Wrlr-r¡¡u Rowe -una

Transcripción

Wrlr-r¡¡u Rowe -una
l:STUDIOS.
Revisra dc
Invsú8¿oo16 üreFDas
y
Cuiruat*. Año 5,
Ne 10. C¿.acas,lü dic, 1997, pp.
l03l
12
I,A NOVELA Y LOS PROBLEMAS DE LA HISTORIORAFÍA
IlN EL PERÚ ANDINO
Wrlr-r¡¡u Rowe
King's Collegc, Lond-res
Propongo ofrecer un ensamblaje dc tcxtos
confrontación provocadora dc
-una
rlgunos texlos- más que un comcnta¡io. Por eso
se ha limit¡do cn lo posible todo Io
r¡ue correspondcrÍa a una dcscripción; el análisis que se ofrece está mayormentc en las
yuxtaposiciones mismas. Primcro, sin cmbargo, habríaque comcnzarcon un prcímbulo
¡rua situar los matcriales.
Pasar dc la historiografía meramentc criolla hacia lo que podría scr una imagen total
rlcl Pcrú (rcconocible por todos), ésta ha sido una de las preocupacioncs de los
historiadores pcruanos del siglo XX. "El sucño de la totalidad imaginaria del Perú" es
cl nombrc que Guillcrmo Nugcnt da a esta preocupación; su libro se ljtnla El laberinto
le la choledadl. El intento conlleva una serie de problemas. Entre ellos csuán la
(structuración del relab histórico, la composición
de los matcriales
-o ensamblajey, además, la definición dc esos materiales, valc decir,
¿cuáles scrían los matcriales y
los mótodos de una historiografía que intenf¡ra abarca¡ la multiplicidad socio-cultural
dol país?
En el siglo XVll hubo dos intentos muy importantes de armar una visión andina de
la historia del tcrri¡orio: las obras dcl Inca Ga¡cilaso de la Vega y dc Guamán Poma de
Ayala buscan una forma de escritura ¿dccuada a un acontecer en el que intcrviencn
(l¡fcrcntcs lcnguas y culturas. No me voy a demomr cn hablar de sus Lcxtos; sólo quisicra
mcncionar el problema de la voz. Los dos tuvieron que lucharcontra la dificuEd de ser
()ídos: dc cncontrar -- de interpelar- intcrlocuto¡es capaces de recibir una mstcria
irúavesada por una multitud de voccs
lenguajes socialcs- quc no enÍaban en la
eonccpción occidenul dcl discurso lcgítimo. Esl.a problernática vuclve a da¡se en el
siglo XX cn la obra de José María Argucdas. Argucdas llcva a su punto máximo en su
última novcla. ¿/ zo lo de arribu y el zorro de tbajo,el enstmblaje de una gama dc voces
quc correspondcn a difercntcs sectores étnico-sociales.
-{c
L
Lima" Fundación Fricd¡ich Ebert, 1992. Nugent encucnrra el lugar dc producción de cste
sueño cn "cl unive¡so paralcio" de la hisbriografía olicial. Sin embaJgo, se deja atrapar él
mismo po¡ la unid¡d rcduccio¡isn de imaginnrios (andinos y criollos).
103
1
Soñar la l{istoria
Mc rcferiró a algunos aspcctos dc la novcla y la historiografía cn las dos décad¿s
dcspuós dc la mucric cle Argucdas (1969). Si colcro la litcratura y la historiografía en
un mismo plano, cs porquc los problcmas dc la narración y la escritura pasan por ambas
Considcrcinos el c3so dcl historiador Alberto Florcs Galintlo. Su libro' B¡scar¡d¿ a¿
¡nco: identiclutl y utopía en los Andes (1986), cs una dc l¿t-s contribuci()ncs miis
importantcs dc los últimos años a la rcflcxión sobrc la historiografía cn el Pcrú. Ernplea
va¡ios mótodos novcdosos, entrc clbs cl anílisis dc los sucños. Rccopila los sucños de
Gabricl Aguilar, autor dc una conspiración cn Cuzco contra los cspañoles a fincs dc la
ópoca colónial. Aguilar fuc hijo dc parlre pcninsular y madrc nxcid¡ en Amórica, cs
decir, un criollo. Llcvaba cl mismo nombre dc pila quc cl dcl lídcr de la Cran Rcbclión
de 1780, Túpac Amaru II. La conspiración, quc sólo abarcaba a un pequcño grupo dc
pcrsonas, fuc frustrada, y Aguilar ejoculado en 1805. En cl primcro dc los sueños quc
fuc rclatado a losjuccos +n estc casoporcl co-conspirador Ubaldc (los conspiradorcs
conhban sus sucños cnlJe s0 sucna (más bicn, ¡clal.a que soñó) Aguilar quc sicndo
niño "fuc conducido [... ] al bautistcrio cn una iglcsia dc su lugar, cn dondc, notando la
cxtraordina¡ia clariüd dc aquclla picza, olorcs y compostura, considcró iba a celcbra¡so
algún solcmnc bautismo dc algunos de los principalcs dc su ciudad, que cs I{uánuco, y
que con cl propósito dc hallarsc cn aquclla sagrada lunción, sc rctiró a uno dc los
rinconcs clc lapicza [...]". Sin cmbargocstc comg)rtamicntohu¡nildcrcsull.a inapropiado:
cl quc sc va a baulizitr cs Cabricl mismo y cl oliciante nadie ncnos quc
Jesucristo ¡n is¡n o, quc cscribc cl nombrc (dc) Cabricl cn cl libro dc los Escogidos2 quc
es el lib¡o, rodavía no cxistcntc, dc la Histo¡ia dcl Pcnj. Y sc pucdc decir quc la csccn¿l
del sucño cs la csccnificación dc la Historia (para relatarla habría quc scr digno dc
haccrla). Sólo que soñar un rclato y rcl3trr un sucño no son consistcntcs cnlrc sí 3
Florcs comcnta quc cl bautismo significa "pon-cr nombre a alguicn, fundar una
ls dicc "Hijo"
idcnútlad", y quc la isccniñcación quc crc¡ Aguilar
-Jcsucristo
equivalc a la suprcsión dc sus antcriorcs progcnitorcs!: "haccr una revolución cn 1805.
en un mcdio sricial compucsto por mcstizos y criollos [...] implicaba cli¡ninar a los
padres: suprim ir a los cspañolcs, matar a los blancos5." Sc ptxlría añadir quc prccisamcnto
por cllo la idca dc la nación cntraba a la discursividad mcdiante los sucños En cuanto
al contcniclo bíblico dc esos, comcnu Florcs quc los conspiradorcs "no ignorlban a la
2.
l
4.
t.
Albe¡to Flo¡es Clalindo pp. 183 18.1.
En cl cuento de Borgcs, 'i6uayac¡uil", el histr)riador criolk) dcsea quc ól mismo sea el quc
enuncia la Historiay-quc a la vez su nombre hgrre dcntro dcl relato. Su rival Judío aprovechrl
la consistcncia clc esios clcscos para confundirlo. Porque la Historia cs relato (historia) y
aconlccimiento, evcnto c interprctación, cn unidacl imagin:úia.
Fkrrcs Caiindo, p.186.
Florci Calindo, p.1ll9.
r04
ilustración pcro la mantiencn cn un lugar sccundarioó". Aquí nos topamos con una dc
las esccnas privilcgiadas dc la historia cultural de la Rcpública.
¿Por quó lcer los sucños? "Los sucños nos sirvcn como vía de accrcamicnto a una
sociedad: vcrla por dcntro, dcsde la mancra pcculiar cómo sus actores viven los
problemas r". A Florcs Ie sirvcn los sueños para la búsqucda del imaginario social: más
prccisamentc dc ese imaginario social que no sc incluye en cl rclato historiográfico que
ha prevalccido cn la ópoca rcpublicana hasla entonccs. y en cstc scntido su libro sc
ocupa dcl lugar duradcro, desdc el siglo XVI hasta el XX, que ha ocupado una mcmoria
andina, cenlfada cn la imagcn del lnca, cn la historia nacional.
Pcro krs sucños y el acontccimiento no son lo mismo
en la conspiración de
-ni Una jovcn historiadora
Aguil¿r, ni cn la narración de clla por partc dc Fkrres Galindo.
*y poeta-pcrurna, MagdalenaChocano, ha utilizado Ia palabra ucroníaparare[crirse
a la tcndcncia cntre los hisl,oriadores pcruanos a "pcnsar la historia como pudo habcr
sido y no fucs". Y ella rasrca Ias múltiplcs ocasioncs cn qucJorgc Basadre, el historiador
más importante dc la ópoca repirblicana, sc dcja tlominar por"lo quc hubicra sidosi"por cjemplo, si cn cl siglo XIX hubicra cxistido un caudillo capaz de impc{tir cl dcnoche
de las oportunidad pcrdidas. Los sueños pasan por un lado, el acontccer por oro.
Buena partc de la carga de la ucronía tienc quc vcr con la añoranza épica. Eseanhelo
dc un discurso ópico ha sido un rasgo recur¡cntc dc la historiografía pcruana.
Sc
¡claciona con un imaginario político quc atraviesa lanto la izquicrd, como Ia dcrcchag.
Las siguicntcs palabras pertcncccn a un discurso del historiador y voccro dc la dcrccha
fascista José dc la Riva Agücro: "La patria es por cscncia continuiclad',, continuidad
monumcntal cuyos sujetos se dclinen así: "sc rcaliza cn nuestra concicncia cl sublimc
drama, fin y sccreto dc la crcackin cntcra, Ia lid dcl mal y dcl bicnr0". Cronológicamente,
csta afi¡mación fuc hccha cn la década dcl '30, como nmbión la que sigue, quc es dc
V íctor Raúl Haya dc la Torrc, lídcr dcl Apra, parrido dc izquicrda populista: ,.¿Cómo no
hcmos dc crcar algr) grandc, si tülos scnt¡¡nos sobrc nucstras cspaldas la cruz que
rcdimir el Pciú dc sus pasados?11".
ha dc
La ucronía, Ia busca dc la monumcntalidad, la ga¡antía dc quc cl sufrimiento Licne
6.
7.
8.
9.
Florcs Galindo, p.173.
Flores Calindo, p.179.
Magdalena Chocarro, "Ucronía y frustraci<in en la concicncia histó¡icapen:ana", Márgenes,
I,2 (1987), p.45.
Existe una cic¡ta simetría reverlida, por cjcmplo, entrc los siguicntes ve¡sos dc José Santos
Chocano, dcl pocma "Los caballos dc los conquistadores", publicado a principios del siglo
XX ("¡hs caballos eran fuertes! / ¡Los caballos erim ágiles! / Sc diría una cFrpeya / de
cabalkrs singuJares")y cs!os otrcs dclpocma "Historiadc¡ Peru", publicado ¡x)¡Washing$n
Delgado cn clccada dcl '60 ("No hay un paso / sino L¡na mullitud /dc muertos. /No hay incas
ni vircyes / ni grandes capitencs/ sino un cicnto/ de amarillos papetes / y un poquilo de
liena").
10. José Ignacio Lripcz S Ltria, F,l pensamiento Jbscisra, Lima, Mosca Azul, 1981, pp. 66, 43.
11. Manuel Burga y Alberto Florcs GlJindo, Apogeo y crisis de Ia República At¡st¿rráIíca,
Lima. Edicioncs Rikch¡y l)cru, s/f, p.202.
105
un sentido trascendente. bdas esas lectufas del ifanscurrir circulan por la poesía de
César Vallejo y se encuenran ernplazados. Por ejemplo, elpoema"Telúrica y magnética"
(escrito entre 1931 y 1937) puede leersecomo escenificación reflexiva de una épica sin
gesra. Mi€naas el Indigcnismo le ofreac símbolos exl¡aídos dc una arqueología del
terriorio, Vallejo crea simullíncamente una dist2nc ia: elpoemaconsistcennominaciones
monumentales sin verbos; allí se registra la dificultad de encontrar un lugar' una práctica
acrual, desde donde rclatar las conúnuidades de la presencia indígcna en el Pcru'
¡Lluvia a base del mediodía
bajo el techo dc tejas donde mucrde
la infatigable altura
y la tórtola corta cn trcs su üinol
iRoración de tardes modernas
y finas madrugadas arqueológicas!
¡Indio después del hombrc y antes de él!
¡t o entiendo todo en dos flautas
y me doy a entender en una qucna!
¡Y lo dcm:ís, mc Ias Pelan...!
Con estos versos finales cl texto inroduce una distancia -insalvable- entrc el
hablar del poema y el hablante/idenridad idcavsoñada quecsccniüca' Es dec¡, el pocma
escenifica un lugar de enunciación imposibler2
2,
Encumbramiento y sePultura
En el cuento "La joven que subió al cielo", del naÍador cuzqueño Luis Nicto
Luminoso- que se cncarga del
Dcgregori, publicado en I988, es el Pa¡tido
-sendero
dis-urso épico. t^a joven del útulo, estudiante de la ciudad de Ayacucho, se enamora de
unjoven limeño, miliunte del Part¡do. Ella pide permiso a la jefatura local del Partido
paru parut unat t"*anas junto a su pareja, Pedro, en las alturas, zona de salvaguardia
y desplazamiento de los cuadros. El Pa¡tido acccde y ella úcne queemprender de noche
unas caminaes larguísimas para ltcgar al lugar. En un momcnto le dice a Pedro:
¡Ya no puedo miísl ¡¡*o pucdo {..-l
lugar de enunciación cn la historiografía perua¡ra en William Rowe "El
primer Arguedas y el ieat¡o de la me¡noria a¡ dna"' Mernorias del2a Congreso de JAI'IA
iJomudas Andinas de Lireratura Latinoamericana)' Tucumrán, 1995'
12. Ve¡ la discusión del
r06
¡Si pucdcs! ¡Olvídate que estiís caminando! ¡Picnsa cn otra cosa!
¡Ya lo he intentado! ¡He estadopensando hasta cn películas, hastaen "Lanovicia
rebeldc" para darme fuer¿as, pero no puedo!
¿Para qué dijo eso? Peüo se puso furioso y cmpezó a griurle quc era una
estúpida, una pequeño burgucsa que sólo pensaba en l,ontcrÍas, una hijita de
mamá, una niñita mimada. "Tienez que penza¡ ert el pueblo, en lacauza. Pcnzar
en quc conquiztar las altura:r noz va a dar el poder, la gloria, el úiunfol3.
El sonido de las zeBs escenifica la formadchablar-cxagerada por fines
dc los limeños.
Sin embargo, los jóvencs llcgan, finalmcnte, a las alluras y ella
cómicos-
alza la vista al ciclo y.se le antojó tan próximo que le parcció que bastaba con
esúrar una mano, cmpinándosc un poco,para descolgaruna de esas esrcllas que
todabía no qucrían dcspcdirsc hasta la noche siguiente. Las esúcllas, sus
hermanas. [...]
¡Nunca se imaginó que se encontraría tan cerca de ellas!
Ticncs que haccr cl primcr tumo dc gua¡dia- la sacó luna voz] dc su
ensoñación [...]
-
El soñar, en cstc caso, ccha mano a un rclato andino lraducido ¡nr José María
Arguedas con el tílulo "Eljovcn quc subió al ciclo". El texto de Arguedas comienza asÍ:
Había una vez un mauimonio quc tcnía un solo hijo. El hombre semb¡ó la más
hermosa papa en una tier¡a que estaba lejos de la casa que habitaban. En esas
tieÍas la papa crecía lozana. Sólo él poscía esa excclsa clase de semilla. Empero,
todas las noches,los lad¡ones arrancaban las matas de este scmbrado, y robaban
los hc¡mosos f¡u¿osla.
El padre envía aljoven a las altu¡as *lugar ecológicamente apropiado para este
culüvose
a que cuide cl scmbrado. Las dos primeras noches,le vence cl sucño. Cuando
despicna, descubre que los laüones se han llevado las papas. La tcrccra noche:
Eljoven volvió
a la tarca. Dcsdc cl instantc en quc llegó a la o¡illa del sembr¿do
estuvo mirandoclcampo, inmóvil yaten!o. Esa noche la luna em brillanle. Hasta
la alborada estuvo contemplando los contomos dcl papal; así, micntras veía, le
13. Luis Nieto Dcgrerori, Con los ojos para siempre ab;ertos, Linra" El Zono de Abajo
14.
Edicioncs, 1990, p. l2?.
José María Arguedas,Carciones y cueruos del pueblo quechua, Lima, Editorial Huascarrán,
1949, p. 105.
t01
tcmblaron los ojos, y sc adorrniló unos instantcs. En csl] rálag¡ dc sucño quc tuvo,
mientras pcstañcaba cl mozo, una n]ultitud dc hcrmosísimas jóvcncs, princcses
y
niñas blancas, poblaron cl sembrado. Sus rostros c¡an como florcs, sus
cabcller¡Ls brillaban como cl oro; cran mujcrcs vcstidas dc plata. Todas juntas,
muy dc prisl, se dcdicaron a esca¡ba¡ las papas. Tomando la aparicncia dc
princcsas, cran las estrellas que bqaron dcl altísimo ciclo.
Llamar "princcsas" a cstas figuras fcmcninas, obviamcntc pro<luce un efccl.o de
lolkkrrización: vale decir, establccc un tipo dctcrminado dc lcctura.
La joven del cucnto dc Nicto, antcs dc subir a las altu¡as, representa a una esúella
en una actuación tcatral, organizada por la Universidad donde estudia, que sc basa en
cl rclato t¡aducido por Arguedas. Prescntado como folklorc, cstc rclato oral andino
suministra csccnas imaginarias capaces de viajar de una "cultura" a otra. Por ejemplo,
cl sucño dcja de rcprescntar la invasión dc la pcrsona por otro mundo sobrcnatural,
simbolizado por cl pcstañco]5. Esta lon¡a dc lcctur¿r dcl rclato dc la "otra" cultura,
propongo, cs típica dc situaciones de diglosia culturall6. Suprirnc la hctcroglosia,
cuando ósta sc cnticndc por la palabra dcl otro (oúo hablar) quc nos rcmite a lo que no
cstii en la enunciación si la considcramos cxprcsión dc un sujcto único. Adcm¿is, la
lecturadcsdc laot¡acultura (modcrnaen lugerde"prs" nodcrna) apropia- porejcrnplo,
al añadir un título quc cnmarca cl rclato la confianza cn Ia cnunciación colcctiva
("mfica") para oros fincs por cjcmplo, para la construcción dc un inconscicnLc
modcmoL?.
El sueño dc la jovcn, en cstc rclalo dc Nicto, pcrmitc una soldadura invisible dc
descos y valores. Sin cmbargo, los sucños son intcrrurnpitlos por voces quc hablan dc
y dcsdc difcrcncias dcl habla que son dif'erencias ótnico-socialcs, que son lo quc la
historiografía pcruana cncucnra como obsúculo rrcurrcntc. La protagonista ha qucrido
juntarse con su pareja p¿u-a tencr un hijo dc ól: "Cuando llcgaron al río, Josó dkr la ordcn
de bañarsc y todos, hombrcs y mujeres [...] se metieron dcsnudos al agua". Cuando salcn
dcl agua y cstán vistióndose, Daniela.
15. Rosalccn Ho* ard'Malverde nos ha inform¡do que enre la población quechuahablantc dc
Huánuco, el peslañm pucde significar el paso de ün mundo a otro. El mismo carnpo
semántico parecería estar involucrado en la f¿fiosa "Elegía a la muerte de Alawalha". Ver
Edmundo Bendcrú Aybat, Lileralurd quechu¿, Ca¡acas, Bibliotcca Ayacucho, 191i0, p. 125.
16. Vcr Martín Licnhard, "Sociedades heterogóneas y 'diglosia' cultural en A¡nó¡ica Latina" clr
Birgit Sch.rlau (conrp.), Lateinanerika denktn. Kuhurtheoretische Crezgange Zwischtn
Moderne unl Postmoderze, Tübingcn, Gunter N.tr Verlag, 1994.
17. Co¡no qr¡cd¡ clcmost¡,rLlo cn La interpretac¡ón ¿e k)s su¿ños (lc Freud y cn los numerosos
libros dc Jung accrca dc la mitologíe, cstc paso dcstcrritorializa los rc)atos "prc" moclcmos.
haciendo ¡rsible un "insconsci0nte colcctivo" cn cl que ios 1ic¡npo cspacios punluales s.
borran de las imágcncs y los símtrclos.
lOtt
le dijo I...1 que estaba dispuesta a tcner un hÜo.
Estás avanzando, estas avanzando! sc limitó
-¡
un beso, sin siquicra toc¡rla, siguió vist¡éndoscr8.
a
comcnlíu Pcdro y, sin darle
cerveza y harta bala", sc produca otla vez cl rcsquicio
cn
cstc caso se trata dc un joven quc no pucdc conciliar
intercscs
sociales:
enre dcsco c
su amor por una muchacha quc salc con los .ri¿cl¡¿s (micmbros de la fucrzas
con[ainsurgentcs) con el comporlamicnto exúcmadamcntc auto¡itario dc cstos.
incrustación vcrbal dcl cspacio cn el ticmpo y vice vcrsa , tal
Si e¡ cronotopo
-la
(qucañade
que todo lcnguajc cs cronotópico)re, cs cl sitio en quc
Bakhtin
lo
dcfinc
como
sc anudan y tlcsanudan krs nudos dcl relato, la ópica, por su partc, dcpcndc de un lugar
ostablc de acumulación de Ia mcmoria. En la época de la violencia cn cl Pcrú, sc
fragmcntaron las memorias locálss. La población carnpesina afu:tada, muchas vcces no
En
oro cuento dcNieto"Harta
disponía dc la posibilidad dc hilvanar los acontccimicntos.
En cl relato de Nicto, las expcricncias seacumulan sin modificación dcl sujcto. Algo
semcjantc ocurre en la novela brcvc dc Julio Ortcga, Adio.!' Ayac¡lc¡o. En cstc caso, cl
sujeto es un mu9¡to:
Vinc a Lima a rccobra¡ mi caclávcr.
Así comcnzaría mi discurso cuando llcgase a Lima, pcro ahora sólo cmpezaba
a salir de la fosa donde mc habían arrojado luego dc qucm¿¡rme y mutilarme,
dejiíndome mucrto y sin la mitad dc mis hucsos, quc sc llcvaron a Lima20.
En cl viaje en camión dcsdc la sicrra a Lima sc encuentracl cadávcr hablantc con "un
cstudiantcde anúopología,limcño, blanquito y criollo [...] Mc miró escudriñador¿ünente
i...1 como si yo no fucsc cl primcr bicho raro quc él cncontraba Era, por cicrto. un
anrropólogo dc ¡nucho porvenir. "Más ta¡dc añadc: "Este fue el primcro dc los
compañcros ocasionalcs de mi prcrcgrinajc a Lima que quisicron cnterrarmc siguicndo
un poderoso instioto urbano y acadóm ico. [...] Es vcrdad quc los limcños úenen algo dc
cntcrradorcs y, cn el mejor dc los casos, dc pulcros agcntcs de pompas fúnebrcs2]".
Lima, cmplizamicnto lísico dc la mirada historiogril ica nacional, se figura como iugar
dc almaccntmicnto (cc¡ncntcrio)z2 dc lo quc va a scr cscrito como la Histttriu quc.
dcsdc lucgo. no cs k' mismo quc ll mc¡norir.
lg. Ni"l"
19.
p.
llg.
M.N'l. Bakhtin. The Diaktgic Imagiruti¿'¡, Austin, Unive¡sity ofTcxas Itess,
l98l ' pp 250
25t.
20. Julio Ortcg4 Adios, ,4yacaclo, Lima, Mosca Azul, 1986, p 9
21. Orrcga, pp. l6-17.
)) C enentiíio generales e) título dc un pocm:uio dcTulio Mora (Limrl Lluvia Editores, 1994),
quc busca c;nsfuir un espacio cn el qrrc puedan escucharsc
histo¡ia peruana.
109
l¿Ls
voces dc los acto¡cs dc la
El hccho que la posibilidad de ¡clatar la Historia pasa ¡ror el cntierro de los muertos
se escenifica en la ob¡a de va¡ios escritores latinoamericanos, más notoriamente en Ia
de Juan Rulfo. Se puede especularque se trat¿ de una respuesta a la discontinuidad entre
las difcren¡es temporalizaciones; en el caso de Rulfo, entre el rclato nacional popular
priista y las vivencias regionales. A propósiul de Canto General, y, por exrcnsión, de
todo intento de consfuir una épica modema, ha dicho Raúl Zurira:
tal vez la misión de la literatura en csos países, si es que tiene alguna, dcba ser
darle, en nombre de la sociedad, sepultura a todos aquellos cuerpos que en esul
his¡oria no han terminado de morir y que por éso no han tcrminado de vivi sus
vidas. Es decir, fuera de nuest¡os desaparecidos modcmos, ¡oda esta his¡oria es
de desaparecidos, de tipos que no han sido enterrados,dcpueblos,de culiuras que
no han tcnido ese derccho. Todos ellos penan permancntcmente en el eje de la
lengua23.
El cuerpo físico no deja en paz al cuerpo discursivo. La suene de éste, a su vez, no
puede sepa¡arse del Estado, como tampoco puede la suerte dcl primero. El prot¿gonista
de Ortega se dirige al Presidene de la Repúbtica: "¡Oyeme, Belaúnde! [...] Devuélveme
mi cucrpo. ¿Dónde han escondido mis hucsecitos?". Y más la¡de arma un discurso:
Claro que en este país uno se muere rápidamente, sin m¡ás lo que revela la suele
de lavícúma y la convicción dcl victima¡io.l¿ vcrdadera historia nacional sería
este cuenlo de las variacioncs en la matanza en los mat¿dcros de turno. Cada
esülo de matár señalaría una época, cada muefie ilustro (Atahualpa, Túpac
Amaru, José Olaya, Alfonso Ugarte, Atusparia, y l¿ntos oÍos), pcro tamtlién
cada muerto anónimo, dacucntade su cuerpo condenado y torturado, y,en estos
tiempos de guerra sucia, desaparecido dcspués de dcspcdazado. Este ccmentcrio
nacional es un vela¡ sin [érmino, un luto del alma, como crco que dice el vals, un
Panteón con acropuerto?4.
3.
La "novela andina"
Las posibilidades dc la "novela andina" han sido modificadas por la época de la
violcncia: me refiero no sólo a la destrucción de pueblos y mcmorias sino a
las
migracioncs masivas de la población. Digo "la novela andina" pcro en verdad se trata
de una enúdad que no existc.
23. Andrés Piñ4 Conversacíones con
la poesía c¿tl¿r?¿, Santiago, Pehuén, 1990, pp. 230 231.
24. Ortega, p.15.
ll0
En oúo cuento de Luis Nieto, el p¡otagonisla
mismo un cscritor- reflexiona
sob¡e una conferencia que ha oido en Lima: "Se equivocaba, pues, el confcrcncista al
suponer que Argueda s cerraba rna etapa, cra el último canto, quizás por eso mls grande
y ¡niís ¡fágico, de ün mundo que dcjaba dc exislir2s".
Litume en los Andes,la novela de Va.rgas Llosa
el aubr llamó su "novcla
andina"- intenta cnca¡na¡esa enúdad a¡hclada. Para-que
haccrlo, echa manoa matc¡iales
rccogidos porctnógrafos, sobre ¡odo con rclación ala figura dclpis,latr- degollador
irnaginario de sc¡es hunranos - figura que Vargas Llosa utiliza para rcprcsenh¡ el
imaginario andino. Pcro al igual que toda la parte andina de la n ovela,el pis htaku esleído
sin espcsor temporal o heteroglósico, como enunciado simple. Porque lo que muesfan
los rclatos de los informantes del etnógrafo J uan Ansión (quien sc convierte cn personaje
paródico en la novcla), es que se lrah de una scdimentación de ¡elacioncs sociales
coloniales, en la quc se mezclan unamulütud dc voces. Citemos como ejemplo el relato
dc una informanlc que relaciona esl¡ figura con la primcra modcrnidad y los coslos
sociales de la modemización y a la vez la siúa frenle a una geografía punlua.l:
-él
Sí sé de tos f¡mosos pistrcos.
En el gobiemo dcl Prcsidentc Prado,estoshombreseranpagados po¡ el gobiemo.
[...] Allá cn ese ceÍo Cuchihuaycco y al frente, Cuupaita [...] subidade Watatas,
eslán esos lugares donde vivían los pislacos. lDespués de descuatizar a sus
vícümas,l recogían [el aceite humano] en grandes vasijas para Iuego llevarflol
al gobieron y ellosexportaban a.l exúanjero en buenos precios. En estos dempos
estaban surgiendo las grandes máquinas en los países adelanlados
funcionaba con el aceite humano26.
y mejor
La novela dc Vargas LIosa secuestra esta información y la leecomo"supe¡sticiones"
que explican la violencia. Así dice Lituma, cl protagonista cuya forma de hablar
(costeña) enmarca la na¡ración: "Se explica porque todos los scmrchos son unos
supcrsticiosos que crecn en diablos, pishlacos y mukis27" opinión que se confirma en la
sclccción de materialcs narrados. Se podría deci¡ quc csta novela cs una mala emografía,
que reprcsenta un nco-indigenismo conservador, o paródico, o las dos cosas. Pero más
imporante es lo que sinlomaúza: el sccuestro dc una voz para relabr un imaginario, es
deci, pua prescnnrlo como explicación y así conseguir el lugar de enunciación y el
podcr discursivo deseados.
Termina¡emos con otra esccnihcación del lugar de enunciación. Se trala de una
25. Nieto, p.83.
A¡sión, D¿sl¿ ¿l rincón de los muettos: el pensanieruo mítico en Ayacucho, Líma
Crcdcs, 1987, p. 174. Ver Juan A¡sión (comp.), Pishtacos: de verdugos a sacaojos, Lirro,
Ta¡e¿, 1989.
Ma¡io Vargas Llosa, Lituma ea los Andes, Barcelona, Plareta, 1993, p. 145. Pueden
compararse las siguicntcs páginas: 68, 104, 182, 203.
Juan
27.
lll
canción ¡ncsúza dc un compositor ayacuchano, Carlos Falconí, compucst¡ durante "la
dccada de Ia violcncia2r":
¿Es canción mi canción?
lágrimas mis lágrimas?
Cuando los ojos de los niños
s!- llcnan de odio
¿lSon
¿Es canción mi cancicin?
¿,Son li'ígrimas mis lágrimas?2e
Sc hubic¡a podido lermin allí, con esta esccnificaciírn de la relación cnt¡c la
sociabilidad y las posibilidadcs dcl dccir. Pero ya quc siempre sc retoma al "prescnte",
si es que cn realidad sc lo ricja. t:rl vcz mcjor haccrlo con un ¡csumcn. No sc ha ¡elc¡ido,
en estc Eabajo, a un fcnómcno, sino a las rclaciones cn¡re difercnts prácúcas tcxtualcs
quc se van cambiando con el licmpo. Eskrs rclacioncs sc encucnlran permcadas por los
dcsplaramicntos dc fuerzas y símbolos quc son el objcto del desco dc fa pcrsona quc
quicrc baccr una Histo¡ia.
28.
29.
Vc¡ Nclson M ¿ffique, "La dócada dc la vio\cncia". M árgcnes, Ill, 5 6 ( I 939), pp. 137'182
Rodrigo, Edwin y Luis Monloy4 ¿¿r ra¿ gre d¿: Ios cetros'. utqukanapa
p. 649 G¡abado en
de la poesía quechua que se canta en el Perú, Lima CEPES, 1987,'awam¡n(Arl'olotia
Ma¡uelcha Prado y Ciulos F¡úconí, Testit¡t¡¡tio |Jacuchano, Lim¿. Ediciones Saywa
(cassette). La traducción ha sido modificada por nosotros. Hay una <Iiscusión mÍs amplia dc
la obra de Falconí cn William Rowe y Janett Vengoa Zúñiga, "Migración y violcncia: las
traziis dc la memori¡¡ en la canción poética ayacuchana de los últimos años", Actas del
Congreso Culturas Mórgiudas y Prrresos ,le llodernjzación en A¡ru1rica Latina, Ascona'
1995.
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