EXPO, EXPO, EXPO

Transcripción

EXPO, EXPO, EXPO
ENTRE LA
CIUDAD
PERDIDA Y LA
DESEADA
ISABEL YESTE
ENTRE LADRILLOS Y HUERTAS:
EXPO,
EXPO,
EXPO...
VISTA GENERAL DE LA EXPO 2008, CON LAS PLAZAS TEMÁTICAS, EL FARO Y EL PABELLÓN DE ESPAÑA
A
llá por 1808, los ejércitos
franceses de Napoleón Bonaparte pusieron sitio a la
ciudad de Zaragoza. Desde
entonces se ha conmemorado tal fecha en
dos ocasiones, coincidiendo con su primer y segundo centenario. El resultado de
los acontecimientos bélicos de 1808 y
1809 puede resumirse brevemente empleando palabras como destrucción, ruina,
muerte y un retroceso en el desarrollo de
la ciudad, que llevaría a que ésta no recuperara un ritmo ascendente hasta cincuenta años más tarde. ¡Ah! También habría que hablar de la creación del paseo de
la Independencia.
De las ruinas de la ciudad decimonónica surgió la ciudad moderna. Algunos
conventos, utilizados durante los Sitios
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con valor estratégico, fueron gravemente
dañados durante la contienda; otros muchos, fueron desamortizados posteriormente. De estas ruinas y de los terrenos
ocupados por sus huertas, surgieron algunos de los barrios burgueses de la ciudad
histórica.
La transformación de Zaragoza en una
ciudad moderna, que apostaba decididamente por la industria como motor impulsor, se tradujo en la celebración de la
Exposición Aragonesa de 1868. Promovida a iniciativa de la Real Sociedad Económica Aragonesa de Amigos del País, la
cual se convirtió así en aglutinadora de
los impulsos de los principales empresarios locales, fue la primera que con carácter industrial se llevó a cabo en España.
Participaron 2.462 expositores, de los que
unos mil pertenecían al sector de la industria. Se celebró en la llamada Glorieta de
Pignatelli –plaza de Aragón–, un espacio
oval con jardines diseñados por José de
Yarza y Joaquín Gironza a comienzos de
los años cincuenta, surgido de la desamortización del convento de carmelitas descalzas de San José. Tras su clausura en
1869, se planteó la urbanización de la glorieta y su incorporación al perímetro de la
ciudad: surgió así el barrio de Canfranc y,
especialmente, la necesidad de superar el
río Huerva como barrera natural que imposibilitaba el crecimiento de la ciudad
hacia el Sur. La moderna plaza se construyó a partir de un edificio significativo, la
nueva Capitanía General –concluida en
1892– y una serie de hotelitos cuyas fachadas reflejaban “la elegancia y el nivel
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DESEADA
social de sus moradores”. En el centro de
la plaza se había colocado en 1859 la figura en bronce de Ramón de Pignatelli.
La ciudad inicia el siglo XX con la celebración de una nueva exposición. En
Sesión municipal del 13 de septiembre de
1901 se propuso presentar a Cortes el proyecto de celebración de una exposición
de industrias en 1908 y la constitución de
una Junta del Centenario de los Sitios
presidida por el alcalde. Un año más tarde, la Real Sociedad Económica Aragonesa de Amigos del País proponía para la
celebración del centenario de los Sitios
levantar una serie de monumentos –a
Agustina de Aragón, al Justiciazgo y los
Sitios–, aislar la Puerta del Carmen, trasladar los restos de las heroínas de los Sitios a
un lugar común, adquirir y restaurar la Casa de la Infanta, publicar la historia completa de los Sitios y celebrar dos exposiciones, una en 1908 de carácter histórico-artístico y otra en 1909 dedicada a la agricultura, la industria y el comercio. El proyecto prosperó de la mano de Basilio Paraíso,
presidente de la Cámara de Comercio.
El 1 de mayo de 1908, el Infante don
Carlos declaró inaugurada la Exposición
Hispano-Francesa. Según las fuentes de la
época fue un éxito, aunque el diario católico El Noticiero mostrara su postura contraria a la exposición, ya que esta iba a convertirse en un “consorcio de los nietos de
sitiados y sitiadores” que habría de remover “las almas de Palafox, Sas o Boggiero”,
o que el arzobispo Soldevila se quejara del
“desbordamiento de los placeres” y el “descoco femenino” que impregnaba el ambiente del Gran Casino. La exposición duró un inusual periodo de tiempo, ya que,
aunque había de clausurarse el 31 de octubre de 1908, se mantuvo abierta hasta el 5
de diciembre: siete meses en los que fue visitada por más de quinientas mil personas
y durante los cuales marcó el transcurrir
de la vida ciudadana en Zaragoza.
Se situó en los terrenos de la antigua
huerta del convento de Santa Engracia y
se organizó en torno a una plaza central.
En su perímetro se situaron los tres edificios construidos de manera permanente:
el Museo de Bellas Artes –Ricardo Magdalena y Julio Bravo–, la Escuela de Artes y Oficios –Félix Navarro– y “La Cari-
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MONUMENTO A PIGNATELLI EN LA GLORIETA DE SU MISMO NOMBRE (ACTUAL PLAZA ARAGÓN),
HACIA 1870
LA PLAZA DE ARAGÓN EN 1906, CON EL MONUMENTO AL JUSTICIA
dad” –con proyecto final de Ricardo
Magdalena–. Junto a estos tres edificios,
la Exposición de 1908 nos dejó el Kiosco
de la Música de José y Manuel Martínez
de Ubago –actualmente en el Parque
Primo de Rivera–; el Monumento a los
Sitios, obra del catalán Agustín Querol,
una magnífica representación del modernismo escultórico en Zaragoza; y la
plaza de los Sitios, un espacio público
ajardinado convertido en la gran plaza
del casco histórico zaragozano y su entorno, un barrio que desde el principio se
intentó que tuviera un carácter uniforme
y una edificación de altísima calidad,
destinada a ser ocupada por la burguesía
zaragozana.
OTRA VEZ EL CENTENARIO
Y de nuevo el siglo comienza en Zaragoza
conmemorando el Centenario de los Sitios, y curiosamente haciéndolo como si
de una heroica victoria de los zaragozanos
se tratara, porque ese parece ser el tratamiento que, desde algunos sectores, se está dando a la rendición final de la ciudad
a las tropas napoleónicas. Sí fue, sin duda,
una defensa heroica de la ciudad, una defensa que se llevó a un punto de difícil
comprensión, si no tenemos en cuenta las
falsas esperanzas de victoria y auxilio exterior con las que se mantuvo la moral de
los sitiados. Y volvemos a conmemorar el
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DESEADA
<< VIENE DE LA PÁGINA ANTERIOR
acontecimiento con una nueva exposición, esta vez internacional, y celebramos
así el Bicentenario de los Sitios o el Centenario de la Exposición Hispano-Francesa, o quizá las dos cosas…
Fue el 16 de diciembre de 2004, cuando el Bureau International des Expositions
designó a Zaragoza como sede de una Exposición Internacional que habría de tener lugar entre el 14 de junio y el 14 de
septiembre de 2008, desarrollando el tema “Agua y Desarrollo Sostenible”. Teniendo en cuenta este tema elegido para
la exposición, resultaba lógico que su emplazamiento resultara cercano al mayor
curso natural de agua de la ciudad, el río
Ebro. De esta forma, el lugar escogido fue
el meandro de Ranillas, situado en el punto en el que el río se aproxima a la ciudad
al oeste de la misma. El recinto de la Expo
se inserta en la zona meridional del meandro, al norte se sitúa el Parque Metropolitano del Agua, uno de los mayores parques urbanos de España con 120 has, de
las que un tercio corresponden a sotos naturales. Ambos espacios están separados
por la Ronda del Rabal, culminación ésta,
junto al nuevo puente del Tercer Milenio,
del tercer cinturón.
La superficie de la Expo está delimitada por la citada Ronda del Rabal, la cual,
trazada en prolongación de la avenida de
Pablo Ruiz Picasso, transcurre inicialmente paralela al cauce del Ebro. Al llegar al final del recinto expositivo gira casi
en ángulo recto para cruzar el río con el
Puente del Tercer Milenio, continuando
en la margen derecha hacia la Estación de
Delicias. De esta forma, la ordenación del
recinto de la Expo se concibe de manera
abierta, sin barreras, como un nexo de
unión entre las dos riberas del Ebro.
El conjunto presenta sus edificios más
singulares en los extremos, destinando la
zona interior a albergar los pabellones de
los participantes oficiales, los cuales se
distribuyen en ocho edificios conectados
entre sí a dos niveles: uno superior compuesto por una cubierta ajardinada y otro
en planta sótano destinado a albergar un
área de servicios; son los denominados
Edificios Ronda y Ebro. Junto a estas
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PLAZA CENTRAL DE LA EXPOSICIÓN HISPANO FRANCESA DE 1908, CON EL KIOSCO DE LA MÚSICA
AL FONDO
DE NUEVO COMIENZA
EL SIGLO EN ZARAGOZA
CONMEMORANDO
EL CENTENARIO
DE LOS SITIOS
construcciones debemos señalar también
el llamado Edificio Actur. Situado en el
extremo Este del recinto, junto a la avenida de Ranillas y a la Puerta del Ebro, es el
edificio de mayor tamaño del recinto, lo
cual queda acentuado, al estar compuesto
a partir de una fachada de tratamiento
único. El recinto se completa con las Plazas Temáticas y el Embarcadero.
Además de los pabellones expositivos,
la Expo 2008 ha contado con una serie de
edificios permanentes. Destacan entre
ellos los pabellones temáticos –el Pabellón Puente, la Torre del Agua y el Acua-
rio fluvial–; los pabellones de Aragón y de
España, y el Palacio de Congresos.
El Pabellón Puente es quizá el edificio
más representativo de la Expo 2008 y uno
de sus mayores retos arquitectónicos. Una
construcción que habrá de constituirse en
puente sobre el río y espacio expográfico
de grandes dimensiones. El proyecto firmado por el equipo compuesto por Zaha
Hadid Architects y la ingeniería de los ingleses Arup, articula la construcción en
dos niveles a partir de cuatro pods –vainas– o cascarones que, en su forma, recuerdan un gladiolo que se abre hacia el
meandro.
Frente a la destacada horizontalidad
del resto de las construcciones que componen el recinto expositivo, destaca como hito vertical, con 76,5 metros de altura, la Torre del Agua. Proyectada por el
arquitecto Enrique de Teresa Trilla y el ingeniero Julio Martínez Calzón, se sitúa al
otro lado de la ronda del Rabal, en la zona
denominada Parque del Agua. Se compone de un zócalo de hormigón blanco sobre
el que se eleva una torre de 70 metros que
presenta una planta en forma de gota de
agua. Toda la construcción presenta una
enorme complejidad técnica, ya que la
“piel” de la fachada, se configura igual-
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EL PABELLÓN PUENTE, VISTO DESDE EL TELEFÉRICO DE LA EXPO
mente como elemento estructural del edificio. El núcleo de la torre está compuesto
por dos columnas de hormigón de forma
arriñonada que la recorren en toda su altura, soportando escaleras y ascensores.
En una exposición cuya línea argumental es el agua, la presencia de un acuario parecía necesaria, no obstante, este
edificio no ha sido utilizado con este fin
únicamente durante el periodo de duración de la Expo, ya que el mismo ha sido
concebido como tal de modo permanente. La construcción, proyectada por un
equipo interdisciplinar a cuyo frente se
hallaba el arquitecto Álvaro Planchuelo,
se articula a partir de un bloque central
que representa la idea de pangea, la unión
de las placas tectónicas que constituían la
tierra hace millones de años. En esa inmensa isla rodeada por el océano transcurría “El río del Mundo”, en este caso, un
gran tanque central construido en hormigón armado en el que se reúne un único
ecosistema de especies fluviales. A partir
de ese tronco común los ríos fluyen, ya
que de este núcleo central surgen una serie de ejes temáticos: los “Ríos del Mundo”.
El Pabellón de Aragón, de Olano y
Mendo, se compone de un gran volumen
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único de planta rectangular, elevado sobre tres núcleos estructurales y de comunicación. El volumen edificado consta de
sótano, planta baja y cuatro alzadas, de las
que se han construido únicamente dos
–una vez concluida la Expo 2008, la planta primera será subdivida en tres–. El cerramiento exterior del edificio está planteado como un entretejido de paneles de
microhormigón prefabricado blanco
GRC y vidrio que van conformando una
urdimbre en forma de “cesta”.
El Pabellón de España, del arquitecto
Francisco Javier Mangado y el Cener
–Centro Nacional de Energías Renovables de España–, es un edificio que apuesta por la ciencia y la innovación, por una
arquitectura ética y comprometida con el
medio ambiente y el desarrollo sostenible.
Su proyecto reproduce un bosque sobre
una superficie de agua. Según Mangado,
un ámbito natural, sencillo y rico, donde
la luz traspasa los altos árboles, un espacio
inspirado en las choperas inundadas de la
ribera del Ebro. Los múltiples pilares que
componen el cerramiento exterior del pabellón tienen un núcleo metálico forrado
con piezas de barro cocido que en contacto con el agua la absorben, creando corrientes de aire generadoras de un micro-
clima.
El Palacio de Congresos fue proyectado por los arquitectos Fuensanta Nieto y
Enrique Sobejano. El edificio está constituido por tres cuerpos principales, que albergan un auditorio, un pabellón multiuso y salas modulares, y que quedan conectados entre sí a través de un gran vestíbulo
común. El auditorio está dividido en dos
plantas para un aforo máximo de unas
2.700 personas. Grandes frentes acristalados hacen que la luz, la claridad y la transparencia se conviertan en elementos sustanciales de la construcción; por la noche,
el edificio se transforma en un paisaje de
“luz sólida” que emerge del terreno.
Pero la Expo ya ha terminado, y con
ella las líneas especiales de autobús, la posibilidad de comprar un collar yemení regateando con su vendedor, las actuaciones, las inmensas colas que serpenteaban
por el recinto, las horas de espera, la música del Iceberg que comenzaba todos los
días puntualmente a las 22:34 y que obligaba, en las zonas más próximas a la Expo,
a subir el volumen de la televisión o a cerrar las ventanas. Y llega la eterna pregunta que, a partir de ahora, deberemos no sólo plantear sino también responder: ¿Hay
vida más allá de la Expo?
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