¿Qué reconstruir: la infraestructura, la sociedad, el
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¿Qué reconstruir: la infraestructura, la sociedad, el
¿QUÉ RECONSTRUIR: LA INFRAESTRUCTURA, LA SOCIEDAD, EL MERCADO, EL ECOSISTEMA? ¿Qué reconstruir: la infraestructura, la sociedad, el mercado, el ecosistema? Moyra Castro Paredes1 A más de nueve meses del terremoto que asoló a gran parte del país, y en particular a nuestra Región del Maule, si bien en términos educacionales la fase de emergencia parece haber concluido –que todos los estudiantes estén asistiendo a clases– la de reconstrucción aún está pendiente. En Chile, según datos del ministerio de Educación, los efectos del terremoto fueron demoledores: quedaron más de 300 escuelas totalmente derrumbadas o con daños severos y la población escolar afectada ascendió a más de 160 mil alumnos. No obstante, las cifras no agotan la profundidad de la devastación social, psicológica y material. Por tanto, es totalmente oportuno preguntarse: ¿Hacia dónde ha de ir la reconstrucción de la Educación Pública? ¿A reconstruir la anterior al 27 de febrero de 2010? ¿A reproducirla cuando algunas estructuras han permanecido en crisis? ¿O la reconstrucción debe ser una oportunidad para transformarla sostenidamente? 1 Académica e Investigadora Asistente. Instituto de Investigación y Desarrollo Educacional de la Universidad de Talca. Este artículo forma parte del Proyecto PBCT - CONICYT PSD - 60. 87 V E N TA N A P E D A G Ó G I C A Para abordar tales circunstancias, la atención debe dirigirse a itinerarios que han seguido otros territorios ante catástrofes similares a la nuestra y aplicar las lecciones aprendidas en dichas zonas. Posiblemente sean las únicas que den luces sobre cuál es la forma más adecuada y cuál es el camino a seguir. ¿Qué dicen las experiencias? En primer lugar, en pleno desastre natural, el Estado Nacional no fue capaz de reaccionar y dar una respuesta a la emergencia. De igual forma, los ciudadanos y nuestras organizaciones civiles demostraron incapacidad para abordar esta tarea, al menos en sus inicios. Ante esta serie de eventos desafortunados e irresponsables en algunos casos, se desarrolló un fenómeno que es digno de análisis y de consideración en el futuro: la rapidez de reacción y eficiencia de las organizaciones sociales, instituciones no gubernamentales y medios de comunicación regionales frente a la emergencia. Mientras, en Santiago intentaban saber dónde era el terremoto, comunicarse con las regiones y tener noticias de sus autoridades, bomberos ya estaba rescatando gente y coordinando la ayuda, una radio local transmitía a toda la población los acontecimientos y se transformaba en el epicentro de la información, incluso para la institucionalidad. Los riesgos derivados de una descentralización-teórica-centralización-práctica quedan manifiestos. La reconstrucción de las regiones y sus comunas más dañadas será dificilísima si se piensa desde el centro político-administrativo del país. El territorio no se reduce sólo a los aspectos financieros, sino a un conjunto de delegaciones consensuadas como las competencias institucionales –redistribución de poder– y la autonomía para hacer gobierno subnacional, entre otras. De esta manera, Gobiernos Regionales y Locales estarían en condiciones de responder con celeridad ante este tipo u otro de crisis. En segundo lugar, debe tenerse en cuenta que más que limitarse a resolver daños estructurales de las escuelas y liceos, es menester que el proceso de reconstrucción se acompañe con la discusión y el diseño eventualmente compartido e intersectorial, para luego implementar políticas destinadas a hacer realidad el discurso de entregar una educación de calidad para todos y entre todos. Lo que aparece a la vista después de un terremoto es la destrucción física. Pero los principales daños pueden volverse invisibles. Éstos tienen que ver con la persona, el trauma psíquico, la destrucción del tejido social, la alteración de los mercados, la pérdida de ingreso y trabajo, la dificultad para acceder a servicios sociales básicos (nutrición adecuada, educación básica, salud, agua potable y saneamiento), el deterioro de los servicios ambientales y los daños en el ecosistema. En ese sentido, los conceptos sobre lo que entraña este proceso no pueden permanecer separados: ante un sismo de tal magnitud se debe hablar de reconstrucción física y de reconstrucción del tejido social, como categorías que se complementan y que no admiten manejos separados por actores a distancia. Por eso la reconstrucción supone un proceso de recomposición del tejido social a partir de la recuperación del hábitat con el objeto de llenar las “grietas” puestas en evidencia por la catástrofe sobre su realidad social, cultural, política y económica. Escuelas prefabricadas de la noche a la mañana por la acción eficaz de una urbanizadora no garantiza el proceso para que aquella comunidad escolar levante los “ladrillos” que expresan sus pesares, conflictos y contradicciones en la tarea de enseñar y de aprender. Aquella escuela debe tener un letrero que diga “ESCUELA PROVISORIA”, para que la comunidad sepa que será así, demande, movilice. 88 DOCENCIA Nº 42 DICIEMBRE 2010 ¿QUÉ RECONSTRUIR: LA INFRAESTRUCTURA, LA SOCIEDAD, EL MERCADO, EL ECOSISTEMA? Una verdadera reconstrucción educacional no puede ni debe dejar de considerar el rol que le compete a cada Comunidad Escolar –profesores, estudiantes, padres y apoderados– facilitando y encauzando, concretamente, su participación. El ejercicio de participación ciudadana permite mantener las notas identitarias de la comunidad y el derecho ciudadano de elegir, participar y comprometerse en las decisiones que los aquejan. No se trata sólo de recibir el mensaje de reconstrucción, sino de protagonizar el mismo a través de hechos concretos. Desde esta perspectiva, parece pertinente revisar críticamente algunas de las decisiones de la política educativa en ciernes, a saber: reconstruir o no reconstruir las escuelas destruidas por el terremoto; concesionar el servicio; fusionar escuelas, en especial en sectores rurales; administrar evaluaciones a estudiantes y profesores en entornos escolares alterados; encapsular buenos estudiantes y profesores utilizando criterios de selectividad; todas implican necesariamente recoger y ponderar la opinión de la Comunidad Local. En tercer término, ante un conjunto de adversidades no se puede responder con una política educativa en formato nacional. No pueden existir soluciones únicas. La política educativa debe contemplar heterogeneidad y diferenciación en las regiones y comunas más afectadas. Las privaciones surgidas del maremoto acontecido en Constitución, por ejemplo, son distintas en magnitud y profundidad que el terremoto ocurrido en Talca o en Empedrado. Por ende, es imprescindible reconocer la diversidad existente y no soslayarla. Si bien, en una primera instancia, fue prioridad el restablecimiento del servicio educacional en los territorios, en consideración a numerosos centros escolares deteriorados y estudiantes empobrecidos, paralelamente, es obligatorio sumar a esta opor tunidad funcional la de emprender procesos para mejorar la educación entregada. Para conseguir esta sintonía, la evaluación interna y externa de cada escuela es decisiva y por derivación, la existencia de diversas alternativas o estrategias de solución como escuelas siniestradas. Quedan las tareas más complejas e importantes tras lo material; identificar los efectos colaterales, el otro terremoto, el del empleo, el de la calidad de vida y su repercusión en la familia, el de la calidad de la educación. El proceso de reconstrucción debe combinar la dirección política y la dirección técnica. Algunos procesos de reconstrucción tienen severas dificultades porque cuentan con una dirección estrictamente técnica, que suele ser eficaz en sus propuestas, pero resulta distante de la gente y de los procesos ordinarios de toma de decisiones. Otros, en cambio, tienen una dirección exclusivamente política, que pierde la dimensión técnica y los criterios de eficiencia. Las mejores experiencias de reconstrucción son aquellas que logran integrar la dirección del mandatario local o regional con un equipo de soporte técnico de alto nivel y procedimientos muy efectivos de coordinación entre ambos. Ciertamente, la tarea de reconstrucción de la Educación Pública será difícil y costosa. Cualquier iniciativa debe considerar la Educación como un derecho humano esencial, garantizando su calidad de Educación Pública, gratuita, accesible a todos y todas. Tal como han señalado las nuevas autoridades, el terremoto debe ser una oportunidad no sólo para reconstruir, sino para levantar mejores escuelas, en su sentido más amplio. Y más trascendental, la reconstrucción de la Educación no será si no con un Estado moderno y auténticamente descentralizado, no será si no es con la Región del Maule, sus comunidades locales e instituciones educativas. 89