Restablecer la esperanza en el Afganistán

Transcripción

Restablecer la esperanza en el Afganistán
Restablecer la esperanza en el Afganistán
Para toda la infancia
Salud, Educación, Igualdad, Protección
ASÍ LA HUMANIDAD AVANZA
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Restablecer la esperanza en el Afganistán
Soñaban con una vida mejor para sus hijos. Más de 20 años de guerra habían devastado sus familias y comunidades y arruinado su sistema educativo. Dos generaciones
privadas de su futuro. Aún así, el pueblo del Afganistán no perdió nunca la esperanza.
Aunque sus sueños estuvieran truncados, nunca dejaron de creer que los de sus hijos
podrían hacerse algún día realidad.
No se arredraron ante nada. Las niñas afganas se vieron privadas de la posibilidad de ir
a la escuela, y el pueblo afgano se movilizó. Comunidades enteras –tanto hombres como
mujeres– brindaron su apoyo a las escuelas extraoficiales. Asimismo, numerosas escuelas clandestinas impartían formación práctica y educación seglar a los niños y niñas.
Los profesores arriesgaban sus vidas para impartir clases en hogares de todo el país.
Esta indómita determinación y la avidez de aprender configuran el futuro del Afganistán
y constituyen, probablemente, la mejor razón para creer que sus ciudadanos lograrán
superar los numerosos retos que aún persisten.
Actualmente, la educación se impone en el Afganistán como una herramienta importante para la reconstrucción del país. Desde finales de 2001, el Gobierno ha estado trabajando con las comunidades locales, organizaciones no gubernamentales y la comunidad
internacional. Juntos han rehabilitado centenares de escuelas, provisto de agua potable
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y de instalaciones sanitarias a otras más de 1.000, suministrado más de 8.500 tiendas
de campaña que alojan escuelas temporales, y distribuido por vía aérea en el interior
del país miles de toneladas de material escolar. Han establecido programas escolares y
contribuido a garantizar que las niñas tengan acceso a la educación.
En marzo de 2002, las escuelas abrieron sus puertas por primera vez en muchos años.
Tres millones de alumnos –de los cuales un tercio eran niñas– llenaban las aulas. Con el
apoyo internacional, el Ministerio de Educación trabaja ahora para mejorar el ambiente
escolar a fin de lograr que aumente el número de niñas que van a la escuela.
Reconstruir un país
Este año, más de 4 millones de alumnos, de los cuales 1,2 millones son niñas, asisten
a clase en 7.000 escuelas repartidas por todo el país: son niños y niñas que sueñan con
convertirse en profesores, ingenieras y dirigentes. El sector educativo opera en las 32
provincias y 360 distritos del país. Se estima que en la actualidad hay más niños y niñas
escolarizados en el Afganistán que nunca antes en la historia del país.
La educación es el medio más importante para combatir la pobreza, emancipar a las
mujeres y promover los derechos humanos y la democracia. El pueblo del Afganistán es
consciente de su valor. Y ha demostrado que la educación puede impartirse en circunstancias catastróficas, y que no es imprescindible contar con las infraestructuras adecuadas. Con tenacidad y coraje, nos han enseñado que la educación puede ser el factor de
transición que transforme una situación de emergencia en otra muy distinta, llena de
esperanzas y promesas.
La educación ha unificado gran parte del país: todo el mundo reconoce que la educación
de los niños y niñas beneficia a la sociedad. Como resultado, prácticamente todas las
facciones militares y étnicas cooperan en la escolarización de la infancia. Las autoridades religiosas de todo el país utilizan su influencia para subrayar la necesidad de que
todos los niños y niñas vayan a la escuela.
La educación ayuda a los niños y a las familias a instaurar una rutina cotidiana. Les
brinda una sensación de normalidad, confianza y seguridad, que es vital para su recuperación tras años de conflicto y graves dificultades.
En la escuela, los niños y niñas tienen la oportunidad de expresarse y relacionarse con
sus compañeros. Al tiempo que aprenden, adquieren seguridad y habilidades que les
permiten abrigar la esperanza de un futuro mejor. Dirigida a los niños y niñas de todos
los grupos sociales y étnicos, la educación sienta las bases de una sociedad equitativa y
abierta a todos.
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La educación constituye una fuente importante de ingresos en las comunidades locales,
gracias a los programas de reconstrucción de las escuelas, a la contratación de personal
en los centros logísticos y la producción de materiales y equipamiento escolar.
La educación ofrece a las niñas, que durante mucho tiempo se han visto privadas de su
derecho a recibir una educación, la posibilidad de desarrollar su potencial, y brinda a
las mujeres la oportunidad de recuperar su sitio en el sistema educativo, en calidad de
profesoras, directoras de escuela y asesoras.
Y por último, la educación trae consigo la esperanza de conseguir la paz y la estabilidad.
La creación de un sistema escolar nacional constituye para el pueblo afgano la prueba de
que su gobierno funciona y que está decidido a invertir en la prosperidad futura del país.
En la encrucijada
Éste es un momento decisivo en la historia del Afganistán. Los niños y niñas están
deseosos de aprender, y sus padres dedican todo su empeño a mejorar sus propias
condiciones de vida y las de sus hijos. El Gobierno otorga una gran importancia a la
educación. Y, más que nunca, la comunidad internacional reconoce que la educación es
esencial para la paz y prosperidad futuras de un país. Se han sentado los cimientos y
se ha cobrado un fuerte impulso en aras de impartir una educación a todos los niños y
niñas del Afganistán.
En el pasado todas las miradas se dirigían al Afganistán; actualmente, la atención de la
comunidad mundial se centra en otras regiones del mundo.
No podemos perder de vista el trabajo que aún queda por hacer. Los profesores afirman
que cada vez hay más niños y niñas que desean matricularse en la escuela. A muchos
de ellos se les imparten clases en aulas improvisadas. Es necesario obtener más libros y
materiales e invertir en formación y ayuda a los profesores. Debemos seguir avanzando.
El pueblo del Afganistán participa activamente en la reconstrucción de su país. Haciendo uso de la ayuda que la comunidad internacional les ha brindado, los afganos crean
puestos de trabajo y formación, motivación y seguridad. Y también crean un nuevo
futuro, lleno de posibilidades.
No son escuelas lo único que construyen, sino también su nación, y, al hacerlo, emprenden el camino hacia el desarrollo. Son conscientes de que la educación es el mejor
instrumento que disponen para despojarse de su legado de conflictos civiles, pobreza
y desolación. Saben que es su única oportunidad de hacer realidad las esperanzas que
albergan para sus hijos. No nos olvidemos de sus sueños.
Ellos solos no pueden.
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“En el Afganistán, un país desolado por la guerra, presencié la
reapertura de 3.000 escuelas a las que acudieron 3 millones de
alumnos, tanto niños como niñas, muchos de los cuales volvían a
clase por primera vez en seis años. Fue la mayor operación logística
acometida por UNICEF en favor de la educación, y dio resultado
porque el Gobierno provisional estaba decidido a llevar a buen
término una iniciativa destinada a movilizar a profesores, matricular a
niños y niñas, rehabilitar las instalaciones escolares y crear, partiendo
prácticamente desde cero, un plan de estudios y toda una estructura
educativa. Fue un estimulante testimonio de esperanza y desafío, y
el espíritu universal que lo impulsaba no ha hecho sino convencerme
de que el futuro está, más que nunca, en nuestras manos.”
©UNICEF/HQ95-0227/Hartley
Carol Bellamy
Directora Ejecutiva
Fondo de Naciones Unidas para la Infancia
El Afganistán quedó
devastado por más de 20
años de conflicto armado
y violencia.
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El legado de la guerra
Muchos niños y niñas perdieron a padres, madres, abuelos, tíos, tías, hermanos y hermanas. El país está infestado de minas terrestres, bombas, obuses y granadas, que
mutilan y matan todos los días. Cientos de miles de niños y niñas afganos se convirtieron en refugiados en su propio país: expulsados de sus hogares y aldeas, se dirigieron
en masa a las ciudades, donde vivían sumidos en la pobreza y la desesperación. Muchos
padecían malnutrición y enfermedades crónicas.
Muskiva, de 8 años, trabaja en una forja en Kabul.
No va a la escuela porque
su padre necesita que
trabaje.
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©UNICEF/HQ01-0544/Noorani
Bajo el régimen de los talibanes, las mujeres y las niñas se vieron privadas de atención
sanitaria y del derecho al empleo y la educación. Los padres y madres prestaban su apoyo a escuelas clandestinas, y numerosos afganos arriesgaron su vida para que sus hijos
pudieran proseguir sus estudios. Pese a los escombros y al miedo, el pueblo del Afganistán nunca perdió la esperanza.
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“Siempre tuve la esperanza de
que tras la oscuridad habría luz.”
[Jefe de estudios, Kabul]
©UNICEF/HQ01-0647/Noorani
Una niña lava ropa en un
charco de agua sucia del
campamento de Maslakh,
levantado en la ciudad de
Herat, al oeste del país,
para acoger a 140.000
personas que habían
perdido sus hogares.
Durante la noche, la temperatura desciende bajo
cero y muchos de los
recién llegados no tenían
dónde cobijarse.
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Durante más de cinco años se prohibió la
asistencia de las niñas a
clase en más de un 90%
del país.
“Nuestra historia reciente es producto de la
ignorancia. La gente considera la educación como
una forma de prevenir en el futuro tragedias
similares a las que hemos vivido en el pasado.”
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[Director de escuela, llanura de Shomali]
©UNICEF/HQ00-0866/LeMoyne
©UNICEF/HQ01-0510/Noorani
Abdul, de 12 años, perdió
la pierna derecha cuando
contaba 7 años, a causa de
la explosión de una mina
terrestre. A su hermano,
que llevó la mina a casa
pensando que se trataba de
un juguete, le costó la vida.
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“Durante el régimen de los
talibanes, la comunidad
protegía a los profesores. Las
lecciones se impartían de forma
clandestina en sus casas, y
nunca nadie reveló el secreto.”
[Directora de escuela, Kabul]
©UNICEF/HQ01-0496/Noorani
El primer centro educativo
de Kabul, Dasht-e-Barchi,
no tiene cristales en las
ventanas, ni calefacción,
ni moquetas ni luz. Quince
profesores trabajan de forma gratuita enseñando, en
tres turnos, a 800 alumnos.
Es una de las 95 escuelas
dirigidas por una organización no gubernamental.
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©UNICEF/HQ02-0626/LeMoyne
El sistema educativo quedó destrozado tras años
de guerra y abandono.
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Los preparativos para la vuelta a la escuela
Cuando dieron comienzo los trabajos de reconstrucción, el 60% de las más de 7.000 escuelas del país estaban derruidas o no se hallaban en condiciones de acoger a estudiantes. En más de un centenar, había minas terrestres en sus instalaciones o en los alrededores. La mitad de las escuelas no tenían acceso a una fuente de agua potable y casi un
40% carecía de las instalaciones sanitarias adecuadas.
Fabricación de muebles
destinados a las escuelas
de Kabul. Un proyecto de
CARE.
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©UNICEF/HQ02-0630/LeMoyne
Con ayuda de la comunidad internacional, el Gobierno del Afganistán reconstruyó por
completo el sistema educativo nacional. Los edificios se rehabilitaron, se movilizó a los
profesores, y la reapertura de las escuelas se anunció mediante pintadas y carteles en la
calle. Se emplearon aviones, jeeps e incluso asnos para hacer llegar millones de libros y
material escolar hasta las aulas.
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“La educación es la base de la sociedad.
La población es consciente de su importancia.
A medida que se reconstruyen las escuelas,
se reconstruye el país.”
©UNICEF/HQ02-0625/LeMoyne
[Director de escuela, provincia de Parwan]
Descarga de “escuelas en
una caja” en el aeropuerto de Kabul. Cada una de
las cajas contiene suministros y material para un
profesor y un máximo de
80 alumnos. Entre los materiales suministrados por
UNICEF en marzo de 2002
para apoyar la campaña
“Vuelta a la escuela” en
el Afganistán, figuraban
más de 10.000 “escuelas
en una caja”, casi 3 millones de libros de texto,
40.000 lotes de papelería
y 18.000 pizarras.
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©UNICEF/HQ02-0581/LeMoyne
Un trabajador carga material escolar en un camión
en el aeropuerto de Kabul.
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©UNICEF/HQ02-0583/LeMoyne
Un mensaje pintado en un
muro de Kabul que reza:
“¡Ven, vamos a aprender!”, anuncia el regreso
a la escuela.
©UNICEF/HQ02-0585/LeMoyne
Miembros de la British
International Security Assistance Force transportan suministros escolares
desde un almacén del
UNICEF y el Ministerio de
Educación al domicilio del
director de una escuela, al
este de Kabul.
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©UNICEF/HQ02-0599/LeMoyne
Ali Ahmed, de 70 años,
pintor desde hace 60, se
toma un descanso en el
aula de la escuela Abdul
Hadi Dawi de Kabul.
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©UNICEF/HQ02-0637/LeMoyne
“Hay tanta gente que ha regresado al país
y que piensa que la situación va a mejorar.
Todos esperamos que la paz sea duradera.”
[Directora de escuela, provincia de Herat]
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Oficina de matrículas de
la escuela Abdul Hadi
Dawi de Kabul.
©UNICEF/HQ02-0597/LeMoyne
Un grupo de profesoras
durante una sesión de
capacitación del Ministerio
de Educación.
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“La educación puede conducir a la paz y la
estabilidad. No podemos esperar a que lleguen
por sí solas.”
[Sharad Sapra
Representante de país del UNICEF, Afganistán]
Eran necesarias las fotografías para la matrícula
porque muchos alumnos
tenían el mismo nombre.
©UNICEF/HQ02-0598/LeMoyne
©UNICEF/HQ02-0586/LeMoyne
En Kabul, un fotógrafo
itinerante toma una fotografía a un niño para la
matrícula.
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Se abren las puertas
El inicio del año escolar
fue una celebración en el
Afganistán.
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©UNICEF/HQ02-0045/LeMoyne
El 23 de marzo de 2002, más de 3.000 escuelas en todo el Afganistán abrieron sus puertas con motivo del inicio del año escolar. La masiva campaña de rehabilitación de las
escuelas hizo posible que más de 3 millones de niños y niñas asistieran a clase; muchos
de ellos no habían visto nunca el interior de un aula.
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©UNICEF/HQ02-0047/LeMoyne
Carol Bellamy, Directora
Ejecutiva del UNICEF, llega
a la celebración con motivo
del inicio del año escolar.
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“A los niños, las niñas y los jóvenes del
Afganistán me gustaría decirles que… vuestros
padres y madres, vuestros maestros, vuestro
gobierno y muchas otras personas del resto del
mundo han trabajado duramente para ofreceros
un nuevo comienzo en la escuela. Era nuestra
responsabilidad como adultos. Pero ahora os
toca a vosotros: aprovechadlo. Escuchad a
vuestros maestros, aprended todo lo que podáis,
haced preguntas y mantened la mente abierta a
las ideas. Y no permitáis nunca que os arrebaten
la escuela. Es vuestro derecho y esto se aplica
tanto a los niños como a las niñas”. Carol
Bellamy, presentación de la campaña Vuelta
a la escuela, 23 de marzo de 2002.
©UNICEF/HQ02-0044/LeMoyne
“Vemos hoy a nuestro pueblo con lágrimas en
los ojos, pero son lágrimas de felicidad porque
nuestros hijos, nuestros niños y niñas, van al
colegio. Son lágrimas de orgullo.”
S. E. D. Hamid Karzai,
Presidente de la Administración provisional del
Afganistán, toma la palabra en la celebración del
inicio del año escolar.
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De regreso a la escuela
Una niña escribe sobre
su cuaderno nuevo en la
escuela Ghulam Haider
de Kabul.
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©UNICEF/HQ03-0147/Noorani
El inicio del año escolar 2002 fue un momento crucial en la vida de millones de niñas y
mujeres afganas. Los nuevos alumnos –de los cuales un tercio eran niñas– inundaron las
aulas de todo el país en busca del tiempo perdido. Las mujeres han recuperado su posición en el seno del sistema educativo como profesoras, directoras de escuela y asesoras.
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©UNICEF/HQ03-0149/Noorani
©UNICEF/HQ02-0589/LeMoyne
“Estoy muy contenta de poder ir de nuevo a
la escuela. Ahora estoy estudiando de manera
apropiada, y es algo estupendo para mí y para
mis amigos. Asistí a las clases que se impartían
en domicilios particulares porque sabía que el
aprendizaje era importante para mí y para mi
futuro. Pero lo mejor de todo es venir a una
escuela de verdad.”
Escuela para niños sordos
en Kabul, dirigida por la
Fundación para deficientes auditivos de Maidan
Shah, en la provincia de
Wardak, una organización
no gubernamental local.
[Una niña de 11 años]
Unos profesores corrigen
exámenes a las puertas
del centro educativo del
distrito de Maidan Shah,
en la provincia de Wardak.
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©UNICEF/HQ02-0610/LeMoyne
©UNICEF/HQ02-0640/LeMoyne
Al tiempo que aprenden,
los niños y niñas adquieren seguridad y habilidades que les permiten
abrigar la esperanza de un
futuro mejor
La educación ayuda a
los niños, las niñas y las
familias a establecer una
rutina cotidiana
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Un factor de transición hacia el desarrollo
El pueblo afgano nos ha enseñado que la educación puede ser el factor de transición
que transforme una situación de emergencia en otra muy distinta, llena de esperanzas y
promesas.
Clasificación y embalaje
de materiales escolares en
el centro de suministros
del Ministerio de Educación con motivo de la
preparación para el inicio
del año escolar 2003.
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©UNICEF/HQ03-0144/Noorani
En la actualidad, los ciudadanos del Afganistán continúan trabajando en favor de la paz
y la reconstrucción de su país. El Ministerio de Educación afgano continúa rehabilitando
y mejorando las escuelas, esforzándose especialmente en eliminar los obstáculos que
impiden que las niñas afganas se matriculen en la escuela y prosigan su educación. Con
tenacidad y coraje, dedican todo su empeño a garantizar que todos los niños y niñas
afganos puedan ejercer su derecho a la educación.
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©UNICEF/Afghanistan/Carwardine
Continúan las obras de
construcción.
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©UNICEF/AFGHA0871D/Zaidi
“Los niños sujetan sus paraguas al tiempo que
escriben, para protegerse del sol y de la lluvia.”
[Directora de escuela, Kabul]
Muchas escuelas tienen
tres turnos sucesivos, y
las clases se imparten en
los pasillos, al aire libre y
en tiendas de campaña, a
fin de acoger a la enorme
cantidad de niños y niñas
que quieren estudiar.
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En la encrucijada
©UNICEF/HQ03-0406/Premfors
Es un momento crucial en la historia del Afganistán. La comunidad internacional debe
colaborar a fin de garantizar que continúe siendo un período de esperanza y posibilidades.
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“Difundid nuestro mensaje por todo el mundo.
Hemos sufrido durante tanto tiempo sin
educación. Decidle a todo el mundo que el
Afganistán ha retomado los estudios.”
[Profesor, Kabul]
Si desea obtener más información, sírvase dirigirse a:
Sección de Educación, División de Programas
www.unicef.org/girlseducation/index.html
Publicado por
Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia
3 UN Plaza, NY, NY, 10017, USA
[email protected]
www.unicef.org/spanish
Foto de portada: ©UNICEF/HQ00-0916/LeMoyne
© Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF)
Nueva York
Noviembre de 2003

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