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 DISCURSOS DE LA MEMORIA LA UNIVERSIDAD DE CHILE Y LA CONSERVACIÓN DEL PATRIMONIO FÍLMICO NACIONAL. Luis Horta Cineasta, Investigador y Coordinador Cineteca de la Universidad de Chile Del acopio al discurso Notas sobre el rol de la Universidad de Chile en el rescate del patrimonio audiovisual nacional Hacia mediados de los años treinta, la principal universidad estatal del país contaba con un archivo que con más de cien películas destinadas a su proyección en diversas regiones del país. Estas películas eran distribuidas por el Instituto de Cinematografía Educativa de la Universidad de Chile, empleadas en el aula como complemento pedagógico, donde un profesor proyectaba documentales que eran analizados de manera colectiva, utilizando la imagen en movimiento como canal cultural para el desarrollo social del país. El Instituto, que entonces era dirigido por el cineasta Armando Rojas Castro, sería traspasado al Ministerio de Educación hacia finales de los años cuarenta, donde termina prácticamente por desaparecer. Actualmente, casi la totalidad de estas películas se encuentran desaparecidas, y su existencia fantasmática da cuenta de la ausencia de políticas para la conservación del patrimonio audiovisual en nuestro país, mal endémico que nos permite hablar de obras inexistentes, perdidas, desaparecidas, o simplemente destruidas. Hacia mediados de los años treinta, la principal universidad estatal del país contaba con un archivo que con más de cien películas destinadas a su proyección en diversas regiones del país. Estas películas eran distribuidas por el Instituto de Cinematografía Educativa de la Universidad de Chile, empleadas en el aula como complemento pedagógico, donde un profesor proyectaba documentales que eran analizados de manera colectiva, utilizando la imagen en movimiento como canal cultural para el desarrollo social del país. El Instituto, que entonces era dirigido por el cineasta Armando Rojas Castro, sería traspasado al Ministerio de Educación hacia finales de los años cuarenta, donde termina prácticamente por desaparecer. Actualmente, casi la totalidad de estas películas se encuentran 1 desaparecidas, y su existencia fantasmática da cuenta de la ausencia de políticas para la conservación del patrimonio audiovisual en nuestro país, mal endémico que nos permite hablar de obras inexistentes, perdidas, desaparecidas, o simplemente destruidas. Históricamente ha sido la Universidades de Chile, por ser ésta el brazo estatal del desarrollo cultural y científico del país, aquella que se ha colocado a la cabeza en el desarrollo del campo de los archivos audiovisuales, estableciendo la necesidad de abordar la memoria visual como campo de exploración sobre la identidad nacional, además sujeto a una reflexión sobre la materialidad que la sustenta, pero que además proyecta vestigios temporales de una realidad fugaz, huella perpetua que nos permite constatar la presencia de fantasmas que somos nosotros mismos, nuestra herencia y nuestra memoria. En 1961 la Universidad de Chile crea la primera Cineteca del país, con ramas de investigación, extensión cultural, restauración, documentación, pesquisa y publicaciones. Dirigida en primera instancia por el escritor Hernán Valdés y luego por el cineasta Pedro Chaskel, se transforma en un epicentro de la vida cultural de aquellos años, tanto por el nutrido número de obras que alberga en su local de calle Amunátegui Nº 73, como por tratarse de un espacio abierto para la comunidad de cineastas que renovaron el panorama local de la creación autoral. En las dependencias de la Cineteca se firma el “Manifiesto de los Cineastas de la Unidad Popular”, pero también experimenta la visita de importantes cineastas como Chris Marker o Joris Ivens, lo que da cuenta del prestigio alcanzado. Y es precisamente ese uno de los primeros lugares que es allanado por las fuerzas militares el día 11 de Septiembre de 1973, no solo por su proximidad al Palacio de La Moneda, sino por constituir una actitud para enfrentar la realidad del país, donde los medios posibilitaban nuevamente la educación de los sujetos populares, que no podían acceder a una sala de cine, pero que bien podían educarse con las películas que la Cineteca proyectaba en el campo, en los sindicatos, en las minas o en las comunidades mapuches. La instalación de un régimen militar a partir del 11 de Septiembre de 1973 pavimentó un camino que propició la desaparición de numerosas registros cinematográficos debido a la implementación de una fuerte política anti comunista, la cual fundamentaba una profunda alteración cultural del país y la represión en diversos niveles devenidos horrores. En este periodo se exilian numerosos artistas e intelectuales disidentes y opositores a una dictadura, y las instituciones encargadas de la producción cultural del país son clausuradas o intervenidas por militares. Solo en la Universidad de Chile se calcula la ejecución o desaparición de centenares de funcionarios, académicos y estudiantes durante el periodo de la dictadura militar, a los que deben sumarse los exonerados por razones políticas o el cierre de departamentos al interior de Facultades. En este plano, la imagen 2 cinematográfica se somete a la desaparición en su más amplia dimensión, ya que la censura o el miedo alimentan la imposibilidad de la imagen frente a un régimen autoritario. Sería en el exilio donde se da vida a experiencias inéditas destinadas a aprehender un país sin geografía a partir de las realidades experimentadas por numerosos exiliados chilenos en puntos del plantea muchas veces antagónicos. Fundada como la Cinemateca de la Resistencia o Cinemateca del Exilio, un grupo de cineastas institucionaliza una voluntad de estrechar distancias y proponer nexos comunicativos entre sujetos pertenecientes a una misma realidad por medio de la cinematografía que representa o alude a la situación del país. El trabajo sistemático de recolección de obras e información lo realizan Pedro Chaskel desde Cuba y Gastón Ancelovici desde Francia, junto al aporte de numerosos colaboradores que dan vida a un catastro del cine chileno del exilio, donde vuelven a exhibirse aquellas películas que la Universidad se encargó de conservar, las mismas que daban cuenta del proceso popular en los años setenta: “Venceremos” (Pedro Chaskel y Héctor Ríos, 1970), “Pintando con el pueblo” (Leonardo Céspedes, 1971), “No nos trancarán el paso” (Guillermo Cahn, 1972) o “Descomedidos y Chascones” (Carlos Flores, 1973) fueron algunos de los documentales que ilustraron la “vía chilena al socialismo”, y cuyas imágenes permanecieron durante años escondidas, relegadas y silenciadas. Instituciones en la reproducción de la memoria El proyecto www.cinetecavirtual.cl de la Universidad de Chile La década del dos mil parece caracterizar en Chile una suerte de institucionalización de la memoria, trayendo al presente los archivos como medio –imposible-­‐ para graficar la desaparición. Las políticas refundacionales de la post dictadura significaron la invisibilización del rol de la Cineteca Universitaria en el desarrollo y recuperación del cine nacional, y las nuevas generaciones nunca se enteraron que la Universidad de Chile descansaba una vieja copia de nitrato de “El Húsar de la Muerte” (Pedro Sienna, 1925), que fue la productora responsable de una película como “El Chacal de Nahueltoro” (Miguel Littín, 1969), que en nuestras dependencias funcionó la primera sala de Cine Arte del país, o que por el Departamento de Cine pasaron cineastas como Chris Marker, Roberto Rosselini o Joris Ivens. Peor aún, estas generaciones desconocían el rol que cumplieron Patricio Guzmán Campos, Fernando Bellet, Pedro Chaskel, Sergio Bravo, Raúl Ruiz o Miguel Littín. Atendiendo a que el olvido es un reducto donde descansan las políticas de una dominancia cultural, también permite experimentar fenómenos de 3 contracultura que emergen como antítesis al uso pasivo de la imagen. Hoy, muchos cineastas jóvenes intentan crear, a partir de imágenes de archivo, una nueva imagen, que en algunos casos se presenta desde una autobiografía melancólica y nostálgica del sujeto que no quiere olvidar. En numerosos documentales contemporáneos chilenos, la imagen de archivo se ubica como un salto temporal más que como lenguaje en si mismo, aludiendo a la constante necesidad de aprehender un espacio y un tiempo perdido que emerge en la instalación del pasado como recurso de lenguaje. Emergen en estas obras diversos espectros de la historia de Chile relatados en primera persona, con la intención de estetizar esta intimidad por medio de recursos que incluso abordan la espectacularidad de una intimidad mediada por la técnica y la estética. Esta exposición, propia de la virtualidad, evidencia tratos distintos de la imagen, principalmente por la infinita cantidad de archivos que podrían constituir hipotéticas realidades. Será en los recursos digitales donde emergerán estrategias que buscan dotar al archivo de nuevas significancias en el uso político de las herramientas desde la divulgación y la formación, con el objetivo de releer la relación de audiencias y medios desde la virtualidad. En este sentido el archivo recupera su condición contracultural en la apropiación natural que proponen estos medios, así como la circulación libre de contenidos que se conservan en sus originales análogos, cumpliendo así con la preservación de estos. En este sentido surge un proyecto como www.cinetecavirtual.cl, desarrollado por la Cineteca de la Universidad de Chile en alianza con la ONG Derechos Digitales, siendo el primer proyecto realizado en el país para construir un acervo digital de películas patrimoniales, con la particularidad que muchas de ellas puedes ser descargadas para su empleo más allá del sitio. El proyecto asume su naturaleza de ser un heredero de las matrices analógicas, las cuales se conservan como soporte de estudio e investigación. Pero genera un duplicado virtual que permite el conocimiento de las obras en el público amplio que navega por la web. La re valorización de la obra atrae por consiguiente una nueva apreciación de los procesos que la componen, por tanto existe un trabajo de preservación otorgada por la circulación del duplicado que debe ser acompañada de un soporte que permita conocer estos procesos. El sitio –y por ende la institución-­‐ adquiere una actitud que propone evidenciar el trazo del usuario como elemento central de la apropiación de los archivos, tanto en la temporalidad libre adquirida, como en la posibilidad –falsa-­‐ de enfrentarse a la idea preconcebida de memoria: es finalmente la subjetividad del relato del usuario que se asemeja más a un laberinto que a la construcción de un relato lineal – y por ende oficial y homogéneo-­‐ de la historia. 4 El proyecto www.cinetecavirtual.cl cumple con definir políticas de acceso y conservación de las obras patrimoniales chilenas de acuerdo a su tiempo, pero recuperando el rol de la Universidad de Chile en la reflexión sobre el archivo. Más que fomentar la institucionalización de la memoria, un proyecto de estas características rompe con una idea rectilínea de la comprensión de la obra y la historia, posibilitando que el sujeto aborde su propio relato de la memoria en el devenir de la inmersión en las obras que alberga la plataforma. El carácter pedagógico va de la mano con los metadatos que se adosan al archivo, permitiendo leerlo en una profundidad que no existe en la obra en si misma, permitiendo relevar el contexto en el que se produce el registro, así como los contenidos que pueden aparecer invisibles en una revisión desinformada. Por tanto el archivo no habla en si mismo, sino que se apoya en el soporte que complementa una lectura de este. La apropiación de los medios digitales posibilita el cuestionamiento de una institucionalidad del archivo leído en un sentido más bien protocolar, y retoma la idea del activismo a partir del uso pedagógico que adquiere la imagen histórica cuando esta se convierte en experiencia del usuario, abriendo posibilidades exploratorias sobre los usos que puede adquirir en sus sucesivas lecturas y resignificaciones posibles. Archivo, materia y memoria visual Las Cinetecas y los archivos audiovisuales contemporáneos paulatinamente comienzan a tomar conciencia de su rol en la relación de la imagen virtual. Un mundo saturado de imágenes, simbolizando los conceptos de vida y realidad a partir de la deriva que propone una lógica de aproximarse a la historia desde la subjetividad, relee la condición del individuo que, en este caso prescinde de la sala de cine tradicional para construir un propio repertorio, fenómeno que grafica una emancipación de las dependencias jerárquicas tradicionales de las instituciones, no solo por el tipo de hábito, sino en la medida que éste relee –sino construye-­‐ la historia del cine o de su propia historia del país, luego del predominio de la ausencia de una imagen identitaria. En un mundo contemporáneo, una Cineteca se desprende de cualquier servilismo para transformarse en una productora de sentidos a partir de diversas imágenes conservadas. Un archivo es un activador de la subjetividad contemporánea y un detonante del aprendizaje en cuanto éste construye y reconstruye una idea de la memoria en permanente desaparición. La reproducción, de la cual es heredera la cinematografía, propone en la duplicación de una imagen virtual una nueva posibilidad de descubrimiento y valorización del patrimonio fílmico. Sin embargo no basta con construir acopios virtuales de clips de imágenes de 5 archivo, sino que es necesario reconstruir una desaparición profunda como es el acercamiento y apropiación de la obra cinematográfica por parte de las audiencias, por tanto es necesario una mediación que encauce la mirada y genere la necesidad de ver, en un rol pedagógico que nuevamente recae en los centros universitarios que son capaces de pensar la virtualidad como una posibilidad del desarrollo cultural del país. La autoconciencia del sujeto contemporáneo va de la mano con la idea de su determinación en la imagen, relación fundamental para comprender la necesidad de aprehenderla y controlarla, pero también por el uso y proliferación de ésta como artificio histórico: el found footage, el material de archivo, la recreación, el uso de sonidos, fotografías o relatos sobre el pasado que emerge en numerosas películas contemporáneas chilenas, develan una necesidad por instalar una idea del pasado en el presente, configurado en obra y por tanto suspendido en el tiempo. Esa misma relación se plantea abstracta cuando lo virtual determina una nueva sensibilidad que recupera la sensación de placer por revisar una imagen y aprehenderla en cuanto genera una nueva desde la subjetividad invisible de la comunidad virtual. Los archivos audiovisuales no pueden sino estar consientes de su historicidad –pasada y presente-­‐, y de sus posibilidades de releer una memoria subjetiva a partir de fragmentos que dan cuenta de una totalidad. La historia contemporánea es, finalmente, la historia de la imagen, y los archivos cinematográficos no vienen sino a albergar los modelos de representación de sus sociedades. La existencia de numerosos registros cuya finalidad no ha sido necesariamente la proyección pública –
como las películas perdidas, los descartes, los registros caseros o films inconclusos, por mencionar algunos-­‐, encuentran un nicho que permite su relectura bajo condiciones que lo potencian, y que por medio de un acceso tradicional develan la inutilidad de este concepto. El mismo Henri Langlois señalaba que “había que rescatarlo todo”, indiscriminación que propugna incluso al fragmento íntimo e invisible como vestigio fantasmático de los rincones inexplorados de la humanidad, de la misma forma que lo hacen las primeras películas realizadas hacia fines del siglo XIX con las cámaras Lumiére, que recorrieron el mundo aprehendiendo paisajes exóticos y rincones inéditos. Sabiéndose una prótesis de la mirada y un simulacro de la vida, el cine construye la subjetividad a partir de una historicidad mediada por los numerosos objetos visuales que pueden emerger en ella. Hoy, los archivos son una forma de comprender a los sujetos en el mundo de lo inmaterial, trasuntando su intimidad para convertirse en ella, estetizando una realidad tan virtual como representada. La imagen no solo vale por lo que simboliza, sino que resulta reveladora al permitir y detonar una experiencia en el público, quien se encuentra en su propia imagen, transformándose en ella. Es la experiencia aquello que gatilla la actual efervescencia por acceder a los más diversos y delirantes archivos audiovisuales, hostigando el pasado para que resurjan imágenes guardadas desde el imposible, filmadas con la invisibilidad doméstica o, en algunos casos, apareciendo obras 6 que se consideraban desaparecidas, para luego circular por vías no tradicionales, como la web. Aquellos vestigios adquieren sentido cuando son exhibidas en un tiempo suspendido con una mediación que da sentido a cada archivo para aquellos sujetos que se ven inmersos en ellas, experimentan sensaciones y viven en ellas. Esto abre nuevas posibilidades para pensar los archivos audiovisuales del presente, así como la relación con la institucionalidad que obligatoriamente debe repensarse para entregar nuevas posibilidades de construcción de la memoria. HORTA, L. 2014 Discursos de la memoria: La Universidad de Chile y la conservación del patrimonio fílmico nacional. Santiago, Universidad de Chile 7 

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