Gallo que no canta…

Transcripción

Gallo que no canta…
“Gallo que no canta algo tiene en la garganta”
En general, el hecho de cantar parece considerarse una actividad positiva y saludable. Cantar
se suele asociar con un sentimiento de alegría que, sobre todo si el cantante es bueno, contagia
normalmente al auditorio provocando sonrisas de beneplácito e incluso aplausos.
En las siguientes líneas quiero presentar algunas de las expresiones (verbos y sustantivos) que
tienen relación con la palabra “cantar”, bien por ser palabras derivadas o bien por expresar la
misma idea general. El objetivo es ver si el vocabulario español relacionado con la palabra
“cantar” responde efectivamente a una actividad positiva, alegre y saludable o si puede haber
otras lecturas. Las acepciones aquí registradas están tomadas de la vigésima segunda edición
del diccionario de la Real Academia Española (R.A.E.)
Cantar:
La idea básica y primera acepción de esta palabra derivada del latín es:
“Dicho de una persona: producir con la voz sonidos melodiosos, formando palabras o
sin formarlas. Dicho de algunos animales: producir sonidos continuados y
generalmente melodiosos”.
Vemos, sin ninguna duda que se trata de una idea bien positiva. Ahora bien, otras acepciones
de la misma palabra expresan ideas menos positivas. Por ejemplo:
- “Descubrir o confesar, generalmente bajo presión”. Esta acepción lleva una violencia
implícita, un atentado contra la libertad, un peligro, una amenaza.
- “Dicho especialmente de ciertas partes del cuerpo: Oler mal”. Es cierto que es una
acepción coloquial, pero de un uso muy normal y no restringido necesariamente a un
segmento social determinado. No es extraño escuchar expresiones como, por ejemplo,
“cómo te cantan los pies, macho, a ver si te ya cambias los calcetines” o bien, “hostias,
tía, cómo te cantan los sobacos”.
- “Tener señales evidentes de algo”. Esta es la acepción de la R.A.E. Considero, sin
embargo, que no está completa. Debería ser: “tener señales evidentes de algo que no
parece bueno”. Es normal decir, como en el ejemplo de la R.A.E., “esta ropa canta a
vieja”. Sin embargo, sería impensable decir “esta ropa canta a nueva”.
- “Avisar”. Así, sin más, resulta de lo más neutral. Sin embargo, aunque la R.A.E. no lo
recoja, se utiliza también a veces con el sentido de “chivarse” o “irse de la lengua”, lo
cual no es precisamente una idea muy bien considerada. O, ¿cómo les suena a ustedes
esto?: “¡cómo pille al que ha cantado se va a enterar!”
- “Decirle a alguien algo de forma clara y sin rodeos, y aunque le moleste”. Parece
sobreentenderse que ese “algo” que se dice no es ningún piropo sino más bien todo lo
contrario. Así, “le cantó todo lo que pensaba de él”, viene a ser sinónimo de otras
expresiones similares como “le puso a parir”, “le puso en su sitio”, o “le dijo unas
cuantas verdades”.
- “En ciertos juegos de naipes, declarar el número de puntos conseguidos al obtener
alguna combinación especial de cartas”. Por ejemplo “Canté las cuarenta, las veinte en
oros”. Todo esto es cierto, indudablemente. Lo que la R.A.E. no recoge es que la
expresión “Cantar las cuarenta” viene a significar lo mismo que en la acepción
anterior, es decir “decirle a alguien algo de forma clara y sin rodeos, y aunque le
moleste”. Por ejemplo, es frecuente escuchar: “ya me tenía harto con sus mentiras, así
que el otro día le canté las cuarenta”.
A todo esto, me viene a la memoria, algo que mi madre solía contarnos para intentar hacernos
comprender el hambre que pasó durante los años de la guerra civil en España. Mi madre y sus
cuatro hermanos se criaron en Madrid, y cada vez que alguno entraba en la cocina, mi abuela
decía “canta, canta”, queriendo asegurarse con ello de que nadie tomaba algún bocado de la
poca comida que tenían, porque está claro que se nota si alguien canta con la boca llena.
Y hablando de cantar y de la guerra y sus secuelas de postguerra y dictadura, no conviene
olvidar aquellos carteles tan típicos de muchos bares y establecimientos públicos (espero de
corazón que ya no quede ninguno): “prohibido cantar y bailar”. Este mensaje tan miserable
me parece un testimonio clarísimo de aquella España pacata, ñoña y ridícula que quería
estigmatizar cualquier atisbo de alegría. Nada nuevo en la historia, por otra parte, ya se sabe
lo que pensaban algunos monjes medievales sobre el ejercicio de la risa, contradiciendo nada
menos que a Aristóteles.
Seguimos con otras palabras derivadas de “cantar”.
Canción
Junto a las acepciones básicas de este sustantivo o nombre de acción referentes al carácter
musical y poético, tales como “composición en verso, que se canta, o hecha a propósito para
que se pueda poner en música”, “música con que se canta esta composición”, “composición
lírica a la manera italiana, dividida casi siempre en estancias largas, todas de igual número
de versos endecasílabos y heptasílabos, menos la última, que es más breve” y “antigua
composicón poética, que podía corresponder a distintos géneros, tonos y formas, muchas con
todos los caracteres de la oda”, encontramos también estas otras acepciones menos
“melodiosas”:
- “Cosa dicha con repetición insistente o pesada”. Se utiliza cuando alguien,
normalmente en una posición superior, por ejemplo, una madre respecto a su hijo,
vuelve a negarse a acceder a algún favor: “¿ya estás otra vez con esa canción?, te he
dicho que no, y es que no”. Con esta acepción la palabra “canción” es sinónimo de
“cantinela”.
- “Noticia o pretexto sin fundamento”. En este caso, se usa generalmente en plural: “no
me vengas con canciones, eso no se lo cree nadie”. En este caso, es sinónimo de
“cuento” o “mentira”.
Cante
Es, en principio, un sinónimo de “canción”, ya que se refiere a la acción y efecto de cantar, en
general. Sin embargo, tiene un uso específico restringido a “la acción y efecto de cantar
cualquier canto popular andaluz o próximo”. Cuando se habla del “cante”, se sobreentiende
“el cante flamenco” o el “cante hondo” (o “jondo”). Expresiones populares en uso, no
recogidas por el diccionario de la R.A.E. son:
- “Echar un cante” o “echarse un cante”, sinónimo de cantar, aunque tiene un carácter
de mayor espontaneidad y sentimiento, características representativas de la expresión
flamenca.
- “Dar el cante” tiene un significado mucho más polémico de lo que parece. No es en
ningún modo neutral, no significa “dar un tono” o “cantar”. Lo que quiere decir es más
bien “desentonar”, no necesariamente en el sentido literal de no dar el tono musical
correcto, sino en el sentido figurado de “salirse de lo normal, romper la norma, ir
contra corriente”. “Da el cante” aquella persona que no se comporta como es de esperar
en una situación determinada. “Da el cante”, por ejemplo, la mujer que se presenta con
un vestido rojo a un funeral. Y si el “cante” es muy gordo, hablamos entonces de
“cantazo”: “no veas qué cantazo, de repente apareció allí con su vestido rojo sin
importarle nada el luto de su familia”. Esta idea de hacerse notar tiene mucha similitud
con otras expresiones muy parecidas, también de carácter musical, como “dar la nota” o
“darse tono”. “Dar la campanada”, tiene también cierta relación aunque puede
significar también “acertar de pleno”.
No es ésta lista de expresiones exhaustiva ni mucho menos, pero sí puede darnos una idea
aproximada de las variantes léxicas del campo semántico de la palabra “cantar”, y de cómo
estas variantes, lejos de coincidir con esa idea básica tan positiva, saludable y melodiosa,
tienen otros tonos menos atractivos. No sé cuál será la razón. Tal vez, sea simplemente un
ejemplo más del gusto del español por la ironía y el doble sentido, por buscarle siempre las
vueltas a las cosas que más simples parecen.
Termino con un último vocablo que, creo, resume a la perfección este doble sentido:
- “Cantamañanas”: “persona informal, fantasiosa, irresponsable, que no merece
crédito”. Será que, al final, el que canta, y de ese modo, “su mal espanta”, es visto con
envidia por el que tiene que trabajar y no puede perder el tiempo con canciones, ya sean
éstas “cantares, cánticos, cantes, cantos, cantinelas, canturreos, trinos o gorgoritos”.
No es nada nuevo. Ya nos lo anunciaron Samaniego y antes La Fontaine y mucho antes
Esopo en la célebre fábula “La cigarra y la hormiga”.
Fernando Álvarez Montalbán
Fortbildningsavdelningen för skolans internationalisering
Uppsala universitet
www.fba.uu.se

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