Copia digital - Biblioteca Virtual de la Provincia de Málaga

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Copia digital - Biblioteca Virtual de la Provincia de Málaga
1
^8
NUESTRA
BAHIA
(Arte fotográfico
L a rada de Málaga, de noche, o de día,
con sombras nocturnas, o luz zodiacal,
ofrece el encanto de la poesía,
que expande su ambiente sobre esta bahía
por un misterioso poder celestial,..
•
•
de D . J u a n
A.
López)
L a torre gallarda del templo cristiano
se yergue en las sombras de la población,
visible al navio que cruza lejano..,
cual símbolo sáxeo del credo romano..,
cual faro divino de la religión...
L.
CAMBRONERO
Número 30 Céntimos
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PORVENIR
Almacén de Calzados al por Mayor y Detall
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Redacción y Administración:
ECHE6ARAY, 4, bajo derecha
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Semestre
Trimestre
Un mes.
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Málaga 9 de Diciembre de 1922
autoridad económica, la única que
tiene, no pudiese pesar en ningún
sentido. El poder público adaptado
al ambiente: desde mi punto de
vista, el menos responsable,porque
las resoluciones de la autoridad
gubernativa necesitan los estímulos
manifiestos de la pública opinión;
aunque...claro es, ha estado m á s
ausente en er lado de los proletarios.
Nada tiene de extraño, pues, que
a Málaga no llegue siquiera el reflejo de loque España está liquidando en el debate parlamentario
de las responsabilidades, iQue m á s
le dá, que estas queden impunes o
sancionadas: que Berenguer salga
indemne o residenciado para siempre: que Sánchez Guerra después
de abatir a los débiles muestre su
minúscula condición de cacique de
aldea; que Bergamín concrete toda
su decantada preparación económica para el ministerio de Hacienda, en el recargo de la contribución
industrial y en el aumento de la
clasificación de las tierras que no
han sido caíastradas; que los conservadores españoles y algún que
otro liberal, hayan dejado el país
sangrado y sin alientos, el tesoro
nacional en ruinas, el ejército deshecho y sin prestigio, el decoro español por el suelo, la justicia en
flagrante prevaricación, los fondos
públicos malversados! Y ante este
cuadro viviente de desdichas y de
vergüenzas, en Málaga no apunta
siquiera la iniciativa de sumarse,
aun por mera fórmula de bien parecer, a esa manifestación proresponsabilidades del Ateneo de
Madrid que va adquiriendo empuje
y resonancia hasta en los m á s pequeños rincones de E s p a ñ a .
Firmemente creo,que aquí somos
todos «pacíficos reaccionarios»,
«pasivos colaboradores de todo lo
.
NUM.
POR FRANCISCO
Si se dice que E s p a ñ a es una nación indiferente, una colectividad
enferma y sin pulso, Málaga es, sin
duda alguna, su miembro menos
vital, su circuito orgánico m á s acabado y atónico. Los alientos un
tanto vigorosos de otras provincias
españolas son aquí tenues suspiros
de desfallecimiento. No hay un sector de la vida local en que pueda
decirse, que se rompe el ritmo de
muerte que todo lo acompasa.
Vedla, cuando las pobres mujeres del pueblo malagueño son
muertas a balazos en las calles más
céntricas de la Ciudad; vedla,
cuando a su puerto afluyen levas
de hombres sanos y fuertes para
que la vorágine africana les devuelva el saldo de heridos y enfermos que la muerte no quiso; vedla,
ante las horrendas perspectivas de
ruina económica con que le brindaba la remora en los conciertos
comerciales con el extranjero; vedla, ante todos los problemas nacionales que vienen conmoviendo la
vida española; y sólo,sólo lograreis
observar el mismo gesto de indiferencia, la propia mueca de suicida
apatía que ha mostrado durante
esos cuarenta días de huelga en
que ha estado paralizada la acción
del trabajo, acumulada y vigilante
la fuerza pública, enarenadas las
calles, y campeando libremente el
hambre por los hogares de miles y
miles de trabajadores malagueños.
Ni una voz, ni una actitud, ni una
sóla iniciativa de humanidad fuertemente sentida, han salido de ningún corazón malagueño para intervenir piadosamente en la última
contienda social. Hasta algún personaje a quien sorprendió el conflicto en puesto de obligada intervención, tuvo la oportunidad de
Wear un viaje altruista, como todos
sus actos anteriores, para que su
.
. 1 4 Pesetas
7
3.50 »
. 1,20 »
20
TIMONET.
que caiga en perjuicio y daño irreparable de la colectividad nacional». Que las clases conservadoras
se amolden de buen grado a esta
parálisis de la acción colectiva, es
una cosa condenable, pero lógica.
Que a los usufructuarios del Régimen les parezca de perlas, esta
atrofia de la dignidad ciudadana
que les permite un eterno regodeo,
también es explicable; pero que los
titulados hombres de izquierda tengan el sentimiento liberal tan quieto
y acorchado, es un síntoma gravísimo de irremediable degradación.
El pueblo proletario entietenido
en organizar el egoísmo, la desconfianza y el desamor, no tiene
una palabra, ni un aliento para algo
que sea la afirmación de alguna
esencia democrática. Anquilosado
en los chirreantes mecanismos de
su estructura sindical, como es lógico, le falta espiritualidad hasta
para hacer una protesta viril, cuando es atropellado. No comprende
que la libertad es como ambiente
necesario a su propia actuación; y
que la solidaridad de los otros
sectores ciudadanos no se obtiene
desde el nivel de desvío y apartamiento en que se empeña en situarse.
El grito de Berenguer
POR GOR.
Al fin ha respirado el general
Berenguer en el Senado por la herida del Régimen. «Si 'a opinión—
ha dicho—quiere mi sacrificio,quiere una víctima, aquí estoy dispuesto a sacrificarme por la patria y por
la opinión». Si este pobre hombre
hubiera empezado por ahí, no se
V I D A M A L A G U E Ñ A . — R e v i s t a Semaníil
hallaría hoy en trance de que el
Régimen lo haga su víctima propiciatoria. Desde las alturas de su
Comisariato africano no llegó a
columbrar las tristes perspectivas
de estos días. Aquellas grandezas
de virrey no podían menos de ocultar a un pobre miope, las adversidades del caudillo caido y residenciado.
Ahora bien, el grito un poco teatral del antiguo Comisario 'de Marruecos, no ha sido del todo sincero ríi valiente. En vez de decir que
la opinión quiere una víctima, ha
debido aludir al régimen; en vez de
ofrecer su sacrificio a la patria, ha
debido brindárselo a la Monarquía,
porque ni la opinión ni la patria han
tenido la culpa de sus flaquezas, ni
de sus generosidades marcadamente serviles.
Si los documentos que contenía
el forzado cajón de la Comandancia de Melilla, no los hubiese sustraído al foliado del expediente Picaso, a buen seguro que a estas
horas no estaría forcejeando contra
el espectro de la responsabilidad.
Gozó en su día de la ficción de un
recibimiento triunfal de caudillo
vencedor, y hoy se extraña y se lamenta de que al dar aquella la faceta de la realidad lo muestre a él,
simplemente, como al General en
jefe que ha perdido el territorio que
le dieron conquistado. Si mostró
en aquella ocasión su acendrado
amor al Régimen, éste no pudo hacer mas que pagarle con la m á s
alta distinción, sus evidentes fracasos militares y políticos. ¿ Q u é
pretende aún; que aquella apoteosis de la estación de Atocha perdure en ocultar la tragedia atricana
con sus once mil muertos y sus miles de millones perdidos? No, señor
Berenguer,si aquel fué día de gozar
como buen palatino, ahora es la
hora de soportar con paciencia la
alternativa de la fortuna. La salud
de la patria exige imperiosamente
que se aplique justa sanción a los
responsables de tanto daño y tanta
vergüenza; y cuando castigue al
que fué General en jefe de un ejérto desmoralizado que huyó ante las
sombras de unas tribus salvajes,
no habrá castigado a un inocente.
CUENTOS DE RISA Y DE LLÁNTO
La delatora horquilla
POR ANTONIO GASCÓN
Mercedes termina de cepillar el traje nuevo
a su marido. Le Ha preparado la camisa
limpia y le ha puesto en el cuello almidonado la corbata de las grandes solemnidades. Y d e s p u é s de todos estos preparativos, va a la alcoba, abre las maderas
del balcón para que entre la luz matinal,
y se acerca a la cama, en donde duerme
el marido.
MERCEDES.-Jaime!... ¡Jaime!... ¡Son las
nueve.
jos... y tampoco puede resistir la terttación:
lo desenvuelve.
JAIME.—(Con la imbecilidad que todos
manifestamos cuando acaban de despertarnos). ¿Ya?... ¿Las nueve ya?... ¡Parece
mentira!
LA D O N C E L L A . - S e ñ o r i t a . la señorita
Enriqueta espera en la sala.
Mercedes corre como mía exhalación al
encuentro de su amiga.
M E R C E D E S . - ¡Enriqueta!... Enriqueta!
¡Soy muy desgraciada! ¡Muy desgraciada!
ENRIQUETA.—¡Pero, chiquilla! ¿Qué te
pasa? ¡Vamos, tranquilízate y cuéntame!
MERCEDES.—¡Si estoy muy tranquila!...
¿No lo ves?... ¡Muy tranquila!... ¡Como que
iba yo a alterarme por ese... (La frase no
termina. Mejor es así). ¡Estoy completamente tranquila!
ENRIQUETA.-(Sonriendo).Bueno;pues
tranquilízate todavía un poquito más. Y dime que es lo que te pasa.
MERCEDES. (Consultando el relojito
de pulsera). Las nueve y cinco.
JAIME.—¿Me has preparado e l traje
nuevo?
M E R C E D E S — S í . Todo lo tienes dispuesto.
JAIME.—¿Para q u é me h a b r á llamado
el Ministro? Ayer, cuando estabaftart tranquilo en el Negociado, entró un ordenanza
y me dijo...
MERCEDES.—«De parte del señor M i nistro que se presente usted mañana en su
despacho a las diez en punto». Ya me lo
dijiste ayer.
JAIME.—¡Es verdad! Estoy medio dormido aún. ¿Pero q u é demontres me querrá
el Ministro? Como no sea para ofrecerme
una plaza en su secretaría. Es nuevo y aún
no la tiene montada. Le dije a Ramírez que
me recomendara, pero no sé, no sé...
Y se sienta en la cama, con las piernas
colgando. Pero no abandona esta posición.
MERCEDES.—Sí, hijo; piénsalo bien.
Hay cosas que se deben pensar muy detenidamente, y esta de ponerse los calcetines
es una de ellas. ¡Perezoso!
JAIME.—(Comenzando a vestirse y como sí hiciera uu acto de heroísmo). ¡Valor!
Se viste, se lava, toma el desayuno, hojea y ojea el periódico de la mañana. Y ya
en el vestíbulo:
MERCEDES.—Hoy, que llevas el traje
nuevo, aprovecharé para limpiarte el de
diario.
JAIME—Bien.
MERCEDES.—Toma: el abrigo, el sombrero, el paraguas, que parece que va a
llover. Ponte también la bufanda. Hace
hoy un día muy frío. (Primer bes#). Que no
fumes por la calle, te puedes constipar.
(Segundo beso). ¡Ah! toma los guantes.
(Tercer beso).
JAIME.—¡Uf!..* ¡Las d i é z m e n o s cuarto!...
Adiós!
MERCEDES.—Hasta luego. (Cuarto beso). Que no te olvides de comprarme a la
vuelta la obra que te dije anoche. Ya sabes: «El hombre de la rosa blanca». (Quinto
y último beso). ¡Adiós!
Con el cepillo en la mano se disporte a
la limpieza del traje. Al cogerlo la cartera
cae al Suelo. El marido, sin duda con la
precipitación, la ha dejado olvidada. ¡La
cartera del marido! Se agacha para recogerla... La contempla con los ojos fijos,
muy fijos... y no puede resistir la tentación:
la abre.
MERCEDES.—La cédula, dos billetes
de Banco, el «carnet» del Círculo, dos t i m bres móviles, cinco sellos de Correos, tarjetas de visitas y... ¿qué será esto?... Un
paquetito envuelto cuidadosamente en papel de seda. ¿Qué será?
Lo contempla con los ojos fijos, muy f i -
MERCEDES. — ¡Una horquilla!... ¡Una
horquilla de concha!... ¡Y no es de las que
yo uso...
MERCEDES.—A mi no me pasa nada.
ENRIQUETA.—¿Entonces?
MERCEDES.—A quien le pasa algo es
al granuja de mi marido.
ENRIQUETA.—¿Y qué le ocurre, vamos
a ver?
MERCEDES.—¡Nada, casi nada! ¡Que
no tiene ni pizca de vergüenza!
ENRIQUETA.—¡Mercedes, por Dios!
MERCEDES.—Mira esta horquilla. ¿ E s
eso tener vergüenza?
ENRIQUETA.—No comprendo híjita. No
se que es lo que quieres decirme.
MERCEDES.—Pues que me engaña cochinamente. Le he encontrado en la cartera esta horquilla cuidadosamente envuelta
¿Qué dices ahora?
ENRIQUETA.—¡No te pongas así! Por
una sospecha de esta índole, no debes ponerte de esa manera. Haz por descubrir la
verdad y en cuanto ya la conozcas, te sea
favorable o adversa, obra en consecuencia.
Pero ahora, no.
MERCEDES.—¿Pero que m á s verdad
que la que está diciendo esta horquilla
desde hace un cuarto de hora?
ENRIQUETA.— Sin embargo, sigue mis
consejos. Las apariencias engañan muchas
veces más que los maridos. Además de que
yo creo a Jaime incapaz de eso.
MERCEDES.—¡Defiéndele!... ¡Claro!...
¡Sí el pobrecito es un inocente!
ENRIQUETA.—No es que lo defienda;
pero te aconsejo prudencia, mucha prudencia. Unicamente eso; prudencia.
MERCEDES.—Si; mucha prudencia. Y
mientras, que él me siga engañando. ¡No
hija, e s t á s muy equivocada!
ENRIQUETA.—Como tu comprenderás,
yo no tengo nada que ver con esto. Sí te he
aconsejado, ha sido únicamente porque he
creído un deber de amiga el hacerlo así, y
porque me apena que trate tan injustamen«
te a un hombre como Jaime.
MERCEDES.—¿Injustamente?
ENRIQUETA.—¡Ciato!
MERCEDES.—¿Y esta horquilla? Dir ¿Y
esta horquilla?
ENRIQUETA.—¡Bah!
MERCEDES—Y t u sigues en su defensa... ¡Vaya usted a saber de quien será esta
horquilla!
V I D A M A L A G U E Ñ A . — R e v i s t a Semanal
ENRIQUETA.—¿Qué quieres decir con
eso?
MERCEDES—Lo que he dicho. Que
vaya usted a saber de quien será.
ENRIQUETA. — Me permitirás que te
dejes ¿verdad? Tengo muchas cosas que
hacer. He de ir a ver a mamá que creo se
encuentra algo constipada.
MERCEDES.—Siendo así no te entretengo. Adiós.
ENRIQUETA—Hasta la...
Va a decir «hasta la vista», pero no termina la frase.
MERCEDES.—Con esto que me sucede,
ya comprenderás que no tengo gana de
nada. Asi que la excursión que teníamos
proyectada para el domingo queda en suspenso.
ENRIQUETA.—Desde luego.
MERCEDES.—Adiós.
Cierra la puerta. Va al despacho del
marido. Revuelve los papeles. Abre los
cajones. Mira por todas partes. Pero nada
encuentra.
MERCEDES.—¡El infame!... ¡Qné bien
guarda las cosas de la otra!
En el gabinete rompe dos «bibelots».
Está nerviosa, muy nerviosa. Da un fuerte
timbrazo.
LA D O N C E L L A . - ¿ H a llamado la s e ñ o rita?
MERCEDES.—Sí. Tengo que hablar con
usted.
LA DONCELLA.—La señorita dirá.
MERCKDES.—Me he enterado de que
usted tiene novio.
LA DONCELLA—Se lo dije a la s e ñ o rita hace diez meses, cuando entré en la
casa. La señorita me dijo que era muy natural. Y me extraña que ahora la señorita
quiera hablarme de ello.
MERCEDES.—Bien, bien. Vaya usted
buscando casa. No quiero criadas con novio.
LA DONCELLA.—¡Pero señorita!
MERCEDES.—Nada m á s . Tiene usted
una semana para buscarse una nueva colocación, a no ser que prefiera usted dejar
esos amores.
LA DONCELLA.—Yo estaba muy contenta de la casa. También parecía que la
señorita estaba contenta conmigo. Pero yo
no puedo dejar a mi Pedro.
MERCEDES. - Entonces...
LA D O N C E L L A . - Y a sabe usted, s e ñ o rita, que solamente hablo con él los domingos, cuando salgo de paseo. Nunca 'he pedido permiso para salir en medio de semana. Ni tampoco podrá decir la señorita que
me entretengo en los recados.
MERCEDES.—No me importa nada de
eso. Ya lo sabe usted: le doy una semana.
Nada m á s . Puede usted retirarse.
Suena el timbre de la puerta.
MERCEDES.—¡El!
JAIME.—(Fuera). ¿Dónde e s t á la s e ñ o rita?
Entra con el rostro resplandeciente de
satisfacción.
JAIME.—Vengo conteritísimo. Efectivamente, el ministro me ha llamado para decirme que destina a su secretaría. Me dará sesenta duros mensuales de gratificación, aparte del sueldo. ¿Pero que te pasa?
MERCEDES. — (Poniendo una terrible
cara de juez de última categoría). ¡Caballero!... No me vuelva usted a hablar en su
vida. Es usted un infame indigno de ponerse en mi presencia.
Como es natural, el marido se pone lívido, da un paso hacía atrás, y cree que su
mujer no está del todo bien de la cabeza.
JAIME.—¿A santo de q u é viene esas
palabras?
MERCEDES.—(Sacando de su seno la
horquilla delatora). ¿Qué significa esto?...
¿De quién es?... Merece usted que...
No puede terminar. Ha quedado estupefacta, al ver que su marido ríe a grandes
carcajadas.
JAIME.—Pero, mujer...
Imposible. La risa no le deja concluir. A l
fin, hiposo, puede terminar.
JAIME.—Pero, hija,¿no te acuerdas? Esa
horquilla te la quité, cuando éramos novios, el d í a en que nos dimos el primer
beso... ¡Pero que mala memoria tienes!...
¡Ja, ja, ja, ja!
cuando partía
tan lejos de mi tierra
de Andalucía... ?
Después, cedi a consejos
y a realidades:
olvidé poco a poco
mi* mocedades;
y un hombre enamorado
me hizo su esposa,
para después hacerme
madre dichosa...
Pero ¿porqué s i tanto
bien me rodea
el recuerdo remoto
aún me recrea?
V aquel hombre en mi mente
¿porqué persiste... ?
Y s i no debo estarlo
¿porqué estoy triste..'.?
¿ E s que olvidar no pude
mi amor primero...
ni con mis propios hijos
que tanto quiero...?
¿ E s que clamor no muere
cuando nos deja
la dulzura infinita
de aquella reja?
S i peca s ó l o a veces
el pensamiento,
yo de ser pecadora
¡bien me arrepiento...!
pero borrar no logro
del alma mía
¡mi reja inolvidable
de Andalucía!...
Como üd ratón... "pelao"
POR X .
Rejas de Andalucía
POR LUÍS CAMBRONERO.
¡Rejas encantadoras
de Andalucía!
rejas de mis recuerdos
y mi alegría:
que'al través de una reja
llena de flores
me habló un hombre bizarro
de sus amores...
Me dijo que su vida
me la entregaba;
y me dijo mil cosas
que yo ignoraba...,
con palabras tan dulces
como las mieles,
entre aromas de nardos
y de claveles.
Ternuras y promesas
me cautivaron,
pero nuestros cariños
no se enlazaron...
¿Porqué no me seguiste
En la última sesión del Congreso, la del m á s formidable escándalo, la que quizá pueda resultar
histórica, el señor Sánchez Guerra
no ha podido desmentir su ilustre
prosapia política; no en vano el
cacique de Cabra, nació a la vida
pública de entre las simulaciones
artificiosas de un expediente electoral. En fuerza del empequeñecimiento de los hombres del Régimen, pudo elevarse al m á s alto
sitial de la gobernación del país, y
ya en él, la altura del puesto le hizo
ver que eran ficciones sin un átomo
de cardinal sustancia, todo lo que
rugía y amenazaba a su alrededor.
Tanteó a los pobres del cuerpo
postal, y cuando los confió y advirlió su flaqueza, los deshizo de
una plumada. Enardecido con este
fácil triunfo, fijó su atención en los
que gobernaban a Barcelona como
a cantón independiente: vió que
éstos no tenían a su espalda m á s
fuerza de opinión que las bandas
de pistoleros que se pagaban con
los fondos de las chirlatas, y los
deslituyó rápidamente con gran
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aplauso del país liberal. Observó
que un hombre sólo se atrevía con
las juntas de Defensa o Comisiones Inlormativas, y seguro ya de
que eran otra simulación de fuerza,
las disolvió en el acto.
Todos estos triunfos caldearon
su temperamento de «majo andaluz» y le hicieron sentirse capaz de
más atrevidas empresas y hasta de
triunfar en el Parlamento; y allá fué
arrogante contra el expediente Picaso. Se inicia el debate de las responsabilidades, y cuando todo el
mundo esperaba una gallardía más,
se apea por la escalera de servicio,
por la de su originaria condición;
ha ido al Parlamento tras la jefatura
del partido conservador: se ha levantado sólo para decir que él no
desampara a sus amigos.
Se enreda la madeja, y cuando
Maura apunta el lugar de escape de
todos los responsables, Sánchez
Guerra queda deslumhrado por el
espejismo de las palabras de aquél
y no vé lo intrincado de la maniobra que culmina en el salto de tigre
de C a m b ó . Afortunadamente para
la E s p a ñ a liberal, Melquíades Alvarez lo vé todo y lo desbarata todo.
La crisis subsiguiente y la sesión
tumultuosa del Martes han sido la
consecuencia obligada del problema planteado por el tribuno reformista ante el país entero. No hay
escape: en el callejón sin salida
que hán creado los errores las concupiscencias y los delitos de todas
las derechas españolas, evidenciados por el señor Alvarez, se apalean con furia sin igual,ciervistas y
regionalistas; los vivas a Grecia y
los mueras al.... atronan los ámbitos de la C á m a r a popular como
invocacienes apocalípticas; y ante
esta desbordante confusión que
dura dos horas, Sánchez Guerra,
el hombre de las majezas y del principio de autoridad, no encuentra
otra solución, no halla otra postura
que la de huir como un conejo; como un «ratón pelao», hacia la
C á m a r a regia. Parece como si el
destino se entretuviese en jugar con
las afinidades de origen.
El problema de las viviendas
Las casas en serie
En la Cámara francesa fué presentada hace unos meses, por los señores Loucheur y Bounevay, una moción pidiendo la promulgación de
una ley que decretara la construcción de 500.000 habitaciones baratas.
La enormidad de la cifra trajo 'sobre
el tapete una cuestión que preocupa
V I D A M A L A G U E Ñ A . — R e v i s t a Semanal
de día en día a los arquitectos e ingenieros; la construcción de casas en
serie.
Sabido es que la construcción en
serie, aplicada por fabricantes, norteamericanos principalmente, para la
construcción de máquinas de coser,
máquinas de escribir, automóviles,
etc., consiste en sistematizar la producción de tal manera, que la máquina a fabricar, se arme como un rompecabezas por el simple ajuste de
piezas construidas apartes y según
molde. Calculado de antemano las
piezas de la máquina, fabrícanse estas por centenares de miles, con
arreglo a patrón, y después^ aplicando el sistema de la repartición del
trabajo, cada grupo de operarios se
dedica al ajuste de una pieza especial y así puede darse el caso de que
ciertas fábricas, de automóviles por
ejemplo, fabriquen centenares de
automóviles diarios.
Esto tiene múltiples ventajas: una,
que la economía es inmensa toda
toda vez que la fabricación de piezas
puede ser encomendada a las máquinas, y toda vez qne se gana una
cantidad enorme de tiempo; otra,
que la precisión constructiva es mejor, pues la fabricación mecánica,
uua vez calculada con escrupulosidad, trae consigo una exactitud perfecta en ajuste; otra, que las recomposiciones pueden ser realizadas con
facilidad por medio de piezas de recambio; y otra, que la sencillez de
la sensillez de la construcción hace
también sencillo, y por ende, elegante, el aspecto de la máquina.
Belleza, utilidad, y economía; tres
ventajas de las construcciones en
serie. Habrá personas que crean antiestáticos todos estos productos
fabriles de la mecánica moderna; su
belleza no es, en efecto, del tipo tradicional, de las bellezas qne solemos
guardar en los museos; pero, sin embargo, tienen su belleza, no por suya y distinta de la tradicional, menos
evidente. Si nos examinamos imparcialmente, nos sorprenderemos en
mil ocasiones contemplando encantados nuestra máquina de escribir,
por ejemplo. Nos encanta, en efecto,
y no solo por la utilidad que nos
reporta^ sino por cierta belleza de la
precisión,porcierto encanto de aquella limpia exactitud de su mecanismo;
por la agilidad justa de su funcionamiento; por el grato aspecto de los
materiales, tan pulcros, tan brillantes,
tan expeditos. Si a nuestra máquina
de escribir le pusiera algún decorador unos adornos estilo Luís XV,
protestaríamos como ante una herejía, y parecería nuestra máquina tanto más fea cuanto más adornada.
La economía del sistema es fantástica, desde luego, y sin recurrir a
otras consideraciones, piense cada
cual lo que le costana encargar a un
forjador, fundidor y constructor, la
confección y fabricación de una máquina de escribir. ¿A qué precio nos
saldría la máquina sólo de mano de
obra? Se centuplicaría, con toda seguridad, el precio de la máquina que
tenga hoy precio más alto en el mercado no da idea-del precio del coste,
infinitamente recargado cuando llega
el comprador, con los porcentajes
fabulosos de propaganda corretaje
de venta y otros gajes análogos.
Pues bien; las casas pudieran ser
también construidas en serie, y los
inquilinos podrían aprovechar todas
las ventajas del sistema.
Le Corbusier Saugnier, arquitecto
francés y Augusto Perret, arquitecto
galo asimismo, han publicado sendos
proyectos de casas en serie.
Uno de ellos propone corno medio
constructivo, la proyección por aire
comprimido de cal o de cemento
sobre una armadura metálica.
Otro propone varios medios: el
acero y el cemento en unos casos,
en otros, dada la Carestía del acero;
células de amianto-cemento en placas de siete milímetros de grueso y
rellenos con materiales groserps como piedras, grava, chinarros y cascotes procedentes de derribos, todo
ello aglutinado en una lechada ligeriza de cal que da resistencia al muro y deja al mismo tiempo en él
grandes huecos que daji al muro un
coeficiente aislador considerable.
El aspecto de estas casas, en donde se ha suprimido todo lo supérfluo,
es de gusto armónico sencillo, ganando en armonía con la uniformidad; porque la uniformidad cuando
es sabia y guarda proporción de dimensiones, en vez de dar monotonía
da, por el contrario, elagancia.
La fabricación de casas en serie
es un problema resuelto: la ciencia y
la industria de la construcción cuentan actualmente con todos los materiales y sistemas constructivos necesarios para que pudieran emprender
la tarea en el acto, en cuanto alguna
voluntad emprendedora quisiese poner mamos a la obra.
La rapidez en la construcción es
asombrosa; una fábrica francesa de
aeroplanos se ha dedicado después
de la giieiTa,9a construir cosas transportables en serie, con los mismos
materiales que emplea para la construcción de aeroplanos. Las casas
son lindas, sencillas, útiles y pueden
ser transportadas—armadas porcompleto—sobre el cliassis de un camión.
Hay actualmente sistemas de fabricación, según los cuales, se construye una casa sin más que levantar una
especie de molde y verter por arriba
cemento líquido como quien llena
una botella. En poquísimos meses
puede hacerse lo que hoy nos lleva,
a veces, años.
V I D A M A L A G U E Ñ A . —Revista Semanal.
LA IMPERIAL
Por
es
Confitería - NOEYA, 52
tener expertos operarios,
l a QaSa
que \)sce mejores
PASTELES
DULCES
BOMBONES
Y PASTAS D E TÉ
Se Ixacen en.caxg'os ele tod.a,s clases
Dice que es nuestro hermano.
Que al tporir,—y la muerte está en acecho
De los pobres h u m a n o s Tenga en mi diestra el Cristo de mi lecho
Y en la izquierda, tus manos.
CñRTfl
MI
HOGAR
Pou CARLOS M A R T E L .
Quiero vivir en un hogar cristiano,
Que al de mis padres tenga por ejemplo,
Mansión tranquila de un corazón sano,
Digna de ser un templo.
Donde una santa para compañera,
Como lo fué mi madre, he de elegir.
Cuyo calor fecundo me indujera,
con su amor a vivir...
Que Cristo entronizado en nuestros lares
Sea el testigo fiel de nuestras vidas
Que bañe con su sangre las heridas
Que causan los pesares.
Quiero que reine allí la dulce calma
Que es hija del cariño
Santa escuela del alma
Donde formaise pueda, en hombre, el niño.
Y es mi ilusión y mi mayor anhelo
La de tener retoños como soles
A los que ha de inculcar todo mi celo
Vivir como cristianos y españoles.
Quiero que trabajando con constancia
Gana el pan, el sudor de nuestra frente:
¡Feliz aquel que vive humildemente!
Que es la virtud ajena a la abundancia.
Que la trémula mano del mendigo
No llame nunca a nuestra puerta en vano
Que el Cristo que elegimos por testigo
ABIERTA
Al Ministro de Gracia y Justicia.
Como mi actuación en la política
toda mi vida desde mi juventud me
ha enseñado que es más fácil que
pueda un m i n i s t r o hacer justicia
cuando se la demanda un diputado
en el Parlamento o un simple ciudadano en letras de molde, me permito,
llamar sü atención sobre el recorte
que va a continuación, de La Voz
Médica, de Madrid.
Lo que no dice ese suelto y se nos
nos dice por carta, es que el médico,
Sr. Ministro, fué conducido a pie
desde el pueblo de Benamargosa a
Vélez-Málaga; sacado de su domicilio sin almorzar; sin que pudiera admitir el ofrecimiento de una caballería; y que para decretar su libertad
bajo fianza, se le embargaron muebles por valor de dos mil pesetas.
Lo que no dice ese suelto es que
desde el 10 del pasado Septiembre
en que celebraron elecciones parciales para aquel Ayuntamiento, a pesar
de la querella presentada contra las
autoridades de Benamargosa (por
detención arbitraria, falsedad de una
proclamación por artículo 29, etcétera, según tengo entendido), hasta
el 11 del corriente no se ha procesado al alcalde de dicho pueblo, a un
concejal y a otros seis individuos; y
en la fecha que escribo a V. la presente, aún no se ha suspendido a los
dos primeros en sus funciones municipales por el Sr. Gobernador.
Lo que no dice ese suelto es que
debe tener un protector poderosísimo ese juez municipal de Benamargosa, cuando siendo autor, inspirador, instigador, según voz pública de todos los atropellos sigue riéndose de los vecinos y de la justicia,
que, por lo visto, sirviendo a gusto
del Sr. Diputado del distrito, nada
tiene que temer.
Gobierno que tiene en su favor
tantos actos de justicia en asuntos de
de interés público, ¿cómo desprecia
los de administrar justicia al por menor en los pueblos azotados por el
caciquismo, como son los del distrito de Vélez-Málaga, donde, para no
citar sino dos casos, en Arenas y
Benamargosa, se burla la ley, se
prende candidatos, mesas electorales,
vecinos honrados que no cometen
más delitos que ser enemigos de la
Casa Larios; entidad ciertamente poderosa, más fuerte que los generales
Anido y Arlegui, que las Juntas de
Defensa, Cuerpo de Correos, etc., etcétera.
Ahora, Sr. Ministro, veamos si
V. siente los arranques de indignación y procede con mano fuerte para
que cese en Canillas de Aceituno la
persecución contra un juez municipal, porque el Tribunal Supremo le
nombró resolviendo un recurso; y
cese, asimismo, contra ese médico, y
contra todas las personas amenazadas por el Diputado del distrito,
porque o son neutrales o no le son
afectas. Y lea, lea el siguiente suelío
y recuerde la ley de Enjuiciamiento,
a ver si hay derecho para no pagar
a los peritos cuando estos no sean
amigos del alcalde, del juez municipal y del tinglado caciquil. Y, en su
honorabilidad,estoy seguro de que al
terminar la lectura, sentirá subir al
rostro el sentimiento de la dignidad.
VID \ .\rAL \O.UENA.--TÍ,.'vi.sU Somníml
E l famoso c a m i ó n
blindado de todas Ins descubiertas, mandado por el sargento
de Ingenieros s e ñ o r Rendaño.
(Fot. t u q u e )
que se rebela ante e! estado moral
del país, el cual reclama por una
extirpación general del montaje de
esta forma de Gobierno que padecemos en España, y que desde Maura
hasta Costa fué definida con este
nombre: CACIQUISMO.
«El médico titular de
Benamargosa está preso
Legmos en «El Cronista» de Málaga, que el médico titular de Benamargosa, D. Augusto Gutiérrez Ruiz, ha
sido preso judicialmente, culpado de
desobediencia y denegación de auxilio.
La Guardia civil de aquel puesto
realizó la detención días pasados en
en virtud de requerimiento por parte
del juzgado Municipal.
Lo ocurrido entre el Juez y el Médico no ha sido más que una negativa del segundo a reconocer e informar como forense, del herido por
intento de suicidio, Miguel García
Calderón.
Alegaba para negarse a. prestar
dicho servicio, que el Ayuutamiento
no le había pagado aún sus honorarios por una diligencia de auptosia de
hace algún tiempo.
Llegado apercibimiento del Juzgado Instructor del partido, como insistiera en su actitud, ha sido encarceado.
La Guardia civil,teniendo en cuenta, en primer lugar, las malas condiciones del arresto municipal, y en
segundo una posible alteración del
Orden, porque el Médico en cuestión
es republicano y gusta de alentar a
las masas, le ha conducido a la cárcel de partido, donde quedó a disposición del Juzgado que lo reclama.
Estamos seguros que la clase médica prestará su apoyo moral a ese
compañero encarcelado por no querer servir de balde a la justicia. Que
le sirvan gratis sus funcionarios, los
magistrados, si es que tanto amor
sienten por la justicia; pero cobrando
ellos no sabemos por qué regla de
tres pueden obligar a trabajar de
balde a los demás>.
Y, basta por hoy Sr. Ministro de
Gracia y Justicia.
H. GlNER DE LOS RÍOS.
Granada y Noviembre de 1922.
E L FATIDICO GUADALMEDINA
Una voz de alerta
POK E L DOCTOR PABLO LAZARRAGA.
1
Era el año de 19...
Nos despidió el mes de Agosto con temperaturas asfixiantes propias de una estepa tropical.
Enervada la Naturaleza por el esfuerzo
procreador realizado en la fecunda primavera y adormecida a ú n por los terribles
calores del verano, se apresta a reanudar
su eterna labor do r e n o v a c i ó n .
Bandas do aturdidos pajarillos recorren
la c a m p i ñ a disponiéndose a emprender sus
periódicas migraciones invernales, luego
de haber animado con sus arrullos amorosos las verdes enramadas de nuestras
frondosas vegas y e x p l é u d i d o s jardines.
Empieza a marchitar y desprenderse la
hojaresca que cubria de intensa verdura
los copudos árboles de nuestro parque delicioso.
Se vislumbran en lontananza las primeras nubecillas heraldos del otoño que a
los pocos dias so condensan en impo7ientes
nubarrones, aprisionando entro sus negruras las crestas pintorescas do las montanas vecinas que furman el fondo do ideal
e incomparable panorama.
Percibonse en la lejam'a ecos apagados
de tormenta que se confunden con la a l gazara propia de nuestro mes de Septiembre y que pasan desapercibidos ante la
animación y el jolgorio que aportan a
nuestra ciudad el mumeroso contingente
do forasteros, y el soberbio y alegre muj e r í o con sus trajes vaporosos, casi ya
compai-abies por su sencillez y transparencia con la paradisiaca indumentaria
de nuestros primeros primogenitores.
L a noche envuelve con sus sombríos
celajes a la Ciudad bulliciosa e inconsciente que mereció ser la perla del mar
Mediterráneo.
L a luna con sus destellos refulgentes
1-ucha por abrirse paso al t r a v é s de los g i rones de un cielo ceniciento y amenazador.
Rojizos resplandores alumbran ol h o r i zonte encapotado. Comienzan a retumbar
con estrépito imponente truenos ensordecedores que infunden pavor en el corazón.
Son loa aldabonazos del eterno fantasma, del fatidico Guada!medina, del siniestro torrente que a n t a ñ o fecundaba con
sus aguas cristalinas las floridas m á r g e nes que lo encaiizaban, y hoy solo lleva en
sus ondas de cieno la d e s t r u c c i ó n y la esterilidad.
Principian a caer las primeras gotas,
redobla el truene con m á s furor a medida
que avanza la noche; arrecia mas y m á s
el viento Imracanado; el cielo parece a
ratos presa de u n incendio formidable, en
cuyas fantásticas llamaradas se dibujasen
las siluetas imponentes de espectros
monstruosos y apocalípticos; la l l u v i a se
hace torrencial, se inicia el drama.
P é n e n s e en conmoción las gentes «del
lado allá» del Guadalmedina, de esos barrios calificados de tipióos por la l i t e r a t u ra popular, en los que hormiguean m i l l a res de infelices obreros ineducados, que
apenas se nutren lo suficiente para soportar sus rudas tareas y cuyas m i s é r r i m a s
familias habitan lóbregos tugurios donde
reina la promiscuidad m á s lastimosa,
A la inquietud sucede el pánico; se desparrama la m u l t i t u d por los sucios y estrechos callejones; los n i ñ o s exhalan g r i tos de espanto, las madres se aprestan a
recojer sus m i s é r r i m o s ajuares, y estrechan a sus hijítos contra sus pechos
macilentos murmurando angustiosas plegarias; los hombres con el pavor y la ira
pintados en sus rudos semblantes, atisban
con ansiedad el espacio, interrogan el
destino.
Estas escenas ti picas y pintorescas, apenas trascienden «al lado acá» del Guadalmedina.
Asi transcurre aquella noche dantesca,
hasta que al despuntar el alba, cuando
los rayos'dorados del sol que nace, se confunden amorosos con los pálidos reflejos
de la luna en su ocaso, y cuando las aves
abandonan los tupidos follajes para dedi-
VÍDA M A L A G U E Ñ A . — R e v i s t a Snínanal
car al Creador gorgoos de libertad, una
piadosa y bienhechora brisa del Norte barrió las nubes, descorrió las cortinas tenobrosas que ocultaban el inmenso azul y
d e v o l v i ó l a tranquilidad a tantos i n h l i ces.
L a función había terminado; volverá a
representarse con m á s trágica realidad;
existen pai-H ello elementos escénicos sobrados.
En una sesión anodina se ocupó al siguiente dia nuestro Ayuntamiento de
asunto tan imp u tanto. También se ren^
nieron con igual fin l:is llamadas por antomasia fuerzas vivas do nuestra Ciudad.
Como resultado do ambas asambleas se
llegó a la conclusión de que nos amenaza
un gran peligro, lo cual sabían ya nuestros preclaros tartarabuelos: so creyó preciso adoptar medidas apremiantes para
evitarlo, conclusión esta, que es consecuencia gedeónica dw la primera, tomándose además, el acuerdo de solicitar con
urgencia el inevitable auxilio del poder
central.
Todo esto se ha repetido desde tiempo
inmemorial siempre que el pedregoso torrente ha comenzado a desperazarso.
E l Gobierno permaneció siempre sordo
a tantos lamentos.
nes do Montes, Romero y Lagartijo, y cuyas piruetas volatinoscas no tolerarian seguramente los toros bravos que vieron
l i d i a r l o s barbianes de nuestros abuelos.
Tan solo un núcleo do j ó v i m i o s entusiastas que militan en las filas de los partidos
de la izquierda, han luchado desinteresadamente con mejor voluntad que fortuna
por ideales generosos y progresivos, poro
preocupándose bien poco actualmente de
los intereses del pueblo que los vió nacer.
En cuanto a la aristocracria del dinero,
la «gente bien» según la ridicula terminologia moderna, esa vive en un mundo
aparte llamado L a Caleta y el Limonar, y
en su aislamiento expléndido y egoísta,
rara vez se conmueve con las desdichas
ni con las venturas del pueblo que los enc u m b r ó y los colmó de riquezas.
¿Y q u é diremos de los comerciantes altos y bajos? Parapetados en sus carpetas y
mostradores, después de abandonar egoísta y cobardemento los intereses de la
Ciudad en manos de oligarquías políticas,
tan solo so les ha ocurrido ante la amenaza que sobre todos pesa, convertir en mu-»
ros los ventanales de sus escaparates y
levantar unas pulgadas más los tablones
de sus compuertas.
O nuestros senadores y d í p u t n d o s no so
han preocupado nunca seriamente do la
vida, de la existencia, así, de la existencia
de Málaga, o 110 han tenido la suficiente
influencia en Madrid para que fueran
atendidas}' estudiadas a tiempo tan justas
y apremiantes demandas. Es que representan a una ciudad muerta, a un pueblo
sin ideales, y los muertos son inofensivos;
esos pueblos no infunden respeto a los
Gobiernos españoles.
Si. Málaga es una ciudad muerta.
Las clases humildes mal dirigidas,
abandonadas, extenuadas por la mala alimentación, envilecidos muchosdo sus i n dividuos hasta vender su voto en los comicios, diozmadas por el alcohol, la sifilis
y la tuberculosis, esas plagas sociales que
los Gobiernos de otros paisos cultos thmen
a raya, ahitos sus cerebros ineducados de
doctrinas que hoy son utopias irrealizables
han perdido sus ideales, su espiritu de rebeldía y su bravura tradicional, r e c o r d á n donos tan solo de tarde en tardo por sus
espasmos pasageros y rugidos de fiera encadenada, a sus antepasados que el pasado
siglo prodigaban en las barricadas su sangre generosa en aras de la justicia, de la
libertad y del derecho hollados.
Prosigamos nuestra historia.
E u é preciso que un político influyente
y abogado de nota, profesiones ambas que
es preciso vayan siempre aparejadas en
nuestro desdichado país, se acercara al oído de un ministro, para que el Gobierno
fijara su atención en Málaga y nos enviara
un técnico de reconocida competencia,
que estudiase «sobre el terreno» un asunto que dicen se ha estudiado m u l t i t u d de
voces, pero que no so sabe o no se quiere
resolver de u n modo definitivo.
P e r m a n e c i ó este señor entre nosotros
veinte y cuatro horas, y rodeado de varios
personajes recorrió el álveo pedregoso sin
dignarse subir a las alturas, regresando a
sus lares madrileños al siguiente dia,
d e s p u é s de haber visto detalladamente el
río, dasp'ués de darse cuenta, sogrm i n d i có, de lo que precisaba realizar y d e s p u é s
de dejar sumidos en un pesimismo, dosconcertante a los gremios qiíe lo visitaron,posimismo aminorado por las palabras
alentadoras de los señores ingenieros malagueños, uno do los cuales atribuye la
amenaza que pesa sobre nuestras cabezas,
a fatales e inevitables fenómenos meteroológicos que ocurren en todos los ámbitos
de nuestro planeta.
Nuestra j u v e n t u d dorada, la mayor
parte de los hijos de la clase media y de
las clases acomodadas, en vez de entregarse a ojorcícios físicos que v i r i l i z a n el
cuerpo y lejos de fomentar ateneos y contros científicos que tonifican el espíritu
siendo los adalides del progreso y de la
cultura, tan s<do emplean sus energías y
actividades en galvanizar partidos políticos caducos y arcaicos, en organizar aparatosas procesiones religiosas y en enardecerse hasta el delirio ante la labor de
nuestros ridiculos fenómenos coletudos,
de cuyosdesplantos grotescos se s o n r e i r á n
desdeñosamente desde ultratumba,los ma-
Como resultado do esta visita relámpago, so tomaron varios acuerdos; recrecimiento de los antiguos muros, ya que los
hasta ahora construidos y en los que se ha
gastado una fortuna, no logran evitar las
riadas; encauzamiento de los arroyos, fabricación de" nuevas cadenas de muros
trasversales, que se cubrieron de tierra
poco después; abrir absorvederos y como
soluciones probables, la desviación do la
cuenca alta del torrente con otro nuevo
pantano análogo al llamado del Agujero,
que se l l e n a r á de tierra en las próximas
riadas y por fin la desviación total en la
que fiaban los malagueños sus esperanzas
y en cuyo estudio so i n v e r t i r í a n diez años,
y treinta en su c o n s t r u c c i ó n , ' ^ p e r o j q u e
tendria la ventaja do llevar la r u i n á y la
desolación a nuestra feraz y rica vega.
Con lo referido, pueden dormir t r a n q i i í los los pacientes vecinos de la capital malacitana..
Lnaginense nuestros lectores, u n esplendido palacio cuyos robustos muros
encerrason tesoros valiosísimos y artístico
mueblajo de precio incalculable, y cuvo
recinto albergara a linajuda familia de
noble y antigua prosapia. Suponed que
por incuria de los guardianesde tan regía
morada m á s bien que por la acción destructora del tiempo, so horadase la esbelta
y atrevida c ú p u l a que corona esa joya arquitectónica, y que torrentes de agua
inundasen en la estación invernal los suntuosos salones, desbaratando las molduras
afiligranadas, destiñendo los tapices de
brillante y armonioso colorido, borrando
los frescos que concibieran inspiradas paletas y derl-ibando de sus pedestales las
joyas estatuarias m á s sublimes qne cincelaran los grandes artífices de la escultura.
E l poderoso procer y afortunado poseedor de tanta maravilla, r e ú n e en cónclave
a los m á s reputados arquitectos de la
región para evitar se consumara la total
ruina del alcázar que h e r e d ó de sus mayores; y los señores técnicos, después de
dar un paseo por los salones desvastados
y e s c u d r i ñ a r detenidamente los á m b i t o s
más escondidos de la señorial mansiótt,
resuelven tras maduro e x á m e n y largas
deliberaciones, dedicar cuantiosas sumrts
para la restauración de los destrozos que
las aguas ocasionaran en las obras de arte,
en los mosáicos del entarimado, en los
artesonados de sus bóvedas y en las p i n t u ras murales, olvidándose tan solo cerrar
la grieta oculta en la c ú p u l a por donde se
precipita p e r i ó d i c a m e n t e el agua que
ocasiona tanta d e s t r u c c i ó n , t a n t o desastre.
Pues esto ha ocurrido siempre que se
t r a t ó de solucionar el problema del Guadalmedina. Y ©s que nunca se plantea el
problema en sus verdaderos términos, es
que no se trata de evitar las avenidas de
las aguas y de que estas invadan y destruyan nuestras viviendas; se trata de
contener las avalanchas de tierra de esas
m o n t a ñ a s que se derrumban sobre nosotros y que a c a b a r á n por sepultarnos entro sus escombros.
No es un problema do agua, es un pro»
blema de tierra, do esa tierra cuya conquista tantos arroyos de sangre costó a
nuestros mayores y que ahora presencia'mos impasibles como se precipita en el
mar, sin que haya cumplido la misióft
creadora que la asignó el Destino.
Si nos remontamos por el cauce de
nuestro rio y escalamos las colinas y veredas entre lasque se oculta y serpentea
su lecho polvoriento y pedregoso, podremos reconstituir la génesis y desarrollo
de las inundaciones que hemos padecido,
del mismo modo que en una llanura desierta y desolada, el arqueólogo observado.i reconstituye las maravillas y bellezas
de ciudades prehistóricas por el e x á m e n
y el estudio do sus ruinas veneradas,
10
V I D A MALAGUEÑA.—Eevisfca
Semanal
aunque hay niñas también algo farotas
que le gusta jugar con las pelotas.
Por eso hay que cuidar su educación
dándoles adecuada distracción,
para que en el estudio y en el juego
siembren el fruto que recojan luego.
No vaya a tomar esto como aviso
mi admirado poeta D . Narciso:
pues él sabe muy bien, cual le compete,
cómo ha de repartir cada juguete.
Todos, todos debemos ayudar
a D. Narciso Diaz de Escobar;
y el que no pueda hacerlo con regalos
que lo haga como yo, con versos malos.
Recortamos de «El Impuesto Unico», correspondiente a Noviembre,
número 131:
E n las avanzadas de Tisi-Aza
Rio arriba y a rio mucha distancia del
punto llamado «El Agujero», encontrareis
en ambas márgenes, restos de molinos que
a ú n conservan adosados a sus ruinosas
paredes, vestigios de la rueda que en
tiempos lejanos animaba con su rítmico y
sonoro traqueteo, aquellos parajes solitarios a impulsos de la corriente cristalina
de un río hoy reducido a misero caudal,
aprisionado por estrecho acueducto y que
desvirtuando la voluntad y fines de su
ilustre fundador, apenas basta para regar
en el estiaje las fincas de cuatro aprovechados propietarios con perjuicio de los
demás vecinos de la capital.
Si escaláis después las escarpadas vertientes de los llamados Montes de Málaga,
todavía encontrareis desperdigados en r i n conadas y vericuetos, a l g ú n vetusto pino,
tal cual corpulento algarrobo y manchones de venerables alcornoques, restos de
antigua riqueza forestal; y si visitáis los
lagares y cortijos que salpican aquellas
alegres lomas, observareis en sus techumbres robustas vigas de enormes castaños
y robles centenarios, q ü e seguramente no
fueron aportados de luengas tierras y que
forman el sólido armazón de blancas casitas escondidas entre goráneos y parrales;
y si a esto añadís lo que nos cuenta la tradición, se puede imaginar la espesa y suntuosa arboleda q ü e en tiempo no lejano
cubila con su intenso follaje aquellas
agrestes alturas.
El rio en la hondonada; el bosque en la
ladera; amigos que son inseparables y a
los que siempre acompaña un tercero que
les presta encanto: el pájaro.
Destruir el bosque y pronto dejareis de
percibir el m u r m u l l o de la corriente y cesarán las melodías y trinos armoniosos de
los lindos pajaritos que colgaban su nido
en la espesura y se bañaban juguetones
en las cristalinas orillas del arroyo, pues
al sucumbir los que fueron sus amigos,
emigran con tristeza a parajes m á s hospitalarios, maldiciendo al autor de tanta
maldad.
(Fot.
Luque)
Pro Reyes Magos
POR TERENCIO
Es D. Narciso Diaz de Escovar
inspirado y magnánimo juglar,
que con piadosa y ejemplar constancia
dedica sus ternuras a la infancia.
Yo encomio su labor y la venero
con mi cantar jocundo cual sincero;
yo qniero que su esfuerzo se fomente,
debiéndole ayudar intensamente.
Yo quiero que su hermosa caridad
a todos nos excite de verdad;
y reciban los niños los halagos
que les deben llevar los Reyes Magos.
Y al que no le conmueva esa ternura
es porque el alma la tendrá muy dura,
¡pero mucho m á s dura que el cimiento
de nuestro desgraciado Ayuntamiento...!
Atended bondadosos a la instancia
del poeta que cuida de la infancia,
porque él a vuestro auxilio se confía,
y os bendice su musa y su agleria...
Sólo os pide juguetes^ bagatelas,
que él reparte gozoso en las escuelas
de su jurisdicción, en donde el niño
recibe su consejo y su cariño.
Tambores, soldaditos, panderetas,
trompos, aros, carritos, escopetas,
máquinas de coser en miniatura
que inician a la niña en la costura.
Pelotas con que el niño se solaza
cuando juega en el parque y en la plaza,
m mí m mmu
Málaga.—Las noticias que hasta
nosotros han llegado del conflicto
planteado en Alhaurín el Grande
parecen que aclaran las referencias
recibidas ayer.
Parece que durante el viaje que Su
Majestad el Rey realizó el año último
a esta capital, acompañado del señor
Cierva, asistió, entre otras inauguraciones, a las obras de colocación de
la primera piedra de un canal de
riegos que se consideró de utilidad
pública.
Posteriormente, el conde de los
Gaitanes y el de Mieres del Camino
visitaron el pantano de! Chorro, que
había de surtir a dicho canal, y adquirieron todas las tierras que por él
van a ser regadas, surgiendo en tal
momento la desavenencia entre los
nuevos propietarios y los colonos.
Los aludidos colonos, desde hace
más de un siglo vienen transmitiendo
de generación en generación el disfrute a título enfitéutico.
Refieren los que creen conocer el
asunto que el origen de este litigio
social es el siguiente:
El conde de Casa Palma, antiguo
prócer, que poseía un extenso latifundio enclavado en los términos
municipales de seis pueblos de esta
provincia, procedente del reparto de
la propiedad árabe de Málaga a raiz
de la Reconquista, tuvo la fortuna de
que las aguas del canal que inauguró
el Rey cruzaran exclusivamente sus
tierras.
Los condes de Mieres y de los
Gaitanes entablaron negociaciones
para adquirirlas con el conde de
Casa Palma; pero en un principio
éste se resistió, sin duda por consideración a los colonos que, desde
hacía tanto tiempo, venían disf utando de sus tierras; pero después de
algunas negociaciones quedaron
vendidas en la cantidad de 2.250.000
pesetas,otorgándose la escritura ante
Un notario de Madrid.
V I D A M A L A G Ü E Ñ A . — R e v i s t a Semanal
Al entrar en posesión de los nuevos propietarios se ratificó la resistencia de los colonos, que no se avenían a firmar los contratos. Se formó
entonces una oficina, a la que se
llamó de cultivadores y a la que
debían concurrir los colonos para
firmar los arrendamientos; pero los
colonos no renunciaron en ningún
momento a sus mejoras. En vista de
ello los propietarios han entablado
pleito contra aquéllos en términos
que a la hora actual alcanzan la cifra
de 39 litigios en tramitación, y los
colonos, por su parte, defendiendo
su situación han promovido un pleito
contra el conde de Casa Palma, a
quien reclaman las mejoras introducidas en el latifundio, que calculan
eu la cantidad de 600.000 pesetas,
litigio para el cual se fundan en que
cuando fueron entregadas las tierras
a los colonos eran extensos eriales,
que fueron convertidos más tarde en
olivares, viñedos y huertos de rica
producción.
Se dice también que los colonos
han formado un importante núcleo
social de defensa y que han pedido
la intervención parlamentaria de un
elocuente orador, que bien pudiera
ser don Indalecio Prieto, que interpelará al Gobierno acerca de este
asunto.
La Fiesta de los Reyes
POR LUCIUS CATILINA
Hasta la musa grotesca de Terencio siente esta semana la emotividad
de la obra delicada que se impuso
11
don Narciso Díaz de Escobar. A todos nos conmueve.
Aunque hayamos olvidado nuestros candores, nuestros regocijos i n fantiles; aunque las arideces de la
vida hayan anestesiado parte de
nuestro sentimiento; aunque las pasiones fortísimas se hayan señoreado
de nuestra espiritualidad, prostituida
totalmente por el egoísmo; tenemos
que abandonar un momento la trocha que seguimos entre malezas y
pantanos, para trepar por la vertiente
luminosa que nos lleva a la cumbre,
virgen de impurezas orgánicas.
Y en aquella actitud divisaremos
nuestro pasado, con la melancolía
natural que ha de inspirarnos el panorama recorrido torpemente; y en
aquella actitud se ofrecerá a nuestra
vista la senda expedita y rectilínea
que a lo largo del valle se dilata, sin
que haya caminante que la siga, por-
HIJOS de QUIRICO LOPEZ
Criadores-Exportadores de Vinos
Fábrica de Aguardientes y Licores
ESPECIALIDADES:
OJEN Joaquín Bueno
K O L A TITAN
ANIS KIRIKO
que hay más incentivos en las ocultaciones de las veredas tortuosas,
perdk as entie fragosidades y breñas.
Miremos restrospectívamente, con
basíante frecuencia desde la cumbre
enseñadora de nuestra reflexión, al
horizonte del pasado, que. en éste
hemos de hallar todas las causas lamentables de nuestro desazonado
vivir: y esto ya es base para enmendar el resto de camino que nos
queda.
Miremos también retrospectivamente para dar voces de piadoso
auxilio a los que caminan detrás de
nosotros, descubriéndoles la experiencia encontrada a lo largo de
nuestro desacertado ambular; y al
mismo tiempo alimentando la pureza
de sus primeras ilusiones para que
ellas formen la aspiración espiritual
que debe de absorber todas las energías humanas.
Yo he visto padres con la satisfacción ¡ncon¡;ciente de ir descubriendo
al niño, en su más tierna infancia,
las realidades acres de la vida, para
espabilar prematuramente su intelecto, sin ver que cada realidad descubierta es un desgarramiento sensible
de la virginidad venturosa de su
alma.
La fiesta de los Reyes de Oriente
que cabalgan en dromedales fantásticos, ocultos por las tinieblas de la
noche, y llegan a nosotros portando
juguetes infantiles, es una tradición
milenaria que conserva la pureza encantadora de las prácticas bíblicas,
bien desdeñadas por nuestros propios educadores morales.,.
Es misión de los hombres acariciar
el alma de los niños; envolverla con
tules delicados de letificantes matices, para no excitar su precocidad
peligrosa y conservar su sueño angelical indefinido tiempo.
La incubación del espíritu es la
obra magna que debe realizarse al
calor de toda inocencia, de toda ternura, de todo sentimiento de amor,
de toda creencia virtuosa, porque
esta incubación moral será la que
constituya la aptitud para sentir y
realizar abnegaciones y bondades.
No necesita, pues, encomiarse la
labor de alta misericordia social, y
positiva transcendencia que comenzó hace años Díaz de Escobar, agasajando a los niños de las escuelas
públicas, faltos de agasajos y dádivas
que halaguen y edulcoren sus corazones infantiles.
12
V I D A M A L A G U E Ñ A . — R e v i s t a Semanal
cia sucede con la dilación la confusión; y al fin la piedad, mezclada al
perjuicio inoportuno, dejaron la justicia como una historieta en los folios
compuestos por gentes a sueldo...
¡Ay, si la plataforma de hacer justicia cae en manejos de los hombres
políticos!... Estemos advertido, para
no admitirles dilaciones. Obliguemóslos. De tal modo que la vean cirniéndose sobre ellos con la fuerza
incontenible de España entera.
, DIVAGACIONES BREVES
De subsistencias
POK G.
U n anciano (Xiuj), de Tafersit, visitando a sus parientes, soldados de Resulares
en el campamneto de Bu-hafora.
(Ho. tuque)
Plataformas, no
POR JOSE ALIUS
La justicia empleada por el pueblo
griego para liquidar su derrota y al
paso la gestión directiva de sus gobernantes y políticos, mientras más
elevados más responsables, ha sido
a juicio de nuestro respetable amigo
el señor Montesdeoca una justicia
más que draconiana, bárbara.
Pero no ha sido la injusticia. Tendrá señaladas deficiencias como obra
artística basada en el clasicismo j u rídico, más no tiene conexión con el
linchamiento, ni se puede decir que
la caracterice un morboso estado de
pasión popular.
Ha respondido a la conciencia nacional y ha liquidado, en definitiva,
las anomalías pertinaces entre los
sometidos a un derecho—el Pueblo
—y los insometidos a todo género de
deberes—el Poder.
Si ser político lleva la altísima responsabilidad de encaminar la vida
de la Nación hacia el progreso y bienestar moral "y material, una continuación decadente de un país hacia
el desorden y el agotamiento da derecho a la ciudadanía a poner por
medios extraordinarios límite infranqueable al inexcusable abandono de
los que, disfrutando tácitamente la
confianza pública, se desentendieron
de sus primordiales obligaciones.
Mantienen la injusticia los que
ejercitan la política para granjeria,
acrecentando con escándalo la fortuna privada; viven de la, injusticia
los que hincan las uñas en el presupuesto,—qne es el rendimiento del
trabajo colectivo, la miel de la laboriosa abaja — y como un botín lo
distribuyen entre sus partidarios per-
sonales; se rien de la justicia y la
patean continuamente, los políticos •
que escalan el Poder y con leyes y
disposiciones especiales afianzan beneficios privados en pugna con intereses generales...
A todos esos, cuando el transcurso
del tiempo confirmó su mala fe o su
ineptitud,—que sufre la Nación y de
cuyos sufrimientos se derivó en ellos
gozo y menosprecio,—hay ocasión,
de tarde en tarde, incalculable, pero
hay momento de sentenciarlos con
eficacia; y no es cosa de someterlos
a la exquisita tramitación de un procedimiento, sino a la resolución de
un estado de conciencia.
Peor que justicia a la griega es,
una inacabable de papel sellado que
por su peso socave el archivo de
Simancas... Una justicia que después
de dos generaciones, o reinados, esté
por hacer, como la referente a la
pérdida de Cuba, Puerto Rico y Filipinas; una justicia que dependa para
salvar toda clase de escrúpulos, como esta que se reclama de las responsabilidades por el derrumbamiento de la Comandancia Militar de Melilla, de los mismo o la mayoría a
quienes la catástrofe se imputa, son
especies de justicia para encomendada a juzgadores que, dando de
lado al detalle y la falta abrevien, y
concretando el cargo abrumador, con
rapidéz decidan y ejecuten.
Estas justicias no son sentimentales, aunque ofrezcan esas apariencias; su proceso en la conciencia
nacional suele ser muy largo, y por
mil modos manifestada en tiempo y
forma la reclamación; pero de cada
aspiración pública motivada, los hombres políticos constituyen una plataforma y con artes ladinas traspasan
a la opinión la esperanza y la adormecen al confiarla. Al ansia de justi-
Pasa el tiempo y el pretencioso flocrcto
de subsistencias del señor Pinies permanece en las columnas de la Gaceta tan lleno de buenas intenciones como falto de
eficacia.
Por regla general, no solemos hacer caso de las disposiciones del Gobierno, cuan,
do el mismo Gobierno no se preocupa de
imponerlas, y esto rara vez ocurre, como
no sea en materia fiiscal.
E n el caso presente no es de muy lamentar, que no h á g a n l o s Ayuntamientos
aplicación del decreto que tantas facultades les concede para remediar los males
de la carestía de los mantenimientos. Y a
lo dijimos desde las columnas de esta revista. Nuestros Ayuntamientos no están
preparados, por reglas general, para acometer empresas tan difíciles y complejas
como las de crear centros reguladores de
a r t í c u l o s alimenticios en concurrencia con
la venta libre, n i menos para municipalizar parcial o totalmente con monopolio o
sin él, ninguna clase de a r t í c u l o s . Distamos rauclio del caso ahora ocurrido en
ü l e m a n i a , donde un alcalde, el burgomaestre de Essen, ha sido nombrado a título de técnico o capacitado para desemp e ñ a r el Ministerio de Abastecimiento.
Desgraciadamente para nosotros cuando"
faltan hombres políticos que se encarguen
de al<>;ún ramo de la a d m i n i s t r a c i ó n cent r a l no pueden encontrarse en los A y u n tamientos.
Pero si los Ayuntamientos fracasarían
irrimisiblemenle si intentaran poner manos en los quehaceres que le encotnionda
el decreto,, en la forma que lo dispone
como fracasaron las suprimidas Juntas e
Inspecciones do subsistencias, la necesidad de hacer algo se impone cada día como, necesidad apremiante. E l doctor Pi y
Suñor que se ha ocupado reciontomeiile
dé este asunto demuestra que el gasto
m í n i m o por persona y día de la más sobria alimentación, no puede bajar de una
paseta setenta y cinco céntimos, sopeña
de caer en el pecado de insuficiente alim e n t a c i ó n , o sea de padecer hambre, m á s
o monos disimulada. Véase el promedio
del jornal del obrero, único haber do las
familias proletarias, a u m é n t e n s e los gastos de vivienda y vestido a los de la alimentación, y los n ú m e r o s delatarán por
V I D A M A L A G U E Ñ A . - R e v i s t a Semanal
si solos y sir>. esfuerzo retórico los desastrosos, efectos de la carestía.
Más, si no es prudente que los Ayuntamientos acometan obras para las que no
están preparados, no quiere ello decir, que
permanezcan cruzados de brazos ante el
más grave mal que puede aquejar al vecindario. Indudablemente deben actuar,
con urgencia, m á s deben baeerlo en terreno conocido, donde el temor del fracaso
esté nvuy alejado, a p r o v e c h á n d o s e de las
experiencias q\ie hayan resultado m á s
eficaces y que en su mayor parte provienen de la iniciativa privada.
A q u i tenemos una experiencia muy
digna de imitar, que con poco esfuerzo de
organización e implantación, con escasa
labor por parte del Ayuniamionto, y a ú n
con poco gasto ha de producir muy beneficiosos resultados. Me refiero a los comedores de caridad,uno el de la Tienda Asilo
del Circulo Mercantil, i n s t i t u c i ó n benéfica
de g r a n d í s i m a importancia, que produce
positivos beneficios, aunque no haya rebasado una modesta esfera y no le preste el
público la atención que merece, acaso por
falta de propaganda y difusión de la u t i i i dad que reporta a las clases humildes y
desvalidas.
Un comedor de c a r i d a l , o varios, a semejanza del indicado, no exije más gastos
que los del local e instalación y una subvención no grande; encargando su administración a las hermanas de la caridad no
seria ciertamente una panacea para remediar totalmente el hambre que padece la
ciudad, pero sería un poderoso lenitivo
y contendría no poco la depauperización
de millares de familias que padecen deficencias de a l i m e n t a c i ó n .
Otro recurso que se podría intentar es
el suministro de leche g r a t u i t a por las
Casas de Socorros, a las personas enfermas
que según el dictamen del médico m u n i cipal tuvieran necesidad de tal alimento,
como se hace en Madrid y otras poblaciones con maravilloso resultado, pues bien
saben los doctores que en muchos casos
no son medicinas sino alimentos adecuado lo que muchos enfermos necesitan.
Estos met'ios indi rectos, que están dentro del sector do la Beneficencia municipal, no serán de seguro, los más adecuados para resol ver el complejo problema de
la carestía de la subsistencias, pero son
un lenitivo eficaz de los males que causaj
y desde luego bastante más racionales y
hecederos que lamunicipalización y monopolio de artículos alimenticios, que solo
habrian do producir gastos, trastornos y
perturbaciones de todas clases, sin asomo
de beneficios para los necesitados.
Artículos
"potográficoS
ÓPTICA-RELOJERÍA
Fernández y Herrero
Granada, 21.-MÁLAGA
REVOLUCIÓN
Pon J . R 0 D R 1 G U E Z L A O R D E N
Celajes que los tiempos nos trajeron
tendió sus densas, pavorosas brumas,
cirnióse el monte, y como leves plumas,
los dioses, las imágenes se hundieron.
Gritos de angustiaste terror se oyeron,
echó el aguaje sobre el mar espumas...
¿Por q u é , cerebro pensador, te abrumas,
si el Genio apareció... cuando se fueron?
Y el Genio ya está ahí... Lleva en la mano
la antorcha de la fé, que alienta y crea
el Poder que da el Pueblo soberano...
Dirán que es sólo la rojiza tea
emblema del terror m á s inhumano...
Si nace el Pensamiento... ¡que lo sea!
IB
cer nacional que amenaza con invadir los órganos viíales del país.
En definitiva creemos que la impresión general en iodo el pueblo
democrático, ha de ser favorable y
alentador. Por lo que a Málaga
respecta, concreta y particularmente, acaso la ausencia del señor Armiñán en ese ministerio, haya producido a sus amigos, la honda
decepción que siempre ocasione
una omisión injusta, a m á s de ver
privada a la provincia de aquellas
esperanzas halagüeñas por los posibles beneficios materiales que ocmo otras veces, pudiera dispensarle.
La manifestación
Los liberales en el poder pro respsabiliéades
y el Ateneo
Las inmoderadas ansias de jefatura del señor Sánchez Guerra han
hecho pié forzudo al advenimiento
de los liberales a la gobernación
del país. A fuer de hombres de
izquierda, no nos atrevemos a alegrarnos todavía del cambio político, porque para ello necesitamos
saber antes, que las condicionales
de la reforma constitucional del
programa de la concentración, han
sido aceptadas por la Corona.
Mientras ésta conserve las prerrogativas de suspender y convocar
las Córtes caprichosamente, mientras el Senado continúe con su arcaica estructura de estar integrado
por castas privilegiadas, no podemos alborozarnos completamente,
aunque en realidad el nuevo Gobierno haya despejado para mucho
tiempo, quizá para siempre, la
horrenda pesadilla del funesto mando conservador.
El
Gabinete presidido por el
Marques de Alhucemas, es una
concentración de hombres liberales
de la gastada política del turno, los
más de ellos fracasados e intrigantes, pero ofrecen como un oasis en
el Ministerio de Hacienda con el señor Pedregal, que representa, sin
duda alguna, en ese departamento,
todo el nérvio sustancial de la
transformación democrática que
cabe esperar del venero reformista,
ya que en las reformas legislativas
de orden económico es donde pueden hallarse los elementos más adecuados para combatir con eficacia
la vieja tendencia reaccionaria.
El señor Alba, no por su historia
sino por las prendas que tiene soltadas en lo que al problema de Marruecos concierne, también ofrece
hoy, la esperanza consoladora de
que puede orientar la política marroquí en forma de que al menos,
se atenúenlos estragos de ese can-
POR ERASMO BUCETA.
Recientemente el Ateneo de Madrid, en junta general extraordinaria,
se declaró dispuesto a organizar una
manifestación, para reclamar de los
poderes públicos, la justa imposición
de las sanciones, lo mismo del orden
político que del militar, que se deducen de nuestros desastres africanos.
La Junta de gobierno entendió que
tal acuerdo rompía con las tradiciones y el espíritu de la Casa, que siempre se ha movido en una esfera puramente intelectual, y presentó la
dimisión. Fué aceptada, votando en
contra nn sector—hay que reconocerlo—respetable por la cantidad y
calidad de los socios que lo integraban, los cuales, si bien partidarios de
que se cumplimenten los castigos
que corresponden a los responsables
de tales infortunios, entendían que
el Ateneo se salía de su natural esfera y que creaba un precedente, que
acaso fuese funesto, para la libertad
de la tribuna, donde, con amplia tolerancia, se ha dado hospitalidad a
las más dispares ideologías. Según
ellos, esta manifestación hacía al Ateneo entrar de lleno en la política, la
institttción pasaba de la excelsa y
noble cumbre de las ideas al bajo terreno de las menudas contiendas partidarias.
Tal tesis merece un examen escrupuloso por la sinceridad de los
que la exponen. Péro no creo, que
detenido meditar de sus argumentos,
consigan llevar al ánimo el convencimiento. No se trata de una estrecha
e infecta política al uso; precisamente la idea ha prendido en gente de todas las opiniones y aún —y esto es
todavía más importante—en los que
siempre se han mantenido apartados
14
de facciones y banderías, en que se
divide el abigarrado mapa político
Se trata simplemente del Cumplimiento de un ineludible deber ciudadano, de un elevado deseo de purificar el ambiente; no de buscar con
judaica sed de venganza sólo el castigo de los culpables, sino de aunar
esfuerzos y cristalizar aspiraciones,
para que sucesos semejantes no puedan repetirse.
Si el suelo pátrio fuese hollado por
tropas extranjeras no oreo que nadie
de alma honrada se dedicase a tales
distingos, más o menos académicos,
entre el pensamiento y la acción—
que de hecho no es acción, y esto es
lo sofístico de su actitud sino pensamiento que se expresa.—Y somos
muchos los que creemos que ahora
se trata de algo más temible para
nuestro ser nacional, por tratarse,
precisamente, de una infección subyacente de la cual tan solo se ven y
palpan las consecuencias trágicas.
Y ante acontecimiento de tal monta y gravedad, alguien ha de recoger
los latidos de una opinión que existe
dispersa. El Ateneo que siempre se
ha desinteresado de los chalaneos de
nuestra política, es el único centro
que puede dar al país la sensación de
que estos son momentos en que no
es posible inhibirse; y él, organizando y dirigiendo la manifestación, es
una garantía ce que se trata de expresar un anhelo común que no va a
ser bastardeado para fines secretos o
corruptos.
El Ateneo ha elegido una nueva
junta y está decidido a que, siguiendo las normas legales, reconocidas
constitucionalmente, el sentir ciudadano encarne y se exteriorice en todas nuestras ciudades el próximo
domingo y que, de modo palmario,
dé pruebas de que la sensibilidad
nacional no se halla adormecida, de
que son muchos los que calladamente, sin ruidosas estridencias, padecen
con los dolores que últimamente han
caido sobre nosotros y ardientemente hacen votos por una España mejor, donde, simplemente lo que pedía el famoso marina inglés, cada uno
cumpla con su deber.
V I D A MALAGUEÑA.—Revista
Semanal
A Bergamín por aprovechar en su
testamento hasta las cabecillas de
mistos, dando destinos para aumentar el déficit...
¡Atízale!
Idóneo o liberal mantenedor del
pacto que pone los presupuestos de
Málaga siempre en la misma mano
de los mismos incansables...
¡Atízale!
«Juyendo* Sánchez Guerra, para
que no nos vuelva a equivocar como
hombre de «piernas»...
¡Atízale!
Cuando encuentres a Prída haciendo política más allá de su pueblo, que es Infiesto...
¡Atízale!
Al defensor de Mauta como hombre cumbre de la política española,
dale el discurso de don Melquíades y...
¡Atízale!
Si el nuevo ministro de Gobernación no reforma la ley electoral con
disposiciones invulnerables para garantizar el sufragio y que las futuras
elecciones, sean decentes...
¡Atízale!
No te llamarán, en mucho tiempo,
para que ayudes a reorganizar el
partido conservador, pero al que te
busque para esa picardía...
¡Atízale!
SI este Gobierno, después de la
distribución de altos cargos cuelga
las responsabilidades de lo de Marruecos donde se agüen...
¡Atízale!
Y si designa gobernadores zambombos, empleados truchimanes, alcaldes caciques y autoridades pamplinosas, al Gobierno y a esa
tropiía...
¡Atízales, atízales, atízales!
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