Parte 1 - club berlin

Transcripción

Parte 1 - club berlin
Embajada de la República Federal de Alemania
Embajador Dr. Rolf Schumacher
Embajada de la República Federal de Alemania,
Villanueva 1055
C1426 BMC - Buenos Aires
www.buenos-aires.diplo.de
Argentina – Alemania
Un recorrido a lo largo de 150 años
de relaciones bilaterales
ISBN
Fotos de tapa, contratapa y solapas: gentileza AGN, ASA,
Berlinale, DaimlerChrysler Argentina s.a., Familia Dietl,
Guido Gayk, Hambürg Süd, Roberto Litvatchkes, Min. Fed.
de Relaciones Exteriores, Rainer Pfisterer, Jorge Royan.
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3
Grußwort des Bundesministers des Auswärtigen
für die Publikation der Botschaft Buenos Aires
"150 Jahre deutsch-argentinische Beziehungen”
Nicht nur im Titel des "Freundschafts-, Handels– und Schifffahrtsvertrages", der am 19. September 1857 in Paraná
unterzeichnet wurde, findet sich das Wort Freundschaft an erster Stelle wieder. Auch im Vertragstext, der sich sonst vor
allem mit Rechts- und Wirtschaftsfragen befasst, findet es gleich im ersten Artikel prominent Erwähnung.
Seit der Vertragsunterzeichnung hat sich in beiden Ländern vieles verändert, doch der Vertrag hat noch immer
Bestand. Besonders freut mich, dass unsere Bürgerinnen und Bürger die deutsch-argentinischen Beziehungen mit Leben zu
füllen vermochten und das gilt auch und vor allem für das Wort Freundschaft. Das ist nicht nur ein schöner Begriff auf
kunstvoll gesiegeltem Papier von 1857, sondern vielmehr der tägliche Austausch in allen Bereichen des Lebens: in
Wirtschaft, Kultur oder Gesellschaft, wie etwa Tango und Technologie, Borges und Biokraftstoff, Goethe und Gauchos oder
Fußball und Fangio.
Die deutsch-argentinische Freundschaft besteht fort und ist heute enger denn je. Davon legt dieses Buch Zeugnis ab
und lädt Sie ein zu einem bunten Spaziergang durch unsere gemeinsamen 150 Jahre. Dabei wünsche Ihnen eine spannende
und unterhaltsame Lektüre und würde mich sehr freuen, wenn wir die deutsch-argentinischen Beziehungen auch in Zukunft
offen, kreativ und lebendig gemeinsam gestalten könnten.
Dr. Frank-Walter Steinmeier
Bundesminister des Auswärtigen
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Mensaje del Ministro Federal de Relaciones Exteriores
para la publicación de la Embajada Alemana en Buenos Aires
"Argentina – Alemania 150 años"
No sólo en el título del "Tratado de Amistad, Comercio y Navegación", firmado el 19 de septiembre de 1857 en la ciudad de Paraná, figura la palabra amistad en primer término.También en el texto del Tratado, que básicamente se refiere a
cuestiones jurídicas y económicas, el concepto de la amistad se destaca por su mención en el primer artículo.
Desde la firma del Tratado se produjeron numerosos cambios en ambos países. Sin embargo, el Tratado aún perdura.
Me complace especialmente que nuestras ciudadanas y nuestros ciudadanos hayan dado vida a las relaciones entre
Argentina y Alemania y, ante todo, también a la amistad. El vocablo amistad no es solamente una linda expresión en un
documento de 1857 sellado con arte, sino que se manifiesta en el intercambio cotidiano en todos los ámbitos de la vida: en
la actividad económica, cultural o social, como pueden ser el tango y la tecnología, Borges y biocombustibles, Goethe y
gauchos, fútbol y Fangio o cerveza y ciencia.
La amistad germano-argentina persiste y es hoy más estrecha que nunca. El presente libro es un testimonio de esta
amistad e invita al lector a un colorido recorrido a través de nuestros 150 años compartidos. Espero que la lectura le
resulte interesante y entretenida. Sería para mí una gran satisfacción si también en el futuro continuáramos conformando
juntos las relaciones germano-argentinas con espontaneidad, creatividad y dinamismo.
Dr. Frank-Walter Steinmeier
Ministro Federal de Relaciones Exteriores
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An Stelle eines Vorworts
A modo de prólogo
Von Buenos Aires bis Cordoba hatte alles bestens geklappt. Nachdem der argentinische Präsident Agustin P. Justo
in Cordoba die zweisitzige offene Maschine ‚Junkers 10 Junior’ wieder bestiegen hatte und auf dem Rücksitz angeschnallt war, startete sie planmäßig Richtung Zielflughafen Tucumán. Da die Junior nur wenige Instrumente hatte, wie
zu dieser Zeit üblich, wählte der Pilot J. Stunde, einer der erfahrensten der Firma Junkers, die Route entlang der
Eisenbahnlinie, um sich nicht zu verirren. Das Wetter war zunächst einigermaßen gut, aber es begannen ungewöhnliche
Turbulenzen, so dass der Pilot Mühe hatte, die Maschine sicher in der Luft zu halten, bis Tucumán, wo sie zwar durchgeschüttelt, aber pünktlich landete. Ähnlich wie in Cordoba großes Militäraufgebot. Die Maschine rollt aus und kommt an
die Stelle, wo sie mit rotem Teppich erwartet wird. Der Pilot dreht sich in seinem Sitz um, um sich bei seinem illustren
Fluggast für den etwas ungemütlichen Flug zu entschuldigen. Und muss feststellen: der Präsident ist weg!
Desde Buenos Aires hasta Córdoba todo fue de maravillas. Una vez que el Presidente de la República Argentina,
Agustín P. Justo, ascendió en Córdoba al Junkers 10 Junior, un avión de dos asientos con cabina descubierta, se ubicó
en el asiento trasero y se colocó el cinturón de seguridad, la aeronave despegó puntualmente con destino al aeropuerto
de Tucumán. Dado que el modelo Junior estaba equipado con pocos instrumentos, como era usual en aquellos tiempos,
el piloto J. Stunde, uno de los más experimentados de la empresa Junkers, siguió la ruta a lo largo del trazado del
ferrocarril para no desorientarse. Inicialmente las condiciones climáticas fueron favorables pero, de pronto, turbulencias
poco habituales obligaron al piloto al máximo control del avión para mantenerlo seguro en el aire hasta Tucumán, adonde finalmente aterrizó algo sacudido, pero en horario. Al igual que en Córdoba, fue recibido con gran despliegue militar.
En ese momento la aeronave desacelera y finalmente se detiene en el lugar donde era esperada con una alfombra roja.
En su asiento el piloto gira hacia atrás para disculparse ante su ilustre pasajero por las condiciones poco confortables
del vuelo y advierte que: ¡El Presidente no está!
Was war geschehen? Während einer der Turbulenzen war die Schraube gebrochen, an der der Sicherheitsgurt des
Präsidenten befestigt war. Er wurde aus der Maschine katapultiert. Der Fallschirm ging auf, weil die Reißleine am
Flugzeug befestigt worden war, und der Präsident glitt auf eine der Sanddünen entlang der Eisenbahnlinie zu, wo er,
halbwegs sanft und ohne Schäden davon zu tragen, landen konnte. Er hatte Glück, denn es kam – was nicht oft am Tag
passierte – ein Zug. Er konnte den misstrauischen Lokomotivführer überzeugen, ihn mitzunehmen, und traf mit fünf
Stunden Verspätung in Tucumán ein, nachdem dort bereits das Schlimmste befürchtet worden war und man den Piloten
einem Verhör unterzogen hatte.
150 Jahre deutsch-argentinische Beziehungen – das ist große Geschichte aus Politik, Wirtschaft und Kultur, aber
auch Geschichten, in denen der einzelne Mensch, der Zufall, das Glück eine entscheidende Rolle gespielt haben. Manche
sind gut belegt, manche weniger, wie die obige aus dem Jahr 1933, für die es zwar eine mündliche Überlieferung gibt,
aber keine schriftliche, weil sie offenbar nie an die Presse gegeben wurde.
Ich freue mich, dass 150 Jahre nach Unterzeichnung des Freundschafts-, Handels- und Schifffahrtsvertrags vom
19. September 1857diese Publikation erscheinen kann, deren Ziel es ist, vom dichten und reichen Netz einen Eindruck
zu vermitteln, das im Laufe des letzten eineinhalb Jahrhunderts - ohne Übertreibung - von Tausenden von deutschargentinischen Botschaftern geknüpft wurde.
Und wenn die Lektüre Sie in dem Wunsch bestärkt, an der Weiterentwicklung dieser für unsere beiden Länder so
wichtigen Beziehung mitzuarbeiten, dann hat dieses Buch sein Ziel voll erreicht. Viel Spaß beim Lesen!
Dr. Rolf Schumacher
Botschafter der Bundesrepublik Deutschland
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¿Qué había sucedido? Durante una de las turbulencias se rompió el tornillo que sujetaba el cinturón de seguridad
del Presidente y, entonces, fue catapultado del aeroplano. El paracaídas se abrió porque la cuerda había sido fijada al
avión. El Presidente se deslizó a lo largo de una de las dunas junto al trazado ferroviario, donde pudo tocar tierra casi
mullidamente sin sufrir lesiones. Tuvo suerte, ya que precisamente en ese instante pasó un tren, lo cual no sucedía con
frecuencia durante el día. Pudo convencer al maquinista desconfiado de que lo llevara y finalmente llegó a Tucumán con
cinco horas de retraso, donde ya se temía lo peor y se había sometido al piloto a un interrogatorio.
Un siglo y medio de relaciones argentino-alemanas implica Historia destacada de la política, de la economía y de la
cultura, pero también implica historias, en las que tanto los individuos como el azar y la suerte fueron factores decisivos. Algunas de ellas están bien documentadas y otras menos, como el relato de este episodio del año 1933 que, si bien
se conoce por tradición oral, no fue documentado por escrito ya que, por lo visto, nunca se comunicó a la prensa.
Me complace que al cabo de 150 años de la celebración del “Tratado de Amistad, Comercio y Navegación”, firmado el 19 de setiembre de 1857, se edite el presente libro, cuyo objetivo es aportar una idea de cuán densa y vasta es la
red de vínculos establecidos en el transcurso del último siglo y medio – y sin exagerar - por miles de embajadores argentinos-alemanes.
Si al leerlo se fortalece en usted el deseo de contribuir al continuo desarrollo de estas relaciones tan importantes para
nuestras naciones, entonces el presente libro habrá cumplido plenamente su objetivo. ¡Espero que disfrute la lectura!
Dr. Rolf Schumacher
Embajador de la República Federal de Alemania
7
Contenidos
1857
1860
1861
11
Un tratado para la historia
Cuando nada auguraba que la relación bilateral duraría 150 años
Poblar un país a la alemana
La inmigración que ayudó a consolidar la
idea argentina
Un pilar de las
Ciencias Naturales
El aporte de Hermann Burmeister
1917
Al borde de la guerra por un telegrama 53
De asnos y rufianes: el incidente Luxburg
1920
La eterna lucha con el Genitiv,
Dativ y Akkusativ
El auge de las escuelas alemanas
57
1922
El mecenas intelectual
El argentino-alemán Félix Weil impulsó la
creación de la Frankfurter Schule
67
El Instituto Ibero-Americano
Investigación, información, ciencia y cultura desde Berlín
69
15
19
1930
1867
1872
1881
1900
La institución que nació
para proteger la vida
El Hospital Alemán se fundó en plena epidemia de fiebre amarilla
El negocio de cruzar los mares
La Hamburg-Südamerikanische
Dampfschifffahrts-Gesellschaft fue uno de
los ejes del intercambio comercial también
gracias a la participación argentina
23
1933
27
1934
Los socialistas del Vorwärts
El club que cambió el mapa político de la
Argentina
31
El inicio de una relación en 2 x 4
La llegada del bandoneón a la Argentina
35
1901/07 La Patagonia inesperada
1936
1957
105
La fuerza de la ambivalencia
Una charla con el compositor Mauricio
Kagel sobre la identidad y los (des)encuentros de la cultura
1996
La competencia de Goethe
y Thomas Mann
El grupo Die Toten Hosen logra más que
los clásicos alemanes
157
1960
111
El primer Presidente argentino
que visitó Alemania
En 1960, Arturo Frondizi viajó a Bonn no
sólo para felicitar al país por su recuperación
tras la guerra
2001
El día en que San Martín llegó a Berlín
Su monumento celebra la amistad
argentino-alemana, como lo hiciera la
fuente de la Plaza Alemania
161
2005
165
Un cine tan crudo como real
Los realizadores argentinos vuelven a deslumbrar en Berlín
2007
El que no falla es un alemán
Sobre etiquetas e intuiciones
171
Agradecimientos
174
1961
1967
73
La prensa en guerra
Cómo el Argentinisches Tageblatt y el
Deutsche La Plata Zeitung reflejaron la
división de la comunidad alemana en torno
al nacionalsocialismo
Una visita única
La llegada del Graf Zeppelin marcó el fin
de una época
39
1939
1916
8
El día en que se perforó
el suelo de Buenos Aires
Cómo Philipp Holzmann y Siemens interconectaron la capital argentina
45
1976/83 Los años de plomo
Un motor para el comercio bilateral
La Cámara de Industria y Comercio
Argentino-Alemana
49
1950/52
“Uno era alemán y se definía como tal” 87
El éxodo de los judíos alemanes - Entrevista
al escritor Roberto Schopflocher
El difícil nuevo comienzo
La reapertura de las relaciones bilaterales
después de la guerra
El maestro de Ulm
El diseñador y artista Tomás Maldonado
95
Una apuesta por el desarrollo
La cooperación técnica y económica del
BMZ y la GTZ
99
103
Una nueva Embajada
Para una joven democracia
Cronología
178
Lista de asociaciones
180
Registro de nombres
184
Sponsors
188
Bibliografía
202
Créditos / Impressum
204
127
141
Cuando el programa es más que un nombre 145
Las fundaciones políticas y científicas de
origen alemán
1990
1954
Anexo
En memoria de las víctimas de la última
Dictadura militar – Entrevistas a
Ellen Marx, Heinz Dressel y Osvaldo Bayer
La disputa por el “alma de Buenos Aires” 83
El Obelisco casi se construye dos veces
El barco que prefirió hundirse
El último viaje del acorazado Graf Spee
123
79
La fundación de Comodoro Rivadavia
1913
113
119
Una fuente para la inspiración
El Goethe-Institut Buenos Aires: 40 años
creando lazos a través del idioma, la cultura y
la información
La versión alemana del churrasco
Fleckvieh: la vaca que ayudó a crear el
mito argentino
1984
1937/38
Los fantasmas del pasado
El caso Eichmann revivió un capítulo que
se creía cerrado
151
“Ahora converge lo que debe estar unido” 153
La reunificación fue para el pueblo alemán
una fiesta pero también un desafío
9
Un tratado para la historia
Cuando nada auguraba que la
relación bilateral duraría 150 años
Hace 150 años, la idea de iniciar una relación
bilateral entre argentinos y alemanes tenía
fecha de vencimiento. Ocho años era el plazo
previsto en el Tratado de Amistad, Comercio y Navegación, firmado en 1857 entre el Reino de Prusia
y los restantes Estados de la Unión Aduanera (Zollverein) y la Confederación Argentina. Sin embargo, ese acuerdo se convirtió en la base de una relación que unió a ambas naciones hasta el día de hoy.
Pocos lo habrán imaginado en aquel septiembre de 1857.
La Argentina estaba lejos de ser un Estado en el sentido moderno de la palabra. El representante
alemán, Friedrich von Gülich, llegaba a un país dividido ya que Buenos Aires acababa de hacer su último intento de independizarse del resto del territorio argentino. Apenas cinco años habían pasado
desde la caída de Juan Manuel de Rosas y otros cuatro faltaban para que la Batalla de Pavón definiera el camino hacia un futuro común. Por tal motivo, von Gülich no presentó sus Cartas
Credenciales en lo que hoy es la capital argentina. Tuvo que desplazase hasta Paraná y presentárselas
al Presidente de la Confederación Argentina, Justo José de Urquiza cuyo Gobierno mantenía desde
allí una durísima contienda con el de Buenos Aires.
Cabe resaltar que von Gülich no fue el primer representante alemán que llegó a suelo argentino.
Casi tres décadas antes, en 1829, la Ciudad Libre y Hanseática de Hamburgo había designado a
Johann C. Zimmermann en el cargo de Cónsul Honorario en la
región del Río de la Plata. En 1845 Prusia nombró al comerciante Franz Mohr como su representante. Tres años más tarde ocuparía ese cargo Franz Halbach.
En el legado de Mohr figura un espacio que hasta el día de
hoy marca como pocos las relaciones entre la Alemania y la
Argentina: él era propietario de la estancia en la que hoy se
ubica el Aeropuerto Internacional de Ezeiza Ministro Pistarini.
Por su parte, la joven Argentina había entablado tempranos
contactos con los Estados alemanes mediante
Pág. anterior: la firma del
Tratado de Amistad, Comercio y
Navegación, el 19 de septiembre
de 1857, fue la base para una
relación bilateral que este año
celebra 150 años.
El tratado se firmó en la ciudad
de Paraná, que entonces era la
sede provisoria del Gobierno de
la Confederación Argentina.
(Fotos: Min. Fed. de Relaciones
Exteriores)
los nombramientos de Ferdinand D. Schlüter
como Cónsul en Hamburgo y de Augusto
Borchers como Cónsul en Bremen.
No obstante, el tratado celebrado el 19
de septiembre de 1857 entre la
Confederación Argentina y el Deutscher
Zollverein, representa para los historiadores
11
el inicio de una relación bilateral regulada y estable. Es considerado
futura Argentina representaba un destino migratorio que –según las negociaciones llevadas a cabo en
el primero entre ambas naciones en el marco del Derecho
Berlín por el representante argentino Delfín B. Huergo– no exigiría la asimilación total de los inmi-
Internacional y firmado en representación de los Estados actuales.
grantes alemanes. Permitiría una estrategia de asentamiento en colonias que mantendrían un estrecho
Dijimos que el Cónsul General Friedrich von Gülich llegaba a un
país en conflicto. Pero la realidad de su nuevo destino no le era total-
contacto con la tierra natal y conservarían la cultura alemana, como lo indicaba en el artículo 12.
Este tratado nació así, aquel 19 de septiembre de 1857, en medio de una enorme inestabilidad
mente ajena. En ese entonces Europa se reponía aún de las secuelas
política. Sólo los más idealistas pudieron imaginar que se convertiría en la base de una relación bila-
del movimiento nacionalista y revolucionario de 1848. Lo que hoy
teral que abarca hoy 150 años. El camino no fue fácil. Más de una vez la relación entre ambos países
conocemos como Alemania era un conjunto de reinos, ducados y ciu-
estuvo a punto de quebrarse y en una ocasión llegó a interrumpirse. Pero el impulso generado un siglo
dades independientes. Bajo el liderazgo de Prusia, funcionaba una de
y medio atrás permitió que, según lo confirman los datos oficiales, cerca de 1.200.000 descendientes
las primeras uniones aduaneras entre Estados soberanos, el Deutscher
de alemanes vivan, trabajen y construyan hoy un porvenir en la Argentina.
Zollverein. En total, participaban de esa unión 14 Estados, que luego
pasaron a ser parte de los Länder: Hesse, Baviera, MecklenburgoPomerania Occidental, Berlín, Brandenburgo, Sajonia, Baja Sajonia,
Sajonia-Anhalt,Turingia, y Baden-Wurtemberg. Sin olvidar, por cier-
Una pasión por América Latina
to, el Gran Ducado de Luxemburgo.
El Zollverein había sido creado para fortalecer la posición de
El tratado consistía de 15 artículos.
(Foto: (Fotos: Min. Fed. de Relaciones Exteriores))
Friedrich von Gülich fue un diplomático de carrera. Con estudios en
los mercados alemanes ante la competencia comercial de la cre-
Ingeniería, Química, Economía, Derecho e Idiomas, cursados en el
ciente industria británica. La impulsora de la unión había sido
Politécnico de Karlsruhe y en la Universidad de Berlín, había ingresado
Prusia. Con un territorio que se extendía por el Este hasta lo que
en 1849 al Servicio Exterior del Gobierno de Prusia. Tenía 29 años. Su
hoy es Polonia y por el Oeste hasta los Países Bajos y Francia y,
primer destino fue la Secretaría del Consulado General que su país
por otra parte, con el Rey Federico Guillermo IV con una salud
cada vez más deteriorada, Prusia necesitaba reducir costos de transferencia para consolidar su liderazgo político
y económico. La autoridad prusiana se afirmaría luego con la llegada de un joven ministro, Otto von Bismarck, y
de su contraparte monárquica, el Rey Guillermo I, que sucedería a su hermano mayor Guillermo IV.
A su vez, la Confederación Argentina de Urquiza requería cooperación económica. Había perdido sus más
mantenía en la ciudad de Barcelona. Poco pudo haberse imaginado el
joven diplomático que, de allí en más, el mundo latino se convertiría en
su segunda patria. A los cuatro años fue promovido al nivel de
Consejero y fue enviado como Encargado de Negocios a Chile.
Cuatro años después von Gülich se convertía en Cónsul General y representante diplomático ante
los gobiernos de los países de la región del Río de la Plata. En septiembre de 1857 presentó sus car-
importantes ingresos al quedarse sin la Aduana de Buenos Aires. Peor aún: la crisis mundial de 1857 había
tas credenciales en la Argentina. Un año antes lo había hecho en Uruguay. En 1860 se le agregó el
desalentado el interés por invertir en la región del Río de la Plata y había debilitado los flujos mercantiles. La
encargo de velar por los intereses alemanes en Paraguay.
demanda de materias primas declinaba, los precios de los productos argentinos caían.
El tratado que suscribieron entonces von Gülich y su contraparte, Bernabé López, en nombre de sus respectivos Gobiernos, constaba de 15 artículos, en los cuales principalmente, se establecían facilidades para la
navegación, para la importación y para la exportación, así como acuerdos en materia de precios, protección de
la propiedad privada y libertad de culto.
El acuerdo buscaba aprovechar una situación tan particular como beneficiosa para ambas partes. Para la
Argentina, la Alemania del Zollverein era un socio ideal: no ostentaba aún el poder de un Estado tan importante como lo eran Gran Bretaña o Francia. Más importante aún, el tratado le abría a la joven Confederación
Argentina la vía hacia una región con potencial inmigratorio considerable. El acuerdo, además, permitía el
acceso a un nuevo mercado que experimentaba un crecimiento económico y exportador importante.
Para el Zollverein y, particularmente, para Prusia, el tratado era un elemento ideal para nivelar y redirigir
Acerca del siguiente golpe de timón en su vida, la historia discreta no dice mucho. En 1864 von
Gülich se casó con Auguste Schwabe. El primero de los cinco hijos del matrimonio llegaría en 1871,
justo a tiempo para festejar la consolidación del Segundo Imperio alemán.
En enero de ese año, y tras la victoria en la guerra franco-alemana, los Estados alemanes, impulsados por
el Canciller Otto von Bismarck, coronaron a Guillermo I de Prusia como emperador. Su proclamación significaba también la transformación de la Confederación Alemana del Norte que había sucedido al Zollverein, en
el Imperio alemán. En este Estado, de carácter federal, el Rey de Prusia llevaba el título imperial, pero también el de Presidente, para distinguirse entre los monarcas que se habían integrado al Imperio.
Para entonces, von Gülich ya había cambiado nuevamente varias veces de destino. Tras regresar en
1868 desde el Río de la Plata a su patria, fue enviado en 1870 a la capital venezolana, Caracas.Tres
años más tarde se trasladó a Tánger, en Marruecos. Sin embargo, finalizó su carrera casi donde la había
iniciado. En 1877 fue nombrado Embajador en Santiago de Chile, puesto del que se retiró en 1881.
la corriente emigratoria que salía de los Estados alemanes hacia los Estados Unidos de Norteamérica. La
12
13
Poblar un país a la alemana
La inmigración que ayudó a
consolidar la idea argentina
“La compañía se encarga de fijar el precio del pasaje desde
Europa al puerto de Buenos Aires, víveres comprendidos, en
la suma de 260 francos. (…) La diferencia será pagada al
contado, justo después de la partida del navío y contra
reembolso a quien contrajo esas obligaciones en provecho
del Gobierno argentino.”
No eran objetos ni máquinas lo que la carta ofrecía. Era algo mucho más valioso para el joven
Estado argentino de 1860: inmigrantes. En este caso, el agente, desde su sede en París, ofrecía inmigrantes alemanes y suizos. Los preferidos eran los que tenían preparación y capacitación en el entonces difícil arte de cultivar la tierra. Hacia la segunda mitad del siglo XIX la Argentina necesitaba con
urgencia personal capacitado para cultivar su territorio, tan amplio como virgen. Sin embargo, demanda y oferta no estaban al mismo nivel. Como destino, la Argentina era eclipsada por las promesas de
tierra y fortuna de los Estados Unidos, el país de la inmigración por excelencia. El gobierno de
Buenos Aires necesitaba ofrecer un incentivo adicional. Pagarle al inmigrante la travesía y su primer
alojamiento era una posible opción, aunque no muy innovadora. Todos los países competidores en el
afán de hacerse con la valiosa mano de obra que salía de Europa adoptaban sistemas similares.
No faltaban razones para buscar especialmente pobladores alemanes. Cabe recordar que los alemanes
habían estado presentes desde los comienzos de la colonización, con figuras como Hans Vage, sargento de
artillería con Magallanes, en 1520, y Ulrich Schmidl y sus “einhundert treffliche Deutsche, Niederländer
und Österreicher”, en 1534. Le seguirían religiosos, como el misionero jesuita Florian Paucke. El joven
sacerdote llegó a los territorios del Río de la Plata en 1752. Aquí, en la reducción de San Javier, inició a
los indios mocovíes en las tareas de la agricultura.También les enseñó los secretos de la carpintería y de
la curtiembre, y puso en marcha una de las primeras escuelas.
Un siglo más tarde, alrededor de 1850, las primeras colonias de agricultores alemanes en la
provincia de Santa Fe fueron protagonistas de una tendencia que el Estado argentino quería
Pág. anterior: los inmigrantes
eran el activo más importante
para una joven Argentina. El
puerto de Buenos Aires era la
puerta de entrada por excelencia. (Foto: AGN).
impulsar. A pesar de que en aquel entonces el total de inmigrantes alemanes en
la Argentina era de apenas unos pocos centenares, es
difícil imaginar la historia de esta tradicional provincia agricultora sin su aporte. El nombre de sus colonias –algunas tan antiguas como Esperanza, funda-
Derecha: las navieras alemanas
eran, en muchos casos, el medio
de transporte predestinado.
(Foto: Nico Pérez / Gentileza
Hotel de Inmigrantes)
da en 1858– reflejan aún hoy una forma de vida
arraigada en los valores religiosos y del trabajo:
Esperanza, San Jerónimo, San Carlos,
Guadalupe.
Ya más cerca de la actual capital argentina, les seguirían, a partir de 1865, los asentamientos como Helvecia,
Humboldt y Cañada de Gómez. La región se convirtió también en un centro para el contacto diplomático. A poca distancia de Cañada de Gómez estaba la estancia La Germania,
fundada en los primeros años de la década 1870, por
Guillermo Nordenholz, el mismo que poco antes había participado en la fundación del Hospital Alemán.
Otro establecimiento agrícola de envergadura era La
Hansa, de Woltje Tietjen. Tanto él como Nordenholz se desempeñaron como cónsules alemanes, en Rosario y en Buenos
Aires. El interés diplomático alemán por la zona quedaba a
Carlos Gessel y su esposa, ejemplos de la inmigración alemana (Foto: AGN)
la vista de cualquiera que contemplara los campos de trigo y
alfalfa que se cultivaban por entonces. Asegurarse una presencia oficial en estos centros de producción alimentaria, en
la joven República Argentina, tenía que ser una prioridad para cualquier gran Estado europeo. En
1869, ese afán se tradujo en la creación de viceconsulados alemanes en las ciudades de Rosario,
Gualeguaychú y San Juan.
La segunda mitad del siglo XIX fue así una de las épocas más intensas de la inmigración alemana al
país. A partir de 1878 se sumaron los aportes de los colonos del Volga en las provincias de Entre Ríos y
Santa Fe. Por esos años se produjeron también los asentamientos en los viñedos de Mendoza, la región
por excelencia para la vitivinicultura de estilo europeo. Además, a finales del siglo, no hay que olvidar a
los pioneros que se animaron a buscar un nuevo destino en las profundidades de la Patagonia.
Por su parte, las provincias de Córdoba, Corrientes y Misiones se convirtieron a partir de 1919 en
el refugio de aquéllos que necesitaban dejar atrás la desesperación de un país derrotado en la Primera
Guerra Mundial. En el Noreste argentino se encontrarían con otros alemanes que habían llegado
El Manual del Inmigrante buscaba facilitar el difícil
proceso que significaba dejar atrás el hogar de toda
la vida, para volver a empezar en un país tan prometedor como desconocido. Sus contenidos abarcaban
desde consejos para el trabajo agrícola hasta las
recomendaciones para moverse en la ciudad. El
humor era, en algunos casos, el ingrediente preferido para ilustrar el primer encuentro con la cultura
argentina. (Foto: Nico Pérez / Original gentileza
Hotel de Inmigrantes)
antes desde el Sur de Brasil. El resultado son zonas como Montecarlo y Eldorado, en las que más de
un turista todavía hoy se queda perplejo cuando en plena ribera del Paraná, algún baqueano se dirige
a él en un alemán perfecto, aunque tal vez un poquito anticuado.
Para 1920, la comunidad alemana en la Argentina ya se contaba por miles. Según los datos de la
Dirección de Migraciones, rondaba la marca de 150.000, con lo cual representaba el 2,3 por ciento
del total de la población en la Argentina.
La guerra seguiría catalizando la inmigración. La tercera ola llegaría apenas treinta años después. Los primeros llegaron a partir de 1933, desde una patria natal enceguecida por un fanatismo
sin igual en la historia de la humanidad. Eran de ascendencia judía. Pocos años después, les seguirían
aquéllos que trataban de dejar atrás a una Alemania derrotada.
La historia se repetía. También sus protagonistas. Porque el inmigrante seguía siendo lo que había
sido siempre – un inmigrante. Sus problemas son los mismos a lo largo de toda la historia: otro idio16
17
Un pilar de las Ciencias Naturales
El aporte de Hermann Burmeister:
una historia particular
Carl Hermann Conrad Burmeister no fue
un inmigrante más. No dejó atrás una vida
destruida por la guerra, el hambre o la
miseria, como tantos que lo siguieron. Al llegar a la Argentina en 1861, Burmeister era un reconocido
científico en su país natal. Tenía 54 años. Estudió Medicina y Ciencias Naturales y se especializó en el
estudio de los insectos. Había publicado varios libros, que luego se convirtieron en clásicos de las
Ciencias Naturales. Su Handbuch der Entomologie (Manual de Entomología) en cinco tomos, publicado en 1832, se tradujo al inglés. Su Geschichte der Schöpfung (Historia de la Creación), de 1849,
llegó a tener seis ediciones y fue traducida a cinco idiomas. El hecho de que en 1859 su teoría fuera
refutada por la teoría de la evolución de Charles Darwin, publicada en El origen de las especies, no le
quita el mérito de haber sido una obra esencial en su época.
Burmeister llegó a gerenciar el Museo de Ciencias Naturales de su universidad en HalleWittenberg y lo convirtió en uno de los más importantes de su país. Fue discípulo y amigo personal
del naturalista quizás más reconocido en su época, Alexander von Humboldt. Cabe, entonces, la
siguiente pregunta: ¿Qué fue lo que lo motivó a dejar todo eso atrás y a aventurarse a trabajar para
un gobierno que era todo menos estable, en un país que recién comenzaba a encontrar su camino
como Nación y Estado?
Al igual que von Humboldt, Burmeister había viajado en varias ocasiones por América Latina.
Entre 1850 y 1852 había realizado investigaciones en Brasil. Cuatro años más tarde viajó por el
Cono Sur. De 1856 a 1860 recorrió Chile, Uruguay y la Argentina. Fue este último viaje el que marcó su destino.
A pesar de haber regresado a Alemania, luego de su último viaje, con
muestras de 10.000 objetos y con el prestigio de haber sobrevivido a una
travesía por una de las regiones del mundo menos conocidas en su
época, el naturalista alemán se encontró con la indiferencia y el
desinterés de sus conciudadanos. Por eso, al enterarse de que
su colega francés, el naturalista Auguste
Pág. anterior: Carl Hermann
Burmeister, en 1891, cuando ya
era reconocido como uno de los
pilares de las Ciencias Naturales
de la Argentina.
Derecha: el joven científico, en
1837, como profesor en la
Universidad de Halle (Fotos:
gentileza Museo de Ciencias
Naturales / Héctor A. Leanza)
Bravard, había rechazado la oferta del
entonces Ministro de Educación
argentino, Domingo Faustino
Sarmiento, de asumir la conducción
del nuevo Museo Público de Buenos
Aires, Burmeister no lo dudó
mucho. Le ofreció sus servicios a
través del representante alemán en Buenos Aires, Friedrich von Gülich. Sarmiento no vaciló.
Al llegar a Buenos Aires en noviembre de 1861, después de tres meses de travesía, los vientos
políticos habían cambiado. Sarmiento ya no era ministro y aún tampoco era presidente. Burmeister
tuvo que esperar otros cuatro meses hasta que el nuevo Ministro de Educación, Eduardo Costa, ratificara su nombramiento. Recién el 21 de febrero de 1862 el naturalista alemán pudo asumir su puesto.
No tardó, sin embargo, en dejar su marca. En poco tiempo transformó los desordenados materiales de
los depósitos del museo en colecciones científicas. Hacia 1864 se publicó la primera edición de la
revista Anales del Museo Público de Buenos Aires, que rápidamente fue reconocida también en el
exterior. En 1866 fundó la Biblioteca del Museo Público. Contribuyó a la misma con su propia obra
Los caballos fósiles de la pampa argentina y fundó la Sociedad Paleontológica.
Pero sólo cuando Sarmiento volvió a ocupar un cargo público Burmeister pudo convertirse en lo que
hasta el día de hoy muchos expertos consideran que fue: uno de los pilares de las Ciencias Naturales en la
Argentina. Poco después de asumir como Presidente de la Nación en 1868, Sarmiento le encargó la creación de la Academia de Ciencias de la Universidad de Córdoba y le encomendó la contratación de profesores extranjeros. El flamante director no dudó en asegurarse el apoyo de los colegas con los que mejor
congeniaba. En la Academia prevalecían apellidos extranjeros: Sievert, Lorentz, Stelzner, Weyenbergh,
Schultz-Sellak y Vogler. A pesar de que por su carácter dominante Burmeister no logró retener a la mayoría de ellos mucho tiempo, el ejemplo hizo escuela. Hacia finales del siglo XIX, la Argentina se había convertido en un punto de encuentro de los más renombrados científicos de habla germana.
Entre los más conocidos figura la colectividad de científicos que colaboró en la creación del
Museo de La Plata. Un resultado –mucho menos conocido– es seguramente el peso que adquirió la
influencia alemana en el área de la Física. Tanto es así, que en 1985 el historiador Lewis Pyenson
llegó a afirmar que hacia 1913 La Plata fue el segundo centro mundial de Física Teórica después
de Alemania. Cabe recordar también que la fuerte presencia de los investigadores de origen alemán
causó no poca resistencia dentro de la comunidad científica local. En 1928 el Centro Pro Defensa
Universitaria de la Plata llamó a la resistencia abierta para evitar que se nombrara al alemán
Erich Dauert al frente de la sección de Zoología del Museo de La Plata. La consigna fue:
“¡Egresados del país: Es necesario reaccionar!”.
No obstante, pocos dudan hoy del valor que tuvo la llegada al país del responsable de tanta
influencia alemana, Carl Hermann Conrad Burmeister. Entre sus alumnos hubo algunos que dejarían
su propia huella en la Historia argentina: Francisco Pascasio Moreno y Florentino Ameghino. Con
éste mantuvo incluso una disputa científica. Contrariamente a su maestro, Ameghino, considerado, a
su vez, como uno de los pilares de la Paleontología y de la Antropología en la Argentina, apoyaba las
teorías de Charles Darwin, quien había realizado investigaciones en la Patagonia Argentina.
Al cumplirse el 50° aniversario de su doctorado Carl Hermann Conrad Burmeister se había convertido en una figura del ámbito nacional. Vivió todavía para ver “su” museo convertido en Museo
Nacional de Ciencias. Al fallecer en 1892 dejaba atrás una tradición que, según la opinión de los
expertos, sería fundamental para el trabajo de los científicos argentinos durante varias generaciones.
El entonces Presidente Carlos Pellegrini lo reconoció así al encabezar el cortejo fúnebre.
20
Burmeister había visitado la región del Cono Sur antes de radicarse
definitivamente en la Argentina. Amigo personal de Alexander von
Humboldt, el científico alemán llegó en 1861 a Buenos Aires, por
invitación del entonces Ministro de Educación,
Domingo Faustino Sarmiento.
(Fotos: Nico Pérez / Originales gentileza Museo Histórico Sarmiento)
La institución que nació
para proteger la vida
El Hospital Alemán se fundó en
plena epidemia de fiebre amarilla
En aquel 1867 los planos del edificio, que
sería el Hospital Alemán y que consolidaría
así el aporte alemán a la atención médica en
la Argentina, no eran nuevos. Durante tres años la Sociedad Alemana de Socorros para Enfermos
Deutscher Krankenverein (DKV, por su sigla en alemán), fundada en 1857, había analizado la
posibilidad de construir un centro de atención médica en Buenos Aires. Fue el horror de una guerra lo que dio el impulso final para concretar los planes de construcción.
La Triple Alianza –Argentina, Brasil y Uruguay– libraba su segundo año de guerra contra el
Paraguay. A pesar de que el Norte del país era el centro donde se desarrollaban las batallas, la
capital argentina no tardó en llenarse de heridos. Tampoco tardó en aparecer otro hecho común
de las guerras de entonces: el cólera. La ciudad carecía de las condiciones mínimas de higiene
para una población que, tanto por la guerra como por la constante afluencia de nuevos inmigrantes, rondaba los 170.000 habitantes. En la capital argentina todo atentaba contra la salud pública: el hacinamiento, la ausencia de cloacas y la escasez de agua.
Buenos Aires no contaba con un sistema de eliminación de residuos y el abastecimiento de agua era
insuficiente. En los edificios se aprovisionaba el agua de lluvia por medio de cisternas en las terrazas. Las
casas particulares tenían pozos de agua. Los retretes eran excavaciones más o menos profundas que
alcanzaban la napa de agua subterránea, a veces estancada. Pocos de los rudimentarios baños habían
sido construidos por obras de albañilería. Las aguas servidas fluían en los fondos o en zanjones. Los residuos que se recolectaban se utilizaban para nivelar las calles y los terrenos bajos de la ciudad.
Sólo en los barrios del centro las calles tenían empedrado, realizado sobre desechos orgánicos, por lo cual se inundaban con frecuencia. Para la iluminación de las calles más
importantes ya se empleaba el
gas, pero el resto se alumbraba
Página anterior: el centro materno infantil del Hospital Alemán,
se convirtió en uno de los más
importantes de su época.
Derecha: desde 1881, cuando
llegó un grupo de enfermeras
diplomadas por la Cruz Roja y
especialmente contratadas, el
hospital se caracterizó por el alto
nivel de capacitación de su personal. (Fotos: HA)
con faroles de aceite. Aún se veían
los zanjones que demarcaron la
traza primitiva de la ciudad. Todos
ellos eran focos de infección y
medios de propagación de las enfermedades epidémicas. Este marco
desolador empeoraba por la presencia de los saladeros, el Riachuelo 23
que ya empezaba a oler mal- y los mercados, que se transformaban en poderosas fuentes de infección.
El 26 de agosto de 1867, reunido en sesión extraordinaria, el DKV decidió ponerse manos a la obra para
ayudar a mejorar la saturada situación sanitaria. Compró un terreno de 230 metros de frente por 106 metros
de fondo. En aquellos tiempos el lote estaba localizado fuera de los límites de la ciudad, sobre una calle de
tierra denominada Central América, que en la actualidad es la Avenida Pueyrredón.
Por disposición de sus promotores la gestión del nuevo centro quedaría a cargo de una Sociedad de
Hospital. Como primer presidente se designó al entonces Cónsul de la ciudad de Bremen en la Argentina,
Guillermo Nordenholz. Pero todavía antes de que se pudiera empezar la construcción, la comunidad médica
alemana debió participar en la lucha contra otro nuevo reto que enfrentaba la ciudad: la epidemia de fiebre amarilla que azotó a Buenos Aires a partir de enero de 1871.
No era la primera vez que la ciudad se enfrentaba a esta plaga. Ya se habían registrado brotes en los años
1852, 1858 y 1870. No obstante, el daño causado en 1871 alcanzó cifras no conocidas hasta entonces.
De acuerdo con crónicas de la época, la enfermedad habría sido traída por un viajero llegado en un barco
francés, procedente de Río de Janeiro. La epidemia, que duró seis meses, se cobró 14.000 muertos. Entre ellos
hubo 233 alemanes. Sin embargo, el mayor número de muertos se registró en la comunidad italiana: perdió
El Presidente alemán Heinrich Lübke (izq.) y su par argentino
Arturo Illia inauguran instalaciones del Hospital Alemán en 1964.
(Foto: AGN)
6.201 miembros, según las estadísticas de la época.
Finalmente, una vez controlada la epidemia, la comunidad médica alemana inició las obras. El Hospital
Alemán (HA) abrió sus puertas en 1878. Su capacidad era de 24 camas, repartidas en dos pabellones. En un
principio, los estatutos habían indicado que los alemanes pobres tendrían derecho a tratamiento médico gratuito. Además, todo alemán, socio o no, podría hacer uso de sus servicios. Por entonces, unos 5.100 alemanes
vivían en la República Argentina. No obstante, pronto resultó evidente que el HA se encaminaba a convertirse
en un centro que no sabía de nacionalidades: sólo sabía de pacientes.
Apenas tres años después de su apertura, el hospital amplió sus instalaciones para poder atender la
afluencia de nuevos socios, entre los que figuraban apellidos sin procedencia alemana. Se construyeron dos
nuevos pabellones y hacia 1884 se abrían los consultorios externos para pacientes de menores recursos,
dónde la atención se ofrecía gratuita.
No tardó en llegar el agradecimiento de una ciudad, que veía a su población cada vez más cerca del medio
millón de habitantes. En 1886, la Municipalidad de la ya proclamada capital argentina, declaró al HA entidad
modelo. Ante una nueva epidemia de cólera que amenazaba con afectar a la ciudad, el hospital se esforzó por
hacerle honor al título. Amplió su capacidad de enfermería e incorporó en 1889 a la primera camada de 27
enfermeras diplomadas en la Cruz Roja que el HA había contratado especialmente en Alemania. Llegaban con
el encargo de enseñar, sobre bases científicas, el oficio de atender y curar.
En la actualidad el aporte del Hospital Alemán a la ciencia médica argentina se refleja en un total de ocho
departamentos y 52 servicios. A principios de 2007, con la construcción de un nuevo edificio de alrededor de
4.000 metros cuadrados, que se convertirá en el Instituto de Oncología, comenzó la más reciente obra de
ampliación. A esto se suma una importante labor académica en asociación con la Universidad de Buenos Aires
y la realización de conferencias tanto en el país como en el exterior, por lo cual, a 140 años de su creación, el
HA es también un referente en medicina a nivel internacional. Su Comisión Directiva incluye, además de argentinos, a representantes de Alemania, Austria y Suiza. Entre sus pacientes se registran más de 60 nacionalidades.
24
El frente del antiguo edificio del Hospital Alemán. (Foto: HA)
La nursery del HA fue para muchos argentinos y alemanes el
primer lugar desde el cual saludar al mundo. (Foto: HA).
El negocio de cruzar los mares
La Hamburg-Südamerikanische
Dampfschifffahrts-Gesellschaft se convirtió
en uno de los ejes del intercambio comercial
también gracias a la participación argentina
Aquel día de 1872, poco hacía
pensar que la HamburgSüdamerikanische
Dampfschifffahrts-Gesellschaft,
iba a convertirse en un actor
que haría historia en la relación entre la Argentina y Alemania. La empresa matriz –la HamburgBrasilianische Dampfschiffahrts-Gesellschaft– había sido fundada tres años antes por un grupo de
once armadores de Hamburgo. Esta reunía a lo más selecto de la entonces ya poderosa ciudad
mercante. Entre sus fundadores se destacaban nombres como August Bolten, Heinrich Amsinck o
W. Milburn & Co.
Juntos esperaban poder asentarse en la costa atlántica del continente sudamericano. Apostaban
así a uno de lo mercados menos desarrollados de la época. Del lado del Pacífico esperaban las
minas de cobre y salitre de Chile, con recursos vitales para satisfacer el hambre industrial de una
Europa en pleno desarrollo.
La meta era crear un servicio de transporte diseñado específicamente para esta ruta. Los fundadores esperaban poder diferenciarse de la competencia feroz de las navieras británicas de esos años.
Ello implicaba contar con barcos apropiados para poder aprovechar la red de puertos de poco calado
de la región.
Los buenos resultados obtenidos en la ruta a Brasil llevaron a los armadores hamburgueses
a ampliar el servicio. A la flota inicial de tres barcos –Santos, Río, Brazilian– se incorporaron
los buques Bahía I y Bahía II y se conformó la Hamburg-Südamerikanische DampfschifffahrtsGesellschaft. El 14 de julio de 1872, el primer barco de la nueva naviera atracó en el puerto de
Buenos Aires.
El momento no podía ser más propicio. La Argentina comenzaba a destacarse como uno de
los principales proveedores de alimentos en el mundo. A los pocos años –ya con los territorios de
la Patagonia incorporados al ámbito nacional– se afianzaba en el país el modelo agroexportador.
La combinación de nuevos aportes de capital extranjero a empresas rurales y el fuerte desarrollo
de la red ferroviaria permitió la expansión no sólo de la ganadería, sino también de la producción de granos. En 1898 Alemania era uno de los principales clientes de la Argentina. Según el
Anuario de Comercio Exterior de la época, poseía una participación del 15,2 por ciento en las
exportaciones argentinas. El 22,4 por ciento de las exportaciones estaba destinado a Francia,
Pag. anterior: el mítico vapor
Cap Arcona en una de sus llegadas al puerto de Buenos Aires en
los años ´30. (Foto: AGN)
mientras que Gran Bretaña alcanzaba una proporción del 14,3 por ciento. Las
compras de los tres países representaban el 50 por ciento del valor total de las
exportaciones argentinas.
27
Para entonces, la Hamburg Süd ya contaba con 60 buques y era una vía de referencia para el trans-
No obstante, el Cap Arcona alcanzó su mayor notoriedad internacional hacia el final de la
porte hacia los mercados de habla alemana. A pesar de contar durante algunos años con la competencia
Segunda Guerra Mundial. Al igual que otros buques de la flota como el Antonio Delfino, el Monte
de empresas como Norddeutscher Lloyd, de la ciudad de Bremen, o Hamburg-Amerikanische Packetfahrt-
Olivia, el Monte Rosa o el General San Martín, la antigua estrella de los mares del Sur fue utilizada
Actiengesellschaft (HAPAG), la Hamburg Süd supo hacer de la individualidad su marca de distinción.
entonces para evacuar a habitantes y refugiados desde la costa alemana del Mar Báltico. En los últi-
Sinónimo de tal expansión fue Antonio Delfino. Miembro de una de las tradicionales familias
mos días de la guerra muchos intentaban escapar por la vía marítima del horror. Anclado en la Bahía
argentinas, el primer agente general de la naviera alemana en la región del Río de la Plata, supo
de Lübeck, el Cap Arcona fue atacado y hundido por la aviación británica el 3 de mayo de 1945.
reconocer, a partir de 1894, las oportunidades que se le presentaban a una empresa de transporte
Llevaba 5.000 refugiados a bordo, de los cuales 350 sobrevivieron, según lo recuerda Joachim Wölfer,
especializado. Al cabo de pocos años Hamburg Süd no sólo vendía servicios de transporte rápido para
autor del libro Cap Arcona: Biographie eines Schiffes, Geschichte einer Reederei.
los cada vez más requeridos cereales, frutas, algodón y cueros argentinos. Ofrecía, además, buques
A pesar de la destrucción sufrida en toda su flota, tras la guerra la Hamburg Süd volvió a esta-
especialmente concebidos para el transporte del bien más preciado para la creciente economía argen-
blecerse como transportista de referencia para satisfacer las necesidades de un país en ruinas. El
tina: inmigrantes. Varias generaciones de ellos llegaron a la Argentina con barcos como el Cap Roca o
motor de tal renacimiento fue el empresario Rudolf August Oetker, quien antes de la guerra había sido
el Cap Verde. A ellos se sumó a partir de 1902 la categoría de buques Santa, como el Santa Bárbara
un importante empresario en el sector alimenticio e industrial.
y el Santa Catharina, y, posteriormente, la famosa línea Monte, como el Monte Cervantes y el Monte
Impulsado por una legislación que favorecía la inversión en el sector, Oetker tomó el control de la
Olivia. En ellos llegaron también familias alemanas, cuyos apellidos se convertirían en algunos de los
compañía. Hacia 1950/51 la naviera ya contaba con sus primeros barcos nuevos. El Santa Ursula
más representativos de la comunidad germano-argentina como, por ejemplo, Bieckert (Bieckert),
sería el primero en llegar a Buenos Aires en mayo de ese año. Luego le siguió una de las tantas histo-
Bemberg (Quilmes) o Staudt (Staudt&Cia.).
rias de éxito de una Alemania de posguerra.
En los primeros años del nuevo siglo Hamburg Süd instauró, además, el primer servicio marítimo
En la actualidad la Hamburg Süd cuenta, entre propios y rentados, con una flota de 139 barcos.Tras
regular entre Ushuaia y Buenos Aires. Entre los favorecidos estuvieron también aquéllos que optaron
varios años de consolidación, en los que llegó a adquirir 16 competidoras, cuenta hoy con servicios que
por la aventura de poblar el territorio patagónico, recién incorporado al ámbito nacional. Hacia 1904
cubren todo el mundo. Con un total de 4.000 empleados en el mundo, la Hamburg Süd se mantiene no sólo
la naviera dominaba gran parte del transporte marítimo hacia el Sur. Para ello aprovechaba también
como la principal naviera en las rutas a América Latina. Sigue siendo además lo que fue desde sus princi-
otras vetas del negocio: ofrecía a sus clientes el viaje a Chile por la vía férrea que, a principios del
pios: uno de los protagonistas en el desarrollo de la comunidad alemana y, a través de ella, de la Argentina.
siglo XX, ya permitía cruzar desde el Atlántico hacia el Pacífico. El impacto de la empresa de
Hamburgo se veía también en el puerto de Buenos Aires: operaba allí con la mayor flota de remolcadores y barcazas, reproduciendo así el modelo con el cual trabajaba ya en el puerto de Hamburgo.
El broche de oro de esta primera etapa aún estaba por llegar. El negocio de transporte de pasaje-
Izquierda: carga de carne en el puerto de
Buenos Aires.
Derecha: menú del Cap Arcona.
(Fotos: gentileza Hambürg Süd / AGN)
ros, cuyo auge se produjo entre las dos guerras y su imagen por excelencia fue el buque Cap Arcona.
En esa época éste fue el barco insignia para los servicios de traslado de pasajeros hacia América del
Sur, es decir, entre Alemania y la Argentina. Con una capacidad de 27.561 toneladas brutas de registro, el Cap Arcona tenía capacidad para transportar 1.300 pasajeros. Su tripulación constaba de 650
personas. Los interiores de aquel mítico barco le sirvieron de escenario a anécdotas, que hoy forman
parte de la historia de las relaciones bilaterales. Entre ellas se puede mencionar el episodio de las
vacas que eran embarcadas para proveer de leche fresca a los niños de las familias que viajaban en
primera clase. O bien, la historia de aquella familia, que optó por comprar la cabina en la que regularmente viajaba a Europa para asegurarse que nadie más durmiera en sus camas.
En esos años, la interacción con su puerto de destino en Argentina era tal, que la Hamburg Süd
confiaba a un proveedor en la Argentina el suministro de uno de los elementos más preciados. “Nadie
lo sabía, pero la cerveza alemana, que se ofrecía en las grandes recepciones que se organizaban en los
barcos, no era otra que Quilmes”, recuerda Karl Wolfgang Keymer, quien durante 25 años fue director
de la naviera en la Argentina.
28
29
Los socialistas del Vorwärts
El club que cambió el mapa
político de la Argentina
Un año nuevo y el número 13 no parecen, necesariamente, la combinación más propicia para iniciar una agrupación de carácter comunitario-político. Sin embargo, para
los fundadores de la asociación socialista Vorwärts (Adelante) la confluencia resultó perfecta. En la
noche del 31 de diciembre de 1881, trece inmigrantes alemanes firmaron, en un café del centro porteño, el acta constitucional de lo que se convertiría más tarde en un actor destacado del escenario político argentino y, especialmente en las relaciones bilaterales.
En sus comienzos la asociación no tenía otro fin que prestar ayuda a los inmigrantes alemanes. Se
parecía así a otras instituciones que se habían formado en otros países de inmigración como, por ejemplo,
los Estados Unidos. En esos días, según las estadísticas oficiales, la Argentina recibía a más de 500.000
inmigrantes, de los cuales, de acuerdo con la investigación ¿Dónde durmieron nuestros abuelos?, realizada
por los historiadores Jorge Ochoa de Eguileor y Eduardo Valdés, cerca de 18.000 eran alemanes.
Gran parte de los alemanes venían de una Berlín en pleno torbellino político. Allí, el Canciller
Otto von Bismarck había proscripto a los movimientos de ideología socialista. El partido de esa tendencia, el Sozialdemokratische Partei Deutschlands (SPD), estaba proscripto. Sus instalaciones habían sido clausuradas y prohibidos los medios de comunicación que publicaban. Muchos de sus miembros se vieron obligados a emigrar. En su mayoría eran artesanos y trabajadores especializados, que se
habían manifestado en las calles de la capital alemana en reclamo de mejoras sociales.
En la Argentina, Vorwärts aspiraba a coordinar la ayuda para estos refugiados políticos, que, en
más de un caso, venían con muy poco más que lo puesto. Por otro lado, la asociación quería intensificar los contactos con los trabajadores argentinos, cuya fuerza venía creciendo desde la fundación del
primer sindicato, la Unión Tipográfica.
Para 1884 el Vorwärts se había convertido en un punto de referencia en el entorno de los inmigrantes. En su sede ubicada, primero en la calle Comercio, y luego en Rincón 1141 de la flamante Capital
Federal, los asociados podían utilizar instalaciones como bibliotecas, asistir a obras de teatro o participar en coros y grupos de debate. Más tarde, la asociación adquirió una propiedad en la afueras de la ciudad, que bajo el nombre de La Perlita se convertiría en uno de los primeros centros recreativos del país.
La asociación editó, además, lo que fue –junto a El Artesano, de 1863– uno de los primeros periódicos
obreros de la Argentina. Se trataba de una publicación semanal que incluía artículos, daba consejos e informaba sobre actos y reuniones. Su nombre: Vorwärts-Adelante. Emulaba así a otras publicaciones socialisPág. anterior: con el mismo
nombre, la asociación editó uno
de los primeros diarios obreros
de la época. Su contenido
comentaba, en alemán, la realidad nacional. (Foto: Friedrich
Ebert Stiftung).
tas, que se editaban en Portugal (Avante), Italia (Avanti) o Rusia (Wperiod).
Para fines de la década del ´80 la importancia de este actor comunitario alemánargentino había trascendido las propias fronteras. Cuando en 1889 se celebró en
París la Segunda Internacional, el movimiento obrero argentino –por pedido del
Vorwärts– estuvo representado por un socialista alemán de peso: Wilhelm
31
Liebknecht, el padre de quien luego se convertiría en una de
las principales figuras de la República de Weimar, Karl
Liebknecht. Un año más tarde, para el 1º de Mayo de 1890,
Vorwärts –el “Club” como lo llamarían muchos– organizó en
la Argentina la primera celebración del Día del Trabajador.
El acto se llevó a cabo en el Predio Español, donde cerca de
3.000 asistentes escucharon los discursos en varios idiomas,
entre ellos en alemán e italiano.
En junio de ese mismo año cayó el Gobierno de Miguel
Juárez Celman. Una de las causas de esa caída fueron los efectos de una crisis financiera, originada en la Inglaterra de los
Baring Brothers, y la presión por reformas democráticas, liderada por Leandro N. Alem y Bartolomé Mitre, quienes encabezaban la Unión Cívica. No obstante, tampoco se debe subestimar la presión que generó el sector obrero: el 29 de junio de
1890 quedó conformada la Federación de Trabajadores de la
Región Argentina, la primera central obrera de América Latina.
Sin embargo, la repercusión más importante que Vorwärts llegó a tener en la Argentina se gestó
cinco años más tarde. En 1896 la agrupación alemana impulsó la creación del primer partido socialista del país. Entre los fundadores e ideólogos del partido se encontraban varios miembros de
Vorwärts. Tanto es así, que la reunión constituyente del partido se celebró en la casa matriz del Club.
Una vez conformado el partido, Vorwärts volvió a concentrarse en el trabajo comunitario.
Posteriormente, en otras dos oportunidades, la asociación tuvo un protagonismo particular para la rela-
-¿Cuál es el mayor logro que le atribuye usted a la asociación Vorwärts en la Argentina?
-En primer lugar, hay que mencionar la fundación del Partido Socialista. No se olvide que el acta fundacional del partido se firmó en 1896 en la sede de la asociación Vorwärts. Además, destacaría como un logro
que, a pesar de haber declarado desde el principio que se trataba de una asociación con claro mensaje político, una vez fundado el Partido Socialista se fijó como objetivo principal el trabajo en el ámbito comunitario y
cultural. Pero no desistió de exigir a los socios que participen en el proceso político argentino.
-¿Dónde se percibió, además, el impacto de Vorwärts?
-En el aporte a la vida cultural y social que, de manera múltiple difundió la tradición humanista alemana. Otro elemento importante fue el papel de La Perlita, la quinta que la asociación ponía a disposición de
los socios para su esparcimiento al aire libre. Allí también se ofrecían instalaciones para hacer deporte.
Era algo único. Aquí se originó también la Federación Argentina de Faustball y también la Federación
Argentina de Handball. Algo para recordar es además el teatro. En el Vorwärts funcionó el grupo de teatro
del que surgió la Freie Deutsche Bühne, bajo la dirección de Paul Walter Jacob. Todo esto tuvo un importantísimo efecto para toda la comunidad alemana.
Los refugiados políticos encontraron también en la asociación un lugar en donde difundir sus ideas. La
asociación era un lugar de encuentro cultural para los perseguidos “raciales”, que en Alemania no habían
podido visitar ni un cine. El Vorwärts se esmeró por ofrecerles un ambiente de plena igualdad. El hecho de
contar, además, con una quinta, un centro comunitario, que les permitía alejarse de la ciudad para relajarse,
era algo único en esos años. Yo mismo me beneficié y mucho. Pero atención, la asociación Vorwärts no fue la
única organización de origen extranjero que aportó ideología social a la Argentina. Hubo organizaciones italianas y españolas que también hicieron su parte. Pero seguramente, junto a ellas, Vorwärts cumplió un papel
no menor. Al respecto, se debería recordar que uno de sus miembros, Germán Avé Lallemant, un agrónomo
alemán oriundo de la ciudad de Lübeck, fue quizás el primero que analizó la historia argentina desde el punto
de vista marxista. Nosotros se lo agradecimos con una plaza, aquí en Buenos Aires: logramos que en su honor
llevara su nombre. En San Luis hasta le dedicaron una montaña: el Cerro Lallemant.
ción bilateral. Como lo recuerda hoy su ex presidente, el escritor y médico austríaco Alfredo Bauer (ver
recuadro), durante las dos guerras mundiales volvió a ser un punto de encuentro y refugio para muchas
personas que, desde la Alemania derrotada, llegaban a una Argentina tan prometedora como extraña.
“Era algo único”
Alfredo Bauer (Viena, 1924) fue presidente de la asociación
Vorwärts en el período 2000 - 2004. Llegó a la Argentina en
1939, huyendo con su familia del terror, que de la mano de los
nacionalsocialistas había invadido su patria natal, Austria.
Médico de profesión, es, además, escritor. Con obras como Der
Mann von gestern und die Welt. Ein biographischer Roman um
Stefan Zweig y también Hexenprozess in Tucumán und andere
Chroniken aus der Neuen Welt, Bauer es considerado como una
figura central de la literatura del exilio.
32
Alfredo Bauer (Foto: A. Schwartz)
-¿Qué posición adoptó Vorwärts durante las dos guerras mundiales?
-En la Primera Guerra Mundial mantuvo una estricta actitud antibélica e internacionalista. Rehusó apoyar
el imperialismo del Imperio alemán, como así también a las potencias imperialistas occidentales. En la Segunda
Guerra Mundial Vorwärts apoyó activamente a la coalición anti-hitleriana, en particular, a la agredida Unión
Soviética.Tras el final de la guerra la asociación ayudó a la arruinada población alemana con envíos de víveres
y ropa, con especial atención de los sobrevivientes de los campos de concentración después de 1945.
-¿Y después de 1917 y la Revolución rusa, que llevó a la creación de la Unión Soviética?
-Como institución Vorwärts no se pronunció en ningún momento a favor o en contra del régimen. En la
asociación los socialdemócratas y comunistas colaboraban en un clima amistoso. Haber procurado mantener tal concordia fue mérito de Erich Bunke, quien durante muchos años fue el presidente de la asociación
Vorwärts. Bunke, era comunista –como lo soy también yo– mientras que, por ejemplo, el presidente actual,
Alfredo de Renzis, es socialista. Bunke, además, tuvo el destino de ser el padre de Tania, la guerrillera que
cayó con el Che Guevara cuando este murió en Bolivia.
-¿Dónde se puede apreciar hoy en la política argentina la impronta de la asociación Vorwärts?
-En los actos que recuerdan a los desaparecidos durante los años del Proceso Militar, cada 24 de marzo.
33
El inicio de una relación en 2 x 4
La llegada del bandoneón
a la Argentina inició un
fenómeno sigue seduciendo
Existe un tango finlandés, existe un tango danés. Fuera
de Buenos Aires y de la Argentina, Berlín parece haberse convertido en la segunda capital del tango. Cada
semana se organizan allí por lo menos 30 milongas en
bares y cafés bailables con nombres como Roter Salon, Salón Urquiza o Tangoloft.
La movida tanguera berlinesa también incluye a Klaus Gutjahr, uno de los últimos expertos en el
arte de construir bandoneones. Lo que es casualidad para algunos, resulta lógico para otros. Al fin y
al cabo, desde Alemania salió el primer bandoneón con rumbo a la Argentina. Llegó en 1900 a los
muelles porteños de la mano de marineros alemanes.
Según se sabe hoy, fueron los lutieres Carl Friedrich Zimmermann y Heinrich Band quienes –cada
uno por su lado e inspirados en la concertina alemana, un acordeón de forma hexagonal inventado en
1820– idearon el bandoneón. Pero fue el desarrollo de Band que le generó el prestigio y relevancia
que hoy tiene. Quien le dio su nombre al instrumento tenía un gran bagaje musical en su haber: uno de
los tíos de Band habría sido el violinista y compositor Nicolás Paganini.
A pesar de tan aristocrática herencia musical, el instrumento que es sinónimo de tango en la
Argentina, se utilizó en Alemania únicamente para la música popular. “Muy pocos sabían que la
extensión de su registro permite tocar música con una amplitud tan grande como la del piano”, explica Gutjahr desde Berlín.
“Cerca del 90 por ciento de los bandoneones que se usan en la Argentina provienen de Alemania”,
cuenta el lutier alemán, quien a los ocho años aprendió a tocar el instrumento de la mano de su padre.
Después profundizó sus conocimientos en el Julius-Stern-Institut de la Universidad de Bellas Artes de
Berlín, donde se despertaron su curiosidad y su pasión por el mecanismo de este instrumento.
Gutjahr construyó su primer bandoneón en 1984. Su primer cliente fue nada menos que el virtuoso Juan José Mosalini. Desde esos días pasaron por sus manos cerca de 600 de estos instrumentos. El también músico comenta que, cuando él comenzó su labor de lutier nada hacía presumir que la fascinación que irradia el sonido
del bandoneón se expandiría también entre la
población alemana. Sin embargo, eso ocurrió.
A tal punto, que a algunos les cambió la vida.
Nicole Nau es uno
Pág. anterior: la bailarina alemana
Nicole Nau y su esposo, el argentino
Luís Pereyra, son un referente para una
de esos casos. Nacida en
relación que vive al 2x4. (Fotos: Guido
Gayk / Jorge Royan).
en 1963, hasta fines de
la ciudad de Düsseldorf
1980 sólo pensaba en
35
un futuro ligado al mundo de la publicidad y el diseño gráfico. Para eso se había preparado. Hoy, sin
argentina. Yo misma viví ese proceso: Descubrí el
embargo, es bailarina de tango y junto con su esposo, Luis Pereyra, es un referente de este baile a
tango cuando llegué a él a fines de los 80. Por más
ambos lados del Atlántico.
que viviera en Buenos Aires, era extranjera. Yo veía,
sentía las cosas del tango. Pero, desde una perspecti-
-¿Cómo se originó la fascinación por el tango en Alemania?
va alejada: interpretaba lo que veía en mi ser ale-
-Todo empieza en la década de los años 80. En mi caso comenzó con el espectáculo Tango
mán. Comparaba mis experiencias emocionales con lo
Argentino, de Héctor Orezzoli y Claudio Segovia, que se presentó en Alemania en 1988. En ese tiempo vivía en Düsseldorf y viajé especialmente a Munich para verlos bailar en el Deutsches Theater.
que había vivido antes.
Al conocer a Luis fue cuando comencé a convivir
Quedé tan fascinada, que al salir del teatro fui directamente a una agencia de viajes para tratar de
con una vida argentina normal. Al sentir sus ideales,
comprar un pasaje de avión. Lo que no sabía en ese momento es que en ese primer espectáculo había
sus valores, sus dificultades, su ser, me di cuenta de que
visto también a quien luego se convertiría en mi esposo y compañero de baile: Luis Pereyra. Ese día
jamás –y estoy hablando de 16 años– había entendido
dejé mi vida anterior de diseñadora gráfica y me entregué al tango.
algo de lo que es el tango. Esa experiencia me llevó a
aprehender el tango de nuevo, me obligó a rehacerme
-¿Por qué el tango tiene tanto auge en un pueblo como el alemán, que es considerado conserva-
dor y poco expresivo?
como bailarina.Tuve que viajar por el país para poder
entender al argentino. Por eso, opino, que el alemán
-Si, es notorio que, con excepción del pueblo argentino, sea el pueblo alemán el que tenga la
cree haber entendido. Pero, en el fondo, dudo que sea
mayor tendencia hacia la cultura del tango. Tal vez porque Alemania jamás tomó el tango como una
así. Se puede compartir la cultura. Pero no se puede
danza de moda, como fue en otros países. También influye el hecho de que en Alemania se haya des-
enseñar la cultura, tampoco aprenderla.
arrollado un sistema de enseñanza de tango, que es deslumbrante. Por otra parte, como bien sabemos,
los alemanes son de hacer las cosas a conciencia (ríe..).
Sin embargo, hay que reconocer que hoy el tango en Alemania está un poco cargado de clichés: el
abrazo, la melancolía, etc.. Sigue aferrado a imágenes que le fueron impuestas al tango para comercializarlo: hay cierto abuso de la imagen que el tango debe ser frívolo, sensual, erótico. En realidad, es
una danza sencilla del pueblo. Fuerte, alegre, potente, llena de ritmo.
Por ejemplo, veo las fotos de la familia de Luis y
El tango seduce a cada vez más alemanes.
Sólo en Berlín funcionan hoy más de 30
milongas. En la capital alemana se organiza,
desde 1996, el Internationales Tango Festival
Berlín. (Foto: Michael Grasmann)
no hay fiesta, ya sea un cumpleaños, la Navidad o lo que fuere, en que no bailen todos: chacarera,
zamba, bailecito, chamamé, lo que sea. Un tango, cada tanto. Esta gente jamás va a bailar para mostrarse. Sencillamente baila. Tampoco baila para olvidar el trajín del día. Simplemente baila.
Pero, obviamente, no es así en todos los casos. En Buenos Aires mucha gente baila tango porque
quiere mostrarse: las mujeres para ser vistas, los hombres para llamar la atención. Eso existe también
en Alemania. Existen aquéllos que se acercan al tango pensando que consiste en vestir minifalda y
-Aún así, posee un encanto palpable: ¿Cómo explica usted, una alemana radicada en Buenos
mostrar el cuerpo. Con el tango creen que son alguien.
Aires, que vive el tango como propio?
-Creo que el alemán se identifica más que nadie con esta danza porque se puede encontrar con
las raíces de su propia cultura. El abrazo viene de las danzas europeas, el bandoneón es un instrumen-
-¿Qué le pide el público en las giras por Alemania?
-El público alemán no pide. Pero vive cuando va a ver tango. Es increíble. Desde hace muchos años,
to, en realidad, muy alemán. Y, claro, está el otro elemento: el alemán encuentra en esta danza liber-
Luis y yo vamos de gira a Alemania. Les llevamos un tango muy cercano a las raíces. Un tango lejos
tad, ritmo, sensibilidad. Hombre y mujer pueden volver a vivir la danza compartida, dependiente.
del cliché. Un tango normal. ¡Un tango! Siempre eligiendo grandes composiciones. También llevamos
Ambos vuelven a encontrarse con roles definidos. La mujer encuentra un ambiente, en el cual puede
otras facetas de la cultura argentina, por ejemplo, la música folklórica, el zapateo, la chacarera, la
volver a lucirse desde su lado más femenino, el ser mujer. También esto es un cliché, pero es algo muy
zamba. Y es fascinante ver cómo se entusiasman, cómo lo viven con nosotros. Después nos dicen que
importante en un país, en el que como consecuencia de una fuerte emancipación, se perdieron los
jamás vieron algo igual. En virtud de estas experiencias creo que el alemán no quiere ver el cliché: la
roles tradicionales del hombre y de la mujer. A tal punto, que ambos perdieron casi su identidad.
mina y el macho. Tampoco quiere ver la carita linda del tango. Quiere el baile, quiere ver cómo uno se
desangra cuando interpreta un tema. Que se es dulce cuando la música lo es. Aprecia mucho las gran-
-¿Pero el alemán entiende el tango?
des composiciones. Pero aprecia también mucho lo sutil, lo puro, lo verdadero. No hay que olvidarse
-Es una muy buena pregunta. Creo que, en parte, siente que el tango posee algo muy especial.
que el pueblo alemán es muy culto. No le gusta lo falso. Quiere lo auténtico, quiere la verdad.
Pero dudo que lo entienda, que realmente lo pueda comprender. Porque viene muy ligado a la cultura
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La Patagonia inesperada
La fundación de Comodoro Rivadavia
Viajar por la Patagonia significa encontrarse una y otra vez a lo largo del camino con apellidos como Madsen, Otten, Musters, Saint-Exupéry, Jones o Egger. Valles, lagos y montañas llevan los nombres de estos pioneros, que buscaban un nuevo destino al sur del paralelo 42. Sin
olvidar, claro, al pionero de los aires, Günther Plüschow, quien con su avión Taube se adentró en lo
más profundo del Sur argentino.
Sin embargo, entre tantos nombres extranjeros, poco se habla de un alemán, Juan Plate. Es sorprendente, ya que, según documentos disponibles en el Archivo General de la Nación, fue él quien
impulsó la fundación de Comodoro Rivadavia, hoy la ciudad más grande de la región con 130.000
habitantes y, además, la capital del petróleo argentino.
Claro que, allá por 1900, las aspiraciones de Plate eran otras. El alemán era propietario de las
estancias Nueva Lubeka y La Emma. Las tierras estaban ubicadas al pie de la cordillera, a 750 kilómetros de la costa. Si quería sacarles provecho, Plate debía vencer esa distancia. Un reto no menor si se
considera que el viaje en carreta hasta Madryn, el puerto más cercano, exigía una travesía de 22 días.
Juan Plate había adquirido en 1895 esas casi 75.500 hectáreas del sur. Hijo de pobladores de la
ciudad de Neuhaus an der Ostsee, en el norte de Alemania, llegó a la Argentina en 1880. Cuatro años
más tarde tuvo la visión de fundar una empresa importadora de artículos de ferretería. Plate & Cía.
traía al país mercadería que un país en pleno desarrollo y crecimiento necesitaba en cantidad: alambres,
herramientas, cerrojos. Hacia la segunda mitad de la década de 1890 la empresa era un éxito comercial.
Por ese entonces, el Gobierno del Presidente Julio A. Roca se esforzaba por darle incentivos a la
población del territorio, que el propio Roca había sumado al Estado diez años antes. Tras el fracaso del
primer intento de asentamiento de soldados, el Congreso argentino autorizó
la venta de títulos de propiedad en la Bolsa. Juan Plate fue uno de
los que sin dudar mucho se decidió a comprar. Como lo recuerda
hoy su nieto, Alfredo (Vito) Plate, decía: “Damit muss man
was machen” (“¡Hay que hacer algo con esas tierras!”).
En 1896 el emprendedor abuelo de Vito envió a un
amigo, August von Thunn, con una tropa de caballos,
mulas, vacas, ovejas y carros para que tomara posesión
Pág. anterior: Comodoro
Rivadavia desde el aire, en 1967,
cuando su imagen todavía recordaba los días del pionero que
impulsó su fundación: Juan
Plate (Fotos: gentileza Diario La
Nación / Fam. Plate)
de las tierras. Von Thunn partió
desde el Fuerte Ítalo, población ubicada en el sur de Córdoba, hacia
Nueva Lubeka. Tardó un año y medio en
cubrir los 2.100 kilómetros. La distancia
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amenazaba con hacer poco rentables los
ofrecía condiciones apropiadas como puerto. La respuesta llegó poco después: indicaba la factibilidad
emprendimientos de su propietario.
de la fundación en Punta Borja.
La salida al Océano Pacífico tampoco
Por su parte, Plate activó sus contactos en el ámbito gubernamental. Entre ellos figuraba un
era una opción. El mismo Plate lo compro-
enamorado de la Patagonia de mucho peso: Francisco P. Moreno. El empresario alemán había ayu-
bó en una expedición que realizó cuatro
dado y hospedado al perito Francisco P. Moreno, cuando entre 1898 y 1901 éste había asumido la
años más tarde, cuando intentó abrir una
tarea de velar por los intereses argentinos en el litigio con Chile por el trazado de los límites aus-
ruta hacia Aysen, Chile, el puerto más cer-
trales. Otro conocido de Plate, aunque ya más lejano, fue el mismísimo Presidente Roca.
cano al otro lado de la Cordillera.
Cuatro semanas después de haber remitido la carta, el 23 de febrero de 1901, el Vicepresidente
Lejos de desesperarse, el alemán buscó
Norberto Quirno Costa firmaba, en representación del Presidente Roca, el decreto que ordenaba: “La
otra solución. La encontró en un despobla-
Dirección de Tierras y Colonias procederá a trazar un pueblo en el Territorio de Chubut, sobre la costa
do trecho de playa, Rada Tilly. Así se lla-
del Atlántico, entre la punta Borja y la punta Marques, que se denominará Comodoro Rivadavia”. El
maba la rada que se formaba en el Golfo
nombre era un homenaje al Ministro de Marina Comodoro Martín de Rivadavia, fallecido poco antes.
de San Jorge, en la costa argentina donde
Los trabajos de agrimensura se iniciaron cuatro semanas más tarde. Aquel alemán, que había llegado
Los Ford-T, se convirtieron también en el sur argentino en el medio de transporte privilegiado a la hora de hacer frente a las desafiantes travesías. Eran
conocidos por su apodo: Henry Viejo, en honor al fundador de la marca estadounidense (Foto: gentileza Fam. Plate)
los barcos que llegaban a la zona descar-
a la Patagonia para hacer su América, terminó impulsando así la fundación de una ciudad, que es
gaban provisiones y materiales.
todo un símbolo de la presencia argentina en el extremo sur del globo.
Pág. siguiente: el galpón del poblador Francisco Petrobelli fue la primera casa
de lo que sería Comodoro Rivadavia. (Foto: gentileza Fam. Plate)
estancieros de la zona –Angel Velaz,
Allí, el mismo Plate y otros cuatro
Cosme Llamas Massini, Máximo Abasolo
y el doctor Julio Fernández– habían
hecho construir en 1900, al pie del Cerro Chenque, un galpón de almacenamiento. El encargado de
armarlo fue Francisco Petrobelli, transportista y pionero, que abastecía a la Colonia Sarmiento.
Como lo reconocen hoy las autoridades de Comodoro Rivadavia, el galpón se convirtió en la primera edificación de la ciudad.
Unir la costa con la Cordillera a través de un ferrocarril era una opción lógica en una época en la
que el Estado trataba de impulsar la ampliación de la red de ferrocarriles, iniciada por la inversión
británica. Pero para eso hacía falta, primero, infraestructura, espacio para aprovisionamiento, y después, un puerto y una población.
Cartas y documentos conservados en el Archivo General de la Nación indican que a su retorno a
Buenos Aires, a fines de 1900, Plate inició las gestiones para fundar “un pueblo y puerto” en esas
costas. El 26 de enero de 1901 Plate y otros 27 propietarios de la zona presentaron una solicitud por
escrito al Ministro de Agricultura, Martín García Moreno. Entre los firmantes figuraban algunos de
los nombres más conocidos de la comunidad alemana en el país.
La carta tenía como señal de remitente la dirección de las oficinas de Plate&Cía. Decía: “Los que
suscriben, constituyendo domicilio en la calle Defensa Nro. 540, y teniendo presente el interés que el
Supremo Gobierno demuestra para que los territorios del Sur se pueblen (…) se permiten pedir al
Señor Ministro que se digne disponer lo necesario para que en la costa de la rada Tilly se establezca
un pueblo como puerto de mar.”
El petitorio fue enviado para su evaluación a la Dirección General de Tierras y Colonias del
Ministerio de Agricultura. Este solicitó la opinión del Ministerio de Marina para establecer si la rada
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Rumbo a lo imposible
Las expediciones alemanas a los hielos continentales, 1914-1916
ángulo de 360 grados, describió sus impresiones en el libro In den Einsamkeiten Patagoniens,
publicado en 1926: “El campo helado que se extiende entre los dos cordones de cerros Adela y
Mariano Moreno, se extiende desde el lago Viedma en semicírculo, hacia el Norte, para perderse
en el horizonte. Dominamos con nuestra vista una extensión de más o menos 100 kilómetros de
Resulta irónico que uno de los lugares más fríos e inhóspitos del planeta haya sido el escenario, en el cual las relaciones argentino-alemanas de comienzos del siglo XX hayan vivido uno de
sus momentos más cálidos.
La suposición de que debía existir una conexión entre los grandes lagos del sur de la
Patagonia oriental (Argentino, Viedma y San Martín) y los fiordos del Pacífico ya había seducido a muchos exploradores hacia 1916. Entre ellos se encontraba el geólogo alemán Rudolf
Norte a Sur y aún no logramos ver ninguno de los extremos del campo helado”.
Varias son las huellas que recuerdan todavía hoy que las dos primeras expediciones que pudieron cruzar los Hielos Continentales en dirección Este-Oeste estaban integradas por representantes de la comunidad científica alemana, que desarrollaban sus actividades en dependencias públicas argentinas.
Se recuerda también que aún en plena Guerra Mundial algunos lograron ver más allá del ren-
Hauthal. Como miembro de la delegación argentina en la Comisión de Límites, Hauthal reali-
cor y del enfrentamiento de toda una época. Su legado nos queda en la magia de lugares como
zó entre 1899 y 1900 una exhaustiva investigación de un glaciar al que llamó Bismarck.
Paso del Viento, Cerro Witte, Nunatak Witte, Cerro Kölliker, Glaciar Hicken, Cordillera Reichert
Pocos años después cambiaría de nombre para convertirse en lo que es hoy uno de los íconos
y Cordón Adela (este último llamado así en referencia a la madre de Alfred Kölliker), que se
de la Argentina de hoy: el glaciar Perito Moreno.
convirtieron en destinos del alpinismo internacional.
Durante sus años de investigación Hauthal intentó cruzar la Cordillera desde el Lago
Argentino hacia el fiordo Peel, en el lado chileno, pero no pudo ganar el interior de las monta-
Hans A. Schulz
ñas para encontrarse con el mar de hielo que allí aguardaba. Ese honor le correspondió a los
miembros de la expedición Flora Argentina, compuesta por el químico alemán Fritz Reichert,
La expedición alemana sobre el Hielo Continental en 1916.
(Foto: A. Kölliker / Del libro In den Einsamkeiten Patagoniens).
el botánico Cristóbal M. Hicken, el botánico y biólogo Lucien Hauman-Merck, el pintor Juan
Jörgensen y el peón chileno Rojas.
Si bien los miembros de esta expedición llegaron el 27 de febrero de 1914 “marchando a través de un suelo inexplorado y virgen, por ningún pie hollado” desde el Canal de los Témpanos del
Lago Argentino hasta los glaciares que descienden al fiordo San Andrés en Chile, no pudieron
descender hasta el Océano Pacífico debido a las inclemencias del tiempo. No obstante, pudieron
dar un testimonio auténtico sobre los secretos que allí aguardaban a las generaciones futuras.
Como consecuencia de esta primera expedición a la región del Lago Argentino, la Sociedad
Científica Alemana de Buenos Aires preparó una expedición de exploración a los glaciares de la
región del lago Viedma. Formaron parte de ella el geógrafo Franz Kühn, el químico Alfred Kölliker,
el topógrafo Adolf Tomsen, el geólogo Lutz Witte y el pintor Juan Jörgensen. Los acompañaron el
cocinero Augusto Tannert y los peones Pablo Silbermann, Adán Diener y Tobías Buechele.
Fue así que en el verano de 1915/1916 cuatro de estos exploradores –Kölliker, Witte,
Silbermann y Diener– lograron llegar por primera vez a lo más profundo de la zona de los
hielos continentales del lago Viedma. Para ello ascendieron por el valle del río Túnel y cruzaron por el Paso del Viento al campo de hielo, que atravesaron en dirección noroeste hasta la
vertiente pacífica.
Al igual que la expedición de Reichert y Hicken, tampoco ellos pudieron descender al mar por
los temporales reinantes en esas latitudes. Kölliker, cuyas fotografías cubren los hielos en un
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El día en que se perforó
el suelo de Buenos Aires
Cómo Philipp Holzmann y Siemens
interconectaron la capital argentina
Difícilmente alguien se pueda imaginar hoy
cómo se veía en la ciudad aquella profunda
grieta abierta en 1911 desde Plaza de
Mayo hasta el Once. Mucho menos, el impacto que esa grieta debe de haberles causado a los porteños
de entonces. En la capital argentina circulaban todavía tranvías a caballo. Muchos eran los faroles
que aún utilizaban gas para alumbrar el paso, y al puerto seguían llegando barcos repletos de inmigrantes de la vieja Europa, que venían a hacerse la América.
Pero la fosa de varios metros de profundidad que atravesaba el centro de Buenos Aires indicaba
que una nueva era estaba por comenzar. La capital argentina se disponía a incorporar un sistema de
transporte como el que tenían, en ese entonces, sólo otras once ciudades del mundo: el subterráneo.
La responsable de ejecutar el grueso de la obra era la filial local de la empresa alemana Philipp
Holzmann. Su aporte sería una de las primeras de las muchas huellas que dejaría la ingeniería alemana en el sector del transporte argentino, como prueba de que los comienzos siglo XX fueron tiempos
fructíferos para las relaciones bilaterales. Incluso, la corriente eléctrica que impulsaría los trenes subterráneos llevaría el sello alemán: era suministrada por cuatro usinas de la Compañía Alemana
Transatlántica de Electricidad.
Philipp Holzmann era una de las más importantes constructoras de la época, responsable de
varias emblemáticas obras de transporte en el mundo. Entre ellas, el ferrocarril que unía Estambul
con Bagdad (Bagdadbahn, por su nombre en alemán). Con una extensión de 2.400 kilómetros, su
construcción se había iniciado en 1903, para ser finalizada no antes de 1940.
Especializada desde principios de siglo también en el transporte urbano, la compañía, con sede en
la ciudad alemana de Frankfurt am Main, ganó en la Argentina el contrato para perforar el subsuelo
de Buenos Aires. Concesionaria era la Empresa de Tranvías Anglo-Argentina Limitada.
La obra costó en total 17
millones de pesos de entonces,
Pág. anterior: a principios del siglo XX, la construcción del subterráneo cambió la cara de Buenos Aires.
Sería el primero de América Latina. (Foto: AGN)
Derecha: a partir de 1928, la empresa Siemens participó de la ampliación del servicio. Primero como
constructora y luego como proveedora de tecnología y vagones. (Foto: Siemens)
los trabajos que requirió significaron un reto. Fue preciso desviar el
sistema de cloacas, desagües, bocas de tormenta y caños de suministro de agua potable en una de las más pobladas partes de la ciudad.
Para excavar la tierra se emplearon cuatro dragas eléctricas
con sistema de cuchara, que podían mover cerca de cinco metros
cúbicos por hora. La tierra era retirada del túnel con trenes que salían por rampas ubicadas en la Plaza de Mayo, del Congreso y Once,
para luego recorrer las vías del tranvía hasta llegar al depósito.
Según documentan los informes de la época fueron removidos
440.000 metros cúbicos de tierra. Al finalizar los trabajos se habían
aplicado 75.000 metros cúbicos de mampostería y se habían usado
31 millones de ladrillos y 108.000 barricas de cemento Portland de
170 kilos cada una. A ello se sumaban 13.000 toneladas de tirantes
de hierro y 90.000 metros cuadrados de capa aisladora.
A pesar de estas cifras impresionantes, la obra, en la que
participaron 1.500 trabajadores, se completó en no más de
veinte meses. El 2 de diciembre de 1913 se inauguraba la Línea
A, entre Plaza de Mayo y Once, y al día siguiente fue habilitada
al público. Aquellos fueron los primeros sudamericanos que
pudieron disfrutar de las ventajas del subte.
Cada estación tenía una longitud de cien metros y contaba
con frisos de un color determinado para facilitar la identificación.
Debía señalizarse así, ya que gran parte de sus usuarios –muchos
La colocación de los vagones sobre los rieles era
trabajo de precisión. El “subte”, como lo llamarían
cariñosamente los porteños, acompañó el crecimiento de la ciudad. (Fotos: AGN)
de ellos, inmigrantes– eran analfabetos.
Pero sobrevino la guerra. El desarrollo de este sistema de
transporte urbano se interrumpió después de las obras de prolongación de la Línea A, que se llevaron a cabo hasta 1914. Pasarían
cerca de quince años antes de que hubiera una segunda línea en el sistema de subterráneos, y nuevamente fue una constructora alemana la que obtuvo el contrato de construcción.
Esta vez la elegida fue la Siemens-Bauunion GmbH, que desde ese entonces quedaría ligada al desarrollo de la capital argentina. Siemens-Bauunion era la filial del conglomerado fundado por Werner von
Siemens. La sucursal había sido fundada en 1921 para ofrecer servicios integrados a clientes internacionales en lo que entonces eran las grandes obras de infraestructura en el mundo: telecomunicaciones, subterráneos y generadoras hidroeléctricas. La empresa tuvo a su cargo la construcción de la Línea B.
Iniciadas las obras en 1928, el subterráneo de la terminal Federico Lacroze quedó inaugurado en 1930.
Seis años más tarde Siemens volvía a remover el subsuelo porteño. Tuvo a su cargo la construcción y el equipamiento integral de la línea Retiro – Constitución. La línea C quedó inaugurada el
11 de noviembre de 1934. Siemens se había convertido en uno de los principales proveedores de soluciones para el sector de transporte público.
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