6) XI Razón-revelación - Secretaría de Investigación y Estudios
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6) XI Razón-revelación - Secretaría de Investigación y Estudios
XI Razón–revelación. Una hermenéutica entre la expulsión y la comunión: Espinosa HERMENÉUTICA EXÉGESIS: USO Y TRADICIÓN Vol. I Segunda parte Prolegómenos 194 HERMENÉUTICA EXÉGESIS: USO Y TRADICIÓN Vol. I Segunda parte Prolegómenos Volviendo al esquema recorrido por el autoafirmarse de la hermenéutica delineado por Dilthey y teniendo en cuenta las sugestivas indicaciones, muy generalizadoras por cierto, citamos nuevamente aquellos párrafos que nos hablan de al-guna forma sobre las vicisitudes de aquel autoafirmarse. “Hasta este momento, la hermenéutica clásica y la bíblica habían marchado cada una por su lado. ¿No habría que concebirlas como aplicaciones de una hermenéutica universal? El wolfiano Meier dio este paso en su ensayo de un Arte universal de interpretación, en 1757. Captó efectivamente el concepto de su ciencia con toda la universalidad posible: ésta tiene que bosquejar reglas que deben ser observadas en toda interpretación de signos. Pero el libro enseña, una vez más, que no cabe inventar nuevas ciencias de acuerdo con los puntos de vista de la arquitectónica o la simetría. De ese modo surgen tan solo ventanas ciegas por las que nadie puede mirar. Una hermenéutica, escribe Dilthey, de efectivo vigor podía llegar a serlo únicamente en una cabeza en la que el virtuosismo de la interpretación filológica fuera unido a una genuina capacidad filosófica. Y esta cabeza fue Schleiermacher”. 177 “...el movimiento hermenéutico, nutrido de la polémica de protestantismo y catolicismo en torno a la interpretación de los textos antiguos sagrados, comenta Gómez Ramos, ha podido resultar, desde una perspectiva ‘técnico–racional’, un anacronismo. Lo mismo, y no es una coincidencia, que las ciencias del espíritu. La eclosión de la hermenéutica contemporánea —en gran medida, una reacción a la crisis de esta perspectiva ‘técnico–racional’— ha permitido corregir esa perspectiva. Pero el tardío descubrimiento de ese ‘episodio menor’, en el que se anuncia una visión más ajustada de la razón, explica la dificultad de contar su historia. 195 HERMENÉUTICA EXÉGESIS: USO Y TRADICIÓN Vol. I Segunda parte Prolegómenos De hecho, comenta Gómez Ramos, la que Dilthey relata es unilateral, restringida al ámbito germánico y, dentro de él, al aspecto teológico. Ignora las aportaciones del mundo latino, desde el humanismo italiano del Renacimiento hasta Vico —en cuya obra, sin embargo, bebería la tradición histó-rica de la que él se nutre—, o incluso las, nada desdeñables, de Espinosa o de Leibniz. Espinosa desarrolló toda una her-menéutica racional en su Tratado teológico–político,178 y Leibniz fue el único de los grandes filósofos modernos que intentó entroncar la nueva razón con la tradición hermenéu-tica que venía desde el Renacimiento. También Dilthey deja de lado a autores alemanes como Chladenius —forjador del neologismo hermenéutico— o Danhauer, que acentuaba el momento lógico frente al retórico”.179 Sin embargo, los dos escritos de Dilthey, a los cuales Gómez Ramos hace referencia y que para nosotros son no sólo útiles, sino necesarios para los fines que perseguimos, son más bien notas o apuntes que diseñan un cierto esquema para una posible historia de la hermenéutica germánica. Es útil y necesario destacar ciertos elementos que se van acentuando en el curso y como parte de actitudes polémicas que también diseñan áreas del pensa-miento teológico como de un quehacer estrictamente filosófico. Quehacer que no excluye sin más aquel otro campo, sino que ratifica o rectifica fronteras catastrales del pensamiento. Tales son: a) la relegación de la tradición alegórica y la impor-tancia concedida a la interpretación gramatical y a los conocimientos lingüísticos, dejando sin desarrollar, no obstante, una teoría del signo, deficiencia que acompañará siempre a la hermenéutica, sobre todo alemana; 196 HERMENÉUTICA EXÉGESIS: USO Y TRADICIÓN Vol. I Segunda parte Prolegómenos b) las dificultades que presenta (desde el ángulo teológico–católico) el principio luterano de sola scriptura, por el que los textos sagrados se basten por sí mismos para su correcta interpretación”.180 Antes de centrar nuestra atención en la obra de Schleier-macher, permítasenos breves reflexiones en torno al Tratado teológico–político de Espinosa, no obstante que en otro lugar lo trataremos con mayor amplitud. Bástenos por el momento transcribir o comentar en el mejor de los casos el capítulo VII: De Interpretatione Scripturae. Estructura del texto: “El Tractatus theologico–politicus fue publicado por primera vez en Amsterdam en 1670, sin nombre del autor y con nombres falsos tanto del editor y la ciudad —Hamburgi, Apud Heuricum Künrath. En 1673 y en 1674 la obra fue reestampada junto con la Philosophia Sacrae Scripturae in-terpres de Lodewijk Meyer. El Tratado teológico–político se divide en dos partes. En la primera (capítulo I-XV) Espinosa trata de demostrar que la libertad de pensamiento puede, es más, debe ser permitida por la religión. En la segunda parte (capítulo XVI-XX) Espinosa sostiene que la libertad de pensamiento y de expresión es necesaria para la paz y la estabilidad del Estado. Los capítulos de la primera parte se ocupan de los siguientes argumentos: Profecía, cap. I–II; Elección del pueblo hebreo, cap. III; Leyes y ceremonias, cap. IV–V; Milagros, cap. VI; Interpretación de la Escritura, cap. VII–XI; La Biblia como palabra de Dios, cap. XII; Autonomía de la filosofía respecto a la teología, cap. XIII–XV. Los temas tratados en la segunda parte son: Los funda-mentos del Estado, cap. XVI; La estructura del poder en el Estado hebreo, cap. XVII–XVIII; El derecho de la autoridad 197 HERMENÉUTICA EXÉGESIS: USO Y TRADICIÓN Vol. I Segunda parte Prolegómenos estatal en materia de religión, cap. XIX; El derecho a la liber-tad de pensamiento y de expresión, cap. XX”.181 La figura, pensamiento y obra de Espinosa nos remite y enlaza con el Medioevo: baste pensar en las vicisitudes de su vida y en la formación y fuente de su pensamiento: tradi-ciones hebreas, Antiguo Testamento y Talmud, por un lado. Por otro: Maimonides, Crescas, Levi den Gerson, Ibn Ezra, Ibn Gabirol, Alphakar. Conocía la tradición místico–sapien-cial de la Qabbalah —Cábala—.182 Espinosa había sido expulsado de la comunidad hebraica–portuguesa de Amsterdam el 27 de julio de 1656. Tenía 24 años. Las causas reales posiblemente puedan ser entrevistas entre los renglones del Tratado: sus ásperas críticas contra algunos aspectos de la tradición religiosa del hebraísmo; tales como el concepto de elección del pueblo hebreo; la obligatoriedad absoluta de la Torah, como único camino de salvación, la veneración enfermiza hasta el fanatismo del sentido literal del Antiguo Testamento parecen indicarnos las causas de fondo de su expulsión. ¿Tendríamos que escla-recer su procedencia del marranismo? “Eran llamados con el término peyorativo del marrano aquellos hebreos de la Península Ibérica que, bajo la presión de las persecuciones —a partir de 1391 hasta la expulsión decretada en 1492 por Fernando de Aragón e Isabel de Castilla y la conversión en masa deseada por el rey de Portugal en 1497— se habían convertido al cristianismo, permaneciendo, sin embargo, se-cretamente ligadas a su religión de origen. Los marranos sufrían de un doble exilio: de su tierra de origen y de su reli-gión. Conducían una doble vida: en apariencia eran cristia-nos y frecuentaban los ritos de la nueva religión; pero en su corazón estaban convencidos que solamente la Ley de Moi-sés fuese el verdadero camino de salvación. Y mientras, por un lado, 198 HERMENÉUTICA EXÉGESIS: USO Y TRADICIÓN Vol. I Segunda parte Prolegómenos asimilaban, con indiferencia y sin convicción, algu-nas creencias de la nueva religión —cristianismo—, por otro lado, perdían los contactos con el conjunto de sus tradicio-nes y cultura: también aquellos que, con el riesgo de ser denunciados ante el Tribunal de la Inquisición y ser conde-nados al patíbulo cuando no hubiesen renegado, judaiza-ban, —es decir, manifestaban, con todas las precauciones del caso, su verdadera fe o practicaban secretamente algu-nas ceremonias hebreas—, no podían ciertamente mantener intactas sus creencias. Los marranos no eran ni cristianos ni hebreos [...] En algunos de ellos la pérdida de identidad y la fractura interior podían generar actitudes de crítica y de distancia-miento frente a ambas religiones, una especie de escepti-cismo, frente a la religión, en cuanto conjunto históricamente determinado de creencias y aparato de institucional, o tam-bién hacer surgir una visión y una práctica todas mundanas de la vida”.183 Amsterdam, con su cultura cosmopolita y poseedora de una comunidad culturalmente refinada hebrea, era un ejemplo de las profundas crisis que durante los siglos XVI–XVII sufrían las religiones especialmente la hebrea y cristiana desde el exterior y sobre todo en el interior mismo de ambas. Para no pocos estudiosos, los modelos oficiales de reli-giosidad se habían alejado de sus originales fuentes. Fruto de este alejarse y abandonar las fuentes originales había sido la adquisición del poder político y en no pocos aspectos el poder económico. Poder que en la práctica se ejercitaba con despótico autoritarismo. Rabinos y jerarquía romana adolecían de las mismas debilidades. Criticar las religiones oficiales o las tradiciones no sólo era motivo de expulsión, ex comu-nión, castigos, sino que de hecho provocaron suicidios, Uriel da Costa, por ejemplo. Espinosa 199 HERMENÉUTICA EXÉGESIS: USO Y TRADICIÓN Vol. I Segunda parte Prolegómenos permanecerá fiel a sus ideas, después de su expulsión —1656—. Entre tanto se hacían más evidentes autoritarismo y dogmatismo; por un lado. Por parte de Espinosa, se hacían cada vez más patentes, su crítica y rechazo. Espinosa, sin duda alguna, llega a conocer y posible-mente a frecuentar a pensadores no gratos para la comu-nidad hebrea de Amsterdam, como al médico español Juan de Prado, quien, “según el testimonio de la Inquisición española del 1643, sostenía que las tres religiones: hebraísmo, islamismo y cristianismo, no eran diferentes; sino las tres cumplían una función política”. Las tres tienen un origen común: la ley natural. Otro autor no deseado y expulsado, con quien Espinosa tuvo relaciones e ideas afines, fue Isaac de La Peyrére, calvinista originario de Bordeaux, posible-mente de familia marrana. La Peyrére publicó en Amsterdam, anónimamente y sin lugar de edición, una obra, cuyo título fue: Systema theologicum ex praeada-mitarum hypothesis —1655—, la obra escandalizó. La Peyrére se convierte al catolicismo, después de haber renegado de sus ideas, en Roma en 1657. Aquella obra se encuentra en la biblioteca de Espinosa. El pensamiento de Espinosa se hace más comprensible dentro de la atmósfera del marranismo: ubicará la salvación no en la ley, sino en la razón, es decir: “a través de la tesis de la identidad de Dios y de la naturaleza”. “Se afirma en fuer-za el principio de la inmanencia”, es decir, “no se da otro mundo, fuera de este, en el que la existencia del hombre pueda realizarse. La filosofía de Espinosa se inserta en el proceso de secularización de la Edad Moderna ... la actitud de discurso y de crítica que llevó al joven Espinosa al abandono de la comunidad hebrea, resulta bastante comprensible si se le coloca en este horizonte de la cultura marrana”.184 200 HERMENÉUTICA EXÉGESIS: USO Y TRADICIÓN Vol. I Segunda parte Prolegómenos Si el hombre tiene necesidad de un principio unificante al interpretar aquello que solemos llamar realidad, el pensa-miento metafísico —búsqueda de horizonte–sentido— se estruc-tura coimplicadamente en la búsqueda de un fundamento, determinación del fundamento, interpretación de la realidad a la luz del fundamento. Fundamento “y” búsqueda equi-vale a decir: reflexión “y” ética. Por esto “cuando una sociedad se basa sobre mentiras, los filósofos se despeñan como mártires o desempeñan el papel de simples marionetas, dejando así de ser filósofos”. Hacer de la vida una reflexión implica estar dispuesto al riesgo. Riesgo a equivocarse; pero lo que no será jamás una equivocación es decidir renunciar a ser de la propia vida una marioneta. Consecuencia de esta renuncia será sin duda alguna la aceptación de la marginación socio–“cultural”. En las densas páginas casi autobiográficas con las que inicia el Tractatus sobre la corrección del intelecto, —De intellectus emmendatione (h. 1661) inacabado— preámbulo o mejor aun, antecedente significativo del Breve tratado sobre Dios, el hombre y su bienestar —Tractatus brevis de Deo, homine, iusque felicitate (1658-60). Son testimonios de una reflexión comprometida: pensamiento y ética en un solo lenguaje: compromiso. La filosofía con estas perspectivas se diseña a sí misma búsqueda sabia y sabiduría buscada: encuentro con la vida y su posible racional comprensión, aun aquello que solemos llamar pasión. Ética–filosofía se convierte en un imperativo categórico cuando, sobre todo, la cultura oficial nos permite estar dispuestos para todo, pero sin compro-miso alguno. Por esto, decidirse por la reflexión significa optar por el riesgo, la marginación y en última instancia por la vida de la vida: el riesgo deja de ser una hipótesis y se convierte en realidad legible. Legible como en 201 HERMENÉUTICA EXÉGESIS: USO Y TRADICIÓN Vol. I Segunda parte Prolegómenos el siguiente texto del Herem que deja el testimonio de la expulsión de Espinosa: HEREM: “Excomulgamos, maldecimos y separamos a Baruch Espinosa, con el consentimiento de Dios bendito y con el de toda esta comunidad; delante de estos libros de la Ley, los cuales contienen trescientos trece preceptos; la excomunión que Josué lanzó sobre Jericó, la maldición que Elías profirió contra los niños y todas las maldiciones escritas en el libro de la Ley; que sea maldito de día, y maldito de noche; maldito cuando se acueste y cuando se levante; maldito cuando salga y cuando entre; que Dios no lo perdone; que su cólera y su furor se inflamen contra este hombre y traigan sobre él todas las maldiciones escritas en el libro de la Ley; que Dios borre su nombre del cielo, lo separe de todas las tribus de Israel, etc.” Los perseguidos se han tornado eficaces perseguidores. “La pericia en el maldecir, en la furia verbal, —comenta Peña Vidal— que alcanzan tan refinada-mente los perpetuamente humillados, ofendidos y apaleados (el Tersites del Troilus shakesperiano exclama, en un rapto de autoanálisis: “Ajax me golpea y yo le maldigo; ¡ojalá fuese al revés!”), se vuelve con saña contra “el enemigo que está dentro”. Espinosa no lo olvidará; bajo la imperturba-bilidad estoica que la tradición hagiográfica espinosista nos ha transmitido, conservará contra sus ex correligionarios un intenso desprecio: el Tratado teológico–político es —entre otras cosas que es— su “venganza”, y la instauración de la crítica bíblica, su respuesta a la bíblica maldición. Nada de ello impide que 202 HERMENÉUTICA EXÉGESIS: USO Y TRADICIÓN Vol. I Segunda parte Prolegómenos Espinosa siga siendo judío, sin embargo, pero es que ser un judío desarraigado es un rasgo judío bastante frecuente”.185 Todo ataque venga de donde venga será una simple “cantinela de los fariseos”. El caute de su sello se quiebra si nos adentramos en su correspondencia o por lo menos se hace más patente. “Sólo parece quedar en él cierto respeto hacia ese grupo de cristianos liberales... los que propugnan, precisamente, la separación de Iglesia y Estado. Pero a la hora de valorar ese respeto no debe olvidarse, comenta Vidal Peña, el compo-nente político del mismo. Los “colegiantes”, a través de su influencia cerca de Jan de Witt, son una fuerza política real. Para Espinosa suponen el único auxilio, a falta de actitudes más radicales que no pueden encontrarse, o que, si se encuentran... carecen de peso efectivo; ... El realismo político de Espinosa le hace entonces contar con lo que hay, aunque lo que hay no sea del todo satisfactorio desde el punto de vista de la “pureza racional”. Pero la filosofía de Espinosa aprendió muy pronto a reconocer las “impurezas” como realidades: “las ideas inadecuadas y confusas se siguen unas de otras con la misma necesidad que las ideas adecuadas, es decir, claras y distintas” (Eth., II, Prop. 36). Su realismo político no supone en modo alguno una merma de su rigor filosófico: su amistad con los “colegiantes” no es mero “oportunismo” para garantizarse una “vida tranquila”. Desde la prop. 32 hasta la 36, Espinosa está exponiendo el carácter real del error y su condición de elemento necesario de la realidad: las pasiones, las ficciones, no serán apariencias; habrá un tratamiento racional de las pasiones y un trata-miento racional de la política”. ”Con ello rozamos otro aspecto de la vida de Espinosa, ... Hablamos de su colaboración con la política de Jan de Witt frente al partido de los orangistas. ... A este trasluz el Tratado teológico-político se convierte en una obra “de encargo”, en 203 HERMENÉUTICA EXÉGESIS: USO Y TRADICIÓN Vol. I Segunda parte Prolegómenos arsenal ideológico al servicio de una política. Pero esa expresión —“de encargo”— no tiene por qué ser despectiva, ni resulta incoherente con la figura intelectual que Espinosa había decidido adoptar. En esa introducción a su filosofía que es el Tratado de la reforma del entendi-miento (escrito —y no publicado— con anterioridad a la Ética) Espinosa se había planteado, de entrada, cuestiones morales de carácter general, nada desdeñables para tratar de entender sus designios más profundos”. ... “Pensar la política no es, pues, para este “especulativo” algo intelectualmente espúreo, ni desmiente ese mundo —al parecer— de remota y helada pureza, en el que habitan los axiomas y teoremas de la Ética. Reputar de poco genuino —de “panfletario”— el Tratado teológico-político, o el Tratado político, revelaría un completo desconocimiento de los propósitos más generales de la filosofía de Espinosa. Efectivamente: —para— Espinosa, que ha criticado la interpretación estrictamente “racionalista” de la conciencia humana “el deseo... es la esencia misma del hombre: ... deseos, pasiones, ideas adecuadas o no, no son prácticamente posibles en el hombre sin que medie la Ciudad... Los intereses políticos de Espinosa no son, pues, acciden-tales: están en las raíces mismas de su filosofía. Y, de hecho, entre la Ética —mundo de la pureza racional— y la obra política —mundo de la impureza— no hay divorcio teórico alguno: ... las ideas de derecho natural y de comu-nidad estatal que Espinosa desarrolla en el Tratado teológico-político y en el Tratado político no son sino aplicaciones de conceptos elaborados en la Ética. ... Colaborar con el partido de los de Witt, proporcionarle armas teóricas al limitar las pretensiones teocráticas, al sentar las bases de una teoría estatal libre de prejuicios religiosos, no es una actividad marginal”... “Creemos, con todo, que es preciso puntualizar un poco más. No nos parece que Espinosa crea que la filosofía está al 204 HERMENÉUTICA EXÉGESIS: USO Y TRADICIÓN Vol. I Segunda parte Prolegómenos servicio de la política; incluso lo más probable es que crea lo contrario, a saber: que la política es necesaria, desde su punto de vista de filósofo, para la práctica de la verdadera filosofía. ... —Para— Espinosa la democracia no es deseable porque comporte una mayor felicidad para el pueblo o cosas semejantes, sino porque significa la instauración de un esquema ontológico más racional. —Pero— “todo lo excelso es tan difícil como raro”: así concluye la Ética”.186 Pongamos nuestra atención en el pensamiento de Espinosa en relación con el tema que nos ocupa, la hermenéutica, para lo cual es indispensable y necesario realizar algunas referencias entre el Tratado teológico-político y la Ética. El decreto de ex comunión de la comunidad hebrea —1656— habla de peligrosas posiciones de Espinosa que deben ser condenadas, pero sólo en términos generales, sin especifi-cación alguna doctrinal. Parece que Espinosa había preparado su defensa, en español, lengua de la jerarquía refugiada en Holanda; sin embargo, si la escribió no se conoce. Recordemos que, en 1661, Espinosa compuso las primeras partes de su ética de Rijnsburg, pero después de junio de 1665 interrumpió temporalmente el trabajo, para poder escribir el Tractatus Theologico–Politicus, editado realmente por Jan Rieuwertz. Las críticas de los teólogos se hicieron patentes de manera muy áspera, así como peticiones de prohibición. La protec-ción de Jan Witt impidió que la obra fuese secuestrada, pero de hecho en 1674, obedeciendo a las presiones del Sínodo, la corte en 1674 presentó la prohibición. No obstante, el editor mandó a la imprenta la obra, sobre todo a Inglaterra.187 En 1673 Espinosa se dirigió a Amsterdan a fin de percatarse de la situación que se estaba creando en torno a él y a su Ethica, odine geometrico demostrata, esta será publicada como obra póstuma. En los últimos años de su 205 HERMENÉUTICA EXÉGESIS: USO Y TRADICIÓN Vol. I Segunda parte Prolegómenos vida Espinosa inició otro Tractatus politicus que no terminó. En el otoño de 1676 hizo una visita personal a Leibniz. El 26 de febrero del siguiente año la tuberculosis terminó con su vida. Para comprender con mayor claridad el pensamiento de Espinosa es indispensable dar una lectura y análisis de su correspondencia. Análisis y lectura que, por el momento, colocamos en la charola de las cosas pendientes. Lo que en esta sede nos interesa es llevar a cabo una rápida lectura de aquellas páginas del Tractatus Theologico-Politico, en las que Espinosa expone su concepción de la Biblia en general y en particular la interpretación de la misma. Sin embargo, es indispensable tener en cuenta que el Tractatus apenas si se logra comprender si no se parte de algunas páginas de la Ethica. “Cuando interrumpe el trabajo de la Ethica, (1665), para escribir el Tractatus Theologico-Politico, detrás de esta decisión se ocultaba una profunda necesidad. Para sus con-temporáneos el juicio sobre un pensador estaba determinado por su actitud frente a la revelación bíblica. Aun no habiendo publicado algo al respecto, entre la población, se había difundido la voz que él era un ateo ... Espinosa no logró eliminar este prejuicio tan arraigado, ni siquiera con su Tractatus Theologico-Politico. Como muestran las vivaces reacciones ante la publicación del texto, es más, sucedió todo lo contrario ... Como muestra el título de la Ethica, la intención de Espinosa es desarrollar su filosofía como Hobbes: modo geométrico, es decir, de forma matemática. Según la técnica de trabajo esto significa una manera de proceder deductivo. De una definición puesta al inicio derivan conse-cuencias —axiomas— y teoremas —proposiciones— y de aquí ulteriores consecuencias y así sucesivamente.188 Por otra parte, se cuestionan aún antiguos presupuestos conceptuales. El postulado inicial se da por descontado dado que perte-nece a los presupuestos comunes —Notiones 206 HERMENÉUTICA EXÉGESIS: USO Y TRADICIÓN Vol. I Segunda parte Prolegómenos communes— del pensamiento de todos los hombres. Una tesis del género ya había sido formulada por Aristóteles. Espinosa inicia —des-pués de una explicación de los términos usados— con una definición de Dios. Detrás de ella se esconde la definición de Dios proveniente del presocrático Parménides —540–460 a.C.— y se hizo típica de la metafísica clásica del ser, según la cual se da solamente el Ser–uno, eterno. Trasmitida pos-teriormente al medioevo cristiano y desarrollado por el exégeta y filósofo hebreo Maimonides, ella fue hecha propia por Espinosa”.189 Por Dios entiendo un ser absolutamente infinito, esto es, una substancia que consta de infinitos atributos, cada uno de los cuales expresa una esencia eterna e infinita.190 Al respecto es interesante la nota núm. 1 de Vidal Peña: ¿Por qué la primera definición de la ética es la de causa sui? Espinosa ha sostenido, —Tratado de la reforma del enten-dimiento—, que una definición auténtica es la que expresa la causa eficiente de lo definido (y no la definición “por el género y la diferencia”). La mejor definición es, pues, la definición genética (como en Hobbes). Ahora bien, la parte primera va a tratar de Dios. Pero Dios es la realidad por excelencia, que no depende de ninguna otra cosa. Preparando su definición..., Espinosa alude, antes que nada, al concepto de causa sui, procediendo ad hoc para que la definición de Dios pueda ser correcta (o sea, genética) y, al propio tiempo, no necesite “salir fuera de lo definido”. Ahora bien, esta coherencia “geométrica” de Espinosa envuelve claramente una contradicción: la definición VI, “genética” por constar Dios de atributos que lo constituyen, y “autogenética” por ser Dios causa sui, tiene que incluir la infinitud (la indeter-minación) de esos atributos, pues, de lo contrario (de ser “determinada”) cabría pensar en algo externo a esa deter-minación. Pero, entonces, definir a Dios es, de algún 207 HERMENÉUTICA EXÉGESIS: USO Y TRADICIÓN Vol. I Segunda parte Prolegómenos modo, “indefinirlo”: la coherencia geométrica envuelve contradic-ciones que constituyen el concepto de Dios en “otro plano” que un concepto cualquiera, “geométricamente obtenido”.191 Del Ens absolute infinitum, Espinosa saca consecuencias hasta el extremo: “La propositio VIII: toda substancia es nece-sariamente infinita; XI: Dios, o sea, una substancia que consta de infinitos atributos, cada uno de los cuales expresa una esencia eterna e infinita, existe necesariamente; la XVI: No puede darse ni concebirse substancia alguna excepto Dios; la XV: todo cuanto es, es en Dios, y sin Dios nada puede ser ni concebirse.192 “Esta XV proposición es desarrollada por Espinosa a partir de su concepto de substancia. Proposición que ocasionó muy largas y serias discusiones193 que en el mundo de lengua alemana fue sinónimo de panteísmo. Al respecto el mismo Espinosa aclara: si hay personas que creen que mi Tratado Teológico–Político parte del presupuesto que Dios y la naturaleza... son una misma cosa, se equivocan tremenda-mente. De hecho concibo a dios como la causa inmanente de todas las cosas y no como su causa externa. Hay que hacer notar que Espinosa se hace eco de Paulo y este de Lucano —Act. 17, 28— ... Espinosa no hace otra cosa que llevar al extremo, según la lógica, una ontología aceptada universal-mente; no dice nada fundamentalmente nuevo. Él expresa su posición también en el Scholium de la propositio XXIX, en la primera parte de su ética, ahí donde distingue, como se hacía ya en el siglo XIII, entre natura naturans —natura creante— y natura naturata —natura creada—, o entre natura eterna de Dios y sus modi, o sea las cosas que son en Dios y que sin Dios no pueden ni existir ni ser comprendidas”.194 208 HERMENÉUTICA EXÉGESIS: USO Y TRADICIÓN Vol. I Segunda parte Prolegómenos Proposición XXIX En la naturaleza no hay nada contingente, sino que, en virtud de la necesidad de la naturaleza divina, todo está determinado a existir y obrar de cierta manera. Demostración: Todo lo que es, es en Dios (por la Proposición 15): pero Dios no puede ser llamado cosa contingente. Pues (por la Proposición 11) existe necesariamente, y no contingentemente. Además, los modos de la naturaleza divina se han seguido de ella también de un modo necesario, no contingente (por la Proposición 16), y ello, ya sea en cuanto a la naturaleza divina es considerada en términos absolutos (por la Proposición 21), ya sea en cuanto se la considera como determinada a obrar de cierta manera (por la Proposición 27). Además, Dios es causa de estos modos no sólo en cuanto simplemente existen (por el Corolario de la Proposición 24), sino también (por la Proposición 26) en cuanto se los considera como determinados a obrar algo. Pues, si no son determinados por Dios (por la misma Proposición), es imposible, y no contingente, que se determinen a sí mismos; y, al contrario (por la Proposición 27), si son determinados por Dios, es imposible, y no contingente, que se conviertan a sí mismos en indeterminados. Por lo cual, todas las cosas están determinadas, en virtud de la necesidad de la naturaleza divina, no sólo a existir, sino también a existir y obrar de cierta manera, y no hay nada contingente. Q.E.D. Escolio: Antes de seguir adelante, quiero explicar aquí —o más bien advertir— qué debe entenderse por Naturaleza naturante, y qué por Naturaleza naturada. Pues creo que ya consta, por lo anteriormente dicho, que por Naturaleza naturante debemos entender lo que es en sí y se concibe por sí, o sea, los atributos de la substancia que expresan una esencia eterna e infinita, esto es (por el Corolario 1 de la Proposición 14 y el Corolario 2 de la Proposición 17), Dios, en cuanto considerado como causa libre. Por Naturaleza naturada, en cambio, entiendo todo aquello que se sigue de la necesidad de la naturaleza de Dios, o sea, de cada uno de los atributos de Dios, esto es, todos los modos de los atributos de Dios, en cuanto considerados como cosas que son en Dios, y que sin Dios no pueden ser ni concebirse. “Ya en el subtítulo del Tratado Teológico–Político la libertad de filosofar está íntimamente relacionada con la paz del Estado y con la piedad; pero este objetivo encuentra expresión solamente en la última parte de la obra. Gracias a los capítulos sobre el argumento (XVI–XX), el Tratado 209 HERMENÉUTICA EXÉGESIS: USO Y TRADICIÓN Vol. I Segunda parte Prolegómenos Teológico–Político se convierte en un escrito de política de Estado; pero el texto es fundamentalmente un tratado sobre la revelación. El hecho que los dos temas sean puestos en relación recí-proca no maravillará a ninguno. Hemos encontrado la misma relación en Hobbes y en Locke. En el siglo XVII también las cuestiones de derecho natural no podían ser reguladas sin hacer cuentas con la autoridad de la Biblia ampliamente reconocida. Ni el hecho que Espinosa afronte de manera difusa la Biblia puede ser considerado una simple concesión externa para sus lectores, para el público y para la censura. Él mismo no tiene la intención de imaginarse, es más, se ve obligado a poner la Escritura en sintonía con su actitud filosófica. (...) Su análisis de la Escritura le ha hecho com-prender que la autoridad de los profetas tiene relevancia solamente en cuestiones que tienen que ver con la conducta y con la verdadera virtud, y que no hay nada en aquello que es la enseñanza explícita de la Escritura que no concuerde con el intelecto o que repugne contra él”. También en el Tratado Teológico–Político Espinosa construye sobre los cimientos puestos por la Ethica. Esto resulta ya desde el inicio del tratado, en el que encamina sus reflexiones con dos capítulos sobre la profecía.195 Antes recordemos simplemente los enunciados de la Praefatio: origen de la superstición, del miedo y de la ignorancia; la libertad de pensamiento y de expresión es ventajosa para el Estado y para la religión; motivos que han inducido al autor para componer el Tratado; síntesis de las principales tesis sostenidas en el Tratado; ¿quiénes son los destinatarios del Tratado?;196 210 HERMENÉUTICA EXÉGESIS: USO Y TRADICIÓN Vol. I Segunda parte Prolegómenos Después de la Praefatio Espinosa dedica dos capítulos que preparan de alguna manera el capítulo VII que a noso-tros interesa: Caput I De Prophetia; caput II De Prophetis.197 Leamos algunos párrafos de ambos capítulos. TRACTATUS THEOLOGICO–POLITICI TRATADO TEOLÓGICO–POLÍTICO CAPUT I. CAPÍTULO I De Prophetia. De la profecía. Prophetia sive Revelatio est rei alicujus certa cognitio a Deo homi-nibus revelata. Propheta autem is est, qui Dei revelata iis interpre-tatur, qui rerum a Deo revelaratum certam cognitionem habere nequeunt, quique adeo mera fide res reve-latas amplecti tantum possunt. Propheta enim apud Hebræos vocatur nabï,198 id est orator, et interpres, at in Scriptura semper usurpatur pro Dei interprete, ut ex cap. 7. v. 1. Exodi colligitur. Ubi Deus Mosi dicit, ecce te constituo Deum Pharaonis, et Aharon tuus frater erit tuus Propheta. Quasi diceret, quoniam Aharon ea, quæ tu loqueris, Pharaoni interpretando, personam agit Prophetæ, eris tu igitur quasi Deus Pharaonis, sive qui vicem Dei agit. Profecía 2. De Prophetis in sequente Capite, hic de Prophetia agemus, ex cujus jam tradita definitione sequitur cognitionem naturalem, Prophetiam 2. Sobre los profetas hablaremos en el capítulo siguiente; aquí tratamos de la profecía, de la que, dada ya la definición, se sigue o revelación es el cono-cimiento cierto, revelado a los hom-bres por Dios. Profeta es aquel que interpreta las revelaciones de Dios para aquellos que no pueden tener un conocimiento cierto y que, por esto, sólo con la sola fe pueden acoger las cosas revela-das. Profeta de hecho, en hebreo se dice nabï, es decir, enviado e intérprete, pero en la Escritura es siempre usado en el sentido de intérprete de Dios, como se ve por 7.1 del Éxodo, donde Dios dice a Moisés: he aquí que yo constituyo Dios del faraón y tu hermano Aron será tu profeta, como decir: puesto que Aron, interpretando para el faraón tus palabras, obra como profeta, tú serás, en conse-cuencia como el Dios del faraón, o sea aquel que hace las veces de Dios. 211 HERMENÉUTICA EXÉGESIS: USO Y TRADICIÓN Vol. I Segunda parte Prolegómenos vocari posee. Nam ea, quæ lumine naturali cognoscimus, a sola Dei cognitione, ejusque æternis decretis dependent. Verum, quia hæc cognitio naturalis omnibus hominibus com-munis est, dependet enim a funda-mentis omnibus hominibus com-munibus, idea a vulgo, ad rara semper, et a sua natura aliena anhelante, et dona naturalia sper-nente, non tanti æstimatur, et propterea, ubi de cognitione pro-phÉtica loquitur, hanc exclusam vult; attamen nihilominus æquali jure, ac alia, quæcunque illa sit, divina vocari potest, quando-quidem Dei natura, quatenus de ea participamus, Deique decreta eam nobis quasi dictant, nec ab illa, quam omnes divinam vocant, differt, nisi quod ea ultra limites hujus se extendit, et quod humanæ Naturæ leges, in se consideratæ, non possunt ejus esse causa; at repectu certitudinis, quam naturalis cognitio involvit, et fontis, e quo derivatur (nempe Deo) nullo modo cognitioni propheticæ cedit. Nisi fortè aliquis intelligere, vel potius somniare velit, Prophetas corpus quidem humanum, mentem vero non humanam habuisse, adeoque eorum sensationes, et conscientiam alterius prorsus naturæ, quam nostræ sunt, fuisse. que el conocimiento natural se puede llamar profecía. De hecho, las cosas que conocemos con la luz natural dependen del sólo conocimiento de Dios y de sus eternos decretos. Pero, dado que el conocimiento natural es común a todos los hombres —se basa de hecho sobre fundamentos comunes a todos los hombres—, por eso él es tenido muy poco en cuenta por el vulgo, el cual aspira siempre a esas insólitas y extrañas a su naturaleza y desprecia los dones naturales y, en consecuencia, cuando habla del conocimiento profético, quiere que sea excluido el conoci-miento natural; sin embargo, ésta se puede llamar divina bajo el mismo título de cualquier otro, por la razón que él nos es como dictado por la naturaleza de Dios (en cuanto nosotros somos partícipes) y por los decretos divinos y se diferencia del conocimiento que todos llama-mos divino, sino porque éste se extiende más allá de los límites de aquel y porque las leyes de la na-turaleza humana, en sí consi-deradas, no pueden ser la causa; pero, en cuanto a la certeza que incluye y a la fuente de la cual deriva (es decir, Dios), el conoci-miento natural no es por nada inferior al conocimiento pro-fético. A menos que alguno no quiera entender o mejor soñar, que los profetas tuviesen sí un cuerpo humano; pero no una mente humana y que por esto sus sensaciones y su conciencia fuesen 212 HERMENÉUTICA EXÉGESIS: USO Y TRADICIÓN Vol. I Segunda parte Prolegómenos de una naturaleza totalmente diversa de la nuestra. 3. At, quamvis scientia naturalis divina sit, ejus tamen propagatores non possunt vocari Prophetae.199 Nam quæ illi docent, reliqui homines æquali certitudine, et dignitate, ac ipsi, percipere posssunt, atque amplecti, idque non ex fide sola. Cum itaque mens nostra ex hoc solo, quod Dei Naturam objective in se continet, et de eadem parti-cipat, potentiam habeat ad forman-das quasdam notiones rerum naturam explicantes, et vitæ usum docentes, merito mentis naturam, quatenus talis concipitur, primam divinæ revelationis causam statuere possumus; ea enim omnia, quæ clare, et distincte intelligimus, Dei idea (ut modo indicavimus), et natura nobis dictat, non quidem verbis, sed modo longe excellentiore, et qui cum natura mentis optime convenit, ut unusquisque, qui certitu-dinem intellectus gustavit, apud se, sine dubio expertus est. Verum quoniam meum institutum præcipue est, de is tantum loqui, quæ solam Scripturam spectant, sufficit de Lumine naturali hæc pauca dixisse. Quare ad alias causas, et media, quibus Deus ea hominibus revelat, quæ limites naturalis cognitionis excedunt, et etiam quæ non excedunt...200 3. Pero si bien, la ciencia natural es divina, sin embargo, aquellos que la difunden no pueden ser llamados profetas. De hecho, aque-llos que ellos enseñan puede ser percibido y comprendido por los otros hombres con igual certeza y dignidad y no solamente con la fe. Por consiguiente, dado que nuestra mente, por el sólo hecho que contiene en sí objetivamente la na-turaleza de Dios y de ella parti-cipa, tiene la potencia de formar algunas nociones que explican la naturaleza de las cosas y enseñan la práctica de la vida, podemos, con buen derecho, establecer que la naturaleza de la mente, conce-bida en cuanto tal, es la causa primera de la revelación divina. Todas aquellas cosas que enten-demos clara y distintamente, de hecho, nos son dadas —como hemos dicho hace poco tiempo— de la idea y de la naturaleza de Dios, no por palabras, sino de manera mucho más excelente y en todo conforme a la naturaleza de la mente, como ha podido sin ninguna duda experimentar en sí mismo cualquier que haya gustado la certeza del intelecto. Pero ya que, mi principal propósito es hablar solamente de aquello que tiene que ver solamente con la Escritura, son suficientes las pocas cosas que he dicho sobre la luz 213 HERMENÉUTICA EXÉGESIS: USO Y TRADICIÓN Vol. I Segunda parte Prolegómenos natural. Pero, por consiguiente, a ocuparme más difusamente de las otras causas y de los otros medios con los cuales Dios revela a los hombres aquellas cosas que sobre-pasan los límites del conocimiento natural y también de aquellos que no le exceden... Espinosa rompe con la comunidad hebrea, pero no se adhirió al cristianismo, por esto difícilmente o, mejor aún, no se le puede considerar marrano. Del cristianismo, sin embargo, no parece haber tenido un profundo conocimiento, no obstante hubiese leído el Evangelio que le causó una profunda im-presión: una sabiduría más que humana ha asumido nuestra naturaleza en la persona de Cristo, y Cristo ha sido el camino de la salvación; porque en Cristo Dios ha revelado su sabiduría de manera inmediata; de mente a mente. Leamos un fragmento del Tratado: 1 Praeter hæc media, nulla alia, quibus Deus se hominibus com-municaverit, in Sacris Literis reperio, adeoque ut supra ostendimus, nulla alia fingenda, neque admittenda. 2 Ex quamvis clare intelligamus, Deum posse immediate se homini-bus communicare; nam nullis mediis corporeis adhibitis, menti nostræ suam essentiam communicat; attamen ut homo aliquis sola mente aliqua perciperet, quæ in primis nostræ cognitionis fundamentis non conti-nentur, nec ab iis deduci possunt, ejus mens præstantior necessario atque humanâ longe excellentior esse deberet. 1 Fuera de estos medios, no en-cuentro en la Sagrada Escritura, otros medios con los cuales Dios se haya comunicado a sí mismo a los hombres; y por esto, como he mostrado arriba, no se debe es-pecular ni admitir ningún otro. 2 Y si bien, entendemos claramen-te que Dios pueda comunicarse a sí mismo inmediatamente a los hom-bres —de hecho él comunica a nues-tra mente su esencia sin usar medios corpóreos—, sin embargo, a fin de que el hombre pueda percibir con la sola mente cosas no contenidas en los primeros fundamentos de 214 HERMENÉUTICA EXÉGESIS: USO Y TRADICIÓN Vol. I Segunda parte Prolegómenos nuestro conocimiento ni deducibles de ellos, debería necesariamente 3 Quare non credo ullum alium ad poseer una mente superior y en tantam perfectionem supra alios gran medida más excelente de la pervenisse, præter Christum, cui Dei mente humana. placita, quæ homines ad salu-tem ducunt, sine verbis, aut visio-nibus, 3 Por esto creo que ninguno —no sed immediate revelata sunt: adeo ut creo que alguien— haya llegado a Deus per mentem Christi sese una así tan grande perfección por Apostolis manifesta-verit, ut olim encima de otros sino Cristo, al que Mosi mediante voce aërea. los empeños de Dios que condu-cen a los hombres a la salvación fueron revelados sin palabras o visiones; sino inmediatamente; de manera que 4 Et ideo vox Christi, sicuti illa, quam Dios por medio de la mente de Moses audiebat, Vox Dei vocari Cristo se ha manifes-tado a los potest. Et hoc sensu etiam dicere apóstoles, como una vez se hubo possumus, Sapientiam Dei, hoc est, manifestado a Moisés mediante Sapientiam, quæ supra humanam est, naturam humanam in Christo una voz aérea. assumpsisse, et salutis fuisse. Chris-tum viam 4 Y por esto, la voz de Cristo, como aquella de Moisés, se puede llamar voz de Dios. Y en este sentido podemos decir también que la sabiduría de Dios, es decir, la sabiduría superior a aquella humana, ha asumido en Cristo la naturaleza humana y que Cristo ha sido el camino de la salva-ción.201 Espinosa no llegó a establecer profundas relaciones con católicos, sino con grupos que la “tolerante” Holanda acurru-caba bajo sus alas: luteranos, calvinistas, socinianos, anabaptistas, colegiantes, mennonitas... 202 Espinosa, después de la muerte del padre —†1654— “comenzó a exponer abiertamente doctrinas” que causaron no pocos ni pequeños escándalos: “las autoridades judías trataron de evitar el escándalo de la apostasía del hijo del 215 HERMENÉUTICA EXÉGESIS: USO Y TRADICIÓN Vol. I Segunda parte Prolegómenos antiguo jefe de su comunidad. Para imponerle silencio Morteira le ofreció una pensión de mil florines, que Espinosa rechazó. Incluso recurrieron a las amenazas y la violencia. Un fanático intentó asesinarlo. Espinosa quedó herido levemente, con un agujero en la capa, que conservó como recuerdo. Todo fue en vano y, por fin, el 27 de julio de 1656, a sus veinti-cuatro años, fue excomulgado, como un poco antes lo hemos reportado, solemnemente y expulsado de la sinagoga, el mismo día que su amigo el pintor Rembrandt. Las autori-dades calvinistas, presionadas por los judíos, lo desterraron por unos meses de Amsterdam, y buscó refugio en el pueblo inmediato de Ouwerkerk. Regresó al poco tiempo, y para ganarse la vida se dedicó, como es bien sabido, al oficio de pulir vidrios para aparatos de óptica. Espinosa no asistió a la ceremonia, cuya fórmula, volva-mos a escucharla, era: Según el juicio de los ángeles y de los santos, excomulgamos, maldecimos y separamos a Baruch de Espinosa, con el consentimiento de Dios bendito y con el de toda esta comunidad; delante de estos libros de la Ley, que contienen trescientos trece preceptos, la excomunión que Josué lanzó sobre Jericó, la maldición que Elías profirió contra los niños, y todas las maldiciones escritas de la Ley: que sea maldito de día, y maldito de noche; maldito cuando se acueste y cuando se levante; maldito cuando salga y cuando entre; que Dios no le perdone; que su cólera y su furor se inflamen contra este hombre y traigan sobre él todas las maldiciones escritas en el libro de la Ley; que Dios borre su nombre del cielo y lo separe de todas las tribus de Israel, después de haberlo cargado con todas las maldi-ciones escritas en el libro de la Ley, etcétera”.203 Aprende latín en la escuela abierta desde 1652 por el expulsado —1633— de la Compañía de Jesús, Francisco Van der Enden, “por sus ideas racionalistas antes de ordenarse sacerdote. Termina ajusticiado por haber tomado parte en 216 HERMENÉUTICA EXÉGESIS: USO Y TRADICIÓN Vol. I Segunda parte Prolegómenos una conspiración contra Luis XIV”. El escándalo y las reac-ciones violentas no se hicieron esperar cuando se publicó el Tractatus: “El Tractatus provocó una violenta reacción. Hasta el librepensador Oldenburg se asustó. Fue condenado como impío, pernicioso, nocivo, blasfemo y peligroso en numerosos sínodos eclesiásticos. Sin embargo, Witt recordemos y sus sucesores impidieron que fuese proscrito, hasta que Guiller-mo II lo prohibió en 1674. Quizá por la hostilidad de los habitantes de Voorburg o para estar más cerca de la protección de las autoridades civi-les, Espinosa se trasladó a La Haya en 1671. Su fama se había extendido por toda Europa y acudían a visitarle los hombres de ciencia más eminentes, entre ellos Leibniz, que por mediación de Tschirnhaus consiguió en 1676 una entrevista que, al parecer, fue poco sincera y cordial. También le visitó Samuel Pufendorf, que sacó de él una impresión pésima. La Universidad de Heidelberg le ofreció una cátedra en 1673. Pero Espinosa la rechazó por no querer comprometer su libertad de pensamiento y de palabra”.204 La filosofía de Espinosa dibuja un horizonte como bús-queda del sumo bien. Esta búsqueda no tiene otro camino que conduzca a la perfección que no sea la razón. Centran-do nuestra atención únicamente en una página del Tractatus, nos podemos percatar que “el verdadero bien, aquello que es verdaderamente útil para el hombre y lo hace feliz, es el perfeccionamiento de la parte mejor de su naturaleza, es decir, el perfeccionamiento del intelecto, o sea el conocimiento. Ésta consiste en el conocimiento de Dios, porque sin Dios ninguna cosa puede ser ni ser concebida; dado que todas las cosas manifiestan de alguna manera la naturaleza de Dios, cuanto más el hombre progresa en el conocimiento de las cosas, tanto más conoce y, 217 HERMENÉUTICA EXÉGESIS: USO Y TRADICIÓN Vol. I Segunda parte Prolegómenos consecuentemente, ama a Dios y alcanza la beatitud. El verdadero bien coincide, por lo tanto, con el conocimiento, y el camino debe ser regulado y direc-cionado a fin de obtener la meta”. En consecuencia, son filósofos “aquellos que cultivan la verdadera ciencia y la verdadera vida”. El modo de vivir que mira o se funda sobre el conocimiento produce plena satisfacción y tran-quilidad de espíritu. 1 Ex superiori capite, ut jam indicavimus, sequitur Prophetas non fuisse perfectione mente præ-ditos, sed quidem potentiâ vividis imaginandi, quod Scripturæ narra-tiones abunde etiam docent. 1 Como ya hemos puntualizado, del capítulo precedente resulta que los profetas no fueron dota-dos de una mente más perfecta; sino de una potencia de imaginar con más vivacidad, como enseñan de manera abundante también las narraciones de la Escritura. 2 De Salomone enim constat, eum quidem sapientiâ, sed non dono 2 Así es conocido que Salomón se Prophetico cæteros excelluisse. distinguió de todos los demás por Pru-dentissimi etiam illi Heman, sabiduría, pero no por el don Darda, Kalchol, Prophetæ non pro-fético. También hombres muy fuerunt, et contra homines rustici, et sa-bios como Heman, Darda y extra omnem disciplinam; imo Kalkol no fueron profetas, mientras mulierculæ etiam, ut Hagar ancilla hom-bres simples, privados de Abrahami, dono Prophetico fuerunt toda instrucción y hasta ciertas præditae. mujer-zuelas, como Agar la sierva de Abraham, por el contrario fueron dotados del don profético. 3 Quod etiam cum experientia, et ratione convenit: Nam qui maxime 3 Lo que está de acuerdo con la imaginatione pollent, minus apti sunt experiencia y la razón: aquellos ad res pure intelligendum, et contra, que están muy dotados de qui intellectu magis pollent, eumque imagi-nación, de hecho, son aptos a entender maxime colunt, potentiam imaginandi menos magis temperatam, magis-que sub puramente las cosas mientras que potestatem habent, et quasi freno aquellos que están más dotados tenent, nè cum intellectu confundatur. de intelecto y lo cultivan al máximo tienen una facultad de imaginar más mode-rada y más bajo control y la tie-nen como con 218 HERMENÉUTICA EXÉGESIS: USO Y TRADICIÓN Vol. I Segunda parte Prolegómenos 4 Qui igitur sapientiam, et rerum naturalium, et spiritualium cogni-tionem ex Prophetarum libris in-vestigare student, totâ errant viâ: quod, quoniam tempus, Philoso-phia, et denique res ipsa postulat, hic fuse ostendere decrevi, parum curans, quid superstitio ogganniat, quæ nullos magis odit, quam qui veram scientiam, veramque vitam colunt. 5 Et, proh dolor! res eo jam per-venit, ut, qui aperte fatentur, se Dei ideam non habere, et Deum non nisi per res creatas (quarum causas ignorant) cognoscere, non erubes-cant Philosophos Atheismi accusa-re. freno para que no se confunda con el intelecto. 4 Están totalmente fuera de cami-no, por consiguiente, aquellos que se ingenian a buscar la sabiduría y el conocimiento de las cosas natu-rales y espirituales en los libros de los profetas: he aquí lo que he determinado mostrar difusamente, porque lo requieren el tiempo, la filosofía y, finalmente, la cosa misma, sin cuidarme de aquello que podría tener por refunfuñar la superstición, la que ninguno tiene ya en odio de aquellos que cultivan la verdadera ciencia y la verdadera vida. 5 Es más, por desgracia las cosas han llegado a tal punto que aque-llos que confiesan aparentemente no tener idea de Dios y no cono-cerlo sino a través de las cosas creadas —de la cuales ignoran las causas—, no se avergüenzan de acusar a los filósofos de ateísmo.205 “Uno de los objetivos del Tractatus: separar la filosofía de la teología, esto ya se establece al poner como fundamento de la profecía la imaginación, que no es el instrumento adecuado para entender las cosas, porque la revelación no hizo que los profetas fuesen doctos; sino que la revelación se adaptó a la capacidad de aquellos profetas y a los tiempos y formas de pensar. Filósofo es aquel que cultiva o practica la verdadera ciencia: conocimiento de las causas naturales y la verdadera vida. El fin de la revelación es 219 HERMENÉUTICA EXÉGESIS: USO Y TRADICIÓN Vol. I Segunda parte Prolegómenos exhortar a los hombres a la verdadera vida y no a la enseñanza de la ciencia o cosas filosóficas. Entre la filosofía, fundada sobre ciencia, y la superstición, fundada sobre ignorancia, existe oposición, contraste”.206 Lo que hay que destacar en esta página: los profetas no son dotados de una inteligencia diversa a la de los demás hombres. Entre los profetas se enumeran gente muy simple y hombres más capacitados. La raíz de toda profecía está en la imaginación. Imaginación que no es ningún instrumento de la auténtica ciencia. Para Espinosa, el verdadero Ordo philosophandi: no de las cosas a Dios, sino de la idea de Dios a las cosas, los nu-merosos pasos de la Ethica lo confirman. “Espinosa distingue entre ley o modo de vivir que es observado por constricción o por miedo al castigo —ley hu-mana—, y la ley o modo de vivir que deriva de la búsqueda y del conocimiento del sumo bien —que consiste en el cono-cimiento y en el amor de Dios— y, en consecuencia, es ob-servada con libertad y firmeza de espíritu —ley divina—; co-nociendo a Dios se conoce la razón de la ley y su necesi-dad”. 1 Verum enimvero quoniam nomen legis per translationem ad res naturales applicatum videtur, et communiter per legem nihil aliud intelligitur, quam mandatum, quod homines et perficere, et ne-gligere possunt, utpote, quia po-tentiam humanam sub certis limi-tibus, ultra quos se extendit, cons-tringit, nec aliquid supra vires im-perat; ideo Lex particularius de-finienda videtur, nempe, quod sit ratio vivendi, quam homo sibi, vel aliis ob aliquem finem præscribit. 1 Pero en verdad, dado que la pala-bra ley parece aplicada a las cosas naturales por metáfora, y común-mente por ley no se entiende otra cosa que mandamiento que los hom-bres pueden observar o descuidar, (en cuanto él obliga a la fuerza humana dentro de ciertos límites —más allá de los cuales tal fuerza se extiende—, y no manda nada de superior a las fuerzas humanas), parece, entonces, que la ley deba definirse de manera más deter-minada, es decir, como un 220 HERMENÉUTICA EXÉGESIS: USO Y TRADICIÓN Vol. I Segunda parte Prolegómenos modo de vivir que el hombre prescribe para sí o a los otros por 2 Attamen, quoniam verus finis legum un fin. paucis tantum patere solet, et perplurimum homines ad eum 2 Sin embargo, dado que el percipiendum fere inepti sunt, et nihil verda-dero fin de las leyes suele ser minus quam ex ratione vivunt, ideo mani-fiesto solamente a pocos y legislatores, ut omnes æque por lo demás los hombres son casi constringerent, alium finem, longe inep-tos para recibirlo y no viven diversum ab eo, qui ex le-gum natura por nada según la razón, por esto necessario sequitur, sapienter los legisladores, para obligar a statuerunt, nempe legum todos en igual medida, propugnatoribus promittendo id, quod establecieron sa-biamente otro fin, vulgus maxime amat, et con-tra iis, muy diverso de aquel que sigue qui eas violarent, minitando id, quod necesariamente de la naturaleza de maxime timet; sicque co-nati sunt las leyes, o sea, prometiendo a vulgum, tanquam equum fræno, aquellos que hubie-sen respetado quoad ejus fieri potest, co-hibere; las leyes, aquello que el vulgo ama más que cual-quier otra cosa; y, por el contrario, amenazando a aquellos que las hubiesen violado aquello que el vulgo teme más que cualquier otra cosa; y así buscan, por cuanto es posible, vigilar al vulgo, como el caballo con el freno. 3 Unde factum est, ut pro lege maxime haberetur ratio vivendi, quæ hominibus ex aliorum imperio præscribitur: et consequenter ut ii, qui legibus obtemperant, sub lege vivere dicantur, et servire videantur, et revera qui unicuique suum tribuit, quia patibulum timet, is ex alterius imperio et malo coactus agit, nec justus vocari potest; at is, qui unicuique suum tribuit, ex eo quod veram legum rationem, et earum necessitatem novit, is animo constanti agit, et ex proprio, non vero alieno decreto, adeoque justus merito vocatur: quod etiam Paulum docere voluisse puto, cum dixit, eos, 3 Aconteció, por consiguiente que por ley se entendió sobre todo un modo de vivir prescrito a los hom-bres por orden de otros, y que, consecuentemente, aquellos que obedecen las leyes sean llamados a vivir bajo la ley y aparecen como esclavos. Y en verdad, aquel que da a cada quien lo suyo, porque teme el castigo, obra por orden de otro y bajo la constricción del mal, y no se puede decir justo; quien, por el contrario da a cada uno lo suyo, porque conoce la verdadera razón de las leyes y de su necesi-dad, obra con 221 HERMENÉUTICA EXÉGESIS: USO Y TRADICIÓN Vol. I Segunda parte Prolegómenos qui sub lege vivebant, per legem justificari non potuisse; justitia enim, ut communiter defi-nitur, est constans et perpetua voluntas jus suum cuique tribuendi; et ideo Salomon cap. 21. vers. 15. Prov. ait, Justum lætari, cum fit Judicium, iniquos autem pavere. Cum itaque Lex nihil aliud sit, quam ratio vivendi, quam homines ob aliquem finem sibi, vel aliis præscribunt, ideo Lex distinguenda videtur in humanam, et divinam; per humanam intelligo rationem vivendi, quæ ad tutandam vitam, et rempublicam tantum inservit; per divinam autem, quae solum summum bonum, hoc est, Dei veram cognitionem, et amorem spectat. Ratio, cur hanc legem voco divi-nam, est propter summi boni naturam, quam hic paucis, et quam clare potero, jam ostendam. firmeza de espíritu, según la propia y no según la deci-sión de otro y por esto es llamado merecidamente justo. Esto, creo, tam-bién Pablo ha querido enseñar cuando ha dicho que aquellos que vivían bajo la ley no podían ser justifi-cados por medio de la ley: pues la justicia, como es definida común-mente, es la constante y perpetua voluntad de dar a cada uno lo suyo; y por esto Salomón en 21,15 de los Proverbios dice que el justo se alegra cuando hay juicio —alegra al justo que se haga justicia; pero al malhechor le aterra— mientras que los injustos lo temen. Puesto que no siendo la ley otra cosa que un modo de vivir que los hombres prescriben para sí o a los otros por un fin, parece que la ley deba dis-tinguirse en humana y divina: por ley humana entiendo aquel modo de vivir que sirve solamente para pro-teger la vida y el Estado y, por ley divina, aquel modo de vivir que mira sólo al sumo bien, es decir, al verdadero conocimiento y al amor de Dios. El motivo por el cual llamo divina esta ley está en la naturaleza misma del sumo bien, que ahora expondré brevemente y con la mayor claridad posible. 4 Cum melior pars nostri sit in-tellectus, certum est, si nostrum utile revera quærere velimus, nos supra omnia debere conari, ut eum quantum fieri potest, perficiamus; in ejus enim perfectione summum nostrum bonum consistere debet. 4 Siendo el intelecto la parte mejor de nosotros, es cierto que, si quere-mos buscar realmente aquello que para nosotros es útil, debemos es-forzarnos sobre todo de perfec-cionarlo cuanto más sea posible; porque en su perfección 222 HERMENÉUTICA EXÉGESIS: USO Y TRADICIÓN Vol. I Segunda parte Prolegómenos Porro quoniam omnis nostra cog-nitio, et certitudo, quæ revera om-ne dubium tollit, a sola Dei cog-nitione dependet, tum quia sine Deo nihil esse, neque concipi po-test, tum etiam, quia de omnibus dubitare possumus, quam diu Dei nullam claram, et distinctam habe-mus ideam, hinc sequitur, sum-mum nostrum bonum, et perfec-tionem a sola Dei cognitione pen-dere etc. Deinde cum nihil sine Deo nec esse, nec concipi possit, certum est, omnia, quæ in natura sunt, Dei conceptum, pro ratione suæ esentiæ suæque perfectionis involvere, atque exprimere, ac proin-de nos, quo magis res naturales cognoscimus, eo majorem et perfec-tiorem Dei cognitionem acquirere; vel (quoniam cognitio effectus per causam nihil aliud est, quam causæ proprietatem aliquam cognoscere) quo magis res naturales cognoscimus, eo Dei essentiam (quæ omnium rerum causa est) perfectius cog-noscere; atque adeo tota nostra cognitio, hoc est, summum nos-trum bonum, non tantum a Dei cognitione dependet, sed in eadem omnino consistit: quod etiam ex hoc sequitur, quod homo pro natura, et perfectione rei, quam præ reli-quis amat, eo etiam perfectior est, et contra: adeoque ille necessario perfectissimus est, et de summa beatitudine maxime participat, qui Dei, entis nimirum perfectissimi, intellectualem cognitionem supra omnia amat, eâdemque maxime delectatur. Huc itaque nostrum summum bonum, nostraque bea-titudo redit, in cognitionem scilicet et amorem Dei. debe con-sistir el sumo bien. Ahora bien y dado que todo conocimiento nues-tro y la certeza que excluye efectiva-mente toda duda dependen sólo del conocimiento de Dios —ya sea porque sin Dios nada puede ser ni es concebido, ya sea también por-que podamos dudar de todo hasta que no tengamos una clara y dis-tinta idea de Dios—, se sigue que nuestro sumo bien y nuestra per-fección dependen del solo cono-cimiento de Dios, etc. Por lo demás, ya que sin Dios nada puede ser ni ser concebido, es cierto que todas las cosas naturales implican y expre-san el concepto de Dios por razón de su esencia y de su perfección, por consiguiente, cuanto más cono-cemos las cosas naturales, tanto mayor y más perfecto conocimiento de Dios adquirimos; o también (dado que el conocimiento del efecto por medio de la causa no es otra cosa que conocer alguna propiedad de la causa) cuanto más conocemos las cosas naturales, tanto más cono-cemos la esencia de Dios, la cual es causa de todas las cosas. Por consi-guiente, todo nuestro conocimiento, es decir, nuestro sumo bien, no sólo depende del conocimiento de Dios, sino que consiste totalmente en él; esto se sigue del hecho que el hom-bre es mucho más perfecto cuanto más perfecta es la naturaleza de la cosa que ama más de las otras, y viceversa; así que es necesaria-mente el más perfecto, y 223 HERMENÉUTICA EXÉGESIS: USO Y TRADICIÓN Vol. I Segunda parte Prolegómenos participa al máximo grado de la beatitud, aquel que ama sobre toda cosa el conocimiento intelectual de Dios, es decir, del ente perfectísimo y de él sobre todo se deleita. A esto se reducen, entonces, nuestro sumo bien y nuestra beatitud: al conoci-miento y al amor de Dios. 5 Media igitur, quæ hic finis om-nium humanarum actionum, nem-pe ipse Deus, quatenus ejus idea in nobis est, exigit, jussa Dei vocari possunt, quia quasi ab ipso Deo, quatenus in nostra mente existit, nobis præscribuntur, atque adeo ra-tio vivendi, quæ hunc finem spec-tat, lex Divina optime vocatur. Quænam autem hæc media sint, et quænam ratio vivendi, quam hic finis exigit, et quomodo hunc optimæ reipublicæ fundamenta sequantur, et ratio vivendi inter homines, ad universalem Ethicam pertinet. Hic non nisi de lege divina in genere pergam agere. 5 Los medios que exige este fin de todas las acciones humanas, esto es, Dios mismo, en cuanto su idea está en nosotros, pueden, por consi-guiente, ser llamados mandamientos de Dios, porque nos son prescritos casi por Dios mismo en cuanto existe en nuestra mente y por consiguiente, el modo de vivir que tiene de mirar este fin es llamado acertadamente ley divina. Cuáles sean estos medios y cuál el modo de vivir que este fin exige y en qué modo de aquí sigan los fundamentos de un Estado bien ordenado y el modo de vivir entre los hombres, es de pertenencia a la ética universal. Aquí yo continuaré a ocuparme solamente de la ley 6 Cum itaque amor Dei summa hominis fœlicitas sit, et beatitudo, et divina en general. finis ultimus, et scopus omnium humanarum actionum, sequitur eum 6 Siendo, por lo tanto, el amor de tantum legem divinam sequi, qui Dios la suma felicidad del hombre, Deum amare curat, non ex timore la beatitud, el fin último y la meta supplicii, neque præ amore alterius eri, de todas las acciones humanas, se ut deliciarum, famæ etc., sed ex eo sigue que observa la ley divina solo, quod Deum novit, sive quod sola-mente aquel que tiene cuidado novit, Dei cognitionem, et amorem, de amar a Dios, no por temor del summum esse bonum. Legis igitur cas-tigo, ni por amor a otra cosa divinæ summa, ejusque eummum —como los placeres, la fama etc.—, præceptum est, Deum ut summum sino por el solo hecho que conoce a bonum, amare, nempe ut jam diximus, Dios, o sea, porque sabe que el 224 HERMENÉUTICA EXÉGESIS: USO Y TRADICIÓN Vol. I Segunda parte Prolegómenos non ex metu alicujus suplicii, et pœnæ, nec præ amore alterius rei, quâ delectari cupimus: hoc enim idea Dei dictat, Deum summum esse nostrum bonum, sive Dei cognitionem, et amorem, finem esse ultimum, ad quem omnes actiones nostræ sunt dirigendæ: 7 Homo tamen carnalis hæc inte-lligere nequit, et ipsi vana viden-tur, quia nimis jejunam Dei habet cognitionem, et etiam quia in hoc summo bono nihil repperit, quod palpet, comedat, aut denique quod carnem, quâ maxime delectatur, afficiat, utpote, quod in sola specu-latione, et pura mente consistit. At ii, qui norunt se nihil intellectu, et sana mente præstantius habere, hæc, sine dubio, solidissima judicabunt. 8 Explicuimus itaque, in quo potis-simum lex divina consistit, et quænam sint leges humanæ, nempe omnes illæ, quæ alium scopum collimant, nisi ex revelatione sancitæ fuerint; nam hac etiam consideratione res ad Deum referuntur (ut supra osten-dimus), et hoc sensu lex Mosis, quam-vis non universalis, sed maxime ad conocimiento y el amor de Dios son el sumo bien. El cúlmen de la ley divina y su máximo precepto consisten, por consi-guiente, en el amar a Dios como el sumo bien, es decir, como ya hemos dicho, no por temor de algún castigo o pena, ni por amor de otra cosa de la que deseamos deleitarnos: la idea de Dios prescribe de hecho que Dios es nuestro sumo bien, o sea que el conocimiento y el amor de Dios son el fin último al cual deben ser enca-minadas todas nuestras acciones. 7 El hombre carnal, sin embargo, no puede comprender estas cosas que a él parecen vanas, porque tiene un conocimiento demasiado limitado de Dios y también, por-que en este supremo bien no en-cuentra nada que él pueda palpar, comer o, finalmente, que haga impre-sión sobre la carne, de la cual sobremanera se deleita: se trata de un bien, de hecho, que consiste en la sola especulación y en la mente pura. Pero aquellos que saben no poseer nada de más excelente del intelecto y de una mente recta, juz-garán solidísimas estas cosas. 8 Hemos así explicado qué cosa sea en substancia la ley divina, y qué cosa sean las leyes humanas, o sea todas aquellas leyes que se fijan otro fin, a menos que no sean establecidas por revelación; de hecho, también a este respecto (como hemos mostrado arriba) las cosas son 225 HERMENÉUTICA EXÉGESIS: USO Y TRADICIÓN Vol. I Segunda parte Prolegómenos ingenium et singularem conser-vationem unius populi accommodata fuerit, vocari tamen potest Lex Dei, sive Lex divina; quandoquidem credi-mus, eam lumine Prophetico sancitam fuisse.207 referidas a Dios: en este sentido la ley de Moisés, si bien no fuese universal, sino acomodada al máximo a la índole y a la conservación particular de un solo pueblo, se puede, sin embargo, llamar ley de Dios o ley divina, si creemos que haya sido establecida por medio de la luz profética. La tesis sobre lo útil para todo hombre queda con toda claridad bien expuesta: útil porque le permite alcanzar la perfección de la propia naturaleza. Perfección que consiste en el conocimiento y el implicado, por naturaleza, amor a Dios. Esto significará vivir según las leyes y los dictámenes ciertos de la razón: la razón de la utilidad es la fuerza y la vida de todas las acciones humanas. La ley divina, nos dice Espinosa inmediatamente después del texto reportado, es natural y universal, es decir, común a todos los hombres, la hemos deducido de la universal naturaleza humana. No exige la fe en las Historias... La ley divina coincide con una auténtica religiosidad —no oficializada— la religión natural concuerda perfectamente con la ley divina o religión revelada por los profetas y por los apóstoles. La diferencia: la ley divina natural es obser-vada por aquellos que saben que el conocimiento y el amor de Dios son la cúspide de todo bien, mientras que la ley revelada es necesaria para aquellos que no se dedican al conocimiento y pueden amar a Dios y practicar la justicia con el prójimo solamente por la fe. “Este es un punto teórico esencial para la comprensión del Tratado”: Si jam ad Naturam legis divinæ Si ahora consideramos la naturaleza naturalis, ut eam modo explicuimus, de la ley divina natural, vemos que: attendamus, videbimus: 226 HERMENÉUTICA EXÉGESIS: USO Y TRADICIÓN Vol. I Segunda parte Prolegómenos I. eam esse universalem, sive omnibus I. Ella es universal, es decir, común hominibus communem; eam enim ex a todos los hombres, pues la hemos universali humanâ naturâ dedu-ximus. deducido de la universal naturaleza humana. II. eam non exigere fidem his-toriarum, quæcumque demum eæ II. No exige la fe en las historias, fuerint, nam quandoquidem hæc Lex independientemente de cómo divina naturalis ex sola ha-yan sido, porque, dado que esta consi-deratione humanæ naturæ ley divina natural es entendida con intel-ligatur, certum est, nos eam base en la sola consideración de la æque concipere posse in Adamo, ac naturaleza humana, es cierto que alio quocunque homine, æque in homine, nosotros podemos concebirla de la qui inter homines vivit, ac in homine, qui misma manera en Adán como en solitariam vitam agit. Nec fides cualquier otro hombre, e historiarum, quantumvis certa, Dei igualmen-te en el hombre que vive cognitionem, et consequenter nec etiam entre los hombres como en el Dei amorem nobis dare potest; amor hombre que conduce una vida enim Dei ab ejus cognitione oritur; ejus solitaria. Ni la fe en las historias, autem cognitio ex com-munibus por cuanto cierta sea, puede notionibus per se certis, et notis hauriri debet, quare longe abest, ut darnos el conocimiento de Dios, y, fides historiarum requi-situm sit en consecuencia, mu-cho menos el necessarium, ut ad su-mum nostrum amor a Dios. El amor de Dios, de bonum pervenia-mus. Attamen, hecho, nace de su co-nocimiento; quamvis fides his-toriarum Dei su conocimiento, por otra parte, cognitionem et amorem nobis dare debe ser alcanzado —saca-do— de nequeat, earum tamen lectionem, las nociones comunes en sí ciertas ratione vitæ civilis, per-utilem esse, y conocidas, por lo cual la fe en las non negamus; quo enim hominum historias está muy lejos de mores, et condi-tiones, quæ ex nulla re constituir el requisito necesario para melius, quam ex eorum actionibus nosci alcanzar nuestro bien supremo. Sin possunt, observaverimus, et melius embargo, si bien la fe en las noverimus, eo inter ipsos cautius his-torias no pueda darnos el vivere, nos-trasque actiones, et vitam cono-cimiento y el amor de Dios, eorum ingenio, quantum ratio fert, no niego que su lectura sea muy melius accommodare poterimus. útil en relación con la vida civil, Videmus. por-que cuanto más observemos y conoz-camos las costumbres y las condi-ciones de vida de los hombres —que de ninguna cosa mejor que de sus acciones puede ser conocidos—, tanto más podremos vivir con cautela enmedio de ellos 227 HERMENÉUTICA EXÉGESIS: USO Y TRADICIÓN Vol. I Segunda parte Prolegómenos III. hanc legem divinam naturalem non exigere cæremonias, hoc est, actiones, quæ in se indifferentes sunt, et solo instituto bonæ vocan-tur, vel, quæ aliquod bonum ad salutem necessarium repræsentant, vel, si mavis, actiones, quarum ratio captum humanum superat; nihil enim lumen naturale exigit, quod ipsum lumen non attingit, sed id tantum, quod nobis clarissime indicare potest, bonum, sive me-dium ad nostram beatitudinem esse: Quæ autem ex solo mandato, et instituto bona sunt, vel ex eo, quod alicujus boni sint repræsentamina, ea nostrum intellectum, perficere nequeunt, nec aliud, nisi meræ umbræ sunt, nec inter actiones, quae quasi proles, aut fructus intellectus et sanæ mentis sunt, numerari possunt. Quod hic non opus est, prolixius ostendere. y adecuar mejor nuestras acciones y nuestra vida a su índole, por cuanto permite la razón. III. Esta ley divina natural no exige ceremonias, es decir, acciones que en sí son indiferentes y que se dicen buenas solamente por insti-tución o que representan un bien necesario para la salud, o, si se prefiere, acciones, cuya motivación supera la comprensión humana. La luz natural, de hecho, no exige nada que no sea sacado —alcanzado— por la luz misma; pero solamente aquello que ella nos puede indicar con mucha claridad como un bien, o sea como un medio para nuestra beatitud. Por el contrario, las cosas que son buenas solamente por man-dato o por institución, o porque son representaciones de algún bien, no pueden perfeccionar nuestro intelecto, no son otra cosa sino meras som-bras y no pueden ser reconocidas entre las acciones, que son como la prole y el fruto del intelecto y de la mente recta. Pero sobre este punto no es aquí necesario proceder mucho más ampliamente en la demostra-ción. IV. Denique videmus summum legis divinæ præmium esse, ipsam legem, nempe Deum cognoscere, eumque ex vera libertate, et animo integro et constante amare, pœ-nam autem, horum privationem, et carnis servitutem, sive animum inconstantem, et fluctuantem. IV. Finalmente, el máximo galardón de la ley divina es la ley misma, o sea conocer a Dios amarlo con auténtica libertad y con espíritu íntegro y firme; y la pena es la pri-vación de estas cosas y la esclavi-tud de la carne, o sea el espíritu inestable y fluctuante.208 228 HERMENÉUTICA EXÉGESIS: USO Y TRADICIÓN Vol. I Segunda parte Prolegómenos “La importancia histórica del Tratado teológico–político (1670) resulta evidente no apenas se reflexiona sobre el derecho de todos a pensar libremente y a expresar las propias opi-niones”. Sin embargo, “en la segunda mitad del seiscientos, tal derecho de hecho no era reconocido: baste pensar que en 1674, dos años después de la conclusión de la experiencia republicana de las siete provincias unidas, las cortes de Holanda condenaron el Tratado, si bien Holanda perma-neció el país más liberal de Europa, en el que no pocos libre-pensadores, perseguidos por motivos religiosos, encon-traron refugio y, en no pocos casos, protección. El contributo del Tratado a la formación de la conciencia del valor irrenunciable de la libertad fue decisivo: Estado, religión y libertad son un solo hecho coimplicado por naturaleza. De esta coimplicación necesariamente dimana la paz y el bienestar. La publicación del Tratado, por una parte y de alguna manera, intenta sostener la experiencia repu-blicana de las siete provincias, en el 1648 —paz de Westfalia fin de la guerra de los Treinta años— había alcanzado la completa independencia del dominio español; pero también oponerse a ciertas autoridades eclesiásticas calvinistas que intentaban inducir a las autoridades políticas a asumir una actitud menos tolerante en relación con los numerosos grupos religiosos liberales o disidentes que se encontraban en Holanda”.209 “Para Espinosa libertad y tranquilidad de espíritu coin-ciden con el verdadero conocimiento. Conocer con la mente pura significa obrar, o bien, realizar aquello que es específico —superior y digno— de la naturaleza humana. Con estas pocas indicaciones podemos aproximarnos al capítulo séptimo, objeto de nuestra atención, dejando para otro momento temas de no poca importancia. “Todo el capí-tulo VI, que tiene que ver con la interpretación 229 HERMENÉUTICA EXÉGESIS: USO Y TRADICIÓN Vol. I Segunda parte Prolegómenos naturalista de los milagros del Antiguo Testamento, se funda sobre la con-cepción que todas las cosas son determinadas por la naturaleza divina”. Esto abre la puerta al capítulo que aquí llama nuestra atención: “El método de interpretación de la Escritura concuerda en todo con el método de interpretación de la naturaleza”. Y “en una carta a Oldenburg en 1665, en la cual Espinosa anunciaba al secretario de la Royal Society de Londres, haber iniciado a componer el Tratado, se lee: Estoy ahora componiendo un tratado en torno a mi modo de entender la Escritura; y a realizarlo me mueve: 1) los prejuicios de los teólogos, porque sé que ellos, más que cualquier otra cosa, impiden a los hombres aplicar su intelecto a la filosofía y me propongo, por consiguiente, develarlos o removerlos de la conciencia de sabios; 2) la opinión que tiene de mi el vulgo, que no cesa de pintarme como ateo, por lo cual me veo obligado a desafilar en cuanto me es posible; 3) la libertad de filosofar y decir aquello que sentimos: libertad que yo intento defender en todos los modos contra los peligros de supresión —cesación— repre-sentantes por donde quiera por el exceso de autoridad y descaro —petulancia— de predicadores”.210 —Summum ius summa iniuria—. En realidad se trata de una única moti-vación: rechazar, que es un combatir, la intolerancia de teólogos y predicadores, que teniendo como base una enorme serie de prejuicios religiosos, pretenden e intentan con engaños y autoengaños limitar el uso de la libertad y el ejercicio del libre pensamiento y sobre todo creen tener el derecho de condenar a la razón, viendo en ésta la fuente de ateísmo. Los teólogos, por amor al poder, pretenden someter el conocimiento natural y la reflexión filosófica a la fe y a la decisión de la teología. “En otros términos, Espinosa, quiere reivindicar la legitimidad de un 230 HERMENÉUTICA EXÉGESIS: USO Y TRADICIÓN Vol. I Segunda parte Prolegómenos vivir dedicado al conocimiento filosófico, a la autonomía de la razón, al derecho de pensar con libertad”.211 “El Tratado brota de la exigencia, que la libertad philosophandi, tenga pleno derecho de ciudadanía”. La presunción y arrogancia de teólogos y rabinos no es ningún fundamento, razón o motivo para enjuiciar y decidir que la razón sea corrupta. Frente a la Biblia hay una actitud poco seria y que puede sintetizarse como un “ciego celo” que tiene como consecuencia un literalismo ingenuo. La teología ha convertido a la Iglesia como una especie de academia moralista, ante todos estos fenómenos socio-culturales del desarrollo histórico del cristia-nismo, se vuelve indispensable separar totalmente la filosofía y teología, ambas son legítimas; precisamente por tener horizontes y ámbitos distintos. Mantenerlas dentro de sus respectivos límites y fronteras tendrá como conse-cuencia la paz y la concordia en beneficio de la ciencia y la religión. “Las tesis de fondo expuestas en los primeros doce capítulos del Tratado: la revelación o conocimiento profético ha acontecido a través de la imaginación de los profetas y se ha adecuado a sus opiniones; las enseñanzas morales de la Biblia resultan claras y fácilmente comprensibles; pero son propuestas sin razón o motivo a fin de enseñar las cosas necesarias para la devoción; la Biblia no recurre a difíciles y rigurosas demostraciones; sino a la experiencia por esto con mucha frecuencia narra historias y acontecimientos vistos como milagrosos; el verdadero método para la interpre-tación de la Escritura consiste en interpretarla con la misma Escritura”.212 No pretende demostrar, comenta Dini, ni enseñar algo científico, sino invitar a la obediencia; a la observancia de principios simples; pero por esto mismo universales. Los diversos textos que forman la Biblia deben someterse a un examen libre, puramente histórico y racional 231 HERMENÉUTICA EXÉGESIS: USO Y TRADICIÓN Vol. I Segunda parte Prolegómenos y explicarse con los textos mismos, es decir, purgarla de toda intromisión especulativa teológica o de cualquier presu-puesto de fe oficialista. La síntesis fundamental del capítulo VII que nos interesa en este espacio abordar, bien puede reducirse a la ficha de Dini. Si la Peyrére aportó un notable contributo a la formación del método histórico–crítico para la interpretación de la Biblia, Espinosa puede ser considerado uno de los fundadores de tal método. Espinosa sostiene con gran eficacia el principio que, para comprender el texto y el discurso bíblico, es necesario no tomar los varios libros que componen la Escritura así como están, sino someterlos a la inves-tigación de la razón y colocarlos históricamente ya sea por lo que respecta a su composición y a su tradición. Para Espinosa el Antiguo Testamento pertenece a la historia y tiene una historia y está ligado a las vicisitudes y a la mentalidad del pueblo hebreo, ha sido escrito por diversos autores, en tiempos diversos y con precisas finalidades. —Estas afirmaciones hoy a nadie causaría asombro ni mucho menos escándalo; pero si pensamos, respirando la atmósfera de la época de Espinosa, estas ideas además del escándalo, eran motivo de represalias eclesiásticas y civiles—. Los resultados a los que llega con su investigación pueden esque-matizarse de la siguiente forma: 1) Moisés no es el autor del Pentateuco y se ha perdido el texto original de la ley de Dios por él escrito; son apócrifos, es decir, no pertenecen ni al autor ni a la época atribuida; los libros de Josué, Jueces, Ruth, Samuel y Reyes. 2) Todos estos libros fueron redactados por un solo autor con la intención de trasmitir a las futuras generaciones la historia del pueblo hebreo desde sus orígenes hasta la primera destrucción de Jerusalén y para confirmar la ley de Moisés; tal autor fue probable-mente Esdra, quien, sin embargo, se limitó a coleccionar y transcribir las narraciones de los diversos escritores, sin ordenarlos ni examinarlos. 232 HERMENÉUTICA EXÉGESIS: USO Y TRADICIÓN Vol. I Segunda parte Prolegómenos —Tales indicaciones muy valiosas para su tiempo, de alguna manera darán orientación a los estudios posteriores—. 3) El texto del Antiguo Testamento no nos ha llegado de manera incorruptible; sino que presenta varias lecciones —como dan testimonio las notas marginales que se encuentran en los códices hebreos—, lagunas, inexactitudes y errores —por ejemplo, medida del tiempo— que son reconocibles por medio de un atento examen del texto mismo. El Tratado de Espinosa ejerció una fuerte influencia sobre el oratoriano Richard Simon, autor de la Histoire critique du Vieux Testament —1678— obra que señala el nacimiento de la crítica bíblica en el ámbito católico. 213 Veamos solamente algunas páginas del capítulo séptimo: de la interpretación de la Escritura: “manipuleo de la Escri-tura por el vulgo y teólogos; Espíritu Santo y Escritura; contradicción entre Escritura y comportamientos; ambición e impiedad han hecho de la religión un no seguimiento de las enseñanzas del Espíritu Santo; sino un defender las invenciones de los hombres; en el sembrar discordias y propagar el odio camuflado de celo divino”. 1 Omnibus in ore quidem est, Sacram Scripturam verbum esse Dei, quod homines veram beatitu-dinem vel salutis viam docet: Ve-rum re ipsa aliud planè indicant. Vulgus enim nihil minus curare videtur, quam ex documentis Sa-cræ Scriptuæ vivere, et omnes fere sua commenta pro Dei verbo ven-ditare videmus, nec aliud studere, quam sub prætextu religionis cæ-teros cogere, ut secum sentiant. Videmus, inquam, Theologos solli-citos plerumque fuisse, quomodo sua figmenta et placita ex Sacris Literis extorquere possent, et divi-na authoritate munire, nec aliud minore 1 Sobre la boca de todos está que la Sagrada Escritura es la palabra de Dios que enseña a los hombres la verdadera bienaventuranza o la vía de la salvación; pero en los hechos demuestran toda otra cosa. El vul-go, efectivamente, de nada parece preocuparse menos como vivir según las enseñanzas de la Sagrada Escritura, y vemos que casi todos divulgan como palabra de Dios las propias invenciones y no tienen cuidado de otra cosa que obligar a los otros, con el pretexto de la religión, a ser de su parecer. Vemos, digo, que los teólogos se 233 HERMENÉUTICA EXÉGESIS: USO Y TRADICIÓN Vol. I Segunda parte Prolegómenos cum scrupulo majoreque cum temeritate agere, quam Scrip-turas sive Spiritus Sancti mentem interpretari, et si tum eos aliquid sollicitos habet, non est, quod ve-rentur, ne Spiritui sancto aliquem errorem affingant, et a via salutis aberrent, sed ne erroris ab aliis convincantur, atque ita propria eorum sub pedibus jaceat authori-tas, et ab aliis contemnantur. han dedicado, por lo general, a tratar de encontrar el modo de distorsionar con maña las sagradas letras y acreditar con la autoridad divina sus ficciones y sus opiniones y que en ninguna cosa ellos obran con menor escrúpulo y con mayor ligereza como en la interpretación de la Escritura, es decir, del pensamiento del Espíritu Santo, y si en el hacer esto son tomados por alguna preocupación, ésta no es el temor de atribuir al Espíritu Santo algún error o desviar del camino de salvación, sino ser atrapados en error por otros, de manera que su autoridad sea piso-teada y 2 Quod si homines id, quod verbis de despreciada por los otros. Scriptura testantur, ex vero ani-mo dicerent, tum aliam prorsus vivendi rationem haberent, neque tot discordiæ 2 Si los hombres dijesen con eorum mentes agi-tarent, neque tot espí-ritu sincero aquello que con atestiguan de la odiis certarent, nec tam cæca et pala-bras Escritura, en-tonces, tendrían un temeraria cupiditate interpretandi Scripturam, novaque in Religione modo de vivir totalmente diverso excogitandi tenerentur: Sed contra y sus espíritus no serían agitados nihil tanquam Scripturæ doctrinam por tantas dis-cordias, ni se amplecti auderent, quod ab ipsa quam combatirían con tan-to odio y no clarissime non edo-cerentur et denique estarían asidos por un tan ciego e sacrilegi illi, qui Scripturam plurimis irreflexivo deseo de in-terpretar la in locis adulterare non sunt veriti, a Escritura y de inventar cosas tanto scelere maxime cavissent, nuevas en la religión; sino, por el manusque sacrilegas ab iis contrario, ellos no se atreve-rían a abstinuissent. At ambitio et scelus recibir como doctrina de la tantum tandem potuerunt, ut religio Escritura sino aquello que fuese de non tam in obtemperandis Spiritus manera clarísima enseñado por ella; Sancti docu-mentis, quam in y, en fin, aquellos sacrílegos que defendendis homi-num commentis sita no se han avergonzado de alterar sit, imo ut religio non charitate, sed la Escritura en no pocos lugares, se dissemi-nandis discordiis inter homines, deberían haber abstenido de et odio infensissimo, quod falso nomine tocar-los con sus manos sacrílegas. zeli divini et ardentis studii Pero la ambición y la impiedad adum-brant, propagando contineatur. Ad han prevalecido a tal punto que la 234 HERMENÉUTICA EXÉGESIS: USO Y TRADICIÓN Vol. I Segunda parte Prolegómenos hæc mala accessit superstitio, quæ homines rationem et naturam con-temnere docet, et id tantum admirari ac venerari, quod huic utrique repug-nat:183 reli-gión no reside tanto en seguir fiel-mente las enseñanzas del Espíritu Santo, como en el defender las invenciones de los hombres; es más, a tal punto que la religión no consiste en la caridad; sino en el sembrar discordias entre los hom-bres y en el propagar un odio totalmente insensato, que es camu-flado, bajo el falso nombre del celo divino y de sumisión ardiente. A estos males se ha añadido la su-perstición, que enseña a los hom-bres a despreciar la razón y la na-turaleza y a admirar y venerar aque-llo que a ambas repugna. Los teólogos son víctimas de sus propias pasiones, e instru-mentalizando la Escritura obligan al vulgo a compartir sus opiniones, pero sobre todo para dar privilegio y autoridad a sus especulaciones. “Es necesario hacer notar cómo Espinosa contrapone enseñanzas —documenta— de la Escritura a las invenciones —commenta— y a las ficciones —figmenta— de los intér-pretes”. Se hace apelo, en el ámbito de la interpretación, a los modos de vida y del obrar que se hacen palpables y comprensibles en la tolerancia. Los hombres para venerar y admirar la Sagrada Escri-tura se esfuerzan en contraponerla a la razón y a la natura-leza; por eso sueñan que la Sagrada Escritura esconde muy profundos misterios, se esfuerzan por soñar, pero finalmente mantienen una atmósfera no solamente asfixiante, sino propicia para el desarrollo del delirio. Delirio que imaginan instrumento o la voz misma del Espíritu Santo. La pasión alimenta la pasión. Ante este vértigo de pasiones e inven-ciones es indispensable 235 HERMENÉUTICA EXÉGESIS: USO Y TRADICIÓN Vol. I Segunda parte Prolegómenos proceder con método si en realidad deseamos saber lo que la Escritura y el Espíritu Santo quie-ren enseñarnos. Necesitamos un método para interpretar. Método que evite la caída en la falsa veneración de la Escritura y de esta manera lograr que nuestra ignorancia y estupidez se apoderen de la ignorancia de los hombres de buena fe. En otras palabras, debemos protegernos de nues-tros antojos que sean supuestamente auténticos por su origen. Lo que en realidad acontece: la pasión de la imaginación y la comodidad, de un soñar produce un narcisismo a la medida de la credulidad propia. Este método es semejante al camino que nos conduce hacia el conocimiento de la naturaleza: su Historia. Solamente ésta, bajo la guía de la razón y no de la teología, nos puede proporcionar datos ciertos y seguros: 3 quare non mirum est, quod ho-mines, ut Scripturam magis admi-rentur et venerentur, eam ita expli-care studeant, ut his, rationi scilicet et naturæ, quam maxime repugna-re videatur; ideoque in Sacris Lite-ris profundissima mysteria latere somniant, et in iis, hoc est, in ab-surdis investigandis, cæteris utili-bus neglectis, defatigantur, et quic-quid sic delirando fingunt, id om-ne Spiritui Sancto tribuunt, et sum-ma vi atque affectuum impetu de-fendere conantur. Ita enim cum hominibus comparatum est, ut quic-quid puro intellectu concipiunt, solo intellectu et ratione, quicquid contra ex animi affectibus opinantur, iisdem etiam defendant. 3 Por lo cual, no hay que mara-villarse que los hombres, para ad-mirar y venerar más la Escritura, se ingenien en explicarla de tal modo que aparezca lo más posi-ble en contraste con ellas, es decir, con la razón y la naturaleza; por esto ellos sueñan que en la Escri-tura estén escondidos profundísi-mos misterios y, descuidadas to-das las otras cosas útiles, consu-men sus fuerzas en indagar tales misterios, o sea absurdidades y todo cuanto imaginan en su deli-rio lo atribuyen al Espíritu Santo y se esfuerzan en sostenerlo con la máxima fuerza y con ímpetu pasional. Los hombres, efectiva-mente, están hechos de tal modo que todo aquello cuanto conciben con el intelecto puro, lo sostienen solamente con el 236 HERMENÉUTICA EXÉGESIS: USO Y TRADICIÓN Vol. I Segunda parte Prolegómenos intelecto y la razón, en tanto que todo cuanto suponen bajo la influencia de las pasiones del 4 Ut autem ab his turbis extricemur, et Espíritu, lo sostienen con las mentem, a præjudiciis theologicis mismas pasiones. liberemus, nec temere hominum figmenta pro divinis documentis 4 Pero para salirse de estos amplectamur, nobis de vera me-thodo torbe-llinos, para liberar la mente Scripturam interpretandi agen-dun est, de los prejuicios de los teólogos y et de eadem disseren-dum: hac enim para no tomar ignorata nihil certò scire possumus, desconsideradamente las ficciones quid Scriptura, quidve Spiritus de los hombres por ense-ñanzas Sanctus docere vult. divinas, es necesario abordar y discutir sobre el verdadero método de interpretación de la Escritura; 5 Eam autem, ut hic paucis si en la práctica lo ignoramos no com-plectar, dico methodum podemos, ciertamente, saber qué interpre-tandi Scripturam haud dfferre cosa la Escritura y el Espíritu Santo a methodo interpretandi naturam, sed quieren enseñarnos. cum ea prorsus convenire. Nam sicuti methodus interpre-tandi naturam in hoc potissimum consistit, in 5 Para encerrarlo aquí en pocas concinnanda scilicet historia naturæ, ex palabras, digo que el método de qua, utpote ex certis datis, rerum interpretación de la Escritura no del método de naturalium defi-nitiones concludimus: difiere sic etiam ad Scripturam interpre-tación de la naturaleza; interpretandam neces-se est ejus sino que concuerda totalmente sinceram historiam adornare, et ex ea con éste. De hecho, como el tanquam ex certis datis et principiis método de inter-pretación de la consis-te mentem authorum Scripturæ legitimis naturaleza presentar la con-sequentiis concludere: sic enim esencialmente unusquisque (si nimirum nulla alia his-toria de la naturaleza, de la principia, neque data ad cual, en cuanto base de datos interpre-tandam Scripturam et de ciertos, sacamos las definiciones rebus, quæ in eadem continentur, de las cosas naturales, así para disse-rendum, admiserit, nisi ea interpre-tar la Escritura es tantum-modo, quæ ex ipsa Scriptura necesario pre-parar su historia ejus-que historia depromuntur) sine genuina y sacar de ésta, como de ullo periculo errandi semper pro-cedet, datos ciertos y de principios, con et de iis, quæ nostrum cap-tum pasajes genui-nos, el pensamiento superant, æquè securè disse-rere de los autores de la Escritura: de poterit, ac de iis, quae lumine naturali este modo cual-quiera —si, cognoscimus.214 naturalmente, para inter-pretar la 237 HERMENÉUTICA EXÉGESIS: USO Y TRADICIÓN Vol. I Segunda parte Prolegómenos Escritura y para hablar de las cosas en ella contenidas, no admitirá ningún otro dato y prin-cipio si no exclusivamente aquellos que se obtienen de la misma Escri-tura y de su historia— procederá sin algún peligro de errar y podrá discurrir de las cosas que superan nuestra capacidad con la seguridad con la que discurrimos de las cosas que conocemos con la luz natural. Con la tesis: interpretación de la Escritura con la Escritura misma, se hace indispensable descubrir en la historia de hechos que han hecho posible que la Escritura sea tal y como tal sea aceptada. Con esto parece ser evidente la referencia a Bacon, quien señalaba que en la investigación de la naturaleza, el presupuesto esencial para el conoci-miento es la naturaleza misma. En otras palabras: es la inves-tigación —historia— de la naturaleza el camino —método— para su correcta interpretación, es decir, tal interpretación no se reduce a otra cosa que a sacar y ordenar lo que la na-turaleza misma nos entrega. Así sabemos lo que la natura-leza es en sí misma y no sobreponiéndole discursos absur-dos e innecesarios. Interpretar la Escritura teniendo como base su historia —una investigación de la naturaleza de la Escritura misma— significa simple y llanamente interpretar la Escritura con la Escritura: fuera de este camino no puede haber otro principio hermenéutico. Así como, para la investigación de la naturaleza, es indispensable un proceso ordenado y clasificador de obje-tos, fenómenos, hechos repetibles o irrepetibles, circunstan-cias y situaciones, así para la Historia —actuaciones investi-gadoras— de la Escritura es fundamental la colección y cla-sificación de las afirmaciones 238 HERMENÉUTICA EXÉGESIS: USO Y TRADICIÓN Vol. I Segunda parte Prolegómenos —sententiæ—, teniendo como un primer criterio hermenéutico la semejanza de ideas, ar-gumentos, el contraste de argumentos y oposición de ideas, claridad y obscuridad en la construcción gramatical; pero además hay que tener muy presente que el sentido de un texto puede no coincidir con aquello que solemos llamar verdad, porque ésta puede ser una filtración teológica o intromisión filosófica. Sin embargo, es necesario tener presente que la Escri-tura, con no poca frecuencia, trata de cosas que no pueden ser deducidas de principios conocidos por la luz natural del entendimiento: contiene historias y revelaciones que no pueden ser abordadas, en su contenido o mensaje, como si se tratase de algo natural, a pesar de que el lenguaje de tales hechos o fenómenos sea estrictamente humano. Lo que se puede explicar como un hecho, es el fenómeno hu-mano o la tendencia humana de imaginar, inventar o cavilar. Por esto, el conocimiento de la Escritura debe obtenerse de la Escritura misma que en sí es un cierto modelo de vici-situdes históricas. Así como el conocimiento de la naturale-za se obtiene a partir de la naturaleza misma. “Respecto a las enseñanzas morales contenidas en la Biblia puedan ser explicadas teniendo como base nociones comunes: hábitos, costumbres, mentalidades, tradiciones socio–culturales, creencias, supersticiones... histórica y me-todológicamente abordadas, no se puede, sin embargo, de-mostrar que teniendo como base estas nociones comunes, la Biblia las enseñe y conforme a este supuesto, deducir que se trata de revelaciones. Los libros de la Sagrada Escritura recogen en sus páginas hábitos, lenguas, costumbres, creen-cias,... que se deben abordar y explicar crítica e histórica-mente a la luz de otras disciplinas; pero en 239 HERMENÉUTICA EXÉGESIS: USO Y TRADICIÓN Vol. I Segunda parte Prolegómenos todo momento es necesario no dejar filtrar la especulación teológica, no obstante la Escritura es un magnífico ejemplo de especu-lación teológica. Se puede decir que la teología tradicional es una teología de la teología. Si queremos probar sin falsos presupuestos o sin aquello que puede contaminar a la razón, de ella misma deben surgir los argumentos para establecer la legitimidad de las enseñanzas morales auténticas, así como distinguimos las auténticas enseñanzas morales dadas por los profetas, por su equidad de espíritu y su tendencia demostrada en su vida y con su vida. Por esto podemos, no necesariamente, creer. Los así llamados milagros, no son prueba de la divinidad de Dios. La divinidad de la Escritura debe resultar solamente del hecho que ella enseña la verdadera virtud, y esto debe surgir de la Escritura misma; si esto no fuese posible, solamente con grandes peligros y riesgos aceptaríamos su divinidad. La Escritura no define las cosas, justamente, como la naturaleza tampoco define. Por consiguiente, regla universal y, en consecuencia, fun-dante de toda interpretación: no atribuir a la Escritura como su enseñanza algo que no resulte de manera muy clara, de su historia”.215 6 Sed ut clare constet, hanc viam non tantum certam, sed etiam uni-cam esse, eamque cum methodo interpretandi naturam convenire, notandum, quod Scriptura de –re-bus sæpissime agit, quæ ex princi-piis lumine naturali notis deduci nequeunt; ejus enim maximam par-tem historiæ et revelationes compo-nunt: at historiæc miracula potis-simum continent, hoc est (ut in su-periore Capite ostendimus) narra-tiones rerum insolitarum naturæ, opinionibus et judiciis historico-rum, qui eas scripserunt, accom-modatas; 6 Para que resulte claramente que esta vía no sólo es segura, sino también la única, y que ella con-cuerda con el método de la inter-pretación de la naturaleza, es nece-sario tener presente que la Escri-tura trata con muchísima frecuencia de cosas que no pueden ser dedu-cidas de principios claros con la luz natural. La mayor parte, de hecho, está compuesta de historias y revelaciones: Historias que contie-nen sobre todo milagros, es 240 HERMENÉUTICA EXÉGESIS: USO Y TRADICIÓN Vol. I Segunda parte Prolegómenos revelationes autem opi-nionibus etiam Prophetarum ac-commodatæ sunt, ut in secundo Cap. ostendimus, et ipsæ revera captum humanum superant. Quare cognitio horum omnium, hoc est, omnium ferè rerum, quæ in Scrip-tura continentur, ab ipsa Scriptura sola peti debet: sicuti cognitio na-turæ ab ipsa natura. decir, —como hemos mostrado en el capí-tulo anterior— narraciones de cosas insólitas de la naturaleza acomo-dadas a las opiniones y a los jui-cios de los historiadores que las escribieron; revelaciones que están también ellas acomodadas a las opiniones de los profetas —como hemos mostrado en el capítulo II—, y además superan de hecho la capacidad humana. Por esto el conocimiento de todo esto, o sea de casi todas las cosas contenidas 7 Quod ad documenta moralia, quæ en la Escritura, debe ser obtenido etiam in Bibliis continentur, attinet, de la Escritura misma, como el etsi ipsa ex notionibus com-munibus conocimiento de la naturaleza misma. demonstrari possunt, non potest tamen ex iisdem demonstrari, Scripturam 7 Por lo que concierne a las eadem docere, sed hoc ex sola ipsa Scriptura constare potest. Imo si sine en-señanzas morales, también ellas præjudicio Scripturæ divinitatem contenidas en la Biblia, si bien testari volu-mus, nobis ex eadem sola puedan ser demostradas, teniendo constare debet, ipsam vera documenta como base nociones comunes, no mo-ralia docere; ex hoc enim solo ejus se puede, sin embargo, demostrar, divinitas demonstrari potest: nam con base en estas nociones, que la certitudinem Prophetarum ex hoc Escritura las enseña; sino que aquello præcipue constare ostendimus, quod puede resultar solamente de la Prophetæ animum ad æquum et Escritura. Es más, si queremos bonum inclinatum habebant. Qua-re probar sin prejuicios la divinidad hoc idem etiam nobis constare debet, de la Escritura, solamente de ella nos debe resultar que enseña las ut fidem ipsis possimus ha-bere. verdaderas enseñanzas morales; sola-mente, de hecho, de esto, puede demostrar su divinidad, dado que hemos demostrado que 8 Ex miraculis autem Dei la certeza de los profetas resulta divini-tatem non posse convinci, jam sobre todo del hecho que tenían el etiam demonstravimus, ut jam Espíritu propenso a la equidad y ta-ceam, quod etiam a al bien. Por lo cual la misma cosa Pseudo-pro-pheta fieri poterant. debe resultar también a nosotros, Quare Scrip-turæ divinitas ex hoc solo a fin de que podamos otorgarles constare debet, quod ipsa veram fe. 241 HERMENÉUTICA EXÉGESIS: USO Y TRADICIÓN Vol. I Segunda parte Prolegómenos virtutem doceat. Atqui hoc ex sola Scriptura constare potest. Quod si non pos-set fieri, non sine magno præju-dicio eandem amplecteremur, et de ejus divinitate testaremur. Tota itaque Scripturae cognitio ab ipsa sola peti debet. Denique Scriptura rerum, de quibus loquitur, defini-tiones non tradit, ut nec etiam na-tura. Quare quemadmodum ex di-versis naturæ actionibus definitio-nes rerum naturalium concluden-dæ sunt, eodem modo hæ ex diversis narrationibus, quæ de unaquaque re in Scriptis occurrunt, sunt eliciendæ. Regula igitur universalis interpre-tandi Scripturam est, nihil Scripturæ tanquam ejus documentum tribuere, quod ex ipsius historia quam maxime perspectum non habeamus. Qualis autem ejus historia debeat esse, et quæ potissimum enarrare, hîc jam dicendum.216 8 Que con los milagros, por otra parte, no pueda ser probada la divinidad de Dios, lo hemos ya también demostrado, y no estaré aquí a recordar que podían ser realizados también por falsos pro-fetas. Por esto, la divinidad de la Escritura debe resultar solamente del hecho que ella enseña la verda-dera virtud. Pero esto puede resultar solamente de la Escritura y si esto no pudiese acontecer, no sin grave prejuicio la acogeremos y profesaremos su divinidad. Todo el conocimiento de la Escritura deber ser, por consiguiente, sacado de ella solamente. Finalmente, la Escritura no da definiciones de las cosas de las que habla, como no las da tampoco la naturaleza. Por lo cual, como de las diversas opera-ciones de la naturaleza es nece-sario sacar las definiciones de las cosas naturales, así aquellas defi-niciones es necesario sacarlas de las diversas narraciones que de cada cosa se encuentra en la Escritura. Por consiguiente, la regla universal de la interpretación de la Escri-tura es la siguiente: no atribuir a la Escritura como su enseñanza algo que no nos resulte de la ma-nera muy clara de su historia. Pero, cuál deba ser su historia y qué cosa deba sobre todo narrar, debemos ahora precisarlo. “Diversos momentos fundamentales del proceso de inter-pretación: establecer la Historia de la Escritura, de la 242 HERMENÉUTICA EXÉGESIS: USO Y TRADICIÓN Vol. I Segunda parte Prolegómenos lengua; buscar el pensamiento de los profetas y del Espíritu Santo; examinar los preceptos prácticos y las meras especulaciones; el único y verdadero método: cognitio Scripturæ ab eadem sola. Una indicación técnica: sintetizar los temas, es decir, agruparlos en una especie de sinopsis. También la obscuridad, la claridad así como la ambigüedad pueden tener cierto valor metodológico. Una indicación muy significativa: nos ocupamos del sentido de los discursos y no de su verdad, es decir, de su contenido. ¿Hasta qué punto contenido y sentido efectivamente pueden separarse? Esto es un problema dis-tinto; pero que no puede ser resuelto con la tradicional y cómoda distinción de contenido y forma continente. El sentido de un discurso tiene como fundamento el uso de la lengua, antes que una discursividad añadida por un racio-cinio que, lo único que hace, es explicar o explicitar prejuicios. Los discursos que sean necesarios realizar tendrán como única base la Escritura misma; y en la medida en que estén fundados en principios del conocimiento natural”. Hay que tener muy en cuenta, además del ámbito de la historia y cultura de una determinada época y de un muy concreto grupo social, el uso y abuso del lenguaje. Este debe ser tal en su claridad que permite el acceso al mundo o mundos de la escritura, tal y como acontece con el mundo o esfera de la naturaleza. En consecuencia y 9 Nempe I. continere debet natu-ram et proprietates linguæ, qua libri Scripturæ scripti fuerunt, et quam eorum Authores loqui sole-bant. Sic enim omnes sensus, quos una quæque oratio ex communi lo-quendi usu admittere potest, in-vestigare poterirnus. Et quia om-nes tam Veteris, quam Novi Testa-menti scriptores Hebræi fuerunt, certum est, 9 Sin duda: I. La Historia de la Escritura debe contener la natu-raleza y las propiedades de la len-gua en la cual fueron escritos los libros de la Escritura y que sus autores acostumbraban a hablar. Así podremos encontrar los sentidos que cada discurso puede admitir según el común 243 HERMENÉUTICA EXÉGESIS: USO Y TRADICIÓN Vol. I Segunda parte Prolegómenos Historiam linguæ He-braicæ præ omnibus necessariam esse, non tantum ad intelligentiam librorum Veteris Testamenti, qui hac lingua scripti sunt, sed etiam Novi; nam quamvis aliis linguis vulgati fuerint, Hebraizant tamen. modo de hablar. Y puesto que todos los autores tanto del Antiguo como del Nue-vo Testamento fueron hebreos, es cierto que la historia de la lengua hebrea es antes que nada del todo necesaria no sólo para la com-prensión de los libros del Antiguo Testamento, que fueron escritos en esta lengua, pero también del Nuevo, ya que si bien hayan sido divulgados en otras 10 Sententias uniuscujusque libri lenguas, re-sienten sin embargo colligere debet, easque ad summa del hebreo. capita redigere, ut sic omnes, quæ de eadem re reperiuntur, in promtu habere 10 Esta Historia debe recoger las possimus: deinde eas omnes, quæ amafirmaciones de cada uno de los biguæ vel obscuræ sunt, vel quæ libros y reducirlos a síntesis por invicem repugnare viden-tur, notare. argumentos, de tal manera que Atque eas sententias hîc obscuras aut claras voco, quarum sensus ex contextu así podamos tener ante los ojos orationis facile vel difficulter elicitur, todas aquellas que son ambiguas at non qua-tenus earum veritas facile u obscuras o que parecen estar en vel difficulter ratione percipitur. De contraste entre ellas. Y por solo enim sensu orationum, non autem afirma-ciones obscuras o claras de earum veritate laboramus. Quin imo entiendo aquí aquellas, cuyo apprime cavendum est, quamdiu sentido se saca fácil o difícilmente sensum Scripturæ quæ-rimus, ne del contexto del discurso; pero no ratiocinio nostro, qua-tenus principiis en cuanto a su verdad es naturalis cognitionis fundatum est (ut percibida fácil o difícilmente por jam taceam præjudicia), la razón. Aquí de hecho nos præocupemur; sed ne verum sensum estamos ocupando no de la cum rerum veritate confundamus, ille verdad de los discursos; sino ex solo linguæ usu erit investigandus, solamente de su sentido. Es más, vel ex ratiocinio, quod nullum aliud cuando buscamos el sentido de la funda-mentum agnoscit, quam Escritura, debemos sobre todo Scripturam. Quæ omnia, ut clarius poner atención a no dejarnos intel-ligantur, exemplo illustrabo: Hæ apre-sar por nuestro raciocinio Mosis sententiæ, quod Deus sit ignis, —por no decir de nuestros et quod Deus sit zelotypus, quam prejuicios—, en la medida en que clarissimæ sunt, quamdiu ad solam está fundado sobre principios del verborum significatio-nem attendimus, conocimiento natural: a fin de que ideoque eas etiam inter claras repono, no confun-damos el verdadero 244 HERMENÉUTICA EXÉGESIS: USO Y TRADICIÓN Vol. I Segunda parte Prolegómenos tametsi res-pectu veritatis et rationis obscu-rissimæ sunt; imo quamvis earum literalis sensus lumini naturali re-pugnet, nisi etiam principiis et fundamentis, ex historia Scriptura petitis clarè opponatur, is sensus, nempe literalis, erit tamen retinen-dus; et contra, si hæ sententiæ ex literali earum interpretatione prin-cipiis ex Scriptura petitis reperiren-tur repugnare, quanquam cum ra-tione maxime convenirent, aliter tamen (metaphoricè scilicet) essent interpretandæ. Ut itaque sciamus, an Moses crediderit, Deum esse ignem, an secus, nullo modo id concludendum est ex eo, quod hæc opinio cum ratione conveniat, aut quod ei repugnet, sed tantum ex aliis ipsius Mosis sententiis.217 sentido del discurso con la verdad de las cosas, tal sentido deberá, por el contrario, ser encontrado teniendo como base el uso de la lengua, o bien, teniendo como base sí el raciocinio; pero en la medida en que él no reconoce ningún otro fundamento fuera de la Escritura. Para hacer entender con mayor claridad todas estas cosas las ilustraré con un ejemplo. Las afir-maciones de Moisés que Dios es fuego y que Dios es celoso son totalmente claras si ponemos aten-ción en el solo significado de las palabras, y por esto las coloco entre aquellas claras, si bien sean, por otra parte, obscuras respecto a la verdad y a la razón; es más, si bien su sentido literal repugna a la luz natural —razón natural—, este sentido, literal justamente, deberá no obstante ser admitido a menos que no se oponga clara-mente también a los principios y a los fundamentos inferidos de la historia de la Escritura; por el contrario, si se encontrase que es-tas afirmaciones en su interpre-tación literal repugnan a los prin-cipios deducidos de la Escritura, cuando aun fuesen del todo con-formes a la razón, deberían sin embargo, ser interpretadas de ma-nera diversa, es decir, metafórica-mente. Así para saber si Moisés creyó que Dios fuese fuego o cre-yó de otro modo, de ninguna manera es necesario deducirlo del hecho que tal opinión sea conforme o repugne a 245 HERMENÉUTICA EXÉGESIS: USO Y TRADICIÓN Vol. I Segunda parte Prolegómenos la razón, sino sola-mente de otras afirmaciones del mismo Moisés. “Pero Moisés en no pocos lugares tajantemente afirma que Dios no tiene la mínima semejanza con las cosas visibles y tangibles, que están sobre la tierra, el cielo o en el agua, en consecuencia, la metáfora explica y da sentido a no pocas sentencias y discursos. Otra de las observaciones que hay que tener en cuenta: no alejarse lo menos posible del sen-tido literal o ante la no posibilidad de concordar sentido y significado, es menester suspender el juicio. Por lo demás se debe estudiar todo aquello que concierne al autor del texto como: tiempo, lugar, estilo, lengua usada, ocasión o motivos que el autor tuvo para la elaboración del texto, destinatarios y posibles itinerarios de comunidad a comunidad”, es decir, el desplazamiento del tiempo y espacio de una comunidad a otra. 11 Videlicet quoniam Moses pluri-mis in locis clarè etiam docet, Deum nullam habere similitudinem cum rebus visibilibus, quæ in cœlis, in terra, aut in aqua sunt, hinc con-cludendum, hanc sententiam, aut illas omnes metaphorice esse explicandas. At quia a literali sensu, quam minime fieri potest, est recedendum, ideo prius quæren-dum, num hæc unica sententia, Deus est ignis, aliud præter litera-lem sensum admittat, hoc est, an nomen ignis aliud quam natura-lem ignem significet. Quod si non reperiatur ex usu linguæ aliud significare, nullo etiam alio modo interpretanda esset hæc sententia, quantumvis rationi repugnans; sed contra reliquæ omnes, quamvis rationi consentaneæ, huic tamen essent accommodandæ. Quod si 11 Es decir, dado que Moisés en otros muchos lugares enseña cla-ramente también que Dios no tie-ne ninguna semejanza con las cosas visibles que hay en el cielo, sobre la tierra y en el agua, es necesario sacar la conclusión o que esta afirmación debe ser expli-cada metafóricamente o bien que deben serlo aquellas otras. Pero dado que es necesario alejarse del sentido literal lo menos posible, es indispensable, por consiguiente, buscar si esta afirmación, Dios es fuego, admita otro sentido además de aquel literal, es decir, si la pa-labra fuego signifique otra cosa totalmente distinta del fuego na-tural. Y si del uso de la lengua no resultase otro significado, 246 HERMENÉUTICA EXÉGESIS: USO Y TRADICIÓN Vol. I Segunda parte Prolegómenos nec hoc etiam ex usu linguæ posset fieri, tum hæ sententiæ irreconci-liabiles essent, ac proinde de iis judicium erit suspendendum. Sed quia nomen ignis pro ira et zelo-typia etiam sumitur (vide Jobi cap. 31. vs. 12.), hinc facile Mosis sen-tentiæ reconciliantur, atque legiti-me concludimus, duas has senten-tias, Deus est ignis, et Deus est zelotypus, unam eandemque esse sententiam. Porro quoniam Moses clarè docet, Deum esse zelotypum, nec ullibi docet, Deum carere passionibus sive animi pathematis, hinc plane concludendum, Mosem hoc ipsum credidisse aut saltem docere voluisse, quantumvis hanc sententiam rationi repugnare creda-mus. Nam, ut jam ostendimus, nobis non licet ad dictamina nostræ rationis, et ad nostras præconceptas opiniones mentem Scripturæ torquere, sed tota Bibliorum cognitio ab iisdem solis est petenda. enton-ces esta afirmación, por cuanto repugnante a la razón, no debería ser interpretada en ningún otro modo; por el contrario, todas las otras afirmaciones, por cuanto con-formes a la razón, deberían, sin embargo, ser adaptadas a ésta. Y si ni siquiera eso fuese posible, teniendo como base el uso de la lengua, entonces las dos especies de afirmaciones serían irrecon-ciliables y por esto se debería sus-pender el juicio sobre ellas. Ahora bien, puesto que la palabra fuego es usada también para indicar cólera y celos —Job. 31,12—, las afir-maciones de Moisés son fácilmente conciliables y podemos concluir legítimamente que estas dos afirma-ciones: Dios es fuego y Dios es celoso, son una e idéntica afirmación. Por lo demás, Moisés enseña claramente que Dios es celoso, mientras no enseña en alguna otra parte que Dios sea exceptuado de las pasiones o bien de los afectos de Espíritu, es necesario sacar la conclusión que Moisés creyó justa-mente esto o, por lo menos, lo quiso enseñar, si bien creemos que esta afirmación repugna a la razón. De hecho, como hemos ya mostrado, a nosotros no nos está concedido explicar el sentido de la Escritura conforme a los dictámentes de nuestra razón y conforme a nuestras opi-niones 12 Denique enarrare debet hæc preconcebidas; sino que todo el historia casus omnium librorum conocimiento de la Biblia debe ser Prophetarum, quorum memoria apud sacada solamente de la Biblia. nos est; videlicet vitam, mores, ac studia authoris uniuscujusque libri, quisnam 12 Finalmente, tal historia debe 247 HERMENÉUTICA EXÉGESIS: USO Y TRADICIÓN Vol. I Segunda parte Prolegómenos fuerit, qua occasione, quo tempore, cui, et denique qua lingua scripserit. Deinde unius-cujusque libri fortunam: nempe quomodo prius acceptus fuerit, et in quorum manus inciderit, deinde quot ejus variæ lectiones fuerint, et quorum concilio inter sacros acceptus fuerit, et denique quomodo omnes libri, quos omnes jam sacros esse fatentur, in unum corpus coaluerint. Haec omnia inquam historia Scri-pturæ continere debet.218 narrar las vicisitudes de todos los libros de los profetas de los cuales se tiene memoria; cabe decir: la vida, las costumbres y los esfuer-zos del autor de cada uno de los libros, quién él haya sido, en qué ocasión, en cuál tiempo, para quién y, finalmente, en qué lengua haya escrito. Después, la fortuna de cada uno de los libros, es decir, en qué modo haya sido acogido al inicio, en las manos de quién haya parado. Por lo demás, cuántas hayan sido sus varias lecciones, en qué comu-nidad haya sido acogido entre los libros sagrados y, finalmente, en qué modo todos los libros que ya todos y cada uno reconoce como sagrados hayan sido reunidos con un solo fin. Todo esto, digo, debe contener la Historia de la Escritura. Aquí Espinosa ha señalado las reglas indispensables del método histórico–crítico para la interpretación de la Biblia de manera tal que puede ser considerado entre los funda-dores de tal método; sin embargo, hay que tener muy en cuenta que Espinosa se opone a aquellas actitudes de “admiración” y “veneración”, a aquel “ciego celo” de teólogos y rabinos que de alguna o muchas maneras habían casi llegado a una especie de fetichismo de la letra bíblica”. Es indispensable saber distinguir entre sentencias lega-les y, sentencias morales o enseñanzas, para esto no está por demás saber la vida, las costumbres, esmeros del autor; un mensaje se esclarece o resulta menos complicado cuando se conocen las intenciones, aptitudes e inclinaciones de un autor. Por lo demás no hay que comprender “enseñanzas eternas” con aquellas enseñanzas que son meramente circunstanciales. 248 HERMENÉUTICA EXÉGESIS: USO Y TRADICIÓN Vol. I Segunda parte Prolegómenos Conviene saber y estar totalmente seguro: el texto exento de manipulaciones o adulteraciones; los errores supuestos hayan sido corregidos por expertos y de buena fe; que en la confi-guración de un texto no se haya infiltrado un “ciego celo”. La así llamada universalidad de un mensaje la proporciona su claridad y apertura constante: nunca termina en alguna especie de verdad cerrada. “Un segundo momento: investigar el pensamiento de los profetas y la doctrina sobre el Espíritu en la Escritura, permite examinar los preceptos prácticos y las cosas mera-mente especulativas. Una tal investigación y examen permitirán poder detectar el núcleo de los mensajes proféticos y una auténtica doctrina bíblica”. 12 Nam ut sciamus, quænam sen-tentiæ tanquam leges proferantur, quænam vero tanquam documenta moralia, refert scire vitam, mores, ac studia authoris; adde quod, eo facilius verba alicujus explicare possumus, quo ejus genium et inge-nium melius noverimus. Deinde ne documenta æterna cum iis, quæ ad tempus tantum, vel paucis solum-modo ex usu poterant esse, confun-damus, refert etiam scire, qua occa-sione, quo tempore et cui nationi, aut sæculo omnia documenta scripta fuerunt. Refert denique reliqua, quæ præterea diximus, scire, ut præter libri cujusque authoritatem etiam sciamus, num ab adulterinis manibus conspurcari potuerit, an minus; num errores irrepserint, num a viris satis peritis et fide dignis correti fuerint. Quæ omnia scitu admodum necessaria sunt, ut ne cæco impetu correpti, quicquid nobis obtrudi-tur, sed tantum id, quod certum et indubitatum est, amplectamur. 12 Efectivamente, para saber cuáles afirmaciones hayan sido pronun-ciadas como leyes y cuáles, por el contrario, como enseñanzas morales, importa conocer la vida, las cos-tumbres y los esfuerzos del autor; se añada: las palabras de alguien son mucho más fácilmente expli-cables cuanto mejor conocemos su genio e ingenio. Por lo demás, para no confundir las enseñanzas eternas con aquellas que podían ser útiles solamente para un determinado momento o para pocos, importa saber en cuál ocasión y en qué tiempo y para qué nación o siglo todas las ense-ñanzas fueron escritas. En fin, importa saber las otras cosas que hemos aña-dido, para que, además de la autoridad de cada libro, podamos también saber si pudo ser o no ensuciado por manos que los adulteraban, si sean insinuados errores, y si estos hayan sido 249 HERMENÉUTICA EXÉGESIS: USO Y TRADICIÓN Vol. I Segunda parte Prolegómenos 13 Jam postquam hanc historiam Scripturæ habuerimus, et firmiter decreverimus, nihil tanquam doc-trinam Prophetarum certò statuere, quod ex hâc historiâ non sequatur, aut quam clarissime eliciatur, tum tempus erit, ut ad mentem Prophe-tarum et Spiritus Sancti investigan-dam nos accingamus. Sed ad hoc etiam methodus et ordo requiritur similis ei, quo ad interpretationem naturæ ex ipsius historia utimur. Sicuti enim in scrutandis rebus naturalibus ante omnia investigare conamur res maxime universales et toti naturæ communes, videlicet motum et quietem, eorumque leges et regulas, quas natura semper observat, et per quas continuo agit, et ex his gradatim ad alia minus univeralia procedimus; sic etiam ex historia Scripturæ id primun quærendum, quod universalissimum, quodque totius Scripturæ basis et fundamentum est, et quod denique in ipsa tanquam æterna et om-nibus mortalibus utilissima doc-trina ab omnibus Prophetis com-mendatur. Exempli gratia, quod Deus unicus et omnipotens existit, qui solus est adorandus, et qui omnes curat, eosque supra omnes diligit, qui ipsum adorant, et pro-ximum tanquam semet ipsos amant etc. Hæc et similia, inquam, Scriptura ubique tam clare, tamque expresse docet ut nullus unquam fuerit, qui de ejus sensu circa hæc ambegerit.219 corre-gidos por hombres expertos y dignos de fe. Todas estas cosas son funda-mentalmente necesarias para no acoger, arrastrados por un celo ciego, todo aquello que nos es propuesto; sino solamente aquello que es cierto y no dudoso. 13 Una vez que tengamos a dispo-sición esta Historia de la Escritura y que se haya firmemente deci-dido no establecer algo como doc-trina cierta de los profetas sino aquello que dimana de esta his-toria o que se ha obtenido de ella de la manera más clara, entonces será oportuno que nos apresuremos a buscar el pensamiento de los profetas y del Espíritu Santo. Pero también para esto se requiere un método y un orden semejantes a aquellos de los cuales nos valemos para la interpretación de natura-leza, teniendo como base su historia. Efectivamente, como en las inves-tigaciones de las cosas naturales nos esforzamos, sobre todo, por encontrar las cosas máximamente universales y comunes a toda la naturaleza —es decir, el movimiento y reposo y sus leyes y reglas que la naturaleza observa siempre y mediante las cuales opera continua-mente—, y de éstas procedemos gradualmente a otras cosas menos universales; así, teniendo como base la historia de la Escritura es necesario, sobre todo, buscar aquello que es universalísimo y que cons-tituye la base y el fundamento de toda la Escritura y 250 HERMENÉUTICA EXÉGESIS: USO Y TRADICIÓN Vol. I Segunda parte Prolegómenos que, finalmente, está, en ella, recomendado por todos los profetas como doctrina eterna y muy útil para todos los hombres. Por ejemplo, que existe un Dios único y omnipotente, que él sólo debe ser adorado y que tiene cuidado de todos, y que ama más a todos aquellos que lo adoran y aman al prójimo como a sí mis-mos, etc.: estas y otras semejantes cosas, digo, la Escritura las enseña por todas partes de manera tan clara y explícita que jamás nadie ha tenido dudas en torno a aquello que ella entiende sobre estas cosas. “De la Historia a la interpretación o mejor aún, la Historia misma se realiza interpretación: Historia e interpretación es un ejercicio coimplicado que busca o, mejor aún, descubre el sentido y horizonte del texto y del hecho mismo del legere. Así como de la Historia —no olvidemos el sentido que el término historia posee, por ejemplo en Heródoto, es decir, investigación. Esto nos advierte o nos llama la atención sobre los elementos y los posibles y diversos modelos del uso –sistematización– de aquellos elementos en la constru-ción –sintaxis– de “X” modelo de Historia a fin de no extralimitar su sentido u horizonte de significación—. O en la historia de la naturaleza podemos obtener los principios que la fundan como tal, en sí, y en su comportamiento, de donde inferimos leyes universales aplicables a casos particulares para la comprensión de la naturaleza, de la misma manera, de la Historia de la Escritura se puede sacar principios o enseñanzas a carácter universal que permitan abrir la com-prensión de las particulares enseñanzas o afirmaciones de la Escritura. Ésta 251 HERMENÉUTICA EXÉGESIS: USO Y TRADICIÓN Vol. I Segunda parte Prolegómenos mostrándose lo que es en sí misma, en esto enseña o aconseja...” “Es verdad, la Escritura debe ser explicada con la Escri-tura, en tanto nos ocupemos solamente del sentido de los discursos y del pensamiento de los profetas; pero después que hayamos obtenido el verdadero sentido, es indispen-sable servirse necesariamente del juicio y de la razón para darle consentimiento”.220 Porque hay cosas o problemas no explícitos en la Escritura; pero si la Escritura pone el funda-mento mismo para tales problemas, entonces la Escritura responde. Por ejemplo: 14 Quid autem Deus sit, et qua ratione res onmes videat, iisque provideat, hæc et similia Scriptura ex professo, et tanquam æternam doctrinam non docet: Sed contrà Prophetas ipsos circa hæc non con-venisse jam supra ostendimus; adeoque de similibus nihil tan-quam doctrinam Spiritus Sancti statuendum, tametsi lumine naturali optime determinari possit. Hâc igitur universali Scripturæ doctrinâ probe cognitâ procedendum deinde est ad alia minus universalia, et quæ tamen communem usum vitæ spectant, quæque ex hac universali doctrina tanquam rivuli derivantur; uti sunt omnes veræ virtutis actio-nes particulares externæ, quæ non nisi data occasione exerceri pos-sunt; et quicquid circa hæc obscu-rum sive ambiguum in Scriptis reperiatur, ex doctrina Scripturæ universali explicandum et determi-nandun est: si quæ autem invicem contraria reperiantur, videndum, qua occasione, quo tempore, vel cui scripta fuerint. Ex. gr. cun Christus dicit, beati 14 ¿Pero qué sea Dios y en qué modo vea todas las cosas y las provea, estas y semejantes cosas la Escritura no las enseña explícita-mente y como eterna doctrina: por el contrario, hemos ya mostrado más arriba que los mismos pro-fetas no están de acuerdo sobre tales cuestiones, por consiguiente, sobre cosas de este género no se puede afirmar algo como doctrina del Espíritu Santo, si bien puedan ser precisadas suficientemente con la luz natural. Por consiguiente, conocida con exactitud esta doctrina universal de la Escritura, es nece-sario proceder a otras cosas menos universales, que tienen que ver, no obstante, con la práctica común de la vida y que surgen como riachuelos de esta doctrina universal, como son todas las acciones particulares externas de la verdadera virtud, que no pueden llevarse a cabo si no cuando nos sea dada la ocasión. Y todo aquello que de obscuro o 252 HERMENÉUTICA EXÉGESIS: USO Y TRADICIÓN Vol. I Segunda parte Prolegómenos lugentes, quoniam con-solationem accipient, ex hoc Textu nescimus, quales lugentes intelligat; sed quia postea docet, ut de nulla re simus solliciti, nisi de solo regno Dei ejusque justitia, quod ut summum bonum commendat (vide Matth. cap. 6. vers. 33.), hinc sequitur, eum per lugentes eos tantum intel-ligere, qui lugent regnum Dei et justitiam ab hominibus neglectam: hoc enim tantum lugere possunt ii, qui nihil nisi regnum divinum, sive æquitatem amant, et reliqua fortunæ plane contemnunt. Sic etiam, cum ait, sed ei, qui percutit te supra maxillam tuam dextram, obverte illi etiam alteram, et quæ deinde sequuntur. 15 Si hæc Christus tanquam Legis-lator judices juberet, legem Mosis hoc præcepto destruxisset; quod tamen contra aperte monet (vide Matth. cap. 5. vers. 17.); quare videndum, quisnam hæc dicit, qui-bus et quo tempore. Nempe Christus dixit, qui non tanquam legislator leges instituebat, sed ut doctor documenta docebat, quia (ut supra ostendimus) non tam actiones exter-nas, quam animum corrigere voluit. Deinde hæc hominibus oppressis dixit, qui vivebant in ambiguo se encuentre a este pro-pósito, en los escritos sagrados, es explicado y determinado, teniendo como base la doctrina universal de la Escritura; si después se encuen-tran algunas cosas que contrastan entre ellas, es necesario percatarse en qué ocasión, en qué tiempo y para quién hayan sido escritas. Como por ejemplo, cuando Cristo dice: bienaventurados aquellos que lloran, porque serán consolados, por el texto no sabemos qué llorantes entienda; pero dado que inme-diatamente enseña a no preocu-parnos sino solamente del reino de Dios y de su justicia —cosa que recomienda como el sumo bien, cfr. Mt. 6,33—, se sigue que por llorantes él entienda solamente aquellos que lloran porque el rei-no de Dios y la justicia son des-cuidados por los hombres: sólo esto, de hecho, puede llorar quien no ama sino el reino de Dios, o sea la equidad y desprecia todo lo demás que pertenece a la fortuna. Otro ejemplo, se tiene en las siguien-tes palabras de Cristo: pero a aquel que te golpea en la mejilla derecha, ponle también la izquierda, y lo que sigue. 15 Si Cristo hubiese impuesto aquello como ley, como hace el legislador con los jueces, habría destruido con este precepto la ley de Moisés; cosa contra la cual él abiertamente amonesta: Mt. 5,17; por lo cual es necesario ver quién dijo estas cosas, a quién y en qué tiempo. 253 HERMENÉUTICA EXÉGESIS: USO Y TRADICIÓN Vol. I Segunda parte Prolegómenos republica corrupta, et ubi justitia prorsus negligebatur, et cujus ruinam prope instare videbat. Atqui hoc idem ipsum, quod hîc Christus instante Urbis ruina docet, Jeremiam etiam in prima Urbis vastatione, simili nimirum tempore, docuisse videmus (vide Lament, cap. 3. lit. Tet, et Jot.);221 Natural-mente, Cristo las dijo no como un legislador que instituía leyes; sino como un doctor que impartía ense-ñanzas, ya que, como hemos mos-trado un poco más arriba, quiere corregir no tanto las acciones exter-nas; sino la disposición de Espíritu. Además, dijo estas cosas a hombres oprimidos, que vivían en un Estado corrupto, donde la justicia estaba totalmente descuidada y del cual veía ya como próxima la ruina. Y la misma cosa que Cristo enseña aquí ante la proximidad de la ruina de la ciudad, vemos que la había enseñado también Jeremías, justamente, en una circunstancia semejante, en tiempos de la primera destrucción de la ciudad (cfr. Lamentaciones 3, Tet. y Jod.). Para Espinosa tienen una gran relevancia las circunstancias y tiempos de los textos sagrados, es más, son las circuns-tancias histórico–sociales las que dan la pauta para ingresar de manera correcta en el sentido y horizonte de aquellas mismas circunstancias vertidas textualmente. En suma: en los tiempos de un Estado bien construido, las leyes son el patrimonio explícito de la solidez del Estado. Esta situación nos abre el camino para comprender los textos de la Sagrada Escritura. En un Estado bien ordenado en el que la justicia es tutelada, pedir justicia no por venganza, es un recurso que permite, justamente, velar por la justicia y las leyes de la patria, cosas que están incluso conforme a la razón natural. Hay, sin embargo, afirmaciones en la Sagrada Escritura que son menos fáciles de comprender. El camino, de hecho, es mucho más estrecho. Esto acontece cuando los profetas 254 HERMENÉUTICA EXÉGESIS: USO Y TRADICIÓN Vol. I Segunda parte Prolegómenos no están de acuerdo entre ellos y las narraciones fueron acomodadas conforme a los prejuicios de cada época. En estos casos, no nos está permitido concluir o explicar el pensamiento de un profeta, teniendo como base pasajes más claros que otros, a no ser que nos resulte de manera muy clara, que hayan sido de una misma opinión. Leamos el texto de Espinosa: 16 quare cum hoc non, nisi tempore oppressionis, docuerint Prophetæ, nec id ullibi tanquam lex prolatum sit, et contra Moses (qui non tempore oppressionis scripsit, sed (et hoc nota) de instituenda bona republica laboravit), quamvis etiam vindictam et odium in proxi-mum damnaverit, tamen jusserit oculum pro oculo solvere; hinc clarissime sequitur ex ipsis solis Scripturæ fundamentis, hoc Christi et Jeremiæ documentum de toleranda injuria, et impiis in omnibus conce-dendo, locum tantum habere in locis, ubi justitia neglegitur et temporibus oppressionis, non autem in bona republica: quinimo in bona republica, ubi justitia defenditur, tenetur unus-quisque, si se vult perhiberi justum, injurias coram judice exigere (vide Levit. cap. 5. vers. l.) non propter vindictam (vide Levit. cap. 19. vers. 17. 18.), sed animo justitiam leges-que Patriæ defendendi, et ut ne malis expediat esse malos. Quæ onmia etiam cum ratione naturali plane conveniunt. Ad hunc modum alia plura possem adferre exempla, sed hæc sufficere arbitror ad meam mentem, et utilitatem hujus methodi explicandam, quod impræsentiarum tantum curo. 16 Por esto, y dado que los profetas han enseñado solamente esto en un tiempo de opresión y en ninguna parte es propuesto como ley y dado que por el con-trario, Moisés —que escribió no en tiempo de opresión; sino –fíjate bien– se dedicó a instituir un Estado bien ordenado— también él condenó la venganza y el odio para con el prójimo, ordenó, sin embargo, devolver ojo por ojo, se sigue muy claramente, teniendo como base únicamente los funda-mentos de la Escritura, que esta enseñanza de Cristo y de Jeremías sobre la soportación de las ofensas y el perdón total de los impíos vale solamente en situaciones en los que la justicia es descuidada y en tiempos de opresión; pero no en un Estado bien ordenado; es más, en un Estado bien ordenado, donde la justicia es tutelada, cada uno está obligado, si quiere ser llamado justo, a pedir la repara-ción de las ofensas ante un juez, —Lev. 5,1—, no por venganza —Lev. 19, 17-18—, sino con la intención de defender la justicia y las leyes de la Patria y para que a los malvados no 255 HERMENÉUTICA EXÉGESIS: USO Y TRADICIÓN Vol. I Segunda parte Prolegómenos convenga ser tales. Estas cosas están completamente conformes también con la razón natural. Podría traer a colación otros muchos ejemplos como estos; pero soy de la opinión que esto sea suficiente para esclarecer mi 17 At hucusque eas tantum Scripturæ pensamiento y la utilidad de este sententias investigare docuimus, quæ método: por el momento es lo usum vitæ spectant, et quæ propterea único que me interesa. facilius investigari queunt; nam revera de iis nulla inter Scriptores Bibliorum 17 Hasta aquí hemos enseñado a unquam fuit controversia. Reliqua buscar solamente aquellas autem, quæ in Scriptis occurrunt, afirma-ciones de la Escritura que quæque solius sunt speculationis, non tienen que ver con la práctica de tam facile indagari possunt; via enim la vida y que, por consiguiente, ad hæc angustior est; nam pueden ser buscadas más quandoquidem in rebus speculativis fácilmente; de hecho, por lo que (ut jam osten-dimus) Prophetæ inter se respecta a ellas no existió nunca dissentiebant, et rerum narrationes maxime accom-modatæ sunt algún discurso entre los escritores uniuscujusque ævi præjudiciis, de la Biblia. Pero las otras cosas minime nobis licet mentem unius que se encuentran en la Escritura Prophetæ ex locis clarioribus alterius y que son solamente especulación concludere, neque explicare, nisi no pueden ser bus-cadas tan evidentissime constet, eos unam fácilmente; el camino para estas eandemque fovisse sententiam. cosas es, de hecho, más estrecho. Quomodo igitur mens Prophetarum in Efectivamente, dado que en las especulativas —como similibus sit ex historia Scripturæ cosas eruenda, paucis jam exponam. Nempe hemos ya mostrado— los profetas circa hæc etiam a maxime no estaban de acuerdo entre ellos las narraciones fueron universalibus inci-piendum, y inquirendo scilicet ante omnia ex acomo-dadas al máximo a los sententiis Scripturæ maxime claris, quid prejuicios de cada época, no nos sit Prophetia sive reve-latio, et qua in está permi-tido absolutamente re potissimum consistat. Deinde quid sit concluir ni expli-car el miraculum, et sic porro res maxime pensamiento de un profeta, communes: dehinc ad opiniones teniendo como base, pasajes más claros uniuscujusque Prophetæ de otro, a menos que no resulte descendendum; et ex his tandem ad de la manera más clara que hayan sensum uniuscujusque revelationis sive sido del mismo parecer. Expondré, Prophetiæ, historiae, et miraculi por consiguiente, y con brevedad procedendum. 222 de que modo en casos semejantes 256 HERMENÉUTICA EXÉGESIS: USO Y TRADICIÓN Vol. I Segunda parte Prolegómenos el pensamiento de los profetas deba ser obtenido de la historia de la Escri-tura. También, respecto a estas cosas es necesario comenzar a partir de aquello que es universal al máximo grado, es decir, primeramente bus-cando afirmaciones totalmente claras de la Escritura qué sea la profecía o revelación y en que consiste principal-mente; además, qué sea el milagro y así, continuando, las cosas máxima-mente comunes; por lo tanto, es necesario descender a las opinio-nes de cada profeta y de estas, finalmente, es necesario proceder al sentido de cada revelación o profecía de cada historia y de cada milagro. “Ya se ha hablado sobre la cautela que se debe tener a fin de no comprender el pensamiento de algún profeta o historiador con el pensamiento del Espíritu Santo o con la verdad. El método que Espinosa ha venido a grandes pasos insinuando y permite o enseña a investigar aquello que efectivamente los profetas han visto o escuchado, quedando para un segundo momento la significación de lo que efectivamente se escuchó o se vio. Esto se puede sospechar en el mejor de los casos; pero no deducir. De aquí que el único método para la interpretación sea: cognitio Scripturæ ab eadem “. Veamos por el momento este último ejemplo: Qua autem cautione utendum sit, ne in his mentem Prophetarum et Historicorum cun mente Spiritus Sancti, et rei veritate confundamus, supra suis in locis multis exemplis ostendimus; quare de his non necesse habeo prolixius agere; hoc tamen circa sensum revelationum notandum, quod Arriba, en su lugar, hemos por lo demás mostrado con no pocos ejemplos de qué cautela es nece-sario servirse para no confundir, en estas cosas, el pensamiento de los profetas, de los historiadores con el pensamiento del Espíritu Santo y 257 HERMENÉUTICA EXÉGESIS: USO Y TRADICIÓN Vol. I Segunda parte Prolegómenos hæc methodus tantum investigare docet id, quod revera Prophetæ viderint aut audi-verint, non autem quid illis hiero-glyphicis significare aut repræsentare voluerint; hoc enim hariolari pos-sumus, non autem ex Scripturæ fundamentis certo deducere. Osten-dimus itaque rationem interpretandi Scripturam, et simul demonstravimus hanc unicam et certiorem esse viam ad ejus verum sensum investigan-dum. Fateor quidem, eos de eodem certiores esse, si qui sunt, qui certam ejus traditionem, sive veram explica-tionem ab ipsis Prophetis acceptam habent, ut Pharisaei autumant, vel si qui Pontificem habent, qui circa interpretationem Scripturæ errare non potest, quod Catholici Romani jactant. Attamen quandoquidem nec de hac traditione, nec de Pontificis authoritate possumus esse certi, nihil etiam certi super his fundare possumus; hanc enim antiquissimi Christianorum, illam autem antiquissimæ Judæorum Sectæ negaverunt; et si deinde at seriem annorum attendamus (ut jam alia taceam), quam Pharisæi acceperunt a suis Rabinis, qua hanc tradi-tionem ad Mosen usque proferunt, eam falsam esse reperiemus, quod alio in loco ostendo. Quare talis traditio nobis admodum debet esse suspecta; et quanquam nos in nostra Methodo Judæorum traditionem aliquam, ut incorruptam, cogimur supponere, nempe significationem verborum linguæ Hebraicæ, quam ab iisdem accepimus, de illa tamen dubitamus, de hac autem minime. Nam nemini unquam ex usu esse potuit, alicujus con la verdad; por lo cual no es necesario que yo trate un poco más ampliamente acerca de estas cosas. A propósito del sentido de las revelaciones es indispen-sable tener en cuenta que este método enseña solamente a inves-tigar aquello que los profetas, efec-tivamente han visto o escuchado y no aquello que hemos querido significar o representar con aquellas figuras; esto de hecho, podemos sospecharlo; pero no deducirlo de manera cierta de los fundamentos de la Escritura. Hemos así mos-trado el modo de interpretar la Escritura y, al mismo tiempo, hemos demostrado que éste es el camino único y la más cierta para inves-tigar su verdadero sentido. Reco-nozco, sin embargo, que de tal sentido están al tanto aquellos, si los hay, que han recibido de los profetas mismos la tradición cierta o verdadera explicación, como presu-men los fariseos, o bien aquellos que tienen un partícipe infalible respecto a la interpretación de la Escritura, cosa de la que se vana-glorian los católicos romanos. Sin embargo, dado que no podemos estar ciertos ni de aquella tradi-ción ni de la autoridad del partí-cipe, no podemos tampoco fundar algo como cierto sobre tales cosas: esta autoridad fue, de hecho negada, por los más antiguos cristianos, aquella tradición por las más antiguas sectas judaicas. Y si después —para callar otras cosas—tenemos cuidado 258 HERMENÉUTICA EXÉGESIS: USO Y TRADICIÓN Vol. I Segunda parte Prolegómenos verbi significationem mutare, at quidem non raro sensum alicujus orationis. Quin et factu difficilimum est; nam qui verbi alicujus significationem conaretur mutare, cogeretur simul omnes authores, qui illa lingua scripserunt, et illo verbo in recepta sua significatione usi sunt, ex ingenio vel mente uniuscujusque explicare, vel summa cum cautione depravare. Deinde vulgus linguam cum doctis servat, sensus autem orationum et libros docti tantum; ac proinde facile possumus concipere, doctos sensum orationis alicujus libri raris-simi, quem in sua potestate habuerunt, mutare vel corrumpere potuisse, non autem verborum significa-tionem: adde quod si quis alicujus verbi significationem, cui consuevit, in aliam mutare velit, non poterit sine difficultate id imposterum et inter loquendum et scribendum observare. 223 a la serie de los años— que los fari-seos han recibido de sus rabinos— con la cual hacen remontar esta tradición hasta Moisés, encon-traremos que ella es falsa como muestro en otro lugar. Por lo cual la tradición debe sernos muy sospechosa; y si bien nosotros en nuestro método estamos obligados a suponer como incorrupta alguna tradición de los judíos, es decir, el significado de las palabras de la lengua hebrea que hemos recibido de ellos, sin embargo, de aquella dudamos, de ésta no dudamos de hecho. A nadie, efectivamente, pudo ser útil cambiar el significado de alguna palabra; pero a menudo pudo serlo cambiar el sentido de algún discurso. Es más, de hecho es muy difícil cambiar el signifi-cado de alguna palabra, porque aquel que tratase de hacerlo estaría, al mismo tiempo, obligado a expli-car todos los autores que han escrito en aquella lengua y han usado aquella palabra en el signi-ficado común admitido sobre la base del ingenio o del pensamiento de cada uno, o sea a corromper con extrema cautela. Por lo demás, el vulgo conserva la lengua junto con los doctos, mientras los senti-dos de los discursos y los libros los conservan solamente los doctos; y por esto podemos fácilmente concebir que los doctos hayan podido cambiar o corromper el sentido de algún discurso de un libro rarísimo en su poder; pero 259 HERMENÉUTICA EXÉGESIS: USO Y TRADICIÓN Vol. I Segunda parte Prolegómenos no el significado de las palabras; se añada que si alguno quisiese cambiar en otro el significado de una palabra al cual se está acos-tumbrado, no podría sin dificultad observar esta modificación para el porvenir ya sea en el hablar o en el escribir. Por esto y por otros motivos, continúa comentando Espinosa, estamos convencidos que a nadie se le pudo venir en mente corromper una lengua: Ex his itaque et aliis rationibus facile nobis persuademus, nemini in mentem venire potuise, linguam aliquam corrumpere; at quidem sæpe mentem alicujus Scriptoris, ejus orationes mutando, vel easdem perperam interpretando. Cum itaque hæc nostra methodus (quæ in eo fundatur, ut cognitio Scripturæ ab eadem sola petatur) unica et vera sit, quicquid ipsa præstare non poterit ad integram Scripturæ cognitionem acquirendam, de eo plane desperandum.224 Por esto y otros motivos estamos convencidos sin dificultad que a nadie le ha podido venir en mente corromper una lengua; por el con-trario y con frecuencia se ha podi-do corromper el pensamiento de un escritor cambiando sus discursos o interpretándolos de manera no correcta. Por consiguiente, y dado que este nuestro método —que consiste en el obtener el conoci-miento de la Escritura solamente de la Escritura misma— es el único y verdadero, es necesario renunciar completamente a todo aquello de lo cual él no puede dar prueba para adquirir el pleno conocimiento de la Escritura. Las dificultades inherentes al método histórico–crítico son reconocidas por Espinosa mismo. Entre aquellas coloca en primer lugar la constitución misma de la lengua hebrea. El método supone un perfecto conocimiento y dominio de la lengua hebrea; pero tal lengua no es fácil ubicar, en el mejor 260 HERMENÉUTICA EXÉGESIS: USO Y TRADICIÓN Vol. I Segunda parte Prolegómenos de los casos tendríamos que hablar de modelos socio–culturales del uso del hebreo bíblico. Evidentemente los juicios que manifiesta Espinosa, respecto a nuestros tiempos, parecen ser una exageración; pero una cosa es clara, ahora se sabe más sobre las lenguas bíblicas que en los tiempos de Espinosa. Éste con el propósito de contribuir a la solución de una no pequeña dificultad compuso un Compendium grammatices linguae hebracae, publicado entre las obras póstumas. Para él es claro que no se tiene una fuerte tradición única que haya conservado cierta originalidad y pureza de la lengua: nombres de pájaros, peces, frutos y otros muchos que aparecen en la Biblia ya no se sabe con certeza su significado; pero sobre todo los modismos, frases y verbos peculiares del pueblo y cultura hebrea han desaparecido casi por completo. En consecuencia: “no siempre podremos, como veremos, investigar todos los sentidos que todo discurso puede admitir teniendo como base el uso de la lengua y se encuentran no pocos discursos, si bien expresados con palabras muy conocidas, cuyo sentido será muy obscuro y casi del todo imperceptible”.225 Por estas razones y por todas las vicisitudes históricas sufridas por el pueblo de los hebreos, en su inmensa mayoría, los dis-cursos abundan de una pesada ambigüedad. Ambigüedad que, como lo hemos insinuado un poco más arriba, nace de la estructura misma de la lengua. Recordemos, a propósito del casi nulo reconocimiento de Espinosa, no obstante se sirva de lecciones o notas marginales al texto hebreo realizadas por masoretas, éstos entre los siglos VI y X, dicho con un máximo de generalidad, trataron de dar una definitiva configuración al texto del Antiguo Testamento, no sólo por lo que respecta al texto consonántico, sino por lo que respecta a su pronunciación. De esta manera codificaron la pronunciación 261 HERMENÉUTICA EXÉGESIS: USO Y TRADICIÓN Vol. I Segunda parte Prolegómenos que operaba o se usaba en la sinagoga, mediante un sistema de signos y puntos, barras y acentos, para indicar la vocalización. Sin embargo, “puntos y acentos que ahora tenemos son meras interpretaciones de los modernos y no merecen mayor fe y autoridad”. Tenemos una segunda y tercera dificultad: la historia de los libros de la Escritura nos es casi totalmente desconocida y algunos libros no son originales. De hecho observa Espinosa “de muchos libros ignoramos totalmente a los autores —o si se prefiere, escritores—, o nos encontramos sumergidos en una profunda duda sobre ellos”. “Por otra parte no sabemos ni siquiera en qué ocasión, ni en qué tiempo fueron escritos estos libros”. Ahora, si pretendemos escudriñar la inten-cionalidad de los autores, las cosas resultan ser más compli-cadas. Acontece, por ejemplo, poder leer historias muy semejantes en cuanto a su contenido y, sin embargo, tener opiniones depende en un alto porcentaje de la opinión que se tenga de los autores. De aquí no podemos concluir diciendo que “X” autor escribe simplemente cosas ligeras para entretener y otro, sin más, cosas sagradas. En conse-cuencia, se hace siempre más indispensable el conocimiento del autor, época, ambiente socio–cultural, destinatarios y, por supuesto, el estilo y uso del lenguaje, solamente así podremos tener un ligero acercamiento a las “intenciones” del texto. Textos que no pocas veces y sí con no poca frecuencia ya no se encuentran en la lengua que fueron escritos. Esto es otra gran dificultad, como es el caso del evangelio de Mateo y la Carta a los hebreos o en el caso de Job. Tales dificultades, sin embargo, no afectan totalmente a los contenidos morales de la Escritura. Contenidos que tienen que ver con la salvación y la beatitud. Es necesario recalcar, sin embargo, que no es aventurado afirmar que existen “muchos pasos de la 262 HERMENÉUTICA EXÉGESIS: USO Y TRADICIÓN Vol. I Segunda parte Prolegómenos Escritura o que ignoramos el verdadero sentido o lo adivinamos sin ninguna certeza”. “Pero, en verdad, es necesario nuevamente subrayar: todas estas dificultades pueden impedir solamente que nosotros lleguemos a comprender el pensamiento de los profetas respecto a las cosas imperceptibles y que podemos sólo ima-ginar, pero no respecto a las cosas que podemos alcanzar a comprender con el intelecto y de las cuales podemos fácilmente formarnos un concepto claro.226 Como conclusión que no concluye sino sintetiza: ”...nosotros podemos fácil-mente llegar a comprender el pensamiento de la Escritura respecto a las enseñanzas morales y a estar ciertos de su verdadero sentido, teniendo como base la historia que podamos de ellas tener”. “Las verdaderas ense-ñanzas de la piedad, de hecho, son expresadas con palabras muy usuales, tan comunes, simples y fáciles de entender; y dado que la verdadera salvación y beatitud consisten en la auténtica tranquilidad de espíritu y nosotros encontramos realmente paz solamente en aquellas cosas que entendemos de manera muy clara, se sigue de manera muy evidente que nosotros seguramente podemos alcanzar a comprender el pensamiento de la Escritura respecto a las cosas necesarias para la salvación y la bienaventuranza —enseñanzas morales: profetas, libros sapienciales, Nuevo Testamento, son camino de salva-ción, es decir, permiten practicar la verdadera virtud y alcan-zar la tranquilidad de espíritu, en esto consiste la beatitud—. “La felicidad no es el premio a la virtud; sino la virtud misma”. Por consiguiente, no hay razón de estar preocupados de otras cosas, que de hecho, dado que normalmente, no podemos comprenderlas con la razón y con el intelecto, son más objeto de curiosidad que útiles”. Espinosa, con la exposición de su método, ha mostrado que es posible llevar a la comprensión de la Escritura, 263 HERMENÉUTICA EXÉGESIS: USO Y TRADICIÓN Vol. I Segunda parte Prolegómenos teniendo la luz natural, el receso a la historia, el dominio de las lenguas bíblicas como presupuestos indispensables para una correcta interpretación. Con esto, Espinosa deslinda el quehacer filosófico del quehacer teológico, en primer término. Pero en realidad, arranca todo presupuesto teológico del ejer-cicio hermenéutico, dejando posiblemente se filtre en el quehacer exegético, es decir, en la búsqueda, confirmación o justificación de la teología, en la Biblia. Una ausencia de método histórico–crítico no sólo tiene repercusiones teóricas en el ejercicio de la interpretación sino que repercute más allá de los límites de un texto: “la intolerancia, la condena del conocimiento natural y la asunción de la filosofía al servicio de la teología no sólo manifiestan el desenfrenado deseo de poder de los teólogos y de las autoridades reli-giosas y la degeneración en superstición de la religión; sino que determinan condiciones de inestabilidad y pertur-bación de la pacífica convivencia. De ellas nacen, de hecho, discusiones y controversias que se transforman fácilmente en conflictos. Riesgoso es también el reconocimiento jurídico, bajo la presión de las autoridades religiosas, de determi-nadas opiniones y creencias por parte del poder político. Esto revela, de hecho, una pérdida de autoridad por parte del Estado y genera divisiones y privilegios en el interior de la sociedad. Para eliminar estos factores de inestabilidad que amenazan la paz es, por consiguiente, necesario no sólo que la filosofía sea separada de la teología, sino que el poder estatal mantenga intactos su derecho y su autoridad, y que sea garantizada para todos la libertad para pensar y decir aquello que se piensa”.227 Para no concluir: la pérdida de autoridad es el fundamento del poder. El poder base de la venganza o el privilegio. Privilegio cimiento de la corrupción. Corrupción soporte de pequeños o 264 HERMENÉUTICA EXÉGESIS: USO Y TRADICIÓN Vol. I Segunda parte Prolegómenos grandes dictadores. Dicta-dura sepultura de la libertad y el pensamiento. 265