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POR QUÉ DECIDISTE ENCARNARTE La muerte no duele. La mayoría de la gente se la imagina como algo terrible, pero en realidad es muy parecido a la sensación de despertarse. Lo sé porque ya he muerto. Y al morir llegué a la conclusión de que lo que duele de verdad es vivir. Aunque eso ya lo sabíamos todos. Tú también. Lo sabías antes de encarnarte. Y sin embargo, decidiste venir aquí. Puede resultar de mal gusto decirte que preferiste venir a la Tierra a disfrutar de la Paz Eterna del Cielo. Pero creo que mi historia te ayudará a cambiar de opinión. Porque, aunque ahora no lo recuerdes, es muy parecida a la tuya… 1 EL TÚNEL Ya sabes cómo funcionan las cosas al morir: te sales del cuerpo, te recogen y atraviesas el túnel de luz. Hay algunas personas que no se dan cuenta de que están muertas, pero en mi caso, la forma en que fallecí no me dejó lugar a dudas. En cuanto salí de mi cuerpo sentí una sensación muy fuerte de ligereza. Aún no había abandonado la galería del metro de Liverpool en la que morí, pero me sentía tan libre y feliz como un Conde de Montecristo que escapaba de la cárcel. El momento en que tuve claro que me había muerto fue cuando vi mi cuerpo tumbado en el suelo con la mirada perdida y rodeado de viajeros consternados. No es que me costara entenderlo, sino que me resultaba extraño, porque yo me sentía más vivo que nunca. Mientras pensaba en todo esto, me topé con una figura luminosa que me parecía familiar. La parte inferior de su cuerpo estaba desdibujada y en la superior, había dos haces de luz saliendo de su espalda. ―Matt, soy Jeremías, tu ángel guardián. ¿Me recuerdas? ―¿Has dicho ángel guardián? —pregunté. ―Eso es. Jeremías. Te he cuidado desde que naciste. ―Ah. Oye, ¿y no has estado de sabático? Porque, la verdad, me habría venido bien una ayudita. ―Siempre he estado a tu lado apoyándote. Aunque no me has necesitado mucho, porque tú solo lo has hecho genial. ―¿Qué? Es una ironía, ¿no? ―Ven, haremos la revisión de tu vida al otro lado del túnel de luz y entenderás lo bien que lo has hecho. Te están esperando con los brazos abiertos. 3 POR QUÉ DECIDISTE ENCARNARTE ―Yo lo que quiero es despedirme de mi familia. ―Podrías hacerlo, pero no te van a poder ver, ni oír. Te recomendaría entrar en el Cielo y volver a visitarlos más adelante, cuando ya se hayan serenado y puedan sentir tu presencia. ―No voy a revisar mi vida. Y tampoco quiero que nadie lo haga por mí. ―Allí nadie te juzga, Matt. Y en tu caso, te aseguro que puedes estar más que orgulloso de tus logros. Anda, vamos al túnel. ―No intentes engañarme. Sé muy bien cómo ha sido mi vida. ―Ahí arriba no nos dejan engañar. Confía en mí, y créeme si te digo que aún no tienes ni idea de lo bien que lo has hecho. Tenía tan claro que mi vida había sido un despropósito, que sus palabras me estaban resultando casi ofensivas. ―Espera —dije—. Creo que te han mandado a recoger a otro Matt. Yo soy el músico. ―Te he estado cuidando desde el día que naciste. Sé que no me creerás, pero te aseguro que tu vida está sirviendo de ejemplo a muchas almas que quieren encarnar. Al oír aquello pensé que no todos los ángeles están cuerdos. Lo raro es que este parecía estarlo. ―Te propongo un trato —me dijo—. Tú revisas tu vida, diciéndome las cosas que crees que has hecho bien y mal, y luego la comparamos con la opinión de los Guías Celestiales. Por cada cosa que evalúes correctamente, te concedo un deseo en tu próxima vida. ―¿Cómo en mi próxima vida? Yo no pienso volver a encarnarme. ―Eso no tienes que decidirlo ahora mismo. Ni tampoco tienes que decidir ahora si quieres ir al Cielo. Podemos entrar en el túnel y quedarnos allí para que me cuentes tu versión de tu vida. ―¿Y no podemos quedarnos aquí? 4 EL TÚNEL ―Podemos, pero el túnel no está abierto eternamente. Y yo que tú no dejaría que se cerrase, porque quedarse en la Tierra sin un cuerpo físico no es una buena idea. Por su tono deduje que me convenía hacerle caso, así que entré con él. El túnel era un espacio difícil de describir. Por un lado era amplio, pero en realidad no tenía dimensiones claras, porque estaba hecho solo de luz. Era una luz blanca muy intensa, y que, por alguna razón incomprensible, no cegaba. En el túnel comencé a sentirme aún más ligero, y lo cierto es que resultaba muy agradable. ―¿Te apetece sentarte? Jeremías me mostró unos sofás, también de luz, que tenían exactamente la misma forma que los que tenía en mi casa, así que me senté en uno. ―Soy todo oídos. Ya me sé tu vida al dedillo, pero me interesa escuchar tu versión. Va a ser muy entretenido… La seguridad en sí mismo que desprendía Jeremías me resultaba molesta, pero algo dentro de mí me repetía que le hiciera caso, así que accedí a contársela. ―Preferiría escribirla. Es que me resulta más fácil escri... No pude acabar la frase, porque al instante vi aparecer en mi mano un bolígrafo de luz y me encontré sentado en un escritorio de luz frente a un papel de luz. ―¿Estás cómodo? —me preguntó. Asentí. ―Tómate el tiempo que quieras —añadió—. Te sorprenderá ver que el relato de tu vida te surge de forma fluida. Porque en el momento en que dejas atrás la densidad de la Tierra, empiezas a recuperar parte de la lucidez de tu alma. 5 POR QUÉ DECIDISTE ENCARNARTE No sabía muy bien a qué se estaba refiriendo, pero no le hice mucho caso y comencé a escribir la revisión de mi despropósito de vida. La verdad es que yo no tenía ninguna esperanza de que me convenciesen de que había hecho las cosas bien, pero decidí hacerlo porque me interesaba su versión. Decidí poner un [+] al lado de lo que había hecho bien, y un [-] para señalar lo que hice mal. Y así es como resumí mis treintaiún años de vida: 6 MI DESPROPÓSITO DE VIDA A mi padre le hubiese gustado que yo fuese deportista de élite, porque él era profesor de educación física. Pero para bien o para mal —sobre todo para mal—, en mi vida solo me ha interesado la música. Mi madre decía que sabía que yo iba a ser cantante, porque cuando tenía trece meses, escuché cantar a Elvis Presley y me levanté de la cuna como si tuviese que salir a un escenario. Me agarré a los barrotes e intenté acercarme a la radio. Al parecer, esa fue la primera vez que mi madre me vio sentir curiosidad por algo, porque casi siempre parecía estar ausente. Desde aquel día no me faltó el hilo musical, especialmente cuando querían que ‘volviese al mundo’. Pero yo casi siempre estaba en mi nube, y a los seis años me diagnosticaron autismo. Cuando mis padres se enteraron de que era autista, se volcaron mucho más en mí, en detrimento de mi hermana pequeña Claire. Mi madre compraba materiales especiales con los que trataba de enseñarme cosas todos los días… pero a mí se me olvidaba casi todo. Por su parte, mi padre hizo conmigo lo que mejor sabía hacer: deporte. Y aunque mis resultados eran mediocres, siguió intentando durante años convertirme en deportista profesional. El verano antes de comenzar el colegio, mi padre me repetía que tenía que dar ejemplo a los demás chicos por 7 POR QUÉ DECIDISTE ENCARNARTE ser hijo de un profesor. Pero yo solo pude dar mal ejemplo, porque no me interesaba nada de lo que decían los profesores. [-] Por no esforzarme en aprender. A pesar de todo el empeño de mis padres, yo suspendía casi todo. Así que a los catorce años me trasladaron a un colegio muy fácil especializado en arte, donde encontré a un profesor de guitarra estupendo con el que aprendí a tocar. Mis padres se alegraron mucho de haber encontrado un colegio del que ya no me escapara. Allí no solo me pedían tocar un instrumento, sino también componer… Y como mis canciones gustaron, me pasé el resto de mi adolescencia componiendo. [+] Por aprender a tocar y componer. Yo vivía en Liverpool —la ciudad de Los Beatles— y pensaba que con talento no debía de ser difícil triunfar. Y lo cierto es que conseguí publicar mi primer disco en solitario con veinte años… aunque para ello arruiné la vida de dos personas. En uno de los locales en los que empecé a actuar con mi guitarra conocí a Kerry. Y cuando me enteré de que era la hija de Duncan Fierce, el productor que descubrió al grupo Oasis, hice todo lo que estuvo en mi mano para caerle bien. [-] Por acercarme a Kerry para utilizarla. Kerry se enamoró de mí enseguida, y tres días después de conocernos, nos pusimos el mismo piercing en la nariz para que todos supieran que estábamos juntos. Supongo que debí haber sido más honesto y decir a Kerry que me interesaba más su padre que ella. Pero tener a mi lado a un productor como Duncan Fierce era una oportunidad a la que era difícil renunciar. [-] Por mentir a Kerry. 8 MI DESPROPÓSITO DE VIDA Quisiera creer que si Duncan no hubiera visto potencial en mí, no me habría propuesto grabar un disco. Pero lo cierto es que me lo propuso justo cuando dejé embarazada a Kerry. [-] Por no tomar precauciones. De hecho, me puso de nombre artístico Matt Ker para recordarme que se lo debía todo a Kerry. A mis padres no les gustó que les hiciese abuelos tan pronto, pero aún así me ofrecieron toda su ayuda. En realidad yo tampoco quería ser padre, pero como Kerry insistía en que su padre nos ayudaría a salir adelante, accedí a casarme con ella. [-] Por casarme por interés. Así que con veinte años y recién casado, grabé mi primer disco. Duncan y su equipo de promoción se volcaron conmigo, y aprendí mucho. Hicieron falta muchos arreglos para que mi música y mi voz sonasen bien, pero el resultado mereció la pena. La maquinaria de promoción del equipo de Duncan hizo el resto, y conseguimos vender dieciocho mil copias. También consiguieron que apareciese tres veces en televisión y que hiciera un tour de conciertos por todo el país bastante rentable. [+] Por haber tenido éxito haciendo lo que me gustaba. Las cosas me iban bien, así que también hice algunas cosas buenas, como actuar en conciertos benéficos y en un telemaratón televisivo. Y también ayudé a mi vecino Rob: en el taller de coches en el que trabajaba se llevaba muy mal con su jefe, así que le presté dinero para que abriese su propio taller. [+] Por ayudar a los desfavorecidos y a un vecino. 9 POR QUÉ DECIDISTE ENCARNARTE Mis padres estaban orgullosos de mi éxito, y mi hermana Claire aún más: se vestía como yo, me pidió que le enseñase a componer e incluso empezó a salir con el batería de mi banda. Yo estaba pletórico, convencido de que mi carrera acababa de empezar… pero en realidad estaba a punto de terminar. Era demasiado joven y con tantas fans enloquecidas empecé a creer que realmente tenía talento. Me volví arrogante, y empecé a acostarme con las fans y a esnifar coca. Lo malo fue que cuando Kerry se enteró, se disgustó tanto que estuvo a punto de perder nuestro bebé. [-] Por drogarme, ser infiel y poner en peligro la vida del bebé. Le pedí perdón jurándole que sentaría la cabeza, y ella me perdonó, pensando que todo cambiaría cuando yo viese al bebé. Pero cuando nació Spencer, no cambió nada. Porque a mis veintiún años no quería responsabilidades, sino fama y diversión. Cuando Spencer tenía seis semanas, Kerry vio una foto de una revista de música en la que yo salía de un local abrazado a la cintura de una chica… y ese mismo día cambió la cerradura y me envió una maleta con toda mi ropa. [-] Por volver a serle infiel y destrozar nuestro matrimonio. Intenté explicarle que estaba drogado y que no sabía lo que hacía… pero llovía sobre mojado y no me creyó. Y por supuesto, Duncan dejó de ser mi representante y se quedó con los beneficios de la gira y de los discos para recuperar su inversión. 10 MI DESPROPÓSITO DE VIDA Busqué a productores dispuestos a producir mi siguiente disco, pero no tuve suerte, así que decidí producirlo yo mismo. [+] Por tomar las riendas de mi vida. El abogado de Kerry me exigió una parte de mis ingresos para la manutención de Spencer. Pero como ella se negaba a dejarme ver a Spencer, yo no sentía que tuviese que pagar la educación de un hijo a quien no podía ver. [-] Por desentenderme de mi hijo. Tuve que pedir dinero a mis padres para grabar y promocionar un nuevo disco. Al principio se negaron porque lo veían arriesgado, pero como les presioné y prometí devolverles hasta el último penique, acabaron hipotecando su casa para prestarme 80.000 £. [-] Embarqué a mis padres en una inversión nada segura. Finalmente, conseguí grabar el segundo disco y contraté al mismo equipo del primero para los arreglos. Invertí todo lo que me sobró en la promoción, y conseguí comprar el puesto número 3 de la lista de éxitos de una cadena de radio durante dos semanas. Pero no me sirvió de nada: el disco fue un fracaso y la gira una hecatombe. Cuando mi equipo de músicos y técnicos de sonido vieron que casi no acudía público a los conciertos, me exigieron que les pagara lo que les debía. Así que volví a pedir dinero a mis padres y les pagué. Yo hice todo lo que estaba en mi mano para publicitar los conciertos, pero la gente no acudió. Yo no entendía nada: los músicos me decían que el segundo disco era bastante mejor que el primero... pero nadie quiso comprarlo. Y tampoco 11 POR QUÉ DECIDISTE ENCARNARTE entendí cómo el público que tanto había disfrutado en mi primera gira no quisiera volver dos años después. El fracaso tras tanto esfuerzo me dejó sin energía ni autoestima. Empecé a pensar que mi música no valía nada y que si mi primer disco triunfó, fue únicamente por el dineral que mi suegro había invertido en promocionarlo. Me fui hundiendo en mi derrota y acabé pasándolo realmente mal. No tenía ganas de cantar ni de componer. Ni siquiera de encender la radio. Me costaba levantarme, y evitaba mirarme al espejo y descolgar el teléfono. Me avergonzaba ver que mi familia tuviera que mudarse a una casa más pequeña por mi culpa. Y mi padre no hacía más que echarme en cara haberles arruinado. [-] Por no cumplir mi palabra de devolverles el dinero. El resultado fue que intenté evadirme de la culpa y la impotencia con alcohol y cocaína. [-] Por rendirme y drogarme. Pero no solo no conseguí dejar de sentirme mal, sino que entré en una espiral de dolor y de autodestrucción que no le deseo a nadie. Durante una temporada conseguí alojarme en casa de algunas de mis fans ricas que me pagaban la coca… pero todas acabaron echándome. [-] Por aprovecharme de mis fans. Así que tuve que volver a casa de mis padres y mi hermana, a dormir en un sofá, porque su nueva casa solo tenía dos dormitorios. A mi padre no le gustó nada que yo volviera porque sabía que seguía enganchado, pero mi madre le convenció de que debían hacerme sitio en su casa. 12 MI DESPROPÓSITO DE VIDA Lo cierto es que en la vida de un yonqui solo cuenta la droga. El resto solo son medios u obstáculos para conseguirla. En ese momento mi único medio era mi familia, y durante un par de meses pude comprar rayas sisándoles dinero, hasta que se dieron cuenta y me escondieron todo. [-] Por robar dinero a mi familia. Cuando se me acabó la posibilidad de hurtar, empeñé las joyas de mi madre a sus espaldas. Aquello debió de dolerle mucho, porque eran de su madre, pero jamás dijo nada a mi padre, porque temía que me echara de casa. [-] Por robar joyas a mi madre. Cuando Kerry accedió a que nos viéramos, casi no nos reconocimos. Yo había perdido mucha forma ese último año, y ella se había convertido en una supermamá trabajadora y responsable. Le hablé del fracaso de mi disco y le pedí un préstamo, pero no quiso darme nada. Le pedí ver a Spencer, y también se negó. Me dijo que era mejor que Spencer pensase que no tenía padre, a que supiese que su padre le había abandonado. Yo le dije que tenía derecho a ver a mi hijo y amenacé con perseguirla hasta que me dejase verlo. Al oír eso se puso nerviosa y me dijo que no se me ocurriese acercarme al niño. Entonces le ofrecí dejarles en paz si me prestaba 300 £. Y me las dio. [-] Por chantajear a Kerry con nuestro hijo. Por supuesto, no cumplí mi palabra y a las pocas semanas volví a por más dinero, pero Kerry ya se había mudado. Y desde entonces no volví a ver a Kerry ni a Spencer. [-] Por forzar a mi ex mujer y a mi hijo a mudarse. Yo seguía sin tocar fondo. Y en un año pasé de creerme un genio a sentir asco de mí mismo. Mi única obsesión era no 13 POR QUÉ DECIDISTE ENCARNARTE estar consciente para no sentir el dolor de ser yo. Y como la cocaína ya casi no me hacía efecto, empecé a beber y a tomar todo lo que encontraba a mi paso: crack, pastillas, heroína, barbitúricos... Mi vida se redujo a dos sensaciones: el placer de estar drogado y el dolor de no estarlo. En poco tiempo me transformé en un politoxicómano: mi cuerpo se debilitó, se me hinchó la cara y mi voz se volvió rasgada y ronca. Noté que la gente empezaba a mirar hacia otro lado cuando se cruzaba conmigo. Y yo no les culpaba, porque yo también hubiese preferido no verme. Llegó un momento en que estaba tan destrozado, que no tuve fuerzas para evitar que mis padres me ingresaran en una clínica de desintoxicación. Me llevaron a la mejor clínica del Reino Unido. En ese momento no pensé cómo iban a poder pagarla, pero más tarde descubrí que se habían gastado el fondo que tenían ahorrado para que mi hermana fuese a la universidad. Así que Claire no solo no pudo estudiar, sino que tuvo que trabajar en un restaurante para pagar mi clínica. [-] Por quitar oportunidades a mi hermana. En la clínica lo pasé fatal. El personal era muy amable y eficiente, pero todo ese ambiente me hacía hundirme más en mi agujero, porque ver a todos tan perfectos, hizo que me sintiera peor conmigo mismo. Si yo fuese el director de un centro de rehabilitación, haría que todo el personal fuesen ex adictos a los que se les 14 MI DESPROPÓSITO DE VIDA hubiesen caído los dientes, porque esos sí que entienden lo que es repugnarse a uno mismo. Recibí mucha ayuda de los terapeutas, que me ayudaron a entender que para reconstruirme solo necesitaba respetarme a mí mismo y a los demás. No me resultó fácil, pero tras diez meses de lucha, con bajones, euforias y recaídas, acabé asumiendo mi fracaso y mis miedos y superé la adicción. [+] Por desengancharme. Cuando volví a casa, mi madre y mi hermana se alegraron muchísimo, y creo que mi padre también, aunque solo fuese por no tener que pagar más mensualidades de la clínica. Todos queríamos que las cosas fueran como antes y fingimos que no había pasado nada. Pero yo sabía que mi vida había cambiado, porque mis años de adicto me habían pasado una factura muy alta. Al volver a casa me enteré de que mi madre se había convertido en empresaria. Comenzó trabajando en una agencia inmobiliaria para poder pagar la mensualidad de la clínica, y como la dueña quería jubilarse, le traspasó el negocio. Mi madre me ofreció trabajar con ella, y aunque mi padre no creía que pudiese hacer bien el trabajo, lo acepté sin pensarlo. Yo había salido de la clínica dispuesto a llevar una vida estable, alejada del mundo de la música, y esa era mi oportunidad de oro. [+] Por querer reintegrarme. Mi madre me explicó que la clave para vender un inmueble era conseguir que el comprador lo viese como una mansión, y que el vendedor sintiese que se estaba librando de una choza. 15 POR QUÉ DECIDISTE ENCARNARTE A las pocas semanas conseguí vender una casa y volví a sentir el orgullo sano de conseguir algo por mí mismo. [+] Por intentar valerme por mí mismo. Pero cuando intenté vender la segunda casa lo estropeé todo. Resulta que la franquicia a la que pertenecía la agencia de mi madre tiene unos ‘clientes fantasma’, que se hacen pasar por compradores para ver si la agencia actúa bien. Yo exageré las características de una vivienda, e intenté ocultar unas humedades que había en el sótano… y el resultado fue que la franquicia expulsó a nuestra agencia de su red. Cuando me enteré de que la expulsión suponía que mi madre perdiese treinta mil libras que había pedido al banco, reaparecieron todos mis fantasmas. Sentí que solo conseguía traer problemas a mi familia y decidí separarme de ellos para dejar de estorbar. [+] Por liberar a mi familia de cargar conmigo. Encontré una habitación grande y barata que alquilaba una viuda llamada Margaret. Era una mujer desconfiada que debió de notar que había sido un adicto, porque me pidió seis meses de alquiler por adelantado. Y como me faltaban sesenta libras para completar lo que me pedía Margaret, pensé que la única forma de conseguirlos era ponerme a cantar en el metro. Así que me armé de valor, cogí mi guitarra y entré en una estación con un pasillo muy largo que tenía buena acústica. No quise cantar mis canciones para evitar que me reconocieran, y elegí “Imagine” de Lennon, porque necesitaba creer que todo podía ser mejor. 16 MI DESPROPÓSITO DE VIDA Aquel primer día me resultó muy duro: mi voz sonaba mucho peor de lo que recordaba, y no conseguía serenarme, porque estaba vigilando que no viniese la policía a desalojarme. La mayoría de la gente pasó de largo como si no existiera, y hubo algunos que me miraron con desprecio. Pero también había algunos que me sonrieron, y de cuando en cuando alguno me echaba una moneda. Supongo que la mayoría notaba en mi voz que había sido un adicto y me daban algo por compasión... pero a mí solo me importaba recaudar las sesenta libras que necesitaba. Al final del día, acabé exhausto y con la garganta dolorida, pero con 71 £ más en el bolsillo. Alquilé la habitación a Margaret, y me dormí satisfecho por haber conseguido ganarme mi espacio. [+] Por volver a valerme por mí mismo. El año siguiente me lo pasé intentando trabajar en cualquier cosa que encontraba: de camarero, de repartidor o de reponedor de supermercado. Pero hiciera lo que hiciera, me ocurría lo que ya me pasaba en la cuna: que no me concentraba en nada que no fuese música. Y como en esos trabajos no había música, acababa dándole a la botella. Procuraba hacerlo a escondidas, pero antes o después me pillaban y me despedían. [-] Por volver a beber y no conseguir mantener un empleo estable. Finalmente entendí que solo podía hacer dos cosas con mi vida: ser un estorbo o cantar en el metro. Y decidí tomarme la música ambulante como un trabajo. Estaba convencido de que conseguiría dejar el alcohol si volvía a tocar, aunque fuese en el metro. Pero no fue así: 17 POR QUÉ DECIDISTE ENCARNARTE cantar en el metro día tras día era muy duro, y el alcohol era lo único que me ayudaba a sobrellevarlo. Lo que hacía que el metro fuese tan duro no era que la policía me desalojase cada dos o tres semanas. Ni que algún ladrón cogiese mi cesta de monedas y saliese corriendo. Ni que me increpasen locos, neonazis y hooligangs. Lo que me resultaba realmente duro era estar expuesto a la gente normal. La mayoría de las personas que pasaban por allí ni me miraban, pero algunos me clavaban la mirada como si no hubiesen visto antes a un ejemplar de ser humano, examinándome de arriba a abajo, como si buscaran pistas para averiguar qué tenían que hacer para no acabar así. Otros me miraban con miedo, como si les fuese a robar. Y algunos incluso me mostraban su desprecio, como si mi música fuese ruido o yo estuviese manchando su ciudad. Yo no acababa de entenderlo. Sabía que el alcohol y las drogas no me habían dejado el mejor aspecto, pero a pesar de que yo intentaba vestir bien e ir aseado, me miraban como si les fuese a contagiar la peste. Un día un señor me miró tan mal que le dije: “Perdone si le ofendo ofreciéndole mi música gratis”. No pude evitar decírselo, porque no podía olvidar que unos años atrás la gente pagaba treinta libras por ir a mis conciertos... y después parecía que estuvieran dispuestos a pagar por no oírme. Decidí que debía intentar no hacer caso a las miradas de las personas agresivas, y concentrarme en gustar a la gente normal. Yo me esforzaba por agradarles, pero la mayoría 18 MI DESPROPÓSITO DE VIDA estaban tan cerrados y tan dormidos, que me resultaba imposible llegar a ellos. A veces tenía que dejar de tocar, porque sentía que me había vuelto invisible y que cantaba para las paredes. Al principio lo pasé realmente mal y cada día pensaba que ese sería el último. Tenía muy claro que si el mismísimo John Denver se pusiese a cantar en ese pasillo, solo se pararían a escucharle un par de personas. A menos que alguien dijese que es famoso, en cuyo caso todos harían cola para conseguir su autógrafo. Un día una mujer mayor me llamó vago y me gritó que me fuese de allí y que me pusiese a trabajar como todo el mundo. Yo la llamé bruja y la mandé a paseo, pero lo cierto es que me afectó. Acabé el día llorando en mi habitación, sintiéndome mal por no saber ganarme la vida de otra forma, y emborrachándome más de lo normal para no sentir nada. Mi casera Margaret sabía que yo bebía, pero teníamos un pacto implícito: yo solo me emborrachaba dentro de mi habitación y ella no me sermoneaba. Al día siguiente, me desperté pensando que la señora que me increpó tenía razón al molestarse, porque ella sentía que yo le estaba pidiendo dinero. Así que esa mañana decidí que a partir de ese momento solo me dedicaría a cantar, sin esperar nada de nadie y sin que me importase que me ignorasen o que me insultasen. Decidí que mi trabajo era simplemente hacer bien lo único que sabía hacer. Y que si alguien se paraba a darme algo, se lo agradecería, y volvería a concentrarme en hacerlo bien. 19 POR QUÉ DECIDISTE ENCARNARTE Ese mismo día puse en práctica mi nueva decisión. No me resultó fácil tocar bien a pesar de la agresividad de la gente, pero por la noche me sorprendió notar que no estaba tan exhausto como otros días. Y como cada vez me centraba más en la música, me animé a improvisar y a componer nuevas canciones. [+] Por aprender a no enfadarme con los viajeros. Un día pasó por mi pasillo un vecino de mis padres que me reconoció y que se interesó por mí. Y al día siguiente vinieron a verme mis padres y mi hermana Claire. Todos habían estado preocupados, y se quedaron más tranquilos al ver que no estaba tan mal. Mis padres me ofrecieron quedarme en la habitación de Claire, porque ella se había ido a vivir con un novio. Pero yo les dije que estaba en el top ten del metro, y que podría valerme por mí mismo. Les prometí ir a visitarlos el primer viernes de cada mes y, por una vez en mi vida, cumplí mi palabra mes a mes. [+] Por mantener mi palabra con mis padres. Al igual que yo, mi familia se avergonzaba de verme en el metro, y me buscaron otros muchos trabajos, que yo siempre rechazaba. Quien más se esforzó por ayudarme a salir del metro fue Claire, pues estuvo meses intentando conseguir un estudio para grabar mis canciones nuevas. Finalmente, lo consiguió, las grabé y Claire se las hizo llegar a varias discográficas. Pero uno o dos años después de que grabara las canciones, Claire vino a mi pasillo llorando, explicándome que una discográfica había lanzado a un jovencito llamado Melvin utilizando mis canciones. Y que estaba teniendo mucho éxito. 20 MI DESPROPÓSITO DE VIDA No pude creerlo hasta que escuché el disco y lo comprobé por mí mismo. Y aunque me indigné mucho, hubo una parte de mí que se alegró, porque eso significaba que mis canciones gustaban y que podría volver a triunfar. Melvin estaba siendo un bombazo a nivel internacional, así que fuimos a la discográfica y amenazamos con denunciarles si no reconocían que las canciones eran mías. Como no nos hicieron ni caso, Claire contrató un abogado y les denunciamos. El abogado nos dijo que teníamos la ley de nuestra parte, y que cuando ganásemos, recibiríamos mucho dinero y mucha publicidad en los medios. Yo estaba encantado, porque eso era justo lo que necesitaba para relanzar mi carrera. Aquello me devolvió la ilusión de volver a los escenarios, así que los dieciocho meses que tardó en convocarse el juicio, me los pasé componiendo y grabando canciones. Había tocado tanto delante de tantas personas, que por fin había conseguido aprender lo que gustaba a la gente. Claire me ayudó a grabar las canciones que más gustaban en el metro. Y los dos estábamos impacientes por ganar el juicio y conseguir lanzarlas a la radio y la televisión... La semana antes del juicio entraron en mi pasillo dos skinheads adolescentes con pañuelos en la cara. Reconocí al más bajito porque ya me había increpado en otras ocasiones, pero decidí ignorarlos y seguir cantando una improvisación reggae. Y en menos de un segundo, el skin bajito sacó un arma y me pegó un tiro en la cabeza. Morí al instante. Asesinado por dos niñatos. Seis días antes de haber podido probar en el juicio que Melvin había 21 POR QUÉ DECIDISTE ENCARNARTE triunfado gracias a mi esfuerzo. Sin tiempo para lanzar las canciones nuevas en las que había estado trabajando. Sin tiempo siquiera para despedirme de Claire, ni de mis padres. Haber muerto así no es justo... Aunque a lo mejor debería alegrarme de no tener que sufrir ya más decepciones. Porque mirando atrás, solo veo fracaso: he sido una carga para mi familia desde niño, he dejado a mi mujer y a mi hijo en la estacada, y he acabado siendo un cantante frustrado y alcohólico que mendigaba en el metro. Y ahora que ya me han matado, mi ángel no solo no se compadece, sino que me dice que me ha ayudado mucho y que lo he hecho genial. ¿Qué he hecho genial? ¿Fracasar? Porque si mi plan era ese, entonces mi vida ha sido un éxito continuo. 22