Escenas de la vida urbana en la Legua Emergencia

Transcripción

Escenas de la vida urbana en la Legua Emergencia
Escenas de la vida urbana en la Legua Emergencia:
narcocultura y ambivalencias identitarias
Rodrigo Ganter Solis
Profesor tutor: Rodrigo Salcedo H.
Marzo 2010
Dedico esta tesis a
mi compañera: Marcela, por su amor, paciencia y contención
en los momentos más difíciles del camino. Dedico también
esta tesis a las amigas y los amigos: esa pequeña e incontenible
geografía de experiencias que nunca me dejó sólo: a mis amigas
Alejandra y Magaly. A Fabián y Gabriela. Y a mis cómplices
más cercanos en este viaje: Christian, Felipe, Rodrigo, Juan
Carlos y Miguel.
A mi abuela Brunilda; a mis padres, a la Mepa. Y a lo mejor que
me ha pasado en la vida: Benjamín, Renata y Rafaela.
Reconocimientos
Un reconocimiento especial a la gran familia Leguina, particularmente a Alexis
Fuentes, Lorena Rojas y el Lulo, sin ellos este desafío no se hubiera podido
materializar. A la batucada Furia Leguina; a la Sra. Rosa de la RED OLE; a los
miembros de la Garrapata; a Oscar de Caleta Sur. Un agradecimiento por la generosidad de T. Jakel y P. Álvarez, y un agradecimiento especial a todos y cada
uno de los entrevistados y entrevistadas en esta tesis
Un reconocimiento a la Vicerrectoría Adjunta de Investigación y Doctorado
(VRAID) de la Pontifica Universidad Católica de Chile y a la Fundación para
la Superación de la Pobreza, por haber respaldado este esfuerzo académico e
investigativo.
Por último, un reconocimiento al director del programa de doctorado, Fernando Pérez O.; a mi profesor guía, Rodrigo Salcedo, por su compromiso con esta
investigación; y a los profesores miembros de la comisión de tesis que realizaron valiosos y constructivos aportes al desarrollo de este estudio.
ESCENAS DE LA VIDA URBANA EN LA LEGUA EMERGENCIA: NARCOCULTURA Y AMBIVALENCIAS IDENTITARIAS | R. GANTER
Índice
Introducción
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Capítulo I Formulación del problema de investigación
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Capítulo II
Marco de referencia teórica
1. Vida urbana y modernidad
A. Contextos y supuestos
B. Ciudades Archipiélago
C. Cultura y Cultura Urbana
D. Vida urbana como contradicción contingente
2. Identidades y territorialidades
A. Discusión preliminar
B. Las identidades colectivas
C. La Crisis Contemporánea de las Identidades
D. Identidades y territorios
E. De escenas, fiestas e identidades
F. Identidades en movimiento: pobladores
3. Narco-cultura
A. Formas de vida translocales
B. Significaciones y prácticas de la narcocultura
4. Ambivalencias identitarias
A. Modernidad, círculos sociales y ambivalencia
B. La ambivalencia como categoría sociológica
C. Alcances sobre secretos, máscaras y ambivalencia
D. Hipótesis de Trabajo
E. Diagrama Modelo Analítico
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Capítulo III
Perfil socio-histórico y territorial de la legua emergencia
A. Configurando Genealogías Territoriales: historia de la PLE
B. Recorridos de la memoria oral en la Legua Emergencia
C. Presente
D. Actualidades de la Legua Emergencia
E. Estructura Sociodemográfica
F. Dinámicas socio-espaciales y movilidades residenciales
G. Antecedentes socio-comunitarios
H. Antecedentes en seguridad urbana
I. Otras especificidades
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Capítulo IV
Principales hallazgos: escenas de la vida urbana en la legua emergencia
De historias, trayectorias y memorias
Escena I: Biografía de una Conversión Escena II: Entre lo Permanente y lo Transitorio (ambivalencia histórica)
B) Territorio del estigma
Escena III: De manchas, rabias y encapsulamientos
C) Lo identitario como retorno a lo colectivo
Escena IV: El ser y el hacer legüino (de orgullos, solidaridades y clanes)
Escena V: Redes en la fragmentación
Escena VI: Comunicaciones comunitarias y espacios de pertenencia
Escena VII: De carnavales y territorios liberados
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D) Narco-mundo
ESCENA VIII: Historicidades Actuales
ESCENA IX: De Pistoleros y Narco-balaceras
ESCENA X: De Policías y Montajes ESCENA XI: El Mundo Entero Llega a la Emergencia
E) Espacios de lo ambivalente
Escena XII: Afectos cruzados
EscenaXIII: Fusión en el carnaval
Escena XIV: De velorios y narco-funerales
Escena XV: Fiesta de año nuevo
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Capítulo V
Conclusiones: sintetizando y discutiendo
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Bibliografía
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Anexos
1) Metodología del estudio
Fundamentación enfoque metodológico: la etnografía
Técnicas de producción de información
Muestreo
Análisis de la información
El trabajo con lo biográfico
La opción por las escenas
2) Sobre el rabajo de campo
3) Instrumentos aplicados
4) Planos de La Legua
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Resumen de la tesis
La presente investigación se propone estudiar las actuales tensiones identitarias a las cuales se ve expuesta una comunidad urbana como La Legua Emergencia, en la ciudad de Santiago; poniendo especial énfasis en las dinámicas
de ambivalencia emocional que se despliegan entre los pobladores vinculados
al mundo del narcotráfico y quienes participan y se organizan en la población,
para recuperar los espacios públicos y la calidad de vida de dicho territorio. Lo
anterior, teniendo como contexto el nuevo paisaje cultural por el cual atraviesa
nuestro país al llegar el nuevo milenio, donde las tendencia explosivas de la modernización van acompañadas por fenómenos como la “fragmentación social” y
una “diversidad disociada” (PNUD, 2002).
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Introducción
Al iniciar la lectura de esta tesis se hace conveniente explicitar –sumariamente- el
lugar, los enfoques y supuestos que motivaron la realización de una investigación
sobre la comprensión y el significado actual de las identidades territoriales, en el
contexto urbano de la población La Legua Emergencia, en Santiago de Chile.
Corría el segundo semestre del año 1985 y el país recién pasaba del estado de sitio
al estado de emergencia. Yo me encontraba –como estudiante secundario- participando en actividades sociales de apoyo en el campamento Francisco Fresno.
Allí, fue donde por primera vez conversé con una joven pobladora de La Legua.
En esa oportunidad, ella me contó detalles sobre una reciente balacera perpetrada por un vehículo civil en contra de la parroquia San Cayetano, con el objeto
de amedrentar el compromiso social y político que había asumido el sacerdote
Guido Peters con su población. Ese momento lo recuerdo como un instante de
mucha confusión e incertidumbre en lo personal, un instante mudo, un instante
que también sintonizaba con la atmósfera del país. Sólo sentí que esas historias
de balaceras, miedos y muertes, en algún momento tendrían que concluir.
Han pasado más de veinte años y ese recuerdo aún persiste fuerte en mi memoria.
Lamentablemente lo que persiste no son sólo mis recuerdos, sino también las historias que amarran al territorio de La Legua con el miedo, las balas y la muerte.
Más tarde, ya a principios del año 2000, recuerdo que me encontraba participando en una investigación social sobre la emergencia de culturas juveniles
urbanas, en el Gran Santiago. Fue un estudio que exploró una diversidad de
estilos y prácticas juveniles, con el objetivo de intentar dibujar sus ritos, imaginarios y memorias sociales. Pero también, la representación de la política, la sociedad y el mundo adulto con el cual se vinculaban y desde luego, la experiencia,
el relato y el uso que estas micro-culturas otorgaban a la ciudad, y muy particularmente a sus barrios y territorios. De esta experiencia de investigación inicial,
es que surge como territorio denso y complejo la población La Legua. Como
una comunidad humana y urbana, que se encontraba atravesada por múltiples
dimensiones, pero que en dicho momento y dado el contexto y los objetivos de
aquella investigación, no pudieron abordarse ya que el foco no estaba definido
única y exclusivamente por las expresiones juveniles de aquel territorio, sino
más bien por la pluralidad de aquellas manifestaciones.
Luego, a comienzos del año 2006, siendo estudiante del Doctorado en Arquitectura y Estudios Urbanos de la PUC, y sin proponérmelo más racionalmente,
debo preparar un trabajo de investigación en uno de los cursos del programa de
postgrado. Entonces surgen no sólo las condiciones pragmáticas, sino también
emocionales y académicas, para regresar al territorio de La Legua y de alguna
forma concluir la reflexión sociológica iniciada a principios del año 2000. Fue
así, como terminé desarrollando una investigación doctoral sobre este particular y complejo territorio de La Legua Emergencia, que en rigor también es un
pretexto para entrar a discutir y conversar respecto a cómo se viene configurando nuestra propia vida urbana, la de los “otros” y la de una ciudad de signos tan
ambivalentes como Santiago de Chile. De ahí también, que –parafraseando a C.
Wright Mills- ni la vida de un individuo ni la historia de una sociedad pueden
entenderse sin entender ambas cosas y que por lo tanto, una lectura profunda
de La Legua implica una dialéctica entre lo particular y lo general, entre la biografía del Alexis del pasaje Venecia y las transformaciones experimentadas por
nuestra sociedad y ciudad, en los últimos 25 años (por lo menos).
La opción por la etnografía siendo sociólogo fue compleja y después de todo,
una apuesta. Pero dada la escasez de estudios de este carácter en los contextos
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urbanos ligados a “barrios críticos” en Santiago, expuestos fuertemente a dinámicas de violencia física y simbólica; resultaba imperioso explorar dicha posibilidad como una manera de redirigir el ángulo de la observación y la percepción
en el contexto de la ciencia social y el urbanismo más predominante. Pero más
que opciones pragmáticas, al momento de ingresar en este “campo minado”
y optar por el método etnográfico, pesaron las evaluaciones y los análisis de
orden epistemológico, donde la noción de dialógica (Clifford, J.; Tedlock, D.
1998) aparece definiendo fuertemente la orientación del estudio.
Partiendo de este supuesto y construyendo una “introducción en reversa”, entiendo por diálogo -en el marco de la investigación social contemporánea- a una
estrategia de producción de conocimiento, donde se pretende ir desprogramando la relación vertical entre sujeto y objeto de conocimiento, entre observador y
observado; construyendo un conocimiento fundado en la conversación y la comunicación entre iguales, más allá del monólogo omnisciente de la antropología
convencional. Donde además, se crea una comprensión relacional de un determinado mundo social, esto es, una “realidad negociada” que por lo mismo nunca
queda del todo cerrada o clausurada, pues el diálogo y la conversación se entienden fundamentalmente por su carácter procesual y de apertura permanente.
En este marco, se asume a la etnografía como una descripción (interpretación
– representación) “textual” de un modo de vida específico y particular, captado
en el contexto del trabajo de campo, donde el investigador se desprende de su
estatus de sujeto cognoscente privilegiado (Pires do Rio, en Guber, R., 2001)
para experimentar el mundo a partir de las vivencias y las categorías construidas por los actores que pertenecen a la comunidad estudiada. De esta forma, el
método etnográfico permite no sólo transitar por la experiencia de la reciprocidad comunicativa fundada en la participación horizontal y la interacción “cara
a cara” con los actores sociales, sino que supone –al estar ahí- la posibilidad de
generar conocimiento a partir de un proceso de creación dialógica, colectiva e
“intersubjetiva” con los otros. De ahí también, la opción por la microsociología
y su estrategia para entrar a comprender las diferentes formas de sociabilidad
cotidiana, inscritas en el contexto de nuestra modernidad postradicional.
La segunda noción epistemológica gravitante para la orientación del estudio,
se desprende de la argumentación anterior, pues la opción dialógica -en el
marco de esta investigación- se asume consistente y sustentable en la medida en que se ponga en juego la noción de reflexividad (Bourdieu; en Guber
R., 2001). En ese sentido, cuando se pone en juego esta noción nos estamos
refiriendo al re-conocimiento (“conciencia”) por parte del investigador, de la
posición que ocupa al interior de un determinado campo de fuerzas e intereses concretos; sean éstos políticos, históricos, sociales, institucionales, etc. De
ahí, que se asuma la complejidad de la neutralidad en el marco de la investigación social contemporánea.
Ahora, para la situación particular de esta investigación, la noción de reflexividad posee por lo menos tres niveles de manifestación que suponen interdependencias importantes. El primer nivel supone hacerse cargo de que el investigador se asume como un sujeto miembro de una sociedad concreta, orientado
y localizado en función de criterios como: la clase, el género, la generación, el
barrio, etc. El segundo nivel supone hacerse cargo del denominado “epistemocentrismo” (Bourdieu, en Guber R., 2001), donde se asume que los marcos
conceptuales y las perspectivas teóricas utilizados por la investigación, forman
parte de una construcción socio-histórica de la realidad. El tercer nivel supone
hacerse cargo del modo en que los y las pobladoras de La Legua construyen sus
pautas de comportamiento, significados sociales y formas de vida.
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Todos estos niveles de la reflexividad, se encuentran atravesando la escritura
y la experiencia etnográfica narrada en esta investigación y desde luego, han
intervenido significativamente a lo largo de todo el trabajo de campo. El desafío
en este marco, consistió en desplazarse de la reflexividad propia a la reflexividad de los habitantes de la población La Legua, por lo cual fue imprescindible
estar ahí, investigar in situ y con todo el cuerpo, para poder pasar de mi propia
y particular reflexividad a una reflexividad “otra”. Esto significó un re-aprender
el mundo desde otra manera de construirlo y habitarlo, un re-aprender el manejo de los espacios y del lenguaje, del uso del cuerpo y la voz, las conversaciones y las preguntas, los horarios, los trayectos, las rutas, las solicitudes, los
consumos, las compañías, etc.
Finalmente, lo que aquí se presenta es el resultado (abierto al diálogo) de un
proceso largo y complejo que por lo mismo, posee un carácter más procesual
que sustentado en afirmaciones verdaderas y concluyentes. En ese sentido, no
se plantea ni como inicio ni como arribo de un largo viaje, sino como una estación, una meseta posible, una escala en el viaje hacia una mejor comprensión
colectiva de la actual vida urbana: la de nosotros y la de los “otros”.
De esta forma, el corpus general de este texto se organiza del siguiente modo:
El capítulo I está orientado a trabajar la formulación general del problema de
investigación, revisando sus antecedentes y contextualización; fundamentando
la relevancia del estudio, sus enfoques teóricos, la pregunta de investigación y
los objetivos de la tesis.
El capítulo II se desarrolla en torno a la discusión bibliográfica y el marco de
referencia teórica que sustenta la investigación. Asimismo, se formula la hipótesis de trabajo y el modelo analítico sobre el cual gravita la investigación.
En el capítulo III se abordan y sistematizan los datos que describen el perfil
territorial de la población La Legua Emergencia; haciendo hincapié en un enfoque histórico y luego, en la actualización de la realidad socio-demográfica y
socio-comunitaria de La Legua Emergencia.
El capítulo IV trabaja los principales hallazgos de la investigación, a partir de
la construcción de una narrativa etnográfica que permite realizar un abordaje
descriptivo y analítico del objeto de estudio. Para organizar dicho esfuerzo, el
capítulo se estructura a partir de las principales escenas que grafican la vida urbana en La Legua Emergencia, poniendo especial énfasis en alcanzar los objetivos propuestos por la investigación y en la discusión con la hipótesis de trabajo
formulada.
Por su parte, el capítulo V se orienta a realizar una síntesis de las principales ideas trabajadas en el estudio y las conclusiones más relevantes a las que
arriba la tesis.
Por último, en la sección de anexos se desarrolla y fundamenta el enfoque
metodológico del estudio; se describe la organización del trabajo de campo, se
consignan los instrumentos y técnicas aplicadas; y los mapas que representan
distintas realidades de La Legua en el contexto de la ciudad de Santiago.
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Capítulo I
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Formulación del problema de
investigación
La presente investigación se propone estudiar las actuales tensiones identitarias a las cuales se ve expuesta una comunidad urbana como La Legua Emergencia, en la ciudad de Santiago; poniendo especial énfasis en las dinámicas
de ambivalencia emocional que se despliegan entre los pobladores vinculados
al mundo del narcotráfico y quienes participan y se organizan en la población,
para recuperar los espacios públicos y la calidad de vida de dicho territorio. Lo
anterior, teniendo como contexto el nuevo paisaje cultural por el cual atraviesa
nuestro país al llegar el nuevo milenio, donde las tendencia explosivas de la modernización van acompañadas por fenómenos como la “fragmentación social” y
una “diversidad disociada” (PNUD, 2002).
En ese sentido, nuestro problema de investigación puede ser formulado del siguiente modo: ¿cómo se interpreta el hecho de que los pobladores de La Legua
Emergencia mantengan relaciones de ambivalencia afectiva y convivencia comunitaria, con el mundo del narcotráfico inscrito en dicho asentamiento? Lo
anterior, parte de la paradoja de que son los propios pobladores los que han
rechazado dicha práctica, y se han organizado para recuperar los espacios públicos y frenar la violencia armada y simbólica impuesta sobre su territorio.
A modo de inscribir estas búsquedas y planteamientos en un horizonte de
transformaciones (espaciales y temporales) más generales y estructurales, se
hace necesario recurrir a algunas pistas y tendencias que el Informe de Naciones Unidas para el Desarrollo Humano (2002) nos entrega, particularmente
por la coincidencia de algunas de sus conclusiones con las hipótesis de trabajo
elaboradas por esta tesis; pero sobre todo, porque sus indagaciones se mueven
al interior del campo de la cultura1, aspecto sobre el cual esta investigación define su núcleo estratégico: lo cultural entendido como formas de vida.
En esta línea es posible ir consignando que Chile está experimentando un profundo cambio cultural, en el que las fuerzas de la globalización y la modernización generan grandes saltos y avances que van acompañados de intensos procesos de autonomización e individualización de las personas, y en que el mercado
y las nuevas tecnologías van expandiendo y profundizando estas tendencias.
Estos cambios culturales y estructurales crean oportunidades, pero también
nuevos riesgos y dilemas para la convivencia cotidiana, la construcción de las
identidades sociales y los proyectos biográficos.
De esta forma, el PNUD (2002) concluye que la sociedad chilena no parece disponer hoy de una identidad, o bien, de una imagen de sí misma que le permita
ser sujeto, es decir, pilotear y gobernar colectivamente estas fuerzas del desarrollo y las propias dinámicas que se presentan en el plano de la vida cotidiana.
A esta carencia de la sociedad chilena actual, también contribuye una imagen
conflictiva de su pasado y un diseño débil de su futuro.
Así, en Chile se han diversificado los modos de vida, muchas veces impulsados
por la expansión del mercado, pero dicha diversidad de modos y estilos de vida
se presenta carente de puentes interdependientes, que hagan posible la construcción de un orden común que cobije y otorgue sentido a dichas multiplicida1
“Nosotros los Chilenos: un desafío cultural”, Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo Humano, PNUD, Chile, 2002.
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des. De ahí que se sostenga la idea de una “diversidad disociada y disgregada”
(PNUD, 2002), en tanto consecuencia de la ausencia de un “Nosotros”.
El PNUD 2002 concluye un perfil cultural para el Chile contemporáneo, a partir de lo diverso, lo ambivalente y lo fragmentario: “Al recordar los doscientos
años de la Independencia, los chilenos se ven enfrentados, pues, a ellos mismos.
Su futuro dependerá de la manera como perciban la imagen que les devuelve
el espejo y de la manera en que renueven el desafío de ser ellos mismos. Pero
¿qué se percibe? Importantes logros; pero también, ambivalencia, diversidad
y fragmentación. Chile ha cambiado. A los aportes de su herencia, a veces vitales, otras desgastados, se suma ahora una avalancha de rasgos y actitudes
nuevas. Resulta una diversidad difícil de confluir en un denominador común.
En el espejo se refleja una imagen ambivalente, en que sus contornos cambian
según la perspectiva con que se la mire. Desde un lado se aprecian trazas de una
fuerte y sólida identidad nacional; pero desde otro, desde la memoria reciente,
se vislumbran recuerdos de un país que se siente humillado por sus propios
conflictos violentos u odios irreconciliables. A veces, “Nosotros los chilenos”, se
describen orgullosamente como acogedores y amigables, como un país que funciona y progresa. En otras ocasiones, las del abatimiento, como flojos y dejados,
sin respeto por los demás, chaqueteros y envidiosos. A ratos, como un pueblo
valiente y aguerrido; pero en otros, como un pueblo apocado y sin personalidad.
Recordando epopeyas nacionales se afirma la existencia de una nación unida e
integrada, y en otras circunstancias se piensa que Chile es un país que se engaña
a sí mismo pues, calla la parte oscura de su historia” (PNUD, 2002:286).
De este modo, el territorio de La Legua Emergencia y la comunidad humana
que lo habita, no se encuentra ajeno a estas experiencias y a la profundidad
de los cambios culturales y estructurales por los que atraviesa la sociedad chilena actual. Más aún, estas tendencias descritas por el PNUD 2002, parecen
intensificarse y radicalizarse aún más al interior de este asentamiento humano,
producto de los problemas de pobreza estructural que afectan a su comunidad,
ya que se van imbricando poderosamente con las históricas y las nuevas formas
de exclusión urbana y social. Sobre todo, si se piensa desde el punto de vista del
aislamiento histórico que han experimentado este territorio y su comunidad
humana, en el contexto de una ciudad como Santiago. Aspectos sobre los cuales
volveremos más adelante.
Ahora, a modo de contextualizar y describir al territorio de La Legua Emergencia, es posible señalar que ésta posee las siguientes características que las
distinguen como comunidad urbana en la actualidad: (i) una tipo de economía
territorial fuertemente dominada por el narcotráfico; (ii) un patrón cultural de
identificación positiva con el mundo de lo “criminal”; (iii) un sistema de desconfianzas interno y hacia el exterior; (iv) una “precaria” cultura participativa;
(v) una trama urbana caracterizada por el encajonamiento; (vi) una atmósfera
socio-espacial tipo gueto (sensación intersubjetiva de segregación territorial);
(vii) una persistente y naturalizada presencia de un estigma que afecta a su
territorio y su comunidad.
En ese mismo sentido, resulta conveniente recordar las palabras del ex Presidente Ricardo Lagos, sobre los estigmas instalados en algunas poblaciones de
nuestro país: “vamos a invertir con intensidad en aquellos barrios donde la delincuencia y el narcotráfico amenazan con tomarse calles y plazas. Partimos con
lo más difícil, con “La Legua de emergencia”, junto a la Municipalidad de San
Joaquín vamos a seguir ayudando a esta población a ponerse de pie, para que
nunca más sea estigmatizada, para que nunca más sus pobladores se sientan
mal al decir que son de La Legua. No quiero que ningún chileno se sienta incómodo por decir el lugar donde hoy vive, como hoy ocurre. Si lo hacemos bien,
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todos tendremos orgullo del lugar donde está constituido nuestro hogar.” 2
Dada la problemática descrita anteriormente, uno de los supuestos básicos con
los que parte esta investigación, es que nos encontramos en presencia de un
territorio cuyo “espacio vivido”3 opera como un espacio de conflicto urbano, o
bien, como una “trinchera urbana” donde se enfrentan fuerzas sociales de diverso linaje, un espacio en disputa por la hegemonía cultural y por la definición
de las identidades que allí se crean y recrean. Uno de los extremos de dicha
disputa a veces asume un carácter “armado”, donde es posible observar en los
últimos años un proceso de privatización y/o expropiación del “espacio vivido”.
Esto último, se expresaría en un proceso de expropiación efectuado tanto por
fuerzas del estado, en este caso Carabineros4, como por fuerzas ligadas al narcotrafico; quedando los pobladores en una encrucijada entre el temor, la resistencia a la trama de poderes que intenta domesticarlos y las incipientes prácticas
de re-apropiación creativa del espacio, ligado a la experiencia vivida.
De este modo, se plantea la existencia del estigma territorial, como otro tipo
de violencia que experimentan los pobladores. Ésta se desarrolla como una
violencia que genera una “mancha” inscrita sobre el territorio donde habitan
los pobladores y también, sobre sus propios cuerpos5. Este hecho significa que
tienen que convivir cotidianamente con un tipo particular de violencia, que se
expresa simbólicamente y que tiene como efecto material la exclusión hacia
quienes proceden de dicho territorio; pues no los aceptan en los trabajos, no
los matriculan en los colegios, los discriminan en ciertos espacios públicos,
los rechazan al momento de solicitar un crédito en el banco, etc. Así, cualquier
poblador y pobladora independiente de su edad, sexo, oficio o actividad; es
siempre sospechoso de ser un “delincuente”, o bien, un narco-traficante, pues
su condición es siempre objeto potencial de la violencia institucionalizada de
la policía y de la violencia estigmatizadora de los medios de comunicación y
de la sociedad en general.6
Así, a pesar de lo incipiente de su cultura participativa, resulta posible observar -en la actualidad- intermitentes, pero significativos signos de cambio.
Esto último, a partir de la “emergencia” de nuevos protagonismos sociales y
culturales, inscritos en dicho territorio. Esta vez, construidos por la geografía humana de la Red de Organizaciones Sociales de La Legua Emergencia, la
RED OLE, que muchas veces desplazándose entre los múltiples “zorrillos” de
Carabineros estacionados permanentemente en sus pasajes, y los uniformes de
2
Discurso del ex Presidente Ricardo Lagos, 21 de mayo 2002: www.fundacióndemocraciaydesarrollo.cl
3
Sobre este concepto revisar las investigaciones de H. Lefebvre: “The production of space”.
Oxford (UK)/Cambridge (USA): Blackwell, 1995; y “Espacio y política. El derecho a la ciudad 2”; Barcelona, Península, 1976. En este mismo plano, el geógrafo E. Soja en su conferencia: “El tercer espacio”
(1996), recepciona las contribuciones de Lefebvre sobre la noción de espacio vivido, y las desarrolla
en lo que actualmente él denomina el “tercer espacio”; esto es, un espacio complejo, heterogéneo,
eminentemente experiencial y empírico, ligado a la producción cotidiana que desarrollan críticamente
diversos colectivos sociales en el marco de su experiencia vivida. En nuestro país, algunos de los aspectos anteriormente planteados sobre el espacio vivido son retomados por R. Salcedo, particularmente
en su trabajo sobre el espacio público (2002).
4
Ello como parte de la Intervención Policial aplicada desde el año 2001 en La Legua Emergencia, en el contexto del Programa Barrio Seguro, de la División de Seguridad del Ministerio del
Interior.
5
Desde la División de Seguridad Ciudadana del Ministerio del Interior, la población La
Legua Emergencia es considerada como uno de los territorios más “inseguros”, “peligrosos” y estigmatizados de la Región Metropolitana; fundamentalmente por su conexión con el narco-tráfico. Sobre
este punto, revisar: “Resultados de la Jornada de trabajo entre actores de la población Legua de
emergencia”; División de Seguridad Ciudadana, Ministerio del Interior, Santiago de Chile, 2003.
6
Revisar sobre este punto relativo a la violencia, el diagnóstico realizado el año 2003 por la
Consultora: Asesorías para el Desarrollo (ASPD), en el marco de un estudio solicitado por la División
de Seguridad Ciudadana del Ministerio del Interior.
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combate de la policía vigilando sus esquinas; comienza a re-apropiarse de un
territorio en permanente disputa y a re-significar la furia impuesta sobre él, a
través de nuevas prácticas culturales y formatos participativos. Uno de estos
casos, es el del colectivo Furia Legüina, que es una agrupación de jóvenes que
practican la “batucada”, y junto con ello, la re-apropiación de la calle y de los
espacios públicos y comunitarios.
Según nos cuenta Alexis7, joven líder del colectivo Furia Legüina, el 2006 sería
el segundo año en que participarían en el “Carnaval de los 500 Tambores por la
Paz y la Vida, en la población La Legua”; donde participan cerca de 500 artistas,
mostrando sus diversas disciplinas, en un territorio que durante un día entero
se vuelca hacia las calles de la población. Re-dibujando el espacio público legüino, por medio de batucadas, teatro callejero, música, malabarismo, carros
alegóricos, etc. Así, los pobladores comienzan a promover, a través de estos
formatos culturales, sus derechos urbanos y la propia práctica de la “no violencia activa”, con el objetivo de recuperar y re-habilitar -desde abajo y desde
adentro- su propio territorio.
Ahora bien, la mayor parte de los estudios, investigaciones, diagnósticos y tesis
sobre La Legua Emergencia8; tienden a verificar con bastante consistencia en
sus resultados, una tendencia que se alinea con la atmósfera cultural que define
el PNUD 2002 para el Chile actual, y que es su perfil ambivalente desde el punto
de vista de su imaginario social y de sus prácticas cotidianas e identitarias. Pues
como ya se viene expresando, en La Legua Emergencia existe una tensión identitaria, manifestada en la existencia de un polo que se aglutina en torno a una
cierta idea de proyecto popular, con fuerte énfasis en lo territorial y en sintonía
con una cultura de izquierda, sustentada en acciones y solidaridades de base. Al
mismo tiempo, se observa otro polo que se aglutina en torno al narco-mundo,
sus códigos y lógicas de progreso social. Pero donde más tienden a reproducirse
y a tener eco las grandes tendencias expresadas en el PNUD (2002), al interior
de La Legua Emergencia, es en el fenómeno de las ambivalencias afectivas, que
en el caso particular de La Legua están referidas al mundo del narcotráfico.
Ahora, para L. Ovalle (2007) uno de los problemas que surgen al abordar el
tema del narcotráfico es el conceptual, ya que existen diferentes perspectivas
de análisis. Algunos autores lo han abordado desde una perspectiva sociocultural, tales como: Camacho (1988), quien ubica éste fenómeno como un “mecanismo de inclusión social” efectivo para grandes sectores; A. Salazar (1992),
7
Entrevista realizada en octubre del 2006.
8
Destacan en este caso, trabajos e investigaciones del tesista relativos al fenómeno de la
juventud urbana en el contexto de la Población La Legua (2002). Sumado a estos estudios, destacan
los hallazgos -coincidentes con lo planteado aquí- de los historiadores Mario Garcés y Myriam Olguín; particularmente, los escritos en forma colectiva con la Red de Organizaciones Sociales de La
Legua: “Lo Que Se Teje en La Legua” (ECO/FOSIS, 1999); y “Propuesta de Prevención Para La Legua”
(ECO/2003). Por otra parte, destaca el diagnóstico realizado el año 2003 por la Consultora: Asesorías
para el Desarrollo, en el marco de un estudio solicitado por la División de Seguridad Ciudadana del
Ministerio del Interior. Al mismo tiempo, los documentos correspondientes al “Diagnóstico Comunitario para la Población La Legua Emergencia” (2006), elaborados por la Dirección de Desarrollo
Comunitario de la Municipalidad de San Joaquín y la División de Seguridad Ciudadana del Ministerio
del Interior de Chile. Asimismo, destacan el Informe División de Seguridad Ciudadana, Ministerio del
Interior: “Resultados de la Jornada de trabajo entre actores de la población Legua de emergencia”,
Santiago de Chile, 2003; el último libro de Garcés, M.: “El Golpe en la Legua”, Ed. LOM, Santiago de
Chile, 2005; y las tesis de: Jakel, T.: “Los Espacios habitados de Legua Emergencia”, Documento de
apoyo: “Proyecto Legua”, Universidad Diego Portales, Santiago de Chile, 2004; María Soledad Arriagada: “Jóvenes de la Legua: ¿ideologías negadas?”, tesis para optar al título de socióloga. Universidad
de Chile, 2006; Oscar Muñoz y su tesis para optar al título de Psicólogo sobre “Participación Social
y Seguridad Ciudadana en la Legua Emergencia”, Universidad Academia de Humanismo Cristiano
(2005); y la sistematización del trabajo realizado por el poblador de la Legua Emergencia e historiador: Paulo Álvarez, en el contexto del estudio: “Voces desde el recuerdo de Legua Emergencia” (2003),
con apoyo de la Universidad Diego Portales.
20
ESCENAS DE LA VIDA URBANA EN LA LEGUA EMERGENCIA: NARCOCULTURA Y AMBIVALENCIAS IDENTITARIAS | R. GANTER
quien caracteriza las denominadas “subculturas del narcotráfico”, o Restrepo
(2001), quien indica que esta actividad puede ser entendida como “espejo de la
cultura”. En esta misma línea, Astorga (1995) trabaja en México una “mitología
del narcotraficante”; Cajas (2004) aborda antropológicamente el modo de vida
de un grupo de narcotraficantes colombianos en Nueva York, describiendo el
mundo del narcotráfico como un “escenario de incertidumbre”. Por otra parte,
también se encuentran los autores que han abordado el fenómeno del narcotráfico como una “empresa ilegal” (Sarmiento y Krauthausen 1991; Orozco, 1991),
mientras que para otros estudios el narcotráfico constituye un conjunto de “organizaciones delictivas translocales” (Del Olmo, 1995; Serrano, 1999; Astorga,
2003; Ramos, 1995). Finalmente, también destacan autores como Valenzuela
(2002) que plantea la existencia de una “narcocultura” definida por los códigos
de conducta, estilos de vida y formas de relación de quienes participan en el
“narcomundo” (Ovalle, 2007).
En este punto, comienza a dibujarse el objeto de estudio de la presente investigación. Por cierto, teniendo como base empírica los hallazgos presentes en
otros estudios sobre la materia, donde adquiere un fuerte perfil la corriente
social ligada con la ambivalencia emocional y el “tráfico afectivo”, entre los dos
polos antes aludidos. Así, es posible reconocer una actitud ambigua de los pobladores respecto a su percepción de los narcotraficantes, pues se tiende a considerar que sus prácticas constituyen un trabajo como cualquier otro, y además
se tiende a justificar bajo el argumento de que constituiría la única posibilidad
que tienen los vecinos y vecinas para logar un sustento económico. De ahí que
muchas veces se vincule al narcotráfico con una estructura de oportunidades,
y como un modelo legítimo a seguir para poder progresar, lo cual implica que
los vecinos tienden a disociar dicha actividad de sus riesgos y efectos nocivos
para la comunidad y la sociedad9.
Así, los narcotraficantes –como ya se planteara- van ejerciendo violencia material y simbólica, pero simultáneamente colaboran y solidarizan con la comunidad, penetrando económicamente, territorialmente y socio-afectivamente en
todos los espacios de la población, ya sea directa o indirectamente: pasajes,
almacenes, consultorios, escuelas, iglesias, actividades recreativas y comunitarias, entre otras; pues están ofreciendo permanentemente su colaboración, sus
regalos, sus donaciones, sus favores, su paternalismo. De este modo, el narcomundo va tejiendo “secretamente” y subterráneamente, sus redes de legitimación y solidaridad vecinal.
El fenómeno es particularmente crítico si consideramos que cada poblador o
pobladora de La Legua Emergencia, tiene a lo menos un conocido o un familiar que está involucrado o participa (directa o indirectamente), en lo que aquí
denominamos como nacrcocultura o narcomundo. Esto, evidentemente arroja
a los pobladores y pobladoras a una trama compleja e interdependiente de ambivalencia y dobles lealtades. Lo anterior, se potencia e irradia en la forma de
vida que ponen en escena (Goffman) los grupos de narcotraficantes en el espacio público; donde el exhibicionismo, el hedonismo y el derroche consumista,
constituyen elementos altamente seductores para muchos jóvenes y niños/as
que viven la cotidianidad de la exclusión.
Asimismo, otro de los rasgos importantes de este fenómeno que destaca en las
investigaciones translocales sobre la materia, lo constituye el factor del “apadrinamiento”, ya que en muchas regiones de Latinoamérica, tanto urbanas como
rurales, los narcos han venido a jugar el papel del Estado y han dado respues9
Planteamiento que también se encuentra esbozado en el diagnóstico realizado el año 2003
por la Consultora Asesorías para el Desarrollo, en el marco de un estudio solicitado por la División de
Seguridad Ciudadana del Ministerio del Interior
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ESCENAS DE LA VIDA URBANA EN LA LEGUA EMERGENCIA: NARCOCULTURA Y AMBIVALENCIAS IDENTITARIAS | R. GANTER
ta a las demandas de las comunidades en materia de vivienda, salud, empleo,
consumo, espacio público, educación y recreación, etc. Incluso fabricando y alimentando un ethos social para la comunidad. De estas forma, el narco-mundo
ha podido cristalizar un discurso legitimador de sus acciones, al presentarse
socialmente como gente comprometida con el desarrollo social (Ovalle, 2005).
Por su parte, los diagnósticos sociales y comunitarios realizados en la Emergencia –y consignados anteriormente- también dan cuenta de este factor, ya que
allí los narcos aparecen ayudando a la comunidad, mientras el Estado y muchas
organizaciones sociales no estaban. En ese sentido, los narcos han realizando
obras sociales participando en y con la comunidad, aportando dinero, regalos,
etc. Y es así como también, han construido sus redes de protección y lealtad.
En esta misma línea, diversos estudios y autores tales como: E. Hosbawm
(1969), R. Catanzaro (1992), A. Salazar (1990, 1998), L. Ovalle (2007) y R.
Reguillo (2007), entre otros; plantean la existencia expandida de este fenómeno de “apadrinamiento,” anteriormente descrito. Pero más aún, todos y
todas ellas coinciden en sostener la existencia de esta especie de cadenas de
relaciones afectivas y de lealtades entre los narcos y las comunidades territoriales. Hosbawm (1969), ha ilustrado en las sociedades tradicionales el rol que
han desarrollado los bandidos y las fuerzas proscritas, frente a la ausencia del
Estado; otorgando seguridad, protección, afecto y legitimándose como héroes
populares, orientados hacia la justicia y la equidad social. Por su parte, Catanzaro plantea a propósito de la mafia siciliana, que “es una red de relaciones
duales que se basan en lazos de parentesco, clientelismo o amistad” (1992:
82). Sobre este punto, Reguillo (2007) plantea que el narcotraficante es en la
actualidad el “gran capo” y que ocupa el lugar que en el mundo pre - moderno
desempeñó el “bandido social” (Hosbawm, 1969), pues son capaces de hacer
la guerra al poderoso y simultáneamente invertir recursos materiales en los
más débiles, y tiempo en beneficio de aumentar su prestigio social. Para A.
Salazar (1998) y Reguillo (2007) los narcos –a diferencia del Estado y del poder político oficial- conocen de cerca a su comunidad, viven la cotidianidad de
sus fracasos, dolores, logros y aspiraciones. De ahí también extraen su fuerza, pues van tejiendo -subterráneamente y secretamente- un potente relato de
cohesión social, pero además: oportunidades y beneficios en un contexto de
precariedad material y de futuros inciertos.
Así, en las investigaciones realizadas por Reguillo (2007), para muchos jóvenes
en situación de pobreza la narco-cultura y las actividades que ésta envuelve, van
constituyendo alternativas viables y próximas –cercanas y cotidianas- para incorporarse a las claves del éxito que la propia cultura actual les impone como metas
para el reconocimiento social y la autosatisfacción; es decir, constituye un camino
hacia la integración. Esto, a pesar de su dimensión vinculada con la fugacidad de
dicha experiencia y también con la muerte. Pero si esta opción es considerada
como viable y válida, se debe principalmente a dos factores: la exclusión social
y el relativismo ético de la sociedad contemporánea10; en la cual opera una desjerarquización entre el instinto de vida y el instinto de muerte, fenómenos que
también constituyen expresiones poderosas ligadas con las búsquedas y las hipótesis de trabajo que esta tesis aborda.
Por otra parte, interesa remarcar en esta problematización que el giro que pre-
10
Sobre este punto ligado a lo que se denomina la era del “postdeber”, autores como G.
Lipovetsky señalan que “A través de la publicidad, el crédito, la inflación de los objetos y los ocios; el
capitalismo de las necesidades ha renunciado a la satisfacción de los ideales en beneficio de los placeres renovados y los sueños de felicidad privada. Se ha edificado una nueva civilización que ya no se
dedica a vencer el deseo sino a exacerbarlo y desculpabilizarlo: los goces del presente, el templo del yo,
del cuerpo y de la comodidad se han convertido en la nueva Jerusalén de los tiempos postmoralistas”
(2008:50).
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ESCENAS DE LA VIDA URBANA EN LA LEGUA EMERGENCIA: NARCOCULTURA Y AMBIVALENCIAS IDENTITARIAS | R. GANTER
tende dar este estudio se orienta a des-enmarcar el fenómeno del narcotráfico
de la esfera y el dominio criminológico, para centrarlo en una dimensión cultural. De este modo, los escasos estudios sobre las prácticas del narco-tráfico,
particularmente en nuestro país, tienden a enfatizar esquemas macro-sociales
o estructuralistas, donde se desdibujan las texturas de la subjetividad y la experiencia biográfica; y por otra parte, se refuerzan las visiones economicistas y
jurídico-penales sobre la materia.
Del mismo modo, interesa re-contextualizar los estudios sobre los fenómenos
ligados con la ambivalencia emocional en este campo, cuyo monopolio se encuentra centralizado por disciplinas como la psicología y el psicoanálisis; que
le restan importancia a las dimensiones de la historicidad, lo territorial, las sociabilidades grupales y las formas de vida que cruzan nuestro “objeto de estudio”. Todos ellos, aspectos que la presente investigación pretende contribuir
a re-instalar por la vía de un enfoque socio-cultural más complejo, relacional
y etnográficamente situado. Donde las estrategias del diálogo horizontal con
pobladores, la observación respetuosa de su cotidianidad y el acompañamiento
sistemático de sus diversas prácticas y actividades, en el contexto de su propio
territorio; permitan acercarnos a la comprensión de su complejo y particular
modo de vida urbana. Pero para ello, reafirmamos la convicción ética y epistemológica de explorar la actualidad de esta forma de vida: dialécticamente e
intersubjetivamente; esto es, a través de quién la vive y la experimenta internamente y además, a través de quien la observa antropológicamente en una suerte
de tensión fronteriza entre la proximidad y la diferencia, donde el testigo y el
testimonio juegan un significativo preferencial.
De ahí, que se postule una exploración profunda en la narratividad de los actores sociales, con el propósito de comprender las dinámicas sociales que se
encuentran determinando ciertos modos de habitar que caracterizan hoy a
nuestras ciudades; pues “desde hace ya mucho tiempo, el poder político sabe
producir relatos a su servicio. Los medios de comunicación lo han hecho mejor
(…). Por las historias los lugares se tornan habitables. Habitar es narrativizar.
Fomentar esa narratividad” (M. de Certeau, 1999). Pero simultáneamente con
este aspecto, se propone abordar la experiencia de interacción entre diferentes
actores sociales, a partir de la noción de escenas de la vida urbana, teniendo en
consideración que la ciudad puede ser entendida como un sistema de escenarios
interdependientes conformado por múltiples escenas de interacción entre los
urbanitas, y que se pueden situar en: plazas, calles, pasajes, esquinas, veredas,
fachadas, almacenes, múlti-canchas, bares, ferias, velorios, carnavales, etc.
En esta línea de trabajo, se encuentra la perspectiva espacializada con la que
autores como E. Goffman (1981) abordaron la interacción social. Pero en la actualidad, también contamos con toda la perspectiva desarrollada por la Geografía de la Vida Cotidiana (Lindon, 2006), en la cual también nos apoyaremos.
De este modo, para autores como Rossana Reguillo (1996) resulta central el
análisis del “uso que los actores hacen de la ciudad como escenario para la acción, a través de las manifestaciones colectivas: con sus discursos, sus marcas
distintivas y sus estrategias de acción”; que ella denomina como “recursos dramatúrgicos” (1996:321).
Complementariamente con lo anterior, se intenta realizar una aproximación
hacia preguntas relacionadas con lo político, en la medida en que este fenómeno -donde se mezcla la violencia, el narcotráfico, la muerte, la exclusión social,
el aislamiento territorial y los desaciertos del Estado en el manejo del conflictoconfigura un nudo crítico al momento de pensarnos como país y como sociedad,
en una perspectiva de futuro. En ese sentido, aparece una de las voces importantes en esta coyuntura, que refleja de manera elocuente lo que está pasando
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ESCENAS DE LA VIDA URBANA EN LA LEGUA EMERGENCIA: NARCOCULTURA Y AMBIVALENCIAS IDENTITARIAS | R. GANTER
al interior de La Legua Emergencia: “Ustedes han presentado en una hora y
media los antecedentes de violencia acontecidos durante más de tres años en
nuestras casas, calles y pasajes. No han mentido, simplemente han editado los
datos. Han mostrado escenas espectaculares y nos han presentado al país como
un pedazo de Centro América, en el corazón de Chile. Pero no somos otro país,
somos tan Chile como Ñuñoa o Vitacura. El nuestro no es un problema de delincuencia, tampoco es el fracaso de un gobierno de turno. Las balas que ustedes
han mostrado son la huella del fracaso de un proyecto de sociedad.”11
De esta forma, el narco-mundo, la violencia y sus ambivalencias, constituyen
-más que un flagelo o una epidemia a la cual combatir ciegamente- un síntoma
de procesos más profundos y soterrados; pero también, una oportunidad para
pensar nuestra vida urbana actual y nuestra sociedad, pues lo que preliminarmente se dibuja en la arena de nuestra cultura a través de este fenómeno, es
precisamente un vacío significativo de legitimidad y de hegemonía, una ausencia de relato y de sueño compartido, donde la idea de pacto social debe ser resignificada en el marco de las nuevas transformaciones del Chile actual y de sus
múltiples, y a veces difusas manifestaciones.
Objetivos del Estudio
Objetivo General
Comprender a partir de la narrativa de los pobladores de la Legua Emergencia, el fenómeno de la ambivalencia afectiva con el mundo del narcotráfico inscrito al interior de dicho asentamiento, poniendo especial atención
en las dinámicas de construcción de identidades territoriales y la configuración de escenas de cruce comunitario entre identidades opuestas.
Objetivos Específicos
1. Construir un perfil socio-territorial de la población la Legua Emergencia,
considerando aspectos ligados a la historia local; lo demográfico; lo socioeconómico y lo espacial.
2. Describir los procesos de construcción identitarios ligados al estigma territorial impuesto, sedimentado y naturalizado al interior de la Legua Emergencia.
3. Describir los principales significados y prácticas sociales, que están conformando el polo del proyecto colectivo presente en los pobladores de la
Legua Emergencia
4. Describir los principales significados y prácticas sociales, que están conformando el polo de la narcocultura en la Legua Emergencia
5. Identificar, describir y analizar las escenas de la ambivalencia afectiva entre pobladores y narcotraficantes, en el contexto de la Legua Emergencia
11
Extracto de la carta del Padre Gerardo Ouisse, párroco de Nuestra Señora de la Paz, de
La Legua, que fue comunicada a la opinión pública luego del reportaje que exhibiera el canal de TV
Chilevisión sobre la Población la Legua Emergencia, en junio del 2007.
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Capítulo II
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Marco de referencia teórica
1. VIDA URBANA Y MODERNIDAD
A. Contextos y supuestos:
Parece bastante sugerente la metáfora con la que describe la sociedad actual
Zygmunt Bauman, en uno de sus libros: “Modernidad Líquida” (2000); pues
según el autor, estaríamos en presencia de un mundo donde lo sólido es disuelto por la acción y el movimiento constante de flujos. “Los fluidos se desplazan
con facilidad. “Fluyen”, “se derraman”, se “desbordan”, “salpican”, “se vierten”,
“se filtran”, “gotean”, “inundan”, “roían”, “chorrean”, “manan”, “exudan”; a diferencia de los sólidos, no es posible detenerlos fácilmente –sortean algunos
obstáculos, disuelven otros o se filtran a través de ellos, empapándolos- sufren
un cambio: se humedecen o empapan. La extraordinaria movilidad de los fluidos es lo que los asocia con la idea de “levedad” (…) Estas razones justifican
que consideremos que la “fluidez” o la “liquidez” son metáforas adecuadas para
aprender la naturaleza de la fase actual –en muchos sentidos nueva- de la historia de la modernidad” (Bauman, 2000:8). En esas mismas coordenadas interpretativas, se mueven los planteamientos sobre la ciudad contemporánea que
realizan autores como: M. Berman en “Todo lo sólido de desvanece en el aire:
aventuras de la modernidad” (1998); y M. Delgado, en “Ciudad Líquida” (1998),
y “Sociedades Movedizas” (2007). Todos coincidiendo en que el actual proceso
de transformaciones que experimentan las sociedades contemporáneas -y con
ello la vida urbana actual- se encuentran fuertemente orientados por la lógica de la velocidad, los des-plazamientos, las redes de conexión y los flujos de
comunicación desterritorializados que están inscritos en los diversos espacios
urbanos, con el consecuente impacto en la morfología y el paisaje urbano de la
ciudad tradicional y sus arquetípicos lugares.
Para Octavio Ianni (1998), la globalización del mundo puede ser vista como un
proceso histórico social de vastas proporciones, pues rompe y recrea el mapa del
mundo, sus territorios y fronteras, los regímenes políticos y los estilos de vida; y
es donde las culturas y las civilizaciones parecen mezclarse, tensionarse y dinamizarse, al igual que las cosas y las personas, tornándose volátiles y desterritorializadas. Para Ianni, estaría en curso una nueva totalidad histórico-social, cuyo
rasgo básico lo constituye su condición abarcadora y envolvente, pues incluye lo
geográfico, lo ecológico y demográfico, lo económico, lo político y lo cultural. En
ese sentido, para el autor brasileño el globalismo comprende relaciones, procesos
y estructuras de dominación y apropiación que se desarrollan en escala mundial
y que implican, por cierto, ajustes y desajustes, integraciones y fragmentaciones,
flujos e influjos mutuos; donde todas las realidades sociales, desde el individuo
a la colectividad, pasan a estar influidas por el movimiento del globalismo, pero
también pasan a influirlo desde sus particulares localizaciones.
Desde la perspectiva de Renato Ortiz (1996), resulta interesante abordar a la
globalización no como un proceso exterior ajeno a la vida nacional, sino como
expansión de la modernidad-mundo; es decir, como la radicalización del proyecto inaugural de la modernidad. De este modo, la comprensión del fenómeno que
estamos estudiando se torna mas compleja y dialéctica (global/local), evitando
caer en el ingreso rápido a ciertas trampas que consideran la globalización como
la clausura de un proceso histórico. En el mismo tono, para Giddens (1999) la
modernidad es esencialmente globalizante, pudiendo ser definida la globalización como la intensificación de las relaciones sociales en la dimensión mundial.
Así, para R. Ortiz (1996) la ventaja que tiene pensar la globalización en términos de
modernidad mundo, supone la posibilidad de entender a las colectividades huma-
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nas expuestas a un conjunto de nuevos referentes de identificación polisémicos,
que aceleran las condiciones de movilidad y desanclaje, y donde cada grupo social
se irá apropiando de diversos referentes para ir constituyendo su identidad.
Por otra parte, M. Castells (2000) plantea algunas de las consecuencias determinantes en este proceso, que estarían asociadas con las reconfiguraciones del
tiempo y del espacio en las sociedades contemporáneas, donde irrumpe el espacio de los flujos y el tiempo atemporal. A este respecto, Castells (2000) sostiene
a modo de hipótesis que las funciones dominantes se organizan en redes en
el contexto de los espacios flujos globales, fragmentando las funciones en el
espacio inconexo de los lugares/localidades. En relación al tiempo atemporal,
parece desaparecer -en el contexto del espacio de los flujos- el tiempo pasado
y futuro, mientras el tiempo reloj sigue predominado a nivel de las funciones
subordinadas y a nivel de las localidades concretas. De este modo, la sociedad
global y del conocimiento lejos de estar potenciando la uniformidad cultural
e identitaria, está marcada por una jerarquía y una geografía clara e injusta,
muchas veces preñada de contradicciones y desigualdades, inclusiones y exclusiones, unas latentes y otras más explícitas.
De ahí que una de las claves de lectura más pertinentes para la línea argumental
que pretende abordar esta tesis, se vincula con el axioma que utiliza K. Marx para
comprender la vida urbana moderna, esto es, la dinámica de la contradicción.
B. Ciudades Archipiélago
Para el destacado analista cultural colombiano, Jesús Martín-Barbero (2002),
la modernización urbana de nuestras ciudades se liga cada vez más con el paradigma de la comunicación, donde la noción de flujo –entendido como tráfico
ininterrumpido, interconexión y circulación sistemática- asume un papel capital en la comprensión de las transformaciones antes mencionadas. Pero ¿de qué
manera se expresarían estas transformaciones a nivel de la vida urbana actual
y de la experiencia cotidiana? Se expresaría a través de tres fenómenos básicos:
des-centramiento; des-urbanización; y des-espacialización.
La des-centralización estaría asociada con la perdida de centro en las ciudades
(o la multiplicación del mismo), es decir, los antiguos lugares que ejercían la
función de centro, como las plazas, van perdiendo su fuerza de sentido y su
poder de convocatoria respecto de los nuevos espacios diseñados para el ocio,
el consumo y el “encuentro”. Por su parte, el fenómeno de la des-urbanización
estaría ligado con la reducción progresiva de la ciudad usada por los ciudadanos y su consecuente impacto en el debilitamiento, en los últimos años, de la
sociabilidad en los espacios públicos y del uso recreativo de dichos espacios;
imponiéndose una perversa tendencia a recluirse en la casa o a escapar de la
ciudad durante los fines de semana largos, como nuevas estrategias de asumir
a la urbe como un escenario hostil y deshumanizante. Y finalmente, la des-espacialización estaría referida a que el espacio urbano ya no cuenta sino en relación con su valor asociado al precio del suelo, operando –dicho proceso- como
una borradura de la memoria social y una devaluación de la experiencia vivida,
frente al avance de la urbanización centrada exclusivamente en el componente
económico e instrumental.
Este proceso también ha sido descrito como “Angelinización”12, es decir, una inmensa ciudad sin límites, sin centro, des-territorializada. Otros enfoques plantean a la ciudad contemporánea como “ciudad estallada”, es decir, una ciudad
marcada por tendencias a la “fragmentación urbana”, que se expresa en una
desvinculación social de las partes en relación al conjunto urbano. Pero, aunque
12
30
Sarlo, B. “Escenas de la vida posmoderna”, editorial Ariel, Bs. As. 1994.
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en discusión, surge con fuerza en los estudios urbanos actuales la idea de que
las consecuencias de este proceso estarían ligadas con una mayor desigualdad
social; nuevas modalidades de segregación territorial; crecimiento de la economía informal; proliferación de diversos tipos de estrategias de supervivencia
urbana; alta desocupación juvenil; crecimiento de la violencia urbana; inseguridad ciudadana y contención punitiva de estos fenómenos.
Por su parte, la escritora chilena y crítica literaria, Guadalupe Santa Cruz
(2003), trabaja la metáfora de Santiago como ciudad Archipiélago, pues concibe a la cuidad como una amalgama de programas, proyectos, deseos, recorridos, cruces, sitios baldíos, reformulaciones, renovaciones, demoliciones, voces,
hablas, etc. Así mismo, plantea que al interior de esta ciudad archipiélago no se
podría hacer historia como se ha hecho en el Viejo Mundo, es decir, continua
y linealmente; sino que se trata de una historia despedazada, esto es, configurada a partir de retazos, donde se viven varios tiempos simultáneamente, ya
que cuando se dice “La Ciudad”, extrañamente se piensa como organigrama o
plano; sobre todo en función de los espacios públicos, de las calles o de ciertos
hitos. Sin embargo, la ciudad también estaría constituida por los espacios que
pueden recorrerse, es decir, por los trayectos que se ensamblan y desmontan.
Así, Santa Cruz (2003) habla de Santiago como archipiélago, pues las ciudades
que se constituyen en su interior no son excluyentes, sino que se superponen
estratificadamente unas sobre otras, se cruzan, se mezclan, se influyen y colisionan (Santa Cruz, G. 2003).
De este modo, “frente a los funcionalismos arquitectónicos y las estéticas racionalistas que ven la ciudad como sistema cerrado, de partes nítidamente delimitadas y sometidas a un régimen fijo; las pistas de las fisuras hacen posible
descubrir otra visión y otra dinámica: la de las fluctuaciones y los flujos en que
se gestan otros ordenes” (Martín-Barbero, 2002: 275). De ahí que para la presente propuesta de investigación, dichas fisuras se constituyen en un campo
privilegiado para el estudio de la contra-cara de los procesos de transformación
urbana y social de los últimos años, donde también se hace posible re-pensar el
desarrollo urbano más allá de las pautas que dicta la especulación y el capital
inmobiliario para nuestras ciudades, centrando la preocupación en los fenómenos de colisión y conflictividad que caracterizan nuestra actual vida urbana.
C. Cultura y Cultura Urbana
Raymond Williams (1994), miembro de la primera Generación de la Escuela de
Estudios Culturales de Birmingham, parte de la base de que la cultura es una
creación simultáneamente individual y colectiva de significados, valores y concepciones de mundo. Es decir, una creación de modos de vivir, sentir y actuar,
que se expresan a través de un lenguaje particular y que se encuentran inscritos
al interior de instituciones sociales concretas, que a su vez están condicionadas
por circunstancias materiales e históricas específicas.
En esta noción destaca la cultura como un modo de vida, entendido como red de
prácticas, sentimientos y significados acerca del mundo (ideología / sistema de
creencias) que por lo mismo, van orientando las conductas humanas. Aquí, se
enfatiza sobre todo en que dichos modos de vida constituyen creaciones y producciones con un cierto nivel de autonomía; pero que también, se encuentran
condicionadas por circuitos materiales de producción, dados por los marcos
institucionales en los que operan y por las mismas coyunturas socio-históricas
que cobijan a estos modos de vida.
Complementariamente a la noción anterior, el antropólogo social Clifford Geertz
(1973) propone un concepto semiótico de cultura, donde se aborda a la cultura
como una urdimbre de significados, esto es, “creyendo con Max Weber que el
31
ESCENAS DE LA VIDA URBANA EN LA LEGUA EMERGENCIA: NARCOCULTURA Y AMBIVALENCIAS IDENTITARIAS | R. GANTER
hombre es un animal inserto en tramas de significación que él mismo ha tejido,
considero que la cultura es esa urdimbre y que el análisis de la cultura ha de ser
por lo tanto, no una ciencia experimental en busca de leyes, sino una ciencia interpretativa en busca de sentidos” (Geertz, 1973: 20). Esto, en definitiva apunta
a centrar el trabajo antropológico –y el propio alcance del presente estudio- en
torno a “desentrañar estructuras de significación y determinar su campo social
y su alcance” (Geertz, 1973: 24) al interior de un territorio específico, donde
coexisten una diversidad de significados, prácticas y modos de vida, que constituyen el soporte expresivo de una compleja trama de identidades culturales.
Trama de identidades que, por lo demás, se encuentran insertas al interior de
un campo cultural específico y respecto de las cuales se pueden determinan sus
efectos en relación a una estructura social determinada.
Atendiendo fundamentalmente a lo que describe J. Martín-Barbero, en la sección precedente del Marco de Referencia Teórico, este nuevo contexto geo/histórico definido por la globalización, la transnacionalización de la economía y la
cultura, ponen en crisis el paradigma centro-periferia y hacen imprescindible
el re-pensar el lugar de la cultura en este nuevo escenario desestabilizador y de
grandes mutaciones sociales; donde parecen confrontarse lo global y lo local, la
uniformidad cultural y las especificidades identitarias.
De ahí que resulta relevante pensar -junto al antropólogo J. Cliford (1997)- que
la autenticidad de una cultura (los atributos distintivos) ya no depende nostálgicamente de una “sustancialidad”, es decir, de una esencia pura e invariable
en el tiempo, fiel a un pasado vernáculo; sino de una “relacionalidad”, es decir,
de la capacidad para superponer rasgos y prácticas procedentes de diferentes
contextos temporales y espaciales, y resignificarlos al interior de las experiencias cotidianas específicas de cada grupo humano concreto, donde es posible
reinventar memorias a partir de la mezcla y el cruce entre sentidos propios y
ajenos (Cliford, J. 1997).
A partir de todo lo anterior, entenderemos por cultura urbana al “conjunto de
esquemas de percepción, valoración y acción de actores históricamente situados en un contexto específico; sujeto a un marco de regulación y ordenamiento.
Bajo esta perspectiva, la cultura urbana se constituye en la mediación entre
condiciones objetivas del entorno y la subjetividad de los actores, en un proceso co-constitutivo” (Reguillo, 1996: 75). En este plano, lo urbano y la ciudad
constituirían más que un receptáculo espacial para la manifestación de las identidades, un escenario multidimensional donde coexisten diversas identidades
–urbanamente situadas e históricamente sedimentadas- que se disputan la hegemonía y el control de los principales recursos -materiales y simbólicos- del
territorio. Aspecto que se constituye en un tópico altamente significativo, que
será abordado en capítulos posteriores cuando se hagan las referencias a los
conceptos de: escena, identidades y territorios.
D. Vida urbana como contradicción contingente
La siguiente sección se concibe como absolutamente relevante en el contexto
del marco de referencia teórica, pues se encuentra en conexión directa con lo
que se planteará en el último capítulo del marco teórico, y que se vincula de
modo fundamental con la hipótesis de trabajo que plantea la tesis. En ese sentido, M. Berman (1988), en su emblemático texto: “Todo lo sólido de desvanece
en el aire”, sostiene que existe “una forma de experiencia vital –la experiencia
del tiempo y el espacio, de uno mismo y de los demás, de las posibilidades y
los peligros de la vida- que comparten hoy los hombres y mujeres de todo el
mundo. Llamaré a este conjunto de experiencias la “modernidad”. Ser modernos es encontrarnos en un entorno que nos promete aventuras, poder, alegría,
crecimiento y transformación de nosotros y del mundo; y que al mismo tiempo,
32
ESCENAS DE LA VIDA URBANA EN LA LEGUA EMERGENCIA: NARCOCULTURA Y AMBIVALENCIAS IDENTITARIAS | R. GANTER
amenaza con destruir todo lo que tenemos, todo lo que sabemos, todo lo que
somos. Los entornos y las experiencias modernas atraviesan todas las fronteras
de la geografía y la etnia, de la clase y la nacionalidad, de la religión y de la ideología. Se puede decir que, en este sentido, la modernidad une a toda la humanidad. Pero es una unidad paradójica y contingente, la unidad de la desunión:
nos arroja a todos en una vorágine de perpetua desintegración y renovación,
de lucha y contradicción, de ambigüedad y angustia. Ser modernos es formar
parte de un universo en el que, como dijo Marx: “todo lo sólido se desvanece en
el aire” (Berman, 1988: 1).
De esta forma, lo que define por excelencia a la vida urbana moderna está ligado
en lo más profundo, con el sentimiento y las atmósferas afectivas de la contradicción, la paradoja, la ambigüedad incesante y la ambivalencia permanente.
Para F. Nietzsche, la muerte de Dios libera y dispersa a mismo tiempo. La experiencia urbana moderna se encuentra definida, en gran medida, por esa especie
de karma que llamamos contradicción y conflicto; que forma parte consustancial de sí misma, pues lo lleva inscrito en su propia composición estructural, en
su propio ADN. De esta dicotomía interna, de esta experiencia de pertenecer
simultáneamente a dos mundos –vivir en la frontera, entre dos épocas- es que
surge ese plasma que aquí llamamos vida urbana moderna, y con ella la sensibilidad moderna, que en nuestro caso está definida por el vértigo del cambio
incesante. Donde la aceleración de la vida ha sido propulsada por los grandes
descubrimientos y avances tecnológicos; por las nuevas formas de producción;
por los nuevos paisajes humanos y urbanos; por las nuevas formas de poder;
por las inmensas marejadas migratorias, etc. Todas ellas, fuerzas sociales, económicas, culturales y políticas, asociadas con el desarrollo y el progreso de la
humanidad. No obstante, es el propio Marx quién va diagnosticando la contracara de dichas fuerzas, muchas veces asociadas con síntomas de decadencia y
destrucción, miseria y deshumanización. Y que el “Manifiesto Comunista”, las
concibiera como fuerzas que encarnan en su propio seno la contradicción; pues
las máquinas al mismo tiempo que facilitan el trabajo humano, provocan mayor
hambre, explotación y enajenación del género humano. “Todos nuestros inventos y progresos parecen dotar de vida intelectual a las fuerzas materiales, mientras que reducen a la vida humana al nivel de una fuerza material bruta (…)
Todas las relaciones estancadas y enmohecidas, con su cortejo de creencias y de
ideas veneradas durante siglos, quedan rotas, las nuevas se hacen añejas antes
de haber podido osificarse. Todo lo sólido se desvanece en el aire; todo lo sagrado es profanado y los hombres, al fin, se ven forzados a considerar serenamente
sus condiciones de existencia y sus relaciones recíprocas” (Marx, K. 1974).
Este dualismo descrito por Marx, para dar cuenta de los grandes cambios que
experimentaba la vida social y urbana moderna, también es posible rastrearlo en uno de los primeros poetas y cronistas urbanos modernos, por excelencia: Ch. Baudelaire, quién fue contemporáneo de Marx y testigo de las grandes
transformaciones de la vida urbana en el contexto de ciudad de París, durante
las transformaciones urbanas que puso en escena Napoleón III. Pero también
son piloteadas por Haussmann, a partir de la segunda mitad del siglo XIX. Así
Baudelaire, en “El pintor de la vida moderna”, parte definiendo por modernidad a: “lo efímero, lo contingente, la mitad del arte cuya otra mitad es eterna
e inmutable”. Aquí el poeta nos evoca nuevamente un contexto y una atmósfera fuertemente influida por lo evanescente, lo fugaz, lo contingente, lo que se
encuentra en permanente huída, lo inaprensible como experiencia. Su propia
obra, esta marcada por la contradicción, casi como un método intuitivo para
la producción y la creación literaria; pues junto con dar cuenta de lo asombroso de los panoramas brillantes y grandilocuentes que puebla la elegancia
burguesa, también se fascina y obsesiona con el lado oscuro que revelaba la otra
dimensión de la emergente cuidad luz: el mudo que persiste subterráneamente
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ESCENAS DE LA VIDA URBANA EN LA LEGUA EMERGENCIA: NARCOCULTURA Y AMBIVALENCIAS IDENTITARIAS | R. GANTER
al espectáculo de la elegancia que caracteriza la vida moderna, el mundo de los
escombros y los residuos humanos y urbanos, que irrumpen como contra-cara
de la modernidad.
Pero será un autor como W. Benjamin -uno de los primeros filósofos que reflexiona de manera profunda sobre la experiencia urbana moderna- el que establecerá una estrecha conexión entre las observaciones de Marx y Baudelaire,
pues para ambos los temas centrales de la vida urbana moderna gravitarán en
torno a la idea de la desacralización (Berman, 1988). Así, mientras el primero
pondrá el énfasis en un enfoque más estructural e histórico (“El Manifiesto”),
el otro será más intimista y micro-físico (“Los Ojos de los Pobres”). Para Marx,
la aureola representa la experiencia de lo sagrado, la tradición y el progreso
(capitalismo). Sería aquella fuerza que tiende a destruir las experiencias vinculadas con el “encantamiento”, pues todo lo sagrado se vuelve profano, la vida
se vuelve secular y desacralizada. Todo aquel que en el pasado se encontraba
dominado por el miedo, ahora es libre para avanzar sin contemplaciones ni
concesiones especiales por nadie. Pero nuestro autor también se fascina simultáneamente, con una vida sin aura y las posibilidades que ésta le impregna a la
experiencia humana, en tanto emancipación del género humano. Por su parte,
para Baudelaire la “perdida de la aureola” en el escenario de la vida urbana
moderna, estará asociada con la convergencia contingente e incidental entre el
mundo del arte y el mundo de la vida cotidiana. De ahí también, su obsesión
lírica con la contra-cara del arte sublime, esa zona que vincula el arte con lo
prosaico, lo mundano y la presencia del heroísmo inscrito en la vida cotidiana
de criminales y prostitutas, seres decrépitos y toda clase de “existencias flotantes”, que eclipsan el “faro” del progreso; haciendo de la contradicción y el
conflicto el motor del mundo moderno y la propia vida urbana que irrumpe en
dicho contexto histórico.
Estas últimas descripciones, nos ayudan a esbozar e identificar otras características que definirían a la vida urbana moderna, pues la dispersión y la secularización (Marx), junto con la levedad y lo vaporoso de las existencias (Baudelaire), nos sugieren el predominio de las atmósferas ligadas con la fluidez y
la volatilidad, lo movedizo.
Contemporáneamente, para G. Simmel (2001) la fluidez, la fragmentación y la
perdida de referentes estables, serán uno de los síntomas más relevante de la
vida urbana moderna y con ello las condiciones y características que estarían
determinando a la ciudad moderna y su especificidad cultural. Sin embargo,
sobre este fundamento –y parafraseando a H. Lefebvre (1978)- la vida urbana persiste e incluso se intensifica, pues las relaciones sociales se hacen más
complejas, densas y heterogéneas. Así, “lo urbano, al mismo tiempo que lugar
de encuentro, convergencia de comunicaciones e información, se convierte en
lo que siempre fue: lugar de deseo, desequilibrio permanente, sede de la disolución de normalidades y presiones, momento de lo lúdico y lo imprevisible”
(Lefebvre, 1978: 100).
En esta misma línea argumental, el antropólogo M. Delgado sostiene que “la
ciudad está compuesta por una trama de campos identitarios poco o mal definidos, ambiguos, que se interseccionan con otros y que al final, acaban por
hacer imposible cualquier tipo de mayoría cultural clara. Hay que percibir la
urbe como un caleidoscopio, donde cada movimiento del observador suscita
una configuración inédita de los fragmentos existentes” (1999: 104)
Pero es Simmel (2001) quién diagnostica que la dicotomía que configura la
vida urbana, tiene su efecto en el predomino de la cultura objetiva por sobre la
cultura subjetiva; esto es, una cierta hegemonía de la producción material y la
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ESCENAS DE LA VIDA URBANA EN LA LEGUA EMERGENCIA: NARCOCULTURA Y AMBIVALENCIAS IDENTITARIAS | R. GANTER
economía monetaria, por sobre las dimensiones más humanas y “espirituales”
de la existencia social. Sin embargo, a pesar de su diagnóstico y coincidiendo
con las visiones anteriormente descritas, su análisis de la modernidad y la
vida urbana tampoco es univoco ni estático. Si bien la calculabilidad y la racionalidad definen la vida urbana moderna, al mismo tiempo –nuevamente
como contrapartida- se da paso a un espacio de mayor libertad y desarrollo
para la subjetividad.
Por otra parte, para Benjamin (1998) el modernismo desplegado por la ciudad
del siglo XIX, se encuentra estrechamente ligado no sólo con la monumentalidad
que pone en escena la economía capitalista y su nuevo paisaje socio-industrial,
sino también con las arquitecturas emergentes que despliega el poder político
oficial. El modernismo estará encarnado –por sobre cualquier otro paisaje- por
los nuevos espacios del consumo y los estilos de vida ligados al ocio y el exparcimiento vinculado con las nuevas clases ascendentes. De este modo, los pasajes
habrían nacido como conexiones entre dos calles y cuyo “blindaje” básico era el
cristal, operando como una calle intersticial; y que rápidamente se convertiría
en el salón de la ciudad, esto es, la escenografía para la puesta en escena de todo
un nuevo estilo de vida urbano13, un nuevo modo de habitar e interactuar en los
espacios públicos. Aspectos que se pueden observar en “La Obra de los Pasajes”,
de W. Benjamín, y en sus textos sobre Baudelaire y el flaneur.
Estas galerías, pasajes y bulevares, también fueron simultáneamente imponiendo al hombre de la calle nuevos riesgos y velocidades; pues las fuerzas explosivas que convocara el bulevar por medio del tráfico y el comercio, se configuraron –en palabras del propio Baudelaire- en un caos en movimiento que obligó
al transeúnte a hacerse experto en sobresaltos y movimientos bruscos, piruetas
y contorsiones súbitas, pero no sólo corporales sino también de la imaginación
y la percepción. Así, “Baudelaire muestra cómo la vida urbana moderna impone estos movimientos a todos; pero muestra también cómo al hacerlo impone
también, paradójicamente, nuevas formas de libertad. Un hombre que sabe
cómo moverse en, alrededor y a través del tráfico, puede ir a cualquier parte,
por cualquiera de los infinitos corredores urbanos por donde el mismo tráfico
puede circular libremente. Esta movilidad abre un gran número de experiencias
y actividades nuevas a las masas urbanas.” (Berman, 1988: 160)
Siguiendo a Benjamin (1998), los pasajes van a constituirse en los paseos y los
bulevares, las tiendas más elegantes de la sociedad burguesa; pero también,
en el lugar del flaneur, del paseante solitario y del observador micro-físico de
la nueva ciudad, del paseante que se pierde o se hunde dentro de la multitud
urbana sin llegar a confundirse con ella. Tomando un cuento de E. A. Poe titulado “El hombre de la multitud”, Benjamin tematiza una figura central para el
análisis de la modernidad: el flaneur o vagabundo urbano. Él lo define como un
abandonado en la multitud que vive inmerso en ella, en medio de la masa; pero,
simultáneamente, marca su distancia con la multitud, más acompañado que
nunca y más solo a la vez, arrojado a la contradicción del anonimato. La multitud es el asilo del proscrito, la multitud en sí es un laberinto humano donde es
posible develar las contradicciones de una época. Así, este transeúnte urbano
se desplaza por la ciudad en una permanente búsqueda de lo otro, de todo lo
que huye. En palabras del propio Benjamin: de los “desperdicios de la historia”.
Por ello, los pasajes constituyen simultáneamente una interioridad y una exterioridad espacial; son el intermedio entre el afuera y el adentro; constituyen
una micro-ciudad, un mundo en pequeño. De ahí, que los pasajes son vistos
13
Aspecto que desarrollarían los trabajos de la Escuela de Ecología Urbana de Chicago,
particularmente en las versiones de L. Wirth (1968), a través de su urbanismo como “modo de vida”,
definido como una complejidad donde interactúan los factores de la heterogeneidad, las dimensiones
y volúmenes espaciales y la densidad.
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ESCENAS DE LA VIDA URBANA EN LA LEGUA EMERGENCIA: NARCOCULTURA Y AMBIVALENCIAS IDENTITARIAS | R. GANTER
también como el lugar de los fragmentos, las citas; todo un espacio textual para
descifrar la transición entre una época que “agoniza” y un tiempo “emergente”.
A estos factores anteriormente descritos que irrumpen en la modernidad disolviendo los modos de vida tradicionales, hay que sumarle una serie de otros
elementos y situaciones que autores como G. Simmel (2001) describe de modo
muy pertinente cuando tematiza la ciudad y la vida espiritual en dicho contexto.
Simmel da cuenta de un predominio en el mundo moderno, de lo que él llamó:
la cultura objetiva por sobre la cultura subjetiva. Esta nueva condición de la
vida urbana moderna, se manifiesta en la emergencia de un espíritu calculador
muy orientado a las fórmulas matemáticas, a la precisión y la exactitud de la
vida y a la puntualidad. De ahí también, sus profusas descripciones sobre la
difusión generalizada de los relojes de bolsillo, a partir de la segunda mitad del
siglo XIX; aspectos que también autores como M. Weber, irá diagnosticando en
su estudio sobre la “Ética Protestante” y la emergencia contemporánea de un
nuevo ethos capitalista, donde se iniciaría un proceso irreversible que él denominó “desencantamiento del mundo”.
Uno de los rasgos que aparecen más predominantemente en G. Simmel (2001)
para definir la vida urbana moderna, se vincula con un sentimiento de indolencia y embotamiento de los sentidos frente a las diferencias ligadas a objetos, situaciones y personas. Aquí es donde el dinero y particularmente, lo
que él denominó: la economía monetaria, se erige como falso nivelador de las
cosas y situaciones, potenciándose los procesos de expropiación y enajenación
del ser humano y, consecuentemente, la cosificación de las relaciones sociales
en la gran ciudad.
De este modo, la vida urbana moderna y su especificidad cultural estarían fuertemente marcadas por la dicotomía entre los procesos de “alienación”, a los
cuales se ve arrojada la subjetividad, y simultáneamente los procesos de emancipación y mayor despliegue de libertades. Esto le otorga –por antonomasia- el
carácter ambivalente, contradictorio y contingente a la vida urbana moderna.
En ese sentido, para M. Delgado (1999): “lejos de la paz y la estabilidad que han
supuesto todas las modalidades funcionalistas y positivistas de sociología, la
sociedad urbana está hecha de choques, roces, competencias, rivalidades, rupturas, reajustes (…) existen en base a un equilibrio inestable entre las funciones
que la conforman.” (Delgado, M. 1999: 149).
Por otro lado, Simmel señala que otro de los rasgos más sobresalientes de este
proceso, se liga con la emergencia de una subjetividad –los urbanitas- que
se caracteriza por el incremento de una vida nerviosa, en el contexto de los
nuevos espacios urbanos llenos de estímulos sensoriales y de imágenes abigarradas. Esta vida urbana caracterizada como vida nerviosa por Simmel, tiene
su origen en el rápido e ininterrumpido intercambio de impresiones, tanto externas como internas; lo que también supone la emergencia de una potente y
convulsionada vida interior, un mundo psicológico muy denso. Esto demuestra “una profunda oposición frente a la pequeña ciudad y la vida del campo,
con el ritmo de su imagen senso-espiritual de la vida, que fluye más lenta, más
habitual y mas regular (…), pues éstas [las relaciones sociales en la pequeña
ciudad] se enraízan en los estratos más inconscientes del alma y crecen con la
mayor rapidez en la tranquila uniformidad de costumbres ininterrumpidas”
(Simmel, 2001: 377), y donde es posible marcar claramente las diferencias con
la vida urbana moderna.
Asimismo, es posible consignar que el urbanita posee un carácter psicológico más intelectualista, y que en los nuevos circuitos y espacios urbanos se va
creando un órgano de defensa frente al desarraigo. Aquí la racionalidad ope-
36
ESCENAS DE LA VIDA URBANA EN LA LEGUA EMERGENCIA: NARCOCULTURA Y AMBIVALENCIAS IDENTITARIAS | R. GANTER
rará como preservativo de la vida subjetiva, frente a la violencia que impone
la gran ciudad. Simmel, también describe a este arquetipo de la vida urbana
moderna –el urbanita- como un ser que despliega una actitud de indiferencia
frente a todo lo auténticamente subjetivo; una actitud de reserva y desconfianza; de extrañamiento y extranjería; no se es ni de aquí ni de allá; pero, a pesar
de ello se pertenece a la ciudad, pues se es un permanente extraño en el espacio
público de la ciudad moderna y simultáneamente, un sujeto que se apropia de
dichos espacios, pues constituyen la tierra de todos y de nadie. En ese sentido,
para M. Delgado: “la vida urbana se puede comparar así con un gran baile
de disfraces (…) Las máscaras, en efecto, se confeccionan por sus usuarios en
función de los requerimientos de cada situación concreta, a partir de una lógica práctica en que se combinan las aproximaciones y distanciamientos con
respecto a los otros” (Delgado, M. 2000: 14). En ese sentido, el hombre de la
calle, el urbanita, es un actor, un personaje, “es cierto que los seres del universo
urbano no son auténticos, pero en cambio pueden presumir de vivir un estado
parecido al de la libertad, puesto que su no ser nada les constituye en pura potencia, disposición permanentemente activa a convertirse en cualquier cosa”
(Delgado, M. 2000: 15).
Así, la vida urbana se asume como una incesante dinámica de contra-caras, de
ser y parecer, de disolución, creación y recreación permanente; donde el urbanita al igual que el forastero, encarna a este sujeto moderno precario que se
mueve entre el extrañamiento y la pertenencia a la ciudad. Pero, que en ese ir
y venir, estar y no estar, confiar y no confiar; preserva -mediante el camuflaje y
la mimesis- su propia libertad y singularidad, más allá del predominio de individualismo extremo que hoy caracteriza la vida urbana contemporánea. “Pues
más bien quisiera creer que la idea de la personalidad absolutamente libre y
de la personalidad peculiar, no son la última palabra del individualismo; antes
bien, que el incalculable trabajo de la humanidad logrará levantar cada vez más
formas, cada vez más variadas, con las que se afirmará la personalidad y se
afirmará el valor de su existencia. Y si en períodos felices estas multiplicidades
se ordenan conjunta y armónicamente, entonces tampoco su contradicción y
lucha será meramente un estorbo para aquel trabajo, sino que precisamente lo
invitará a nuevos desenvolvimientos de fuerzas y los conducirá a nuevas creaciones” (Simmel, 2001: 424).
2. Identidades y territorialidades
A. Discusión preliminar
Comencemos planteando que la sociología y la antropología han conceptualizado tradicionalmente a la identidad como una sustancia fija, sólida, coherente,
y estable en el tiempo. Sin embargo, a partir de los procesos de transformación
abiertos por la modernidad y la globalización, las identidades comienzan a desplegarse a través de dinámicas cada vez más móviles, cambiantes y complejas,
sobre todo si la pensamos en las actuales coordenadas de tiempo y espacio que
hoy predominan en nuestras sociedades.
Retomando la discusión que trabaja J. Larraín (2001) sobre esta materia, hay
que comenzar señalando, en palabras del autor, que “el concepto de identidad
tiene diferentes significados y se utiliza en una variedad de contextos que necesitan ser distinguidos para evitar confusiones. Un primer significado de identidad se encuentra en las tradiciones metafísicas escolásticas y aristotélicas, que
la concebían como uno de los principios fundamentales del ser y como una ley
lógica del pensamiento. El principio ontológico de identidad o de no ‘contradicción’ afirma que todo ser es idéntico consigo mismo y, por lo tanto, una cosa
no puede ser y no ser al mismo tiempo y desde un mismo punto de vista. Como
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ESCENAS DE LA VIDA URBANA EN LA LEGUA EMERGENCIA: NARCOCULTURA Y AMBIVALENCIAS IDENTITARIAS | R. GANTER
una regla del pensamiento lógico, el principio de identidad establece que dos
proposiciones contradictorias no pueden ser falsas o verdaderas al mismo tiem­
po”14. Este dato está en directa relación con la discusión a la cual nos arroja la
hipótesis de trabajo de esta tesis, sobre todo al re-poner la categoría de ambivalencia identitaria. Ahora, no obstante lo planteado por el enfoque ontológico,
la problematización inaugurada por la modernidad abre paso a la reflexividad
y la auto-afirmación, como parte sustantiva del proceso de configuración de la
identidad humana, donde la memoria –para algunos filósofos- jugará un papel
determinante en los procesos de construcción de la identidad del sujeto. Con
todo, tanto el enfoque ontológico como el ligado al autoconocimiento, reducen
la identidad a un dilema de mismidad individual (Larraín 2001).
Asimismo, Larraín (2001) señala que “la concepción filosófica moderna de identidad se basó en la creencia en la existencia de un sí mismo, o centro interno, que
emerge con el nacimiento y que permanece fundamentalmente igual durante
toda la vida. Desde Marx en adelante, muchos sociólogos y psicólogos sociales
(en especial G. H. Mead y el concepto de Otro Generalizado y Significativo) han
desarrollado una concepción alternativa de acuerdo con la cual, las expectativas
sociales de los otros juegan un rol fundamental en el proceso de identificación
con algunas cualidades. De este modo, la idea de un sujeto producido en interacción con una variedad de relaciones socia­les llegó a ser crucial”.15
Otto Kernberg (1987), desde el psicoanálisis, plantea que se trata del más alto
nivel de organización de los procesos de internalización, donde se llega a construir un concepto integrado de “sí mismo”, jerarquizando situaciones y valorando de modo diverso a las personas que resultan más cercanas o próximas,
desde un punto de vista emocional y pragmático. El psicoanálisis ha jugado un
rol histórico importante en problematizar la noción de identidad humana como
un campo de experiencias unitario, centralizador y estable en el tiempo y en
los diversos espacios sociales que un individuo ocupa. Siguiendo a Kernberg
(1987), Freud planteaba que el ser era radicalmente descentralizado, posición
discutida por algunos psicoanalistas, incluso muchos cercanos al propio Freud,
quienes como Jung enfatizaban al “ser” como un lugar de encuentro de diversos
arquetipos, una especie de nodo traspersonal. Por último, Kernberg (1987) describe que las propuestas del estructuralismo –sobre todo en la versión de Lacanhan intentado una descentralización más “virulenta” del yo, incluso más radical
que la del propio Freud, señalando que la compleja cadena de asociaciones que
dan significado a la experiencia de cada individuo, no conducen a un ser final,
estabilizado, coherente, perfectamente integrado, completamente socializado y
clausurado sobre si mismo, pues en opinión de Lacan el yo sería una ilusión y
por tanto no existiría un ser básico, unitario y central (Kernberg, 1987).
En la antropología, destacan dos enfoques: el esencialista y el relacional. Según
el primero, la identidad colectiva se forma a partir de un común denominador,
de una igualdad de esencia (Lomnitz, 2002), donde los rasgos culturales serían los elementos fundantes del “nosotros”. Este enfoque sustancialista que
subraya la tradición del principio filosófico ontológico, ha sido debatido por
considerar la cultura como herencia inmutable (Saavedra-Berbetty; 2005). Por
su parte, el enfoque relacional plantea –contrariamente- que la identidad se
configura considerando tanto el “nosotros”, como la experiencia y relación con
los “otros”, siendo esta noción de alteridad un elemento distintivo para el grupo
(Bath, en Saavedra-Berbetty; 2005).
14
http//www.plataforma.uchile.cl/fg/semestre1/_2003/cuento/modulo3/clase1/doc/
el_concepto.doc. Jorge Larraín. “Identidad Chilena”, 2001, p. 1.
15
http//www.plataforma.uchile.cl/fg/semestre1/_2003/cuento/modulo3/clase1/doc/
el_concepto.doc. Jorge Larraín. “Identidad Chilena”, 2001, p. 3.
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ESCENAS DE LA VIDA URBANA EN LA LEGUA EMERGENCIA: NARCOCULTURA Y AMBIVALENCIAS IDENTITARIAS | R. GANTER
La sociología, por su parte, entiende la identidad “no como una esencia innata
dada, sino como un proceso social de construcción” (Larraín, 2001), que está
constituido por tres elementos: la cultura; las cosas materiales; y la existencia
de “otros”. De este modo, la cultura es la que permite al sujeto definirse a sí mismo, al identificarse con ciertas cualidades grupales (pobladores, homosexuales,
jóvenes, por ejemplo); las cosas materiales otorgan sentido de pertenencia y
permiten proyectar el yo (el lugar), puesto que “mi propiedad es (…) aquello
en lo cual mi sí mismo se expresa externamente.” (Simmel, en Larraín, 2001);
y la existencia de “otros” (los forasteros-extranjeros), contribuye a la conformación de la identidad colectiva en dos sentidos: los “otros” son aquellos cuyas
opiniones acerca de “nosotros” internalizamos, pero también, son aquellos con
respecto a los cuales el “sí mismo” se diferencia y distancia como una forma de
auto-afirmación (Larraín, 2001).
Continuando con Larraín (2001) podemos decir que la identidad une al “yo”
con el contexto social y por ello, existe una tendencia a pensarla como límite
o “escudo” que asegura la estabilidad frente a los avatares de lo social. En ese
sentido, la identidad contribuye a definir la pregunta por el quiénes somos y al
mismo tiempo, le entrega coordenadas al “yo” –como una especie de brújulapara que resuelva los desafíos de la localización, en el marco más general que
implica la vida social; trascendiendo las especificidades de lo individual a partir
de sentidos y proyectos más colectivos y grupales.
Ahora, cuando se sostiene que es un dato primario de la existencia individual y
que únicamente puede reconocerse y reivindicarse por medio de un principio
de “unificación” identitaria (aunque fuese provisoriamente); simultáneamente
se está argumentando también que es parte constituyente de la formación social. No obstante, a pesar de la hegemonía de la tradición aristotélica –el régimen identitario– donde se la asume como una sustancia esencial que organiza
la subjetividad a partir de una imagen estable de sí misma, como si fuese una
unidad cerrada; la identidad en los contextos actuales sólo puede ser concebida
y comprendida en tanto proyecto, o bien, como “objeto social” inacabado, que
no se puede describir a manera de inventario, pues si bien es cierto que al estudiar la identidad se parte de ciertos indicadores “tangibles”, como el territorio,
la edad o el género, su estudio no se puede limitar a la sistematización de estos
indicadores. La identidad está en constante reconstrucción relacional, porque
surge de la actividad social de los grupos sociales que interactúan con “otros” en
y a partir de contextos determinados.
Asimismo, Giddens (1991) describe este último proceso a partir de dos ideas
básicas: a) que la construcción identitaria se basa en un proyecto reflejo, es
decir, fruto de una reflexión por la que el individuo se propone unas metas y
unos fines; b) que ese proyecto reflejo debería poder ser estructurado como una
crónica biográfica, donde es posible percibir los puntos principales de una planificación reflexiva o un proyecto vital relacional (Giddens, A. 1991).
Giddens plantea en su libro “Modernidad e Identidad del Yo” (1991), que son
diversos los obstáculos con que se encuentra el individuo moderno a la hora
de planificar su vida según lo que él entiende como “proyecto reflejo”, pues los
saberes legitimados y que hasta hace no mucho tiempo parecían inamovibles
en las sociedades convencionales, son constantemente sometidos a revisión por
la ciencia contemporánea; todo es incierto, todo es susceptible de ser derribado por nuevas convicciones que cambien la perspectiva y la dirección con la
cual los individuos pretender pilotear su vida y experiencia, y esta dinámica
acentúa las complejidades para poder navegar más seguramente y linealmente
por el vértigo de la vida social actual. De ahí que la duda, la incertidumbre y la
desestabilización permanente empujea la identidad a una (re)construcción y
39
ESCENAS DE LA VIDA URBANA EN LA LEGUA EMERGENCIA: NARCOCULTURA Y AMBIVALENCIAS IDENTITARIAS | R. GANTER
redefinición constante en el mundo contemporáneo.
Por su parte, en relación a la estructura de la identidad personal G. Bajoit
(2003) entiende al sujeto a partir de la facultad que posee -en tanto individuode gestionar sus tensiones existenciales, es decir, la posibilidad de manejarse a
sí mismo en relación con los otros, con el propósito de construirse constantemente. Ello, en función de conciliar lo que él denomina la identidad deseada, la
identidad asignada y la identidad asumida.
La identidad deseada, estaría asociada a lo que al individuo le gustaría llegar a
realizar (proyectos, sueños e imaginarios). Esta experiencia y dimensión no le
genera ninguna tensión existencial, pues dicho deseo –el estarse soñando permanentemente- le reportaría una dosis de realización personal, aunque al interior de esta experiencia también se alojan los sueños y deseos enterrados; los
que nunca podrá revitalizar, porque de alguna manera quedaron en un pliegue
de la memoria al cual es complejo retornar y llegar (G. Bajoit 2003)
La identidad asignada, estaría asociada a la percepción interiorizada de los
otros hacia el sujeto. Esta dimensión, se liga con lo que los otros han introyectado –asignado- en el sujeto, en términos de lo que esperan de él. Esta situación puede acarrear ciertas tensiones, en la medida en que lo esperado por
los otros constituye una obligación impuesta desde el exterior, pero vivida en
conformidad como propia.
La identidad asumida, es lo que el individuo llega a ser, es lo que hace con
su vida. Esta esfera contiene lo que los otros esperan del individuo y lo que
espera de sí mismo, pero también contiene proyectos que asume en contra
de la expectativa de los otros, pues los cree conformes con la imagen que
tiene de sí mismo.
Para Bajoit (2003), el ideal que persigue el individuo es conciliar las tres esferas
anteriores: tener estima por sí mismo y gozar de la estima de los otros, de tal
manera que asume llevar a cabo su vida. Conciliar estas tres dimensiones, es el
trabajo cotidiano que despliega el sujeto en tanto autogestión de sí y gestión de
sus relaciones con los otros. El resultado de este proceso es su identidad personal, su “Yo”, readaptada constantemente y sin embargo, la misma.
Ahora, interesa dejar esbozado un enfoque que resulta central y estratégico para
la comprensión de las identidades, en el marco del objeto de estudio formulado
por esta tesis, se trata del enfoque “dramatúrgico” de E. Goffman (1981).
Para G. H. Mead (1982), la identidad (“self” en sus coordenadas de análisis)
no supone la preexistencia al vinculo social y a los diversos modos en los que
se juega la interacción, sino que constituye el resultado y el efecto contingente
de dichas relaciones sociales, es decir, se manifiesta en la propia dinámica y
juego escénico de roles. De este modo, las acciones y re-acciones que los otros
devuelven a nuestro comportamiento inicial y simultáneamente nuestra propia conducta hacia nosotros mismos y hacia los demás, estarían diseñando los
procesos configuradores de la identidad-self. Esta formula se asocia –inicialmente- con la metáfora del espejo que trabaja Cooley (1902), donde los otros
reflejan las imágenes que nosotros damos, y donde el sujeto utiliza dicha información proyectada, con el objeto de reafirmar, descartar o calibrar lo que
se desea transmitir y comunicar a los co-presentes, constituyendo todo ello el
proceso de construcción y comunicación de la identidad.
Pero lo relevante para esta investigación pasa por la instalación progresiva de
un modelo analítico que viene a dar un giro al concepto tradicional de identi-
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ESCENAS DE LA VIDA URBANA EN LA LEGUA EMERGENCIA: NARCOCULTURA Y AMBIVALENCIAS IDENTITARIAS | R. GANTER
dad, entendido como sustancia y esencia pre-concebida arbitrariamente. Así, la
operación “interaccionista”, trabaja en una perspectiva descentra, “expulsando”
el fenómeno de la identidad desde el interior psicológico de los actores hacia el
mundo exterior, el mundo de las interacciones y vínculos sociales, donde se coconstituyen los procesos identitarios. De ahí que la identidad se acerque más a
un producto social e interaccional vivo, que se expresa situadamente, relacionalmente y donde también es fundamental la trama de significados y signos que
los propios individuos le van imprimiendo a dicho proceso.16
Por su parte E. Goffman (1981), intenta comprender cómo la estructura social
impacta los aspectos más “epidérmicos” y “situacionales” que envuelven la vida
cotidiana, pero también dicho enfoque explora el cómo las “ocasiones”, “rituales” y “rutinas” cotidianas y escenas fugaces, contribuyen en la construcción y
diseño de la estructura social. Desde la microsociología, uno de los aspectos
más significativos del pensamiento de Goffman lo conforma su teoría sobre la
analogía: sociedad-teatro, el enfoque dramatúrgico. En ella se pueden identificar las nociones de (i) persona en tanto “personaje” que desempeña un rol o
“papel” social determinado; de (ii) actuación como “representación” y/o guión
de la acción; de (iii) interacción social en tanto “ritual” interpretativo; y del
marco (iv) como “escenario” distintivo y contexto específico donde se inscribe y
despiega la interacción.17
En la fórmula de la presentación del yo y la gestión de las impresiones propuesta por Goffman (1971), lo relevante es que el personaje en términos de “actor
social”, descartando estratégicamente el interés por la sustancia subjetiva cubierta por la “máscara”: la esencia, el “ser” transpersonal que oculta la máscara. Así, el “self” para Goffman es el resultado de una negociación activada por
la trama cotidiana de interacciones ocasionales. Sin embargo, lo que aquí se
desea enfatizar es que el “self” también es producto material de la estructura
social donde se inscribe y contextualiza dicho “self”: sus marcos de interacción,
rituales, y marcos escenográficos. En el modelo dramatúrgico, el escenario posible de la actuación del yo está influido por el contexto social; es decir, no es
simplemente un locus libremente elegido por tal o cual actor, pues los roles, los
guiones y los libretos sociales, los sistemas comportamentales, están siempre
dependiendo de “encuadres” y marcos donde se estructuran las posiciones sociales y relaciones de poder, los estatus, las interpretaciones posibles del personaje, los escenarios y lugares diversos, los momentos particulares, los estados
de ánimo, y las rutinas formateadas por la potencia inmanente y subterránea
del mundo cotidiano.
Consecuentemente, el interés de este planteamiento es abrir también un campo
de posibilidades a la des-esencialización de la concepción ontológica de la identidad humana y del self, pues la identidad para Goffman posee un carácter más
dinámico, múltiple, contingente, relacional y situado. Con todo, para Goffman
(2002), el actor tiene a su disposición distintas representaciones condicionadas
a su vez por: los distintos contextos sociales en los cuales interactúa; las necesidades e intereses de negociación y co-definición de lo que sucede; y los marcos
que se aplican para cada situación. En definitiva, condiciones que no describen
al “ser” del actor como tal, su mundo interior, sino al escenario donde inscribe
la acción de los inter-actuantes.
16
Revisar: http://www.antalya.uab.es/liniguez/Aula/IdentidadIS.pdf. Garay. A., 2002. “La
identidad social desde el punto de vista del interaccionismo simbólico”, Departament de Psicología de
la Salut i de Psicología Social, Barcelona
17
Revisar: http//www.juridicas.unam.mx/publica/librev/rev/polis/cont/20002/pr/pr14.
pdf. Aquiles Chiu Amparán y Alejandro López Gallegos: “El Enfoque dramatúrgico en Erving Goffman”, 2005, p 239-245.
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ESCENAS DE LA VIDA URBANA EN LA LEGUA EMERGENCIA: NARCOCULTURA Y AMBIVALENCIAS IDENTITARIAS | R. GANTER
De tal manera, en el enfoque dramatúrgico de Goffman –al igual que en la
microsociología de Simmel- la organización social –sólo es posible- si y sólo si,
se asume como una consecuencia de la interacción social de individuos atentos
principalmente a la gestión y el control relacional de las impresiones y la forma
en que su comportamiento es percibido por los demás. La idea básica es que
en la vida social, el individuo tratará de controlar y pilotear las impresiones
y proyecciones que su persona causa en los demás, exhibiendo un despliegue
ritual de comportamiento adecuado a esa lógica y marco de autopresentación.
El enfoque dramatúrgico permite concebir a la subjetividad, como un experiementador que trata de ofrecer la apariencia de “self”, es decir, un carácter,
un “rostro”, un “personaje”, una forma de presentarse ante un público. Los
otros, representan parte de su propio performance, otorgándose información
mutua sobre las aceptaciones o rechazos en sus desempeños como personaje.
En definitiva, y en esto se desea insistir: la identidad para Goffman constituye
un producto social, donde no caben los atributos a priori ni sustanciales, sino
únicamente situacionales, y donde el punto crítico, las tensiones y las fricciones en la interacción no tendrían su origen en la “naturaleza” misma del sujeto
o actor (su abyección o su santidad), sino en el tipo de relación que se deriva
entre un actor y su homónimo.18
Por último, a propósito de la dificultad y los rechazos que los unos pueden establecer con los otros, revisemos sumariamente las aportaciones de Goffman en
relación a lo que el autor denomina como: “Estigma y la Identidad Deteriorada”. Allí, se comienza planteando que ya en los griegos se puede encontrar una
definición de estigma asociada con ciertos “signos corporales, con los cuales se
intentaba exhibir algo malo y poco habitual en el status moral de quien los presentaba. Los signos, consistían en cortes o quemaduras en el cuerpo y advertían
que el portador era un esclavo, un criminal o un traidor –una persona corrupta,
ritualmente deshonrada, a quien debía evitarse, especialmente en lugares públicos–” (Goffman, 2003: 9).
Para E. Goffman, la palabra estigma es –en la actualidad- ampliamente utilizada con un sentido bastante parecido al original; pero, con ella se designa
preferentemente al “mal” en sí mismo, más allá de sus signos corporales, que
si bien son el soporte de la construcción de estereotipos que descalifican a
los individuos, pasan a tener un cierto nivel de autonomía que generalmente
tiende a reducir las otras dimensiones de la subjetividad, a un solo eje de representación discursiva.
También, se le puede considerar como una “mancha” que en su acepción más
escatológica simboliza lo impuro, lo contaminado, lo sucio. “De este modo,
dejamos de verlo como una persona total y corriente, para reducirlo a un ser
inficionado y menospreciado. Un atributo de esa naturaleza es un estigma,
en especial cuando él produce en los demás, a modo de efecto, un descrédito amplio; a veces recibe también el nombre de defecto, falla o desventaja”
(Goffman, 2003: 12).
Así, para E. Goffman (2003) existirían tres clases de estigma: estigmas del cuerpo, asociados con las deformaciones físicas, como por ejemplo el labio leporino; estigmas del carácter, asociados con lo que se construye socialmente como
limitaciones mentales, como por ejemplo la esquizofrenia; estigmas tribales,
asociados con las representaciones sociales de los defectos congénitos, como
por ejemplo la etnia, y que se transmiten (“contaminan”) generacionalmente.
18
Revisar: http://www.antalya.uab.es/liniguez/Aula/IdentidadIS.pdf. Garay. A., 2002. “La
identidad social desde el punto de vista del interaccionismo simbólico”, Departament de Psicología de
la Salut i de Psicología Social, Barcelona
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Por otra parte, es posible observar que las etiquetas que desacreditan socialmente a los sujetos, también constituyen dispositivos de disciplinamiento cultural, que operan con el objetivo de justificar y legitimar prácticas discriminatorias sobre cierto tipo de individuos o grupos sociales, permitiendo –de esta
forma- que los grupos hegemónicos conserven su ubicación privilegiada en la
estructura social y de poder, que opera en nuestras sociedades. De este modo,
para Goffman: “la estigmatización de aquellos que presentan malos antecedentes morales puede funcionar claramente como un medio de control social formal; la estigmatización de aquellos que pertenecen a ciertos grupos raciales,
religiosos y étnicos funciona como un medio para eliminar a estas minorías de
las diversas vías de la competencia;” (Goffman, 2003: 161).
Así, las personas estigmatizadas introyectan las (pseudo) desventajas construidas discursivamente por los imaginarios hegemónicos, es decir, para E. Goffman, tienden a reproducir la misma perspectiva de quien los estigmatiza, restringiendo con ello sus alternativas de crecimiento y expansión biográfica, que
generalmente termina por encapsularlos al interior de nichos semánticos, de
los cuales es difícil desembarazarse.
Por otra parte, es posible sostener que si la estigmatización constituye un proceso y más aún, una construcción social que se genera en la interacción cotidiana,
puede también ser invertida la linealidad de su trayectoria; esto es, de los grupos hegemónicos a los grupos subalternos. Más aún cuando es posible sostener
que los actores sociales no son agentes pasivos que consumen sin tensiones,
lo que circula en un campo discursivo determinado. En ese sentido, es posible
reconocer a partir de nuestra lectura de E. Goffman, la existencia de al menos
tres formas de asumir el proceso de estigmatización por parte de los actores
involucrados: (i) resignación y aceptación pasiva, es decir, internalizar la perspectiva de los grupos estigmatizadores; (ii) aceptación con empoderamiento,
que es intentar corregir su situación de modo indirecto, es decir, dirigiendo
tiempo extra en corregir su pseudo-defecto, por ejemplo, un discapacitado que
aprende a nadar; (iii) ruptura con la realidad estigmatizada, interpretación no
convencional respecto de la marca o “mancha” construida sobre el sujeto. Esta
categoría, podría tener eventualmente dos salidas, en el caso de los pobladores
que aquí venimos describiendo: la resilencia, o bien, la profundización del estigma a partir de una re-interpretración que lo tiñe de prestigio, por ejemplo, la
validación social de la criminalidad.
Por último, uno de los aspectos más relevantes en la perspectiva goffmaniana, y
por cierto para el contexto de los estudios urbanos y territoriales, lo constituye
la distinción entre el desacreditado y el desacreditable.
Según E. Goffman (2003), esta doble perspectiva se traduciría del siguiente
modo: (i) Sujeto Desacreditado: individuo cuya calidad de diferente ya es conocida por todos o resulta evidente en el acto. En este caso estaríamos frente
a los ejemplos que hemos desarrollado hasta ahora. (ii) Sujeto Desacreditable:
individuo cuya calidad de diferente no es conocida por todos o no resulta evidente en el acto, es decir, su calidad de diferente no se revela de modo inmediato y automático, pues no se tiene de ella un conocimiento previo. En esta situación estaríamos frente a casos como el de un ex-presidiario, un ex­-drogadicto,
y –por cierto- frente al caso que nos convoca aquí, esto es, frente al individuo
que posee un lugar de residencia que desea ocultar, pues se encontraría inscrito en un territorio fuertemente estigmatizado o etiquetado como peligroso,
inseguro, de alto riesgo, etc.
De ahí, que el problema que surge en este marco de interacciones sea para el
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ESCENAS DE LA VIDA URBANA EN LA LEGUA EMERGENCIA: NARCOCULTURA Y AMBIVALENCIAS IDENTITARIAS | R. GANTER
caso del desacreditado, el manejar la tensión que se desprende del contacto cara
a cara y la interacción con otros. Mientras que en el caso del desacreditable, el
problema lo constituye el manejo de la información acerca de su “desventaja”,
esto es, la publicidad o la exhibición de su condición identitaria frente a los
demás, en nuestro caso, del territorio donde vive.
Así, lo que en este último caso se marca negativamente resulta ir más allá de
las fronteras corporales del individuo, y se fija en un espacio específico al interior de una ciudad, un área geográfica o una comuna determinada. El ejemplo
clásico lo constituye la persona que está postulando a un trabajo y por habitar
un territorio estigmatizado, se ve obligado a inventar en su curriculum una residencia donde aparezca otra dirección y otra comuna. También está el caso
de Río de Janeiro, donde se han llegado a conformar mercados a través de los
cuales es posible arrendar direcciones19, con el objetivo de sortear las imágenes espaciales negativas que afectan a determinados territorios, y con ello a los
sujetos que los pueblan. Tal como lo plantea María Elena Ducci: “las personas
que viven en comunas conocidas por su mayor concentración de pobreza, tales como La Pintana o El Bosque, señalan que no pueden confesar su lugar de
residencia a la hora de buscar trabajo o pedir préstamos, ya que su domicilios
hacen que no resulten suficientemente confiables. El estigma territorial está influyendo así, en las posibilidades que tienen estas personas de mejorar su nivel
de vida” (Ducci, M.E. 2000). En otras palabras, es lo que I. Wacquant llamó: la
penalización del mercado laboral20.
B. Las identidades colectivas
Corrientemente se hace alusión a la identidad colectiva como “parte del autoconcepto de un individuo que deriva del conocimiento de su pertenencia a
un grupo social, junto con el significado valorativo y emocional asociado a dicha pertenencia” (Tajfel, 1981 en Javaloy, 1993). En este sentido, la identidad
colectiva incluiría una dimensión política, es decir, una preocupación por un
bien o patrimonio colectivo, y por el cual los grupos sociales son capaces de
movilizarse con el objetivo de defender o proteger ciertos valores comunes y
compartidos. Así, la identidad colectiva se construye a partir de experiencias
concretas, históricamente determinadas, como por ejemplo ciertos traumas
o tránsitos históricos difíciles por los cuales atraviesa una sociedad o un país
(golepes de estado, guerras, etc.), y que luego son reelaborados por los grupos
sociales, adquiriendo autonomía y significado propio. Entonces, “en la medida
en que los sujetos de un cuerpo social cambian -porque las condiciones materiales y simbólicas se transforman-, la pregunta esencial de quiénes somos es
formulada y respondida de manera diferente. Así, los sujetos que conforman el
grupo social se miran en ese cambio, y los otros también lo nombran a partir de
dichos cambios” (Portal, 2003).
Como se consignó anteriormente, al construir sus identidades personales los individuos comparten ciertas afiliaciones, características o lealtades grupales
culturalmente determinadas, que contribuyen a especificar al sujeto y su sentido
de identidad (Larraín, 2001). Implícita en esta afirmación está la idea de identidades colectivas tales como: género, generación, clase, etnia, sexualidad, nacionalidad etc., que Stuart Hall ha llamado “identidades culturales”, y que constituyen formas colectivas de identidad porque se refieren a algunas características
culturalmente definidas que son compartidas por muchos individuos.
Para J. Larraín (2001), esta relación cercana entre estas dos formas de la identidad no debe ocultar las esferas distintivas en las que operan, pues mientras es
19
Ver F. Sabatini “La segregación social del espacio en las ciudades de América Latina”;
Documento Instituto de Estudios Urbanos y Territoriales, Serie Azul nº 35, Santiago de Chile, julio
2003.
20
Ver “Parias Urbanos. Marginalidad en la ciudad a comienzos del milenio”, 2001.
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posible y legítimo hablar de una identidad personal en términos de ‘’carácter”
de un individuo, no es adecuado hablar de una identidad colectiva en términos de una “estructura psíquica colectiva”, que sería compartida por todos los
miembros del grupo, ya que una identidad colectiva no tiene estructura psíquica, en el sentido de un conjunto más o menos estables y definidos de rasgos
psicológicos, como por ejemplo: el carácter “apocado” o “acomplejado” de los
chilenos (Larraín, J. 2001).
Siguiendo a J. Larraín (2001), en antropología la escuela culturalista norteamericana que incluye a autores como Margaret Mead, Rutlh Benedict, Ralph Linton,
entre otros; tendía a trabajar con la idea de que los individuos de una sociedad particular tienen una estructura de carácter común, un patrón cultural, que puede ser
descrito en términos de una serie de rasgos psicológicos. De este modo, se podía hablar de “la “mentalidad de un pueblo”, o de su “personalidad básica” que consistía
en una serie de características psicológicas, relativamente estables y compartidas
por los miembros de una sociedad (Larraín, J. 2001).
Contrariamente, es posible plantear a las identidades tal como las define el propio Stuart Hall (1999), es decir, no como una esencia determinada en su totalidad; no como una especie de imagen de nosotros mismos, que nos monitorea
para que permanezcamos idénticos a nosotros mismos a través de la historia;
estables e inmutables en el espacio y en el tiempo, al margen de los cambios
históricos, de los contextos y la situaciones en las que se inscriben nuestra acciones, y –por cierto- al margen de quienes nos acompañan en los diferentes
procesos y experiencias sociales. En ese sentido, “las identidades culturales son
puntos de identificación, los puntos inestables de identificación y sutura que
son hechos dentro de los discursos de la historia y de la cultura. No son una
esencia sino un posicionamiento. Así, siempre hay políticas de identidad, políticas de posición, que no tienen garantía total en una ley de origen trascendental
y no problemática” (Hall, 1999: 135).
Con todo, las identidades sociales no constituyen un mecanismo estabilizador
de la experiencia de los sujetos sociales, sino más bien un territorio de conflicto
(político y cultural) donde se disputa la definición y redefinición de los que son y
pueden llegar a ser, los diferentes grupos sociales. Siguiendo a Rosana Reguillo
(2000) en este punto, el concepto de identidades culturales constituye un concepto relacional, que supone procesos de identificación y diferenciación, por lo
tanto, estaría fuertemente asociado con procesos de construcción en interacción
cotidiana con otros, los iguales y los distintos, que se insertan en los diversos
contextos urbanos. Pero, simultáneamente poseería una constante de tipo histórica, que permite abordarla a partir de sedimentaciones de la memoria social,
donde los diversos grupos sociales van re-actualizando y re-inventando desde
vernáculas tradiciones, hasta luchas y conflictos irresueltos en el tiempo.
En tanto, para M. Augé (1994), “la aproximación contextual implica una concepción relacional de la identidad, ya que el punto de partida de la búsqueda
identitaria consiste en que siempre se es el otro de alguien, y en la medida en
que dicha identidad emana de la relación con los otros, problematiza y termina
por transformar la cultura (…) La identidad remite a un afuera, a un antes y a
los otros” (Augé, M. 1994).
Por lo tanto, desde la perspectiva de M. Augé (1994) se pueda firmar que la
identidad social y colectiva se construye más en la relación con el otro y con la
diferencia, que en la relación consigo mismo y con lo idéntico; esto es: por el
otro y contra el otro. En síntesis, es un sentimiento, una vivencia cotidiana, una
práctica, un concepto que se define y redefine fundamentalmente por oposición
al otro, a los otros, a la alteridad como diferencia; sobre todo, si pensamos en
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ESCENAS DE LA VIDA URBANA EN LA LEGUA EMERGENCIA: NARCOCULTURA Y AMBIVALENCIAS IDENTITARIAS | R. GANTER
los nuevos contextos y espacios de la “globalización” transterritorial.
Por último, para el sociólogo A. Melucci (2001), en el marco de los movimientos
sociales, la identidad colectiva implica, definiciones referidas a los siguientes
términos: (i) las orientaciones de la acción, los fines; (ii) los medios; y (iii) el
campo de la acción. Estos elementos son incorporados a un conjunto determinado de rituales (manifestaciones callejeras), prácticas (elaboración de manifiestos y formas de organización) y artefactos culturales (estéticas, lienzos, graffitis), todo lo cual permite a los sujetos involucrados asumir las orientaciones
de la acción colectiva como valor, o bien, como “modelo cultural” susceptible de
adhesión colectiva (Melucci, A. 2001). Lo anterior permite entender el compromiso emocional que muchas veces asume la definición de la identidad colectiva,
pues dicho componente emotivo y afectivo permite a los individuos sentirse parte de un universo de sentimientos compartidos, de memorias, historias e hitos
entrelazados colectivamente; donde la memoria emotiva y las pasiones, como
el amor o la rabia, forman parte gravitante de la acción colectiva, De ahí que,
la identidad colectiva nunca es enteramente negociable ya que la participación
en la acción colectiva comporta un sentido que no puede ser reducido al cálculo
de instrumental (costo-beneficio), ya que siempre moviliza también la “convicción” de las emociones y los sentimientos compartidos (Giménez, G. 2005).
C. La Crisis Contemporánea de las Identidades
Para B. Sarlo: “Las identidades tradicionales eran estables a lo largo del tiempo
y obedecían a fuerzas centrípetas que operaban tanto sobre los rasgos originales
como sobre los elementos y valores impuestos por la dominación económica y
simbólica. Hoy, las identidades atraviesan procesos de “balcalización”; viven
un presente desestabilizado por la desaparición de certidumbres tradicionales
y por la erosión de la memoria; comprueban la quiebra de normas aceptadas,
cuya debilidad subraya el vacío de valores y propósitos comunes. La solidaridad
de la aldea fue estrecha y, muchas veces, egoísta, violenta, sexista, despiadada
con los que eran diferentes. Esa trama de vínculos cara a cara, donde principios
de cohesión premodernos fundaban comunidades fuertes basadas en autoridades tradicionales, se ha desgarrado para siempre. Las viejas estrategias ya no
pueden soldar los bordes de las nuevas diferencias” (1994: 114).
En este nuevo horizonte, donde se radicalizan las contradicciones y se aceleran
las transformaciones, desestabilizando toda certidumbre, es posible plantear
–junto con Max Weber (1965)- que “la identidad no es nunca, desde el punto de
vista sociológico, más que un estado de cosas simplemente relativo y flotante”.
Lo que significa que la relación con uno, con el otro y con el contexto; mutan
permanentemente, más aún en un contexto de posmodernidad, donde los grandes referentes que otorgaban sentido y direccionalidad a la acción social, hoy
tienden a desdibujarse con fuerza y virulencia. En este mismo planteamiento,
ligado a los nuevos escenarios de inestabilidad, C. Levy-Strauss plantea que
cuando se hunden los hábitos seculares, y van desapareciendo los modos de
vida más estables y evaporando las viejas solidaridades, es fácil que se presente
una crisis de identidad (Levy-Strauss, 1981).
Para G. Bajoit (2003), las actuales tensiones estructurales por las que atraviesan las sociedades contemporáneas, afectarían de modo significativo a
las identidades individuales y colectivas, sobre todo porque radicalizan las
propias tensiones existenciales que el sujeto debe resolver y gestionar en el
marco de su biografía.
Ahora bien, para este último autor la transformación social basada en la crisis
del modelo industrial, posee como efecto colateral la explosión de las identidades colectivas de los cuatro grandes actores que le habían dado vida: la burgue-
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sía, el estado nación, el movimiento obrero y los partidos políticos.
Para el caso chileno, el PNUD (2002) plantea el vaciamiento de una identidad
colectiva, fenómeno que se expresa en los profundos cambios que experimenta
el Chile actual, y su fuerte impacto en los procesos de individuación. “La individuación significa que cada persona debe definir por sí misma las elecciones,
valores y relaciones que hacen su proyecto de vida. Es el resultado de la valoración social de la autonomía personal, de la pérdida de autoridad de las tradiciones y del aumento de las alternativa en los modos de vida” (2002: 189). No
obstante, el informe plantea que a muchos chilenos y chilenas parece faltarles
los recursos sociales que permitirían una individuación exitosa, pues la falta de
cobertura y protección social convierte muchas veces a este proceso en agobiante y frustrante, en lugar de constituir una oportunidad de auto-realización. En
este punto, es donde las identidades personales carentes de soportes colectivos
estables, se tornan desconfiadas y presentistas.
En el siglo XXI la individuación ha tomado un nuevo giro (Lash, 1997), amplificando las fronteras de la subjetividad. En la actualidad, resulta complejo para la
subjetividad escoger la imagen que desea para sí mismo, o el modelo y referente
al cual adherir para hacer coherente y consistente su proyecto vital, pues: “Las
identidades de clase, religiosas o políticas, aquellas que a mediados del siglo XX
permitían a los individuos definir el contenido central de su proyecto vital, han
pasado a ser elementos más bien secundarios. Y ningún otro referente parece
ocupar hoy su lugar” (PNUD, 2002: 191)
Según M. Castells, “la disolución de las identidades compartidas, que equivale
a la disolución de la sociedad como sistema social significativo, muy bien pudiera ser el estado de cosas de nuestro tiempo” (Castells, M. 2000: 394). En
la actual sociedad de la información, Castells (2000) diferencia tres tipos de
identidades:
a. Identidad legitimadora, que es la que introducen las instituciones dominantes de la sociedad, para llevar a cabo y racionalizar su dominación frente a los actores sociales.
b. Identidad de resistencia, que es la que sostienen aquellos actores que se
encuentran en posiciones devaluadas o estigmatizadas, por la lógica de la
dominación de la sociedad.
c.
Identidad proyecto, que se da cuando los actores sociales construyen una
nueva identidad, a partir de los materiales culturales disponibles. Además,
al hacerlo no sólo redefinen su posición en la sociedad, sino que también
buscan la transformación de la estructura social.
Tal cual lo plantea Castells (2000), ningún tipo de identidad tiene per se un
valor progresista o regresivo fuera de su contexto histórico. Es decir, para comprender y valorar las identidades debe contextualizarse cada caso, a partir de
su propia especificidad geohistórica. Castells analiza el poder de la identidad en
la actual sociedad de la información, la sociedad red (Castells, 2000). En relación a la identidad, Castells pretende demostrar que “el ascenso de la sociedad
red pone en tela de juicio los procesos de construcción de la identidad durante
este período, con lo que induce nuevas formas de cambio social” (Castells, M.
2000: 33). Así, la hipótesis que propone es que en la situación actual “los sujetos, cuando se construyen, ya no lo hacen basándose en las sociedades civiles,
que están en proceso de desintegración, sino como una prolongación de la resistencia comunal” (Castells, M. 2000: 34). De este modo, se observa una reacción contra la versión de la globalización que tiende a difuminar las identidades
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colectivas. Es decir, mientras la identidad legitimadora parece haber entrado
en crisis, las identidades de resistencia son las formas actuales de construir la
identidad “subterráneamente”, aunque quizás en algún momento también puedan derivar hacia las identidades proyecto (Castells, M. 2000).
“Las nuevas identidades proyecto no parecen surgir de antiguas identidades de
la sociedad civil de la era industrial, sino del desarrollo de las identidades de
resistencia actuales. Creo que existen razones teóricas, así como argumentos
empíricos, para esa trayectoria en la formación de nuevos sujetos históricos”
(Castells, 2000: 396). Para este autor, las identidades son un tema crucial porque en la era de la sociedad red el poder –o por lo menos la potencia- parece estar gravitando en torno a los códigos culturales de la sociedad, y las identidades
“construyen intereses, valores y proyectos en torno a la experiencia y se niegan
a disolverse, estableciendo una conexión específica entre naturaleza, historia,
geografía y cultura” (Castells, M. 2000: 397).
D. Identidades y territorios
En continuidad con la línea argumental anterior, es posible señalar que autores
como Castro-Gómez (1998) plantean que en el actual proceso de mundialización, lo que se desterritorializa y lo que se globaliza no son únicamente las fuerzas ligadas al capital y las instituciones supra-estatales, sino también las ideas,
los mensajes, y sobre todo los modos de vida. Esto debido a que con posterioridad a la segunda guerra mundial las fuerzas de la mundialización del capital
se desplegaron en conjunto con la revolución electrónica e informática, cuya
expresión más significativa se observa en el despliegue exponencial de la “industria cultural” y la “ciber-comunicación” a distancia (Castro-Gómez, 1998).
De esta forma, los mass-media han conformado lo que se denomina actualmente como cultura global de masas, cultura del espectáculo, es decir, todo un
universo de signos y símbolos difundidos planetariamente por las gramáticas
telemáticas y audiovisuales, que empiezan a definir y re-definir los imaginarios
sociales predominantes, precodificando el modo en que millones de personas
sienten, piensan, desean, sueñan y actúan (Castro-Gómez, 1998).
Así, la industria de la información ha saturado a los países latinoamericanos
de películas, videos, música, libros, páginas electrónicas, sitios de Internet y
formas de vida provenientes del extranjero; creando territorios supranacionales, en donde se borran las fronteras entre los “unos” y los “otros”, y entran a
remezclarse las formas de vida. En estos espacios, la oposición entre lo propio
y lo ajeno, se desdibuja en la medida en que las prácticas y los signos culturales
y de consumo son desterritorializados, es decir, arrebatados de sus contextos
locales originales y re-integrados a nuevos sitios y zonas translocales. Por otra
parte, la globalización nos ha conectado vitalmente con territorios en donde las
identidades no están referidas más a pertenencias de lengua, territorio, sangre,
barrio, o nación; pues ya no se estructuran desde las tradiciones monoculturales, sino desde la interacción polifonica de la cultura con la dinámica transnacional del mercado de la comunicación (Castro-Gómez 1998).
De ahí también, que en opinión de J. Franco (1997) la cultura ya no está localizada en un lugar de origen o en una comunidad primigenia, pues existiría
una dificultad para encontrar lo popular en un contexto posmoderno, donde
prevalece la heterogeneidad. Saltaríamos, entonces, del paradigma que piensa
lo latinoamericano desde el lugar de la periferia, la exclusión y la nostalgia;
al posicionamiento discursivo que lo evalúa desde la lógica de lo híbrido y lo
subalterno, como espacio de creatividad radical, de producción, de imaginarios
simbólicos disidentes e instituyentes.
Atendiendo fundamentalmente a lo que describe J. Martín-Barbero (2002), este
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nuevo contexto geo/histórico definido por la globalización, la transnacionalización de la economía y la cultura; ponen en crisis el paradigma centro-periferia y
hacen imprescindible el re-pensar el lugar de la cultura, en este nuevo escenario
desestabilizador y de grandes mutaciones sociales, donde parecen confrontarse
lo global y lo local, la uniformidad cultural y las especificidades identitarias.
Sobre este último aspecto, la noción del espacio que nos sirve para abordar
los temas esbozados arriba, toma una forma novedosa en los estudios actuales,
pues se abandona la idea del espacio como contenedor pasivo de los procesos
para adoptar una imagen de espacio dinámico, estructurado por esos procesos.
De ahí que la relación entre la identidad y territorio, ha adquirido ahora mayor
complejidad, ligada a las actuales mutaciones del mismo espacio-tiempo y de
las nuevas modalidades de movilidad y comunicación, que han desplegado los
sujetos. En la actualidad, identidad y localidad, la sensación de ‘aquí’ y ‘allá’,
viajan juntos. Esto es lo que nos hace plantear esta noción tan pertinente para
el presente estudio: la idea de translocalidad, sugerida por Appadurai (1996), a
través de la cual se estaría expresando un cambio en la relación entre territorio,
identidad y comunidades de pertenencia; cuestión que se radicaliza si se piensa
en las actuales subjetividades migratorias, como los trabajadores migratorios,
las comunidades étnicas urbanas, o las propias experiencias límites, vinculadas al fenómeno “Mara”. Aspectos todos, respecto de los cuales la antropología
postmoderna ya había introducido algunos aportes, sobre todo en relación al
re-acomodo de los vínculos entre territorio y cultura en los contextos actuales,
y donde se asume a la cultura “por definición” como un campo de relaciones
“desterritorializadas”, debido a fenómenos como la globalización 21.
Ahora bien, como contrapunto es necesario plantear que si bien no es posible
desconocer los procesos asociados con las dinámicas de desterritorialización,
a las cuales nos arrojan las fuerzas de la globalización; tampoco es posible
soslayar la importancia que posee el territorio, en tanto construcción sociocultural y práctica colectiva a partir de la cual los sujetos arman sus pertenencias, arraigos y memorias colectivas, aunque sea de modo precario y provisorio, dado el actual contexto de cambios e incertidumbres al cual se encuentra
expuesta la vida cotidiana. Sobre todo, si se piensa en los actuales procesos de
segmentación territorial de las ciudades y del país, donde el territorio puede
ser pensado como recurso de integración e identificación al interior del propio
grupo de pertenencia.
De ahí que los significados que construyen y constituyen a las identidades,
no provienen únicamente de enunciados discursivos, sino también de prácticas concretas, de las experiencias vividas y de los trances colectivos ligados
a contextos físicos y espaciales, donde se inscriben dichas prácticas. Es esta
condición de la identidad que se denomina como la territorialidad, y que otros
autores atribuyen al poder de habitar (H. Lefebvre). La territorialidad es un
rasgo compartido por todos los sujetos sociales, y por ello es un componente
básico de su identidad. Un componente cuyo peso específico varía en las diversas coyunturas históricas, en beneficio de componentes laborales, políticos,
religiosos, de clase, de género, etc. Las representaciones de nosotros mismos
en el mundo, están íntimamente ligadas con las maneras en que ocupamos el
espacio y hacemos territorio22.
Aquí, R. Reguillo (1992) distingue al espacio físico del espacio construido. Siendo
21
Ver Arjun Appadurai. “Dislocación y diferencia en la economía cultural global”, en el sitio:
hppt//www.cholonautas.edu.pe/modulo/upload/A%20Appaduraicap2.pdf
22
Consultar: www.identidades.cl/pdf/discusionbibliografica. José Bengoa y Francisca Márquez (2006). De los mismos autores revisar Revista Proposiciones: “Identidad e Identidades”; Ediciones SUR, Vol.35, marzo, 2006
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el espacio un componente genético de la estructura identitaria de los actores
urbanos, es posible distinguir dos dimensiones del espacio:
La dimensión dada del espacio: esto es, la ciudad como espacio físico preexistente a los individuos. La dimensión construida del espacio: esto es, el territorio como espacio que constituye una extensión del propio sujeto y que,
simultáneamente es practicado cotidianamente por los sujetos, donde destaca
el elemento de la continuidad grupal y la devolución de una imagen referida a
quienes lo habitan.
“El territorio entonces, no puede de ninguna manera considerarse como contenedor de hechos sociales, como mero escenario o telón de fondo en el que se
desarrolla la acción. El territorio se nos aparece como una construcción social
en la que se entretejen lo material y lo simbólico, que se interpretan para dar
forma y sentido a la vida del grupo, que se esfuerza por transformar mediante
actos de apropiación –inscribir en el territorio las huellas de la historia colectiva- el espacio anónimo en un espacio próximo pleno de sentido para él mismo”
(Reguillo, R. 1996:78).
Por último, desde la perspectiva del interaccionismo simbólico, todos los objetos
–incluidos los espacios y lugares- adquieren su “carácter” e identidad a partir de
los significados conferidos por individuos y grupos humanos, es decir, se construyen simbólicamente. En esta línea, se encuentra el desarrollo del concepto de
place-identity (Proshansky, 1976, 1978; Kaminoff, 1983). La identidad de lugar es
considerada como una subestructura de la identidad de self, y consiste en la trama
de significaciones referidas a lugares o espacios, donde la persona desarrolla su
vida cotidiana y en función de los cuales el individuo puede establecer vínculos
emocionales y de pertenencia asociados con determinados territorios o lugares
específicos, como por ejemplo la comuna, el barrio, la villa, la población, o bien,
una particular zona o esquina de su barrio, un pasaje, una cancha, etc.
“Estos vínculos son tan importantes como los que se establecen con los diferentes grupos sociales con los cuales el individuo se relaciona. En la base de esta
estructura se encuentra el “pasado ambiental” del individuo, así como los significados socialmente elaborados referidos a estos espacios, que la persona ha ido
integrando en sus relaciones espaciales. Este “depósito cognitivo” que configura
la identidad de lugar -del cual, según Proshansky y otros (1983), el individuo
no es consciente, excepto cuando siente su identidad amenazada- permite a la
persona reconocer propiedades de los entornos nuevos que se relacionan con
su “pasado ambiental”; favorecer un sentido de familiaridad y la percepción de
estabilidad en el ambiente; dar indicios sobre cómo actuar; determinar el grado
de apropiación o la capacidad para modificar el entorno, y por último, favorecer
un sentimiento de control y seguridad ambiental” (Valera, S. 1994: 9-10)
E. De escenas, fiestas e identidades
Siguiendo con la línea argumental abierta por la micro-sociología de G. Simmel
y E. Goffman, enfoque central para este trabajo de tesis, el antropólogo M.
Delgado (1999) plantea que la cuestión de la identidad constituye un territorio
de perfiles imprecisos, que sólo puede ser abordado como un centro vacío, donde
tienen lugar una serie ininterrumpida de “junciones” y “disyunciones”. De ahí,
que para este autor la identidad se constituya como tal en un plano puramente
relacional, donde lo relevante no es su contenido, sino su forma, su expresión y
actuación. Y aunque la identidad es fundamental, pues todos y todas requerimos
de una para actuar y desenvolvernos en el mundo social, en rigor ésta “no existe”
(Delgado, 1999), pues sometidas a toda clase de sacudidas e inestabilidades,
éstas modifican su naturaleza –como el camaleón- , transmutan tantas veces
como sea necesario. “En definitiva, las identidades no sólo deben negociar
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constantemente las relaciones que mantienen, sino que son esas relaciones. No
son la base de un contraste, sino su fruto” (Delgado, M. 1999: 104).
Así, la identidad es una entidad espectral que difícilmente puede ser representada, puesto que no es otra cosa que su performatividad, su actuación, su puesta
en práctica en una escena; “superficie sin fondo, reverberancia de una realidad que no existe, ni ha existido, ni existiría si no fuera precisamente por sus
periódicas escenificaciones” (Delgado, M. 1999:112). Aspecto que coincide con
lo que el propio García-Canclini (1990) anotara en su tesis sobre las Culturas
Híbridas, donde lo popular configura un valor ambiguo, expresión de una teatralidad, efecto de ciertos actos de enunciación.
Pero entremos un momento a revisar, sumariamente, cómo aparece la fiesta al
interior de la tradición de las ciencias sociales. Para Mauss (1991), la fiesta es un
hecho social total, una celebración cíclica y repetitiva, de expresión ritual, que
estratifica el tiempo y el espacio. Así, la fiesta se despliega en oposición al tiempo
ordinario, inaugurando un espacio-tiempo de excepcionalidad, un espacio-tiempo donde predomina un orden paradójico y ambiguo que mezcla, superpone y
des-jerarquiza lo sagrado y lo profano, la norma y la transgresión. Todos aspectos que aún persisten en la actualidad, y que se vienen a reforzar en el contexto
de la sociedad globalizada y sus territorios e identidades deslocalizadas, y que
en la actualidad autores como Roberto Da Matta (2002), tematizan lo festivo de
modo paradigmático para comprender el devenir de una sociedad dada.
Ahora bien, es precisamente en este despliegue de formas sin fondo, de expresiones sin sustancia, de escenificaciones; donde surge la fiesta –en tanto escenario- como el síntoma más elocuente para que las identidades puedan desplegarse en el espacio. En el marco de este enfoque, no se trata tanto de entender
a la identidad utilizando y generando la fiesta para escenificarse, sino más bien
como un producto de ésta, pues aquí la identidad se experimenta y vivencia no
tanto en estado de latencia, como en su puesta en escena teatral.
La fiesta tiene por objetivo la territorialización, pues -en tanto accidente geográfico- la fiesta parte a la sociedad en dos: los actores que celebran y los espectadores. Esta territorialización marca las distinciones entre los diferentes
subgrupos que componen una sociedad global, fortaleciendo los vínculos entre los unos y excluyendo a los otros. Lo anterior, contribuye estratégicamente a legitimar la fragmentación de la sociedad global, y por ello, la función
de la fiesta consiste en ayudar a los subgrupos que componen la sociedad a
mantener la distancia con respecto a aquellos otros con los cuales debe compartir un mismo espacio social. Los espectadores de la fiesta no son de aquí,
no son de los nuestros, y en ese contraste con ellos es que la propia identidad
puede dotarse se significado.
Por otra parte, lo que hace la escena de la fiesta es montar un rito23 que permite
a sus actores y participantes crear un estado de excepción festivo, donde se van
alterando los límites espaciales y temporales impuestos por el orden convencional y oficial, y se van alterando las conductas y los usos habituales del espacio público, lo que genera nuevas gestualidades y relatos, que sustentan el acto
festivo como acto colectivo. Ejemplo claro de estas situaciones, lo constituye el
arquetipo del Carnaval, o bien, las actuales fiestas urbanas propias de la escena
electrónica, en el marco del conocido “Love Parade”.
La escena de la fiesta también puede ser concebida como interrupción terri23
Se asume rito como “sistema codificado de prácticas, con ciertas condiciones de lugar y
tiempo, poseedor de un sentido vívido y valor simbólico para sus actores y testigos, que implica colaboración del cuerpo y una cierta relación con lo sagrado” (Ariño, 1996:156).
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torial, esto es, como un espacio de excepción; un accidente ritual; un corte o
quiebre en el continuum de la vida social convencional; una interferencia en
el tiempo y el espacio social; lo que también supone otro orden: la emergencia
de una serie de otros procedimientos, rutinas y protocolos, que conforman un
paréntesis en el estado habitual de las cosas. “En el transcurso de esta interrupción, individuos ocupados habitualmente en tareas distintas, físicamente
distantes entre sí, interrumpen sus inconexas y atomizadas existencias para coincidir con los otros, con los que se homologan, y acto seguido, hacer una misma cosa, en un mismo momento, en un mismo sitio, exhibiendo una identidad
entre ellos que muchas veces sólo tiene en su exaltación festiva la posibilidad de
reconocerse y ser reconocida” (Delgado, M. 1999: 38).
En otro plano de la escena de la fiesta, es ampliamente reconocido el hecho de
que la fiesta constituye una concesión de los poderes oficiales hacia “el pueblo”,
los grupos subalternos; una estratagema por medio de la cual los poderosos logran conjurar una posible insurrección, disuadiendo por la vía del divertimento
y la celebración, las rabias y los descontentos sociales. También es posible plantear la perspectiva contraria, a partir de la cual las fiestas constituyen una advertencia al poder político, que le indica que si puede ejercer el poder y el arbitraje,
se debe a que la sociedad civil se lo permite, dejándolo permanecer en la ficción
de ese relato. De cualquier forma y más allá de los cálculos y beneficiados, la
fiesta parece constituir parte de un pacto entre los poderes y los que se resisten
a su control, un pacto que permite regular los intercambios y los conflictos. De
hecho, en las fiestas populares el poder político siempre tiene su lugar, lugar
que nunca es protagónico; pero, de cualquier forma siempre está, ya sea porque
se le asigna el lugar del espectador, o bien, del invitado de piedra.
La escena de la fiesta transforma el espacio urbano en una suerte de gran circo,
con sus múltiples coreografías, que se reafirman a través de escenarios rituales
donde se representa el drama de lo social, compuesto por lealtades, negociaciones, intercambios o escaramuzas; entre quienes siendo incompatibles se necesitan. La fiesta “no sólo visibiliza la sociedad, sino que revela en gran medida sus
tramas, sus ajustes y el sistema de negociaciones que hace posible la articulación
entre los segmentos que la conforman” (Delgado, M. 1999: 47). De este modo,
la escena de la fiesta constituye un dispositivo de representación cuyo propósito
es poner en clave de espectáculo una determinada comunidad humana, visibilizándola hacia adentro y hacia fuera, lo que permite a esta comunidad humana
experimentar el sentimiento de una pertenencia compartida, por más fugaz y
contingente que se presente dicho estado de emociones. Y aunque la fiesta constituya una ficción colectiva de unidad, constituye un recurso de una comunidad
para marcar las fronteras y límites simbólicos entre un nosotros y los otros.
“En un contexto general marcado por el proceso de mundialización y por todo
tipo de interdependencias e intersecciones entre grupos, cuando se revela cada
vez más imposible la lealtad de los individuos a una sola identidad, la fiesta
permite por unos momentos hacer realidad el espejismo de una comunidad a la
que es dado vivir a solas consigo misma” (Delgado, M. 1999: 39).
F. Identidades en movimiento: pobladores
En la perspectiva historiográfica para la comprensión de los fenómenos sociales
e identitarios, destaca el grupo de historiadores ligados a autores como E.
Hobsbawm y E. P. Thomson24, quienes han intentado promover una perspectiva
histórica singular, donde predomina una orientación que rescata la producción
de la “historia desde abajo”, es decir, una historia que pretende recuperar la
experiencia de los sujetos en el despliegue de los procesos históricos, tomando
24
Historiadores como G. Salazar y M. Garcés, son representantes de esta corriente historiográfica en nuestro país.
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en consideración que la historia oficial nunca ha sido escrita por los sujetos
concretos que han protagonizado las luchas en favor de las transformaciones de
la sociedad. En este mismo sentido, y sin adscribirse en rigor al campo de los
Estudios Culturales, destaca el historiador chileno Gabriel Salazar (1999), quien
hace referencia a una epistemología del bajo pueblo, situada preferentemente
en las particularidades concretas de la sociedad chilena, en la diversidad interior
de nuestra sociedad y en los movimientos sociales populares específicos.
En este contexto, destaca la irrupción durante los años 70 de la denominada
Nueva Historia Social, donde se enfatizan los análisis y las interpretaciones
sobre el “tiempo largo”; sobre el papel en los procesos históricos de la gente
común y de los movimientos sociales de base; sobre la historia entendida como
“historia desde abajo”; sobre la historia oral y la práctica testimonial; cuestionando el hecho de que la historia es solo una práctica de los expertos y especialistas en la disciplina, en el entendido que son los propios sujetos de la vida
cotidiana, los que a través del entrecruzamiento de sus experiencia, generan
procesos que devienen en la construcción de identidades sociales25.
Por otra parte, resulta pertinente sostener, siguiendo al historiador chileno Mario Garcés (2002), que la historia es una forma de memoria, pero con un formato sistemático y organizado según prescripciones disciplinarias, que los propios
historiadores han desarrollado con el tiempo. Sin embargo, es precisamente dicha tradición la que, en cierto modo, termina invisibilizando la memoria social;
es decir, el saber de los sujetos concretos. En estos casos extremos, es donde la
historia se configura como historia hegemónica u oficial y la memoria social se
configura en memoria de resistencia; por lo cual apostamos a que la memoria
siempre es política, en la medida en que es asumida como campo donde entran
en fricción diferentes significados y prácticas discursivas, que se representan la
experiencia de diversas maneras (Garces, M. 2002).
De este modo, la memoria no es sólo un atributo permanente y estabilizador de la
experiencia humana; no es sólo algo dado y que debe encargarse de recordarle al
sujeto que su propia existencia le ha sido también dada bajo una forma que debe
preservar; no es sólo un inventario de datos patrimoniales; sino que por sobre
todo, es una actividad de los sujetos concretos, un campo a través del cual se producen y reproducen nuevas prácticas sociales, nuevas maneras de vivir, sentir,
comprender y organizar el mundo, en definitiva nuevas identidades culturales.
De ahí que el historiador Gabriel Salazar (1999), sostenga que “los sujetos
populares no poseen una identidad fija, sino que se encuentra en constante
reformulación, esto significa que no son, sino que están siendo” (1999). Esto
último, a partir de “la experiencia acumulada en la base, pero también de las
percepciones que la elite tiene de ellos y de las funciones que el Estado, la Iglesia y, más contemporáneamente, los medios de comunicación social les han
asignado” (Salazar, G. 1999: 96).
Ahora bien, las tomas de terrenos, las invasiones de sitios, las ocupaciones ilegales, vienen ocurriendo en América Latina como parte constitutiva del proceso
de urbanización del siglo XX. Por su parte, tal como ocurrió en el resto de América Latina, en Chile las características constitutivas que asumió el movimiento
de pobladores posee ciertos rasgos básicos, donde destaca la fuerte migración
campo-ciudad, y que supuso que para la década del 30 la ciudad de Santiago
creciera más que el campo. En este contexto, se observa en el Primer Censo Nacional de Viviendas de 1952 que el 30% de los chilenos carecía de una vivienda
25
Revisar: Garces, M. “Recreando el pasado: guía metodológica para la memoria y la historia local”; ECO, Educación y Comunicación, Santiago de Chile, 2002.
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“digna”; y para el caso de Santiago, el déficit llegaba al 36,2% (Garcés, 2004).
De este modo, y bajo este marco histórico, comienzan a ingresar los pobladores
a la escena pública, inicialmente a través de huelgas de arrendatarios de conventillos, y donde la estrategia del gobierno fue negociar con cada arrendatario
por separado, fragmentando lo que por esos años ya se venia expresando como
el germen colectivo de un movimiento social y urbano popular (Garcés, 2004).
“Según las cifras del censo de 1952, Santiago se acercaba al millón y medio de habitantes; su población casi se había duplicado en los veinte años previos. Este crecimiento provenía principalmente de la migración interna campo-ciudad, y está
asociado con el impulso a políticas de industrialización que tendieron a concentrar
la población en unos pocos centros urbanos, pero que convergía principalmente
hacia la capital. Ya en los años cincuenta, Santiago representaba el 40% de la población urbana del país, y se había convertido a la vez en centro industrial, centro
político y administrativo, así como mercado local y reserva de mano de obra”. 26
Siguiendo a Vicente Espinoza (1998) en este punto, el enorme crecimiento demográfico de Santiago, provocó una crisis urbana por la carencia de viviendas
y servicios, y la desorganización general de la ciudad tuvo importantes consecuencias para los sistemas de producción de viviendas y la organización general
de la ciudad. Durante los años 50 los sectores populares se fueron localizando
en áreas del centro de la ciudad, pero fuertemente degradadas y deterioradas,
como por ejemplo el la periferia de la comuna de Quinta Normal, donde hubo
una significativa presencia de conventillos o cités No obstante, la densificación
de áreas centrales no fue suficiente como para proveer vivienda a toda la población que se incorporaba a la ciudad, y un sistema de loteos privados urbanizó
terrenos agrícolas adyacentes a la ciudad. De ahí que entre 1940 y 1952, el área
residencial del gran Santiago creció en un 40%, y sólo dos de las 17 comunas
que componían la ciudad conservaron su carácter rural (Espinoza, 1998).
Por su parte, las transformaciones del suelo agrícola en tierra urbana, es un proceso característico de este período histórico, y donde además es posible apreciar
un conjunto considerable de asentamientos urbanos improvisados y espontáneos que comienzan a multiplicarse en la periferia de la ciudad de Santiago, son
las denominadas poblaciones “callampas” (Sabatini, 1982; Valdés, 1983). Éstas
correspondían a formas de poblamiento popular urbano, caracterizadas por la
construcción de improvisadas viviendas con materiales de desecho, sin acceso
a servicios básicos e instaladas en los límites de la ciudad: las riberas de los ríos,
faldeos de cerros o terrenos abandonados (Garcés, 2004).
Las condiciones de vida eran de las más difíciles y precarias en estas “tierras
de nadie”, cercanas a bordes de ríos; ubicadas en laderas de cerros, junto a insalubres basurales y sitios eriazos desconectados de la trama vial. Un ejemplo
nítido de este proceso lo configuraría el caso de las “callampas” situadas a orillas del canal Zanjón de la Aguada en la zona sur poniente de Santiago, donde
una parte importante de familias sería trasladada como medida de emergencia
a la población La Legua, en este caso ubicada en la zona centro sur de la capital,
conformando finalmente una sóla gran población compuestas por tres sucesivas fases de asentamiento: la Legua Vieja, la Legua Nueva, y –por último- la
Legua Emergencia.27
26
Espinoza, Vicente. Historia social de la acción colectiva urbana: Los pobladores de Santiago, 1957-1987. EURE (Santiago), Santiago, v. 24, n. 72, sept. 1998. Disponible en: www.scielo.cl/
scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0250-71611998007200004
27
Revisar más antecedentes sobre estas descripciones en: Espinoza, Vicente. Historia social de la acción colectiva urbana: Los pobladores de Santiago, 1957-1987. EURE (Santiago), Santiago, v. 24, n. 72, sept. 1998. Disponible en: www.scielo.cl/scielo.php?script=sci_
arttext&pid=S0250-71611998007200004
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Estos asentamientos dispersos y altamente precarios, son las respuestas individuales y familiares de los más pobres a su necesidad habitacional. En otro plano, las familias no contaban con la aprobación de los propietarios, es decir, se
instalaban de modo clandestino e “ilegal”. Y hacia 1959, 30.000 familias, unas
150.000 personas, constituían el universo de grupos que vivían en callampas;
es decir 8% de la población del gran Santiago (Valdés, 1983).
Por otra parte, la toma de terrenos es la acción colectiva más utilizada y legitimada, de la cual surgen las “poblaciones callampas”. En ese sentido, la toma
debe ser entendida como una estrategia fundamental del movimiento de pobladores, una reacción a la falta de viviendas por parte de quienes tenían menos
apoyo estatal y gubernamental (Garcés, 2004).
Así, referirse al movimiento de pobladores implica, por tanto, hablar de un movimiento social exitoso que transformó por completo la ciudad de Santiago y le
dio a sus protagonistas –los pobladores- no sólo una localización en el marco de
la ciudad de Santiago, sino también una localización visibilización social frente
a la sociedad en su conjunto (Garcés, 2002).
En ese sentido, 1957 se configura en una “coyuntura favorable” para amplias
familias y grupos de pobladores que se encontraban en una situación precaria
desde el punto de vista habitacional, poniendo en escena la estrategia de las
tomas de terreno por parte de grupos organizados de pobladores.
Así –entre 1957 y 1970- las tomas de terreno llegan a conformar un total de 300
poblaciones; dando paso a la formación de un anillo marginal de poblaciones
callampas en Santiago: la denominada periferia capitalina. Consecuentemente,
la población callampa, al alero de la acción estatal, dio paso a asentamientos
urbanos de carácter más regular: campamentos o poblaciones definitivas, como
es el caso emblemático de la población la Victoria el año 1957, y cuyo impacto
social y político fue tal que a partir de dicho hito comenzó a consolidarse este
grupo de pobladores como un fuerte y nuevo movimiento social urbano y popular. Por su parte, la acción estatal, se produjo únicamente como consecuencia
del proceder decidido de un grupo social con una identidad colectiva fuerte y
con un claro sentido de futuro, que durante muchos años ensayaron y acumularon estrategias de sobrevivencia en la ciudad, y que estuvieron asociadas a
formas de organización democráticas surgidas “desde abajo”, cuestionando las
soluciones “desde arriba”, pues desde el sistema político vigente surgieron variadas respuestas que posteriormente en los años 60 se materializaron en políticas de promoción de la vivienda dirigidas a los sectores populares organizados
que permitirían reaborver el crecimiento demográfico y mejorar la calidad de
las vivendas, como es posible observar para el caso del Programa de Promoción
de la Vivienda; pero finalmente la propia presión del movimiento de pobladores iría poniendo en jaque la capacidad de cobertura del mismo Estado en esta
materia (Guerrero, Schuster y Zelada, 2008).
3. Narco-cultura
A. Formas de vida translocales
En relación a este contexto, y en lo que específicamente se puede considerar
relevante y pertinente para la materia objeto de esta investigación, es posible
plantear –junto con Castells (2000)- que las relaciones entre economía, cultura
y violencia urbana, desplegadas por el crimen organizado; pueden ser explicadas bajo este esquema de translocalizaciones, que aquí se está presentando. En
ese sentido, Castells (2000) ha reiterado que el crimen organizado en el planeta,
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está constituido a través de redes especializadas trasnacionales, con una autentica y efectiva división geo-polítca internacional del trabajo. Por un lado, plantea que la identidad cultural nutre la mayoría de los agrupamientos delictivos,
y desde ahí aporta los signos, las claves y los mecanismos que dan sustento a la
confianza y a los nexos comunicativos que se dirimen dentro de las estructuras
de cada red. Sin embargo, la complicidad no llega a impedir los absurdos de la
violencia que bulle y late intensamente en estos grupos (Castells 2000). Incluso
en la mayoría de los casos la violencia también se desata dentro de las propias
remedes criminales locales. Y por si fuese poco, señala el sociólogo español,
existe todavía un nivel mucho más alto de vinculación, solidaridad y comprensión comunitaria, dentro de las organizaciones criminales; que se va tejiendo
sobre el sustento de “la historia, la cultura y la tradición”, y que de manera especialmente significativa, “genera su propia ideología legitimadora” (Castells
2000). Sin embargo, en la medida en que el crimen organizado se vuelve más
globalizado, se ponen de relieve en mayor medida los rasgos y componentes
más importantes, trascendentes y significativos de su forma de vida, para no
desaparecer o diluirse en el vértigo del espacio de los flujos globales e intercambios inmateriales. Al asentarse en el arraigo de las creencias locales, los
grupos criminales posibilitan la conservación de sus bases y el fortalecimiento
y legitimación de los vínculos comunitarios, barriales y locales; aspecto que va
conformando una de sus principales fortalezas y “capitales” (Castells, 2000).
Así, para Castells (2000) “el crimen organizado en los tiempos de la llamada
globalización, plantea que las peculiaridades de funcionamiento y las ventajas
de esas redes narco-criminales para su expansión son: la “flexibilidad” y la “versatilidad”, comparadas con las corporaciones y empresas legítimas y legales.
Flexibilidad para negociar con grupos múltiples y versatilidad para transmutar
su fachada, su rostro o sus aspectos empresariales, a través del lavado de dinero. De ahí que, probablemente llevan la delantera a las compañías multinacionales en su capacidad decisiva de combinar la identidad cultural y la empresa
global” (Castells, 2000: 232).
A partir de lo anterior, entendemos al narcotráfico como red criminal transnacional, donde las rígidas fronteras nacionales y burocráticas parecen diluirse
en el marco de sus operaciones, y que constituye un conjunto de organizaciones delictivas internacionales (Del Olmo, 1995). Así, este contexto de globalización implica el reconocimiento de que la economía de las drogas ilícitas,
internacionalizó sus redes, en gran parte gracias al incremento en la circulación
de capitales, información y personas a escala mundial. Lo anterior supone, al
mismo tiempo, que el crecimiento de las migraciones internacionales y la “deslocalización” de las redes modernas de comunicación, van desdibujando la relevancia de los territorios locales, sustituyéndolos por espacios transregionales
de carácter comercial, social, político y cultural. De ahí lo determinante que
resulta entrar a comprender lo local como un conjunto de relaciones sociales
que trascienden sus fronteras en la era de la sociedad red, pues la red translocal
del narcotráfico se nutre de las especificidades endo-culturales presentes en los
contextos territoriales específicos con el objeto de fortalecer la trenza y la tensión de sus interdependencias (Ovalle, L.P. 2007).
La actividad de comercializar drogas ilegales, en algunas regiones ha estado asociada con importantes transformaciones económicas, sociales y culturales, las cuales
han sido estudiadas en situaciones geográficas específicas, zonas de producción y
consumo particulares, como por ejemplo el caso mexicano (Salazar, 1995; Valenzuela, 2002; entre otros). Ahora, la mayoría de estos estudios coinciden en que las
actividades del narcotráfico no están aisladas del universo de las prácticas urbanas, ya que los narcotraficantes conviven en la ciudad exteriorizando sus formas
de vida, estableciendo cambios en los imaginarios sociales y tendiendo importan-
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tes puentes e interdependencias con el mundo de la cultura hegemónica.
Con todo, es precisamente a propósito de las identidades transversales y fronterizas que se abre la posibilidad de pensar y reflexionar en torno a la noción de
narcocultura. Esta noción, en su acepción original, corresponde a la conformación de una forma de vida fronteriza situada en el norte de México, proviene específicamente del estado de Sinaloa, cuya capital es reconocida como uno de los
carteles del narcotráfico más grandes de México, esto es, Culiacan. A su vez, el
territorio y la geografía estratégica en la cual está situado México, le han transformado en una de las plataformas comerciales del tráfico ilícito de drogas, más
importante del mundo (Ocampo, R. 2007).
Según los estudios mexicanos en este campo, el problema del tráfico de drogas
ilegales en México está ligado directamente con la posición geográfica del país,
pues se México se constituye en el vecino de la frontera sur de los Estados Unidos. Así, el tamaño del mercado de las drogas ilegales es muy grande y la capacidad de las fuerzas policíacas es irrisoria, en ambas partes de la frontera. Por su
parte, el tráfico de cocaína es uno de los más lucrativos y define la actividad del
narcotráfico en dicho país (Astorga, 2003; en Ocampo, R. 2007).
A raíz de la penetración del narcotráfico, para el caso específico mexicano, se
viene experimentando una transformación radical que algunos autores califican como “colombianización de México”. Para Arturo Santamaría (2007), las
características que dan forma a este proceso en México son: i) una inestabilidad
social e ingobernabilidad permanente, como resultado de una crisis del estado
nacional donde el narcotráfico, comparte el monopolio de la violencia con el Estado, dominando amplias zonas y territorios; ii) una clase política gobernante y
una elite empresarial permeadas por la corrupción y demostrando una incapacidad de conducción; iii) una violencia social que atraviesa transversalmente la
sociedad mexicana (Santamaría, A. 2007).
En ese sentido, la “naturalización de la violencia” es una de las dimensiones
que más resaltan en la vida cotidiana de los territorios penetrados por el narcotráfico. Rossana Reguillo (2001) ha planteado que “las violencias” responden
a condiciones históricas y socioculturales específicas, lo que muchas veces nos
impide ver la (re)producción de ésta en nuestra vida cotidiana y las maneras
cómo diariamente se sedimenta y naturaliza cada imagen o representación
mediática de las violencias, como si estas dinámicas estuvieran asociadas con
ciertos agentes sociales “desviados” y externos a la propia génesis histórica y
cultural en las cuales se fundan nuestras sociedades.
Por su parte, R. Ocampo plantea que las personas que deciden incursionar en
el comercio de las drogas, en el uso o lavado del dinero producto de ese tráfico
ilegal, socializan con un modo de vida fuertemente emparentado con la inminencia de la muerte. De este modo, “¿cómo pedirle a un joven, con una deficiente educación media superior, modales o pautas de conducta social cuando
tiene acceso de los medios para consumir y adquirir bienes y satisfactores que
implican una riqueza considerable? Es decir, si esa persona siguiera patrones
de acumulación de capital dentro de la legalidad, para llegar a esos niveles de
consumo tendrían que haber pasado años y por lo tanto adquirido al menos
algo de educación. Pero ante la rapidez en la acumulación no llega ese aprendizaje. Por otro lado, está el patrón cultural que deriva de la inminencia de la
muerte en esa actividad ilícita, directamente proporcional a la vertiginosidad
del patrón de acumulación” (Ocampo, 2007).
Paralelamente, para el caso de Chile, el Informe 2005 sobre la Estrategia Internacional de Control de Narcóticos, del Departamento de Estado de los Estados
Unidos, consigna que Chile es un país de tránsito de cocaína y heroína a EEUU
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ESCENAS DE LA VIDA URBANA EN LA LEGUA EMERGENCIA: NARCOCULTURA Y AMBIVALENCIAS IDENTITARIAS | R. GANTER
y Europa, así como una fuente de elementos químicos para el procesamiento
de coca en Perú y Bolivia. El tráfico a través de Chile aumentó en 2005, ya que
los narcotraficantes usan las buenas carreteras del país para transportar la
droga hasta sus puertos.
El Departamento de Estado destacó que los criminales se aprovechan de los
tratados que permiten el tránsito sin inspección de los cargamentos de Bolivia
y Perú, que van dirigidos a los puertos de Arica y Antofagasta, en el norte de
Chile, aunque parte de las drogas se queda en el territorio nacional, donde
ha aumentado igualmente el consumo de cocaína. En el caso de Argentina,
al igual que en Chile, han aumentado además, las incautaciones de drogas
sintéticas como el éxtasis28
De ahí que para M. Hopenhayn (2001), no exista nada más globalizado que
el narcotráfico, pero nada más territorial que el uso de las drogas y la significación de su abuso. Por una parte, el éxtasis va de la mano con una escena: la
música tecno, el contagio amoroso y el superávit energético de sus usuarios.
Por otra parte, la pasta aísla a sus consumidores, los sumerge en espacios de
“silencio” y “angustia” profunda, donde predominan situaciones de mayor violencia y estigma territorial. La insularidad local se ve duplicada por esta otra
insularidad psíquica, donde los vasos comunicantes se hacen cada vez más tenues. De manera analógica, una cosa es navegar por Internet en el barrio alto,
otra es vivir sumido en la pasta base de cocaína en los barrios bajos. En ambos
casos el joven encuentra formas inéditas de viajar: fuga hacia el mundo distante, o hacia los mundos internos donde nadie entra. La droga no viene por casualidad, pues se explica a partir de la exclusión social, la tensión de la ciudad,
la pérdida de sentido colectivo en un dinamismo modernizador que promueve
el individualismo. En suma, droga fina en los barrios exitosos y veneno puro
en los barrios en crisis. Las riquezas livianas conviven con las pobrezas duras,
pero no se mezclan (M. Hopenhayn, 2001).
A partir de todo lo anterior, se puede definir a la “narcocultura” como una especificidad sociohistórica propia del cartel de Sinaloa, donde la lógica del narcotráfico (producción, distribución y consumo de drogas ilícitas) pone en escena
una forma de vida “arquetípica”, sobre todo en el contexto latinoamericano,
con rasgos bastante definidos y delimitados, que coinciden con la hipótesis de
trabajo de esta tesis, y nos arrojan interesantes pistas para profundizar en los
análisis relativos a la irrupción inicial de esta forma de vida translocal, al interior de un territorio como el de la Legua Emergencia, en Santiago de Chile.
B. Significaciones y prácticas de la narcocultura
Vamos a entender a la narco-cultura como una forma de identidad a la cual
adscribe un grupo social específico, y es posible definirla –provisionalmentecomo una forma de vida expresada en hábitos, costumbres, prácticas concretas, significados, imaginarios sociales, estéticas y valores como: la violencia, la
lealtad, la religiosidad, el coraje, el paternalismo, la caridad, la ostentación, el
exhibicionismo, el derroche, el machismo, etc.; que se encuentra determinando
un particular modo de ocupar el espacio, de colonizarlo, de habitar el territorio,
de relacionarse, de vestirse, de usar el lenguaje, de consumir, de celebrar y de
enterrar a sus muertos (Ovalle, L. 2007)
Siguiendo a L. Ovalle (2007), la narco-cultura no implica una forma de contestación y protesta directa contra la sociedad dominante, no constituye una
contra-cultura, una expresión de protesta colectiva o de resistencia cultural,
28
Revisar: Informe sobre la Estrategia Internacional de Control de Narcóticos; Departamento de Estado, 2005.
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ESCENAS DE LA VIDA URBANA EN LA LEGUA EMERGENCIA: NARCOCULTURA Y AMBIVALENCIAS IDENTITARIAS | R. GANTER
con un proyecto de sociedad y comunidad alternativo al hegemónico. Así, la
narco-cultura es una forma de cultura que envuelve la producción, distribución y consumo de narcóticos ilegales. Originalmente, la expresión más popular
de esta cultura se puede asociar con un particular tipo de música, esto es, los
narco-corridos, que narran la crónica de los dramas y aventuras de los narcotraficantes, un grupo particular y específico al interior de nuestras sociedades
contemporáneas (Ovalle, L. 2007).
En este sentido, la narco-cultura define la situación y experiencia de vida de estos
grupos sociales, es decir de los narco-traficantes, quienes adhieren a un tipo particular de estilo de vida donde se potencia la construcción de un nosotros y la posibilidad de establecer fuertes distinciones y fronteras entre quienes participan
de este mundo y quienes se encuentran al margen. Pero identifiquemos algunas
de estas marcas y distinciones, sus dimensiones y especificidades sociales.
De acuerdo con L. Ovalle (2007), al interior del narcomundo se detenta cierta
cosmo-visión, un imaginario social que opera como justificador de las acciones que despliegan cotidianamente los narco-grupos, y que lejos de negar o encubrir sus actividades ilícitas, les permite aceptarlas, justificarlas y legitimarlas.
En ese sentido, destaca el argumento donde se planta que a pesar de conformar
un negocio que se mueve al margen de la legalidad, dicha actividad reporta un
beneficio concreto e inmediato a muchos grupos de personas que se encuentran
desempleados, con problemas de salud, pobreza y exclusión social en nuestras
sociedades Latinoamericanas, hasta incluso puede llegar a promover polos de
desarrollo y progreso regional, local, barrial (Ovalle, L. 2007).
Por otra parte, se argumenta también en muchas regiones de Latinoamérica
tanto urbanas como rurales, que los narcos han venido a jugar el papel del Estado y han dado respuesta a demandas de las comunidades empobrecidas en
materia de vivienda, salud, espacio público, educación y recreación, seguridad,
entre otras. Por su parte, a partir del éxito económico de los grupos de narcotraficantes, particularmente a partir de las últimas dos décadas, se produjo
en algunas regiones -especialmente en Latinoamérica- un rápido ascenso social de sujetos pertenecientes a las clases populares, donde los beneficiarios no
sólo eran los narcotraficantes que vivían directamente de esta economía ilícita,
sino también de todo un tejido social que operaba en su entorno: vecinos, comerciantes locales, profesionales: abogados, jueces, contadores, guardaespaldas, empleados públicos, empresarios, policías, artistas, políticos, entre otros;
generando un rápido reacomodo en la estructura social. Todos estos “recién
llegados”, no estaban interesados en ocultar su origen. De esta forma, el narcomundo ha podido cristalizar el discurso legitimador de sus acciones, al presentarse socialmente como gente comprometida con el desarrollo social de las
comunidades más desfavorecidas (Ovalle, L. 2005).
Paradójicamente con la dimensión anterior, otra especificidad de la narco-cultura se asocia con el poco respeto por la vida humana. Situaciones como la traición,
la delación o la desobediencia son penalizadas ejemplarmente con la muerte y
estos asesinatos generalmente quedan en la impunidad. De allí que esa mezcla
de muerte, impunidad, armas de fuego y la sensación de poder que los acompaña van generando dinámicas de trasgresión inadmisibles (Valenzuela, 2002).
Por otra parte, las investigaciones de L. Ovalle (2000, 2005, 2007), han demostrado que en las redes del narcotráfico existen múltiples funciones que pueden
desempeñar los individuos. Prácticamente cualquier persona interesada en
ganar algo de dinero extra podría ingresar a estas redes sin poseer una alta
calificación o competencia técnica, especialmente si se trata de funciones asociadas con el transporte o almacenamiento de la mercancía. Sin embargo, po-
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ESCENAS DE LA VIDA URBANA EN LA LEGUA EMERGENCIA: NARCOCULTURA Y AMBIVALENCIAS IDENTITARIAS | R. GANTER
cos lograrán ir escalando posiciones ya que para desempeñar actividades más
especializadas, los filtros se vuelven más exigentes sofisticados, y dicha carrera
muchas veces supone un viaje sin retorno, es decir, también resulta complejo
desvincularse de dichas organizaciones y las personas que las componen. En
este plano, para ascender posiciones al interior de estas redes, se necesita estar
“bien contactado”, demostrar las capacidades para las tareas específicas que se
les demanda, ganarse la confianza de sus superiores, aprovechar las oportunidades que brinden miembros importantes de la organización; pero, fundamentalmente, se requiere estar dispuesto a matar. Ser capaz de matar, dar una salida
violenta al conflicto cuando la oportunidad lo amerita, favorece al interior de las
redes del narcotráfico el ascenso en la estructura y el desempeño de nuevos roles, y la reafirmación de la identidad social de narcotraficante (Ovalle, L. 2007).
En otras palabras, al abordar el fenómeno de las muertes violentas asociadas al
narcotráfico desde una perspectiva sociocultural, se parte de la premisa de que
en el mundo de vida de las redes de comercialización de drogas ilegales, no sólo
existe un cruce continuo de balas entre quienes reprimen el delito y las bandas,
o bien, entre las propias bandas; sino que también existe un cruce de sentidos,
un tráfico de valores y mundos sociales, de reglas del juego, de roles y de prácticas sociales y culturales reivindicadas por estas grupalidades.
A propósito de esta situación límite descrita anteriormente, de no seguirse el estricto código del “secreto” (Simmel) y el silencio, del respeto, el apadrinamiento, la lealtad, el pago de las deudas, el respeto a ciertas jerarquías, a la familia,
entre otras; lo que está en juego es mucho: la infraestructura empresarial, sus
fortunas, su libertad y en última instancia: la integridad personal y la de sus
parientes. Por todo esto, la instrumentalización de la violencia desplegadas por
los sujetos que participan de estas redes, es presentada aquí como una acción
planificada, estratégica, racional y coherente con los fines de las organizaciones
y el mundo social en el cual se inscriben sus operaciones (Ovalle, L. 2007).
De este modo, estos grupos sociales tienen que tomar la ley y la “justicia” en
sus manos para protegerse de sus adversarios sociales y estatales; el decidir
no pagar las deudas, filtrar información privilegiada, apropiarse de mercancía
ajena y la competencia desleal, son las principales razones de las represalias
violentas que se gestan en el mundo del narcotráfico. Al analizar los llamados
“ajustes de cuentas”, desde una perspectiva sociocultural, se deben rastrear no
sólo la forma en que la violencia asociada al narcotráfico es representada por
los medios de comunicación, sino también los sentidos que sobre la muerte se
construyen en el mundo de vida del narcotráfico y las formas ritualizadas de las
muertes asociadas con estos grupos. (Ovalle, L. 2007).
Por otra parte, autores como José Manuel Valenzuela (2002) señalan que la
práctica del derroche configura una parte importante de este modo de vida,
donde destaca como positivo y altamente valorado el derroche de dinero efectivo, propiedades, autos, viajes, tecnología, comida, ropa, adornos y accesorios,
regalos, drogas, alcohol, mujeres, esto es, la lógica del exceso. Esta especie de
consumo “bulímco” y de derroche no es una práctica exclusiva de los narcotraficantes, pues como lo advierte Valenzuela (2002), las sociedades contemporáneas realizan una ostentación delirante del consumo como parámetro para
medir el éxito en la vida. Sin embargo, en este escenario los narcotraficantes
constituyen uno de los ejemplos límite por su amplia capacidad de consumo y
poder adquisitivo (Valenzuela, 2002).
Aquí la opulencia, surge como un consumo demostrativo y exhibicionista; tal
parece que estos sujetos actúan fundamentados por la creencia ideológica de
que “lo importante es tener”, o bien, “en la medida que tengas serás acepta-
60
ESCENAS DE LA VIDA URBANA EN LA LEGUA EMERGENCIA: NARCOCULTURA Y AMBIVALENCIAS IDENTITARIAS | R. GANTER
do”. Por esta razón, para ellos es tan importante demostrar su poder adquisitivo, exhibirse (en este punto es clave la lectura del enfoque de Goffman) y
sobre todo, distinguirse en los espacios públicos y colectivos, tanto en el nivel barrial como trans-vecinal (Ovalle, L. 2000); aunque muchas veces este
exhibicionismo –como parte de un estilo emergente y posmoderno- les puede jugar fuertemente en su contra, pues las prácticas demostrativas terminan
por minar el código del silencio al interior y hacia el exterior de estos grupos
y comunidades, poniendo en riesgo su propia libertad e integridad física,
o bien, la de los miembros de la organización y la de sus propios familiares.
Sobre este aspecto, es que es posible hacer alusión a diversos objetos, mercancías y marcas que van conformando una trama de fetiches de consumo translocal, como los relojes marca Rolex, o bien, los nuevos artefactos que configuran
los signos del escalamiento simbólico, donde destacan aparatos electrónicos
como: los celulares con tecnología “touch”, agendas digitales, computadores
portátiles, imponentes automóviles y camionetas 4x4, enormes televisores con
tecnología plasma, entre otros.
“La forma en que los narcotraficantes adquieren los recursos deseados, caracterizada por la rapidez, la transitoriedad (saben que en cualquier momento
pueden perderlos) y la excesividad, incide en que estos sujetos consideren que
pueden acceder a lo que quieren fácilmente, por lo tanto, parece que dejan de
percibir claramente los límites entre el deseo y el acto. El sujeto obtiene los
recursos materiales que desea y dada la importancia que tienen socialmente
dichos recursos, él empieza a asumir un cambio de su lugar en el ambiente
social. Se percibe a sí mismo como más poderoso, y al saberse respaldado por
una red de complicidades y por una organización igualmente poderosa, empieza a relacionarse con el otro estableciendo relaciones funcionales mediadas muchas veces por la violencia material y simbólica” (Ovalle, 2000: 167).
Así, “tener el reloj de la mejor marca y el más caro, andar con la mujer más
bonita ir a los mejores sitios, tener la casa más vistosa de un barrio, todas estas
son expresiones de la búsqueda de aceptación de los sujetos. Así, la opulencia
o el consumo demostrativo se convierten en prácticas indispensables para los
narcotraficantes ya que ellas son el camino que redime y justifica los riesgos”
(Valenzuela, 2002: 194).
En dichas prácticas de consumo demostrativo, la iconografía “pop-pular” es
incorporada a algunos usos relacionados con el mundo narco. Por ejemplo el
uso que le pueden asignan a la Virgen de Guadalupe en sus “poleras”, o bien, a
Jesús Malverde29. En este sentido, se debe resaltar la forma en que su ropa, su
estética, evidencia un campo de lucha simbólica, tal cual lo advirtió G. Simmel
con el fenómeno de la moda. Ahora, para González (2003), es pertinente hablar
de “frentes culturales” ya que la palabra frente señala una línea de combate y
un campo de disputa simbólica por la legitimidad, idea que permite entender la
forma en que los narcos se presentan en sociedad, vestidos según la impresión
y el estilo que quieran dar (González, 2003). Así, los kilos de joyas, van siendo
reemplazados por un simple y discreto reloj marca Rolex.
El mundo del narcotráfico ofrece a sus miembros una seductora realidad, una
experiencia vital de fuertes y placenteras sensaciones, una cotidianidad intensa que mantiene las emociones al límite y que causa una gran dependencia en
quien lo conoce. El éxito, el lujo y el confort deben ser continuamente teatralizados (Goffman, 1987). Las fiestas, los viajes, los espacios de diversión noc-
29
Santo patrono de los narcotraficantes en México, y que no se encuentra reconocido por la
Iglesia Católica.
61
ESCENAS DE LA VIDA URBANA EN LA LEGUA EMERGENCIA: NARCOCULTURA Y AMBIVALENCIAS IDENTITARIAS | R. GANTER
turna, son algunos de los escenarios en los que se ofrece a sus miembros las
mejores condiciones para su sensibilidad. Autos lujosos, decoraciones ostentosas, mujeres hermosas y disponibles, drogas ilegales, alcohol, comida, grupos
musicales, iconografías, son algunos de los elementos de los que se dispone y
que se ponen en escena como importantes elementos de persuasión, reclutamiento y legitimación. Pero lo significativo aquí, reside en el hecho de que la
teatralización del éxito (Goffman, 1987) lleva a reconocer que la narcocultura
posee continuidades importantes con el mundo de la cultura hegemónica, y
en algunos casos se acopla de manera perfecta con dicho orden y sus metas
culturales (Ovalle, 2007).
Por otra parte, como ya se insinuara en los párrafos anteriores, los trabajos de
autores como Valenzuela (2002), han puesto énfasis en la importancia de los
llamados “narcocorridos”, como una rica fuente de información sobre las múltiples articulaciones del narcomundo con otros ámbitos de la sociedad. Según
lo planteado por Valenzuela, el corrido participa en la construcción y reconstrucción de imaginarios colectivos, que muchas veces actúan como formas de
contestación de los discursos hegemónicos y como elemento difusor de las representaciones sociales que predominan en los grupos de “narcos” (Valenzuela,
2002). De este modo, las industrias culturales han venido a conformar todo un
campo de producción, consumo y significaciones en torno al narco-mundo; de
ahí la proliferación de películas, cine, programas de televisión, reportajes, entrevistas, novelas, música, telenovelas, documentales y noticias, que todos consumimos cotidianamente, y que tienen como materia prima fundamental a las
biografías y las expresiones sociales que están en la base de la narco-cultura.
Por último, autores como L. C. Restrepo (2001) plantean que al explorar el
narcomundo surge con fuerza el mitológico espejo de Dionisio, que refleja
los fragmentos del mundo social en el que estamos inmersos. En la mitología
griega, cuando este dios se miraba al espejo, no podía ver reflejado su rostro
sino la imagen del mundo en el que éste se encontraba inmerso. Según Restrepo, así actúa el fenómeno de las drogas en el mundo contemporáneo, esto es,
como un espejo social para quien no teme asomarse a sus entrañas, como un
espejo en el que aparece con todas sus contradicciones el mundo y la sociedad
actual (Restrepo, 2001).
4. Ambivalencias identitarias
A. Modernidad, círculos sociales y ambivalencia
G. Simmel, reconocido como el primer sociólogo de la modernidad y de la vida
urbana, fundador de la sociología formal y de los análisis micro-sociológicos;
le asignó una enorme importancia al estudio de las formas sociales, las modas,
los estilos de vida, la coquetería, lo femenino, la comida, el rostro y las configuraciones que están en la base de los procesos sociales, en lugar de centrar su
mirada en el estudio de las esencias y sustancias metafísicas.
En este marco, es que Simmel inaugura un tipo de comprensión de la modernidad a partir de uno de los rasgos consustanciales de este contexto socio-histórico, esto es, la ambivalencia y la heterogeneidad de las sociedades urbanas
contemporáneas. Ejemplo de esta situación lo constituye la moda, pues en tanto forma básica de la diferenciación social, al mismo tiempo proporciona seguridad e integración a los individuos. “La moda es imitación de un modelo dado
y proporciona así satisfacción a la necesidad de apoyo social; conduce al individuo al mismo camino por el que todos transitan y facilita una pauta general que
hace de la conducta de cada uno un mero ejemplo de ella” (Simmel, 1986:28).
Une y diferencia, esas son las funciones básicas de la moda en las sociedades
62
ESCENAS DE LA VIDA URBANA EN LA LEGUA EMERGENCIA: NARCOCULTURA Y AMBIVALENCIAS IDENTITARIAS | R. GANTER
contemporáneas, homogeniza e individualiza, globaliza y particulariza las formas de vida, organiza los elementos comunes y potencia la especificidad de la
subjetividad. Tales son las propiedades paradojales de la modernidad que en la
moda se manifiestan (Beck, 1997).
Simmel parte su análisis critico de la modernidad, a partir de la contradicción entre lo que él entiende como cultura objetiva (mundo material) v/s cultura subjetiva (mundo emocional), donde detecta una hipertrofia de la cultura objetiva por
sobre la vida “espiritual” de los individuos. Este proceso se manifiesta en el hecho
de que la división social del trabajo y el desarrollo tecnológico, se autonomizan y
complejizan a tal extremo -en el marco del modelo capitalista industrial- que impactan negativamente en el desarrollo de la cultura de los individuos, constatando una tensión entre la energía vital y su manifestación en objetos que tienden
a adquirir una autonomía propia y hostil. Marx llamó a este proceso de extrañamiento y alienación, como el fetichismo de la mercancía. Otros autores como G.
Lukacs, lo abordaron como la cosificación de las relaciones sociales.
De este modo, la creciente complejidad de la vida social en la modernidad, mediatizada por la técnica y la acción instrumental, imponen un profundo deterioro en la percepción y expresión de los sentidos humanos y las experiencias
intersubjetivas. En ese sentido, los sujetos al verse arrojados a tal grado de extrañamiento y secularización de sus mundos cotidianos, no tienen otra respuesta y reacción que la desorientación y la ambivalencia (Simmel, 1986).
Simmel, en su investigación sobre los círculos sociales, plantea que los sujetos
sociales no son el resultado de las condiciones materiales de producción y de los
procesos de objetivación que éstas conllevan, sino el producto del cruce de los
círculos sociales en los que participa. Estos círculos sociales constituyen la matriz de interacción fundamental de los individuos; es dentro de éstos donde se
desenvuelven los sujetos y se realiza la vida social, pues los grupos en los cuales
el individuo interactúa conforman un sistema de coordenadas que orientan la
acción social (Simmel, 1986).
En las sociedades premodernas el número de círculos sociales era pequeño
y limitado, se reducía al parentesco, a los gremios y a los pequeños pueblos
y vecindades. Estos círculos rodeaban herméticamente al individuo y lo sumergían totalmente en la vida del grupo o comunidad. De este modo, lo subordinaban, lo hacían dependiente por medio de las lealtades al dominus
o señor. Por ejemplo, en la sociedad feudal el señor feudal dominó al siervo
–con excepción de lo corporal- en lo personal, en lo político, en lo económico, en lo jurídico y en lo social; por tanto, la dependencia era absoluta.
En la actualidad, el número de círculos diferentes en que los individuos se mueven es uno de los índices de desarrollo cultural, pues en nuestras sociedades
el círculo familiar está separado del religioso, del profesional, del vecinal, del
deportivo, del político, del cultural, del ciber-mundo, etc. Cada individuo al pertenecer a diferentes círculos donde hay diferentes personas, ocupa una posición
en cada uno de ellos, aún cuando estos círculos se encuentren intersectados o
traslapados como nudos de una gran red de relaciones. Y aunque cada individuo tiende hacia una situación única en la esfera social, puede compartir con
otros individuos varios círculos heterogéneos.
En las sociedades premodernas, el individuo no podía coexistir con personas
con diferente fe religiosa, porque la comunidad religiosa coincidía totalmente con la comunidad social o territorial. En el mundo moderno es diferente,
pues en los barrios de las grandes ciudades conviven familias con diferentes grados de religiosidad y con diferentes creencias, imaginarios, hábitos,
63
ESCENAS DE LA VIDA URBANA EN LA LEGUA EMERGENCIA: NARCOCULTURA Y AMBIVALENCIAS IDENTITARIAS | R. GANTER
prácticas culturales, afiliaciones y militancias; las ataduras entre los vecinos
o pobladores del barrio son territoriales, lo anterior no significa que la religión haya perdido fuerza, sino que no necesariamente los vecinos asisten
a la misma iglesia o participan de las mismas actividades económicas, culturales o comunitarias. Estas situaciones le dan al sujeto un sentido de libertad, de independencia sobre la dominación del pequeño círculo social.
Así, con cada pertenencia del individuo a nuevos grupos se va configurando
de modo más consistente la subjetividad y la pertenencia a una diversidad de
círculos sociales que potencia y expande la individualidad hasta límites inexplorados. En ese sentido, la personalidad es capaz de entregarse al círculo social
y hasta sumergirse en él, para volver luego a reconquistar sus peculiaridades,
como resultado de este cruce de círculos sociales que se verifica en cada persona
(Simmel, 1986). Pero esta dinámica no está exenta de conflictos y fricciones.
“El pertenecer a varios círculos sociales provoca, en efecto, conflictos de orden interno y externo, que amenazan al individuo con un dualismo espiritual,
y hasta con íntimos desgarrones. Pero ello no prueba que esa pertenencia a
varios círculos deje de tener efectos que fortalezcan y afirmen la unidad personal” (Simmel, 1986: 437).
De este modo, para Simmel (1986) la pertenencia a diversos y complejos cruces de círculos sociales, no sólo es necesaria para promover los horizontes de
libertad en los individuos, sino que también es inevitable producto de la propia
lógica y dinámica de la sociedad avanzada. Así, la pertenencia a varios círculos
sociales e incluso las pertenencias contradictorias, no dejan de tener efectos que
potencian y afirman a la subjetividad, pues la vida en las sociedades modernas
y complejas impone a los individuos diversas afiliaciones a múltiples círculos
sociales; lo que además de promover formas cada vez más heterogéneas de
sociabilidad y libertad, significa también -y paradojalmente- nuevos riesgos y
conflictos para la individualidad.
Esta dualidad descrita por Simmel da cuenta de un incremento de la fragmentación de la vida social en el contexto de la modernidad y la vida urbana
contemporánea, pero simultáneamente dicha dinámica conforma la condición
para el despliegue de la autonomía personal y la formación de la singularidad.
La contradicción y paradoja anterior constituye para Simmel una cartografía
dramática, pues “sólo en las grandes ciudades (máximo desequilibrio entre
cultura objetiva y cultura subjetiva) puede el hombre ser libre y desarrollar
sin trabas su individualidad (…). La alternativa es trágica: si renunciamos a la
gran ciudad renunciamos a la libertad y a la individualidad; si deseamos nuestra libertad y nuestra libertad nos vemos inevitablemente abocados a la gran
ciudad y, de su mano, a la división del trabajo y a la economía monetarista”
(Salvador Mas Torres, 2001:30)
Ahora bien, es precisamente debido al exceso de fragmentación de la vida social
y a la puesta en marcha de los nuevos riesgos que trae consigo el nuevo contexto
determinado por la vida urbana moderna, que se requiere también de contrapesos. Esas formas de contra-peso o blindaje de la subjetividad, es posible observarlos al interior de las nuevas formas de sociabilidad y libertad expresadas
al interior de los grupos o en el cruce de los llamados círculos sociales. De ahí
nuevamente, la importancia de la moda o los nuevos estilos de vida, en tanto
objeto de investigación; pues además de representar un contrapeso a la indiferencia y el extrañamiento, genera diferenciación y distinción hacia el exterior
de la esfera de influencia de los círculos sociales. Pero, al mismo tiempo supone
riesgos asociados con la esclavización y cosificación del individuo al interior de
las tramas del mercado, la comercialización y la economía monetaria.
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ESCENAS DE LA VIDA URBANA EN LA LEGUA EMERGENCIA: NARCOCULTURA Y AMBIVALENCIAS IDENTITARIAS | R. GANTER
De este modo, la ambivalencia a la cual nos arroja la vida urbana moderna,
es asumida por Simmel más que como un desenlace apocalíptico, como un
desafío para la subjetividad y la libertad del individuo; pues asume a “toda
la historia de la sociedad como un compromiso dialéctico último entre dos
tendencias: la adhesión y la absorción en un grupo social por un lado, y la diferenciación individual y distinción de los miembros de un grupo, por el otro”
(Frisby, D. en Picó, 1988).
B. La ambivalencia como categoría sociológica
Desde una dimensión filosófica, la discusión acerca de la categoría de ambivalencia y ambigüedad identitaria, posee un fuerte referente en la tradición del
pensamiento que está ligada a toda la obra de F. Nietzsche, particularmente
en su texto sobre “El Origen de la Tragedia” (1999). Allí, el autor trabaja los
arquetipos de Apolo y Dionisio para adentrarse en la condición humana que
irrumpe con la modernidad.
De este modo, según Nietzsche (1999), Apolo expresaba para los griegos un
modo de estar en el mundo, una forma de habitar el mundo: era el dios de la
luz, de la claridad y la armonía, frente al mundo de las fuerzas instintivas y
opacas. Simbolizaba también, la norma, el orden, la serenidad, el equilibrio, la
moderación, la medida, la forma, la perfección, la racionalidad, la planificación,
la felicidad, lo coherente, lo proporcionado, la belleza, en definitiva lo que a
muchas personas les agrada mostrar de ellas mismas.
Por su parte, Dionisio representaba la contra cara de aquella forma de habitar
el mundo, y constituía otra manera de experimentarlo, donde predominaba
la confusión, la ambigüedad, la contradicción, la deformidad, el desorden, la
desproporción, lo excesivo, el caos, el riesgo, la lucha, la noche, la anomalía,
lo deforme, el mundo instintivo, la irracionalidad, la vida en sus aspectos oscuros, lo oculto, en definitiva lo que la gran mayoría de las personas prefiere
ocultar de sí mismas.
Estos dos arquetipos, que operan como metáforas para trabajar analíticamente
los diferentes planos a través de los cuales se configura la identidad, también
constituyen en lo práctico, dos formas de abordar la experiencia humana, “dos
voluntades”, “dos modos de estar y habitar el mundo”, que muchas veces no son
mutuamente excluyentes, pues se combinan y hasta pueden experimentar fuertes interdependencias y “contagios”. De hecho, en estricto rigor constituyen dos
caras de una misma moneda, cuya complejidad es irreductible, e incluso cada
una de estas polaridades puede presentar y experimentar de modo independiente, la ambivalencia y la ambigüedad respecto de lo que podría ser su propia
“sustancia” o “esencia”, en relación a su opuesto.
A este respecto, M. Hopenhayn (1997) plantea que: “La ambigüedad no sólo se
da porque una voluntad tiende hacia lo apolíneo y otra hacia lo dionisíaco [primer plano de la ambivalencia]30. También en sí mismas la figuración apolínea,
como la disolución dionisíaca, llevan la impronta de la ambigüedad [segundo
plano de la ambivalencia]. Pues, lo apolíneo quiere la individuación, pero a la
vez el arquetipo (como tal, colectivo); es la forma pero también la fisura. Lo
dionisíaco disuelve pero funde: resta sumando. Lo apolíneo es jerarquía, pero
a la vez provisoriedad (y por ello inversión de la jerarquía como orden estable).
Lo dionisíaco es caos, pero también –y en tanto caos- es fecundidad, fuerza de
la que emanan todas las formas. Con todo ello, la ambigüedad queda plasmada
no sólo como vaivén entre antípodas, sino como un surco que va cargando cada
30
Como ya se indicara y describiera en el párrafo anterior.
65
ESCENAS DE LA VIDA URBANA EN LA LEGUA EMERGENCIA: NARCOCULTURA Y AMBIVALENCIAS IDENTITARIAS | R. GANTER
antípoda con múltiples sentidos” (M. Hopenhayn, 1997).
En este mismo sentido, se orienta el texto: “Por una Moral de la Ambigüedad”,
de Simone de Beauvoir (1969), donde definir la ambigüedad de la existencia
subjetiva “es plantear que su sentido no está nunca fijado, que se ha de conquistar incesantemente” (Beauvoir, S. 1969).
De este modo, la identidad misma queda expuesta en su contradicción y se vuelve ambigua, pero al revés de Hegel, que subsume la diferencia en la perspectiva
centrípeta de la identidad del sujeto, en la ambigüedad el movimiento se resuelve en la primacía de la diferenciación y la diversidad. Y esta ambigüedad identitaria, en tanto oscilación entre lo apolíneo y lo dionisíaco, rompe el pánico a
lo irreparable porque incluye dentro de sí el momento posible de la disolución,
lo propone como una inflexión entre perspectivas y no como el colapso de todo
sentido. Así, la ambigüedad asumida no es falta de perspectiva, sino inestabilidad por exceso de perspectivas. No connota debilidad de las convicciones sino
desborde pendular de las mismas. (M. Hopenhayn 1997).
Ahora bien, uno de los primeros enfoques que tematizan de modo sistemático
el fenómeno de la ambivalencia en el campo de la subjetividad individual, es el
psicoanálisis. En este plano destacan las investigaciones de S. Freud (1967) sobre Tótem y Tabú. Allí, el autor plantea que: “Para nosotros presenta el tabú dos
significaciones opuestas: la de lo sagrado o consagrado y la de lo inquietante,
peligroso, prohibido o impuro. En polinesio lo contrario de tabú es noa, o sea
lo ordinario, lo que es accesible a todo el mundo. El concepto de tabú entraña,
pues, una idea de reserva y, en efecto, el tabú se manifiesta socialmente en prohibiciones y restricciones” (1967: 29).
Cabe señalar también, que en este marco Freud (1967) plantea la existencia
de dos tipos fundamentales de tabú: el “natural”, producto de una fuerza desconocida, exterior a la realidad social, y que lo pueden poseen ciertos objetos
o personas como si hubieran recibido una carga maléfica; por ejemplo: en el
cristianismo el árbol prohibido, o bien, lo que representaban los judíos para la
ideología nazi. El segundo tipo de tabú lo constituye el “transmitido”, y lo poseen quienes han entrado en contacto con algún tabú. Por su parte, aquí lo tabú
se transmite y es contagioso, de modo que las personas que se aproximan a este
objeto o sujeto, deviene el mismo en tabú.
“Cuando un individuo ha conseguido satisfacer un deseo reprimido, todos los
demás miembros de la colectividad deben de experimentar la tentación de hacer otro tanto; para reprimir esta tentación es necesario castigar la audacia de
aquel cuya satisfacción se envidia, y sucede, además, con frecuencia que el castigo mismo proporciona a los que lo imponen la ocasión de cometer a su vez,
bajo el descubrimiento de la expiación, el mismo acto impuro. Es éste uno de
los principios fundamentales del orden penal humano y se deriva, naturalmente, de la identidad de los deseos reprimidos en el criminal y en aquellos que se
hallan encargados de vengar a la sociedad ultrajada” (Freud, 1967: 99).
Así, la característica más relevante de esta analogía es lo que Freud denominó
“actitud ambivalente del sujeto con respecto al objeto o, más bien, el acto prohibido”. Parafraseando al propio Freud, el individuo al mismo tiempo que experimenta el deseo de realizar cierto acto prohibido, le retiene siempre el horror
que la misma prohibición le inspira. Y mientras que la prohibición es claramente consciente y racional, la tendencia prohibida, es por completo inconsciente
y el sujeto no gobierna dicha fuerza, desconociéndola por completo. Por ello, el
sujeto que ha violado un tabú, él mismo deviene tabú, pues posee la facultad y
la experiencia peligrosa de incitar a los demás a seguir su “desviación”, su ruta
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ESCENAS DE LA VIDA URBANA EN LA LEGUA EMERGENCIA: NARCOCULTURA Y AMBIVALENCIAS IDENTITARIAS | R. GANTER
proscrita y contaminada (Freud, 1967).
En esta misma línea del psicoanálisis, E. Bleuler (1993) llama ambivalencia a
la coexistencia de sentimientos opuestos. El amor y el odio con respecto a una
misma persona pueden ser igualmente intensos, sin que se interfieran entre sí
(ambivalencia afectiva). También distingue otro tipo de ambivalencia, como la
ambivalencia de la voluntad, por ejemplo: el querer y no querer simultáneamente (Bleuler, E. 1993).
Esta especie de juego de ambivalencia psíquica y centrada en la esfera individual, de algún modo también puede ser rastreado en la tradición sociológica, por cierto, como ya lo viéramos a través de los estudios de Simmel; pero
también es posible encontrar signos de esta discusión en E. Durkheim, particularmente en sus investigaciones sobre “Las Formas Elementales de la Vida
Religiosa” (1982-1984). Allí, el autor trabaja las cuestiones ligadas a la dicotomía entre lo sagrado y lo profano, pues parte de la base de que todas las creencias religiosas distinguen entre lo sagrado y lo profano. Así, las cosas sagradas
son aquellas que las prohibiciones protegen, aíslan, blindan. Las profanas son
aquellas a las que se aplican estas prohibiciones y que deben quedar a distancia de las sagradas, segregadas y distinguidas, fuera del marco epistémico que
opera bajo las reglas de la verdad y el saber oficial (Foucault). Así, “mientras lo
sagrado suministra una representación social del bien en relación al cual los
actores pretenden construir las comunidades, lo profano define una imagen del
mal y establece una esfera de contaminación en la que los humanos intentan
desembarazarse” (Alexander, 2000:17).
Por su parte, la vida sagrada y la vida profana no pueden existir en las mismas
unidades de espacio y tiempo; surgen así las fiestas como dispositivo de mediación del conflicto o las tensiones entre dos grupos en competencia o disputa.
Así, las fiestas operan ajustando dos niveles de la realidad nunca plenamente
adaptados entre sí. La concepción de las fiestas y ritos religiosos, -en tanto estados de efervescencia, comunión, mezcla y ambivalencia de emociones- tiende a
enfatizar el rol de estos en la reducción de los conflictos y el fortalecimiento de
la cohesión social en una comunidad.
Ahora bien, para R. Merton (1976) “a diferencia de la orientación psicológica,
la sociológica se interesa por los modos en que la ambivalencia es construida
en la estructura de status y roles sociales. Nos orienta a examinar los procesos
en la estructura social que afectan a la probabilidad de que la ambivalencia
surja en tipos particulares de relaciones de rol. Y, por último, nos orienta hacia
las consecuencias sociales de la ambivalencia en el funcionamiento de las estructuras sociales” (1976:5).
Para el caso de esta investigación, el concepto de ambivalencia sociológica resulta más pertinente que el de ambivalencia puramente psíquica e individual,
aunque no se descarta el componente afectivo debido a la potencia que alcanza
en las denominadas micro-comunidades o comunidades emocionales, que tanto proliferan en el contexto social y cultural actual.
Pero, a diferencia del caso del tabú, estamos hablando de deseos que en general
son conscientes, pues forman parte de las expectativas “normales” y racionales
de muchos individuos que ocupan roles específicos. Y es precisamente este nivel el que resulta más relevante para R. Merton, pues “la teoría sociológica trata
de los procesos a través de los cuales las estructuras sociales generan las circunstancias en las que la ambivalencia está incorporada en status o conjuntos
de status junto con sus roles sociales asociados” (Merton, 1976:7).
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ESCENAS DE LA VIDA URBANA EN LA LEGUA EMERGENCIA: NARCOCULTURA Y AMBIVALENCIAS IDENTITARIAS | R. GANTER
En este marco, Merton (1976) alude a expectativas normativas en conflicto que
son socialmente definidas para un rol particular predefinido para un status
concreto. En estos casos la sociedad impone mandatos contradictorios y como
tales los deberes no pueden cumplirse simultáneamente, entonces surge una
típica “oscilación de comportamientos”. Desde esta perspectiva, un rol no debe
concebirse como un conjunto unificado de normas, “sino como una organización dinámica de normas y contranormas”, que alternativamente controlan la
conducta. La aportación de Merton (1976) extiende pues, los análisis ya conocidos acerca de las evasiones institucionalizadas y pauteadas de las normas,
para hacer de ello una teoría sociológica, donde destaca una tipología de distintos casos de ambivalencia sociológica (Espinosa, E. 1993). Algunos de estos
casos son los siguientes:
•
•
•
•
Conflicto de roles de un status.
Conflicto cultural entre distintos fines o metas dentro de una misma cultura.
Conflicto cultural entre fines y medios, es decir, entre una cultura y una
estructura social.
Conflicto entre culturas distintas, al que pueden verse sometidos aquellos individuos (inmigrantes, por ejemplo) que pertenecen a ambas formas de vida.
Así, a través de esta tipología, Merton (1976) está detallando la variedad de
casos en que una persona se ve sometida a presiones contradictorias; sea en
el caso de dos normas morales, o bien, entre una norma y su posible incumplimiento. Para Merton la ambivalencia sociológica, sólo se presenta en los
casos de conflicto normativo y no estructural, es decir, cuando un actor se ve
moralmente impulsado a actuar de modo contradictorio. Así, en el enfoque
de Merton, únicamente en este último caso puede hablarse con propiedad de
ambivalencia sociológica, pues un mismo código moral impondría pautas de
conducta incompatibles. Ahora, bajo estas coordenadas podría pensarse que
tales supuestos constituyen la excepción en la dinámica social, apareciendo
en raras instancias de fricción normativa, sin embargo la “creencia” funcionalista-mertoniana en la unidad moral de la cultura occidental dificulta la
comprensión de que el orden social, aparentemente uniforme, está atravesado
y fundado por profundas contradicciones sociales, por cortes, rupturas y negaciones subterráneas, como ya se describió en los análisis del propio Simmel,
y que estarían afectando los diferentes modos de adaptación a las normas
sociales (Espinosa, E. 1993).
Por otra parte, para el sociólogo G. Gurvitch (1962), desde una perspectiva ligada con la micro-sociología, las estructuras sociales están construidas sobre
equilibrios precarios. De ahí que éstas estén marcadas por lo que él denomina
como signos de “ambigüedad”, los que llegan a manifestarse en la ambivalencia
que atraviesa todas las relaciones sociales. En este plano los individuos pueden
actuar; pueden vincularse y asociarse entre ellos, y seguir siendo irreductibles
como tales; pueden incluso llegar a fusionarse parcialmente sin llegar a identificarse; a participar en las mismas totalidades sociales y al mismo tiempo,
combatirse mutuamente; a comportarse como amigos y enemigos simultáneamente (F. Robles, 1999).
El sociólogo Fernando Robles (1999), siguiendo a G. Gurvitch, plantea que para
la microsociología el interés más significativo se encuentra –precisamente- en
la observación de las relaciones mixtas, de frontera, donde temporal y espacialmente existe acercamiento y/o lejanía como un fenómeno simultáneo. “En
ambos casos se trata de relaciones de transición, de intercambio: en las relaciones mixtas se encuentra uno al alejarse y se aleja uno al acercarse, como el caso
de una relación contractual entre pares. Es necesario aquí señalar que lo que
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ESCENAS DE LA VIDA URBANA EN LA LEGUA EMERGENCIA: NARCOCULTURA Y AMBIVALENCIAS IDENTITARIAS | R. GANTER
caracteriza a las relaciones mixtas es su carácter pasivo, lo que por otra parte
condiciona una endémica ambigüedad” (Robles, F. 1999:26).
Pero quizás nadie como la antropóloga Margaret Mead ha sabido ver –de modo
magistral y elocuente- esta profunda heterogeneidad cultural y cruce ambiguo
de círculos sociales que constituyen el ADN de estas llamadas totalidades en
movimiento, o estructuras precarias que definen a la sociedad contemporánea,
particularmente en los segmentos juveniles:
“Nuestros jóvenes confrontan una serie de grupos diferentes que creen en cosas diferentes y defienden prácticas diferentes y a los cuales puede pertenecer
algún pariente o amigo de confianza. Así, el padre de una chica podría ser un
presbiteriano, imperialista, vegetariano, abstemio, con una fuerte preferencia
literaria por Edmund Burke, que cree en la libertad de comercio y la protección
aduanera, estima que el lugar de la mujer es la casa, que las jovencitas deben
llevar corsé, no deben enrollar sus medias, no deben fumar ni salir con chicos
por la noche. Pero el padre de su madre puede ser un episcopaliano de los Derechos de los Estados y la Doctrina Monroe, que lee a Rabelais y gusta de ir a
los conciertos y las carreras de caballos. Su tía es agnóstica, enérgica defensora
de los derechos de las mujeres, internacionalista, basa toda su esperanza en el
Esperanto, adora a Bernard Shaw y dedica su tiempo libre a campañas contra la
vivisección. Su hermano mayor, a quien admira extraordinariamente, acaba de
pasar dos años en Oxford. Es un anglo-católico entusiasta de todo lo medieval,
escribe poesía mística, lee a Chesterton y piensa dedicar su vida a buscar el
secreto perdido del cristal emplomado medieval. El hermano más joven de su
madre es un ingeniero, materialista rígido que nunca se recuperó de la lectura
de Haeckel que hizo en su juventud; desprecia el arte, cree que la ciencia salvará
el mundo, se ríe de todo lo que se dijo y pensó antes del siglo XIX y estropea su
salud experimentando con la supresión científica del sueño. Su madre tiene un
tono espiritual quietista, está muy interesada en la filosofía india, es pacifista,
una estricta no-participante en la vida y, a pesar de la devoción que su hija siente por ella, no hará nada para movilizar ese entusiasmo. Y esto puede ocurrir en
el propio hogar de esta chica. Añadir a ello los grupos representados y defendidos por sus amigos, maestros y los libros que lee accidentalmente, de tal modo
que la lista de entusiasmos posibles y compromisos sugestivos, incompatibles
unos con otros, es abrumadora” (Mead, M. 1928: 202-203).
A este respecto, al concepto cerrado de identidad Maffesoli (1990) le opone la
noción abierta de identificación. El individuo se encierra en su identidad, se
agota en su función. La persona se identifica con sus simultáneas y sucesivas
máscaras sin agotarse en ninguna de ellas. Así, al concepto de socialización vertical y lineal, le opone el de socialidad, flexible, trans-grupal, ambiguo, polimorfo. Del mismo modo, la organización de la socialidad tiene forma de red. Una
red que conecta nudos. Los nudos de la red serían para este autor, las nuevas
tribus –círculos sociales emergentes- que proliferan e irrumpen en la sociedad
urbana contemporánea, reinventando nuevas y fugaces formas de estar juntos,
la mayoría de ellas poniendo en escena sus propias máscaras para ser expuestas
y visibilizadas en los espacios públicos de la (pos)modernidad.
En ese sentido, para M. Maffesoli (1990): “Lo social descansa en la asociación
racional de individuos que tienen una identidad precisa y una existencia autónoma, mientras que la socialidad cuenta, por su parte, con la ambigüedad
fundamental de la estructuración simbólica” (Maffesoli, 1990:173).
Asimismo, en el contexto social y urbano actual, “la identidad y la precisión del
rasgo prevalecen menos que la borrosidad, la ambigüedad (…) y la seguridad
de la razón, está a punto de sucederle eso que podríamos llamar el claroscuro
69
ESCENAS DE LA VIDA URBANA EN LA LEGUA EMERGENCIA: NARCOCULTURA Y AMBIVALENCIAS IDENTITARIAS | R. GANTER
de los modos de organización y de las maneras de pensar el mundo. Como todo
claroscuro, éste tiene su encanto, pero también sus leyes, que no conviene ignorar si queremos poder reconocernos en él” (Maffesoli, 1990:165).
Sin embargo, a pesar de observarse la irrupción, en los contextos sociales actuales de esta fuerza epocal ligada a los procesos de hibridación y superposición de
tiempos y espacios, que van potenciando procesos de mestizaje, descentramiento y ambigüedad en la subjetividad contemporánea; persiste –por otro lado- el
esfuerzo moderno de combatir y exorcizar la ambivalencia y el caos. La búsqueda del orden constituye el principal motor en un mundo hipersecularizado,
donde el vacío de fundamento desestabiliza el sistema con su indeterminación
(Bauman, 1996). En ese sentido, para Z. Bauman (1996), el los actores sociales
dotan al mundo de una estructura y un orden a través del lenguaje, poniendo
freno a la contingencia y haciendo posible para los sujetos, el actuar en un marco específico de significados y categorías. A través de la interiorización de este
marco común, el mundo aparece ante nosotros como coherente y organizado.
Así, “la ambivalencia”, como contra-cara, muestra los límites del mundo y atenta contra el conjunto de expectativas y patrones de acción; se filtran a través de
ella el caos, la indeterminación, la contingencia, la alteridad. El primer acto de
inclusión/exclusión es un acto lingüístico violento por el cual se recorta el mundo a través de los nombres, estigmas (Goffman); pero la ambivalencia surge con
ese mismo acto poniendo en tensión las clasificaciones oficiales y autorizadas,
pues es imposible eliminar la arbitrariedad del recorte y todo aquello que el
nombre deja afuera (Bauman, 1996).
Con respecto a la “otredad”, Bauman (1991) plantea: “lo otro del orden no es
otro orden: tan sólo es el caos de la alternativa. Lo otro del orden es el hedor de
lo indeterminado e impredecible. Lo otro es la incertidumbre, el origen y arquetipo de todo temor. Los tropos del otro orden son: indeterminación, incoherencia, incongruencia, incompatibilidad, ilogicidad, irracionalidad, ambigüedad,
confusión, inexpresividad, ambivalencia” (Bauman 1991:81).
Sin embargo, el caos como amenaza inmanente sobre el orden del mundo, funda a su vez la condición de la “reflexividad”, como la “conciencia del carácter no
concluyente del orden existente” (Bauman, 1996: 83). Por su parte, Foucault
(1992) plantea que la oscuridad, la “anormalidad” y la ambivalencia nos recuerdan siempre la arbitrariedad de las “políticas de la verdad”, por tanto el mundo
siempre muestra –en sus pliegues- las posibilidades de reinterpretación y reestructuración de éste, puesto que siempre hay un afuera.
Así, lo “extraño” (Simmel, 1986) como la figura de la ambivalencia, representa
un problema crucial y existencial para el orden contemporáneo, pues representa lo inasible en todo grupo social: lo “viscoso” (Bauman, 1996). “La condición ambigua de quienes se hallan en una situación liminal, las dificultades
o imposibilidades de clasificarlos con claridad –puesto que no son nada, pura
posibilidad, seres a medio camino entre lugares sociales-, es lo que hace que se
les perciba con mucha frecuencia como fuentes de inquietud y de peligro (…)
Se trata de, entre otros, los inmigrantes, los adolescentes (…) los outsiders en
general. Todos ellos son útiles para catalizar, bajo el aspecto de su extrañamiento, la mismidad del sistema que los rechaza, y que los rechaza no porque sean
intrusos en su seno, sino precisamente porque representan una exageración o
una miniatura, una caricatura inquietante” (Delgado, 2000:110-112).
C. Alcances sobre secretos, máscaras y ambivalencias
Son conocidos los singulares y significativos aportes de G. Simmel (1986), en
relación a la relevancia sociológica del secreto y sus prácticas en las sociedades
70
ESCENAS DE LA VIDA URBANA EN LA LEGUA EMERGENCIA: NARCOCULTURA Y AMBIVALENCIAS IDENTITARIAS | R. GANTER
modernas. Pues: “El secreto en este sentido, el disimulo de ciertas realidades,
conseguido por medios negativos o positivos, constituye una de las más grandes
conquistas de la humanidad. Comparado con el estado infantil, en que toda
representación es comunicada en seguida, en que toda empresa es visible para
todas las miradas, el secreto significa una enorme ampliación de la vida, porque
en completa publicidad muchas manifestaciones de ésta no podrían producirse.
El secreto ofrece, por así decirlo, la posibilidad de que surja un segundo mundo,
junto con el patente, y éste sufre con fuerza la influencia de aquél”. (Simmel,
1986: 378). A ello, aquí podríamos agregar que ese segundo mundo también
supone la configuración de facetas superpuestas, pero ensambladas; fachadas,
máscaras o personajes como diría Goffman, que de algún modo despliegan un
arte de las simulaciones y del manejo de la impresiones. Con todo, el secreto
proporciona -en las sociedades modernas- una ampliación de la vida privada, la
autonomía individual y la libertad personal.
Pero, cuando un grupo toma el secreto como forma de existencia, como constitutivo de su forma de vida, éste determinará las relaciones internas de la grupalidad, apareciendo con ello el fenómeno de las “sociedades secretas” (Simmel,
1986). Ejemplos históricos de estas formaciones sociales, lo constituyen “hermandades” como: la masonería o la mafia.
Para Simmel (1986), los principales rasgos y relaciones internas que definen
una sociedad secreta son los siguientes:
a. Un sentimiento de confianza mutua entre sus miembros, solidaridad interior. En ese sentido, la inclusión y la pertenencia son un hecho explícito
para sus miembros.
b. Un sentimiento de protección frete al exterior. Se vive la experiencia de la
clandestinidad, se esconden como colectivo.
c. No están ocultos sus individuos y elementos del conjunto, sino el hecho
que los reúne.
d. El secreto nunca es permanente, es un estado de transición – ser y no ser.
e. El secreto genera un efecto aislador, conforma una comunidad interior.
f. Las Sociedades Secretas son jerárquicas, el poder se ejerce de modo vertical, como un mecanismo de control estricto. Esta fórmula es proporcional
al volumen de sus miembros.
g. Practican el ritual en su interior.
h. Constituyen una forma de vida, una unidad cerrada, que muchas veces navega contra la corriente de vida unitaria y centralizada.
i. Se oponen al mundo oficial, constituyen un espejo invertido, de ahí su peligrosidad frente al orden establecido.
j. Implican un grado de libertad y autonomía, pues su marginación de las
formas de vida convencionales les permite moverse más allá de los parámetros que regulan al resto de los individuos en sociedad.
k. Al distanciarse de la norma y los apoyos institucionales, generan un sentimiento de des-arraigo e inseguridad.
l. La extensión y proliferación de las Sociedades Secretas, constituye un síntoma de un clima social con libertades restringidas y con la hegemonía de
un espíritu policíaco.
Ahora bien, para el caso de lo que aquí hemos denominado como narco-cultura,
aparece significativa la concepción de máscara que Maffesoli (1990) rescata de
Simmel, pues la máscara juega un papel central en la conformación de las “sociedades secretas”, ya que la máscara conspira contra los poderes establecidos y se
funde con la masa. “La máscara hace del yo un conspirador contra los poderes establecidos; pero podemos afirmar desde ahora mismo que esta conspiración une
al yo con los demás, y ello de manera no accidental, sino estructuralmente ope-
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ESCENAS DE LA VIDA URBANA EN LA LEGUA EMERGENCIA: NARCOCULTURA Y AMBIVALENCIAS IDENTITARIAS | R. GANTER
rante” (Maffesoli, 1990:166). Este aspecto puede ser altamente productivo, si se
quiere comprender e interpretar la experiencia de la narco-cultura y su combustión en la estructura permeable y descentrada de las sociedades posmodernas.
Maffesoli (1990), releyendo a Simmel, plantea que el secreto fortalece la solidaridad de base. Protege contra lo que viene de afuera o de arriba. De este
modo, en cuanto “forma social”, la sociedad secreta permite la resistencia pues
mientras el poder –el Estado- tiende a la centralización, a la especialización y
a la espacialización; la sociedad secreta se sitúa siempre en el margen, siendo
resueltamente laica, poli-centralizada e incapaz de tener un cuerpo de doctrinas
dogmáticas e intangibles (Maffesoli, 1990).
Al mismo tiempo, la resistencia presente en estos “círculos” adopta un perfil
bajo que favorece la complicidad entre quienes la practican desde dentro, o
bien, en el marco de círculos sociales contiguos. “El combate supone siempre
un más allá de sí mismo, un más allá de quienes lo emprenden, siempre hay un
objetivo que alcanzar. En cambio las prácticas del silencio son ante todo orgánicas, es decir que el enemigo tiene menos importancia que la atadura que segrega” (Maffesoli, 1990: 171). Aquí, el poder –que circula en las redes de narcotráfico- aparece más poderoso cuanto más invisible e imperceptible es. Este hecho
es especialmente cierto, en el caso de redes secretas como las del narcotráfico,
ya que en ellas la visibilidad y el reconocimiento se traducen en un aumento del
riesgo de encarcelamiento o de muerte, al ser identificado por las autoridades y
las bandas o grupos contrarios.
De este modo, las redes secretas del narcotráfico no constituyen una extraña y
atípica forma de organización, donde el secreto, la máscara y la simulación son
parte fundamental en la estructuración de su poder social y comunitario. Para
autores como G. Debord (1992), cada vez hay un mayor número de personas
formadas para actuar en el secreto, instruidos y entrenados para no hacer más
que eso, y nos ofrece ejemplos como: el secreto de estado, los precios reales
de los objetos, los archivos históricos, las religiones, las profesiones, la policía secreta, los archivos secretos, etc. Sin duda, las redes del narcotráfico no
son la excepción en este sentido, ya que mantener el anonimato, especialmente
cuando se ocupan puestos de mayor responsabilidad dentro de la red, resulta
fundamental para salvaguardar la dinámica de sus actividades económicas y la
integridad física (Ovalle, L. 2007).
Por lo tanto, demostrar la capacidad para ocultar sus actividades ilegales
y mantener el anonimato, favorece el sentido de pertenencia y el posicionamiento al interior de estas redes. Junto con la importancia que se le otorga
al anonimato, se puede señalar otra regla fundamental: el silencio. Hablar
de más, comentar detalles de las transacciones, alardear y especialmente
delatar con la policía a otros miembros de su banda, de su vecindario, o incluso de las bandas contrarias; son comportamientos altamente sancionados en las redes donde operan los narcotraficantes (Ovalle, L. 2007: 77).
Finalmente, es posible plantear con Maffesoli que “la temática del secreto es,
sin lugar a dudas, una manera privilegiada de entender el juego social que discurre ante nuestros ojos. Esto puede parecer paradójico, cuando se piensa en la
gran importancia que tiene la apariencia o la teatralidad en la escena cotidiana.
El carácter abigarrado de nuestras calles, no debe hacernos olvidar que puede
haber una dialéctica sutil entre el mostrar y el ocultar y que (…)
una ostentación manifiesta puede ser el medio más seguro de no
ser descubierto (…) A este respecto, se puede decir que la multitud y la agresividad de look urbanos (…) es el índice más nítido de la vida secreta y densa de
los microgrupos contemporáneos” (Maffesoli, 1990:166).
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ESCENAS DE LA VIDA URBANA EN LA LEGUA EMERGENCIA: NARCOCULTURA Y AMBIVALENCIAS IDENTITARIAS | R. GANTER
D. Hipótesis de trabajo
Se postula que la ambivalencia afectiva de los pobladores de la Legua Emergencia con el mundo del narcotráfico, tiene su origen en una tensión identitaria irresuelta entre la adscripción al estigma (polo asignado) y la producción de formas de vida que resienten creativamente al control y la dominación
impuesta históricamente sobre dicho territorio (polo deseado). Esta tensión
identitaria a su vez posee su base de sustentación en los profundos cambios
estructurales y crisis de sentido, por los que atraviesa la sociedad chilena actual, expresados fundamentalmente en fenómenos de fragmentación social y
diversidad disociada.
Por su parte, se postula que estas ambivalencias constituyen modos de gestionar la tensión identitaria, que van configurando determinadas “escenas” que
son propias y específicas de la vida urbana en la Legua Emergencia.
E. Diagrama: modelo analítico
ESCENAS DE LO AMBIVALENTE
AGUANTE - PROYECTO
SECRETO - MÁSCAR A
ESTIGMA - NARCOCULTURA
OS SOCI
AL
IDENTIDAD
DESEADA
CÍ
UL
RC
UL
OS SOCI
AL
ES
RC
ES
CÍ
zona de
gestión
IDENTIDAD
ASIGNADA
AMBIVALENCIAS
BIOGRÁFICAS - COLECTIVA S
ESTRUCTURALES
MODERNIZACIÓN
TENSIONES
CONTEXTUALES
CULTURALES
VIDA URBAN A
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Capítulo III
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ESCENAS DE LA VIDA URBANA EN LA LEGUA EMERGENCIA: NARCOCULTURA Y AMBIVALENCIAS IDENTITARIAS | R. GANTER
Perfil socio-histórico y territorial
de la Legua Emergencia
A. Configurando Genealogías Territoriales:
historia de la PLE
La Legua es una población histórica y emblemática de la zona sur oriente de
Santiago que se asentó inicialmente en la tradicional comuna de San Miguel.
Después de la reforma comunal de 1981, el territorio de La Legua quedó inserto
al interior de la actual comuna de San Joaquín, y desde entonces hasta ahora
ha permanecido a una sola una legua de distancia de la Plaza de Armas, de ahí
también el hecho del cual deriva la procedencia de su nombre31. Por su parte,
la población se encuentra “delimitada” por cuatro ejes principales: Santa Rosa
por el poniente; Las Industrias por el oriente, Alcalde Carlos Valdovinos por el
norte; y Presidente Salvador Allende por el sur32.
La Legua se configuró a partir de tres fases de asentamiento iniciadas a partir de
la primera parte del siglo XX. De este modo, existiría consenso tanto en la opinión de historiadores como en las diversas fuentes consultadas que la Primera
Fase de poblamiento se inició a partir del año 1931.
Esta primera etapa, que podríamos llamar fundacional, estaría definida por el
arribo de un contingente de obreros cesantes procedentes de las salitreras ubicadas en el norte de Chile, en un momento histórico en que comenzaba a declinar la industria del salitre. Este primer desplazamiento obedecía –entonces- a la
búsqueda de mejores oportunidades de trabajo y subsistencia. Este contingente
de personas portaba un cúmulo de experiencias organizativas y de lucha social
que marcaron la génesis y el devenir de la población, y que en su momento les
permitió instalarse, a través de una ocupación semi-legal33, en el terreno definido por el entonces fundo Legua de Macul, acoplado con el fundo La Lata ubicado más al sur34, y cuya frontera estuvo demarcada por una arteria de nombre
Vasconia, que con el tiempo se transformó en la actual Av. Salvador Allende.
Respecto de su planta urbana fundacional, es posible señalar que existen signos, como por ejemplo la conectividad de alguna de sus calles y la distribución
paralela de las mismas, que estarían indicando la posibilidad que haya sido planificada antes de su poblamiento35, y que finalmente con el devenir de los años
dicho territorio recibiría el nombre de Villa Santa Rosa, conocida popularmente como Población Legua Vieja y que en rigor constituiría -en su acepción
31
Legua: medida itineraria que equivale a cinco kilómetro y medio aproximadamente
(5.572,7 metros) de trayecto al centro de Santiago. Lo que se traduce en una hora de caminata aproximadamente.
32
Sobre el recorrido histórico que trabaja la presente sección, revisar: ECO, Educación y
Comunicaciones y Monitores de La Legua: “Propuesta Comunitaria de prevención para La Legua”,
Documento de Trabajo ECO, Santiago de Chile, 2003.
33
Lo más probable que en acuerdo con los propietarios, que a su vez les arrendaban a los
colonos los terrenos con la posibilidad de que construyeran sus propias viviendas elementales. Revisar
sobre este punto la tesis de T. Jakel; “Los Espacios habitados de Legua Emergencia”, UDP, 2004.
34
Recordemos que en esos momentos los lotes no se encontraban urbanizados, razón por la
cual es muy factible que los primeros colonos concurrieran hasta los canales más cercanos ubicados en
el fundo La Lata, para poder proveerse de agua. Mientras que de las mismas chacras y fundos donde
estaban asentados pudieran haberse surtido de alimentos básicos. Revisar sobre este punto la tesis de
T. Jakel; “Los Espacios habitados de Legua Emergencia”, UDP, 2004.
35
Tal como lo plantea el estudio morfológico del arquitecto T. Jakel (2004).
77
ESCENAS DE LA VIDA URBANA EN LA LEGUA EMERGENCIA: NARCOCULTURA Y AMBIVALENCIAS IDENTITARIAS | R. GANTER
moderna- la población más antigua de Chile36 y cuya identidad de origen sería
básicamente obrera. Posteriormente, a partir del año 1947 se fueron agregando
nuevos contingentes de familias que en diferentes momentos se incorporaron al
territorio, dando paso a la Segunda Fase de poblamiento y que en la actualidad
se conoce como Población Nueva La Legua.
Inscritos al interior de esta fase se pueden encontrar al menos tres momentos
históricos definidos por el arribo territorial de diversas identidades urbanas.
Un primer momento está definido por el arribo en 1947 de un grupo compuesto
por un número aproximado de 38 familias, en su mayoría procedente de las riveras del canal Zanjón de la Aguada. Este grupo se instaló entre la avenida Santa
Rosa y Sierra Bella. Una vez instalados se organizaron y crearon un comité de familias sin casa. Las autoridades de gobierno de la época estudiaron el problema
y propusieron como solución el trasladarlos a un sector del barrio La Legua.
Un segundo momento está definido por la llegada de un grupo de colonos procedente de la famosa “toma” del barrio Zañartu de Ñuñoa (1947), próximo a la
actual ubicación del Estadio Nacional, y que es considerado como la primera
toma organizada de sitios en Santiago37. Este contingente de pobladores estaba
conformado por 700 familias. Su capital organizacional les permitió hacerse
escuchar por la autoridad y lograr que se los trasladara en 1948 a un lugar definitivo, llegando así al sector de la población La Legua.
Un tercer momento estaría definido por la incorporación de diversas familias
procedentes de la Población el Peral; y la población Sudamérica, entre otras,
sumando un total aproximado de 450 familias.
En todos estos momentos es posible verificar potentes redes organizativas, sindicales y comunitarias –generadas por estos actores urbanos- que contribuyeron
en un proceso histórico de co-construcción “subterráneo” de la ciudad de Santiago, como lo llamaría el actual premio nacional de historia Gabriel Salazar.
Finalmente, en el año 1951 –como si aún faltara historia por narrar y por hacerse inicia la Tercera Fase de poblamiento. En esos momentos la Municipalidad de
San Miguel aprobó un loteo de sitios para que la Caja de Habitación38 instalara
de modo provisorio a un nuevo grupo de familias en el sector de la población La
Legua, asignándoles viviendas de emergencia cuando el problema habitacional
hacia crisis en Santiago. No obstante, este asentamiento se transformo en definitivo y hasta la fecha se le identifica como Población Legua Emergencia.
A este territorio llegó un grupo de identidades urbanas compuesto preferentemente por dos estratos de familias:
El primer grupo compuesto por familias que provenían de la Manzana del Alto,
esto es, un antiguo barrio obrero configurado por conventillos fuertemente degradados y que estaban ubicados entre el Parque Quinta Normal y la Estación
36
Revisar del historiador Mario Garcés: “Algunas claves de la Identidad Legüina”, en “Lo
que se Teje en La Legua”, ECO/FOSIS, Santiago de Chile, 1999.
37
Ver “Lo que se Teje en La Legua”, ECO/FOSIS, Santiago de Chile, 1999.
38
Creada por el gobierno en el año 1936 con el objetivo de generar una institucionalidad
en materia de vivienda, siendo el antecedente directo de la CORVI creada posteriormente en el año
1953. El objetivo de corto plazo de la Caja estaba definido por el saneamiento de conventillos y barrios
obreros degradados, dirigiendo el esfuerzo de su política habitacional hacia la clase trabajadora y los
empleados públicos, como Carabineros. Sobre esta materia resulta relevante consignar que a partir
del año 1945 el problema habitacional comienza a declararse como de “Emergencia”, derivándose a
su vez estrategias de emergencia para enfrentar los problemas habitacionales más críticos. Sobre esta
materia, revisar: T. Jakel; “Los Espacios habitados de Legua Emergencia”, UDP, 2004.
78
ESCENAS DE LA VIDA URBANA EN LA LEGUA EMERGENCIA: NARCOCULTURA Y AMBIVALENCIAS IDENTITARIAS | R. GANTER
Yungay, próximo a las calles Matucana, Mapocho y San Pablo. Procediendo
–entonces- la Caja de Habitación a realizar una operación de traslado de dicho
grupo de personas al sector de la actual población Legua Emergencia. Se estima
que esta colonización estuvo compuesta por un contingente aproximado de 200
familias. Mientras que el segundo contingente de familias provendría de “poblaciones callampas”39 ubicadas en la rivera norte del río Mapocho y en el canal La
Punta ubicado en el sector de Independencia. Quedando –de este modo- organizada la Legua Emergencia en dos sub-sectores. El sector I: comprendido entre
los pasajes Santa Elisa (poniente) y Sánchez Colchero (oriente); y el Sector II:
comprendido entre los pasajes Venecia (poniente) y San Gregorio (oriente)40.
Sobre este punto varios pobladores fundadores de la Legua Emergencia coinciden en relatar que inicialmente la Caja de Habitación construyó originalmente
dichas viviendas para que familias de Carabineros las ocuparan transitoriamente, sin embargo estas familias rechazaron dichas viviendas que en ese momento
correspondían al Sector II de la Legua Emergencia, razón por la cual en el año
1953 fueron entregadas a familias que ya se encontraban instaladas en las casas
que correspondían al Sector I de la Legua Emergencia41, probablemente en una
situación de “allegados”.
Una de las particularidades de la población La Legua Emergencia y que se mantiene en gran medida desde sus orígenes hasta nuestros días, se asocia con su
carácter de territorio “encajonado”. Esto debido a que el perímetro que la circunda se encuentra fuertemente delimitado y jerarquizado. Situación que en la
actualidad se ve reflejada en el corte espacial abrupto generado por la construcción del muro que divide a La Emergencia de las industrias del sector de Carlos
Valdovinos (eje norte)42; en calle Venecia (eje oriente) también es posible observar el estacionamiento y desplazamiento constante de camiones que realizan
cargas y descargas en las respectivas industrias; mientras que Jorge Canning
opera como la arteria principal que conecta los pasajes, constituyendo la única
posibilidad para salir desde el interior de La Emergencia hacia Santa Rosa (eje
poniente); y hacia el sur se observa la presencia de pasajes sin salida, como
Francisco Zárate, Sánchez Colchero y Juegos Infantiles, desembocando todos
en el callejón Mario Lanza de 2,5 mts. de ancho43.
B. Recorridos de la memoria oral
en la Legua Emergencia.
La presente sección sintetiza y transcribe literalmente algunos fragmentos presentes en el trabajo de reconstrucción de la memoria oral elaborado a partir del
estudio realizado por el historiador y poblador de la Legua: Paulo Álvarez. Ello,
a partir del trabajo que realizara a través de entrevistas y talleres de historia y
memoria con pobladores de la Legua Emergencia. La presente sección tiene por
39
Para el caso de Chile recibe esta denominación el grupo de casas pobres que surgen súbitamente y se expanden como si fueran callampas u hongos, generalmente ubicadas a la orilla de un río
o canal.
40
Cabe resaltar que la construcción de la población la Legua Emergencia fue diseñada a
través de pasajes que se desprendían de una calle principal. Estos pasajes fueron construidos para
disponer hileras de alrededor de treinta casas continuas, pareadas y que mantenían una misma línea
de fachada. Según los actuales informes del DIDECO de la Ilustre Municipalidad de San Joaquín, La
Legua Emergencia posee una superficie aproximada de 15,36 há, con un total aproximado de 1.200
viviendas, de 3 x 22 metros (lotes/aproximados), inscritas en una trama urbana cuya morfología es
posible representarla como la espina dorsal de un pez. Revisar: T. Jakel; “Los Espacios habitados de
Legua Emergencia”, UDP, 2004.
41
T. Jakel; “Los Espacios habitados de Legua Emergencia”, UDP, 2004.
42
Entre ellas la Embotelladora Andina y la Papelera Sorepa.
43
T. Jakel; “Los Espacios habitados de Legua Emergencia”, UDP, 2004.
79
ESCENAS DE LA VIDA URBANA EN LA LEGUA EMERGENCIA: NARCOCULTURA Y AMBIVALENCIAS IDENTITARIAS | R. GANTER
objetivo el introducir -al interior del corpus de la tesis- el testimonio y el relato
histórico narrado a partir de las voces de los propios pobladores, teniendo como
base de sustentación fundamental dicho estudio realizado en la población a comienzos de la presente década44.
•
Fragmentos sobre la llegada:
“Unos a otros se vieron llegar, se vieron reír, se vieron llorar. Traían la
ansiedad de lo nuevo y la esperanza de lo propio, traían emociones cargadas
y dispersas. Traían el ánimo de los que dejaron y abrazaron, de adioses y
distancias que separan, y presentes que desafían. Se traían a sí mismos
conversando, calladamente y sólo por un momento, con las imágenes del
pasado que los hizo. Familias completas, desde los abuelos, los papás y los
tíos, hasta los primos y el eventual allegado; matrimonios jóvenes; madres
solteras o solas; muchos niños y niñas, abarrotaban los camiones estatales
con todo lo poco que tenían y podían traer. Enceres domésticos básicos, unos
catres, tablas, velas, cera, menjunjes, ropa y alimentos. Atrás debían quedar,
por disposición del traslado y motivos higiénicos, el ingreso a la población
de perros, gatos y mascotas que acompañaban el diario vivir de los cientos
que venían llegando. No todos llegaron por la misma vía ni en las mismas
condiciones, hubo gente que se trasladó por su cuenta en carretelas, acercadas
por alguna góndola o llegando a pie a su nuevo hogar. En una mano traían,
por lo general, un atado de ropas, un canasto o insumo hogareño; en la otra
sujetaban a sus hijos, si los había, para traspasar con ellos el umbral del
portón en el sector Noroeste de una población que llamaban La Legua. Ahí
verían transcurrir sus vidas, las de sus seres queridos y, sin quererlo, la de sus
vecinos, aquellos que desde 1949 irían conformando la Legua Emergencia.
El núcleo poblacional estaba compuesto por diferentes grupos migratorios,
provenientes de varios puntos de la capital allegados a ranchos y a poblaciones
callampas, cités y conventillos; cercanos la mayoría a fuentes de agua que
recorrían horizontalmente Santiago, un Santiago que asistía a una explosión
urbana sin capacidad de contener las manos cesantes que la industria del
salitre y el agotamiento del agro, venían expulsando desde hacía dos décadas.
No es extraño que sean las riberas del Mapocho y luego las del Zanjón, las
vertientes geográficas que nos permiten fijar dos cosas: Primero, saber que
el componente humano más amplio que da vida a la población proviene de
allí. Segundo, permite abrir y cerrar los ciclos temporales que comienzan
con la ocupación de “Legua Emergencia I” en el año 1949, continuando con
“Legua Emergencia II”, a partir de 1953 hasta que la suma de ambas cierra
un ciclo marcado por un proceso ocupacional lento y confuso compuesto por
momentos importantes hasta el año 1957 cuando Legua Emergencia conforma
un espacio compacto y definido fuertemente por el carácter de su gente. Es
decir, ésta es la suma de un proceso ocupacional que el tiempo no ha detenido,
pero que nosotros podemos identificar en su carácter fundacional entre los
años 1950-53 cuando los dos sectores son una unidad y la base humana del
sector dos es la que inauguró y luego se trasladó del sector uno.
Venían obreros, albañiles, pintores, constructores, yeseros, hueseros,
pajareros, artesanos, cargadores, feriantes, choferes, carniceros, ambulantes,
desocupados, “pelaos.” Llegaron junto a sus mujeres quienes desarrollaban
44
Álvarez, Paulo; “La voz desde el recuerdo de Legua Emergencia”; Documento de Trabajo,
Universidad Diego Portales, Santiago, 2003. Cabe consignar que este documento de trabajo también
constituye la base a través de la cual se socializaron en la población La Legua los resultados de este
estudio, y que incluiría textos referidos a “La historia de los orígenes y tejido familiar de Legua Emergencia” y a “Las Redes Familiares, un tejido que no termina”.
80
ESCENAS DE LA VIDA URBANA EN LA LEGUA EMERGENCIA: NARCOCULTURA Y AMBIVALENCIAS IDENTITARIAS | R. GANTER
las más variadas y a veces, hasta las mismas actividades, generalmente con
uno o más hijos; a ocupar por vez primera en su vida, lo que llamaban casas.
Trajinados por una vida sin concesiones terminaban de formar hogares
numerosos donde la necesidad de comer y abrigarse los arrojaba a la calle desde
muy niños, para dejar de serlo mas pronto de lo que debieron. Ellas hacían de
todo, María Rojas había llegado a la población con 4 hijos de padre ausente
“trabajé en negocios, tejido y lavados, mandaba a los niños al colegio mientras
salía a lavar fuera. En la casa hacía empanadas, pescado frito, sopaipillas,
para poder pagar el arriendo y alentar a mis hijos, más tarde tuve una pareja
y tuve dos hijos más, él murió hace 18 años y yo seguí trabajando”45.
Son muy pocos o casi inexistentes los registros oficiales que nos permitan
confirmar la fecha de llegada, y menos la manera en que lo hicieron, los
criterios que se establecieron para “seleccionar” a la gente que conformaría
la vecindad, el lugar desde donde se trasladarían, las condiciones que se les
impondrían, el procedimiento utilizado etc. No es el caso de los fundadores
de la población, de aquellos que cuentan que aún eran niños por esos días;
que eran unos adolescentes pertenecientes a familias tan numerosas que en
definitiva eran parientes de todo el mundo, que eran jóvenes recién casados
o que ya eran maduros cuando sus manos modelaron el paisaje, las casas
y las calles que han visto nacer cinco generaciones. Recuerdan que corría el
año 1950 cuando fueron trasladados de los sitios que habitaban hacia Legua
Emergencia I “Veníamos desde El Pino, una toma, llegamos a Sánchez Colchero
3410, el 13 de marzo de 1950” “Veníamos desde la población O’Higgins. En el
año 1950 llegamos a Jorge Canning 582”, “Llegamos en 1950, desde Manzana
Del Alto (…) trasladados por camiones militares, llegamos cuatro y fuimos seis
en total a Colchero 3467” 46. En efecto, en el subdepartamento de propiedades
del Ministerio de Viviendas se pueden encontrar maltratados archivos sobre
datos de la ocupación de “Legua Emergencia I”, que complementan y avalan
las afirmaciones de los pobladores.
Mirando hacia atrás, se habían conseguido algunas cosas pero no habían
podido modificar el destino de los suyos. Aparentemente, éste actuaba como
un sino que los hijos no podrían comprender sin entender el pasado que les
pertenecía. Habían cambiado de espacio, se habían trasladado desde el norte
de la capital para habitar la ex tierra rural del sur, conformando la periferia
urbana. Habían dejado amigos, vecinos y recuerdos, motivados por el sueño
de lo propio y de algo mejor, sin garantía de estabilidad se encontraban ahora
tan lejos de lo que fueron y de lo que pensaron efectivamente dejar, que mirar
las condiciones de su alrededor inmediato y seguir entre el hacinamiento, la
pobreza, la delincuencia y los niños que mueren tempranamente, les hacía
sentir, a muchos, que esto había sido un engaño. Para otros, efectivamente
esto era un regalo, cualquier cosa era mejor que seguir compartiendo sueño
entre las lonas de la carpa o del rancho con ratones y piojos, inundaciones,
aguaceros, pestilencia y enfermedades. Seguían enfermos y hacinados pero,
ahora, cubiertos por un techo, con paredes y límites. Seguían siendo pobres,
porque los mecanismos que significarían convertir, transformar y resolver las
condiciones que provocan la pobreza no habían cambiado.” (Álvarez, P. 2003).
A través de estos fragmentos se puede apreciar que las primeras dinámicas migratorias comenzaron a producirse alrededor de 1949, y luego de modo más
sistemático a partir de 1950. Asimismo destaca que los grupos humanos, fundamentalmente familias numerosas, fueron llegando de diversas zonas urbanas de
Santiago, y que la operación de traslado se realizó mediante variados recursos,
45
46
2003.
Carta -testimonio de María Rojas. Junio del 2003; en Álvarez, 2003.
Entrevista a Humberto e Inés. Leonardo Sanhueza, I. H. Mayo-Julio del 2003; en Álvarez,
81
ESCENAS DE LA VIDA URBANA EN LA LEGUA EMERGENCIA: NARCOCULTURA Y AMBIVALENCIAS IDENTITARIAS | R. GANTER
que van desde la caminata más espontánea hasta la llegada más organizada en
“góndolas”. La composición social de estos grupos estaba definida fundamentalmente por trabajadores/as por cuenta propia y otro tanto de asalariados.
En este trabajo de Paulo Álvarez (2003), también es posible apreciar la transformación de la que estaba siendo objeto la ciudad de Santiago, y la agudización de
los problemas ligados a la vivienda de los sectores populares a comienzos de la
década del 50. Unos de los hitos urbanos que destacan fuertemente en la memoria colectiva de los pobladores y pobladoras, lo constituye el Zanjón de la Aguada, como una especie de frontera urbana que delimitaba la zona de “expulsión”
periférica de los pobres de la ciudad, donde efectivamente se va imponiendo
–en los pobladores- una sensación y una situación topográfica de desconexión
y aislamiento urbano, que los llevaba a los confines rurales de una ciudad en
transformación y expansión. Por su parte, es posible identificar sentimientos
contradictorios referidos a las características de las viviendas entregadas, pues
para muchos y muchas estos “artefactos” carecían de un sentido estético más
agradable, eran pequeñas en relación al número de ocupantes y se encontraban
situadas en medio de la nada. En contraste para otros pobladores estas viviendas eran verdaderos “palacios”. También es posible observar cómo se va prefigurando una comunidad fuertemente atada por vínculos sanguíneos, pues con
el tiempo la mayoría se fue entrelazando con vecinos y conocidos de la población, hasta conformar extensas redes familias, especies de clanes vecinales.
Estas evocaciones de la memoria oral en la Legua Emergencia están dando
cuenta de un fenómeno significativo para la problematización que esta tesis
pretende construir, pues se logra observar a través de estos fragmentos de la
memoria oral que la población la Legua Emergencia experimenta importantes
dinámicas de transición en el nivel socio-comunitario y que están fuertemente
influidas por los contextos socio-políticos y culturales por los que atraviesa el
país, la sociedad chilena y particularmente la ciudad de Santiago a partir de la
segunda mitad del siglo XX.
En primer lugar, es posible identificar la presencia de un Estado intentando
resolver de manera más sistemática y decidida la cuestión de la integración de
los sectores populares al desarrollo nacional, y consecuentemente intentando
resolver los problemas derivados de la expansión urbana y de las fuertes tendencia migratorias campo-ciudad, que a su vez prefigurarían los fenómenos
vinculados a lo que se denominó como “masas marginales”. De este modo, los
pobladores de la Legua Emergencia –sea por efecto de la contingencia o de la
acción más orgánica del estado- se ven insertos en esta corriente asociada con
una forma de desarrollo que se orienta a beneficiarlos en materia habitacional
o a superar con medidas de emergencia las circunstancias críticas por las que
atravesaron en su momento; pero lo que comienza por esta época a configurarse en la Emergencia y en otras poblaciones populares de nuestro país, es un
fuerte tejido de organizaciones sociales y sentidos comunitarios acumulados
históricamente, donde es posible destacar una potente conciencia -por parte de
los pobladores- de que en su unidad radica el motor para la transformación de
las condiciones que los marginaban socialmente y frenaban la materialización
de una vida de calidad para sus familias.
Aquí es posible aludir a una primera transición de la población, pues la Legua
Emergencia de llegar a conformar un asentamiento físico y de hormigón sin
apegos ni pertenencias, donde era complejo que grupos humanos que anteriormente habían estado dispersos por la ciudad, con distintas experiencias y procedencias, logra en un momento dado conformar una comunidad compacta y
distinguible en el tiempo y el espacio, además compitiendo con el marcaje que
las otras Leguas realizaron sobre esta recién llegada Legua de Emergencia.
82
ESCENAS DE LA VIDA URBANA EN LA LEGUA EMERGENCIA: NARCOCULTURA Y AMBIVALENCIAS IDENTITARIAS | R. GANTER
En segundo lugar, destaca el quiebre generado por el golpe de estado de 1973,
donde comienzan a desaparecer paulatinamente los logros populares alcanzados
en las décadas anteriores y las exclusiones históricas se ven muchas veces potenciadas en este nuevo contexto socio-político, inaugurándose de modo soterrado
un quiebre comunitario marcado por la desconfianza, el miedo y la apatía social.
Este segundo momento estaría marcado por una transición de los valores comunitarios hacia las visiones más individualistas de lo social, lo que posteriormente
se constituiría en uno de los factores que combustionaria la identificación con el
mundo del narcotráfico en el territorio de la Legua Emergencia.
C. Presente
Hasta aquí, lo que podríamos llamar la constitución inicial de las tres fases de
poblamiento que configuraron el territorio y la fisonomía humana de la población La Legua en la ciudad de Santiago, y particularmente de la última fase de
poblamiento: La Legua Emergencia.
Ahora bien, en la historia más reciente La Legua destaca -en el imaginario
colectivo- por ser una población de izquierda y por la resistencia demostrada
frente al golpe de Estado, del día 11 de septiembre del año 1973. Más aún, destaca por haber sido la única comunidad urbana que se desplegó ofensivamente
frente a las fuerzas militares y de Carabineros, que dicho día incursionaron
en su territorio. Reflejo de esta última situación lo constituye un bus de Carabineros completamente inutilizado, y un helicóptero del ejército que debió
regresar a su base reportando daños estructurales, luego de sobrevolar el territorio de La Legua 47.
La identidad de La Legua, también ha sido asociada con la experiencia de ser
una de las poblaciones más fuertemente reprimidas por el régimen militar durante los 70 y los 80. Y al mismo tiempo, por ser una de las poblaciones con
una vasta y potente red de organizaciones sociales, culturales, económicas, de
derechos humanos, políticas y religiosas48, que en definitiva le permitieron a su
comunidad crear estrategias para sobrevivir al hambre, la represión, el aislamiento, la cesantía, y la opresión.
Pero la historia oral y testimonial también apunta a “identificar” a la comunidad legüina con la contra-cultura urbana inscrita en el campo del delito,
es decir, La Legua ha sido tradicionalmente una población de “choros”49, y
no sólo de “choros” que desarrollan su oficio en los circuitos locales, sino
que también en una escala internacional y global. Esta contra-cultura urbana, que además se expresa -históricamente y contingentemente- como un
fenómeno más capilar y estratificado en el caso de La Legua Emergencia,
se configura en una práctica profundamente imbricada en el nivel del tejido
comunitario de la población.
La Legua ha sido desde entonces, un asentamiento popular precario con problemas de pobreza dura y estructural. A su vez, La Legua ha sido identificada
tradicionalmente como una comunidad urbana conflictiva, con problemas de
mala calidad en la educación, deserción escolar, delincuencia, violencia, narcotráfico, crisis en los espacios públicos, etc. Problemas que al mismo tiempo, se
47
Ver sobre este punto Mario Garcés (2005), “El Golpe en la Legua”, editorial LOM, Santiago de Chile.
48
Sobre el protagonismo de la Iglesia Católica en el territorio de La Legua, aparecen las
destacadas figuras del padre Rafael Maroto y del padre Mariano Puga.
49
Identidades rudas y temerarias, por lo general de estratos populares y que han estado
muchas veces en prisión, razón por la cual conocen y manejan los códigos del hampa.
83
ESCENAS DE LA VIDA URBANA EN LA LEGUA EMERGENCIA: NARCOCULTURA Y AMBIVALENCIAS IDENTITARIAS | R. GANTER
hacen más patentes en el caso de La Legua Emergencia.
En la actualidad Las (tres) Leguas, que en realidad forman una sola y sofisticada trama socio-territorial poblada por una diversidad compleja de subjetividades colectivas; se compone por una población total de 14.011 habitantes50,
desagregados del siguiente modo:
•
•
•
Legua Vieja: 2.878 habitantes. Sus límites lo constituyen: Alcalde Pedro
Alarcón (norte); Salvador Allende (sur); Mateo y Zambrano (oeste); Santa
Rosa (poniente).
Nueva La Legua: 6.218 habitantes. Sus límites lo constituyen: Drake (norte); 1º de Septiembre (sur); San Gregorio (poniente); Las Industrias (este).
Legua Emergencia: 4.915 habitantes. Sus límites los constituyen: Callejón
sin nombre, fronterizo con Embotelladora Andina, ubicada en Av. Carlos Valdovinos (norte); callejón Mario Lanza (sur); pasaje San Gregorio
(oriente); pasaje Santa Elisa (poniente).
En la actualidad, la Legua y muy particularmente la Legua Emergencia, están
siendo afectadas por profundos problemas sociales y, muy especialmente, por
el deterioro de las redes asociativas tanto de sobre-vivencia como de acción
política; dibujándose como una comunidad fragmentada, pero que incipientemente comienza a producir nuevas sociabilidades que hoy en día se debaten
en la encrucijada entre el miedo, la violencia, la exclusión, la desconfianza y la
actualización de lo mejor de su memoria social y territorial.
D. Actualidades de la legua emergencia51
Consideraciones metodológicas
Antes de entrar a la exploración de los cambios socio-demográficos en la población La Legua Emergencia, se quiere clarificar los aspectos metodológicos del
siguiente diseño descriptivo longitudinal, y las ventajas y desventajas inherentes al diseño de datos metodológico secundarios que hemos seleccionado para
este análisis.
Se entiende por datos secundarios, a aquellos que se recopilaron previamente
para otro proyecto distinto al que se realiza en este momento. En nuestro caso,
las fuentes de datos secundarios son los Censos 1992-2002.
Las ventajas que tenemos al ocupar datos secundarios son las siguientes: en primer
lugar, el Censo constituye una rica fuente de datos representativos de la población
de un país, que se renueva cada 10 años en Chile, por lo que sus datos pueden ser
comparados para describir las tendencias y los cambios de los fenómenos sociales.
En segundo lugar, es una manera menos costosa y más rápida que los datos primarios. Y por último, existen datos que no se pueden obtener con recopilación de
datos primarios (por ejemplo: los efectos de la modernización sobre las institucio50
Conformando el 14,3 % de la población total de la comuna de San Joaquín, cuyo número
total de habitantes es de 97.562, según las cifras del CENSO de población 2002. Sobre este punto
profundizar los datos censales en: “Diagnóstico Comunitario para la Población La Legua Emergencia”
(2006), elaborado por la Dirección de Desarrollo Comunitario de la Municipalidad de San Joaquín y
la División de Seguridad Ciudadana del Ministerio del Interior de Chile.
51
Apartado que trabaja a partir de los datos del Censo Nacional de Población 1992 y 2002.
Adicionalmente, se incorporan los resultados de una encuesta realizada en el año 2003 por la Consultora Asesorías para el Desarrollo, en el marco de un estudio solicitado por la División de Seguridad
Ciudadana del Ministerio del Interior. Sobre este último estudio, hay que consignar que la encuesta
aplicada se componía de 66 preguntas aplicadas a muestras representativas de las familias residentes
en La Legua Emergencia, y a una segunda población que operó como grupo de control. La muestra en
la Emergencia estuvo compuesta por 250 familias y se extrajo de manera aleatoria-probabilística.
84
ESCENAS DE LA VIDA URBANA EN LA LEGUA EMERGENCIA: NARCOCULTURA Y AMBIVALENCIAS IDENTITARIAS | R. GANTER
nes). La desventaja principal del diseño de datos secundarios, es que sus datos no
están hechos para las necesidades específicas del investigador. Este aspecto revela
el carácter “construido” de los datos, en función de las definiciones conceptuales y
operacionales de cada categoría estudiada, establecidas en la producción primaria
de los datos. De ahí que se tome especial atención a este sesgo.
FUENTE DE DATOS SECUNDARIOS
•
•
•
•
CENSO 1992-2002.
ENCUESTA CASEN 2003.
DIDECO, FICHA CAS Diagnóstico sobre pobreza de la comuna de San Joaquín.
ASPD 2003: Diagnóstico realizado por la Consultora Asesorías para el Desarrollo,
para la División de Seguridad Ciudadana del Ministerio del Interior de Chile.
E. Estructura sociodemográfica
Población La Legua
Distribución por sexo
Población La Legua
Población La Legua
47,6
mujeres
47,6
mujeres
54,4
47,6
54,4mujeres
54,4
hombres
hombres
hombres
Grafico N°1: Distribución por Sexo
Según los datos del Censo 2002, la población La Legua Emergencia reproduce
la distribución poblacional por sexo que posee Chile y también la Comuna de
San Joaquín, es decir, existe un mayor porcentaje de mujeres, las cuales son el
54,4%, frente al 47,6% de hombres.
Distribución por edad
Según los datos de la encuesta aplicada en población La Legua Emergencia
(PLE) durante el Diagnóstico que realizó la Consultora Asesorías para el Desarrollo, (ASPD/2003) para la División de Seguridad Ciudadana del Ministerio
Edad Población La Legua
del Interior de Chile, se puede observar lo siguiente:
Edad Población La Legua
Edad Población La Legua
14%
Menores de 18 años
MenoresEntre
de 1818años
y 24 años
35%
Entre
y 24 años
Menores de 18
años18Entre
25 y 34 años
14%
35%
14%
35%
23%
Entre 25Entre
y 34 años
Entre 18 y 24 años
35 y 54 años
23%
14%
23%
14%
14%
14%
14%
Entre 35Mas
y 54de
años
Entre 25 y 34 años
55 años
14%
Mas de 55 años
Entre 35 y 54 años
Mas de 55 años
Gráfico N°2: “Distribución por edad”
De esta manera, se puede señalar que los habitantes de la PLE constituyen una
población eminentemente joven. Asimismo, es posible señalar que el promedio
de edad es de 30.7 años, estando las mujeres por encima del promedio (31.2
años) y los hombres por debajo de éste (30.2 años).
85
ESCENAS DE LA VIDA URBANA EN LA LEGUA EMERGENCIA: NARCOCULTURA Y AMBIVALENCIAS IDENTITARIAS | R. GANTER
Población en situación de pobreza
Sobre este aspecto, el DIDECO de la Municipalidad de San Joaquín (2006)
consigna el siguiente puntaje promedio en la Ficha CAS 2, alcanzado por la
Población La Legua en el transcurso del año 2006, donde la línea de vulnerabilidad en este sistema llega a 562 puntos, considerándose a este grupo como
en una situación de vulnerabilidad social; y desde 555 puntos y menos, el grupo
familiar se hace titular del derecho a pensión asistencial.
Tabla N°1: “Puntaje Promedio Ficha CAS”
Ficha CAS
Puntaje promedio
Legua La Nueva
528.8
Legua La Vieja
530.7
Legua Emergencia
543.5
Tal como lo indica la tabla 1, y en función de los parámetros consignados, el
puntaje promedio en la PLE refleja una precaria condición social de sus habitantes. En ese sentido, tenemos la consolidación de un núcleo territorial de
pobreza estructural en la PLE, esto último, a partir de la teoría del Desarrollo
que entiende a la pobreza desde la condición de carencia52.
Dicho sea de paso, hay consignar la existencia actual de un nuevo sistema de
medición conocido actualmente como Ficha de Protección Social53.
Educacion:
Para el Caso de la Comuna de S/J y la PLE tenemos el siguiente cuadro comparativo en materia de educación, según los datos del estudio aplicado en el
2003 por ASPS:
Categorías
S/J %
PLE %
Sin educación
6
9
Básica incompleta
26
38
Básica completa
7
12
Media incompleta
17
13
Media completa
20
15
Técnica media incompleta
5
6
Técnica media completa
2
2
Técnica superior incompleta
2
0
Técnica superior completa
1
1
Superior incompleta
9
3
Superior completa
4
1
Total
100
100
Tabla N° 2: “Cuadro Comparativo, Nivel de
Educación S/J y PLE”
52
Para el MIDEPLAN (2004) la ficha CAS tuvo un objetivo eminentemente “práctico”, toda
vez que su finalidad es la evaluación socioeconómica de las familias, a fin de priorizarlas y seleccionarlas para permitir su acceso a programas sociales y subsidios monetarios. www.subdere.cl/paginas/
div_politicas/doc/fichafamilia.doc
53
Inspirado en la noción de necesidades y capacidades, el Estado chileno adoptó el concepto
de vulnerabilidad en el marco de las nuevas complejidades. A partir de mayo de 2007, comienza a regir
la Ficha de Protección Social (FPS) en todo el país. Esto ha constituido un avance significativo, respecto a la visión sobre la pobreza centrada en los aspectos socioeconómicos. Al respecto, cabe recordar
que el anterior sistema, conocido por la Ficha CAS, tuvo como fundamento la noción de carencias, empleando una concepción estática de la pobreza según los ingresos presentes de la familia y su vivienda,
por ello la ficha CAS no daba cuenta de los cambios experimentados por los encuestados.
86
ESCENAS DE LA VIDA URBANA EN LA LEGUA EMERGENCIA: NARCOCULTURA Y AMBIVALENCIAS IDENTITARIAS | R. GANTER
A partir de estos datos, es posible inferir un nivel educacional bajo, donde se
observa un 9% de población analfabeta. Por otra parte, el nivel de educación
formal mayoritariamente aprobado, es la educación básica. Por ultimo, sólo un
15% señala haber completado la educación media y un 1% la educación superior
completa. Según datos del Diagnóstico ASPD (2003), serían los hombres los que
alcanzarían los mayores niveles educacionales en la PLE.
Por otra parte, teniendo en cuenta que es una población joven, según el Diagnóstico de ASPD (2003) del total de encuestados sólo el 27.1% asiste a un establecimiento educacional. Lo anterior, demuestra que la cobertura en educación
básica y media está en el promedio nacional, no así la superior.
Asisten a un establecimiento educacional
%
Entre 5 y 14 años
92.5%
Entre 15 a 17 años
78.9%
Entre 18 y 24 años
19.7%
Pre-escolar
19.8%
Tabla N° 3: “Asistencia a establecimiento por
intervalos de edad”
Entremos en el detalle del componente educacional en la PLE, a partir del
Diagnóstico elaborado por la DIDECO S/J y la División de Seguridad Ciudadana,
durante el año 2006:
Educación Preescolar
Cobertura
Vacantes
Jardín infantil Areli
Subvención Junji
Capacidad 80
0
Matriculados 80
4 menores de 3 años
en lista de espera
Educación Básica y Media Cobertura
Vacantes
Escuela 480 Juan XXIII
Municipal
185
Capacidad 540
Matriculados 335
Tabla N° 4: “Componente Educacional en la
PLE”
En lo relativo a la Escuela 480, es posible advertir que la prueba SIMCE fue
aplicada al 4º año básico durante el año 2005, reflejando –sus resultados- una
disminución del puntaje obtenido en años anteriores (2002). Este nuevo puntaje
arrojó resultados negativos en todas las áreas: Comprensión del Medio, Educación Matemática, Lenguaje. Esto último, a pesar de haber sido intervenida por el
Plan de Asistencia para Escuelas Críticas, entre 2002 y 2005.
En relación al recurso humano y la evaluación docente, es posible advertir que existe una dotación adecuada de 16 docentes de aula y 4 directivos. No obstante, la
evaluación no ha arrojado resultados óptimos para el nivel de complejidad de la
población atendida, pues no hay equipos multidisciplinarios adecuados para la población y tampoco existe una oferta extra-programática distinta al fútbol y al baile.
De esta forma, los principales conflictos del colegio se resumen de la siguiente
forma:
•
Marzo-Abril 2006: 4 licencias médicas prolongadas de docentes con stress
laboral.
87
ESCENAS DE LA VIDA URBANA EN LA LEGUA EMERGENCIA: NARCOCULTURA Y AMBIVALENCIAS IDENTITARIAS | R. GANTER
•
•
Alta agresividad por parte de alumnos.
Implementación Programa de mediación escolar para el manejo de conflictos, es inadecuado dada la carencia de equipos inter-disciplinarios y de
proyectos sustentables en el tiempo.
En síntesis, en cuanto a los indicadores básicos de la estructura sociodemográfica de la PLE, es posible consignar lo siguiente: estamos frente a una
población eminentemente joven, con un promedio de edad de 30 años y donde
la distribución por sexo se observa equitativa. El nivel de educación es
bajo, con un importante porcentaje de población analfabeta, encontrándose
en este plano las mujeres en una situación de desventaja respecto al género
masculino. Por otra parte, se observa una reducción de la pobreza entre
los años 1992-2002, no obstante no hay datos suficientes que nos permitan
plantear qué ha sucedido en los últimos 5 – 6 años, sobre todo teniendo en
consideración la intervención socio-policial en la Emergencia, a partir del
año 2003; la inyección de recursos de parte del Estado; el fortalecimiento
de las redes de narco-tráfico y el recrudecimiento de la violencia armada y
estigmatizadora. De ahí, que la Emergencia continúe siendo un territorio
donde se concentra un alto número de personas con problemas complejos
de pobreza, donde estarían incidiendo multidimencionalmente una serie de
factores tanto estructurales como simbólicos.
F. Dinámicas socio-espaciales y movilidades
residenciales
Situación de la Vivienda:
En lo referido al número de viviendas de la PLE, según datos aportados por la
DIDECO de S/J (Diagnóstico 2006), la población poseería un número de 1.200
viviendas distribuidas en 15,36 ha. La mayoría de éstas son casas tipo cité o inscritas al interior de lo que se conoce como un cité. Las dimensiones de los lotes
serían de 3,6 x 20 mts (en promedio). Y las dimensiones estandarizadas de las
viviendas originales serían de 3,6 x 9 mts54.
Lo anterior equivale, a su vez, a un rango intermedio (sub-densificado) de
densidad, pensando en los estándares de una ciudad como Santiago de Chile.
Sin embargo, a pesar de los datos consignados por el DIDECO (Diagnóstico,
2006) hay que hacer notar que estos datos experimentan una distorsión debido a la estructura mixta de uso de suelos presente en esta zona, pues un tercio de la Unidad Vecinal nº 25 corresponde a grandes terrenos industriales
inhabilitados. De esta forma, descontando dichos terrenos la PLE poseería
los niveles más altos de densidad de toda la Comuna de S/J, esto es, 200 habitantes x hectárea 55.
Según la encuesta aplicada por ASPD (2003), tenemos la siguiente composición del hogar: se caracteriza por ser mayoritariamente de jefatura masculina, 77%, conformado principalmente por el jefe de familia, su cónyuge o
pareja, hijos y nietos. El 63.5% de los encuestados señala que la vivienda es
propia pagada, el 12.7% arrendada, el 11.5% cedida por familiares o amigos y
el 9.1% son allegados.
54
“Los Espacios habitados de Legua Emergencia” (2004), elaborado por el arquitecto Timo
Jakel, con el apoyo de la Universidad Diego Portales.
55
“Los Espacios habitados de Legua Emergencia” (2004), elaborado por el arquitecto Timo
Jakel, con el apoyo de la Universidad Diego Portales.
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ESCENAS DE LA VIDA URBANA EN LA LEGUA EMERGENCIA: NARCOCULTURA Y AMBIVALENCIAS IDENTITARIAS | R. GANTER
Comuna o Lugar Residencia en 1997 (CENSO 2002)
Categorías
%
En esta comuna
85
En otra comuna
8
En otro país
0
Ignorado
7
Total
100
Tabla N° 5: “Comuna o lugar de residencia en
1997”
Lo anterior, nos lleva a inferir que la mayoría de los actuales residentes de la
PLE viven en la comuna de S/J hace aproximadamente una década. Con un
promedio de casi 40% (1963) años viviendo en Santiago, y residiendo –en promedio- desde el año 1972 en la población la Legua Emergencia.
Situación del espacio público:
Según la encuesta aplicada por ASPD (2003) se observan los siguientes datos:
Estado de la iluminación
y pavimentación
44% las evalúa en buenas
condiciones.
38.1% las evalúa regularmente.
17.5% cree que están en pésimas
condiciones.
Calles de la población
50.4% piensan que se encuentran
en regularescondiciones.
32.5% señala que se encuentran
en buenas condiciones.
16.3% piensa que están en
pésimas condiciones
Tabla N° 6: “Iluminación y calles PLE”
Por su parte, la PLE cuenta con los siguientes espacios públicos y áreas
verdes:
Espacio público
Areas verdes
Definido esencialmente por
calles y veredas
Un Bandejón Longitudinal: 2.514 m2
Plaza Juegos Infantiles, con una capacidad mínima de operación
Tabla N° 7: “Urbanización, Espacios Públicos y
Áreas Verdes”
Según la Ordenanza General de Urbanismo y Construcción artículo 2.2.5, se
requieren 11.773 m2 adicionales de áreas verdes y espacios públicos; razón por
lo cual se estima que el déficit actual es de 8.622 m2 (DIDECO, 2006).
Actualmente, se está trabajando desde la División de Seguridad y el Municipio
en un plan a corto plazo que asuma el desafío de co-producción del espacio
público, lo cual significa lo siguiente:
•
•
•
•
•
Co-producción de juegos infantiles por cuadras
Ciclo-vías
Multicanchas
Un escenario urbano inscrito en este sistema
Potenciar la plantación de árboles y la instalación de bancos para sentarse
Situación de la trama urbana:
Como antecedente, el Ministerio de Vivienda y Urbanismo desarrolló un proyecto de intervención (1999) para resolver el problema de vivienda en la PLE,
89
ESCENAS DE LA VIDA URBANA EN LA LEGUA EMERGENCIA: NARCOCULTURA Y AMBIVALENCIAS IDENTITARIAS | R. GANTER
caracterizada por su antigüedad y creciente deterioro, además de su disfuncional conformación definida por lotes de 3,5 de frente x 20 de fondo, en promedio
para edificaciones de un piso.
No obstante, dicho ante-proyecto que en lo concreto planteaba la construcción
en altura con el objetivo de hacer rendir el terreno, se vio truncado por la presión en contra ejercida por grupos de narco-traficantes.
El sector Legua Emergencia, se emplaza con dos importantes corredores definidos por el plan Transantiago: Santa Rosa y Las Industrias, otorgando buenas
condiciones de conectividad. Actualmente, se trabaja desde el Ministerio de Vivienda y Urbanismo y la División de Seguridad, en un plan a largo plazo para:
•
•
•
Regeneración de viviendas
Estudio de localización espacial de circuitos: delictivos,
comunitarios y de paz
Estudio de conectividad
En este mismo sentido, el Plan de Desarrollo Comunal de la Ilustre Municipalidad de San Joaquín (2006) consigna lo siguiente:
Modificación urbana en el territorio: necesidad de hacer de esta población un espacio amable para todos. Se plantea un cambio urbanístico, es decir, un cambio en el sistema de encierro que hoy existe en Legua Emergencia,
que no sólo dificulta el accionar policial con sus calles sin salida o estrechos
pasajes, sino que también opera como un gueto urbano. De este modo, con el
fin de lograr un cambio en la estructura y el trazado de la población, se proponen 3 medidas a nivel urbano:
a) Ensanche de Calle Jorge Canning/Comandante Riesle: Esta medida
persigue la transformación de la actual calle, de manera de permitir un flujo más
expedito de los vehículos. Asimismo, se propone que la actual calle se conecte
con Avenida Las Industrias.
b) Conexión de 3 Pasajes con Calle Alcalde Pedro Alarcón: Se propone la conexión de los pasajes: Francisco de Zárate, Sánchez Colchero y
Juegos Infantiles, con la calle Alcalde Pedro Alarcón. Esta medida intenta
eliminar el actual pasaje Mario Laza, que corresponde a fondos de sitios y
que se transforma por su ancho (2.5 m) en un límite infranqueable para los
vehículos de seguridad.
c) Conexión de Pasaje Mataveri con Calle Drake: Conexión del pasaje
Mataveri con calle Drake, por medio de la expropiación compartida tanto por
los fondos de los sitios que conforman el límite norte de la población La Legua y
La Legua de Emergencia, y los sitios conformados por las industrias ubicadas en
el mismo límite. La apertura de esta nueva calle conectará los actuales pasajes
ciegos que conforman el límite norte de La Legua, y dará mayor accesibilidad de
vehículos de seguridad.
Otro aspecto que cobra relevancia en lo urbano, se refiere al recarpeteo asfáltico de toda la extensión de calle Jorge Canning, desde Santa Rosa hasta
Toro Zambrano, y los respectivos pasajes adyacentes. Además, proponemos el
arreglo de veredas y platabandas en mal estado, ubicadas en el sector.
Para el año 2009, se busca abrir aquellos pasajes ciegos que generan ghetos
narcos, creando en su lugar espacios públicos y áreas verdes. De esta forma, se
cambiaría el concepto urbano de la población. La operación consiste en abrir
una calle en el costado norte de la población, donde hoy existen grandes mura-
90
ESCENAS DE LA VIDA URBANA EN LA LEGUA EMERGENCIA: NARCOCULTURA Y AMBIVALENCIAS IDENTITARIAS | R. GANTER
llones que cierran la calle creando estrechos pasajes sin salida. Las empresas
que colindan con la población, como por ejemplo la Embotelladora Andina –
Coca-Cola, ya cedieron una franja de cinco metros para abrir el nuevo corredor.
Junto con esto, la idea es sumar otros 5 metros hacia el sur de la misma calle,
mediante la modificación menor de algunas estructuras. El objetivo es ensanchar la calle principal Jorge Canning para transformarla en avenida y trasladar
la feria de frutas y verduras que se instala dos veces a la semana en ese eje vial.
El proyecto no sólo consiste en abrir pasajes, sino que la intervención va de la
mano de otras medidas como el levantamiento de un centro comunitario, el
cual se ya se encuentra concluido para enero del 2010 con un costo cercano a
US$ 1 millón. El centro cuenta en la actualidad con espacios para la ubicación
laboral, rehabilitación de drogas y actividades comunitarias.56
En relación al espacio público, se deja constancia de un importante déficit
en esta dimensión, pues en estos momentos hay una importante ausencia
de áreas verdes y de espacios públicos y recreativos, en general. Por
último, existe una clara necesidad “urbanística” de intervenir la trama de la
Emergencia, pues la población históricamente y en la actualidad, experimenta
una grave situación de encierro y encajonamiento que repercute en la
sensación de segregación, inseguridad y aislamiento espacial.
G. Antecedentes socio-comunitarios PLE
En relación a la Infraestructura Comunitaria, es posible constatar
un déficit importante en relación a la cantidad de multicanchas, centros comunitarios y centros culturales; teniendo en cuenta la proporción de sus habitantes y sus demandas de espacio y oportunidades, cuestión que se aprecia
en el siguiente cuadro57:
Infraestructura Comunitaria
Sedes vecinales
3
Multicancha
1
Centro comunitario
1 / San Gregorio
Centro cultural
1 / Red OLE
Sedes deportivas
2
Tabla N° 8: “Infraestructura Comunitaria”.
Por otra parte, destaca la existencia de un Consultorio de infraestructura moderna, con personal capacitado; pero que tampoco logra dar
abasto por sí sólo a las necesidades de salud de toda la población, considerando a las tres Leguas y a las poblaciones vecinas.
Establecimientos de Salud
1.- Consultorio
Centro de salud familiar
Arturo Baeza Goñi
2.- Comunidad Terapéutica
Joven Levántate
Tabla N° 9: “Establecimientos de Salud”.
56
Reporte: www.plataformaurbana.cl julio 2008.
57
“Diagnóstico Comunitario para la Población La Legua Emergencia” (2006), elaborado por
la Dirección de Desarrollo Comunitario de la Municipalidad de San Joaquín y la División de Seguridad
Ciudadana del Ministerio del Interior de Chile.
91
ESCENAS DE LA VIDA URBANA EN LA LEGUA EMERGENCIA: NARCOCULTURA Y AMBIVALENCIAS IDENTITARIAS | R. GANTER
En relación a la participación y la asociatividad en la PLE, se puede
observar según los datos del DIDECO 2006, que existe un escaso tejido de
organizaciones tanto territoriales como funcionales, si se le compara con la
población Nueva La Legua o bien, con la relación expuesta a partir del nivel
Comunal. Así, destaca una carencia significativa en cuanto a la existencia de
Organizaciones de Mujeres y Organizaciones de Salud. Al mismo tiempo, se
observa un importante desarrollo de Organizaciones Culturales-Juveniles y
–por supuesto- de Agrupaciones Deportivas, las cuales en su mayoría están
orientadas al fútbol.
Tabla N° 10:“Participación y Asociatividad en
PLE”
Número de
Organizaciones
L. Vieja
L. Nueva
L.
Emergencia
Comuna
S/J
Junta Vecino
2
1
1
85
Adulto Mayor
2
6
1
99
Centro de Padres
3
-
-
20
Comité de Seguridad
1
-
-
19
Comité de Allegados
1
-
-
12
Organizaciones de
Mujeres
3
6
2
99
Organizaciones de
Salud
-
4
1
20
Organizaciones
Culturales Juveniles
-
16
6
85
Redes Sociales
-
1
1
6
Agrupaciones
Deportivas
2
21
8
210
En cuanto al nivel de asociatividad, se observa un grado discreto de asociatividad concentrada en las orgánicas tradicionales y formales, cuestión que se
aprecia en el cuadro anterior. Ahora, respecto del nivel de participación en organizaciones, se observa un significativo nivel de desinterés por participar, aspecto que se puede apreciar en el siguiente cuadro:
Tabla N° 11: “Nivel de Asociatividad y
participación en organizaciones”
Participación (ASPD 2003)
Organizaciones
%
No participa
-
82.4%
Si participa
Grupos de Iglesia
7.7%
Clubes Deportivos
4.4%
Juntas de Vecino
4.1%
TOTAL
100%
Otro dato muy interesante lo constituye la presencia de organizaciones comunitarias orientadas al espacio de las comunicaciones, y una
Compañía de Bomberos asentada en la propia Población La Legua, que
atiende preferentemente las emergencias del sector la Legua y –por
cierto- las del resto de la comuna.
92
ESCENAS DE LA VIDA URBANA EN LA LEGUA EMERGENCIA: NARCOCULTURA Y AMBIVALENCIAS IDENTITARIAS | R. GANTER
Otros espacios-comunitarios (ASPD 2003)
Radio comunitaria la ventana (centro cultural la garrapata 2001)
Legua TV (canal 3 / 2003)
Feria de La Legua: jueves y domingo
Plaza Juegos Infantiles
2ª Compañía de Bomberos (1947)
Tabla N° 12: “Otros espacios-comunitarios”
Sumado a lo anterior y recogiendo lo descrito en el Diagnóstico realizado por la
consultora Asesorías para el Desarrollo (2003), destaca la presencia de otros
actores comunitarios definidos por algunas ONGs y por organizaciones culturales de nuevo tipo:
a) La Caleta: organización que trabaja en prevención de drogas y desarrollo socio comunitario con niños y jóvenes. Cuenta con un jardín infantil y sus
instalaciones están ubicadas al centro de La Legua, por lo que constituyen un
referente espacial para la población.
b) Fundación Ayuda y Esperanza: es una fundación filial del Hogar de
Cristo. Su misión es mejorar las condiciones de vida de la gente en condiciones
de pobreza, a través de herramientas que permiten la mejora de los ingresos
familiares y las condiciones de vida en general. Los programas son los medios
a través de los cuales se concreta esta misión. Esta fundación tiene tres programas: un programa de micro-crédito –el Fondo Esperanza–, un programa de
becas para educación superior y un programa de apadrinamiento de niños, que
es una beca de educación básica y media.
c) Crecer Educa: esta fundación desarrolla un proyecto de integración cultural de la comunidad en la Escuela 480, que acoge también a niños del Colegio
Álvarez de Toledo.
d) Taller de Acción Cultural (TAC): durante el año 1999 se implementan talleres productivos solidarios en la Población La Legua Vieja, con el
objetivo de contrarrestar la pobreza, el hacinamiento y la droga. De esta
forma, se apoyó la creación de dos talleres de cocina casera. Estos talleres
han logrando progresivamente un nivel mayor de producción, mejorando integralmente su quehacer. Más adelante se implementó el taller de Cocinería
de Legua Vieja, que han denominado “Cacerisimo” (término acuñado en las
ferias y negocios populares que se refiere al cliente permanente y querido, al
buen cliente), y el Taller de Cocinería Grupo de Mujeres Alihuén de Legua de
Emergencia, gracias al cual han ido ganando nuevos clientes, entre los que
se encuentran: trabajadores, ejecutivos, funcionarios y profesionales que laboran en empresas y servicios.
e) Red OLE: es un organismo de carácter completamente comunitario que
en principio, no cargaría con los lastres históricos ni está vinculado a sectores
políticos; pero sí tiene una identidad local y una inspiración de recuperación
de espacios comunitarios y reconstrucción del tejido social de la población,
logrando aglutinar a las pocas organizaciones que coexistían fragmentadamente hasta fu formación. La red OLE está compuesta por una diversidad de
organizaciones que operan en el territorio de la Legua Emergencia. Genealógicamente esta red se encuentra emparentada con la agrupación Amigos por
la Paz, una organización anterior a la articulación de la red y que se habría
formado con el objetivo de disputarle el espacio público tanto al miedo generado por las balas de las bandas de narcos, como a la propia presencia de
las fuerzas policiales de Carabineros en el territorio de La Emergencia. En la
93
ESCENAS DE LA VIDA URBANA EN LA LEGUA EMERGENCIA: NARCOCULTURA Y AMBIVALENCIAS IDENTITARIAS | R. GANTER
actualidad, la red está compuesta –en lo fundamental- por La Comunidad
Cristiana Nuestra Señora de la Paz, Club Deportivo Norambuena, ONG La
Caleta, Jote Lácticos, y Furia Legüina.
f) Grupo de Salud André Jarlan, que se autofinancia y funciona hace 19
años. Cuenta con aproximadamente 18 integrantes. Se formó durante la dictadura, respondiendo a la necesidad de atender a quienes eran heridos en las
protestas. En un principio llevaba el nombre de una detenida desaparecida hija
de una integrante del grupo, pero cuando quisieron darle personalidad jurídica
no les permitieron ponerle ese nombre y se lo cambiaron a “André Jarlan”, en
homenaje al sacerdote asesinado en La Victoria. Con el tiempo, la labor original del grupo fue perdiendo sentido y comenzaron –entonces- a buscar una
manera de reformular lo que hasta ese entonces había sido su misión. En la actualidad se dedican a visitar a los ancianos y enfermos que permanecen en sus
casas y que necesitan ayuda para ir al consultorio, conseguir medicamentos,
etc. Es uno de los pocos grupos, junto con los grupos parroquiales, que tiene
cierta tradición en La Legua.
h) Universidad Diego Portales: la Facultad de Ciencias Humanas y de Educación se encuentra realizando a partir del año 2002, el Programa de Desarrollo
y Seguridad Humana en la PLE.
En síntesis, en cuanto a los indicadores básicos referidos a la dinámica
comunitaria de la PLE es posible consignar lo siguiente: se observa un escaso
tejido de organizaciones tanto territoriales como funcionales, pero a pesar
de lo anterior destaca en la Emergencia una fuerte presencia de Agrupaciones
Deportivas, donde el fútbol es la práctica determinante, y junto a ello, se
observa un auge de Organizaciones Culturales-Juveniles. Sumado a la
tendencia anterior, se observa un significativo nivel de desinterés por
participar en organizaciones sociales y comunitarias, donde los focos de
interés se concentran básicamente al interior de organizaciones tradicionales
tales como: las iglesias y parroquias, los clubes deportivos y las juntas de
vecinos; lo que también hace suponer que los jóvenes no destacan por marcar
una fuerte presencia al interior de este mundo organizacional. Por otro lado,
destaca la presencia significativa y sentida de un grupo de organizaciones
históricas, orientadas al espacio de las comunicaciones –RED GARRAPATAy una Compañía de Bomberos. Así mismo, se observa una fuerte validación
por parte de los vecinos de la ONG La Caleta y de su trabajo. Finalmente,
dentro de las nuevas organizaciones es posible identificar a la RED OLE y
a la FURIA LEGÜINA, quienes son los actores sociales juveniles que hoy
protagonizan la organización anual del Carnaval por la Paz en La Legua.
H. Antecedentes en seguridad urbana PLE
Según los datos de la encuesta aplicada en PLE durante el Diagnóstico que realizó la Consultora Asesorías para el Desarrollo (ASPD/2003), se pueden observar –a modo de contextualización- los siguientes datos panorámicos del estado
de seguridad en la PLE:
Relación entre vecinos:
El 80% de los encuestados define
su relación con los vecinos como
“buena” o “muy buena”.
Principales problemas de la
población
1º Jóvenes en las esquinas (85.3%).
2º Tráfico de drogas (79.8%).
3º Consumo de droga en lugares
públicos (78.2%).
94
ESCENAS DE LA VIDA URBANA EN LA LEGUA EMERGENCIA: NARCOCULTURA Y AMBIVALENCIAS IDENTITARIAS | R. GANTER
Temor frente a hechos a los que
puede verse enfrentado
1º El verse en medio de una balacera
(61.9%).
2º Verse en medio de una pelea
callejera (52%).
3º Ser víctima de un homicidio
(48.8%).
Existencia de personas en la
población a las que se les tema
El 88.5% de los entrevistados
señalan que en su población no hay
ninguna persona a la que le tenga
miedo.
Confianza que inspiran los
carabineros como protección
frente a la delincuencia
El 67,4 % de las personas señalan
“confiar poco” o “no confiar” en ellos.
Confianza en un policía de
investigaciones
El 66,7 % de los encuestados no
confía o confía poco.
El problema de la droga y la
confianza en instituciones
Un 83,4 % de los encuestados
“no confía” o “confía poco” en los
tribunales.
Capacidad de ejercer denuncias
Un 65,9 % de los pobladores de La
Legua no estaría dispuesto a hacer
una denuncia.
Tabla N° 13: “Seguridad Urbana”
En cuanto a los indicadores básicos ligados con la dimensión de la seguridad
urbana en la PLE, es posible consignar lo siguiente: se observa que a pesar de
no existir grandes conflictos y controversias entre vecinos, destaca una fuerte
sensación de temor, riesgo y vulnerabilidad frente a la posibilidad de verse
envuelto en una balacera. Así mismo, los pobladores plantean a los jóvenes
en las esquinas y al narco-trafico, como el principal problema de la población.
Sin embargo, no le tienen confianza a las instituciones que debería reprimir
y condenar este tipo de prácticas, es decir, a las policías y a la justicia. Se
observa como un dato significativo el hecho de que si bien los pobladores
se encuentran en medio de un “campo minado”, no desarrollan temores
particulares hacia algún vecino o grupos de vecinos en particular, dentro de la
población. Sumado a esto, destaca una cierta cultura histórica que rechaza la
delación o la práctica de la denuncia.
I. Otras especificidades
tipo de actividad < 14 años
Perfil ocupacional
Tipo de actividad: según la encuesta aplicada por ASPD (2003) tenemos
los siguientes datos:
tipo de actividad < 14 años
16,2 tipo de actividad < 14 años
47,6
16,2
16,2
población inactiva
47,6
35,3
población activa
47,6
población activa
desocupada
población
población inactiva
población activa
población desocupada
población inactiva
Gráfico N°10: “Tipo de actividad de individuos
35,3
población
desocupada
mayores
de 14 años”
35,3
95
ESCENAS DE LA VIDA URBANA EN LA LEGUA EMERGENCIA: NARCOCULTURA Y AMBIVALENCIAS IDENTITARIAS | R. GANTER
n Inactiva
Perfil Población Inactiva
25%
Perfil Población Inactiva
Sexo Hombres
25%
Sexo Mujeres
Sexo Hombres
25%
esocupada
Sexo Mujeres
Sexo Hombres
Gráfico N° 12: “Perfil Población Inactiva por
Sexo”
75%
Sexo Mujeres
Perfil Población Desocupada
75%
30%
Perfil Población Desocupada
Hombres
30%
Mujeres
Hombres
30%
Mujeres
Hombres
Gráfico N° 14: “Perfil Población Desocupada
por Sexo”
70%
Mujeres
70%
desocupada
Perfil educaciona población desocupada
Perfil educaciona población desocupada
22,9
media completa
2,3
media incompleta
básica completa
básica incompleta
24,4
24,4
2,3
22,9
22,9
media completa
media incompleta
media completa
básica completa
media incompleta
superior
26,7
básica incomplet
básica completa
superior
básica incompleta
Gráfico N° 15: “Perfil Población Desocupada por
nivel de educación”
22,1
22,1
96
26,7
26,7
superior
ESCENAS DE LA VIDA URBANA EN LA LEGUA EMERGENCIA: NARCOCULTURA Y AMBIVALENCIAS IDENTITARIAS | R. GANTER
Por su parte, tenemos algunas otras especificidades referidas al perfil de la población ocupada en la PLE, que son posible de observar en la siguiente tabla:
Perfil Población Ocupada
Categorías
%
Sexo
Hombres
70%
Mujeres
30 %
Media completa
26.3%
Media incompleta
22.8%
Básica completa
22.8%
Básica incompleta
18.6%
Superior
8.4%
Asalariado
47.7%
Por Cuenta Propia
38.6%
Patrón
11.9%
Servicios Domésticos
4.6%
Sin Contrato
47.7%
Con Contrato
52.3%
Mas de $134.001
25%
entre $134.001 y $56.001
55%
Menos de $56.000
12%
Superior a $448.001
1.1%
Educación
Tipo de Ocupación
Contrato de Trabajo
Ingresos líquidos mensual
Tabla N° 14: “Perfil Población Ocupada por
Sexo, Educación, Tipo de Ocupación, Contrato
de trabajo e ingresos líquidos mensuales”
A partir de los gráficos y las tablas recientemente expuestas, es posible observar
que estamos en presencia de un nivel de desocupación en la PLE que alcanza
un 16.2%, cuestión que tampoco es muy diferente a la realidad de la Comuna
de San Joaquín (S/J), donde la cifra de desempleo según la Encuesta Casen
(MIDEPLAN, 2003) es de 13.1%, superando al menos en cuatro puntos en promedio de la Región Metropolitana.
Por otra parte, es posible concluir que del 35.3% de la fuerza laboral ocupada de
la PLE, la mayoría está constituida por hombres asalariados, con su educación
escolar incompleta (sea básica o media), con importantes niveles de inseguridad laboral y la mayoría ganando entre $134.001 y $56.001.
A modo de síntesis, respecto al perfil de la población ocupada se observa
que es predominantemente masculina y de trabajadores asalariados
y trabajadores por cuenta propia, del tipo no calificado, tales como:
operarios de máquinas y artesanos. Al mismo tiempo, se puede constatar un
fuerte nivel de desocupación al interior de la Legua Emergencia. Por su
parte, con el censo 2002 se demuestra que la anterior tendencia comienza a
cambiar por factores asociados a la escolarización de las fuerzas productivas,
la incorporación de la mujer al mundo del trabajo y la terciarización de la
economía chilena.
97
ESCENAS DE LA VIDA URBANA EN LA LEGUA EMERGENCIA: NARCOCULTURA Y AMBIVALENCIAS IDENTITARIAS | R. GANTER
98
ESCENAS DE LA VIDA URBANA EN LA LEGUA EMERGENCIA: NARCOCULTURA Y AMBIVALENCIAS IDENTITARIAS | R. GANTER
Capítulo IV
99
ESCENAS DE LA VIDA URBANA EN LA LEGUA EMERGENCIA: NARCOCULTURA Y AMBIVALENCIAS IDENTITARIAS | R. GANTER
100
ESCENAS DE LA VIDA URBANA EN LA LEGUA EMERGENCIA: NARCOCULTURA Y AMBIVALENCIAS IDENTITARIAS | R. GANTER
Principales hallazgos: escenas de
la vida urbana en la legua emergencia
De historias, trayectorias y memorias
Escena I: Biografía de una Conversión
Inmigrando a Santiago
La Cali llegó a la Emergencia a principios de los años ‘50. Ella nació en los años
‘30, en Parral. Se vino a Santiago muy pequeña, una vez que su Mamá enviudó.
Partieron a probar suerte, a “turistear” como dice ella. Su Mamá no tenía donde llegar con ella y sus tres hermanos. Sólo una tía de su Madre, que se había
venido hace varios años antes a Santiago, pudo recibirlos a todos. Recuerda
que su Mamá trabajaba para poder mantener a sus hijos, fue un período muy
duro y triste para ella, de mucha carencia y soledad.
“… yo nací en Parral, no me acuerdo la fecha porque ya hace 75 años.
De ahí nosotros nos vinimos. Cuando mi madre enviudó, se vino con
nosotros aquí a turistear, se podría decir, porque no tenía donde llegar, sólo una tía y ahí nosotros nos criamos juntos. Y ella trabajaba, hasta que nosotros podíamos trabajar. Fue una vida dura, muy
dura, también se pasaron muchas necesidades, porque una madre
con 4 hijos sin conocer a nadie…” (Cali)
La Cali es una mujer encantadora, muy acogedora, alegre, luminosa y una gran
conversadora. Conversamos varias tardes de verano en el comedor de su casa,
ubicada en el pasaje Venecia de la población Legua Emergencia. La casa es extremadamente estrecha. En su interior, se hace oscura a pesar de que el verano
ataca directamente la puerta de acceso principal. Siempre están encendidos los
tubos fluorescentes. No hay ventanas en las paredes laterales. La ventana del
frontis es diminuta. La puerta de la calle está abierta. Hacia el interior del recibidor y los dormitorios, se hace más espesa la oscuridad. El calor es sofocante.
La Cali es dulce, por su vitalidad es imposible describirla como una “anciana”, a
pesar de que su cabeza está cubierta de canas. Es de estatura diminuta. La piel
de su rostro dibuja su mapa biográfico. Posee gran movilidad. Viste siempre
un delantal de cocina. Me recuerda mucho a mis propias abuelas y las escenas
de calle Victoria en pleno barrio Matta. Tal vez por eso me inspira tanta admiración y emoción. Mientras ella me muestra algunas fotos familiares, yo voy
observándola más de cerca. Sobre la mesa van apareciendo las imágenes de sus
hijos/as y su esposo.
La decoración es mínima, sobria, sin estridencias. Los muebles tienen muchos
años, pero bien mantenidos. Entonces, yo le pregunto si la casa ha tenido modificaciones en todos estos años, a lo cual ella me responde que no. La pintura
pálida de los muros, incluso es la misma. La superficie del suelo es de material
sólido. Entonces, ella se levanta y se dirige hacia la puerta principal, donde me
indica que antes había otra puerta: “esto sí se cambió”. Luego me indica que
en el baño y la cocina –compartimentos que se encuentran justo después de la
puerta principal- no se han hecho modificaciones. En el baño hay una puerta
de madera que aísla dicha dependencia. Luego, se dirige hacia las dependencias
interiores y yo la acompaño. El cielo es bajo. Al llegar a la primera dependencia
me indica que es su dormitorio. No hay ventanas, no hay puertas, la oscuridad
y la sensación de encierro son patentes. Sigue avanzando un par de pasos más
para mostrarme la última dependencia. Es la habitación de su hija, separada
101
ESCENAS DE LA VIDA URBANA EN LA LEGUA EMERGENCIA: NARCOCULTURA Y AMBIVALENCIAS IDENTITARIAS | R. GANTER
por tabiquería de la habitación donde duerme ella. Esta dependencia tiene en
el muro del fondo una ventana que da hacia un patio interior, de diminutas dimensiones. Por ahí se cuela un poco de luz. La Cali me indica que antiguamente
la casa llegaba hasta aquí, pues de la ventana hacia atrás estaba todo abierto;
era como un sitio común que conectaba a las diferentes viviendas; un verdadero
cuadrilátero; un rectángulo sin techo; una especie de patio común o “corral”,
como señala ella. Antiguamente los vecinos colgaban ropa para el secado, pero
también había personas que lo usaban como basurero. Regresamos al recibidor
y nos sentamos en el comedor.
Y ¿cómo es la gente del barrio? -le pregunto, pues sólo ayer habían estado “agarrándose a balazos”- a lo cual ella me responde: - “tranquila”, aquí la gente es
“tranquila”, “son todos unos muy buenos vecinos”, “la gente se ayuda mucho en
este pasaje”. “Son unos pocos los que andan haciendo desorden, pero por culpa
de ellos pagamos todos el pato”-.
Actualmente la Cali es una mujer viuda. Tiene tres hijos vivos, muchos nietos y
nietas. Ella vive sola con una de sus hijas. La Cali recuerda que cuando llegaron
a Santiago con su Mamá, se instalaron en el sector de Macul, en una dependencia instalada en la parte de atrás de una industria que trabajaba el algodón.
Allí mismo trabajaba la Tía de su Mamá. Y allí mismo permaneció por muchos
años junto a su Madre, la Tía de su Madre con su respectiva familia, y sus tres
hermanos pequeños.
“… mi mamá llegó a la calle Exequiel Fernández de Macul, entre Los
Olmos y Los Espinos.
Vivíamos atrás de una industria que hacía algodón, se llamaba la
“Kattan”.
Ahí vivimos muchos años” (Cali)
La sociedad chilena era hacia 1950, una sociedad urbana. Después de 1930,
producto del crecimiento brusco que generó la industrialización y el retraimiento del mundo rural, con estructuras sociales y formas de producción premodernas, se fue generando una migración masiva hacia las ciudades y especialmente hacia Santiago, que se fue transformando paulatinamente en una
metrópolis. Según el censo de población del año 1952, Santiago tenía una población de 1.384.285 habitantes; cifra que se disparó significativamente para
1960, llegando a 2.125.000 habitantes. Este incremento responde en más de un
50%, a procesos migratorios campo-ciudad. Junto con ello, se hace manifiesto un déficit importante en materia de equipamiento urbano e infraestructura,
pues la ciudad de Santiago no estaba preparada para cobijar a tantas personas
y familias; muchas de ellas familias extendidas, procedentes del campo, sin trabajo estable, carentes de instrucción, etc. Lo anterior, trajo como consecuencia
un profundo cambio en la vida urbana de los santiaguinos. Sumado a ello, van
apareciendo fenómenos sociales y urbanos de nuevo tipo, como por ejemplo:
las “poblaciones callampas”, altamente precarias y asentadas en las orillas de
ríos y canales, en la periferia de la ciudad, sin servicios básicos, y en condiciones
de hacinamiento extremo58.
Recuerdos de Santiago
La Cali me cuenta que cuando comenzó a salir a pasear por el barrio y la ciudad de Santiago, particularmente por lo que hoy configura la comuna de Ñuñoa, recuerda una atmósfera bonita y tranquila. Las calles, particularmente
la Avda. Pedro de Valdivia, las recuerda con adoquines; luego, todo se iría
58
1992.
102
Ver Aylwin, M., Bascuñan, C. (otros), “Chile en el siglo XX”, Ed. Planeta, Santiago, Chile,
ESCENAS DE LA VIDA URBANA EN LA LEGUA EMERGENCIA: NARCOCULTURA Y AMBIVALENCIAS IDENTITARIAS | R. GANTER
modernizando. Se dibujan en su memoria las escenas de: la Fiesta de la Primavera, la Plaza Zañartu, el Estadio Nacional, algunos eventos deportivos, las
áreas verdes y las entretenciones y panoramas propios de la segunda mitad de
los años ‘40, en Santiago.
“… en vez de pavimento eran unas piedras que habían en las calles,
eran igual que cuadraditos, sí eran piedras. Ya, pero como está pavimentado aquí, igual que aquí, y cuando llegamos también (…) todas
esas calles. Ya después se fue modernizando con el tiempo, se fue todo
modernizando ahí” (Cali)
“… era bonito, porque me recuerdo la fiesta de la primavera en el estadio. Se terminaban las comparsas y nosotros íbamos a verlo, y más
que nosotros vivíamos cerca, no los costaba nada. No ve que queda
en Pedro de Valdivia el estadio” (Cali)
“… si nosotros íbamos a todos los partidos cuando jugaban los hermanos Robledo. Imagínese de los años, (…) en esos años no habían
estas cosas, ahora nada, sino la plaza nada más. Era la Plaza Zañartu, que quedaba en Pedro de Valdivia (...) cerca del estadio; era una
plaza chica sí, pero habían muchas áreas verdes que uno se podía
sentar, esos escaños, esas cosas que ahora todo es moderno (…) en
una plaza. Entonces, ahí podía uno conversar; los circos que también
llegaban por los alrededores, todas esas cosas que también uno iba”
(Cali)
La Vida en la Industria: La matriz social-popular
Como consecuencia de los graves efectos de la crisis económica de los años ‘30,
los Gobiernos de la época tomaron una serie de medidas de tipo económicas,
todas ellas orientadas a desligar la economía nacional de los efectos y las presiones del mercado internacional. De ahí que el Estado tomase un protagonismo
en la planificación de la economía nacional, y no sólo eso, sino que se convirtió en un actor de peso como generador de actividad productiva y económica.
La llegada del Frente Popular fue decisiva para la instalación y legitimación
de dicha lógica, pues a través del Estado comienza a generarse toda una concepción del desarrollo y un impulso industrializador, que no se había visto en
otra coyuntura histórica nacional. Los objetivos de este proceso que se iniciaba,
obedecían principalmente a la sustitución de importaciones y a la generación
de un proceso de desarrollo social endógeno e interdependiente con esta nueva
estructuración económica. En este marco, se inscribe la creación de la CORFO,
donde el Estado asumiría -en áreas estratégicas del desarrollo- un rol empresarial, realizando obras de gran envergadura. Entre los planes y estrategias más
importantes, cabe destacar el plan de electrificación del país, donde el estado
funda la Empresa Nacional de Electricidad (ENDESA), en el año 1944 59.
De esta forma, también la Cali nos va narrando cómo se fue incorporando al
mundo del trabajo, destacando a finales de los años ’40, su primer oficio en una
fábrica que producía manufacturas e insumos ligados con la industria eléctrica.
Recuerda que trabajaba en la sección de montaje, a trato, en una jornada de
alrededor de 12 horas diarias:
“… cuando uno dentra a los 17 ya uno empieza a trabajar, empieza
a trabajar en la “REMA”, una industria que hacía todos productos
eléctricos, todos los enchufes, todo, todo, todo. (…) nosotros traba-
59
Ver Aylwin, M., Bascuñan, C. (otros), “Chile en el siglo XX”, Ed. Planeta, Santiago, Chile,
1992; y Salazar, G. “Historia contemporánea de Chile” Tomos I y II, Ed. Lom, Santiago, 1999.
103
ESCENAS DE LA VIDA URBANA EN LA LEGUA EMERGENCIA: NARCOCULTURA Y AMBIVALENCIAS IDENTITARIAS | R. GANTER
jábamos arriba, se llamaba la sección de nosotros: montaje. Abajo
estaban las maquinarias, entonces producían los porta lámparas,
todas esas cosas, y arriba nosotros teníamos que armarlo. Trabajábamos a trato, de las 8 de la mañana a las 8 de la noche (…) habían
unos porta lámparas. Sí, entonces nos daban todos los materiales y
nosotras les poníamos la rosquita donde va la ampolleta; nos daban la loza, no sé si usted ha visto unos que se enchufan así. (…) nos
entregaban eso donde se enchufa y los tornillos y eso teníamos que
atornillarlo todo a mano; hacer el porta lámpara, los triples. Pero,
ahí se aprende tanta cosa” (Cali)
N°1: “La Legua en los años 60”
La Cali recuerda también, que en esa fábrica conoció a su esposo. Él trabajaba
en otra sección, probablemente de embalaje, pues su marido trabajaba cociendo las cajas de cartón.
“… él trabajaba, ellos hacían las cajas en la misma sección de nosotros pero ellos estaban en una esquina para hacer las cajas. Llegaba
el cartón no más y el maestro cortaba, rayaba y ellos las cocían con
unas maquinas igual que las agujas. Sí, unas máquinas todas antiguas, ahora todo es moderno (…) y ahí conocí a mí esposo, trabajábamos juntos” (Cali)
Mario era de la Legua: la epopeya de los excluidos
El relato esta vez se dirige hacia la historia trenzada con su pareja y esposo:
Mario. La Cali cuenta que con Mario se fueron conociendo paulatinamente,
en la medida en que también iban transcurriendo sus biografías al interior de
la propia industria y el tiempo de trabajo. Ella cuenta que Mario vivía con sus
padres en la Legua Emergencia. Muchas veces él tenía que atravesar la ciudad
caminando por las mañanas para llegar hasta la industria, pues por cuestiones económicas o porque había prolongados paros del transporte público, él
debía caminar entre potreros para llegar hasta su trabajo. Imaginariamente,
el recorrido más directo era salir de la población hacia Carlos Valdovinos,
para luego caminar hacia el oriente hasta llegar a Vicuña Mackenna. Desde
allí debía continuar la ruta por calle Guillermo Mann, hasta Pedro de Valdivia.
Y luego subir por calle Grecia hasta pasar el sector de calle Macul, donde se
encontraba la industria.
“… él vivía aquí en la Legua con sus papás, unas tres casitas mas
allá vivía, con los papás, y trabajaba allá (…) de aquí de La Legua
iba a trabajar allá y a veces quién sabe usted o habrá sabido, habían muchos paros de micros góndolas, eran en esos tiempos, y él se
iba de a pie de aquí hasta allá, hasta pasado la Avenida José Pedro
Alessandri, para arriba que quedaba la industria (…) todo esto era
como potreros, no estaba habitado así que se iban por entremedio
acortando calles para llegar a la hora, porque teníamos que marcar
tarjeta (…).” (Cali)
En un gesto que no le demanda mucha energía ni desgaste, cierra los ojos por
unos segundos y se retrotrae un poco más atrás. Recuerda que los padres de
Mario llegaron por el año ‘50 a la Emergencia. Ellos vivían en la población Matucana, sector cercano a la Estación Central, barrio predominantemente obrero. La familia de Mario estaba asentada en un sector de esa población que era
extremadamente precario a finales de los años ‘40, saturado de “mediaguas” y
donde producto de inundaciones desatadas por el invierno, se les trasladó –en
una oportunidad- a un grupo de familias al Estadio Nacional, como medida de
emergencia. Dentro de esas familias estaba la familia de Mario:
104
ESCENAS DE LA VIDA URBANA EN LA LEGUA EMERGENCIA: NARCOCULTURA Y AMBIVALENCIAS IDENTITARIAS | R. GANTER
“… ellos llegaron porque, no sé si se recordará o habrá escuchado
usted, esos años que llegaron aquí la gente, aquí a La Legua; fue
cuando habían las inundaciones en las poblaciones en La Matucana.
En todas esas poblaciones que eran de puras medias aguas con fonolitas, que era lo que se usaba antes para los techos. Tuvieron también
un año en el Estadio Nacional, también que se inundaron muchas poblaciones; entonces no hallaban donde colocar la gente y les dieron
lugar en el Estadio Nacional” (Cali)
Pero más adelante, la población Matucana hizo crisis y según se construye en el
relato de la Cali, la población “se vino abajo” probablemente producto de algún
desastre natural o algún incendio que se generó en su interior. Ella nos cuenta
que las casas de la Matucana eran de dos pisos, pero de material muy precario. Entonces, luego del colapso de dicho asentamiento, se trasladó a un grupo
de familias de la Matucana a la población Legua Emergencia, pese a que esta
población aún no estaba terminada, ya que sólo se trataba de una medida de
emergencia para resolver preliminarmente el déficit habitacional que enfrentaba Santiago, por esos años. Sin embargo, el problema de las masas humanas
urbano-marginales estaba lejos de superarse.
“… eran como potreros esas casas y en esas inundaciones, incluso mi
esposo, eran de La Matucana que eran muy nombradas unas poblaciones, esas eran de dos pisos pero eran de madera. Entonces, todo
eso se les vino abajo y esta población estaba recién, no estaba terminada tampoco; entonces, como vieron que estaba techada ahí se vino
toda la gente” (Cali)
Tiempo de partir: “yo no quiero vivir en la Legua”
Poco antes de cumplir un año saliendo con Mario, se deciden casar. Llegan
a vivir como allegados en la misma casa que habitaba su Mamá en el sector
de Macul. Pasaron varios años, la Cali estaba esperando su cuarto hijo y
entonces deciden hacer su vida por su cuenta, pues a esa altura ya habían
comenzado los problemas de espacio e independencia. También estaba el deseo de parte de la Cali, de dejar descansar a su Madre y también de que ella
pudiera rehacer su vida.
“… había una compañera que me decía te mandó saludos el Mario.
Bueno, de primera yo le decía: yo no necesito saludos porque estoy
trabajando. Y después tanto pasaron los años, -ya po´ me decían las
chiquillas, ya po’ mira que el Mario llega a llorar por ti- Bueno, ya un
día hicimos una cita, nos pusimos a conversar. Claro que me sacaron
la murienta porque me pilló mi mamá, (…) nos conocimos unos 8 o
10 meses, no alcanzamos un año y después ya decidimos casarnos,
(…) nosotros vivíamos con mi mamá y nosotros íbamos a tener el
cuarto de niño y vivíamos muy estrechos. Y yo le dije un día que era
mejor buscar otro lugar donde vivir, de ahí decidimos apartar casa
porque ya varios hijos y también la mamá tenía derecho a descansar
y rehacer su vida” (Cali)
Ahora, lo único que la Cali le pidió a Mario fue que no la llevara por ningún
motivo a vivir en la Legua. Este deseo no tenía que ver con sus suegros, con los
cuales ella siempre tuvo una muy buena relación. Este rechazo era más bien
–químico-, un impulso que no obedecía a ninguna razón o lógica más de fondo,
simplemente ella no quería vivir en la Legua. Entonces Mario le comentó:
“… me dijo: encontré una pieza, pero no cerca de mi mamá. A pesar que mi suegra era un 10, pero yo le dije: -no me lleví Mario
105
ESCENAS DE LA VIDA URBANA EN LA LEGUA EMERGENCIA: NARCOCULTURA Y AMBIVALENCIAS IDENTITARIAS | R. GANTER
para La Legua, yo no quiero vivir en La Legua ¡no!- Me dijo: no te
preocupí” (Cali)
El Arribo a la Emergencia: “me trajo engañada”
En este marco es que llega la Cali a la Emergencia, con un nudo en la garganta
y con una sensación de impotencia y desilusión, pues su marido la había engañado y la había echo parte de una decisión en la cual nunca se le consideró. Su
consuelo era que sus suegros siempre la apoyaron y al parecer lo iban a seguir
haciendo, pero esta vez también como vecinos.
“… cuando venía en el camión con nuestras cositas y fui conociendo,
y yo le digo: -Mario no me digai que arrendaste una pieza en la Legua. -Sí, me dijo, al lado de mi mamá me arrendaron la pieza (…) así,
disidimos venirnos para acá a arrendar una pieza. A esa altura mi
esposo me había engañao po’, porque me dijo que no veníamos aquí
a La Legua y me trajo engañada (…), de mis suegros no tengo nada
que decir, ellos siempre fueron un 10 conmigo, siempre me estuvieron
apoyando en todo” (Cali)
La Cali recuerda que llegó a la Emergencia a principios de los años 50, junto a
su marido y sus cuatro hijos. Ella recuerda que llegó a vivir en una pieza que le
arrendaron a un señor que vivía solo, del cual no recuerda su nombre, pero sí
la dirección exacta del pasaje Venecia donde llegó por primera vez, en el sector
1 de la Emergencia:
“… nosotros llegamos eh… 53, 54, llegamos aquí mismo a Venecia;
llegamos al 3414, allí a nosotros nos arrendaba una pieza un caballero” (Cali)
Como ya se ha venido trabajando en la contextualización histórica de este informe de tesis, donde se narran los primeros hitos históricos que fueron configurando al territorio de la Emergencia; los primeros grupos de colonos fueron
traídos principalmente de zonas y barrios obreros muy degradados, de diferentes partes de Santiago, particularmente de la zona norte de Santiago. Pero también, de “poblaciones callampas” ubicadas en las orillas del río Mapocho y del
Zanjón de la Aguada. Estas decisiones que la autoridad política y administrativa
tomó en su momento, obedecían a medidas de emergencia que, por lo mismo,
no se materializarían en soluciones habitacionales permanentes para las familias trasladadas hasta el sector 1 y el sector 2 de la Emergencia. Así, siempre se
consideró como una medida provisoria para los grupos humanos que se asentaron en dicho territorio y que consecutivamente procedieron a ocupar las viviendas equipadas, como si se tratara de una especie de “préstamo” que luego
deberían devolverle al Estado; situación que desde un comienzo se configuró en
un potente obstáculo, para que los habitantes logaran desarrollar sentimientos
de arraigo y pertenencias territoriales con el espacio de la Emergencia.
“… eso supimos nosotros, que era una población de Emergencia no
más porque se iba a estar un periodo cortito, porque después se iba a
radicar a la gente en distintas partes y que aquí iba a ser construido
todo ese terreno para Carabineros. Pero parece que seguramente no
se llevó a cabo todas esas cosas, y vieron tanta necesidad de toda la
gente, que a lo mejor han optado por cambiar y dejar aquí a toda la
gente que llegó” (Cali)
La Casa Propia: un regalo
A través del relato de la Cali, es posible reconocer una cierta identidad personal
que se viene a plegar con un cierto modo de vida que predominaba en el San-
106
ESCENAS DE LA VIDA URBANA EN LA LEGUA EMERGENCIA: NARCOCULTURA Y AMBIVALENCIAS IDENTITARIAS | R. GANTER
tiago de mediados de los años ‘50. Este modo de vida se encuentra fuertemente
definido por un imaginario social y urbano, ligado al “emprendimiento” y la
emergencia de los nuevos sectores medios de la sociedad chilena. Un imaginario que se traduce en experiencias concretas y prácticas sociales vinculadas con
la idea de mérito, trabajo, esfuerzo, progreso, dignidad, “decencia”, disciplina,
orden, austeridad, limpieza, higiene, etc. Valores e ideas ligadas tradicionalmente, a los grupos medios emergentes y dominantes –incluso desde el punto
de vista político- en esta coyuntura histórica.60
Estos hechos marcan en la Cali una cierta “distinción” en su manera de ser y en
su hacer personal, respecto de otras geografías humanas presentes en el territorio de La Legua. Lo significativo es que este tipo de identidades y valores, tienen
un lugar en la Emergencia de los años ‘50, y más que un lugar aislado se observa
la presencia de un cierto reconocimiento mutuo, un nosotros. Aunque –en los
años posteriores- los movimientos y las tendencias migratorias hacia afuera de
la Legua y de su propio paisaje interno, afecte la configuración más sólida y permanente de grupos más organizados y consolidados territorialmente.
“… yo crié a mis hijos -que en esos años se usaba el soquete, el zapato negro- bien arregladitos, pobrecitos pero bien arregladitos.
Entonces, en esta casita vivía una señora con dos niñas grandes,
jóvenes, y un día la señora, como le digo, salgo a la puerta con mis
niños y me llama la señora, y me dice: -señora puede venir un poquito- y yo pensé que mis niños habían hecho algo y dije: ¡Dios mío
que habrán hecho, recién estoy aquí! Y me hice un moño. Me dice:
- tenga la bondad de pasar -yo pasé a esta casa y me dice: - sabe
señora, desde que usted llegó aquí yo la he admirado mucho, usted
es una gran señora y tiene sus niños tan limpios -me dijo, que yo le
voy a regalar esta casa” (Cali)
La Cali fue la más sorprendida con la noticia del regalo, no podía creerlo. Lamentablemente y a pesar de su buena memoria, no recuerda el nombre de esa
vecina del pasaje Venecia, donde ella vive actualmente; pero siempre dice que
esa vecina “tiene ganado el cielo”. Nunca más supo de ella, lo más probable es
que se le diera la oportunidad de comprarse casa en otro barrio de Santiago,
pues el grueso de la clase media habría optado por esos años por dar la pelea
para conseguir la “casa propia”, para lo cual se podía acceder a la ayuda del Estado, a través de las “Cajas” y luego de las “Asociaciones de Ahorro y Préstamo”.
Se imponía también a partir de los años ‘50 en la sociedad Chilena, una identidad social fuertemente marcada por los valores mesocráticos, en ruptura con
el ideario aristocratizante; pero que al mismo tiempo, esta atmósfera social comienza a promover la organización poderosa de una buena parte del proletariado y la clase obrera, conformando otro polo de imaginarios y modos de vida que
coexistían en el Chile de los años ‘5061
“… me dice: - esta casa queda poco por pagarla porque teníamos un
dividendo bajito, pero -me dice- yo la voy a dejar a usted con un papel como que usted me va a cuidar la casa, pero con la condición que
usted se acerque a CORVI y tramite para que la casa sea asignada
a usted. Pero pague todos los meses -que se pagaba en el Pinar. Ahí
estaba para pagar los dividendos, fui pagando y después me acerqué a la Junta de Vecinos, la Junta de Vecinos me dijo: - ya noso60
Ver Aylwin, M., Bascuñan, C. (otros), “Chile en el siglo XX”, Ed. Planeta, Santiago, Chile,
1992.
61
Ver Aylwin, M., Bascuñan, C. (otros), “Chile en el siglo XX”, Ed. Planeta, Santiago, Chile,
1992; y Salazar, G. “Historia contemporánea de Chile” Tomos I y II, Ed. Lom, Santiago, 1999.
107
ESCENAS DE LA VIDA URBANA EN LA LEGUA EMERGENCIA: NARCOCULTURA Y AMBIVALENCIAS IDENTITARIAS | R. GANTER
tros la vamos a ayudar -porque un dirigente de la Junta de Vecinos
conocía a mi esposo desde chiquitito. Me dice: - ¿usted es la señora
del Mario? -y yo le dije: sí. - Mucho gusto, yo lo conozco desde hace
años y soy amigo de él -y él no tenía ningún cargo en la directiva,
sino que siempre estaba ahí para aprender. Y me dice: -¿Y qué pasa?
-y yo le expliqué. - Ya, me dijo, voy a hablar con el presidente -me
dijo. - Cuando nos reunamos voy a explicar su caso -y me mandaron
a hacer todos los papeles, todo, todo, certificado de los niños, de mi
marido también, del trabajo, parte de matrimonio, todas esas cosas.
Y la presenté y después pasaron los años y me iban citando, que esto
necesitaba, todo, ya y ahí yo iba sacando papeles (…)”
“Aquí teníamos rondines y el rondín no dejaba meterse a nadie a las
casas. Cuando la señora se fue, ella me dijo: - yo me voy mañana
–entonces, cuándo ella sacó las cosas mi cuñado, que vive más allá,
pasaron todo lo mió por arriba del techo, cosa de que los rondines no
se dieran cuenta. Entonces, el rondín vio que la señora se retiró y la
puerta quedó cerrada. Estuve dos meses que no salía a la calle yo y
mis niños, sólo mi marido que iba a trabajar” (Cali)
Buenos Tiempos: lo comunitario
La Cali sigue recordando, como si se tratara de desenrollar una gran madeja
de episodios, situaciones y personajes; pero al mismo tiempo, como intentando darle continuidad a una hebra que ella nunca había procesado y que
ahora le permite entender –tenuemente- el por qué de su permanencia y de su
presencia en este lugar.
Ella extrae los mejores recuerdos de su barrio, justamente de la coyuntura cuando Chile se preparaba para el mundial de fútbol del año 1962. No es menor este
hecho, si pensamos que Chile como nación Latinoamericana recibía entre 1962 y
1969, mil millones de dólares otorgados vía préstamos y subsidios por el gobierno de Estados Unidos; convirtiendo a Chile en el país más favorecido –en términos per capita- de toda América Latina, por efecto de las “alianzas” establecidas
con el país del norte. Crece también la participación estatal en la economía; crece
el gasto público; aumentan los nuevos empleos; aumentan las remuneraciones;
aumenta la cobertura educacional; baja la tasa de mortalidad infantil; aumentan
las expectativas de vida, crece también el sentimiento de orgullo nacional. La
Cali recuerda que esos años fueron buenos años para ella, principalmente por la
unidad y alegría de los vecinos: la sociabilidad puesta en escena. Muchas veces
esta alegría y unidad gravitaban en torno a las actividades comunitarias que se
organizaban en el pasaje Venecia, como el fútbol vecinal –la pichanga- y las fiestas organizadas por los clubes deportivos, los centros de madres, etc.62
“… jugábamos a la pelota, porque se jugaba, jugábamos hombres
y mujeres a la pelota. Se hacían partidos de fútbol, jugábamos acá
en la calle, a veces nos daba hasta las dos de la mañana jugando a
la pelota” (Cali)
“… hacíamos candidatura a reina, para la navidad le hacíamos
fiesta a los niños. Mi hijo mayor hacía campeonatos en el club Condorito, se conseguía los pantalones, nosotros hacíamos los queques, todas las cosas aquí en mi casa. Nos ayudaba toda la gente,
la juventud que ahora está toa casá ya, entonces esa gente, toda,
abríamos la casa para todos” (Cali)
62
Ver Jocelyn-Holt, A. “Chile perplejo. Del avanzar sin tranzar al transitar sin parar”; Ed.
Planeta, Santiago, Chile, 1999.
108
ESCENAS DE LA VIDA URBANA EN LA LEGUA EMERGENCIA: NARCOCULTURA Y AMBIVALENCIAS IDENTITARIAS | R. GANTER
También recuerda que en esos años había mucha gente de esfuerzo, gente que
trabajaba en sus casas, las mujeres preferentemente se desempeñaban como
“dueñas de casa”. También había “choros” internacionales, gente muy generosa
y respetuosa. Había muchos vecinos que trabajaba en la vega, la mayoría trabajadores por cuenta propia, también habían muchos obreros.
“… todas eran dueñas de casa en esos años (…) la vega mucha, mucha
gente se iba tempranito, a las cuatro de la mañana iban cargaditos a
vender sus cosas (…) (Cali)
En la población destacaba la gente solidaria, no se observaba tanto “egoísmo”
como en la actualidad, pues se le daba mucha importancia al hecho de compartir con los demás, al sentido de comunidad. No se veía tanta discriminación
como en la actualidad, había una especie de ethos cultural más centrado en los
valores modernistas de la igualdad, la colaboración, los intereses colectivos y
comunes, por sobre lo individual. Las personas ayudaban a pesar de tener diferencias entre ellas y por lo general, se compartía mucho más en los espacios
públicos y de uso colectivo; a diferencia de lo que ocurre en la actualidad, donde
las personas tienden a vivir más encerradas en el espacio privado de su casa.
“… es que aquí en la población había en esos años mucha gente humanitaria, no egoísmo como hay ahora. No había, como le dijera yo,
diferencia y no porque yo tengo mi ropa elegante, de marca, voy a
mirar en menos a esa persona que anda con una ropa que se ha comprado en la feria. Antes no, éramos todos iguales, nos ayudábamos
todos; ahora no po’, ahora cada uno en su casa. Yo no soy así, sigo
siendo igual yo donde voy, si a mi me necesitan en tal parte, aunque
esa señora este enojada, no me hable, yo le presto mi ayuda” (Cali)
La anterior situación, se encuentra determinada por los grades cambios que
ha experimentado la sociedad chilena actual, a partir de los últimos 30 años. Y
en rigor, lo que experimenta nuestra sociedad actual responde más a “un gran
cambio de época que a los grandes cambios propios de una época”. Lo cual
lleva a sostener que las grandes certezas que se promovieron y se asumieron en
nuestra sociedad hasta avanzada la década de los 70’, como la nación, la clase,
la religión y hasta el territorio, hoy se han visto vertiginosamente amenazadas.
Y no sólo eso, sino que muchas de ellas derechamente se han difuminado, dando paso muchas veces a furiosos procesos de secularización e individuación;
pero que contrastan -debido a su aceleración- con las escasas oportunidades y
espacios para que el individuo vuelva a re-vincularse. 63
El Peso de la Historia: estigma y conversión
En nuestro país, las tempranas obsesiones por el orden –procedentes de la
matriz estado céntrica, que caracterizaron al paradigma portaliano- han tenido
como co-relato las construcciones sociales ligadas al imaginario del miedo al
otro. El temor a lo diferente, a lo que no es idéntico a nosotros, nuestra alteridad, lo ambiguo, lo complejo de clasificar, lo confuso, lo desconocido. Estos
miedos –que por lo demás son miedos históricos- encontraron rápidamente su
objeto de inscripción ideológica en las diversas formas que asumía la alteridad,
en el marco de la construcción del estado-nación chileno; esto es, el roto y el
indígena (Salazar, 1999), dos formas de la exclusión social que se constituyeron al interior del discurso oficial en objeto de peligrosidad e ingobernabilidad
para el nuevo orden social.
63
2000.
Ver PNUD (2000). “Más Sociedad para Gobernar el Futuro”. PNUD, Santiago, Chile,
109
ESCENAS DE LA VIDA URBANA EN LA LEGUA EMERGENCIA: NARCOCULTURA Y AMBIVALENCIAS IDENTITARIAS | R. GANTER
Pero este modelo no sólo se reproduciría fuertemente a lo largo de todo el siglo
XX, al interior de la elite y de los discursos hegemónicos procedentes de las
distintas agencias sociales; sino que también, operaría como un dispositivo de
segmentación social transversal a todos los grupos sociales que componen la
sociedad chilena hasta nuestra actualidad, con la única distinción de lo que se
denomina como el diferencial de poder, pues no todos los grupos sociales tienen los mismos medios y la capacidad para producir un discurso con el mismo
nivel de impacto y alcance en sus contenidos.
Esto significa, que los grupos que tienen el poder de nombrar las cosas de alguna manera, son también los responsables de la construcción y legitimación
del verosímil dominante, en una sociedad y una época dada. De este modo,
el poder de la discriminación y la segregación generado por los procesos de
estigmatización, ha estado vinculado generalmente a los grupos dominantes
en una sociedad dada, lo que no excluye que los estigmas sean reproducidos
de modo interclasista; como tampoco, la posibilidad de que éstos sean resignificados en tanto dinámicas de comunicación social, inscritas en la vida
cotidiana de los actores sociales.
En este contexto, es que la Cali reconoce que la población la Legua Emergencia desde sus orígenes siempre estuvo expuesta a los estigmas y el marcaje
discriminatorio hacia su comunidad humana y hacia el propio territorio. De
ahí tal vez, su temor y resistencia inicial tan fuerte, a que su marido la trajera
a vivir a este “enclave”. La Cali reconoce que el peso del estigma los asociaba con lo peor de las poblaciones de Santiago, incluso eran discriminados
por los propios pobres de la época. Asimismo, ella introyecta el significado
y la densidad del estigma, lo hace suyo; pues al reconocer la exclusión de los
otros hacia la población, también reconoce su propia exclusión. Pero el hilo
narrativo más potente, está orientado hacia la contra-cara del estigma negativo, pues también la Emergencia es reconocida como una población “chora”,
contestataria, combativa, digna. De esta forma, la Cali no sólo introyecta y
experiencia en carne propia las marcas insidiosas y excluyentes del estigma;
sino que también vivencia su contra-cara más luminosa y empoderada, esto
es: el orgullo de sentirse legüina y poner en escena dicho orgullo. Ello, a pesar de haber querido –en un comienzo- arrancarse antes de poner un pié en
La Legua. De este modo, también es posible reconocer que los estigmas se
encuentran expuestos a dinámicas de (re)conversión, al igual que la propia
biografía de la Cali.
“… siempre le tomaron mala a la Emergencia, siempre, porque parece que creían que aquí no más estaba lo malo ¿me entiende? Que
todos los que vivían aquí eran malos y eran ladrones, y ninguno
trabajaba. Y entonces, todas las poblaciones nos tenían como catalogados como lo más malo, porque decían que habían juntado
la escoria de la gente y la trajeron, y la reunieron toda aquí en la
Legua; (…) porque incluso yo me acuerdo que a mí me pasó una
anécdota bien fea, me acuerdo que yo estaba sin plata, y yo le digo
a mi marido: -Oye Mario estoy sin plata -y me dice: - empeña las
argollas -que era lo de más valor que tenía, y yo le digo: - pero
están benditas por el Señor – No, me dice, el viernes yo me pago, el
lunes las vai a sacar ¿ya? -me dejó la de él, yo las eché en una cajita
y las llevé, era en el centro me acuerdo. (…) entonces como había
que llenar unos papelitos y la señorita dice, había harta gente, - ¿su
población? -yo le digo: - La Legua -y había una señora que estaba
con la cartera a este lado y me miró a mí y se la puso a este otro
lado. Entonces yo le dije: - señora perdóneme, yo soy una persona
honrada y si vengo aquí es porque necesito, porque si yo fuera la-
110
ESCENAS DE LA VIDA URBANA EN LA LEGUA EMERGENCIA: NARCOCULTURA Y AMBIVALENCIAS IDENTITARIAS | R. GANTER
drona, yo saldría a trabajar en otra cosita, no vendría a empeñar
mis argollas de matrimonio -la señorita que me estaba atendiendo
y el caballero del otro lado, porque era un mesón grande, me miró,
se sonrió y yo me puse roja; sentía el ardor en mi cara porque todos
los ojos me miraban, entonces yo le dije: - señorita, yo tengo orgullo de mi población” (Cali)
111
ESCENAS DE LA VIDA URBANA EN LA LEGUA EMERGENCIA: NARCOCULTURA Y AMBIVALENCIAS IDENTITARIAS | R. GANTER
Escena II: Entre lo Permanente y lo Transitorio
(ambivalencia histórica)
Me dijo que se vino de Alemania a La Legua. Eso fue hace un montón de años
atrás. Lo trajo el Mariano, una tarde de pleno verano. Se juntaron en Plaza Italia, pararon un taxi y una vez arriba del vehículo Mariano le pidió al chofer que
los llevara a la población La Legua, entonces el taxista les dijo: – no para esos
lados yo no me meto -. Así, Timo entendió de una sola vez que se trataba de un
territorio especial, como él le llama. Hoy ya tiene tres hijos con Anita, una legüina nacida y criada en esta emblemática población de Santiago-Sur. Tienen su
casa en el corazón de La Legua, y a La Legua emplazada en medio de su corazón.
Su fenotipo no difiere en absoluto del germano promedio; pero lo que sorprende en la conversación, tanto o más que su castellano impecable, es la pasión con
la que habla de “su” población.
N°2: “Plano La Legua 1957”
Esa mañana estuvimos tomando café en el living de su casa, me contó que
había realizado junto al Paulo Álvarez, del Teatro Emergencia, un estudio exploratorio sobre la historia y la morfología de la Legua Emergencia64. Allí se
pueden encontrar algunos testimonios que arrojan pistas bastante interesantes y significativas sobre la fundación de la Emergencia. Todas ellas, entretejidas a través del relato oral de los pobladores más antiguos de la Emergencia,
la “generación fundacional”.
“Nos dimos cuenta que la Emergencia era una especie de conejito de
laboratorio, para probar nuevas formas de vivienda social en los
años ‘50; dirigido principalmente a gente que no tenía acceso a la
vivienda porque tenía sueldos muy bajos, pero que sí tenían sueldos
formales. De alguna manera estaban conectados a algún empleador,
más bien estatal, por ejemplo: Carabineros” (Timo)
Así, a fines de los años ‘40 y comienzos del ’50, se inicia la fase de poblamiento
de la llamada Legua Emergencia. En esos momentos, la Municipalidad de San
Miguel aprobó un loteo de sitios para que la Caja de Habitación65 instalara de
modo provisorio a un grupo de familias en el sector de la población La Legua,
asignándoles viviendas de emergencia cuando el problema habitacional hacia
crisis en Santiago. No obstante, este asentamiento se transformó en definitivo y
hasta la fecha se le identifica como Población Legua Emergencia.
“La Emergencia se creó porque fueron unos campamentos que se
desarmaron, (…) y se dieron unas casas de emergencia a la gente
provisoriamente, mientras les construían las definitivas. La cuestión que de emergencia nunca fueron, se quedaron definitivamente
pa’ ellos po’ y así se vino gente de diferentes poblaciones, se vinieron
a la Legua Emergencia” (Lorena)
A este territorio llegó un grupo de colonos, compuesto preferentemente por dos
estratos de familias:
El primer grupo estaba compuesto por familias que provenían de la Manzana
64
Ver: T. Jakel; “Los Espacios habitados de Legua Emergencia”, UDP, 2004.
65
Creada por el Gobierno en el año 1936, con el objetivo de generar una institucionalidad
en materia de vivienda; siendo el antecedente directo de la CORVI, creada posteriormente en el año
1953. El objetivo de corto plazo de la Caja estaba definido por el saneamiento de conventillos y barrios
obreros degradados, dirigiendo el esfuerzo de su política habitacional hacia la clase trabajadora y los
empleados públicos, como Carabineros. Sobre esta materia, resulta relevante consignar que a partir
del año 1945 el problema habitacional comienza a declararse como de “Emergencia”, derivándose a
su vez estrategias de emergencia para enfrentar los problemas habitacionales más críticos. Sobre este
punto: ver: T. Jakel; “Los Espacios habitados de Legua Emergencia”, UDP, 2004.
112
ESCENAS DE LA VIDA URBANA EN LA LEGUA EMERGENCIA: NARCOCULTURA Y AMBIVALENCIAS IDENTITARIAS | R. GANTER
del Alto, esto es, un antiguo barrio obrero configurado por conventillos fuertemente degradados y que estaban ubicados entre el Parque Quinta Normal y la
Estación Yungay, próximo a las calles Matucana, Mapocho y San Pablo. Procediendo –entonces- la Caja de Habitación a realizar una operación de traslado
de dicho grupo de personas al sector de la actual población Legua Emergencia.
Se estima que esta colonización estuvo compuesta por un primer contingente,
aproximado de 200 familias que llegaron a instalarse en lo que se conoce como
el Sector 1. También es posible reconocer en los testimonios, la realización de
un acto de bienvenida a los nuevos pobladores y de una misa:
“Una vez construida la primera etapa de la Emergencia, Sector 1, se
trasladó en camiones un primer grupo de gente: la gente del sector
Manzana del Alto, Sector Quinta Normal, entre San Pablo y Mapocho. Eran casas que estaban en miserables condiciones y la gente
cuando llegó estaba maravillada con lo que había acá: había luz, había agua, instalaciones en las casas, o sea tenían ahí un pollo para
cocinar y tenían lavamanos, algo que de donde provenían ellos no
tenían; eso a pesar de que hoy día decimos que en esas casas no se
puede vivir, para ellos era una maravilla. Sabemos también que fue
una especie de gran acto, con la parroquia, una ceremonia de bienvenida de la gente, una misa” (Timo)
El segundo contingente de familias, provendría de “poblaciones callampas”66
ubicadas en la ribera norte del río Mapocho y en el canal La Punta, ubicado en
el sector de Independencia.
“Esta segunda inmigración estaba compuesta por un grupo que vivía
en situaciones más miserables todavía, fueron trasladados desde el
canal de la Punta, actual comuna de Renca. Ellos vivían en casas de
cartón prácticamente”. (Timo)
Quedando –de este modo- organizada la Legua Emergencia en dos subsectores. El Sector 1 (Poniente): comprendido entre los pasajes Santa Elisa
y Sánchez Colchero. Y el Sector 2 (Oriente): comprendido entre los pasajes
Venecia y San Gregorio67.
Sobre este punto, varios pobladores fundadores de la Legua Emergencia
coinciden en relatar que inicialmente la Caja de Habitación construyó dichas
viviendas para que familias de Carabineros las ocuparan; sin embargo estas
familias rechazaron dichas viviendas que en ese momento correspondían
al Sector 2 de la Legua Emergencia, razón por la cual en el año 1953 fueron
entregadas a familias que ya se encontraban instaladas en las casas que
correspondían al Sector 1 de la Legua Emergencia68.
“Luego de un tiempo, a esta gente se le ofreció ser trasladada al
Sector 2 de la Emergencia, como viviendas definitivas y que son
casas un poco mejores, pero que originalmente estaban pensadas
66
Para el caso de Chile, recibe esta denominación el grupo de casas pobres que surgen súbitamente y se expanden como si fueran callampas u hongos, generalmente ubicadas a la orilla de un río
o canal.
67
Cabe resaltar, que la construcción de la población la Legua Emergencia fue diseñada a
través de pasajes que se desprendían de una calle principal. Estos pasajes fueron construidos para
disponer hileras de alrededor de treinta casas continuas, pareadas y que mantenían una misma línea
de fachada. Según los actuales informes del DIDECO, de la Ilustre Municipalidad de San Joaquín, La
Legua Emergencia posee una superficie aproximada de 15,36 ha, con un total aproximado de 1.010
viviendas, de 3 x 22 metros (lotes/aproximados); inscritas en una trama urbana cuya morfología es
posible representarla como la espina dorsal de un pez.
68
Ver: T. Jakel; “Los Espacios habitados de Legua Emergencia”, UDP, 2004.
113
ESCENAS DE LA VIDA URBANA EN LA LEGUA EMERGENCIA: NARCOCULTURA Y AMBIVALENCIAS IDENTITARIAS | R. GANTER
para Carabineros; sin embargo, fueron rechazadas por éstos. Ahí fue
entonces, cuando llegó a mediados de los años ‘50 el segundo grupo a
instalarse en el Sector 1 de la Emergencia”. (Timo)
N°3: “Trama Urbana Legua Emergencia”.
De este modo, es que se puede plantear que si bien es posible dar cuenta de dos
momentos “fundacionales” en el proceso de colonización de la Emergencia, no
es posible hablar con mayor propiedad de un cierto hito fundacional; pues un
cierto “imaginario de la transitoriedad” sobre las viviendas, tendió a prevalecer
en los pobladores por sobre una concepción más definitiva.
“Hay una acción cuando estaba lista la Emergencia, por lo menos una
parte, trajeron gente que iba a poblar las casas, pero como se planteó
en un principio como casas de emergencia, no fue hecho con la intención –al principio- de que la gente vaya a poblar toda la emergencia
y vaya ha vivir ahí definitivamente; sino que los iban a traer, iban
a estar un rato, después los iban a llevar a otras poblaciones y esas
casas que quedaban vacías las iban a poblar con nuevas gentes, pero
se pensó como una población pasajera para toda la gente” (Timo)
Aspectos que se vieron reforzados por nuevos traslados y desplazamientos de
personas al interior de la propia Emergencia, y por la llegada sucesiva de nuevos grupos de inmigrantes procedentes de diversas zonas del río Mapocho y
del Zanjón de la Aguada:
“Posteriormente hay que incluir otro grupo procedente del sector del
Zanjón de la Aguada, y otro grupo procedente del río Mapocho, sector
Estación Mapocho. Y así se fueron produciendo varias operaciones
de traslado sucesivas que no son como un solo instante, sino muchos
momentos diferentes. Tampoco se puede decir que hay entonces un
hito, y desde el principio comenzó a darse esta clasificación: quiénes
son los buenos quiénes son los malos” (Timo)
Sedimentándose desde las primeras ocupaciones ciertas construcciones y etiquetas que tendían a mancillar y menoscabar a los grupos de pobladores que
vivían en situaciones más miserables, y que por lo general llegaron hacia el final
de la fase de colonización de la Emergencia, siendo ubicados en el Sector 1:
“Ahora, si uno le pregunta hoy en día a la gente del actual sector 2
114
ESCENAS DE LA VIDA URBANA EN LA LEGUA EMERGENCIA: NARCOCULTURA Y AMBIVALENCIAS IDENTITARIAS | R. GANTER
de la Emergencia por la gente del sector 1, dicen: - no, esos son los
malos, ahí cuando llegaron ellos del canal de la Punta, ahí se echó a
perder la población, antes nosotros estábamos tranquilos -” (Timo)
Otra de las especificidades y constantes históricas de la población La Legua
Emergencia, se asocia con su carácter de territorio “encajonado”. Esto, debido
a que el perímetro que la circunda se encuentra fuertemente delimitado y jerarquizado. Situación que en la actualidad se ve reflejada en el corte espacial
abrupto, generado por la construcción del muro que divide a La Emergencia de
las industrias del sector de Carlos Valdovinos (eje norte)69. En calle Venecia (eje
oriente), también es posible observar el estacionamiento y desplazamiento constante de camiones que realizan cargas y descargas en las respectivas industrias;
mientras que Jorge Canning opera como la arteria principal que conecta los pasajes, constituyendo la única posibilidad para salir desde el interior de La Emergencia hacia Santa Rosa (eje poniente). Hacia el sur, se observa la presencia de
pasajes sin salida como: Francisco Zárate, Sánchez Colchero y Juegos Infantiles;
desembocando todos en el callejón Mario Lanza, con un ancho de 2,5 mts.70
Esta situación se constituye en un rasgo peculiar de La Emergencia y sería una
herencia de su configuración original, destacando desde sus primeros momentos una atmósfera espacial donde predominaba no sólo la precariedad, el hacinamiento y la pobreza; sino también la segregación espacial, el encierro, la vigilancia
y el control policial, acentuando un particular clima de gueto desde sus inicios.
“El Sector 2 de la Emergencia, que estaba entre el Sector 1 de la Emergencia y La Legua Nueva, estaba en un principio cerrado con una
reja alrededor porque estaba pensado como población de Carabineros; entonces entre la Legua Nueva y La Emergencia no podía transitar nadie. La Policarpo Toro no existía todavía, por tanto no había
ninguna conexión hacia Santa Rosa. Hacia donde está actualmente
la Coca-Cola, había terrenos baldíos enrejados; entonces, sólo hacia
Pedro Alarcón había transito. También se dice que en Santa Catalina, que es el único pasaje que queda para transitar, estaba cerrado
también con un muro; entonces, la única entrada era por K. Brunner
y ahí estaba justamente el retén de Carabineros, donde se controlaba
el ingreso y la salida de los pobladores, y que actualmente permanece
su construcción, pero ha sido objeto de tomas por parte de algunas
familias de indigentes” (Timo).
69
70
Entre ellas la Embotelladora Andina y la Papelera Sorepa.
Ver: T. Jakel; “Los Espacios habitados de Legua Emergencia”, UDP, 2004.
115
ESCENAS DE LA VIDA URBANA EN LA LEGUA EMERGENCIA: NARCOCULTURA Y AMBIVALENCIAS IDENTITARIAS | R. GANTER
B) Territorio del estigma
Escena III: De manchas, rabias y encapsulamientos
N°4: “Niños jugando en los pasajes de la Legua
Emergencia, años 60”.
Alexis, líder de la batucada Furia Legüina, comienza su relato en torno a los
estigmas de su población, dando cuenta de lo que él define como la primera
imagen de La Legua en el contexto de Santiago; es decir, del lugar que ocupa La
Legua dentro de la trama de relaciones metropolitanas que se fueron ensamblando y definiendo al interior del imaginario colectivo y urbano, que predominó en el Santiago de los años ‘40 y ‘50. Esta imagen le llega a Alexis, a partir de
un relato que tiende a desdibujarse en su memoria; pero que lo más probable
–por lo que me cuenta- es que se articule con la fuerte presencia de su abuela,
pionera en el proceso de colonización de la Emergencia. Alexis, como si se dejara hablar por un cartógrafo urbano, sabe y reconoce de fronteras espaciales,
diagramas, límites, demarcaciones, estratos de prestigio y desafección. Alexis
ya ha internalizado a sus 23 años, lo que es provenir de un lugar que deviene
como punto oscuro en la ciudad, pero que aún promete jugar con las luces:
“… es la primera población que viene de la zona sur, es la primera
imagen, la que está más cerca, la que tiene todo a mano. Y es histórico
que La Legua la quieren sacar de aquí, eso siempre se ha rumoreado,
es muy feo que La Legua esté tan cerca del centro. Mira, porque
tenemos La Florida, que es top, La Florida po’, San Miguel ni hablar,
después viene Santiago, tenemos a Ñuñoa y Providencia; de vecinos,
puras comunas bacanes, y San Joaquín igual no es tan mal barrio,
pero La Legua es el puntito negro de aquí” (Alexis)
Sobre este aspecto, Guillermo –poblador integrante del equipo de la Garrapata- también reconoce ciertas marcas históricas de su población, pero que no
siempre han sido las mismas. Su historia nos narra la metáfora de los desplazamientos de los estigmas; es decir, los estigmas cambian de colores según la ocasión, igual que el camaleón. En ese sentido, los estigmas cambian de contenidos
y significaciones, los estigmas también son capaces de cambiar los cuerpos que
tiñe, los cuerpos donde se alojan; sin embargo, hay algo a lo que no pueden
sustraerse los estigmas en el caso de la Legua, esto es, al poderoso enlazamiento
en la epidermis del territorio y a lo pernicioso de sus contenidos. Guillermo, poblador muy ligado a las comunidades cristianas de base y a la participación juvenil en los años ‘80, recuerda que ya en esos años La Legua era estigmatizada;
pues si en esos años –para el discurso oficial- La Legua estaba sobre-poblada
de terroristas y comunistas, hoy en día las construcciones ligadas al miedo se
desplazan desde el imaginario ligado al enemigo interno hacia el imaginario del
joven o niño pistolero que habita la Emergencia, “un pueblo sin dios ni ley”:
“… yo cuando participaba en la parroquia en tiempos de la dictadura,
13, 14, 15 años, siempre nosotros hemos sido así estigmatizados. Antes
éramos todos comunistas, terroristas, yo me acuerdo las palabras del
gallo éste, del ¿cómo se llama? Del Espina, siempre me acuerdo, yo
tenia 17, 18 años, - en las parroquias del sector sur, ahí se esconden
los terroristas -una de las parroquias era la parroquia San Cayetano,
que éramos nosotros, ahí se esconden los jóvenes terroristas. Por eso
que esta lógica de yo entiendo a Espina, ahora con esta lógica del
miedo que tiene, que le mete” (Guillermo).
Por otra parte, los medios de comunicación han venido ha reforzar dichas construcciones y a rentabilizarlas, al interior de lo que se configura como el mercado
de los miedos en las ciudades contemporáneas. Llegando en algunas oportunidades a internalizarse una auto-percepción muy deteriorada, como consecuen-
116
ESCENAS DE LA VIDA URBANA EN LA LEGUA EMERGENCIA: NARCOCULTURA Y AMBIVALENCIAS IDENTITARIAS | R. GANTER
cia de los últimos reportajes periodísticos realizados en la población, aunque
también se sostiene y defiende que La Legua tiene muchas más facetas que su
lado más expuesto en los medios de comunicación masivos:
“… yo cacho que ahora estamos súper mal pa la gente de afuera, pero
por ejemplo pa algún tipo de gente no más, pa la gente del barrio
alto me imagino que somos todos delincuentes. No creo que haya
excepción, todos los hueones que viven de Plaza Italia pa arriba,
somos todos ladrones, somos todos narcos y eso es culpa por los dos
reportajes que han hecho últimamente, tanto el canal siete como el
once, donde muestran un puro lado de la realidad” (Alexis)
A propósito de la impotencia que van generando estas situaciones de estigmatización sobre La Legua, Guillermo recuerda con mucha rabia una anécdota
ocurrida en un partido de fútbol entre la Católica y el Colo-Colo, donde resultó
ser afectado el jugador Lucho Núñez, de La Legua:
“… el Lucho Núñez, cuando jugó Colo Colo con la Católica, siempre
ha dicho el Lucho Núñez que es de La Legua y es de la Emergencia,
de allá abajo cachai. Incluso en la tele también ha salido y cuando
jugó Católica con Colo Colo, tuvo un problema Lucho Núñez con
un jugador de Colo Colo y todo el estadio, todo el estadio se fue en
contra de Lucho Núñez y le gritó: traficante, traficante; o sea todo
el estadio le gritaban al Lucho Núñez traficante, traficante, porque
era de La Legua. O sea, imagínate, o sea el compadre siempre ha
dicho: - yo soy de La Legua -y está orgulloso de vivir aquí en La
Legua, nació de aquí. Entonces, cuando yo escuchaba todo el estadio
decir traficante, traficante, traficante, (…) más encima que estamos
viviendo encerrados aquí en La legua por los pacos” (Guillermo)
Asimismo, se observa un cierto consenso en plantear que no sería suficiente
con que los medios de comunicación generaran un discurso más amable con La
Legua, o bien, que reportearan las experiencias de esfuerzo, lucha y emprendimiento inscritas en la población; pues el rol que han jugado los tribunales de
justicia, la policía, ciertos programas del Gobierno, el actual fiscal de la zona
metropolitana sur, entre otros, ha sido tanto o más destructivo que los propios
medios de comunicación masivos, llegando a “reventar” la imagen de La Legua
a nivel de las percepciones colectivas de los y las chilenas:
“… las autoridades también refuerzan el estigma, un montón de gente
nos estigmatiza con el asunto de que somos o todos narcos o todos
ladrones. Hasta el chico Peña, el fiscal, cuando dieron el último reportaje,
operación Anastasia, dijo que el 90% vendía y el 10% guardaba, o sea
que somos todos delincuentes en la población” (Alexis)
“… los medios de comunicación masivos reforzaron el estigma; los
carabineros al interior de la población reforzaron el estigma; el
manejo de las intervenciones reforzaron el estigma; esta intervención
política y policial del Gobierno, ha reventao también la imagen de La
Legua; o sea, estamos marcados como un punto bastante conflictivo
dentro de la cuidad” (Lulo)
Volviendo a los efectos que tiene este proceso a nivel de los que sufren y son víctimas de la estigmatización, es posible observar que hay un tratamiento uniforme para todos los habitantes de La Legua, pues desde el discurso hegemónico
todos los residentes de La Legua serían traficantes. De ahí que la policía, tanto
de Carabineros como de Investigaciones, tienda a tratar a cualquier poblador
N°5: “Pasaje Legua Emergencia años 80”
117
ESCENAS DE LA VIDA URBANA EN LA LEGUA EMERGENCIA: NARCOCULTURA Y AMBIVALENCIAS IDENTITARIAS | R. GANTER
–indistintamente de su condición- de modo vejatorio y discriminador, particularmente al interior del territorio de la Emergencia; quedando los pobladores
en una situación de desprotección bastante lamentable y lo que es peor, con
pocas posibilidades de realizar una denuncia efectiva al interior de las instituciones policiales y de impactar al interior de algún medio de comunicación que
pueda acoger las versiones de los pobladores, que muchas veces son víctimas
del abuso policial y la estigmatización.
“… el símbolo de La Legua ahora, porque el símbolo de La Legua
ahora somos todos traficantes, La Legua somos todos traficantes,
somos todos delincuentes, todos, todos, todos. Si tú hueviai por la
calle en La Legua, a vos te paran los pacos, se bajan con metralletas,
te hacen bajar los pantalones y te tratan súper mal y vos a quién
le vay a reclamar hueón, a quién le vay a ir a reclamarle. Vayan a
reclamarle al capitán, el capitán no esta ni ahí con nosotros, vay a ir
a reclamarle a los diarios, los diarios no te pescan porque a ellos lo
que le interesa es la (…), vay a la tele, tampoco” (Guillermo)
Por todo lo anterior, Guillermo siente una enorme rabia y desconfianza por el
daño generado a la imagen de La Legua, una rabia que comparte con todos
sus vecinos de la Emergencia, una sensación de impotencia por no poder hacer
nada en contra de los efectos de la discriminación y la estigmatización; tanto así
que sabe que si en estas circunstancias se mete alguien con una cámara a La Legua, lo más probable es que se la quiten, o la rompan y le pueden hasta pegar.
“… hay un rabia en este momento aquí en la población, hay una rabia,
una rabia con todos. O sea, ándate con una cámara pa dentro, ándate
con una cámara pa dentro, porque te han tratao tan mal que si yo
veo un camarógrafo, incluso soy capaz de pegarle po’. Yo que trabajo
en esa hueá, porque es tanto el daño que te han hecho ¿cachai? Y
todos los días, todos los días inventan cuestiones” (Guillermo)
Por su parte, la Sra. Rosita –pobladora fundadora de la RED OLE- construye
un relato donde el estigma aparece como una mancha sobre los pobladores,
particularmente sobre los jóvenes que habitan el territorio de la Emergencia.
Para ella este estigma funciona como un encierro, como un encapsulamiento
espacial; ella lo dice de modo muy categórico: a los jóvenes de la población se le
“cierran las puertas” y con ello no sólo les están cerrando las puertas las grandes
empresas donde podrían trabajar, si no fueran de La Legua; sino que les están
cerrando las puertas de su propia población, tal como si se tratara de una bodega o depósito donde se almacenan productos tóxicos. Se trata de vidas y biografías encerradas al interior de su propio espacio. En otras palabras, el estigma
acentúa el enclaustramiento, resultando difícil salir del territorio en busca de
un cambio de vida, o bien, en busca de mejores oportunidades de trabajo; pues
aunque muchos jóvenes se encuentran capacitados para realizar tareas que requieren de mayor calificación, si afuera se sigue desconfiando de los leguïnos,
la situación empeorará:
“… por ejemplo, les enseñaron lo que es construcción, pegar ladrillos,
pegar cerámica, instalaciones de la luz, gasfitería, hoy en día se
está haciendo computación; pero muchas de las personas que se
capacitan no tienen oportunidades afuera. O sea, siguen dentro del
círculo (…) porque tampoco se les abren las posibilidades, porque
muchos tienen desconfianza de la gente de La Legua. O sea, tu no
podí y que un joven vaya a trabajar de cajero a un Jumbo, quién le
va a dar esa oportunidad si todos piensan que aquí son ladrones.
(…) si la población está como está, no es porque la gente quera ser
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ESCENAS DE LA VIDA URBANA EN LA LEGUA EMERGENCIA: NARCOCULTURA Y AMBIVALENCIAS IDENTITARIAS | R. GANTER
mala, la gente no es mala, el medio la hace mala. Y los cabros chicos
tampoco nacen malos, el medio, el medio en que subsisten es lo malo;
entonces si no tratamos de corregir desde abajo, la población va a
seguir siendo igual, ósea, se estigmatiza, se encierra, porque no hay
posibilidades de salir” (Sra. Rosita)
La señora Rosita está consciente de que el cambio pasa por darles a los jóvenes
la oportunidad de desarrollarse en otros espacios y ámbitos de la vida; pero
también ella reconoce que no existe una voluntad real de parte de los empresarios de integrar a los jóvenes de La Legua y contribuir a romper la exclusión
social, acentuada por la estigmatización de un territorio:
“… lo que se necesita es realmente darle posibilidades a los jóvenes,
porque hay muchos jóvenes que están cesantes, tratar de insertarlos
en el medio laboral como sea. Tampoco, yo me acuerdo que el padre
Gerardo tuvo conversaciones con gente de las grandes empresas,
gerentes generales, para que abrieran las puertas de sus empresas
a la gente de La Legua, pero no hubo respuesta. Aquí no hay que
diga alguien, saben que necesito 10 personas para trabajar en mi
empresa; no, teniendo la Coca Cola ahí mismo. O sea, tampoco se
abren las puertas para que la gente salga adelante, como que queda
todo así (Sra. Rosita)
Por su parte, la señora Rosita también plantea que al interior del colegio de La
Legua, se dejan ver los efectos de la estigmatización y la discriminación con la
que operan, dando cuenta de que los procesos de estigmatización no sólo son
asumidos desde el exterior hacia el interior; sino que entre los mismos miembros de la comunidad legüina también se da la estigmatización, situación que
incluye a los educadores que trabajan en los colegios de La Legua para con sus
propios niños y jóvenes:
“… y ¿qué pasa? El colegio en vez de recoger esos niños, buscar
instancias para sacarlos adelante, los hace a un lao y los estigmatiza.
O sea, no basta con que de afuera a ti te apunten con el deo, sino
que dentro de tu misma población te están apuntando con el deo y
son toos esos niños los que están hoy día en la calle, porque nadien
tampoco se las jugó por ellos” (Sra. Rosita)
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ESCENAS DE LA VIDA URBANA EN LA LEGUA EMERGENCIA: NARCOCULTURA Y AMBIVALENCIAS IDENTITARIAS | R. GANTER
C) Lo identitario como retorno a lo colectivo
Escena IV: El Ser y El Hacer Legüino
(de orgullos, solidaridades y clanes)
Lorena nunca ha vivido en otra parte que no sea La Legua. Ella es de la Emergencia, igual que sus padres y sus abuelos. Hoy tiene 3 hijos y vive con su hermana en
una casa de J. Canning. Su papá fue un reconocido miembro de la comunidad cristiana que se aglutinó en los años ‘70 y ’80, en torno a la parroquia San Cayetano
de La Legua. Su mamá fue activa participante de un grupo de mujeres pobladoras
reunidas en torno al Memch. Lorena hace poco tuvo que vender su casa, ubicada en uno de los pasajes más conflictivos de la Emergencia y venirse a vivir con
la familia de su hermana. No está contenta, se siente agobiada y asustada, pues
hace algún tiempo atrás fue amenazada de muerte por miembros de una banda de
narcos. Estuvo muy involucrada en las actividades de la RED OLE, y teme sobre
todo por sus pequeños hijos. A pesar de ello, se ve una mujer con fuerza y ganas
de superarse. Actualmente, está separada de su pareja y se encuentra estudiando,
para sacar una carrera que le permita darle un futuro mejor a sus hijos y de alguna
forma, devolverle la mano a lo que La Legua también ha hecho por ella.
N°6: “Vista aérea Legua Emergencia”
Ese día nos juntamos en el Centro Comunitario San Gregorio, ubicado en la
frontera entre la Emergencia y la Nueva Legua, había salido recién de su período de exámenes y estaba orgullosa porque decía que le había ido muy bien.
Entonces, nos pusimos a conversar sobre su historia personal y la historia de
la población; así fue como también me enteré de que sus dos padres habían
fallecido. Hecho que agudizó su fragilidad y sus temores frente al mundo, particularmente los que experimenta en el contexto donde vive.
Lorena recuerda que si hay una constante histórica y genética que caracteriza
a la Emergencia, ésta es su identidad marcadamente contra-cultural, o bien,
perfilada en torno al mundo del hampa y del delito, aspecto que claramente la
distingue de las otras dos Leguas:
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ESCENAS DE LA VIDA URBANA EN LA LEGUA EMERGENCIA: NARCOCULTURA Y AMBIVALENCIAS IDENTITARIAS | R. GANTER
“La Legua Emergencia es mucho más delictual, ésta es mucho más
delictual. Las otras Leguas como: La Legua Nueva, que es la que
está arriba, ellos son más políticos y de hecho ellos se crearon en un
cuento más político, en tomas y como más organizaciones sociales;
es como, ese es como su fuerte” (Lorena)
El Timo también tiene la misma percepción, sobre todo por lo que ha pesquisado en su estudio y por las conversaciones que ha mantenido con la llamada
generación fundacional de La Legua, además de su suegro, a quién considera
una de las personas que más antecedentes tiene guardados en su memoria sobre la Emergencia. Además de lo anterior, destaca como una población que
nunca tuvo una tradición muy política, o bien, una fuerte presencia de organizaciones sociales ligadas a una cierta cultura política, como sí ocurrió en La
Legua Nueva y en la Vieja:
“Por ejemplo, mi suegro me cuenta que en la Emergencia siempre
hubo delincuencia pero en el sentido tradicional, que los delincuentes
fueran a robar –por ejemplo- pero siempre sin ninguna intensión
política. Todo lo que tuvo que ver con la política, siempre tuvo que
ver con la gente que venía de afuera y podían aprovecharse de esos
espacios, más bien de nadie, para poder operar desde ahí. (…) todo
lo que sería la historia de la lucha, la experiencia ha sido que las
organizaciones son extraordinariamente débiles, o sea que duran un
rato y después desaparecen. (…) o sea surge una idea, se junta gente,
hacen alguna cosa y después desaparecen. Muchas veces alguien se va
con la plata, o se pierde el interés o no funciona, corrientes en contra,
o necesidades más urgentes y muchas cosas quedan así en el camino.
(…) lo único más constante ha sido la junta de vecinos, pero con una
acción bastante cuestionable, (…) está hace cincuenta años la misma
persona, pero esto evita que se formen grupos nuevos” (Timo)
Por otro lado, la Sra. Rosita, actual dirigente de la RED OLE, recuerda con nostalgia a la Emergencia en la cual ella creció. Dice que era una población muy
unida, donde era posible observar fuertes sentidos de pertenencia, sentidos de
vecindad y rasgos de una comunidad integrada, alegre y sin temor. Todos aspectos que se han ido deteriorando en la actualidad:
“Era súper unida, uno pal año nuevo salía a dar abrazos y no
llegaba hasta las 4-5 de la mañana de vuelta; porque se salía
pasaje por pasaje, visitar la familia, los amigos, era… La población
prácticamente siempre se ha empapelao, se ponen papeles, luces,
la gente sacaba sus cosas pa´ la calle; todos compartían, la cuadra
llena bailando, al que pasaba lo llamaban, le servían algo que tomar,
súper acogedor, cosa que hoy en día no se hace” (Sra. Rosita).
La señora Rosita, señala que desde hace ya varios años que se viene dando
un cambio y un quiebre en la población. En los años recientes este proceso ha
tomado un carácter más explícito y evidente para todos los pobladores, pues
la gente ha perdido el sentido de unidad y comunidad que antes existía; aspecto que se ve reflejado en el hecho de que fechas tan emblemáticas como
las fiestas de fin de año, han ido perdido el carácter y la atmósfera en la cual
se desarrollaban en el pasado al interior de la Emergencia. En ese sentido, un
número importante de pobladores tiende a encerrarse en sus casas y a no salir
a compartir con sus vecinos.
“Hoy en día la navidad y año nuevo, la mayoría no quiere salir de sus
casas, porque ni esa fecha respetan. Para la navidad si está un loco
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ESCENAS DE LA VIDA URBANA EN LA LEGUA EMERGENCIA: NARCOCULTURA Y AMBIVALENCIAS IDENTITARIAS | R. GANTER
ahí en la esquina, muchas veces volao, y empieza a disparar a diestra
y siniestra. Entonces, también las familias, también se han quebrao.
Porque yo me recuerdo que cuando yo recién me casé con mi marido,
él tiene toda su familia acá, yo no, entonces todas las fiestas grandes
siempre las pasábamos toos juntos. Hoy en día no po’, nos juntamos
dos o tres familias que somos las que no estamos en el cuento, porque
también por parte de mi marido, también hay gente involucrada
en el tráfico; entonces uno comparte con los que puede compartir.
Entonces, hasta eso a afectado el trafico hoy en día, separa hasta la
familia” (Sra. Rosita)
Por su parte, se advierte que este fenómeno –íntimamente ligado a un modo
de habitar puesto en escena por las bandas de narco- ha repercutido poderosamente en la fragmentación, no sólo de la convivencia comunitaria, sino también
de la propia familia; constituyéndose en un rasgo que hoy caracteriza el ser y el
hacer de la Emergencia, esto es, el temor y la desconfianza entre unos y otros:
“… porque uno antes se visitaba, iba a una casa, no tenia miedo;
hoy en día uno no puede llegar y visitar una casa, porque si viene
carabinero jamás va a pensar que tú estay de visita. Eso te quita
entonces, el contacto con la misma familia y esas son cosas que se
han perdío” (Sra. Rosita)
Lo anterior, es reforzado por la visión de algunos líderes juveniles de la población, como es el caso del Lulo, actual miembro de la agrupación de hip-hop
Legua-York:
“… el legüino actualmente tiene el rasgo (…) de la desconfianza, o sea
si te interesa La Legua, si te interesa cuidar su historia, si te interesa
toda la historia pasada y presente, desconfiai un poquito lamentablemente. Nosotros quisiéramos no desconfiar, pero los tropiezos y
las traiciones nos han enseñado a desconfiar. Porque antes de abrir
la puerta nosotros vemos primero a quién, no le abrimos la puerta
hoy día a cualquiera; le hacimos una contra investigación ante de
que entre y todo eso, o seleccionamos a quién sí y a quién no le damos
una entrevista. O sea, el legüino que tiene como pasado histórico que
tiene una familia de los que llegó a la toma, hoy día ya no le abre la
puerta a cualquiera y es lamentable, de verdad que es lamentable
porque hace 4 años atrás esto no era así. Hace 4 años atrás todavía
era mucho más fácil saber más de la gente” (Lulo)
A pesar de todo lo anterior, los pobladores y pobladoras de la Emergencia coinciden en plantear a la población como solidaria frente a las dificultades, problemas o desgracias que pueden experimentar sus vecinos; como por ejemplo,
problemas de salud o de dificultades económicas.
“… pero una de las características es que es muy solidaria, si hay
algún enfermo (…) hay gente también de la parroquia que visitan
los enfermos; hay una ayuda por lo menos en la parroquia, de que
se entrega un paquete mensual y si necesitan van y piden. Y los
mismos vecinos también, si hay algún enfermo se llama a la ambulancia; yo creo que esa es una de las características propias de la
población” (Sra. Rosita)
Asimismo, se puede identificar un consenso en el relato de varios pobladores
respecto al hecho de que en esta población no se roba a los de su mismo barrio,
esto es, un legüino no le roba a otro legüino.
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ESCENAS DE LA VIDA URBANA EN LA LEGUA EMERGENCIA: NARCOCULTURA Y AMBIVALENCIAS IDENTITARIAS | R. GANTER
“… y como te decía, por los menos a nosotros jamás nunca nos han
robao, cosa que no se puede decir en otros lugares” (Sra. Rosita)
El mismo Lulo viene a reforzar esta visión, manifestando que es muy inusual
y extraño que un legüino robe a otro miembro de su propia población, pues en
principio no estaría dentro de los códigos de La Legua:
“… una cosa que se ve muy rara vez en La Legua son los asaltos acá
dentro, acá dentro no hay prácticamente asaltos o cogoteos, es que
no se permiten” (Lulo)
N°7: “Pasaje con mural Legua Emergencia”.
Este hecho viene a articularse con la presencia de un fuerte sentimiento de orgullo hacia la población, pues se la considera un territorio con una carga y una
densidad histórica y cultural bastante potente y particular, casi única en su tipo,
y que muchas veces la instala como una comunidad urbana mítica y emblemática; no sólo en la trama de poblaciones populares que pertenecen a una cierta
tradición ideológica de izquierda en nuestro país, sino que como una especificidad en sí misma al interior de la epidermis y el paisaje humano y urbano
del propio Santiago. De ahí que Alexis, líder de la Furia Legüina, exprese una
cierta fascinación enigmática por ser de la Emergencia, lo cual constituye una
contradicción significativa, una ambivalencia emocional; pues a pesar de todos
los momentos límites que le ha tocado vivir en la Emergencia, a él le encanta
ser parte de este universo tan complejo, como diverso, expresando cansancio y
desilusión muchas veces porque la situación no cambia o bien por tener que andar defendiendo permanentemente a su población, sobre todo por la violencia
impuesta por los medios de comunicación hacia este territorio.
“… a mí me gusta ser legüino, me siento orgulloso de ser de La Legua, me encanta; pero me cansa andar defendiendo a La Legua en
montones de lados, cansa también. (…) para mí en la actualidad es
un orgullo ser de La Legua, a pesar de toda la mierda que nos han
tirado cachai, a pesar de toda la mierda que por los mismos canales
nos han tirado” (Alexis)
Sobre esta misma situación, Guillermo –miembro histórico de la Garrapata y
actual director de la radio la Ventana de la Legua- plantea en un tono muy convencido que si le hubiera tocado vivir en otro lado diferente, tendría una vida
muy lineal y monótona, pues él siempre ha estado involucrado en la militancia
social y se siente orgulloso de ser legüino por todo eso; pero particularmente,
por la historicidad que porta su población, una historicidad combativa y solidaria, donde es posible reconocer el rol colaborador que ha jugado en la construcción de otras poblaciones emblemáticas de la zona sur de Santiago. Orgullo
que también se expresa en el hecho de que su propia genealogía está inscrita y
adherida a este territorio, pues también hay un relato que habla de una épica
de sacrificio y lucha para progresar, a pesar de las trabas impuestas sobre el
territorio de la Emergencia y su gente.
“no sé a lo mejor si yo viviera en Ñuñoa, en Providencia tendría una
vida súper chata pa mí, yo toda la vida he estado metido en cosas,
desde el colegio cachai, para mí es un orgullo ser legüino o sea no
sé, primero que na el orgullo sea de eso, ser legüino y saber cómo se
creo La Legua o sea vos tenís tus orígenes que no están aquí o sea
tu papá hueón viene de un campamento de una toma cachai eh que
toda la vida ha luchado ha trabajado, entonces llegar a una población donde era de emergencia, porque La Legua era de emergencia
y (aguantamos) cierto tiempo ahí y nos quedamos casi 60 años ahí
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ESCENAS DE LA VIDA URBANA EN LA LEGUA EMERGENCIA: NARCOCULTURA Y AMBIVALENCIAS IDENTITARIAS | R. GANTER
cachai, entonces de un campamento, gente que viene de campamento
pos cachai, gente que viene de la pobreza más grande que ha tenido
Chile pos, o sea y que aquí en La Legua se ha superado pos cachai,
nos hemos superado. Pa mí es un orgullo conocer la historia de mi
población que a lo mejor no lo tiene, no lo tiene otra población, gracias a La Legua, está la toma de La Victoria” (Guillermo)
N°8: “Sociabilidad en la Legua Emergencia”.
Para el Lulo el sentimiento de pertenencia es también muy poderoso, él se siente profundamente arraigado a la vida, la cultura y los espacios de la Legua, ser
legüino para él es pertenecer a una comunidad urbana que se ha construido
a partir de la resistencia, pero una resistencia que no se reduce únicamente a
la acción directa, sino que una resistencia que nos narra de manera sutil que
las compulsiones por lo nuevo no siempre se asocian con el progreso, que el
trabajo con la memoria y las raíces constituyen algo fundamental para mirar
hacia delante, lo que no significa dejar de actualizar la identidad con otros y en
contextos sociales donde se experimentan rápidos y continuos cambios.
“para mí ser legüino o el ser legüino tiene que ver con un aire de resistencia y no un resistencia así como, como chuta vamos todo el rato
como al choque, vamos todo el rato con las barricadas y no, yo creo
que han cambiado los tiempos y creo que resistencia, que resistencia
es desde uno hacia el mundo de no permitir que el mundo lo cambie
a uno, seguir siendo como lo más fiel a nuestras raíces y a nuestras
identidades posibles” (Lulo)
En ese sentido, el Lulo sostiene que La Legua es un pueblo dentro de Santiago
y el ser legüino se podría definir como el ser leal con esos contenidos; es decir,
con un legado, con una tradición de lucha y sobre-vivencia. Así, La Legua estaría asociada con una especie de mundo vernáculo, a ratos romántico, muy
comunitario, muy vecinal; aunque sea posible contrastar dicho imaginario, dicho modo de habitar, con los actuales modos que predominan en los espacios
públicos de La Legua, sobre todo de la Emergencia. En definitiva, en este relato
el ser legüino equivale a decir: fiel a un tipo particular de pasado y comunidad
humana, que hizo posible que La Legua existiera en nuestra ciudad.
“… yo, en alguna vez no sé si te lo comenté a ti o a otra persona que
también estaba haciendo un estudio, cuándo me preguntaban ¿qué
es lo que era La Legua para mí? O sea, yo creo que no son preguntas
separadas, el ser legüino a qué es lo que es La Legua. La Legua para
mí es un pueblo dentro de la ciudad, así que perfectamente el ser legüino es ser fiel a eso; o sea, no podemos dejar de que La Legua se nos
transforme en un pequeño mall o en un pequeño zoológico, donde nos
vengan a visitar simplemente para poder, no sé, sacarnos la foto. La
Legua es el síndrome de todavía ser vecino y ser vecino todo el rato; el
síndrome de ser compañero y ser compañero todo el rato; de resistir
y resistir juntos todo el rato; de plantearnos sueños y esos sueños llevarlos a cabo; del síndrome de compartir con otros también, a pesar
de que no sean legüinos, pero que tengan su trabajo territorial en el
lugar donde ellos nacieron, o a donde ellos echaron historia sus familias; o sea, ser legüino es ser fiel a nuestra historia, ser fiel a nuestro
pasado y ser fiel a los que dieron origen a La Legua” (Lulo)
Por otro lado, es posible observar una cierta especificidad espacial que configuraría parte de la genética asociada al ser y el hacer legüino; un particular
modo de habitar, presente en la Emergencia. Esta especificidad espacial se
expresaría, por ejemplo, en espacios como: la plaza de La Legua, el colegio,
la estación de bomberos, las fachadas de las casas, el tipo de misas que allí se
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ESCENAS DE LA VIDA URBANA EN LA LEGUA EMERGENCIA: NARCOCULTURA Y AMBIVALENCIAS IDENTITARIAS | R. GANTER
realizan, y que en opinión de muchos pobladores y pobladoras, tienen rasgos
irrepetibles. Así, las descripciones del Lulo denotan que los espacios están
teñidos de significatividad, emocionalidad y apego; factores que convierten
a los espacios cotidianos de La Legua en algo único, y con los cuales hay una
identificación profunda y genuina que habla de circuitos relacionales e interpersonales, que promueven las conexiones entre la biografía y la memoria colectiva de la población:
“... tiene cosas, detalles que son impresionantes; o sea nosotros que miramos bajo el agua, como siempre lo decimos con el Jaime o con el resto de los compañeros, vemos detalles no sé en cada rincón. O sea, ir a
la Plaza de la Legua no es igual que ir, no sé, a la Plaza de Puente Alto.
Ir a la Plaza de La Legua no es igual que ir a la Plaza de cualquier otro
lado cachai, es una plaza netamente de ciudad. Eh… ver los bomberos
al interior de una población, tampoco se ve en cualquier lugar, eso lo
tenemos; eh… visitar el Colegio de La Legua no es lo mismo que visitar
cualquier Colegio; la misa de La Legua, a pesar de que no somos creyentes católicos, no es la misma misa que en cualquier otro lugar; el
caminar viendo las fachadas de las casas, ya son distintas” (Lulo)
El Lulo también reconoce –desde el punto de vista espacial- una cierta vitalidad
nocturna, que le es típica y peculiar a la Emergencia y que no necesariamente
está vinculada con el mundo de los narcos o con la actividad y el comercio que
ellos realizan, es decir, se asocia más a una particularidad ligada a las culturas
urbanas del suburbio y su sociabilidad; pues en la noche las calles de la Emergencia se pueblan de jóvenes en las esquinas, se pasea por las calles, se instalan
una serie de negocios informales de frituritas y comidas, se escucha Reguetón
y otros estilos tropicales, en el invierno se encienden fogatas en las esquinas, se
bebe y se conversa, etc.
“… lo significativo es la vida callejera que se lleva acá, eso no lo alcanzamos a percibir a lo mejor, y tiene más vida nocturna, como eso, ya
sea de la jarana, la fiesta (…) se siente el cariño cachai, porque por
ejemplo a mí me pasa, no sé ando en la calle y los niños chicos o el
loco flaite de la esquina por decirlo de alguna forma o cualquier vecino, me dice: - guena Lulo - esas cosas. Y uno responde: - hola, cómo
estay - cachai, y esos detalles no se viven en otro lado, en otro lado se
hacen los hueones no más y pasan (Lulo)
Desde esta perspectiva espacial, también destaca lo que se reconoce como la
geografía de oportunidades, pues La Legua se encuentra extraordinariamente
bien ubicada, tal como su nombre lo indica, a una legua del centro histórico de
Santiago; es decir, a una hora de caminata. Pero no sólo eso, sino que posee una
ventaja comparativa objetiva respecto de muchos otro territorios o poblaciones
de Santiago, pues su posición en la ciudad posee una notable y envidiable conectividad, ya que se encuentra a 15 minutos del Cine HOYTS, de la Gran Avenida; a 10 minutos de la línea dos del metro; o bien, a 15 minutos del Campus
San Joaquín de la Universidad Católica; o bien, a 5 minutos de los paraderos
del Transantiago de Santa Rosa, que deja a los pobladores en 30 minutos en
el mismo Centro de Santiago. Además de todo lo anterior, La Legua tiene una
feria, tiene supermercados muy próximos, tiene un hospital cercano, una comisaría; tanto así que se llega a plantear que La Legua es como un país dentro de
la propia ciudad, pues se autoabastece en muchos sentidos, y esto es altamente
reconocido y valorado por su gente.
“… si tú le preguntas a la gente si se quiere ir, no se va a querer ir,
porque, porque tiene todo cerca: esta el hospital, el policlínico cer-
N°9: “Frontis casa Legua Emergencia”
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ESCENAS DE LA VIDA URBANA EN LA LEGUA EMERGENCIA: NARCOCULTURA Y AMBIVALENCIAS IDENTITARIAS | R. GANTER
ca; estamos cerca de la alameda, nosotros no tenemos que esperar
la micro, no es una sola locomoción, a nosotros nos sirve cualquier
locomoción; tenemos metro por ambos lados, la población está muy
bien ubicada y eso es un peso fuerte, fuerte. (…) Es que la población
es como un país dentro de ella, porque se autoabastece y tenemos supermercados súper cerca: el Jumbo, el Isi, Franklin, que es como un
mercado persa, que tú lo que querai lo encontrai ahí. Entonces, como
que está todo cerca, uno viaja mas al centro pa’ pagar cuentas, pero
lo demás se autoabastece, está la feria” (Sra. Rosita)
N°10: “Feria La Legua”
Estos mismos hechos parecen constituir un verdadero atractor para los habitantes de La Legua, pues a pesar de tener sentimientos encontrados con su
propio territorio y con sus vecinos, se manifiesta un fuerte vínculo del cual es
difícil desembarazarse; pues se trata de una cultura, una trama de significados, afectos, experiencias, prácticas. En otras palabras, en modos de habitar
este territorio que lo tornan más que en una “jaula” –como a veces se piensa
desde el exterior- en una “caparazón” de la cual es complejo deshacerse, pues
se encuentra adherida a la piel, al modo de ser y hacer. Por ello, cuando se
desea emigrar y se logra obtener dicha meta, muchos son los que no resisten
el impulso de retornar, como lo consigna la propia Lorena, después de algunos
intentos por partir:
“… y el vínculo con La Legua es muy fuerte porque uno, porque uno
nació aquí y hay un cuento que va más allá si es mala si es buena La
Legua. Es una cuestión que atrae tanto, hay un montón de gente que
ha luchado toda su vida por irse de La Legua, pero cuando logra irse
de La Legua después no haya como volver, y eso es una cuestión que
pasa y le pasa a mucha gente de La Legua. Por mis hijos yo me iría
lejos pa que ellos pudieran estar tranquilos, sin tanta bala sin tanta
cosa fea, pero yo en el fondo no sé si me quisiera ir tanto de La Legua,
porque a las finales yo soy gracias a lo que aquí he vivido” (Lorena)
Por último, nos cuenta la señora Rosita que este último fenómeno ligado al
magnetismo de La Legua, expresado en esta metáfora de la caparazón, también
se encuentra asociado con el factor del parentesco estrecho entre los mismos
pobladores; esto es, que la gran mayoría de los habitantes de La Legua además
de ser vecinos son también parientes en algún grado. Por lo mismo, hay muy
poca gente que viene de afuera a vivir a La Legua, pues la mayoría son nacidos
y criados en este territorio, conformando verdaderos clanes. Y por lo general,
permanecen desarrollando actividades al interior de este “enclave”; muchas veces sin tener la necesidad o el imperativo de tener que trasladarse fuera de su
hábitat, ya que todo se desarrolla en su interior, como una especie de aldea o
colonia urbana organizada en clanes familiares y comunitarios.
“… y siempre ha sido así, o sea, la gente quere mucho el territorio
y es por lo mismo. Además, que son familias que vinieron a fundar
la población y va quedando el resto, no hay nadie que venga de
afuera a vivir acá. Toda la gente que está ahí, es porque hay algún
vínculo dentro que vino a vivir acá. (…) siempre se ha caracterizado
por ser ellos, o sea, cuesta mucho si hay una actividad arriba o en
otro lugar, la gente no sale pa otros lugares, todo se centra ahí. Entonces… es como que viven como en clanes las familias, vienen los
hijos y los hijos se quedan ahí y si buscan casas buscan alrededor;
está muy emparentá la población, entonces también son vínculos
fuertes” (Sra. Rosita).
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Escena V: Redes en la Fragmentación
En esta escena se busca reconstruir de modo sumario y sintético, la historia de
algunas de las organizaciones sociales más emblemáticas y emergentes de lo
que constituye en la actualidad el territorio de la Legua, poniendo el énfasis del
relato en la reconstrucción de la memoria -ligada a las organizaciones- que realizan los propios pobladores y pobladoras que lideran dichas organizaciones. Se
trata de la RED OLE, la Furia Legüina, la Agrupación Legua-York, y el Centro
Cultural y de Comunicaciones La Garrapata.
La señora Rosita, actual líder y vocera de la Red de Organizaciones Legua
Emergencia (OLE), recuerda que la Red nació alrededor del año 2001 con la
idea de recuperar espacios públicos y mejorar la calidad de vida de la población. Esta Red tiene su antecedente en otra instancia mucho más antigua que la
Red, llamada Agrupación de Amigos por la Paz, que se resistía frente al hecho
de que los narcos se apoderaran de las calles de la población. Más tarde vino a
construirse la Red Ole, con un objetivo similar al que tiene en la actualidad, es
decir, disputarle los espacios públicos al mundo del narcotráfico; poner fin al
uso de armamentos en la Legua, y a la violencia impuesta en las calles, y junto
con ello promover estilos de vida saludable y de calidad, especialmente en niños
y jóvenes de la Emergencia.
“La Red nació con la idea un poco de tomarse las calles, por la misma
violencia que había; eso hacen 6 años atrás casi, porque la red partió
mucho antes con un grupo de amigos. Eh… quisimos, formamos un
grupo: Amigos por la Paz, desde… como el tráfico en la delincuencia se apodera de las calles. Después surgió La Red, siempre con un
mismo objetivo: mejorar la calidad de vida, ver cómo la población
mirara en forma diferente, que no se acostumbrara a lo que estaba
viviendo, de que los jóvenes tuvieran oportunidades, de que se sacaran las armas de la población” (Sra. Rosita)
La Red OLE está compuesta por una diversidad de organizaciones que operan
en el territorio de la Legua Emergencia. Es un organismo de carácter completamente comunitario, que en principio no cargaría con los lastres históricos, ni
está vinculada a sectores políticos; pero sí tiene una identidad local. En la actualidad, la red está compuesta –en lo fundamental- por: La Comunidad Cristiana Nuestra Señora de la Paz, Club Deportivo Norambuena, Ong La Caleta,
Jote Lácticos y Furia Legüina.
En el caso de la batucada71 Furia Legüina, Alexis cuenta que en una oportunidad la Red Ole contrató a una profesora de batucada para que los jóvenes
y niños aprendieran a usar los instrumentos. Luego, ella comenzó a dictarles
clases, pero se terminó el período de duración del proyecto y la profesora tuvo
que irse. Los tambores quedaron almacenados en la sede de la Red, por un largo período. Entonces en una oportunidad, justo para vacaciones de invierno,
se planificó una actividad comunitaria donde se le pidió al grupo de los batuqueros que participaran tocando los tambores. El primer impulso de Alexis
fue rechazar la propuesta, pues nunca habían tocado en la calle y, al parecer,
menos en público. Alexis recuerda que le pidieron que tocaran de todas formas,
y entonces accedió y reunió a sus más amigos, con quienes comenzaron a ensayar hasta el momento de la actividad. La experiencia les gustó tanto, que hasta
ahora no han parado de tocar.
71
Manifestación musical consistente en un grupo de instrumentos de percusión. Tiene como
característica principal la acentuación del segundo tiempo en los compases. Se la considera a veces,
una derivación de la Samba. El origen de la batucada está en las culturas africanas, donde se han dado
siempre formaciones de tambores para festividades religiosas y populares.
N°11: “Legua-York”
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ESCENAS DE LA VIDA URBANA EN LA LEGUA EMERGENCIA: NARCOCULTURA Y AMBIVALENCIAS IDENTITARIAS | R. GANTER
N°12: “Batucada Furia Leguina - 2006”
“… la RED OLE contrató una profesora de Batucada y compraron
nueve instrumentos, y nos empezaron a hacer clases. La hueá es
que la profesora se fue y nosotros dejamos los tambores tirados, no
enganchamos con la hueá de la batucá nunca, no pescamos. Y otros
grupos de la población, en las vacaciones de invierno, hacen una
actividad pa los niños cachai, y nos piden a nosotros, que nosotros
tocáramos ese día. Y yo digo que no, que ni cagando vamos a tocar
po’, que si nunca hemos tocado y menos en la calle. Y me dijo – no,
toquen no más, péguense los trucos -y ahí junté a los más amigos
de nosotros y los pusimos a ensayar. Por ejemplo, la actividad era
un día sábado y nosotros de lunes a viernes ensayábamos todas
las noches, de 10 a 12 métale ensayo, ensayo. Y hasta que sacamos
algunos cortes, fuimos a buscar a un cabro que era de la Casa de
la Cultura de La Legua, que es el Bayron, y él nos enseñaba que no
más lento, más rápido… y ahí salimos a tocar. Tocamos, los gustó
a todos” (Alexis)
Luego de comprobar y sentir el gusto de tocar los tambores, Alexis se enteró de
que en Valparaíso se realizaba todos los años un carnaval de batucadas, que tenía por nombre: Carnaval de los Mil Tambores; entonces decidieron ir a Valparaíso a observar el siguiente carnaval. Hicieron una colecta al interior de la población, consiguieron los recursos y se fueron a participar en el Carnaval de los
Mil Tambores, que se realiza en plena primavera en la ciudad de Valparaíso.
“… empezó a gustar el cuento y ahí este mismo cabro, el Bayron, nos
cuenta que en Valparaíso se produce un Carnaval de los Mil Tambores ¿cachai? Y nosotros no teníamos recursos pa na, porque no estábamos constituidos como una organización, no teníamos aporte de
nadie. Y se nos ocurrió ir al Carnaval de los Mil Tambores sin plata,
sin ni uno ¿cachas? Y empezamos a juntar plata, primero por la población hicimos un pasa calle y la población nos regaló, nos obsequió
noventa mil pesos hueón, pa ir a Valparaíso” (Alexis)
En el carnaval mismo, cuenta Alexis que todos quedaron alucinados. Son cuatro
horas donde se despliegan cientos de tambores en plena plaza Echaurren, hasta
llegar a las proximidades del edificio del Congreso Nacional:
“… claro y pa nosotros era caleta, yo calculaba que fueran veinte mil.
Y la posibilidad que fuéramos dos o tres ¿cachai? Pero ya con noventa mil, más el aporte de cada uno, que eran tres lucas… Allá, uno en
el Carnaval, casi todos quedaron alucinados. Es que es otra onda el
Carnaval, cachai o no, demasiados tambores; el Carnaval dura cuatro horas de la Plaza Echaurren hasta casi el Congreso” (Alexis)
Según Alexis quedaron tan entusiasmados después de llegar de Valparaíso, que
a los días siguientes realizaron el “Carnaval de los 500 Tambores por la Vida y
por la Paz en La Legua”:
“… y entonces, todos quedaron entusiasmados y a los dos días después, aquí hicimos el Carnaval de nosotros acá, eso fue como el power
que le dimos” (Alexis)
En la actualidad conforman una agrupación de 31 batuqueros, entre niños
pequeños y adolescentes. Su foco de intervención lo constituyen los 10 niños
más pequeños, con quienes ellos trabajan de manera fuerte y sistemática al
interior de la Emergencia.
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ESCENAS DE LA VIDA URBANA EN LA LEGUA EMERGENCIA: NARCOCULTURA Y AMBIVALENCIAS IDENTITARIAS | R. GANTER
“… tenemos un grupo, somos 21 cabros y 10 chicos. En esos 21 cabros
y 10 chicos, nos enfocamos nosotros porque no tenemos la cantidad
de plata, no nos da abasto pa más. En esos 10 cabros y 21 grandes,
pretendemos ser algo distinto, si de los 20 son 10 distintos bacán (…)
por ejemplo, hay un cabro que participa con nosotros y que tiene familia narco y nosotros lo potenciamos como monitor, que sea monitor, que sea tío. Al loco le gusta y es responsable, y ya tiene una
mirada distinta del asunto” (Alexis)
Furia Legüina a pesar de todas las dificultades aguanta y resiste, muchas veces
al clima de indiferencia, a la impotencia de ver que las cosas muchas veces no
cambian y a la fragmentación de su comunidad. Pero Alexis plantea que hay que
continuar con el trabajo que realizan en la Furia, por los más jóvenes y niños de
la población, insistiendo que las calles son de todos:
“Seguimos básicamente por el bienestar más de los cabros, de mostrarles que hay otro tipo de realidad, porque los cabros se ciegan
aquí. No es normal estar con los pacos todos los días, no es normal
que tengamos balaceras todos los días; siendo que eso no es normal
y tratando de mejorar un poco la calidad de vida, (…) las calles son
nuestras” (Alexis)
En relación al Centro Cultural y de Comunicaciones La Garrapata, su núcleo
fundacional y ejecutivo lo constituyen la Doris, el Jaime y el Guillermo. Ellos
reconocen que el año 2001 se presenta como el año donde arranca el proyecto,
sustentado en una necedad de la población de comenzar a mostrar las cosas
buenas de su comunidad y no lo que siempre mostraban los medios de comunicación masivos. Y en lugar de esperar a que la prensa externa viniera a reportear el lado positivo de La Legua, sus fundadores plantearon la posibilidad de
generar para la Legua sus propios medios de comunicación locales. Entonces,
comenzó un trabajo de un año donde se presentó y enraizó el proyecto en la
comunidad, primero con la radio y después con el canal:
“… empezamos en este cuento por ahí por el año 2001, se planteó
un proyecto donde se invitó a gente, cachai, el Guille, el Lulo y otros
compañeros que están hoy día con nosotros, eh por este tema de las
comunicaciones y pensando en esta queja, eh común de la gente. Porque la prensa hueón, no muestra lo bueno. Entonces, nosotros dijimos en algún minuto: - oye por qué tenemos que estar esperando
a la prensa, mostrémonos nosotros, seamos capaces de generar un
medio de comunicación -. En ese minuto, una cuestión sumamente
inviable por un tema de recursos, entonces se planificó un proyecto,
eh: afiatar la organización primero en la comunidad. Y se hizo un
trabajo de un año en la calle, o sea que la gente reconociera cuál era
el objetivo central de la radio, que era ese punto en especial, el canal
de televisión vino después” (Jaime)
Como lo plantea Jaime, actual director del Canal de TV, en primer término se
realizó un intenso trabajo de campo y terreno para lograr legitimar la apuesta,
a nivel del tejido comunitario de la población. Entonces, recuerda Jaime que se
instalaban en la Plaza Salvador Allende a locutear, o bien, en la feria y en la misma calle o vereda a colocar música; entonces la gente comenzó a involucrarse
en el tema, a reconocer al equipo de personas, etc. Hasta que un día un vecino
decide hacerles un préstamo para adquirir un transmisor, y de ahí para adelante se lanzan a la aventura de la comunicación social popular y comunitaria:
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“… estuvimos trabajando un año en la calle ya, estuvimos haciendo
una lógica radial, casetas radiales. Mejor dicho, donde la gente podía ver en términos bien prácticos el quehacer de una radio ya, las
producciones de programas, el trabajo de un equipo de programa,
el trabajo periodístico de la radio, digamos. Entonces la gente pasaba, nos poníamos comúnmente en la plaza Salvador Allende, en
la feria ponte tú. Y la gente pasaba y empezó a cachar: - ah… ¿qué
están haciendo estos cabros ahí? -y nosotros estábamos sentados
locutiando, amplificando solamente. No tenía el transmisor, nada,
entonces la gente se empezó a acercar: - oye mándale un saludo a…
o ¿podís programar este tema? ¿tienen esta canción? o quiero decir
algo - Y empezó a involucrar a la comunidad, hasta que llegó un
minuto en que la gente empezó a presionar po’. - Oye ¿cuándo los
escuchamos por la radio?
-digamos, ¿me entendí? Y salió la posibilidad de un vecino, que comúnmente nos veía en la calle y nos ofreció un préstamo pa comprar el transmisor y la antena. ¡Ah! entonces nosotros conversamos como grupo, porque era una empresa digamos importante,
meterse en un préstamo; no eran lucas que nosotros podíamos llegar y disponer” (Jaime)
Al año siguiente, o sea el año 2002, sacan el canal de TV y el objetivo que se
mantiene hasta la actualidad, es el de generar medios para entregarle a los pobladores un espacio donde sentirse parte de algo, sentirse parte de un medio de
comunicación. En la actualidad, el medio está consolidado y la gente plantea
que La Legua tiene sus propios medios de comunicación:
“Al año siguiente sacamos el canal de televisión, cuando los parámetros decían que tú tenías que demorarte ocho años también, por un
tema de recursos. Entonces, eh… la gente se empezó a volcar al tema,
pero una cosa súper importante es que nosotros no generamos los
medios pa hacernos famosos. Generamos los medios para entregar
un espacio cachai, un espacio a la gente, donde la gente se sintiera
bien, (…) se sintiera bien de locutear, se sintiera bien de ser parte de
un medio de comunicación cachai, ser parte de un medio de comunicación. Y creo que eso logramos, (…) hoy día está afiatado el medio,
la gente dice tenemos radio, tenemos canal de televisión y no necesariamente participan de ello; sino que solamente se han hecho parte
en términos de escuchar y ver, y eso son más o menos los objetivos
que nosotros nos planteamos en un principio” (Jaime).
Por último, la agrupación Legua-York es el colectivo de hip hop formado por:
Lulo, Cien y Releen. Estos jóvenes, a través de su práctica cultural y de su música buscan crear conciencia social y denunciar las injusticias y abusos de poder,
provengan estos de donde provengan. Partieron ocupando pistas de otros grupos para escribir sus propias canciones, pues lo que realmente les importaba
era transmitir un mensaje a través de ellas.
“Ocupando esta forma de trabajo, graban durante 1999 su primer demo, editado
bajo el nombre de Legua York. Con este demo (…) logran consolidar al grupo en
la renovada escena hip hop local. Durante el 2000, reemplazan las antiguas pistas de otros grupos por sonidos propios y fin de año publican: “Remasteriza’o”,
su segundo trabajo. Por la misma fecha obtienen el Primer Lugar en el Concurso musical “Reconstruyendo la Historia de La Legua en Dictadura”, con el tema:
“El Pueblo Unido”. El estímulo les da mayor solidez social, cultural y musical;
redefiniendo su trabajo hacia la educación y defensa del pueblo a través de sus
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ESCENAS DE LA VIDA URBANA EN LA LEGUA EMERGENCIA: NARCOCULTURA Y AMBIVALENCIAS IDENTITARIAS | R. GANTER
letras y acciones. Durante el verano del 2001 y tras un encuentro casual con
Tea, rapero francés del grupo “Paradais Apokalistik”, Legua York emprende un
nuevo proyecto discográfico que será titulado: “Este kon mayo”. En él, queda
plasmada la conciencia social que el grupo ha ido adquiriendo, obteniendo una
mezcla homogénea de diversión, educación y lucha”72.
En la actualidad, Legua York, aparte de sus presentaciones en casi todas las
tocatas del movimiento hip hop under chileno; mantiene su compromiso social,
político y cultural. Este compromiso ha sido fortalecido con su participación en
el colectivo HipHopLogia, agrupación de bandas hip hop poblacionales, que
realizan un fuerte trabajo social. A través de este colectivo, realizan talleres y
llevan su mensaje y compromiso a otros jóvenes pobladores como ellos.
En ese sentido, el Lulo separa el trabajo y la práctica de la agrupación en dos
niveles complementarios:
“… mira la agrupación Legua York se separa, siempre la hemos hecho así, se separa en dos grandes tramos: uno es lo que se hace sobre
el escenario y lo que se hace previo a subirse al escenario, crear los
temas, grabar temas, eh… cantar los temas, difundir los temas y todas esas cosas; pero eso es solamente una patita, porque la otra patita que es la que yo considero más importante y la que más me cautiva
es la que nosotros vivimos aquí en la población La Legua. Es la que
nos da el nombre a nuestra agrupación y es la que nos da también el
sentido de pertenencia. Sí que esa patita a mí es la que más me gusta
(…) y tiene que ver con levantar una página web, o hacer talleres de
hip hop o de poesía o de teatro, o de lo que se nos ocurra. (…) creemos
que si tenemos alguna idea, esa idea hay que llevarla a cabo si es que
están las circunstancias factibles como para llevarla a cabo. (…) la
agrupación Legua York es nuestra vía de escape para poder llevar al
plan terrenal, lo que tenemos en la mente y en las ideas” (Lulo)
Al mismo tiempo, la agrupación Legua-York destaca en la actualidad por participar en varias redes de organizaciones tanto locales como globales; la mayoría de
ellas vinculadas al activismo social y a la militancia cultural ligada a nuevos movimientos sociales y minorías discriminadas, dentro de las que destacan: Cultura
en Movimiento, Agosto Negro, Red Latinoamericana de Hip Hop, entre otras.
“… bueno, también de la agrupación Legua York hemos forjado otros
caminos, o sea la agrupación Legua York es parte de Cultura en Movimiento, que es una Red Cultural mucho más amplia: con cantantes, con poetas y con pintores de distintas generaciones y de distintas
edades, y todo eso, somos parte de eso. La agrupación Legua York es
parte de lo que es Agosto Negro, un colectivo de hip hop social y político, y hemos sido quienes hemos forjado el colectivo principalmente. También, eh… la agrupación Legua York es parte de la Red Latinoamericana de Hip Hop que se llama Hip Hop Revolución, que hay
como un representante por cada lugar de Latinoamérica, haciendo
activismo social y político, con sentido y razón, como diría Víctor”
72
http://www.hiphopchileno.blogspot.com
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ESCENAS DE LA VIDA URBANA EN LA LEGUA EMERGENCIA: NARCOCULTURA Y AMBIVALENCIAS IDENTITARIAS | R. GANTER
Escena VI: Comunicaciones comunitarias
y espacios de pertenencia
Los pobladores agrupados en torno a la Red de Comunicaciones de La Legua y
al Centro Cultural y de Comunicaciones La Garrapata; específicamente la Doris,
el Jaime y el Guillermo, se plantearon un día una especie de diagnóstico de la
oferta televisiva oficial en nuestro país. ¿Qué hicieron? Se pusieron a realizar
durante varios sábados seguidos la simple operación del zapping, comprobando algo que ellos ya habían intuido: la pobreza y baja calidad de la programación. Pero este procedimiento lo fueron testeando y articulando con un cierto
malestar presente en los pobladores de La Legua, respecto al estado actual de
la televisión chilena; cuestión que tampoco constituye una excepción en la opinión promedio del consumidor de programas de la televisión nacional, particularmente los fines de semana.
“… hoy día la comunidad se está quejando que tenis programas faranduleros, hueón, y de que la televisión es fome el fin de semana. Es
esa la queja renuente de la población, cachai” (Jaime)
Entonces, se planificó una apuesta editorial para evaluar cuál sería la reacción
de los pobladores y al mismo tiempo, cómo ir llenado ese vacío que la televisión
oficial no estaba sustentando. En ese momento, se decidió generar un espacio
que implementara la fórmula de los Ciclos de Cine, estrategia que dio muy buenos resultados de audiencia, hasta llegar más adelante a exhibir documentales
de todo tipo, particularmente históricos y donde se promueve la conciencia ecológica, política, étnica, etc.; estrategias todas, con un impacto y una recepción
en la comunidad altamente valorada:
“… entonces empezamos a tirar, empezamos a tirar cine. Entonces vamos a tirar de todo cine y pa eso se creó un programa que se
llamaba cine en el 3, donde nosotros -yo hacía la dirección de ese
programa- que lo que hacía el conductor te hablaba de una película
específica. Se hacía un ciclo de películas: ciclos de Chaplin; ciclos de
cine mexicano; ciclos de cine español; de repente dentro de todos esos
ciclos, un ciclo ponte tú de… chucha de Quentin Tarantino; un ciclo de
John Travolta; un ciclo hueón de Al Pacino; (…) pero también un ciclo de cine español y la historia de eso; un ciclo de cine que sea mudo,
la historia de eso; (…) y con eso provocamos el peca de sintonía. La
gente: cine, cine y empezó a gustar por ahí, y una vez que tuvimos esa
sintonía cautiva, empezamos a meter el tema de los documentales.
Entonces, hoy día ¿qué es lo que hacemos? Se programan documentales, o sea de tirar en la programación, el canal transmite viernes,
sábado y domingo; nosotros empezamos tirando un documental el
fin de semana, uno. Hoy día estamos tirando entre 4 a 5, además, la
gente los pide cachai, y de eso también vamos aprendiendo” (Jaime)
En estos momentos el Canal 3 de La Legua, ha incluido una estrategia un poco
más audaz y experimental; pero también con excelentes resultados de audiencia y de recepción en la comunidad más cercana, se trata de la exhibición de
películas XXX en un horario apropiado, en el marco de los días sábado:
“… dentro del ciclo del triple X, eh lo que conversábamos un poco
ayer, también nos dimos cuenta, pues yo me metí a internet a averiguarme este cuento del cine porno cachai, y me di cuenta por la
información que aparece ahí, de que al final vos veí cine porno cuando tenís cable y cuando pagai por cine porno (…) ¿Cuál es la crítica
moral entonces? Si al final el que puede ver películas porno es el que
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ESCENAS DE LA VIDA URBANA EN LA LEGUA EMERGENCIA: NARCOCULTURA Y AMBIVALENCIAS IDENTITARIAS | R. GANTER
tiene lucas. ¿Hay moral en eso, cachai? Nosotros dijimos no, ya probemos si vemos que hay una crítica masiva en contra de la hueá, se
terminó pos hueón. Pero ha resultado absolutamente lo contrario,
es más, gente que de pronto tu podís pensar que son, puta hueón,
hueones que están preocupados de la imagen, de que sé yo, puritanos
totales; se han acercao: - oye compadre, buena la película del otro
día - (…) Entonces liberamos el placer en La Legua, ese fue el objetivo, pero regulao, es decir, una vez al mes media hora de transmisión,
una hora a lo más y también por una hueá táctica; porque la gente te
pide todos los sábados, todos los sábado, ¡chucha no hueón! Saturai.
Hay que hacer turnos hueón, puta a la una de la mañana” (Jaime)
Otro aspecto interesante que se ha desarrollado en este marco de las comunicaciones comunitarias en La Legua, se asocia con la producción de programas que
cubren eventos importantes; no sólo para la comunidad en general, sino para
una familia o un poblador en particular, pues se trata de la cobertura de cumpleaños, matrimonios, aniversarios, etc. Lo que demanda un esfuerzo enorme
al equipo de producción, no sólo en el despliegue del recurso humano y logístico; sino también en materia de tiempo, pues los días sábado se generaba una
demanda muy alta, teniendo que ir a cubrir hasta 4 eventos en un sólo día:
“… uno de los programas consistía en mostrar los eventos sociales
de la gente de La Legua: cumpleaños, todo ese tipo de hueás. Una
demanda o sea, los camarógrafos, el conductor y el productor de ese
programa quedaron locos pos hueón, porque cada día sábado 3 o 4
eventos cachai… De repente, por eso te digo, en términos de semana,
y los hueones súper chistosos (Jaime)
Según Jaime, director del Canal 3 de TV de La Legua y miembro fundador de
La Garrapata, el objetivo que se desprende de todo este trabajo se vincula con la
posibilidad de construir y fortalecer sentimientos de pertenencia que produzcan bienestar en los pobladores, por el hecho de vivir en La Legua; que le den la
posibilidad -a través del consumo de sus propios medios de comunicación- de
sentirse orgulloso de pertenecer a La Legua, y eso se asocia con la generación
de ofertas televisivas y comunicacionales que se diferencien de la televisión y
la comunicación oficial, donde la imagen de sí mismos aparece teñida por contenidos que muchas veces trastornan la realidad integral de la población. De
ahí que la idea que predomina en la Garrapata, más que cambiar o denunciar
la realidad de La Legua que circula en los medios de comunicación oficial; es
tratar de generar desde dentro, unas visiones y discursos que puedan redefinir
las imágenes de La Legua que hoy dominan los medios masivos:
“… si al final uno lo que hace aquí en la población, yo creo que esa es
nuestra tarea, nuestra labor es aportar con un granito de arena que
la gente se sienta bien de vivir acá. Nosotros aportamos con nuestro
grano de arena de ofrecer una oferta distinta, y nuestra oferta apuesta a que la gente, a que el poblador común y corriente; se sienta bien,
se sienta orgulloso de vivir en la población, porque el tipo participa
de un programa de radio por solamente, porque el tipo puede decir
nosotros en nuestra población tenemos espacio, y lo hemos comprobado cachai. O sea, hemos conversado con gente que nos dice: - sabís
que pa mí es un orgullo hueón comentar en mi pega, a partir de estos
reportajes que han salido (…) no si en La Legua tenemos canal de
televisión, tenemos radio -y se produce un cuento a través de eso. Ese
es nuestro aporte cachai, que el tipo, que las personas cuando le dicen
o le preguntan ¿vos soy de La Legua? Que no tengan que agachar la
cabeza pos hueón - no si que lamentablemente vivo ahí – No hueón,
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ESCENAS DE LA VIDA URBANA EN LA LEGUA EMERGENCIA: NARCOCULTURA Y AMBIVALENCIAS IDENTITARIAS | R. GANTER
no. Y la gente sabe, no mira si hay hueones traficantes; nosotros también tenemos radio, tenemos canal de televisión hueón, hay una organización que trabaja con niños, yo participo en una cosa cultural,
cachai” (Jaime)
Se trata entonces, de abrir espacios pero también de marcar distinciones; de
generar sentidos compartidos, alternativos y críticos con las visiones que dominan en la sociedad y en la ciudad contemporánea. Para ello, resulta primordial
el entregarles espacio a los que no tienen espacio:
“… lamentablemente, nosotros estamos manejados por medios de comunicación y es ahí donde nosotros entramos, entonces, a cumplir
un rol con nuestros medios de marcar ciertas diferencias cachai, de
conversar los temas desde otro punto de vista, de mostrar lo que no
se muestra, de darle espacio a la gente que no tiene espacio” (Jaime)
Un ejemplo de todo lo anterior, lo constituye la realización de campañas informativas y educativas dirigidas hacia los pobladores de La Legua, donde por
ejemplo a finales del año 2006, se denunció el abuso policial de parte de Carabineros hacia los pobladores de La Legua. Ahí la Garrapata, particularmente
Radio La Ventana, jugó un papel central en la toma de conciencia de los pobladores de sus derechos frente a los procedimientos arbitrarios que Carabineros desplegó hasta el año 2006, al interior de la población; con el consecuente
desmantelamiento del equipo de seguridad territorial que coordinaba desde el
Ministerio del Interior, la Intervención en La Legua:
“… el año pasado hubo toda una operación hueón, de represión a
la comunidad; lo que yo te hablaba ayer de bajarse los pantalones
hueón y de agredirte físicamente. Nosotros hicimos una campaña
con la gente y a través de la radio les tiramos un protocolo de este
cuento del control de identidad, y la gente empezó a comprar. Entonces, ¿qué pasa? De 100 hueones que se bajaban los pantalones el
año pasado, hoy día hay 50, hay 50; y ese es nuestro cuento, te fijai.
Nosotros hicimos la crítica y dijimos: - oye hueón, ¿los pacos por
qué chucha están? (…) si al final los hueones saben donde viven los
hueones que tiran balazos; saben donde viven los que andan drogos;
por qué no los huevean a ellos, cachai. Nosotros empezamos a hablar
con la gente esa hueá, empezamos a decir; entonces la gente empezó
a reaccionar, se generó una reunión donde logramos que los hueones se tiraran la pelota, hasta que al final el Ministerio del Interior
dijo: - no, nosotros somos los culpables-les costó el puesto, el trabajo
a todo ese equipo, y los hueones tuvieron que admitir públicamente
sus errores” (Jaime)
Por su parte, el Lulo también posee una experiencia y un capital interesante, en
términos de co-construcción de redes de comunicación comunitaria y espacios
donde se promueve y fortalece la identidad y la memoria de La Legua. Él, junto
a otros pobladores, ha sido uno de los gestores de la página Web de La Legua.
Allí se pueden encontrar noticias vinculadas a la población; actualidad nacional
e internacional; un archivo de fotografías de La Legua; fragmentos de su historia; materiales audiovisuales; trailer; música; publicidad comunitaria; convocatorias a eventos comunitarios, y por cierto, un libro de visitas bastante nutrido y
consultado: toda una trenza de relatos entretejidos cotidianamente, una genuina colección de comentarios y contra-comentarios tejidos en el día a día de la
población, que ya forma parte de la memoria, el archivo y el rumor virtual de la
población: lo que se escucha, lo que se conversa, lo que se opina y denuncia, lo
que gusta y no gusta, todo sin censura como declara el propio Lulo.
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ESCENAS DE LA VIDA URBANA EN LA LEGUA EMERGENCIA: NARCOCULTURA Y AMBIVALENCIAS IDENTITARIAS | R. GANTER
El antecedente de este espacio de comunicación virtual en la población, pionero
en su tipo en el paisaje de las poblaciones populares chilenas, lo configuró la
página Web que en su momento tuvo la agrupación Legua-York, donde se podía
obtener información de la banda y al mismo tiempo acceder a su producción
artística, cultural y musical. Pero al mismo tiempo, el Lulo se dio cuenta de que
la gente quería saber y obtener más información sobre la población La Legua,
pero a través de su agrupación, como si se tratara de una ventana hacia un espacio más profundo y denso. De ahí el Lulo no paró de pensar más en eso, hasta
materializar esa idea. Hoy en día la página Web se ha transformado en una
virtual realidad para población.
“… sí, entonces en el 2003 – 2004, por ahí tiene que haber salido la
página de Legua-York, y que le pusimos un libro de visitas y mucha
de la gente que se acercaba a la página del grupo Legua York nos
preguntaba por más cosas de La Legua. Por dónde podían tener historia y todo eso. Y ahí, lo primero que fuimos fue montar la historia
de La Legua, dentro del sitio de Legua-York. Fue: si quieres conocer
la historia de La Legua acá, y luego nos siguieron preguntando por
más cosas de La Legua, mandándoles recados, saludos a gente de
acá y todo eso. Y de ahí pasó que siempre estuve yo con el bichito
ese: - ¡chuta! ¡Qué interesante este fenómeno que nos pasa! Que a
través de nosotros quieren comunicarse con el resto de La Legua, o a
través de nosotros nos preguntan cosas del resto de La Legua, cachai
- Como, ¡ah! se logró el objetivo de que el nombre representara, en
cierta medida a la población, es como eso” (Lulo).
La conexión se produjo cuando el Lulo viajó invitado a Venezuela, a un encuentro Latinoamericano de agrupaciones Hip-Hop. Allí conoció a otro joven activista del Hip-Hop, Gustavo, quien además era residente de uno de los barrios
tildados como más peligrosos de Caracas, La Parroquia 23 de Enero.
“En algún momento, fines del 2004, principios del 2005, nosotros conocimos a otro compañero de Hip Hop Revolución, de otro lugar de
Latinoamérica que es Venezuela. Conocimos a Gustavo Borges, que
él hacía el sitio de Hip Hop Revolución, aparte generaba como activismo dentro del hip hop allá y todo. Pero él era de un barrio súper
característico de Caracas, el 23 de Enero, La Parroquia 23 de Enero,
(…) núcleo que también está catalogado como uno de los núcleos más
brígidos; que no pueden entrar los turistas, donde lo peor de lo peor,
La Parroquia el 23 de Enero” (Lulo)
Gustavo le contó y le mostró que en su población habían construido un sitio
Web, al cual le pusieron El 23.net, donde comenzaron a promover la historia
del barrio, sus actividades. Entonces, realizaron un encuentro de raperos en el
23 de Enero y de allí quedó fascinado con el lugar, y nadie pudo sacarlo hasta
su regreso a Chile.
“… si él paralelamente al sitio de Hip Hop Revolución, levantó un
sitio que se llamaba el 23.net, que es el sitio de La Parroquia, el 23
de Enero; donde él empezó a nombrar como a los vecinos, empezó
a mostrar como la historia de La Parroquia el 23 de Enero, empezó
como a nombrar las actividades. Y me pasó que el 2005 yo tuve la
oportunidad de ir a Venezuela, en ese ir a Venezuela conocí físicamente a Gustavo, los teníamos que juntar sí o sí, porque estábamos
organizando un encuentro en común allá en Venezuela, con el resto
de los raperos de Latinoamérica. Y en eso fue que nos fuimos en alguna oportunidad por aquí, por allá. Llegamos de artistas nosotros a
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ESCENAS DE LA VIDA URBANA EN LA LEGUA EMERGENCIA: NARCOCULTURA Y AMBIVALENCIAS IDENTITARIAS | R. GANTER
Venezuela, invitados. Primer lugar, rechazamos el hotel, nos tenían
hotel, dijimos: - no, no queremos hotel, llévennos al albergue - Nos
llevaron a donde tenían a todo el resto de los chilenos que habían ido
a Venezuela, así que fuimos a una sala del hipódromo de allá de Venezuela, de Caracas, en unas literas, como cualquier otro extranjero
latino que iba para allá al encuentro. De ahí nos hicimos contacto
con otros chilenos que estaban estudiando allá en Venezuela, y ellos
me volvieron a nombrar El 23 de Enero; así que después de actuar
un día, después de tal actuación, me voy pa allá: - De verdad, si me
voy pa allá, ven a buscarme me voy pa allá - Así que me fui para allá
y de allá no me pudieron sacar más, hasta cuando me vine de vuelta
a Chile. Así que armamos un encuentro en El 23 de Enero, conocí a la
brigada de defensa de la población, porque allá después del segundo gobierno de Hugo Chávez, empezaron a armarse las brigadas de
pioneros y también de pobladores organizados para defender el territorio. Así que hay gente armada defendiendo que no entre la gente
de ultra derecha a hacer algún atentado” (Lulo)
Otro aspecto que le impactó muchísimo al Lulo, de su experiencia en Venezuela y particularmente del barrio 23 de Enero, fue la existencia de los llamados territorios liberados; esto es, espacios inscritos en el propio barrio, pero
que se encuentran libres de la presencia de narcotraficantes y del consumo
de droga. Esa experiencia fue y sigue siendo determinante para el Lulo, y la
posibilidad de replicarla en La Legua, teniendo en cuenta la especificidad de
su identidad e historia local.
“… aparte hay territorios liberados, que la misma gente de los pioneros y la gente organizá, los fueron liberando del consumo y del
narcotráfico; empezaron a echar a los trafis y todo eso. Y conocer esa
experiencia a mí me marcó un poco más, así que le pedí más información a Gustavo Borges, que me dio un librito que él hizo, como un
pequeño libro muy corto” (Lulo)
Actualmente, el objetivo de la Web de La Legua se liga con: contar y narrar
sin intermediarios lo que pasa en la realidad de La Legua; mostrar su historia, su quehacer cotidiano y sus actividades; su identidad, su forma de vida,
su estilo particular:
“Así que ahí me pasó que mezclando lo que ya me había pasado con
la página de Legua York; mezclando la experiencia de allá y del compañero Gustavo, me dije: - esto es lo que yo necesito pa La Legua
-. De que cualquier gente que venga de cualquier lugar del mundo,
sepa qué es lo que está pasando realmente en La Legua. Y si es que
ellos vienen, no sé, si es que alguien viene en 2 semanas más, o si alguien viene en septiembre a La Legua, y que está en cualquier lugar
del mundo; sepa de que acá hay un Carnaval de los 500 tambores
y que se puede comunicar a través de La Legua, y que puede venir
para acá. Es como eso, como el diario mural virtual donde cualquiera sepa, cuál es el estilo de La Legua, cuál son los grupos que hay,
cuáles son las agrupaciones que hay, sin que haiga intermediario a
contar la cosa” (Lulo)
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ESCENAS DE LA VIDA URBANA EN LA LEGUA EMERGENCIA: NARCOCULTURA Y AMBIVALENCIAS IDENTITARIAS | R. GANTER
Escena VII: De Carnavales y Territorios Liberados
Según nos cuenta Alexis, joven líder del colectivo Furia Legüina, el 2006 sería
el segundo año en que participan en el “Carnaval de los 500 Tambores por la
Paz y la Vida en la población La Legua”, donde han participado cerca de 500
artistas, mostrando sus diversas disciplinas en un territorio que durante un
día se vuelca hacia las calles de la población; re-dibujando el espacio público legüino, por medio de: batucadas, teatro callejero, música, malabarismo,
carros alegóricos, etc. Así los pobladores comienzan a promover, a través de
estos formatos culturales, sus derechos urbanos y la propia práctica de la “no
violencia activa”, con el objetivo de recuperar y re-habilitar -desde abajo y desde adentro- su propio territorio. Contribuyendo con ello, a potenciar su espacio
vivido y a generar prácticas y discursos que desarrollen la producción colectiva
de nuevos modos de habitar, y con ello, el desmantelamiento paulatino de los
estigmas territoriales tan firmemente arraigados en dicho asentamiento. En el
año 2006, durante el mes de septiembre, se re-editó el carnaval por tercer año
consecutivo, y la convocatoria es: “Carnaval de los 500 Tambores, por Otra
Legua Posible y un Chile También”73.
Alexis cuenta que el Carnaval es una respuesta a la violencia impuesta por las
balaceras en la Emergencia; es decir, la acción colectiva desplegada a través
del Carnaval, si bien se realiza una sola vez en el año, se asume como una
contribución en el largo proceso de re-apropiación de la calle, por parte de
la organizaciones comunitarias de La Legua y de los pobladores y pobladoras
en general. El Carnaval ya se ha transformado en un icono al interior de la
comunidad legüina, y en un emblema en contra de los incidentes de muerte y
violencia impuestos sobre el territorio. El Carnaval constituye también, un espacio donde es posible expresar la esperanza y el anhelo de los pobladores por
construir una Legua diferente, una población donde predominen los espacios
de paz, encuentro y tranquilidad.
“… el Carnaval es como una respuesta a ellos, de que no queremos
más balas, no queremos más violencia. Que las calles son nuestras,
son de todos, y que ellos no tienen derecho a quitarnos. Y yo creo
que en el Carnaval anterior toda la gente que salió a la calle, caleta
de gente, caleta de niños, mamás con coche con guaguas en brazos;
también teniendo los mismos deseos de vivir tranquilo” (Alexis)
Para muchos otros pobladores, el Carnaval también representa y encarna una
lucha a través de la cual se ha materializado la posibilidad de ir ganándole la pelea al miedo, y no a un miedo dirigido hacia alguna persona o grupo en particular; sino al miedo de ocupar los espacios públicos, sin el riesgo de ser alcanzado
por una bala. En ese sentido, el Carnaval se asume como un logro y un triunfo
alcanzado por las propias bases de la población. Y desde hace ya casi tres años,
es posible ir evaluando un impacto positivo en la ocupación de los pobladores
de sus propios espacios públicos, que aunque pocos -por lo mismo- son altamente significativos y valorados por los habitantes de la Emergencia.
“… el Carnaval de los 500 tambores logró sacar a la gente a la calle
nuevamente, cachai, logró sacar a la calle nuevamente a la gente”
(Jaime)
“… esto es un trabajo que nació desde las mismas bases se puede decirse, desde la base misma de La Legua” (Guillermo)
73
Recordemos que en la actualidad se han re-editado las versiones 2007, 2008 y 2009 del
Carnaval de la Legua.
N°13: “Control Policial Legua Emergencia”.
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ESCENAS DE LA VIDA URBANA EN LA LEGUA EMERGENCIA: NARCOCULTURA Y AMBIVALENCIAS IDENTITARIAS | R. GANTER
N°14: “Furia Leguina carnaval la Legua 2006”.
Otro aspecto que destaca en este Carnaval, se relaciona con un cierto desplazamiento en el origen de las dinámicas y acciones colectivas emprendidas en La
Legua por parte de los pobladores, pues lo regular y tradicional al interior de la
población ha sido que las iniciativas y las actividades de carácter comunitario,
provengan en sus gran mayoría de las organizaciones inscritas en el territorio
de la Vieja Legua, y por sobre todo, de la Nueva Legua. Sin embargo, en los
últimos años el proceso de sinergias y contagios colectivos ha experimentado
una inversión, pues hoy en día las iniciativas ligadas más fuertemente con la
ocupación de los espacios públicos en la Legua, y su consecuente organización,
provienen mayoritariamente de la Emergencia; siendo ésta última la que ha
ido generando, tejiendo y promoviendo los sentidos colectivos al interior de
la Legua, incluso llegando a operar como palanca de las otras dos Legua. Así
también, lo advierte el propio Alexis de la Furia Legüina:
“… ahora se está dando una cosa extraña en (…) antes las actividades
se hacían siempre desde la Legua Nueva y desde la Vieja, que es donde están las organizaciones antiguas más de peso. Y es raro que ahora nazca el Carnaval de la Emergencia para Legua general, cachai.
Nunca se había dado, y hace dos años que se está dando esta hueá,
que las organizaciones de Emergencia tenemos que focalizarnos pa
levantar a las otras (Alexis)
En paralelo a este tipo de acciones los pobladores –particularmente los agrupados en la RED OLE- han desarrollado una capacidad para desplegar acciones
directas en defensa de su identidad y territorio, que hasta ahora no se habían
observado en la Emergencia. Estas acciones incluyen –por una parte- desde
manifestaciones en los espacios colectivos de la Emergencia, que principalmente se encuentran asociadas con la denuncia del abuso policial y la violencia
armada impuesta por las bandas de narcos en el territorio; y por la otra, la protesta callejera, donde es posible observar el desplazamiento colectivo de los pobladores hacia otras zonas de Santiago, con el objeto de manifestar su rechazo
al tratamiento que los medios de comunicación masivos realizan con la imagen
de su población:
“Ese día en que balearon al Kike en la sede de la RED OLE, el domingo siguiente hicimos una protesta todos los que estábamos ahí
y algunos cabros de la Bazucada. Rallamos el portón escribiendo:
esta bala hirió a un niño, con esta bala casi se mata un niño. Los dos
portones quedaron bien marcados con spray negro y pusimos toda
esa mañana, me acuerdo, la canción de Víctor Jara “El Derecho de
Vivir en Paz”. Y voz sabís que ahí los narcos se asustan, y al tiro fueron a hablar con Antonio, que ellos no fueron, que fueron los otros.
Y la otra parte dijo: - no, nosotros no fuimos, fueron los otros, pero
nosotros estamos dispuestos a ayudar a arreglarle el portón, y cualquier cosa pídannos plata no más -hueá que no aceptamos, el portón
todavía está pa la cagá” (Alexis)
“… por ejemplo una vez Mega hizo un reportaje de Montedonico, que
se llamaba la Legua del Puerto. Me acuerdo que fuimos cinco días a
pararnos afuera de Mega, cuando estaba el boom de Mekano y no
dejábamos entrar los autos, cachai. Y tuvo que pedir disculpas públicas la mina que conducía el programa de televisión en ese tiempo, en
pantalla pidió las disculpas” (Alexis)
Estas escenas, se entrelazan con lo que el Lulo define como: las excusas para
continuar siendo legüino. Las acciones culturales y territoriales que estarían
construyendo una manera de habitar el espacio, que se opone a las formas pre-
138
ESCENAS DE LA VIDA URBANA EN LA LEGUA EMERGENCIA: NARCOCULTURA Y AMBIVALENCIAS IDENTITARIAS | R. GANTER
dominantes de sociabilidad espacial, y que muchas veces se imponen por la
presencia de la fuerza y de las armas al interior de la población. Estas acciones
inscritas dentro de un particular modo de habitar incluirían –según el Lulodesde programas de radio comunitarios, programas de televisión comunitaria,
Web comunitaria, concursos de poesía, murales, el propio Carnaval; es decir,
múltiples maneras de comunicar y expresar una particular sociabilidad espacial
que refuerza una identidad territorial –en redefinición- y una manera de estar
atentos al devenir de la población.
“… toda acción, ya sean los programas de radio; ya sea el levantar
la radio; ya sean los programas de televisión; ya sea el Carnaval;
ya sea no sé, una pegatina de afiches; ya sea no sé, un concurso de
poemas; una pintura de murales, no sé si ya lo había dicho o no; todo
este tipo de cosas sirven para seguir levantando el imaginario de lo
que es La Legua, porque es parte de la historia de La Legua, o sea en
definitiva son puras. Estas acciones son excusas para seguir siendo
legüino y para seguir reforzando quiénes somos y hacia dónde queremos ir; eso: seguir mirándonos las caras entre los vecinos y saber
quién estamos y quiénes no” (Lulo)
Esa particular manera de habitar que contiene una relacionalidad espacial específica, una manera de ocupar colectivamente el territorio; les permitiría a
los legüinos seguir mirándose a la cara y reconocerse como parte de algo: un
proyecto, un deseo, un sueño para la construcción de espacios de encuentro,
que rompan el cerco de la privatización y el control espacial impuesto desde
el exterior, con el objeto de logar re-inventar una cultura más colectiva, más
afectuosa y cariñosa.
“… nosotros pretendemos seguir forjando espacios comunes; nosotros creemos que volver a lo colectivo es la forma natural del ser
humano (…) desde ese punto de vista, todos estamos dentro de una
organización. Ahora ¿cómo rompemos las distintas barreras que nos
han instalado esta forma de vida neoliberal, y nos han ido cercando
cada uno en una casa? (…) lo que acá esta pasando es que se está
conservando viejas prácticas, que son útiles y que son dignas y que
son todavía necesarias. Creo que no tan sólo La Legua conserva está
forma de habitar, esta forma de vivir, esta forma de relacionarse.
Yo sueño y espero que haigan otras partes que todavía los vecinos se
saluden como vecinos; o que el almacén de la esquina sea prácticamente un punto de encuentro, un centro social, por decirlo, de algún
lado que se identifican los vecinos. Territorios liberados a través de
cariño. No todo está perdido, hay esperanza, o sea no tan sólo yo
estoy soñando en esto” (Lulo)
N°15: “Tocando el tambor carnaval la Legua
2007”.
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ESCENAS DE LA VIDA URBANA EN LA LEGUA EMERGENCIA: NARCOCULTURA Y AMBIVALENCIAS IDENTITARIAS | R. GANTER
D) El narco-mundo
Escena VIII: Historicidades actuales
La mayoría de los diagnósticos realizados en los últimos años en la PLE, coinciden en sostener que la población posee una economía territorial fuertemente
orientada por el narco-tráfico, configurándose redes territoriales y familiares de
poder, que se encuentran en permanente disputa por el control de las áreas de
mayor influencia para la comercialización de las sustancias que se producen y
transan en dicho asentamiento.
Este fenómeno posee varias explicaciones, que configuran una trama de causas que están en la génesis y desarrollo de esta profunda problemática. Según
el Diagnóstico y la Propuesta de Prevención que realizara la ONG ECO, junto
con la RED de Organizaciones Sociales de La Legua (2003) es posible sostener
que sería a partir de la crisis económica de los años ‘80 -durante la dictadura
militar- que el fenómeno del tráfico de drogas dio su primer impulso, como una
estrategia para superar carencias materiales y de subsistencia básica. A ello, se
sumaría la presencia de una sub-cultura delictual densa, valorada e histórica en
la PLE; cuestión que iría generando una base de empatía con la actividad y una
posterior profesionalización, pero a una escala muy localizada y subterránea.
“… unos 10 años atrás, 10-12 años, entonces; y la gente poco a poco
se fue involucrando en eso también, pero cuando llegaron las armas
ahí ya quedó la escoba. Antes se peleaba a cuchilla y no, no había
tanta violencia como hoy en día, una pelea, pero así no más. Hoy en
día no, hoy día hay bandas organizadas” (Sra. Rosita)
Posteriormente, es posible plantear la hipótesis -bastante plausible- de la
denominada reconversión de una parte de los aparatos y maquinarias paramilitares, que existían en el territorio para resistir y combatir a la dictadura
militar en los años ‘80. Este hecho estaría asociado con el advenimiento de
una democracia que terminó por desencantar a muchos sectores, con visiones
más radicales para concebir la política y el desarrollo económico del país; sobre todo si se piensa en las precarias oportunidades que se dirigieron hacia los
sectores juveniles empobrecidos a comienzos de los ‘90. Sumado a este punto,
hay que considerar que la excesiva preocupación por la lucha política debilitó
también las organizaciones sociales de base. Así, los antiguos aparatos y redes
para-militares, junto con todas las capacidades operativas, logísticas y de seguridad, desarrolladas durante la dictadura; ahora se ponían al servicio de un
negocio sumamente rentable y donde poco o nada de control se ejercía desde la
institucionalidad vigente, como tampoco desde los propios aparatos represivos
que hasta ahora no tienen la fuerza de contestación que los grupos de narcotraficantes poseen.74
Todo lo anterior, se vio –además- poderosamente reforzado por el estilo de vida
que traería consigo la implementación del nuevo ethos económico, ligado al
modelo neoliberal impuesto por el régimen militar; donde prevalecen los códigos de la competitividad, el éxito material al menor sacrificio posible, un cierto
hedonismo cultural y una cierta compulsión por el consumo. Todos (contra) valores que combustionaron el reclutamiento y el engranaje de la matriz cultural
del narco-trafico al interior del territorio de la PLE.
74
Sobre este punto profundizar en “Propuesta Comunitaria de prevención para La Legua”,
Documento de Trabajo, Santiago de Chile, enero 2003, ECO, Educación y Comunicaciones y Monitores de La Legua, p. 12- 15, disponible en el sitio http://www.ongeco.cl/Downloads/Propuestacomunitaria-lalegua.pdf
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ESCENAS DE LA VIDA URBANA EN LA LEGUA EMERGENCIA: NARCOCULTURA Y AMBIVALENCIAS IDENTITARIAS | R. GANTER
Por todo lo anterior, los traficantes fueron ejerciendo la violencia, pero también
ayudando y aportando a la comunidad. Iniciándose una paulatina y soterrada
penetración territorial y afectiva, que ha tenido una amplia cobertura en diversos espacios comunitarios; pues siempre se muestran dispuestos a colaborar,
ofreciendo donaciones y haciendo favores. Ello se fue entretejiendo lentamente
con el transcurso de los años, mientras el Estado y muchas organizaciones sociales estuvieron ausentes o debilitadas.
De esta forma, se plantea que en el contexto de La Legua Emergencia es prácticamente inevitable no tener en la familia a una persona involucrada en el
mundo de la droga, ya sea de modo directo o indirectamente, pues además de
auto-percibirse entre sí como “una gran familia”, la mayoría de los pobladores
se casan entre sí. Así, el poblador que trafica o consume droga no es, de manera
general y extendida, marginado o estigmatizado como criminal.
Así, este tipo de prácticas no se encuentran absolutamente sancionadas por
la comunidad, pues ante las escasas oportunidades laborales y educacionales
parece configurarse en una estrategia de “progreso” individual y familiar. Lo
anterior se potencia con el estilo de vida que transmite ser narco, donde lo esencial no se liga con brindarle a los hijos una mejor educación, sino en exhibir
el lujo de los bienes materiales y el despliegue del poder adquisitivo y de consumo de manera instantánea y sin mayores sacrificios. En otras palabras, la
narco-cultura con todo su imaginario, iconografía, estética y lógicas de acción y
consumo simbólico, -combustionada por los procesos de globalización y translocalización- se encuentra permeando y penetrando poderosamente el sistema
de creencias más tradicionales –el ethos social- presente en los pobladores y en
el propio territorio de la Emergencia; logrando al mismo tiempo, un acelerado
reclutamiento al interior del segmento juvenil e infantil, donde paradójicamente más eficientemente, eficazmente y sustentablemente se debería estar “interviniendo” socialmente desde el Estado.
Recientes investigaciones sociales y policiales, plantean que existen dos bandas
que operan con la lógica organizacional de redes; constituyendo hasta múltiples
tipos de sub-organizaciones, con diversos niveles de operación y jerarquización,
con una división social del trabajo sumamente sofisticada, y estrechamente ligada a redes afectivas y familiares de lealtad y confianza. Estas bandas son las
que hoy se disputan el territorio de la PLE. Pero es a fines del 2005 y principios
del 2006, cuando se intensifican los episodios de violencia armada debido a la
ausencia (muerte o presidio) de antiguos líderes que mantenían ciertos códigos
de acción geográfica, promoviéndose con ello la disputa de las bandas por el
control del territorio de la PLE.
En la actualidad no se observan niveles de pobreza extrema, pues el progreso
material relativo que se viene observando en los últimos años, tiene su origen
en los ingresos directos e indirectos que se perciben a través del narcotráfico.
Por una parte, las maneras indirectas de recibir beneficios de este mercado son
múltiples, y sus actores no necesariamente conscientes de estar articulados al
interior de una economía territorial sustentada en el narco-tráfico. Este hecho,
se da principalmente a través de las compras que las personas vinculadas a
las actividades ilícitas realizan en los diversos negocios de la población, como:
boliches, almacenes, bares, botillerías, panaderías, fiambrerías, verdulerías,
ferias, taxis, costurarías, etc.; o bien, a través del reclutamiento de personas
para actividades de tipo doméstico como: lavar ropa, cuidado de niños, cuidado de enfermos y ancianos, realizar aseo, preparar colaciones y almuerzos,
reparaciones varias, etc.
141
ESCENAS DE LA VIDA URBANA EN LA LEGUA EMERGENCIA: NARCOCULTURA Y AMBIVALENCIAS IDENTITARIAS | R. GANTER
Por otra parte, dentro de los modos directos, es posible reconocer a todos aquellos que son reclutados por las narco-bandas en sus distintos niveles, donde
encontramos a familiares directos que muchas veces se encuentran gestionando las organizaciones y que no necesariamente realizan funciones específicas o
profesionalizadas dentro de estas estructuras, pues realizan un trabajo de gestión con roles polifuncionales y flexibles.
Y también están los que constituyen la “infra-estructura” y la logística de las
organizaciones: en su gran mayoría jóvenes. Así, la incorporación de nuevos
miembros jóvenes a la estructura de las narco-organizaciones opera –por regla
general- del siguiente modo: desde los ocho años hasta los catorce, se les invita
a desempeñar labores como “burrero” o “piloto”; es decir, realizar traslados de
paquetes de droga de un lugar a otro, en tramos generalmente cortos. Por cada
uno de estos acarreos se les paga en efectivo y de forma inmediata, aproximadamente doscientos mil pesos. Entre los trece y catorce años –en ciertos casoslos vuelven consumidores, a menos que tengan aptitudes para las cuentas; en
este escenario, continúan trabajando para la organización. A los dieciséis años,
continúan como “burrero” pero más audaces; ahí les pasan auto y pronto los
hacen sacar licencia de conducir, les pasan celular, armas, etc. Pueden seguir
ascendiendo y ser guardaespaldas, y desarrollar tareas de mayor responsabilidad. Los jóvenes y niños que trabajan en el narcotráfico están expuestos a situaciones de alta violencia, concientes de que pueden perder la vida en cualquier
instante. Muchos están preparados para aquello, permanentemente mueren o
son heridos por conocidos, rivales, amigos. Una vez que son reclutados por la
narco-cultura y son promovidos dentro de su sistema de recompensas, puede
que aumenten sus expectativas de éxito en la vida, pero con ello también aumenta proporcionalmente la posibilidad de perder la misma vida. En ciertas
oportunidades incluso se materializan dichas expectativas, pero su perspectiva
existencial se encuentra predominantemente determinada por la contingencia,
el aquí y el ahora, y la incertidumbre del factor telúrico. Por su parte, socialmente y comunitariamente son reconocidos como parte del narco-mundo, son
reconocidos como algo ajeno a la vida más convencional de la población, pero
no son excluidos del todo, pues continúan manteniendo puentes con sus vecinos y amigos de siempre.75
Al respecto, Lorena –pobladora de la Emergencia- realiza un interesante planteamiento en retrospectiva, pues manifiesta que la gente de La Emergencia se
fue involucrando no de modo súbito en el tema del narcotráfico; sino que este
fenómeno obedeció –en su momento- a procesos y dinámicas históricas de la
población, donde es posible observar que cuando comenzó el boom de esta actividad, se articuló con un estilo de vida que ofrecía el menor sacrificio posible
con el máximo de rentabilidad y placer. Un cierto ethos “hedonista”, que predominó con fuerza en la década del ‘90 en nuestro país, y que hoy mantiene rasgos
importantes que definen, hasta cierto punto, un imaginario elitista y disociado
que predomina en el Chile actual (PNUD 2002). Pero la idea es que estas prácticas narco-culturales se fueron heredando y entretejiendo de generación en
generación; es decir, la cultura tradicional de los “choros” se fue reconvirtiendo
y reciclando a los nuevos patrones que imponía el narco-tráfico y los códigos de
la droga. A la par, la sociedad chilena experimentaba su ajuste estructural y su
violento proceso de modernización.
Así, mientras el país se transnacionalizaba en lo económico, y los imaginarios
sociales y urbanos entraban a redefinirse a partir de los procesos de globalización predominantes; las tradicionales subculturas ligadas al mundo del de75
Revisar sobre esto aspectos: María Soledad Arriagada: “Jóvenes de la Legua: ¿ideologías
negadas?”, tesis para optar al título de socióloga. Universidad de Chile, 2006; disponible en http://
www.cybertesis.cl/tesis/uchile/2006/arriagada_m/sources/arriagada_m.pdf
142
ESCENAS DE LA VIDA URBANA EN LA LEGUA EMERGENCIA: NARCOCULTURA Y AMBIVALENCIAS IDENTITARIAS | R. GANTER
lito y el hampa, particularmente en La Legua, entraban también en su propio
proceso de ajuste, re-estructuración y modernización. Todo ello, fue generando
una crisis en la cultura “chorera” tradicional y su paulatino recambio, incluso
generacional, hacia nuevos patrones y códigos que terminarían configurando
un particular modo de habitar los espacios en la población, modo que hasta hoy
se constituye en una de las formas de vida predominante a nivel territorial, es
decir: la narco-cultura.
“… con todo este cuento de las diferencias sociales y todo el rollo, se
les dio ahí un camino súper fácil po y eso fue traspasándose de generación en generación. Yo me acuerdo que yo cuando era chica, los
choros de ese tiempo la mayoría viajaba a países extranjeros y eran
como las personas que más tenían plata, los que se veían bien. Se peleaba con cuchillo en ese tiempo, me acuerdo yo de esas peleas como
medias hevys que tú veías en las calles. Ahora eso igual se ha ido modificando, se ha ido transformando, se ha ido deteriorando cachai;
porque en el fondo los choros de antes no son los mismos de ahora
cachai, entonces y ahí viene toda una crisis de choros cachai, en la
actualidad” (Lorena)
N°16: “Niños con rostro cubierto y armamento
Legua Emergencia”.
Algunas de estas nuevas lógicas se expresan en el perfil del “narco-choro” actual, pues hoy son muchos los niños y jóvenes que se encuentran mayormente
involucrados, y su prestigio muchas veces se encuentra más asociado con el
componente de violencia que le imprimen a sus dinámicas de sociabilidad,
que con el componente del respeto hacia sus pares y vecinos; la seguridad
con los miembros de su comunidad; el hacer carrera a través del formato
meritocrático, etc.
“… antiguamente los choros no eran… Dentro de todo, ellos velaban
por la seguridad de su espacio cachai, eh, no sé ponerle seguridad
de los cabros chicos. En la actualidad los cabros que son choros, que
son delictuales, son puros cabros cachai. Y esos cabros no están ni
ahí con la gente que vaya pasando, con los que estén; no tienen un
poco esa como conciencia entre comillas, ni con la gente con la que
tú vives cachai” (Lorena)
Ahora bien, al interior de esta escena también aparece como interesante dar
cuenta -a partir del relato de los pobladores de la Emergencia- de cómo se fueron incubando en el tejido social más elemental, las organizaciones ligadas al
narco-mundo y cuál fue el rol que jugó la intervención policial en todo este proceso, y en su explosión a partir del año 2001. Para eso, Lorena logra construir
una hipótesis en la conversación que se encuentra presente en el resto de los
pobladores, aunque de modo más latente que elaborado. Ella sostiene que el
recambio en la generación de “choros” a “narco-choros”, se encuentra fuertemente asociada con la ocupación de la policía en el territorio de la Emergencia y
con las nuevas estrategias de inteligencia que se fueron elaborando y aplicando
desde el Estado, para neutralizar esta actividad ilícita.
“… los choros de ahora son, como todo, consecuencia de algo también
y ese algo ha sido de las intervenciones políticas que se han hecho;
las intervenciones policiales que se han hecho, que han desarmado
familias completas; pero han dejado a los cabros chicos y esos cabros
chicos han quedado en el aire cachai., Entonces, esos cabros son consecuencia de eso po” (Lorena)
De este modo no es posible negar, en opinión de muchos pobladores, la preexistencia de esta narco-cultura y de este mundo al interior de la Emergen-
143
ESCENAS DE LA VIDA URBANA EN LA LEGUA EMERGENCIA: NARCOCULTURA Y AMBIVALENCIAS IDENTITARIAS | R. GANTER
N°17: “Carro lanza gases de Carabineros– Legua
Emergencia”
cia; incluso desde mucho antes de la propia intervención de la División de
Seguridad del Ministerio del Interior. No obstante, las organizaciones ligadas
al narco-mundo; su nivel logístico; su poderío militar y territorial; junto con
su nivel de sofisticación estructural y tecnológico, se vino a desarrollar como
una consecuencia y reacción a la intervención del Ministerio del Interior.
Esto significó que el narco-mundo y las inteligencias colectivas inscritas en
este estrato, se vieron forzadas a re-crear el negocio frente al control policial
que vino a configurar para el mundo del narco, no sólo un cierto temor y
amenaza; sino también un fuerte nivel de incertidumbre en lo que hasta ese
minuto había sido una fuente de estabilidad laboral, que aunque precaria ya
era parte de un cierto “habitus” territorial. En otras palabras, una estrategia de neutralización del Estado terminaría transformándose en una fuerza
exógena que combustionaría procesos de re-organización social, fuertemente
asentados en la afectividad y la historicidad, tan características de un territorio como el de la Emergencia. En este caso, se ha demostrado que ha sido peor
el remedio que la enfermedad.
“… de que no haya servido pa na la intervención es otra cosa, pero
de principio fue algo como pa ellos de temor porque le estabai desarmando todas unas estructuras que ellos tenían. Ahora, eso permitió
la organización porque los que antes vendían, 2 o 3 parados en la
esquina, después se empezaron a organizar y ya tenían oficina. Entonces, en vez de ser una ayuda a que esto se acabara, yo creo que
permitió que los hueones se organizaran (…) sí lo que pasa es que
antes por ejemplo sí, habían 2 o 3 personas que vendían por las de
ellos, particulares. Y cacharon que en el momento de la intervención,
se podían llevar a uno y no pasaba na, pero la familia quedaba tirá,
quedaban sin na. Ellos lo que hicieron es juntarse po, o sea los 3 que
vendían individuales, particularmente en la calle, se juntaron: - Pero
ya no vamos a estar parados en la esquina, lo que vamos a hacer
nos vamos a comprar una casa y ahí vamos a hacer nuestra oficina,
nuestro negocio, y le vamos a pagarle a alguien que esté afuera pa
que vaya viendo si vienen los pacos, si no vienen los pacos; si hay
compradores, si no hay compradores; mientras yo me quedo aquí
sentao-. Entonces, eso fue creando organización po, ellos se organizaron, ellos hicieron, ellos hicieron ver esto un trabajo. Lo que antes
era, lo que antes era como no sé po, una forma de si pasar, hacer
tiempo, no era tan organizado antes y esto permitió la organización.
Yo le echo la culpa a eso, por la intervención; ahora de ahí se han
creado las bandas, porque antes no habían bandas” (Lorena)
A este respecto, el cura Gerardo de la parroquia San Cayetano de La Legua,
nos muestra su preocupación sobre la situación actual en la Emergencia, donde es posible observar un diagnóstico bastante crítico y estructural sobre la
realidad social que hoy predomina al interior de este territorio, destacando
como población de riesgo a: los niños y niñas, la juventud y las mujeres de la
población. Pero por sobre todo, destaca la acción sistemática del narco-mundo, su labor subterránea y microfísica, y su sensibilidad para hacerse cargo de
los problemas concretos de los pobladores; configurando una trama de protecciones, lealtades y sociabilidades comunitarias que han ido minando poderosamente los modos de vida más convencionales en la Emergencia. Esto se
suma al poderoso descrédito hacia la institucionalidad vigente: léase Escuela,
Carabineros, Investigaciones, Justicia, Gobierno, Medios de Comunicación,
Partidos Políticos, etc.:
“… lo que pasa en La Legua, el fracaso de una sociedad (…) para entender aquí de lo que pasa en muchas otras poblaciones: la pobreza,
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ESCENAS DE LA VIDA URBANA EN LA LEGUA EMERGENCIA: NARCOCULTURA Y AMBIVALENCIAS IDENTITARIAS | R. GANTER
la vivienda, la falta de educación; cuando le digo falta de educación,
una mala educación. Yo pienso en la escuela, en los colegios, el número de niños y jóvenes que no van al colegio, justamente porque están
atraídos por la plata fácil en el tráfico, las armas y la droga. Porque
están retrasados para muchos de los colegios, de no ser la escuela
adaptada de lo que son los niños y jóvenes de poblaciones como la
nuestra, pero no, están rechazando a los niños porque no corresponden al perfil de la institución y sin la educación los niños y jóvenes
no van aprender y no van a salir de esa situación, no saben leer.
(…) mira ayer me decían que había una mujer que habría propuesto
guardar plata en su casa, $30.000 pesos diarios, no sé qué cantidad
iba a guardar, pero hace poco tiempo esta misma persona estaba
cesante, unas semanas después dijo: - no, ya no -entonces después de
que ocurre esto, tú no sabes qué piensas, porque $200.000 mil pesos
semanales es muy fuerte (Padre Gerardo).
Otro de los aspectos significativos que es posible ir desprendiendo del relato
de los pobladores al interior de esta escena ,se asocia con los mitos que desde
el exterior se construyen en torno a La Legua, particularmente desde los medios de comunicación, donde es posible identificar y desmontar –a partir de
la narrativa de los pobladores- las “caricaturas” y estereotipos construidos en
torno a situaciones, experiencias, personajes, espacios, lugares, “prontuarios”
y biografías inscritas en la Emergencia. Dentro de éstas, destaca la mitología
entretejida en torno a la Banda de los Cara de Pelota; el prontuario de Israel
Salazar, el Isra; o bien, en torno al hecho de que en la Emergencia había túneles
donde operaban las bandas de narcotraficantes:
“… te han inventado toda una mitología con la gente de La Legua, es
decir, estos hueones los Cara de Pelotas, por ejemplo, no tenían ni un
brillo (…) no salvaban a nadie cachai. Esta tremenda organización
que los hueones les montaron, no tienen ni un brillo, son los más piojentos y de echo están considerados como giles en la jerga delictual,
son unos giles en el ambiente” (Jaime).
“… al Isra, es que yo lo conozco, sí, sabís yo conozco a los cabros; yo
puta, yo sé como son: no tienen o sea lógica: - hoy día me levanto y
voy a matar a 2 hueones, o hoy día me voy a levantar y voy a matar
al fiscal, me voy a hacerme famoso y voy a matar a un paco-. Los
cabros no son de esa onda po, los cabros son de jugar a la pelota, juegan a la pelota, van a la cancha juegan a la pelota. El Isra es uno de
los mejores jugadores que yo he visto aquí, uno de los mejores punteros que yo he visto acá. Por ser traficante al compadre, al compadre
pero le inventaron hueón que era, a ver, que era sobrino del Perilla
que ¿cómo se llama? Que le pagaba a matones, (…) que está pagando
30 millones pa que mataran al ¿cómo se llama? Al fiscal y de a dónde
va a sacar 30 millones, si vive en La Legua cachai. Entonces, inventaron que le pegó a éste, que le pegó a éste otro; pero inventaron un
delincuente así más malo, o sea Al Capone le llega aquí al Isra, porque es tan mala La Legua” (Guillermo)
“… y casos como ese, casos como 2 años atrás que habían túneles acá
en la población; habían túneles y llegaron los hueones a cavar, hacer
hoyos y rompieron la calle y no encontraron ni una hueá pos. Cachai
lo que le venden a la gente, o sea esta mitología mediática es pa justificar también otro tipo de hueás pos hueón; en el fondo justifica la inoperatividad de la policía, porque ¿cómo podís explicarte? Y nosotros
nos hacemos esa pregunta ¿cómo es posible que los hueones anden con
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ESCENAS DE LA VIDA URBANA EN LA LEGUA EMERGENCIA: NARCOCULTURA Y AMBIVALENCIAS IDENTITARIAS | R. GANTER
sub-ametralladora, con pistolas, cuando están los pacos punto fijo ahí
en la hueá? ¿Cómo pos hueón, cachai? Entonces, ¿qué es lo que hace la
gente? Le pregunta a los pacos: - bueno y ¿qué hacen ustedes, al final
a qué vienen? ¿Por qué están toda la noche parados ahí, si los hueones
se agarran a balazos y ustedes no hacen absolutamente nada?- (…)
¿pa qué está el tremendo operativo hueón, de llegar con escándalo, si
la hueá sigue? ¿Cuál es la justificación de eso? (Jaime)
146
ESCENAS DE LA VIDA URBANA EN LA LEGUA EMERGENCIA: NARCOCULTURA Y AMBIVALENCIAS IDENTITARIAS | R. GANTER
Escena IX: De Pistoleros y Narco-balaceras
“El Mundo de las Pistolas: Era domingo y como siempre que se acerca la
noche preparaba las cosas para el día siguiente. Todo normal hasta que en mi
habitación que comparto con mis 4 hijos llegó mi hermana, pálida, tiritaba de miedo. Al verla y sin lograr entender lo que pasaba, me cuenta que a nuestra
casa habían entrado 3 hombres con pistolas. Bueno, debo confesar que vivo en
la temida Legua y ya veníamos con una semana de peleas; esto es muy común
por estos lados, así como en otras poblaciones. Retomando mi historia: salí
a ver lo que pasaba, no… no encontré a esos hombres, lo que encontré fue a
3 niños jugando a ser hombres, con armas que amedrentan, que siembran
horror, miedo, desesperación. Cuando los vi supe que tenía que ser racional,
ellos muy descontrolados y con la adrenalina a mil, a causa de haberle dado un
tiro a uno de los contrarios. Sin pensar y con toda la población en mi puerta,
exigiendo que salieran y entregárselos a la policía que habita en mi población
(digo habita ya que al igual que otros jóvenes se encuentran en más de una
esquina de la población sin hacer nada). No sabía como reaccionar, pero me
di cuenta que 3 de mis 4 hijos observaban esta tediosa escena, y con sus mentes
asustadas sólo confiaron en lo que yo podía hacer al intentar convencer a estos
niños a que de alguna manera abandonaran mi casa. No dejaba de pensar en
qué grado de culpa o responsabilidad, tenemos de la vida que llevan estos
niños que se encuentran solos y que no tienen otra salida, o no conocen que
en la vida hay otras opciones. Estos niños lograron salir de mi casa, no sé
cómo… escaparon de los vecinos… no sé cómo, y sí sé cómo escaparon de la
policía… con dinero. Así es la vida acá, los chicos que juegan a ser malos…
y juegan también en las calles, siendo ellos la intranquilidad de muchos
vecinos. Nosotros en las casas encerrados por temor a esas balas locas que
en otros lugares como aquí, han acallado voces inocentes; nuestros niños con
pánico, así como tantos adultos que se encuentran con temor a la calles ¿qué
se puede hacer? No lo sé, sigo estudiando para eso, para lograr descubrir qué
se puede hacer… mientras yo, mis hijos y la Legua Emergencia… resistimos.”
(Testimonio mujer Legua-Emergencia, 2008).
Alexis recuerda que hace aproximadamente dos años, vivió una de las experiencias más límite de sus 23 años de vida: estaba con cuatro de sus amigos
chateando en los computadores de la sede de la Furia Legüina, batucada en la
cual participa al interior de la Población Legua Emergencia, y Alexis recuerda
que estaban muy concentrados y en un momento él se asomó a la calle y vio
a otro joven que pasaba por el lado de la sede; mientras que en la vereda del
frente un grupo de jóvenes, armas en mano, le apuntaba a un desconocido que
se encontraba detenido junto al portón de la sede. Era una emboscada. Alexis
alcanzó a avisarle a sus compañeros que iban a disparar, pero la descarga vino
antes. Las balas atravesaron el portón y rebotaron por todos lados. Un proyectil
hirió en la cabeza a uno de sus amigos, que cayó al suelo. Alexis lo tomó en sus
brazos y salió gritando y corriendo a la calle con él, cuando aún no terminaba la
nutrida balacera. Hoy Alexis sólo quiere olvidar ese episodio.
“… fue una balacera entre narcos, entre dos bandas, (…) iba un loco
y nosotros estábamos aquí. Esta es la sede, justo en la esquina, aquí
está la calle Jorge Canning y venía un loco de esta banda. Se para
aquí, justo entre medio de todos los que estaban fuera de la sede de
nosotros, y al frente estaba toda la otra banda. Lo vieron y empezó
a disparar: ¡pa…! ¡pa…! Entonces, los balazos entraban derechitos
y ahí estábamos escondidos en el suelo, y el Keko se movió pa cambiarse de lado y ahí le llegó el balazo en el cráneo (…) no estamos ni
ahí que la gente venda, si cada uno se gana la vida como quiere; pero
la cuestión es que no se pueden andar agarrando a balazos como
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ESCENAS DE LA VIDA URBANA EN LA LEGUA EMERGENCIA: NARCOCULTURA Y AMBIVALENCIAS IDENTITARIAS | R. GANTER
quieren, uno no puede transitar por las calles libremente, si no ayer
mismo me tuve que dar la media vuelta pa llegar a lo que yo hago en
cinco minutos, me demoré veinte minutos (Alexis)
Pero ¿quiénes son estos llamados pistoleros de La Legua? ¿Por qué se despliegan de ese modo en los espacios públicos de la población? ¿Cuáles son sus motivaciones y distinciones en relación con el resto de los personajes que participan
de la cultura “narco-chorera” de La Legua?
N°18: “Balacera 2005 en la sede Red OLE”
N°19: “Marcas de balas en sede Red OLE 2005”
Muchos pobladores sostienen en la conversación, un relato que tiende a tener
una cierta consistencia y coherencia colectiva; pues se trataría de niños y adolescentes abandonados, ya que les han tomado presos a todos sus familiares por
participar en el negocio del narcotráfico. Pero el Estado –en opinión de muchos
pobladores- aún no ha desarrollado, a través de algún programa especial para la
población, una labor de protección de la infancia en este ámbito:
“… aquí los cabros que se están agarrando (...) son cabros, cachai, de
16 - 17 años; son los hijos de los narcos que han dejado abandonado
cachai. Han tomado presa a toda la familia y dejan a los cabros ahí
tirados y entonces, nadie los ha tomado. El SENAME, no sé qué institución, debería hacerse cargo y llevárselos a un internado, no sé
qué cuestión, y tomar a esos cabros; pero los dejan ahí al cuidado
de nadie (…) cuando tu hacís un allanamiento te llevaí a los papás,
a todos, no hay una institución que el Estado brinde la protección a
esos cabros, que se los lleven a un lugar, los dejan solos ahí. Yo creo
que hay una responsabilidad enorme del Estado” (Alexis)
“… Son jóvenes pistoleros, hay en este momento cabros de 14, 15
años; hay cabros que ven a los pacos y los agarran a balazos po; han
agarrao a balazos a sus papás; metieron presos a sus papás; tienen
presas a sus mamás; tienen presos a sus tíos, (…) o sea, ¿por qué el
cabro te esta traficando? Pero, ¡si en este país no se vive con 120 pesos, 120 mil pesos!” (Guillermo)
N°20: “Acto renuencia y protesta frente a
balaceras Red OLE- 2005”
Diversos testimonios de los pobladores, aluden a un cierto acostumbramiento a una atmósfera donde predominan las balaceras tanto nocturnas como
diurnas; las batallas campales entre las bandas de narcos; los casquillos de
balas esparcidos por veredas y esquinas de la población; los heridos y a veces,
hasta los muertos como consecuencia de los tiroteos. No obstante, hay una
declarada resistencia para asumir este clima de encierro y violencia, como
natural y normal:
“… no es normal que vivamos encerrarlos; que no es normal que a la
salida de tu casa haya así un blindado de dos metros, hueón; porque
no es normal, no es normal que despertemos con balas y nos acostemos con balas; no es
normal que cada semana haya un muerto, (…) yo me acostaba y
se escuchaba así las balaceras: ¡chumm! Nada más se escuchaba,
ahí estaban peleando con silenciadores: ¡chum, chum, chum! Y es
peor porque no sabís de dónde vienen, y la otra que se escucha
una: ¡tru, tru, tru…! Una usi, una mini usi, en cualquier momento
aparece el tanque (Alexis)
La señora Rosita cuenta que durante las vacaciones de invierno (2007), la situación se puso muy complicada y peligrosa; tanto así que muchos niños y niñas
no pudieron salir de sus casas a jugar o a visitar a algún pariente cercano, pues
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ESCENAS DE LA VIDA URBANA EN LA LEGUA EMERGENCIA: NARCOCULTURA Y AMBIVALENCIAS IDENTITARIAS | R. GANTER
las balaceras fueron muy persistentes y con un armamento muy pesado, según
explicó la dirigente de la RED OLE:
“… estos últimos días han sido súper complicados, porque ha habido
balaceras súper fuerte; la gente no puede salir pa la calle; los niños
en vacaciones; uno tiene que estar llamando, por ejemplo si hay una
balacera. El jueves pasao hubo una balacera tan fuerte, que yo estaba aquí llamando pa la casa” (Sra. Rosita)
Estos recurrentes episodios obligan a los pobladores a desplegar estrategias de
protección y comunicación, que les garanticen un mínimo de seguridad frente
al armamento utilizado. En ese sentido, se suele llamar por celular a los parientes que se encuentran fuera de la población, de tal manera que estén advertidos
al momento de ingresar al territorio, pues ya se sabe que existen lugares menos
riesgosos que otros para transitar y desplazarse. Además, al interior de muchas
de las casas de la Emergencia, los propios pobladores han definido las zonas y
los lugares más seguros y más vulnerables para aguantar una balacera, tal como
si se tratara de un refugio bélico:
“… ¡ah sí po, fue terrible! Entonces, yo llamaba a mi casa porque estaba la Cintia allá: - Oye tu papá, llama para allá donde el Toño.
Oye ten cuidao cuando vengan que hay balacera, no si ya escuché
llamando a mi otro hijo. Oye sabís que hay balacera, cuando vengan
ten cuidado, vente por arriba -. (Sra. Rosita)
“… y por ejemplo mi nieta está de vacaciones, mi hija me dijo: - te voy
a ir a buscar- . Era por el miércoles pasado y el mismo miércoles se
pusieron a disparar. Allá llamando por teléfono: - No, no podís venir
porque ella se pone nerviosa -igual vino el fin de semana y hubo una
balacera terrible, y me decía:- mami, mami, me duele la guata- . Le
dije: - ya, no te va a pasar na, ándate pal fondo, ándate pa allá, allá
no te va a pasar na. (…) Y yo tengo un piso arriba, entonces cuando
hay balacera nadien puede estar arriba; todos bajan al tiro y eso que
la pieza de arriba tiene cualquier hoyo, por las balas que han llegao,
las balas locas” (Sra. Rosita)
En otros casos, algunos parientes de los pobladores que viven o residen fuera de
la población no se atreven a ingresar nunca a la Emergencia, pues tienen temor
de que les suceda algo:
“… entonces es una calidad de vida terrible, mi yerno tiene auto y él no
va pa la casa; va mi hija sola, porque a él le da miedo” (Sra. Rosita)
El padre Gerardo también nos ayuda, describiendo las atmósferas presentes
en el territorio de la Emergencia: los miedos y el “heroísmo” de muchos pobladores y pobladoras, niños y niñas que intentan encontrar una respuesta y una
salida a su crítica existencia:
“… tenemos Misa el Martes y el Domingo, ¡qué cuántas veces al momento de comenzar una balacera nos ha sorprendido! Y que termina
la balacera y llegan 15, 20 personas a la misa y hay niños que vienen
a la misa, muy valientes, a veces resignados porque no ven la salida.
Yo me pregunto ¿por dónde ir? ¿Qué hacer?” (Padre Gerardo)
Por último, la imagen futura del narco-mundo en la Emergencia aparece marcada a ratos, por un tono pesimista y de resignación; pues los pobladores no
visualizan su territorio libre de esta actividad en el mediano plazo. Además,
N°21: “Niños de la Legua Emergencia dibujando
su realidad”. Documento extraído diario The
Clinic; noviembre 2006.
N°22: “Niños de la Legua Emergencia dibujando
tiroteos entre policías y narcotraficantes”
149
ESCENAS DE LA VIDA URBANA EN LA LEGUA EMERGENCIA: NARCOCULTURA Y AMBIVALENCIAS IDENTITARIAS | R. GANTER
le adjudican la mayor responsabilidad al sistema político y económico de que
las cosas se encuentre tan críticas en la población y de que finalmente se hayan ido agudizando en el último tiempo, como producto de los errores de la
intervención policial y el Programa Barrio Seguro del Ministerio del Interior.
Junto con ello, se tiene la percepción de que el problema del narcotráfico es
un tema que supera a La Legua, pues vendría a ser conceptualizado a partir
del fenómeno del narco-poder, donde también estarían involucrados los poderes del Estado. Por lo tanto, los cambios internos y/o territoriales están
relacionados con las transformaciones a nivel de las dinámicas de poder, que
se dan entre las instituciones del Estado, los partidos políticos y en el sistema
económico dominante:
“… a nivel de Legua no sé si va a cambiar mucho la cuestión, mientras
siga este sistema, o sea mientras siga ¿cómo se llama? Esta forma de
hacer vida, que tiene la política de hacer vida, de enajenar a algunos
y darle todo a algunos pocos; esto cada día va a ser peor pos, o sea
dentro que yo veo así en forma global, viste” (Guillermo)
“… no hay como revertirlo porque hay mucha plata la que se maneja
ahí y no es un tema a nivel poblacional, es un tema a nivel institucional, o sea están involucrados hueón todos los poderes del Estado, cachai. O sea ¿qué pasó con este cuento del micro tráfico que se estaba
dando en el Congreso? La hueá salió así: ¡pun! como un flechazo no
más pos, hueón” (Jaime)
En este punto, la mayor responsabilidad estaría de parte de las autoridades de
Gobierno, aunque también perciben que las organizaciones comunitarias de la
Emergencia pueden realizar un aporte interesante e imprescindible, como lo han
venido haciendo en los últimos años. Pero esta contribución y lucha comunitaria
se conceptualiza por ellos, sólo como un grano de arena en medio de todos los
esfuerzos que hay que realizar y donde la participación protagónica de los actores territoriales y comunitarios, la correcta focalización en materia de recursos
y políticas, y las estrategias de orden cultural; se constituyen en los factores gravitantes para el despliegue de un cambio significativo en la población, capaz de
impactar genuina y positivamente en la calidad de vida de sus habitantes.
“… mientras este sistema, esta lógica de hacer política de los políticos, no baje a la comunidad; no hagan política participativa, que la
gente le convenga o para apoyar a la gente; esta cuestión va a ser
cada día peor (…) Nosotros podemos hacer muchas cosas: podimos
hacer Carnavales, podimos hacer teatro, podimos hacer películas;
pero si las políticas sociales del Gobierno no están bien enfocá hacia
una protección a la gente, no sacai na con que nosotros hacemos estas cuestiones” (Guillermo)
“… mientras estos hueones no se involucren en la comunidad, cachai;
mientras el municipio imagina una hueá súper loca; mientras el municipio no se preocupe efectivamente de generar participación en la
comunidad, (…) este cuento va a seguir lo mismo. Por lo tanto, ahí
viene digamos, lo que yo te decía, este granito de arena porque nosotros lo que aportamos este Carnaval de los 500 tambores, es un
granito de arena” (Jaime)
“… aquí no, aquí tiene que ser un cambio cultural fuerte si quiere ser
algo así, pero por moneas no tiene por dónde” (Alexis)
En otros casos, el diagnóstico y la visión de futuro es mucho más crítica. Para
Juan, por ejemplo, que a pesar de ser un agente social al interior de la población
150
ESCENAS DE LA VIDA URBANA EN LA LEGUA EMERGENCIA: NARCOCULTURA Y AMBIVALENCIAS IDENTITARIAS | R. GANTER
y un poblador que participa destacadamente al interior del club deportivo Norambuena, no es posible percibir avances en estos últimos años en la población;
todo lo contrario, pues destaca una visión bastante pesimista y que tiende a
reforzar los estigmas impuestos y naturalizados sobre la Emergencia:
“… en diez años más la Emergencia va a ser la misma Emergencia
de ahora. No veo yo cambios dentro de la población, no veo cambios
porque los Gobiernos no quieren invertir dentro de la población. Y
la gente no quiere cambiar dentro de la población porque está cómoda así, está cómoda. La gente está muy cómoda. No veo cambios
yo, no veo cambios. Sí hay cambio de mentalidad, cambio abierto de
mentalidades. La gente quiere estudiar y todo eso. Pero eh... en sí en
diez años más yo no veo cambios si no ha habido cambios durante
del tiempo que llevo yo, 45 años, dentro de la población no ha habido cambios... La tecnología y el avance está por fuera de La Legua,
no dentro La Legua pu.. Tú te dai cuenta que afuera de La Legua
se construyó la media carretera pu. Te dai cuenta que un poquito
más allá hay medios edificios. Un poquito más allá hay medios edificios ¿te dai cuenta? Un poquito más allá, saliendo de La Legua están construyendo edificios que son lindos para las personas. Si te dai
cuenta fuera de La Legua hay un consultorio grande. Si te dai cuenta
que fuera de allá hay más cosas. Entonces, La Legua siempre va a
ser un hoyo porque los gobiernos no quieren invertir dentro de La
Legua. Entonces una de las cosas que uno se da cuenta es que dentro de La Legua los gobiernos en sí, nosotros somos como una lacra
dentro de esto porque estamos como... estamos a una legua, estamos
a unos metros del centro, de donde pasa el Gobierno y la gente... Y el
Gobierno debería estar preocupado de lo que está pasando dentro de
La Legua (Juan)
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ESCENAS DE LA VIDA URBANA EN LA LEGUA EMERGENCIA: NARCOCULTURA Y AMBIVALENCIAS IDENTITARIAS | R. GANTER
Escena X: De Policías y Montajes
“… la intervención policial ha sido equivocada y abusiva (…) es un gran
montaje, es un gran show, es un gran circo porque no están. Si es que ellos
quisieran realmente cumplir los objetivos que tienen planteados, lo habrían
hecho hace rato y sin tanto abuso de poder contra otros pobladores que
tomamos otro camino, porque en definitiva a los que les han cargado la mata
acá son a la gente que va a estudiar, a la gente que va al trabajo, a la gente que
hace acción social, a la gente que está como en el otro mundo” (Lulo)
N°23: “Operativo policial Legua Emergencia”
A modo de contextualización y siguiendo las propias evaluaciones y balances
que ha realizado el Ministerio del Interior sobre la materia, es posible señalar
que el hito de violencia extrema que desencadena la intervención socio-policial,
corresponde al funeral del sobrino de una reconocida narcotraficante, la “Tía
Nena”, quién afirmó temerariamente frente a la prensa y las cámaras de televisión en el año 2001 que ella era “la Reina de la Pasta Base” y que se vengaría de
los asesinos de su sobrino. Este desafío público pone en evidencia el hecho de
que en La Legua hasta ese momento, la ley la impone el narcotráfico, a lo cual el
Gobierno responde interponiendo una querella contra quienes resultaran responsables de narcotráfico, dando curso a una investigación. En ésta, tuvo un
papel clave el Juez del 2º Juzgado de San Miguel, al enfrentar frontalmente a
los narcotraficantes y ordenar las investigaciones con prontitud.
De forma paralela a estos sucesos, el Gobierno le encarga a un equipo del Ministerio del Interior, particularmente de la División de Seguridad Ciudadana, que
levante información sobre la población, consultando fuentes abiertas y a informantes claves. Además del intenso trabajo policial que se inició en septiembre
del 2001, donde se establecieron conversaciones con un grupo de la población,
con el objetivo de recoger el sentir de la gente respecto a esta situación y a las
medidas posibles de tomar para contrarrestarlas. De este modo, el objetivo medular que guiaría la intervención del Gobierno de la Concertación, fue disminuir
los episodios de violencia y el sentimiento de temor de los pobladores. De ello se
desprenden tres líneas de acción de lo que consecuentemente el Gobierno denominó Programa Barrio Seguro76 : 1) Línea de acción situacional, cuyos objetivos
fueron generar un espacio más agradable para la convivencia entre los vecinos, y
aumentar la seguridad en calles y pasajes. 2) Línea de acción social, cuyos objetivos fueron expandir las oportunidades de recreación y expresión para los niños y
jóvenes; abrir espacios para la participación y defensa de sus derechos, y acercar
más la educación y la salud. 3) Línea de acción policial, cuyos objetivos fueron
inteligencia e investigación policial para desbaratar bandas y grupos organizados de narcotraficantes; prevención policial, y represión policial77.
De este modo, la contención punitiva que desplegó el Estado en La Legua se
materializaría en tres estrategias: la instalación de Carabineros en terreno, la
integración con la comunidad y el quiebre de los mitos y estigmas que existen
entre pobladores y policías. Para el logro de estas orientaciones en La Legua
76
Entre el 2001 y 2005, se han efectuado ocho acciones de intervención en zonas específicas de poblaciones de la Región Metropolitana: La Legua de Emergencia (municipio de San Joaquín,
2001), La Victoria (municipio de Pedro Aguirre Cerda, 2002), Santa Adriana (municipio de Lo Espejo,
2002), Lo Amor -ex Sara Gajardo- e Intendente Saavedra (Cerro Navia, 2003), José María Caro (Lo
Espejo, 2004), Yungay (La Granja, 2005), Aquelarre y El Parral (Lo Hermida, municipio de Peñalolén,
2005) y Carol Urzúa (Puente Alto, 2005). Por otra parte, en provincias las intervenciones han alcanzado a las poblaciones 18 de Septiembre -ex Emergencia- (Hualpén, VIII Región, 2005), Montedónico
(Valparaíso, V Región, 2005) y Centinela I y II (Talcahuano, VIII Región, 2005).
77
Revisar en detalles más antecedentes sobre estas líneas de acción del Programa en el trabajo de Alejandra Lunecke, “Programa-Barrio-Seguro”; Coordinadora-Programa-Seguridad-UrbanaUniversidad-Alberto-Hurtado: disponible en http://www.comunidadyprevencion.org/docs/mx_presentaciones/Alejandra%20Lunecke-Barrio%20Seguro.doc
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ESCENAS DE LA VIDA URBANA EN LA LEGUA EMERGENCIA: NARCOCULTURA Y AMBIVALENCIAS IDENTITARIAS | R. GANTER
se realizaron -y continúan vigentes con variaciones mínimas, los siguientes
procedimientos policiales: colonización policial en La Legua, realizando varios
peritajes en determinadas calles y casas; instalación permanente de la policía,
durante las 24 horas en La Legua Emergencia, bajo el marco procedimental
del Plan Cuadrante y la Fuerza Tarea; fuerte presencia policial, cinco patrullas
en ocho cuadras; controles e inspecciones frecuentes e indistintas a diferentes
miembros de la comunidad in situ.
En primer lugar, la instalación en el territorio de la policía consistió en la
colonización e invasión física permanente –día y noche- por parte de Carabineros, en los diversos espacios de La Legua Emergencia, con el objetivo de reducir la delincuencia, el tráfico de drogas y el temor en la población; asumiendo que la presencia policial funcionaría disuadiendo el crimen. ¿Éxito de la
operación?: discutible, pues el crimen organizado ha venido incrementándose
en el último tiempo, potenciando su fuerza de contestación y la organización
de sus redes criminales.
En segundo lugar, la integración comunitaria consistió en el intento de desplegar una estrategia de acercamiento de la comunidad de La Legua con las
policías, especialmente con los niños y niñas; intentando crear un vínculo de
confianza con las y los pobladores. ¿Éxito de la operación?: discutible, pues en
estos momentos no es posible reconocer actividades comunitarias compartidas, ni espacios de encuentro y confianza entre los dos mundos, y si alguna vez
existieron fueron muy focalizadas, de bajo impacto en su convocatoria e insustentables en el tiempo.
Por último, en relación a la construcción de la imagen del carabinero como una
figura confiable y cercana, se puede afirmar que los marcajes y los estigmas se
han visto reforzados luego de la intervención policial; incrementándose la brecha entre estos dos mundos, lo cual demuestra que el éxito de dicha operación
resulta bastante discutible, sobre todo si se piensa en los episodios de abuso
indiscriminado y las vejaciones a las cuales han sido sometidos cotidianamente
pobladores y pobladoras.
De este modo, la decisión improvisada y coyuntural de esta política generó un
“experimento” socio-policial, que en rigor careció de una reflexión socio-cultural, comunitaria, metodológica y de la posibilidad de considerar experiencias
internacionales al respecto. Como efecto de lo anterior, el “experimento” de intervención socio-policial desencadenó una multiplicidad de graves problemas
que profundizaron los conflictos históricos, estructurales y de exclusión social
inscritos en el territorio de la Legua Emergencia.
Asimismo se verificó la cooptación policial por parte del narcotráfico; serios
errores de gestión que derivaron en inversiones sociales de corto plazo y sin objetivos claros; falta de seguimiento y sustentabilidad de los proyectos78; ausencia de un soporte comunitario que continuara la tarea de promoción social en el
tiempo; pero por sobre todo, la criminalización impuesta sobre sus habitantes;
78
Hay que hacer notar que según las fuentes del propio Ministerio del Interior, el financiamiento entre los años 2001 – 2005 es de aproximadamente US 600.000, dirigidos fundamentalmente
a la línea de acción situacional y social. Luego a partir del año 2004 el Programa Barrio Seguro es
financiado a través de un préstamo reembolsable del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) que le
aporta un presupuesto anual no inferior a tres millones de dólares, lo que ha permitido su ampliación
a provincias más allá de la región metropolitana de Santiago de Chile. No obstante lo señalado anteriormente, en la Legua Emergencia, además de la carencia de enfoques claros y la insustentabilidad
de los proyectos; el énfasis desde un comienzo de la aplicación del Programa fue la acción policial,
desplegada a través de acciones de inteligencia dirigidas a desbaratar las bandas de narcotráfico y
el crimen organizado, seguido de allanamientos, detenciones selectivas y acciones judiciales, con el
objeto de conseguir la privación de libertad y posterior condena de los líderes de dichas bandas.
N°24: “Carabineros en operativo anti-drogas
Legua Emergencia”
N°25: “Policía de Investigaciones en
allanamiento Legua Emergencia”
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ESCENAS DE LA VIDA URBANA EN LA LEGUA EMERGENCIA: NARCOCULTURA Y AMBIVALENCIAS IDENTITARIAS | R. GANTER
el abuso policial y las vejaciones, y el atropello a los derechos fundamentales de
los pobladores y pobladoras. Estos se incrementaron hasta llegar a un punto
insostenible a finales del año 2006, cuando las organizaciones de pobladores
se rebelaron ante la situación de abuso de poder policial y denunciaron ante
diversas autoridades dichos incidentes, que por lo demás fueron sistemáticos a
lo largo de la “historia” de la intervención. De ahí el actual desmantelamiento
del equipo territorial de la División de Seguridad Ciudadana que trabajó en La
Legua y el retiro del Programa Barrio Seguro. 79
En ese sentido, si en un principio se buscaba mostrarle a la comunidad de La
Legua que el Estado había vuelto y junto con ello, darle una señal a las bandas
organizadas de tráfico de drogas que se iba a luchar contra ellas, pero en este
caso al parecer el “remedio” fue peor que la “enfermedad”.
Sobre esta particular situación que vive la población La Legua a nivel nacional,
destaca una atmósfera socio-espacial donde predomina un paisaje militarizado,
pues un plan de cercos -caracterizado por el control policial y la disposición
permanente de carros blindados estacionados en varios de los pasajes de la población- tiene a la Emergencia en una especie de estado de excepción; donde es
posible identificar a través del testimonio de los pobladores un fuerte rechazo a
los procedimientos policiales y a la acción del Gobierno en esta materia. Sobre
todo por los efectos nefastos a nivel comunitario, que ha tenido la intervención
implementada y que en lo fundamental se expresan en el abuso de poder desplegado por la policía hacia los pobladores y por el refuerzo del cerco estigmatizador sobre el territorio de La Legua y su gente:
“… tal vez el Gobierno tenia la mejor disposición, pero las fórmulas
que ocuparon no fueron las correctas. Una represión, un abuso de
poder por parte de carabineros tremenda, porque la acción policial
tuvo que hacerse con la acción social, pero a nadie le importó. Una de
las cosas que se pidió fue trabajo, educación, salud mental (…), pero
el trabajo que ofreció fue –y todavía sigue- 50 personas que trabajan
en la Fundación Trabajo para un Hermano, ganando menos del mínimo” (Sra. Rosita)
“… acá estamos en un toque de queda, abiertamente La Legua está en
un estado de sitio y en un toque de queda, o sea cada 2 esquinas hay
una furgoneta pará en La Legua Emergencia. Es mucho más brígido
porque hay zorrillos con gente con casco y metralleta en las esquina,
hay micro de carabinero también parado. En las otras Leguas no ha
pasado de que han parado gente y la han desnudado, le han revisado
hasta el ano o la vagina a algunas mujeres para ver si es que traen
drogas o no, y eso es inconstitucional por donde se le mire; o sea la
Constitución dice que todos somos chilenos de la misma clase, en ese
sentido se pasa mal con los pacos, hay abuso de poder” (Lulo)
“… por ejemplo: te paraban, te subían al furgón, te bajaban los pantalones, los calzoncillos. A un amigo le metieron el dedo en el hoyo y
le andaban buscando si tenía merca, pero no tenía cachai, a las mujeres le ponían los perros a olorosarles la vagina” (Alexis)
Producto de toda esta situación, se realizó durante el año 2006 un encuentro en
79
Las autoridades del Ministerio del Interior del Gobierno de la Presidenta M. Bachelet
afirman a partir del año 2007 que las nuevas propuestas del Ejecutivo en materia de seguridad urbana
y ciudadana tienen como base el trabajo del Gobierno anterior del Presidente R. Lagos. Este pronunciamiento estaría asociado con la molestia del “laguismo” por el fin de los programas Barrio Seguro y
Comuna Segura.
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ESCENAS DE LA VIDA URBANA EN LA LEGUA EMERGENCIA: NARCOCULTURA Y AMBIVALENCIAS IDENTITARIAS | R. GANTER
la Municipalidad de San Joaquín entre los Pobladores de La Legua y las autoridades municipales, de Carabineros, la Fiscalía, el Ministerio del Interior, etc.
Esta reunión tuvo por objeto dar a conocer las situaciones de abuso existentes
por parte de Carabineros, hacia los pobladores y determinar las responsabilidades en los procedimientos policiales abusivos para con los pobladores. En
dicha instancia, se recogieron varios testimonios de pobladores y pobladoras
bastante desconcertantes y crudos que finalmente han llevado a replantear la
intervención; tanto así que unas pocas semanas de realizada esta reunión el
programa Barrio Seguro de la División de Seguridad Ciudadana del Ministerio
del Interior fue desmantelado, incluyendo el equipo territorial que trabajaba al
interior de la Emergencia.
“… hubo un encuentro como Red y organizaciones en la Municipalidad con gente de la policía, carabineros especialmente, la Fiscalía; y
ahí él contó su caso: el abuso que había tenido por parte de carabineros, porque carabinero hizo mucho abuso de poder aquí., Aquí había
carabinero, te subía arriba del furgón, te podía desnudar entero entero, hombre y mujeres; y a las mujeres les revisaban la vagina con
un guante, una paca, y ese guante lo ocupaba pa toas las mujeres.
Los subían, los hacían agacharse a los hombres para ver si llevaba
algo en el ano y les revisaban el pene, ósea, una actitud que yo creo
que… ” (Sra. Rosita)
A este episodio se suma el caso personal y familiar que afectó a la señora OLE,
cuando se vio afectado e implicado su hijo en un hecho de intrincadas situaciones. Hasta ahora lo que se sabe es que su hijo fue arrestado por Carabineros por
presunto tráfico de drogas; el punto es que en opinión de la señora OLE se trataría de un montaje en el cual Carabineros se habría prestado para confabular en
contra de la acción que desarrolla la RED de Organizaciones de la Legua. Todo
ello –supuestamente- financiado por alguna de las bandas de narcos que operan en La Legua y que tendría como objetivo el minar la acción de los líderes de
las organizaciones sociales de la Emergencia, para poner fin a lo que se define
por los narcos como el “sapeo”.
“… el día viernes fue a comprar pintura pa pintar la pieza porque ellos
se cambiaron día miércoles, y el día viernes se toma el colectivo una
cuadra más arriba y los paran aquí en la esquina de aquí. Lo baja
carabineros y él les dijo, no quería bajarse porque hicieron parar el
colectivo y lo bajaron a la fuerza, porque ellos no piden por favor señor, no: bájate tal por cual- y arriba. Y él dijo que no tenia porqué
tratarlo a garabato, le dijo: - bueno y porqué no van a agarrar preso
a los que están ahí adentro-. Dijo: - todo el tiempo cargan con la gente
inocente, la gente de trabajo-. Y el paco igual se lo llevaron porque
andaba sin carné. Me llama por teléfono, me dice: - mami voy a la
50 -me dice- los pacos me llevan preso porque no llevó carné, llévame
el carné -y allá se desarmó. Pero yo lo sentía gritar de una manera,
porque el paco cuando salió yo le dije que era mamá de Víctor León y
le traigo el carné. Me dijo: - ya, espérese -se dio como no sé cuantas
vueltas y le dije: - bueno, me va a recibir el carné si o no -y me queda
mirando y me dice: - a su hijo -me dijo- lo encontramos con un papelillo. Le dije yo: - eso falso -le dije- porque mi hijo no consume ni
vende, él es un hombre de trabajo -pescó el carné y se fue. Me dice: - lo
vamos a llevar a constatar lesiones- Se lo llevaron y a la vuelta según
el paco dijo que arriba del furgón habían 127 papelillos de pasta base,
y según ellos él los había puesto ahí ¡127 papelillos de pasta base! (…) A todo esto cuando nosotros supimos, porque como a las 2 horas después volvió y el paco me dijo, y le dije yo: - eso es falso -. Y yo llamé en
155
ESCENAS DE LA VIDA URBANA EN LA LEGUA EMERGENCIA: NARCOCULTURA Y AMBIVALENCIAS IDENTITARIAS | R. GANTER
ese tiempo a la María Paz, que era la persona que estaba encargada
de la intervención en La Legua y nosotros trabajábamos con ella, y
esta tipa me dice: - hay -me dice- primero no le pude ubicar, hay una
persona de la población que trabaja en el Ministerio del Interior y lo
llamé a él y le dije esto y esto pasa, necesito un abogado ahora. Ya le
dije yo, porque no puede ser posible, total que el abogado nunca llegó,
porque llega él abogado las cosas no habrían pasao como pasaron,
porque no creyeron que era inocente” (Sra. OLE)
N°26: “Mural contra el abuso policial Legua
Emergencia – La Garrapata”.
La hipótesis de la señora OLE es que a su hijo lo cargaron con droga que él
nunca portó, de hecho según la señora Rosita su hijo es plenamente inocente y
nunca ha consumido ni vendido drogas. Actualmente su hijo fue dejado en libertad provisional, y como consecuencia de aquello perdió el trabajo y también
se separó de su esposa:
“… y yo creo esto fue un… alguien que puso la cuestión, un paco. Tiene
que haberle pagao, alguien, tiene que haberle pagao al paco pa que
hiciera lo que hizo. La cosa es que yo puse un reclamo, porque no me
dejaron poner una denuncia tampoco en carabinero. Lo peor es que
él perdió el trabajo, un excelente trabajo que tenía, (…) la gente de la
empresa, hubo gente que se porto súper bien; la persona que estaba
a cargo de recursos humanos mandó una carta, toos preocupaos por
el, pero tampoco creyeron que era inocente. Entonces cuando salió a
los 3 meses, se presentó al trabajo y le preguntaron si su causa estaba cerrá o estaba abierta, si estaba abierta no podía seguir ahí en la
empresa, y él le dijo que no, que el proceso seguía y simplemente lo
despidieron (…) Hoy en día está separao, porque su señora tampoco
lo… porque él con todo esto se le vino el mundo abajo, él decía que no
tenia rencor en su corazón; pero una cosa es decirlo y otra es vivirlo,
porque él tiene un carácter súper fuerte, fuertísimo, entonces, llega y
dice las cosas y te pelea y te discute. Entonces, eso se fue agravando y
hoy ta separao, esta separao, sin trabajo” (Sra. OLE)
No obstante lo planteado hasta aquí, la División de Seguridad Ciudadana del
Ministerio del Interior posee un enfoque y una evaluación diferente del Programa Barrio Seguro, que podemos sintetizar en las siguientes ideas 80:
Según este balance el programa exhibe resultados positivos en la disminución
de la violencia y el temor; aciertos y desaciertos en su gestión; aprendizajes que
deben mirarse como una oportunidad para el diseño y la construcción de la
política nacional en materia de seguridad ciudadana.
En términos de gestión, fue evaluado como un acierto:
• El abordaje integral y multidimensional que propuso el Programa
• El enfoque participativo, donde se entregó la gestión de recursos y proyectos a las propias organizaciones
En términos de efectos:
• Se logra cambiar preliminarmente “curso de las cosas”, donde los códi80
Mayores antecedentes relativos a este apartado y/o escena, revisar: (i) Diagnóstico de
la Seguridad Ciudadana en Chile. Foro de Expertos en Seguridad Ciudadana 16 de abril de 2004.
DIVISIÓN DE SEGURIDAD CIUDADANA, MINISTERIO DEL INTERIOR, Chile, 2004; (ii) Ministerio del Interior de Chile; “Programa Barrio Seguro, División de Seguridad Ciudadana”, documento
de trabajo, Mayo de 2005 (sin publicar); (iii) Ministerio del Interior de Chile, División de Seguridad
Ciudadana, página institucional, disponible en www.seguridadciudadana.gob.cl; (iv) Ministerio del
Interior de Chile, “Sistematización de Experiencias en Terreno: Programa Barrio Seguro”, Documento de Apoyo Técnico Nº 4, Proyecto de Apoyo y Difusión de Programas de Prevención Comunitaria
del Delito; Centro de Estudios en Seguridad Ciudadana (CESC); Instituto de Asuntos Públicos Universidad de Chile, Abril 2007.
156
ESCENAS DE LA VIDA URBANA EN LA LEGUA EMERGENCIA: NARCOCULTURA Y AMBIVALENCIAS IDENTITARIAS | R. GANTER
•
•
•
gos éticos, jurídicos y legales de los territorios intervenidos se encontraban trastocados.
Contención de la “impunidad” con que operan y extienden sus lazos de influencia los grupos de narcotraficantes. Ello mediante la presencia física y
simbólica de autoridades policiales y de Gobierno al interior de la población.
El programa logra un aumento en la percepción de seguridad entre los pobladores. La percepción de seguridad deriva principalmente de la sensación que provoca la presencia policial, el respaldo de las autoridades y la
vinculación comunitaria que ha generado el programa.
La intervención ha logrado que las confianzas empiecen tímidamente a
construirse y reconstruirse, primero entre pobladores, líderes y organizaciones; luego, con las autoridades policiales y con el Gobierno.
Las actividades ligadas a la línea social:
• Mejoras concretas y visibles en la infraestructura comunitaria y educacional (construcción Colegio Arzobispo Manuel Vicuña). Este tipo de proyectos es el más valorado por la población, ya que apunta a resolver necesidades más estructurales de la comunidad.
• Implementación de estrategias vinculantes al momento de formular los
proyectos como de administrarlos; generando una dinámica comunitaria
que alternativa y opuesta a las redes de “los narcos”.
N°27: “Niños jugando junto a su casa de la
Legua”
157
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Escena XI: El Mundo Entero Llega a la Emergencia
Recuerdo la última tarde de invierno del año 2006, cuando sentí por primera
vez cómo las ráfagas de la muerte se interpusieron escalofriantemente entre mis
incursiones habituales a la Emergencia, y mis posibilidades de salir del fuego
cruzado en el cual me hallaba en esos instantes. Junto con Alexis no tuvimos
otra opción que refugiarnos en la ONG la Caleta hasta que se diera el alto al fuego. Esa tarde había hecho lo de siempre, es decir, me dispuse a tomar el metro
en dirección a La Legua, me bajé en el paradero 5 de Vicuña Makenna y tomé el
colectivo que me deja en el pasaje San Gregorio, justo en el límite entre la Nueva
Legua y la Emergencia. Pero ya en el colectivo había hecho el contacto telefónico
con el Alexis, quién me advirtió inmediatamente que mejor no entrara a la población porque se estaban agarrando a balazos desde la mañana. Pero algo me
dijo que de todas formas debía intentar entrar. Entonces me bajé del colectivo,
caminé unos pocos metros por San Gregorio con dirección sur y me fui encontrando con un Santiago absolutamente distinto, no sólo por los emplazamientos
típicos de la Emergencia, sino porque el sonido de las balaceras era persistente
y no se sabía de dónde procedían. Fue en ese momento de confusión extrema,
cuando faltando pocos metros para que mi nerviosa caminata llegara a la calle
Jorge Canning, que me encuentro de frente con dos niños que venían caminado
rápidamente en dirección contraria a la mía. Claramente no superaban los 14
años de edad; tenían sus cabezas parcialmente rasuradas; vestían poleras XL
con los colores del Inter y el Barcelona; los pies de uno de los chicos se desplazaban sobre blancas zapatillas Nike, mientras el otro visualizaba la pantalla de
su celular; pero lo que me causó mayor impresión, miedo y desconcierto fueron
unas enormes pistolas plateadas 9 ml, que les colgaban de sus delgados brazos
completamente extendidos en dirección al suelo. En esos fragmentos de segundo
no alcancé a pensar nada, pues no sabía si cruzar a la vereda del frente, devolverme, tocar la puerta de una casa y entrar, detenerme o persistir por la ruta hacia
la calle Jorge Canning. Entonces, pasaron rápidamente y sin detenerse justo por
mi hombro izquierdo, pegados a las fachadas continuas del pasaje San Gregorio,
sin que me dijeran nada. Yo por mi parte, nunca los miré a los ojos ni voltee para
divisar como se retiraban, hasta que me encontré con el Alexis en Jorge Canning
y nos dirigimos rápidamente a la sede de la Caleta. Fue de este modo que con el
tiempo me enteré -por un amigo mexicano- qué es lo que estaba haciendo, sin
pensarlo y proponérmelo: algo así como una “etnografía urbana al límite”.
Del mismo modo, fui comprendiendo y enterándome que además de aquella
dimensión más extrema y brutal ligada al narco-mundo, esa que lo vincula con
la cultura de la muerte, en la Emergencia el narco-mundo constituía una maquinaria organizacional bastante compleja y ensamblada culturalmente sobre
la base de afectos familiares y potentes lealtades socio-comunitarias, que tienen
como resultado final la configuración de eficientes redes de distribución translocales, donde la Legua Emergencia desempeña un rol específico al interior de
la división social del trabajo internacional, que caracteriza a la narco-economía
global. Pero otro aspecto concomitante con el punto anterior, se relaciona con
el germen de la narco-cultura que desde hace algunos años comienza a irrumpir
con fuerza en la Emergencia, particularmente en el segmento juvenil de la población. Y no es casual, ya que estamos en un contexto de des-territorialización
de los códigos culturales y si existe una actividad que por antonomasia se puede
considerar globalizada, es precisamente el narco-tráfico; por cierto, con todos
los procesos de resignificación y apropiación que los mismos sujetos realizan en
la escala local y territorial.
N°28: “Niños disparando al aire Legua
Emergencia”
158
Estos hallazgos preliminares han sido identificados a partir de los diálogos y
entrevistas realizadas a dos jóvenes de la Emergencia: Trooper 1 y Trooper
2; en las cuales es posible encontrar pistas relativas a las trayectorias y ru-
ESCENAS DE LA VIDA URBANA EN LA LEGUA EMERGENCIA: NARCOCULTURA Y AMBIVALENCIAS IDENTITARIAS | R. GANTER
tas de la droga en la escala local; el funcionamiento de narco-laboratorios
(cocinas); sus configuraciones espaciales internas; la estructura productiva
y de servicios de la economía territorial; el procesamiento de la mercancía al
interior de los laboratorios; las operaciones de distribución; las operaciones
de fachada; las redes de cooperación comunitaria; los sistemas de vigilancia,
control y seguridad; los dispositivos de disuasión de las policías; la estructura laboral de la narco-economía con su respectiva escala jerárquica; las
narco-bandas que hoy se encuentran operando; las demarcaciones y límites
territoriales de las narco-bandas; las ambivalencias afectivas entre el narcomundo y los pobladores; la genealogía de la narco-dinastía en la Emergencia;
y su consumo cultural.
De este modo, es posible ir planteando que la droga llega generalmente de Perú
y Bolivia, y que Chile se ha constituido en un puente y pasadizo translocal para
el envío de la sustancia hacia Europa, a través de España. También desde Argentina se trae la Marihuana prensada en Paraguay. Así se van configurando
redes de narco-contactos y negocios, donde las estrategias de traslado son variadas y las formas de pasar la droga de un país a otro obviamente incluyen el
ítem de la “coima”, aunque hoy en día se reconoce que las formas predominantes de ingreso son por la vía marítima:
“… en el norte están los hueones presos, ahí se empiezan a asociar
con los chilenos. Tení que conocer a un hueón choro, lo tengo que tener en la mano y así se empiezan a hacerse las decisiones, a asociarse
por teléfono, a enganchar por teléfono. Después salen y concretan y
empiezan a buscar la forma de pasarla pa acá, cachai (…) hay hueones que mojan la aduana completa (…) mira en el norte la hueá del
cruce culiao Chacalluta, tení que pasar, ese es el paso a Tacna y de
Tacna pa Arica cachai. O sea tu pasai por ese cruce pa Tacna, y por
ese cruce pa Arica (…) por ahí pasan todos los días los hueones, todos
los días. Los hueones ya están aburridos de agarrar a los hueones
que van cargados con ovoides en la guata, hueones que van cargados
en la ropa todas los modus operando, ya están aburridos los hueones
y así como pasan hueones chicos, también pasan hueones grandes”
(Trooper 1, Emergencia).
Lo anterior tiene como soporte un sistema altamente sofisticado de múltiples
ensambles, configurado preferentemente por una trama de cooperaciones productivas, de comercialización y de servicios, que supone una amplia diversificación de funciones y especializaciones; pero al mismo tiempo muy flexible,
descentralizada y con objetivos estratégicos altamente definidos y focalizados.
Todo lo anterior, en perfecta sintonía con la actual estructura y escala que caracteriza a las economías de red en la era del capital postindustrial y transnacional.
Así, la gran mayoría de las veces una sustancia como la cocaína llega camuflada
en otros productos, artefactos u objetos industriales como por ejemplo: cereales, alfajores, piezas de plástico, tubos de aluminio facturados como supuestos
repuestos para hélices de barcos, etc.
“… se puede pasar en los forros de los motores, estanque de bencina,
en las mismas hueás que transportan los camiones, entremedio de
las papas. ¿Cuántos kilos? Quedan locos con mil kilos ¿Cuánto espacio que tienen? Pero los sistemas nuevos son pa pasarlos pa Europa,
entra por aquí y de aquí se va pa España, pa Holanda, cachai. De
aquí empiezan a buscar los modus operandis de cómo meterla en alfajor, meterla en diferentes formas; ahí tení que ingeniártela cachai.
Y no hueón cualquiera, sino hueones químicos que le quiten el olor a
la hueá, que sean anti perros cachai, eso tienen que ser, tienen que
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ESCENAS DE LA VIDA URBANA EN LA LEGUA EMERGENCIA: NARCOCULTURA Y AMBIVALENCIAS IDENTITARIAS | R. GANTER
ser hueones que saben: cocineros, químicos que sepan manejarse con
el tema pa quitarle el olor, pa que sea indetectable cachai. Esa es la
pillería y aumenta el triple el valor cachai, si aquí vale tres millones
allá vale catorce (Trooper 1, Emergencia)
Ahora, existen diversas maneras en que la droga va aterrizando al territorio de
la Emergencia, por lo general nunca llegan grandes cantidades o camionadas de
sustancias como la cocaína y la marihuana; sino que en la misma ruta y trayecto
que va desde el norte del país hacia Santiago, el producto se va fragmentando
o bien se vuelve a aglutinar en una sola operación de traslado. En el caso de la
cocaína, generalmente llega sin procesar y es trabajada por los pobladores para
su posterior comercialización y distribución. Este producto tampoco llega de
manera directa de alguna ciudad del norte del país a la población Emergencia;
sino que realiza diversas escalas hasta su destino final en la Emergencia, para
las posteriores operaciones de procesamiento, comercialización y distribución.
Una de las estrategias muy utilizadas para la distribución e inserción de la droga en los territorios de la Emergencia son las fachadas:
“… si los hueones no son hueones, si la hueá está permanentemente la
policía ahí, llega a otro lado. Puede llegar a un taller mecánico, puede
llegar a un carro de completos, puede llegar a cualquier lado, si es la
pulenta, hay miles de fachadas cachai…” (Trooper 1, Emergencia)
Se sabe también que en la Emergencia hay un importante circuito de vecinos
que trabajan como taxistas, una parte de ellos son de confianza de los narcos
y realizan labores de traslado y transporte de la droga y de los narco-clientes.
Ahora bien, una vez presente la droga en la población comienza su procesamiento al interior de las diversas casas-laboratorio. Así, es posible ir reconociendo la existencia de diferentes laboratorios montados en diversos pasajes de
la Emergencia. Los narcos y las diferentes bandas son los que controlan un gran
número de casas, muchas de ellas des-ocupadas. Construyen narco-pandillas
para proteger los negocios familiares.
Según los entrevistados, se calcula que existen unas tres casas-laboratorio
por pasaje. La gran mayoría de estas casa son compradas por los narco-traficantes a los pobladores, pues son ellos los que tienen el poder adquisitivo y los
únicos que podrían comprar una vivienda en la Emergencia. Se sabe también
que existen casas que han sido abandonadas por sus dueños y que luego son
recicladas por el narco-mundo.
“… muchas gentes se va no más y las dejan botadas, en lo general las
casas son indignas, hay otras que no” (Trooper 2, Emergencia).
Las observaciones y los relatos rescatados al interior de los vecinos que participan en esta narco-economía, ya sea de manera más permanente y directamente
en su estructura o por medio de actividades y labores de colaboración indirecta
y contingente, van reconstruyendo los espacios productivos y los procedimientos a través de los cuales se elabora el producto.
De este modo, es posible observar que al interior de estas casas-laboratorios
existe una habitación, dependencia o pabellón acondicionado como espacio de
procesamiento, es decir, como laboratorio. Este espacio, generalmente es lo que
podemos reconocer como el recibidor o el living; allí se procesa la mercancía. Su
configuración es la siguiente: un piso de cerámica; un foco que ilumina desde
el cielo el estar y se encuentra permanentemente encendido; un gran televisor
plasma, a veces un retrato, cuadro o póster por ejemplo, de un icono de la narcocultura: Maradona u otro ídolo del fútbol. Estos espacios están equipados con
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ESCENAS DE LA VIDA URBANA EN LA LEGUA EMERGENCIA: NARCOCULTURA Y AMBIVALENCIAS IDENTITARIAS | R. GANTER
largos mesones, en los que suele haber figuras religiosas de yeso o cerámica, a
veces una virgen a veces un buda, a veces un santo, a veces un elefante. Destaca
una virgen negra mirando hacia la pared, botellas con agua bendita de los andes.
Los budas o los elefantes están en contacto directo y permanente con el dinero,
es decir, sobre bandejas llenas de monedas para la buena suerte. Generalmente en las piezas o dependencias del fondo de las casa-laboratorios se almacena
la droga procesada. En los patios, que siempre están atrás de las casas, se han
dispuesto y diseñado vías de escape. Éstos posen varias escaleras instaladas en
los muros que dividen la propiedad con las casas de los costados, o bien, con las
casas de atrás, que obviamente están orientadas a los pasajes contiguos.
Respecto específicamente del procesamiento de la mercancía, es posible consignar que –primero- la mercancía se “corta”. Esto es realizado por dos o tres
narco-pobladores, sobre los mesones dispuestos en los recibidores de las casaslaboratorio. En esta operación se arman ruedas consecutivas de cocaína, preparadas con anestesia y polvos de hornear. Sobre los mesones generalmente se
pueden observar utensilios como: cuchillos cocineros largos, cucharas y vasos
o frascos con agua corriente. También se observan balanzas o pesas, en algunos casos balanzas electrónicas, y bolsas plásticas dosificadoras transparentes.
Todas estas operaciones son realizadas por medio de una clara división social
del trabajo donde unos arman la rueda de cocaína y la van mezclando con otros
compuestos; otros testean su pureza en los vasos de agua, la van pesando e introduciendo en las bolsas dosificadoras; otros las van sacando de los almacenes
o bodegas existentes en la casa; otros van realizando las transacciones en dinero
con los micro-traficantes que llegan a comprar al lugar; otros supervisan la seguridad interna del proceso. A propósito de este último punto, hay que hacer notar
también que al interior de estas casas existe una gran cantidad de armamento.
En lo específico, algunas de estas redes de distribución operan con la lógica de
distribución por kilos, donde normalmente se “corta” la cocaína con lactosa o
polvos de hornear para dejarla en un 80% de pureza. Otras redes de distribución
operan con la lógica de distribución por kilos y la venden por onzas y la pueden
cortar con anfetamina o con un anestésico como la lidocaína, para dejarla con
un 70% de pureza. Luego de este procesamiento se vende a los microtraficantes
de diversas zonas de la capital y otras partes del país. Ahora, el que compra en
onzas vende en gramos; pero a su vez la corta con talco u otra sustancia más
tóxica, alcanzando un nivel de pureza de un 50% o un 40%. Como se planteó
anteriormente, el vaso o el frasco transparente con agua que aparece sobre los
mesones es precisamente para testear el nivel de pureza de la cocaína, pues los
cristales de cocaína pura se disuelven al echarlos a un vaso de agua fría antes de
tocar su fondo, lo que queda son los residuos.
En ese sentido, la Emergencia opera como un centro de procesamiento-distribución de la droga a diferentes puntos de Santiago y del país. Muchos de estos
narco-laboratorios obviamente tienen el carácter de itinerantes en la población
y les ofrecen una oportunidad de trabajo y dinero a los pobladores que se encuentran con problemas de desempleo, enfermedad, pobreza o vulnerabilidad,
como en general ocurre en el caso de la Emergencia.
En la escala local lo que se ha instalado a partir de los años 90´, es una suerte de
revalorización de los desocupados de la población, pues cuando se alude a que
en la población la Legua Emergencia no hay trabajo y las propias cifras presentes en diversos diagnósticos así también lo avalan, se está aludiendo al trabajo
asalariado; pues en rigor hay trabajo y los pobladores y pobladoras están constantemente siendo reclutados y empleados -de modo sistemático o coyunturalal interior de la estructura laboral de la narco-economía (trans)local.
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ESCENAS DE LA VIDA URBANA EN LA LEGUA EMERGENCIA: NARCOCULTURA Y AMBIVALENCIAS IDENTITARIAS | R. GANTER
“… puede llegar una mamita y dice: oye necesito unas moneditas. Ya regálale unas monedas, por qué no viene pa acá su hijo y embolsa
ahí y el loco hace unas monedas para su mamá, y juntan algunas
monedas cachai. Y la gente que vive en la población, como te decía
antes no pagan luz ni agua cachai” (Trooper 2, Emergencia)
En relación a los sistemas de seguridad que poseen las narco-organizaciones
en la Emergencia, es posible observar la existencia de diversos controles y sistemas de vigilancia y comunicación para advertir la presencia de la policía o la
presencia de forasteros extraños en el territorio. Los controles poseen varios
niveles, donde destaca el primer control de los “sapos” que se encuentran en
las esquinas, en los accesos de los pasajes y que ocupan el nivel más básico en
la estructura de la organización; éstos por regla general se encuentran donde
limitan los pasajes con la calle Jorge Canning, que es la columna vertebral
de donde se desprenden el resto de los pasajes del lado norte y el lado sur de
la población. Su función es informar sobre los principales movimientos en la
Emergencia, sobre todo los que salen de las dinámicas de rutina. Enseguida hay un segundo control, son los “perkins”; éstos se encuentran ubicados
en el escalón inmediatamente superior a los “sapos” dentro de la estructura
de la organización. Éstos generalmente tienen por función el traslado de la
mercancía; se ocupan de los movimientos de la misma; los desplazamientos
internos y externos; el ir a dejarla y buscarla; además de otros pedidos y servicios puntuales. Algunas veces toman contacto con los clientes que llegan a
comprar, realizan el primer testeo del cliente al interior de los pasajes. Enseguida, subiendo al otro nivel de la estructura se encuentran ubicados los
“cabros chicos”; éstos son grupos de niños y adolescentes armados, también
conocidos como “soldados”. Tienen como función la seguridad de la organización, también tienen contacto directo con los que llegan a comprar la droga
y realizan un tercer testeo sobre los clientes mediante preguntas puntuales
y observación. Estos suelen actuar en duplas o en grupos y tienden a ser exhibicionistas e histriónicos en sus papeles y funciones. Más arriba están los
narco-choros, ellos lideran las operaciones en los pasajes, suelen constituir
grupos de individuos más experimentados y toman decisiones en el negocio.
Se mantienen en una posición de observación y distancia, siempre están armados. Ellos se encuentran al interior de sus propias casas, o bien, al interior de
los narco-laboratorios en espacios acondicionados para la sociabilidad, donde
casi siempre hay un gran sofá y un gran televisor. Hasta aquí la estructura
resulta ser predominantemente joven y masculina. Generalmente no se consume droga cuando se está trabajando. Existe la posibilidad de hacer carrera
–meritocráticamente- al interior de esta estructura laboral. Al interior de los
narco-laboratorios se puede observar la presencia de mujeres procesando la
mercancía, o bien, realizando operaciones de contabilidad del dinero.
“… esos hueones que están afuera, esos hueones avisan al tiro, por
ejemplo si ese hueón ve un radiopatrulla no te va avisar, porque sabe
que el radiopatrulla va a pasar no más; pero si ve que viene la micro
con toda la hueá y toda la comitiva entrando, van avisarte al tiro
(…) usan radio pos hueón, por woki toqui pos hueón. Con esas hueás
motorola, esas radios culiá pos hueón; sí por esas radios pos hueón,
por esas radios los llamai y te dicen: -van pa allá, viene por tal lao,
vienen por el norte, vienen por el sur, vienen por diferentes laos. Entonces ellos te dan por el lao que arranquis cachai; entonces como se
tienen hueones en diferentes puntos, por ejemplo hay un hueón parao
en el norte y dicen vienen por el norte y se le pregunta al otro que
está en el sur: - ¿está la libra pa lla? -sí, entonces arrancamos pa lla,
entonces vamos toos armaos” (Trooper 2, Emergencia).
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ESCENAS DE LA VIDA URBANA EN LA LEGUA EMERGENCIA: NARCOCULTURA Y AMBIVALENCIAS IDENTITARIAS | R. GANTER
Dentro de los sistemas de seguridad de las narco-organizaciones, también es
posible identificar sistemas de seguridad y dispositivos disuasivos de los aparatos policiales conocidos como las “pantallas”. Estos dispositivos ponen en acción un verdadero montaje-colectivo, protagonizado por los vecinos del pasaje,
una especie de performance comunitario y callejero donde cada quién sabe el
rol y personaje que debe representar, con el objetivo de que los líderes y narcochoros puedan escapar.
“… entonces los cabros chicos que te conté endenante que estaban
ahí; entonces ellos empiezan a hacer pantalla, disparan y la gente
empiezan a tirarle hueás y la misma gente empiezan a pelear con los
pacos cachai, y en lo general arrancamos por los techos pa las casas
de los pies” (Trooper 2, Emergencia)
Una de estas situaciones se puede apreciar en el momento en que la policía llega
en un operativo súbito a “reventar” una de las casas de un pasaje. Aquí se habla
de reventar casas, cuando se produce un allanamiento y se desarma todo el
interior de la casa en busca de pruebas, mercancía, armas o bien con el objetivo
de arrestar a un miembro de alguna narco-banda.
“… suena la alarma, todos librando, viví mil hueá en un minuto. Los
hueones vienen por acá, todos los hueones arrancando por el otro
lado; van pa lla todos arrancando pal mismo lado, al mismo tiempo;
cabros chicos arrancando con pistolas; otros con bolsas con plata;
otros corriendo pa lla. Viví mil hueá en un minuto, una hueá de locos.
Ahí hay de todo hueón, ¡puta qué hueá no viví! Mientras revientan
a una casa y se meten a esa casa, están todos los hueones tirándoles
piedras del otro lado por ejemplo. Entran los pacos y les están tirando piedras, botellas, basura, sacando fierros; otros peliando porque no se los llevaran presos; otros defendiendo la casa, y las viejas
dejando la caga peliando con los pacos, pegándoles; van a llevarse
uno y no dejan que se lo lleven, medio atao. Se desmayan hueones, se
tiran al suelo, a las minas embarazás:- me está pegando, puta estoy
embarazá -haciendo pantalla mientras arrancan los hueones grandes. Como te decía yo cachai, en esa hueá están todos cargados, en
caso de cualquier hueá pegarse un tiro no más, por último hay que
pegarse un balazo en la guata, así no sapean ni pasai por el control”
(Trooper 2, Emergencia)
Por otra parte, intentando reconstruir una suerte de genealogía de los “capos”
de la Legua Emergencia, es posible comenzar reconstruyendo la narco-dinastía
a partir de la figura del “Cabro-Carrera”, quién funda en los años ‘90 el Cartel
de La Legua. Y donde por primera vez una banda nacional puede catalogarse
bajo rótulo de cartel, pues tenía conexiones en Colombia, Perú, Bolivia, Brasil,
Holanda, Bélgica, Italia y prácticamente en toda Europa, donde era distribuido
y comercializado el clorhidrato de cocaína.
Silva Leiva, el “Cabro-Carrera”, vive su infancia en el barrio Matadero de
Franklin, donde desde temprana edad se dedicó a lanza y escapero. El “CabroCarrera” comenzó a hacerse famoso a fines del 1973, cuando Pinochet lo expulsó a Estados Unidos, junto a otros narcotraficantes, acusado de ingresar ilegalmente a ese país más de una tonelada de clorhidrato de cocaína, entre 1969 y
1973. Luego se establece en diferentes países de Europa, como Holanda, hasta
llegar a la Argentina. En 1989 regresó a Chile por el paso Los Libertadores, al
ser levantada la prohibición de ingreso que tenía. Usó millones de dólares en
levantar el edificio Copacabana, en calle San Antonio 723 y compró el motel
Los Paltos, en Buin; además de ser dueño de propiedades diversas y caballos
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ESCENAS DE LA VIDA URBANA EN LA LEGUA EMERGENCIA: NARCOCULTURA Y AMBIVALENCIAS IDENTITARIAS | R. GANTER
de carrera. En 1992 fue detenido por presunta evasión tributaria, pero la Corte
Suprema finalmente lo dejó en libertad. Luego caería definitivamente preso en
el año 1997, por evasión tributaria y fraude al fisco.81
Según señalan los propios pobladores ligados al narco tráfico en la Legua, una
vez que el “Cabro-Carrera” es encarcelado, su ahijado-sobrino Manuel Fuentes
Cancino, “el Perilla”, comienza a gestionar –a partir de la segunda mitad de
los años ’90- el narco-negocio, teniendo su centro de operaciones en la Legua
Emergencia. Fue el Perilla quién creó la Oficina, narco-organización que gestionaba desde la Emergencia la producción, distribución y comercialización de la
droga y cuyo nombre alude a que se trabajaba en horario de 9:00 a 18:00, antes
o después de este horario trabajaban los “giles”. Es quién además le otorgó una
lógica y una coherencia al negocio, una racionalidad: se incorporó tecnología, se
construyeron alianzas comunitarias y translocales, se dispusieron territorios, se
modelaron las interacciones, es decir, se incorporó el negocio a los códigos de la
modernidad y ese parece ser el “mérito” que se le reconoce al Perilla.
“… puta parte cuando estaba el Perilla, que era como el rey de ahí, el
rey de lo ilícito. Después de él fueron saliendo secuaces, fueron saliendo la familia porque él estaba preso, pero de la cárcel se manda toda
la hueá. Tamo hablando de grandes, grandes cosas; no micro traficantes, cosas así cachai, hueás grandes: mafias, sicarios, asesinos a
sueldo. Por ejemplo cada choro, el choro de aquí de San Ramón de La
Florida, el de La Pintana por ejemplo; los cabecillas de los choros que
tenía el hombre, ahí venía el jefe y después de él eran como los guardaespaldas. Por ejemplo el más choro de La Victoria estaba con él, el
más choro de La Bandera estaba con él, el más choro de aquí estaba
con él; entonces si tu vay a tener toda esa gente, necesitai modernidad, ya era algo grande” (Trooper 1, Emergencia)
También se le reconoce al Perilla el hecho de haber ordenado el negocio tanto
en el nivel interno, como en el nivel inter-comunal “metropolitano”. Pero también en la escala inter-regional, donde factores como: el respeto, la seguridad
y la “paz” entre las bandas, con las policías, etc., resultaron ser determinantes
para los buenos resultados del narco-negocio.
“… funciona por ejemplo: los jefes van tirando la droga, teniendo el
orden con la gente, respeto con la gente, no pelear con la gente, con
los pacos. Por ejemplo, cuando estaba el Perilla todo era orden con
la gente, no agarrarse delante de la gente, cuando estaba el Perrilla”
(Trooper 2, Emergencia)
De acuerdo con lo relatado por los pobladores, luego que el Perilla es tomado
preso, son sus sobrinos los que toman el control de la Oficina a principios del
año 2000, estos son: Juan Fuentes –el “Vaticano”- y Julio Fuentes –el “Cano”-.
A ellos se les suma Juan Reyes –“J. R.”-. Más tarde, aunque el Perilla sigue en el
control del negocio desde la cárcel, los sobrinos harían camino propio configurando la narco-banda de los Vaticanos. Pero a partir de este quiebre comienzan
los problemas de violencia armada en el territorio de la Emergencia, y a proliferar las narco-bandas acéfalas:
“… después lo tomó la familia de él, los cabros más jóvenes empezaron
a tomar el mando. Ellos, los sobrinos, familiares, empezaron a tomar
el mando; ellos en La Legua cachai (…) cuando se abrieron los sobrinos
81
Revisar y profundizar antecedentes sobre este personaje en: http://www.elaparecido.
blogspot.com/2007/11/el-cabro-carrera.html
164
ESCENAS DE LA VIDA URBANA EN LA LEGUA EMERGENCIA: NARCOCULTURA Y AMBIVALENCIAS IDENTITARIAS | R. GANTER
de él, fue tanto el tema que quisieron llevarla unos con otros, que los
mismos sobrinos eran enemigos del tío cachai. Fueron peleando entre
las mismas familias y después la cosa se fue expandiendo y se fueron
abriendo más redes y ya no había una pura red, había una aquí en un
pasaje, otra en otro pasaje, en otro pasaje” (Trooper 2, Emergencia)
De este modo, la Oficina quedará a cargo de J.R., quién convocará a sus jóvenes
“hijos adoptivos” a participar en la organización: Israel Salazar –el “Isra”- y Paulo
Salazar –el “Pila”. A este equipo se suma John Velásquez -el Pelao John-. El Isra
hizo carrera en esta red y estructura, pasó de “piloto”, vendiendo motes, y luego se
convirtió en “pistolero” y guardaespaldas de J.R. y varios otros, hasta llegar a convertirse en narco-choro. Esto último –según se cuenta- gracias a su inteligencia,
personalidad y talento para los negocios. Por su parte, se reconoce por haber ofrecido $ 30.000.000 por matar al Fiscal Peña, de la Fiscalía Metropolitana Sur.
Ahora, es posible plantear a propósito de los códigos de la modernidad y la
modernización, a los cuales anteriormente se hacía alusión, que varios de estos
narco-jóvenes poseen las mismas cualidades de los actuales empresarios, pues
son arriesgados; desarrollan nuevas tecnologías; nuevos productos; nuevos
circuitos de distribución; abren nuevos mercados; son competitivos; son emprendedores; hacen marketing; contratan personal y forman nuevos cuadros;
otorgan empleo; se preocupan de la eficiencia de su gestión, la calidad de los
productos y servicios; atienden en horario de oficina, de 09:00 a 18:00; están
concientes de que su gestión debe responder a parámetros de seguridad, calidad, prevención de riesgos, etc.
En la actualidad, todos se encuentran encarcelados por diferentes delitos asociados con el narco-tráfico, unos en Colina II y otros en la Cárcel de Alta Seguridad, como es el caso de Salazar. Las narco-bandas que aún quedan operando en
la Emergencia son alrededor de 8, donde destacan: los Cabezones, los VergaraOjeda, el Clan de los Cuarenta, los Díaz-Lara, entre otros. Todas ellas conectadas por fuertes vínculos sanguíneos internos y donde es posible apreciar una
clara y conflictiva división territorial, en este caso dada por la frontera “natural” representada por la calle Jorge Canning que atraviesa toda la población de
oriente a poniente, y divide –“geopolíticamente”- los pasajes del sur con los del
norte. Así, es posible sostener que la zona sur se encuentra bajo el control de la
narco-banda liderada por el “Gitano”; mientras que en la zona norte el control
está en la gente de la Oficina, es decir, Israel Salazar. Hay que recordar sobre
este último punto, que el Juzgado del Crimen de San Miguel condenó a Salazar
sólo a 3 años de presidio.
“… una frontera, un pasaje doble po hueón, aunque se llame de la
misma forma el pasaje; pero unos tan pal lao de la Coca-Cola y los
otros pal lao del sector sur. Es esa calle la que divide toda la hueá y
divide bandas po, cachai. Si yo estoy aquí yo no puedo cruzar pal
otro pasaje, aunque sea perkins, aunque sea el hueón más longi de
repente, no puedo cruzar pal otro, -qué andai haciendo allá va golpeao” (Trooper 2, Emergencia)
Ahora bien, sobre las expresiones y manifestaciones concretas de la narco-cultura en la Emergencia, podemos señalar que ésta atraviesa y permea una gran
parte de las instituciones y relaciones socio-comunitarias inscritas en dicho
enclave urbano, pasando por la presencia de dinámicas directamente relacionadas con la economía territorial tales como: narco-laboratorios, narco-pandillas, narco-almacenes, narco-redes, narco-clientes, narco-abogados, etc.; hasta
las dinámicas inscritas en el campo de los consumos culturales como: narcocamionetas, narco-cirugías, narco-fiestas, narco-funerales, narco-pichangas,
narco-jerga, narco-estética, narco-música, narco-religión, etc.
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ESCENAS DE LA VIDA URBANA EN LA LEGUA EMERGENCIA: NARCOCULTURA Y AMBIVALENCIAS IDENTITARIAS | R. GANTER
En esta dimensión de la narco-cultura es posible consignar los estilos de vida a
los cuales adscriben los narco-capos. A modo de ejemplo, algunos de los objetos
y narco-fetiches embargados al Cabro-Carrera en el año 1997, y que constan en
el acta de embargo del tribunal son: anillo de platino con un brillante de 8,60
mm de diámetro; reloj Omega con pulsera de oro blanco, con 32 brillantes; Collar de oro con eslabones marinos con una estrella de David, con 12 brillantes;
colgante de estrella de David, oro de 18 K. con 18 brillantes; pulsera, oro de 18
K. 26 esmeraldas; reloj Rolex con pulsera, oro 18 K; reloj Buchurer, oro de 18
K. con 40 brillantes; reloj Omega, oro 18 K; anillo de platino con 21 brillantes;
aros de oro 18 K. con un zafiro; aros de oro 18 K. con 8 rubíes y 108 brillantes;
anillo de oro 18 K. con 19 brillantes, etc.
Recordemos a propósito de este personaje, su exhibicionismo y paternalismo
desplegado en el año 1996, durante el cierre de la Teletón en el Estadio Nacional, cuando sus hijos Ana y Carlos realizaron una importante donación en
horario premium.
Por su parte, el Perilla era socio, amigo y compadre de Jaime Camhi Ramírez
-ex propietario de la automotora “Camare” (quién además se especializaba en
la venta de automóviles de lujo robados); ellos regularmente tomaban juntos
vacaciones en Pucón y en las Termas de Chillan. Asimismo, David Camhi, hijo
de Jaime Camhi, era el propietario del restaurante “Bennigan’s”, ubicado en el
exclusivo barrio Isidora Goyenechea, en Vitacura, donde llegaba gran parte de
la farándula santiagüina.
Julio Fuentes, de la narcobanda de los Vaticanos, sobrino del Perilla, dejó de
vivir en la población la Legua Emergencia a comienzos del año 2000, para instalarse en las comunas de la Florida, Maipú y Lo Barnechea, y a la Emergencia
sólo iba cuando tenía que trabajar. Por su parte, también se reconoce por la
vía de los peritajes policiales la propiedad que poseía en la localidad de Costa
Azul, ubicada en el litoral central, donde se encontraba su complejo de veraneo,
que además incluía animales exóticos. Cuando es tomado prisionero en el año
2003, en su departamento del Edificio Gales ubicado en Avenida Ossa, en la
comuna de Las Condes, se le incautan piezas como: una cama de dos plazas con
marquesa forrada en oro, un sillón de cuero de unicornio, un televisor de dos
metros cuadrados, etc.
“… los grandes de ahí viven en Vitacura, en departamentos en Avenida La Florida, en Las Condes cachai. Se visten en otro sistema,
ellos viven tranquilos, totalmente. Trabajan ahí y después se van;
queda la gente que vive ahí , que participan en cultura, en deporte,
esa gente queda, los grandes no viven ahí, usan cabros chicos” (Trooper 1, Emergencia)
Israel Salazar, último descendiente de la anterior dinastía, además de tener domicilio en la Emergencia lo tenía también en las comunas de Maipú y Huechuraba, y sólo llegaba a La Legua a realizar transacciones de droga y dinero. Hincha del fútbol, Colocolino, amigo de Humberto “Chupete” Suazo y Luis Núñez,
con quienes salía a divertirse a lugares como el Costa Varúa.
“… van a la Costa Varúa, van puros hueones de farándula. Cierto, van
todos los máximos choros también ¿cachai o no? Las minas light, hay
minas que andan con los hueones por vicio no más, hueonas que les
pagan por andar con ellos; también les gusta andar con ropa cara,
les gusta usar pura ropa Polo, Lacaste, alta costura Giorgio arman,
perfumes, joyas, autos,” (Trooper 1, Emergencia)
166
ESCENAS DE LA VIDA URBANA EN LA LEGUA EMERGENCIA: NARCOCULTURA Y AMBIVALENCIAS IDENTITARIAS | R. GANTER
Es sabido que les encanta ir a gastar grandes cantidades de dinero en los mall.
Los más viejos tienen afición por los narco-corridos, la música gitana y la salsa.
Los más jóvenes consumen regatón, les gusta usar vehículos 4x4 y decorarlos
con un estilo kitsh o exhibicionista.
“… se gastan toda la plata en los mall con ese estilo, con cualquier
plata en los bolsillos, usan hueás caras, autos caros enchulados, los
andan trayendo en la pobla. Entrai en la población, los hueones
andan en los medios jeep, con llantas, con medios autos; todas las
hueás. Ahí está la plata, si los pacos los miran y se hacen los hueones”
(Trooper 2, Emergencia)
Por otra parte, hay que consignar que en este marco de la narco-cultura presente en la Emergencia, se va potenciando un mercado (trans) territorial de transacciones y tráficos informales, que desbordan el componente de las sustancias
ilícitas y que se encuentra abarcando una gama de bienes y servicios, que complementa directa o indirectamente las actividades del narco-mundo y las prácticas de corruptela que le son consustancial a su lógica de funcionamiento. De
ahí que se sepa que a la Legua Emergencia, en tanto territorio translocal, llegan
todas “las movidas”, incluso a veces sin necesidad de tener que desplazarse:
“… ¡puta… hueón! Te conté que llegaba un hueón con un catalogo de
armas, llegaba un hueón con todo lo habido y por haber de ropa a
electrodomésticos, de todo po hueón. O llegan otros hueones que te
dicen: - sabí que te pongo banda ancha, Internet, de todo por 250 -y
te dicen banda ancha, Internet, todo por 250 y no pagai nunca más. Y
tú cachai, banda ancha, internet por 250 lucas y te olvidai de pagar.
Llega un hueón, te dice:- teléfono, hablai todo lo que querai, hablai
un año-. Te dice: - tengo esto, tengo todas las movidas que querai.
De todas partes llegan: - tengo revisión técnica, tengo licencia, tengo
dólares, tengo ahaaa…. No tení que ni moverte, la hueá que querai.
- ¿te saco el parte?-. ¡Ah! todas las movidas llegan a la Legua compadre, todo, todo, todo. Como te decía, de un calcetín a un auto, el
mundo entero llega a la Emergencia” (Trooper 2, Emergencia)
167
ESCENAS DE LA VIDA URBANA EN LA LEGUA EMERGENCIA: NARCOCULTURA Y AMBIVALENCIAS IDENTITARIAS | R. GANTER
E) Espacios de lo ambivalente
Escena XII: Afectos Cruzados
Quizás una de las claves narrativas más potentes y relevantes para explorar en
esta investigación a través del relato de los pobladores, se encuentra vinculada
con lo que podríamos llamar la ambivalencia emocional con el narco-mundo y
más precisamente, con las personas y en concreto con los vecinos que trabajan
o se encuentran ligados más directamente con la narco-cultura al interior de
la población; pues si bien la mayoría de los pobladores rechaza de plano dicha
actividad y dicha forma de vida en el territorio, no sucede lo mismo con los
individuos y familias que participan y desarrollan este tipo de sociabilidad
en la Emergencia, ya que se los tiende a percibir más que como un rival o un
enemigo, como a un vecino o vecina, como alguien que forma parte de la comunidad, del territorio, del barrio. Esta ambigüedad no es sólo perceptiva y
discursiva, sino también experiencial y relacional; pues aún cuando rechazan
de plano lo que los narcos hacen, no discriminan cuando se trata de ayudar
si se presenta un problema de salud, cuando hay que convocar y participar en
una actividad comunitaria, o bien cuando se quiere jugar una “pichanga”. Incluso desde “trincheras” radicalmente opuestas al narco-mundo, se los tiende
a percibir como personas solidarias y aunque parezca extraño, se les respeta
significativamente:
“… aquí es súper extraño, a veces estamos en una actividad y mandan bebida, cajas de bebidas mandan pa acá. A veces las devolvemos,
a veces no, hay locos que son re buena onda (…) en Catalina hueón
a nosotros los de la Batucá nos tienen como ídolos máximos, vamos
a tocar a Catalina hueón, (…) ¡ah! van los de la Batucada, vamos a
verlos. Se paran así a mirarnos, con nosotros no tienen ni un drama,
si nos ven pasar nos dicen: - ¡güena hueón, bacán!- Así a todos los
cabros” (Alexis)
Alexis juega fútbol con los narco-choros, los saluda, conversa con ellos, se
divierte con ellos, se reúne con ellos en espacios colectivos y de uso común en
la población:
“… pa nosotros es súper rara la amistad, jugamos hasta la pelota con
ellos en la cancha de allá, jugamos hueón. Los hueones huevean con
nosotros, yo les pego patás hueón, no te vayan a agarrar a balazos
me dicen mis primos. No hueón si no están ni ahí, se cagan de la risa
jugando con nosotros” (Alexis)
Don Arturo, del pasaje Karl Brunner, toda su vida ha trabajado en maestranzas y barracas de madera realizando diversos tipos de labores, algunas menos
calificadas y otras de mayor responsabilidad. Pero ya a sus 78 años y con dos
accidentes que han afectado una de sus piernas, se encuentra retirado de los
trabajos más pesados y nos relata la historia de cómo funciona el fenómeno
habitual de las narco-donaciones en la Emergencia:
“… hace algunos años trabajé en una obra que había a la salida de
Santa Rosa, hice un trabajo que no me correspondía hacerlo, pero
para que el jefe no tuviera problema con la gente que tenía que haberlo hecho eso. Entonces va y me dice a mí: - ¿por qué no va usted
a hacer eso?- y yo dije:- ya po’, usted mande, lo que usted quiera-.
Entonces me manda a cantear ¿usted sabe lo que es una canteadora? -¿una qué? - ¿una máquina canteadora? – Sí, las he visto-.
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ESCENAS DE LA VIDA URBANA EN LA LEGUA EMERGENCIA: NARCOCULTURA Y AMBIVALENCIAS IDENTITARIAS | R. GANTER
Canteando unos tablones que pesaban 80 kilos, la canteadora empieza a correr a pulso no ma. Yo lo hice pu, en una de esas se me va
después pa atrá (…) y recibo un desprendimiento de la pata y me
pasó encimita po. Y al tiempo repercutió. Entonces me puse a ver
médico, sané. Me puse a ver traumatólogo y me puse en tratamiento, mejoré pero yo no tenía que hacer un sacrificio de trabajo, sólo
un trabajo normal. Entonces qué pasó, fui a hacer una diligencia
a la cancha.... vengo de vuelta por el frente y me pasa por este lao
un auto y me pasa a llevar y me tira al suelo. La rueda de adelante
era del lado derecho, caí al suelo automáticamente. Con la rueda
derecha del vehículo, me tocó la rueda y con la izquierda a esta altura de la cara. Cuando lo veo yo, fue unos segundos que tuve de mi
vida pa mirar bien, un poquito menos de velocidad el hombre no
me hubiera alcanzao. Ese fue el accidente que sufrí yo. Me puse en
tratamiento, me iba a operar particularmente y claro, un vecino de
la (...) -tengo que hablarle más despacito ahí, este cabro la mueve,
pero muy caballeroso es- entonces este cabro’ me dijo: - yo te voy
a ayudarte Arturo, con algo te voy a ayudar-. Me pasó cien lucas
y otra señora que estaba (...) me pasó cincuenta lucas. Entonces ya
se acercaba al grupito de los doscientos mil pesos. Entonces ya no
me era tan difícil (…) una donación se hizo. Entonces, eso no lo hace
cualquiera, no lo hace cualquiera. Ahora, todo depende también de
la persona, de cómo haya sido y cómo es la persona, porque si yo
soy una persona aniñá…” (Don Arturo)
Para Paulo, de Teatro Emergencia, este fenómeno de ambivalencia afectiva, interdependencia y tráfico promiscuo de imaginarios sociales e intercambio de
“beneficios”; se explica a partir de una sedimentación histórica que ha configurado una suerte de alianza tácita entre pobladores y lo que podemos definir provisoriamente como la criminalidad y su mundo, el hampa tradicional, la cultura
chorera. Por otra parte, se argumenta que ese factor se ha constituido en un eje
predominante que definiría la identidad de la Emergencia, es decir, su compleja
ambivalencia con el narco-mundo, lo que la hace susceptiblemente diferente
a las otras dos Leguas y marca su especificidad respecto de otras poblaciones
históricas y nuevas en Santiago:
“… en la historia si tú quieres, o sea la población de alguna manera se
construye como una población chora y esa choreza si tú quieres reforzada, subrayada: somos choros, mientras que hay otros que han
intentado finalmente construir su ser, su identidad, su sentir mas allá
de eso. Pero finalmente lo que rinde más, lo que da más estatus curiosamente es ser choro hueón y no ser un gil; pero se dan de lado y
lado relaciones y espacios compartidos, ya sean en las mismas pichangas que se juegan, ya sea en el mismo carnaval, a veces digamos
es importante el auspicio de los narco para poder financiar algunas
actividades” (Paulo)
“… hay una especie de determinismo (…) cómo personas que estaban
ligadas a valores por lo menos religiosos evangélicos, sociales, políticos profundos, a la resistencia a los derechos humanos a la movilización de la mujer o a grupos de base, iglesia etc.; comparten íntimamente una mesa todos los días o comparten una fiesta, o un campo
deportivo, todos los días o de vez en cuando. Eso es muy increíble, es
verdad, y yo creo que es parte de la identidad de la Emergencia, en
particular no es de ninguna otra, en otra se da de una manera diferente. Yo creo que no hay expresión histórica en este momento como
para desarrollarlo, no alcanza hoy día una interpretación, (…) pero
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ESCENAS DE LA VIDA URBANA EN LA LEGUA EMERGENCIA: NARCOCULTURA Y AMBIVALENCIAS IDENTITARIAS | R. GANTER
es una cuestión totalmente loca, de no explicarme (Paulo)
Pero sobre este último aspecto consignado, es importante detenerse y profundizar ciertas descripciones e interpretaciones, sobre todo en lo referido a esta
suerte de sedimentación histórica ligada con la configuración de una alianza
tácita, complicidad territorial, sociabilidad entre pobladores y el mundo del
hampa tradicional. En ese sentido, la señora Cali, quién lleva más de 50 años
viviendo en el pasaje Venecia de la Emergencia, recuerda lo siguiente de los
primeros años en la población:
“… sabe usted que eran lanzas y choros internacionales, pero usted
no me va a creer señor: eran unos caballeros, porque aquí en mi
casa mi esposo pertenecía al Club Condorito. En ese club se hacían
malones, nosotros desocupábamos esta casa y lo hacíamos aquí, pidiéndole permiso a los vecinos por supuesto, y se hacían cocimientos,
todas esas cosas en el patio. Mandábamos a guardar las cosas a los
lados, con los vecinos, claro que no teníamos tantas cosas como ahora (…) entonces salían para afuera del país, eran internacionales, y
nosotros hacíamos los malones aquí y ellos gastaban cualquier plata.
Candidaturas a reina que se hacían para el Condorito, se hacían malones para juntar votos que se competía con otros clubes; entonces
pasaban ellos, como se ponían letreritos, decían ellos: - qué hay un
malón… ah ya, nosotros a la noche estamos- Pero nunca, nunca ellos
faltaron el respeto, nunca, nunca un garabato” (Sra. Cali)
Sobre esta misma situación la señora Cali, como le dicen en toda la Emergencia, recuerda con picardía muchas anécdotas y particularmente destaca un
rito que complementa las experiencias y espacios compartidos descritos anteriormente, y que alude al Piojo: un histórico y reconocido choro, un personaje
del pasaje Venecia:
“Era gente correcta, era tratable, porque yo me acuerdo, -no sé si le
conversaría del Piojo, que le decían porque era chiquitito- pero ellos
salían para afuera (…) aquí vivió el Piojo que le decían, era un caballero, nunca insultó a nadie, él salía todas las mañanas con su terno
bien como cualquier persona: - ¡buenos días vecina!- ¡Hola vecino!
¿Va ha trabajar vecino?-. - Sí voy a trabajar vecina-. Sí po, si voy a
trabajar nos decía, pero nosotros sin maldad” (Sra. Cali)
Por su parte, la señora Irma, madre de la única joven detenida desaparecida
de la Emergencia, recuerda que cuando su familia llegó a la población en los
años ‘70 no había grandes conflictos entre los vecinos y los lanzas eran respetuosos, se reunían en la calle a pasar el rato sin generar problemas con otros
grupos de vecinos:
“Bueno, cuando nosotros llegamos casi no habían problemas… Ni los
lanzas que hay aquí eran como son ahora. Eran muy decentes, bien.
Me acuerdo que allá ajuera había un árbol bien grande que era de la
Anita. Ahí se ponían a jugar a todo. Ahí no se oían garabatos como
ahora, nada de peleas, ellos eran bien respetuosos” (Sra. Irma)
La señora María, de la agrupación de mujeres Alihuén, agrega que esta cultura
ligada al mundo del hampa siempre ha existido en la población, con la diferencia que antiguamente las personas que se dedicaban a estas actividades eran
respetuosas y muchas veces se sentían protegidos por ellos:
“Siempre ha habío delincuentes en la Emergencia, siempre. Pero el
delincuente que había antes defendía mucho a la gente de aquí mis-
170
ESCENAS DE LA VIDA URBANA EN LA LEGUA EMERGENCIA: NARCOCULTURA Y AMBIVALENCIAS IDENTITARIAS | R. GANTER
mo (…) eran más respetuosos, no la pasaban a llevar como la pasan
a llevar como ahora” (Sra. María)
El propio Héctor, ex lanza internacional y actual comerciante de la feria de La
Legua, realiza una actualización y distinción entre el ladrón y el choro. El ladrón roba y el choro además de robar, también es conflictivo y peleador y por
lo mismo tiende a faltar el respeto. De ahí que hoy en día el oficio de ladrón se
encuentre un tanto en crisis, tal cual se manifestaba al interior de la tradición
del hampa presente en la Emergencia de los años ‘50 hasta los ‘80; pues hoy
predomina con mayor fuerza el perfil del narco-choro, desplazando de manera importante a la otra tradición y generación. En otras palabras, como ya se
planteó en otras secciones del presente capítulo, es posible ir reconociendo un
proceso de reacomodo de la prácticas y los imaginarios urbanos en el marco
de un proceso de modernización estructural, que también es cultural y que por
tanto tiene su co-relato al interior de este estrato de sociabilidades territoriales
que aquí analizamos.
De este modo, Héctor reconoce que antiguamente había una especie de pacto
tácito entre el mundo del hampa y los pobladores, una tregua, un código de
honor que siempre fue respetado y que estaba asociado con la prohibición de
generar algún daño o perjuicio a los propios pobladores de La Legua. Pero
esta suerte de pacto tácito ha ido cambiando en el tiempo y ya no se respetan los códigos que alguna vez predominaron entre vecinos-trabajadores y
vecinos-ladrones; como efecto de la situación que anteriormente se explicaba.
Héctor Recuerda:
“… cuando yo estuve metío en esto… después cuando caché un poco
esto de metío en la delincuencia, el “choro” era el que echaba la “chorea”, no era “choro” el que andaba robando; sino el que andaba peleando, el que andaba eh (…) faltando el respeto. Ese era “choro”, el
que echaba la “chorea”. Ahora, siempre, siempre se ha sabido que la
Emergencia se caracterizó porque habían ladrones, pero… era otra
cosa, había más respeto entre los ladrones y los que no robaban. Se
respetaba eso y fue cambiando así como el sistema (…) es que los
jóvenes de ahora son eh… tienen otra mentalidad más abierta, más
delictual. Niños de 14 años andan armaos” (Héctor)
Sobre la anterior distinción, también es posible realizar otro alcance
a partir de un segundo estrato de marcadas diferenciaciones, que se expresan
en la actualidad entre el choro-ladrón y narco-choro. Esto queda de manifiesto
en el emblemático caso de Humberto Ruiz, del pasaje Santa Elisa: el Loco Ruiz,
quién según la prensa muere en un ajuste de cuentas entre narco-traficantes,
el año 2004. No obstante, para su velorio y funeral se le permite el acceso a un
canal de televisión para que filme su velorio en su propia casa. Todo ello, con el
objetivo de limpiar su imagen y desligarla del narco-mundo. Estas distinciones
se pueden apreciar en las propias palabras vertidas por uno de los familiares
directos de Humberto Ruiz:
“… era choro, era ladrón, pero no traficante, porque de ladrón a traficante hay una gran diferencia... el loco era entero de choro, fue siempre respetuoso con toda la gente; así que no se venga a decir que el
loco era traficante (...) porque el loco fue siempre ladrón, fue choroladrón toda la vida (...) él siempre le ayudó a mí Mamá, siempre tiró
para arriba, siempre ha luchado por su causa mi hermano, siempre
toda la vida ha sido ladón” (familiar Humberto Ruiz Catalán, Pje.
Santa Elisa).
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ESCENAS DE LA VIDA URBANA EN LA LEGUA EMERGENCIA: NARCOCULTURA Y AMBIVALENCIAS IDENTITARIAS | R. GANTER
En suma, las metamorfosis y transiciones susceptibles de identificar al interior del mundo ligado con la “criminalidad” en la Legua Emergencia, se han
desplazado históricamente desde el lanza y ladrón tradicional e internacional,
el que respeta y se hace respetar; pasando por el actual choro-ladrón, un tanto
más agresivo, pero que continúa orientándose por un código valórico y de acción inscrito en una tradición y obviamente viviendo del robo; al narco-choro
más joven y violento, con un código cultural mucho más instrumental, más
sujeto a estéticas y consumos que a valores y convicciones perdurables. Pero
lo relevante en este punto, resulta ser la constatación de que de un modo u
otro las interdependencias entre pobladores-trabajadores y pobladores-delincuentes; las complejas y tácitas articulaciones y pactos; la permeabilidad de
los tráficos entre mundos opuestos, pero interdependientes; constituyen un
dato empírico que nos permite continuar en la línea de exploración propuesta
por esta investigación.
En la actualidad, según plantea la señora Cali, a pesar de que las cosas han
cambiado bastante y hoy el respeto no predomina tanto como antes, y los tipos
de vínculos tienden a ser mucho más instrumentales; existen narco-vecinos que
tienen un trato muy amable y considerado con ella:
“… sí, porque yo he tratado personas que yo sé que son, pero tampoco les sé el nombre y siempre: - abuelita - . Abuelita pa ya, abuelita
pa ca y como le digo, mi nieto tiene su negocito ahí que él trabaja y
la señora lo atiende, y - abuelita véndame un cigarrito -. Y a veces
está cerrado y les digo que está cerrado, pero: - si usted tiene llave
abuelita -. Así muy respetuosos, yo con mi persona son muy respetuosos” (Sra. Cali).
Algunos pobladores se perciben protegidos por los narco-vecinos en determinadas circunstancias, pues –paradójicamente- se plantea que se vive tranquilo
junto a ellos, incluso es absolutamente legítimo tener relaciones de sociabilidad
con muchos de ellos; el problema son las balaceras no ellos, ni su negocio:
“… en realidad a uno no le hacen nada. Eso es porque uno vive tranquila con ellos. Y a veces también, cuando… también de repente se
siente un poco protegida” (Sra. María)
“Dentro de La Legua uno sabe que uno se puede juntar con un traficante, o juntar con un ladrón y al final uno como persona, siempre y
cuando tenga conducta lo respetan a uno”. (Juan)
“Lo que pasa es que, por ser… hay gente que está metida en la droga,
pero resulta que uno los ha visto crecer ¿me entiende? Son… uno los
conoce de chico, que ahora se han metido a esto. Entonces, uno siempre está con ellos, o sea los saluda”. (Sra. Nelly)
Lorena sabe perfectamente que se trata de un negocio ilegal y lo rechaza desde
ese punto de vista, pero justifica decididamente a las mujeres que muchas veces
están en una situación de abandono y desesperación, y están forzadas a sacar
a su familia adelante. Y esa justificación y contradicción es un aspecto del cual
ella es muy conciente, por lo tanto no se trata de estar en contra de los narcos,
pero sí se trata de recuperar espacios; ello a pesar de que se encuentra amenazada de muerte:
“… entonces todo eso se va tornando un negocio cachai, se va tornando un negocio y de hecho se va transformando en una fuente laboral
cachai, pa mucha gente. Entonces cuando hay una persona que tiene,
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ESCENAS DE LA VIDA URBANA EN LA LEGUA EMERGENCIA: NARCOCULTURA Y AMBIVALENCIAS IDENTITARIAS | R. GANTER
no sé po ’40, ‘50 años, una mujer y que no tiene, que está llena de
críos y que no tiene como darle a los hijos, obvio que va a caer en eso
cachai; sin querer o con querer cachai, pero va a caer po, porque es lo
más fácil cachai, es lo que tiene más cerca. Entonces… eh, ahí donde
a mí me entra como un cuento de contradicción (…) se supone que es
malo y tenís que estar en contra cachai, pero nosotros descubrimos
que la misión de nosotros no era estar en contra de ellos, sino solamente recuperar espacios, cuando fue formada la Red” (Lorena).
La señora Rosita, de la RED OLE, está conciente de que los narcos son gente
muy solidaria y que muchas veces en situaciones de desgracia familiar, llegan
a cooperar sin condicionar su ayuda, es decir, pueden llegar y equipar de una
sola vez una casa:
“… ésta es gente muy solidaria, los traficantes. Por eso que tanto los
protegen, porque ponte tú un caso: a una familia se le quemó la casa
y les trajeron de too, les armaron la casa de nuevo y too con plata que
venía de ahí ¿me entendís? Nadie pregunta si quieren o no, sino que
llegan y traen. Velorio, así de gente pobre igual, si no tienen pal cajón
hablan con esta gente, cualquiera de los mismos que están involucrados y vamos consiguiendo cosas” (Sra. Rosita)
Guillermo, de Radio la Ventana, no se avergüenza por haberse criado entre delincuentes o por tener vecinos y amigos delincuentes, siente que lo respetan y
aunque no se auto-percibe como alguien que ampara la delincuencia, tiende a
comprender la situación del joven que practica el narcotráfico:
“… yo tengo amigos que son delincuentes, yo me crié con amigos que
son delincuentes cachai, y ¿cómo se llama? Todavía soy amigos de
ellos y converso en la calle, y puta yo siempre les he respetao su condición y ellos siempre me han respetao a mí cachai, (…) no es que esté
amparando la delincuencia, (…) la gente de afuera no lo entiende, pero
yo entiendo a ese cabro que está traficando hoy en día” (Guillermo)
El Lulo, más directamente plantea –desde una trinchera radicalmente opuesta
a la forma de vida de los narcos- que ellos son vecinos y que a pesar de todo,
los pobladores saben convivir con los narcos y compartir múltiples espacios
de la población. Por su parte, aunque no valide la opción de los narcos, el Lulo
no deja de experimentar una extraña sensación para él, y se hace cargo de dicha anomalía sin grandes complicaciones; pues pareciera ser que este hecho
ya forma parte de lo que podríamos llamar un modo de habitar particular y
muy propio de la población la Emergencia, donde pobladores y narcotraficantes
construyen una sutil película de sociabilidad, que tiene como algunos de sus
contenidos básicos: la territorialidad, la genealogía, el respeto y la autonomía.
Aunque dicha película de sociabilidad se encuentre en una dialéctica interna de
suturas y fisuras ininterrumpidas en el espacio y el tiempo:
“… la verdad, para nosotros el narcotráfico no es tema, o sea el narcotráfico es tema de los hueones que tiene que ser tema. O sea del consumidor; del que sobrevive de una u otra forma haciendo lo que está
haciendo; de la autoridad, si es que le preocupa realmente el tema;
pero más allá no, pa nosotros no es tema, o sea nosotros como te dije,
es un vecino. (…) con el narco se sabe, es raro cachai, porque con el
narco se sabe convivir a pesar de todo, es raro; con el narco a pesar
que nosotros sabemos que no es nuestra opción y tampoco la validamos, el loco no es nuestro enemigo. Puede haber un narco que sea vecino de casa, o vecino de al frente, o 10 cuadras más allá; el loco sigue
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ESCENAS DE LA VIDA URBANA EN LA LEGUA EMERGENCIA: NARCOCULTURA Y AMBIVALENCIAS IDENTITARIAS | R. GANTER
siendo nuestro vecino, lo saludamos y él nos saluda, lo respetamos y
él nos respeta. O sea, acá la ley entre la gente de la calle, cada cual
cuida su negocio como sabe. (…) yo no me meto en su negocio y él no
se mete en el mío, incluso ahí hay como un respeto que es mucho más
por debajo de la mesa y eso sí que es raro cachai. Porque muchos de
sus hijos están en nuestras actividades; muchos de sus hijos escuchan
nuestra radio; muchos de sus hijos llegan a la escuela libre; muchos
de sus hijos llegan al grupo scout; muchos de sus hijos llegan como a
distintas actividades que nosotros hemos montado, cachai” (Lulo)
Por otra parte, en torno a esta escena ligada al narco-mundo se comienza a construir una narrativa muy consistente y significativa de parte de los pobladores.
Lo singular de esta narrativa se asocia con el hecho de que es compartida tanto
por pobladores que militan dentro del narco mundo, como por vecinos que se
organizan en La Legua con el objeto de ganarle los espacios públicos a la narcocultura; es decir, gente que participa activamente en organizaciones como: la
RED OLE, clubes deportivos, organizaciones religiosas y culturales, redes de
comunicación popular, militantes de partidos políticos de La Legua; artista populares, etc. Esta narrativa se materializa en una cierta tolerancia y justificación
del narco-mundo y su presencia en la población, no con su despliegue armado;
sino con sus actividades, con sus dilemas y por sobre todo, con sus personas.
Esta narrativa –aunque puede percibirse desde fuera como un contrasentidono es lineal y también posee varios niveles, destacando una de solidaridad-justificación social, una económica y una familiar, con el narco-mundo.
En lo social el narco-mundo es justificado, planteando que las oportunidades en
este país no son suficientes, especialmente para los que pertenecen a territorios
tan estigmatizados como el de la Emergencia. Éste, se expresa en que no es posible comparar el actual sueldo mínimo, con las ventajas y beneficios que ofrece
pertenecer al mundo narco, particularmente tratándose de los jóvenes:
“… entonces después de meter presos a los papás, los cabros ¿qué van
a hacer? La gente qué va a hacer, si aquí en este país no hay oportunidades. Pa los mismos jóvenes, qué oportunidades reales hay pa los
jóvenes. ¿Dónde está toda la cesantía? Está en los jóvenes (…) Ese es
un problema social, porque yo vivo con ellos, viste. Yo vivo con que
mi vecino es delincuente, mi otro vecino está en la cárcel y yo sé la
cuestión. Entonces ¿cómo le vai a dar unas dos gambas? O sea, un
trabajo a mi vecino hueón que con dos gambas, con 3 cabros chicos,
no te va a vivir una persona. Hay todo un problema aquí en La Legua” (Guillermo)
“… yo creo que el narco traficante le hace daño a la sociedad, esa es
mi posición cachai, pero el hueón te gana en un fin de semana quinientas lucas, un millón de pesos” (Jaime)
“… sabe -me dice- yo estoy aquí porque yo quería una casa y yo trabajando como obrero no iba nunca poder tener mi casa. Y yo ahora
trabajando 2 meses ya tengo mi casa. Cachai lo que da la droga. Y si
la droga, en un día las personas cuando estaba bueno, (ellos dicen)
cuando estaba bueno el negocio se podían ganar prácticamente más
de 1 millón de pesos diarios cachai, y entonces también ahí, también
ahí me entra todo un cuestionamiento mío cachai. Porque yo estoy
en contra de eso cachai, a mí no me gusta todo lo que significa la
droga cachai; pero yo también entiendo que gracias a eso hay mucha
gente que ha podido tener sus cosas cachai, ha tenido casa eh… son
un poco, no son tan inteligentes como debieran ser porque podrían
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ESCENAS DE LA VIDA URBANA EN LA LEGUA EMERGENCIA: NARCOCULTURA Y AMBIVALENCIAS IDENTITARIAS | R. GANTER
invertir en otras cosas más. No sé, que le dieran como más futuro
estudios cachai” (Lorena)
“… pero yo creo que aquí hay una cuestión de país: la pobreza, el
hacinamiento, la falta de oportunidades, hace que la gente caiga en
lo primero que venga” (Sra. Rosita)
En materia económica la justificación del narco-mundo se liga con el hecho
de que todo el dinero que llega y se genera producto del negocio del trafico de
drogas en la Emergencia, luego circula en la misma población y se re-distribuye
en beneficio de gente y las actividades que no se encuentran directamente involucradas con el narco-tráfico, y esto va configurando una especie de “circulo
vicioso”, donde se van generando empleos de colaboración periférica al mundo
del narco, se pueden obtener beneficios para las micro-empresas de la Legua,
pasando por el comercio territorial, hasta el auspicio de las propias organizaciones comunitarias de la Emergencia:
“… si tú sacai el narcotráfico de aquí, (…) dejai a mucha gente sin
pega a la vez; que no vende ni guarda, pero tienen trabajo. Gente que
les lava, gente que les plancha, gente que le hace la comida cachai;
hay montón de gente que les trabajan a ellos cachai directamente.
Hay personas que venden almuerzos, hay gente que cuece y que le
cuece a los locos, que hace ropa y le hace ropa a los locos (…) es un
círculo que todos se benefician, los comerciantes de aquí” (Alexis)
“… un traficante le da pega a toda esta gente, porque va a tener siempre gente que le cuida a los cabros chicos, gente que le lava, gente que
le cocina, gente que le cuida el negocio, gente que le avisa si vienen
los pacos o no. Entonces ya son 6 - 7 personas que trabajan pa ellos
cachai” (Lorena)
Por su parte, la justificación del narco-mundo a partir del factor familiar, se
explica particularmente con los niños, niñas y jóvenes de la Emergencia, que
quedan en una situación de abandono y desprotección una vez que sus padres y
familias que son apresadas por la policía. En ese sentido, se elabora un discurso
que tiende a comprender el camino y la opción de muchos niños y adolescentes
por seguir con el negocio de sus padres, pues la sociedad y el Estado aparecerían en escena para desplegar su rostro más punitivo; olvidándose de la protección, el bienestar y el cuidado de estos jóvenes y niños. De ahí, que se tienda a
entender las actitudes de los llamados “niños pistoleros”.
“Muchos de los papás están presos, entonces cómo queremos que la
situación cambie si tampoco los cabros chicos tienen una oportunidad. Este centro se creó también por eso mismo, buscando una forma
de sanar heridas tanto físicas como mentales, porque en realidad la
mayoría de la población yo creo que tiene unas heridas tremendas.
Porque a quién le va a gustar ver a alguno de sus familiares con un
arma o preso, o muchos muertos, cuántos muertos llevamos, entonces…” (Sra. Rosita)
“… la banda ésta de los Cara de Pelota, fueron procesados ellos. Se
desarmó toda la familia, pero dejaron como a 3 cabros chicos y ellos
han sido criados por vecinos, amigos. Y esos cabros ahora son adolescentes cachai, tienen 14 - 15 años y a esos cabros no les queda otra
que agarrar pistola y parase en la esquina y seguir siendo y seguir
esa opción pa poder defenderse, pa poder sobrevivir cachai. Entonces
no sé si es tan cuestionable la actitud de los cabros en el fondo, cachai.
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ESCENAS DE LA VIDA URBANA EN LA LEGUA EMERGENCIA: NARCOCULTURA Y AMBIVALENCIAS IDENTITARIAS | R. GANTER
Si al final es lo que le ha tocado vivir, ellos no han tenido otra opción
tampoco en la vida, no han visto nada más que eso; entonces por eso
que es complicado de repente hacer como un juicio a esto” (Lorena)
“… bueno, yo acá en la población, yo conozco hartos cabros que ahora
son así y eran (…) Los conozco de chicos y se han ido, eh (…) echando
a perder con el tiempo. Entonces bueno, casi todos han tenido también ¿cómo te puedo decir? Si nos ponemo a mirar del punto de vista
por qué empezaron, casi son todos cabros con problemas. Mamás
que están presas, papás que están presos, papás separados, hijos
abandonados. Es que son cabros igual, que a las finales han tenido
(…) que no les queda otra cosa también que hacer. Si están solos, no
tienen familia, están todas presas. La mayoría de los casos si te poní
a pensar, son papás metíos en la droga. Igual a mí me da pena por
ser… de ver el cabro que es chico, de doce o trece años, y la mamá
¿cuántos años lleva allá adentro? ¿Cuántos años lleva presa? ¡Qué
van a hacer esos cabros! ¡Puros hermanos chicos solos! Entonces, ahí
se produce la lástima y cuando disparan se produce el odio pu. Entonces, hay un contraste” (Sra. Carmen)
En otro plano, es posible observar la configuración de un campo de ambivalencias afectivas con el narco-mundo, a partir de la práctica del fútbol y otras experiencias y espacios de cruce identitario. De este modo, el fútbol en la Emergencia
es más que una simple actividad o pasatiempo propio de los fines de semana. El
fútbol en la Emergencia es un espacio de encuentro y de cruce cultural e identitario, pues a partir de la configuración de los espacios de la “narco-pichanga”,
los partidos semanales y los campeonatos locales, se abre una zona fronteriza
para el intercambio de experiencias sociales y culturales; algo así como un espacio público a través del cual se pacta tácitamente una tregua al conflicto, un
estado de excepción donde provisoriamente es posible reconocerse como parte
de una totalidad, aunque precaria y circunstancial.
San Fútbol: “Cuando me preguntaron cómo nos relacionamos los legüinos con el fútbol, me sentí como muy ajena al tema y para buscar
respuestas me introduje a fondo a la vida futbolera de mi población. Justo venía el fin de semana santo y acá se revoluciona todo; los hombres prácticamente no existen en las calles en esta fiesta y es que el
campeonato santo entre los clubes de la población y sus alrededores,
se juega en esta fecha. Yo, sin conocimiento acerca de este tema, fui
a la cancha. Ahí supe donde estaban los hombres desaparecidos, mis
hijos con su papá, mis amigos y hasta el Juanito de la verdulería,
que apenas se acercó la hora, cerró su negocio sin importar que aún
era temprano, y es que en esta fecha ellos tienen justificación. Justo
cuando fui era el clásico de La Legua: el Norambuena, el histórico
club de La Legua Emergencia y el Legua Júnior, un equipo de la Legua Nueva. Yo no entendía mucho, pero me fue inevitable entrar de
lleno a la emoción y sin darme cuenta me vi gritando por el Norambuena, que pertenece a donde vivo y con ello, al nerviosismo propio
de estos clásicos. Todo era emoción, gritos. Todos los jugadores sentían la presión del
publico, miré a mi alrededor y me sorprendí de ver aquellos que en
la semana se odian a morir, e incluso algunos de ellos no pueden toparse en la calles de la Emergencia porque son de bandas enemigas,
pero allí todo estaba olvidado. De pronto era la tregua, en vez de la
Legua. Y gocé el saber que se podía tener este encuentro, aunque sea
un momento en que los pobladores de mi Legua eran sólo amigos.
176
ESCENAS DE LA VIDA URBANA EN LA LEGUA EMERGENCIA: NARCOCULTURA Y AMBIVALENCIAS IDENTITARIAS | R. GANTER
Mientras hacía este análisis desperté de un grito y era: ¡gol…! Y es
que La Legua Júnior le había hecho un gol al Norambuena, y con ello
pasaban a la final. El pobre árbitro no le quedó pariente pa saludar
de parte de la barra, y yo estaba en la barra contraria. Pero esos
jugadores, los mismos que veo en la población en diferentes actividades: algunos microempresarios, otros obreros de la construcción,
unos volados (que antes para mí no hacían nada más) y también algunos que venden la droga, que tan famosos y mediáticos nos hacen; todos ellos eran los jugadores estrellas y se entregaban al partido
como si fueran el más grande de los equipos, y así era en estos momentos. Ningún clásico profesional o mundial se comparaba a éste.
Este clásico nada le envidiaba al Colo o la U., y mientras los gritos
de alegría y adrenalina a mil, gritos de gol me hacían salir de mi
tan pensado análisis. Y es que el Norambuena había dado vuelta el
partido y con esto aseguraba la final, la gente comenzó a retirarse, el partido había terminado. ¡A preparar la gran final! que por cierto,
no pudo ganar” (Testimonio: Lorena Rojas M.)
Lo propio parece suceder con los espacios de la feria; de las comunidades Pentecostales; los funerales; las fiestas infantiles; cumpleaños; las fiestas patrias y
de fin de año, y por cierto el espacio del Carnaval de los 500 tambores, donde
es lícito traficar afectividades y (con) vivencias con el que se encuentra al otro
lado de la trinchera, configurándose escenas territoriales que permiten y visan
la “promiscuidad identitaria”.
En lo referido al Carnaval, Alexis nos plantea la existencia de un circuito subterráneo del cual todos se benefician. Tanto así, que el propio Carnaval ha contado con más recursos y posibilidades cuando los grandes traficantes han estado
libres, realizando aportes y donaciones importantes para montar las actividades; no obstante, cuando los han tomado presos los efectos en el Carnaval también han sido significativos:
“… es un círculo que todos se benefician, los comerciantes de aquí;
(…) nosotros el primer año del carnaval (…) estaban todos los narcos afuera, hicimos noventa mil pesos en el recorrido y el año después hicimos veintitrés mil pesos, cachai, equilibrai hueón. Porque
el primer año estaban todos afuera, pasamos por una calle y un
hueón saca así una bolsa de monedas de 50 y las echó; otro hueón
va se mete las manos al bolsillo y echó como cinco billetes al tarro
que teníamos” (Alexis)
En el caso de las iglesias evangélicas resulta ser un fenómeno bastante extendido, pues se sabe que un componente importante al interior de la narco-cultura
es su fuerte sentido de la fe, la cual se expresa como narco-religión, y en ese
sentido -en la Emergencia- los narcos son activos participantes al interior del
mundo pentecostal:
“… el mundo de los narcos es muy creyente y van a los templos evangélicos, porque aquí hay unos que vienen a veces. Nuestros hermanos
evangélicos no los interpelan, nosotros no solamente rezamos por los
drogadictos, rezamos por los traficantes (…) para que cambien de
actitud, que dejen de vender la droga y de matar a los jóvenes de
nuestra población (Padre Gerardo)
“… según ellos, creen que van a ser salvados por el diezmo que dan.
Entonces, va gente de toda ¿cachai? De… de las que trabajan en su
“trabajo”, que ellos saben. Porque si hay tres reuniones en la semana,
177
ESCENAS DE LA VIDA URBANA EN LA LEGUA EMERGENCIA: NARCOCULTURA Y AMBIVALENCIAS IDENTITARIAS | R. GANTER
los tres días hay que ponerse. Y tú sabí que nadien quiere ser menos,
sobre todo la gente que “vende”. Nadien quiere ser menos. ¡Pucha! Si
uno da cinco, yo doy diez po. Y así po, competencia.” (Fresia)
En relación con las celebraciones como por ejemplo el día del niño, Keko, integrante de la batucada Furia Legüina, nos cuenta que uno de los espacios que
convoca y reúne a la mayoría de los pobladores de la Emergencia, lo constituyen
precisamente las actividades que tienen como protagonistas a los niños de la
población; configurándose en un espacio de frontera e intercambio entre vecinos que muchas veces se encuentran en bandos opuestos.
“… todas esas personas se reúnen cuando están haciendo algo por los
niños cachai (…) es como si hacen algo con ellos cachai (…) una vez
que hicieron algo en la red cachai, fuera de la Red, que trajeron de
esas cosas inflables cachai, que se tiran de arriba, esos juegos inflables (…) Trajeron dos de esos y estaban regalando dulces, cachai, pan
de pascua, actividades pa’ los niños (…) La visión de nosotros no es
tampoco cambiar a los narcos, es como darle una mirada a los niños
en realidad, que son los que van creciendo y que si van viendo cosas
distintas, les va a ir quedando e interesando” (Keko)
“… yo me acuerdo las celebraciones para el día del niño, las tizadas. Se mostraban películas en las calles, (…) los mismos traficantes se acercaban y te ofrecían bebidas, o sabe: - aquí tiene, vaya
a comprarle bebidas para los cabros chicos-. Ellos costeaban un
poco, (…) muchas veces no se les aceptaba porque era como contradictorio si estai en contra, más encima estai siendo parte de (…),
pero era importante por otra parte que ellos se sintieran parte de
esta creación (Lorena)
En el caso de Gary, también integrante de la Furia Legüina, destaca un relato
donde es posible apreciar sus estrechos vínculos con muchos amigos que se
encuentran participando al interior del narco-mundo, y donde él recibe mucho
apoyo y simpatía con la actividad que desarrolla al interior de la batucada; a
pesar de que la Furia Legüina se ha organizado en estos últimos años con el
objetivo de recuperar y ganarle espacios al narco-mundo presente en la población, sobre todo a través del Carnaval de los 500 tambores y focalizándose en el
estamento infantil de la Emergencia.
“Si pu, igual los cabros que están metíos en la droga y casi todas esas
cosas, igual nos apoyan harto. Y ¡qué bacán así! Y cuando terminamos de tocar los dan un abrazo, por ser a mí pu, porque yo igual soy
amigo de varios locos metíos en la droga” (Gary).
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ESCENAS DE LA VIDA URBANA EN LA LEGUA EMERGENCIA: NARCOCULTURA Y AMBIVALENCIAS IDENTITARIAS | R. GANTER
Escena XIII: Fusión en el Carnaval
Contexto y antecedentes: la ruta
A modo de contextualización, Alexis y el equipo de la ONG La Caleta, particularmente Oscar Muñoz, recuerdan que desde el año 2005 se reúnen para lo que
es la coordinación anual del Carnaval en La Legua. De este modo, el Carnaval
nace con la intención de celebrar el inicio de la primavera y permear a la Legua
Emergencia de vida y color. Se convoca a otras organizaciones del territorio y
junto con ellos se trabaja en carros alegóricos; disfraces para los niños, niñas y
jóvenes; además de murales que pintan de colores paredes, fachadas y muros de
la población. Esto incentivó la articulación de una Coordinadora de Organizaciones Sociales, que se hiciera cargo de las distintas situaciones y problemáticas de
la comunidad, en especial la situación de abuso y maltrato hacia los pobladores,
por parte de las policías que intervienen en la Legua Emergencia. Así, se vienen
desarrollando espacios de reflexión y diálogos con abogados, representantes del
M. Interior y Municipalidad; de tal manera de incidir favorablemente en el respeto de los derechos urbanos y ciudadanos de los y las pobladoras de La Legua.
La buena evaluación de las actividades del año 2005, incentivó para que el año
2006 se diera continuidad a las actividades de activación Cultural y como lo han
señalado los propios protagonistas en las entrevistas enmarcadas dentro de la
presente investigación: producto de la participación en el carnaval de los 1000
tambores en Valparaíso, se le denominó 500 Tambores por La Paz y La Vida en
La Legua. De este modo, se gestionaron recursos e infraestructura que posibilitara una convocatoria a nivel comunal e inter-regional. Se ha buscado contextualizar el trabajo como la dinamización territorial de espacios socioculturales
en situación de violencia; se ha estimulado a los sujetos sociales con capacidad
organizativa para que contribuyan a la promoción de los derechos y al ejercicio
de la participación social, solidaria y asociativa.
Es así que en el 2005, para los 500 Tambores por la Paz y la Vida, llegaron 520
personas de distintos lugares de Santiago, 5ª y 7ª Regiones. A ellos se les involucró en espacios de aprendizaje, que permitieran dar cuenta de La Legua solidaria, organizada y generadora de vida comunitaria. Se promovió el intercambio de experiencias desde el traspaso de conocimiento experiencial y teórico, a
partir de los mismos niños/as, jóvenes y adultos implicados en la dinamización
sociocultural legüina. El año 2005 – 2006 participaron activamente: la Red
OLE, Jotelácticos, Casa de la Cultura, Teatro Emergencia, Legua York, Furia
Legüina, Taller Infantil Corazones Valientes y La ONG La Caleta.82
Así, con la asistencia de varias organizaciones sociales y culturales de La Legua, el
día 7 de septiembre del 2007 se realizó una reunión para organizar los pormenores del carnaval de los 500 tambores, que se haría en La Legua el día sábado 29 de
septiembre, en su tercera versión. La reunión tuvo lugar en la sede de la ONG La
Caleta, y en la ocasión se definieron funciones, responsables de las actividades y
áreas de operación y organización; a partir de territorios y comisiones de trabajo.
Se informó que vendrían muchas delegaciones de otras comunas y regiones, por
lo que se planificó con mucho detalle para que todo resultara bien. Sobre todo,
pensando en la alimentación, la seguridad, el traslado y la organización de eventos paralelos, etc. P. Farías, de ONG Caleta, asume la coordinación del evento.
En opinión del equipo de La Caleta y de la Furia Legüina, se ha visto que la disposición de la gente para participar en el Carnaval ha sido sumamente positiva
82
Revisar sobre estos antecedentes: http://www.carnaval500tambores.blogspot.com/
search/label/Historia
N°29: “Pasaje Karl Brunner – Carnaval 2007”
179
ESCENAS DE LA VIDA URBANA EN LA LEGUA EMERGENCIA: NARCOCULTURA Y AMBIVALENCIAS IDENTITARIAS | R. GANTER
y de mucha expectación, especialmente en las familias con niños pequeños.
El financiamiento del carnaval cuenta con autogestión, pero también se consiguen recursos públicos y de particulares. La misma corporación La Caleta,
aportó financiamiento.
De acuerdo con señalado por los organizadores, la Misión del carnaval se traduce en el fortalecimiento y el desarrollo organizacional, desde la perspectiva
sociocultural entre organizaciones sociales, comunitarias, culturales y artísticas; estimulando el ejercicio de la participación y el protagonismo de los niños,
niñas, jóvenes y adultos. Esto, con la finalidad de incidir favorablemente en la
dinamización cultural, desde los espacios y los sujetos sociales de los territorios
en contextos de exclusión social en Chile. Y también, ser un referente de articulación organizacional a nivel territorial, comunal, regional y nacional.
Participación y reporte: el trayecto
Faltan pocos minutos para las 10 de la mañana. Es el día del Carnaval en la
Emergencia. Esta vez, en su tercera versión 2007. En La Gran Avenida el cielo
de septiembre está radiante. Estoy esperando al Juan Carlos, que llegue con
el camarógrafo. Mientras tanto, yo me abastezco de agua mineral y algunos
pañuelos desechables para la jornada. Saliendo de la estación del Metro, veo
ascender a Juan Carlos y David, ambos con mochilas y un bolso para la cámara
y el trípode. Hacemos parar un taxi, guardamos los pertrechos en la maleta del
automóvil y nos encaminamos a la Emergencia.
- Por favor, vamos hacia el sector de Av. Las Industrias con Alcalde Pedro Alarcón -le indico al taxista.
- ¿Dónde es eso? -me replica el chofer.
- Población La Legua -le contesto.
Largos segundos de silencio. Yo a esa altura con tanto bolso metido en el auto y
nuestro anunciado destino, me pasaba el “rollo” de que el chofer nos despacharía a la calle en un segundo.
- Sí, le dije, a la Población La Legua…. tenemos que hacer una “entrega”.
Eso fue suficiente para que nos echáramos todos a reír y el chofer impulsara su
pie sobre el acelerador del vehículo.
- ¿Sabe cómo llegar no? -le pregunté.
- Sí, voy a “tirar” por Carlos Valdovinos para tomar las Industrias.
- Perfecto, nosotros nos bajamos en la misma Plaza de La Legua (Salvador
Allende).
Llegamos. Pasaban las 10:30 de la mañana y a esa altura ya se notaba el clima y
el movimiento en la población. Un paisaje con mucha gente sentada en la plaza;
grupos con vestimentas alegóricas; globos; dos zanquistas haciendo sus piruetas; gente de las organizaciones sociales, dando algunas instrucciones; alguno
que otro medio con sus camarógrafos, reporteros, periodistas, fotógrafos. A esa
altura no había ni un sólo patrulla, ni un sólo policía en las inmediaciones. Tampoco corría ni una minúscula brisa de viento, la atmósfera estaba detenida y yo
me sentía como recién acabado de alunizar, con la mochila sobre mi espalda y
un bolso en mi mano.
Esta vez no era tan imprescindible pasar “piola”. Así, con pertrechos y todo, nos
dirigimos los tres hacia el centro de la plaza para hacer unas tomas con nuestra
cámara, mientras de fondo ya retumbaban y se multiplicaban en el ambiente
unos redobles de tambores, cajas y bombos, que provenían de la escuela 480
que se encuentra en toda la esquina de la plaza.
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ESCENAS DE LA VIDA URBANA EN LA LEGUA EMERGENCIA: NARCOCULTURA Y AMBIVALENCIAS IDENTITARIAS | R. GANTER
Caminamos en dirección a la escuela, mientras yo me comunicaba por celular
con nuestro anfitrión: el Alexis; pues quería presentarle a mis amigos que ese
día me apoyarían en el registro audiovisual, y solicitarle –además- un espacio
para dejar parte de los equipos técnicos.
Cuando llegamos al acceso principal de la escuela, nos encontramos de frente
con el Alexis que estaba, entre muchas otras cosas, recibiendo a los invitados
y a las diversas delegaciones que ya se anunciaban y pasaban a registrase para
obtener su credencial. Alexis estaba vestido de blanco, parecía un monje o algo
así, pero en todo caso –para mucha gente- ya era un “gurú” a sus “veintitantos”.
Nos saludó muy afectuosamente y nos indicó rápidamente donde dejar las cosas, pues estaba demandado por múltiples requerimientos, ya que en esta versión del Carnaval era la batucada Furia Legüina, la que debía gestionar -como
anfitriona- casi todos los aspectos y comisiones de trabajo del evento. El Alexis
“la llevaba”. Un paso más en la consolidación y madurez, respecto de lo que
estaban haciendo como comunidad y organización.
Acto seguido, nos registramos y pasamos hacia el interior de la escuela. Dejamos nuestros bolsos y avanzamos. El edifico del colegio siempre me impresionó,
pues destaca frente al resto de la infraestructura de La Legua. El establecimiento cuenta con un hall de acceso, sala de profesores, sala multiuso, dos niveles
y un gran patio techado donde se encuentra la multicancha. Allí pudimos ver a
varias batucadas que ya se encontraban practicando. Subimos al segundo piso
de donde se puede observar la multicancha y filmamos los círculos de jóvenes
practicando diferentes ritmos, “repiques” y compases. En ciertos momentos,
el sonido era verdaderamente ensordecedor; no se podía escuchar nada salvo
los tambores, pues su sonido y retumbe se encajonaban al interior del patio del
colegio. Se podían contar alrededor de siete u ocho agrupaciones, todas tocando
en la multicancha, con sus vestimentas e indumentarias. Todas ellas integradas
por alrededor de 10 miembros, entre chicos y chicas. Donde destacaban diferentes tipos y tamaños de tambores, más la tutoría o guía para llevar los cambios de ritmo y las aceleraciones. En el patio de la escuela yo calculo que había
alrededor de unas 200 personas, entre batucadas y personas que se encuentran
mirando el espectáculo y los preparativos.
N°30: “Batucada Furia Leguina partiendo su
recorrido – Carnaval 2007”
N°31: “Disfrutando del agua – carnaval 2007”
En esos momentos, observamos que en una de las dependencias de la escuela se
estaba realizando un foro sobre temas de infancia. Allí se encontraba gente de la
ONG La Caleta, profesores de la escuela y varios niños y niñas. Estaban discutiendo sobre el rol de la educación en la sociedad chilena y sobre los problemas
que tiene el sistema educativo en nuestro país, y particularmente en lugares
como La Legua. Ello teniendo como contexto el escenario de movilizaciones y
“tomas” de liceos, que en esos momentos se desarrollaban a nivel nacional.
De ahí decidimos salir de la escuela y echar un vistazo a las calles de la Emergencia, saber qué es lo que estaba pasando en sus pasajes y con el resto de sus
actividades habituales y cotidianas. Volvimos a tomar la plaza y acceder por
calle Jorge Canning hacia el poniente, en dirección hacia la Av. Santa Rosa. A
pesar de que el sol caía vertical sobre nuestras cabezas, se observaban muchos
grupos de personas en la calle, niños y particularmente jóvenes. Algunos rostros conocidos, la mayoría desconocidos, había mucha gente de afuera de la
población. Los almacenes, botillerías, una que otra “cocinería” y locales de completos, estaban atendiendo a mucha gente. Nosotros nos instalamos a comer
algo en un local que está justamente en la esquina de Jorge Canning con San
Gregorio. A esta altura era imposible disimular nuestra cámara, que portábamos sin realizar filmación, pero en esta oportunidad resultaba menos complejo
portar tecnología audiovisual y exhibirla pues además de no ser los únicos en
esta situación, parecía dominar un ambiente más tolerante, ya que los mismos
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ESCENAS DE LA VIDA URBANA EN LA LEGUA EMERGENCIA: NARCOCULTURA Y AMBIVALENCIAS IDENTITARIAS | R. GANTER
chicos que suelen instalarse en las esquinas a gritarte que eres un “sapo”; ahora
estaban menos agresivos que de costumbre, como inscritos en una especie de
territorio liberado, en pacto, en un tiempo-espacio donde predomina la tregua.
Más aún, algunos de estos chicos nos preguntaban y decían: “¿de qué canal?”,
“¿de qué programa”? (…). Mientras otros gritaban: “déjalos tranquilos, no veí
que vienen a lo de la batucá”.
N°32: “Calle J. Canning – Carnaval 2007”
Caminando por la vereda norte de la calle Jorge Canning, en dirección poniente, se veía más y más gente en las calles. Destaca en el paisaje un escenario en altura, montado justamente al llegar al pasaje Juegos Infantiles, frente al quisco y
a la sede de la ONG La Caleta. En este espacio precisamente, el Carnaval cerrará
con un acto y diversas presentaciones. Justamente en esta zona que se define
como una zona de paz dentro de la Emergencia, por la cantidad de niños y niñas
que circulan desde y hacia La Caleta, nos detiene una mujer que nos advierte
que no pasemos hacia abajo porque nos pueden quitar los equipos y también
golpearnos. Frente a lo cual decidimos agradecer la advertencia y retornar hacia
el oriente por la vereda sur, donde destacan frente a las casas los pastelones de
cemento pintados de color verde, simulando los jardines de la población. A esa
hora de la tarde la gente comenzaba a “subir” hacia el sector de la parroquia y
la escuela 480. Hasta ahora ningún policía, ningún zorrillo, ninguna patrulla,
ningún carro blindado de Carabineros; aspecto que me pareció absolutamente
inusual en el contexto territorial de la Emergencia.
Habíamos alcanzado a realizar algunas tomas importantes del paisaje legüino:
sus estrechas casas; sus fachadas particulares; sus pasajes ciegos; sus automóviles; los múltiples taxis estacionados frente a las casas; sus murales; su gente;
sus esquinas abigarradas de ropa ancha; su esuela; los bomberos; el centro comunitario San Gregorio; la sede de la RED OLE; los diferentes templos evangélicos; las distinciones entre el sector 1 y el sector 2; el callejón de la muerte;
el pasaje Venecia donde vive el Alexis; los diversos almacenes y boliches; las
zapatillas colgadas del cable del alumbrado público; la plaza; la parroquia; el
club deportivo Magallanes; La Caleta; la cancha; el Teatro Emergencia, etc.
Sabíamos que entre tantas actividades paralelas, nos habíamos perdido el Encuentro de la Red de centros comunitarios y jardines infantiles, y también el fútbol callejero a las 14:00 hrs. Y ya nos encontrábamos al filo de la hora programada
para que se diera inicio al Carnaval. A eso de las 16:00 hrs. llegamos nuevamente
a la Plaza Salvador Allende. Nos encontramos con el Lulo, líder de la agrupación
Legua-York, quién nos invitó a participar en el taller de muralismo que se estaba
realizando en los muros que se encuentran en la parte posterior de la escuela,
pero del lado de la calle principal. Allí presenciamos diversos artistas, muralistas
y grafiteros, que se encontraban dándole vida y color a los muros de la población.
Destacaban muchos niños pequeños, colaborando activamente en las obras colectivas de los brigadistas. Efectivamente, se trataba de una población volcada a
las calles con un objetivo primordial: el contarse ellos mismos y a los “otros”, que
es factible la idea y la práctica de un “nosotros”, que otra Legua es posible y que
las calles son de todos y de nadie, al menos por un día.
En esta actividad el Lulo me contó que la organización de todo lo que estábamos viendo, era “heavy”. Pues atrás del Carnaval se encuentran operando varias
comisiones: de Seguridad; Comisión de Escenario, donde se montó un escenario 3x2, iluminación, personal de servicio, empalme eléctrico, escenografía,
camarines para las bandas, alimentos para las bandas, tramoyas, transporte de
bandas, almuerzo y traslados a los invitados; Comisión de Sonido; Comisión de
Transporte, con dos buses grandes, un mini bus, una camioneta, etc.; Comisión
de Alimentación: a cargo de la cocina e implementación de los menús (porotos
con longaniza o tallarines, ensalada y frutas); Comisión de talleres: foro so-
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ESCENAS DE LA VIDA URBANA EN LA LEGUA EMERGENCIA: NARCOCULTURA Y AMBIVALENCIAS IDENTITARIAS | R. GANTER
cial Chile infancia, muralismo infantil, diálogos sobre los derechos del niño y
percepción de sus barrios; Comisión Medios de Comunicación: para mostrar
un video del Carnaval 2006 y promocionar un enfoque sociocultural y no centrado exclusivamente en la droga; módulos de juegos infantiles en las calles:
maquillaje infantil, tren de la infancia y carros alegóricos, registro audiovisual,
etc.; Comisión de recepción y registro, con cerca de 1000 credenciales, fichas
de inscripción, etc. Toda una orgánica que se despliega a partir de diferentes
organismos territoriales y organizaciones de base, cuyo soporte primordial son
los propios pobladores de La Legua, comenta orgulloso el Lulo.
Aproximadamente a las 16:30 hrs. arranca el Carnaval, justo frente a la Plaza
Salvador Allende. Encabezando el desfile: La Furia Legüina, con todos sus integrantes vestidos de riguroso rojo y negro. Los múltiples tambores suenan al
unísono con un ritmo que estalla con el calor y el sudor de esa tarde de primavera. Es un gran corazón percutiendo, como si se tratara de un grito de urgencia,
de una “emergencia”; un cometa con su cola interminable nos arrastra en un río
de colores humanos por el universo de la población.
N°33: “Carnaval 2007 recorriendo los pasajes de
la Legua Emergencia”
Con cámara en mano ya estamos en medio de ese mar humano. Puedo escuchar
pitos, puedo ver payasos, máscaras, zanquistas, malabaristas, grupos folclóricos, carros alegóricos, niños y niñas disfrazados y agrupaciones de batucadas
al frente de la columna, que ya va tomando el sur como dirección de avanzada.
La Furia Legüina encabeza la columna y se organiza del siguiente modo: en la
primera línea puedo ver la fila de “repiques”, donde se instalan los miembros
más pequeños; después le sigue la línea de las “cajas”; más atrás se divisan
los “zurdos”, los tambores más grandes y más pesados, donde a su vez puedo
distinguir: la “primera” y la “segunda”, es decir, los pulsos, que son los responsables de la aceleración; al último, también alcanzo a divisar a la “tercera”, es
decir, los grandes tambores que llevan el ritmo. Gruesas correas se ajustan de
las caderas para sustentar el peso de los grandes tambores. La agrupación suma
más de 15 niños y jóvenes.
Una locomotora que forma parte de la columna, hace sonar su silbato. Una ola
de gente se pliega en el camino hacia la columna humana, mientras la densidad dentro del río humano aumenta la sensación térmica. Se ven agrupaciones
de danza andina, zamba y tropical bailando al ritmo de los tambores, que esta
vez reclaman una lluvia de sueños y esperanzas. Los globos consignan: “I Love
Legua”. Múltiples banderas de colores también se elevan sobre la columna. Las
murgas parecen estallar. Los coros se mueven en forma pendular. La marcha se
hace lenta, pero interrumpida, los cuerpos están encima. Juan Carlos se agarra
de la cámara. Nada representa un elemento de inseguridad. La gente está contenta. Son jóvenes, son niños y niñas; son madres con sus coches y sus bebés;
son abuelas; son católicos y evangélicos; son pobladores y traficantes; son legüinos y extranjeros; son reguetones y comunistas; son futboleros y batuqueros;
trabajadores y desempleados; organizados y angustiados; choros e infiltrados;
lanzas y artistas populares; toda la gran familia legüina y mucho más.
Las risas y los saludos son manifiestos, está toda la población en la calle, todos
los vecinos frente a sus casas saludando a los conocidos que van pasando: nietos, hermanos, amigos, vecinos, sobrinos, hijos e hijas. El recorrido programado consignaba las calles: Copihue, Prensa, Toro y Zambrano, Leal, Cabildo, Karl
Brunner, Jorge Canning, hasta Juegos Infantiles donde la columna debía empalmar con el escenario. Yo ya no me acordaba por donde marchaba. Ahí estaba
el Keko, el Gary, la Lorena, el chico Jaime, el Lulo, el Alexis y muchos otros más
que me saludaban sin yo saber sus nombres. No podía calcular con exactitud
cuánta gente participaba en la columna, peo yo no distinguía ni el principio ni
el final del río humano, eso ya me dio una dimensión del acontecimiento.
183
ESCENAS DE LA VIDA URBANA EN LA LEGUA EMERGENCIA: NARCOCULTURA Y AMBIVALENCIAS IDENTITARIAS | R. GANTER
Hasta ese momento del recorrido no había distinguido ningún policía y ya habíamos virado en dirección poniente con todo el sol frente a mis ojos. Parecía
que el poderoso repique de baquetas había silenciado las balaceras. Ni una sola
ráfaga, ni un sólo disparo al aire, ni un arma formando parte del paisaje legüino.
Junto a mis hombros se habían plegado unos mimos, que estaban haciendo de
mí una parte importante del espectáculo. Se veían muchos rostros maquillados
y diferentes tipos de máscaras. Casi al llegar a la esquina de Toro y Zambrano,
un vecino estaba lanzando agua con una manguera a toda la gente que pasaba.
La euforia era máxima. Aplausos para el vecino. A esa altura el taco era prominente, todos querían mojarse pero había que continuar avanzando. Luego doblamos por Toro y Zambrano hacia el norte, logrando burlarnos del sol. Ahora
alcanzaba a leer con mayor nitidez uno de los lienzos más grandes que encabezaban la columna: “Por el Derecho de Vivir en Paz”.
El recorrido hasta ese tramo ya había tomado cerca de una hora, con pausas,
interrupciones y avances dosificados de la procesión. Seguimos nuestro recorrido hacia el norte, empalmando con el pasaje K. Brunner, cercano a uno de
los límites ponientes de la Emergencia, a pocas cuadras de la Av. Santa Rosa.
Entrando por el pasaje K. Brunner se alcanza a divisar en la vereda poniente de
la calle, lo que fue el antiguo retén de Carabineros, instalado allí a principios de
los años ’50. Es una estructura de material sólido y es uno de los iconos de la
población, pues además de constituir una estructura que ha estado allí desde
el comienzo de la colonización, es un espacio que hoy ocupan algunas familias
indigentes como vivienda. Además, como parte del paisaje destaca el pasaje
Mario Lanza, en el sector oriente y perpendicular al pasaje K. Brunner. Este
pasaje es una de las zonas más degradadas de la población, pues es un pasaje
sumamente estrecho y oscuro, con una superficie de tierra, cuyas casas tienen
frente a sus accesos y ventanas un alto muro que colinda con bodegas y barracas
del sector que corresponde a la calle Alcalde Pedro Alarcón.
Los coros y las danzas no han aflojado, tampoco lo han hecho las batucadas y
murgas. Por ahí me encuentro con la Anita y el Timo, este último lleva en sus
hombros a uno de sus hijos. En esta parte el pasaje se pone estrecho, los vecinos y vecinas se encuentran sentados en el frontis de las casas, con sus puertas
y ventanas abiertas. Parecen disfrutar de los ruidosos y simultáneos redobles
de cajas y bombos. Las casas están pintadas de colores llamativos, algunas de
éstas tienen letreros y avisos en sus ventanas, ofreciendo helados a $100, otros
carteles señalan hacer costuras. Algunas casas de la vereda oriente han instalado estructuras permanentes o arquitecturas improvisadas, que prolongan sus
techos sobre la vereda del pasaje hasta llegar a la misma calle; ello con el fin de
protegerse del sol cuando se quiere estar sentado afuera de la casa, para evitar
el calor del verano que se encierra en el interior de las viviendas.
En el pasaje se hacen evidentes las miradas un poco más desconfiadas y desafiantes, de algunos espectadores que toman palco de modo más indiferente,
como esperando que pase y se desplace más rápidamente la multitud. Al llegar
a la esquina de K. Brunner con J. Canning, diviso una patrulla de Carabineros,
pero está en la frontera poniente de la población, casi al llegar a Santa Rosa.
También se hace evidente en el paisaje, la estructura de las bodegas de la CocaCola que se empinan sobe los techos de las casas y pasajes que están del otro
lado de la calle J. Canning, en el sector norte de la Población. Las esquinas a
estas alturas del recorrido, están apropiadas por grupos de cinco a seis varones
que fuman y observan el desarrollo del Carnaval; algunos intentan hablar por
celular, otros comparten una botella de cerveza. Juan Carlos me hace unas señas con la boca para que yo le indique al camarógrafo que no los registre. Dos
de ellos aplauden efusivos y con las manos en alto, los compases de tambores y
pasos de zamba de las chicas. Entonces, la locomotora queda detenida en calle
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ESCENAS DE LA VIDA URBANA EN LA LEGUA EMERGENCIA: NARCOCULTURA Y AMBIVALENCIAS IDENTITARIAS | R. GANTER
K. Brunner y la columna avanza doblando hacia la derecha por calle J. Canning,
es decir, en dirección oriente hacia Juegos Infantiles donde está instalado el
escenario, de donde ya se puede escuchar la música.
La columna empalma hacia la cordillera por calle J. Canning, el sol ahora está
a nuestras espaldas y precisamente comienza a desvanecerse la tarde. Por fin
se divisa el escenario. Las veredas de J. Canning están repletas de gente, es
un enjambre humano, la columna se funde con una multitud que permanecía
esperando la llegada de las batucadas. En la vereda hay grupos de personas en
torno a una parrilla de carne, otras en torno a cocinillas con diversas frituritas,
pizetas y líquidos. Se vende y se ofrece de todo. Los aromas son intensos y mezclados, el “carrete” ya había empezado. Nosotros llegamos hasta el frente del
escenario. La Furia Legüina ya estaba arriba tocando y agradeciendo al público.
Ellos dan la apertura oficial al acto. Luego sube a hablar el Padre Gerardo. Todo
el mundo grita y está en estado de euforia colectiva. Nosotros guardamos las
cámaras en nuestras mochilas y continuamos juntos y “apiñados” a la espera de
lo que vendría. El Lulo tenía el micrófono en sus manos, el “chico” Jaime estaba
en la conducción del “evento”. De ahí en adelante, es puro baile y éxtasis. Sube
el grupo “la Conmoción”. Luego se hace presente el folcklor local, con Tierra
Sagrada y una agrupación femenina, “Newen”. Por supuesto, los imperdibles
Legua-York, Chico Trujillo y cerca de las 21:00 hrs. la locura estaba desatada,
cuando sube el grupo “Mañana Me Chanto”, mezclando rastafarie y tropical. El
plato fuerte de la noche y cierre del evento, fue el grupo pachanguero “Juana
Fe”, al ritmo de letras que aludían al mundo de los chinchineros de Valparaíso,
trabajadores de la vega, cartoneros, etc. El baile y la fiesta continuó hasta muy
avanzada la noche.
“Close up”: la llegada
Como plantea el antropólogo Roberto da Matta (2002), el carnaval es un evento
intrigante y de difícil comprensión. La Legua no es Río de Janeiro, pero precisando las escalas, este carnaval legüino también tiene sus complejidades y
“ambigüedades”, tal cual las plantea el propio da Matta (2002). Superando la
noción sustancialista de lo popular que instalara Bajtin (1987) en su trabajo sobre el carnaval, da Matta se encuentra más atento a los cruces entre lo popular y
lo masivo, entre las racionalidades utilitarias y las afectivas. Este enfoque coincide con el planteamiento de esta tesis, en el sentido de examinar su propensión
hacia las mezclas y las ambigüedades entre diversos “círculos sociales”.
Pero más determinante aún para los supuestos de esta tesis, resulta ser que
el viaje por el rito del carnaval de la Emergencia, no sólo pone entre paréntesis el orden y el tiempo dominante, sino que permite que la(s) realidad(es)
de la Emergencia aparezcan como en un primer plano, pues muchas cosas
y relaciones sociales se expresan más exacerbadamente en este contexto, más
dramatizadamente; pero también más simuladamente, más encubiertamente y
por cierto, las ambivalencias pueden ser captadas con mayor realce y plenitud.
En otras palabras, se trata de una amplificación de lo que ya existe, una acentuación de las rupturas y las continuidades que arman la red de identidades y
vínculos de La Legua. Así, el carnaval opera como líquido de contraste, permitiendo mayor nitidez y aceleración de las fuerzas que constituyen al territorio en
tanto acontecimiento de la vida urbana.
De este modo, el carnaval de la Emergencia es por una parte, un carnaval de
clase; en lo referido a su fuerte y marcada composición, montaje y presencia
de grupos subalternos –en el sentido “gramsciano” del concepto-, lo que nos
lleva a plantear que éste forma parte de la producción social característica, de
lo que aquí hemos llamado el polo cultural que se configura en torno a una idea
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ESCENAS DE LA VIDA URBANA EN LA LEGUA EMERGENCIA: NARCOCULTURA Y AMBIVALENCIAS IDENTITARIAS | R. GANTER
o proyecto popular (G. Salazar, 1999) de fuerte inspiración territorial y puesta
en escena por las organizaciones y actores de base de La Legua.
Pero por otra parte, el carnaval también es fusión de sensibilidades, tráfico
de afectividades, disolución de límites entre lo que se puede estimar el deber
ser y el poder ser de una comunidad imaginada. Lo profano y lo sagrado. Lo
anterior viene a significar que el carnaval en tanto producción, génesis, historicidad, co-construcción y puesta en escena; eclipsa –en tanto tiempo y espacio
de la excepción- la configuración y expresión “concéntrica” de las subjetividades e identidades territoriales, dando paso a la paradoja y la ambivalencia entre
quienes “normalmente” se enfrentan desde trincheras opuestas. Este fenómeno
“disolvente”, no sólo se despliega entre polaridades declaradamente opuestas
que por cierto, antes, durante y después del carnaval disminuyen su fricción y
tensión reciproca; sino que también, opera disolviendo las fricciones al interior
de las propias polaridades principales. En otras palabras, el carnaval en tanto
espacio social aproxima, funde orgánicamente, aglutina “orgiásticamente”, tanto a traficantes como a pobladores organizados; pero sobre todo: disuade, resuelve y gestiona las tensiones y disputas entre las propias bandas de narcotraficantes y las propias rencillas entre los líderes y miembros de las diversas
organizaciones sociales de las tres Leguas, operando –el carnaval- como escena
de la tregua y la ambivalencia entre “círculos sociales” opuestos, pero al fin y al
cabo cruzados –en tanto “pobladores”- por un mismo territorio y una misma
memoria social, que se recrea y con-funde en las ambivalencias de carnaval.
Sobre este punto, da Matta (2002) plantea que el ritual del carnaval incluso
llega a diluir la oposición entre Dios y el Diablo, el lado luminoso y el lado oscuro de la comunidad; pues tanto en los momentos de la producción como en
la puesta en escena del espectáculo, ambas posiciones mezclan y combinan sus
energías en direcciones, visiones y acciones compartidas.
De este modo, también es posible observar pactos tácitos entre las diversas
posiciones en las cuales se participa, ya sea en la producción, planificación, difusión, en bambalinas, gestión, puesta en escena, cierre del espectáculo, colaboración simbólica, humana y material. El propio Alexis tiene muy asumido
que los narcos disfrutan del espectáculo, son seguidores de la Furia Legüina y
apoyan el carnaval de diversas maneras. Algunas veces económicamente, por la
vía de la “colecta” de recursos que se realiza en las semanas previas al carnaval
en la población; otras participando como fieles espectadores, involucrando a
sus familias, hijos pequeños, sobrinos, nietos y nietas, etc. Sin embargo, también el beneficio es interdependiente, pues el día del carnaval se genera en
la calle J. Canning un comercio de objetos diversos, alimentos, líquidos y distintos tráficos, que finalmente terminan por potenciar la economía territorial y
la identidad del carnaval legüino.
Desde otro frente, la autoridad estatal representada en el contexto del carnaval por la policía de Carabineros, debe muchas veces “tomar palco” en las
fronteras del territorio; observar lo que sucede sin inmiscuirse; no tomar ninguna responsabilidad en términos de seguridad, pues eso le corresponde a la
comunidad. Carabineros marca presencia en el carnaval de un modo sutil, no
provocativo, ese es el rol y la instrucción que tienen. Pero esto tampoco es casual, pues esta “salida de libreto” de Carabineros responde también al proceso
de organización del carnaval, donde los dirigentes de organizaciones sociales
se reúnen los días previos con diferentes autoridades, tanto políticas como policiales, para planificar el evento. Acordando cuáles van a ser los roles y responsabilidades de cada uno en el marco del carnaval. De esta forma, Carabineros al igual que la prensa, no constituyen parte de la comunidad legüina, pero
tampoco se les puede excluir. De algún modo son necesarios al interior de esta
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ESCENAS DE LA VIDA URBANA EN LA LEGUA EMERGENCIA: NARCOCULTURA Y AMBIVALENCIAS IDENTITARIAS | R. GANTER
escena, algo están simbolizando en el paisaje del carnaval, aunque fuese como
“invitados de piedra”.
Así, el carnaval continúa siendo un rito de inversión del mundo. Según Da
Matta, los ritos como el carnaval: “hacen cosas, dicen cosas, revelan cosas, esconden cosas, provocan cosas, almacenan cosas” (2002). En este caso, conforma un momento entre temporalidades y trincheras opuestas, donde las identidades y “círculos sociales” no sólo deben gestionar las relaciones y conexiones
que mantienen, sino que son esas relaciones de negociación; son esos pactos y
treguas subterráneas; son esos tráficos ambivalentes de interacciones; son precisamente esa performatividad. De este modo, pareciera ser que la identidad legüina no precede al carnaval, no hay una esencia pre-constituida que le antecede, sino que es un producto de éste acontecimiento. El carnaval lo que permite
hacer realidad es el espejismo de una comunidad, por más contingente y fugaz
que ésta sea. Y eso ya constituye un acontecimiento y valor cultural enorme.
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ESCENAS DE LA VIDA URBANA EN LA LEGUA EMERGENCIA: NARCOCULTURA Y AMBIVALENCIAS IDENTITARIAS | R. GANTER
Escena XIV: De velorios y narco-funerales
Fue durante el mes de septiembre del 2001, cuando me enteré que dieron
muerte a balazos al denominado Guatón Ceni. Me lo contó el Lulo, mientras lo
entrevistaba para otro estudio. En ese mismo mes –durante el funeral de José
Ortega- su tía se autoproclama frente a los medios de comunicación como: la
reina de la pasta base. Cuentan sus cercanos y conocidos, que Ortega se encontraba en una fiesta y salió de ésta para abastecerse de alcohol. Al llegar su
vehículo al semáforo en rojo que está en la esquina de calle central con Salvador
Allende, se estacionó otro vehículo junto al suyo y desde dentro de este otro
automóvil, se realiza una mortal balacera que terminó con la vida de J. Ortega.
Se trataba se integrantes de una narco-banda rival. José Ortega tenía 28 años y
sus familiares reconocen que trabajaba traficando cocaína, pero que nunca dejó
de ayudar y colaborar con sus vecinos.
Según cuentan sus familiares, el día que trasladaron su féretro desde el Instituto Médico Legal a la Emergencia, una multitud de vecinos ya lo estaban esperando. El pasaje Sánchez Colchero estaba repleto de gente que lo recibió como
héroe popular. La fachada de su casa estaba repleta de coronas fúnebres, el
interior de la vivienda también. Incluso tuvieron que poner coronas de caridad
sobre el techo de la casa, pues la cantidad superaba el espacio de la vivienda.
El Gary me cuenta que su tío Luis –ex militante del Frente Patriótico Manuel
Rodríguez y reconocido narco dentro de la población- lo llamó un día y le comentó que se iba a morir de cáncer y que él quería que para su entierro y funeral
la batucada pudiera realizar una presentación, Gary lo consultó con sus compañeros e inmediatamente accedieron a la iniciativa:
“Me llamó y me dijo, porque igual se acordaba de pocas cosas, y me dijo:¡Gary!, me dijo, saca a toos pa fuera. Y me dijo: - sabí que lo único que te pido,
(…) yo sé que voy a morirme -me dijo. –Sabí que a mí me queda poco tiempo
-ya estaba mal, pero igual me habló y yo igual quise hacerle caso. Me dijo: - lo
único que quiero es que toquen por última vez cuando yo fallezca, cuando me
vayan a enterrar yo quiero que toquen -. Yo le dije ya, le di la mano, le di un
abrazo y me dio un beso en la cara. Le dije: - ¡ya bacán! Mis amigos también
van a venir porque tú me lo estay pidiendo-.
Después yo estuve ahí en el velorio de él y los cabros se quedaron en mi casa,
varios cabros se quedaron en mi casa. Al otro día cuando tenían que ir a
enterrarlo, se quedaron varios en mi casa” (Gary)
Cuando ingresa el enorme féretro de José Ortega al interior del pasaje Sánchez
Colchero, se inicia una serie nutrida de disparos al aire, por parte de los narcotraficantes pertenecientes a la banda del “Guatón Ceni”, como le decían sus cercanos. A partir de ese momento, se daba por iniciado el velorio del joven difunto
asesinado. Uno de los aspectos más sorprendentes del rito y la situación que
envolvía al pasaje, fue la cantidad enorme de gente que tuvo que hacer una larga
fila afuera de la casa para poder darle el pésame a la familia del joven fallecido.
Gary recuerda que hubo mucha gente en el velorio del Lucho, pues su tío era
un personaje muy conocido y respetado en la población y el narco-mundo. Vino
mucha gente del famoso pasaje Sánchez Colchero, pero en esta oportunidad a
diferencia de la mayoría de los velorios y funerales de los narco-vecinos de la
población, no se disparó ni una sola ráfaga, ni un sólo tiro al aire; pues hubo
una estricta observancia de esta regla excepcional, por parte de todos los que
participaron del narco-funeral, porque también entendieron que se trataba de
la última voluntad del difunto.
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ESCENAS DE LA VIDA URBANA EN LA LEGUA EMERGENCIA: NARCOCULTURA Y AMBIVALENCIAS IDENTITARIAS | R. GANTER
“Igual harta gente pu, si el Lucho era igual, era súper conocío. Él
era... era político pu’. Estaba en contra…era del Frente Patriótico
Manuel Rodríguez. Después ya cuando se cortó la pata empezó con
los narcos. Y él era narco porque decía: -¡ya, tráeme plata! Y ahí los
locos le mandaban. El día del funeral igual se juntaron varia gente
de Colchero y… todos lo querían a él. Igual fue mucha gente, lo único
malo que… aquí creen que con balazos van a volverle la vida pu. Porque toas las personas más o menos “choras”, aquí las despiden con
balazos. Tiran balazos al aire y cuando ‘losotro’ tocamos… nadien
tiró balazos. ‘Losotro’ tocamos y toos: ¡No! Van a tocar los cabros,
van a tocar los cabros, quédense piola, guarden las pistolas. ¡Bacán!
que estén así pu. Nos pusimos a tocar, levantando tambores yo con
mi primo; siendo, tratando de hacerlo lo más bonito, moviéndolos,
tocando tambores. Igual se vio bonito pu. Y ahí hasta que llegamos a
cierto lao que nos dijeron que ya paráramos de tocar. Mucha gente
los decía: -¡qué bonito lo que están haciendo!-. Que en vez de despedir
de balazos, tratar de despedirlos de otra manera pu. La gente se siente alegre, no se siente tan deprimida, tan triste” (Gary)
Alrededor de 50 tiros al aire, incluidas ráfagas de armas automáticas, iniciaron
la partida del sepelio de J. Ortega hacia el cementerio Metropolitano, es lo que
se conoce como “funeral de muchacho”. La larga caravana de automóviles, la
mayoría taxis, partió por la Gran Avenida rumbo al sur, hacia el cementerio. El
cortejo se detuvo unos minutos en la calle Ureta Cox, frente a la Cárcel de San
Miguel, donde bocinas anunciaban y comunicaban a los internos que el féretro
con el cuerpo de José Ortega hacía su último viaje. Al interior del cementerio
Metropolitano destacaba junto al féretro un letrero que consignaba: “Muchos te
odiaron y envidiaron, pero somos más los que te amamos”.
N°34: “Funeral – Legua Emergencia”
N°35: “Trasladando féretro a carrosa fúnebre –
Legua Emergencia”
Por último, el Gary expresa una profunda admiración por su tío fallecido. Decía
que él era muy inteligente y destacaba un vínculo estrecho de confianza y cariño. Su tío siempre le estaba aconsejando que debía estudiar y hasta ahora es eso
lo que quiere seguir haciendo, por él y por su tío narcotraficante.
“Al Lucho, pero no en el sentido de que él era balacero, que andaba
tirando balazos, que era traficante, o porque era del Frente; sino porque era muy inteligente. Él siempre me hablaba a mí po, y me decía:
-tú aquí vay a ser más vivo que todos los demás ¿cierto? Estudiando
(…) mira yo estudié, saqué mi profesión. Todos estudiaron en la universidad mis hijos y aquí yo soy más inteligente que cualquiera de
éstos, y siendo inteligente uno es más vivo que cualquiera -.
Y me dijo: - tú soy inteligente igual que mi hijo - por el Dani. Y me
dijo: - tú tení que puro estudiar y estudiando tú vay a ser más vivo
que cualquiera aquí, nadie te va a pasar a llevar.” (Gary)
La muerte es un momento de conmoción social y simbólica, un “hecho social”.
También constituye un rito y un acontecimiento colectivo. La muerte congrega,
re-vincula, nos hace sentir parte de una totalidad social, pues renueva las pertenencias y los afectos colectivos en torno a una pérdida. En tanto ritual, la muerte
se encuentra profundamente teñida de signos y significados, pero también de ceremonias y protocolos compartidos por una comunidad (G. Van Gennep, 1986).
Algunos de estos protocolos y puestas en escena de los ritos fúnebres se ligan
con: la presencia de ofrendas, la preparación del cuerpo del difunto, su vestimenta, la presencia de velas, de flores, de figuras religiosas, etc.; la ceremonia
del propio entierro, la pompa fúnebre, la caravana de autos y vehículos encami-
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ESCENAS DE LA VIDA URBANA EN LA LEGUA EMERGENCIA: NARCOCULTURA Y AMBIVALENCIAS IDENTITARIAS | R. GANTER
nados hacia el cementerio, el cortejo, las palabras y discursos de despedida, las
sesiones de fotos o filmaciones del ceremonial, etc.
N°36: “Coronas de caridad – pasaje Legua
Emergencia”
Pero en el marco de los velorios y funerales ligados al mundo de la narcocultura
“criolla”, se suelen observar algunos otros ceremoniales más específicos y particulares, como por ejemplo, los balazos al inicio del velorio y al momento de
partir el cortejo hacia el cementerio. Los disparos por lo general se realizan en
espacios públicos y son lanzados al aire por varios individuos, en señal de poder
u otras veces en señal de venganza, pero por lo general constituyen un signo
asociado con la pertenencia del difunto a una forma de vida. Éstos van acompañados de gritos o palabras que hacen alusión al recuerdo, la memoria y las
características personales del difunto. Otro ceremonial endógeno, lo constituye
la tradicional estación de la Cárcel de San Miguel, donde los internos desde las
ventanas de la cárcel realizan un saludo al difunto y los automóviles del cortejo
fúnebre responden con sus bocinas.
Ahora en el caso específico de la configuración de esta escena, es posible observar que estos ritos convocan y aglutinan transversalmente a toda la comunidad
legüina, salvo cuando se trata de crímenes o asesinatos donde obviamente son
excluidos los responsables directos e indirectos de los sucesos de muerte. Así,
en la Emergencia se encuentra absolutamente permitido, previsto y regulado
el hecho de que los vecinos, incluso los pobladores que se encuentran organizados y rechazan abiertamente la actividad del narcotráfico en la población;
participen de esta escena no sólo como espectadores, sino que como actores
vecinales de peso completo. En ese sentido, resulta completamente “natural”
y espontáneo que vecinos que no participan directamente de las actividades
ligadas con el narcotráfico, o bien, que están derechamente en contra de ésta,
participen de ceremonias como: el velorio, el pésame a los familiares, la ofrenda de coronas fúnebres, el sepelio y el entierro; aunque muchos de ellos en
otras circunstancias son tildados abiertamente de “sapos” por los grupos de
narcotraficantes. Los traficantes por su parte, asumen este dato y lo aceptan,
considerando además que muchas veces existen parentescos entre los personajes que forman parte de estas escenas; abriendo el rito a toda la comunidad
legüina. De ahí que se está en condiciones de plantear esta ambivalencia afectiva y emocional que se da al interior de estas escenas, pues aquí nuevamente
el rito gestiona, resuelve provisionalmente, amortigua las tensiones y disputas identitarias entre “círculos sociales” opuestos de la Emergencia; pero intersectados en tanto pobladores que forman parte de un mismo
territorio y que comparten una memoria social.
De este modo, para Gary y toda la Furia Legüina no posee grandes complicaciones ni dilemáticas al pertenecer a un “círculo social”, a una trinchera identitaria
de La Legua Emergencia; y simultáneamente –ambivalentemente- traspasar
dicha trinchera y gestionar sus diferencias y rechazos con otras formas de vida
antagónicas a las suyas, por la vía del rito mortuorio. Un espacio y escenario
donde confluyen una multiplicidad de afectos y emociones –muchas de ellas
contradictorias- pero que se resuelven contingentemente al interior de una ceremonia, donde la tregua al conflicto es lo determinante. Por lo demás, es posible verificar una doble transacción y gestión; es decir, dobles donaciones, doble
tráficos: de un lado la Furia alimenta la conformación de la escena con lo que
sabe hacer, pero los narcos también alimentan la conformación de la escena
suspendiendo sus ceremonias secundarias, particularmente las ligadas con los
disparos de despedida.
Por su parte, hay que considerar que se trata de una escena particular, pues
el difunto es pariente del Gary. Eso contribuye, sin duda, a aproximar las polaridades y a aflojar la tensión y la disputa identitaria, respecto de la pregun-
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ESCENAS DE LA VIDA URBANA EN LA LEGUA EMERGENCIA: NARCOCULTURA Y AMBIVALENCIAS IDENTITARIAS | R. GANTER
ta ¿quiénes son los genuinos legüinos? ¿Los vecinos organizados o los narcovecinos? Asimismo, se trata de un acto de respeto y duelo por la memoria del
difunto, lo que contribuye a atenuar los antagonismos. Se suma a esta escena de
ambivalencias, el hecho de que el propio fallecido era un personaje complejo y
“ambivalente” por su propia trayectoria vital, pues se trata de un “ex – frentista”
devenido en traficante, tío de uno de los Furia y poblador de la Emergencia.
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ESCENAS DE LA VIDA URBANA EN LA LEGUA EMERGENCIA: NARCOCULTURA Y AMBIVALENCIAS IDENTITARIAS | R. GANTER
Escena XV: Fiesta de año nuevo
Oscar, Alexis, Lorena, Keko y varios otros que forman parte de la comunidad de
la Emergencia, me relataron que para el año nuevo 2007 ocurrió algo inusual
en esta población.
N°37: “Pasaje embanderado Legua Emergencia”
N°38: “Fiesta Legua Emergencia”
Oscar, el psicólogo que trabaja en La Caleta, me contó que el año nuevo 2007 lo
pasó en plena Alameda y disfrutando de los magníficos juegos pirotécnicos lanzados desde la cima de la torre Entel. Así fue como en esos instantes de celebración, se le ocurrió la idea de realizar un paneo hacia el sur poniente de Santiago
y observar con qué otros juegos pirotécnicos dialogaban los de la torre Entel. De
esta forma, se dio cuenta que por el sector donde se encuentran ubicadas las comunas de San Miguel y San Joaquín, también se desplegaban tres focos o fuentes de elevación. Entonces, decide llamar por celular a algunos pobladores de la
Emergencia, los de mayor confianza, para saludarles y preguntarles de dónde
venían esos fuegos artificiales. A lo cual le respondieron que los narcos estaban
tirando fuegos artificiales en la Emergencia. No lo podía creer. –“La cagaron
estos hueones”- me decía aún asombrado por ese tipo de sucesos.
Pero ¿cómo son las fiestas de año nuevo en la Emergencia? Difícil relatarlo y
comunicarlo si no se han vivido de modo directo y cotidiano, pues ciertamente
ocurren cosas muy excepcionales y singulares al interior de esta población, que
de partida se transforma espacialmente en el contexto de estas fechas. Siempre
se ha sabido que las fiestas de navidad tienen ese sello infantil que predomina
en todos los lugares, pero cuando se trata del año nuevo, el “carrete” es lo principal y los niños pequeños se desdibujan de este espacio. Así lo define también
la propia Lorena. Pues en año nuevo, lo primero que hace la gente en La Legua
es arreglar y adornar su pasaje para recibir el nuevo año.
Los vecinos instalan en sus pasajes: guirnaldas, banderines y coloridas cintas que
atraviesan de un extremo al otro la calle. Muchas veces estos adornos y decorados son realizados por ellos mismos, en otras oportunidades se compran. Lo otro
que suele suceder es que la mayoría de los pasajes durante la noche se cierran,
es decir, cubren sus accesos principales con telas, carpas o cualquier sistema que
permita controlar el acceso y la salida de conocidos y extraños. Pero además, que
no permita “husmear” a los extraños qué es lo que sucede dentro de ellos. Así, por
lo general durante la víspera de año nuevo no sale ni entra nadie que no sea del
pasaje. Para eso se organizan personas que estén en el control y la seguridad del
acceso. También se regula el consumo de drogas y el porte de armas. Enseguida
los vecinos y vecinas permanecen con la puertas de sus casas totalmente abiertas,
pues la gente vuelca su sociabilidad a la calle de su pasaje. Allí se improvisan mesas y sillas para comer, beber y bailar. Muchas veces se instala el propio comedor
en la calle del pasaje. La gente se arregla para la ocasión. También se dispone una
correcta iluminación del pasaje. Se instalan pantallas y televisores de enormes
dimensiones. Se cocina y prepara el alimento en la calle. La música cuenta con
el apoyo técnico necesario para hacer bailar a todo el pasaje; predominando los
ritmos como la cumbia y el sound. Toda una puesta en escena comunitaria y vecinal. Allí comparte toda la familia legüina: grandes y chicos; viejos y jóvenes; niños
y niñas; obreros de la construcción y traficantes; lanzas y feriantes; costureras y
peluqueras; estudiantes y cesantes; choferes y cocineras; choros y canutos, etc.
Los narcos –por supuesto- la llevan. Ellos se ponen con casi todo, no escatiman en gastos, son derrochadores, “vecinos generosos”, les gusta compartir y
trabajar las confianzas de sus vecinos. Compran alcohol y comida en exceso,
bebidas, decoraciones, regalos costosos para los vecinos, golosinas y juguetes
para los niños y niñas; incluso a veces contratan hasta músicos para la ocasión. Conocida es la oportunidad en que American Sound, la famosa banda
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de música tropical, fue contratada para tocar toda la noche de año nuevo en el
pasaje Sánchez Colchero.
Los vecinos y vecinas se sienten contentos con instancias como éstas, donde se
experimenta la posibilidad y la esperanza de una comunidad legüina más unida. Los vecinos y vecinas disfrutan de la generosidad de los narcos, se sienten
felices con experiencias como las de los fuegos artificiales.
El propio Keko, recuerda que el año nuevo 2007 hubo despliegue de fuegos
artificiales al interior de algunos pasajes de la Emergencia, y ese hecho además de sorprender a los vecinos generó un sentimiento de alegría colectiva
en los pobladores y particularmente los niños disfrutaron de este episodio
inusual en su población:
“… lo que pasó para el año nuevo 2007: tiraron fuegos artificiales en
la población, de más de un pasaje. Y los narcos se pusieron con todos
los implementos, los cabros chicos estaban felices y la gente igual,
todos celebrando” (Keko)
Por otro lado, hay que destacar el despliegue de un sentimiento de protección y
paternalismo de parte de los narco-choros, hacia la comunidad de pobladores
de la Emergencia; resultando complejo entrar a desmantelar afectos históricos
entre los pobladores-vecinos, considerando también que la gran mayoría de
ellos se encuentra directa o indirectamente emparentado. Resalta nuevamente
–la escena de las narco-fiestas- como un espacio de cruce y de ambivalencias
afectivas, sobre todo las de fin de año y las fiestas patrias, donde se comparte sin
diferencias entre pobladores y narcotraficantes. La narco-cultura, su estilo de
vida y su exhibicionismo, se capitaliza precisamente al interior de estas escenas;
tejiéndose complicidades tácitas que luego son rápidamente rentabilizadas en
el tiempo, sobre todo en el nivel de la infancia.
“Nos preocupamos de no estar mal con ellos cachai, de que se enteren de cualquier cosa; aunque algunas veces vayan contra los principios de ellos. Pero no tanto así, porque si les das güeno (…) a la
buena o a la mala se tiene que estar bien con ellos. Por ejemplo, pa
navidad hací la media fiesta, los cabros chicos, ¡gua…! Y se cierran
los pasajes, se cierran todos los pasajes pa navidad ó pal 18; pa todas esas fiestas se cierran los pasajes, se cierran con carpas, hueás
pa dentro (…) venir pa ca, pa meterte pa dentro (…) una cortina
grande. Y hueón ¿tú creí que entra cualquiera? Está cerrado el pasaje, estai en fiesta, dulces pa ganarse a los cabros chicos, regalos
(…), Ahí entonces a la gente se la mantienen contenta, porque aunque es gente de la población, lamentablemente no tienen donde vivir. Si la gente que tiene la oportunidad de irse se va y dejan la casa
tirá ahí, y esas casas se ocupan (…), porque no tienen dueño, quien
va a llegar a vivir (…), tendría que llegar un corredor de propiedades (…) ¡ah! y que si parte de la base que los hueones no pagan ni luz,
ni agua” (Trooper 2, Emergencia)
“… por lo general se está bien con los vecinos, con todos, la gente
igual. Por ejemplo, del 100 % de La Legua, el 90% está bien con la
hueá y el 10% no está ni ahí con los hueones, cachai. La gente está
resignada, la gente ya… si tantos año, pero tampoco sapean” (Trooper 1, Emergencia)
Entendemos aquí la fiesta como un rito con sus propios códigos, sobre todo en
lo referido a la escena anteriormente descrita y asociada principalmente con
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un tipo particular de fiesta en el territorio de la Legua Emergencia, donde al
mismo tiempo participan actores altamente definidos. En este marco, se entiende a la fiesta a partir de lo que podríamos llamar un clima festivo, donde
opera un imaginario social y una práctica colectiva concreta, que se despliega
en un tiempo y en un espacio que le son propios, en ruptura con el tiempo y
el espacio habitual.
En ese sentido, la fiesta en tanto escena y clima, configura un carácter ambivalente en sí mismo, pues constituye simultáneamente un tiempo de fuga de la realidad
cotidiana (sub-versiona un orden de las cosas); pero al mismo tiempo, reproduce
y refuerza ciertos esquemas de control y dominación. En la fiesta -como institución social compleja y paradoja- se intensifican las interacciones emotivas, se
mezcla el respeto con la transgresión; lo espiritual con lo corporal; lo profano con
lo sagrado; el ethos puritano con el ethos hedonista; el lado oscuro con el luminoso; las identidades proyecto con las identidades que encarnan el estigma, etc.
Aquí el rito festivo, entendido como ritualización (Ariño, 1992), viene a integrar
y gestionar cíclicamente una serie de prácticas colectivas que pueden resultar
contradictorias y opuestas fuera de esta escena; incluso como “herejías” o “deslealtades” fuera del contexto festivo, favoreciendo ciertas negociaciones y permisividades, como parte también del propio ADN de la comunidad legüina. Así,
la escena de la fiesta de año nuevo, permite actualizar las identidades y poner de
manifiesto la existencia de una comunidad latente o dividida hasta el momento previo de la fiesta, donde le es permitido a miembros de “círculos sociales”
antagónicos sentirse antes que todo “legüino” y poblador; sentirse parte de una
colectividad que lo acoge como parte de la historia de la fiesta, de su población
y de la memoria colectiva de quienes participan de ella. De ahí que la fiesta
también sea una auto-narración, un auto-retrato, una forma de mirarse, pero
también de ser mirado; pues en la ritualización de la fiesta ya se ha visto cómo
también se legitiman escenarios, jerarquías, actuaciones y personajes programados por las formas de vida dominantes.
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Capítulo V
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198
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Conclusiones: sintetizando y discutiendo
1) En relación a los objetivos de investigación asociados con la construcción del
perfil territorial de la Legua Emergencia (ob.1) y con las dinámicas de estigmatización del territorio (ob.2), es posible identificar un primer campo de escenas
con los siguientes contenidos centrales:
Sobre la historia de la Emergencia, fue posible encontrar una conexión entre la
ausencia de un hito fundacional y un estado permanente de transitoriedad, que
se experimentó desde la llegada de los primeros colonos a la Legua Emergencia.
Configurándose un estado de des-arraigo y “des-pertenencia” con el territorio,
en tanto componentes configuradores de la identidad originaria de los habitantes de la Emergencia.
Sumado a ello, las sucesivas, intermitentes y fragmentarias colonizaciones que
se generaron entre finales de los años 40 y hasta el año 53-54, produjeron la
persistente inmigración de nuevos y diferentes grupos de colonos, y con ello la
permanente sensación de “amenaza de lo otro”, frente a un nosotros contingente e inconcluso, carente de sentidos compartidos y de hitos que le permitieran
reconocerse como parte de una comunidad con rasgos mas estables. Aspecto
que inaugurará la activación y programación del proceso de estigmatización
interno; es decir, entre las otras dos Leguas originarias y esta tercera Legua de
Emergencia. Dinámica que también tendió a reproducirse en el interior de la
propia Emergencia, entre lo que fue el sector 1 y el sector 2, éste último con una
“mejor la calidad” de las viviendas. Lo anterior, sin considerar las dinámicas de
estigmatización procedentes de la ciudad de Santiago como tal, hacia la población La Legua como totalidad.
Por otra parte, siempre se les planteó a los pobladores que estas viviendas serían
provisorias, configurándose un fuerte mito en torno a esta idea, pues los pobladores pensaban que luego de la “emergencia” los trasladarían a otras viviendas
definitivas. Incluso se sabía que esta población había sido construida para ser ocupada por otros grupos y familias, por ejemplo, Carabineros. Lo anterior, reforzó su
desarraigo con el territorio y con la población, ya que pocas veces sintieron como
propio este espacio; es decir, como su lugar, como el espacio que habitarían por
muchos años, o bien donde “echarían sus raíces”. En definitiva, tuvieron escasas
posibilidades de proyectarse como personas, como familias y como comunidad,
en el espacio y el tiempo. Así, no es posible hablar con mayor propiedad de un cierto hito fundacional, pues un cierto “imaginario urbano de la transitoriedad” sobre
las viviendas, tendió a prevalecer en los pobladores por sobre una concepción más
definitiva y permanente. El resultado concreto es que los pobladores terminaron
ocupando dichas viviendas de manera definitiva, pero desde aquella coyuntura
se instaló en el imaginario colectivo esta suerte de ambivalencia con el territorio,
expresada en una sensación de ambigüedad entre lo permanente y lo transitorio.
En relación a los estigmas específicos que operan al interior del territorio, es
posible reconocer que su inscripción responde a un proceso de sedimentación
histórica, que en la actualidad se ha naturalizado en el imaginario social de los
habitantes de La Legua, particularmente en jóvenes y niños. Fenómeno que se
puede reconocer también, como parte del imaginario urbano de Santiago y que
responde además a procesos de sedimentación histórica, promovidos y naturalizados por la fuerza de los medios de comunicación oficiales.
Ahora bien, a pesar de lo anterior los estigmas en tanto responden a dinámicas
de comunicación, son susceptibles también de ser modificados. En el caso de la
Legua Emergencia han experimentado metamorfosis importantes en su estruc-
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ESCENAS DE LA VIDA URBANA EN LA LEGUA EMERGENCIA: NARCOCULTURA Y AMBIVALENCIAS IDENTITARIAS | R. GANTER
tura y contenidos, proceso que también ha sido introyectado por los pobladores
y pobladoras. Así por ejemplo, La Legua era estigmatizada en los años ‘80 por
el discurso oficial, como una población de terroristas y comunistas; hoy en día
las construcciones dominantes ligadas a La Legua se desplazan desde el imaginario ligado al enemigo interno hacia el imaginario del narco-mundo, o bien,
del joven o niño pistolero que habita la Emergencia, “un pueblo sin dios ni ley”
como señalan los medios.
Sobre este punto, destaca en el relato de los pobladores el rol dañino y contraproducente que han jugado las instituciones sociales oficiales en este proceso,
donde: los tribunales de justicia; la policía; ciertos programas del Gobierno;
el actual fiscal de la zona metropolitana sur, entre otros, han sido tanto o más
destructivos que el discurso de los propios medios de comunicación masivos en
esta materia, llegando incluso –en opinión de algunos pobladores- a “reventar”
la imagen de La Legua a nivel del imaginario social chileno.
Por su parte, el estigma en los pobladores y pobladoras de la Emergencia se
vivencia con una sensación de impotencia, por no poder hacer nada en contra
de los efectos de la discriminación y exclusión que se le asocian, pues a muchos
se les van cerrando las puertas y las oportunidades, reforzándose el aislamiento
y la segregación social. Para algunos el estigma funciona como un encierro de
otro tipo, un encierro inmaterial, pero tan insidioso como el encierro material.
Por otra parte, destaca la inexistencia de una voluntad política y social de revertir este proceso por la vía de acciones concretas, sustentables y susceptibles de
ser monitoreadas en el tiempo.
En este sentido es posible ir construyendo un primer campo de escenas, en cuyo
interior es posible ir dando cuenta de la configuración histórica de ambivalencias que se sustentan en una tensión identitaria “fundacional”; pues junto a este
imaginario social que se arma entre lo permanente y lo transitorio, como primer
acto de la tensión, comienza a dibujarse en el paisaje identitario de la Emergencia una segunda tensión entre quienes construyen su proyecto vital en torno
a una idea de orgullo y esfuerzo (polo deseado), maniobrando adversidades y
precariedades, y otros que tienden a adscribir rápidamente a los estigmas impuestos sobre el territorio y sus grupos humanos (polo asignado).
De este modo, mientras la Escena I, “Biografía de una conversión”, es representativa del polo identitario que aquí llamaremos “proyecto”, y por tanto se asocia
con la idea de orgullo legüino, pertenencia, arraigo y permanencia; la Escenas
II “Entre lo permanente y lo transitorio”, y la Escena III “De manchas rabias y
encapsulamientos”, se asocian más con los significados que aquí hemos denominado de la transitoriedad y con las construcciones simbólicas producidas por
agentes exógenos a la comunidad, es decir, en este caso por lo que históricamente ha significado en nuestra sociedad la construcción social de la diferencia y la
otredad, por los grupos hegemónicos y las elites dominantes. Así, los sujetos han
ido también introyectando dichos significados y reproduciendo muchas veces de
manera naturalizada y a-crítica, dicho esquema y discurso en el contexto de su
vida cotidiana. Es lo que aquí denominamos el polo de la identidad asignada y
que generalmente en el caso de La Legua, ha operado históricamente en torno a
estigmas tales como: pobres, marginales, flojos, ladrones, “lanzas”, choros, comunistas, terroristas, drogadictos, traficantes, pistoleros, “flaites”, etc.
Lo anterior alimenta empíricamente nuestra hipótesis de la ambivalencia emocional presente en la comunidad de la Legua Emergencia, en tanto rasgo constitutivo
de su identidad. Pero también, lo anterior se sustentaría en esta tensión identitaria
a la cual anteriormente hacíamos alusión y describíamos, la cual se expresaría fundamentalmente a partir de la conformación de estas polaridades antes expuestas.
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ESCENAS DE LA VIDA URBANA EN LA LEGUA EMERGENCIA: NARCOCULTURA Y AMBIVALENCIAS IDENTITARIAS | R. GANTER
ORGULLO
ESCENA I
Tensión
Identitaria
TRANSISTORIEDAD
Tensión
ESCENA II
LEGUA
EMERGENCIA
PERMANENCIA
Entitaria
Tensión
Identitaria
ESCENA III
ORGULLO
2) En relación al objetivo de investigación, asociado con los significados y prácticas sociales que están conformando el polo del proyecto colectivo presente en
los pobladores de la Legua Emergencia (ob. 3), es posible identificar un segundo campo de escenas con los siguientes contenidos centrales:
Indiscutiblemente la población Legua Emergencia posee en su propio ADN histórico, la marca y el sello que la vinculó tradicionalmente con el mundo del
“hampa” y el delito. Por otra parte, también se constituye en un dato empírico
poderoso el hecho de que la población nunca estuvo vinculada de modo más sistemático a alguna tradición política o algún actor político con peso en el ámbito
territorial, que contribuyera a generar dinámicas de compromiso y participación más globales, y que inscribiera la acción de los vecinos de la Emergencia
en algún proyecto colectivo más “macro” o en alguna visión de país de más largo
plazo. Estos dos factores, de alguna forma, constituyen un sello de la Emergencia que al mismo tiempo marcan profundamente las distinciones con la Vieja
Legua y la Nueva Legua; pues estás dos últimas siempre contaron con una tradición política más presente y activa en el nivel territorial, ya que estuvieron
muy ligadas a partidos y movimientos de izquierda en la segunda parte del siglo
XX, hasta la irrupción del golpe militar, la cual más tarde se retomarían en el
contexto de la transición política.
Sin embargo, a pesar de estos dos factores que de algún modo pueden haber
jugado en contra, la Emergencia define su ser a partir de un auto-retrato que
se concibe a sí mismo como: una población que durante muchos años fue muy
unida; con fuertes sentidos de pertenencia y vecindad; con rasgos de una comunidad integrada, alegre y sin temor; sobre todo si pensamos en la experiencia
que va desde mediados de los años ‘50 hasta principios de los años ’70. Esto es,
aproximadamente un cuarto de siglo donde es posible observar y advertir un
trabajo interno en cada sujeto y en la propia comunidad, que hacen pensar que a
pesar de experienciar colectivamente el aislamiento, el estigma, las precariedades humanas y estructurales; una gran parte de la comunidad de la Emergencia
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ESCENAS DE LA VIDA URBANA EN LA LEGUA EMERGENCIA: NARCOCULTURA Y AMBIVALENCIAS IDENTITARIAS | R. GANTER
(polo de los deseos) poseía referentes y certezas, memorias acumuladas, sueños
personales y horizontes de país por los cuales trabajar y sacrificarse. Esto es lo
que podríamos denominar una idea de proyecto e identidad compartida, donde
inscribir la acción colectiva y subjetiva para el logro de los sueños y anhelos
personales, familiares y comunitarios. No obstante, se reconoce en la actualidad una lenta y subterránea pulverización de esta matriz socio-cultural, que ha
acentuado la tendencia al encierro de los vecinos y a la fragmentación social de
la población. Esto último obedece a diversos y complejos factores, que acompañan el cambio de época al cual la sociedad chilena asiste en el presente.
En la actualidad, el relato tiende a inscribir el hacer de la Emergencia y de La
Legua en general, como una población que solidariza frente a las dificultades,
los problemas económicos o desgracias que pueden experimentar sus vecinos.
Destaca así mismo, como una población donde no se roba a los de su mismo barrio. Una comunidad urbana mítica y emblemática, pues ha sido históricamente combativa en el período de dictadura, y se perfila como la única comunidad
urbana que resistió con enfrentamientos el golpe militar. Destacando también
el rol que jugaron algunos grupos de vecinos organizados, en la construcción
de otras poblaciones emblemáticas de la zona sur de Santiago. En la actualidad
destaca por su trabajo –junto con la Nueva Legua- en la promoción de la memoria y las raíces locales. Por otra parte, el hacer de la Emergencia también está ligado con una vitalidad nocturna, aspecto que es considerado como positivo por
los pobladores y que no necesariamente se vincula con los estigmas impuestos
a la nocturnidad y a la juventud de la población.
En lo referido al ser de la población, los principales significados la asocian con
una población de la cual sentirse orgulloso. Se le considera un pueblo dentro de
Santiago, con una vocación por lo comunitario y lo vecinal, que en años recientes
comienza a retomar paulatinamente un nuevo impulso que la descuelga de los
imaginarios de la fragmentación, el encierro y la apatía; especialmente en cierto
segmento infantil y juvenil. Asimismo, destaca por su especificidad espacial, por
su geografía de oportunidades y por constituir una especie de “caparazón”, donde parece operar fuertemente los clanes familiares; acentuando la idea de aldea
o colonia al interior del mapa metropolitano. Sumado a lo anterior, figura una
cierta fascinación enigmática por ser de la Emergencia, lo cual constituye una
contradicción significativa y una ambivalencia emocional, pues a pesar de todos
lo momentos límites que muchos pobladores experimentan, no les deja de encantar el ser parte de este universo que se presenta tan complejo como diverso.
De este modo, el hacer legüino ligado a este polo que se configuraría en torno a
esta idea de identidad proyecto, lo podemos vincular con la puesta en escena de
organizaciones como: la Red Ole, la Garrapata, Legua-York, la Furia Legüina,
etc., y con la práctica cotidiana de recuperación de espacios públicos y de ir mejorando la calidad de vida de la población, frenando el uso de armamentos en la
Legua y la violencia impuesta en las calles. Así como también el trabajo cultural
y de animación con jóvenes y niños de la población.
Algunas de estas organizaciones promueven la práctica de la música, con el objeto de crear conciencia social y denunciar las injusticias y abusos de poder en
el Chile actual. En ese sentido, destaca la creación de redes tanto comunitarias
como translocales, como por ejemplo: Cultura en Movimiento, Agosto Negro,
Red Latinoamericana de Hip Hop, entre otras.
La práctica de la comunicación socio-comunitaria y local, también se ha constituido en los últimos años en una actividad fundamental, donde el objetivo se
vincula con la posibilidad de construir y fortalecer sentimientos de pertenencia
que produzcan bienestar en los pobladores, por el hecho de vivir en La Legua. Y
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ESCENAS DE LA VIDA URBANA EN LA LEGUA EMERGENCIA: NARCOCULTURA Y AMBIVALENCIAS IDENTITARIAS | R. GANTER
que además, le den la posibilidad -a través del consumo de sus propios medios
de comunicación- de sentirse orgulloso de pertenecer a La Legua. De ahí que la
idea predominante –por ejemplo- en la Garrapata- más que cambiar o denunciar hechos discriminatorios y estigmatizantes, lo constituye el generar desde
dentro de la población unas visiones y discursos que puedan redefinir las imágenes de La Legua que hoy predomina en los medios de comunicación masivos.
En ese mismo sentido, se perfila el trabajo de la página Web de La Legua, donde
el objetivo se centra en la práctica de contar y narrar sin intermediarios lo que
pasa en la realidad de La Legua, mostrar su historia, su quehacer cotidiano y sus
actividades, su identidad, su forma de vida.
El Carnaval de los 500 Tambores por la Vida y por la Paz en La Legua, constituye otra práctica ligada a este polo de la identidad proyecto, donde el carnaval ya se ha transformado en un icono y un hito al interior de la comunidad
legüina, y en un emblema en contra de los incidentes de muerte y violencia,
impuestos sobre el territorio. El Carnaval constituye también, un espacio donde es posible expresar la esperanza y el anhelo de los pobladores por construir
una Legua diferente, una población donde predominen los espacios de paz,
encuentro y tranquilidad.
De ahí que el Carnaval se asuma como un logro y un triunfo alcanzado por
las propias bases de la población, y que desde hace ya varias versiones (20052009) es posible ir evaluando un impacto positivo en la ocupación de los pobladores de sus propios espacios públicos, que aunque pocos -por lo mismo- son
altamente significativos y valorados por los habitantes de la Emergencia. Dicho
impacto posee uno de sus resultados más significativos en el desplazamiento
de las iniciativas y de las acciones colectivas emprendidas en La Legua por
parte de los pobladores; esto es, que las sinergias y contagios colectivos han
experimentado una inversión, ya que la mayor parte las actuales iniciativas
ligadas con la ocupación de los espacios públicos y su consecuente organización, provienen mayoritariamente de la Emergencia en vez de la Legua Nueva
o la Legua Vieja. Así, la corriente de contagio social se desplaza hoy desde la
Emergencia hacia las otras dos Leguas.
Según los pobladores que organizan estas actividades, las acciones culturales
y territoriales estarían construyendo una manera de habitar el espacio, que se
opone a las formas predominantes de sociabilidad espacial y que muchas veces se imponen por la presencia de la fuerza y de las armas al interior de la
población. Estas acciones, inscritas dentro de un particular modo de habitar,
incluirían programas de radio comunitarios, programas de televisión comunitaria, Web comunitaria, concursos de poesía, murales y el propio Carnaval. Es
decir, múltiples maneras de comunicar y expresar una particular sociabilidad
espacial, que refuerza una identidad territorial –en redefinición- y una manera
de estar atentos al devenir de la población.
La idea presente en este polo identitario, también hace alusión a la búsqueda de
espacios de encuentro que rompan el cerco de la privatización y el control espacial impuesto desde el exterior, con el objeto de logar re-inventar una cultura
más colectiva más afectuosa y cariñosa.
De este modo, es posible ir construyendo un segundo campo de escenas en cuyo
interior surge la construcción empírica de un polo identitario marcado por la
idea de proyecto, y cuyos contenidos más significativos están insertos en lo que
hemos denominado la Escena IV: “El ser y el hacer legüino”, a través de la cual
se expresa el significado de ser legüino y la práctica social que constituye este
ser. Asimismo, esta idea de proyecto está encarnada por la Escena V: “Redes en
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ESCENAS DE LA VIDA URBANA EN LA LEGUA EMERGENCIA: NARCOCULTURA Y AMBIVALENCIAS IDENTITARIAS | R. GANTER
la fragmentación”, la Escena VI: “Comunicaciones comunitarias y espacios de
pertenencia”, y la Escena VII: “De carnavales y territorios liberados”.
En este sentido y en relación a la hipótesis de trabajo, este polo que ha sido
descrito hasta aquí, estaría configurando uno de los rostros que se perfila más
“espesamente” en la Emergencia y que ciertamente está ligado a una memoria
social de la población; pero que al mismo tiempo –en tanto círculo social- sus
significaciones y prácticas sociales emergentes, estarían comenzando a desmantelar paulatinamente los estigmas con los que se asocia a la población la Legua
Emergencia. Generando con ello, un núcleo de significaciones y discursos que
entran a disputar el verosímil que domina en torno a La Legua y poniendo en
la escena –local- una serie de contenidos valóricos y experiencias prácticas, que
hoy tienen una importancia estratégica y un lugar destacado en la conversación
social de quienes habitan la ciudad de Santiago.
Por otra parte, el significado de lo que aquí hemos denominado la identidad
proyecto, o bien, la identidad deseada, se asocia principalmente con esta concepción de un “nosotros” que gravita en tono a valores tales como: lo colectivo;
las redes sociales y comunitarias; el zoom politikon (Aristóteles – Marx); lo
territorial y lo local; lo comunal; el activismo de base; la memoria social; lo
que se opone al dogma del mercado, el autoritarismo, el centralismo, la burocracia; exaltando el valor de lo popular, entendido como lo que proviene de
la concepción política de “pueblo”, lo subalterno (Gramsci), pero también lo
que se encuentra representado por lo espontáneo, lo genuino, lo inventivo y
creativo (Bajtin, G. Salazar, de Certeau), frente a las expresiones culturales más
estereotipadas y ligadas con la alta cultura, o bien, con la mercantilización y
translocalización de la misma.
SER LEGÜINO
(orgullo)
ESCENA IV
Local
LEGUA
EMERGENCIA
REDES
Global
IDENTIDAD
PROYECTO
POPULAR
Global
Local
ESCENA VII
ESCENA V
ESCENA VI
HACER LEGÜINO
(colectivo)
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ESCENAS DE LA VIDA URBANA EN LA LEGUA EMERGENCIA: NARCOCULTURA Y AMBIVALENCIAS IDENTITARIAS | R. GANTER
3) En relación al objetivo de investigación asociado con los principales significados y prácticas sociales que están conformando el polo de la narcocultura en
La Legua Emergencia (ob.4), es posible identificar un tercer campo de escenas
con los siguientes contenidos centrales:
En cuanto a los principales significados ligados con la narcocultura en la Emergencia, es posible plantear un estilo de vida que ofrece el máximo de beneficio
al menor sacrificio posible, con un máximo de rentabilidad y placer; pero al
mismo tiempo, con el riesgo y la contra-cara -inminente e inmanente- de la
muerte o la “cana”. Este “ethos” se encuentra ligado principalmente con una
cierta cultura del “hedonismo”, el “declive del deber” y el “imperio de lo efímero” (Lipovetzky), que predominó con fuerza en la década del ‘90 en nuestro
país, y que hoy mantiene rasgos importantes que definen hasta cierto punto
un imaginario social fragmentario y disociado, fuertemente orientado por las
compulsiones hacia lo nuevo y el mercado (PNUD 2002).
Así, mientras el país se transnacionalizaba en lo económico, y los imaginarios
sociales y urbanos entraban a redefinirse a partir de los procesos de globalización predominantes, las tradicionales subculturas ligadas al mundo del delito y el hampa, particularmente en la Legua, también entraban en su propio
proceso de ajuste, re-estructuración y modernización; lo que fue generando
una crisis en la cultura “chorera” tradicional y su paulatino recambio generacional hacia nuevos patrones y códigos, que terminarían configurando un
particular modo de habitar los espacios en la población. Modo que hasta hoy
se constituye en una de las formas de vida predominante a nivel territorial,
es decir: la narco-cultura.
Destaca por su parte, como uno de los valores más reconocidos al interior de
las narco-bandas: la lealtad, fuertemente definida por los vínculos sanguíneos y
por el parentesco. Asimismo, el coraje y el “heroísmo” en las acciones emprendidas, sobre todo cuando se trata de defender el territorio, surgen como valores
relevantes junto al al temple, el tener “carácter”, el ser arriesgado. Así, ser de
la Emergencia y no ser “choro” constituye una contradicción vital. Lo propio
sucede con el territorio que constituye un valor en sí mismo, pues no sólo se
encuentra asociado con los aspectos pragmáticos y utilitarios ligados con la economía espacial y el control de las zonas de influencia; sino que pasa a conformar
una parte importante de la identidad desde el punto de vista simbólico, ya que
no es lo mismo ser un poblador y vivir en el pasaje Sánchez Colchero que vivir
en el callejón Mario Lanza, o bien, del lado sur de la frontera de Jorge Canning o
del lado norte de la frontera de Jorge Canning; pues eso puede marcar las diferencias entre los “choros” y los “giles”. De este modo, lo territorial se encuentra
fuertemente permeado y cargado de contenidos afectivos y emocionales.
El “paternalismo” comunitario, el despliegue de protecciones y colaboraciones,
inscritos en la escena de la vida cotidiana, constituye un campo de valores y
significados altamente expandidos, legitimados y apreciados por los círculos
sociales de narcotraficantes. No es posible disfrutar de los beneficios que puede
reportar esta actividad, sin que de alguna manera se redistribuyan entre los
que siendo vecinos necesitan ayuda por experimentar algún tipo de necesidad
o carencia, fundamentalmente material. De este modo, es posible plantear empíricamente que se desarrolla un sistema de colaboraciones y ayudas interdependientes entre círculos sociales de pobladores y círculos sociales de narcotraficantes. Esto constituye uno de los aspectos “capitales” del presente trabajo
de investigación, pues precisamente a partir de este campo de valores y tráfico
de afectos y dependencias, es que se viene armando una escena y un espacio de
ambivalencias entre los círculos sociales anteriormente aludidos.
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ESCENAS DE LA VIDA URBANA EN LA LEGUA EMERGENCIA: NARCOCULTURA Y AMBIVALENCIAS IDENTITARIAS | R. GANTER
Esta especie de confraternidad, se despliega en diversos ámbitos de la vida urbana de la Legua Emergencia, pues el negocio a pesar de tener una dinámica al
margen de la legalidad, reporta efectivamente beneficios para los que experimentan carencias económicas, problemas de salud, problemas con su vivienda,
problemas para seguir pagando la cuota del instituto o problemas para acceder
a ciertos bienes de consumo, etc. Este beneficio tiene la ventaja -en este contexto- de ser un beneficio concreto e inmediato para muchos grupos de personas que se encuentran desempleados, o con problemas de pobreza y exclusión
social, en nuestras sociedades. Aquí el narcotráfico viene a resolver de modo
concreto muchos problemas cotidianos de las personas. Además, ellos tienen
perfectamente claro cuáles son dichos problemas, porque están cotidianamente
junto a sus vecinos, los conocen, marcan su presencia. Pero la rentabilidad que
se recibe como contra-pago es infinitamente superior a la inversión que realizan
los narcos, pues además de permear a la población con su cultura, sus gustos,
sus valores, sus maneras de entender y vivenciar el éxito y el progreso social; se
construye una espesa y subterránea capa de lealtades y protecciones para con el
negocio, pero esta vez del lado de los vecinos.
El secreto constituye otro valor y significado importante dentro de la narcocultura desplegada en la Emergencia. El secreto es un valor encarnado en una
práctica cotidiana, ya que el ser “sapo” es absolutamente reprobado y sancionado por la comunidad; constituyendo otro aspecto de la ambivalencia afectiva en
la Legua Emergencia, pues a pesar de que muchas veces no se participa en actividades delictivas, ya sea directa o indirectamente, el código que rige es el del
silencio. Esto último tiene que ver con la sanción interna a la delación: el castigo
físico o la sanción social y simbólica de ser marcado como “sapo” en la población. Pero sobre todo, se inscribe en una práctica social con una cierta sedimentación histórica, pues los vecinos no tenían dentro de su tradición el código de la
denuncia a quienes tenían como oficio el robo en los tiempos “fundacionales”, y
tampoco practicaron la delación o el “soplonaje” en el período de dictadura. Allí
entonces, encontramos su base de sustentación cultural y territorial que estaría
determinando en gran medida –en nuestra actualidad- ciertas prácticas que
aquí denominamos como ambivalentes con el narco-mundo, y que forman una
experiencia transversal a toda la comunidad legüina. Nadie denuncia a nadie,
nade sabe nada, nadie habla de más.
Por otra parte, existe al interior de la narcocultura la creencia ideológica de que
“lo importante es tener”, o bien, “en la medida que se tenga serás aceptado”.
Por esta razón para los narcos es tan importante demostrar su poder adquisitivo, mostrarse (en este punto es clave la lectura del enfoque de Goffman), y sobre todo distinguirse en los espacios públicos y comunitarios, tanto en el nivel
barrial como trans-vecinal. Aunque se debe ser lo suficientemente “pillo” para
distinguir cuando pasar “piola” y cuando es necesario “exponerse” y “exhibirse”
públicamente.
Ahora, en contradicción con lo que muchos vecinos evalúan como la solidaridad y la cooperación ente círculos sociales muchas veces antagónicos,
destaca -de parte del mundo-narco- el poco respeto por la vida; donde las situaciones de muerte, los asesinatos, la violencia, la impunidad, las armas de
fuego y la sensación de poder que los acompaña constituyen signos negativos
que dañan seriamente la “vida” cotidiana de los pobladores, particularmente
la de jóvenes y niños.
En relación a las principales prácticas que se trenzan con las significaciones
más importantes que construye esta cultura, es posible identificar una economía territorial de donde se desprenden una diversidad de experiencias, procedimientos, prácticas, etc. En ese sentido, se observan en los pobladores maneras
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ESCENAS DE LA VIDA URBANA EN LA LEGUA EMERGENCIA: NARCOCULTURA Y AMBIVALENCIAS IDENTITARIAS | R. GANTER
indirectas de recibir beneficios de este mercado ligado al narcotráfico, donde las
actividades de tipo doméstico desempeñan un rol preponderante. Por su parte,
los comerciantes de La Legua también obtienen beneficios indirectos de esta
actividad, a través de las compras que las personas vinculadas a las actividades
ilícitas realizan en los diversos negocios y almacenes.
Por otra parte, están las prácticas ligadas a las actividades directamente vinculadas al negocio de la droga, como: la gestión de la organización; personal que
guarda droga; personal que procesa la droga en los laboratorios de la población;
personal que monitorea la calidad de la mercancía; personal que embala y empaqueta la droga; personal que transporta y distribuye la droga; personal que
vende y comercializa la droga; personal que lleva la contabilidad en la organización; personal que se encarga de la seguridad del negocio; personal que está
encargado de los dispositivos de disuasión cuando llega la policía y tienen que
armar montajes-colectivos; etc.; todas funciones y prácticas al interior de una
estructura con una clara división social del trabajo, donde también se incluyen
guarda-espaldas, “cocineros”, “pilotos”, “pistoleros”, “soldados”, “loros”, etc.
Asimismo, destaca como importante el performance que los sujetos realizan
de esta actividad en el contexto de sus territorios. Culturalmente poseen gusto
por la exhibición de los bienes materiales y el despliegue del poder adquisitivo y de consumo. Los sujetos que participan al interior de este mundo practican un consumo demostrativo, donde resaltan fetiches de consumo translocal
como: los relojes marca Rolex, o bien, los nuevos artefactos que configuran los
signos del escalamiento simbólico, donde destacan los aparatos electrónicos,
imponentes automóviles y camionetas 4x4, enormes televisores con tecnología
plasma, entre otros. Todo ello, en medio de pasajes donde destaca un paisaje
urbano y humano altamente precario, pero sobre todo híbrido, producto de estas translocalizaciones inmateriales y materiales.
Por otra parte, para muchos pobladores destaca el hecho de que las organizaciones ligadas al narco-mundo, su nivel logístico, su poderío militar y territorial,
junto con su nivel de sofisticación estructural y tecnológica; se vino a desarrollar
como una consecuencia y reacción a la intervención del Ministerio del Interior.
Esto significó que el narco-mundo y las inteligencias colectivas inscritas en este
estrato, se vieron forzadas a re-crear el negocio frente al control policial.
Se recuerda que en los años ’90 el Perilla le imprimió una racionalidad al negocio que antes no tenía: se incorporó tecnología, se construyeron alianzas
comunitarias y translocales, se dispusieron territorios, se modelaron las interacciones; es decir, se incorporó el negocio a los códigos de la modernidad.
Doble modernización: estructural y organizacional, pues los “empresarios” de
entonces comenzaron a imponer nuevas tecnologías, nuevos productos, nuevos circuitos de distribución, abren nuevos mercados, otorgan empleo, etc. Más
tarde, al llegar el siglo XXI, el Perilla cae preso y los sobrinos toman el control
del negocio, y allí se inician los fuertes problemas de violencia armada en el territorio de la Emergencia y comienzan a proliferar las narco-redes acéfalas que
se disputan clientes, rutas de distribución, zonas de influencia territorial, etc.
Además de la intervención policial, este último rasgo descrito aquí, es otro factor que hay que considerar en el análisis como elemento que viene a empeorar
las condiciones de vida en la Emergencia, luego del año 2000. De ahí también
que en la actualidad destaque una visión pesimista de los pobladores respecto a
la solución del fenómeno del narcotráfico, la violencia, las muertes, los niños y
el deterioro de la calidad de vida de los pobladores.
De este modo, es posible ir construyendo un tercer campo de escenas en cuyo
interior es posible ir dando cuenta de la configuración empírica de nuestro
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ESCENAS DE LA VIDA URBANA EN LA LEGUA EMERGENCIA: NARCOCULTURA Y AMBIVALENCIAS IDENTITARIAS | R. GANTER
segundo polo identitario, marcado por lo que aquí hemos definido como narcocultura, cuyos contenidos más importantes están en lo que hemos denominado la Escena VIII: “Historicidades Actuales”; Escena IX: “De pistoleros y
Narco-balaceras”; Escena X: “De policías y montajes”, y Escena XI: “El mundo
entero llega a La Legua”.
Así, al explorar la cultura del narcotráfico, se observa cómo ciertos significados y valores presentes en las culturas oficiales, son acogidos y caricaturizados por el “narcomundo” (el derroche, el exitismo, la competitividad, el
exhibicionismo, el consumismo, el presentismo, lo instantáneo, etc.); y cómo
las prácticas sociales relacionadas con el narcotráfico, inciden en que su particular proyecto y modo de construir la realidad sea interiorizado y aceptado
por otros grupos y sectores de los cuales está compuesta la sociedad actual.
Autores como Restrepo (2001) plantean que al explorar el narcomundo éste
opera como un espejo de nuestra cultura, donde aparece con todas sus contradicciones la cultura contemporánea.
Este polo identitario se ha adscrito históricamente al estigma y lo ha hecho su
emblema, profundizando sus contenidos peyorativos en lugar de modificarlos.
Lo anterior refuerza nuestra hipótesis de trabajo, en el sentido de dar cuenta de
la conformación y sedimentación histórica de un polo cultural que se ha adherido a los contenidos negativos del estigma, profundizando una tensión con otras
formas de construir y definir las identidades en la Emergencia, y promoviendo
espacios de ambivalencia emocional y afectiva ente el narco-mundo y el resto de
los pobladores. A este proceso de profundización y expansión de la “mácula”, la
antropóloga y comunicóloga mexicana -Rosana Reguillo (1991)- lo denomina la
transformación del estigma en emblema, el cual consiste en convertir los significados vergonzosos en significados prestigiosos, configurando una resistencia
a la descalificación.
HISTORIA GLOBAL
ESCENA XI
MUERTE
LEGUA
EMERGENCIA
PUENTE-INTEGRACIÓN
IDENTIDAD
PROYECTO
ESCENA VIII
ESCENA IX
ESCENA X
HISTORIA LOCAL
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ESCENAS DE LA VIDA URBANA EN LA LEGUA EMERGENCIA: NARCOCULTURA Y AMBIVALENCIAS IDENTITARIAS | R. GANTER
4) En relación al objetivo de investigación asociado con el identificar, describir
y analizar las escenas de la ambivalencia afectiva entre pobladores y narcotraficantes, en el contexto de la Legua Emergencia (ob. 5), es posible identificar un
cuarto campo de escenas con los siguientes contenidos centrales:
Primero, hay que consignar que se trata de una ambivalencia entre traficantes
y pobladores, que no es sólo perceptiva y discursiva, sino también experiencial y relacional. Segundo, esto tendría su base de sustentación en dinámicas
de sedimentación histórica ligadas con la configuración de una alianza tácita,
una complicidad territorial, una sociabilidad significativa entre pobladores y
el mundo del hampa tradicional. Se sabe que entre los años ‘60 y principios de
los ’70, no hubo grandes conflictos intra-comunitarios y que en ese marco coexistían y vivían en armonía: “lanzas” y pobladores, “choros” internacionales y
trabajadores populares. Es más, se afirma que los que tenían por oficio el robo
eran personas sumamente respetuosas, no eran personas agresivas y eran personas generosas con las cuales se compartía como con cualquier otro vecino, y
muchas veces cuidaban a la comunidad.
En este plano, destacaba en el pasado una especie de pacto tácito entre el mundo del hampa y los pobladores, una tregua, un código de honor que siempre
fue respetado y que estaba asociado con la prohibición de generar algún daño
o perjuicio a los propios pobladores. De este modo, las interdependencias entre pobladores-trabajadores y pobladores-delincuentes; las complejas y tácitas
articulaciones y pactos; la permeabilidad de los tráficos entre círculos sociales
opuestos, pero complementarios; constituyen un dato empírico que permitió
continuar con la línea de exploración propuesta por esta investigación. De alguna manera, con lo que ya hemos planteado, esta cultura tradicional del hampa
fue teniendo su relevo y metamorfosis, cuestión que también está ligada con los
procesos de modernización de la sociedad chilena y con los recambios ligados
a los imaginarios urbanos de nuestras ciudades. Transitando de lo que aquí
hemos denominado la cultura tradicional del hampa a la narco-cultura, esto
es, del “choro-ladrón” al “narco-choro”; aspecto que también se puede verificar
en un recambio generacional y la emergencia de otro ethos cultural, donde el
patrón del respeto tiende a ser un código re-jerarquizado frente a otras pautas
culturales de mayor o igual significación, como por ejemplo: el derroche y el
exhibicionismo vinculado a la narcocultura.
El punto es que si efectivamente hubo un recambio en los códigos y actores
“contra-culturales”, y así lo indican los datos empíricos sobre la materia, hubo
un tejido relacional y valórico que permaneció. Se trata del tejido subterráneo
de sociabilidades vecinales y maneras positivas de percibir las manifestaciones
“para-legales”. Es decir, las familias de pobladores continuaron teniendo relaciones con el mundo del “crimen”, con sus actores y organizaciones; independiente si ayer se dedicaban a robar y hoy a “traficar”. El punto es que siempre se
trató de vecinos y pobladores, muchas veces fuertemente emparentados entre
sí, o con los cuales se tenían vínculos de amistad y vecindad históricos. De ahí
también, que en la actualidad muchos pobladores se perciban como protegidos
por los narco-vecinos, en determinadas circunstancias, pues –paradójicamente- se plantea que se vive tranquilo junto a ellos. Al mismo tiempo, se los suele
percibir –incluso por vecinos organizados para recuperar los espacios públicos
del monopolio de las narco-bandas- como gente muy solidaria y que muchas veces en situaciones de desgracia familiar tienden a ser los primeros en colaborar.
En ese mismo sentido, es como se tiende a tolerar y a justificar el narco-mundo
en la población. Las argumentaciones para esta justificación son variadas y
tienden a centrarse en justificaciones sociales, económicas y familiares.
De este modo, se va construyendo un cuarto campo de escenas, en cuyo interior
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ESCENAS DE LA VIDA URBANA EN LA LEGUA EMERGENCIA: NARCOCULTURA Y AMBIVALENCIAS IDENTITARIAS | R. GANTER
es posible ir dando cuenta de la configuración empírica de las escenas que forman parte de la ambivalencia afectiva entre traficantes y pobladores, y al mismo
tiempo la identificación de los espacios de cruce que se van conformando como
maneras de gestionar y resolver la tensión identitaria entre las dos polaridades
anteriormente expuestas.
Esto significa que la segunda parte de la hipótesis de trabajo, esto es, que “las
ambivalencias constituyen modos de gestionar la tensión identitaria, que van
configurando determinadas “escenas” de cruce identitario que son propias y específicas de la vida urbana en la Legua Emergencia”; son posibles de verificar a
partir de las Escenas XII: “Afectos cruzados”; Escena XIII: “Fusión en el carnaval”; XIV: “De velorios y narco-funerales” y Escena XV: “Fiesta de año nuevo”.
Así, se verifica que los espacios de cruce afectivo están dados por prácticas como
la “pichanga” con los narcos; los intercambios en el espacio de la feria, o bien, al
interior de las comunidades Pentecostales; en los cumpleaños infantiles; en las
fiestas patrias, entre otros. Pero se han identificado, descrito y analizado como
escenas y espacios de cruce arquetípicos, los siguientes: el carnaval, los funerales de narcotraficantes y la fiesta de año nuevo.
ORGULLO
ESCENA XIII
ESCENA XII
POLO-NARCO
LEGUA
EMERGENCIA
POLO-POPULAR
ZONA DE LO
AMBIVALENTE
ESCENA XIV
ESCENA XV
ESTIGMA
5) Por otra parte, la investigación plantea como una de sus salidas que la sociedad chilena, y particularmente la ciudad de Santiago, están asumiendo en los
últimos años que la experiencia urbana y humana al interior de la población la
Legua Emergencia constituye un producto de sus propios desafueros. Y que por
debajo de todo este fenómeno y problemática urbana y territorial, existe una dimensión política importante, donde el Estado ha jugado un doble y ambivalente
rol: de ausencia y presencia. De retracción de su “mano izquierda” y de avance
de su “mano derecha”. En ese sentido, existe una gran responsabilidad política en el incremento de lo que aquí llamaremos la marginalización económica,
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ESCENAS DE LA VIDA URBANA EN LA LEGUA EMERGENCIA: NARCOCULTURA Y AMBIVALENCIAS IDENTITARIAS | R. GANTER
pero sobre todo en el incremento de la marginalización política y simbólica. El
Estado no conoce las condiciones de vida y de muerte, en las que en la actualidad se encuentran los pobladores de la Emergencia. Casi como en ningún otro
territorio a nivel nacional, allí se vive la norma de la excepcionalidad a toda
legalidad. El Estado se encuentra relativamente ausente en la Emergencia, en
cuanto satisfactor de necesidades básicas, pero sobre todo se encuentra ausente
en cuanto al desconocimiento de la comunidad legüina y a sus interlocutores
válidos. También ha estado ausente en cuanto a su incompetencia para resolver
después de casi 10 años de intervención socio-policial, los problemas de la vida
cotidiana de los pobladores.
Ahora, como se ha visto cuando el Estado marca presencia en el territorio de
la Emergencia, particularmente sus dispositivos policiales lo ha hecho -en
muchas oportunidades- de manera ilegítima y abusando de su poder frente
a la ciudadanía.
Por otra parte, como señala R. Ocampo (2007) los narcotraficantes al estar en el
lado negativo del discurso de la sociedad civil, tienen la salvedad de no observar
normas ni leyes, por lo cual su conducta no responde a la racionalidad ni a la
voluntad de obediencia civil. En ese sentido, como ya lo viéramos con Simmel
(1986) lo esencial de la sociedad secreta es la autonomía, su mundo y orden al
margen; que según él se asocia con la anarquía, es decir, un orden sin Estado o
por lo menos donde el Estado tiende a desdibujarse.
Sobre este punto, W. Benjamín (1995) sostenía que la gran fascinación que ejerce y genera el gran criminal, deriva del hecho específico que no quebranta la
ley del Estado; sino que la confronta con el riesgo de ofrecer e implementar
una nueva ley, un nuevo código social. Esta tesis agregaría la oferta –por parte
de la narco-cultura- de una nueva comunidad emocional con sus propias racionalidades, afectividades, cruces, ambivalencias y lógicas de progreso que el
Estado no ha podido diseñar e implementar. De ahí su crisis de hegemonía y
legitimidad, pues no ha logrado seducir a los pobladores con un proyecto de
desarrollo social actualizado, competitivo, genuino y sustentable, frente al éxito
y la eficacia de la narco-cultura en la Legua Emergencia. De allí también deriva
el problema político más relevante al interior de este territorio, y al cual esta
tesis no puede restarle relevancia desde un punto de vista ético, epistemológico
y -por cierto- ciudadano; en tanto se forma parte de la vida urbana en una sociedad con característica y lógicas altamente definidas.
De esta forma, es posible afirmar más allá de la cuestión axiológica, que la
narco-cultura en la población la Emergencia y sus diferentes formas de violencia, constituyen uno de los síntomas más extremos de la crisis y el agotamiento de la institucionalidad vigente; es decir, del modelo de sociedad en la
cual estamos inscritos y de sus formas de vida predominantes, donde muchas
de las legalidades y de las normas sociales no sólo dejan de tener vigencia y
son transgredidas, sino que por sobre todo dejan de tener sentido para muchos
pobladores excluidos. Sabemos que lo legal no necesariamente es sinónimo de
legitimidad (Weber).
“Sin pacto, sin un acuerdo «racionalmente fundado» que tenga para las personas un sentido aprehensible en lo inmediato, están rotos los conductos para
cualquier ley y sólo queda espacio para el «ajuste de cuentas», la revancha, la
fuerza punible de quienes se mantienen, sostenidos por el hilo de un suspiro
atemorizado, del otro lado de los límites. Pienso que el poder de la “paralegalidad” es mucho mayor que el poder de la ilegalidad, ya que la primera lleva
implícito el germen de un orden diferente y fundante, paralelo (…) Lo que
intento enfatizar es el absurdo y la peligrosidad de las políticas de mano dura
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ESCENAS DE LA VIDA URBANA EN LA LEGUA EMERGENCIA: NARCOCULTURA Y AMBIVALENCIAS IDENTITARIAS | R. GANTER
y combate frontal contra lo que podríamos pensar como «sectores excedentes», es decir, como grupos sociales que han sido “producidos” por la ceguera
y la voracidad de las fuerzas capitalistas aliadas a los poderes fácticos locales,
que hoy se intersecan con la política del miedo y las retóricas de la seguridad”
(Reguillo, 2005).
De este modo, la sociedad le declara la guerra a sus enemigos narcotraficantes,
como si éstos fueran unos alienígenas que procedieran de otro mundo y otro
sistema, un virus con rostro inhumano de troyano. Esa guerra –además- se declara como una guerra preventiva y bio-política, un problema de salud y seguridad pública. Pero esa guerra se lleva a cabo concibiendo a estos enemigos como
absolutamente externos, accidentes, anomalías del sistema, agentes patógenos,
residuos de otras épocas, períodos históricos o formaciones sociales. Es el argumento de los chivos expiatorios, que termina por eximirnos a cada uno de
nosotros y como sociedad, de responsabilidad; pues pareciera que dichos problemas y fenómenos siempre tienen su génesis fuera de nosotros, en lugar de
comprender que somos tan responsables en la producción de nuestros propios
“monstruos” y desaforados del sistema, como ellos mismos en la perpetuación
de sus estigmas y violencias.
Así, fenómenos como la delincuencia, la violencia urbana, el narcotráfico y la
corrupción, son ingobernables en contextos donde el pacto social se encuentra
debilitado y los referentes colectivos desestabilizados. Por ello, “la ambivalencia es, en parte, el resultado normal de las transformaciones. Las turbulencias
han removido el fondo y aún no se logra ver clara la figura que emergerá. Pero
es mucho más que eso, y también más problemático. Como se ha mostrado, el
imaginario colectivo del “nosotros” está debilitado seriamente. Y los imaginarios fragmentados y ambivalentes que resultan de las diversas experiencias del
cambio son difíciles de recomponer en una imagen común (…) La construcción
de un imaginario de país es antes que nada una tarea cultural. Cultura es eso,
preguntarse y comprender la propia convivencia, las experiencias compartidas,
las diferencias que dividen, y especialmente darle forma a la aspiración de convivir gracias a la pluralidad de historias y modos de vida. Hoy esta tarea cultural se ha vuelto problemática. Al reconocer que la diversidad puede derivar en
fragmentación se comprende la urgencia del desafío cultural que Chile tiene por
delante. Al Desarrollo Humano en Chile le urge la cultura. Están en juego las
maneras en que las personas se constituyen en sujetos del proceso de desarrollo, de sociabilidad y de una sólida democracia (PNUD, 2002: 287).
De ahí la importancia y la urgencia de prevenir, pero también hay que complementar aquello con las preguntas políticas por la ciudad y la sociedad que
estamos construyendo. Pero sobre todo, por el imaginario de ciudad y de sociedad que deseamos y cómo vamos abriendo espacios para ponerlo en práctica
colectivamente, inclusivamente, participativamente.
6) Tesis y problematización final:
a) La Narcocultura, en tanto estilo de vida que supone trenzas de significados
y prácticas desplegadas por actores sociales específicos, se presenta en el contexto actual de la población Legua Emergencia como ruta legítima de integración cultural, movilidad y progreso social para amplios sectores de pobladores
que habitan dicho territorio. En ese sentido, se auto-percibe poderosamente el
deterioro irreversible de la matriz cultural sustentada en los valores colectivos
que predominaron significativamente en la conciencia de los sectores populares durante la segunda mitad del siglo XX, pues dicha forma de vida y promesa
de desarrollo hoy no logra ofrecer de manera importante la posibilidad real y
efectiva de superar la pobreza, la exclusión y las actuales condiciones sociales que hoy los aprisiona al interior de dicho enclave urbano. Por tal razón el
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ESCENAS DE LA VIDA URBANA EN LA LEGUA EMERGENCIA: NARCOCULTURA Y AMBIVALENCIAS IDENTITARIAS | R. GANTER
espacio social que antes ocupara dicha forma de vida, hoy lo ocupa de manera importante el referente de la narco-cultura; desplegando sus ambivalencia
identitarias y suturando la brecha entre lo local y lo global por medio de sus
múltiples tráficos de afectos, lealtades, protecciones y devoluciones. Aunque
ello implique para muchos pobladores un “juego de máscaras” y “silencios” que
colinda cotidianamente con la muerte.
Ahora bien, desarrollando el argumento de la tesis, es necesario considerar
que el principio de movilidad social que postulaba el modelo de integración y
regulación social fordista-keynesiano, está llegando actualmente a un estado
de erosión profunda. En su lugar, comienza a imponerse la mercantilización de
servicios públicos como: educación, salud, medios de comunicación, previsión
social, cárceles, etc.; junto con ello se impone la flexibilización del mercado
de trabajo y su consecuente precarización y deterioro de su calidad, etc. Sin
embargo, desde hace algunos años es posible ir observando el fortalecimiento
de la estructura punitiva y de contención policial por parte del Estado, como
efecto colateral de las crisis sociales vinculadas con los actuales expulsados del
nuevo orden social y económico.
Así, los pobladores de la Emergencia se encuentran en una situación de expulsión de las antiguas matrices sociales que orientaban su accionar social
y que los dotaban de certezas mínimas (política, trabajo, educación, como
fuentes de referencia y asenso social), obligándolos en muchos casos a generar estrategias colectivas e individuales de supervivencia, en contextos donde
la desprotección social, lo imprevisible, lo contingente y la incertidumbre, se
profundizan a tal nivel que una gran cantidad de pobladores de la Emergencia
son fácilmente reclutados por las estructuras y redes entretejidas al interior
del mundo del narcotráfico.
De este modo, en la lógica de la matriz cultural propia de la modernidad, el
dispositivo de la “movilidad social” suponía, de un lado, la existencia de individuos que habían internalizado convenientemente las normas y pautas de acción
social validadas por el sistema social hegemónico; por otro lado, también suponía la existencia y funcionamiento adecuado y legitimado de una estructura
social capaz de brindar oportunidades de movilidad a todos los que poseían
los méritos y las capacidades suficientes para ello. Lo anterior, también suponía la presencia de una estructura de oportunidades relativamente abierta que
garantizara el igual acceso para todos los individuos dispuestos a “competir” y
pilotear sus esfuerzos para alcanzar las metas culturales prescritas por el propio sistema. El caso del derecho a la educación y al trabajo son ejemplos claros
para comprender el funcionamiento y la eficacia del modelo de movilidad social
promovido por la matriz cultural de la modernidad.
Sin embargo, y por lo que ya venimos planteando más arriba, esta matriz cultural ha comenzado a erosionarse poderosamente por las transformaciones
ya aludidas, y como consecuencia de ello se puede afirmar que al interior del
mundo popular se han desatado una serie de fenómenos que coinciden con esa
transición de matriz cultural. En ese sentido, es posible observar también cómo
comienza a desestabilizarse la denominada “cultura de la decencia” (Martínez
y Palacios, 1996) al interior de este mundo popular y sobre todo, en las generaciones de jóvenes y adolescentes.
La “cultura de la decencia” alude a la presencia en los sectores populares,
de una voluntad sostenida por la sujeción a un estricto código moral, el que
se construye a partir de atributos como: el sentido del deber, el esfuerzo, el
respeto, la responsabilidad, el compromiso, la honradez, la solidaridad y la
cooperación, entre otros. De este modo, se va construyendo y dibujando en
213
ESCENAS DE LA VIDA URBANA EN LA LEGUA EMERGENCIA: NARCOCULTURA Y AMBIVALENCIAS IDENTITARIAS | R. GANTER
el imaginario social popular la denominada “línea de la decencia”, esto es, la
frontera que permite distinguir la integración a las estructuras de la sociedad
por parte de los excluidos del sistema, y cuyo traspaso define la opción por trayectorias de movilidad social legitimadas, validadas y prescritas por la cultura
oficial; aún cuando éstos caminos tengan una escasa probabilidad de alcanzar
los beneficios esperados. Lo anterior también suponía la fuerte presencia del
factor subjetivo, expresado en la confianza y la certidumbre –por parte de los
actores- de que si no obtenían el logro y las metas en la primera oportunidad,
sería –de una u otra forma- en la segunda y así sucesivamente. Esta zona, en
tanto imaginario social, poseía una gran legitimidad y poder de convocatoria
en los actores populares, donde muchos pobladores –por ejemplo- aspiraban a
la superación de sus condiciones de vida, tanto materiales como simbólicas, en
el marco de esta matriz cultural, y donde las rutas oficiales de movilidad social
se constituían en caminos donde era posible depositar su buena disposición
psicológica, su ánimo, confianza y energías físicas. 83
Ahora, como hemos tenido la posibilidad de observar, La Legua se encuentra
actualmente en una compleja situación social, que hasta este minuto y después
de varios años de intervención socio-policial no se han logrado revertir significativamente los procesos de exclusión social que la afectan; erosionando con
ello no sólo las viejas pertenencias colectivas, sino también la institucionalidad
política (Estado), social, comunitaria y simbólica, que en otra época operó como
dispositivo articulador entre las estructuras sociales y las identidades colectivas
generadas en el marco de las ciudades en proceso de desarrollo, a partir de la
segunda mitad del siglo XX en nuestro país.
De este modo, uno de los fenómenos más neurálgicos que han ocurrido en
todos estos años, especialmente a partir de la transición política vivida por
nuestro país en los años ‘90, ha sido la emergencia y el fortalecimiento de lo
que hemos denominado como narco-mundo en La Legua. Este narco-mundo
se configura en un potente “ethos cultural”, es decir, una particular manera de
ser y hacer de los sujetos, que va definiendo colectivamente: prácticas, ritos,
significados, ideologías, trenzas de memoria, espacios de convivencia e imaginarios de futuro que reducen la incertidumbre en los pobladores y les abre a
un mundo de integración y “progreso” que el Estado no logra reclutar con la
misma potencia y efectividad.
Así, la configuración lenta y subterránea, de lo que hemos denominado como la
narcocultura en la Legua Emergencia, se constituye –para muchos pobladoresen una forma de vida válida y legitima al interior de su territorio. Ello, a partir
de dos complejos de factores exógenos que resultan interdependientes en la
dinámica de incubación y despliegue de dicho fenómeno:
•
Reconfiguraciones del aparato estatal: retracción del Estado social y avance de sus funciones policiales, con la consecuente persistencia de los factores productores de pobreza estructural, refuerzo del cerco estigmatizador
sobre el territorio y sus habitantes. Asociado a este proceso, se observa la
presencia de una dinámica de desproletarización y una prevalencia de la
economía informal. Como indicador de lo anterior, es posible observar una
persistente y deficiente distribución del ingreso en nuestro país, que se viene extendiendo desde la década de los ’90. Junto con ello se visualiza en el
caso de La Legua, una población joven que en su mayoría se siente excluida
del empleo formal (de calidad), y para quienes los canales de movilidad
social oficiales son más precarios e inciertos que antes.
83
Revisar: http://www.sitiosur.cl/publicacionesdescarga.php?id=2700&nunico=410. Martínez, Javier; Palacios, Margarita. Informe sobre la decencia. La diferenciación estamental. [Libro].
Colección Estudios Sociales. Santiago de Chile: Ediciones SUR, 1996, p. 7- 8.
214
ESCENAS DE LA VIDA URBANA EN LA LEGUA EMERGENCIA: NARCOCULTURA Y AMBIVALENCIAS IDENTITARIAS | R. GANTER
•
Reconfiguración profunda de la matriz cultural inspirada en la idea de
progreso y esfuerzo: declive y erosión del autoritarismo puritano, la normalización disciplinaria del trabajo, la patria y la familia. Hegemonía de
una matriz cultural neoindividualista, donde domina la satisfacción de
deseos y goces de manera inmediata e instantánea; un estado de consumo
“bulímico” de objetos y signos; una opción por la entretención, el tiempo libre y los espacios de ocio; una idea de presente eterno; una hípersecularización; una desdramatización del sentido de la transgresión de la
norma; una atmosfera cultural donde la abnegación y la obligación son
reemplazadas por la seducción y la especulación (Lipovetsky, entre otros).
Complementariamente sobre este aspecto, el propio Simmel sostendría en
su Filosofía del Dinero (1976) la emergencia de dos dinámicas culturales
asociadas con el imperio de la economía monetaria: la actitud cínica y la
actitud de hastío. El cinismo apunta a una desjerarquización de los valores
que conformaron la sociedad como la entendíamos hace 30 años atrás,
entonces el respeto o la vida pueden resultar equivalentes frente al goce o
la venganza. Mientras que el hastío considera a las cosas o las situaciones
teñidas todas por el mismo tono gris, consecuentemente este estado de
indiferencia por las cosas y las experiencias se compensa con un apetito
por las sensaciones fuertes y límites.
Por su parte, es posible plantear –endógenamente- que frente al debilitamiento de
la narrativa del orgullo poblador (identidad proyecto) que se articuló fuertemente
a partir de los años ’50, en nuestro país, en un contexto político, social y cultural
inspirado en la matriz desarrollista; hoy surge con fuerza una narrativa identitaria
que había estado sumergida –pero siempre latente- en el territorio y la historia de
La Legua, esto es, el mundo ligado al “hampa” con sus actores, códigos y prácticas
paralelas al orden oficial. De este modo, frente a la erosión del polo vinculado a
la idea de proyecto popular; frente a la resistencia simbólica y la carencia de un
relato interno que le otorgue certidumbre colectiva, proyección y reconocimiento
externo a dicho proyecto; emerge con fuerza actualizada, legitimadora, seductora
y expresiva, el polo identitario ligado con lo que aquí hemos denominado como la
narcocultura. Y este último movimiento, se encuentra en perfecto ensamble con
la dinámica social desplegada por la matriz cultural neoindividualista y con la
retracción del Estado social, que anteriormente planteáramos.
En la actualidad un gran número de pobladores y pobladoras –entre ellos muchos jóvenes y adolescentes- se encuentran fuertemente tensionados por estos
dos polos en disputa; otros están asustados y desconfiados; otros resignados y
retraídos; otros angustiados; otros aguantan; otros militan al interior de cada
una de estas polaridades; otros simplemente han aprendido a transitar desinhibidamente en la frontera, en la ambivalencia, entre máscaras y secretos, entre
la vida y la muerte cotidiana.
De esta forma, en el lapso de 20 años la práctica del narcotráfico pasó de ser
una subcultura devaluada y restringida a un pequeño grupo de pobladores y
focalizada en un par de pasajes de la población, a una cultura legitimada y respetada entre los habitantes de La Legua. Es decir, un mundo ya pre-supuesto,
un mundo inscrito en la médula de la vida cotidiana de los y las habitantes de
la Legua, que define genéticamente un modo particular de habitar el territorio;
incluso muchos jóvenes y adolescentes se sienten orgullosos de los estigmas
que pesan sobre su territorio, pues muchas veces prefieren pasar por narcos,
choros y pistoleros que por trabajadores o pobladores esforzados.
De ahí, que retomando la pregunta central de esta investigación, esto es:
¿cómo se interpreta el hecho que los pobladores de la Legua Emergencia mantengan relaciones de ambivalencia afectiva y convivencia comunitaria con el
mundo del narcotráfico?
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ESCENAS DE LA VIDA URBANA EN LA LEGUA EMERGENCIA: NARCOCULTURA Y AMBIVALENCIAS IDENTITARIAS | R. GANTER
Se postula como hipótesis de trabajo que la narcocultura constituye un “puente”
que media entre el mundo del claustro local impuesto por el Estado y las condiciones de pobreza y los imaginarios desterritorializados de la globalización y la
democratización del consumo. Para muchos pobladores es una alternativa viable a las crisis tanto estructurales como de sentido intersubjetivo que imperan
hoy en nuestras sociedades. Lo anterior significa, para decirlo explícitamente y
con todas sus letras, que la narcocultura en La Legua “sutura” la brecha entre el
nosotros y los otros; gestiona la integración de quienes tienen dificultades para
realizar dicho proceso por si mismos; soluciona y resuelve “micro-físicamente”
las necesidades y demandas de los vecinos. La narcocultura en La Legua produce una estructura de oportunidades que el Estado no ha logrado generar de
manera solvente y sustentable y de ahí también su legitimidad y consistencia
como micro y macro poder, pues en la actualidad construye y abre caminos
para ir superando la pobreza y re-mezclar las experiencias y los imaginarios de
lo territorial con lo transterritorial.
Así, mientras el Estado falla, pues refuerza el aislamiento y el cerco estigmatizador, la narcocultura fluye y hace fluir las interacciones translocales; seduce con su
juego de ambivalencias, lealtades y recompensas cotidianas. Por ello, la narcocutura otorga –para muchos jóvenes de La Legua- un código, un referente, un relato de auto-afirmación; la experiencia de una familia, una gran familia; una “otra”
escuela; círculos de pertenencia y construcción de sentidos compartidos; afectos,
autoestima y orgullo territorial; más y mejores empleos que los que proveen los
programas de gobierno; cobertura en momentos de enfermedad; espacios de
ocio, recreativos y festivos; ascenso y progreso social; un barrio, un territorio;
protección social; etc. Pero simultáneamente con ello, está su contra cara ambivalente: la incertidumbre cotidiana de la cárcel y la muerte. Aunque en opinión
de muchos pobladores cuando se impone la desesperanza aprendida, la participación en el tráfico de drogas es un riesgo que vale la pena correr; pues entre ser
reclutados por el empleo precario con salario mínimo mensual de $165.000 84 y
ganar en un fin de semana $500.00 sin moverse de su domicilio, para muchos no
hay tanto que pensar, para otros la primera opción no descarta la segunda.
Por último, la propia paradoja de la vida urbana moderna implica que las dinámicas de individuación, emancipación y secularización nos arrojan a un mundo
de mayor fragmentación y disociación, frente a lo cual los actores tienden a
reconstruir y recrear sus lazos de sociabilidad en los bordes e intersticios de las
estructuras sociales, muchas veces buscando refugios y alternativas de sobrevivencia a la intemperie de las instituciones, entre máscaras y disimulaciones,
tránsitos y tráficos de diverso tipo.
Así, en este contexto de hegemonía de la cultura objetiva por sobre la cultura
subjetiva, donde impera una economía monetaria, muchos excluidos de las estructuras sociales no están orientados a transformar la realidad que los oprime
y el mundo que los margina, sino que crean condiciones, inventan estrategias,
construyen puentes para logar integrarse y participar del consumo, del estilo de
vida dominante, aunque sea provisoria y precariamente.
“La ausencia de algo definitivo en el centro de la vida empuja a buscar una satisfacción momentánea en excitaciones, satisfacciones y actividades continuamente nuevas, lo que nos induce a una falta de quietud y tranquilidad que se
puede manifestar como el tumulto de la gran ciudad (…) como la falta específica
de fidelidad moderna en las esferas del gusto, los estilos, los estados del espíritu
y las relaciones” (Simmel, G. 1976).
84
mos.
216
Según la CASEN 2006, el 59% de los asalariados ganaba entre uno y dos ingresos míni-
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De ahí que lo importante para este tesis no sólo ha sido dar cuanta de los procesos de exclusión social y los conflictos que éstos desatan en el nivel de las
identidades y entre grupos humanos antagónicos, sino por sobre todo explorar
los modos a través de los cuales los actores sociales son capaces de generar –en
la intemperie- estilos de vida que gestionan y suturan dichos conflictos y exclusiones por medio de estructuras paralelas a las ofrecidas por el mundo oficial.
b) Continuidades y superposiciones entre la narcocultura y la cultura oficial:
A partir de los datos empíricos arrojados por esta investigación, es posible ir
desconstruyendo el enfoque que tiende a vincular la narcocultura únicamente
con los estereotipos sociales y los imaginarios sociales, donde predominan las
visiones maniquistas sobre esta realidad.
Así, a modo de hipótesis de trabajo, postulamos que la narcocultura representa
un universo simbólico mucho más amplio y complejo que lo que esta acotada
investigación asumió como su objeto de estudio, pues la narcocultura ha logrado permear en gran medida la sociedad con sus prácticas y sistema de significación. De esta forma, este modo de vida, esta cultura, no sólo incluye a un
sector focalizado y específico de narcotraficantes y micro-traficantes inscritos
en determinados territorios ligados con el mundo popular o que habita en ciertas “poblaciones” inscritas en distintas ciudades de Chile. Por el contrario, ésta
incluye una multiplicidad de expresiones, de actores sociales y perfiles colectivos e individuales que trascienden las clases sociales, los géneros, la raza, las
generaciones, lo específicamente rural, los espacios y barrios de la ciudad, etc.
De este modo, es posible observar que la industria cultural instala todo un campo de producción, consumo y significaciones en torno a la narcocultura, donde
destacan películas, libros, biografías, novelas, música, noticias, reportajes, cine,
documentales, etc. Lo que se traduce en fuertes ganancias a partir de la “capitalización” de una realidad sociocultural que genera en la ciudadanía mucho
rechazo y simultáneamente morbo, “entretención” y deseo por consumir las
historias y crónicas de quienes participan directamente en este mundo.
Por otra parte, como ya lo planteáramos en otro capítulo, las organizaciones
ligadas al narcotráfico poseen una estructura bastante rizomática, tipo red;
lo cual tiene una continuidad estructural con el tipo de economía que predomina en la actualidad y en general con los requerimientos que el mercado hoy
le impone a las estructuras productivas convencionales en la era del capitalismo mundial integrado, donde el patrón predominante para operar gravita en
torno a la flexibilidad (para negociar con diversos actores transterritoriales)
y la versatilidad (para modificar su “fachada” y/o campo simbólico según el
contexto y el momento).
Asimismo, es posible señalar que las lógicas de funcionamiento de estas organizaciones se acercan cada vez más a los códigos y estándares de la empresa
legal contemporánea, pues destacan en su interior las dinámicas de racionalización de los procesos productivos y de la oferta de servicios; los horarios
de trabajo bien delimitados y definidos; una conveniente división social del
trabajo, especialización y profesionalización de las tareas; la subcontratación;
formación de nuevos cuadros; sistemas de premios, recompensas, incentivos y
asensos para el personal; se preocupan de la eficiencia en la gestión; del marketing; de la calidad de sus productos y servicios; de la gestión de riesgos y de
las políticas de seguridad, etc.
En cuanto a la ideología y la mentalidad presente en el perfil de estos “empresarios” de nuevo tipo, es posible observar que son tan emprendedores como
cualquier otro empresario que se mueve dentro del marco legal; sea ésta una
217
ESCENAS DE LA VIDA URBANA EN LA LEGUA EMERGENCIA: NARCOCULTURA Y AMBIVALENCIAS IDENTITARIAS | R. GANTER
mediana o pequeña empresa. También son arriesgados e innovadores; incorporan nuevas tecnologías y desarrollan nuevos productos y mercados; son
competitivos; poseen metas claras y se plantea nuevos retos, entre otras características comunes.
En cuanto al consumo cultural desplegado por los “capos del negocio”, se sabe
que su afición por el derroche y el consumo demostrativo, tiene puentes importantes con el consumo desplegado por los grupos de elite, donde figuran
bienes y objetos como: los anillos de platino y brillantes, relojes Omega y Rolex,
camionetas y jeep 4X4, televisores con tecnología plasma, computadores portátiles, agendas electrónicas, tecnología “touch”, propiedades en las comunas de
La Reina, Vitacura, Las Condes, Lo Barnechea, etc., Además, algunos poseen
una especial afición por la ropa Versace, de origen italiano y que fue de uso
profuso por parte de los “capos” sicilianos. Luego, ellos mismos serían los que
la promoverían y difundirían en ciudades como Los Ángeles, Miami o Nueva
York. Esta práctica está íntimamente ligada con el concepto de máscara y simulación, es decir, toda una puesta en escena, un performance donde el objetivo
es generar un “lavado social” y a través de ello ir escalando nuevas posiciones
en la estructura social.
Por último, lo anterior también nos indica un acoplamiento en el nivel de las
metas y prototipos culturales oficiales, donde el mandato social está orientado y fuertemente enfatizado hacia la consecución del éxito económico, la casa
propia, el automóvil, el lujo, el confort, las vacaciones, etc. Y todo ello transmitido, entrenado, alentado y legitimado por toda una amplia y ubicua gama de
micro-agentes cotidianos de la “gubernamentalidad” (Foucault, 2006), como
la familia, el grupo de pares, la escuela, los medios de comunicación, la publicidad, el medio social, etc.
c) La nueva gestión punitiva en los territorios de la marginalidad urbana
Comencemos este apartado con el planteamiento de G. Agamben (2004) acerca de la situación de excepcionalidad, como norma de las democracias contemporáneas: “desde hace unos años se intenta convencernos de que aceptemos como dimensiones humanas y normales de nuestra existencia prácticas
de control que siempre se habían considerado excepcionales y auténticamente
inhumanas (...). Los Estados, que deberían constituir el lugar mismo de la
vida política, han hecho del ciudadano, o más bien del ser humano como tal, el
sospechoso por excelencia, al punto de haber transformado en clase peligrosa
a la humanidad misma.” 85
Las democracias de la tardomodernidad contemplan en su interior el control
espacial y la vigilancia microfísica de las denominadas clases peligrosas. Ello,
a través de una serie de dispositivos de seguridad, redes de tecno-vigilancia
específicas y focalizadas sobre dichos grupos sociales. En ese sentido, el geógrafo D. Harvey 86, concibe a la ciudad no sólo como un espacio compuesto por
fragmentos dispersos y discontinuos, sino como un cuerpo político; esto es, un
espacio que tiene carácter propio y que expresa la división internacional del
trabajo, con las contradicciones y los conflictos consustanciales que encarna el
capitalismo en su fase actual.
En este contexto, las políticas de tolerancia cero constituyen una de las estrategias más claras en los procesos de criminalización de la pobreza y sus
territorios. Como efecto directo de lo anterior, comienza a desplegarse la con85
Citado en “Peligrosa Humanidad”, La Nación, Domingo 25 de septiembre de 2005, Buenos
Aires. Revisar del mismo autor: “Estado de excepción: homo sacer”, G. Agamben, Pretextos, 2004.
86
Revisar: “La ciudad como cuerpo político”, entrevista a D. Harvey en Revista de Cultura
Ñ, n° 160, 2006.
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ESCENAS DE LA VIDA URBANA EN LA LEGUA EMERGENCIA: NARCOCULTURA Y AMBIVALENCIAS IDENTITARIAS | R. GANTER
tención y gestión penal de los problemas sociales (Wacquant 2001). En ese
sentido, cuando los problemas sociales dejan de abordarse a partir de una
dimensión colectiva y comienzan a enfocarse como responsabilidad individual, entonces su gestión debe pasar del ámbito de las políticas sociales al de
la política criminal (Tijoux, 2001).
Así, parece significativo seguir explorando -a modo de hipótesis de trabajo- el
postulado asociado con el surgimiento y la concentración no sólo de espacios
de indigencia y pobreza dura en el marco de las metrópolis capitalistas contemporáneas, esto es, la idea ligada con la producción de la guetificación territorial,
en el marco de la era postfordista (Wacquant, 2001); sino que sobre todo, el
hecho de que al interior de estos pabellones humanos se estarían constituyendo
estados de excepción (Agamben, 2004), cercados perimetralmente (bio-segregación), controlados policialmente e intervenidos por determinados programas
del Estado, que por más crédito que se le adjudique a su inspiración humanista,
han tendido a reforzar la estigmatización de dichos espacios y la criminalización de sus poblaciones. Pero sobre todo, dichas intervenciones y medidas de
control excepcional en “barrios críticos”, tienden en muchas oportunidades a
invisibilizar y vulnerar arbitrariamente los derechos fundamentales de personas inocentes que residen al interior de estos territorios, poniendo -en diversas
oportunidades- en jaque las garantías fundamentales y los principios elementales del derecho penal, como son el principio de intervención mínima o de proporcionalidad, donde lo medular en la represión del delito debe circunscribirse
en un enfoque centrado en el acto concreto y no en las personas tipificadas y
estereotipadas como peligrosas.
Lo anterior, implica retomar la conversación y la pregunta por la ciudad justa,
por la “justicia espacial” (Soja, E., 2000), de manera tal que podamos –desde
diferentes espacios del hacer cotidiano y del saber- ir construyendo enfoques
(éticas) y acciones (políticas) orientadas a definir y materializar con urgencia
la recuperación participativa, colectiva e inclusiva de estos territorios y de sus
memorias en las ciudades del presente.
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Tablas
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página 89. Fuente
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Tabla N°8: Infraestructura comunitaria Legua Emergencia, página 91. Fuente
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San Joaquín y División de Seguridad Ciudadana, 2006.
Tabla N°9: Establecimientos de Salud Legua Emergencia, página 91. Fuente
DIDECO comuna
San Joaquín y División de Seguridad Ciudadana, 2006.
Tabla N°10: Participación y Asociatividad Legua Emergencia, página 92. Fuente DIDECO
comuna San Joaquín y División de Seguridad Ciudadana, 2006.
Tabla N°11: Nivel de asociatividad y participación en organizaciones Legua
Emergencia, página 92. Autoría propia, fuente diagnóstico consultora Asesorías para el Desarrollo, 2003.
Tabla N°12: Otros espacios comunitarios Legua Emergencia, página 92. Autoría
propia, fuente diagnóstico consultora Asesorías para el Desarrollo, 2003.
Tabla N°13: Seguridad urbana Legua Emergencia, página 93. Autoría propia,
fuente diagnóstico consultora Asesorías para el Desarrollo, 2003.
Tabla N°14: Perfil población ocupada Legua Emergencia, según sexo, educación, tipo de ocupación, contrato de trabajo e ingresos líquido mensuales;
página 97. Autoría propia, fuente diagnóstico consultora Asesorías para el
Desarrollo, 2003.
234
ESCENAS DE LA VIDA URBANA EN LA LEGUA EMERGENCIA: NARCOCULTURA Y AMBIVALENCIAS IDENTITARIAS | R. GANTER
Crédito imágenes
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facilitado por A. Fuentes.
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por A. Fuentes.
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diciembre 2007.
N°11: “Legua-York”. Documento facilitado por Lulo; 2007.
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N°13: “Control Policial Legua Emergencia”. Rodrigo Ganter; mayo 2006.
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facilitado por A. Fuentes.
N°15: “Tocando el tambor carnaval la Legua 2007”. Rodrigo Ganter; septiembre 2007.
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extraído del diario La Nación; enero 2008.
N°17: “Carro lanza gases de Carabineros– Legua Emergencia”; Rodrigo Ganter;
septiembre 2007.
N°18: “Balacera 2005 en la sede Red OLE”. Documento archivo Red OLE, facilitado por A. Fuentes.
N°19: “Marcas de balas en sede Red OLE - 2005”. Documento archivo Red OLE,
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N°21: “Niños de la Legua Emergencia dibujando su realidad”. Documento extraído diario The Clinic; noviembre 2006.
N°22: “Niños de la Legua Emergencia dibujando tiroteos entre policías y narcotraficantes”. Documento extraído diario The Clinic; noviembre 2006.
N°23: “Operativo policial Legua Emergencia”. Documento extraído del diario
El Mercurio; febrero 2007.
N°24: “Carabineros en operativo anti-drogas Legua Emergencia”. Documento
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ESCENAS DE LA VIDA URBANA EN LA LEGUA EMERGENCIA: NARCOCULTURA Y AMBIVALENCIAS IDENTITARIAS | R. GANTER
extraído del diario El Mercurio; febrero 2010.
N°25: “Policía de Investigaciones en allanamiento Legua Emergencia”. Documento extraído del diario El Mercurio; junio del 2010.
N°26: “Mural contra el abuso policial Legua Emergencia – La Garrapata”. Rodrigo Ganter; marzo 2006.
N°27: “Niños jugando junto a su casa de la Legua”. Rodrigo Ganter; septiembre
2007.
N°28: “Niños disparando al aire Legua Emergencia”. Documento extraído del
diario La Nación; febrero 2010.
N°29: “Pasaje Karl Brunner – Carnaval 2007”; Rodrigo Ganter; septiembre
2007.
N°30: “Batucada Furia Leguina partiendo su recorrido – Carnaval 2007”; Rodrigo Ganter; septiembre 2007.
N°31: “Disfrutando del agua – carnaval 2007”; Rodrigo Ganter; septiembre
2007.
N°32: “Calle J. Canning – Carnaval 2007”; Rodrigo Ganter; septiembre 2007.
N°33: “Carnaval 2007 recorriendo los pasajes de la Legua Emergencia”. Rodrigo Ganter; septiembre 2007.
N°34: “Funeral – Legua Emergencia”; Documento extraído del diario la Nación; febrero 2010.
N°35: “Trasladando féretro a carrosa fúnebre – Legua Emergencia”; Documento extraído del diario la Nación; febrero 2010.
N°36: “Coronas de caridad – pasaje Legua Emergencia”; Documento extraído
del diario la Nación; febrero 2010.
N°37: “Pasaje embanderado Legua Emergencia”; Documento extraído de www.
ciperchile.cl; enero 2011.
N°38: “Fiesta Legua Emergencia”; Rodrigo Ganter, septiembre 2007.
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Anexos
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1. Metodología del estudio
Fundamentación enfoque metodológico:
El diseño de la investigación posee un carácter exploratorio, debido a la escasa producción de estudios sociológicos, antropológicos y urbanos que profundicen –a partir de la perspectiva socio-cultural- en los vínculos entre pobladores
y grupos ligados a la narcocultura.
Por otra parte, el presente estudio se enmarca dentro de los denominados estudios de caso, entendiendo por tal a la investigación empírica que aborda
un fenómeno contemporáneo dentro de su contexto de la vida real, pero cuyos
resultados no son posibles de generalizar a otra unidad de estudio o población
objeto de investigación; sino que más bien, su carácter distintivo pasa por la
producción de información en profundidad sobre un fenómeno o situación social específica.
Ahora bien, la opción metodológica por trabajar en esta tesis se inscribe dentro
del denominado enfoque cualitativo de investigación social. Desde esta
perspectiva de investigación, el objeto de estudio estaría dado por todos aquellos elementos o aspectos no cuantificables de la realidad social que forman
parte de la esfera subjetiva de las personas, tanto en el plano de las prácticas
sociales como en las referidas a las valoraciones que los sujetos le asignan a la
realidad. Esto la diferencia de la perspectiva cuantitativa de investigación social, donde el objeto de estudio está determinado por los fenómenos exteriores
a la conciencia de los sujetos, es decir, por los hechos y acontecimientos físicos
que se desarrollan independientemente de las valoraciones que los actores sociales le asignan. En otras palabras, la perspectiva cualitativa de investigación
social contempla aspectos tales como: las opiniones, las percepciones, las representaciones, los sentimientos, las creencias, las percepciones, las vivencias,
las ideologías, las prácticas cotidianas, los imaginarios urbanos, etc. Todos los
cuales se manifiestan en “el discurso”, es decir, a través del habla y del lenguaje;
puesto que este último no sólo constituye un medio o un instrumento de investigación con el cual trabajar, sino que además constituye una puerta de acceso
fundamental al mundo de la vida cotidiana donde se encuentran inmersos los
sujetos sociales.
Así mismo, es necesario consignar que esta metodología cualitativa parte del
supuesto de que cada sujeto es único y particular, un sujeto singular, el cual
se encuentra determinado por un contexto particular y por una serie de situaciones y hechos pasados y presentes. Lo anterior, le otorga al sujeto un sentido
distinto y específico a su experiencia concreta, de manera que se pueda captar
la estructura interna del objeto y su singularidad.
En lo referido al diseño técnico de investigación, la metodología cualitativa es
característicamente inventiva. Para autores como A. Dávila (1995), constituye
una metodología que está constantemente receptiva respecto de lo inesperado,
alerta y atenta a lo insospechado, al azar, a lo procesual, a lo que escapa a toda
rutina. Constituyéndose el “factor sorpresa”, en un elemento altamente significativo puesto que el material y la realidad con que se trabaja, están sometidos a
permanentes y sistemáticos cambios y redefiniciones.
Esta forma de aproximación, encuentra su sustento en la perspectiva fenomenológica (Taylor y Bogdam, 1992), la cual proviene especialmente de Alfred
Schutz, quien presta una consideración especial al papel de los sentidos subjetivos e intersubjetivos en la construcción del entramado de lo social, a partir del
241
ESCENAS DE LA VIDA URBANA EN LA LEGUA EMERGENCIA: NARCOCULTURA Y AMBIVALENCIAS IDENTITARIAS | R. GANTER
lenguaje ordinario. Schutz parte del supuesto de que “el individuo asigna significados subjetivos a todas sus acciones y en ese sentido se pueden considerar los
actos como intencionales, conciencia de algo, dirigidos a algo” (Alfred Schutz,
1993), y en concertación con otros seres humanos, estos significados pasan a
ser objetivados en las creaciones de la cultura: las ideologías, los sistemas de
creencias, los códigos morales, las instituciones.
Sobre el método propiamente tal, proponemos situarnos desde la óptica de la
Etnografía, en cuanto ésta tiene como objetivo proporcionar una descripción
densa, siguiendo a Ryle (Geertz 1973), o sea, perseguir las estructuras de significación que tienen los sujetos objeto de estudio respecto de lo investigado.
Se entiende por método etnográfico, al “Método concreto o conjunto de métodos, en la que el etnógrafo participa abiertamente o de manera encubierta de
la vida diaria de las personas durante un período de tiempo, observando qué
sucede, escuchando qué se dice, de hecho haciendo acopio de cualquier dato
disponible que sirva para arrojar un poco de luz sobre el tema que se centra la
investigación” (Hammersley y Attkinson; 1994: 15).
Por su parte, el enfoque etnográfico no sólo tiene un alcance descriptivo, sino
que incluye también la comprensión e interpretación de fenómenos hasta llegar
a teorizaciones sobre los mismos. Entonces, la etnografía permite reflexionar
constante y profundamente sobre una realidad, asignando significaciones a lo
que se ve, se oye y se hace; desarrollando aproximaciones hipotéticas y redefiniendo continuamente las búsquedas del investigador, hasta llegar a construir
e interpretar esa realidad sin anteponer el sistema de valores del investigador,
lo cual conduce a una reconstrucción teórica.
De esta forma, planteamos a la etnografía como un método de investigación
social en el cual el investigador realiza un estrecho seguimiento, observando,
registrando y participando de la vida cotidiana de otras culturas; donde luego, se escriben y producen informes detallados sobre dichas culturas (Kottak,
2002).
Técnicas de producción de información:
Por su parte, el estudio plantea realizar un trabajo de campo que en sus inicios
se puede caracterizar como un “vagabundeo” (Rodríguez; Gil y García, 1996)
para en primer lugar, ubicar a los “sujetos- objeto” de investigación. Y en segundo lugar, realizar un proceso de acompañamiento a éstos, de tal forma de ganar
la confianza y el rapport suficiente, para poder acceder a estos y así aprehender
los mundos construidos y practicados por las identidades inscritas en la población Legua Emergencia (PLE).
A. De esta forma, la observación participante se constituye en la técnica
a utilizar al inicio de la investigación, la cual exige tanto la presencia del
observador en la escena objeto de estudio, como también la construcción
de “relaciones igualitarias, en las que la información se intercambia a modo
de comentarios a los acontecimientos que se viven simultáneamente; connota asimismo el aprendizaje de las reglas de comunicación del grupo estudiado y el seguimiento de esas reglas; y además un cierto grado de empatía,
de tal forma que la información sea obtenida como prueba de confianza,
como un don, no como algo obligado” (Velasco y Díaz de Rada, 1997:25).
Posterior a este vagabundeo, y “construida” la confianza de los actores sociales,
se procederá a la selección de informantes claves al interior de estos, opera-
242
ESCENAS DE LA VIDA URBANA EN LA LEGUA EMERGENCIA: NARCOCULTURA Y AMBIVALENCIAS IDENTITARIAS | R. GANTER
ción que se va organizando a partir de los objetivos de la investigación, de tal
forma que se va produciendo una selección intencionada de los informantes
(Johnson, 1990 en: Velasco y Díaz de Rada, 1997) en la medida que la selección
implica conocimiento del contexto, del campo, para entender a quién se está
entrevistando u observando.
B. La operación a utilizar en una segunda etapa, es la entrevista etnográfica (en profundidad) y de modo complementario, los relatos de vida;
todas ellas –técnicas- aplicadas a informantes que se consideren claves y
colectivos relevantes, cuya selección obviamente saldrá de las observaciones realizadas previamente y de su continuidad mientras dure la investigación. La información producto de estas instancias será registrada y
transcrita de manera textual, a través de un reproductor de audio digital y
previa autorización de los entrevistados. En los casos que se requiera confidencialidad, se protegerán los nombres y las identidades personales de los
entrevistados.
C. Diario de campo: instrumento fundamental y transversal a todo el trabajo de campo realizado. Esta bitácora me permitirá vaciar, registrar y sistematizar toda la información evacuada a partir de las observaciones in
situ, situaciones, experiencias, diálogos y conversaciones informales con
actores comunitarios relevantes. Su organización consta de una dimensión
temporal y otra espacial, a través de las cuales se van trenzando las notas de campo, esto es, la descripción de situaciones puntuales; luego, las
impresiones referidas a estas situaciones, y finalmente las reflexiones susceptibles de ir introduciendo en la medida que alimenten (o reconstruyan)
las hipótesis de trabajo, las preguntas, mis propias preconcepciones y la
emergencia de fenómenos significativos y singulares por explorar. Lo anterior, supone la constante “vigilancia” de mi propia posición como sujeto
investigador, como “sujeto en proceso”.
D. Se considera incluir complementariamente operaciones de orden audiovisual, esto es, la producción de un material fotográfico y la producción de
un “documental” que represente algunas de las escenas (rituales) presentes
en el espacio vivido de la PLE.
Muestreo:
Por otra parte, la muestra en la investigación cualitativa se constituye en una
muestra de carácter Estructural, donde lo predominante para su selección será
el denominado criterio de Comprensión, o bien, de Pertenencia (Ibáñez, 1989).
Bajo este criterio se pretende incluir a todos los sujetos que reproduzcan discursivamente, las relaciones que se estimen relevantes para la investigación. De
este modo, se convoca a los participantes de la muestra, en cuanto a identidades
culturales pertenecientes a una estructura social determinada y, por lo mismo,
vinculados entre sí. Y no en cuanto a individuos aislados y abstractos, concepto
que -en opinión de M. Canales y A. Dávila (1995)- borra y suprime la cotidianeidad y la historicidad de los sujetos sociales.
Ahora bien, el problema del tamaño de la muestra en estos estudios adquiere
un sentido distinto que en el muestreo cuantitativo/estadístico, ya que en estricto rigor o teóricamente, no puede predefinirse con anticipación (Ruiz Olabuénaga, 1989; / Rodríguez, Gil y García, 1996). Por lo tanto, una muestra es
suficientemente grande si cubre toda las posiciones de habla o perspectivas que
componen a un determinado grupo, y también, en cuanto acceda a un punto de
saturación de la información recogida.
243
ESCENAS DE LA VIDA URBANA EN LA LEGUA EMERGENCIA: NARCOCULTURA Y AMBIVALENCIAS IDENTITARIAS | R. GANTER
Es importante señalar, que la discusión en torno a este punto hay que centrarla
en el tipo de diseño cualitativo que se va a utilizar, ya que en los diseños proyectados, por ejemplo, la muestra se define con anticipación; en cambio en los
diseños emergentes –como es el caso de esta tesis- el número de casos no
se estima con anticipación, sino que emerge en el mismo trabajo de campo,
en la medida en que se llega a un punto de saturación de la información (Ruiz
Olabuénaga, 1989). En este sentido, se va dando lo que se conoce como el procedimiento de “bola de nieve”, es decir, los informantes van presentando
a los informantes que ellos consideren imprescindibles para el estudio, y a su
vez éstos presentarán a otros y otras, en los tiempos y ritmos más variados,
impredecibles e inusitados.
UNIVERSO DEL ESTUDIO
Mundos
Identitarios por
explorar
Distinciones discursivas
y/o posicionamientos
identitarios susceptibles de
abordar
1.
2.
Todos los y las pobladoras que
se encuentren viviendo en la
actualidad en el territorio que
comprende La Legua, y cuya
residencia en la población supere
los 10 años. Esto, considerando
que dicho período coincide con
un incremento de la violencia en
el actuar del narco-tráfico y con
la intervención socio-policial en
el territorio.
Mundo de la Vida
Cotidiana
3.
4.
Mundo de las
Organizaciones
Comunitarias
Territoriales
Mundo Narco
1.
2.
3.
4.
5.
1.
2.
Género
Generacional (jóvenes,
adultos y AM)
Inscripción territorial
(ubicación de pasajes y
sectores)
Tipo de Residente
(fundadores, actuales
residentes, etc.)
Culturales
Religiosas
Deportivas
Mujeres
Juveniles
Territorio (zonas de control)
Posición en la estructura
social
Análisis de la información
Ahora bien, respecto del análisis de la información cualitativa, es necesario detenerse en lo que podemos entender por esto. El análisis de datos puede
definirse como: “un conjunto de manipulaciones, transformaciones, operaciones, reflexiones, comprobaciones que realizamos sobre los datos con el fin de
extraer significado relevante en relación al problema de investigación” (Rodríguez, 1996:200). El mismo autor, se refiere al análisis cualitativo como el procedimiento para tratar datos preservando su naturaleza textual, practicando la
categorización y no recurriendo a técnicas estadísticas.
Habiendo realizado estás distinciones, se puede señalar que para el análisis de
los datos creados, y en función de la técnicas previstas -en este caso las entrevistas etnográficas y relatos de vida- se proyecta utilizar el análisis interpretativo, a través de lo que se denomina la técnica del análisis de categorías. Los
procedimientos a seguir para este tipo de análisis consideran la reducción de los
datos, la identificación, clasificación y agrupamiento de estos.
244
ESCENAS DE LA VIDA URBANA EN LA LEGUA EMERGENCIA: NARCOCULTURA Y AMBIVALENCIAS IDENTITARIAS | R. GANTER
Teniendo en consideración que es posible combinar categorías generales (edad,
género, etc.) con categorías más específicas (mundos identitarios), se privilegiarán las categorías de tipo teóricas, es decir, “las que brotan del análisis sistemático de los datos de forma que responden a la vez a elaborar marcos teóricos”
(Ruiz Olabuenaga, 1989: 69). Procediendo de modo inductivo, esto es, de lo
simple a lo más complejo y general.
Más precisamente, nos aproximaremos a la estrategia de análisis propuesta por
C. Geertz (1973), esto es, una descripción densa de la realidad estudiada.
Lo que se traduce en la interpretación detallada y en profundidad de una circunstancia particular, donde se pueda captar lo ‘dicho’ y lo practicado por una
comunidad humana determinada.
La presentación de la información se decidió hacerla a través de la construcción de una narrativa etnográfica, entendida ésta como categoría epistemológica, es decir, un esquema cognoscitivo e interpretativo del investigador,
para la comprensión del mundo social; por lo que se privilegia el propio relato
de las personas en una especie de episodios unidos por una trama social y experiencial. En este sentido, desde mi lugar como investigador también se dará
cuenta de mi propia narrativa dentro del relato general, a partir del ir y venir de
la experiencia con otros, la observación y la participación en terreno, el diálogo,
la reflexión y la escritura.
El trabajo con lo biográfico:
Para Francisca Márquez (1999) el relato de vida, más que como una técnica se
puede configurar en un enfoque epistemológico y por tanto, en una estrategia
para el abordaje investigativo. El enfoque biográfico se sumerge en la experiencia vivida, con el objeto de “capturar” la singularidad de lo social, aprehendiendo al sujeto en el contexto se su propia experiencia vital, de los propios métodos
con los cuales construye su realidad. Así, del mismo modo en que el péndulo se
dirige hacia lo singular, el método biográfico exige otro desplazamiento hacia la
captura de lo colectivo de un fenómeno social.
De aquí se deriva una de las consecuencias epistemológicas más importantes de
la aproximación del relato de vida: el desafío de vincular la historia de vida, que
es por esencia un abordaje de lo singular, con la construcción social. En otras
palabras, cómo la subjetividad inherente al relato de vida puede transformarse
en conocimiento de las condicionantes sociales que lo hicieron posible (F. Márquez, 1999)
Para F. Márquez (1999), los relatos de vida rompen con la mirada estigmatizada
de los sondeos de opinión y las grandes encuestas, abriendo una puerta a quienes, a veces fijados en el estigma, permanecen en silencio.
La presente investigación, se ha planteado el desafío metodológico de conectar
los procesos biográficos con los grandes cambios y tendencia que hoy predominan tanto a nivel meso-social (lo territorial), como a nivel macro-social.
Contar la propia vida permite devolver su centralidad a la subjetividad y reconocerse en la proyección de lo que siempre soñamos poder llegar a ser. En este
sentido, el relato de vida nos abre a la identidad entendida como proyecto vital.
(Márquez, 1999).
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ESCENAS DE LA VIDA URBANA EN LA LEGUA EMERGENCIA: NARCOCULTURA Y AMBIVALENCIAS IDENTITARIAS | R. GANTER
La opción por las escenas:
Las identidades sociales, los vínculos y las prácticas de ambivalencia, posen un
territorio para su expresión y observación; pero en rigor, como ya se ha expresado
en el marco teórico, de lo que aquí se trata es de actuaciones, por tanto vamos a
referirnos más precisamente a las escenas que dan cabida y constituyen el soporte de dichas actuaciones e intercambios. Desde esta perspectiva, es posible afirmar que una escena es el contexto dónde y cómo se producen las relaciones entre
actores, constituyendo el espacio físico –lugar o territorio- y de interacción87, que
será privilegiado para el abordaje metodológico de esta investigación.
Sin embargo, las escenas también constituyen un espacio menos material y tangible, pues conforman un espacio delineado por las significaciones que le atribuyen los actores que participan en éstas y por el sistema de relaciones que se
establecen entre los actores y los espacios habitados, esto es, por el cruce entre
ellos. De este modo, la escena en tanto categoría epistemológica y metodológica
es un recurso expresivo y narrativo, flexible y fugaz; que en tanto genera un
micro-sistema cotidiano de interacciones, también produce situaciones sociales
cargadas de significaciones, es decir, rituales: densos y complejos que permiten
profundizar en la vida urbana de una comunidad específica, pues la vida cotidiana -propiamente dicha- se compone en lo sustancial de momentos, situaciones y escenas que son complejas y fugaces a la vez.
Al respecto, Goffman (1981) señala a partir de su enfoque dramatúrgico, que el
mundo entero es un escenario. Con esta afirmación no se refiere propiamente a
los aspectos teatrales que se introducen discretamente en la vida cotidiana, sino
que hace referencia a la estructura de interacciones sociales, en la que el factor
clave es el mantenimiento de una definición de la situación.
Desde el punto de vista se pueden distinguir las dimensiones de: la persona
humana como (i) “personaje”; la actuación como (ii) “representación”; la interacción social como (iii) “ritual interpretativo”; el marco de la interacción como
(iv) “escenario”.88
Para Goffman el escenario constituye un área de acción, por lo tanto no se trata
de un objeto existente fuera del área de interacción. Así, esta área de acción
constituye el escenario donde es realizada la actuación. La audiencia participa observando la actuación y reacciona frente a ella. Y el escenario o zona de
interacción, a su vez se divide entre (i) los bastidores: donde se prepara el personaje y su acción; (ii) el escenario: donde tienen lugar la acción a la vista de
los espectadores, esto es, la presentación de la persona en la vida cotidiana. De
este modo, “en el escenario el actor trata se manejar las impresiones públicas
con el fin de producir las reacciones que espera de sus espectadores. En los
bastidores, el actor ensaya el manejo de sus impresiones, con el fin de no caer
en contradicciones durante su actuación en el escenario. El éxito del manejo de
las impresiones depende de que el actor mantenga a su público alejado de los
bastidores, de manera tal que éste no pueda interpretar sus expresiones de un
modo diferente a como el actor las ha planificado.” 89
87
Revisar: http/www.juridicas.unam.mx/publica/librev/rev/polis/cont/20002/pr/pr14.
pdf. Aquiles Chiu Amparán y Alejandro López Gallegos. “El Enfoque dramatúrgico en Erving Goffman”, p 239 -245.
88
Para profundizar este punto, revisar las referencias al enfoque de las escenas en Goffman
que se trabajaron al interior del marco teórico de la tesis, específicamente en el capítulo sobre: Identidad y Territorialidad, y además en el apartado: De escenas, fiestas e identidades.
89
Revisar: http//www.juridicas.unam.mx/publica/librev/rev/poliscont/20002/pr/pr14.
pdf. Aquiles Chiu Amparán y Alejandro López Gallegos: “El Enfoque dramatúrgico en Erving Goffman”, 2005, p 239-245.
246
ESCENAS DE LA VIDA URBANA EN LA LEGUA EMERGENCIA: NARCOCULTURA Y AMBIVALENCIAS IDENTITARIAS | R. GANTER
De esta forma, aunque Goffman (1981) no le otorgó una importancia directa
al campo de la geografía dentro de su obra, la relevancia que le otorgó a la espacialidad llevó a que años más tarde se configurara un campo de estudios denominado: Geografías de la Vida Cotidiana (GVC)90. Este campo de estudios
retomó los aportes en torno a la metáfora dramatúrgica de Goffman (1981),
que proporcionaron el abordaje de prácticas cotidianas fijadas en el espacio y
en un lugar, por más efímeras y fugaces que éstas fuesen. Así, el estudio de las
prácticas cotidianas centradas en el análisis de los escenarios, indaga en los
espacios y en los tiempos en los cuales los sujetos desarrollan encuentros con
otras personas. En ese sentido, D. Seamon (1979) incluye en sus estudios los
encuentros, en el marco de lo que él denomina la geografía del mundo de la
vida. Este autor utiliza el concepto de encuentro creado por Goffman, pues este
último lo trabaja a partir de las interacciones cara a cara, asumiéndolas como
encuentros entre personas. De este modo, los encuentros entre personas ocurren en situaciones de interacción ubicadas en escenarios concretos, donde la
dimensión espacio-tiempo adquiere una significación estratégica para el campo
de estudio configurado por este enfoque geográfico emergente.
Esta perspectiva goffmaniana, ha sido trabajada también por autores como H.
Gumuchian (2003), quien plantea al territorio como un escenario donde se juegan representaciones en sucesivos actos. Y también otros geógrafos han retomado esta mirada para plantear la figura del “actor territorializado” o el “actor
geográfico” (Racine, 1985; Lajarde 2002; Tello Rovira 2003).
Otras contribuciones al campo de estudio configurado por la geografía de la
vida cotidiana, las podemos encontrar en D. Ley (1978), donde la “experiencia
espacial” del sujeto y la construcción de escenarios, implican negociaciones con
el otro. Por su parte, C. de Castro (1997) plantea la distinción entre prácticas
geográficas dentro de dos tipos de escenarios: los que se encuentran dentro de
un recinto (cines, estaciones, aeropuertos, estadios, etc.) y los que se encuentran fuera de un recinto (la calle).
En esta línea de investigación, destacan en América Latina los estudios de la
geógrafa mexicana Alicia Lindon (2006) y sus contribuciones sobre subjetividad
espacial. Del mismo modo, la ensayista y crítica cultural Beatriz Sarlo- quien ha
ejercido gran influencia en el campo de las ciencias sociales, las humanidades
y los estudios culturales urbanos en Latinoamérica- también ha trabajado la
categoría de escena, sobre todo en sus texto “Escenas de la Vida Posmoderna”
(1997), donde elabora –por la vía del recurso de las escenas- una serie de narraciones -“instantáneas”- que capturan la profundidad y la fugacidad del clima
postmoderno en América Latina.
Por último, en Chile figura el aporte realizado en esta materia por el PNUD
(2002): “Nosotros los chilenos: un desafío cultural”, donde se trabaja trianguladamente el nivel cualitativo, el cuantitativo y la visualidad; para dar cuenta y
construir lo que el propio informe define como las “escenas de la vida cotidiana”
en el Chile actual.
90
2006.
Revisar: “Tratado de Geografía Humana”, A. Lindon; Anthropos, Iztapalapa-México,
247
ESCENAS DE LA VIDA URBANA EN LA LEGUA EMERGENCIA: NARCOCULTURA Y AMBIVALENCIAS IDENTITARIAS | R. GANTER
Cuadro resumen metodología
OBJETIVOS ESPECÍFICOS
Técnicas de
investigación
Construcción de
Escenas
Análisis datos secundarios
Observación Directa
Relatos de Vida
Entrevistas
Relativas a la
Memoria social y
territorial
Relativas a la
identidad proyecto
2) Describir los procesos de
construcción identitarios ligados
con el estigma territorial impuesto,
sedimentado y naturalizado al
interior de la Legua Emergencia.
Relatos de Vida
Entrevistas en profundidad
Relativas a la
construcción
histórica y actual,
de las dinámicas
de estigmatización
identitaria
3) Describir los principales
significados y prácticas sociales,
que están conformando el polo del
proyecto colectivo presente en los
pobladores de la Legua Emergencia
Análisis datos secundarios
Observación participante
Entrevistas en profundidad
Relatos de vida
Relativas a la
identidad proyecto
4) Describir los principales
significados y prácticas sociales,
que están conformando el polo de la
narcocultura en la Legua Emergencia
Análisis datos secundarios
Observación participante
Entrevistas en profundidad
Relativas a la
narcocultura
5) Identificar, describir y analizar las
escenas de la ambivalencia afectiva
entre pobladores y narcotraficantes,
en el contexto de la Legua
Emergencia
Observación participante
Entrevistas en profundidad
Relatos de vida
Relativas a los
espacios de cruce
y/o fronterizos,
las interacciones
y las prácticas de
intercambio
1) Construir un perfil socio-territorial
de la población la Legua Emergencia,
considerando aspectos ligados a la
historia local; lo demográfico; lo
socio-económico y lo espacial.
Cuadro resumen metodología
Metodología
Etnografía
Objeto de
estudio
Manifestaciones
territoriales
densas
Dimensiones de
expresión endógena
y hacia los otros
Significados sociales
Identidades
Territoriales
Formas de vida
centradas en lo
popular
Formas de vida
centradas en el
narcotráfico
Prácticas sociales
Significados sociales
Prácticas sociales
Espacios
de
interacción
y cruce
Escenas
de la vida
urbana en La
Legua
2. Sobre el trabajo de Campo
El estudio se definió como una investigación de carácter etnográfico, cuyo trabajo de campo y análisis de datos se desplegó en 5 fases consecutivas:
•
248
Fase 1 – Exploración (primer y segundo semestre de 2006): reinserción
en el territorio y contacto con actores relevantes. Esta fase está definida
primordialmente, por un retorno paulatino e intermitente a la población.
La definición de mi rol frente a la comunidad se asoció con la realización
de un estudio sobre la historia de la población. Luego, se definió y materializó el contacto con actores relevantes de la comunidad y junto con ello, se
diseñan y aplican algunos instrumentos preliminares para la producción
ESCENAS DE LA VIDA URBANA EN LA LEGUA EMERGENCIA: NARCOCULTURA Y AMBIVALENCIAS IDENTITARIAS | R. GANTER
de información. Se comienza el trabajo en terreno con un diario de campo,
con el objeto de ir sistematizando situaciones relevantes; se implementan
entrevistas con informantes expertos en temas estratégicos para la investigación y se participa en algunas actividades puntuales de la vida cotidiana
de la población. Además, se trabaja en la construcción de un perfil territorial sobre la población, a partir de datos secundarios, y posteriormente se
construye y presenta el proyecto de investigación.
•
Fase 2 - Reconocimiento (primer semestre de 2007): esta fase está definida por una permanencia y participación más sistemática y periódica en
el territorio, y por la re-vinculación con las redes sociales tejidas en el año
2002. Se incluye el registro de pautas de observación, notas de campo, registro audiovisual, conversaciones informales, entrevistas etnográficas y su
respectivo registro, transcripción y análisis. A partir de allí, se redacta el
informe de avance 1.
•
Fase 3 – Inserción (segundo semestre de 2007): participación directa y
legitimada en la comunidad, en los espacios y en las actividades de la población que resultan significativos para los objetivos de investigación. Esta
fase está definida tanto por la inserción sistemática y periódica en la población, como por la construcción de nuevos vínculos y redes comunitarias relevantes para el estudio. Se aplican nuevas pautas de observación
y se continúa con: el registro audiovisual, las conversaciones informales,
la aplicación, registro y transcripción de un nuevo “pool” de entrevistas
etnográficas. Cabe destacar, en esta fase y momento de la investigación, la
valoosa colaboración que recibí de personas, tanto para la realización de
siete entrevistas 91 como para la mayoría de sus transcripciones.
•
Fase 4 - Retiro (año 2008): esta fase está definida por un descenso progresivo de mi situación en el terreno, ya que sólo se participa en actividades
puntuales de la población. Se diseñan, seleccionan y aplican relatos de vida
a diferentes actores relevantes, se elaboran mapas del territorio y se construye el informe de avance 2.
•
Fase 5 – Análisis (primer semestre de 2009): redacción y construcción del
informe final de investigación. Esta fase está definida en lo fundamental,
por el análisis de la información y la elaboración del informe de avance 3.
Se elaboran mapas del territorio y de sus zonas más significativas desde el
punto de vista comunitario y afectivo.
91
Sra Carmen, Mario, Sra. Fresia; Sra. María, Juan, Sra. Irma y Hector.
249
ESCENAS DE LA VIDA URBANA EN LA LEGUA EMERGENCIA: NARCOCULTURA Y AMBIVALENCIAS IDENTITARIAS | R. GANTER
Cuadro resumen trabajo de campo
Identificación de
Mundos Identitarios
explorados en la
Legua
1.- Mundo de las
Organizaciones
Comunitarias
Distinciones discursivas
y/o posicionamientos
identitarios abordados
•
•
•
•
Culturales
Religiosas
Deportivas
Territoriales (mujeres,
salud, jjvv, etc.)
Entrevistas
1) Lulo (Legua-York)
2) Jaime (Garrapata)
3) Guillermo (Radio Ventana)
4) Sra. Rosa (Red OLE)
5) Oskar (Caleta)
6) Paulo (Teatro Emergencia)
7) Luz (Red Legua)
8) Sra. Carmen (Grupo de Salud)
9) Lorena
10) Timo
11) Sra. María
12) Mario
13) Anita
14) Sra. Fresia
15) Don Nelson
16) Sra. Nelly
•
Género
Inscripción territorial
(ubicación pasajes)
Edad
3.- Mundo Fundacional
•
•
Sector 1 PLE
Sector 2 PLE
17) Sra. Clara (Sector 2)
18) Don Arturo (Sector 1)
4.- Mundo Religioso
•
•
Católico
Pentecostal
19) Padre Gerardo (mundo católico)
20) Hector (mundo pentecostal)
2.- Mundo de la vida
Cotidiana: Pobladores
•
•
Relatos
de vida
Lulo
Espacios y escenas de
observación y participación
Centro comunitario
San Gregorio
El Carnaval
La Caleta
Lorena
La Feria
Calle Jorge Cannin
Pasaje KarL Brunner
Pasaje Venecia
Plaza Salvador Allende
Plaza Juegos Infantiles
Noche Legua Emergencia
Sra. Clara
Capilla San Calletano
5.- Mundo de la Izquierda
21) Sra. Irma
6.- Mundo del Fútbol
22) Juan
Pichanga en la Emergencia
Territorio (zonas de
control)
Posición en su
estructura social
23) Mimbro Oficina 1
24) Miembro Oficina 2
Centro de abastecimiento PLE
Culturales
Políticas
25) Alexis
26) Toño
27) Keko
28) Gary
•
7.- Mundo Narco
8.- Mundo Redes
Emergentes
250
•
•
•
Alexis
Sede RED OLE
ESCENAS DE LA VIDA URBANA EN LA LEGUA EMERGENCIA: NARCOCULTURA Y AMBIVALENCIAS IDENTITARIAS | R. GANTER
3. Instrumentos aplicados
TÓPICOS
PREGUNTAS
1) Componente
Biográfico e Historia
de la Emergencia
(relatos de vida y
entrevistas):
• Hace cuánto tiempo vive en la Legua Emergencia …
• Qué sabe usted sobre el origen de la Emergencia; cuándo surge, cómo surge
• Cómo y cuándo llega usted a la Legua Emergencia
• Cómo era la casa y el pasaje a donde usted llegó
• Qué recuerdo tienen de sus vecinos del pasaje; a qué se dedicaban; sus actividades;
• Cuáles eran los principales problemas que tenían los vecinos del pasaje en esos años
• Cuáles eran las actividades de encuentro entre vecinos, qué recuerda de esas actividades
2) Actualidad
(relatos de vida y
entrevistas)
•Actualmente qué tipo de actividad desarrolla (a qué se dedica, profundizar descripciones de lo que hace,
dónde, cuánto tiempo, etc.)
• Actualmente participa en alguna organización social (profundizar por qué si por qué no)
• Ha participado alguna vez en organizaciones sociales (en caso de que en la actualidad no participe)
• Cuáles son los Objetivos de la Organización (en caso de que participe)
• Historia organización: cómo nace, cómo surge la organización (en caso de que hoy participe)
3) Significado del
ser Legüino/a en el
contexto actual:
• A propósito de todo lo conversado: qué significa entonces ser de la Emergencia;
• Principales características que definen a un Territorio como la Legua Emergencia, diferencia con las otras
leguas y las otras poblaciones populares del Gran Santiago
• Qué es lo que mejor define el pertenecer a la Emergencia (profundizar)
• Qué es lo peor que define como Barrio a la Emergencia
• Usted se iría a vivir a otro barrio o población (por qué si, por qué no)
4) Identidades
(relatos de vida y
entrevistas):
• Quiénes viven en la Emergencia, grupos de vecinos posibles de reconocer e identificar
• Cómo diría usted que son los vecinos/as de la Emergencia (su gente, rasgos y características)
• Como definiría usted su pasaje, cómo es
• Cuáles son los grupos de vecinos o familias posibles de identificar en su pasaje (los más conocidos, los más
amables o buenos vecinos; los más problemáticos, etc.)
• Cómo diría usted que son las relaciones que se dan entre vecinos en su pasaje
• En la actualidad principales actividades que desarrollan sus vecinos del pasaje
• Que es lo que más y menos les gusta hacer a los Leguinos (y a los vecinos de su pasaje)
• Cómo son las relaciones de los legüinos con la política
• Cómo son las relaciones de los legüinos con la religión
• Cómo son las relaciones de los legüinos con el mundo del fútbol
• Cómo son las relaciones de los legüinos con el mundo de las actividades ilegales
• Cómo son las relaciones de los legüinos con la policía
• Después de esto: entonces quiénes diría usted que no son legüinos o son menos legüinos (alteridad)
• Cuáles son los principales conflictos y peleas entre vecinos/as del pasaje (cual es el origen de dichas disputas)
• Cuáles son los principales espacios y actividades de encuentro compartidas entre los vecinos de su pasaje y la
población (cómo se organizan y surgen estas actividades)
5) Estigma
6) Narcotráfico
7) Sueños para Legua
Emergencia (relatos de
vida y entrevistas)
• Qué significa
• Cuándo se instala (génesis y proceso)
• Tipos de estigmas (flujos y estratos tanto internos como externos)
• Cómo opera en la comunidad
• Efectos más insidiosos
• Aceptación, rechazo y apropiaciones del estigma
• Cómo desmantelarlos
• Cómo cree usted que son como personas y vecinos los grupos de nárcos (significados asociados a estos
grupos)
• Usted cree que los narcos son una parte significativa y valiosa para la población? (por qué)
• Por cuáles aspectos usted los valora, reconoce y respeta
• Por cuáles aspectos usted los rechaza
• Por qué cree usted que se producen en la Emergencia estas relaciones de amor y odio con ellos
• Espacios y escenarios en los que más se desarrollan intercambios y convivencias
• Cómo ve a la Emergencia en 10 años más
• Cómo ve a su pasaje en 10 años más
• Cómo se ve usted en 10 años más
• Qué le gustaría que le pasara a usted en 10 años más (relate un sueño personal)
• Qué le gustaría que le pasara en 10 años más a la Emergencia (relate de un sueño para la Emergencia)
251
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Sección 01 Legua Emergencia (1951)
Sección 02 Legua Emergencia (1952- 1953)
Legua Vieja (1900)
Legua Nueva (1947)
Ex-Retén de Carabineros
Antiguo acceso a la Emergencia
Único Acceso
Terrenos Baldíos (patio común viviendas)
Cierres y encajonamientos históricos
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Planimetría Legua Emergencia - Histórica (Inicios años 50)
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ESCENAS DE LA VIDA URBANA EN LA LEGUA EMERGENCIA: NARCOCULTURA Y AMBIVALENCIAS IDENTITARIAS | R. GANTER
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Colegio Laura Vicuña 27
Colegio Particular Arzobispo Manuel Vicuña
SS Juan XXIII E 480
Escuela Especial Particular Arboliris
Ciudad de FrankFort 470
Luis Albert College 247
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Juntas Vecinales
Iglesias y Parroquias
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Consultorio Arturo Baeza
Consultorio San Joaquin
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Planimetría Las Tres Leguas
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Mapa Nº 6
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ESCENAS DE LA VIDA URBANA EN LA LEGUA EMERGENCIA: NARCOCULTURA Y AMBIVALENCIAS IDENTITARIAS | R. GANTER
Mapa Nº 7
258
ESCENAS DE LA VIDA URBANA EN LA LEGUA EMERGENCIA: NARCOCULTURA Y AMBIVALENCIAS IDENTITARIAS | R. GANTER
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Legua Emergencia
Legua Vieja
Legua Nueva
Zona de Retirada de la Legua
Zona de Acceso a la Legua
Zona de Observación Cotidiana
Zona Crítica
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Zona de Participación Cotidiana
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Mapa Subjetivo - Legua Emergencia
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Mateo de Toro y Zambrano
Mapa Nº 8
259

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