las flores del mal - Sociedad de Psicologia Medica y Medicina

Transcripción

las flores del mal - Sociedad de Psicologia Medica y Medicina
LAS FLORES DEL MAL
Ricardo Bernardi
Cuando la Profesora Laura Schwartzmann me hizo llegar la invitación para esta
conferencia le comenté mis mis ideas sobre el tema, con la secreta esperanza de que me
librara del compromiso de ser expositor en este importante evento. Pero lejos de aceptar
mis excusas, Laura me alentó a que siguiera adelante y en el curso de la conversación
hablamos de la obra de Baudelaire “Las Flores del Mal”, cuyo título me pareció que se
ajustaba a lo que quiero decir sobre lo que podríamos denominar el lado oscuro de la
calidad de vida. Quisiera apoyarme sobre lo que artistas y creadores nos dicen sobre las
cualidades que hacen deseable la vida y comentarlo desde la doble perspectiva del
campo de la salud y del campo del psicoanálisis.
Los modelos teóricos sobre la calidad de vida, como nos recuerda Fleck (2008),
pueden agruparse en dos grandes categorías. Tenemos, por un lado, los modelos que
privilegian la satisfacción ("felicidad", "bienestar" "expectativas realizadas"). Por otro
lado están los modelos funcionalistas, que ponen el acento en las funciones y roles que
el individuo, aún enfermo, es capaz de cumplir, y que han servido de base para muchos
de los instrumentos que evalúan la calidad de vida. Tanto en uno como en otro modelo
se plantea la dificultad determinar cuáles son las características comunes a todos los
seres humanos y cuáles son individuales e idiosincrásicas y no deben ser generalizadas.
Esta tensión entre lo singular y lo universal, entre lo peculiar y lo generalizable y entre
lo dimensional y homogéneo, y lo categorial y heterogéneo, es una consecuencia
inevitable de la complejidad y diversidad de la subjetividad humana.
En el psicoanálisis encontramos un problema similar cuando se trata de definir la
meta de los tratamientos. Freud resumió sus ideas en dos palabras: gozar y producir1,
que, como podemos ver combinan las ideas de satisfacción y de función. Pero no es
fácil definir y operacionalizar estos conceptos. R. Wallerstein señaló que cuando se
abordan los objetivos del psicoanálisis se produce una polaridad o paradoja entre la
meta de lograr un cambio profundo y estructural en la personalidad y la aspiración a
trabajar con una agenda abierta, sin metas preestablecidas2. En mi opinión esta
oscilación no es fortuita. Surge de una polaridad más profunda que afecta al
psicoanálisis y que tiene que ver con su doble pertenencia, a la vez en el campo de las
ciencias naturales y al de las ciencias de la cultura o ciencias humanas. Los conceptos
psicoanalíticos se han nutridos tanto de la tradición propia de las ciencias naturales
como de los estudios hermenéuticos y de las disciplinas llamadas ideográficas, volcadas
a la comprensión de lo singular y no sólo a la explicación en base a leyes generales.
Pienso que algunos de los conceptos utilizados para el estudio de la calidad de vida se
encuentren en una situación similar en cuanto a que su estudio necesita nutrirse tanto
del aporte de las ciencias naturales como de las ciencias sociales, las humanidades y las
artes.
1
Freud, 1916 [1916-1917] Conferencias de introducción al Psicoanálisis. Parte III. T. 16, Buenos
Aires: Amorrortu editores, p. 413 y 416. Los términos utilizados por Freud en alemán son “Genuss“
(goce) y ”Leistungsfahigkeit“ (capaz de producir, eficiente) [Vorlesungen zur Einführung in die
Psychanalyse. Frankfurt am Mein, Fischer Taschenbuch Verlag, p. 357 y 359].
2
Wallerstein, R. (1965) The Goals of Psychoanalysis—A Survey of Analytic Viewpoints. J.
Amer. Psychoanal. Assn., 13:748-770.
1
La combinación de estudios cuantitativos y cualitativos permitió evaluar el
proceso y los resultados de la psicoterapia. En la actualidad ciertos abordajes tienen
especial interés. La investigación sistemática de caso único (single case research),
estudia la evolución de un paciente a través del tiempo utilizando diversos
procedimientos de evaluación permite comprender mejor el modo de actuar de los
factores de cambio. Los actuales estudios de imagenología cerebral permiten relacionar
el cambio producido por psicoterapia, farmacoterapia o placebo con las modificaciones
en las imágenes cerebrales, lo que tiene gran interés potencial para la mejor indicación
del tratamiento adecuado, para formular un pronóstico y para estudiar la evolución de
los casos. Dejo abierta la pregunta sobre la utilidad de procedimientos similares en el
estudio de la calidad de vida.
Los estudios mencionados se enriquecen más aún si los triangulamos con los
aportes que provienen de las humanidades y las artes. Cierta tradición hace decir a
Freud, en una forma que nunca pudo ser documentada, que el psicoanálisis no traía la
curación, sino la peste. Valga la idea, pero este papel ha sido siempre desempeñado
mejor por artistas y poetas. A ellos se les puede preguntar sobre los aspectos luminosos
de la vida así como sobre sus aspectos más sombríos, o, para introducir el título de una
de las poesías de Baudelaire, sobre sus abismos. Cuando Dante quiso atravesar los
infiernos, se dejó conducir por otro poeta, Virgilio. Reconozcamos a los poetas este
privilegio e interroguémosles sobre qué es lo que da calidad y sentido a la vida y
significado existencial a conceptos tales como bienestar, salud y enfermedad, dolor,
violencia, sexualidad.
……………………..
Comenzaré con el relato de un narrador uruguayo, Juan Carlos Onetti (DIAPO
1). Su relato "Jacob y el otro", comienza con una escena que común en el ambiente
médico. Un paciente politraumatizado llega a la emergencia y el cirujano se decide a
intervenirlo, pese a lo poco esperanzador del caso. En este punto, el relato vuelve atrás
en el tiempo para presentarnos a Jacob van Oppen, un luchador de feria que, pese a los
consejos de su agente, decide arriesgar su vida para poder mantener viva la imagen de
ser invencible y desmentir el paso del tiempo. Conservar su imagen de campeón es para
Jacob más importante que conservar la vida. Refiriéndose al narcismo infantil Freud
habló del sentimiento de ser "His Majesty, the Baby", idea que sobrevive en todos
nosotros. Esta imagen arcaica debe morir mil veces para que podamos desarrollarnos e
incluso para poder aceptar la muerte cuando nos llegue el momento. Pero si bien esta
imagen narcisista puede asfixiarnos, su ausencia es aún más dañina. Los estudios del
apego (attachment) muestran que es muy difícil vivir si no hemos vivido previamente en
los ojos de quienes nos cuidaron. Muchos intentos de suicidio o conductas
autodestructivas nos obligan a reflexionar sobre a quién no podemos querer en nosotros
y por qué.
2
La figura del "otro" se mantiene enigmático en el relato de Onetti. Los críticos
han señalado la relación entre el título de este relato, “Jacob y el otro” y la narración
bíblica sobre la lucha de Jacob, patriarca de Israel, con un Otro que también permanece
enigmático. Se ha visto esta lucha como el desesperado intento de la criatura humana
por ser reconocida por su Creador, el Otro radical. Jacob, herido en la cadera, quedará
marcado para siempre en esa lucha, del mismo modo que quedó marcada la tierra en la
3
cual había soñado anteriormente con Dios, figurando en el sueño una escala que se
elevaba hacia los cielos, por la cual ascendían y descendían los ángeles del Señor
(DIAPO 2)
La escalera de Jacob
William Blake
La escala que soñó Jacob va de la tierra al cielo y ella señala distintos grados de
elevación espiritual. En español la palabra “Escala” designa tanto una escalera como un
instrumento de medida o una sucesión ordenada de los valores de un fenómeno, siendo
equivalente a “scale” en inglés, Marca por tanto diversos grados de la presencia de un
Bien.
……………………..
La percepción del bienestar o el dolor puede cambiar sustancialmente de acuerdo
a la forma en la que las personas se representan esta ascensión espiritual. Escuchemos,
4
por ejemplo, el pedido de una de las principales místicas cristianas, Teresa de Ávila
"Dadme Señor, trabajos, dadme persecuciones” pues, agrega, de los distintos caminos
por los que la podría llevar Dios, "...yo siempre escogería el del padecer, siquiera por
imitar a Nuestro Señor Jesucristo” (Las Moradas, p.124). De niña aspiraba al martirio.
Que las flores del Bien tienen sus espinas lo sabía también Blaise Pascal3
Enfermo desde joven (muere a los 39 años), este genial matemático, físico y filósofo, en
su “Plegaria para pedir a Dios el buen uso de las enfermedades”, dice que no implora
“ni salud ni enfermedad, ni vida ni muerte, sino que Vos [Dios] dispongáis de mi
salud y enfermedad, de mi vida y de mi muerte”. Pascal, fiel a la tradición jansenista,
no aspira a controlar su destino, sino a hacerse a un lado, para dejar que actúe en él la
Gracia de Dios. La experiencia de salud, enfermedad o dolor está moldeada por estos
ideales.
……………………..
Pero la escala tiene dos lados (DIAPO 3). Si por un lado asciende hacia lo que el
hombre se figura como las cumbres espirituales tiene también un lado descendente, que
conduce a lo más abyecto y siniestro del ser humano. En la concepción de San Agustín,
a diferencia de la tradición maniquea, el mal no existe como fuerza opuesta al Bien, sino
como el vacío dejado por la ausencia de Bien. Pero desde el punto de vista
fenomenológico este vacío de Bien se presenta como algo muy real en la vida del
hombre, del mismo modo que la ceguera aunque pueda ser definida como la ausencia de
vista para quien la sufre es bien real. Los niveles inferiores de esta escala permiten,
como flores surgidas en el abismo, ver más claramente ciertos aspectos de cómo nos
percibimos a nosotros mismos y cómo se construye la subjetividad.
3
Blaise Pascal (Clermont-Ferrand, Auvernia, Francia, 19 de junio de 1623 - París, 19 de agosto
de 1662), matemático, físico y filósofo religioso francés
5
Charles Baudelaire quiso recorrer esta escala descendente (DIAPO 4). En su
poesía “El abismo” señala una afinidad con Pascal: “Pascal tuvo su abismo del que su
alma era presa ¡Ay, que todo es abismo – deseo, acción, soñar, palabra” , sintiendo
que como él, “me asomo al infinito desde toda ventana”.
Pero la invocación de Baudelaire no se dirige al Dios de Pascal: “Padre
adoptivo de los que, en su ciego enfado,/ Dios Padre del terrestre paraíso ha arrojado
/“Oh Satán, ten piedad de mi larga miseria /…”. Su poesía “Plegaria” dice: “Loor y
gloria a ti, Satán, en las alturas / del cielo en que reinaste, y en las negras honduras /
¡del Infierno en que sueñas vencido y silencioso/ …”. Baudelaire no está interesado
6
en lo que habitualmente se denomina bienestar. Por el contrario, en el malestar y en el
sufrimiento que le trae esta elección por el Mal –la rebelión, el desafío, la culpa –
encuentra la fuente de la tensión interior que necesita para crear su poesía4 (Sartre, p.
116). Más aún, teme que la felicidad o el tener la aprobación de los demás disminuyan
esta tensión creadora. El vicio, las prostitutas, las enfermedades venéreas, el opio y las
sustancias adictivas, la persecución por deudas o por su poesía, la insatisfacción y el
dolor son el medio que le permiten – como a Satan- construirse un lugar aparte en el
universo (p. 146). No quiere compartir ni intercambiar nada con los otros seres
humanos, de quienes le interesa diferenciarse. El rechazo y la incomprensión refuerzan
su singularidad y el orgullo que le provoca. En 1859, enfermo y envejecido a los 38
años, dice que no teme a la enfermedad ni al dolor físico, mientras no pongan en peligro
su facultad poética (p. 211). Sartre ha visto con claridad que necesita convertirse en su
propio torturador –heautontimoroumenos, como denomina a una poesía- (Heauton
Timoroumenos)- para sentir, a través del dolor y el autocastigo – la sensación de ser el
propio creador de su destino (ps. 240 y 245). Dicho en términos psicoanalíticos, para,
poder mantener, una vez depuesto Dios, su fantasía de autoengendramiento.
4
Baudelaire está obsesionado por el Bien y por el Mal, pero más que la ley en sí misma le
interesa la mirada condenatoria del juez, que, paradójicamente, lo fortalece interiormente. A través de la
transgresión y del pecado prolonga una agonía y un martirio que lo mantienen vivo. J-P. Sartre señala que
en relación a Baudelaire se ha hablado de psicastenia –tal vez hoy diríamos distimia- y que fácilmente se
podría relacionar su culpa con su conflictiva edípica. Pero, agrega Sastre, lo que brilla en su poesía no es
su patología sino las intuiciones metafísicas sobre problemas que muchas veces pasan desapercibidos en
escritores sin esta patología. Quiso hacer de su poesía la flor que surge de su libre elección por el Mal (p.
87).
7
Charles Baudelaire
(portrait by Etienne Carjat, 1863)
..…………………..
Lograr control sobre el propio destino constituye un factor positivo para lograr
una mayor calidad de vida. Podemos apreciar esto en el caso de las personas con
estigmas o discapacidades que logran que la misma no se transforme en minusvalía.
Pero existe otra cara de la moneda, que es la que Shakespeare nos muestra en la tragedia
de Ricardo III.
El duque de Gloucester, que luego será Ricardo III, nació en 1452 prematuro,
con deformidades físicas, giboso y con una asimetría en los miembros. Oigámoslo
expresarse en la creación de Shakespeare (DIAPO 5): “Yo, groseramente construido,…
desprovisto de todo encanto por la pérfida Naturaleza, deforme, sin acabar…
terminado a medias y eso tan imperfectamente… que los perros me ladran cuando
ante ellos me paro… Y así, ya que no pueda mostrarme como un amante, he
determinado portarme como un villano y odiar los frívolos placeres de estos tiempos”.
(King Richard III, acto 1, escena 1, p 738). El Ricardo III de Shakespeare es
probablemente más villano que el real (DIAPO 6). Shakespeare señala sus estigmas, y
juntos a ellos el rencor y la envidia que lo mueve a hacer mal a los otros. Este odio
sigue un esmerado plan de búsqueda de poder y este poder le devuelve una nueva
imagen de sí mismo.. Oigámoslo nuevamente cuando conquista a la que fue esposa de
su víctima y se convertirá también en su víctima: “Yo, que he matado a su esposo y a
su padre (…) Y todavía consiente ella en fijar en mí sus ojos…¿En mí, cojo y
deforme? ¡Por mi vida que, aunque yo no he podido lograrlo, ella me encuentra
maravillosamente hermoso! ¡Voy a encargarme un espejo y dar trabajo a una docena
o dos de sastres…” (Acto I, escena II, p. 741)5.
5
Esta imagen triunfante se fragmenta cuando, cerca ya del final, reaparecen los fantasmas de sus
crímenes clamando justicia y venganza. Aterrorizado, Ricardo III sólo tiene para refugiarse sus historias
mentirosas, pero todas ellas lo reprueban: “Mi conciencia tiene miles de lenguas… y cada historia me
8
Richard III
Laurence Olivier as Richard III
Salvador Dali,
“Laurence Olivier as Richard III”
condena como un miserable… Descubre entonces que de quien quiere huir es de sí mismo: ¿Hay aquí
algún asesino? No… ¡Sí!... ¡Yo!... ¡Huyamos pues!... (p 798, Acto V Escena III)
9
Resulta difícil admitir que la percepción de la propia calidad de vida pueda
depender del daño infligido a los otros. Pero también la realidad clínica muestra que en
muchos casos, tal vez demasiados, el propio bienestar depende no sólo del poder
conquistado, sino también de la sensación del otro.
……………………..
El poeta Apollinaire predijo a principios del Siglo XX que la figura del Marqués
de Sade dominaría el curso del Siglo XX. En los 30 años que pasó recluido en prisiones
y manicomios, no hubo crimen o abominación que el Marqués de Sade no imaginara y
describiera. Detrás de estos crímenes sólo es posible descubrir el placer y la
voluptuosidad que le producía pisotear la sociedad o la naturaleza: "Pisoteo los
prejuicios de mi infancia, los extermino, y eso me calienta la cabeza"6.
Los genocidios ocurridos en ese siglo parecen darle la razón. El ser humano
comparte con los chimpancés el deshonor de ser los únicos primates conocidos hasta
hoy capaces de exterminar sistemáticamente grupos de la misma especie7. Pero Sade,
(en Eugenie de Franval, p. 48) hace una distinción: en su opinión el animal humano “es
el más vicioso de todos".
Como participante de la Revolución Francesa, Sade tuvo problemas por ser
demasiado indulgente con los sospechosos de actividades antirrevolucionarias. Sade
estaba interesado en crímenes que le proporcionaban placer y no en ser un funcionario
eficiente. El siglo XX llevó el exterminio más allá del placer, el dominio o el beneficio
personal. Con esto no estoy diciendo que el placer sexual sádico no estuviera presente
en los campos de concentración nazis, en los crímenes soviéticos o en las atrocidades de
las dictaduras de América Latina. Pero los genocidios que tuvieron lugar en el último
siglo abren un interrogante perturbador sobre la capacidad destructiva del ser humano.
Lo que resulta atroz es que los extremos más siniestros se vuelven al mismo tiempo los
más banales. Por eso Hanna Arendt8 habló de la banalidad del mal, para referirse a la
posibilidad de que el vecino de la otra puerta – o quizás nosotros mismos, aunque no
nos guste pensarlo- pueda ser parte del más terrible engranaje destructivo, simplemente
porque cumplimos órdenes o nos arrastran los fenómenos grupales. Experimentos como
el de Milgram9 o de la Prisión de Stanford parecen darle la razón a Hanna Arendt.
La maduración del cerebro humano ocurre en una matriz intersubjetiva
constituida por el vínculo con los cuidadores. Trabajos recientes como el de Dunbar et
al.10 relacionan el desarrollo del cerebro humano a lo largo de la evolución con la
complejidad de la vida social y familiar más que con la necesidad de defenderse de
predadores o conseguir alimento. El desarrollo de vínculos interindividuales de una
amplitud y plasticidad no vista antes en la naturaleza es una prerrogativa humana. Pero
deberíamos agregar: para bien y para mal, pues esta capacidad posibilita tanto tanto el
apego, la empatía y el amor, como la crueldad, la guerra y el exterminio a niveles
inigualados.
6
apud M. Praz, p. 187 en: Marqués de Sade. Antología. Ediciones Nagelkop, 1966. Córdoba).
Goodall, J. (1986). The chimpanzees of Gombe. Cambridge, MA: Belknap Press.
8
Arendt, H. Eichmann in Jerusalem: A Report on the Banality of Evil (1963). New Yourk:
Penguin..
9
Milgram, Stanley. (1974), Obedience to Authority; An Experimental View. Harpercollin
10
R. I. M. Dunbar and Susanne Shultz. Evolution in the Social Brain. Science 7 September 2007:
Vol. 317. no. 5843, pp. 1344 - 1347
7
10
……………………..
Más que la invocación a Dios o a Satán, o de los ideales que se proclaman, creo
que es la cualidad de los vínculos interpersonales lo que juega un papel significativo en
relación a la calidad de vida. Pero antes de desarrollar esta idea, quisiera decir una
palabra sobre la sexualidad apoyándome para ello en la obra de un pintor finlandés,
Kalervo Palsa11. Palsa vivió entre 1947 y 1987 y fue un pintor con muchos recursos
expresivos que se orientó hacia lo que él denominó realismo fantástico. Su vida fue muy
peculiar. Pese a su erotismo, sus biógrafos no mencionan relaciones de pareja. Cuando
desarrolló una tendinitis en una mano no fue por una dedicación excesiva a la pintura
sino, según sus biógrafos, por su masturbación incesante. No murió ahorcado, como
muchos pensaron a partir de sus telas sobre este tema, sino en su taller denominado
Getsemaní, como la huerta donde Cristo anticipó sus padecimientos, y su muerte se
debió a una neumonía acompañada por el frío y el abandono. Pero si a Cristo un ángel
le enjugó el rostro, Palsa no sentía que pudiera recibir consuelo ni en este mundo ni con
la ayuda de los ángeles con los que soñó Jacob (DIAPOS 7 y 8)
La percepción que tenía de sí mismo aparece reflejada en sus cerca de 500
autorretratos que hablan por sí solos. (DIAPOS 9 A 11 (DIAPOS 12 A 14)
11
Museum of Modern Art Kiasma (2002). Kalervo Palsa. Helsinki: Like Kustunnus Ltd.
11
Naurava omakuva
Laughing Self-Portrait,1967
La semejanza inicial de su pintura con la de Frieda Kahlo va dejando paso al
mundo de Hieronymus Bosch, que es en gran medida también el suyo. Sus autorretratos
nos muestran la profunda perturbación de forma en la que percibía la imagen de sí
mismo.
12
13
Laestadius, 1976
La percepción de una experiencia o de un estado interno es en realidad un
fenómeno muy complejo. Debemos distinguir la experiencia interna de las
representaciones y metarepresentaciones de esa experiencia, que no necesariamente
coinciden con ella. La experiencia interna misma, la percepción por ejemplo de dolor,
satisfacción, etc. abarca aspectos cognitivos, afectivos y sociales concientes e
inconcientes. Pascal acierta frente a Descartes cuando dice que el corazón tiene razones
que la razón no conoce. Conocemos y reaccionamos con todo el cuerpo. La
neurociencia actual, a través de los trabajos de A. Damasio o J. LeDoux, entre otros,
describe circuitos cerebrales, por ejemplo, los de la ansiedad, que pueden activarse en
forma inconciente y determinar el estado de nuestro organismo (p. ej., dando lugar a
reacciones de estrés) mientras que nuestra conciencia nada sabe o nada quiere saber de
ellos. Al mismo tiempo las interacciones con el ambiente modifican la expresión de los
14
genes y merced a la plasticidad neuronal moldean los circuitos cerebrales, haciendo que
el cerebro adquiera una configuración inédita en cada uno de nosotros. Al decir de
LeDoux12, en “El Self Sináptico”, nuestro cerebro se convierte en quienes somos. Pero
el self, aunque es una unidad, no es unitario; somos en realidad un “un conjunto
dramático, como dice LeDoux citando a otro pintor, Paul Klee. Llevamos dentro las
voces de los grupos humanos a los que pertenecimos y pertenecemos. Por eso las
representaciones y metarepresentaciones de nuestras experiencias internas, que deben
ser construidas a través de procesos de mentalización que implican complejos códigos
simbólicos y subsimbólicos, dan cuenta sólo de una parte y no necesariamente la más
veraz de lo que ocurre en nuestro interior. La percepción interna aparece como algo
simple o inmediato sólo si tomamos en cuenta la punta del iceberg; por debajo existen
complejos procesos dinámicos que no siempre son percibidos y que hacen que en vez de
percibir podamos desconocer o expulsar lo que ocurre en nuestro interior. Los conflictos
internos hacen que lo más agradable pueda coexistir con lo más doloroso. Como dice
Kalervo Palsa, “No alcanza con pintar flores, uno debe pintar la cuerda del ahorcado
también”13.
Palsa percibió de manera muy aguda el conflicto con la sexualidad. En un
trabajo muy reciente P. Fonagy aportó una interesante explicación acerca del carácter
perturbador y disruptivo que posee la sexualidad. El niño integra sus emociones a través
del sostén que le dan los padres al reflejar o “espejar” (mirror) sus emociones. Esto
permite que las emociones se vuelvan comprensibles y asimilables para el niño. Pero en
el proceso normal de desarrollo los padres no acompañan o reflejan las reacciones
sexuales o la actividad de las zonas erógenas genitales del niño, aunque ella está
presente desde el principio de la vida (sabemos que el feto presenta erecciones). Esto
facilita que la sexualidad permanezca como un territorio virgen –valga la paradoja- que
debe ser colonizado en cada nuevo encuentro con el otro. La excitación sexual nunca
resulta totalmente domada por el Yo, pues nadie desea por obligación o por costumbre.
De ahí la enemistad intrínseca que señaló Freud entre la sexualidad y el Yo, que teme
ser desbordado o aniquilado por ella. Creo que la idea de que la excitación sexual es
algo que ahoga al yo está presente en la obra de Palsa y claramente expresada en
algunas de sus pinturas (DIAPO 15).
12 Le Doux, Joseph (2002) “Synaptic Self: How Our Brain Become Who We Are”
13
"Ei riitä että maalaa kukkia, täytyy maalata hirttosilmukoitakin." "It won't suffice to paint
flowers, one must paint hangman's nooses too."
15
Llego así al final de esta exposición que espero les haya interesado aunque tal
vez no haya hablado de temas agradables (los psicoanalistas nos sentimos más seguros
de lo que decimos cuando no resulta demasiado agradable).
Comencé preguntándome sobre el lugar que ocupan los aspectos más sombríos o
destructivos del hombre en su percepción de la calidad de vida, pues, aunque ello nos
subleve, la agresión y la indiferencia pueden ser utilizadas para aumentar los
sentimientos de bienestar, satisfacción y los logros personales. Propuse que la calidad
de las relaciones interpersonales era un indicador tan seguro o más que las experiencias
percibidas para construir una vida más rica y plena. Cabe preguntarse si existen
argumentos fácticos y no sólo éticos o normativos para sostener esta idea. ¿Podemos
decir que mejores relaciones interpersonales aumentan nuestro bienestar y
16
productividad tal como lo percibimos? ¿Nos hace realmente sentir mejor el amor que el
odio?
Estas preguntas atraviesan la historia de la humanidad y es necesario que queden
abiertas sin pretender agotarlas. Es un punto controvertido si la selección natural
conduce hacia una creciente complejidad, comunicación y cooperación entre los
individuos y las sociedades, como sostiene R. Wright o si el aparente progreso es fruto
del azar, como afirma S. Jay Gould14. Sin embargo algunas hechos parecen estar bien
establecidas. Mencioné anteriormente el trabajo de Dunbar et al. que vincula el
desarrollo del cerebro a lo largo de la evolución con la complejización de los vínculos
grupales y familiares. Elkhonon Goldberg15, discípulo de Luria, llega a conclusiones
similares a partir del estudio de la patología de los lóbulos frontales. Sostiene que las
funciones ejecutivas no alcanzan su nivel más alto en una actividad solitaria, como
resolver un puzzle, sino en la capacidad de construir representaciones internas sobre lo
que ocurre en la mente de las otras personas (lo que se denomina una teoría de la
mente), o sea, ponerse en la mente del otro (p. 107). Sabemos también que es más difícil
agredir a alguien si empalizamos con él (por eso se prohibe confraternizar con el
enemigo). Un reciente trabajo publicado en Science16 muestra que la habilidad para
mantener y reparar la cooperación social en juegos económicos que evalúan el
intercambio social, difiere significativamente en personas con y sin trastorno borderline
de la personalidad, diferencia que se pone de manifiesto en las imágenes funcionales de
la corteza insular (insular cortex). Los pacientes con trastorno de la personalidad
muestran disminuida su capacidad de entender las expectativas y sentimientos del otro.
La falla de la función reflexiva lleva a que el otro se convierte en una pantalla de
proyección de los sentimientos y deseos propios y no en un otro real. Sabemos también,
por otras investigaciones, que la disminución de la capacidad reflexiva afecta los lazos
de apego con los hijos y colabora por tanto a la transmisión transgeneracional de la
patología. Tanto desde el psicoanálisis como desde las neurociencias parece surgir
evidencia (aunque más no sea preliminar) que si queremos evaluar la funcionalidad de
lo más típicamente humano – o sea, de su mente y su cerebro-, esta funcionalidad está
ligada con la capacidad de entender y experimentar lo que ocurre en la mente del otro.
¿Podemos también decir que el bienestar y las satisfacciones son superiores
cuando está el otro presente? ¿Esta presencia del otro es superior al placer del recorrido
solitario de las escalas celestiales o infernales que nos han relatado escritores y artistas?
Existen sin duda muchas respuestas. Pero luego de dejar que nos acompañara el
testimonio de místicos y filósofos, poetas y pintores, quisiera concluir con una
observación final que creo que hace justicia a lo que ellos nos brindaron. Si sus obras
nos permitieron tomar contacto con intentos sublimes y con experiencias terribles y
siniestras es porque lograron comunicar un placer estético y una profundidad existencial
que logró atenuar el vértigo y el horror de lo que nos mostraban y hacer compartible su
experiencia. Es la diferencia entre un artista y un criminal. Esta experiencia artística
compartida da respuesta, en mi opinión, a la pregunta que estamos considerando sobre
el papel del otro en las experiencias de satisfacción. Aunque se trate de flores surgidas
14
Robert Wright (2000) Nonzero: The Logic of Human Destiny
Goldberg, E. (2001). The Executive Brain. Frontal Lobes and the Civilized Brain. Oxford
University Press.
16
Brooks King-Casas,Carla Sharp, Laura Lomax-Bream, Terry Lohrenz, Peter Fonagy, P. Read
Montague. The Rupture and Repair of Cooperation in Borderline Personality Disorder. Science 8 August
2008: Vol. 321. no. 5890, pp. 806 – 810
15
17
del mal, ellas permiten que se establezca un puente entre la subjetividad de estos
creadores y la nuestra. A ellos, pues, nuestro homenaje.
Octubre de 2008
18

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