Semanario Litúrgico Catequético Noticia buena con
Transcripción
Semanario Litúrgico Catequético Noticia buena con
Semanario Litúrgico Catequético Noticia buena con sabor a Evangelio LA BELLEZA DE DIOS San Mateo 17,1-9. – Marzo 16 de 2014 P. Francis Xavier García R. AL OÍR ESTO, LOS DISCÍPULOS SE POSTRARON EN EL SUELO, LLENOS DE TEMOR. JESÚS SE ACERCÓ, LOS TOCÓ Y LES DIJO: “LEVÁNTENSE, NO TENGAN MIEDO”. En la transfiguración el Padre reconoce a Jesús como el Hijo amado, revalida el camino que sigue y enseña y lo pone como norma de vida para todos. Confirma a Jesús en su identidad y misión y revela a los discípulos que Él es el Hijo, el Elegido, el Mesías, a quien hay que escuchar. En ella se manifiesta toda la belleza de Jesús. Los discípulos tienen el privilegio de una experiencia singular que ilumina y alienta ese camino que parece necedad y locura. En ese camino nosotros podemos ver la belleza de Jesús. ¡No todo es calvario, sino que hay también Tabor! Cuando nos olvidamos de nosotros mismos y nos gastamos sirviendo a otros, o hemos superado los apegos o hemos rescatado a alguien de su infierno; cuando hemos trabajado por la paz y hemos orado y puesto nuestra vida en las manos de Dios, viene la transfiguración y podemos experimentar la belleza de Dios que nos anima y entusiasma ante el desaliento, la injusticia, el hambre, la corrupción. Hoy abundan voces de “profetas” que pretenden leer el porvenir, desorientando y alejando de los valores humanos y cristianos, con propuestas como: dinero, poder, placer, atractivo, etc. Debemos recordar que sólo Jesús nos conduce a la Verdad y que hay que escucharlo sólo a Él. Los discípulos desean eternizar ese momento de transfiguración y liberarse así del sufrimiento y de la cruz. Pero no hay tiempo para quedarse quietos e instalados, como pretendía Pedro, sino que hay que bajar del monte para llegar adonde está la gente y luchar contra las fuerzas que oprimen. Hoy también es necesario subir a la montaña del encuentro con Dios para transfigurarnos y luego bajar al camino para emprender con nuevo ánimo la misión que nos ha sido asignada.