El envejecimiento en la Medicina Española - Asclepio

Transcripción

El envejecimiento en la Medicina Española - Asclepio
^STùfDfOS
El envejecimiento
en la Medicina Española Contemporánea
ELVIRA ARQUIOLA
RESUMEN
La autora analiza la posición de la medicina española en el
debate contemporáneo sobre la vejez, apoyándose para ello en los
testimonios escritos de los médicos desde finales del siglo XIX hasta las décadas centrales de nuestra centuria, que muestran su coincidencia con la literatura médica occidental de la época.
ABSTRACT
The autor analyzes the position of Spanish medicine in the contemporary debate on age, leaning on for this in the written testimonies of the physicians from the ends of the XlXth Century of the
central decades of our Century, showing their coincidence with the
medical Western literature of the time.
Introducción
El a u m e n t o de la población longeva en los países occidentales conllevó,
entre otras consecuencias, a la a c u m u l a c i ó n de individuos viejos en instituciones asistenciales: asilos y hospitales c o m e n z a r o n a ver i n c r e m e n t a r s e entre
sus m u r o s a esta p a r t e de la población, acerca de la que la m e d i c i n a e m p e z ó
a interesarse, iniciándose u n amplio debate m é d i c o sobre la vejez que, en el
caso español, c o m e n z ó a manifestarse p l e n a m e n t e a m e d i a d o s de n u e s t r a centuria.
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Desde mediados del siglo XIX los médicos occidentales pretendieron dar
respuesta a una serie de cuestiones relativas a la vejez: en primer lugar intentaron esclarecer el proceso de envejecimiento de acuerdo con el nivel de conocimientos que el desarrollo de las ciencias básicas y la medicina científiconatural permitía; se esforzaron en determinar el propio comienzo de la vejez
y la etiología del envejecimiento, interrogándose acerca del carácter normal o
patológico de este proceso; nos legaron obras recogiendo su experiencia clínica con sujetos longevos, comenzando así a ocuparse minuciosamente de las
«enfermedades de los viejos»; se decantaron hacia la necesidad de desarrollar
una nueva especialidad médica —la Geriatría— que se ocupase de los problemas médicos que planteaba la población longeva, y, por supuesto, se ocuparon de la lucha contra la vejez. Este interés creciente por la vejez permitió que
a comienzos de nuestra centuria se acuñasen los términos de Gerontología y
Geriatría y se fuese señalando la necesidad de recurrir a los abordajes multidisciplinares para lograr un mejor conocimiento de los problemas planteados
por aquella.
Vamos a ocuparnos en esta ocasión de analizar la posición de la medicina
española en el debate contemporáneo sobre la vejez^
La delimitación de la vejez
Los textos de los médicos españoles, desde finales del siglo XIX hasta las
décadas centrales de esta centuria, difieren a la hora de establecer el comienzo de la vejez, coincidiendo con los puntos de vista evidenciados en la literatura médica del resto de los países occidentales.
Entre los diversos rríédicos españoles que tratan de esta cuestión nos ocuparemos en primer lugar de Monlau, representante de los médicos-higienistas
que eran los que prioritariamente se ocupaban de la vejez. Para este médico
esta etapa de la vida se iniciaría a los 60 ó los 63 años y finalizaría con la muerte. Siguiendo a Hallé, la subdivide en tres etapas: Vejez incipiente o vejez verde, de los 60 a los 70 años en el varón y de los 50 a los 60 en la mujer; vejez
confirmada o caduquez que hace durar hasta los 85 años y decrepitud o edad
de los centenarios^.
' El análisis del debate social y médico sobre la vejez en los países occidentales lo he analizado en ARQUIOLA, E . (en prensa), La vejez a debate: Análisis histórico de la situación sociosanitaria de la vejez en la actualidad.
^ MONLAU, R F . (1857), Elementos de higiene privada o arte de conservar la salud del individuo, 2 éd., Madrid, pp. 487, 492. Siguiendo las pautas establecidas en los estudios antropométricos que se estaban efectuando en Europa, Olóriz lleva a cabo un análisis sobre «La longevidad extrema en España»: OLORIZ, F. (1898), «Lai longevidad extrema en España», Gaceta
Médica de Granada, XVI, n.° 10, pp. 1-8. En él señala las características sociológicas fiínda6
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EL ENVEJECIMIENTO EN LA MEDICINA ESPAÑOLA CONTEMPORÁNEA
A comienzos de n u e s t r a centuria, en 1910, Amallo G i m e n o C a b a n a s alude
a la diversidad de opiniones m a n t e n i d a s p o r los distintos autores p a r a establecer la edad en que comienza la vejez: Hipócrates a los 56, D a u b e n t o n a los
63, Flourens a los 70, Littré c o m o la mayoría de los autores a los 60, D u r a n d Fardel dice que c u a n d o se pierde el p o d e r generador, Quételet a los 40 p a r a el
h o m b r e y a los 50 p a r a la mujer, coincidiendo en a m b o s m o m e n t o s con el
peso m á x i m o , m i e n t r a s q u e Grasset o p i n a r á que el criterio cronológico n o es
d e t e r m i n a n t e : «No hay que tener a u n h o m b r e p o r viejo en r a z ó n de su edad,
sino en la del estado de sus órganos y, sobre todo, de su iHincionamiento»,
p u n t o de vista que c o m p a r t i r á Gimeno^.
M a r a ñ ó n h a c e coincidir el c o m i e n z o del p e r í o d o de d e c a d e n c i a c o n el clim a t e r i o e insiste en la necesidad de q u e sea e n t o n c e s c u a n d o se inicie la
tarea preventiva, p a r a evitar la aparición de a c h a q u e s u n a vez i n s t a u r a d a la
vejez.
A m e d i a d o s de n u e s t r a c e n t u r i a los textos m é d i c o s siguen d e b a t i e n d o
acerca de la delimitación cronológica de la vejez. Beltrán B á g u e n a diferencia
u n período presenil de 45-60 años; u n período de baja senilidad de 61 a 75, y
otro de alta senilidad a p a r t i r de los 76 años. Advierte que se t r a t a sólo de u n a
m e d i a y n o de u n a tabla fija de valores, y considera que hay que distinguir:
u n a «senilidad global» de celeridad variable, y u n a «senilidad parcial anticipada» que acontecería en u n sector del o r g a n i s m o . Esta última se p r o d u c e :
p o r el u s o excesivo de u n ó r g a n o p o r la actividad profesional desarrollada,
p o r el a b u s o forzado de alguna de n u e s t r a s funciones o p o r graves enfermedades, y a ella debe orientarse p r i n c i p a l m e n t e la acción preventiva, q u e se
debe desarrollar en los años precedentes a la senectud'*.
Piédrola Gil, en u n breve folleto publicado en 1955, vuelve a r e t o m a r el
t e m a distinguiendo c u a t r o etapas en la vida: evolucional o de crecimiento
(O a 22), m a d u r a c i ó n o adultez (22-44), senescencia o p r e s e n i u m (40-68) e
involución o decrepitud (62 a 100). Insiste t a m b i é n en la variabilidad de las
fechas p a r a d e t e r m i n a r el c o m i e n z o de la vejez y señala que algunos autores
distinguen d e n t r o de ella a su vez diferentes etapas: p r e s e n i u m (40-60), senilidad baja (60-70) y alta senilidad a p a r t i r de los 70. J u n t o al criterio cronológico n o olvida señalar Piédrola que la consideración social del a n c i a n o varía
mentales de los sujetos longevos en nuestro país, y concluye que, a finales del siglo XIX, era
evidente la existencia de un número superior de sujetos centenarios respecto de otras naciones.
^ GIMENO, A. (1946), La lucha contra la vejez , 2." ed. Discurso leído en 1910 en la Real
Academia de Medicina, Madrid, p. 29. León Cardenal al ocuparse de nuevo del tema señalará que las primeras manifestaciones de la vejez se producen entre los 45 y 50 años.
'^ BELTRÁN BAGUENA, (1949), Prevención de la vejez achacosa y cuidados de los ancianos,
Barcelona, Ed. Científico Médica, pp. 21-31.
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en las distintas culturas y a lo largo de la historia, evidenciando así la valoración de los aspectos sociales y culturales en los escritos m é d i c o s españoles^.
El proceso
de
envejecimiento
Otra cuestión sobre la que se interesaron vivamente los médicos del siglo
XIX y comienzos del XX fue el esclarecimiento del proceso de envejecimiento
a la luz de los avances de las ciencias biomédicas, c e n t r a n d o el debate fundam e n t a l m e n t e sobre sus posibles causas y sobre la necesidad de establecer su
carácter «normal» o «patológico». Todo ello fue conocido p o r la medicina española, cuyos representantes se d e c a n t a r o n p o r u n o s u otros p u n t o s de vista.
El p r i m e r o de los a u t o r e s españoles al q u e v a m o s a referirnos va a ser de
nuevo el higienista M o n l a u p a r a quien, desde el p u n t o de vista físico, la vejez
se identifica con atrofia y decadencia y, desde el p u n t o de vista m o r a l , la imagen es a b s o l u t a m e n t e negativa, concluyendo que: «La vejez es ya de p o r sí u n a
enfermedad»^. Por contra, en el Tratado práctico de las enfermedades de los viejos aparecido en 1890, Lozano y Caparros m a n t e n d r á q u e hay q u e c o n s i d e r a r
a los viejos c o m o desgastados y n o c o m o enfermos. Aunque n o considera al
viejo c o m o a u n enfermo, sin e m b a r g o señalará que: «El estar s a n o de u n viejo es t a n diferente al estar fisiológico de o t r a edad, c o m o diferente es la n o c h e
del día»^, a c e p t a n d o u n concepto de salud suficiente o relativa. Vemos, p u e s ,
en estos dos testimonios de médicos españoles de finales del siglo XIX, evid e n c i a d a s ya las dos p o s t u r a s existentes acerca la n o r m a l i d a d o a n o r m a l i d a d
del proceso de envejecimiento.
El análisis de las principales teorías sobre este proceso es a b o r d a d o t a m bién a finales de la c e n t u r i a p o r diferentes autores. E n Estudios sobre las
enfermedades de los viejos, aparecido en Barcelona en 1895 y del que es a u t o r
Soler Roig, se recogen algunas de las teorías existentes acerca del proceso de
envejecimiento y el valor q u e este m é d i c o c a t a l á n les concede. R e c u e r d a q u e
p a r a algunos autores las células llevan en sí los elementos de la vitalidad y de
su p r o p i a destrucción, a f i r m a n d o al respecto:
«Esto es una verdad palmaria, teniendo en cuenta empero, que si fuera
dable encontrar medios que retardaran esa destrucción, retardaríase también
^ PiEDROLA GIL, G. (1955, a), La Gerocultura, especialidad nueva de la Sanidad Nacional.
Su estudio, necesidad y organización, Madrid, Folletos editados por la Dirección General de
Sanidad, p. 12.
^ MoNLAU, R F. (1857) op. cit., pp. 487, 492.
^ LOZANO Y CAPARROS, E. (1890), Tratado práctico de las enfermedades de los viejos, Madrid,
Establecimientos Tipográficos de G. Juste, pp. 31, 33, 419.
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el proceso evolutivo decadente y, al propio tiempo, ha de saberse que innumerables agentes exteriores juegan un papel importantísimo en la senilidad de
las células, y si el protoplasma de las mismas, fuese, de un modo absoluto,
asiento, lo mismo de la vida que de la muerte, sería inútil la intervención del
médico en el organismo viejo y decadente; puesto que, según dicho principio,
necesariamente había de morir, por más que se pretendiera lo contrario».
La lectura de este fragmento nos d e m u e s t r a la i m p o r t a n c i a q u e concedía
a la influencia de los factores externos, sobre los cuales era posible q u e el
m é d i c o interviniese e n s e ñ a n d o a regularlos, tal c o m o h a s t a e n t o n c e s venían
h a c i e n d o los médico-higienistas. Pese a ello t a m b i é n se hace evidente en este
a u t o r la valoración de los factores internos, tal c o m o manifiesta al definir la
vejez, ocasión en que concluye: «En u n a palabra, la vejez es u n proceso retróg r a d o , en el que la célula se atrofia y el elemento conjuntivo se hipertrofia».
P a r a este m é d i c o el viejo está c o n s t a n t e m e n t e bajo el peso de u n a auto-infección sostenida c o n s t a n t e m e n t e p o r la destrucción de las células viejas, incapaces p o r su vejez de p r o c r e a r células jóvenes^.
U n a de las revisiones m á s completas sobre estas cuestiones es la que, a
comienzos de la centuria, nos ofrece Amallo G i m e n o Cabanas en el Discurso
leido en 1910 con motivo de su ingreso en la Real Academia de Medicina, q u e
llevaba p o r título: La lucha contra la vejez. E n este discurso, analiza el controvertido t e m a del proceso de envejecimiento tal c o m o se p l a n t e a b a en la
m e d i c i n a finisecular.
Comienza G i m e n o manifestando que, p a r a él, la vejez n o es u n a enfermedad, es u n a fase necesaria de la existencia. Está de a c u e r d o con Roesser al
decir q u e «La vida, la vejez y la m u e r t e n o son m á s que formas de a d a p t a c i ó n
de la m a t e r i a al medio».
Respecto del proceso de envejecimiento r e c u e r d a que Dastre, en La vie et
la mort, defiende que el envejecimiento n o tiene carácter definitivo ni intrínseco, en c o n t r a de la opinión de Conheim, J. MüUer y Minot p a r a los q u e la
senectud es u n a fatalidad inscrita en la organización de la célula, consecuencia rigurosa de su m i s m a vida. Por su p a r t e confiesa:
«Yo estoy inclinado a creer que la vejez y la muerte empiezan al nacer,
quizá antes, en el momento de la fecundación, resultando verdad que la una
y la otra no son más que el término obligado de toda evolución»,
convencido de q u e «vivir es evolucionar»^.
^ SOLER Y ROIG, J. (1895), Estudios sobre las enfermedades de los viejos, Barcelona, Establecimiento Tipográfíco-de Francisco Altes, pp. 4, 5.
^ GIMENO, A (1946), op. cit., pp. 29, 32, 35.
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Se o p o n e a la opinión generalizada de q u e «no t e n e m o s m á s edad que
n u e s t r a s arterias», è ' i g u a l m e n t e se o p o n e a las tesis de Metchnikoff que todo
lo r e d u c e a los fenómenos de fagocitosis. Considera que el papel concedido a
las glándulas endocrinas es equívoco, siendo en su opinión necesario establecer q u é es la causa y qué es el efecto; igualmente plantea r e p a r o s a las explicaciones histológicas que ven en los procesos de r e p r o d u c c i ó n celular la explicación del proceso de vejez^^.
Apoyándose en la o p i n i ó n q u e R a m ó n y Cajal expone en su Manual de
Anatomía Patológica, p a r a quien:
«La vejez, total o parcial, del organismo, puede considerarse como un proceso fisiológico de atrofia y la edad excesiva se traduce en todos los tejidos
no sólo por un achicamiento del tamaño de las células, sino por un aminoramiento notable en el proceso fisiológico de la regeneración»'^
creerá que la senectud e m p i e z a siempre p o r u n r e t a r d o de la n u t r i c i ó n celular, h e c h o que p u e d e acontecer en cualquier p a r t e del cuerpo, cuya elección
d e p e n d e r á de:
«Las circunstancias individuales, el género de vida, algo heredado de los
mayores, ciertas enfermedades padecidas, determinados vicios, son las causas íntimas que enfocan la senectud sobre tal o cual órgano, aparato o siste-
Este deseo de conciliar el papel de la herencia con el de los factores externos, le lleva a inclinarse p o r la clásica i m a g e n de la l á m p a r a , insistiendo en la
i m p o r t a n c i a de la « n o r m a de vida»:
«Nuestra vida se gasta en virtud de una energía que tomó en el huevo
fecundado, capital que se hereda y que no podemos acrecentar, y en la de
otras energías que el medio exterior nos proporciona, y cuya sabia administración está al cuidado de nuestra voluntad; si vertemos imprudentemente el
aceite, entregamos locamente la mecha a las aventuras o a los peligros de la
imprudencia, si derrochamos lo que nos dieron, ¿qué vejez querremos tener
y de qué vida larga gozar?
De a c u e r d o con esta i m a g e n clásica, insistirá en r e c o m e n d a r la «moderación» c o m o clave p a r a lograr u n a vida larga y saludable^^.
'O Ibid., 55-78.
" Ibid., 37-41.
•2 Ibid., m .
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A p a r t i r de ese m o m e n t o p o d e m o s decir q u e los a u t o r e s españoles se
i n c l i n a r á n p o r considerar la vejez c o m o u n a e t a p a de la vida, insistiendo en
defender su n o r m a l i d a d ; así h a r á e n t r e otros M a r t í n Salazar al señalar q u e la
vejez es u n caso fisiológico, a u n q u e s i e m p r e va a c o m p a ñ a d a de los trastorn o s consiguientes^^. Con m a y o r d e t e n i m i e n t o se o c u p a r á de la c u e s t i ó n
Nóvoa S a n t o s en su Manual de Patología General, a p a r e c i d o en 1922. El
m é d i c o gallego, a u n q u e r e c o n o c e la existencia de u n c u a d r o de «senectud
precoz» q u e e n t r a de lleno en el t e r r e n o de la patología —al igual q u e la «progeria» y la e n f e r m e d a d de Alzheimer o d e m e n c i a senil p r e m a t u r a — , cree q u e
existe u n a senescencia fisiológica que n o r e p r e s e n t a u n a e n f e r m e d a d crónica, sino u n a fase obligada del ciclo n o r m a l de la vida, coincidiendo con la
opinión de Amalio G i m e n o p a r a quien la vejez y la m u e r t e c o m i e n z a n al
n a c e r y n o son m a s que t é r m i n o obligado de la evolución^^. P a r a Nóvoa la
involución senil fisiológica se t r a d u c e p o r el desarrollo de procesos atrofíeos
y, en p a r t e , t a m b i é n degenerativos extendidos a todos los ó r g a n o s del cuerpo. La atrofia endocrina, q u e g o z a b a e n t o n c e s de g r a n p r e d i c a m e n t o , n o
sería p a r a él m á s que u n a manifestación de la involución senil que afecta a
todos los ó r g a n o s .
E n t r e los autores españoles, la figura que m á s e x t e n s a m e n t e se o c u p ó de
la hipótesis endocrinológica fue M a r a ñ ó n , si bien su p o s t u r a evolucionó a lo
largo del tiempo. E n 1915, en La doctrina de las secreciones internas, se declar a defensor de las doctrinas pluriglandulares sobre el envejecimiento, llegando a defender la «autoopoterapia testicular» p a r a lograr el rejuvenecimiento
a p o y a n d o , p r i m e r o con ciertas reservas, luego m á s d e c i d i d a m e n t e , los ensayos que estaban llevando a cabo en este sentido Steinach y Voronoff^^. M e n o r
e n t u s i a s m o manifiesta en 1930 en el prólogo que hizo a la t r a d u c c i ó n de la
o b r a de Lorand. E n 1949, en su conferencia sobre «El aspecto e n d o c r i n o del
envejecimiento», declara estas doctrinas s u p e r a d a s , salvo en el aspecto concreto de la p é r d i d a de la capacidad sexual que sigue identificando con la
vejez. Se inclinará por c o m p a r t i r la opinión m a n t e n i d a a n t e r i o r m e n t e p o r
Cajal, según la cual, la s u p u e s t a eficacia de los t r a t a m i e n t o s opoterápicos
'^ MARTÍN SALAZAR, (1918), Sesión 6 abril 1918. Anales de la Real Academia de Medicina,
t. 38, pp. 192-193.
'^ NÓVOA SANTOS, R. (1922), Manual de Patología General, Santiago de Compostela, El
Eco de Santiago, T. II, pp. 506-515.
'^ MARAÑÓN, G. (1915), La doctrina de las secreciones internas, Madrid, Imp. Clásica
Esp., Biblioteca Corona, 232; «Sobre la edad y la emoción», Madrid, p. 55. Respecto de las
aportaciones de Marañen al estudio de la vejez existe una tesis de licenciatura hecha bajo mi
dirección por PASCUAL SANTOS, J. (1984), Vejez y Geriatría en la obra de Marañón, Madrid,
UCM.
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estaba b a s a d a p r o b a b l e m e n t e e n la sugestión; n o obstante, r e c o m i e n d a su
e m p l e o en las ú l t i m a s etapas d e la vida^^.
También p a r a M a r a ñ ó n resulta incuestionable el c a r á c t e r n o r m a l d e la
vejez, reiterando la necesidad d e que la atención médica se inicie e n el período d e comienzo d e la involución, ya q u e es entonces c u a n d o m a y o r eficacia
se p u e d e lograr. M a r a ñ ó n , lejos d e identificar esta etapa con d e c a d e n c i a total,
señala que, desde el p u n t o d e vista antropológico, se p u e d e afirmar q u e es
entonces c u a n d o , intelectual y e m o c i o n a l m e n t e , se alcanza la plenitud, insistiendo vivamente en esta idea^^.
E n 1949 Beltrán Báguena, e n el prólogo d e su o b r a Prevención de la vejez
achacosa y cuidados de los ancianos, señala: «envejecer n o es u n a desgracia,
sino u n a g r a n fortuna q u e n o está reservada a todos los q u e n a c e n » . L a vejez
n o sería m á s que u n a etapa del ciclo biológico del ser viviente q u e c o m p r e n de: p e r í o d o d e desarrollo o evolución, p e r í o d o d e estado y el tercer p e r í o d o
sería el d e involución. R e c o n o c i e n d o la dificultad d e definir la vejez, la considera:
«como un proceso de pérdida gradual de la capacidad fisiológica de cada
uno de los distintos órganos y sistemas orgánicos; disminución de actividades originada por la atrofia lenta y progresiva de aquellos tejidos que integran las partes anatómicas cuyo conjunto constituye el ser humano. Dicho en
términos más sencillos: Desgaste de las distintas ruedas de la máquina humana y, consecuentemente, disminución de su rendimiento»'^.
Pese a que la m a y o r p a r t e d e los médicos se inclinan p o r d e s t a c a r el carácter «normal» de la vejez, n o obstante, el p r o p i o Beltrán Báguena, e n s u intervención e n la S e m a n a Geriátrica celebrada e n Madrid e n 1949, afirma q u e «el
n u d o gordiano» seguía siendo « d e t e r m i n a r si la vejez es u n a enfermedad».
Admite q u e h a y q u e a c e p t a r la existencia d e u n estado n o r m a l e n algunos
ó r g a n o s del a n c i a n o y a u n e n la totalidad del o r g a n i s m o senil; p o r ello prop o n e crear u n a r a m a d e la ciencia m é d i c a l l a m a d a «Gerontofisiología, Gerofisiología o m á s s i m p l e m e n t e Fisiología senil». Sugiere r e c u r r i r a u n neologismo, «normosenilidad», p a r a referirse al contenido d e esta n u e v a r a m a a la
que, cree, deben c o l a b o r a r geriatras y gerontólogos^^.
'^ MARAÑÓN, G. (1949), «El aspecto endocrino del envejecimiento». Siete Conferencias
sobre Geriatría, Madrid, Escelicer, luego recogida en Obras Completas, (1972), vol. Ill,
Madrid, Espasa Calpe, 675-690. Véase también sobre esta misma cuestión JIMÉNEZ HERRERO,
F. (1977, a) «Gregorio Marañón y la geriatría», R.E.G.G., 5, pp. 403-406.
'^ PASCUAL SANTOS, (1986), op. cit., pp. 68 y ss.
'^ BELTRÁN BÁGUENA (1949), op. cit., pp. 7, 19.
'^ BELTRÁN BÁGUENA, (1950), «Problemas Generales de la Geriatría y la Gerontología» en
Siete Conferencias sobre Geriatría Madrid, Escelicer, pp. 5-7.
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C o n t u n d e n t e m e n t e se manifestará al respecto Vega Díaz c u a n d o , en la
p r e s e n t a c i ó n de esa m i s m a S e m a n a Geriátrica, afirma: «Envejecer n o es
enfermar. Envejecer es c a m b i a r » .
Por su p a r t e . Grande Covián, en la conferencia q u e p r o n u n c i a con motivo
de este m i s m o ciclo de conferencias, alude a la t e n d e n c i a existente en determ i n a d o s a m b i e n t e s médicos a c o n s i d e r a r a la vejez c o m o u n proceso m o r b o so, criterio que entre otros h a b í a defendido Metschnikoff, p a r a quien: «Considerar la vejez c o m o u n fenómeno fisiológico es, c i e r t a m e n t e erróneo». Por
contra, cree que el conocimiento del envejecimiento fisiológico, h a de ponernos en c a m i n o p a r a p o d e r prevenir de m o d o eficaz el desarrollo de las enferm e d a d e s que d a n a la vejez h u m a n a su aspecto patológico.
Desde el p u n t o de vista fisiológico el envejecimiento debe ser c o n s i d e r a d o
como:
«la suma de alteraciones irreversibles experimentadas por los seres vivos
como consecuencia única y exclusiva del transcurso del tiempo y que se traduce en una disminución general de la capacidad funcional del organismo».
P a r a este a u t o r el proceso fisiológico del envejecimiento c o m i e n z a con la
vida, la edad biológica n o coincide con la edad cronológica y lo que caracteriza a la vejez es la d i s m i n u c i ó n de la c a p a c i d a d de a d a p t a c i ó n .
Insiste en la necesidad de que se efectúe u n estudio biológico del p r o b l e m a y cree que, de a c u e r d o con M a c Níder, la g r a n t a r e a en el c a m p o de la
gerontología es averiguar la c a u s a q u í m i c a de la d e g e n e r a c i ó n tisular, añadiendo: «cuando p o s e a m o s esta i n f o r m a c i ó n quizá p o d a m o s ser capaces de
p r o t e g e r los tejidos frente a las influencias de la vejez». J u n t o a estos factores intrínsecos, vuelve a señalar la i m p o r t a n c i a de los factores externos q u e
p u e d e n influir en el p r o c e s o de envejecimiento, v a l o r a n d o e n t r e ellos especialmente el factor nutritivo. E n esta m i s m a conferencia h a c e referencia a
que, en el caso del h o m b r e , el envejecimiento n o se c o n s i d e r a h a b i t u a l m e n te c o m o u n p u r o proceso biológico, sino en estrecha relación con su significación sociológica, volviendo a a p a r e c e r s e ñ a l a d a la d i m e n s i ó n social de la
vejez^^.
También resulta i n t e r e s a n t e la detallada revisión q u e de las teorías existentes sobre el proceso de envejecimiento, efectúa R o d r í g u e z Lafora en esa
m i s m a ocasión. Rodríguez Lafora se detiene a c o m e n t a r e s p e c i a l m e n t e la
p o s t u r a m a n t e n i d a p o r H. Driesch -autor q u e desde el t e r r e n o de la e m b r i o logía p a s ó a la filosofía, y q u e c a m b i ó su visión m e c a n i c i s t a de la Biología
^^ GRANDE COVIÁN, E (1950) «El envejecimiento, problema fisiológico» en Siete Conferencias sobre Geriatría, Madrid, Escelicer, pp. 29-59.
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p o r u n vitalismo entusiasta-, q u e i n t e r p r e t a el envejecimiento c o m o desgaste, consecuencia del trabajo c o n s t a n t e de la m á q u i n a h u m a n a . El desgaste es
en realidad u n a p r o p i e d a d de la m a t e r i a viva al constituirse en o r g a n i s m o
complejo. Las hipótesis sobre este desgaste son diferentes: p a r a J. Loeb c a d a
individuo recibe al n a c e r u n quantum vital o c a n t i d a d de energía, bajo la form a de u n a hipotética s u s t a n c i a q u í m i c a l l a m a d a X, que m e d i a n t e el m e t a b o lismo va c o n s u m i é n d o s e a lo largo de la vida; c o m o factor externo influye el
calor acelerando el c o n s u m o y el frío d i s m i n u y é n d o l o ; o t r o s biólogos, e n t r e
los q u e se e n c u e n t r a Driesch, se o p o n e n a esta i n t e r p r e t a c i ó n s e ñ a l a n d o q u e
la s u s t a n c i a viva se c a r a c t e r i z a p o r su ilimitada c a p a c i d a d de r e p r o d u c c i ó n .
Pearl, a p o y á n d o s e en los e x p e r i m e n t o s de Carrel, c o n s i d e r a q u e lo q u e acorta la vida de las células es su r e u n i ó n con las d e m á s células del o r g a n i s m o
p o r acción de los p r o d u c t o s m e t a b ó l i c o s de d e s e c h o y la alteración del m e d i o
nutritivo intersticial; defiende el desgaste p e r o n o a c a u s a de la p r o p i a célula sino p o r u n factor extrínseco a ella. Resalta R o d r í g u e z Lafora la o p i n i ó n
de Driesch q u e m a n t i e n e q u e la m a y o r í a de las manifestaciones de la vida
son regidas por u n d i n a m i s m o teleológico y p o r u n a a r m o n í a equipotencial
o general, p o r lo q u e n o p u e d e r e d u c i r s e a e s t r u c t u r a s m e r a m e n t e m a t e r i a les2i.
A t e n o r de lo expuesto, p o d e m o s decir q u e a m e d i a d o s de la centuria parecía que n o había d u d a s acerca del carácter «normal» de la vejez, o p o n i é n d o se los médicos a la consideración de la vejez c o m o enfermedad m a n t e n i d a p o r
algunos autores. I g u a l m e n t e aparece evidente la idea de que, j u n t o a los factores biológicos, era necesario a b o r d a r los factores antropológicos — c o m o
insistirá M a r a ñ ó n — y los sociales, tal c o m o n o s dice de nuevo Piédrola Gil al
o c u p a r s e de esta cuestión:
«Si la Medicina es en la actualidad ciencia médica y Social, a la vez que
Arte, en el momento presente ha de prestar gran atención a la vejez, que no
es enfermedad, sino fenómeno natural, inevitable y biológico, en el que se
presentan numerosos problemas de tipo médico, sanitario, sociológico, económico y cultural»^^.
E n r e s u m e n , en los escritos de los a u t o r e s españoles, q u e d a n reflejadas
las m á s i m p o r t a n t e s cuestiones c o n c e r n i e n t e s al proceso de envejecimiento:
las dificultades p a r a establecer u n á n i m e m e n t e la e t a p a a la q u e se llama
^^ RODRÍGUEZ LAFORA, G. (1950) «La involución senil del cerebro y sus tipos clínicos. Su
valoración social» en Siete Conferencias sobre Geriatría, Madrid, Escelicer, pp. 123-181,
123,125.
^^ PIÉDROLA GIL, G. (1955, b), El envejecimiento de las poblaciones, Madrid, Colección de
Folletos para Médicos de la Dirección General de Sanidad, p. 6.
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vejez; la dificultad d e establecer el c a r á c t e r n o r m a l o patológico del proceso;
la g r a n diversidad d e teorías e i n t e r p r e t a c i o n e s acerca d e lo q u e la vejez es.
P o d e m o s a p r e c i a r e n estos escritos m é d i c o s otros elementos: la valoración d e
los factores exógenos j u n t o a los factores biológicos e n d ó g e n o s , h a c i e n d o
especial énfasis en el factor alimentación; y p o r fin, la c o n s i d e r a c i ó n d e la
d i m e n s i ó n antropológica y sociológica j u n t o a la p u r a m e n t e médico-biológica^^.
Enfermedades
de los viejos
Desde m e d i a d o s d e la c e n t u r i a p a s a d a , los m é d i c o s españoles e s t a b a n
familiarizados con las o b r a s médicas e u r o p e a s dedicadas al t e m a d e las enferm e d a d e s d e los viejos; así lo d e m u e s t r a el h e c h o de que circulasen entre nosotros y se citasen las principales obras existentes sobre el tema, especialmente
las pertenecientes a autores franceses, y e n lugar m u y d e s t a c a d o la o b r a d e
Charcot.
No obstante, es de destacar que, a u n q u e seguidores d e los franceses, a
veces hicieron p e q u e ñ a s aportaciones n o despreciables: tal es el caso d e Lozan o Caparros q u e e n su Tratado práctico de las enfermedades en los viejos y de
las enfermedades crónicas dice seguir el c a m i n o señalado p o r Pinel e iniciado
p o r Landré-Beauvais, Rostan, etc. N o obstante, n o pierde la ocasión el médico español d e afirmar q u e estas enfermedades n o s o n «de» los viejos, y p o r
t a n t o n o r e q u i e r e n t r a t a m i e n t o especial alguno. M á s q u e especialistas e n
enfermedades «de» los viejos, cree este a u t o r q u e se debe h a b l a r d e especialistas e n enfermedades «en» los viejos^"*.
Un lustro después Soler Roig, c o n s i d e r a n d o incompleto este t r a t a d o , elab o r a r á otro e n el q u e p r e t e n d e o c u p a r s e d e todas las e n f e r m e d a d e s d e la
vejez, q u e r i e n d o así cultivar u n a «especialidad digna d e t a n t a atención y estudio c o m o p u e d a n tenerlo el s i n n ú m e r o d e especialidades con que c a d a día va
enriqueciéndose la medicina». Cree que, c o m o p r o p o n í a Turck, h a b r í a q u e
fundar u n a sociedad q u e tuviese c o m o finalidad el estudio d e la vejez y los
m e d i o s d e c o m b a t i r l a , q u e estuviese m a n t e n i d a e c o n ó m i c a m e n t e p o r las
aportaciones d e los viejos ricos^^.
^^ La incorporación de los factores psicológicos y sociales en los estudios sobre la vejez
efectuados allende nuestras fronteras la he estudiado en ARQUIOLA, E. (en prensa), La vejez a
debate. Las repercusiones de estas teorías en la toma de medidas para luchar contra la vejez
en el caso español la he analizado en ARQUIOLA, E . (1994) «La profilaxis de la vejez en España en las primeras décadas del siglo XX», Dynamis.
24 LOZANO Y CAPARROS, E . (1890), op. cit., pp. 28, 71.
" SOLER Y ROIG, J. (1895), op. cit., p. IV.
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Para Marañón, las enfermedades presentadas en este período de la vida
estarían en relación directa con la patología del climaterio, proceso que cree
depende de la «crisis glandular» que se desarrolla por insuficiencia ovárica o
testicular, y en la que también intervienen las demás glándulas de secreción,
tal como expone en La edad crítica en 1919. Tras los años cincuenta es evidente un cambio de opinión que se manifiesta restando importancia a la teoría hormonal, tal como se evidencia en «Sobre el climaterio masculino»
(1954), opinión que reiterará dos años más tarde en el «Estado actual del problema del climaterio»^^. Entre la patología relacionada con el climaterio tratará el senilismo climatérico o involución senil adelantada, una especie de
vejez prematura debida a un cuadro de insuficiencia pluriglandular, la menopausia tardía, hiperemotividad, melancolía climatérica y psicosis arteriosclerótica, diabetes, hipertensión, aumento del colesterol, arteriosclerosis e hipertiroidismo senil. Junto a ellas, estarían los reumatismos crónicos, cuya mayor
parte se relacionaría también con el proceso climatérico, la cistitis climatérica y vejiga senil, las cataratas y las alteraciones auditivas secundarias al cuadro de esclerosis generalizada^^.
Beltrán Báguena, abundando en el carácter preventivo que debe tener la
lucha contra la vejez, insiste en la necesidad de llevar a cabo revisiones periódicas para lograr diagnósticos precoces, como se hace en Estados Unidos de
América a instancias de las compañías de seguros. El cuidado del anciano
enfermo demuestra la alta frecuencia de procesos como: arteriosclerosis,
enfermedades cardiacas, bronquitis, bronconeumonías, enfermedades febriles, enfermedades de las vías digestivas, enfermedades del sistema nervioso —
se refiere a la apoplejía como enfermedad nerviosa senil por excelencia—,
enfermedades del aparato urinario y enfermedades del aparato locomotor
Especial atención le merecen las alteraciones que se producen en el psiquismo senil caracterizadas fundamentalmente por pérdida de memoria y alteraciones de la afectividad^^.
José L. Arteta, al disertar sobre la «morfología patológica del anciano»,
propone considerar la patología del viejo, no como una patología propia del
mismo, sino como una «patología modificada por la senectud», es decir «en
el viejo», tal como años antes insistía Lozano Caparrós^^.
26 MARAÑÓN, G. (1976), Obras Completas, Madrid, Espasa Calpe, T. IV, 963-970.
2^ MARAÑÓN, G. (1919), El climaterio de la mujer y del hombre, luego recogido en Obras
Completas, (1972), VIII, 9-248.
2^ BELTRÁN BAGUENA (1949), op. cit.
2^ ARTETA, J.L. (1950) « Morfología patológica del anciano» en Siete Conferencias sobre
Geriatría, Madrid, Escelicer, pp. 63-84.
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El desarrollo de la Geriatría
La atención médica a las enfermedades «de» o «en» los viejos había llevado, a comienzos de la centuria, a que se empezase a hablar de «Geriatría» en
los Estados Unidos de América. La Geriatría surgía como la rama de la medicina que debía abordar los problemas médicos de la vejez. Progresivamente se
fueron constituyendo sociedades geriátricas en distintos países, desempeñando en este proceso Gran Bretaña y Estados Unidos un papel pionero. Veamos
cual fue la postura que adoptaron los médicos españoles respecto de este
desarrollo.
La institucionalización de la Geriatría tiene lugar entre nosotros a mediados de la centuria, años en los que se producen una serie de acontecimientos:
en 1947 Beltrán Báguena crea en la Facultad de Medicina de Valencia la primera cátedra de Geriatría que impartirá docencia de doctorado; ese mismo
año se crea el servicio de Geriatría en el Hospital de Nuestra Señora de la
Esperanza en Barcelona bajo la dirección de Panella Casas, y se inician, desde Madrid, los trámites para la constitución de la Sociedad Española de
Geriatría, que se funda el 17 de mayo de 1948 bajo la presidencia honorífica
de Gregorio Marañón y Teófilo Hernando, cuya presidencia y secretaría ocuparon Beltrán Báguena y Vega Díaz respectivamente. Coincidiendo con este
creciente interés por la Geriatría se crea en 1949 el Departamento de Geriatría del Instituto de Patología Médica del Hospital General de Madrid que
dirigía Gregorio Marañón, cuya inauguración coincide con la celebración de
la «Semana Geriátrica», a la que ya hemos hecho referencia, y en la que intervinieron: Arteta, Beltrán Báguena, Grande Covián, Teófilo Hernando, Gregorio Marañón, Rodríguez Candela y Rodríguez Lafora con diferentes conferencias, posteriormente publicadas en 1950 con el título Siete Conferencias sobre
la vejez, precedidas de una introducción de Vega Díaz. En esa introducción,
nos dice Vega Díaz, que la paternidad de esta Semana se debe a Marañón. A
la clausura de este ciclo asiste Palanca, Director General de Sanidad que estuvo ligado a las principales iniciativas desarrolladas en torno a la vejez durante aquellos años. En 1950 tuvo lugar la celebración del Primer Congreso
Nacional de Geriatría^^.
La iniciativa de los médicos españoles a favor del desarrollo de la Geriatría, y las dimensiones que los problemas relacionados con la asistencia y cuidado de la población anciana iban alcanzando allende nuestras fronteras
^^ De la escasa bibliografía que existe sobre esta cuestión véase: JIMÉNEZ HERRERO, F.
(1976) «1926-1976: cincuenta años de la geriatría en España», Gaceta Médica Española, 8,
377-532; (1977, b) «La aportación hispánica al desarrollo de la geriatría y la gerontología»,
R.E.G.G., 4, 381-388. La institucionalización de los estudios sobre la vejez en los países occidentales la he analizado en ARQUIOLA, E . (en prensa), La vejez a debate.
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—con cierto retraso en n u e s t r o p r o p i o país—, llevó a la creación de la Sección
de Gerocultura y Geriatría de la Dirección General de S a n i d a d e n 1955, siendo Palanca Director General de Sanidad. Tras estos a ñ o s decisivos en el desarrollo de la Geriatría española h a y q u e a n o t a r que, en 1966, se f u n d a la Revista de la Sociedad Española de Gerontología
y Geriatría c o m o ó r g a n o d e
expresión oficial de la Sociedad y de los médicos p r e o c u p a d o s p o r las cuestiones geriátricas, entre los q u e destacaron, ya en esta s e g u n d a m i t a d de la
centuria. Calvo Melendro en el Hospital Provincial de Soria, J i m é n e z H e r r e r o
en el Hospital de la Cruz Roja de La C o r u ñ a y Salgado Alba en el Hospital de
la Cruz Roja de Madrid, p o r citar sólo a los m á s representativos. E n 1978,
c o m o resultado del esfiíerzo de estas instituciones y de las p e r s o n a s a ellas
vinculadas, se reconoce oficialmente la Geriatría c o m o especialidad en nuestro país.
G r a n p a r t e de las p r i m e r a s acciones e m p r e n d i d a s d u r a n t e los a ñ o s centrales del siglo XX p o r institucionalizar la Geriatría en E s p a ñ a estuvieron
i m p u l s a d a s p o r Gregorio M a r a ñ ó n , p o r lo q u e n o es e x t r a ñ o q u e algunos de
los a u t o r e s se declaren seguidores de sus p u n t o s de vista o de su magisterio;
sin q u e r e r decir c o n esto q u e t o d a s las opiniones e n c o n t r a d a s s e a n u n á n i mes, sí p o d e m o s afirmar q u e existen coincidencias en los p u n t o s ñ i n d a m e n tales.
M a r a ñ ó n consideraba incuestionable q u e si la atención m é d i c a sobre los
t e m a s de la vejez n o h a b í a sido h a s t a e n t o n c e s suficientemente rigurosa,
h a b í a llegado el m o m e n t o en q u e la Geriatría se constituyese en u n a «ciencia
verdadera», c o m o era la Pediatría, siendo su objetivo:
«el estudio de la fisiología de una edad y de sus peligros específicos; para
tratar de evitar estos peligros y hacer a aquélla y a la etapa fisiológica, más
larga y más útil»^^
Aunque en la conferencia de c l a u s u r a del I Congreso Nacional de Geriatría M a r a ñ ó n manifiesta su convicción de que... «la geriatría (sería) en breve
u n a de las r a m a s m á s i m p o r t a n t e s de la medicina»^^, n o obstante, tal c o m o
afirma J i m é n e z Herrero, ésta n o sería p a r a él u n a «especialidad» en sentido
31 MARAÑÓN, G. (1950), «Climaterio y Senilidad», Obras Completas, (1975) T. III, 697709. Citado por PASCUAL SANTOS, (1986), op. cit., p. 41. El ejemplo de la Pediatría había servido de modelo a Nascher para acuñar en 1909 el término de Geriatría, manteniendo que la
Gerontología se ocuparía del estudio básico de la vejez, mientras que la Geriatría lo haría
del aspecto médico. Lá mayoría de los autores europeos tardaron en incorporar el nuevo término puesto que creían que el de Gerontología, que había sido propuesto por Metchnikoff
con anterioridad, era más amplio y lo comprendía.
3^ MARAÑÓN, G. (1950), «Climaterio y Senilidad», Actas del I Congreso Nacional de
Geriatría, Zaragoza, 1950, luego recogido en Obras Completas, (1975), III, 697-709.
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estricto, sino la «medicina general de la vejez». J i m é n e z H e r r e r o , discípulo d e
M a r a ñ ó n , considera que tanto éste c o m o Blanco Soler p r o c u r a r o n «que s u s
a l u m n o s practicasen u n a m e d i c i n a geriátrica integradora de todas las especialidades al servicio del anciano»^^. Todavía m á s , a ñ a d e en otro lugar:
«Nos inculcó que el ser especialidad la geriatría era cuestión secundaria,
no fundamental para su practicante, porque, según él, si algún médico puede tener el orgullo de no ser etiquetado de especialista es el geriatra, que tiene que conocer y tratar la suma total de la vida humana, que llega a sus
manos en el período final, con una patología imbricada de problemas sociales, psicológicos y morales»^"*.
Esa visión integradora de la «medicina geriátrica» se c o r r e s p o n d e r í a plen a m e n t e c o n la visión globalizadora e integradora q u e de la m e d i c i n a tenía
M a r a ñ ó n . De a c u e r d o c o n sus p u n t o s de vista esta r a m a de la m e d i c i n a iba a
d e s e m p e ñ a r u n i m p o r t a n t e papel e n el futuro, pero le parecía indispensable
que la m e d i c i n a geriátrica fuese de carácter i n t e g r a d o r I g u a l m e n t e insistía e n
señalar la necesidad de q u e ampliase su c a m p o de responsabilidad q u e debía
a b a r c a r desde el inicio del proceso de involución, es decir la etapa q u e va de
la m a d u r e z a la vejez p r o p i a m e n t e dicha, h a s t a la vejez extrema, la decrepitud y la m u e r t e , ya que p a r a él, el declinar e r a u n largo proceso q u e se inicia
entre los veinte y treinta años, y el c o m i e n z o de la vejez se p o d í a establecer
coincidiendo con el climaterio^^. Estas son las p a l a b r a s del p r o p i o M a r a ñ ó n
sobre esta cuestión:
«El campo de estudio de la geriatría debe ser, ante todo, la involución.
Debe comprender, claro está, la vejez y la vejez extrema, la decrepitud,
sumando los progresos de la técnica al santo y empírico ejercicio de la caridad. Pero su objeto verdadero, el rigurosamente científico, ha de ser la involución»-'^.
Tal c o m o a c o n t i n u a c i ó n veremos, esas ideas serán m a n t e n i d a s p o r la
m a y o r í a de los autores r e u n i d o s e n la famosa « S e m a n a Geriátrica», si bien
n i n g u n o de ellos insistirá t a n t o en la patología del climaterio q u e era u n a de
las parcelas m á s i m p o r t a n t e s de la o b r a de M a r a ñ ó n .
33 J I M É N E Z H E R R E R O , R ( 1 9 7 7 , a ) , op. cit. p p . 3 8 1 - 3 8 8 .
34 J I M É N E Z H E R R E R O , F . ( 1 9 7 7 , a ) , op. cit., 4 0 3 - 4 0 6 .
35 J I M É N E Z H E R R E R O , F . ( 1 9 7 7 , a ) , op. cit., 3 8 1 - 3 8 8 . M A R A Ñ Ó N , G . « C l i m a t e r i o y S e n i l i d a d »
(1950), Actas del I Congreso
Nacional
de Geriatría,
Z a r a g o z a , Obras Completas
(1975), I I I , 6 9 7 -
709; MARAÑÓN, G. (1950) «El aspecto endocrino del envejecimiento» en Siete Conferencias
sobre Geriatría, Madrid, Escelicer, 185-205.
3^ PASCUAL SANTOS (1986), op. cit., pp. 44-45.
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En la introducción a las Siete Conferencias sobre la vejez, Vega Díaz expone su opinión acerca de la constitución de la Geriatría en especialidad; para
él ya que «en la Geriatría se abarca toda la medicina, no debe considerarse
una especialidad como puedan ser otras», señalando:
«Actitud y criterio de englobamiento conceptual que es lo que da sustancia a la Medicina geriátrica».
Para Vega Díaz, la Geriatría es el sector de la medicina que se cuida del
anciano y se ocupa del estudio del estado de salud o enfermedad del que envejece y del viejo. La Geriatría estaría a su vez englobada dentro de la Gerontología que comprendería: la biología de la senescencia, la geriatría y la sociología del envejecimiento, que hace también equivalente a la expresión
orteguiana «humanidades del envejecimiento»^^. Considera que se encuentran
en la fase que Stieglitz llamó «geriatría constructiva» tendente no sólo a curar
o prevenir las enfermedades degenerativas sino a contribuir a la elaboración
de una salud mejor^^.
Con ocasión de esas mismas conferencias Beltrán Báguena se ocupa de
«Problemas Generales de la Geriatría y la Gerontología» comenzando su
exposición por revisar los problemas terminológicos. Para él. Gerontología
sería la «ciencia biológica que estudia los fenómenos específicos que caracterizan el envejecimiento en las distintas especies de las escalas animal y vegetal, incluso en el hombre»; mientras que la Geriatría es la parte de la medicina que trata exclusivamente de las enfermedades «de» y «en» la senectud.
Comparte la opinión de Piersol y Bortz para los que la Geriatría es una ciencia, no solamente para añadir años a la vida, sino, lo que es más importante,
para añadir vida a los años, señalando así la dimensión social de esta rama de
la medicina-^^.
Respecto de la conversión de la Geriatría en especialidad médica no difiere mucho Beltrán Báguena de las opiniones expuestas, tal como pone de
manifiesto en la siguiente aseveración: «no podemos admitir que, por hoy, la
especialización en este aspecto de la ciencia sea un medio de hacerla progresar». Cree que debe ser «labor de patólogos generales casi más todavía que de
clínicos de medicina interna», no de especialistas de los distintos aparatos, y
señala que el geriatra debe tener envidiables condiciones psicológicas'*^.
Piédrola Gil, en 1955, abogará por crear la especialidad de Geriatría en el
Seguro de Enfermedad y reclamará la participación activa de los geriatras en
^'^ VEGA DÍAZ (1950), op. cit., p. x.
^^ Ibid., xii.
^^ BELTRÁN BÁGUENA (1950), op. cit., pp. 3-26.
40/èîU, 8-11, 25.
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EL ENVEJECIMIENTO EN LA MEDICINA ESPAÑOLA CONTEMPORÁNEA
las Secciones de Vejez del INP y en las de los Consejos Generales de Colegios
médicos. Para este autor también parece inexcusable aclarar términos con los
que la sociedad española todavía no se encontraba familiarizada: por ello se
ocupa de precisar el significado de «Gerontología» que él entendería como
ciencia biológica que se ocupa de la vejez y que estudia las modificaciones
fisiológicas de la senectud; «Geriatría» o «Gerontiatría» que sería la medicina
de la vejez, es decir la parte de la medicina que trata los trastornos y enfermedades peculiares de la edad avanzada, la patología del anciano, las variaciones clínicas que presenta ante los procesos comunes y la terapéutica que
precisa; «Gerocultura», «Geroprofilaxis» o «Gerontocomía» sería el arte de
cuidar de los viejos y de los que van a serlo, para conseguir una vejez saludable, e incluye factores sociológicos y económicos. Personalmente este autor
concede gran importancia a los aspectos concernientes a la prevención, intentando evitar la vejez prematura y retrasar el proceso de senescencia, y a la
medicina de adaptación con gran atención al campo psicosomático. Esos
aspectos de la medicina debían ser desarrollados por el médico práctico y por
el Servicio Nacional de Sanidad, reclamando así un papel para las instituciones"* ^
La necesidad de incorporar distintas disciplinas en el estudio de la vejez y
de coordinar la labor médica dentro de una estructura más amplia que englobase el cuidado y la atención del anciano, era evidente ya en los textos médicos de mediados de la centuria, en los que se manifiesta igualmente la
influencia de aquellos países donde con cierta anticipación respecto de nosotros se estaban desarrollando programas e instituciones de protección a la
vejez"*^.
Años después, y de acuerdo con esta convicción, la Comisión Nacional de
la Especialidad de Geriatría la definía como una «rama de la medicina que se
ocupa de los aspectos clínicos, terapéuticos y sociales de la salud y enfermedad de los ancianos», abarcando de manera integral la problemática relativa
a la ancianidad, superando la visión más restringida que hacía de ella exclusivamente la «medicina interna de los ancianos»^-'.
'^í PiEDROLA GIL, G. (1955, a), op. cit., p. 81.
'^•^ Véase ARQUIOLA, E. (en prensa), La vejez a debate.
^^ SALGADO ALBA, A., «La mayoría de edad de la Geriatría», Medicine, 86, Geriatría I, 33133318.
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ELVIRA ARQUIOLA
Cuando llegaban a nuestra Redacción las primeras pruebas de
este trabajo, su autora, Elvira Arquiola, fallecía en Madrid tras
una larguísima enfermedad que supo sobrellevar con un temple,
una fortaleza y un valor que serán siempre ejemplo
admirable
para cuantos la conocimos, respetamos y quisimos.
Colaboradora
habitual de Asclepio, a cuyo Consejo de Redacción perteneció a lo
largo de trece años, propuesta recientemente para formar parte de
su nuevo Consejo Asesor, queremos que estas apresuradas
líneas
sean expresión del permanente recuerdo de lo que para
nosotros
significaron su vida y su obra, y de gratitud eterna por el testimonio de entereza que nos legó con su actitud ante la muerte.
A.A.T.
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