenderás más tarde. -¡No!
-protestó Pedro-. ¡Jamás me lavarás los pies! -Si no los lavo, no tendrás parte conmigo.
Cuando terminó de lavarles los pies, se puso el manto y volvió a su lugar. Entonces les dijo: ¿Entienden lo que he hecho con ustedes? Ustedes me llaman Maestro y Señor, y dicen bien,
porque lo soy. Pues si yo, el Señor y Maestro, les he lavado los pies, también ustedes deben
lavarse los pies los unos a los otros. Les he puesto el ejemplo, para que hagan lo mismo que
yo he hecho con ustedes.”
Aquí no hay equívoco: Él vino a servir y a dar. Tiene sentido, entonces, decir que Dios desea
lo mismo de nosotros. Él está empeñado en desarrollar en nosotros, su pueblo, su iglesia, las
mismas cualidades de servicio y dádiva que caracterizaron a Su Hijo, Jesucristo.
La actitud que Jesús tuvo con sus discípulos, debe ser la misma actitud que nosotros debemos
tener con los demás, es una forma completa de destruir el orgullo en la vida de una persona.
IV – UN ESPIRITU DE HUMILDAD
La humildad por su parte no es únicamente la sucesión de actos humildes, sino la
expresión de un espíritu quebrantado. La humildad es el destronamiento del ‘YO’ y la
entronización de Cristo. La humildad significa que Cristo lo es todo y que el propio ‘YO’ es
nada.
De esta manera un espíritu de humildad, o sea un espíritu de quebrantamiento, no
significa represalia alguna, defensa o agresión alguna. Como lo declara Dios Padre el
Creador del Universo, a través del profeta Isaías, acerca de nuestro Salvador Jesucristo:
Isaías 42:1-3 (N. V, I,)
“Este es mi siervo, a quien sostengo, mi escogido, en quien me deleito; sobre él he puesto mi
Espíritu, y llevará justicia a las naciones. No clamará, ni gritará, ni alzará su voz por las calles.
No acabará de romper la caña quebrada, ni apagará la mecha que apenas arde. Con fidelidad
hará justicia.”
De igual forma, nótese la naturaleza o espíritu que Cristo declara de sí mismo a través del
salmista, en el salmo 22:
Salmo 22:6 (Reina Valera – Rev. 95)
“Pero yo soy gusano y no hombre; oprobio de los hombres y despreciado del pueblo”
De este modo, cuando le vilipendiaban, no vilipendió. Aunque fue golpeado, mofado y
escupido, sin embargo, “no abrió su boca”, porque un gusano nunca levanta la cabeza para
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amenazar a alguien; por el contrario, una
serpiente lo hace siempre así. Un gusano,
aunque tenga apariencia de serpiente, es completamente diferente en naturaleza, pues
aunque se le haga lo que se le haga, él nunca presenta batalla.
V – EL METODO DE DIOS NOS CONDUCE A UNA VERDADERA HUMILDAD
La forma de Dios de quebrantarnos es por medio de humillaciones que nos prueban y
nos vejan. En cada una de esas ocasiones escogemos el quebrantarnos o el endurecernos.
Si escogemos ser quebrantados –en los bienes, en la voluntad propia, en las
ambiciones, en la reputación mundana, en el afecto; despreciados por los hombres y en
extremo abandonados y estimados como nada- entonces, será cuando el Espíritu Santo nos
tomará y nos usará para la gloria de Dios.
Es de nuestro Señor Jesucristo de quien hemos de aprender este espíritu de humildad,
tal como del mundo aprendimos el orgullo. Jesús nos invita:
San Mateo 11:29
“Llevad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y
hallaréis descanso para vuestras almas,”
En este pasaje se nos muestra cómo aprender esta humildad, porque se nos ofrece el
yugo de Cristo. ¿Y cuál fue este yugo de Cristo. Fue su consagración diaria a la Voluntad de
su Padre bajo todas las circunstancias.
Antes de que vengamos a ser participantes del yugo de Cristo, debemos primero ser
quebrantados; debemos rendir nuestra voluntad, con plena preferencia, a la voluntad de
Dios; en una crisis hemos de morir a nuestras propias sendas, y entonces aprender de
Cristo la senda del Señorío del Espíritu Santo.
Santiago 4:10 (N. V. I.)
“Humíllense delante del Señor, y él los exaltará.”
VI – CONCLUSIONES
• Empecemos por hacernos las siguientes preguntas:
•
¿Me he considerado mejor que otros?
•
¿Es mi costumbre pensar solamente en mí?
•
¿He tomado decisiones en las cuales no he tenido en cuenta a Dios?
•
¿Es costumbre mía exagerar mis virtudes, logros, victorias?
•
¿He menospreciado a alguien
por su raza, color, condición social o
económica, o nacionalidad?
•
¿Respondo con altivez, con arrogancia y con una actitud desafiante?
•
El Señor quiere hacerte a Su imagen y semejanza y quiere que muestres HUMILDAD como
la expresión de tu amor por los demás.
•
Él quiere que sepas que los frutos principales de tu amor hacia los demás son la humildad y
el espíritu de servir voluntariamente y con humildad a favor de ellos.
•
•
Dios te ha puesto en un camino de servirlo, pero quiere que lo hagas conforme a su corazón.
1-Samuel 16:7 (N. V. I.)
“Pero el SEÑOR le dijo a Samuel: -No te dejes impresionar por su apariencia ni por su estatura,
pues yo lo he rechazado. La gente se fija en las apariencias, pero yo me fijo en el corazón.”
El Señor nos llama a todos los cristianos a que sigamos Su ejemplo de amor y que formemos
esa característica suya que nos distinga: el amor y la humildad.
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TEXTO BIBLICO PARA MEDITAR Y MEMORIZAR
Isaías 57:15 (Reina Valera – Rev.95)
“Porque así dijo el Alto y Sublime, el que habita la eternidad y cuyo nombre es el Santo:
<Yo habito en la altura y la santidad, pero habito también con el quebrantado y humilde de
espíritu, para reavivar el espíritu de los humildes y para vivificar el corazón de los
quebrantados.>”
Ministerios COMUNIDADES DEL CAMINO – Saulo Murcia Cadena y Beatriz Páez de Murcia

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