trabajo final atarazanas

Transcripción

trabajo final atarazanas
Efrén Vázquez González
Grupo B
LAS ATARAZANAS DE LA VILLA DEL GRAO
1
La etimología de la palabra ATARAZANA es una palabra de origen árabe (ADDAR AS-SINA'A) de la que proceden los términos castellanos dársena, atarazana y
arsenal.
Gran parte de la Península Ibérica estuvo ocupada desde el siglo VIII por
musulmanes. En el siglo X, el Mediterráneo era un mar árabe y quien quería
navegar por él debía aliarse con los sarracenos. Los puertos internos naturales y
ríos navegables fáciles de defender, arrimados al recinto murado de la ciudad,
fueron los lugares elegidos por los califas y reyes de taifas, en los que ordenaron
levantar arsenales para proteger la costa. En Algeciras, Málaga, Sevilla, Córdoba,
Almería, Alicante, Cartagena, Tortosa o Denia, se copiaron los modelos
tradicionales que desde las navalia romanas habían sobrevivido en Bízancio, para
construir recintos en forma de cuadrilátero con naves múltiples, espaciosas y de
2
igual luz, cubiertas con bóvedas más o menos apuntadas separadas por recios
pilares. Este recinto abierto al mar en uno de sus lados y del que solía salir un
muro de piedra a modo de muelle, se completaba con otras dependencias en tierra
firme destinadas a almacén y a zona comercial. En estas atarazanas
hispanomusulmanas se construían y reparaban navíos a la vez que se fabricaban
y almacenaban máquinas, instrumentos y armas.
En los siglos XII y XIII existió en Denia un reputado arsenal. Cercano también
al valenciano. Tortosa se erigió como la base naval más importante de la frontera
superior.
Con el siglo XIII desapareció la supremacía musulmana en el Mediterráneo y
se potenciaron los puertos andaluces .
Sobre las atarazanas nazaríes, han llegado noticias de su existencia en
Gibraltar, Almería y Almuñécar, pero quizás las mejor documentadas sean las
malagueñas. La constituían seis naves abovedadas a medio cañón, un gran patio
con corredores laterales, con un pozo en medio, y una amplia sala con diversos
usos.
Continuando con la tradición mediterránea heredada de los romanos, los
musulmanes levantaron estos edificios que, si duda, representaron el punto de
referencia inmediato para las posteriores construcciones cristianas; y debemos
suponer que este arraigo perduraría no sólo en los modos de construcción de este
tipo de recintos, sino también en el modo de organización y de reparto de
dependencias y-del trabajo entorno a la construcción de los navíos.
Palma de Mallorca fue un gran centro de reparación en cala seca en la primera
mitad del Cuatrocientos. Cuando la ciudad fue conquistada por Jaime I en 1299,
disponía de unas atarazanas para guardar las galeras en tierra. De época cristiana
sabemos que existieron dos atarazanas, unas junto a la Lonja, que funcionaban a
modo de almacén de aparejos, velas y naves, y otras en el puerto, donde se
reparaban buques y construían pequeñas embarcaciones. En 1348, bajo el reinado
3
de Sancho de Mallorca, tenían capacidad de albergar hasta 20 galeras.
Las atarazanas de Barcelona, dada la importancia de la ciudad en la conquista
cristiana y su lugar predominante entre los puertos de la Corona de Aragón, fueron
testigo de un desarrollo constructivo espectacular a lo largo de los siglos.
Las primeras atarazanas barcelonesas se situaban al lado de la puerta del
Regomir, y a ésta se añadió una nueva parte en 1255 hacia finales del siglo XIII se
inició las obras de la nuevas atarazanas. Se trataba de un recinto cerrado con una
parte abierta al mar y un patio fortificado. El deseo de hacerse con el control de
Cerdeña, y de combatir la piratería, conlleva la necesaria ampliación de un recinto
en el que hasta el momento podían construirse ocho naves a la vez. .Con Juan I,
se completaron un total de diecisiete naves que acogían más de treinta galeras.
Al igual que en las valencianas, las atarazanas de Barcelona contaban con un
funcionario elegido por el rey que custodiaba el edificio y los materiales en-él
depositados, era el darassaner.
Entre las dependencias más significativas añadidas al recinto hay que
destacar el altillo donde se almacenaba el material constructivo, la azotea y el
camino de ronda, y las numerosas botigues descritas en los inventarios.
El uso de este edificio varió con los años, pero aún en 1568 Felipe II encarga
la construcción de unas galeras en Barcelona, que luego fueron transportadas a
Sevilla para pintarlas y decorarlas. Años después, en 1576, la Generalitat decidió
ampliarlas con tres nuevas naves, pasando el recinto a su propiedad. Un siglo
después, al no adaptarse a los nuevos modos de construcción son destinadas a
almacén de artillería, convirtiéndose a su vez en baluarte. En 1936 fueron de
nuevo entregadas a la ciudad y desde 1941 alberga en sus hangares el Museo
Marítimo, lo que ha permitido su recuperación sin dejar de relacionarlas con el mar.
4
Los siglos XIV al XVI fueron los de mayor auge de las empresas navales del
Mediterráneo, donde Valencia era una plaza importante en la expansión marítima
de la Corona de Aragón.
Estas circunstancias histórica son las que determinan la necesidad de la
construcción de las Atarazanas de la Villa del Grao.
A través de numerosos estudios se ha podido comprobar que gracia: al
empeño y voluntad de los nuevos monarcas y, sobre todo, de la burguesía
gobernante, la ciudad de Valencia mantuvo durante dos siglos una política de
continua transformación hasta lograr ocupar un lugar privilegiado entre las
ciudades del Mediterráneo. Tales circunstancias determinaron una intensa política
comercial y la puesta a punto de una ciudad a la que se deseaba mostrar come
potente, prolífera y populosa. Se borraron las huellas del pasado musulmán, se
reestructuró la red urbana y se levantaron monumentales edificios para atender a
las nuevas necesidades. El recinto de las atarazanas ayudó a la conversión de la
Villanueva del Grao en el principal puerto de la Corona de Aragón.
El origen de las Atarazanas se remonta a finales del siglo XIV. El Consejo de
la Ciudad que se celebró el jueves. 27 de agosto de 1338, en el palacio de la
Cofradía de San Jaime, tomando parte representantes de las parroquias y de los
oficios, acordaron que del dinero de la imposición (o contribución) se construya en
el Grao de la Mar una casa a propósito, en la que las velas, los remos, las jarcias y
otros objetos de la Ciudad puedan guardarse convenientemente para evitar alquiler
de casas, aunque de todos modos no hay ahora en el mencionado Grao una casa
que baste para dicho fin»1
Este es, por lo tanto, el origen del edificio conocido por las Atarazanas. Al
principio, las embarcaciones se construirían al aire libre, reservando el interior de
la edificación para que los susodichos y otros accesorios no se estropearan ni
perdiesen como se consigna en otro lugar del acta correspondiente a tan señalado
1
ALMELA Y VIVES, Francisco, “Las Atarazanas del Grao” Universidad e Valencia,
Cátedra de Geografía, Valencia,1953
5
Consejo.
Por lo demás, las Atarazanas no debieron de construirse con arreglo a un plan
previamente establecido y de una sola vez, sino poco a poco y conforme a las
exigencias de la necesidad y a las recomendaciones de la práctica..
De todos modos, ya tenían un carácter perfectamente definido cuando, en 28
de septiembre de 1398. Dicho carácter queda corroborado por un acuerdo que
adoptó el Consejo de la Ciudad en 17 de agosto de 1391, a fin de que dos galeras
nuevas que a la sazón se hallaban en las mencionadas Atarazanas fueran
completamente acabadas tanto en la construcción propiamente dicha como en
armas y otros elementos.
En 1394 se llevó a cabo la primera actuación del conjunto y la documentación
se refiere a unas voltes (arcos o bóvedas) que pudieran corresponder a los arcos
diafragma que soportan la estructura de las naves y no estaban aún concluidas en
1398. Lo cierto es que en lo sucesivo los cinco porches pasarán a denominarse
archades en la documentación municipal y cabe identificarlos con las cinco naves
de arcos diafragma transversales de ladrillo comunicadas entre sí por arcos
longitudinales con función de arriostramiento que han sobrevivido, sin duda tras
muchas intervenciones constructivas, hasta nuestros días. En 1407 un temporal
obligó a reparar las cubiertas, recalzar las paredes y reconstruir algunos muros,
entre otros trabajos.
Al mismo tiempo, el arsenal iba adaptando sus instalaciones a las funciones
que debía desempeñar: custodiar el armamento de las naves, almacenar jarcias y
remos, y disponer de espacio para resguardar las galeras mientras estaban
varadas en tierra.2
A principios del siglo XV las atarazanas del Grao de Valencia disponían ya de
2
CONTRERAS ZAMORANO, Gemma Mª., SERRA DESFILIS, Amadeo, “L’arsenal
de la ciutat: les drassanes del Grau”, en El port de València i el seu entorn urbà. El
Grau i el Cabanyal en la història, Valencia, Ajuntament de València, 1997, pp. 31-33.
6
cinco naves paralelas, formada cada una por nueve arcos diafragmáticos
apuntados y comunicadas entre sí por otros ocho arcos apuntados, de menor luz,
que configuran el mayor espacio cubierto de la arquitectura medieval valenciana
con una superficie aproximada de 3.500 metros cuadrados.7 La techumbre de
madera adopta la forma de doble vertiente y se apoya sobre los arcos
transversales de las naves. Esta solución constructiva era sencilla por el empleo
de técnicas y materiales bien conocidos en la Valencia medieval y resultaba idónea
para cubrir una gran área de uso industrial, dejando abierta la posibilidad de
ampliarlo según las necesidades. Los arcos diafragma permitían que la
construcción y las maniobras con las galeras pudieran realizarse con desahogo.
Las naves con su techumbre debían de estar abiertas a un recinto donde se
almacenarían los materiales y pertrechos necesarios, y habría también una
superficie descubierta y talleres para labores auxiliares. Con estos rasgos las
atarazanas de Valencia se aproximaban a un tipo arquitectónico bien conocido en
la península ibérica durante la Edad Media en otros arsenales como los de
Barcelona, Sevilla y Málaga.3
Sabemos que aparte del recinto defensivo y de las cinco naves de arcos
diafragma en el interior, en el interior estaban los patios del huerto y el corral o pati
major, donde se hallaban las balsas para amerar la madera de los astilleros, así
como navíos en construcción, porches y cobertizos donde trabajaban a cubierto los
operarios, la casa de los remos, la armería y el archivo. La dotación de armamento
y suministros para poner el línea de combate los barcos de guerra y corsarios
requerían almacenes para el bizcocho, herrerías y todo lo necesario para
calafatear los cascos. El edificio del porche con sus arcadas de piedra y las
estancias de la planta superior debían de completar el conjunto, sin duda más
extenso que las cinco naves conservadas hoy.
Durante el siglo XV, cuando los astilleros funcionaron a pleno rendimiento, las
3
TORRES BALBÁS, Leopoldo “Atarazanas hispanomusulmanas”, Al Andalus, XI,
1946, pp. 175-209
7
reparaciones y mejoras fueron casi continuas. El recinto se rodeó de una pared de
tapial que sustituía a la antigua empalizada de madera, aun a costa de derribos
parciales cuando las galeras mayores hubieran de botarse o devolverlas al mar y
se construyó un porche con estancias en la planta superior entre 1416 y 1418. Se
trataba de una estructura sustentada por arcos de piedra que sirviera para
almacenas pertrechos y otros enseres mientras que las estancias del piso alto eran
dos habitaciones y una gran sala a las que se llegaba por una escalera
abovedada. Estas salas debían servir de lugar de reunión a los regidores o Jurats,
para organizar convites y agasajar a visitantes ilustres que llegaran a la playa del
Grao. Remataba el edificio un antepecho almenado acorde con la función
defensiva del arsenal.4 El núcleo central de las instalaciones de las atarazanas lo
constituían cinco naves longitudinales formadas cada una de ellas por nueve arcos
diafragma de perfil apuntado construidos en ladrillo, con un espesor de 82 cm., que
apoyan sobre pilares rectangulares transversales al eje mayor de las naves y
sustentan dos arcos cada uno, excepto los lados norte y sur que lo hacen sobre
contrafuerte; y las naves están comunicadas entre sí por otros ocho arcos
apuntados de menor luz, configurando el mayor espacio cubierto de la arquitectura
medieval valenciana con una superficie aproximada de 3.500 m2. La planta es
rectangular, siendo la quinta nave algo mayor que las anteriores. La techumbre es
de madera a doble vertiente apoyada sobre los arcos transversales de las naves, y
está resuelta con vigas de madera y tejas planas, llamadas catalanas, Esta
técnica resultaba útil y sencilla porque se conocía muy bien en la Valencia medieval. Además, permitía ampliaciones sin problemas y era el sistema que menor
coste en madera requería para su construcción porque no necesitaba emplear
cimbras para su montaje. El problema residía en la exposición de la madera a la
humedad y su fácil combustión, lo que obligó a lo largo de tres siglos a reparar su
estructura. Además de su empleo en este edificio, con los mimos elementos
4
CONTRERAS ZAMORANO, Gemma Mª. “Las atarazanas del Grao de la mar”,
Valencia, Ajuntament de València, 2002, pp. 67-97
8
constructivos se utilizaría satisfactoriamente en otros edificios valencianos
medievales.
Conforme pasaban los años, el arsenal se fue ampliando y adaptando sus
instalaciones.
Delante de las naves de la atarazana había un gran patio para terminar de
preparar las galeras antes de sacarlas al mar, donde se montaban los remos, las
velas...Delante de este patio, una pared alta se levantaba frente al mar; podría
haber sido primero una empalizada de madera, levantada en 1414 con tierra.
En la parte trasera de la atarazana, detrás también de aquellos porches para
las galeras grandes, debieron de existir, como en las atarazanas de Barcelona y
otras, unas balsas de agua para preparar la madera necesaria para la construcción
de las naves y numerosos almacenes para todos los pertrechos necesarios.
Siguiendo con esta política de mejoras, en noviembre de 1409 tenemos noticia
de la apertura de dos acequias para sanear el terreno entre el Turia y el Grao.
Al comentar el edificio destinado a las galeras vimos cómo el proceso de
erección del mismo ocupó una década, porque se fueron levantando naves
conforme se necesitó más espacio para operar con las embarcaciones. Algo
distinto es el desarrollo de las obras del porche entre 1416 y 1418. Se trataba de
una estructura sustentada por arcos de piedra que sirviera para almacenas
pertrechos y otros enseres mientras que las estancias del piso alto eran dos
habitaciones y una gran sala a las que se llegaba por una escalera abovedada.
Estas salas debían servir de lugar de reunión a los regidores o Jurats, para
organizar convites y agasajar a visitantes ilustres que llegaran a la playa del Grao.
Remataba el edificio un antepecho almenado acorde con la función defensiva del
arsenal.5 Además de quedar concluidas en tan solo dos años, se observa clara5
JANINI DE LA CUESTA, Álvaro ,“El Justicia y las Atarazanas del Grau de la Mar
de Valencia a principios del siglo XIV”, VIII Congreso de Historia de la Corona de
Aragón, vol. II, Valencia, 1970, pp. 241-252.
9
mente por la coherencia en la compra de materiales, la evolución de los trabajos y
la rapidez de ejecución de los mismos, que responde a un plan previo de
construcción, a una idea del conjunto del edificio.
Levantadas junto a la orilla del mar, las atarazanas se hallaban también
expuestas a los ataques de piratas y corsarios, por lo que estaban llamadas a
convertirse en un punto fuerte de la defensa de la costa y de la Vilanova del Grao.
Se imponía fortificar el arsenal y dotarlo de artillería que pudiera batir la playa en
caso de ataque enemigo. El conjunto estaba protegido por una tapia de obra y un
pequeño foso inundable con las aguas de una acequia; además el armamento de
las naves conservado en las atarazanas debió incrementarse con piezas de
artillería y pólvora para la defensa del Grao.
El gobierno de la ciudad de Valencia dedicó parte de sus esfuerzos a
conservar y acondicionar las atarazanas del Grao de la mar con el fin de
adecuarlas a las nuevas necesidades. El interés municipal por este recinto partía
del deseo de contar con un escenario para las recepciones oficiales y de reuniones
de las autoridades. Asimismo se cubría la necesidad de disponer de una flota
propia, con naves de corso, comercio y guerra para garantizar la defensa de la
costa y fomentar el comercio exterior.
La variedad de dependencias (cocina, patios, standalar, botigues, armeria,
arxiu, almacenes, herrerías, porches y cobertizos para trabajar los operarios a
cubierto, estancias de reunión, etc.) la diversiñcación de las tareas y el
acondicionamiento del entorno consiguieron que el arsenal valenciano estuviera a
la altura de los más importantes del Mediterráneo, como el de Venecia,
En 1503, el empeño constructivo más importante en esta época en el Grao fue
el levantar el edificio del baluarte, nueva insignia de la costa valenciana y permitíria
liberar al viejo astillero de su función de arsenal.
El inicio del siglo XVI supuso para las atarazanas del Grao de la mar un lento
camino hacia la reconversión del edificio en depósito de grano y de artillería y lugar
10
de representación y acogida de autoridades y personajes ilustres en la Vilanova
del Grao, al alejarse cada vez más de su primitiva concepción como arsenal para
la construcción naval.
Por lo que su uso de almacén de cereales para las atarazanas, que exigía
reparar el recinto para evitar la sustracción del grano y facilitar las tareas de
vigilancia,. En 1545 el cantero Miquel Joan Porcar suscribió con el municipio un
contrato para pavimentar con losas de piedra otras dos de las naves de las
atarazanas, seguramente para acondicionarla mejor a su uso como depósito de
trigo; el enlosado lo amplió en 1565 el mismo Miquel Joan Porcar6. Tal función y
las reparaciones recurrentes de las cubiertas de madera y teja motivaron las
intervenciones llevadas a cabo a lo largo del siglo XVI.
En el siglo XVII ya no encontramos noticias de galeras allí construidas, las
atarazanas se divisan desde el mar, al lado del baluarte, pero han perdido, por un
lado, el patio delantero destinado a armar las galeras y, por otro, el muro de
protección que las separaba del mar y que era derribado cada vez que había que
sacar una embarcación. Es muy probable, por tanto, que las obras documentadas
en este período correspondan a simples labores de mantenimiento del edificio
mayor y a ser acondicionado como almacén.
En enero de 1687 los edificios más importantes del Grao, el baluarte, las
puertas y las atarazanas, son reparados. Las Atarazanas fueron declaradas
oficialmente casa pública para la custodia de grano, el cual llegaba con frecuencia
por mar para abastecer la ciudad. Los trabajos de mantenimiento en las cubiertas
de madera y en el muro perimetral del edificio ocuparon a menudo a los maestros
de obras que contrataba la ciudad para ocuparse de las atarazanas como del resto
de los edificios públicos del Grao.
En esta época las naves sirvieron también como almacén de sal, lo que
contribuyó a acentuar su deterioro. La ciudad reclamó su dominio al rey Felipe V al
6
Archivo Municipal de Valencia, Claveria de censals, albarans, I-9, f. 31r.
11
terminar la guerra de Sucesión, en 1715, “siendo como es una obra tan magnífica
y que está destruida en breve tiempo por servir de almacén de sal”.
Las últimas obras que acomete el municipio se destinan a la cubierta7. El 27
de mayo de 1802 son entregadas a la Hacienda Real para salvar una deuda de
trescientos millones, y el 9 de septiembre de 1840 se desglosan y se venden los
cuerpos a particulares, asistimos así al declive final del edificio que no se recuperó
hasta un siglo después, alejándose definitivamente de su actividad marítima.
El proceso de recuperación de las atarazanas de Valencia se inició el 11 de
noviembre de 1949 con la declaración del edificio como Bien de Interés Cultural y
Monumento Histórico (publicado en el BOE del 24-XI-1949). A partir de este
momento las naves, que habían sido vendidas desglosada-mente a particulares en
1840, recuperarían su integridad de conjunto y la ciudad volvería a disponer de
ellas como edificio de uso público. Pero se necesitaron veinte años hasta que la
administración decidiera, el 28 de julio de 1969, para realizar la tasación pericial, el
levantamiento de planos y la toma de antecedentes y datos. El equipo concluyó su
trabajo y fijó el precio de la expropiación en veinte millones seiscientas sesenta y
nueve mil cuatrocientas ochenta y dos con treinta y cinco pesetas.
El 19 de diciembre de 1979 se compraron las tres primeras naves, dos de
ellas del mismo propietario y destinadas a almacén de maquinaria de barcos, y la
central que había sido un cine. Con la adjudicación de la quinta nave en 1982, se
concluyó el proceso de recuperación.
Restaba ahora determinar el uso que se haría de las atarazanas de Valencia.
El 28 de diciembre de 1988 el Plan General de Ordenación Urbana calificó el
edificio de bien protegido de nivel uno para uso dotacional.
De las cinco naves, la que sufrió mayores cambios fue la segunda del lado sur ya
7
Archivo Municipal de Valencia, Manual de consells, A-19, f. 6v; Claveria comuna,
albarans, J-23, ff. 31v-32r.
12
que alojó un cine durante varias décadas. La fachada se desfiguró bastante al
ocultar el arco matriz y levantar sobre él un muro decorado a la usanza de
principios de siglo.
En el resto de las naves, dedicadas a almacén, los cambios fueron de menor
envergadura
En la fachada de la cuarta nave se había levantado una casa que destruyó
totalmente las dos primeras crujías y los arcos transversales. Por último, la quinta
atarazana conservaba la estructura intacta, aunque dos arcos habían sido
reconstruidos totalmente tras el impacto de una bomba de la Guerra Civil.
Los trabajos de rehabilitación se retrasaron hasta 1990-1992, cuando pudo ser
inaugurado como sala de exposiciones, uso al que continúan dedicadas en la
actualidad.
Con la restauración y la adaptación del edificio a sala de exposiciones el
edificio a recuperado su integridad y la unidad que le caracteriza como el espacio
unitario mas amplio de la arquitectura valenciana del siglo XV, pero dista mucho
por su aspecto, del que debió tener originalmente; no solo por el porche, los
cerramientos, la iluminación y otros elementos de la arquitectura actual, sino
porque, como hemos visto, el recinto era mucho mayor y ahora aparece como
edificio aislado y alejado de su primitiva concepción.
13
Anexo fotográfico
Las Atarazanas del grao 14008
8
CONTRERAS ZAMORANO, Gemma Mª. “Las atarazanas del Grao de la mar”,
Valencia, Ajuntament de València, 2002, p.191
14
Las Atarazanas del grao 14189
9
CONTRERAS ZAMORANO, Gemma Mª. “Las atarazanas del Grao de la mar”,
Valencia, Ajuntament de València, 2002, p.193
15
Las Atarazanas del grao siglo 150010
10
CONTRERAS ZAMORANO, Gemma Mª. “Las atarazanas del Grao de la mar”,
Valencia, Ajuntament de València, 2002, p.194
16

Documentos relacionados