PATRIMONIALIZACIÓN Y CONSERVACIÓN DE LA MASÍA EN

Transcripción

PATRIMONIALIZACIÓN Y CONSERVACIÓN DE LA MASÍA EN
Patrimonialización y conservación de la masía en Cataluña
PATRIMONIALIZACIÓN Y CONSERVACIÓN DE LA MASÍA EN
CATALUÑA1
Dolores SÁNCHEZ AGUILERA
Xavier ROIGÉ VENTURA
Universidad de Barcelona
[email protected], [email protected]
En el transcurso de la última década y media, desde diferentes ámbitos se reclama una
mayor atención sobre los temas relacionados con la conservación del patrimonio, tanto
natural como cultural. Esta tendencia se confirma si se revisan los documentos que se
erigen en referentes en materias como el desarrollo territorial sostenible y el creciente
interés desde la praxis de la planificación territorial a diferentes escalas. El patrimonio
rural, objeto de estudio de disciplinas diversas, no escapa a este aumento de atención, de
manera que se han incrementado significativamente las aportaciones sobre esta temática.
En este contexto, se presenta un análisis de una de las piezas clave del patrimonio rural
catalán –la masía-, su proceso de patrimonialización y las estrategias desarrolladas para su
preservación mediante su inclusión en la normativa que regula el planeamiento urbano
municipal en Cataluña.
1. LA MASÍA COMO INSTITUCIÓN TRADICIONAL CATALANA
La masía o mas ha sido una de las principales unidades socioeconómicas y culturales del
centro y el nordeste de Catalunya2. Una masía es una unidad de explotación de territorio
con una producción agrícola, ganadera y forestal. Sin embargo, la masía es sobre todo una
institución de carácter multifuncional y en ella se encuentran otras dimensiones más allá de
su componente productivo: la arquitectónica, la demográfica y residencial, la económica, la
social, la jurídica y la simbólica. Así, la masía es una institución integrada por:
a) Un edificio, una casa de campo, denominada masía
Como construcción destinada a la residencia y a la actividad agrícola, ganadera y forestal,
los diferentes marcos de una masía incluyen espacios para la vivienda de sus miembros y
espacios para la producción agro-ganadera. Una masía está formada por un conjunto de
edificios y construcciones: un edificio central -la masía propiamente dicha- y unos anexos
con diferentes funciones, formas y tamaños, que varían según la capacidad económica de
la masía y de sus propietarios. Muchas de estas construcciones están situadas alrededor de
un espacio abierto que actuaba como elemento de relación entre todas ellas, como espacio
de trabajo y sociabilidad. Esta agrupación de edificios y su articulación se hacía buscando
una organización del espacio que facilitara las diversas tareas productivas y domésticas. En
algunas ocasiones, sobre todo las masías más grandes, los edificios estaban cerrados por
una cerca, lo que remarcaba aún más la unidad del conjunto y de la institución frente al
exterior.
Su estructura y su tamaño variaban según la altitud, la orientación, el relieve, el estatus
socioeconómico de la propiedad y, sobre todo, por la actividad productiva a que se
dedican. Según cual fuera su actividad económica principal (Llobet, 1990:388), podemos
distinguir dos grandes tipos de masía: la masía agrícola o cerealística, y la masía de
Este trabajo se enmarca en las investigaciones realizadas con ayuda de los proyectos CSO200803315/GEOG y CSO2008-05065/SOCI del Ministerio de Ciencia e Innovación, así como los grupos
consolidados 2009SGR253 y SGR1112 de la AGAUR
2
. El castellano no permite la distinción existente en catalán entre los conceptos mas, referido a la institución,
y masía usado para denominar al edificio.
573
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orientación predominantemente ganadera y forestal. Las masías económicamente más
importantes, con independencia de su orientación económica, generalmente poseían otras
edificaciones dispersas por la propiedad -los corrales de montaña, las majadas para el
ganado, los molinos, etc.- para facilitar la explotación de alguno de sus recursos o bien
servir como vivienda temporal cuando los moradores se encontraban lejos de la masía.
b) Un grupo de personas corresidentes, un grupo familiar
Una masía comprende también un grupo de personas que viven juntas y trabajan
conjuntamente su patrimonio. Hasta los años setenta del siglo XX, la estructura ideal del
hogar en la masía fue la familia troncal. Desde un punto de vista estricto, una familia
troncal es un grupo trigeneracional basado en la transmisión indivisa de la casa al hijo
masculino primogénito y que está integrado por: 1) los ancianos, es decir la pareja de la
generación mayor; 2) los jóvenes, la pareja de la segunda generación integrada por el
heredero-hijo del dueño y la dueña-y su esposa, la nuera; 3) los hijos e hijas del heredero;
4) los segundones, hermanos y hermanas solteros del heredero e hijos del dueño y la
dueña.
Esta estructura implicaba un mecanismo de exclusión de los hijos en cada generación:
mientras que el primogénito se quedaba en la masía, los demás tenían que irse, ya fuera a
casarse a otras casas, emigrar o quedarse solteros. El hijo varón primogénito era
generalmente el heredero que se quedaba a vivir con sus padres, y sólo heredaba una hija
cuando no había ningún hijo varón. Cuando el heredero se casaba era la mujer la que se
desplazaba a la nueva casa, es decir, eran las mujeres las que circulaban de masía en masía
y su matrimonio se convertía en la forma de establecer lazos familiares entre casas, lo que
a menudo implicaba solidaridades económicas, sociales o políticas (Ferrer, 2002:184). En
este sistema, la perpetuación de la casa era el objetivo principal: el heredero se quedaba
con la mayor parte del patrimonio, pero aseguraba la vejez a los padres y, gracias al
patrimonio, se podían pagar las dotes y legítimas de los demás hermanos.
c) Una explotación agrícola y ganadera
En los territorios donde predomina la masía, ésta ha sido la unidad básica de apropiación,
de acceso y de explotación de los recursos productivos. Se puede considerar la masía como
una unidad de adaptación al medio que tiene como finalidad organizar la producción y el
consumo en un entorno ecológico concreto, para lo que han sido necesarias unas formas de
organización social y política que hacen viable la explotación de este medio (Viazzo,
1989). Desde un punto de vista ideal, el patrimonio de una masía debía integrar todos los
recursos necesarios para desarrollar esta economía diversificada -bosque, tierras de cultivo
y pastos-y, a poder ser, había que reunirlos todos en una única pieza. En las zonas de
montaña, las diferencias del medio según la altitud y la orientación de los valles han
facilitado históricamente este ideal, al hacer posible una gran diversidad ecológica en un
espacio relativamente próximo. En estos casos, la masía suele estar situada en una
ubicación que permitía a sus habitantes un fácil acceso a todos los recursos productivos: el
bosque (carbón, leña, madera, corcho, bellotas, castañas, setas, hierbas y caza, reserva de
tierras, etc.); los campos de cultivo (distintos según el tipo de explotación), y con
frecuencia también los pastos para el ganado.
d) Un patrimonio a transmitir
En cada sustitución de una generación por el otro, las masías debían plantearse el problema
de la herencia. Las costumbres hereditarias de la casa tenían como finalidad principal la
protección y mantenimiento de la casa y su continuidad. La transmisión de las masías se
basaba teóricamente en un sistema no igualitario, de ideología patrimonial, centrado en una
transmisión integral del mas a un solo heredero y excluyendo a los demás con el objetivo
de perpetuación del patrimonio material y simbólico de la casa. La idea que sustentaba este
sistema era muy simple: el hijo primogénito masculino se quedaba habitualmente con la
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Patrimonialización y conservación de la masía en Cataluña
mayor parte del patrimonio familiar, pero debía colocar sus hermanos lo mejor posible
mediante el pago de los derechos legítimos y a través de las estrategias matrimoniales
favorables. El sistema de transmisión de los bienes de la masía se fundamentaba en un
largo proceso de transferencia con dos momentos básicos: el matrimonio y la muerte. Los
padres tenían que regular todo el procedimiento de herencia porque, de no hacerse, ello
implicaba la división de la propiedad. El heredero era nombrado por el padre y recibía la
promesa de obtener la propiedad cuando se casaba a través de los capítulos matrimoniales,
documento que iniciaba el proceso de transmisión que finalizaba con el testamento y con la
muerte del donador. El ciclo hereditario tendía a perpetuar largas trayectorias de
transmisión de la propiedad. La figura del hereu (heredero) era en cierto modo la expresión
simbólica de esta voluntad de continuidad, una voluntad y una ideología patrimonialista
que ha perdurado durante muchas generaciones. A partir de los años cincuenta y sesenta
del siglo XX, pese a la crisis del sistema rural y de las masías en particular, el sistema
mantiene todavía una cierta importancia entre algunos propietarios rurales.
e) Un patrimonio simbólico
La masía tiene también una dimensión simbólica, que se concreta en el patrimonio
“simbólico” compuesto por el nombre de la masía, la historia familiar, la reputación, una
red de relaciones sociales, la tumba en el cementerio, el banco en la iglesia, etc., aspectos
que sitúaban socialmente a sus miembros y que son fundamentales en la creación,
mantenimiento y reproducción de la identidad y el estatus social familiar. El patrimonio
simbólico constituye un elemento clave en la construcción de la identidad de los individuos
como miembros de la casa, tanto desde el punto de vista de ellos mismos como también
por parte de las personas de otras casas, así como en la configuración de su prestigio o
capital social que manejan en sus relaciones dentro y fuera de la comunidad local.
El concepto de masía nos remite, por tanto, a un sistema de organización socioeconómica y
de adaptación al medio caracterizado por el hábitat disperso. Idealmente, el patrimonio
material de una masía debía integrar en una hacienda única y continua en el espacio la
vivienda, los edificios destinados a la agricultura y al ganado y todos los recursos
necesarios para una producción diversificada: bosques, campos de cultivo y pastos.
Pero a partir de estas definiciones básicas, las diferencias entre masías eran muy importantes, en
función de su ubicación y formas de acceso a los recursos (ya sean zonas de montaña o de llano) y
del tamaño de la propiedad.
2. LA PATRIMONIALIZACIÓN DE LAS MASÍAS
La economía de las masías se ha basado tradicionalmente, como hemos visto, en una
producción mixta agrícola, ganadera y forestal (Estrada y Roigé, 2004). Sin embargo,
durante los últimos decenios del siglo XX, el sector servicios —las segundas residencias,
la restauración y, más recientemente, el turismo rural— ha ido adquiriendo un mayor peso
convirtiéndose en muchas zonas en la principal actividad económica de las masías.
A grandes rasgos, se observan tres evoluciones en el uso de las masías. Por una parte
encontramos el caso de las que se encuentran deshabitadas, sobre todo en las zonas de
montaña. En segundo lugar, están las masías que han cambiado de uso, transformándose en
equipamientos turísticos (casas rurales, casas de colonias, escuelas de naturaleza,
restaurantes, servicios del parque, museos) o bien en segundas residencias, lo que implica
una recuperación de las estructuras arquitectónicas de las masías, pero sin correlación con
las formas de paisaje que las han sostenido. Finalmente, se debe citar el caso de las masías
que subsisten como explotaciones agrícolas o ganaderas, las cuales -para asegurar su
supervivencia- se ven obligadas a adoptar estrategias de cambio en las orientaciones
productivas y de combinación de diferentes ocupaciones, con pluriactividad que puede
incluir actividades agrícolas, industriales y de servicios, que con frecuencia comportan que
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la dedicación al sector primario sea un elemento residual dentro de las ocupaciones de los
habitantes de las masías.
Estos cambios de actividad se han visto acompañado de un proceso de patrimonialización
de las masías. Por patrimonialización nos referimos a los procesos de producción cultural
por los que los unos elementos culturales o naturales son seleccionados y reelaborados para
nuevos usos sociales con finalidades de creación de identidad y comercialización. Para
llegar a ser considerados como patrimonio, los elementos culturales deben representar una
determinada identidad y deben ser activados por los agentes de producción (expertos,
investigadores, técnicos culturales), o desde alguna instancia de poder político (gobiernos)
o de la sociedad civil. Siguiendo a Kirshenblat-Gimblett, cuando define al patrimonio
como el resultado "de una producción cultural que recurre al pasado" (2001: 44),
entendemos el patrimonio no tanto un valor en sí mismo sino como el resultado de un
proceso de producción. El proceso de patrimonialización es una reinterpretación del pasado
a partir de las problemáticas contemporáneas, mediante un conjunto de acciones que se
pueden caracterizar como remodelación, reconstrucción, elaboración, fabricación o
recuperación de edificios, paisajes, monumentos, performances, formas de sociabilidad y
comunicación. El patrimonio sería así "una forma sutil de las sociedades o grupos para
dotarse de legitimidad” (Davallon, Micoud, Tardy, 1997:202). De esta forma, la
patrimonialización implica la construcción de identidades, la reconfiguración de lo local
mediante el uso de elementos simbólicos que representan una sociedad o un territorio.
Este proceso de valorización del patrimonio es utilizado desde una perspectiva económica,
como mercancía, mediante un proceso de comercialización y consumo del patrimonio. De
esta forma, aspectos culturales como las tradiciones, leyendas, episodios históricos,
productos locales, imágenes del paisaje o productos gatronómicos se convierten en
elementos de consumo cultural o bien añaden una etiqueta de prestigio cultural a su
comercialización. La imagen de la ruralidad se convierte de esta forma en un elemento de
promoción turística, creando una serie de productos que crean una imagen de falso tipismo,
de tradición, de paisaje, de naturaleza que se contrapone a las imágenes de urbanización.
Como señala Lagunas (2005:147), el turismo trastoca los escenarios contemporáneos y los
reconvierte en imaginarios que dan cuenta de estrategias simbólicas y político-económicas
de construcción de identidades. Al mismo tiempo, el proceso de patrimonialización de un
territorio impone a la población la modificación de su mirada sobre el medio, y obliga a
una reflexión sobre su propia historia y sobre el estatus que debe concederse al pasado.
En el caso de la masía, el proceso de patrimonialización no es nuevo. Desde fines del XIX,
y sobre todo en las primeras décadas del XX, las masías fueron revalorizadas hasta
convertirse en un elemento cargado de fuerte identitad. Entonces (Roigé, 1989) la
organización familiar en Cataluña, y el caso específico de la familia, fueron consideradas
uno de los aspectos distintivos de la personalidad catalana. Como base de prosperidad y
justicia, esta institución fue utilitzada como elemento de referencia social e ideológica ante
las amenazas uniformizadoras legislativas. Como señalaba Maspons y Anglasell (1935:19),
“nuestro pueblo será fuerte mientras sepa mantener firme la vida de la familia catalana”.
Por ello, señalaba uno de los principales ideólogos del regionalismo catalán, el obispo
Torras i Bages (1892), “el amor a la casa solariega, el deseo de la conservación del
patrimonio o de la industria, la ordenación jerárquica familiar, es superior allá donde se
conserva, si bien algo decaída, la vida regional que no en los restantes lugares que se han
confundido con la grande todo, nación». La masía no sólo era vista como un signo de
identidad, sino como un sistema perfectamente adaptado a las necesidades del país, como
una de las bases de su prosperidad económica y social y de la existencia de unas relaciones
armónicas y poco conflictivas en el campo catalán. A los ojos de los estudios jurídicos de
principios del XX, las instituciones familiares configuraban un sistema específico, el
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pairalisme, «una idea de comunidad creadora de un sistema jurídico-social que búsqueda
el mayor bienestar colectivo fortaleciendo a la familia, perpetuando costumbres
tradicionales y multiplicando los hogares constituidos por una sólida clase media”.
No obstante, la idealización del mundo rural y de todo lo que representa el universo de la
masía tiene que ver, sobre todo, con los nuevos usos turísticos asociados a la masía. La
reelaboración ideológica del pasado a través de una imagen de un mundo rural inalterado
destinada al consumo de los nuevos usuarios de las masías aparece de manera reiterada en
las webs dedicadas a promocionar el turismo y los alojamientos rurales. Mediante el
consumo de estos símbolos, los nuevos usuarios se alejan de su realidad cotidiana y se
aproximan a este pasado idealizado de las masías, que se “levantan imperturbables al
tiempo” y que son percibidas como “lugares donde el tiempo no pasa”3.
En la promoción turística de las masías como residencias rurales se destaca la autenticidad
y la especificidad de unas formas de vida y de unos espacios rurales particulares frente a
una supuesta homogeneidad de un mundo globalizado. O se contrapone un mundo urbano
e industrial ruidoso, masificado y contaminado al aislamiento y la tranquilidad de la masía,
a la naturaleza, los paisajes y al vínculo de la arquitectura con el entorno: “[La masía] se
encuentra en medio del Parque Natural del Montseny, declarado por la UNESCO reserva
de la biosfera por su belleza y diversidad de sus paisajes y de su flora y fauna”. Un
elemento que también se destaca cuando es posible es la continuidad de la agricultura y la
ganadería, ya sea indicando que el propietario es campesino —“Campesino, afiliado a la
Unió de Pagesos”—, o bien señalando la existencia de dichas actividades. Igualmente, en
el discurso dirigido a los visitantes-consumidores, se oponen la vulgaridad y el anonimato
de los objetos producidos para el consumo masivo a la originalidad y la calidad de la
arquitectura popular, el uso de técnicas artesanas tradicionales —“elaboramos nuestros
productos de manera artesanal desde hace varias generaciones”—, y el consumo de
alimentos producidos en la propia masía: “Cocina casera con productos de la casa
(huerto, gallinero, vacas, leche, quesos, confituras, pan)”. Los textos y las imágenes de las
webs hacen énfasis en los materiales constructivos y decorativos considerados como más
“naturales” y “auténticos” como la piedra y la madera, en la rusticidad de las
construcciones, y en la presencia de elementos arquitectónicos etiquetados de tradicionales
como el hogar, el horno o las vigas de madera. Frente a la incertidumbre de un mundo
cambiante y a la movilidad de la familia actual se destacan la continuidad de la familia
troncal —“los últimos 200 años ha sido habitada por los herederos de…”— y la
antigüedad de la masía —“antigua masía de finales del siglo XVIII”, “masía del año
1588”— que transporta a los visitantes a un pasado remoto y fascinante:
“Con 800 años de antigüedad la masía [...] forma parte del mosaico histórico del Parque Natural
del Montseny. Sus paredes han vivido incomparables vivencias de cada época, difíciles
situaciones del mundo rural en un tiempo donde las distancias eran inmensas. Rodeada de los
macizos más espectaculares del Montseny y edificada en el corazón del Valle de St.. Marçal se
alza imperturbable en el tiempo”.
La valorización de las masías se traduce, asimismo en un activo mercado inmobiliario, que
se alimenta de la proyección de las mismas referencias ideológicas que los usos turísticos
(el estido de vida tradicional) y que ha dado lugar a la existencia de empresas inmobiliarias
especializadas en comercializar la masía. La demanda de la masia como segunda
residencia, tanto en régimen de propiedad como de alquiler, se nutre en parte de la clientela
autóctona pero también de extranjeros atraidos por los valores de tradición y de
autenticidad asociados al producto, especialmente en áreas turísticas.
3
. Estas citas y las que siguen están extraídas de las webs de diferentes masías dedicadas al turismo rural de la
zona del Montseny. Véase Roigé i Estrada , 2004 y 2006.
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Estos nuevos usos (sobre todo los meramente residenciales y los turísticos) han supuesto
que el abandono no haya abatido sobre las masías con la intensidad que se preveía hace
unas cuantas décadas, en los momentos en que el éxodo rural y el cese de actividades
agrarias en muchas explotaciones estaba en el período álgido. Con todo, las
transformaciones asociadas a las nuevas funciones han dejado huellas claras en diversas
dimensiones del mas, alterando no sólo las características sociales, económicas y
simbólicas de la institución, sino también las más evidentes por ser físicas, las
arquitectónicas.
3. NUEVOS INSTRUMENTOS DE PRESERVACIÓN DEL PATRIMONIO RURAL
EN CATALUÑA: LOS CATÁLOGOS DE MASIAS Y CASAS RURALES
Tal y como se señaló anteriormente, todos los documentos de referencia en materia de
planificación territorial y desarrollo territorial ponen énfasis en la necesidad de
conservación y valoración del patrimonio cultural (ETE, 1999) y el patrimonio rural,
entendido como factor clave de desarrollo sostenible (CEMAT, 2006: 80). En Cataluña, las
directrices a favor de la valorización y preservación del patrimonio rural que se difunden
desde los organismos europeos (Consejo de Europa, Unión Europea) han tenido una
excelente acogida ya que tanto desde la administración pública catalana, como desde la
sociedad en sentido amplio, existe una sensibilidad sobre la necesidad de conservación de
un patrimonio que es el exponente de algunas señas de identidad catalanas. En este sentido,
se diseña, pues, una estrategia que posibilita avanzar de manera clara en la conservación de
algunos elementos de patrimonio rural: las masías.
La intervención sobre el patrimonio supone -según la CEMAT (2006: 12)- tres tipos de
actuaciones clave: en primer lugar, identificar su valor social, cultural, económico; en
segundo lugar, asegurar su salvaguarda y –si se precisa- encontrarle una nueva vocación;
por último, asegurar su transmisión para generaciones futuras. Las actuaciones, simples en
su enunciado, deben formalizarse en una política y unos instrumentos que posibiliten su
aplicación sobre el territorio.
En el caso de Cataluña, la opción elegida desde las instituciones públicas ha sido su
vinculación con la modalidad de planificación que se encuentra más próxima al territorio:
los planes de ordenación urbana municipal (POUM). Se trata de una actuación que está
impulsando en los últimos años los avances de conservación del patrimonio rural a partir
de la elaboración de catálogos de masías y de casas rurales.
De hecho, las referencias a la necesidad de prestar atención a las masias -entendiendo que
de hecho es una vía para preservar el estilo de vida tradicional- es una constante en buena
parte de la literatura sobre esta institución:
“ Pensamos que la vida de muchas masías tiene los días contados, y que sus habitantes
pueden ser la última generación que vive en ellas (...). Los ratos pasados cerca del hogar
con la gente de la tierra que nos comunica sus vivencias nos facilita una información
valiosísima porque son los últimos testigos de un estilo de vida y de un conocimiento del
país que no se olvidan fácilmente y muchos son ya irrepetibles” (Borbonet i Macià,
1996:7).
En la misma línea cabe señalar la existencia de asociaciones como la Fundació Mas i
Terra, que cuenta entre sus objetivos el promover las actuaciones destinadas a la
conservación y recuperación del patrimonio histórico, arquitectónico, natural y cultural de
países catalanes y la elaboración de planes sobre la evalución de la situación de las masías
y casas de payés, rehabilitación de masias, viabilidad económica de las casas de payés
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Patrimonialización y conservación de la masía en Cataluña
gracias al turismo rural y los hoteles rurales y, la implantación y promoción de las TIC en
el medio rural4.
Desde las instancias políticas, la Dirección de Urbanismo, dependiente del Departament de
Política Territorial y Obras Públicas de la Generalitat de Catalunya, lanzó la iniciativa de
elaboración del Catálogo de masías y casas rurales. Este catálogo es un instrumento que
se define en la Llei d’Urbanisme de Catalunya (LUC), aprobada en 2005, en que se regula
la preservación de suelo no urbanizable. La LUC establece que para la reconstrucción y
rehabilitación de las masías y casas rurales a recuperar y preservar, es necesario que se
encuentren incluidas en un catálogo específico de planeamiento urbanístico. La finalidad
última del catálogo es recoger las construcciones rurales tradicionales –habitadas o no- que
permitan mantener el tejido rural y que presenten un estado de conservación suficiente para
acreditar su rehabilitación y adecuación en los usos previstos por la ley (PTOP, 2009:8).
Los catálogos se integran como una pieza más a cumplimentar en la planificación urbana
municipal, hecho que facilita su realización, pero ello tiene com contrapartida un
calendario de lenta implantación, que varía de municipio a municipio, a lo que cabe sumar
las dificultades de los municipios de menor tamaño para la realización del POUM.
En el artículo 47.3, la LUC dispone que las razones que justifican la inclusión de una masía
o casa rural en el catálogo son:
a) arquitectónicas: con un valor arquitectónico por su composición o presencia de
elementos singulares;
b) históricas: origen y evolución de la tipología de masía, relevancia del uso en la
historia;
c) medioambientales: cuando determina un tejido rural con características ambientales
propias;
d) paisajísticas: cuando conforman un paisaje humanizado o no con valor reconocido;
e) sociales: cuando favorecen el reequilibrio territorial y económico y permiten la
recuperación de la población ya sea en primera o segunda residencia.
Asimismo, se posibilita la inclusión en el catálogo el hecho de que se trate de masías o
edificaciones residenciales anteriores a 1956, o bien si están contenidas en planeamiento de
rango superior (determinaciones de planes territoriales, planes directores urbanísticos,
catálogos de paisaje u otros planes sectoriales).
Otro aspecto destacado del catálogo es el hecho de que regule los posibles usos admitidos:
vivienda familiar (incluye usos artesanales y actividades de profesiones liberales), turismo
rural, restauración, hotelería, residencias de la tercera edad y centros de rehabilitación (si
disponen de un techo mínimo de 1.000 m2), actividades lúdico-formativas o bien
actividades formativas orientadas a potenciar el desarrollo rural.
Con objeto de incentivar la elaboración de catálogos de masías y casas rurales y,
atendiendo a la existencia de ayuntamientos con escasos medios técnicos y económicos
para hacerse cargo de la tarea, la Dirección de Urbanismo de la Generalitat convoca
anualmente una serie de ayudas para aquellos municipios que precisan financiación para
realizar su POUM. Una de las líneas específicas de la convocatoria se dirige a la
subvención de la realización de catálogos de masías (figura 1).
La disponibilidad de estas ayudas es un claro estímulo a la elaboración de catálogos, de
modo que sólo en el año 2009, más de 80 municipios dispusieron de fondos para la
realización de esta tarea. En estos momentos, son numerosos los municipios que han
emprendido la labor de catalogación de este patrimonio rural. Sin embargo, una de las
características a señalar si se analizan los primeros catálogos realizados es la difícil
http://www.masiterra.org/
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Dolores Sánchez Aguilera (et all.)
comparabilidad de los catálogos, debido a la inexistencia de directrices de cómo organizar
la información en estos documentos. Por ello, hasta un momento muy reciente, cada uno de
los municipios recogía y sistematizaba la información en función del criterio del equipo
redactor del proyecto y la consecuencia directa era una gran disparidad de informarción y
severas dificultades para poder comparar las situaciones en áreas distintas. La respuesta
desde la administración ha llegado en forma de un pequeño manual que sistematiza los
contenidos de estos catálogos y ofrece un modelo de ficha a cumplimentar, de manera que
los avances realizados sean comparables desde el punto de vista territorial. Los contenidos
de las fichas se estructuran en cinco grandes apartados: a) los datos básicos de la masia o
casa rural (identificador, datos catastrales, localización, fotografias del conjunto
construido); b) descripción de la masía actual (volumetrías, usos actuales, estado de
conservación, situación de riesgo, accesibilidad), c) justificación de recuperación de la
masía d) determinaciones normativas para la masía o conjunto (tratamiento de la
volumetría, uso propuesto, elementos especiales a preservar) y e) limitaciones para la
implantación de un uso concreto.
Figura 1. Subvenciones del DPTOP para la elaboración de Catálogos de masías y
casas rurales, 2009.
Subvención Catálogos de masías
Municipios con subvención
0
50
kilómetros
Fuente: Elaboración propia a partir de DPTOP, 2009.
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Patrimonialización y conservación de la masía en Cataluña
De la observación de dos modelos de fichas (figura 2 y figura 3), se deducen las
diferencias en la interpretación de la LUC. Por ello, la sistematización de contenidos
aprobada en el 2009, tras la celebración de unas jornadas de encuentro entre responsables
de la Dirección General de Urbanismo, la Dirección General de Arquitectura y Paisaje y
los organismos representantes de los municipios (Associació Catalana de Municipis y
Federació de Municipis i Comarques) ha representado un paso adelante. Dos elementos
relativamente novedosos que se incorporan en los catálogos son, por un lado la
consideración de la protección de valores paisajísticos del entorno de la masía o casa rural
y, por otro, la valoración de riesgos naturales (inundaciones, incendios, riesgos
geológicos...) con la indicación de consignar en las fichas las precauciones o medidas a
tomar en cada caso.
Figura 2. Ficha del Catálogo de masías y casas rurales de Caldes de Malavella.
Fuente: Ajuntament de Caldes de Malavella.
http://www.caldesdemalavella.cat/POUM/docs/4.0_Memoria_patrimoni.pdf
4. REFLEXIONES FINALES
De tradición centenaria y gran arraigo en la tierra, el mas es una de las instituciones
relevantes en la Cataluña rural. Con dimensiones que superan ampliamente las facetas
meramente edificatorias o económicas, el mas ha vivido una serie de transformaciones a lo
largo del siglo XX que han modificado profundamente algunos de sus rasgos distintivos.
Los cambios de las áreas rurales se acompañaron, en muchos casos, de un abandono de las
funciones económicas tradicionales y de los valores sociales, jurídicos y simbólicos del
mas.
La pérdida de de los usos tradicionales –asociados por muchos a unas señas de identidad
catalanas- ha incentivado la añoranza por un estilo de vida que se ha convertido en
elemento destacado de la patrimonialización de la masía. De este modo, la masía –el
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Dolores Sánchez Aguilera (et all.)
edificio- llega a erigirse en el símbolo que representa la sociedad rural catalana. Las nuevas
funciones
-especialmente la residencial y la turística- alientan esta construcción
identitaria de manera que la memoria del pasado es utilizada para crear una imagen de las
masías convertidas en escenarios donde los visitantes pueden acceder a un mundo que ha
permanecido imperturbable al paso del tiempo y donde es posible disfrutar de la
tranquilidad, de la naturaleza y de unas formas de vida idealizadas.
Figura 3. Ficha del Catálogo de masías y casas rurales de Blanes.
Fuente: Ajuntament de Blanes.
http://amic.blanes.cat/POUM/1-POUM/5-Cataleg%20masies/cataleg%20masies.pdf
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Patrimonialización y conservación de la masía en Cataluña
En este contexto de patrimonialización de la masía, las reivindicaciones a favor de la
preservación del patrimonio rural encuentran una vía en las tendencias recientes en materia
de desarrollo territorial sostenible y la apuesta por la planificación realizada por la
administración catalana. El estudio y conservación del patrimonio rural catalán –encarnado
en la masía como quintaesencia de la ruralidad catalana- se canaliza en un instrumento de
ordenación urbana a escala municipal: los catálogos de masías y casas rurales. Esta figura,
definida en la LUC, regula la situación de las edificaciones en suelo rural no urbanizable y
constituye, a un tiempo, un inventario y una compilación de directrices para rehabilitar
estas construcciones, determinando sus usos y los mecanismos de intervención en cada uno
de los edificios.
La cara positiva de la medida del gobierno catalán es el avance significativo en el
conocimiento de la situación de la masía en Cataluña, a medida que se van realizando
catálogos, y los esfuerzos para evitar que este patrimonio se vea –en ausencia de
regulaciones- más alterado y degradado, cuando no arruinado por falta de atención. En el
otro lado de la balanza, se puede apuntar la falta de comparabilidad de los primeros
catálogos, realizados en un marco de directrices excesivamente genéricas. Asimismo,
descata la relativa lentitud con que se compilan los catálogos y, como significativo, el
enfoque excesivamente arquitectónico de este instrumento. Evidentemente, y en
coherencia con las competencias del tipo de plan en que se enmarca –el POUM- se hace
especial énfasis en temas edificatorios, que son sin duda muy significativos pero que
constituyen sólo una parte del rico y complejo patrimonio rural que representa la masía.
BIBLIOGRAFIA
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Madrid, Alianza Editorial.
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