Empieza a Leer

7
Pedro tenía tres años y era su primer día de clases en el jardín. Fue el primero en entrar, iba de la mano de su mamá. Todavía no la
había soltado cuando empezaron a llegar más compañeros. Al ratito, el salón estaba lleno de niños nerviosos. Mientras iban entrando,
la maestra cantaba una canción que hablaba de lo lindo que iba a estar el año que comenzaba.
Pedro observaba todo con ojos enormes, para no perderse nada. Entonces vio que había una niña con una gran sonrisa en la cara.
Miraba con curiosidad a cada uno que entraba. Estaba sentada en una alfombra muy grande en el centro del salón. Él se acercó y, sin
decir nada, se sentó a su lado.
—Me llamo Lucía —dijo ella—, y esta alfombra es mágica. Ya vas a ver. ¿Querés jugar?
A Pedro le encantó la idea. Cada vez se sentía más contento y menos nervioso.
Lucía le explicó que, para subirse a la alfombra, había que ser buen amigo y tener ganas de divertirse. Le dijo:
—Apenas te sentás encima de ella, te sentís bien y te dan muchas ganas de jugar.
Pedro dijo que él siempre tenía ganas de jugar y que además le gustaba cantar y bailar. ¿En la alfombra se podría cantar y bailar?
—Esta alfombra es como una máquina de hacer amigos —dijo Lucía.
Pedro no entendió muy bien lo que Lucía le dijo, pero igual siguió a su lado mirándolo todo. Cada vez le daban más ganas de jugar.
De repente vio a un compañero que, cerquita de ellos, se limpiaba los mocos. Estaba a punto de llorar. Lucía también lo vio y enseguida
lo invitó a subirse a la alfombra mágica. Al niño se le fueron las ganas de llorar y al ratito ya estaban los tres jugando muy divertidos.
Ahora sí Pedro entendía cómo funcionaba la alfombra. Solo había que subirse a ella.
—Esperá un poco —dijo Lucía—. Vas a ver cómo enseguida vienen más.
A cada compañero que entraba lo invitaban a sentarse. Poco a
poco la alfombra se fue llenando de niños y de risas, porque
apenas se sentaban, empezaban a hacerse amigos.
SebaStián Pedrozo
8
© Santillana S.A. Prohibida su fotocopia. Ley 15.913
La máquina de hacer amigos