Género e innovación técnica en contextos rurales periféricos

Transcripción

Género e innovación técnica en contextos rurales periféricos
Fazendo Gênero 8 - Corpo, Violência e Poder
Florianópolis, de 25 a 28 de agosto de 2008
Género e innovación técnica en contextos rurales periféricos
(Género e inovação tecnológica en contextos rurais periféricos)
Mercedes Montero Bartolomé (Universidad Carlos III de Madrid)
Empoderamiento; Apropiación tecnológica; Desarrollo sostenible
ST 3 - As múltiples faces da mulher rural no brasil
Introducción
Desde la experiencia empírica, aprendimos que sin tener en cuenta la perspectiva de género
es difícil analizar los procesoso de innovación tecnológica ya que, estos significan cambios
culturales. Al mismo tiempo no es posible profundizar en las dinámicas tecnológicas si no
entendemos que las sociedades humanas configuraron los procesos de innovación técnica y éstos a
su vez son transformadores de las sociedades en las que anidan.
En todos estoa procesos complicados de cambio social los roles de género son
fundamentales, así como las estrategias de transformación femenina en relación al empoderamiento
que el dominio tecnológico conlleva.
Perspectivas feministas e impacto tecnológico
La invisibilidad de las mujeres no sólo es un rasgo de la sociedad patriarcal, sino también un
rasgo significativo de las ciencias sociales, que al mismo tiempo han tenido un tardío desarrollo de
los estudios de las tecnologías, centrados estos estudios desde hace ya tiempo en el análisis
androcéntrico de la estructura social, también dejando fuera los aspectos tecnológicos, considerados
tan sólo una especie de asiento material, separado del resto de los aspectos socio-culturales.
Además, tradicionalmente a la mujer se le sitúa dicotómicamente al lado de la naturaleza, resaltando
sus aspectos biológicos y no como sujeto social de cambio.
Desde el pensamiento feminista contemporáneo se llegaron a nuevas perspectivas
conciliadoras entre la tecnofobia, todos los males son generados por el desarrollo tecnológico, y la
tecnofilia, la tecnología soluciona todos los problemas del mundo contemporáneo, ambos enfoques
son igualmente deterministas y tecnocráticos (1).
Los nuevos enfoques son indudablemente más optimistas y retadores, ayudando al desarrollo
de lo que conocemos como estudios sociales de la ciencia y de la tecnología, proponiéndose un
enfoque reflexivo, prestando atención a lo que la tecnología refleja, reproduce y legitima en cuanto
a valores, formas culturales y relaciones sociales previas (2).
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Este producto híbrido entre feminismo y la consideración de los fenómenos tecnológicos
como constructo social, nos hacen concebir también las innovaciones como fuente y consecuencia de
las relaciones de género, y la agencia ausencia de las mujeres en la aplicabilidad de tecnologías
apropiadas a un desarrollo armonioso de los contextos rurales de los países emergentes.
Así, la renegociación en las relaciones de poder entre los géneros será fundamental en el
proceso del cambio tecnológico preciso para la modernización de los citados espacios, porque perse
las revoluciones o renovaciones tecnológicas no crean nuevos mundos sociales, sino que pueden
transformar los términos en los que se producen las relaciones sociales, económicas y de poder.
Otro de los problemas implicados en este análisis es que la inmensa mayoría de los estudios
que se han hecho desde este nuevo paradigma parten de una cierta visión etnocéntrica, ya que centre
su mirada en los contextos humanos y las teorías de la globalización, primando los análisis sobre las
transformaciones transnacionales interesantes desde visiones occidentales u occidentalistas,
analizándose sobre todo las nuevas tecnologías de la información y no otros procesos técnicos que
están aconteciendo en sociedades rurales más tradicionales (3) y a menudo en estos análisis no queda
claro si en este futuro digital de la “sociedad de la información” serán transformadoras y cómo lo
serán (4).
Incluso en esta “economía del conocimiento”, todas las relaciones sociales están siendo
transformadoras, quebrándose las jerarquías tradicionales casi planetario (5), ignorándose u
obviándose los ejes de desigualdad en las relaciones de poder de género. Una muestra de este
desequilibrio es la identificación del monopolio masculino sobre la tecnología como “una importante
fuente de poder” (6).
Otra cuestión fundamental en esta relación entre máquina, sociedad y género es la no
neutralidad tecnológica, su instrumentalización como mecanismo de dominación sobre la naturaleza
y las mujeres, este proyecto ilustrado propagado por la Revolución Científica de “cosificación” de la
naturaleza, “domesticación” de la Tierra y sus recursos en nombre del progreso, entendido como
crecimiento, y el papel de ordenación y control social de las mujeres como reproductoras del orden
doméstico, consideradas estas tareas marginales y subsidiarias en este papel “civilizador” encarnado
en lo masculino y lo considerado viril.
Hoy en día reivindicamos una tecnología basada en valores de sostenibilidad medio
ambiental y social, una de las estrategias fundamentales en los nuevos modelos de desarrollo rural y
otra geopolítica transnacional, porque también las relaciones de producción globalizadas están
segmentadas en género y clase social; y pueden ser percibidas en los contextos locales rurales de las
sociedades periféricas.
El trabajo productivo fue primeramente tecnificado, las competencias con las máquinas
fueron consideradas masculinas y los trabajos menos tecnificados los más aptos para las mujeres, así
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la maquinaria industrial es diseñada por y para hombres. Podríamos decir por tanto que en ámbito
laboral la tecnología es patriarcal ¿Y qué ocurre con el ámbito doméstico? Los procesos de
modernización llegaron a los hogares urbanos y occidentales y están con mayor o menor intensidad a
otros contextos rurales, pero lo que hemos aprendido es que esta innovación tecnológica del trabajo
reproductivo no ha paliado del todo lo más ingrato de esta actividad, ya que su propia naturaleza es
su privacidad, desprestigio social, descentralizado, fatigoso, a tiempo completo… (7). Aquí también
podemos percibir la segmentación sexual de las tareas domésticas y la organización social de la
familia como división en categorías de género.
Actualmente, incluso debemos tener en cuenta que el trabajo productivo y reproductivo son
dos caras de una misma moneda y que el primero no puede “funcionar” sin el segundo, poniéndose
de manifiesto algo fundamental y es que, las identidades femenina y masculina no sólo se transmiten
por procesos de enculturación familiar, sino a través de todas y cada una de las relaciones sociales.
Las perspectivas de género en la electrificación rural solar fotovoltaica
En principio, es aceptado que la energía solar es una tecnología que no exige decisiones ni
dependencias de alto nivel, por lo cual es considerada idónea para las zonas rurales periféricas. Pero
con relativa frecuencia estos proyectos terminaron produciendo insatisfacción en los usuarios, y en
casos extremos incluso pueden acabar abandonándose los sistemas fotovoltaicos.
Estos hechos han planteado numerosas cuestiones, recogidas en diferentes autores. A
menudo se buscaron razones culturalistas, difícilmente asumibles, argumentándose una
incompatibilidad radical entre nuevas tecnologías y contextos sociales alejados de aquellos en los
que se desarrollaron y diseñaron, sin embargo, este nuevo determinismo tecnológico está siendo
contestado por infinidad de pruebas empíricas.
La reflexión de Geertz (8) a propósito de la cultura islámica es crucial, cuando resalta como
la ortodoxia coránica es adaptar a sus fieles al mundo de la ciencia y la tecnología modernas.
La adaptación inicial de la energía solar tiende además, a ser fácilmente acogida, ya que como mi
propio trabajo de campo en África demuestra, la categoría simbólica “Sol” es universalmente
reconocida. Y vinculada a la idea de luz, fuerza, poder y plenitud, lo que repercute positivamente en
su comprensión y captación de su utilidad (9).
Es pues imprescindible un enfoque social de la tecnología, que considere y atienda a un
conjunto de aspectos que más bien tienen que ver con la estructura social y los mecanismos de poder
de las comunidades receptoras, como anteriormente se argumentaba.
En este enfoque social de la tecnología, el análisis de ineludible y transversal a todo el proceso de
innovación, desde el propio diseño y planificación de la mejora, hasta las últimas fases de evaluación
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de resultados. En primer lugar porque tiene incidencia en la inicial evaluación de necesidades
energéticas, sólo así podemos conseguir una eficiencia energética.
Para atender a las necesidades sociales es necesario tener un cuadro de los estándares en los
contextos domésticos, estos contextos domésticos y familiares son femeninos y están feminizados,
por lo que a menudo en muchos programas de modernización rural, al no tenerse en cuenta esta
visión se obvia la importancia de contar con el universo femenino. La tipología familiar, el tipo de
matrimonio o los trabajos y horarios domésticos serán fundamentales a la hora de diseñar el sistema.
En Senegal, por ejemplo, la iluminación doméstica privada atendiendo al cabeza de familia no era la
adecuada, ya que en la familia polígama, todas las esposas deben tener los mismos beneficios (10).
El impacto social de este tipo de electrificación es incrementado cuando los usos son menos
habituales o más desconocidos por la comunidad, pero, a menudo, son considerados desconocidos
por los promotores por no recoger la voz de las mujeres, son diseños hechos por hombres,
informados por hombres, que desconocen muchas de las prácticas cotidianas de subsistencia que en
estas colectividades son asumidas por las mujeres.
Así, en África, el molino de grano es a menudo considerado un complemento accesorio para
un desarrollo sostenible, siendo, sin embargo, fundamental en la producción alimenticia diaria de los
hogares (11).
Desde un cierto determinismo, se ha generalizado sobre una tendencia a tratar a las mujeres
como víctimas pasivas de la tecnología (12), sin prestar la atención suficiente a la gerencia de las
mujeres, y si además estas mujeres son campesinas pobres, se tiende a pensar que carecen, además
de estrategias de género.
Como antes comentábamos, estas tecnologías se insertan fundamentalmente en los procesos
familiares y en actividades ligadas a la gestión de lo doméstico y en las sociedades tradicionales
éstos se hallan en manos de las mujeres. Este fenómeno, a veces ignorado, hace que si las divisiones
de género no son tenidas en cuenta de forma transversal en todas las fases del programa, la
proliferación de efectos imprevistos e indeseados aumente. El conocimiento de la estructura social
comunitaria es también el acercamiento a los mecanismos de respuesta y empoderamiento femenino.
Uno de los servicios comunitarios diseñado en un proyecto de energía solar en África, fue la
instalación de un molino de grano. Desde el inicio se contó con las mujeres para el diseño y la puesta
en marcha de este servicio, que aliviaba el duro trabajo diario de la molienda manual femenina. La
gestión del molino era de las mujeres agrupadas en una asociación.
Durante los primeros meses del proyecto, resultó ser éste el servicio comunitario mejor
gestionado y del que más beneficios económicos se obtenían. Esto fue motivo para que el comité de
gestión del proyecto, controlado en su totalidad por hombres, decidiera unilateralmente, que el
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molino debía, también, ser gestionado por ellos, como el resto de servicios públicos. La respuesta de
las mujeres fue volver a la molienda manual, negándose a utilizar el molino.
Un primer análisis de este hecho nos puede hacer pensar en la resistencia de las mujeres a la
innovación técnica, pero una lectura más atenta de este hecho nos hace reflexionar sobre
mecanismos de resistencia pasiva como estrategia de cambio social de las mujeres.
Sólo cuando el molino retornó a las mujeres, ellas regresaron a esta tarea mecanizada que
siempre habían controlado y aliviaba el duro trabajo diario; asumiendo que debían pagar al comité
de gestión de la planta solar una suma de dinero por la energía consumida (13).
Sostenibilidad social us Ecología
Incluso tratándose de una idea aun establecida, la sostenibilidad ecológica no se produce
automáticamente por la aplicación de una energía renovable, aun cuando estas estén definidas por su
buena salud medioambiental. Si queremos un desarrollo sostenible, debemos que tener en cuanta,
también, los mecanismos sociales, el poder que genera el control de una tecnología, la flexibilidad de
su uso, su idoneidad, etc.
Por lo tanto una tecnología determinada no potenciará modelos sostenibles perse si no es
adecuada a un contexto social determinado que, obvio, encuentra agentes sociales implicados.
Asimismo es aquí en donde debemos reflexionar sobre las divisiones jerárquicas entre hombres y
mujeres, y cómo éstas se plasman en las diferentes formas en que las mujeres viven y experimentan
la tecnociencia dependiendo de un emplazamiento. Poniéndose también en cuestión el modelo
occidental que privilegia las preocupaciones y experiencias de las mujeres blancas occidentales.
En este sentido, sí la “sociedad del riesgo” (14) que nació en Europa, supo aglutinar la
creciente preocupación popular sobre los efectos de la tecnociencia en los procesos sociales y
medioambientales.
Este concepto de incertidumbre, cada vez mas transfronterizo, transita el norte y el sur,
tomando diferentes rostros, pero sosteniendo que es preciso, no solamente cambiar el modelo
tecnológico, sino recoger nuevas solidaridades que estén gestando nuevos movimientos colectivos de
contestación, donde las mujeres tienen una imaginativa presencia.
Referências Bibliográficas
(Notas de fim)
(1)
Elliot D. R. (1998) “El control popular de la tecnología” Barcelona. Edic. Gustavo Gili.
(2)
Wynne B. (1995) “Technology Assessment and reflexive social learning: observations from
the risk field” En a. Rip, T. J. Misa, J.Schot (eds). Managing Technology in Society. Pp19-36.
Londres. Edic. Pinter.
6
(3)
Daniel Bell (1991) “El advenimiento de la sociedad postindustrial” Madrid. Alianza Edic.
(4)
Castells M. (1999) “La era de la información” Vol I, II, III. Madrid. Alianza Edi.
(5)
Giddens A. (2002) “Un mundo desbocado” Madrid, Taurus.
(6)
Wajcman J. (2006) “El tecnofeminismo” Madrid, Cátedra, serie Feminismos.
(7)
Schwartz R. (1983) “More work for mother: The ironies of household technology from the
open hearth to the microwave” Nueva Cork, Basic Books.
(8)
Geertz (1994) “Observando el Islam” Barcelona, Paidós.
(9)
Montero M. (1992) “Sociedades rurales e innovación tecnológica: reflexión preliminar” en
Política y sociedad. Enero. Madrid.
(10)
Montero M. (1998) “Energía solar para Senegal. Éxito de un programa español en la aldea
de Motto” en Integral. Marzo. Barcelona.
(11)
Montero M. , Egido M. A., Lonezo A. (1989) “Strategies for the stablishment of P. V.
systems in rural electrification” Photovolttaic Solar Energy Conference. Friburgo.
(12)
Wajeman J. (1991) “Feminism con pronts technology” Penn State University Press.
Cambridge.
(13)
Montero M. (2000) “Desarrollo sostenible y espacios periféricos” en Saco A. , López M.,
Méndez A. y González M. Espacios e Politicas Sociais. University de Vigo. Vigo.
(14)
Beck U. (2002) “La sociedad del riesgo global” Siglo XXI de España. Madrid

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