Documento Carmona

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Documento Carmona
PROYECTO DE INTERCAMBIO DE CENTROS DE EDUCACIÓN DE ADULTOS
“APRENDER CONOCIÉNDONOS”
4-5-6-7 de Mayo de 2009
CARMONA
A unos 32 km de la capital sevillana, nos encontramos con Carmona, uno de los
enclaves turísticos más importantes de España que conserva ricas muestras de
arquitectura (civil, militar y religiosa) de todas las civilizaciones que en ella se asentaron a
lo largo de los tiempos. Los romanos la llamaron "CARMO", y los árabes "QARMUNA". Su
extensión es de 924 km² y tiene una densidad de 30,24 hab/km². En el año 2008 contaba
con 27.950 habitantes.
Está encaramada en la cumbre de un pronunciado
alcor desde el que se domina una amplia vega regada por
el Corbones. La fertilidad de la zona y la fácil defensa del
cabezo sobre el que se asienta la ciudad, hizo de Carmona
uno de los núcleos de población más importante de todos
los tiempos.
Ya desde lejos impresionan sus murallas que
rodean casi por completo a la ciudad y que ofrecen una
visión magnífica de la arquitectura militar de la última
época romana, de la visigoda, de la etapa árabe y de la
Baja Edad Media. En general, puede afirmarse que la base
de las murallas, su cimentación y primera altura es romana
(se construyó al producirse las primeras invasiones
bárbaras), mientras que el coronamiento de las almenas es
de la época árabe o de después de la Reconquista.
Además hay dos puertas que merecen una especial
atención: la puerta de Sevilla, en la que vemos la
superposición de los tres estilos arquitectónicos de las tres
épocas principales: la romana, la árabe y la renacentista, y la puerta de Córdoba que fue
embellecida con una soberbia portada ya en la época del barroco, en 1668.
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4-5-6-7 de Mayo de 2009
Datos históricos:
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Ciudad de origen tartesso, aunque se han encontrado pruebas de su
poblamiento por hombres de Cromagnon.
Los cartagineses fundaron una colonia a partir de la anterior ciudad a la que
denominaron Kar-Hammon (ciudad del dios Hammon – divinidad solar de
Cartago).
Por Carmona pasaba la Vía Augusta, usada y conocida durante la Edad
Media con el nombre de El Arrecife, y de la que se conservan algunos restos
y un puente de origen romano. La ciudad actual reproduce, con ligeras
variantes, el plano urbanístico romano. Fue, sin duda, este período uno de
los más brillantes de la historia de Carmona. Sus huellas son perceptibles
aún hoy. Las dos puertas principales del recinto amurallado (las de Sevilla y
de Córdoba) son de factura romana. Pero el monumento romano más notable
-único en su género- es la Necrópolis.
Carmona conservó su importancia durante la época musulmana. Incluso llegó
a ser, durante los primeros reinos de Taifa, capital de uno de ellos. Los
árabes reformaron su sistema defensivo, y la embellecieron con notables
alcázares, mezquitas y otros notorios edificios, de los que aún hay hoy
vestigios.
En 1247 se rindió a Fernando III el Santo, que la repobló y dotó de Fuero
propio. Su hijo, Alfonso X el Sabio, realizó el repartimiento y delimitación de
su término municipal.
Durante el reinado de Pedro el Cruel, Carmona fue objeto de predilección
real. Su Alcázar de la Puerta de Marchena, engrandecido, fue una de sus
residencias favoritas.
En 1391, la amplia comunidad judía sufrió una terrible matanza organizada,
con participación de autoridades.
En el siglo XV, las luchas entre los partidarios de Ponce de León, señores de
Arcos y Marchena, y los Guzmán, Condes de Niebla y Duques de Medina
Sidonia, azotaron fuertemente a la ciudad.
La participación de Carmona en la guerra de Granada fue muy notable, como
se ha podido comprobar por la abundante documentación conservada en el
Archivo Municipal.
En el año 1630 Felipe IV otorgó a Carmona el título de ciudad.
En fecha más reciente (1869) la ciudad de Carmona fue teatro de uno de los
primeros intentos de implantación de la República Federal.
Tras la guerra civil de 1936-1939, Julián Besteiro, último presidente de la
República, fallece en la cárcel de la ciudad.
Visita guiada:
NECRÓPOLIS ROMANA
El descubrimiento de la Necrópolis de Carmona sucede
a finales del siglo XIX (1881), gracias a la iniciativa de
Juan Fernández López y del arqueólogo inglés Jorge
Bonsor. La Necrópolis se data en torno al siglo I.
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Como la principal necrópolis de la ciudad de Roma, ésta también estaba dividida en dos
sectores, el de las clases elevadas y el de los plebeyos. La riqueza de las tumbas
pertenecientes a las clases acomodadas es impresionante: se trata de tumbas de sólida
arquitectura, con salones subterráneos para celebrar los banquetes mortuorios y en donde
se han encontrado lápidas, escritas en latín y alguna en griego, explicando la vida de los
personajes allí enterrados.
El ritual de enterramiento más frecuente era la incineración. Los cadáveres eran
incinerados en quemaderos excavados en la roca donde se colocaba la pira. En
ocasiones, estos quemaderos se utilizaban también como enterramiento, depositando las
cenizas en la fosa, que se cubría con sillares, ladrillos o tégulas. Una vez cubiertos de
tierra, se colocaba una estela para indicar el lugar y el
nombre del difunto.
Tanto en las sepulturas de inhumación como en las de
incineración han aparecido diversos ajuares mortuorios,
compuestos de vasos lacrimatorios en los que los
parientes que vivían en otras ciudades enviaban sus
lágrimas para ponerlas en la tumba junto a los restos del
difunto, así como monedas, joyas , vasos funerarios,…
El mausoleo colectivo, formado por una cámara
subterránea, de carácter familiar, es el tipo de
enterramiento más generalizado en la Necrópolis de
Carmona. Se accede a él por un pozo escalonado. La
cámara suele ser cuadrangular, con un banco que recorre
la parte inferior de las paredes, donde se colocan las
ofrendas y sobre el que se abren los nichos. En algunas
cámaras quedan las huellas de las puertas que las
cerraban, otras debían de cerrarse con una losa. Para
ocultar la tosquedad de la roca, las tumbas se decoraban. La Necrópolis es uno de los
yacimientos más importantes de la Península porque conserva gran número de pinturas.
IGLESIA PRIORAL DE SANTA MARÍA
Máximo exponente de la
arquitectura
religiosa
carmonense. Fue mezquita
mayor durante la dominación
musulmana
y
en
la
Reconquista,
el
rey
san
Fernando la dedicó a iglesia
con el título de Santa María de
la Asunción.
Conserva restos de arquitectura
arábiga en el Patio de los
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Naranjos, pero en él hay un curiosísimo calendario litúrgico de la época visigoda, lo que
demuestra que antes de la invasión árabe, este edificio era un templo cristiano, y de la
existencia del calendario puede deducirse que se trataba de un monasterio o cenobio.
El cuerpo de la iglesia fue reconstruido en el s. XV al estilo gótico, efectuándose luego
algunas reformas y mejoras. El templo presenta tres naves, con bóvedas de nervaduras
góticas sostenidas por pilares y contrafuertes.
Del periodo barroco se conservan la Puerta del Sol y la capilla Sacramental. Las obras de
la torre se iniciaron en el s. XVI y concluyeron en el s. XIX. El capitel y el reloj se deben a
una donación de Carlota Quintanilla.
INTERÉS ARTÍSTICO:
• Calendario litúrgico visigótico grabado en uno de los fustes de las columnas del
patio.
• El retablo mayor, realizado en 1563 por Juan Bautista
Vázquez, presenta relieves alusivos a la vida de Jesús,
intercalados con escenas marianas.
• La sacristía mayor no sólo es interesante por su
arquitectura sino también por el tesoro artístico que
encierra.
• Entre las piezas de orfebrería, destaca la custodia
procesional, realizada por Francisco Alfaro entre 1579 y
1584.
• Talla románica de la Virgen de Gracia, patrona de la
ciudad. En la antesacristía hay una Inmaculada tallada
por Pedro Duque Cornejo en 1724.
• La bóveda estrellada del cimborrio, situado en el cuarto
tramo de la nave central y, además, la Capilla del Cristo
de Los Martirios de estilo flamenco.
• Se ha abierto al público una exposición con las piezas de
orfebrería, ornamentos y pinturas de Zurbarán y
Bocanegra.
PUERTA DE CÓRDOBA
Tuvo Carmona, en época romana, cuatro puertas que permitían la comunicación de la
ciudad amurallada con el exterior. De ellas sólo permanecen dos: la de Sevilla y la de
Córdoba, debido a las numerosas y decisivas batallas ocurridas en esta tierra con el paso
de la historia. En el urbanismo romano estas dos puertas principales se conectaban por el
"cardo máximo", constituyendo el principal eje viario de la ciudad que aún hoy permanece,
casi sin cambios.
Por los resultados de las investigaciones arqueológicas sabemos que el s. I fue para
Carmona una etapa de prosperidad económica que propició la construcción de grandes e
importantes edificios públicos, entre ellos la Puerta de Córdoba, que constituiría no sólo
una puerta de carácter defensivo sino incluso propagandístico.
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En la Puerta de Córdoba podemos apreciar las huellas de las diferentes culturas que en
esta ciudad se han establecido con el paso de la historia.
En época de los Reyes Católicos la Puerta perdió su primigenia función defensiva y, con
ello, su austero aspecto militar, tomando una función fiscalizadora de los productos
elaborados fuera de las murallas, ejerciendo en la práctica como una aduana y
adquiriendo, por tanto, una arquitectura civil.
En el s. XVI se le hicieron reformas renacentistas y a principios del s. XVII se acordó
colocar hermosos motivos ornamentales, como escudos y estatuas de mármol, hoy en día
perdidas, que dignificaron la Puerta.
El aspecto barroco se le confirió en época de Carlos II, con las reformas de 1688.
A finales del s. XVIII se realizó la última intervención, a cargo del afamado arquitecto
neoclásico, natural de Carmona, José Chamorro, reedificándose parte del monumento y
consolidándose el conjunto.
En el intradós del vano principal se mantiene un interesante lienzo dieciochesco, que
representa a la Virgen de Gracia, patrona de la ciudad.
En las últimas investigaciones arqueológicas, realizadas con carácter previo a la
restauración, se ha descubierto que posee dos puertas pequeñas, a cada lado de la
principal, que se cegaron en el s. II, a causa de la inestabilidad política, encontrándose
actualmente en el interior de las casas adosadas, lo que la convierte en la única puerta
romana de tres arcos, de carácter defensivo, que existe en la península ibérica.

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