Taller 18 - Asociación de Historia Contemporánea
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Taller 18 - Asociación de Historia Contemporánea
. Taller 18 Propiedad / (re)apropiación. Historiadores y agentes mnemónicos: conocimiento y usos del pasado Coordinadores: Antonio Rivera (Universidad del País Vasco), Javier Gómez Calvo (Instituto Historia Social “Valentín de Foronda”), Kostis Kornetis (Universidad Carlos III, Madrid) y Javier Rodrigo (Universitat Autònoma de Barcelona) [email protected] y [email protected] Textos aceptados (16) 18.1. Álvarez Gavela, Ariadna (Universidad Complutense de Madrid), “Narradores como agentes mnemónicos: la mode rétro y el síndrome de Vichy”……………………5 18.2. Carnicero Herreros, Carlos (Instituto de Historia Social Valentín de Foronda, UPV/EHU), “El historiador como avalista del pasado. El caso del dictamen histórico sobre el 3 de marzo de 1976 en Vitoria”……………………………………………….25 18.3. Castells, Luis (Universidad del País Vasco, UPV-EHU), “Los usos interesados de la historia”………………………………………………………………………………37 18.4. Escribano, Rodrigo (Instituto Universitario de Investigación en Estudios Latinoamericanos, Universidad de Alcalá). “Memorias del viejo Imperio. Apuntes para un análisis comparativo de la Imperial History británica y el americanismo historiográfico español (1871-2012)”…………………………………………………..57 18.5. Escrivá Moscardó, Cristina y Benavides Escrivá, Víctor E. (Grupo de Investigación GIACIO, Valencia), “La semana de la infancia de 1936 y 2016”………79 1 Universidad de Castilla~La Mancha Departamento de Historia. Área de Historia Contemporánea Edificio Benjamín Palencia | Campus Universitario s/n | 02071 Albacete Email: [email protected] | www.ahistcon.org | 18.6. Fernández Gallego, Alba (Universidad Complutense de Madrid), “El Consejo Superior de Investigaciones Científicas y la (re)construcción de la historiografía en la posguerra”………………………………………………………………………………99 18.7. González, Magdalena (Grupo de investigación Élites, Notables y Pueblo, Universidad de Cádiz), “Un modelo de intervención social a través del estudio de la memoria. Una reflexión historiográfica”……………………………………..……….119 18.8. Guerrero Moreno, Rafael (Director del programa LA MEMORIA, Canal Sur Radio y Radio Andalucía Información, RTVA), “Una experiencia de divulgación periodística de la memoria histórica en Andalucía”…………………..………………131 18.9. Hernández Cervantes, Mauricio (Universidad Carlos III de Madrid), “Identidad literaria: la memoria del nacionalismo mexicano desde la construcción histórica de su narrativa”………………………………………………………...……………………155 18.10. Labiano Juangarcía, Roncesvalles (Universidad de Navarra), “La responsabilidad social del investigador. El caso de Relatos de plomo. Historia del terrorismo en Navarra (20132015)”…………………………………………………………………………………173 18.11. Lo Cascio, Paola (Instituto de Ciências Sociais, Universidade de Lisboa, ICSUL), “Fechas claves: las celebraciones de 1714 y 1914 en la construcción del discurso público en Cataluña”………………………………………………………….............191 18.12. Louzao Villar, Joseba (Universidad de Alcalá de Henares) y Molina Aparicio, Fernando (Universidad del País Vasco-Euskal Herriko Unibertsitatea), “¿La casa del padre o la casa de los hijos? El historiador en un contexto postraumático (País Vasco, 2011-2016)”…………………………………………………………………………...211 18.13. Pérez Pérez, José Antonio y Aparicio Rodríguez, Víctor (Instituto de Historia Social Valentín de Foronda), “La mirada del otro en el País Vasco. Historiadores, instituciones y víctimas de la violencia política” …………………………………….235 18.14. Pérez Baquero, Rafael (Universidad de Murcia), “El debate de los historiadores alemanes y la excepcionalidad del Holocausto. La historiografía como duelo o superación civil de la pérdida”………………………………………………………255 2 18.15. Rodríguez Serrador, Sofía, “Usos del pasado reciente. La historia como agente de manipulación y fidelización. El caso de Valladolid”…………………………………275 18.16. Vadillo Muñoz, Julián (UCM), “Un proyecto fallido. Historiadores, políticos y periodistas en el no nato Plan Integral de Memoria de Madrid”………...……………287 3 Narradores como agentes mnemónicos: la mode rétro y el síndrome de Vichy Ariadna Álvarez Gavela Universidad Complutense de Madrid “En paralelo a la historia de Vichy se ha construido otra historia, aquella de su recuerdo, de su permanencia, de su devenir después de 1944 y hasta una fecha que todavía hoy es imposible de determinar” Henri Rousso En su celebrada obra La mémoire, l’histoire, l’oubli, el filósofo y antropólogo francés Paul Ricoeur, que tanto escribió sobre la labor historiadora y su discurso1, establecía una triple categorización de la memoria siguiendo las teorías del estructuralista Tzvetan Todorov. En su tipología figuraba la denominada memoria manipulada2, resultado de un proceso de mediación sobre la memoria colectiva que atiende a fines instrumentalistas; una manipulación concertada de la memoria y del olvido que generalmente ejecutan quienes ostentan el poder. El porqué de este afán de manipulación reside, por supuesto, en el estrecho vínculo que ensambla memoria e identidad, que permite a la primera tomar parte en el proceso de creación y reivindicación de la segunda. Estas manipulaciones, según Ricoeur, se hacen posibles gracias a la intervención de un factor que se intercala entre la reivindicación de la identidad y las expresiones públicas de la memoria: la ideología, que opera distorsionando la realidad, legitimando el sistema de poder e integrando el mundo común por medio de sistemas simbólicos. La otra historia de los années noires – término con que los franceses designan el periodo temporal que abarca desde 1940 hasta 1944–, aquella de su recuerdo y de su posterior representación, es en buena medida también una historia de memorias manipuladas. Los años de la guerra fueron sombríos 1 Paul Ricoeur dedicó el primero de los tomos de su monumental Temps et récit a la configuración del tiempo en el relato histórico, donde presenta numerosas problemáticas metodológicas de la historiografía. 2 Paul RICOEUR: La mémoire, l’histoire, l’oubli, Paris, Éditions du Seuil, 2000, pp. 82-111. 5 Universidad de Castilla~La Mancha Departamento de Historia. Área de Historia Contemporánea Edificio Benjamín Palencia | Campus Universitario s/n | 02071 Albacete Email: [email protected] | www.ahistcon.org | y tumultuosos en el territorio de la metrópolis francesa, donde las luchas ideológicas y fraticidas fueron más intensas y sobre todo más traumáticas que la batalla contra el enemigo. Después de un acontecimiento de tales características, sólo cabía esperar que los grupos rivales enfrentados pugnasen por hacer primar su visión del pasado y tratasen de consagrar su memoria como la dominante. En el caso de la realidad histórica de la Segunda Guerra Mundial en Francia, el resultado fue una posterior inestabilidad exegética en torno al acontecimiento que marcó el desarrollo de la historiografía contemporánea francesa prácticamente hasta nuestros días. Dos representaciones de los sucesos de los années noires han logrado tener valor de memoria dominante en Francia. La primera, más cercana a la manipulación que busca legitimar el poder a través de la creación de una determinada identidad nacional, se consolidó en el denominado mito resistencialista, que llegaría a instituirse como memoria oficial en su versión gaullista durante el decenio de gobierno del General Charles de Gaulle (1958-1969). La acusada distancia que separaba el relato resistencialista de la realidad positiva de los años de la guerra no logró servir de dique para que ciertos historiadores franceses del momento, con Robert Aron como figura destacada a la cabeza, no sucumbiesen ellos mismos al particular uso del pasado que desde la memoria oficial se estaba instaurando. La segunda de las representaciones dominantes, por su parte, irrumpió en la sociedad francesa en 1970 de un modo considerablemente violento de mano de una moda “rétro” que, gestada desde el cine y la literatura, comenzó a revisar crítica e incesantemente los años de la guerra hasta lograr que su propia representación, que negaba el discurso resistencialista, se hiciese dominante. Esta irrupción del pasado reprimido abrió también las puertas a una historiografía más independiente de los principios impuestos por la memoria oficial. El paradigma surgido con la moda retro, esencialmente desmitificador, se mantuvo vigente durante décadas. El presente trabajo recorre ambas representaciones, o ambas memorias, haciendo hincapié en el papel que los cineastas y literatos de la mode rétro jugaron en la desmitificación del relato gaullista-resistencialista y en la consiguiente institución de una nueva representación dominante sobre los años de la guerra, ésta mucho más desinteresada que la anterior ya que nacía con el impulso de convertirse en una “cruzada por la verdad” de los années noires. Convertidos en vectores de la memoria colectiva, 6 los narradores de la moda retro abrieron el camino a trabajos historiográficos que desmentían el mito resistencialista ya desde prácticas rigurosamente científicas. Todo ello conduce a la reflexión sobre el papel de la historia en un contexto de gran democratización de la interpretación del pasado, donde los historiadores han de convivir con nuevos agentes que, trabajando principalmente desde la memoria, aportan visiones válidas y ricas del pasado, sin olvidarse tampoco de constituir el freno objetivo contra la volubilidad, subjetividad y plasticidad de la memoria. “Memory complements history, history corrects memory”3. El mito resistencialista como memoria manipulada Los años que siguieron a la Liberación estuvieron marcados por las secuelas de la guerra, cuyo radicalismo y contradicción se expresó a través de la épuration y de las posteriores amnistías. Esta etapa intermedia entre la Ocupación y la memoria del evento contiene el germen de la ambivalencia y el rivalismo que marcará las décadas siguientes, pues en ella se materializó con contundencia la tensión existente entre las páginas más oscuras de la guerra –la traición, el antisemitismo, las deportaciones, la colaboración– y los momentos más épicos –la resistencia o la propia Liberación–. En los años que siguen, la tensión se resolverá rotundamente a favor del heroísmo como herramienta para paliar el recuerdo de las yagas abiertas en los années noires. Surgirá así el primer gran narrative, la primera gran representación de la guerra, marcada por una extraña heroicidad que envuelve el relato, y por la amnesia concertada de los sucesos más comprometidos de la Ocupación. A medida que avanzan los años desde la Libération, los aspectos más dolorosos parecen quedar enterrados en el olvido, un olvido que el historiador Henri Rousso fechará entre 1954 y 19714. El recuerdo de Vichy se tornará paulatinamente menos conflictivo, no porque se hubiesen afrontado directamente sus consecuencias, sino gracias a la ayuda del establecimiento de un mito dominante, el resistencialismo (en francés, résistancialisme5), que supondrá una suerte “La memoria complementa a la historia, la historia corrige la memoria” (Traducción propia) Aleida ASSMANN: “Transformations between History and Memory”, Social Research, vol. 75, n.1, Collective Memory and Collective Identity, Spring, 2008, pp. 49-72, esp. p. 63. 4 Henri ROUSSO: Le syndrome de Vichy, de 1944 à nos jours, Paris, Éditions du Seuil, 1990, pp. 77-117. 5 El término procede de la palabra Résistance (Resistencia). Es importante diferenciarlo del término francés “résistantialisme”, forjado en el año 1947 durante los procesos de épuration en los círculos de la derecha, y rápidamente popularizado, con t en lugar de c, connotación peyorativa que designa a los 3 7 de re-invención de la propia historia con el claro objetivo de neutralizar los traumatismos derivados de aquello que era demasiado doloroso admitir para la nación. Esta nueva representación se impondrá y llegará a tener valor de memoria oficial en un proceso que la clase gobernante llevará a cabo a través de actos, conmemoraciones y discursos públicos, teniendo por señas de identidad la marginalización de aquello que fue el régimen de Vichy y la minorización de su impronta sobre la sociedad francesa; la construcción de un objeto de memoria, la “Résistance”, que supera por mucho la suma algebraica de las minorías agentes que fueron los resistentes; y la asimilación de dicha “Résistance” al conjunto de la nación, característica especialmente destacada en la versión gaullista del resistencialismo6. Por supuesto, esta memoria oficial no es de la autoría exclusiva del General de Gaulle, sino de la totalidad de una clase política que fue la encargada, consciente o inconscientemente, de vehicular esa nueva referencia fetiche, la Résistance, que terminará por convertirse en un concepto vació que se inscribe en el panteón de las virtudes nacionales, y que reporta privilegios a todos aquellos a quienes se le aplica. Los comunistas, por ejemplo, utilizarán entonces el eslogan “parti aux 75.000 fusilés”7. No obstante, será la versión gaullista del resistencialismo la que procurará un mayor calado en la memoria colectiva de la nación francesa, especialmente durante la década de 1960. Esta particular representación de los años de la guerra, que comienza a fraguarse ya en la misma Liberación con el célebre discurso del General en la plaza del Ayuntamiento de París el 25 de agosto de 19448, conocerá diferentes etapas de evolución, pero mantendrá en general una estabilidad semiótica que Henri Rousso ha resumido en su célebre Le syndrome de Vichy del siguiente modo: resistentes, résistants, para referirse especialmente a los “fanfarrones que a última hora” que, cuando ya todo estaba decicido, se unieron a la Resistencia. Supone, en realidad, un crítica a los épurateurs y al proceso de depuración. Pero deja intacto, claro, el concepto mayúsculo de Résistance. Ibid, p. 43. 6 Ibid, p. 19. 7 “Partido de los 75.000 fusilados” (Traducción propia). Ibid, p. 33. 8 “¡París! ¡París ultrajado! ¡París doblegado! ¡París martirizado! ¡Y sin embargo, París liberado! Liberado por sí mismo, liberado por su pueblo con la ayuda de las tropas de Francia, con el apoyo y la participación de toda Francia, de la Francia combativa, de la única Francia, de la Francia auténtica, de la Francia eterna” (Traducción propia). Charles DE GAULLE, Discurso del 25 de agosto de 1944, Place de l’Hôtel de Ville. Filmación recuperada de internet (http://www.ina.fr/video/I00012416) 8 Cette vision cohérente et relativement fermée sur elle-même constitue ce qu’on peut appeler le «résistancialisme gaullien», qui se définit moins comme une glorification de la Résistance (et certainement pas des résistants), que comme la célébration d’un peuple en résistance que symbolise l’homme du 18 juin, sans l’intermédiaire ni des partis, ni des mouvements, ni d’autres figures de la clandestinité. Elle tente de se superposer à la réalité autrement plus complexe et composite de l’Occupation. Son objectif inavoué était d’interpréter le passé en fonction des urgences du présent9. No se trata simplemente de organizar el olvido de la denominada guerra francofrancesa, sino de orientar también el recuerdo y de forjar una memoria oficial a la medida del gran renacimiento del país. “1964 marca el apogeo de una visión rasurante de la Ocupación, aquella de un pueblo que resiste todavía y siempre al invasor”10. Ya desde 1961 todas las escuelas y colegios de Francia habían comenzado a participar en el recién instituido “Concours national de la Résistance et de la déportation”11, para que el gesto heroico de los mayores forjase a los futuros ciudadanos. En las películas, las novelas e incluso las obras científicas la Résistance se encontraba siempre presente mientras que Vichy y la colaboración habían devenido asuntos tabúes. Y el 19 de diciembre de 1964 se celebrará con toda pompa el traslado de los restos de Jean Moulin, fundador y primer jefe de la Resistencia en suelo nacional, al Panthéon, perfecta excusa para que el General de Gaulle, en su discurso, perfilase el que sería el axioma básico, no exento de componentes ideológicos, del resistencialismo francés: “La Résistance, c’est “Esta visión coherente y relativamente cerrada sobre sí misma constituye aquello que podemos llamar el «resistencialismo gaulista», que se define menos como una glorificación de la Resistencia (y ciertamente tampoco de los resistentes), que como la celebración de un pueblo en resistencia que simboliza el hombre del 18 de junio, sin intermediación ni de partidos, ni de movimientos, ni de otras figuras de la clandestinidad. Esta visión trata de superponerse a la realidad verdaderamente más compleja y compuesta de la Ocupación. Su objetivo no declarado era el de interpretar el pasado en función de las urgencias del presente” (Traducción propia) Henri ROUSSO: Le syndrome de Vichy…, p. 32. 10 (Traducción propia) Ibid, p. 101. 11 El “Concurso Nacional de la Resistencia y la Deportación” (traducción propia) es un concurso realizado en los centro educacionales del Estado Francés que tiene por objetivo transmitir a las jóvenes generaciones la historia y la memoria de la Resistencia y la Deportación. Fue instituido oficialmente por Lucien Paye, el entonces Ministro de Educación, en 1961. 9 9 de Gaulle; de Gaulle, c’est la France; donc, la Résistance, c’est la France” 12. Así, la versión gaullista del resistencialismo promulgará la identificación entre de Gaulle y la propia Francia bajo los argumentos de que la lucha clandestina y la lucha exterior no fueron operadas sino gracias a de Gaulle, que coordinaba y unificaba además a los luchadores armados por los ejércitos aliados y a los muy diferentes grupos de la Resistencia; fue sólo gracias a él que Francia libró un único combate, estableciéndose así una unidad cuasi orgánica entre Francia y de Gaulle que permite devolver a la nación “su libertad y su grandeza”. Paralelamente se operará en la representación gaullista de los années noires una clara diferenciación entre los resistentes, como agentes históricos concretos que pertenecen al registro de lo real, a la historia tal y como se ha experimentado, y la Resistencia, que pertenece al dominio de lo inmanente, de la abstracción épica y edificante, de la historia tal y como se ha soñado. En palabras de André Malraux, Ministro del gobierno del General de Gaulle desde 1958 hasta 1959, “Après vingt ans, la Résistance est devenue un monde de limbes où la légende se mêle à l’organisation. (C’est un) sentiment profond, organique, millénaire, qui a pris depuis son accent légendaire…”13. Por otro lado, en el discurso gaullista la Resistencia es ante todo una acción militar, con lo que se evacúa la posibilidad de una guerra civil franco-francesa, ya que el ejército se bate contra un enemigo extranjero y no contra algunos traidores (prácticamente nunca evocados en el discurso), a la par que se elimina también todo el aspecto político e ideológico de la Resistencia al encontrarse unida siempre por el mismo uniforme. El mito resistencialista hizo una fuerte mella en la memoria colectiva del pueblo francés, que se acomodó plácidamente a la idea de un pasado glorioso compartido por todos. Al fin y al cabo, El modelo del honor inventado armonizaba perfectamente con el deseo grandilocuente, perceptible en las gentes de los años cincuenta, de calmar la “La Resistencia es de Gaulle ; de Gaulle es Francia ; luego la Resistencia es Francia” (traducción propia). Henri ROUSSO: Le syndrome de Vichy… pp. 100-110, esp. p. 109. 13 “Tras veinte años, la resistencia ha devenido un mundo de limbos donde la leyenda se mezcla con la organización. (Es un) sentimiento profundo, orgánico, milenario, que a tomado más tarde su acento legendario” (Traducción propia), André MALRAUX: Citado en Henri ROUSSO: Le syndrome de Vichy…, p. 110. 12 10 permanencia y la repetición de las secuelas. De ahí el relativo consenso alrededor del resistencialismo gaullista, que dejó, sin embargo, su lugar a otras memorias partisanas. La evidencia está ahí: toda una generación se acomodó a la imagen impuesta por el gaullismo, despreciando las voces discordantes que se expresaban aquí o allá14 Quienes debían haber sido quizás las principales voces críticas de esta manipulación de la realidad de los años de la guerra, los historiadores franceses, no parecían preparados para confrontar la distancia existente entre la realidad positiva de los acontecimientos de la Ocupación y la representación que corría a cargo de los poderes públicos. Su labor, muchos son los historiadores que así lo afirman, parecía en cambio haber asumido el propósito de legitimar la V República y el poder del General de Gaulle, más que el compromiso con el saber. “Au siècle dernier, en particulier en France […] l’histoire avait pour fonction essentielle de légitimer la République naissante et de forger un sentiment national, ce que Pierre Nora appelle l’ « histoire-mémoire »15 A la cabeza de esta historiografía incapaz de ofrecer una imagen verdaderamente crítica de Vichy se encontraba Robert Aron, cuya obra de 1954 Histoire de Vichy, 1940.194416 contenía la visión dominante en torno a los años de la Ocupación. La tesis de Aron, que se mantendría vigente hasta la década los setenta, sostenía que Vichy servía al propósito práctico de conformar un refugio frente a las atrocidades alemanas. Sostenía además la hipótesis del “doble juego”, que consistía en afirmar que el Régimen contaba con dos cabezas: la de Pierre Laval, de un lado, quién según Aron tenía verdadero interés en establecer una alianza con Alemania, y la de Pétain, por el otro, cuyo principal objetivo era el de salvaguardar Francia hasta que la guerra hubiese terminado. Vichy se regía, de este modo, entre la tensión propiciada por los dos polos de este “doble juego”. Si como (Traducción propia) Henri ROUSSO: Le syndrome de Vichy…, p. 117. “Durante el último siglo, particularmente en Francia […] la historia tenía por función esencial legitimar la República naciente y forjar un sentimiento nacional, eso que Pierre Nora ha denominado la ‘historiamemoria’” (Traducción propia) Ibid, pp. 11-12 16 Robert ARON, Histoire de Vichy, 1940-1944, Paris, Librairie Arthème Fayard, 1954. 14 15 11 afirma Henri Rousso “l’historien, professionnel ou occasionnel, est toujours tributaire de son temps et de son époque”17, no puede negarse que Robert Aron no hacía sino recoger o tratar de fundamentar científicamente un paradigma, el de la expiación de la culpa del Mariscal Pétain, que estaba presente en la vida pública francesa desde finales de los años cuarenta. El propio Charles de Gaulle había comenzado a distanciarse de la tesis de la culpabilidad del Mariscal y a promulgar públicamente la supuesta falta de voluntad en su colaboración, actuaciones que tendrían por corolario la metáfora de las dos cuerdas del arco, surgida de los círculos gaullistas, concretamente del coronel Rémy con la publicación en abril de 1951, en el semanario Carrefour, de un artículo que buscaba que gaullistas y pétainistas se tendiesen la mano: “Souvenez-vous qu’il faut que la France ait toujours deux cordes à son arc. En juin 1940, il lui fallait la ‘corde’ Pétain aussi bien que la ‘corde’ de Gaulle”18 No es de extrañar, en este contexto, que la historiografía francesa del momento no supiera apreciar la rigurosidad científica, la lucidez y la veracidad del estudio llevado a cabo por el historiador americano Robert O. Paxton –que años después se consagraría como uno de los mayores especialistas en los años de la Ocupación–, y que condenase al más absoluto ostracismo su obra Parades and Politics at Vichy: The French Officer Corps Under Marshal Pétain19, que ni siquiera llegó a ser traducida al francés, con lo que su recepción fue nula. La completa indiferencia de la comunidad académica francesa frente a su trabajo puede achacarse en parte a su condición de extranjero, un factor que en el momento jugaba en su contra, pero sin duda se debía especialmente a que la asentada hipótesis del “doble juego” era incapaz de asumir la propuesta de Paxton, según la cual el Mariscal Pétain era tan colaboracionista como Laval, y como este último había querido su parte en el nuevo Orden Europeo promulgado por Hitler. Muy diferente sería la posterior recepción de Vichy France: Old Guard and New Order (New York, 1972), que causó una suerte de conmoción entre la comunidad académica francesa con su traducción en 1973, bajo el título de La France de Vichy, pues como “El historiador, profesional u ocasional, es siempre tributario de su tiempo y de su época” (Traducción propia) Henri ROUSSO: Le syndrome de Vichy…, p. 12 18 “Recuerden que es necesario que Francia tenga siempre dos cuerdas en su arco. En junio de 1949,hacía falta la cuerda Pétain tanto como la cuerda de Gaulle” (Traducción propia) Gilbert RENAULT: Citado en Henri ROUSSO: Le syndrome de Vichy…, p. 49. En torno al “affair Remy” y el resurgimiento del pétainismo en la Francia de los años ciencuanta, véase Ibid, pp. 48-59. 19 Robert O. PAXTON: Parades and Politics at Vichy: The French Officer Corps Under Marshal Pétain, Princeton, NJ, 1966. 17 12 veremos, la Francia de la inaugurada década de los setenta era considerablemente diferente a aquella con la que había topado el americano en 196620. Una moda retro: La desmitificación operada desde el cine y la literatura A comienzos de la década de los setenta, y tras más de un decenio de régimen gaullista, tuvo lugar entre la juventud francesa un fenómeno que posteriormente se conocería como “moda retro” y que supuso un completo viraje en la relación de los franceses con su pasado; concretamente, con el pasado de la Ocupación. Esta mode rétro garantizará el retorno de todas aquellas visiones de la guerra que habían sido reprimidas y de todos los asuntos que se habían convertido en tabúes públicos tras las sucesivas amnesias que el relato resistencialista había facilitado. Aunque se gestara en los ámbitos cinematográfico y literario, este resurgir de los años de la guerra debe pensarse como un proceso de carácter sociológico más que como una corriente literaria o cultural al uso, ya que no va acompañado de la conformación de ningún grupúsculos cultural consciente, ni existe ningún programa de intenciones compartido entre sus representantes. Si se puede señalar, no obstante, una causa o impronta común, que acertadamente apuntó el filósofo Michel Foucault en una entrevista, en 1974, para Cahiers du Cinema21 cuando le preguntaron cuál era en su opinión la causa del auge de producciones que de una manera u otra volvían sobre los tiempos de la Ocupación, y que parecían denotar la reaparición de algo anteriormente prohibido o reprimido, a lo que respondió que se debía sin duda al hecho de que la historia de la guerra y de todo aquello que sucedió en torno a la misma nunca había sido realmente narrado por nadie externo a las fuentes oficiales. Por otro lado, es innegable que el contexto histórico-político de los primeros años setenta se avenía muy bien con la motivación de relectura de la moda retro. En mayo de 1968 toda una generación había tomado las calles para clamar brutalmente su descontento frente a una determinada sociedad e, implícitamente, frente a una determinada visión de la historia; no hay que olvidar que el sesentayochismo inscribe su 20 Para más información sobre la recepción de los trabajos de Robert O. Paxton en Francia, véase Moshik TEMKIN: “«Avec un certain malaise»: The Paxtonian Trauma in France, 1973-74”, Journal of Contemporary History, Vol. 38, No. 1, (Apr. 2003), pp. 291-306. 21 Michel FOUCAULT: Foucault lives. Collected interviews, 1961-1984¸ s.l., The MIT press, 1966, pp. 89-90. Citado en Laura Catherine FROST: Sex Drives. Fantasies of fascism in literary modernism, USA, Cornell University Press, 2002 IDEM, p. 151. 13 ámbito de acción principalmente en el dominio de la representación, más que en el del propio poder, y que el relato gaullista nunca había terminado de calar en esta joven generación porque lo sentían, precisamente, como un artificio. En abril de 1969 el General de Gaulle había dado su adiós definitivo a la escena política, dejando en su lugar a Georges Pompidou, y el 9 de noviembre de ese mismo año moriría, en palabras de Henri Rousso, “abandonando a los franceses ante su álbum de recuerdos repentinamente anticuado”22. Con la muerte del que fuera el gran garante del consenso nacional darán comienzo la desintegración y el colapso de numerosos mitos, y en los años siguientes, la nostalgia de “le bon temps” lo invadirá todo. Perecerá el pasado idealizado de una Francia fuerte e impasible, de un país unido que ha dejado, en cambio, ya en el 1971, a una población “incapable de retrouver le fil de son histoire, travaillée par le remords d’être inégale à son rêve héroïque”23. Esta yuxtaposición de elementos funcionará como un explosivo de efecto retardado que precisará únicamente de un suceso desencadenante para hacer que la estabilidad salte por los aires. La fecha y la causa de la explosión es clara: habrá que esperar hasta 1971, con la proyección en Francia del filme documental Le Chagrin et la pitié (1969), realizado por Marcel Ophuls en colaboración con André Harris y Alain de Sédouy. Lo cierto es que hacía ya años que numerosos autores y realizadores habían comenzado a recrear textos y escenarios donde la acción se situaba entre 1940 y 1944, pero ninguna de sus producciones había logrado incendiar el panorama social tanto como lo hizo Le chagrin, que demuestra que para llegar a formar parte del capital cultural de una comunidad las condiciones de recepción son, en muchas ocasiones, el factor decisivo. Parte del éxito cosechado por el film de Ophuls se debió al intento por parte de los poderes de frenar la su recepción, que derivaría en un conflicto entre los realizadores y la televisión del estado que duraría desde 1971 hasta 1981 y que provocó que se dedicase una atención desmesurada a la película. Guardianes de la memoria oficial, gobierno y televisión buscaron a toda prisa contener la ola desatada por el herético film, pero la censura tuvo el efecto contrario dando a conocer la fragilidad del (Traducción propia) Henri ROUSSO: Le syndrome de Vichy…, pp. 228-121, esp. p. 118. “Incapaz de reencontrar el hilo de su historia, trabajada con el remordimiento de ser desigual respecto a su sueño de heroísmo” (Traducción propia) Paul THIBAUD: “Du sel sur nos plaines”, Espirit, 5, (mai 1981), à propos de L’ideologie française, de Bernard-Henri Lévy. Citado en Henri ROUSSO: Le syndrome de Vichy…, p. 120. 22 23 14 mito oficial, del matrimonio idílico entre Francia, de Gaulle y la Resistencia que es el objeto de la crítica del film. Entre 1974 y 1981 las resurgencias del recuerdo y los fantasmas de los años negros fueron tales que la censura llegó incluso a beneficiar a sus adversarios (los socialistas en 1981, dejando que el film se emitiera en televisión, dieron la impresión de no tener nada que ocultar). La originalidad formal del filme realizado por Ophuls también contribuyó a su excepcional recepción, pues por vez primera se pondrían en uso recursos fílmicos que el posterior cine documental asumiría con contundencia. Además puede decirse que le Chagrin fue la primera película no ya sobre la historia, sino sobre la memoria de la Ocupación, ya que ponía en práctica recursos como el de otorgar un rol preponderante a los testimonios o un gran protagonismo a lo cotidiano, y aceptaba la contradicción dentro de los diferentes testimonios que se recogen en el documental sin someter todo su discurso en pos de la racionalidad de la acción. Los autores, de hecho, enfocan sus proyectores no sobre los años cuarenta, sino sobre el fin de los años sesenta, tras un decenio de régimen gaullista. “Para nosotros, en efecto, el interés estaba en confrontar la realidad histórica –con todo lo que tiene de borroso– con los recuerdos de la gente de hoy”24. Si no fuese por esta condición, es probable que la recepción del filme y su capacidad de incidir en la memoria colectiva no hubiese sido tan destacada. Gracias a todos estos condicionantes, el filme de Ophuls se convirtió en una vasta empresa desmitificadora del discurso resistencialista que logró poner de relieve aspectos de los années noires que posteriormente la historiografía se ocuparía de sustentar no ya desde la memoria, sino desde la historia. La película desvelaba con sus testimonios mnemónicos que el ocupante alemán había jugado un rol en cierta medida modesto dentro de la Francia de Vichy, que al menos en noviembre de 1942 no estaba condicionada permanentemente y en todos sus dominios por la presencia alemana, y que sus leyes, acciones y proyectos obedecían a una lógica interna propia de la historia política e ideológica de Francia. Sacó también a la luz la cuestión del antisemitismo francés a la par que ofrecía una visión de la colaboración hasta entonces inusitada resaltando el compromiso de muchos colaboradores que, lejos de ser simplemente traidores, actuaron por elección política e ideológica. Se demostraba así la 24 (Traducción propia) Marcel OPHULS: Entrevista con Gilbert Salachas, Téléciné, n. spécial consacré au Chagrin, juillet 1971, p. 31. Citado en Henri ROUSSO: Le syndrome de Vichy…, p. 134. 15 obsolescencia de las categorías de “buenos” y “malos”, frente a las que se imponían aquellos que habían escogido, con toda consciencia, el campo del fascismo y del nazismo, y aquellos que en cambio habían aceptado morir por una determinada idea de Francia, la de la democracia y la República. El filme recuerda, en resumidas cuentas, que el país estaba traspasado por una fractura y que la Segunda Guerra Mundial no fue tanto una guerra entre naciones como una guerra ideológica. Por añadidura, la resistencia perdía también su carácter exclusivamente patriótico, y pasaba a comprenderse como un compromiso político en el que los dos grandes componentes de la resistencia, comunistas y gaullistas, aparecían notablemente distanciados25. La explosión resulta entonces incontenible. Incuantificables producciones de todos los géneros comenzarán a partir de 1971 a revisar críticamente la representación gaullista-resistencialista de los años cuarenta. Muchas de ellas seguirán la estela de Ophuls, la de la ‘desmitificación desde arriba’, que consiste en demoler la posición privilegiada de la resistencia tratando de ensuciar su imagen. Las principales aportaciones de esta tendencia a la caída del relato oficial serían la denuncia de los crímenes e injusticias provocados durante la Liberación, la condena del modo en que la Resistencia fue explotada tras la guerra, la asunción de que eran pocos los resistentes activos, el reconocimiento de la deuda con los aliados y, sobre todo, la constatación de que la mayor parte de la sociedad civil francesa no estaba comprometida con ninguna causa ideológica más que con la de los victoriosos. La mayoría de estas propuestas coincidían además en inculpar a Charles de Gaulle como el principal artífice del mito26. Representantes de esta estela son Micheline Blood con Les Annés doubles (1974), donde corregía lo que ella juzgaba como algunos errores de Le Chagrin; Alphonse Boudard con su novela Les Combattants du petit bonheur, de 1977, que denuncia a través de la ficción los casos de traficantes y gestapistas que durante la Liberación de París se sumaron a la resistencia en un intento de última hora por salvar en cuello que a muchos de ellos les resultó exitoso; Brigitte Friang, que había formado parte de la Resistencia y desde sus propias vivencias criticaba en Comme un verger avant l’hiver (1978) las triquiñuelas sucedidas dentro de la misma; o Pierre Daninos con su obra La Henri ROUSSO: Le syndrome de Vichy…, pp. 121-149. Alan I. MORRIS: The German Occupation in recent French Fiction: An Analysis of the Literary “Mode Rétro”, Tesis doctoral, University of St. Andrews, 1985, pp. 54-60. 25 26 16 Composition d’histoire (1979), que se ocupará no únicamente los años de la Ocupación, sino también de la Historia en general. Dentro de esta categoría figuran también los hijos del genocidio, la represión y el antisemitismo, representados por Joseph Joffo (Un sac de billes, 1973) y los cineastas Michel Drach y Michel Mitrani. Esta desmitificación centrada en la crítica de la resistencia, “where an overrepugnant interpretation of events replaces an over-flattering one”27 y que era sin duda necesaria aunque también insuficiente, conocerá su contrapunto de mano del cineasta Louis Malle y el escritor Patrick Modiano, que colaborarán en la película Lacombe Lucien estrenada en 1974. Este filme, que cosechó un notable éxito en la crítica y el público, atentará contra la maniquea visión de la colaboración, tan mitificada y ficcionalizada como su enemiga, de manera que el péndulo que se había inclinado excesivamente hacía un extremo comenzará así a retornar una posición central más cercana a aquello que habría de ser la verdad. Lucien, el protagonista del film, es un héroe marcado por la ambigüedad que entra en la Gestapo francesa sólo a causa de haber visto frustrado su intento de unirse a la Resistencia. No hay compromiso ideológico alguno en su decisión, tan solo arbitrariedad y un cierto dejarse arrastrar por las circunstancias. Patrick Modiano, por su parte, ya había trazado un protagonista de evidentes similitudes en su novela de 1969 La ronde de nuit: Swing Trobadour, un joven arrollado por las circunstancias que, sin tener un especial don para la maldad, termina convertido en agente doble, trabajando a la vez para un grupo colaboracionista que emula a la banda Bonny-Laffont de la rue Lauriston y para la Resistencia. Tanto Swing Trobadour como Lucien ponen el énfasis en el importante peso que el azar ha tenido en la elección de su destino; ambos son héroes ambiguos que borran las fronteras entre el bien y el mal, lo moral y lo inmoral, la Resistencia y la colaboración. Desde estas visiones lo único que diferenciaba al héroe del traidor era la suerte que había sufrido; la Resistencia y la colaboración quedaban entonces separadas tan solo por un finísimo hilo. Esta apelación al azaroso destino fue un eficaz medio de desmitificación que desbancar al colaboracionismo del pedestal en que se hallaba situado, del mismo modo que otros bajaron a la resistencia del suyo. Por otro lado, juzgada desde la distancia la postura de Malle, tanto como la de Modiano, no puede dejar de recordar a “Donde una visión demasiado repugnante de los eventos reemplaza a otra demasiado halagadora” (Traducción propia) Ibid, p. 54. 27 17 aquella agudísima apreciación que Hannah Arendt esbozó en Eichmann en Jerusalén: que la naturaleza del mal en el siglo XX, y especialmente en la Segunda Guerra Mundial, está marcada precisamente por su banalidad. Malle y Modiano lograron complementar la ‘desmitificación desde arriba’ con la ‘desmitificación desde abajo’, donde los motivos de los colaboracionistas se revelaban tan variables, faltos de coherencia y desideologizados como los de los resistentes. Por esta vertiente transitarán también los llamados “enfants de la collaboration”28, jóvenes a la búsqueda de la imagen perdida de unos padres a los que se niegan a odiar, que escriben para reconstruir sus historias y para deshacerse del rol que les había impuesto el mito de la resistencia. Lo que propondrá esta nueva desmitificación es que hayan sido cuales hayan sido los crímenes de los colaboradores, sea cual sea la opinión que hayan causado, no pueden permanecer indefinidamente en el olvido porque son parte del patrimonio nacional y deben por ello serlo también de la memoria colectiva. Repasando sus manifestaciones se constata cómo la mode rétro construye su discurso representacional desde la memoria; una memoria se encuentra en continua construcción, que acepta la individualidad como medio de conocimiento y que no trata de sobreponerse a la focalización subjetiva de la que emana. La objetividad y la cientificidad requeridas en el discurso histórico son extrañas este tipo de propuestas, que no buscan tanto la verdad positiva del acontecimiento histórico –si bien aspiran a acercarse a ella– como la construcción de una imagen verosímil, de un nuevo modo de representar los acontecimientos. De ello se deriva la imposibilidad de acudir a la moda retro en busca de exactitud histórica, lo que no quiere decir que no constituya una herramienta fundamental en el estudio de los usos sociales del pasado, y de la permanencia de las huellas de un acontecimiento histórico, de la imagen que existe todavía aunque no exista ya el suceso que la engendró. Si bien es cierto que se le presupone a la memoria cierto compromiso con la referencialidad en la medida en que está tratando de actualizar un momento pasado trayéndolo al presente, no se le exigen rigurosas condiciones de cientificidad. Esto le permite, especialmente cuando se reviste de ficción, dedicarse al libre juego de la evocación de los afectos, de las sensaciones 28 Ejemplos de esta particular narrativa son La Guerre á neuf ans (1971) de Pascal Jardin, el hijo del director de gabinete de Pierre Laval; Les Lauriers du lac de constance (1974) escrita por Marie Chaix; o la más tardía La Rive allemande de ma mémoire (1980) de Evelyne Le Garrec. 18 evanescentes o de la recreación estetizada de ambientes. Convertidos los narradores, sean literarios o cinematográficos, en agentes mnemónicos, son capaces de someter a los protagonistas de acontecimientos históricos a una fragilización ontológica que los muestra no como agentes históricos, sino como individuos que sufren, padecen y experimentan el mundo. Y tienen también en sus manos la posibilidad, pues al fin y al cabo es lo que constata la mode rétro, de dar voz a aquellos individuos cuyo testimonio había sido silenciado, bien recogiéndolo documentalmente, bien recreándolo desde la ficción. La mode rétro, por tanto, interesa desde una doble perspectiva. Por un lado, en la medida en que desvela la existencia de una historia de las representaciones de Vichy, historia en la que ella misma es una agente activo al desvelar y tratar de destruir la representación anterior para instaurar la suya propia. Por supuesto, sería un error buscar en ella la verdad histórica; sus errores son numerosos: Le Chagrin ofrece una imagen demasiado poco halagadora del sur de Francia, una imagen desigual que se refleja ya en la propia selección de sus entrevistados –nada se dice, por ejemplo, de las muestras de solidaridad con la población judía, y la imagen desolada y terrible que se muestra de la Francia de la Ocupación peca de cierta deformación voluntaria–; a los enfants de la collaboration no se les puede presuponer objetividad alguna en sus relatos; en el caso de las novelas de Patrick Modiano, si bien en cierto que existen ya numerosos estudios que confirman y exploran la equivalencia entre sus personajes y escenarios y determinados entornos y figuras destacadas de la milieu colaboracionista parisina, lo cierto es que todos ellos son sometidos a un fuerte grado de ficcionalización que no permite tomar sus narraciones como documento, y ni siquiera como fidedigno retrato de lo sucedido. Sin embargo, sí pueden tomarse estas representaciones como medio para conocer la pervivencia del suceso histórico, si bien nunca la realidad del mismo. En segundo lugar, la mode rétro articula todos los condicionantes de su tiempo para abrirlo a la relectura de un pasado hasta entonces hermético, una relectura que no es exclusivista al no ejecutarse con los condicionantes de la memoria manipulada. La moda de lo retro no atiende a fines instrumenstalistas sino a la pulsión de confrontar un mito artificioso, el del resistencialismo, con las memorias individuales que lo negaban por doquier, siendo no obstante siempre silenciadas por los poderes. El resultado de su aparición fue un generalizado ambiente de revisión del pasado que se extendió, desde la 19 literatura y el cine, a muchas otras disciplinas, entre ellas la Historia, que habrían de jugar un papel igualmente esencial en “la cruzada por la verdad” de los années noires. 1974. Trois ans après le Chagrin, la France est de nouveau «occupée»: des films, des livres, des disques, des reportages et des croix gammées à la une des journaux. C’est le temps d’une mode dit «rétro», dénomination en apparence anodine, puisque n’importe quelle nostalgie du passé pourrait revendiquer l’épithète. Vogue innocente et superficielle? Voire. Elle s’impose avec trop d’excès pour ne mériter qu’une attention distraite. Elle constitue au contraire le troisième volet du miroir brisé, exprimant de la manière la plus désordonnée le retour du refoulé29 El necesario relevo de la Historia La Historia entendida como ciencia histórica, como historiografía, no tardó en tomar el relevo a los narradores mnemónicos dando comienzo a su propia revisión de los años cuarenta, trabajando también desde este nuevo paradigma que daba por terminada la visión resistencialista de Vichy, pero corrigiendo a su vez los excesos de la memoria desde una metodología científica y más objetiva que logró alumbrar con más certeza la realidad de los tiempos de Vichy. El primer hecho reseñable a este respecto fue la aparición en 1973 de La France de Vichy, una edición traducida del que entonces era el trabajo más reciente de Robert O. Paxton, Vichy France: Old Guard and New Order (1972) que en buena medida era el desarrollo de aquellas semillas que había plantado en su Parades and Politics at Vichy de 1966 que la academia francesa había ignorado. Esta nueva investigación de Paxton, apareciendo ahora en el momento adecuado –tras el lanzamiento y la censura televisiva de Le Chagrin y en plena revuelta de la mode retro– una fuerte conmoción entre la comunidad académica francesa del momento. “Paxton did what no French historian had done before (but which Eberhard Jächel had done) – he took a look at what the German (Traducción propia) “1974. Tres años después de Le Chagrin, Francia se encuentra de nuevo “ocupada”: películas, libros, registros, informes y esvásticas en los titulares. Es el tiempo de una moda llamada "retro", denominación aparentemente trivial, ya que cualquier nostalgia podría reclamar el epíteto. ¿Corriente inocente y superficial? Es posible. Pero se impone con demasiado exceso como para no merecer más que una atención distraída. Muy al contrario, constituye el tercer componente de la ruptura del espejo, expresando del modo más desordenado el retorno de lo reprimido" Henri ROUSSO: Le syndrome de Vichy…, p. 149. 29 20 records had to say. The result, to some, was a misleading view of the French leadership as seen through nazi eyes”30. Las críticas a Paxton se sucedieron en los meses siguientes a la recepción de la obra –no sólo se le achacaba haber obviado las fuentes francesas para centrarse en las alemanas, lo que mostraba una imagen deformada e irreal, sino también el mismo hecho de no ser francés, que a juicio de algunos historiadores le impedía una verdadera comprensión del periodo de Vichy, a lo que Paxton alegaba, por su parte, que los franceses se mostraban incapaces de asumir su tortuoso pasado 31– y contribuyeron a avivar las revisiones de los historiadores franceses. Otros siguieron prontamente el camino abierto, y la década de los setenta produjo una oleada de interés en los années noires en la historiografía francesa impulsada por el trabajo de Paxton. Conviene destacar el estudio que Pascal Ory publicó en 1976 bajo el título de Les Collaborauteurs 1940-1945, que seguía la estela abierta por Le Chagrin et la pitié asestando un nuevo golpe al mito resistencialista. Según Ory, el resistencialismo establecido había procurado una imagen satanizada de los colaboradores que se debía a una vulgarización histórica, ya que el régimen de Vichy había disfrutado de un amplio soporte en la Francia de 1940. Por su parte, Jean Pierre Azéma culpaba también a los comunistas de haber querido presentar, junto a los gaullistas, la imagen universal de una Francia resistente, dirigida, en la versión comunista, por la clase obrera, y en la gaullista por el propio General de Gaulle32. Posteriormente Pierre Labori, Richard Bernstein e incluso Tony Judt se sumarían a cartografiar el pasado francés de la Segunda Guerra Mundial33. Pero si hay un trabajo que merece ser destacado es sin duda Le Syndrome de Vichy, de 1944 à nos jours, del historiador Henri Rousso, publicado en 1987, que constituye la primera ‘historia de la memoria’ de Vichy. Heredando muchas de las teorías de Pierre Nora, Rousso importará para la historiografía conceptos del psicoanálisis y postulará, en esta obra que cambiaría para siempre el estudio de los años de la Ocupación, la existencia de una suerte de trauma colectivo que explicaría los “Paxton hizo aquello que ningún historiador francés había hecho antes (aunque Eberhard Jächel lo había hecho) – echar un vistazo a lo que los archivos alemanes tenían que decir. El resultado, para algunos, fue una visión deformada del liderazgo francés desde la mirada nazi” (Traducción propia) Moshik TEMKIN: “«Avec un certain malaise»… ”, p. 296. 31 Ibid, p. 298-9 32 Jean-Pierre AZÉMA: From Munich to the Liberation 1938-1944, Cambridge, s.e., 1984. Citado en Bertram M. GORDON: “The ‘Vichy Syndrome’ Problem in History”, French Historical Studies, 19, 2, (Fall 1995), pp. 495-518, esp. p. 501. 33 Bertram M. GORDON: “The ‘Vichy Syndrome’ Problem in History”…, p. 503. 30 21 enrarecidos usos del pasado que tuvieron lugar en Francia a partir de 1944. Junto con Alan Morris, cuyo trabajo ya ha aparecido aquí referenciado, sería el primer estudioso de la mode rétro, planteando así la que sería una cuestión esencial para el debate sobre la tarea del historiador en un contexto en que la interpretación del pasado se ha democratizado. Debía comprender por qué un periodo tan breve y trágico conservaba aún tanta actualidad, cuarenta o cincuenta años después. En definitiva, tenía que esclarecer una pregunta importante: ¿Es posible la historia del tiempo presente pese a la falta de distancia y a la presencia de actores y testigos aún presentes, cuya memoria, palabra y por ende representaciones propuestas, impregnan el entorno en el que trabaja el historiador? […] El enfoque de Le Syndrome, que no fui el primero ni el único en adoptar, aporta una primera respuesta: para comprender una época, un acontecimiento importante, el historiador debe estudiar sus diversas representaciones no sólo en la historiografía, es decir, en sus predecesores, sino a la vez en el plano de toda la sociedad34 El caso concreto de la mode rétro, donde fueron los agentes puramente mnemónicos quienes comienzaron a promulgar una nueva interpretación del pasado, supuso en buena medida un adelanto a lo que ya en la década de los noventa constituiría la norma general con disciplinas como la mnemohistoria, que surgirá especialmente a partir de 1989, cuando los historiadores tuvieron que comenzar a lidiar con la revelación de memorias congeladas y la apertura de archivos, así como con el fuerte impacto causado por las memorias vivas, ya que tanto memoria como historia habían saltado al debate público35. Tras un largo periodo de polarización, memoria e historia comenzaron a considerarse complementarias, de manera que cada una aporta algo que la otra no puede suplir. La memoria revela qué se conoce del pasado en el presente, y cuáles son los usos que se hace de aquel. A cambio es voluble, manipulable, afectiva y abierta a transformaciones. La historia, en cambio, Henri ROUSSO: “Para una historia de la memoria colectiva: El post-Vichy”, Aletheia, vol. 3, n. 5, 2012. Recuperado de internet (http://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar/art_revistas/pr.5463/pr.5463.pdf), p. 2. 35 Aleida ASSMANN: “Transformations between History and Memory”…, pp. 49-72 34 22 es una construcción siempre problemática e incompleta de aquello que ha dejado de existir, pero que dejó rastros. A partir de esos rastros, controlados, entrecruzados, comparados, el historiador trata de reconstituir lo que pudo pasar y, sobre todo, integrar esos hechos en un conjunto explicativo36 Exige por tanto análisis y discurso crítico, y aunque dependa en cierta medida de la memoria por su testimonio experiencial y oral, además de por sus criterios de significado y relevancia, aquella requiere de la disciplina historiográfica su verificación y subsanación. Tan solo tras un relevo historiográfico en los caminos abiertos por los agentes mnemónicos procura un conocimiento que aspira a la permanencia y la verosimilitud. En el caso de la Francia de Vichy, fue necesario esperar más de cuatro décadas para que la historiografía, habiendo tomado la distancia necesaria, pudiese independizarse y asumir plenamente la actitud científica que implica su labor. Pierre NORA: “No hay que confundir memoria con historia, dijo Pierre Nora”, Entrevista de Luisa Corradini a Pierre Nora, La Nación, 15 de marzo de 2006. Recuperado de internet (http://www.lanacion.com.ar/788817-no-hay-que-confundir-memoria-con-historia-dijo-pierre-nora) 36 23 El historiador como avalista del pasado. El caso del dictamen histórico sobre el 3 de marzo de 1976 en Vitoria Carlos Carnicero Herreros Instituto de Historia Social Valentín de Foronda (UPV/EHU) Los aniversarios de los acontecimientos históricos suelen traer consigo una repentina fiebre por redescubrir los mismos o por conocer algo más sobre ellos. También, al menos en los actuales tiempos donde los medios de comunicación de masas precisan de contenidos, suelen ser una buena oportunidad para llenar páginas de periódicos o minutos en programas de radio o televisión. Tales fechas, por tanto, constituyen una buena oportunidad de trabajo para los historiadores, que pueden pasar a tener un inusitado y poco frecuente protagonismo cuando se decide recurrir a ellos para llenar las ganas de saber y los contenidos precisados. Aunque resultaría sorprendente recurrir a un filósofo para hablar sobre física cuántica, o a un biólogo sobre literatura del siglo de oro español, no parece resultar nada extraño que casi cualquiera comience a disertar sobre Historia. Las justificaciones para ello no suelen ir más allá, en el mejor de los casos, de la afirmación de haber sido más o menos testigo directo del hecho o hechos que se relatan, o de haber sido depositario de algún tipo de información relevante sobre el mismo por parte de algún testigo directo o protagonista. Sin menospreciar la valía de las informaciones aportadas por estos relatores de la Historia ajenos a la formación y método del historiador, los instruidos en la disciplina de Clío sabemos bien que se necesita mucho más para acercarse con objetividad a los hechos del pasado y tratar de aproximarse a su conocimiento más exacto que el ser una fuente más o menos directa de lo sucedido. Es por ello que, en las ocasiones donde se recurre al historiador como perito de los hechos históricos, se está haciendo lo lógico y correcto, en la misma medida que para la realización del proyecto y planos de una construcción se ha de recurrir a la sapiencia de un arquitecto. 25 Universidad de Castilla~La Mancha Departamento de Historia. Área de Historia Contemporánea Edificio Benjamín Palencia | Campus Universitario s/n | 02071 Albacete Email: [email protected] | www.ahistcon.org | Esta pequeña reflexión reivindicativa trata de poner de manifiesto la, en numerosas ocasiones, sorprendente ausencia de historiadores cuando se tratan cuestiones referidas a su campo de conocimiento, al menos en los medios de comunicación, pero también en otros ámbitos. Afortunadamente, en los últimos tiempos, por lo menos en el País Vasco, se ha ido contando con los profesionales de la Historia desde las instituciones públicas para ocuparse de trasladar la pertinente información que sobre los hechos del pasado ha sido objeto de interés. Fundamentalmente, en lo referente a la Historia Contemporánea, han tenido que ver con diversos aspectos de la dictadura franquista, la Transición y el terrorismo, que han pasado a atraer la atención política y que han requerido del análisis de expertos que asesoraran sobre diversas cuestiones, al ser especialistas en esas épocas de la Historia. Especial impulso han recibido estas actuaciones, en el conjunto de España, a partir de las políticas para la memoria histórica y de su Ley, impulsadas y aprobadas por el gobierno socialista encabezado por José Luis Rodríguez Zapatero, a partir del año 20062007. Todo ello ha ido consiguiendo que los historiadores y, en concreto, los especialistas en Historia Contemporánea, efemérides aparte, hayamos adquirido una cierta relevancia social y presencia mediática que antes nos era negada. Esto no quiere decir que el objetivo de nuestro trabajo sea conseguir tal notoriedad, pero sí que lo es el que nuestro trabajo sea de público conocimiento, para así cumplir una cierta función pública y social, sin la cual, los resultados de nuestras investigaciones no alcanzarían la plenitud de su sentido. En esta comunicación se expondrá la experiencia vivida por quien redacta la misma, en torno a la elaboración de un dictamen histórico sobre los hechos del 3 de marzo de 1976 en Vitoria –cuando la policía armada desalojaba por la fuerza una asamblea de trabajadores en huelga que se celebraba en una iglesia del barrio obrero de Zaramaga, con el resultado final de 5 muertos y centenares de heridos de diversa consideración-1, que fue realizado para la Asociación de Víctimas y Familiares de 1 El objetivo de la presente comunicación no es entrar en detalle sobre aquellos hechos más allá de lo imprescindible para la adecuada explicación del objetivo pretendido por la misma. Por lo tanto remitimos a la diversa bibliografía sobre aquellos acontecimientos para tener un conocimiento mayor. Entre la misma cabe destacar: Carlos CARNICERO HERREROS: La ciudad donde nunca pasa nada. Vitoria, 3 de marzo de 1976, Vitoria-Gasteiz, Gobierno Vasco, 2009; José Antonio ABASOLO: Vitoria, 3 de marzo. Metamorfosis de una ciudad, Vitoria-Gasteiz, Diputación Foral de Álava, 1987; Arturo VAL DEL OLMO: 3 de marzo. Una lucha inacabada, Vitoria-Gasteiz, Fundación Federico Engels, 2004; Mariano 26 Víctimas del 3 de marzo por parte del Instituto de Historia Social Valentín de Foronda de la Universidad del País Vasco (UPV/EHU). Aquel trabajo comenzó tras el encargo del Gobierno Vasco a la UPV/EHU para que llevara a cabo una investigación que pudiera, en su caso, avalar académicamente la solicitud de justicia que iba a presentar ante diversas instituciones nacionales e internacionales la Asociación. Por lo tanto, no se trató de un encargo con motivo de un gran aniversario de los hechos, aunque en el año 2006, en el que se cumplía el 30 aniversario de los sucesos, el trabajo realizado previamente pasó a tener notable relevancia social y mediática, al menos en la capital alavesa. El Departamento de Justicia, Empleo y Seguridad Social del Gobierno Vasco, a través de su Dirección de Derechos Humanos, concedió una subvención económica para que la Asociación de Victimas pudiera encargar un estudio académico y su correspondiente dictamen tras la investigación. Con buen criterio se pensó que el mejor aval para tal menester podría aportarlo alguna institución encargada de la investigación histórica que perteneciera a la universidad y, preferiblemente, que estuviera especializada en la Historia de la provincia de Álava y su capital. Finalmente el estudio quedó encargado al Instituto Valentín de Foronda, quien ya contaba con buena parte de los mejores estudios de Historia contemporánea sobre Vitoria y su provincia, contando entre sus miembros con importantes profesores e investigadores del Departamento de Historia Contemporánea de la UPV/EHU, especialmente entre los especializados en Álava. El proyecto fue asumido por el entonces Director del Instituto, Javier Ugarte, y fue encargada su coordinación a José Antonio Pérez, especialista en estudios sobre el movimiento obrero en el País Vasco durante el franquismo y tardofranquismo. Para las labores de compilación de la documentación y fuentes necesarias para el estudio se pensó en quien escribe estas líneas. El reto inicial era conseguir documentación novedosa y relevante sobre lo acontecido en 1976, fechas demasiado recientes según la Ley para la libre consulta de documentación en los archivos. El primer gran aporte documental a la investigación corrió a cargo de la propia Asociación de Víctimas y Familiares de Víctimas del 3 de marzo. Pusieron en nuestras manos toda la documentación que habían podido conseguir GUINDAL y Juan H. GIMÉNEZ: El libro negro de Vitoria, Madrid, Ediciones 99, 1976; GRUPO DE TRABAJO ALTERNATIVA,:Informe Vitoria: una gran experiencia de lucha, Vitoria-Gasteiz, 1976; Gasteiz. Vitoria. De la huelga a la matanza, Paris, Ruedo Ibérico, 1976… 27 desde el inicio de su lucha por el reconocimiento de sus derechos. De entre aquella documentación destacaba notablemente la referente a los sumarios abiertos cuando la justicia se encargó del caso que, tras el paso por diferentes juzgados, había terminado en la justicia militar y estaba custodiada en el Archivo Militar de El Ferrol. Pensando que pudiera haber documentación que no le hubiera sido facilitada a la Asociación, nuestra primera gestión fue la de solicitar, a la sección correspondiente del Ministerio de Interior, información sobre la posible existencia de ésta entre sus fondos. Varias semanas después nos negaron que hubiera más documentación en ninguno de sus archivos sobre nuestro objeto de estudio. También nos fue denegado por la autoridad militar encargada de su custodia el permiso para acceder a los fondos existentes en el Archivo de El Ferrol. Curiosamente, un par de años después, un equipo de investigación del programa Línea 900 tuvo acceso a dicha documentación, con motivo de la realización de un reportaje sobre los sucesos de Vitoria, al cumplirse 30 años de los mismos. La documentación conseguida no aportó nada especialmente novedoso, pero el agravio comparativo y el menosprecio al trabajo de los historiadores por parte de algunas instituciones públicas –aunque el comportamiento privativo de las instituciones militares pone muy en cuestión su consideración como tales- parecen fuera de lugar si realmente se quiere avanzar en el conocimiento histórico más riguroso, que en buena lógica ha de venir de la mano del trabajo de los profesionales de la materia. Cerrada la vía de los archivos del Ministerio del Interior y militares, tratamos de conseguir documentación en el Archivo General de la Administración (AGA) y en el Archivo Histórico Nacional (AHN). En el primero pudimos consultar las memorias para el año 1976 de la Organización Sindical Española (OSE) para la provincia de Álava y del Gobierno Civil de Álava. En el segundo obtuvimos un informe policial interno sobre los hechos que había realizado la Comisaría General de Investigación Social, dependiente de la Dirección General de Seguridad (DGS). Este documento, el más novedoso obtenido en aquella investigación, permitió conocer mejor la visión que del conflicto habían tenido las fuerzas de orden público2. Conseguir el informe policial no fue nada sencillo. Además de la costosa labor de localización, para su consulta hubo que presentar autorizaciones de las personas que 2 ARCHIVO HISTÓRICO NACIONAL. Fondos Contemporáneos, Mº Interior-Policía, H, Exp. 21086. Boletín informativo n. 26, de 6 de julio de 1976, Comisaría General de Investigación Social. 28 en él aparecían reflejadas con nombre y apellidos. Por supuesto, esos datos no fueron facilitados previamente. Hubo que volver a Vitoria y solicitar la colaboración de la Asociación de Víctimas del 3 de marzo para obtener el mayor número de autorizaciones posibles, especialmente de todas aquellas personas que estimaran que sus nombres podían estar recogidos en algún tipo de documentación policial. Gracias a esta gestión, pudo consultarse la documentación existente. Las partes en las que se hacía referencia a personas concretas de las que no habíamos presentado autorización fueron censuradas, aunque no se estima que tuvieran demasiada relevancia. Además de la documentación oficial, se llevó a cabo un análisis de las diferentes publicaciones que habían estudiado el 3 de marzo y de los periódicos locales del momento. Para completar la investigación se recopilaron algunos testimonios orales de testigos de lo sucedido en la iglesia de San Francisco, de sacerdotes y de algunos líderes obreros de la huelga. Con toda aquella información se procedió a la redacción del dictamen3. Lo más relevante que aparece reflejado en el mismo es que se estimó probado que las muertes de Pedro María Martínez de Ocio, Francisco Aznar, Romualdo Barroso, José Castillo y Bienvenido Pereda habían tenido que ver «con la falta de libertades esenciales en la España de la época», «con una inadecuada dotación de las fuerzas antidisturbios y con instrucciones que en nada estimaban los derechos humanos»; «con el uso irresponsable y quizá criminal de armamento de guerra frente a un problema de orden público» y «con órdenes procedentes de alguna instancia de la línea de mando cuyo vértice en ese momento era el Gobierno de España, que tomó las decisiones». Por otra parte, se estimó probado que se había infringido: «el Concordato de 1953, vigente en el momento» que establecía la inviolabilidad de los templos religiosos salvo caso de urgente necesidad, al considerar que no se había producido necesidad de tal calibre y que no se había dado el consentimiento eclesial oportuno; y «el Código Penal entonces vigente, a través de la comisión probable de varios delitos de homicidio según el Artículo 407 del Código Penal», lo que había sido señalado por un «dictamen del Auditor Militar, archivado en el Tribunal Militar Territorial IV». Por todo ello se dictaminaba que habían existido «responsabilidades penales claras», como 3 El dictamen histórico sobre los acontecimientos del 3 de marzo de 1976 en Vitoria, elaborado por el Instituto de Historia Social Valentín de Foronda de la UPV/EHU puede encontrarse como anexo de la publicación: Carlos CARNICERO HERRERO: La ciudad donde nunca pasa nada… 29 habían indicado los tribunales militares, en la muerte de los citados trabajadores y que las decisiones conducentes a aquellos hechos, «sin poder determinar responsabilidades personales», habían sido tomadas por «funcionarios del Reino de España». Para algunos, sus conclusiones no fueron lo concluyentes y concretas que hubieran esperado y deseado pero, siendo rigurosos, con las fuentes y documentación disponibles en aquel momento no pudo irse más allá en lo probatorio. No se encontró ningún documento que pudiera ayudar a conocer quién y en qué términos dio la orden de desalojo de la iglesia de Zaramaga, ni si existía algún plan gubernamental para acabar de ese modo con la huelga. Tan sólo el testimonio de algunos protagonistas – desde los policías que intervinieron, pasando por el capitán al mando e incluso algunos ministros- podría haber aportado algo de luz en este sentido, pero no se consiguieron sus testimonios al no tener datos para localizarlos. Para los historiadores, dadas las férreas restricciones existentes a la hora de conocer determinados datos personales –y más tratándose de miembros o antiguos componentes de las fuerzas de orden público, o de organismos del poder del Estado- el acceso a esa información estaba vetado. También hay que señalar que, incluso aunque se hubiera conseguido el contacto de alguna de aquellas personas, la decisión de responder verazmente sobre lo sucedido hubiera correspondido a una cuestión libre y personal del interpelado, lo que tampoco garantizaba la obtención de mayor y relevante información. Así se pudo comprobar algún tiempo después en la Comisión de investigación que sobre los sucesos de Vitoria tuvo lugar en el Parlamento Vasco, de la que luego hablaremos. La propia Asociación de Víctimas, aunque satisfecha con el trabajo realizado por el grupo de historiadores que elaboramos el dictamen, también estimaba que se podía haber ido un poco más lejos en la estimación de responsabilidades directas y continuó con su trabajo para que se revisaran las decisiones judiciales que en su momento no pudieron, supieron o quisieron establecer responsabilidades concretas. El dictamen histórico pasó a formar parte de la documentación que la Asociación fue aportando ante las diferentes instituciones a las que apelaban. Otro de los objetivos de la Asociación era el que les fuera reconocido el status de víctima del terrorismo. Sobre esta última cuestión recibieron el total apoyo del Parlamento Vasco, especialmente tras desestimarse en año 2001, por parte del Gobierno Central, la inclusión de los afectados el 3 de marzo de 1976 en la Ley de Solidaridad con las Víctimas del Terrorismo. Una de 30 las razones para negar aquella inclusión estuvo en que se estimaba acertada la visión de la policía armada, que argumentaba que los trabajadores habían rodeado y atacado a los policías, teniendo que emplear las armas de fuego en legítima defensa. Precisamente, el posterior encargo hecho al Instituto Valentín de Foronda pretendía que el dictamen histórico sobre los hechos permitiera conocer una versión más veraz y que avalara su petición de amparo ante la justicia nacional e internacional. Además, con motivo del 25 aniversario de los sucesos, el Parlamento Vasco instó al gobierno de España y a los tribunales de justicia a que, cada uno, en su ámbito de responsabilidad, tratara de buscar la forma de aclarar lo sucedido un cuarto de siglo atrás en la capital alavesa, a que se corrigieran en su caso los errores judiciales y a que se reconociera a las víctimas al amparo de la Ley de Solidaridad anteriormente citada. Por último, se instaba al Gobierno Vasco a habilitar un fondo económico para poder compensar a las víctimas de los sucesos de Vitoria si el Gobierno Central no lo hacía. Cinco años después, coincidiendo con el 30 aniversario, el Parlamento Vasco reconoció a las víctimas del 3 de marzo la condición de víctimas del terrorismo. La Asociación, en una comparecencia ante la Comisión de Derechos Humanos del Parlamento de Vitoria, solicitó la creación de una Comisión de investigación dentro del mismo que se encargara de identificar «al menos las responsabilidades políticas derivadas, toda vez que las penales no era posible dirimirlas por haber sido desestimados todos los intentos realizados en los tribunales de justicia»4. La propuesta fue aceptada y en febrero de 2007 se creó la Comisión, que iba a trabajar a partir del dictamen realizado por los historiadores del Instituto Valentín de Foronda. Ello volvía a poner en valor el trabajo del colectivo de historiadores, como expertos en la materia objeto de investigación. El objetivo de la Comisión era «elaborar un dictamen o memorando final que, aprobado por el Parlamento, fuera remitido a todas aquellas instancias pertinentes, para que lo adjunten a sus cuerpos documentales como versión fehaciente de los hechos probados, de manera que puedan ser contrastados con los hasta ahora únicos existentes en diversos organismos oficiales»5. 4 PARLAMENTO VASCO. Resolución sobre los hechos ocurridos en Vitoria-Gasteiz que terminaron con la muerte de cinco trabajadores por disparos de la policía armada. Vitoria-Gasteiz, 25 de junio de 2008. Este documento puede consultarse en la web del Parlamento Vasco y en la de la Asociación de Víctimas y Familiares de Víctimas del 3 de marzo: http://www.martxoak3.org/docs/martxoak_3_pv.pdf 5 Ibid., p. 4 31 A pesar de que se declaró oficialmente que el documento de base en el que se fundamentaría el estudio de la Comisión Parlamentaria iba a ser el dictamen hecho previamente por los historiadores del Instituto, entre nuestro colectivo hubo cierta inquietud ante la iniciativa. Más aún cuando algunos políticos empezaron a señalar que la misión del Parlamento iba a ser dar a conocer la «verdad histórica». Con todo ello parecía que se indicaba que un Parlamento iba a decir lo que era o no verdad sobre unos hechos acaecidos en el pasado, lo cual atentaba frontalmente contra lo que los historiadores creemos y afirmamos sobre la Historia y sobre una asociación de palabras tan grandilocuente como chirriante para nuestro oficio: verdad histórica. Afortunadamente para el desarrollo de la Comisión y para el resultado sancionado por el Parlamento de la capital vasca, entre los miembros de la Comisión de investigación se encontraba el Catedrático de Historia Contemporánea de la UPV/EHU y parlamentario socialista en aquel momento, Antonio Rivera, quien, además, era y es miembro del Instituto de Historia Social Valentín de Foronda y perfecto conocedor del trabajo realizado por sus compañeros, en el que también había colaborado. En gran medida fue él quien ejerció la dirección de aquella Comisión, instruyó a sus profanos en la materia colegas de tarea investigadora en lo erróneo del uso del término verdad histórica y asesoró sobre como llevar a cabo aquella misión del modo más parecido posible a como lo hubiera hecho un profesional de la Historia. Ni que decir tiene que, si bien en este caso dio la feliz coincidencia de la presencia de un historiador entre los parlamentarios, perfectamente podría no haberse dado esa casualidad y, probablemente, aquella Comisión hubiera cometido varios y notables desatinos. Así las cosas, en la resolución adoptada por el Parlamento tras la Comisión de investigación se acertó al establecer lo siguiente: «La verdad histórica es una construcción intelectual que responde al conocimiento más o menos completo y ajustado de unos hechos, así como a la percepción que de los mismos y de su contexto se tiene. Es consciente [el Parlamento] de que, como cualquier otro conocimiento histórico, éste es también aproximativo y provisional. Y también lo es de que, en condiciones normales, una instancia política como lo es la Cámara vasca no escribe la verdad histórica. Pero frente a todo ello, este Parlamento sabe también que a día de hoy, después de más de treinta años, lo que ocurrió y lo que se sabe de aquellos hechos no es lo que figura en instancias oficiales, y que eso, además de faltar al principio de verdad y de privar a la ciudadanía del derecho 32 a conocer una versión fehaciente de lo ocurrido, se utiliza para privar de posibles derechos a los reclamantes»6 La Comisión citó a declarar a historiadores, cargos políticos de responsabilidad de la época, sacerdotes, policías, jueces y, por supuesto, a varias víctimas. Algunos respondieron a la llamada a comparecer ante la Comisión, cosa que era opcional, y otros declinaron la oportunidad que se les ofrecía. Entre estos últimos destacaron los ministros de Gobernación y Relaciones Sindicales en 1976, Manuel Fraga y Rodolfo Martín Villa. Tampoco participó el Capitán de los policías destinados frente a la iglesia, Jesús Quintana. Algunas de las aportaciones de los intervinientes dieron algo más de luz a lo que se sabía, pero más bien sobre aspectos de poca relevancia para el conocimiento de las principales incógnitas que aún pueden quedar por resolver sobre lo sucedido el 3 de marzo de 1976. En su día, la justicia militar no quiso hacer una investigación seria sobre los hechos del 3 de marzo, sobreseyendo el caso al afirmar que no podía atribuirse la responsabilidad a ninguna persona en concreto7. Las reclamaciones hechas posteriormente por los afectados nunca fueron atendidas. A día de hoy, las posibles responsabilidades penales han prescrito. Las víctimas reclaman, justamente, que les sean reconocidos sus derechos, aunque sea tanto tiempo después, y que se investigue para que, sobre lo sucedido aquel día, no pase a la Historia la versión ofrecida por la policía armada. Si la primera de las reclamaciones corresponde al ámbito jurídico-político, en la segunda somos los historiadores los que desde la libertad e independencia en el desarrollo de nuestra profesión debemos de llevar a cabo las investigaciones pertinentes para que la versión que pase a la Historia sea la que más fielmente reflejen las fuentes que hasta hoy hemos encontrado y analizado. Buena parte de lo sucedido en aquella fatídica fecha de marzo de 1976 es ahora, gracias a la investigación histórica, mucho mejor conocido y ha puesto en cuestión la versión oficial mantenida hasta aquel 6 Ibid., pp. 4 y 5 ARCHIVO DE LA VI REGIÓN MILITAR (EL FERROL). Sumario 39/77. «Lesiones por arma de fuego a varias personas con motivo de los incidentes del 3 de marzo de 1976». Caja: 163/Balda: 935 y ARCHIVO DE LA VI REGIÓN MILITAR (EL FERROL). Sumario 40/77. «Muerte de los paisanos Martínez Ocio, Francisco Aznar Clemente y Romualdo Chaparro, el día 3 de marzo de 1976». Caja: 163/Balda: 935. Estos documentos pueden consultarse en la página web de la Asociación de Víctimas y Familiares de Víctimas del 3 de marzo: http://www.martxoak3.org/category/documentacion/ 7 33 momento. Pero la hipotética aparición de nuevas fuentes de diversa naturaleza que pudiera darse en el futuro hace que, la investigación sobre la huelga más trascendente en la historia de Vitoria y su trágico fin, en alguna de sus claves, pudiera estar aún por completar 40 años después. Esto, por otro lado, es lo normal para cualquier investigación histórica, que siempre debe quedar abierta a posibles nuevas fuentes e informaciones que pudieran confirmar, matizar o cambiar las conclusiones y el conocimiento que se tiene sobre ellas. Todavía hoy el trabajo de la Asociación de Víctimas sigue dando sus frutos y, agotada toda esperanza de que el caso pudiera reabrirse o se adoptara algún tipo de medida para facilitar la investigación de lo ocurrido en España, sus esfuerzos se concentran en organismos internacionales. En algún caso han tenido cierto éxito, como el obtenido en Argentina en 2014, cuando la jueza Servini decidió cursar una orden de detención y extradición contra Rodolfo Martín Villa y el Capitán de la policía Jesús Quintana, entre otros, bajo acusación de crímenes de lesa humanidad. Aunque es cierto que la citada Asociación está bastante influenciada por la izquierda abertzale 8 y que sus principales portavoces tienen claras ligazones políticas con ella, las reclamaciones se antojan bastante legítimas. Distinto es que, entrados en la estrategia abertzale de crítica a todo lo español y de presentación de lo sucedido el 3 de marzo como un ataque especialmente virulento hacia los trabajadores de Vitoria por ser vascos, debamos poner en su adecuado contexto lo sucedido y dejar claro que algunas afirmaciones constituyen una manipulación interesada de la Historia. Pero los sucesos del 3 de marzo forman parte de aquellos notables matices que cuestionan al proceso de transición a la democracia en España como modélico. La justicia del momento decidió inhibirse ante unos hechos tan graves, abriendo la puerta a la razonable sospecha de estar bajo presión del Gobierno del momento y faltarle la independencia. Sobre todo cuando el argumento para semejante inhibición lo constituyó la absurda excusa de no poder atribuirse a persona concreta lo sucedido en el desalojo de la iglesia. Absurda, fundamentalmente, porque en ningún lugar consta que se abriera la menor investigación para poder 8 Para algunos expertos constituye uno de los mejores ejemplos de vampirización política protagonizado por la izquierda abertzale. Sobre esta cuestión ver: Jesús CASQUETE: «Memoria, calendario y vampirismo simbólico: los sucesos del 3 de marzo de 1976 de Vitoria en el imaginario nacionalista radical» en María Jesús FUNES (ed.): A propósito de Tilly. Conflicto, poder y acción colectiva, Madrid, Centro de Investigaciones Sociológicas, 2011 34 averiguar algo al respecto. Ello dejó claro una falta de interés por hacer justicia que se antoja inaceptable. Con todo, lo más grave, quizá haya sido y esté siendo, la falta de capacidad exhibida por los diferentes gobiernos democráticos en España para poder tratar de aclarar determinados episodios del pasado y asumir las medidas necesarias para reparar en lo posible las injusticias cometidas en tiempos pretéritos. Ello debería ser inherente a cualquier gobierno democrático que se precie de serlo. Estas actitudes han sido, incluso, objeto de crítica y sanción por parte de las instituciones de la Unión Europea. Que los responsables directos no puedan ser ya juzgados, al haber prescrito el posible delito cometido, no significa que el Estado no pueda actuar de algún modo cuando tenga conocimiento de que determinadas injusticias no han tenido corrección ni reparación en lo posible. Lo contrario sólo ha conseguido asentar entre algunos colectivos la crítica al proceso de transición a la democracia en España y la creencia de la existencia de un pacto para el olvido de los excesos y crímenes practicados durante la dictadura franquista y la Transición. El mirar hacia otro lado, en vez de adentrarse en la investigación y conocimiento de estas cuestiones, juega en contra de la reputación democrática del Estado y pone en bandeja a sus críticos la extensión de falta de democracia a otros ámbitos. Por último, y aquí pretendíamos llegar con todo esto, hay que destacar que, de una vez por todas, parece que los historiadores estamos empezando a ser consultados más a menudo para resolver problemas que tienen que ver con nuestro oficio. Cuando se pretenden saber nuevos datos sobre el pasado, lo normal, es recurrir al especialista en la materia, que se convierte en el mejor avalista de lo ocurrido. El método del historiador pasa a constituir la vía más perfecta de aproximación a los hechos históricos. Que las instituciones públicas cuenten con nosotros para hacer estos trabajos denota que las cosas se van haciendo mejor y que la sociedad se va dando cuenta de cuál es la labor del historiador, del mismo modo que tiene clara la del arquitecto, la enfermera, o el minero. En el caso del dictamen sobre el 3 de marzo y del reconocimiento obtenido por el trabajo de los historiadores para un mejor conocimiento de lo sucedido, es sólo un ejemplo de que la mayoría de las cuestiones suelen tener buen final cuando se abordan con sentido común y se encargan las labores a quien sabe de las mismas. Esperemos que la tendencia siga en el futuro y que en adelante se continúe considerando al historiador 35 como el mejor avalista de lo sucedido en el pasado, aunque el conocimiento histórico siempre deba estar sujeto a posible revisión en función de una hipotética aparición de nuevas fuentes. 36 Los usos interesados de la historia Luis Castells Universidad del País Vasco, UPV-EHU El País Vasco ha soportado desde 1936 distintas formas de violencia política y de una represión ilegítima que con diferente intensidad ha afectado a su población. Son tres los períodos a los que nos referimos en este texto en el que tal fenómeno se hizo visible, cada uno con sus características: el trayecto de la guerra civil y el primer franquismo, en cuyo transcurso se produjo la represión más virulenta como consecuencia del conflicto civil vivido, y en la que se combinó una represión incontrolada, con otra judicializada a través de la vía militar; la larga etapa de la dictadura en la que se aplicó una represión ilícita y una violencia de carácter coactivo por parte del régimen; y, por último, la manifestación de una nueva forma de violencia, la terrorista, encarnada especialmente por ETA y grupos afines. Las tres etapas tienen en común esa violencia política, o esas políticas de la violencia si se prefiere, como elemento persistente, pero presentando matices y características diferentes no solo en el plano conceptual, sino como fenómenos que se manifestaban socialmente de modo distinto1. En lo que atañía al franquismo la idea del profesor Aróstegui de la represión como sistema ayuda a contextualizar la claves en las que se fundamentó este régimen 2, haciendo nuestra esa delimitación que entiende que la represión supone “el empleo o la amenaza de coerción 1 No es el caso aquí de dar cuenta de la amplia producción sobre la conceptualización de la violencia política. Nos quedaremos con la idea del profesor Aróstegui de que la violencia política supone una coacción y una transgresión de derechos que resulta inaceptable. (En Eduardo GONZÁLEZ CALLEJA: “La Contribución de Julio Aróstegui al debate historiográfico sobre la violencia política en la España cotemporánea”, en Hispania Nova, 12, 2014, p. 8). Una variante para no caer en un estéril nominalismo es la inversión terminológica que propone Rodrigo de políticas de violencia (Véase, Javier RODRIGO: Políticas de Violencia. Europa, siglo XX, Prensas de la Universidad de Zaragoza, Zaragoza, 2014, p. 16). Julio ARÓSTEGUI: Franco: la represión como sistema, “Flor del Viento Ediciones, Madrid, 2012. Ver p. 49 cómo entiende la represión. 2 38 Universidad de Castilla~La Mancha Departamento de Historia. Área de Historia Contemporánea Edificio Benjamín Palencia | Campus Universitario s/n | 02071 Albacete Email: [email protected] | www.ahistcon.org | en grado variable, aplicada por los gobiernos sobre los opositores reales o potenciales con vistas a debilitar su resistencia frente a la voluntad de las autoridades reales”3. El terrorismo, sin embargo, exige abordarlo desde unos parámetros propios y específicos, tanto por las características que reúne como por el contexto en el que se desenvolvió en el caso de Euskadi. Hay una abundante literatura que desde diversas disciplinas aborda la tipología del terrorismo, en los que se distinguen distintas características, diferentes modelos de terrorismo. Entre ella, es el análisis de Crenshaw es el que nos resulta más operativo, autora que subraya que este fenómeno no puede ser explicado sin situarlo en el contexto histórico en el que se enmarca; si no atendemos al ámbito en el que el terrorismo actúa, no podremos entender las características que adopta en cada caso, lo que supone que no debe buscarse una definición única del terrorismo pues adopta múltiples formas y expresiones conforme a las heterogéneas situaciones en las que se desarrolla4. Teniendo pues en cuenta estas cautelas, entendemos que podemos delimitar el terrorismo encarnado por ETA como una violencia clandestina con el doble objetivo de forzar la voluntad del Estado, así como coaccionar y atemorizar a la población discrepante. Pero el terrorismo es un fenómeno interactivo, actúa contra un marco político y en este caso el terrorismo en el País Vasco va a tener su máxima expresión con la democracia, contra la que va a atentar de una manera brutal5. Así pues cuando hablamos de la violencia política de este largo período que se extiende entre 1939-2011 no podemos englobarlo como un referente analítico único pues hay una ostensible cesura en dos vertientes: en la política pues a la larga dictadura le sustituye un sistema democrático; en la modalidad de la violencia dado que a la violencia protagonizada por el Estado franquista a través de la represión como instrumento esencial, le sucede otra Michael STOHL y George A. LOPEZ: “Introduction” a Id., The State as Terrorist: The Dynamics of Governmental Violence and Repression, Westport, Greenwood, 1984, p. 7, en GONZÁLEZ CALLEJA, “La represión estatal como proceso de violencia política”, en Hispania Nova, 10, 2012 p. 317 4 Martha CRENSHAW (ed. by): Terrorism in context, The Pennsylvania State University, Pennsylvania, 2007, pp. 3-7. Una puesta al día de los estudios sobre el terrorismo en Eduardo GONZÁLEZ CALLEJA: “Las ciencias sociales ante el problema del terrorismo”, en Vinculos de Historia, n. 3, 2014, pp. 122-143. Una reciente reflexión sobre estas cuestiones, incidiendo en la irrelevancia de buscar una definición en Gilbert RAMSAY: “Why terrorism can, but should not be defined”, en Critical Studies on Terrorism, vol 8, n. 2, 2015, pp. 211-228. 5 No entramos en la consideración de si grupos que actúan violentamente contra regímenes no democráticos puedan ser o no considerados como terroristas. 3 39 forma de violencia como es la encarnada por el terrorismo. Esta precisión puede resultar obvia, pero nos parece pertinente exponerla por lo que luego se dirá. Nuestro conocimiento sobre las políticas de la violencia puestas en acción en el País Vasco a lo largo de este periodo es muy desigual, y si ha habido por un lado significativos avances en ciertas parcelas, continúa habiendo notables lagunas en otras, bien por falta de documentación suficiente y fiable, bien porque los investigadores no les han prestado todavía la debida atención. En el primero de los casos, se encuentra la represión franquista habida en la guerra civil y en los primeros años del franquismo6; en el segundo, en el de las carencias, se echa en falta un conocimiento más preciso, más cuantificado, de lo que entrañó la represión franquista y las características que adoptó. En cualquier caso, sobre ambos períodos se necesita una mayor investigación historiográfica, y los vacios que existen han sido rellenados hasta hace bien poco por los propagandistas, que usan la historia para apuntalar determinados proyectos ideológicos o a servir a una causa7. Sobre ellos versa buena parte de este texto. Esta es una circunstancia no excepcional: casi va incorporada en la mochila del historiador, que en el curso de su labor ve como la historia es urgida, acosada, seducida desde los más diversos poderes con el fin de que ofrezca un soporte a los proyectos que en cada caso se sostengan8. Es un hecho casi inevitable dada la función pública de la historia, su proyección social, pues no en vano, como recordara Croce, “Ia historia, en realidad, está en relación con las necesidades actuales y la situación presente en que vibran aquellos hechos”9. De aquí ese concepto repetido de los usos públicos de la historia10, de cómo esta construye narrativas que alimentan los recuerdos colectivos, que son poderosos instrumentos para forjar afinidades de manera que el pasado sirve como 6 Los trabajos más significativos son debidos a Javier GÓMEZ: Matar, purgar, sanar. La represión franquista en Álava, Tecnos, Madrid, 2014, y Erik ZUBIAGA: La formación del régimen franquista en Bizkaia. Represión, políticas de captación y actitudes sociales (1937-1945), tesis doctoral inédita. 2016. Para Gipuzkoa, Pedro Barruso es el que más y mejor ha trabajado sobre este tema. Entre otras publicaciones, Violencia política y represión en Guipúzcoa durante la guerra civil y el primer franquismo (1936-1945), Hiria, San Sebastián, 2005. 7 Aspecto ya señalado por Javier GÓMEZ: Ibid, p. 50. 8 Son términos que el profesor Carreras aplicaba a la relación de la historia con otras disciplinas, pero que nos sirven para reflejar ese atractivo funcional de nuestra materia. Juan José CARRERAS: Razón de historia. Estudios de Historiografía, Marcial Pons, Madrid, 2000, pp. 239 y ss. 9 Benedeto CROCE: La historia como hazaña de la libertad, Fondo de Cultura Económica, México, 1986, p. 11. 10 Nicola GALLERANO: “History and the public use of history”, en The social responsability of historians, ed by Francois Bedarida, Diogenes, Oxford, 1993, p. 85. 40 una trama desde la que se establecen identidades comunes. Es la concreción de esa idea tantas veces citada de que el pasado se resiste a serlo pues se proyecta de diversas formas sobre nuestro presente, alentando nuevas representaciones e imaginarios sobre un pasado que se mantiene vivo11. Es el “pasado que no pasa”12. Tal hecho se refleja en el áspero y muchas veces desabrido debate que se están produciendo en la historiografía española sobre el período que abarca la República y el franquismo. Particular enconamiento ha adquirido los contrapuestos puntos de vista sobre la República y la consideración de lo que supuso la represión del nuevo Estado. La ariscada discusión que mantienen los llamados revisionistas o neoconservadores frente a los partidarios del paradigma antifranquista o los memorialistas, según se califican unos a otros, solo se entiende desde el convencimiento de la proyección de la historia en el espacio público y que las visiones que se aporten sobre periodos históricos pueden ser referentes que sirvan para la construcción de nuestro presente13. La Transición es otra etapa a debate, con la irrupción de una corriente que descalifica a la historiografía que desde un punto de vista crítico ha resaltado los puntos positivos que trajo. Proponen una nueva interpretación, señalando que la escasa calidad de la democracia española es resultado de las renuncias y dejaciones que se hicieron a las elites del franquismo. Asimismo, consideran que la interpretación dominante de la transición, la que destacaba sus virtudes, es un baluarte de un sistema político corrompido, para lo que se propone reapropiarse del pasado con un nuevo relato elaborado desde las “memorias díscolas”14. Visto, pues, este marco y resaltados los usos públicos de la historia, y como una variante negativa, los usos políticos de la historia, no es extraño que el análisis de este periodo resulte también controvertido en el País Vasco. Ahora bien, en nuestro caso la construcción del relato histórico viene condicionada por algunos factores peculiares, Pedro RUIZ TORRES: “Pasado común y responsabilidad colectiva”, en Memoria de guerra y cultura de la paz en el siglo XX, Ediciones Trea, Gijón, 2012, p. 42 12 Enric CONAN, Henry ROUSSO: Vichy, un passé que ne passe pas, Gallimard, París, 1994. 13 Un par de textos que reflejan las distintas posiciones: Fernando del REY, “Revisionismos y anatemas. A vueltas con la II República”, en Historia Social, 2012, n. 72, pp. 155-172; por otro, Ricardo ROBREDO: “El giro ideológico en la historia contemporánea española. “Tanto o más culpables fueron las izquierdas””, en El Pasado en Construcción. Revisionismos historiográficos en la historia contemporánea, Institución Fernando el Católico, Zaragoza, 2015, pp. 303-338. 14 Francois GODICHEAU (ed.): Democracia inocua. Lo que el posfranquismo ha hecho con nosotros, Ediciones Contratiempo, 2014, http://www.contratiempohistoria.org/ed/T0005. 11 41 que le dan un sesgo particular. Hay un primer rasgo que no es singular, pero que en el caso del País Vasco está más acentuado, que es el carácter militante de nuestra tradición “historiográfica”15, de una historia concebida de una manera funcional, puesta al servicio de lo que se entendía que era una causa mayor, bien fuera justificar el régimen especial que tenían las provincias vascas (el foral), bien sostener un nuevo proyecto nacional16. Es un fenómeno que comenzó ya en la modernidad, durante los siglos XVIXVII, y que con Sabino Arana alcanzó su grado más exacerbado. Pero donde preferentemente se localiza la singularidad a la que tiene que hacer frente la historiografía vasca actual es a la extensión social de un determinado relato de la historia del País Vasco articulado en clave nacionalista. Dicho relato entiende que la trayectoria del País Vasco ha girado en torno a dos ejes: por un lado a la confrontación secular España-Euskadi, y por otro, y como su consecuencia, a la consideración de “víctimas” de los vascos en razón a la opresión secular que han sufrido17. Es una metanarrativa presente en el discurso histórico del nacionalismo, con una enorme capacidad de socialización y que con sus variantes sirve para encajar de una manera simple pero muy gratificante para los que la siguen, la compleja historia del País Vasco en el contexto de la historia de España. De esto modo, los distintos períodos históricos a los que aquí nos estamos refiriendo (1936-2010) son integrados en ese enfoque dicotómico, de opuestos en torno a la pugna España-Euskadi, en la que los vascos aparecerían como un nosotros doliente en una constante pugna étnica. Así se inventa una memoria de la guerra civil interpretada como una confrontación entre vascos y españoles, una contienda en la que la España agresiva y fascista sojuzgaba de manera violenta a los vascos, que en este imaginario serían la sinécdoque de la comunidad nacionalista vasca. Esas mismas claves continuaron aplicándose para el período posterior: el pueblo vasco considerado como un todo homogéneo, ontológico, debió soportar una durísima represión del franquismo tanto durante el asentamiento del nuevo 15 Las comillas se deben a que no nos referimos a historiadores, sino a escritores vascos con textos en los que la historia es una referencia central. 16 Antonio RIVERA: “Cuando la mala historia es peor que la desmemoria (Acerca de los mitos de la historia contemporánea vasca”, en El valor de la palabra. Hitzaren balioa, n. 4, 2004, p. 43. 17 Entre otros, Fernando MOLINA: “El conflicto vasco. Relatos de historia, memoria y nación”, en El peso de la identidad. Mitos y ritos de la historia vasca, Marcial Pons, Madrid, 2015, pp. 181-219. Luis CASTELLS, Antonio RIVERA: “Las víctimas. Del victimismo construido a las víctimas reales”, en Ibid, pp. 265-307. 42 régimen a como en los años posteriores. Según esta narrativa, no hubo vascos franquistas, lo mismo que tampoco los hubo que apoyaran la sublevación. Era un imaginario soportado por una literatura nacionalista que trazaba con rasgos dramáticos e hiperbólicos al sufriente pueblo vasco, pues se decía que el propósito del régimen de Franco era “destruir, por lo menos, parcialmente la raza y la cultura del pueblo vasco, lo cual constituye un delito de genocidio”18. No ha importado la escasa fundamentación de tales representaciones que recientes investigaciones están poniendo en evidencia, como es el caso, por ejemplo, de la represión de la guerra civil y primeros años del franquismo, en la que comparativamente con otras regiones españolas el País Vasco salió mejor parado19. Su operatividad en el discurso político, su capacidad de penetración social sigue siendo importante, y continúa tiendo más calado social esta interpretación que las reflexiones que se deriven del estudio sistemático de la historia. En otras palabras: se prefiere la memoria a la historia20, lo que conduce a la paradoja que señala un reciente trabajo de que “siempre se recuerda lo que nunca ocurrió”21. La capacidad de socialización de este metarrelato de corte nacionalista se vio impulsada por el incremento y extensión de las políticas represivas del régimen franquista en la década de los 60 y 70, consecuencia del aumento del movimiento opositor y del empleo de la violencia por parte de ETA22. Como se ha dicho tantas veces, esa acentuación de la represión supuso que este tipo de construcciones adquirieran una mayor virtualidad, fueran tomadas como verosímiles y ensancharan su capacidad de influencia. La aparición de ETA no supuso una variación sustantiva de este canon interpretativo pues lo aceptó en lo esencial. Recogió así la idea del conflicto primordial y permanente pero le dotó de una mayor radicalidad. En este sentido la modificación 18 Iñaki de AZPIAZU: Los vascos somos víctimas de un genocidio. Conferencia pronunciada en el salón de actos del Centro Vasco Laurak Bat el 6 de diciembre de 1958, Argi ta Garbi, Buenos Aires, 1948, p. 22. 19 Javi GÓMEZ: Ibid. Una visión más matizada en Erik ZUBIAGA, Ibid. 20 José María RUIZ SOROA: “Peso de la identidad”, en Cuadernos de Alzate, año 2016, n. 48-49, pp. 333-334. 21 Antonio RIVERA, Javier GÓMEZ CALVO: “Siempre se recuerda lo que nunca ocurrió: represión franquista y memoria colectiva en el País Vasco”, ponencia presentada al Coloquio Internacional sobre Violencia Política en el Siglo XX, Universidade Nova de Lisboa, marzo de 2015, en prensa. 22 Antonio RIVERA: “Las limitaciones de una transición”, en La cuestión vasca. Una mirada desde la historia, Universidad del País Vasco, Bilbao, 2000, p. 176. 43 estribó en hacer un diagnóstico de la situación de Euskadi más exacerbado, considerando que el territorio vasco había sido ocupado militarmente por el imperialismo español, que mantenía así a Euskadi en una condición de colonia oprimida por las armas. De este modo, la historia seguía siendo empleada para justificar un discurso político que en este caso pasaba por la necesidad del uso de la violencia en una lucha de liberación nacional según los modelos del tercer mundo entonces imperantes. Fue una línea que se trazó con la V Asamblea, a la altura de 1967-68, y que con sus vaivenes fijó los rasgos ideológicos de ETA23. A partir de este momento, ETA y el movimiento civil que le seguía desarrolló un repertorio comunicativo que entrañó una fascinación por la violencia, por lo martirial, en un lenguaje en el que lo épico24, la exaltación del gudari devenido en mártir cuando fallece frente al enemigo, eran señas de identidad. De aquí que tanto la guerra civil como la resistencia frente al franquismo resultaran referentes centrales en el lenguaje del movimiento violento, tropos fundacionales de una nueva liturgia, con sus ciclos conmemorativos, hasta convertirse en objetos simbólicos que por su contenido y tratamiento emocional tuvieron una extraordinaria capacidad de difusión y captación 25. Todo el mensaje tenía un fin: es ETA la que representa al gudari de la guerra civil; es ETA la que se enfrenta al franquismo y está dispuesta al sacrificio personal por la patria. Con el tiempo ETA depuró el discurso, obviando aquellas partes más extemporáneas, pero la esencia historicista de su razón de ser mantuvo, lo mismo que el núcleo doctrinal. Lo decía sin ambages en el año 2006: Conocer el pasado es necesario para comprender el presente y aspirar a un futuro mejor. El conflicto no arranca con el nacimiento de ETA en las postrimerías del franquismo. Ni siquiera cómo consecuencia del alzamiento fascista del 36 o posteriores masacres cómo la del bombardeo de Gernika por parte de las tropas 23 Patxo UNZUETA: Los nietos de la ira. Nacionalismo y violencia en el País Vasco, El PaísAguilar, Madrid, 1988, p. 103. 24 Simpatizantes de la izquierda abertzale en Ondárroa avisaban de que habría una batalla épica si se producía la detención de una condenada por colaborar con ETA. Esta se produjo sin mayores altercados. El Diario Vasco, 13 de mayo de 2013. 25 Jesús CASQUETE: En el nombre de Euskal Herria. La religión política del nacionalismo vasco radical, Tecnos, Madrid, 2009. 44 fascistas. Se trata de un conflicto histórico, en el que el más poderoso, tras atacar y ocupar militarmente el territorio vasco, ha tratado por todos los medios de engullir y asimilar social, cultural y políticamente al menos poderoso26. Era, así, la historia padecida por Euskadi la que reclamaba la existencia de ETA pues era la organización que hacía frente al “genocidio cultural y lingüístico, la que se ponía al frente de un pueblo al que hace varios siglos España y Francia arrebataron su soberanía apropiándose de sus territorios y convirtiendo a sangre y fuego a sus habitantes en súbditos de sus respectivas coronas”27. La consecuencia de lo expuesto hasta aquí es la predominancia social -que no académica-, de esta representación del pasado alentada desde la comunidad nacionalista. Tanto el nacionalismo democrático como el radical comparten ese dispositivo narrativo que hace del conflicto y de la condición de víctima del pueblo vasco piezas angulares del relato histórico, si bien, como hemos apuntado, los acentos y los usos que se hacen de ese pasado adquieren tonalidades distintas entre uno y otro. De cualquier manera, en ambas tendencias es común traer el pasado al presente, analizar aquel en función de los intereses del momento, y en suma servirse de esa construcción narrativa de sentido como plataforma desde la que amparar y legitimar un determinado proyecto político28. De aquí también el uso abusivo en el escenario público de la memoria como herramienta a emplear en detrimento de la historia, que aunque aludida no es en realidad requerida desde las instituciones públicas vascas pues choca con esos relatos interesados. Ahora bien, todo lo descrito hasta aquí adquiere un nuevo sentido tras la declaración del cese definitivo de la actividad armada por parte de ETA en octubre de 2011. Es un nuevo escenario que obliga a resituarse a toda la sociedad vasca y a sus fuerzas políticas ante la necesidad de examinar críticamente ese pasado en el que el terrorismo de ETA fuel el principal mal que asoló a la sociedad vasca y española, a analizar sus responsabilidades. “Comunicado de ETA a la opinión pública española”, junio de 2006. Ibid. 28 La expresión de traer el pasado…, en Santos JULIÁ,:Elogio de Historia en tiempo de Memoria, Marcial Pons, Madrid, 2011, pp. 10, 24… 26 27 45 ¿Cuál ha sido la actitud de los dos colectivos que estamos comentando, el del nacionalismo democrático (el PNV) que controla en la actualidad buena parte de los resortes de poder, y el de la izquierda abertzale (en adelante IA), obligada a reconvertirse? En ambos casos su actitud ante ese pasado reciente es de incomodidad, si bien por razones diferentes: en lo que hace referencia a IA por su activa participación para que ese pasado fuera ominoso; en lo que atañe PNV, y la comunidad que representa, por su condición de bystander, de espectadores no activos ante el terror de ETA. Uno de los principales rasgos es que la disputa por el relato histórico se ha acentuado. Tal pugna suele ser lo habitual en los procesos de final de la violencia, con el añadido de que en esa confrontaciones de interpretaciones los perpetradores pretenden que permanezca como capital simbólico su pasado violento y que sea su abandono el que los legitime como opción de presente, como opción de paz. En el caso concreto de Euskadi, la IA fue consciente ya antes del abandono de ETA de las armas de la importancia de socializar su relato, entendiendo que era la vía para ganar la batalla política una vez perdida la militar. Así lo expresaba uno de sus portavoces: “porque ganada la batalla de la Memoria, habremos ganados todas. Y todos”29, y en similares términos se pronunciaron otros dirigentes de este mundo. Ya hemos expuesto en otros trabajos las estrategias de las que se sirven para difundir su mensaje, para ganar la batalla por el relato en los libros de historia30, pero aquí señalaremos sólo dos aspectos31. Por un lado, se prima la idea de socializar su mensaje, que este alcance la máxima difusión, sin importar su calidad, su solvencia historiográfica o su veracidad. Crean para este fin un buen número de centros y asociaciones memorialistas envueltas bajo un supuesto ropaje histórico, muy presentes en los espacios públicos, a lo que añaden el uso de las redes sociales y otras fuentes de comunicación como instrumentos 29 Jose María ESPARZA: «El Sortu que yo quisiera», Gara, 12 de julio de 2012. Asier Arraiz, información recogida por Leyre Iglesias, El Mundo, 19 de noviembre de 2013. 31 Luis CASTELLS, Fernando MOLINA: “Bajo la sombra de Vichy: el relato del pasado reciente en la Euskadi actual”, en Ayer, n. 89, 2013, pp. 215-227; Luis CASTELLS: Las víctimas del terrorismo. La cuestión del relato, en Huarte de San Juan. Geografía e Historia, 21, 2014, 331-344. Del mismo, “La historia del terrorismo en Euskadi: ¿entre la necesidad y el apremio”, en Construyendo memorias. Relatos históricos para Euskadi después del terrorismo, Catarata, Madrid, 2013, pp. 210-244. También Gaizka FERNANDEZ SOLDEVILLA: “Mitos que matan. La narrativa del conflicto vasco”, en Ayer, 98, 2015, pp. 213-240. 30 46 de difusión. El segundo aspecto a señalar es de carácter epistemológico y es su decida opción por la memoria como herramienta desde la que elaborar, según su terminología, una historia popular y no viciada por la erudición de la historia académica. Es una música conocida pues un movimiento similar existe en la historiografía española, con un corriente memorialista que critica a la historia elaborada desde el mundo académico por entender que se ha plegado al poder y ha olvidado el compromiso debido con las víctimas del franquismo32. Siendo esto así, la diferencia entra un caso y otro son notables, pues al movimiento memorialista de Euskadi al que hacemos referencia no guarda las convencionalidades historiográficas más básicas, pues su proyecto viene marcado por la idea de que el recuerdo sólo merece ser evocado si ello sirve a la construcción nacional de Euskadi. De aquí el uso de la memoria, bien en su vertiente individual o colectiva, como instrumento único de acercamiento del pasado; dicho de otro modo, se apela al recuerdo de aquellas personas que confirman el relato prefigurado según unas determinadas claves: la opresión de España sobre Euskadi, la represión que han soportado los vascos, la negación histórica de sus derechos…Cuando hay que acudir a períodos en los que ya no quedan protagonistas, el relato se mantiene invariable, siguiendo ese mismo eje argumental, entrando en este caso en acción el invencionismo. Como un corolario y para aportar dramatismo a la narración, aplican los conceptos más gruesos tomados de situaciones terribles como la persecución de los judíos por el nazismo con el fin de dramatizar el sufrimiento de los vascos: así Euskadi ha sido escenario del holocausto franquista, del genocidio puesto en práctica por este régimen, de la solución final... Una de las pautas que caracteriza a este movimiento tras el que se encuentra la IA es la consideración como un todo histórico el período que va desde la guerra civil hasta la Transición, cual si fuera un continuum en el que no hubiera habido modificaciones de relieve en el sistema político33. A su entender, lo que caracteriza la historia de estos años es la opresión sufrida por Euskadi, entendiendo, según sus palabras, que “la Guerra de 1936, el franquismo, la Reforma, el centralismo francés y el constitucionalismo español son eslabones de una misma cadena, la perspectiva global Javier RODRIGO: “El relato y la memoria. Pasados traumáticos, debates públicos y viceversa”, en Ayer, n. 87, 2012, pp. 239-249. 33 José Antonio PÉREZ, Raúl LOPEZ ROMO: “La memoria histórica del franquismo y de la transición”, en El peso de la Identidad, Marcial Pons, Madrid, 2015, p. 224. 32 47 sobre el conflicto, su origen, efectos y resolución se alterará”34. Se niega pues la condición democrática al sistema que surge con la Transición, que no se considera si no un remedo del franquismo, una herencia, de manera que el conflicto político se ha mantenido y con él la represión sobre Euskadi. Es un relato finalista que tiene un objetivo principal: la legitimación de ETA y la justificación de su necesidad. Con este objeto se adecúa todo el discurso y en ese proceso se trasiega con la historia para que sirva a este fin. La idea que subyace es meridiana: guerra civil, franquismo, transicióndemocracia son todo uno pues en este período la opresión al pueblo vasco permaneció con todo su vigor; de esta premisa deriva la conclusión: ETA fue una necesidad durante todo este período pues ha sido el baluarte que ha defendido al pueblo vasco Lógicamente dadas las características de cada período, nuestros particulares movimientos memorialistas suelen preferir centrarse en la guerra civil y en el franquismo, sobre cuyos períodos encuentran abundante material sobre el carácter represivo del régimen con el que alimentar la imagen victimista del pueblo vasco sufriente, si bien su información no destaca por su calidad. Se refieren en menores ocasiones al periodo de la transición, que es analizado a través de un discurso de culpabilización del Estado, sobre todo como consecuencia de la guerra sucia, no importando que esta solo haya existido durante un período temporal acotado 35. La descalificación del nuevo sistema establecido con la Transición es global, pero en cualquier caso es una etapa que les genera más dificultades la aplicación de ese relato homogeneizador del conflicto permanente, por lo que en las controversias públicas prefieren eludir este período. A pesar de su carácter independentista e impugnadores de la legislación española, son decididos partidarios de la Ley de la Memoria Histórica emanada del Parlamento español en el 2007, y ejemplo de ello es que en las instituciones públicas vascas (Diputaciones, Ayuntamientos) donde han tenido una presencia significativa, han creado direcciones generales, departamentos con la función de abordar lo contemplado en esa Ley, entendida esta en su sentido cronológico más estricto, o sea, atender a los represaliados durante la guerra civil y el franquismo 34 Programa de Euskal Memoria, http://www.euskalmemoria.eus/es/Quienes_somos_. La primera etapa, protagonizada por varios grupos, fue de 1975 a 1981; la segunda, menos sangrienta, con el GAL, se extendió de 1983 a 1987. 35 48 Hay numerosos ejemplos de los que decimos, pero quizá uno de los más llamativos sea el caso de San Sebastián, la ciudad española que tras Madrid más asesinatos sufrió por parte de ETA, 93 han sido las personas que mató 36. Pues bien, después de tres años al frente del ayuntamiento, el alcalde Izagirre, perteneciente a la IA (Bildu), presentó un mapa de la memoria que empezaba en 1936, pero se detenía en ¡1944!, haciendo caso omiso del acuerdo promovido por los grupos de oposición de recordar a los asesinado por ETA37. No fue distinta la política desarrollada por Martin Garitano, también de Bildu, durante su mandato al frente de la Diputación de Gipuzkoa. Una mirada más atenta a lo sucedido en el Ayuntamiento de San Sebastián, nos pone sobre aviso sobre el riesgo de prácticas sectarias y ahistóricas que se producen basándose en la aplicación de la Ley de la Memoria Histórica y de lo que puede implicar esa idea de promover una historia “popular” frente a la “equidistancia” de la historia “académica”. Pues bien, a fines del 2014, con el ayuntamiento presidido por Bildu, se creó un Consejo Sectorial de la Memoria Histórica, cuyo fin era recuperar la memoria del período 1936-1975, para lo que se promovía la participación ciudadana a través de este organismo. Había un primer obstáculo, como era el hecho de que fuera preciso figurar en un registro para ser miembro, pero una vez salvado este obstáculo se adquiría la condición nada menos que de experto. El resultado fue que el consejo estuviera casi copado por el mundo de Bildu, con presencia de personas caracterizadas como tales, de un sindicato estrechamente vinculado (LAB), u de organizaciones memorialistas de su entorno (Genozioaren Biktimen Elkartea38); claro está ningún historiador pues no se les convocó. Dadas estas premisas, no es extraño que se presenten propuestas estrambóticas y sesgadas por lo ideológico como rechazar la denominación de guerra civil (como si no la hubiera habido también en Euskadi), o señalar en la exposición de motivos de otra petición que nuestra Ciudad, desde la entrada de las tropas fascistas hasta nuestros días (sic), ha venido siendo conocida como la capital europea de la tortura39. La entrada de un nuevo equipo de gobierno en el Ayuntamiento ha supuesto que el desequilibrio no sea tan ostensible y se ha incorporado algunos 36 El terrorismo asesinó a 94 personas en San Sebastián, de los que 93 lo fueron por ETA y uno por la extrema derecha. 37 El Mundo, 29 de setiembre de 2014. 38 Asociación de Víctimas del Genocidio. 39 Escrito de la Asociación de Víctimas del Genocidio, 11 de abril del 2015. 49 historiadores, pero la propuesta de alguno de ellos de proyectar el concepto de memoria histórica a nuestros hechos más recientes, incluidos los crímenes de ETA, es rechazada vehemente por la mayoría del consejo. En el relato que promueve la IA el objeto histórico sobre el que volcarse es claro: hay que recordar a las víctimas del franquismo y de la guerra civil 40, y dejar en el olvido lo que posteriormente sucedió, no detenerse en esa parte del pasado en la que el terror de ETA ha sido el factor principal sobre el que giraba la historia de la sociedad vasca. No anclarse en el pasado, que podría decir Arnaldo Otegi. Mejor en este caso mirar hacia adelante. De plasmarse este tipo de iniciativas, se puede dar la paradoja que San Sebastián, ciudad especialmente golpeada por ETA, recuerde en sus calles y mobiliario urbano a las víctimas de la represión franquista, política necesaria, pero que apenas tengan evocaciones las víctimas del terrorismo. Bien, pues esto ocurre ya. En la actualidad hay en el espacio público del municipio de San Sebastián bastantes más objetos iconográficos (esculturas, monolitos, placas) que recuerdan a las víctimas de la guerra civil y el franquismo que a las del terrorismo de ETA: seis en el primer caso, uno en el otro. Cualquier caminante podría extraer la conclusión que en San Sebastián la represión de la guerra civil alcanzó la intensidad de otras ciudades españolas y, en cambio, el terrorismo apenas afectó a la población de este municipio, justamente lo contrario de lo sucedido. Frente a esta visión sesgada y excluyente, nuestra postura coincide con la de aquellos historiadores favorables a promover políticas públicas de la memoria contra toda forma de totalitarismo y, en especial, de recuerdo de los que personalmente lo sufrieron. En este sentido, las memorias de las víctimas, bien de la represión franquista bien del terrorismo, deben convivir, ser tenidas ambas en consideración en el espacio público, compartir su reivindicación social y servir como lección cívica. Hacerlo así es obligado, pero también lo es historizar los períodos que se traten, explicar por qué fueron víctimas de una u otra forma de totalitarismo, la significación que tuvieron, no confundir en suma a unas con las otras o no utilizarlas con el objeto de emborronar lo sucedido, y fomentar así la confusión y el olvido. 40 Recordar sólo a los de una parte, claro. No mencionar en cambio el asalto que se produjo en la cárcel donostiarra de Ondarreta por parte de milicianos, que se saldó con el asesinato de 53 personas, o de 14 tradicionalistas que estaban en la cárcel de Tolosa y fusilados también en San Sebastián. 50 La gestión de la memoria que promovió Bildu en el ayuntamiento de San Sebastián (y que continúan sus numerosas organizaciones) siguió, sin embargo, esta segunda dirección. La política estatuaria nos puede seguir sirviendo como ejemplo. En el año 2007, con un ayuntamiento gestionado por los socialistas, se inauguró en un espacio central de la ciudad la escultura Oroimena-Memoria, en recuerdo a las víctimas del terrorismo. No había habido hasta esa fecha ningún monumento público en su recuerdo, ni lo volverá a haber después. Pues bien, en la etapa que Bildu estuvo al frente del Ayuntamiento, se inauguró en otro lugar central un nuevo monumento a las víctimas del franquismo, rememoradas a través de los “ejecutados durante el alzamiento (sic) franquista y en los años posteriores”41. Nada que objetar al respecto si no fuera porque es concebido como contrapunto al monumento a las víctimas del terrorismo, como una suerte de contrapeso. Su misma ubicación refleja simbólicamente ese perseguido contraste: están separados por unos pocos metros, pero no como dos elementos armónicos, sino uno frente al otro, disputándose la centralidad de la referencia, que acaba ganando el de los represaliados de la guerra civil, tanto por su vistosidad como por su mejor ubicación. Otra cosa es la veracidad del relato que contiene este monumento, pero como estamos señalando, este es un factor accesorio para nuestros memorialistas de la IA. Llegados aquí podemos preguntarnos si este argumentario pseudohistoricista, o parte de él, está limitado IA o es compartido por otros sectores. Pues bien, encontramos 41 Palabras del alcalde la ciudad, Juan Karlos Izagirre (Bildu), 31 de mayo de 2014. 51 notables similitudes con el organismo que desde el Gobierno Vasco desarrolla las políticas públicas de la memoria en Euskadi, la Secretaría de Paz y Convivencia, al frente de la cual se encuentra Jonan Fernández. A pesar de no ser militante del PNV, y tener su origen en la izquierda nacionalista, el lehendakari ha otorgado a Fernández la capacidad de diseñar y poner en práctica un tema tan sensible en Euskadi como es la gestión del pasado42. Con este fin, esta secretaría, bien dotada financieramente, está adoptando una batería de iniciativas que se proyectan a medios muy distintos (desde programas de televisión, a exposiciones, conferencias, etc), que contiene un mensaje nítido y reiterado, bien que envuelto en una terminología ambigua y rebuscada, repleta de perífrasis, pero a la vez envolvente y seductora. Es una muestra clara de lo que Joseba Arregi denomina la ingeniería del lenguaje43, aspecto este que ha cuidado de manera especial Jonan Fernández, muy consciente de su carácter performativo. Por eso en su momento se negaba a considerar a ETA como un grupo terrorista44. El núcleo del discurso alentado desde la Secretaría de Paz y Convivencia, gira en torno a la necesidad atender la vulneración de derechos humanos producido durante el espacio temporal varias veces aludido, el que abarca de 1939 a 2013, erigiéndose esa frase de la vulneración….en la idea totémica que articula el mensaje. El desarrollo que está teniendo esta propuesta ha supuesto que se agolpen las víctimas de muy distintas condiciones y situaciones, a la par que se reconduce semánticamente a las víctimas del terrorismo a una nueva categoría, más general y diluida, las que han visto sus derechos humanos quebrantados. En este camino se iguala a unas con otras, pierden las víctimas del terrorismo su especificad, de manera que se homogeniza todas bajo la común condición del sufrimiento. El terrorismo pasa de este modo a ser una violencia más, se difumina su entidad y lo que supuso, con el propósito –y el resultado- de diluir su significación en la historia del País y evitar así una reflexión sobre el componente político que tuvieron las víctimas de ETA, por qué fueron asesinadas, abordándose la 42 Un análisis modélico que desgrana lo que representa esta corriente que se postulaba como una tercera vía, en José Antonio PÉREZ: “El incómodo pasado del País Vasco. Historia, memoria e imposturas”, en Anatomía de la Historia, 20 de octubre de 2015. 43 Joseba ARREGI: “Autocrítica o autoengaño”, El Diario Vasco, 13 de abril de 2015. 44 En una entrevista a Jonan Fernández cuando era coordinador de Elkarri, uno de los movimientos que ha alentado, y ante la pregunta de si ¿Cree que ETA es una organización terrorista?, contesta: No, no la definimos como terrorista. El lenguaje tiene cierta importancia, y ciertos calificativos no tienen mucha utilidad con vistas a una solución. Aurora Intxausti, El País, 8 de enero de 1996. 52 reflexión desde una perspectiva personal, en su condición de dolientes45. Es llegar a través de la acumulación de casos muy distintos al cuando todo es nada y todos nadie46. Se olvida una idea tan esencial para comprender lo ocurrido como es que las víctimas son iguales en derechos pero diferentes en su significación, y lo son porque el delito que les hacer serlo es distinto. A través de esta equiparación de todas las víctimas de derechos humanos¸ obviamos lo que caracteriza al terrorismo: su objeto de atemorizar al individuo y, por medio suyo, a la sociedad, lo que le hace tener una naturaleza particular y distinta. Como me señalaba uno de los intelectuales más solventes del País Vasco, Ruiz Soroa, del que tomo la idea, “las víctimas en el caso del terrorismo son víctimas “vicarias”, han sido ofendidas en lugar de otro, y ese otro es la sociedad democrática, son símbolos significantes” de esta. Para poder maquillar lo sucedido y englobar fenómenos violentos tan distintos, las políticas del recuerdo del Gobierno Vasco priman, como ya se ha aludido, a la memoria y evitan cualquier referencia a la historia47. En este caso vale el mismo argumento ya expuesto para la IA: la opción de la memoria no sólo es un instrumento para acercarse el pasado, sino además una alternativa metodológica, una apuesta que permite no asumir las exigencias epistemológicas de la historia, su búsqueda de la verdad, por muy incómoda que esta sea. De este modo, el uso preferente de esta herramienta lábil en cuanto al rigor historiográfico como es la memoria, permite elaborar un relato blando y acomodaticio de la historia reciente del País Vasco, en la clave evitar cualquier culpa de la población vasca, que muy al contrario aparece como protagonista del fin de ETA48, versión que dista de la opinión de las víctimas y de lo que exponen los historiadores que han abordado el tema. Es un relato que puede contentar a los ejercieron de espectadores mientras existió el terrorismo, entre los que se encontrarían los votantes del PNV, pero también a la IA al asumir la idea de que todos hemos sufrido y no cabe distinciones entre unos y otros. Véase a este respecto, Luis CASTELLS, Antonio RIVERA: “The battle for the past. Community, forgetting, democracy”, en ETA´s Terrorist Campaign. From Violence to Politics, 1968-2015, Routledge, London, 2017, pp. 184-200. 46 Artículo de Joseba ARREGI con este título, El Diario Vasco, 25 de noviembre de 2015. 47 Antonio RIVERA: “La historización del terrorismo”, Revista de Libros, junio 2016. 48 Y desde los 90 probablemente ninguna sociedad en Europa o el mundo se ha movilizada tanto contra la violencia como la vasca. Jonan FERNÁNDEZ, entrevista en El Diario Vasco, 21 de marzo de 2015. 45 53 No son, en cualquier caso, coincidencias puntuales las que se dan entre las dos ramas del nacionalismo pues hay un diagnóstico de fondo compartido, como es la ya comentada idea de un conflicto secular no resuelto entre España y Euskadi, que es el eje en torno al cual se articula el relato del pasado. Esta visión común sobre un punto tan sustantivo, opera como un polo que atrae a un espacio compartido al nacionalismo democrático y al radical, actuando como una suerte de vaso comunicante que les permite confluir y suministrarse recursos discursivos con los que alimentar su relato49. Al propio Jonan Fernández le parece tan obvia la existencia de un contencioso entre el pueblo vasco (sic) y el Estado que deja su cuidado estilo para resaltarla, manteniendo con el paso del tiempo este mismo criterio, de manera que considera que era su existencia lo que propiciaba la violencia50. Dados estos criterios, resulta congruente que en las políticas de la memoria que impulsa la Secretaria de Paz y Convivencia del Gobierno Vasco, en este caso a través de las exposiciones itinerantes bajo la denominación de Plaza de la Memoria, se contemplen en un plano de equidad violencias muy distintas habidas en ese continuum de 1936-2010 (ETA, contraterrorismo ilícito, torturo, represión….), con un mensaje final referido a la etapa de la transición-democracia, cual es que en Euskadi ha habido varias violencias, no sólo la de ETA. Los mecanismos que dispone el nacionalismo en sus distintas vertientes para extender este discurso histórico son abundantes y cuenta con una parafernalia de medios con los que lo oficializan. Su control de medios como la televisión, las instituciones públicas, o los focos culturales resulta casi apabullante, y emplean estas estructuras para hacer sentir que el referido es el único relato. Un análisis de un evento con tanto proyección como es la capitalidad cultural europea San Sebastián 2016, nos puede servir como ejemplo. El proyecto de la capitalidad empezó a dar sus primeros pasos en 2008, bajo el mandato como alcalde de la ciudad del socialista Elorza y con ETA operativa. Esta última circunstancia marcaba el proyecto de manera que se concebía como un instrumento de reflexión y transformación desde el ámbito de la cultura contra la barbarie del terrorismo que encarnaba ETA y como una vía para facilitar su fin. Este Martin ALONSO: “¿Sifones o vasos comunicantes?”, en Bakeaz, n. 80, 2007, pp. 1-12. La primera referencia en la entrevista citada de El País, 8 d enero de 1996. Para la segunda, Deia, 5 de agosto de 2007. 49 50 54 componente aparecía explícito en diversos apartados del proyecto 51, que además contaba en las presentaciones oficiales como víctimas del terrorismo con objeto de subrayar ese vínculo52. Asimismo, en el fallo por el que se concedió la capitalidad, el presidente del jurado dejaba clara la relación entre la designación y su vinculación en contra de la violencia, que era como decir contra ETA53. De hecho este factor originó la protesta de algunas ciudades derrotadas pues consideraron que a la hora de la designación se había primado un factor político frente a los valores más estrictamente culturales. Hasta su inauguración en 2016 la organización de la capitalidad ha sufrido diversos vaivenes, con cambios sustantivos en su equipo gestor como consecuencia de llegada a la alcaldía de Bildu, si bien la inauguración se ha producido con el PNV al frente del Ayuntamiento. Aunque no se puede emitir un juicio concluyente sobre las políticas de la memoria que desde la capitalidad se transmiten y toda evaluación definitiva debe esperar a su total desarrollo, a partir de lo realizado hasta ahora y de lo programado, resulta patente que el proyecto que se está poniendo en ejecución es muy distinto del que se presentó. El compromiso originario de una cultura para la convivencia se mantiene, pero se aborda desde un lenguaje y unos conceptos bien distintos. Se tiende a proporcionar un mensaje vacuo, genérico, en el que se habla de la paz, de la violencia, pero sin referencias concretas, sin aludir a lo sucedido en San Sebastián y en Euskadi. Volvemos a aquello de hablar de todo para no decir nada en su literalidad pero sí en su significado. Es cierto que en ocasiones hay actos de recuerdo a las víctimas del terrorismo, pero en tal caso se proporciona un mensaje malicioso, muy del gusto de la interpretación que se promueve desde la Secretaría de Paz y Convivencia: en Euskadi ha habido dos violencias, la de ETA y la del Estado, por tanto, tan culpable es uno como el otro. La vía para introducir este mensaje es, dando 51 Se exponía en algunos de sus párrafos: Desgraciadamente, hoy la violencia y el terrorismo de ETA empobrecen y ensombrecen la convivencia, las conciencias (….) Una ciudad y un territorio que anhelan el cese definitivo de las actividades criminales de la organización terrorista ETA. Anónimo, San Sebastián ciudad candidata a capital europea de la cultura 2016. Proyecto que se presentó al jurado en julio del 2010. 52 Me refiero a Bárbara Dürkhop, viuda de Enrique Casas, que fuera asesinado, que participó en el acto de presentación de la candidatura ante el jurado en Madrid el 27 de setiembre de 2010. 53 El presidente del jurado destacaba que entre las candidatas San Sebastián tenía algo más. Seguramente uno de los aspectos fuera el gran compromiso en contra de la violencia y la idea de usar la cultura para ello. El País, 28 de junio del 2011. 55 credibilidad a datos que carecen del debido rigor tanto numérico como conceptual54, reunir en una misma sesión a asesinados de ETA y del terrorismo de extrema derecha o parapolicial, en un ejercicio se similitud, cual si ambos terrorismos hubieran tenido la misma entidad o fueran homologables. La tesis que se traslada con estos actos es la ya referida de la existencia de dos violencias, equiparación que desde el punto de vista histórico no se soporta. Reiteración, pues, del argumento antes comentado que proviene desde la Secretaría de Paz y Convivencia, circunstancia lógica si se tiene en cuenta que la persona que en la capitalidad está al frente del área encargada de este tema es una antigua dirigente de Elkarri, una de las plataformas auspiciadas por Jonan Fernández. Después de todo lo dicho, se puede concluir lo complicado que lo tiene la historiografía a la hora de hacerse un hueco cuando hay que abordar nuestro pasado reciente pues choca con usos interesados de la historia y que sirven a intereses del presente. El estrecho control que ejercen los partidarios de este relato ahistórico del conflicto y de los dos bandos enfrentados sobre los medios culturales y de difusión, está suponiendo la canonización social de esta interpretación, que se extiende como malla de acero difícil de horadar. Es, en cualquier caso, un reto al que no puede ni debe renunciar el historiador. 54 Me refiero a los Retratos municipales de las vulneraciones del derecho a la vida en el caso vasco diciembre de 2014 Donostia/San Sebastián, 1960-2010, diciembre 2014, elaborado por la Secretaría para la Paz y la Convivencia…. 56 Memorias del viejo Imperio. Apuntes para un análisis comparativo de la Imperial History británica y el americanismo historiográfico español (1871-2012) Rodrigo Escribano Instituto Universitario de Investigación en Estudios Latinoamericanos Universidad de Alcalá Introducción En el meridiano marcado por los tiempos revolucionarios (1776-1830), las sociedades del mundo atlántico contemplaron atónitas la caída de dos colosales construcciones políticas que se extendían a ambas orillas del océano1. Las Monarquías imperiales de España y Gran Bretaña eran dos grandes estructuras de poder cimentadas sobre los principios políticos del Antiguo Régimen: un monarca ejercía la soberanía sobre un conjunto de territorios constitucional y jurídicamente diversos. Éstos, a su vez, agrupaban en su seno a sociedades plurales en las cuales la diferencia estaba sancionada según unos centenarios usos corporativos y jerárquicos que distinguían la condición del súbdito según sus pertenencias confesionales, étnicas, profesionales, sexuales, lingüísiticas y familiares. Entre otros factores, la lealtad de los súbditos a la dinastía y su sentido de adhesión a grandes comunidades espirituales y cívicas (la adhesión a la Iglesia Católica o la adscripción al Common Law) habían dado continuidad a la alquimia política que mantenía unidas a ambas Monarquías compuestas2. Pero el largo ciclo de unidad, abierto con los conflictivos procesos de conquista y ocupación del continente americano, estaba a punto de experimentar una dramática C.A. BAYLY: Imperial Meridian : The British Empire and the World 1780-1830, London, Longman, 1989. 1 John Huxtable ELLIOT, Empires of the Atlantic World : Britain and Spain in America, 1492-1830, London, Yale University Press, 2006. Stephen FOSTER: British North America in the Seventeenth and Eighteenth Centuries, Oxford, Oxford University Press, 2013; Ricardo GARCÍA GARCÍA y Óscar RECIO MORALES: Las Corporaciones de Nación en La Monarquía Hispánica (1580-1750): Identidad, Patronazgo y Redes de Sociabilidad, Madrid, Fundación Carlos de Amberes, 2014. 2 57 Universidad de Castilla~La Mancha Departamento de Historia. Área de Historia Contemporánea Edificio Benjamín Palencia | Campus Universitario s/n | 02071 Albacete Email: [email protected] | www.ahistcon.org | clausura. Las tensiones constitucionales derivadas de los intentos de expansión de las prerrogativas imperiales (tanto de las respectivas Coronas como del Parlamento de Westminster), unidas a la concatenación de una serie de complejos factores socioeconómicos, impulsaron la repentina ruptura de las comunidades imperiales atlánticas. El liberalismo penetró como nuevo discurso legitimador, reorganizándose las nacientes unidades políticas euroamericanas según principios declarados de igualdad ciudadana, homogeneidad jurídico-política y libertad individual. Esta revolucionaria enunciación del poder hacía necesario, asimismo, imaginar un nuevo sujeto soberano que fuese capaz de arrebatarle total o parcialmente el cetro a los monarcas. La Nación ocupó el centro de la nueva estructura política, como metáfora homogeneizadora del pueblo y como proyección atemporal de los Estados recién nacidos3. En un corto periodo histórico desaparecieron los virreyes y los gobernadores, se clausuraron las repúblicas de indios y españoles y se detuvo el tránsito regular de correos, documentos y ordenanzas oficiales. Las Monarquías imperiales de antiguo régimen entraron en el nebuloso terreno del pasado. Pero no se trataba de un pasado ausente: las herencias, continuidades y consecuencias de los fenómenos y estructuras del Antiguo Régimen aparecían insistentemente en la vida de las “nuevas sociedades”. Los tiempos pretéritos y presentes se coaligaban en complejos estratos que hacían difícil diferenciar lo viejo y lo nuevo. En este contexto, el recuerdo de las Monarquías Imperiales permaneció y fue insistentemente revisitado. En concreto, los historiadores de España y Gran Bretaña fueron y son uno de los colectivos que con más insistencia han tornado la mirada a los pasados imperiales. Desde la evocación poética del colonialismo como expansión ecuménica del ser nacional, hasta las interpretaciones pluralistas de las relaciones étnicas, económicas y políticas al interior del mundo imperial, los historiadores del último siglo y medio se han aplicado a la construcción de una poderosa y polisémica imaginación histórica del mundo americano de antiguo régimen. Este artículo pretende presentar una breve reflexión teórico-metodológica sobre las posibilidades interpretativas que puede abrir un estudio comparado de las historiografías imperiales y americanistas de España y Gran Bretaña. Partimos del presupuesto de que 3 Josep Maria FRADERA: La Nación Imperial: Derechos, Representación Y Ciudadanía en Los Imperios de Gran Bretaña, Francia, España Y Estados Unidos (1750-1918), (Barcelona: Edhasa, 2015, pp.*****; 58 los estudios de historia de la historiografía imperial permanecen en marcos marcadamente nacionales, limitando las posibilidades de entender en un contexto global los argumentos, teorías, contextos y modelos narrativos seguidos por los historiadores que invocaron el pasado imperial americano en las décadas que median entre el apogeo imperialista europeo, la descolonización y el actual contexto de globalización y pérdida de la hegemonía occidental. Defendemos que una comparación de casos puede aspirar a ser representativa de los usos de los pasados imperiales de antiguo régimen en la conformación de las memorias históricas atlánticas y europeas. ¿Qué relevancia tienen en el actual contexto las historias de las monarquías imperiales atlánticas?, ¿qué relevancia han tenido en el pasado y qué papel público han ejercido?, ¿es necesaria una revisión de los relatos, metodologías, fuentes y teorías producidas por las historiografías de ambos países?, ¿qué análisis historiográficos se han realizado hasta el momento?, ¿qué carencias y qué fortalezas muestran?, ¿son comparables ambas historiografías?, ¿por qué seleccionar estos casos?, ¿sobre qué objetos precisos y sobre qué fundamentos teórico-metodológicos se puede articular dicha comparación? Partiremos de una breve justificación que muestre la relevancia de la propuesta de análisis. En un segundo punto procederemos a realizar un breve estado de la cuestión que compendie los trabajos que han estudiado la historiografía americanista, imperial y atlántica de España, Gran Bretaña y las Repúblicas americanas en las últimas décadas. Una vez analicemos el estado actual de la materia, propondremos líneas de análisis comparativo, que definan los objetos sobre los cuales se puede construir una historia conectada de las memorias del imperio en dos casos nacionales que cuentan con notables diferencias y similitudes. Justificación: Pensar el Imperio en tiempos globales Desde el triunfo de las revoluciones liberales, las interpretaciones y reinterpretaciones del pasado “imperial” americano se han constituido en un campo de intenso debate ideológico. Durante los últimos doscientos años, los mitos y recuerdos colectivos de colonias y virreinatos han llenado de contenido diversas disputas políticas, étnicas y socioeconómicas4. La “herencia colonial”, las pretendidas diferencias “civilizatorias” Kalypso NICOLAïDIS, Berny SEBE Y Gabrielle MAAS (ed.): Echoes of Empire : Memory, Identity and Colonial Legacies, International Library of Colonial History, London, IBTauris, 2015. 4 59 entre las dos américas, la pervivencia de comunidades “hispanas” o “anglosajonas”, la opresión de las etnias y pueblos originarios o las secuelas de la esclavitud, son solo algunos de los temas que han saltado recurrentemente a la arena pública. En mítines, celebraciones multitudinarias, foros virtuales o producciones audiovisuales han desfilado las archiconocidas imágenes de los colonos, conquistadores, “indios”, piratas, héroes de la independencia, mártires y virreyes5. Todos ellos han sido invocados por épicas enfrentadas en torno al significado de la invención, conquista, colonización e independencia de América. Hablamos así de un proceso de largo plazo, en que las evocaciones narrativas han tenido momentos de distensión y tensión coincidentes con una serie de ciclos evocativos de los episodios imperiales (1898, 1914, 1976, 1992, 2012). Las historiografías de las sociedades atlánticas cobran si cabe más vigencia en el presente contexto, en el cual ciertos países del espacio occidental se encuentran ante problemas íntimamente relacionados con sus campos de expresión y pensamiento. A las profundas dificultades a la hora de adecuar el principio de soberanía nacional a la gobernabilidad de conjuntos heterogéneos que reclaman autonomía política, se unen los conflictos por la “identidad”. Éstos llevan a un número creciente de colectivos a cuestionar los relatos hegemónicos y a buscar comunalidades alternativas basadas en nuevas y viejas narrativas regionalistas, nacionalistas o étnicas6. En este contexto, la memoria de las monarquías imperiales atlánticas tiende a convertirse en un recurso narrativo que se pone al servicio de diversos discursos identitarios y políticos. España y Reino Unido son un buen ejemplo de estas dinámicas. Ambos estados, en su siempre difícil construcción “nacional”, viven procesos de inestabilidad institucional que muestran la mala adecuación de las formas constitucionales del Estado-nación centralizado a su realidad histórica y presente. Las fallas u obsolescencias en sus sistemas de articulación territorial han producido (y aún producen) síntomas como la violencia política, el cuestionamiento continuado de la legitimidad institucional o 5 Guido RINGS: La Conquista desbaratada. Identidad y alteridad en la novela, el cine y el teatro hispánicos contemporáneos, Madrid, Iberoamericana Veuvert, 2010. 6 Felipe GÓMEZ ISA y Susana ARDDANAZ IRIARTE (ed.): La plasmación política de la diversidad autonomía y participación política indígena en América Latina , Bilbao: Universidad de Deusto, 2011; Michael KEATING. Nations against the State: The New Politics of Nationalism in Quebec, Catalonia, and Scotland, New York: Palgrave, 2001. 60 ciertas fracturas en su integración social y lingüística. Ambos países se encuentran sumergidos en el difícil conflicto que enfrenta a los defensores de una identidad “española” y “británica” unitaria, frente a quienes reclaman el derecho y ejercicio de una identidad distintiva y a veces antagónica. Además, ambos han vivido una problemática inserción en Europa, produciéndose importantes debates históricos entre su pertenencia a las respectivas comunidades atlánticas y globales disgregadas de las monarquías imperiales (la Commmonwealth o “Iberoamérica”) o su mayor acercamiento a Europa y a la comunidad política europea. Asimismo, los dos países viven de manera muy dramática (como el resto de Europa), problemas vinculados con la “globalización”: los fenómenos migratorios, la islamofobia, el racismo o la inestabilidad geopolítica. En relación a esto, en ambos países existe una abierta disputa en torno al significado de las respectivas historias imperiales: mientras algunos perpetúan su papel “colonialista” como complementos magnificadores de las respectivas teleologías nacionales o civilizatorias, otros sostienen que el pasado imperial atlántico no puede interpretarse en base a ideas basadas en la nacionalidad o el evolucionismo, sino que ofrece un marco alternativo a partir del cual podemos reflexionar sobre un posible mundo “postnacional” y genuinamente “postcolonial”7. Estas dinámicas de pensamiento aluden a un problema más global: el momento de crisis de la Historia como disciplina científica y como forma de discurso público. En este marco algunos han diagnosticado la obsolescencia de la aplicación de paradigmas nacionalistas y colonialistas en la historiografía contemporánea. Desde diversas posturas críticas se ha afirmado que ésta ha perpetuado en buena medida su papel decimonónico como generadora de legitimidades y discursos que ponen el pasado al servicio casi exclusivo de las ideas del Estado-Nación y de la “modernidad” occidental. Tras los profundos replanteamientos introducidos por el giro lingüístico, la Nueva Historia Cultural y las críticas postmodernas y postcoloniales, ha surgido una pujante literatura crítica y deconstruccionista que ha diagnosticado cómo las historias producidas en los dos últimos siglos no eran meras enunciaciones neutrales y objetivas 7 Pedro PÉREZ HERRERO: Universalización e historia, Madrid: Marcial Pons, 2014; Kathleen WILSON, A New Imperial History. Culture, Identity and Modernity in Britain and the Empire 16601840, Cambridge, Cambridge University Press, 2004. 61 de los hechos del pasado, sino partes irrenunciables de un proceso intelectual de pacificación y ordenamiento del mundo8. Los teóricos “modernistas” del nacionalismo han indicado ampliamente cómo las historias nacionales se institucionalizaron y consolidaron en los siglos XIX y XX como productoras de discursos de identidad. Su misión y vocación fundamental habría sido la de “inventar” o “imaginar” a las naciones, presentándolas ante el público como comunidades salvíficas, naturales y eternas que dotaban de legitimidad al modelo político del Estado-Nación. Autores como Berger o Aguirre Rojas han notado como, a pesar de las múltiples propuestas teóricas y relatos alternativos que han pugnado con las narrativas nacionales, éstas conservan un amplio dominio como marcos de argumentación historiográfica, reproduciéndose bajo nuevas formas y llegando a aumentar su vigencia global gracias a los procesos de descolonización y atomización política vividos desde la década de los 609. Por su parte, las teorías postcoloniales, surgidas al compás del giro lingüístico y el postestructuralismo de Michelle Foucault, han denunciado que las historias universales y coloniales europeas fueron concebidas como instrumentos de dominación discursiva orientados a producir imágenes y categorías que legitimaran y facilitaran el poder colonial ejercido sobre las sociedades extra-occidentales. Su objetivo esencial habría sido contribuir al ejercicio de dominio político-cultural colonialista a través de la organización de sistemas clasificatorios de conocimiento. Así, las historias occidentales habrían legitimado narrativamente la expansión de occidente, construyendo un “Otro” o “sujeto colonial” y facilitando el control de su comportamiento y de sus formas de reproducción social10. Para la mayoría de estos teóricos, en especial para la escuela de-colonial latinoamericana y ciertas tendencias postcoloniales surgidas en los EEUU, los fenómenos de formación de los imperios atlánticos supusieron el inicio del fenómeno de 8 Un buen resumen del proceso lo presenta: Keith JENKINS: Refiguring History: New Thoughts on an Old Discipline, London, New York, Routledge, 2003. Stefan BERGER, “Introduction: Towards a Global History of National Historiographies,” en Stefan BERGER: Writting the Nation: A Global Perspective, Houndmills, Basingstoke, Hampshire, Palgrave MacMillan, 2007, pp. 1–30; Carlos AGUIRRE ROJAS: Antimanual Del Mal Historiador. O ¿cómo Hacer Hoy Una Buena Historia Crítica?, Ciudad de México: Contrahistorias, 2006. 10 Para una buena síntesis ver Mabel MORAÑA, Enrique DUSSEL, and Carlos A JÁUREGUI (ed.): Coloniality at Large : Latin America and the Postcolonial Debate, Durham, NC, London, Duke University Press, 2008; y el clásico Edward.W,. SAID, Orientalismo, Barcelona, Debolsillo, 2008. 9 62 dominación discursiva de occidente sobre el mundo11. La emergencia de las Américas y su localización en la geo-cultura occidental habrían dado paso a las lógicas de “colonialidad” del poder que hoy se perpetuarían en el espacio americano. Bajo estos presupuestos, la nueva historia de América y del colonialismo debería aspirar a darle voz a los colectivos que, subyugados por el dominio europeo, resistieron, hibridaron y negociaron el marco semántico del poder occidental, dándole forma a procesos históricos alternativos que han permanecido en la subalternidad12. Otros historiadores del colonialismo, como Frederick Cooper o David Armitage, han reprochado a los teóricos postcoloniales su caída en los mismos presupuestos esencialistas y dicotómicos que denuncian. Afirman que la definición vaga y especulativa que se hace de la “colonialidad” como empresa “Europea” que media entre 1492 y 1970 parte de categorías abstractas y totalizadoras. Éstas partirían de la dicotomía artificiosa de lo “occidental” y lo “extra-occidental” desenfocando el debate de los individuos, procesos y actores plurales de las historias clasificadas como “coloniales” o “imperiales”13. Opinan que las Monarquías Imperiales atlánticas habrían sido víctimas de un importante anacronismo: ser consideradas desde las mismas categorías analíticas que los estados imperiales del ciclo colonial contemporáneo sin tener en cuenta que estaban conformadas por sociedades confesionales y premodernas de antiguo régimen. Precisamente, esta doble condición como entidades políticas a-nacionales de gran envergadura y como sociedades pre-liberales y pre-modernas de antiguo régimen ha hecho que muchos autores contemplen a las monarquías imperiales como espacios idóneos de reflexión para una nueva historia transnacional, que se acerque a las problemáticas actuales fuera del constreñido marco reflexivo del Estado-Nación. Autores como Lauren Benton o Pedro Cardim ven en las estructuras políticas y jurídicas plurales de los Imperios un vehículo para separar la noción de nacionalidad de David ARMITAGE, “From Colonial History to Postcolonial History: A Turn Too Far?,” The William and Mary Quarterly. 64, no. 2 (2007), pp. 251–254 12 Walter, MIGNOLO: Local Histories/global Designs : Coloniality, Subaltern Knowledges, and Border Thinking, Princeton, NJ: Princeton University Press, 2000, pp.7-54. 11 David ARMITAGE: “From Colonial... pp. 251–254; Frederick COOPER: Colonialism in Question. Theory, Knowledge, History. Berkeley, Los Angeles, London: University of California Press, 2005, pp.50-112. 13 63 las de soberanía y ciudadanía y para reflexionar sobre los modos de construcción y articulación de entidades políticas que incluyen en su seno a comunidades étnicamente diversas14. Otros autores como Sergei Gruzinsky o Seanjay Subrahmanyan afirman que el estudio de los fenómenos de conectividad en los espacios imperiales durante los siglos que median entre el XVI y el XIX, pueden ayudar a demostrar la multiplicidad y especificidad de las conexiones económicas, sociales y políticas a lo largo de la historia del mundo atlántico, desmintiendo las narrativas teleológicas de la globalización. Ambos autores hablan de procesos de mundialización que no consistieron en la simple imposición de un occidente imaginado sobre unas sociedades periféricas, sino en una serie de procesos de hibridación15. Este complejo cuadro nos muestra solo la superficie de un debate que, como vemos, es persistente, relevante y complejo. Las historias de la América colonial y virreinal alteran los sentidos del pasado en función del presente, y los sentidos del presente en función del pasado, en un proceso en que los mundos y personajes desaparecidos regresan bajo formas cambiantes, polisémicas y contestadas. Durante los últimos 30 años son algunos los autores que se han interesado precisamente por entender los móviles, conceptos y consecuencias político-ideológicas de estos debates historiográficos. En conjunto han demostrado cómo un análisis sistemático de las ideas y narrativas históricas que se han sucedido a lo largo de los últimos siglos es susceptible de enriquecer profundamente el conocimiento sobre el papel y las potencialidades de la historia de las sociedades atlánticas pre-liberales. Es posible imaginar nuevas narrativas y teorías a partir de un conocimiento comparativo y de largo plazo de la historiografía precedente y del propio pasado de la profesión. 14 Pedro CARDIM ed.: Polycentric Monarchies. How Did Early Modern Spain and Portugal Achieve and Maintain a Global Hegemony?, Lisboa: Red Columnaria, 2012. Lauren A BENTON and Richard Jeffrey ROSS: Legal Pluralism and Empires, 1500-1850, New York, New York University Press, 2013. Sanjay SUBRAHMANYAN: “‘Sobre Comparaciones Y Conexiones: Notas Sobre El Estudio de Los Imperios Ibéricos de Ultramar.’” en En CHARTIER Y FERÓS, Europa, América y El Nuevo Mundo. Madrid, Marcial Pons, 2006 , pp. 203–229; Serge GRUZINSKI: Las Cuatro Partes Del Mundo. Historia de Una Mundialización, México, Fondo de Cultura Económica, 2010. 15 64 La historia de la historiografía imperial y americanista. Desarrollo y tendencias actuales La historia de la historiografía y del discurso histórico sobre las Monarquías imperiales americanas es un campo de muy reciente desarrollo, que solo comienza a tomar cuerpo a partir de los años 80 del siglo XX. Hasta llegada dicha década, nos encontramos con una serie de estudios historiográficos en forma de ensayos teórico-metodológicos, estados de la cuestión o comentarios a recopilaciones bibliográficas, que trataron de fijar los conceptos, paradigmas y métodos con que operaban o debían de operar las historiografías coloniales. Desde Rafael Altamira hasta Arthur Percival Newton, los principales imperial historians y americanistas reflexionaron sobre las obras y autores que les precedían, de cara a situar el propio trabajo como un eslabón en la larga cadena de descubrimientos científicos sobre la América colonial. La mayoría de estos autores, firmes creyentes en la naturaleza acumulativa del conocimiento histórico, no concebían la posibilidad de estudiar sistemáticamente la producción historiográfica precedente como algo más que como un ejercicio científico y objetivado que rebelaba los hechos históricos cada vez con más precisión y desnudez16. Sin embargo, en el ámbito imperial británico se comenzaría a observar un tímido quiebre de esta tradición revisionista-positivista a partir de los años 50, en el contexto de los acelerados procesos de descolonización de Asia, África y Caribe y de consiguiente crisis internacional de los idearios colonialistas. Precisamente, la independencia de las West Indies británicas vería nacer dos obras punteras en la crítica historiográfica post-imperialista: A Study on the Historiography of the British West Indies de la guyanesa Elsa V. Gobeia y British Historians and the West Indies de Eric Williams, natural de Trinidad17. Ambos autores, nacidos en las colonias, habían podido estudiar Historia y doctorarse en temas de Imperial History en universidades británicas, para más adelante regresar a sus respectivos países y sumarse a la lucha por la 16 Dos ejemplos entre muchos otros son: Rafael ALTAMIRA: La Huella de España En América, Salamanca, Universidad de Salamanca, 2008 y Arthur Percival Newton, An Introduction to the Study of Colonial History, London, Society for Promoting Christian Knowledge, 1919. 17 Eric Eustace WILLIAMS. British Historians and the West Indies, New York: Africana Pub. Corp, 1972; Elsa V. GOVEIA, A study on the historiography of the British West Indies to the end of the Nineteenth century, Washington, D.C., Howard University Press, 1956. 65 independencia desde la academia y la política18. Sus análisis historiográficos reflejan la influencia de las ideologías postcoloniales que penetraban en el mundo caribeño de los 50-60 y plantean una verdadera crítica epistemológica de la historiografía británica y occidental sobre el Caribe, denunciando, en ambos casos, que sus tesis se habían puesto al servicio de los intereses imperiales, de la segregación racial, de la dependencia económica y de la limitación de derechos políticos y libertades ciudadanas a los habitantes de las West Indies. Ambos autores planteaban la necesidad de desterrar el viejo aparato paradigmático y espacio-temporal que había planteado la Imperial History Británica y de construir una historia regional y nacional epistemológicamente independiente, que sirviera como discurso de liberación. A estas se añadió la obra The Imperial Idea and its enemies. A Study in British Power de Arthur P. Thornton19. El profesor canadiense, tras contemplar el fin de los movimientos pro-imperialistas en la Commonwealth, se acercaba al fenómeno de la idea imperial, presentándola como un constructo narrativo en el cual los historiadores habían jugado un papel central. Empleando como fuentes los artículos, libros y manuales escolares de historia, demostraba que la historiografía había puesto su discurso al servicio de un verdadero imaginario imperialista con presencia en el debate ciudadano y la opinión pública. Thornton afirmaba que la historiografía profesional, más que como ejercicio científico y objetivo, había actuado como modeladora de opiniones y doctrinas, adaptando las ideas imperialistas a sus narraciones a través de un ejercicio creativo. En el mundo hispanohablante, si bien surgieron posturas de crítica postcolonialista en la filosofía y la literatura latinoamericana, aún no surgían trabajos que estudiaran el discurso de la historiografía americanista y el papel jugado por los historiadores en los sucesivos debates político-ideológicos sobre el colonialismo, la nación o la comunidad histórica con las Repúblicas de América Latina. El punto general de inflexión se produciría en los años 80 del Siglo XX. Durante esta década, los debates desatados por el desgaste de las posturas estructuralistas y de las teorías “macro” plantearían la necesidad de repensar el papel de la Historia y sus Eric HIGHMAN: “The British West Indies” , in Winks, R (Ed.) The Oxford History of the British Empire. Volume V. Historiography, Oxford, Oxford University Press, 1999, pp.134-146. 19 Arthur P. THORNTON: The Imperial Idea and Its Enemies: A Study in British Power, London; New York: Macmillan , St. Martin’s Press, 1959. 18 66 posibilidades epistemológicas, asentándose como campos específicos de especialización los estudios sobre el nacionalismo, los análisis narrativistas y las obras de crítica postcolonial y subalterna20. Todos ellos han tenido un decisivo impacto en la consideración de las historiografías imperiales y han configurado las diversas posturas analíticas que han sido adoptadas por quienes la han estudiado durante los últimos 30 años. En primer lugar podemos distinguir aquellas obras que se han abordado partiendo de los paradigmas historiográficos narrativistas. encabezadas por Hayden White Las llamadas teorías narrativistas, y Frank Ankersmit, han interpretado las obras históricas como textos que coaligan distintos enunciados sobre el pasado en grandes conceptos sintetizadores que, a su vez, producen sentidos metafísicos, no equivalentes a una realidad histórica que es interpretada o imaginada21. La teoría narrativista sostiene que los textos de historia son fundamentalmente constructos narrativos que articulan visiones del pasado a partir de la voluntad poética, política e intelectual del autor. Bajo estos presupuestos de análisis historiográfico algunos han revisitado a los historiadores americanistas y a los Imperial Historians del pasado, investigando la dimensión filosófica, representacional y política de sus textos a través del estudio de su estructura literaria, de sus juegos semánticos y metafóricos y de sus contenidos políticoideológicos. En esta línea de análisis se han asentado los estudios sobre el nacionalismo historiográfico, que, siguiendo los paradigmas fijados por Hobsbawn, Anderson o Berger, han analizado la historiografía sobre la colonización americana como componente maestro de las grandes narrativas nacionales, que a su vez habrían estado orientadas a la producción de referentes míticos y simbólicos legitimadores de las 20 Para una buena síntesis del tema ver: SCHNEIDER and WOOLF (Ed.): The Oxford History of Historical Writing, Volume 5: Historical Writing since 1945, Oxford University Press, 2011; Ortega López, Teresa María (ed.), Por una historia global. El debate historiográfico en los últimos tiempos. Granda, Editorial Aug, 2007 ; Martín GELABERT, “La Historia de La Historiografía En España: Recepción Y Crisis de Una Disciplina, 1976-2007.” en edited by Francisco ACOSTA RAMÍREZ and Teresa María ORTEGA LÓPEZ, Por Una Historia Global: El Debate Historiográfico En Los Últimos Tiempos, Granada; Zaragoza, Editorial Universidad de Granada, PrensasUniversitarias de Zaragoza, 2007. 21 Hayden WHITE: Metahistory. The Historical Imagination in Nineteenth-Century Europe, New York, The John Hopkins University Press, 1973; Frank ANKERSMIT: Historical Representation, Stanford, Stanford University Press, 2001. 67 respectivas comunidades imaginadas. En Gran Bretaña, han sido los trabajos de John Burrow y Michael Bentley los que con más viveza han mostrado el papel jugado por los relatos sobre el viejo imperio americano en la historiografía whig anglo-céntrica y nacionalista del XIX22. En sus obras analizan textualmente las grandes historias románticas de las épocas victoriana e imperialista y concluyen que los imperial historian decimonónicos (Seeley, Froude, Egerton, etc) volvieron la vista al Imperio atlántico de los siglos XVI y XVII para construir un relato que lo situaba como punto histórico de máxima expresión de los valores nacionales y raciales anglosajones reivindicados por cultura imperialista de fin de siglo:gobierno constitucional y parlamentario, libertad político-religiosa, autogobierno municipal, hegemonía marítima, espíritu comercial, talento bélico, utilitarismo y racionalidad. Otros, como Jeremy Adelman o Jean-Fréderic Schaub23 han estudiado cómo, en todos los estados americanos y europeos implicados en las revoluciones atlánticas, los historiadores construyeron un pasado colonial en términos peyorativos o laudatorios según conviniera a las variedades narrativas de los distintos proyectos nacionales. En España, la mayor parte de trabajos que han abordado la producción historiográfica americanista la han tratado como componente del relato nacional español y como objeto de disputa imperial-nacionalista24. En este sentido, el estudio más acabado sería el de Antonio Ferós, que revisa algunas de las grandes obras del americanismo español del último siglo para concluir que las historias de la conquista, colonización e independencia de América habrían servido como un espacio de consenso en el relato colonialista y eurocéntrico del nacionalismo español25. Esta mitología americanista 22 John Wyon BURROW, A Liberal Descent: Victorian Historians and the English Past, Cambridge, Cambridge University Press, 1983; Michael BENTLEY, Modernizing England’s Past: English Historiography in the Age of Modernism, 1870-1970, Cambridge, Cambridge University Press, 2005. Jean Frédéric SCHAUB: “The Imperial question in the History of Ibero-America: the importance of the long view” en Kalypso NICOLAïDIS, Berny SEBE Y Gabrielle MAAS (ed.): Echoes of Empire : Memory, Identity and Colonial Legacies, International Library of Colonial History, London, IBTauris, 2015, pp.63-80; Jeremy ADELMAN: “Colonialism and National Histories”, en Christopher SCHMIDTNOWARA, and John M. NIETO PHILLIPS Interpreting Spanish Colonialism : Empires, Nations, and Legends, University of New Mexico Press, Lancaster, 2005, pp.163-187. 23 24 Tomás, PÉREZ VEJO: España imaginada: historia de la invención de una nación, Madrid, Galaxia Gutenberg, 2015; Ricardo GARCÍA CÁRCEL: La Construcción de Las Historias de España, Madrid, Centro de Estudios Hispánicos e Iberoamericanos, 2004. Antonio FEROS: “Spain and America all is one: historiography of the conquest and colonization of the Americas and National Mythology in Spain c.1892-c.1992” in Christopher SCHMIDT-NOWARA, and 25 68 habría servido tanto a liberales como a conservadores para reivindicar el carácter imperial de la nación española, su condición de fuerza civilizadora y su papel como vanguardia en la empresa expansiva de Europa y Occidente. Asimismo, Isidro Sepúlveda26, estudia el hispanoamericanismo como componente básico del nacionalismo español. Su tesis es que, en los años que van de la Restauración al primer franquismo, un conjunto de intelectuales, organizaciones e instituciones se dedicaron a la construcción de una comunidad imaginada que reunió a España con el conjunto de Repúblicas americanas, otorgándole a esta un puesto de primogenitura bajo la expresión de “Madre Patria”. En este contexto, él y otros autores como Álvarez Junco o Fernández Albadalejo han reflejado cómo los historiadores habrían ejercido su papel disciplinar como colectivo intelectual productor de referentes míticos hispanoamericanistas, especialmente con el triunfo político del franquismo y el surgimiento de una “Historia Imperial” de signo nacional-católico27. Si bien este conjunto de obras han hecho una aportación notable en términos de análisis discursivo, han tendido a centrarse en exceso en ciertos aspectos parciales del texto, infravalorando la importancia de los contextos historiográficos de producción y pensamiento. En este sentido, muchos autores han añadido al análisis narrativista los aportes epistemológicos y metodológicos del llamado “Giro Contextualista”, representado principalmente por Quentin Skinner y la nueva historia intelectual28. Estas corrientes entenderían la obra de historia como un acto de “escritura performativa”, mediante el cual el autor trata de incidir en su propio presente histórico y comunicar sus tesis en un contexto argumentativo. Por tanto, la historia, más que como simple narrativa, aparece como forma racional de pensamiento y el texto histórico como acción John M. NIETO PHILLIPS Interpreting Spanish Colonialism : Empires, Nations, and Legends, University of New Mexico Press, Lancaster, 2005, pp.109-136. 26 Sepúlveda, Isidro. El sueño de la Madre Patria. Hispanoamericanismo y Nacionalismo. Fundación Carolina. Centro de Estudios Hispánicos e Iberoamericanos. Marcial Pons Historia. 2005. 27 José ÁLVAREZ JUNCO, Las Historias de España: Visiones Del Pasado Y Construción de Identidad., Madrid, Crítica; Marcial Pons, 2013; Fernández ALBADALEJO, Pablo: “Imperio e identidad: consideraciones historiográficas sobre el momento imperial español”, SEMATA, Ciencias Sociais e Humanidades, ISSN 1137-9669, 2011, vol. 23: PP. 131-148. 28 Stefan COLLINI: “The Identity of Intellectual History,” in Richard WATHMORE and Young BRIAN:A Companion to Intellectual History, Malden Blackwell, 2016; Quentin SKINNER: Lenguaje, política e historia, Buenos Aires, Universidad Nacional de Quilmes, 2007. 69 comunicativa orientada a expresar las tesis del autor e incidir con ello en el “debate historiográfico” y en los problemas de su tiempo. Por lo general, la aplicación de estos paradigmas ha dado lugar a trabajos que emplean un sólido conjunto de técnicas consistentes en relacionar los relatos y teorías de los historiadores con sus contextos político-intelectuales y vincular así los cambios en el discurso historiográfico a los acontecimientos históricos en que suceden. Estos trabajos incorporan el estudio del desarrollo profesional de la disciplina y del desarrollo institucional de las corporaciones universitarias y asociaciones de historiadores 29. Todo ello se pone en relación con el estudio de los mismos autores, definiendo sus perfiles profesionales, su formación, sus redes académicas, sus viajes, sus militancias políticas y sus orientaciones ideológicas. En este sentido, destaca la obra Empire and History writting in Britain en que Joanna De Groot problematiza la relación entre las historias nacionales e imperiales escritas en Gran Bretaña, mostrando que éstas fueron y son mutuamente constitutivas, como partes de un discurso cambiante que ha girado sobre la compleja ecuación formada por la colonialidad, la modernidad y el nacionalismo30. Desde una perspectiva postcolonial, la autora refleja como la historiografía imperial británica se desarrolla en un largo proceso histórico (1750-2012) como resultado de actividades, imaginarios e ideas que nacen fruto de las reflexiones suscitadas por las conexiones imperiales de Gran Bretaña con las West Indies, América, África y Asia. De Groot participa de las teorías asentadas por J.P. Marshall31, Eric Highman32 y Stephen Foster33 en el volumen “Historiography” de la Oxford History of the British Empire. Éstos subrayan la implicación activa de los historiadores de la América colonial en los debates contemporáneos sobre el Estado, la nación, la raza, la civilización y la ciudadanía imperial, todos ellos suscitados por la actualidad política del Segundo Imperio y más tarde por los fenómenos de 29 Un buen ejemplo de esta metodología Ignacio PEIRÓ MARTÍN: Historiadores En España: Historia de la Historia y Memoria de la profesión, Zaragoza, Prensas de la Universidad de Zaragoza, 2013. 30 Joanna DE GROOT: Empire and History Writing in Britain, c.1750-2012, Manchester, Manchester University Press, 2013. Peter James MARSHALL: “The First British Empire”, Winks, R (Ed.) The Oxford History of the British Empire. Volume V, Historiography. Oxford, Oxford University Press, 1999. pp. 44-54 32 Stephen FOSTER: “British North America in the Seventeenth and Eighteenth Centuries”, in Winks, R (Ed.) The Oxford History of the British Empire. Volume V. Historiography, Oxford, Oxford University Press, 1999, pp.134-146. 33 Highman, Eric, “The British West Indies… pp.134-146. 31 70 descolonización y globalización. En este sentido, David McIntyre alcanza un grado mayor de concreción, demostrando como los historiadores imperiales británicos fueron los principales autores intelectuales del frustrado proyecto imperialista de la “British Commonwealth of Nations”34. A éste se añade el trabajo de Theodore Koditschek examina los modos en que las agendas políticas imperiales determinaban la escritura de historia en la Gran Bretaña del Siglo XIX y su Imperio contemporáneo analizando las obras y papeles personales de un curtido grupo de Imperial Historians. Según éste, los historiadores del periodo estaban insertos en tupidas redes imperiales e internacionales que les vinculaban con el mundo de la política35. Los historiadores ejercerían como genuinos activistas: sus relatos sobre el pasado imperial americano habrían estado orientados a servir como soporte argumentativo a diversos proyectos políticos como, en este caso, la confederación sobre una nueva base democrática de todos los territorios anglosajones del Imperio. Parecido ejercicio realiza Bernard Baylin, que estudia el nacimiento de la “Historia Atlántica” como paradigma historiográfico y campo disciplinar. relacionándolo íntimamente con la implicación de los historiadores en el proceso de conformación de la OTAN y de reivindicación de la civilización occidental frente al comunismo36. Para el caso español, si bien el interés suscitado por la temática es menor, ha habido un desarrollo relevante de este tipo de análisis historiográficos. En este sentido, han surgido un buen número de obras que han estudiado el desarrollo paralelo de una estructura institucional que amparaba y fomentaba el americanismo español y de una serie de imaginarios históricos sobre América Latina que habrían incidido en las percepciones públicas y en las políticas nacionales e internacionales de España hacia la región37. Algunos trabajos han tomado un enfoque biográfico, en que se ha analizado el William McIntyreThe Britannic Vision : Historians and the Making of the British Commonwealth of Nations, 1907-48 / W. David McIntyre. Basingstoke: Palgrave Macmillan, 2009. 34 Theodore KODITSCHEK: Liberalism, Imperialism and the Historical Imagination : Nineteenth Century Visions of Great Britain, Cambridge, Cambridge University Press, 2011. 35 36 Bernard, BAILYN: The Atlantic History. Concept and Contours. Cambridge, London, 2005. 37 Ejemplos son:,Monserrat HUGUET y Pedro PÉREZ HERRERO (ed.): La formación de la imagen de América Latina en España: 1898-1989, Madrid , Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura, 1992; Lorenzo DELGADO-GOMEZ ESCALONILLA: Imperio de papel: acción cultural y política exterior durante el primer franquismo, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1992. 71 periplo vital de los primeros historiadores americanistas, tratando de poner en relación sus viajes, sus prácticas académicas y sus militancias políticas con su producción historiográfica. En un nivel más amplio, Pedro Pérez Herrero38 ha estudiado a las publicaciones americanistas españolas como indicadoras del periodo de afianzamiento de una “imagen hispanista” de América Latina entre 1935 y 1963. A través de una categorización de las obras historiográficas que atiende a sus tendencias metodológicas, a su empleo de las fuentes y a sus contenidos, el autor realiza un análisis cuantitativo en que concluye que la imagen imperialista, paternalista y nacionalista de América que hoy permanece en el imaginario colectivo fue construida como parte del proyecto político del franquismo. A estos se ha añadido el amplio trabajo de Palmira Vélez, que estudia el nacimiento del americanismo historiográfico, su desarrollo durante el periodo político de la Restauración y su consolidación en la universidad española de las tres primeras décadas del Siglo XX39. Vélez emprende con éxito un análisis del discurso y la práctica profesional de la historiografía americanista española centrándose en los perfiles profesionales de los autores, en su participación activa como polígrafos, publicistas y oradores en las campañas de divulgación y discusión del hispanoamericanismo y en sus viajes atlánticos. Un detallado análisis de las cátedras, asociaciones, celebraciones, centros de estudio, actos académicos, editoriales y espacios de debate que se constituyeron en el soporte del americanismo historiográfico, nos remite a un universo similar al de los Imperial Historians, en que los usos del pasado imperial estaban íntimamente vinculados con el devenir de las comunidades nacionales y atlánticas contemporáneas. En este mismo marco de análisis aparece la investigación de Christopher Schmidt-Nowara40, que estudia comparadamente cómo la imaginación histórica sobre el imperio americano de antiguo régimen fue instrumentalizada por los intelectuales y políticos de España, Cuba, Puerto Rico y Filipinas en el marco de los 38 Pedro PEREZ HERRERO y Nuria TABANERA (eds.): España/América Latina: un siglo de políticas culturales. Madrid: AIETI/SINTESIS, 1993. pp. 57-88. 39 Palmira VÉLEZ: La Historiografía Americanista En España, 1755-1936, Madrid, Frankfurt am Main, Iberoamericana; Vervuert, 2007. 40 Christopher, SCHMIDT-NOWARA: The Conquest of History: Spanish Colonialism and National Histories in the Nineteenth Century, Pittsburgh, University of Pittsburgh Press, 2006. 72 conflictos coloniales del XIX. El autor, analizando las políticas de la memoria en España y el Caribe y las obras y prácticas de los principales historiadores del periodo, muestra cómo las complejidades políticas del conflicto por la autonomía, la independencia o el fin de la esclavitud en las Antillas, le dieron contenido y sentido performativo a la escritura histórica de este tiempo. Entre la “España Ultramarina” reivindicada por los historiadores unionistas como parte integral de la nación española y las culturas autóctonas y precolombinas invocadas por parte de los patriotas de las colonias, mediaban interpretaciones enfrentadas del viejo mundo imperial. En una lectura comparada y de alcance atlántico, Nowara nos muestra cómo el poder de narrar residía en la producción historiográfica de identificaciones nacionales y otredades colonialistas que jugaron un importante papel en la arena política del expirante imperio colonial español. A estas tendencias de análisis historiográfico se ha sumado una última conformada por un conjunto de obras eminentemente teoréticas que, dejando a un lado la estructura narrativa de los relatos, han abordado a la historiografía americanista e imperialista como ejercicio racional de recuperación argumentativa del pasado, centrándose en analizar las teorías en lugar de en las narrativas o los contextos. En esta línea destacan una serie de trabajos que han partido de las nociones de “colonialismo” e “imperio”. Poniendo en común de la puesta en común una serie de trabajos históricos previos sobre los estados y sociedades “coloniales” de la historia universal, han tratado de construir una teoría general que sirviera para caracterizar a grandes rasgos las estructuras legales, las jerarquías sociales y culturales y las dinámicas económicas de los imperios, entre ellos de los atlánticos41. De corte marcadamente objetivista, estas lecturas suelen incurrir en generalizaciones sujetas a nociones categóricas de la colonialidad, sin atender a los casos particulares. Otra línea la constituyen un conjunto de obras surgidas en los últimos años que, a partir de ejercicio de historiografía retrospectiva, se dedican a denunciar los excesos colonialistas de la Old Imperial History y a defender y definir las bases teórico-metodológicas de la New Imperial History, basada en la aplicación de los presupuestos de la nueva historia cultural y de las teorías postcolonialidad y la 41 Ejemplos por excelencia son: Jürgen OSTERHAMMEL: Colonialism: a theoretical overview, Princeton, Kingston: M. Wiener, Ian Randle Publishers, 1997 y Alejandro COLAS: Imperio, Madrid, Alianza Editorial, 2009. 73 subalternidad42. Más profunda es la perspectiva que nos abre el análisis de Simon Potter43 que ha reflejado los procesos de debate teorético e intelectual que han ocupado a la historiografía sobre el segundo imperio británico durante el último siglo y medio. El autor reconstruye las grandes preguntas de la disciplina y pone en diálogo las respuestas diversas alcanzadas por las sucesivas investigaciones historiográficas. Su tesis es que, si bien han existido evidentes motivaciones políticas en la historia imperial, ésta ha producido un verdadero y creciente conocimiento sobre el imperio victoriano y sus sociedades que se ha concretado en una serie de teorías articuladas a través de un diálogo sistemático con los vestigios documentales del mundo colonial. Llama la atención que este último enfoque no haya sido aplicado para analizar las teorías de la historia atlántica en Gran Bretaña ni mucho menos en el estudio del americanismo español. Propuestas para una nueva historia comparada Tras este breve repaso de las obras, paradigmas y corrientes más relevantes sobre la materia estamos en disposición de indicar las posibilidades analíticas que aún estarían por abrirse o por profundizarse para alcanzar un entendimiento amplio de los usos del pasado imperial en España y Gran Bretaña. En primer lugar, es evidente la necesidad de enfoques comparados que trasciendan los marcos nacionales y muestren las redes e intertextualidades transnacionales que operaban en la escritura de las historias imperiales y americanistas. Además, dentro de un marco comparativo se muestra la importancia de integrar con mayor fluidez los modos de análisis narrativista, contextualista, conceptual y teorético en estudios únicos; de adoptar perspectivas de largo plazo que vayan más allá de los periodos imperialista y franquista, conectando los debates pasados con los actuales (cosa que solo realizan con éxito y profundidad De Groot y Porter); también de evitar las nociones excesivamente simplistas en que se contempla el discurso historiográfico como un todo homogéneo e incorporar al análisis los enfrentamientos, disputas y relatos contra-hegemónicos que surgieron en el seno de 42 Wilson, K. A New Imperial History...; Andrew S.THOMPSON: Writing Imperial Histories, Manchester, Manchester University Press, 2013; Athena SYRIATOU: “National, Imperial, Colonial and the Political: British Imperial Histories and their Descendants”. Historein V.12. 2012, pp.54-106. 43 Simon James POTTER: British Imperial History, London, Palgrave, 2015. 74 la imaginación histórica imperial y americanista. Partiendo de estas premisas podemos a detallar brevemente una propuesta de análisis comparado para los casos español y británico: Entendemos que un ejercicio de este tipo puede combinar los rudimentos de una comparación clásica sobre dos fenómenos de pensamiento encuadrados nacionalmente, con las nuevas teorías de las transferencias culturales de Michael Werner, Michel Espagne44. En este sentido, se puede partir de un estudio de ambas historiografías a través de una conceptualización de las similitudes, diferencias y conexiones entre ambos casos. En el terreno de las similitudes podemos partir de una definición paralela de los objetos de estudio, de la complementariedad de los casos nacionales y de las disciplinas analizables y de una cierta sincronía temporal: A partir de las obras analizadas en el estado de la cuestión es posible partir de la definición integradora de un objeto de estudio operativo para ambos casos: proponemos partir de la noción “pensamiento historiográfico”. Entendemos el “pensamiento historiográfico” como un ejercicio intelectual que incluye la labor epistemológica de diálogo con las fuentes, la aplicación de métodos y estrategias de conocimiento, la construcción retórica de teorías y conceptos coligatorios y la enunciación narrativa y teórica de los mismos en forma de discursos y textos históricos con voluntad performativa y propositiva. Partir de este concepto posibilitaría la construcción de una historia intelectual de la historiografía americanista, imperial y atlántica que analizase como un todo relacionado el contenido narrativo y teórico de los textos y que los situara en relación con los contextos académicos, globales, coloniales y nacionales que se suceden en el largo plazo, sondeando los cambios y permanencias en los conceptos y discursos de la comunidad de autores, entendida como colectivo de individuos que construyen textos en el marco de una relación discursiva. Asimismo, entendemos que los casos de España y Gran Bretaña son similares en cuanto a su condición de espacios nacionales herederos (en la misma medida exacta que sus contrapartes americanas) de sendas Monarquías Atlánticas. En ambos países se conformaron comunidades historiográficas 44 institucionalizadas y conectadas Michel ESPAGNE, 'Sur les limites du comparatisme en histoire culturelle'. Genese 17, 1994, pp. 11221 75 intertextualmente que articularon debates muy activos en torno a las significaciones históricas de los viejos imperios americanos. Estudiamos dichos discursos en los “espacios metropolitanos” entendiendo que el fenómeno de evocación historiográfica del “mundo colonial” (o de alguna de sus dimensiones) ha recibido mucha más atención en los países americanos, por parte de los estudiosos que han abordado el papel del periodo “colonial” en los relatos nacionalistas y en las retóricas de las minorías afrodescendientes e indígenas. Se ha olvidado en buena medida que España y Gran Bretaña también se transformaron al compás de los sucesos imperiales y que eso ha tenido un poderoso reflejo en su tradición historiográfica. En ambos casos, la conformación y el desarrollo de un pensamiento historiográfico americanista estuvo fuertemente ligado al desarrollo de instituciones y espacios de debate vinculados a los aparatos estatales respectivos, que se conformaron en las disciplinas académicas del americanismo historiográfico y la Imperial History. Aquí son evidentes las posibilidades de aplicar la teoría postcolonial para valorar si ambas disciplinas llegaron efectivamente a disciplinar los discursos históricos americanistas o si por el contrario primó la individualidad interpretativa de los autores. En este sentido es posible seguir la teoría de las transferencias culturales y reconstruir análogamente los vínculos profesionales, ideológicos e intertextuales que conectaban a ambas comunidades historiográficas con los pensadores y fenómenos europeos y americanos, deconstruyendo así la idea de comunidades nacionales cerradas y abriendo la puerta a la reconstrucción de las redes que vinculaban los imaginarios históricos de toda la comunidad atlántica. En el apartado de los campos disciplinares, surge, sin embargo, un nuevo problema: en la tradición historiográfica anglosajona, como hemos indicado, las obras sobre la América colonial se encuadran en la Imperial History, un campo de reflexión que abarcaría toda la experiencia colonial británica desde 1607 hasta 1997. A este respecto ya hemos indicado que se puede notar una absoluta marginalidad cuantitativa y cualitativa de los estudios del Imperio americano de antiguo régimen con respecto a los del imperio colonial de los siglos XIX y XX. Los estudios sobre la historiografía imperial en muchas ocasiones excluyen las historias de América y las West Indies como objetos de estudio, centrándose en las producciones sobre el segundo imperio. Creemos que las historias de las trece colonias y las indias occidentales han servido a la 76 construcción de imaginarios y argumentaciones históricas relacionadas pero diferentes de las producidas por los que historiaron a la India o las colonias africanas. En este sentido la comparación de los relatos propiamente americanistas en España y Gran Bretaña abre también posibilidades de profundizar en la comprensión de campos poco explorados a nivel nacional, como poco explorado está el periodo que va más allá de los años 60 en ambos países. Además, también es posible observar algunos puntos comunes en las temporalidades múltiples que determinaron la construcción del discurso histórico: en ambos países coinciden muchos de los procesos de profesionalización historiográfica, penetración de corrientes ideológicas e influencia de grandes ciclos y fenómenos internacionales como el momento de 1898, las guerras mundiales (con la civil como preámbulo), la descolonización, la incorporación en la OTAN y la UE y un largo etc. En este punto, sin embargo, también se pueden indicar profundas diferencias entre los casos susceptibles enriquecer sustancialmente el ejercicio de la comparación. En primer lugar, mientras las reflexiones de los historiadores británicos se realizaron hasta los años 70 en el marco de un Segundo Imperio cuyos problemas político-constitucionales y culturales se pensaban a través del primer imperio, España era una “potencia” colonial modestísima tras 1898 que más bien buscaba articular una relación preferente con América Latina. Otra importante diferencia han sido los procesos históricos contemporáneos de las “excolonias”: mientras muchos historiadores británicos miraban con una mezcla de orgullo y resentimiento como su gran “excolonia” se convertía en la primera potencia mundial, los autores hispanistas veían como las repúblicas de América Latina vivían sumergidas en problemas muy parecidos a los de la propia comunidad nacional. Estas nociones “geoculturales” tendrán, como veremos, gran influencia en los relatos construidos. A estas diferencias se añade la diacronía en muchos ciclos políticos: mientras que Gran Bretaña entra en 1945 en un ciclo de democratización, España vive desde el 39, cuarenta años de dictadura que tienen gran influencia en el desarrollo de su pensamiento historiográfico. Figuras como el exiliado, por ejemplo, son propias del caso español. Como vemos, la comparación entre ambos universos historiográficos es pertinente, posible y necesaria, más cuando estos se han hecho constantes referencias y acusaciones cruzadas sin llegar nunca a integrarse ni a constituirse en una comunidad de 77 conocimiento. Es posible preguntarle a las viejas y nuevas historias de América qué papel han jugado los historiadores a lo largo de los últimos siglos y cómo puede servir la memoria de las Monarquías atlánticas y sus diversas, móviles y cambiantes sociedades a pensar nuestra problemática contemporaneidad. 78 La semana de la infancia de 1936 y 2016 Cristina Escrivá Moscardó Víctor E. Benavides Escrivá Grupo de Investigación GIACIO, Valencia Introducción Corazón y armas en vela preparan otra justicia, otra vida y otra tierra sin hambres, sin niños tristes, sin tormentas y sin guerras. ¡Alegraos y cantad, niños; niños; no haya pena! “Los niños de la guerra” César M. Arconada1 Escribir de la memoria de lo perdido no es fácil, ochenta años después de la primera fiesta laica dirigida a la infancia, organizada desde un gobierno que padecía una guerra, queriendo favorecer a la infancia evacuada. El texto elaborado, sumando diferentes fuentes, no ha podido beneficiarse de testimonios directos de esa época. Planteamos un trabajo sobre lo que fue una realidad centrándonos en primer lugar en contar los antecedentes; quien participó en la organización de la Semana de la Infancia –también llamada Semana del Niño– de 1937 y la descripción de la cabalgata con la que finalizaron los actos. En una segunda parte hablaremos de la “Setmana de la Infància” desarrollada entre los meses de diciembre de 2015 y enero de 2016, sus actividades y la cabalgata “Festa de la Infantesa”, que salió a 1 César M. ARCONADA: “Los niños de la guerra” Facetas de actualidad española, 9 (1938), p. 14. 79 Universidad de Castilla~La Mancha Departamento de Historia. Área de Historia Contemporánea Edificio Benjamín Palencia | Campus Universitario s/n | 02071 Albacete Email: [email protected] | www.ahistcon.org | la calle el 3 de en enero y, por último, trataremos el despropósito desencadenado tras la conclusión de los actos, con acciones desproporcionadas por parte de la derecha política, ayudada y autoalimentada por algunos medios de comunicación. Buscando antecedentes sobre cabalgatas dedicadas a la infancia en las grandes ciudades de España, con connotaciones religiosas, éstas se remontan a principios del siglo XX. Aunque hay que recordar que la celebración de la Cabalgata de Reyes de Alcoy (Alicante), es del año 1885.2 La primera cabalgata laica dedicada a los niños y niñas en España fue realizada en Valencia en 1937. En 1932 en Francia surgió la idea de la caravana juvenil. Previamente se constituyó un Comité Nacional de la Infancia que tenía como finalidad “agrupar íntimamente cuantas obras e instituciones se dediquen a la protección de la infancia y de la maternidad”.3 La conveniencia de esa solidaridad dio origen a organizar, con la autorización y apoyo de los poderes públicos, una Semana de la Infancia, a fin de crear un movimiento de opinión favorable. Los ideales de la Caravana Juvenil, compuesta por todos los niños y niñas de todas las naciones, entre las edades de seis a quince años, tenía el propósito que la juventud supiera “que el mundo es un solo hogar y que los seres humanos son miembros de una familia”, así, la New History Society (New York), con fecha 25 de octubre de 1934, establece la Caravana Juvenil y con tal motivo “solicita la ayuda de todos los que estén interesados en educar a los niños desde un punto de vista universal.4 La intención de esa caravana no pudo ser más loable, al igual que la cabalgata iniciada durante la Guerra Civil y la realizada en el año 2016, auspiciada por la “Societat Coral el Micalet” de Valencia, inspirada en la realizada en 1937. Ese año se certifica su celebración, de forma ininterrumpida, hasta la actualidad. Daniel MOLTÓ: “Las diez claves de la Cabalgata de Reyes más antigua de España”, El Mundo, 5 de enero de 2016. Recuperado de internet (http://www.elmundo.es/comunidadvalenciana/2016/01/05/568264b646163f9f3c8b45d7.html). 3 M. BOUTIER: “La semana de la infancia en Francia”, Revista de Pedagogía, 162 (junio 1935), p. 269. 4 s.a.:“La caravana juvenil”, Revista de Pedagogía, 162 (junio 1935), p. 271. 2 80 La historia nos precede Desde el verano de 1936, de acuerdo con la evolución de los frentes y la conquista gradual de territorios leales por el ejército franquista, se produjo una masiva evacuación hacia la retaguardia republicana. Para atender el problema central de la evacuación de niños y niñas se estableció desde el estado un organismo: la Delegación Central de Colonias dependiente de la Dirección General de Primera Enseñanza. Después una Delegación Española para la Infancia Evacuada, y por último un Consejo Nacional de la Infancia Evacuada y sus diversas delegaciones. Las variaciones en la denominación y función fueron causadas por la evolución de la guerra. Los escolares emprendieron viaje hacia la seguridad que representaba salir de los frentes bélicos. Niños y niñas, en tránsito, llegaron a su destino distribuyéndose en familias siendo acogidos mayoritariamente entre los habitantes de pueblos del cinturón de las ciudades, que previamente habían difundido bandos desde los Consejos municipales anunciando la llegada de los pequeños visitantes. Después, donde la viabilidad fue posible, se instalaron Colonias escolares permanentes.5 Durante los años de la guerra, la festividad navideña se sustituyó por diferentes actividades que llegaban a su culminación los primeros días de enero con la Fiesta del Niño. Una celebración laica que generó entusiasmo por su significado. “Son los hijos del hombre que alegran la vida”, subraya un artículo de La Vanguardia.6 En el texto encontramos el consejo de no regalar juguetes bélicos, “La asignatura de Historia es una loa continua a los generales que hicieron a la patria grande asesinando hombres de otras razas y nacionalidades”. Añadiendo que esa educación “canibalesca” se completaba desde el hogar, entre otras cosas, con la compra de juguetes de carácter guerrero. “No acostumbremos a la infancia al uso de las armas mortíferas”, se subrayaba. Y es en España durante la Guerra Civil cuando el mundo alrededor del juguete se plantea el valor de la coeducación y el pacifismo. Varios ilustradores diseñaron carteles de la Semana de la Infancia, entre ellos SIM, Rabal, Vicente Ballester y Moliné, etc. El Ministerio de Instrucción Pública también encargó al tipógrafo de origen polaco Mauricio Amster carteles publicitarios 5 Cristina ESCRIVÁ MOSCARDÓ: De las negras bombas a las doradas naranjas. Colonias escolares 1936-1939, Valencia, L’Eixam, 2011, pp. 53-70. 6 s.a.: La Vanguardia, 2 de enero, 1937, p. 3. 81 sobre la Fiesta del Niño. Así mismo, la productora Cifesa realizó un documental con el mismo título “La Fiesta del Niño”.7 La propaganda en ese sentido surtió efectos y se programaron cientos de actos para dar alegría a la infancia, mientras se inculcaban nuevos hábitos. La organización Juventudes Libertarias editó el cartel ¡No envenenéis a la infancia!, realizado por el artista asentado en Valencia Francisco Carreño Prieto, con el dibujo de la cara asustada de un niño delante de camisas de varios colores, simbolizando las organizaciones antifascistas. La idea central era reclamar la necesidad de dejar al margen de la política a la infancia. Un propósito que no siempre se cumplió, ya que la utilización de la imagen de niños y niñas fue un recurso muy utilizado en la propaganda. Uno de los ámbitos al que se prestó más atención fue la denuncia de los bombardeos aéreos sobre la retaguardia, donde estaban refugiados miles de niños y niñas, que sufrieron y murieron en ellos. En la revista editada en Londres The War in Spain se aporta como cifra aproximada 685 ciudadanos fallecidos, 1.330 heridos y 1.634 edificios destruidos en la ciudad de Valencia.8 Las últimas investigaciones sobre los bombardeos que padecieron los municipios valencianos dan el resultado de 1.850 muertos civiles identificados, y otros muchos sin identificar, en su mayoría mujeres, niños y ancianos. Las incursiones aéreas fueron realizadas por la Aviación Legionaria Italiana enviadas a Franco por Benito Mussolini, que tenían su base en Mallorca, y que bombardearon repetidamente núcleos urbanos sin valor militar como la ciudad de Valencia. Los motivos los expresa fríamente una anotación del diario personal del conde Galeano Ciano, yerno de Mussolini y ministro de Exteriores de la Italia fascista que, el 26 de agosto de 1937, ordena bombardear Valencia “para aterrorizar al enemigo”.9 La infancia tenía que ser feliz, y los niños y niñas eran prioritarios para el gobierno republicano. Ese era el mensaje. Para todos ellos, y en especial para los que estaban alejados del hogar, se tenía que mitigar el dolor que suponía estar lejos de la familia, creando un ambiente de verdadera hermandad. Así, durante la Fiesta del Niño, “La fiesta del niño” (1937). Cifesa. Acrónimo de Compañía Industrial del Film. Español, S.A., que se constituyó en Valencia el 15 de marzo de 1932. 8 s. a.: The War in Spain, 5 de noviembre de 1938, p. 167. 9 Más información sobre los bombardeos en: Rafael ARACIL y Joan VILLARROYA: El País Valencià sota les bombes, 1936-1939, Valencia, PUV, 2010. 7 82 que sustituía a “la arcaica fiesta de los Reyes Magos” 10 se realizaron festivales y actividades infantiles, patrocinadas por el Ministerio de Instrucción Pública, que abrió una cuenta para recibir aportaciones económicas para tan loable fin: “El Ministerio de Instrucción Pública ha recibido los siguientes donativos para la Semana del Niño, algunos verdaderamente cuantiosos…” se publicitaba en los medios de comunicación. Información lanzada a la publicidad por el gobierno de la República y las entidades sindicales y políticas cuyos carteles también adornaban las paredes, con una mezcla de color festiva. Para los hijos del pueblo los regalos eran muy limitados y según la clase social la diferencia era inmensa. Como apuntaba el lema de uno de los varios carteles de propaganda, en este caso de un cartel FETE-UGT, “Los juguetes son el sueño de los niños”, y esos niños y niñas que anteriormente a la guerra veían solamente los juguetes desde los escaparates, ahora podrían disfrutar al tenerlos entre sus manos. Apelando a la ayuda económica de la solidaridad desde organizaciones antifascistas, se hacían colectas: “Las afiliadas y afiliados de la Federación Española de la Enseñanza, se preocupan de llevar a cabo la iniciativa de la Semana del Niño, en Madrid en unión de la Alianza de Intelectuales Antifascistas, del Socorro Rojo Internacional y tantas otras, oficiales y particulares, efectúan colectas por las calles madrileñas para la Semana del Niño”.11 Se emitieron cuñas de radio, en términos que apelaban a la ayuda económica necesaria para sufragar juguetes y regalos, con discursos como el siguiente, fechado el 17 de diciembre de 1937: “Estimados camaradas, llega la Fiesta del Niño. Del 1 al 15 de enero [de 1938] todos los niños desvalidos sentirán la tierna caricia de las personas de buen corazón ¡Hermosa fiesta! Es en estos momentos de tragedia cuando se posa sobre sus cuerpecitos la garra de la desgracia. Pero ellos en su inocencia creen en vuestra bondad y sonríen ante la esperanza alentadora de un juguete que los haga felices. ¡Os llaman los niños! […] ¡Pensad en los niños! Sed grandes yendo con vuestro donativo a mitigar su dolor. Sed fuertes, dignos y elevados prestando el concurso de vuestra solidaridad a los niños necesitados. […]”.12 10 s. a.: Crónica, 27 de diciembre de 1936, p. 9. s. a.: La Vanguardia, 9 de enero, 1937, p. 3. 12 RS/150. Archivo Municipal de Xàtiva (Valencia). 11 83 Juguetes que, con las nuevas directrices, tenían que ser coeducativos. La noticia de la preocupación del gobierno hacia la orientación pacífica de los juguetes traspasó la frontera. La revista cubana Facetas de actualidad española, se hizo eco a través la columna de “El comentario del día”, Baltasar Pagés: “Una de las grandes preocupaciones actuales de la República Española, radica en el afán nobilísimo de alejar de la mente de la infancia el horror de la guerra. Borrar de los entendimientos en formación las pinceladas sombrías y trágicas de los sucesos horribles y sangrantes que la lucha en armas, feroz e implacable, les haya trazado. Para ello las organizaciones de propaganda civil realizan notables esfuerzos. Uno de ellos se encauza hacia la provisión de juguetes. Un niño que sacie sus necesidades de movilidad y pensamiento con amena distracción, se distanciaría de la espantable realidad circundante. A este efecto todos los artificios recreativos que presenten apariencias o signos de belicosidad, deben de ser rechazados. Nada que induzca o recuerde motivos de destrucción pueden ser, lícitamente, honradamente, puesto en manos de los seres inocentes que comienzan a abrir los ojos del alma a la vida”.13 Niños y niñas sabían que para ganar había que vencer y vencer en una guerra es destruir al contrario, eliminarlo, matarlo. Es por ello que se intentaba compensar esa situación, aunque los resultados no siembre eran los deseados por mujeres y hombres educadores y pedagogos. Lo cierto es que desde varias instituciones se intentó que esa dinámica cambiara. Por ejemplo con la realización de juguetes educativos en talleres colectivos o por escolares como los que realizaron los alumnos del Instituto Escuela de Valencia construyendo más de 1.000 juguetes “para los hijos de los combatientes antifascistas”.14 Las fotografías realizadas en las Colonias escolares por el alemán Walter Reuter, para el Ministerio de Instrucción Pública, muestran a colonos y colonas en espacios al aire libre, individualmente o con compañeros y compañeras, indistintamente jugando con muñecas, camiones, trenes y otros juegos colectivos, dejando las actividades grupales educativas, ajedrez, recortables, rompecabezas, para momentos de menos intensidad, en los porches o en el interior de las colonias. Imágenes que trasmiten la Baltasar PAGÉS CUBINYA: “El comentario del día”. Facetas de actualidad española, 9 (1938), p. 50. 14 Vicente VIDAL CORELLA: “Los niños valencianos alumnos del Instituto Escuela han construido juguetes para los hijos de los combatientes que defienden la causa del pueblo”, Crónica, 375 (1937), p. 9. 13 84 idea de la coeducación a través del juego.15 Además de las fotografías publicitarias y fotomontajes, utilizados genéricamente como trasmisión del cambio educativo, para publicitar la Fiesta del Niño se editaron también tarjetas, sellos y postales con imágenes amables. Una de las más bellas es de la autoría de Wila (Vicente Vila Gimeno). Desterrados los Reyes Magos, la postal lleva impresa el nombre del destinatario Jesús Hernández, ministro de Instrucción Pública. El resto de la tarjeta está en blanco, exceptuando las líneas pautadas, donde la infancia tenía que escribir sus ilusiones o, una vez recibidos los obsequios, agradecerlos por medio de unas palabras. Las variadas actividades encaminadas a hacer olvidar los horrores de la guerra a los ciudadanos más inocentes fueron: festivales, conciertos, veladas de humor, teatro y cine infantil, payasos, títeres, etc. Todas ellas eran gratuitas. La Semana de la Infancia concluyó en Valencia el día 10 de enero de 1937 con una cabalgata denominada Fiesta del Niño, organizada por el Ateneo Popular –Ateneo Mercantil– con la ayuda de todas las organizaciones antifascistas además de la colaboración entusiasta de artistas plásticos y los consejos municipales del entorno de la ciudad de Valencia. Esta actividad tiene unas raíces claras en el gobierno republicano que, en guerra contra el fascismo, fue el primero en el mundo en entender que la infancia era la gran víctima de los conflictos y por ello había que protegerlos, como promulgaba la Declaración de Ginebra sobre los Derechos del Niño de 1924, que incluía la responsabilidad de los adultos sobre su bienestar. La cabalgata multitudinaria quedó para la historia gracias al fotógrafo Atienza, que realizó un reportaje, capturando preciosas imágenes del recorrido.16 Fotografías que muestran por un lado la temática infantil con representaciones de los personajes de cine más populares de Walt Disney, etc. junto a figuras y carteles con carácter político – Francisco Largo Caballero y Stalin, entre otros– y carrozas de simbolismo republicano: el trabajo, la cultura y, su opuesto, el antirrepublicano representado en la figura ironizada del general golpista Queipo de Llano, representado por un militar de cartón piedra que va en un carro arrastrado por hombres disfrazados de moros que, en una de Cristina ESCRIVÁ MOSCARDÓ: Los ojos de Walter Reuter, Valencia, L’Eixam, 2012, pp. 74-81. Portal de Archivos Españoles del Ministerio de Cultura. http://pares.mecd.es/ArchFotograficoDelegacionPropaganda. 15 16 85 sus manos, sostiene una botella de vino y en la otra el micrófono de Radio Sevilla, de donde sale un fuerte brazo con un puño dirigido al personaje, simbolizando al pueblo español. O, la cabeza de Franco escondida en una caja denominada “del susto” que, de vez en cuando abrían a través de un resorte. O el juego de los bolos que representaban las figuras de los dictadores, falangistas, requetés, soldados italianos y alemanes, siendo la bola del Frente Popular, quien los derrumbaba. El Ministerio de Instrucción Pública hizo un esfuerzo económico importante para el reparto de juguetes. Además de las colectas para cooperar en los gastos de la Fiesta del Niño, donde la ayuda popular valenciana alcanzó a 51.935 pesetas, adquirió en la Fábrica Payá Hermanos, los obsequios a repartir. Un talón de caja del Banco de España de 98.700 pesetas da idea de la gran cantidad de juguetes que se repartieron. 17 La tienda Bazar Zurita, en la calle Mar, 6 de Valencia también extendió su factura.18 El marco descriptivo de la cabalgata tuvo mucho eco en la prensa nacional. La Vanguardia la describió con estas palabras: “El paso de la cabalgata fue presenciado por gran cantidad de público. Figuraban entre los espectadores miles de niños que han sido obsequiados con juguetes, libros y entradas para asistir a las salas de espectáculos”. Una de las obras que los niños y niñas pudieron disfrutar fue la adaptación infantil de El alcalde de Zalamea, de Calderón de la Barca. El diario valenciano El Pueblo destacó la información con el titular: “El Gobierno y la opinión antifascista, y su atención por el niño. La cabalgata de arte que cerró la Semana Infantil”, en uno de sus párrafos leemos: “Miles y miles de niños –que durante la Semana Infantil han sido obsequiados con juguetes, libros de cuentos, asistencia a las salas de espectáculos, en donde además de las funciones teatrales y cinemáticas, has escuchado charlas explicativas, lectura de poesías y música adaptada a la sensibilidad de los pequeñuelos– llenaron bulliciosamente las calles por donde desfiló la cabalgata. Muchos de ellos, los refugiados en colonias, guarderías y centros a los que han sido llevados para apartarles de la crueldad inaudita de las bandas fascistas internacionales, formaban largas filas sobre las que ondeaban banderas y pancartas que llevaban inscripciones de gratitud hacia el Gobierno de la República y para el pueblo que los ha acogido con enfervorecidas muestras de gran amor y ternura. Y la cabalgata 17 18 Fondo 1.3. Signatura 2445 (1937). Archivo General de la Administración. Ibid. 86 avanzó, con su brillante policromía, carros, grupos, carrozas, músicas, banderas, bandas de clarines, entre el estrépito infantil de aquellos millares de niños contentos y momentáneamente felices”.19 El itinerario comenzó en la puerta del Instituto Luis Vives, continuando por la calle Colón, atravesando la Glorieta; después la calle de la Paz y San Vicente,20 concluyendo en la plaza del Ayuntamiento, entonces llamada de Emilio Castelar. Se inició con una sección de la guardia municipal montada, de gala. A continuación un estandarte con el eslogan Fiesta del Niño y un numeroso grupo de persona con ramos de flores. También labradores con naranjas y limones, en delegación de los pueblos del País Valenciano, acogedores de niñas y niños refugiados. Para finalizar el acto, cerraba una carroza alegórica de la República con muchos niños y niñas que cantaban himnos populares. Sin dudar el punto álgido de la fiesta fue la llegada al Ayuntamiento donde se encontraban las autoridades republicanas. 21 La festividad constituyó un gran éxito. Para el artista Rafael Pérez Contel fue” la Cabalgata Infantil más simpática y extraordinaria que he visto en mi vida”.22 En los siguientes años se aprobaron varias Órdenes ministeriales,23 con el nombramiento de Comisiones nacionales para celebrar el festejo. El Consejo Nacional de la Infancia Evacuada y la FETE, entre otros organismos, formaba parte en ellas. También se consideró dictar vacaciones en los centros de enseñanza del 1 al 8 de enero, de 1939, con motivo de la Fiesta del Niño.24 Una de las experiencias republicanas en la historia de España más entrañable y desconocida, en un tiempo donde la participación de los ciudadanos en los asuntos públicos era usual. La organización de la cabalgata recibió el aplauso general. Por unos días Valencia cambió el viento de la guerra por el aire de la ilusión de vivir en paz. Una s.a.:“El Gobierno y la opinión antifascista, y su atención por el niño. La cabalgata de arte que cerró La Semana Infantil”, El Pueblo. Diario Republicano de Izquierdas, 12 de enero de 1937, p. 6. 20 Durante la República en guerra la nomenclatura de las calles cambió, en este caso la calle San Vicente pasó a denominarse Francisco Largo Caballero. 21 Entre ellas el ministro de Instrucción Pública, Jesús Hernández; el ministro de Propaganda, Carlos Esplá y el director general de Bellas Artes, el artista Josep Renau. En: s. a.: El Pueblo. Diario Republicano de Izquierdas, 12 de enero de 1937, p. 1. 22 Rafael PÉREZ CONTEL: Artistas en Valencia, 1936-1939, Valencia, Generalitat Valenciana, 1986, p. 681. 23 Gaceta de la República. Diario Oficial, 343 (1937), p. 1.031; 345 (1938), p. 1.050; 353 (1938), p. 1.086. 24 Gaceta de la República. Diario Oficial, 365 (1938), p. 1.379. 19 87 paz que meses después llegó impuesta, cargada de miedo, miseria y represión para los vencidos. La Semana de la Infancia republicana pretendía institucionalizar unos días de felicidad y cultura alrededor de los niños y niñas, partiendo de un abanico de actos éticos y festivos que se recuperaron en el año 2016. “La Setmana de la Infància”, un proyecto de la “Societat Coral el Micalet” La “Societat Coral el Micalet” es una sociedad cultural centenaria de la ciudad de Valencia. Desde su fundación ha dado especial importancia a la vertiente formativa. Es por ello que en 1898 se creó “l’Institut Musical de la Societat Coral Orfeó Valencià el Micalet”. La Sociedad tuvo una intensa relación con el compositor valenciano Salvador Giner Vidal (1832-1911). En la actualidad las secciones que la componen son: Institut Musical Giner, Institut de dansa, Jove Orquestra Salvador Giner, Rondalla el Micalet, Coral Giner, Coral Infantil “El Raconet”, Colla de Dolçaina, Grup de danses “Alimara”, Aula de Teatre y Teatre Micalet. También dispone de servicio de biblioteca para los socios, así como una sala de exposiciones y aulas multiusos. A lo largo de los años, “El Micalet” ha sido un referente para la sociedad valenciana. Antes de 1975, era el único lugar donde se podían reunir en Valencia aquellas personas que trabajaban, además de por la libertad en medio de la oscuridad del franquismo, por la cultura y libertades como pueblo. A día de hoy, “El Micalet” continúa acogiendo una serie de colectivos y entidades que encuentran en sus espacios un lugar donde reunirse. Así mismo desarrolla proyectos culturales y actividades de producción propia. La “Societat Coral el Micalet” fue la responsable de la organización de la actividad dedicada a los niños y niñas denominada “Setmana de la Infància” que concluyó con la “Festa de la Infantesa”, una celebración laica y coeducativa, con perspectiva de género. La “Setmana de la Infància” consistió en la suma de varias acciones complementarias: concierto, exposición y cuaderno didáctico, el cuento Les 3 Magues de gener, y una cabalgata, con la que concluyeron los actos.25 La presentación del proyecto tuvo lugar en el “Forum de Debats” de la Universitat de València, el 14 de diciembre 2015, con la participación de Antonio Ariño Villarroya, Cristina ESCRIVÁ MOSCARDÓ: “La setmana de la infància i festa de la infantesa”, 2 de diciembre de 2015 http://elmicalet.cat/la-setmana-de-la-infancia-i-festa-de-la-infantesa. 25 88 Vicerrector de Cultura e Igualdad de la Universitat de València; Tonetxo Pardiñas y Vidal, Presidente de la “Societat Coral el Micalet”; Cristina Escrivá Moscardó, coordinadora del proyecto y autora del cuento Les 3 Magues de gener, y Román Sánchez, ilustrador del cuento. La actividad final se programó el domingo 3 de enero de 2016, con una cabalgata multicolor donde el protagonismo fue de los personajes del cuento, las tres Magas de enero, que representaban a la Libertad, la Igualdad y la Fraternidad. La memoria de una ilusión El Preámbulo de la Declaración Universal de Derechos Humanos, desarrollada en París en diciembre de 1948 proclama el ideal común por el que todos los pueblos y naciones debían esforzarse, tanto los individuos como las instituciones, inspirándose constantemente en ella, promoviendo mediante la enseñanza y la educación, el respeto a estos derechos y libertades. Y, en el artículo primero, se especifica que todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros. Pues bien, este concepto quedó explícito en la “Setmana de la Infància” llevada a cabo entre el mes de diciembre de 2015 y enero de 2016, con una serie de actuaciones con raíces republicanas, recuperando una idea del pasado, completando las posibilidades de festejar las vacaciones escolares en las fechas del solsticio de invierno y construyendo un futuro alrededor de las festividades navideñas. En primer lugar se inauguró la exposición “L’amor als infants”, comisariada por Francesc Piera, acompañada de una guía didáctica. Se mostraron fotografías de Atienza, de la cabalgata de 1937; reproducciones de las partituras de las canciones infantiles compuestas en 1936 “7 canciones infantiles”, con dibujos de Ramón Puyol Román, localizadas en la Biblioteca Nacional de España. Además se expusieron en vitrinas una serie de juguetes de la época, de colecciones particulares y del fondo del Museo MUMA de Alzira (Valencia). El artista Juanito Maraca mostró sus creaciones en plástico reutilizando envases y dándoles nuevos usos en forma de máscaras, lámparas, esculturas, etc. Francisco Duart realizó figuras de papiroflexia. El diseño expositivo estuvo al cuidado de la empresa Laclave. 89 La exposición se prolongó hasta el 30 de enero de 2016, por la gran acogida que obtuvo. Complemento a la misma se organizaron talleres didácticos, uno de papiroflexia y otro de reciclaje, a los que asistieron diversos Colegios Públicos, así como un grupo de niños residentes en el Centro de Acogida de Refugiados del Ministerio de Empleo y Seguridad Social. Para recuperar el cancionero “7 canciones infantiles” de 1936 y actualizarlo, se tradujeron las letras al catalán por Octavi Monsonís y se repartieron las partituras entre dos grupos corales “El Raconet” del Micalet y “Xiquets cantors DIVISI”, realizándose un concierto donde se interpretaron, con arreglos de los directores de las corales y del Grupo de Cámara Marxant. Además se contó con la participación de la Associació d’Escriptors en Llengua Catalana, a través de siete poetas que compusieron villancicos laicos que fueron recitados por sus autores.26 Así mismo se editó el cuento Les 3 Magues de gener, que en su primera página describe la génesis de la fiesta: “Hace 80 años un grupo de mujeres y hombres sabios se reunieron y pensaron hacer una semana festiva para la infancia. También nació la idea de celebrar una cabalgata donde los valores de la humanidad, Libertad, Igualdad y Fraternidad, representados por tres Magas, salieran a la calle para recordarnos que sin ellos el mundo no podía ser feliz”.27 El cuento incluye un glosario de palabras clave, para facilitar la comprensión de los niños y niñas en la definición de: Altruismo, Fraternidad, Humanidad, Razas, Respeto, Solidaridad, Valores, etc. El domingo día 3 de enero, unas 300 personas, pertenecientes a más de 30 colectivos sociales, de forma altruista, participaron en el fin de fiesta con una cabalgata festiva donde desfilaron gigantes, cabezudos, voluntarios disfrazados con adornos reciclados de plástico. Música tradicional valenciana, batucada, banda de música, animación de calle, grupos folklóricos, danzas valencianas, muixerangas, etc. Destacando los personajes del Pregonero David Vidal y de Joanvi Cubedo como el Caparrut, este último representando al hombre que conocía la historia de las tres Magas de enero. El breve discurso que Manola Roig, Rosa Roig y Llum Fos, realizaron, en 26 Manel Alonso, Isabel García Canet, Marc Granell, Lluïsa March, Francesc Mompó, Vicent Penya y Lluís Roda. 27 Cristina ESCRIVÁ MOSCARDÓ: Les 3 Magues de gener, Valencia, Societat Coral el Micalet, 2015. 90 nombre de la Libertad, la Igualdad y la Fraternidad, para dar inicio a la fiesta desde el balcón de la “Societat Coral el Micalet”, fue el siguiente:” Niñas y niños. Ciudadanas y ciudadanos, ya estamos aquí. Y no creáis que no teníamos ganas. Estábamos impacientes que por fin nos invitaran a volver a esta ciudad que ya nos acogió hace 80 años. Yo soy la Libertad y como mi nombre indica os doy esta Libertad para que la uséis en vuestras vidas. Mujeres y hombres, niñas y niños, gracias por estar aquí. Os invito a disfrutar de la alegría de este día de la infancia. Yo soy la Fraternidad, yo soy la sororidad. Soy todo lo que en la vida es importante. Soy la humanidad en acción, represento a la solidaridad que ha hecho avanzar la humanidad. Ciudadanas y ciudadanos, de todos los rincones del País Valencià. Niños de todas las edades. Soy la Igualdad. Una igualdad que invita a participar en la lucha por una vida justa y sin violencia, que por desgracia convive en esta sociedad. Para poder ser iguales hay que educar en valores, los que a mujeres y hombres nos haga libres. Nosotros nos complementamos y sin lo que significamos unidas no habrá progreso en este país. Os invitamos a vivir esta fiesta y esperamos volver, aunque nos gustaría comprobar que siempre estamos entre vosotros. ¡Que empiece el desfile!” En el transcurso del recorrido se obsequió a los niños y niñas con un vale para canjear por la guía didáctica de la exposición “El amor als infants”. Esta cabalgata laica se diferencia de la tradicional de Reyes en múltiples aspectos, o lo que es lo mismo, no tiene ningún paralelismo. En primer lugar se realizó el primer domingo del año y en horario matutino. Los únicos personajes destacados fueron la representación de los valores universales de la Libertad, la Igualdad y la Fraternidad. La cabalgata concluyó en la plaza del Ayuntamiento con la recepción, en el balcón del consistorio, de las tres Magas por parte del alcalde de Valencia, Joan Ribó que, en su intervención, dio la bienvenida a la Libertad, Igualdad y Fraternidad. En su discurso recordó el paralelismo entre los niños refugiados en Valencia durante la guerra que la Segunda Republica mantenía contra el fascismo internacional y los que en la actualidad huyen de las guerras, recordando los valores republicanos y que en abril se cumpliría el 80 aniversario del alzamiento franquista. El alcalde insistió en que era habitual en todas las culturas próximas realizar una fiesta dedicada a los niños y que tanto Papá Noel como los Reyes Magos están vinculados a la religión cristiana. “La 91 multiculturalidad y diversidad de religiones, así como la existencia de muchas familias sin ninguna creencia religiosa, dan un significado propio a la caravana de Magas y a su realización en Valencia. Queremos ser una ciudad donde todo el mundo quepa, donde todo el mundo se sienta a gusto, donde los niños y niñas puedan disfrutar de su bienestar sin ningún tipo de discriminación”.28 Un discurso político que fue muy criticado por el Partido Popular que insultó desde el desprecio y la misoginia, desde el totalitarismo que no quiere aceptar que el Ayuntamiento abra sus puertas a la diversidad. La Fiesta y la reacción desmedida de la derecha Algunos medios de comunicación audiovisuales que cubrieron en directo la salida de las Magas por la puerta de la “Societat Coral el Micalet”, unos minutos después de que se iniciara la cabalgata, trasmitieron imágenes descontextualizadas, descalificando la apariencia de los personajes llamándolas Reinas Magas, seguramente por la polémica que en esos días se suscitó con las posibilidad de que los Reyes Magos de la cabalgata de Madrid, fueran sustituidos por mujeres.29 A partir de ese momento las Magas de enero se convirtieron en Reinas Magas, para hacer el paralelismo crítico con sus majestades. Todo un alarde de machismo dirigido en contra de los cuerpos de las mujeres que representaban los valores humanos. “Patochada; espectáculo burlesco y provocador; prostitutas de un western; escenificación de una burla; espectáculo lamentable; Magas Pop; todo vale para subirse a una carroza; cabareteras de la huerta; mamarrachos meloneros; mama chicho de Ribó; chusmerío; chiste; película de terror; reinas de carnaval; gordas; ridículas; payasas tendenciosa; tiorras; cortesanas; brujas; putas.”30 Con estas expresiones durante más de una semana hombres y mujeres del Partido Popular, con cargos orgánicos e institucionales, personajes públicos que Álex SERRANO: “Las tres reinas magas de Valencia. El PP afea al ayuntamiento el recibimiento del alcalde Joan Ribó a las tres «magas» en el balcón municipal”, 4 de enero de 2016. Recuperado de internet (http://www.diarioinformacion.com/politica/2016/01/04/valencia-recupera-cabalgata republicana/1713059.html). 29 s. a.:“Cabalgatas de Madrid con reinas Magas. El PP acusa al Gobierno de Carmena de querer eliminar todo símbolo religioso de las fiestas”, 23 de diciembre de 2015. Recuperado de internet (http://ccaa.elpais.com/ccaa/2015/12/22/madrid/1450807998_341920.html). 30 Rosa ROIG: “En defensa de les Magues de gener”, Intersindical. Quaderns sindicals del PV, 61 (2016), p. 8. 28 92 representan al sistema democrático, sumándose periodistas y columnistas que seguían esa consigna, se expresaron en público descalificando groseramente y haciendo apología del machismo. La concejala Beatriz Simón,31 consideró el recibimiento de la alcaldía “un espectáculo burlesco y provocador”, añadiendo que lo sucedido en Valencia “es una ofensa a nuestras tradiciones, porque lo que el señor Ribó ha querido escenificar no es otra cosa que su repudia personal hacia la Navidad y los Reyes Magos”. Simón exigió a Ribó que pidiera “perdón por el lamentable espectáculo”.32 Mentiras, manipulaciones y difamaciones que se difundieron por radio, televisión y prensa en papel y digital, de las cuales tanto los organizadores de la “Setmana de la Infància” como las tres mujeres que protagonizaron la cabalgata no alcanzaron a ser escuchados para rebatirlas, y cuando lo hicieron no tuvieron el mismo eco mediático. La respuesta ciudadana por parte de la izquierda no se hizo esperar y las “Magues de gener” y la “Societat Coral el Micalet” recibieron respaldo contra tanta agresión. Diversos colectivos sociales, sindicatos y personajes públicos como el alcalde Joan Ribó y la portavoz del Consell de la Generalitat Valenciana, Mónica Oltra salieron en su defensa. Como desagravio se realizó un acto el día 30 de enero donde los colectivos que participaron en las actividades desarrolladas rindieron un homenaje a las Magas y a la fiesta. De este encuentro salió el compromiso de organizar una nueva cabalgata el domingo día 8 de enero de 2017, ochenta aniversario de la primera cabalgata laica realizada en 1937. También se acordó la realización de un documental que mostrara la fiesta, financiado a través de un micromecenazgo. Algunas preguntas surgen ante todo lo que ocurrió. ¿Por qué esta celebración atrajo tantas críticas por parte de la derecha política? ¿Es un problema de modernidad, de miedo al cambio? Posiblemente el hacer compatible el derecho a las festividades religiosas arraigadas en una parte de la sociedad, y el derecho de toda la ciudadanía a festejar y disfrutar de una forma diferente unos días donde la Libertad Igualdad y Fraternidad salgan a la calle, puso nerviosa a la derecha más reaccionaria. Por tanto, ya es hora de situarnos en la democracia del siglo XXI, no en la Transición del pasado siglo. ¿Es un problema religioso? En España, según datos del Pew Research Center 31 32 Actualmente está imputada en la “Operación Taula” por blanqueo de dinero del Partido Popular. Álex SERRANO: “Las tres reinas magas de Valencia. El PP afea… 93 correspondientes a 2015, solo un 21 % considera la religión algo muy importante en su vida.33 Según el Arzobispo de Valencia en la actualidad hay “una importante escalada contra la familia por parte de dirigentes políticos, ayudados por otros poderes como el imperio gay y ciertas ideologías feministas”. Palabras del cardenal Cañizares, advirtiendo que las leyes basadas en ideologías de género son “lo más insidioso que ha habido en toda la historia de la humanidad”.34 ¿No está claro que las sociedades son plurales? Las personas tienen convicciones diferentes y existen grupos de identidades ideológicas múltiples. Pero un Estado democrático ha de ser laico, es decir, neutral ante la cuestión religiosa o de cualquier otra convicción. ¿Se trata pues de la lucha por el poder de los símbolos religiosos en el espacio público? ¿Aún hay gente que se cierra ante la creatividad y la magia, no sólo para los niños, sino para todos y todas? Ciertamente sí. Por tanto habrá que hacer mucha pedagogía. Contrasta el celo de la Segunda República cuidando a los niños refugiados con la desidia de la Comunidad Internacional hacia las víctimas inocentes de los conflictos armados. En el caso de la actual guerra en Siria, que ha continuado durante casi cinco años, niños indefensos están tratando de huir del horror. Un informe de ACNUR alerta de la cifra alarmante de menores sirios refugiados que están creciendo en familias fracturadas, sin recibir educación, lo que les ha dejado profundas cicatrices. Otro aspecto que la cabalgata ha sacado a la luz, además de la baja calidad democrática de este país, es el tratamiento machista de las noticias. Estereotipos que según la ONU “afectan a la mujer no solo a través de actos individuales, sino también porque se reflejan en leyes, estructuras e instituciones jurídicas y sociales”.35 Algunos de estos estereotipos de género, que conllevan implicaciones negativas para las mujeres, se Datos del Pew Research Center. s.a.: “En España solo un 21 % considera la religión algo muy importante en su vida según el estudio de 2015”, 18 de mayo de 2015. Recuperado en internet (https://laicismo.org/2016/en-espana-solo-un-21-considera-la-religion-algo-muy-importante-en-su-vidasegun-el-estudio-de-2015/146315). 34 Paco CERDÁ: “Cañizares carga contra el «imperio gay» y el «feminismo destructor». El cardenal afirma que la «ideología de género» es «la más insidiosa que ha habido en toda la historia», Levante, 15 de mayo de 2016. Recuperado de internet (http://www.levante-emv.com/comunitatvalenciana/2016/05/19/canizares-carga-imperio-gay-feminismo/1419904.html). 35 Marta BORRAZ: El machismo en los juzgados: «de zorra no es un insulto» a « no tienes cara de maltratada», eldiario.es, 15 de mayo de 2016. Recuperado de internet (http://www.eldiario.es/sociedad/Estereotipos-machistas-sede-judicial_0_514098863.html). 33 94 vieron reflejados en los cuerpos de las Magas. El machismo y el micromachismo, al igual que toda forma de violencia de género, no es algo propio solamente de los hombres ni de todos los hombres. Son actitudes y pensamientos tan naturalizados en la sociedad que a veces surgen, incluso, desde las propias mujeres. Conclusión A través de este ejemplo hay que reflexionar sobre la trasmisión –en este caso de una festividad– con mirada histórica que desde determinadas opciones políticas se criticó, haciendo un uso fraudulento de lo ocurrido con una mirada sesgada, conforme a intereses partidistas. Lo que pone en evidencia en este siglo virtual y mediático la urgencia de contrastar las informaciones para construir, desde una perspectiva más plural, una historia verídica y que, para la construcción de la cultura democrática, es necesario conocer el pasado. Escribir de la memoria de lo perdido ochenta años después de la primera fiesta laica dirigida a la infancia, organizada desde un Gobierno, queriendo favorecer a los niños y niñas evacuados, es también hablar de la eliminación del proyecto que, para los vencidos, significó una pérdida de identidad cultural y de su memoria histórica. Hacer una valoración de la “Setmana de la infancia” y de la “Festa de la Infantesa”, del año 2016 es fácil, fue un gran éxito, aún más conociendo que se realizó sin ayuda económica. La semana se convirtió en un mes de actividades gracias a la colaboración desinteresada de muchas personas que cuando conocieron el proyecto no dudaron en participar. La asistencia desbordó las previsiones. Prueba de ello son las grabaciones que se pueden consultar a través de plataformas en línea, que incluimos en el apartado de bibliografía, y de la atención mediática que provocó la cabalgata. Por otro lado quedó claro que las palabras feminismo, republicanismo, laicismo, libertad, igualdad y fraternidad, son términos que asustaron a la tradición más rancia. Los que insultaron a las Magas de enero son dogmáticos y desconocedores de la historia. La República propuso cambios que los intolerantes fascistas no dejaron arraigar y por tanto de crear tradición; una tradición que se actualizó en el año 2016. La polémica alrededor de la fiesta fue semejante a la que produjo el divorcio, el aborto y la eutanasia. Tampoco nadie está obligado a ver la cabalgata republicana de las Magas de enero, entendiendo que la sociedad es diversa y plural. 95 Bibliografía Rafael ARACIL y Joan VILLARROYA: El País Valencià sota les bombes, 1936-1939, Valencia, PUV, 2010. César M. ARCONADA: “Los niños de la guerra”, Facetas de actualidad española, 9 (1938), p. 14. M. BOUTIER: “La semana de la infancia en Francia”, Revista de Pedagogía, 162 (1935), p. 269. “La caravana juvenil”, Revista de Pedagogía, 162 (1935), p. 271. Crónica, 27 de diciembre de 1936, p. 9. Delegación Española para la Infancia Evacuada: Effort culturel du peuple espagnol en armes, Paris, 1937. Cristina ESCRIVÁ MOSCARDÓ: De las negras bombas a las doradas naranjas. Colonias escolares 1936-1939, Valencia, L’Eixam, 2011. Cristina ESCRIVÁ MOSCARDÓ: Los ojos de Walter Reuter, Valencia, L’Eixam, 2012. Cristina ESCRIVÁ MOSCARDÓ: Les 3 Magues de gener, Valencia, Societat Coral el Micalet, 2015. “El Gobierno y la opinión antifascista, y su atención por el niño. La cabalgata de arte que cerró La Semana Infantil”, El Pueblo. Diario Republicano de Izquierdas, 12 de enero de 1937, p. 6. Luchamos por una infancia feliz [Fiesta del niño, Valencia, 10-01-1937], Valencia, Ministerio de Instrucción Pública, [1937]. Baltasar PAGÉS CUBINYA: “El comentario del día”. Facetas de actualidad española, 9 (1938), p. 50. Rafael PÉREZ CONTEL: Artistas en Valencia, 1936-1939, Valencia, Generalitat Valenciana, 1986. Rosa ROIG: “En defensa de les Magues de gener”, Intersindical. Quaderns sindicals del PV, 61 (2016), p. 8. La Vanguardia, 2 de enero de 1937, p. 3. La Vanguardia, 9 de enero de 1937, p. 3. 96 Vicente VIDAL CORELLA: “Los niños valencianos alumnos del Instituto Escuela han construido juguetes para los hijos de los combatientes que defienden la causa del pueblo”, Crónica, 375 (1937), p. 9. The War in Spain, 5 de noviembre de 1938, p. 167 97 El Consejo Superior de Investigaciones Científicas y la (re)construcción de la historiografía en la posguerra Alba Fernández Gallego Universidad Complutense de Madrid Introducción Conocer cómo ha ido configurándose nuestra profesión a lo largo del tiempo tiene, para el gremio de los historiadores, una doble finalidad. En primer lugar, para abordar una nueva parcela de conocimiento que entronca no sólo con la propia historia de la historiografía, sino que puede arrojar luz sobre ciertos aspectos de nuestra historia intelectual, social o cultural que ya dábamos por concluidos. En segundo lugar, ayuda a comprender las lógicas de comportamiento de las que todavía hoy somos herederos, algo que puede condicionar no sólo el modo en que nos organizamos, sino la metodología de la que hacemos uso o las corrientes historiográficas en las que nos insertamos. Por su proximidad cronológica y por la fuerte ruptura que la historiografía franquista supuso respecto al periodo anterior, ésta ha condicionado fuertemente el desarrollo de nuestra profesión en el pasado más reciente. Sin embargo, no podemos entenderlo como un periodo uniforme y desprovisto de cambios. Este enfoque, ya superado hace tiempo por los estudios sobre la configuración del régimen franquista, ha sido progresivamente asimilado también por los análisis sobre historiografía. Es importante distinguir los cambios que se van produciendo a lo largo de las diferentes décadas en la producción historiográfica del franquismo, y valorar las consecuencias derivadas de cada momento. Así, la inmediata posguerra ha sido muchas veces relegada a un segundo plano en favor de las décadas siguientes, alegando un escaso interés 99 Universidad de Castilla~La Mancha Departamento de Historia. Área de Historia Contemporánea Edificio Benjamín Palencia | Campus Universitario s/n | 02071 Albacete Email: [email protected] | www.ahistcon.org | derivado de su condición de erial. Lo cierto es que la década de los cuarenta fue un terreno yermo si atendemos a la cantidad y la calidad de las obras publicadas y de los pocos (o ausentes) debates metodológicos sostenidos 1. Lo relevante de esos años no es sólo el contenido de las publicaciones sino también la configuración del propio gremio, las escuelas y los lazos de lealtad que se van creando. Sin el conocimiento de estas transformaciones resulta mucho más difícil comprender la configuración de la nueva historiografía franquista, la desaparición de algunas corrientes historiográficas, la defensa acérrima de nuevos principios más acordes con el nuevo régimen o los equilibrios de poder entre distintas instituciones y escuelas. A lo largo de los años cuarenta se fueron consolidando toda una serie de procesos cuyo origen se remonta a la guerra civil como reacción al proceso de modernidad iniciado en el primer tercio del siglo XX. Gran parte del discurso hegemónico del régimen se construyó como deslegitimación y por oposición al periodo anterior, lo que hace indispensable situar dicho contexto. A la altura de 1936 se había constituido en España, gracias a la Junta para Ampliación de Estudios, una comunidad científica capaz de tener una presencia notable en el panorama internacional. Su prometedor porvenir científico e intelectual quedó truncado con el golpe de estado del 18 de julio, que supuso la desaparición y persecución tanto de sus instituciones como de muchas de las corrientes científicas impulsadas desde ellas. Aquellos que no marcharon al exilio fueron sometidos a un duro proceso de depuración2, deteniéndose así todo el desarrollo científico y cultural alcanzado en las tres primeras décadas del siglo XX. En paralelo a la depuración, el franquismo diseñó durante la primera posguerra una estructura cultural propia, con diferentes organismos y en base a una legislación muy significativa. Entre las instituciones que sirvieron de Miquel Ángel MARÍN GELABERT: “Historiadores locales e historiadores universitarios. La historiografía española en su contexto internacional, 1948-1965”, en Carlos FORCADELL e Ignacio PEIRÓ (coords.): Lecturas de la Historia. Nueve reflexiones sobre Historia de la Historiografía, Zaragoza, Institución Fernando el Católico, 2001, p. 119. 2 Jaume CLARET: El atroz desmoche: la destrucción de la universidad española por el franquismo, Barcelona, Crítica, 2006, pp. 1-2; Luis Enrique OTERO CARVAJAL: “La universidad nacionalcatólica”, en Luis Enrique OTERO CARVAJAL et al.: La universidad nacionalcatólica. La reacción antimoderna, Madrid, Universidad Carlos III de Madrid / Editorial Dykinson, 2014, pp. 80-83; Luis Enrique OTERO CARVAJAL (coord.): La destrucción de la ciencia en España. Depuración universitaria en el franquismo, Madrid, Editorial Complutense, 2006. 1 100 plataforma al nuevo régimen para imponer unas bases culturales propias está, precisamente, el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), que junto con la Universidad fue uno de los principales organismos que se hicieron con el control de la producción historiográfica en la posguerra. Esta comunicación tiene como objetivo centrarse en algunos de los elementos que caracterizaron la creación de los institutos de Historia del Consejo. Cada vez conocemos mejor la realidad historiográfica universitaria en el periodo de posguerra, especialmente lo que se refiere a la lucha por el control de las cátedras3. El CSIC empieza a contar cada vez con más estudios, aunque muchos de ellos se centran en cuestiones más amplias o en algunos aspectos concretos como alguna de sus revistas 4. La aparición de los institutos del Consejo ha estado muchas veces presente en mayor o menor medida en los estudios sobre la historiografía de posguerra, pero son muchos los elementos todavía desconocidos de su configuración. Aquí se presenta una primera aproximación a la conformación de estos institutos, especialmente del Instituto Jerónimo Zurita, sobre la base de una documentación de carácter más administrativo. Se pretende así conocer algunas claves de su funcionamiento y características, para poder comprender, más adelante, el contexto en el que se produjeron algunos de los discursos historiográficos de este periodo. Hasta donde la investigación llevada a cabo lo hace posible, se intentan ofrecer también algunas pinceladas sobre las publicaciones tanto de colecciones como de revistas que se intentaron impulsar durante esos años. 3 Yolanda BLASCO GIL y María Fernanda MANCEBO: Oposiciones y concursos a cátedras de Historia en la Universidad de Franco (1939-1950), Valencia, Publicaciones de la Universitat de València, 2010; Rubén PALLOL: “La Historia, la Historia del Arte, la Paleografía y la Geografía en la universidad nacionalcatólica”, en Luis Enrique OTERO CARVAJAL (coord.): La Universidad nacionalcatólica. La reacción antimoderna, Madrid, Dykinson / Universidad Carlos III de Madrid, 2014, pp. 535-683. 4 En el terreno de la historiografía sí se han realizado estudios que abordan la trascendencia de la historia local, como es el caso del Patronato Quadrado. Véase: Miquel Ángel MARÍN GELABERT: Los historiadores españoles en el franquismo, 1948-1975. La historia local al servicio de la patria, Zaragoza, Institución Fernando el Católico / Prensas Universitarias de Zaragoza, 2005. Para aspectos más concretos de su historia pueden consultarse: Antoni MALET: “El papel político de la delegación del CSIC en Catalunya (1941-1956)”, Arbor, nº 631-632 (1998); o Luis CALVO CALVO (ed.): El CSIC en Cataluña (1942-2012): siete décadas de investigación científica, Barcelona, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 2012. Uno de los temas más abordados es papel de una de sus principales revistas, Arbor: Gonzalo PASAMAR ALZURIA: “Cultura católica y elitismo social: la función política de “Arbor” en la postguerra española”, Arbor, CXXII, 479-480, noviembre-diciembre de 1985, pp. 17-37; Sara PRADES PLAZA: “Escribir la Historia para definir la nación. La historia de España en Arbor: 1944-1956”, Ayer, 66 (2007/2), pp. 177-200; José Manuel ALONSO PLAZA: “Arbor de 1950 a 1956: las bases ideológicas de un proyecto político tradicional-integrista”, Arbor, 479-480 (1985), pp. 39-58; u Onésimo DÍAZ HERNÁNDEZ: Rafael Calvo Serer y el grupo Arbor, Valencia, Universitat de València, 2008. 101 Es importante comprender que estos procesos de depuración, luchas por el poder y autarquía cultural están comprendidos en el contexto de la victoria franquista y su esfuerzo por legitimar el nuevo régimen, esforzándose por crear una serie de apoyos sociales a través de un sistema de castigos y recompensas. Es aquí donde se insertan debates muy recientes sobre el concepto de “cultura de la Victoria”5, un conjunto de discursos y prácticas surgidos durante la Guerra Civil que explica la configuración del espacio público en claves de exclusión e integración al mismo tiempo6. El Consejo y la disputa por el control de las cátedras son un ejemplo de ello en el nivel académico, con el Jefe de Estado participando en algunos de los plenos del CSIC. A través de la ideología, los valores y la cultura se pretendía legitimar el régimen, por lo que las diferentes instituciones no constituyeron elementos estáticos, sino que entraron dentro de ese juego de poderes en su lucha por asentar las bases de la dictadura. El Consejo Superior de Investigaciones Científicas y la Universidad: tensiones y nacimiento del nacionalcatolicismo La Universidad y el Consejo actuaron en ocasiones con desconfianza mutua y durante la década de los años cuarenta su relación fue algo contradictoria. Si la labor principal de la Universidad fue la docencia, sobre el CSIC recayó la mayor parte de la labor investigadora. De esta manera, los catedráticos universitarios eran capaces de llegar a un público más amplio, a través de las enseñanzas impartidas dentro de las aulas, mientras que los miembros del Consejo tenían el poder de construir el nuevo conocimiento histórico que se quería impulsar a principios del franquismo. La realidad, sin embargo, era más compleja, ya que un estudio pormenorizado de las plantillas de los institutos de Historia nos muestra cómo muchos de ellos pertenecían también a la 5 Estos debates han estado protagonizados, entre otros, por Miguel Ángel del Arco Blanco o Claudio Hernández Burgos. Véase: Miguel Ángel del ARCO BLANCO: “El secreto del consenso en el régimen franquista: cultura de la victoria, represión y hambre”, Ayer, 76 (2009), pp. 245-268; Claudio HERNÁNDEZ BURGOS: Granada Azul. La construcción de la “Cultura de la Victoria” en el primer franquismo, Granada, Comares, 2011. 6 Alejandro PÉREZ-OLIVARES y Gutmaro GÓMEZ BRAVO: “Las lógicas de la violencia en la guerra civil: balance y perspectivas historiográficas”, Studia Historica. Historia Contemporánea, vol. 32 (2014), pp. 251-262. 102 Universidad o fueron consiguiendo poco a poco acceder a ella7. La colaboración con la Universidad se fue haciendo cada vez más estrecha, favorecida por un decreto de 16 de diciembre de 1942, donde se establecía la consideración de institutos propios del CSIC de los institutos universitarios, se creaban en la Universidad secciones de un instituto del CSIC, se adscribía a la Universidad un instituto del CSIC, y se creaban institutos mixtos8. El intento de control de todos los ámbitos de la vida española por parte del nuevo régimen hizo que se prestara especial atención a la educación y la investigación, y desde el mismo mes en que termina la guerra empieza a gestarse la reconversión o creación de ambas instituciones. El Proyecto de Ley sobre Reforma Universitaria se había puesta ya en marcha, tras su aprobación en abril de 19399. Sin embargo, tuvo que verse alargado en el tiempo a consecuencia del alto número de expedientes de depuración todavía pendientes y a los distintos debates para establecer una legislación acorde con los intereses de los diferentes grupos10. La investigación no se vio sometida a las mismas dificultades, ya que la clausura y condena de la Junta para Ampliación de Estudios agilizó la creación de una institución que, si bien estaba construida sobre la base de la anterior, se reclamaba propia y original del nuevo gobierno. Así, el 24 de noviembre de 1939 nacía la institución que iba a albergar la puesta en marcha de los principios y proyectos científicos que el nuevo régimen quería impulsar: el Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Algunos autores como Gonzalo Pasamar sostienen la tesis de que si el CSIC se organizó antes incluso que la propia universidad, fue porque iba a servir a los intereses de la misma, y más concretamente a un grupo de catedráticos que había jugado un importante papel en la guerra civil11. En 1936 había 49 catedráticos activos, de los que Alba FERNÁNDEZ GALLEGO: “La construcción del Instituto Jerónimo Zurita: un estudio de caso del Consejo Superior de Investigaciones Científicas en la posguerra (1939-1951)”, Cuadernos de Historia Contemporánea, vol. 37 (2015), pp. 257-280. 8 José Ramón URQUIJO GOITIA: “Ruptura y creación. Primeros años”, en Miguel Ángel PUIGSAMPER MULERO (ed.): Tiempos de investigación. JAE-CSIC, cien años de ciencia en España, Madrid, CISC, 2007, p. 265. 9 Juan José CARRERAS ARES y Miguel Ángel RUIZ CARNICER (eds.), La universidad española bajo el régimen de Franco (1939-1975), Zaragoza, Institución Fernando el Católico, 1991. 10 Carolina RODRÍGUEZ LÓPEZ: La Universidad de Madrid en el primer franquismo: ruptura y continuidad (1939-1951), Madrid, Universidad Carlos III / Dyckinson, 2002. 11 Gonzalo PASAMAR ALZURIA: “Oligarquías y clientelas en el mundo de la investigación científica; el Consejo Superior en la universidad de posguerra”, en Juan José CARRERAS ARES (coord.): La universidad española bajo el régimen de Franco: Actas del Congreso celebrado en Zaragoza entre el 8 y 11 de noviembre de 1989, Zaragoza, Institución Fernando el Católico, 1991, p. 308. 7 103 20 dejaron de estarlo cuando se retomaron las clases en el otoño de 1939. Algunos de ellos, como Claudio Sánchez Albornoz, Agustín Millares Carlo o Pere Bosch Gimpera, se habían visto forzados a marchar al exilio. Sobre otros pesó la marginación académica a través de la depuración de todos aquellos comprometidos con la República, como en el caso de Menéndez Pidal. Los que sí habían permanecido fieles a los sublevados fueron premiados con cargos en rectorados y decanatos (como Pío Zabala al ser nombrado rector de la Universidad Central), el nombramiento de cátedras, o la concesión de traslados de cátedras. La primera normativa para la provisión de cátedras vacantes data de mayo de 1940, y pronto se hizo patente el control del Consejo sobre dichas oposiciones. Su secretario general, José María Albareda, y la dirección general de Enseñanza Universitaria, con la participación del Ministro de Educación, eran los que confeccionaban y daban el visto bueno a las proposiciones de los tribunales. Desde 1939 hasta 1951 el cargo ministerial fue ocupado por José Ibáñez Martín, quien no sólo era amigo de Albareda sino que compartía sus simpatías políticas. Se trató de favorecer a candidatos preestablecidos, favoreciendo bien a la ACNP, bien a falangistas o a miembros del Opus Dei12. En Madrid, en la Sección de Historia, tan sólo quedaban cuatro catedráticos: Antonio Ballesteros Beretta, que ocupaba las cátedras de Historia de España e Historia de América; Pío Zabala y Lera, catedrático de Historia de España Contemporánea; Antonio García y Bellido, catedrático de Arqueología; y José Ferrandis en Epigrafía y Numismática13. A esta Universidad fueron a parar muchos de los estrechos colaboradores de la dictadura, mientras que las cátedras de otras facultades periféricas, muchas de las cuales quedaron prácticamente desiertas, quedaron controladas por aquellos que habían apoyado la sublevación y por discípulos de los catedráticos asentados en Madrid. La influencia ejercida por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas en este proceso fue también posible mediante la participación de algunos de sus miembros en los tribunales de oposiciones. A la altura de 1956 dentro de los distintos institutos del Consejo se encontraban 40 de los 80 Catedráticos de Historia 12 13 Yolanda BLASCO GIL y María Fernanda MANCEBO: Oposiciones y concursos… Rubén PALLOL: “La Historia…, pp. 535-539. 104 pertenecientes a universidades como la de Madrid, con 17 catedráticos, Sevilla, con 4, o Zaragoza, también con 414. La depuración universitaria y la destrucción del anterior tejido científico, permiten abordar la década de los cuarenta como un período de construcción intelectual del régimen, no exento de tensiones, donde sus configuraciones intelectuales amparaban a menudo equilibrios de poder y luchas políticas internas. Desde 1939 se impulsó un programa cultural opuesto al que había eclosionado en el primer tercio del siglo XX, truncado por el golpe militar del 18 de julio y la guerra civil. Por ello conocer la historiografía de la inmediata posguerra no sólo interesa a la hora de conocer un momento en la historiografía española sino que también ayuda a esclarecer algunas claves intelectuales del franquismo. Elías Díaz sitúa el proceso de la construcción ideológica de la dictadura entre el declive de la idea imperial-totalitaria y la recuperación de una cierta tradición liberal. Para otros autores, como Luis Negró, el pensamiento del franquismo se fraguó precisamente entre 1939 y 194515. En este nuevo proceso, la historia adquirió un papel fundamental, con un importante desarrollo del nacionalismo16. Los intelectuales jugaron un importante papel en la definición política de la dictadura con sus reflexiones sobre la identidad de lo español, en un régimen instaurado después de una guerra civil en la que el Ejército y la Iglesia fueron sus apoyos fundamentales. Esto influyó en la concepción de la historia de España y los momentos donde se buscaban esas esencias17. El modelo franquista de la historia de España adoptaba el concepto de "pueblo", de obvias reminiscencias nacionalsocialistas, pero su misión no se basaba tanto en la superioridad racial como en su voluntad de misión. De ahí que los referentes fueran los Reyes Católicos y la Conquista, el Derecho indiano, el Miquel Ángel MARÍN GELABERT: “Historiadores locales…, p. 121. Elías DÍAZ: El pensamiento español en la era de Franco (1939-1975), Madrid, Tecnos, 1992, pp. 1961; Luis NEGRÓ ACEDO: Génesis del ideario franquista o la descerebración de España, Valencia, Publicaciones de la Universitat de València, 2014, p. 18. 16 Sara PRADES PLAZA: "Discursos históricos e identidad nacional: la Historia de España del nacionalcatolicismo franquista", en Ismael SAZ y Ferrán ARCHILÉS (eds.): La nación de los españoles. Discursos y prácticas del nacionalismo español en la época contemporánea, Valencia, Publicaciones de la Universitat de València, 2012, pp. 55-79; Sara PRADES PLAZA: "Escribir la historia para definir la nación. La historia de España en Arbor, 1944-1956", Ayer, 66 (2/2007). 17 Fernando WULFF: "Los antecedentes (y algunos consecuentes) de la imagen franquista de la Antigüedad", en Fernando WULFF y Manuel ÁLVAREZ MARTÍ-AGUILAR (eds.): Antigüedad y franquismo (1936-1975), Málaga, Centro de Ediciones de la Diputación de Málaga, 2003, pp. 9-32. 14 15 105 catolicismo social y el mito de la sociedad del Antiguo Régimen. Historia y poder estuvieron estrechamente unidos bajo el franquismo. Los discursos sobre el pasado español se aprovecharon para legitimar el golpe de Estado como una reacción legítima frente al peligro de extranjerización del país y apoyar su consolidación durante la posguerra en torno al orden social tradicional. De esta forma, la visión política de la historia deformó la españolización del pasado peninsular, para interpretar la guerra civil como un conflicto contra ideas ajenas a la tradición española. Los hitos monumentales del espacio público fueron aprovechados para presentar una historia de España más acorde a la nueva política, y Castilla despuntó como mito de la construcción de la españolidad18. El poder de los discursos impulsados desde el mundo académico tenían poca repercusión al ir dirigidos a un grupo limitado de audiencia. Por ello las conmemoraciones cobraron un peso fundamental en este proceso, ya que permitía el acceso a un espacio público. Pasado y presente se daban la mano en estas celebraciones, ya que no sólo se reivindicaba un pasado concreto, sino también la construcción de un presente basado en los nuevos valores impuestos. Las políticas del pasado fueron una constante durante toda la posguerra, entre 1939 y el final de los cuarenta, cuando más necesaria fue la búsqueda de nuevos apoyos. Pero hubo momentos concretos en los que concurrieron una identidad histórica colectiva, la retórica y estética franquistas y la cultura conmemorativa del régimen, como fue la celebración del Milenario de Castilla en 194319. Burgos, que había sido capital de la "Cruzada" durante la guerra, se convirtió en un gran escenario que glorificaba a Franco y al conflicto como origen de la dictadura, aunque a lo largo de la década de los cuarenta cualquier espacio podía ser propicio para convertirse en escenario de la reespañolización y recatolización a pie de calle. A mediados de esta década, tras la caída del fascismo en Europa, el régimen tuvo que reorientar sus discursos sobre el pasado, con un predominio claro de la Iglesias y los 18 Juan Sisinio PÉREZ GARZÓN: "La creación de la historia de España", en Juan Sisinio PÉREZ GARZÓN et al.: La gestión de la memoria. La historia de España al servicio del poder, Barcelona, Crítica, 2000, pp. 68-110. 19 Gustavo ALARES LÓPEZ: "La conmemoración del Milenario de Castilla en 1943. Historia y espectáculo en la España franquista", Jerónimo Zurita, 86 (2011), pp. 149-180. 106 sectores católicos sobre las otras fuerzas políticas20. La historiografía impulsada desde los institutos de historia del Consejo El Consejo se creó por ley de 24 de noviembre de 1939 y se fijó su reglamento el 10 de febrero de 1940. Se convirtió en el órgano científico supremo con representación de Universidades, Reales Academias, Escuelas de Ingenieros, los escasos sectores de la investigación técnica, el Ejército, la Iglesia, y hasta una representación del Instituto de Estudios Políticos.21 Su estructura quedó conformada bajo la presidencia del ministro de Educación Nacional, José Ibáñez Martín, cargo que mantuvo hasta 1967; y la Secretaría General de José María Albareda, miembro del Opus Dei y figura clave del CSIC. Por último se nombraron dos vicepresidentes, Miguel Asín Palacios y Antonio de Gregorio Rocasolano. Por Decreto de 10 de febrero de 1940 se enumeraban los distintos patronatos: Raimundo Lulio (Ciencias Filosóficas, Teológicas, Jurídicas y Económicas), Marcelino Menéndez Pelayo (Humanidades), Alfonso el Sabio (Ciencias Físicas, Químicas y Matemáticas), Santiago Ramón y Cajal (Ciencias Biológicas y Naturales), Alonso de Herrera (Ciencias Agrícolas, Forestales y Pecuarias), y Juan de la Cierva Codorniú (Investigación Técnico-Industrial)22. Integrados en estos patronatos se formaron diecinueve institutos. A lo largo del tiempo diversos institutos llegaron a realizar importantes estudios históricos, especialmente en el seno de instituciones locales o vinculados a otras materias (como historia del derecho). En sus inicios, dos institutos estuvieron dedicados en exclusiva a los estudios históricos: el Instituto Jerónimo Zurita, de carácter general, y el Instituto Gonzalo Fernández de Oviedo, centrado en la Historia Hispanoamericana. Más adelante se añadieron la Escuela de Estudios Hispanoamericanos, dedicada 20 Claudio HERNÁNDEZ BURGOS: "«Y España se hizo templo»: el triunfo de la cultura política nacionalcatólica (1945-1957)", en Teresa María ORTEGA LÓPEZ y Miguel Ángel DEL ARCO BLANCO (eds.): Claves del mundo contemporáneo, debate e investigación. Actas del XI Congreso de la Asociación de Historia Contemporánea, Granada, Comares, 2013 [CD-ROM]; y Claudio HERNÁNDEZ BURGOS: Franquismo a ras de suelo. Zonas grises, apoyos sociales y actitudes durante la dictadura (1936-1976), Granada, Ediciones de la Universidad de Granada, 2013, 87-144. 21 Gonzalo PASAMAR ALZURIA: Historiografía e ideología en la postguerra española: La ruptura de la tradición liberal, Zaragoza, Prensas Universitarias Zaragoza, 1991, p. 43. 22 Boletín Oficial del Estado, nº 43, 17 de febrero de 1940, pp. 1.201-1.202; José Ramón URQUIJO GOITIA: “Ruptura y creación…, p. 263. 107 también al hispanoamericanismo, o el Instituto Rodrigo Caro de Arqueología, desgajado del Instituto de Arte y Arqueología Diego Velázquez. Esta profusión de institutos insertados en un mismo campo del saber son un claro ejemplo de la importancia que para la nueva ciencia nacionalcatólica tenía el dominio del discurso histórico, especialmente el vinculado a conceptos como la Hispanidad. Dicho interés puede ser también heredado de la Junta para Ampliación de Estudios, donde predominaba el estudio de esta Ciencia Social, con un importante núcleo americanista23. Pese a reclamarse una ruptura total con la JAE, las prisas por volver a poner en marcha la actividad científica y demostrar que la calidad científica no se había visto afectada con el conflicto bélico provocaron que se tomasen como propias algunas estructuras anteriores, así como proyectos y materiales. Destaca el caso de las publicaciones periódicas, puesto que el fondo editorial de la Junta fue requisado y los distintos Institutos del Consejo aprovecharon la infraestructura heredada de la institución anterior, haciendo uso del prestigio conseguido para reanudar su publicación o aprovecharse de sus ventas, como en el caso del Archivo Español de Arqueología la Revista de Indias24. Se adecuaron, eso sí, a las nuevas exigencias del academicismo franquista. A finales de los años 40 ya aparecen en los informes de la Oficina de Publicaciones nuevos títulos como la Revista de Arqueología, de Estudios Históricos, Anuario de Historia del Derecho Español y Anuario de Hispanismo25. El Consejo llegó a monopolizar casi por completo las revistas de Historia durante los años de posguerra con 12 revistas especializadas en estudios históricos y una dedicada a Historia general26. En 1955, contaba ya con un total de 145 revistas editadas27. Esta multiplicación de publicaciones periódicas no querían sino transmitir una imagen de normalidad, como si 23 José María LÓPEZ SÁNCHEZ: Heterodoxos españoles. El Centro de Estudios Históricos, 1910-1936, Madrid, Marcial Pons / Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 2006. 24 Oficio al Vicesecretario General del Consejo, 16 octubre 1940. AGA. Educación. Fondo CSIC. Caja 31/9191. Carpeta Secretaría General, 1940 – Contabilidad 25 Oficio de Alfredo Sánchez Bella sin destinatario ni fecha. AGA. Educación. Fondo CSIC. Caja 31/8534. Carpeta Secretaría. 26 Gonzalo PASAMAR ALZURIA: “La profesión de historiador en la España franquista”, en Carlos FORCADELL e Ignacio PEIRÓ (coords.): Lecturas de la Historia. Nueve reflexiones sobre Historia de la Historiografía, Zaragoza, Institución Fernando el Católico, 2001, p. 161. 27 XIII Reunión del Pleno del Consejo Superior de Investigaciones Científicas. AGA. Educación. Fondo CSIC. Caja 31/8811. Carpeta Secretaría General, 1955. 108 el avance científico del primer tercio del siglo XX no se hubiera visto paralizado y la labor científica siguiera su agitado curso. En el caso del Anuario de Historia del Derecho Español, revista de referencia del antiguo Centro de Estudios Históricos, su publicación continuó como si la Guerra Civil nunca hubiera existido. El Archivo Español de Arte y Arqueología, sin embargo, sí se vio modificado, separándose en dos fascículos dedicados al Arte y a la Arqueología respectivamente. Se intentó impulsar desde allí la Historia del Arte Español28. Estas prisas por volver a poner en marcha la maquinaria científica hicieron que la actividad del Consejo diese comienzo antes incluso de poder planear una organización interna propia. Las primeras nóminas del Instituto Jerónimo Zurita, por ejemplo, todavía lo designaban como Centro de Estudios Históricos. No fue hasta mayo de 1940 que se empezó a utilizar su denominación oficial29. Poco a poco los institutos fueron tomando forma propia, y comenzaron a llevar a cabo una estructuración interna que favorecía los nuevos objetivos intelectuales. El Instituto Jerónimo Zurita, dirigido por Pío Zabala Lera y con Antonio de la Torre del Cerro como Secretario, se dividió en dos Secciones: la de Historia Moderna, que pronto pasaría a denominarse de Historia Moderna y Contemporánea, dirigida por el propio Pío Zabala; y la de Historia Medieval, al frente de la que se situó Antonio de la Torre30, que comprendería más adelante también la Historia Antigua. El Instituto Gonzalo Fernández de Oviedo optó por una estructuración diferente, basada en la selección temática y no cronológica. Bajo la dirección de Antonio Ballesteros, con Cristóbal Bermúdez Plata como Vicedirector y Ciriaco Pérez Bustamante como Secretario, llegó a dividirse en esos primeros años en siete secciones: Culturas Indígenas, cuyo Jefe fue Manuel Ballesteros Gabrois; Misiones, bajo la supervisión del Padre Constantino Bayle; Conquista y Colonización, con Cayetano Alcázar Molina como Jefe de Sección y Vicente Rodríguez Casado como becario; América Contemporánea, con Santiago Magariños Torres; Navegaciones y Descubrimientos, bajo la dirección de Julio Guillén; Ficheros y Bibliotecas; e 28 Dos notas bibliográficas que acompañan a un oficio de Diego Angulo al Secretario General del CSIC, 22 julio 1940. AGA. Educación. Fondo CSIC. Caja 31/8531. Carpeta Instituto Diego de Velázquez. 29 AGA. Educación. Fondo CSIC. (05) 044 LIBRO 281 TOP. 32/00.201-00.406. 30 Carta de la Comisión Ejecutiva del Patronato al Secretario del Consejo, 20 de diciembre de 1940. AGA. Educación. Fondo CSIC. Caja 8531. Carpeta Jerónimo Zurita 1940. 109 Instituciones, con Ciriaco Pérez Bustamante31. En 1941 se creaba también la Sección Hispanoamericana de Sevilla, que desde el 10 de noviembre de 1942 constituiría un Instituto independiente, bajo la denominación de Escuela de Estudios Hispanoamericanos, con Vicente Rodríguez Casado al frente. Muchos de los nombres de los componentes de estos Institutos y Secciones resultan también familiares en el mundo universitario. Desde un comienzo se dio gran importancia a promover la colaboración y estrechar las relaciones entre el Consejo y la Universidad. La gran mayoría del personal de los Institutos formaban también parte de los cuadros universitarios, especialmente los cargos con mayor responsabilidad. Pío Zabala, Director del Instituto Jerónimo Zurita, era a su vez rector de la Universidad Central de Madrid. Aproximadamente dos tercios del personal formado por directores, jefes y secretarios de Sección estaban integrados también en la Universidad. Cerca de la mitad de los Colaboradores estaban también adscritos a la Universidad. En este grupo puede verse la materialización de la disputa por las cátedras, ya que muchos de ellos la consiguieron durante esos años. Esta vinculación representaba un orgullo para la institución, y así se dejó constancia de ello en las Memorias: “Conviene consignar que durante el año 1948 dos becarios de este Instituto han obtenido cátedras de Geografía Económica de Escuelas de Comercio, y dos colaboradores, antiguos becarios, han sido nombrados Catedráticos de Historia de Universidad”32. El hecho de que los primeros momentos los directores y vicedirectores de los Institutos fueran nombrados entre los catedráticos más señalados del mundo universitario de posguerra no hacía sino favorecer el control de importantes parcelas de poder universitario, e indirectamente político, lo que hizo que se apoyase aún más explícitamente al Régimen desde las élites culturales33. Otro de los organismos que proporcionó más investigadores al Consejo fue el Cuerpo Facultativo de Archiveros, Bibliotecarios y Arqueólogos, que se encargaron de las Secciones más vinculadas al trabajo de archivo como la Escuela de Estudios 31 Presupuesto-Memoria del Instituto Gonzalo Fernández de Oviedo realizado por Ciriaco Pérez Bustamante y Antonio Ballesteros, 10 de mayo de 1940. AGA. Educación. Fondo CSIC. Caja 8531. Carpeta Gonzalo Fernández de Oviedo 1940. 32 “Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Memoria de la Secretaría General, 1948”, p. 140. 33 Gonzalo PASAMAR ALZURIA: Historiografía e ideología en la postguerra española: La ruptura de la tradición liberal, Zaragoza, Prensas Universitarias Zaragoza, 1991, p. 49. 110 Medievales con el Archivo de la Corona de Aragón o la Escuela de Estudios Hispanoamericanos con el Archivo de Indias. El trabajo del Cuerpo de Archiveros había sido relegado a un segundo plano por el franquismo, quien no modificó su estructura hasta los años sesenta. Por ello, ya en los años cuarenta algunos de sus miembros habían pasado del archivo a la Universidad, como José María Lacarra, Enrique Lafuente Ferrari, Manuel Ballesteros, Santiago Montero Díaz o Martín Almagro Basch, que se integraron en la década de los treinta, y Federico Urdina en la de los cuarenta34. Algunos de los miembros del Cuerpo de Archiveros habían formado parte de la plantilla de la JAE, y sin embargo se les pidió que continuasen con los trabajos desarrollados. Ese fue el caso de la Sección de Historia Medieval del Jerónimo Zurita, que “recoge y continúa, en lo procedente, los trabajos del Instituto de Estudios Medievales. […] se hizo cargo el Instituto «Jerónimo Zurita» de los trabajos que venía efectuando el Instituto de Estudios Medievales. Se habían establecido en éste tres Secciones: Diplomas, Fueros y Crónicas, y su labor quedó interrumpida en 18 de julio de 1936”35. Las primeras tareas de esta Sección consistieron en ordenar el material científico heredado del anterior Instituto. Para esta labor Pío Zabala propuso a antiguos miembros de esas Secciones, ya familiarizados con el material: Gerardo Núñez y Ramón Paz se encargaron de la parte de Diplomas mientras José María Lacarra y Luis Vázquez de Parga lo hacían de la de Fueros y la de Crónicas36. Al acercar la mirada a los historiadores que ocuparon importantes cargos en los institutos de Historia del Consejo nos damos cuenta que muchos de ellos ya formaban parte del mundo universitario antes de la guerra, si bien su trabajo había quedado eclipsado por el brillo del Centro de Estudios Históricos y la proyección internacional de algunos de sus miembros. Si bien la configuración de la historiografía después de la guerra cambió de forma radical, no puede entenderse como un producto exclusivo de la “Victoria” del 39. Sería un error creer que los enfrentamientos entre diversos historiadores se debe exclusivamente a venganzas personales. Estaban insertos en la rivalidad existente entre dos visiones completamente diferente de lo que debía ser la Miquel Ángel MARÍN GELABERT: “Historiadores locales…, p. 102. Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Memoria de la Secretaría General, 1940-1941”, pp. 150-151 36 Carta Pío Zabala, director del Jerónimo Zurita, al Presidente del Consejo, 30 de mayo de 1940. AGA. Educación. Fondo CSIC. Caja 8531. Carpeta Jerónimo Zurita 1940. 34 35 111 historiografía, su función, y la enseñanza de la misma: “Quizás esta contraposición parezca ir asociada a un cierto componente momentáneo, aleatorio, coyuntural. Nada más lejos de la realidad. El franquismo es el sueño cumplido de una venganza, es lo que sectores cohesionados alrededor de la Iglesia Católica llevaban años soñando desde el siglo anterior; a los grupos reaccionarios de pensamiento conservador más tradicionales, se les había ido añadiendo en la espera, entre otros, nacionalistas españoles de la misma vertiente, gentes afines a los movimientos europeos irracionalistas y autoritarios del periodo de entreguerras ligados al «asalto a la razón» y a las políticas de «desesperación cultural» -la respuesta reaccionaria a las tensiones sociales y políticas, y al ambiente creado por los belicosos y competitivos nacionalistas de la época- e incluso los minoritarios representantes locales del nazismo alemán y del fascismo italiano.”37 Ya desde la Primera Guerra Mundial venían produciéndose críticas conservadoras y neo-católicas que reclamaban una universidad donde reinasen los valores de un nacionalismo conservador y católico, reivindicando una autonomía universitaria que retomase las premisas neo-católicas del siglo XIX38. No nos encontramos, por tanto, ante un suceso exclusivamente político, sino que se produce la materialización de una lucha contra las libertades individuales, contra formas de vida y de cultura que no entraban dentro de los planteamientos de corte conservador y nacionalcatólicos. El debate más enconado entre los modelos historiográficos de corte conservador y los liberales se produjo a finales del siglo XIX, representados los primeros en la figura de Marcelino Menéndez Pelayo. Con la creación de la Junta para Ampliación de Estudios en 1907 y, tres años después, con el Centro de Estudios Históricos, se impusieron los discursos y metodologías desarrollados por figuras como Menéndez Pidal, Rafael Altamira o Claudio Sánchez-Albornoz, quedando eclipsados los planteamientos menendezpelayistas, que por otra parte no desarrollaron nuevos discursos tras la muerte 37 38 Fernando WULFF: "Los antecedentes…, p. 9. Gonzalo PASAMAR ALZURIA: Historiografía e ideología…, p. 20. 112 de éste con algunas excepciones como Ramiro de Maeztu y Ortega y Gasset. La Universidad del primer tercio se hizo eco de estos enfrentamientos, produciéndose la convivencia de fuerzas renovadoras junto a los defensores del antiguo régimen historiográfico español dentro del mismo espacio39. En la Universidad Central se dio un doble proceso de fortalecimiento de la disciplina histórica, por un lado, y por otro la lucha entre las viejas y nuevas formas de entender la práctica docente e investigadora. Precisamente en el mundo universitario de los años veinte y treinta destacaron Pío Zabala, Eduardo Ibarra y Rodríguez (que luego sería Director del Instituto Jerónimo Zurita por unos pocos meses) o Antonio Ballesteros y Beretta como los defensores de un discurso que se iba a imponer tras el golpe militar del 39. Para estos historiadores que por fin habían conseguido imponer su modelo historiográfico, lo más importante fue difundir en lo posible dichos planteamientos, por lo que desde el primer momento se favorecieron e impulsaron nuevas publicaciones, tanto monografías fruto de las investigaciones llevadas a cabo en el Instituto como publicaciones periódicas, materializadas en la que fue la primera revista de historia general española: Hispania. Revista Española de Historia, dirigida por Antonio de la Torre y con Cayetano Alcázar como Secretario40. A través de ella se pretendía mostrar la labor llevada a cabo en los archivos nacionales y expandir las glorias pasadas de la nación, siempre desde una metodología positivista. El primer número apareció en octubre-diciembre de 1940, y en septiembre de 1941 habían visto la luz ya hasta cuatro números. El americanismo también fue otro de los pilares que trató de impulsar el Consejo. En la Escuela de Estudios Hispano-Americanos de Sevilla, aparte de llevar a cabo labores de investigación, se hacía un uso político intentando contestar las teorías que publicaban los exiliados españoles en América41. Se denostó el trabajo de José María Ots Capdequí y se acusó de una escasa actividad americanista en el periodo previo a la José María LÓPEZ SÁNCHEZ: “Los estudios históricos en la Facultad de Filosofía y Letras” en Santiago LÓPEZ RÍOS y Juan GONZÁLEZ CÁRCELES: La Facultad de Filosofía y Letras en la Segunda República. Arquitectura y universidad durante los años treinta, Universidad Complutense de Madrid-Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales, Madrid, 2008, pp. 406-415. 40 Carta del Marqués de Saltillo, 7 de noviembre de 1941. AGA. Educación. Fondo CSIC. Caja 8535. Carpeta Jerónimo Zurita 1941. 41 Gonzalo PASAMAR ALZURIA: Historiografía e ideología…, pp. 150-159. 39 113 guerra. Desde el Instituto Gonzalo Fernández de Oviedo, Antonio Ballesteros y Ciriaco Pérez Bustamante quisieron seguir impulsando la revista Tierra Firme, a la que cambiaron de nombre para dar también un cambio de imagen: no es sino la Revista de Indias, creada para extender la idea de Hispanidad42. En agosto de 1940 se publicó su primer número. Sin embargo, no todas las nuevas revistas fueron creadas por iniciativa interna. En 1943 Antonio Ballesteros, director del Instituto Gonzalo Fernández de Oviedo, trasladaba al Consejo el deseo del Ministro José Ibáñez Martín de crear una revista que recogiese investigaciones sobre la obra misionera española, Missionalia hispanica. Quizás el interés de Ibáñez Martín en este tema podría explicar por qué unos años más tarde se creó un nuevo Instituto que atendía en exclusiva las misiones. Desde luego, respondía plenamente al programa científico nacionalcatólico, como exponía Antonio Ballesteros: “El «Instituto Gonzalo Fernández de Oviedo» habida cuenta de: 1º- Que en España la Historia de nuestras Misiones forma la parte más importante de nuestra labor civilizadora, por el hecho de haber llevado la fe a medio mundo, e ir trabada indisolublemente a la obra descubridora y colonizadora, según se consigna en el testamento de Isabel la Católica y en la política indiana de nuestros Reyes. 2ºQue esa gloria española es desconocida, cuando no bastardeada por extranjeros y aun por no pocos españoles. 3º- Que dado el auge, cada día mayor, de los estudios misionológicos, se ofrece magnífica ocasión de dar a conocer lo que en difundir el Evangelio procuraron y lograron el Estado y la Iglesia, representada por sus Órdenes Religiosas. 4º- Que para esa difusión no bastan las páginas de la Revista de Indias, so pena de quedar menoscabadas sus otras distintas Secciones. 5º- Que asimismo los miembros colaboradores de la Sección de Misiones, que son cinco más el Director, pueden y deben producir más de lo que admite el tamaño y periodicidad de la Revista de Indias.”43 Informe “Labor a desarrollar por el Instituto Fernández de Oviedo” de Ciriaco Pérez Bustamante, con el VºBº de Antonio Ballesteros Beretta, 10 mayo 1940. AGA. Educación. Fondo CSIC. Caja 31/8531. Carpeta Instituto Gonzalo Fernández de Oviedo. 43 Oficio al Secretario General del CSIC, 16 noviembre 1943. AGA. Educación. Fondo CSIC. Caja 31/8543. Carpeta Instituto Gonzalo Fernández de Oviedo. 42 114 En el mismo instituto se propuso también, en 1944, la preparación de una recopilación de material archivístico inédito sobre Cristóbal Colón, que pasaría a llamarse el “Diplomatario Colombino”. El objetivo era sacar a la luz documentos sobre la figura de Colón en lo que se veía como un problema de tintes patrióticos: “se ha planteado hace tiempo el problema científico y patriótico de publicar en España y con un criterio español, la serie completa, en lo posible, de tal documentación, labor que, al efectuarse felizmente, honraría grandemente a la entidad que la llevase a término, repercutiría muy favorablemente en América, y constituiría una de las producciones de más interés que puede emprender la cultura española en el Nuevo Estado y que responde derechamente al sentido de reivindicación de nuestra gloriosa historia”44. La Sección de Historia Moderna y Contemporánea orientó sus actividades al estudio de las relaciones diplomáticas de España en los siglos XVI y XVII, así como al “espíritu auténticamente español en el decurso de la centuria decimonónica”45. Los Reyes Católicos y los Austrias fueron los temas privilegiados. Vinculados de forma directa con las intenciones y valores del régimen, fueron un componente importantísimo de la identidad construida por los vencedores. En el caso del Consejo esto no se notó tanto en la producción de obras, a excepción de un trabajo de Antonio de la Torre, sino en una constante actividad publicística militante. La atribución del surgimiento de la nacionalidad española a los Reyes Católicos durante la Restauración se traducía ahora a una publicística biográfica y apologética de su reinado. Se quiso presentar la Historia como una lucha constante entre la civilización cristiana y todas las demás fuerzas que conspiraban contra ella. Es precisamente en este contexto en el que pueden comprenderse actos como la celebración del Milenario de Castilla en 194346. No es de extrañar que una asociación de tipo cultural historiográfica como “Asociación internacional de amigos de Simancas” se constituyese en diciembre de 1948 y mantuviese una estrecha conexión con el Archivo, la Universidad y la sección que el 44 Informe de Antonio Ballesteros Beretta a José María Albareda, 5 julio 1944. AGA. Educación. Fondo CSIC. Caja 31/8543. Carpeta Instituto Gonzalo Fernández de Oviedo. 45 “Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Memoria de la Secretaría General, 1940-1941”, pp. 151-152. 46 Gustavo ALARES LÓPEZ: "La conmemoración… 115 CSIC mantenía allí. Propuso la publicación de un Anuario de Estudios de Historia Moderna, con la intención de contar con la colaboración de historiadores de distintos países del mundo, y de potenciar “lo español”47. La temática de los Reyes Católicos fue también abordada desde el medievalismo, protagonista de esta primera década en el Consejo. Desde la Escuela de Estudios Medievales se buscó la colaboración entre distintas materias en distintas localidades. Los grandes impulsores del proyecto fueron Alfonso García Gallo, desde su cátedra de Historia del derecho español en Valencia; José María Lacarra a través del Centro de Estudios Medievales de Aragón y de su cátedra de Historia Medieval en la Universidad de Zaragoza; y la sección de Barcelona del Instituto Jerónimo Zurita, estrechamente ligada al Archivo de la Corona de Aragón, con Fernando Valls Taberner y Ernesto Martínez Ferrando sucesivamente a la cabeza48. Las obras publicadas durante los años cuarenta no aportan nuevos debates metodológicos, sino que se recurre una historia política centrada en lo que se consideraban las grandes figuras históricas. La compleja situación política hacía más sencillo rescatar periodos como la Prehistoria, la Historia Antigua o la Edad Media, más alejados de las implicaciones que tenía la Edad Moderna o la Edad Contemporánea. Quizás por ello proliferaron trabajos más asépticos como la publicación de fuentes y transcripciones de documentos, así como glosarios y códices. La década de los cincuenta trajo una cierta apertura, con la llegada de nuevas obras e investigadores provenientes de fuera de las fronteras españolas. Autores como José María Jover, Vicente Palacio Atard o Jaume Vicens Vives publicarán en esa década gran parte de su producción historiográfica, si bien a finales de los años cuarenta ya estaban integrados en las estructuras del CSIC. Será entonces cuando se empiece a avanzar hacia una historia económica y social, abandonando poco a poco la Historia de América. Hasta entonces la historiografía fue esencialmente teleológica, autocomplaciente y de enfoque político49. Escrito del Jefe de la Sección de Estudios de Historia Moderna “SIMANCAS” del Instituto Jerónimo Zurita al Secretario General del CSIC, 21 diciembre 1948. AGA. Educación. Fondo CSIC. Caja 31/8604. Carpeta Patronato Diego de Saavedra Fajardo. 48 Gonzalo PASAMAR ALZURIA: Historiografía e ideología…, p. 149. 49 Miquel Ángel MARÍN GELABERT: “Historiadores locales…, p. 121. 47 116 Reflexiones finales Lo que se ha ofrecido en las páginas precedentes no pretende ser un relato cerrado sobre la historiografía de la posguerra. Tampoco una visión total del mundo del Consejo. Con más preguntas que respuestas, se han intentado situar algunos de los elementos principales de la historiografía impulsada desde el CSIC en el contexto profesional y de producción historiográfica en el que tuvo lugar. Cada vez tenemos un mayor conocimiento sobre biografías de historiadores españoles durante el franquismo, sobre el devenir institucional de las organizaciones que los acogieron. Todavía quedan por desgranar algunos matices, como el grado real de proximidad de los historiadores al régimen o las lógicas de solidaridad o delación entre los diferentes grupos. Se ha mostrado el tipo de iniciativas y actividades que se desarrollaban en el Consejo, pero no sabemos cuál era la repercusión real de dichas actividades o cómo era su recepción. El conocimiento de las lógicas internas de los institutos de Historia del CSIC puede dar algunas claves para comprender las acciones y decisiones de sus miembros. Las relaciones entre el Consejo y la Universidad no fueron siempre fáciles, ya que se les habían asignado a cada uno parcelas de actuación que el otro no podía traspasar, como la docencia o la investigación. Sin embargo, buen número de historiadores terminaron sorteando este problema al estar insertos en ambas instituciones. Así, el cerco en el que se había encerrado el CSIC termina por dar frutos fuera de sus muros, tanto mediante colaboraciones con las universidades como con instituciones locales o diputaciones provinciales. Es necesario comprender el conjunto de actuaciones no sólo como una circunstancia fortuita donde cobrarse venganzas personales, sino como un enfrentamiento cuyas raíces se hunden ya en el siglo XIX, con debates y propuestas metodológicas ya trabajados y asumidos desde antes. En un momento en que se está fraguando el imaginario franquista, el recurso a la Historia y la demanda de relatos dirigidos a intereses particulares tiene una enorme repercusión. Hasta qué punto la participación en las lógicas del momento no es más que una estrategia de supervivencia o es plena convicción, los límites son, en ocasiones, inciertos. Tampoco es nuestro trabajo juzgar dichas actuaciones, sino valorarlas en su justa medida para poder ofrecer un relato histórico honesto y responsable. Lo cierto es que dentro del Consejo la Historia fue una disciplina con fuerte presencia, ya fuese a 117 través de los Institutos dedicados a ella o de aquellos que se servían de ella como ciencia auxiliar. Tanto es así, que estuvo a punto de monopolizar la producción historiográfica a través de un alto número de revistas que ahogaba las iniciativas externas y solía ser el trampolín de muchos de los propios investigadores del centro. La necesidad de mostrar “normalidad” de cara al exterior como si la labor científica siguiera si curso, fue lo que impulsó y aceleró estas iniciativas. A finales de los años cuarenta, y especialmente desde comienzos de los cincuenta, el panorama historiográfico español había empezado a cambiar, aunque muy lentamente. Sólo conociendo las características del periodo anterior, el proceso por el que se fue conformando, podremos entender la evolución de los años posteriores y algunas de las consecuencias que todavía hoy quedan latentes. 118 Un modelo de intervención social a través del estudio de la memoria. Una reflexión historiográfica Magdalena González Grupo de investigación Élites, Notables y Pueblo, Universidad de Cádiz1 La afirmación de que el pasado es el presente de la memoria, y de la historia, está relacionada con mecanismos y formas específicas de concienciación que no son ajenos al espectro de las ciencias sociales. Es una singularidad del tiempo presente que el investigador atienda con frecuencia demandas sociales expresadas en muy diferentes maneras y grados, al tiempo que su propia especialización profesional concreta y genera la materia de su estudio y una específica acción social derivada. La “capacidad historiográfica” se amplía así en un doble sentido. Hablamos de testigos, transmisión de relatos familiares, fuentes orales y memoria traumática, indisolubles ya de la movilización ciudadana, terrenos en los que el historiador argumenta o asume portavocías e iniciativas que esperan la resolución de conflictos vigentes en el espacio democrático, pero con demanda de registro por parte de los actores, en explícita asunción histórica de la singularidad de su protagonismo. Es otra faceta más de la complicada, extraña e indisoluble relación entre memoria e historia, entre emoción y ciencia, entre relato y discurso. El concepto de memoria compartida en su variante de “histórica” es demasiado amplio atendiendo a circunstancias, temporalidades y pasados distintos, pero tiene de particular, en los contextos de la violencia política, que se concreta en disputa con la apropiación que el Estado oficializa sobre lo que él mismo proyecta como historia. El mecanismo por el cual emergen interpretaciones alternativas referenciadas en la transmisión de la memoria está relacionado con el cambio social y con los procesos que 1 Plan Andaluz de Investigación de la Junta de Andalucía, Código HUM-557. 119 Universidad de Castilla~La Mancha Departamento de Historia. Área de Historia Contemporánea Edificio Benjamín Palencia | Campus Universitario s/n | 02071 Albacete Email: [email protected] | www.ahistcon.org | alientan la cohesión de los grupos humanos. Al enemigo se le discute el triunfo apuntalado en la apropiación, en el silencio o en el olvido y se entiende que sólo con la recuperación de los nombres, de los lugares o de las voces perdidas, puede ser activada la reclamación identitaria de la que parte la movilización en la experiencia del presente. Por lo tanto se pone en marcha un proceso de indagación abierto, de búsqueda, de tarea o conversación generacional delegada, que trastoca y muda el papel convencional del investigador social y de sus competencias. Si a esto se le añade el que en las sociedades occidentales, la crisis de las expectativas sobre el tiempo del futuro convive no sólo con la sacralización del recuerdo sino con la proyección consecuente del acto como memoria futura, habrá que asumir la insuficiencia de los métodos tradicionales de la historia, obligada desde hace algún tiempo a considerar lo mudable, lo subjetivo, lo contradictorio y, por qué no, la propia expresión de la banalidad. Es la dinámica del empoderamiento y de las redes la que marca indefectiblemente la perspectiva del conocimiento cuanto éste se aproxima a lo que alguna vez se empezó por catalogar como el método humanista de la historia y a sus fuentes como documentos personales2. Por otro lado, los “trabajos” de la memoria3 se ajustan igualmente en sucesivos marcos temporales, políticos, sociales y culturales que resignifican permanentemente lo sucedido con anterioridad. Nombrar crea, identifica, compromete o “señala”, dado el carácter performativo de la semántica mnemónica, necesitada siempre de agentes operantes en el plano social. Los emprendedores de la memoria4 articulan ésta como reflexión y como forma de acción, ahondando en el valor crítico de la categoría y en la posibilidad democrática y creativa que entraña. Pero lo destacable en lo que atañe a la historiografía es que, aunque ésta no pueda sustraerse a la idiosincrasia que señalamos y aunque sea evidente que si alguna vez hubo una fórmula tradicional de la historia de ella queda poco o nada, hay rasgos propios a tener muy cuenta en el asunto que tratamos: por un lado su capacidad específica de “alumbrar”, como método, lo que no podría ser 2 Ken PLUMMER: Los documentos personales. Introducción a los problemas y la bibliografía del método humanista, Madrid, Siglo XXI, 1990. 3 La referencia en Elizabeth JELIN: Los trabajos de la memoria, Madrid, Siglo XXI, 2002. 4 Para el concepto de “emprendedor” y su relación con otros ver por ejemplo, Eduardo GONZÁLEZ CALLEJA: Memoria e historia. Vademécum de conceptos y debates fundamentales, Madrid, Los libros de la Catarata, 2013, pp. 126. 120 conocido de otro modo, y por otro, su mayor grado de libertad frente a las ataduras sentimentales del recuerdo y la identidad. A continuación me propongo desarrollar lo apuntado hasta aquí, utilizando mi experiencia como investigadora de la transmisión generacional de la memoria de la guerra española de 1936. Lo haré en los dos planos señalados: el del historiador como agente de la memoria y el del método de la historia como generador de su propio contenido. I La práctica del método historiográfico en sociedades afectadas por el trauma de la violencia y la represión está marcada por múltiples condicionantes y presenta problemas epistemológicos y de método que no habían sido tenidos en cuenta con anterioridad. En el caso de España hay que tener en cuenta que la historia ha llegado despacio y tarde a la memoria del golpe de Estado y de la guerra y sólo cuando una demanda generacional renovada ha planteado la necesidad de entender el pasado sobre presupuestos distintos a los de sus predecesores y en consonancia con perspectivas globales antes no consideradas. Al mismo tiempo, y en una correspondencia no menos significativa, la reivindicación ciudadana de la memoria en el terreno de los derechos humanos se incorporaba al panorama social y político de nuestro país. Para amplias capas de la población española, el pasado dejaba de ser entonces heroico o anodino y regresaba convertido en cuestionamiento incómodo o reproche. Es en este contexto de negociación emergente, en el que una nueva generación de historiadores, a partir de la última década del pasado siglo, empezó a formular sus preguntas y argumentos e irrumpió, junto con otros diversos colectivos, en la complejidad de un sistema activo desde el conflicto que se había visto favorecido hasta ese momento por la ausencia de determinadas memorias en el escenario público. La primera deriva fue que la discusión sobre lo sucedió en este país se incorporó a la reflexión acerca de la deficiente calidad de nuestro sistema democrático y la necesidad de su renovación partiendo de la ciudadanía. El discurso socializado por la dictadura y por las élites políticas de los setenta quebró sobre las bases de las oportunidades democráticas y de la modernización perdidas en los años treinta y en la Transición. La 121 necesidad de argumentos para la comprensión, la negociación y la superación del conflicto implicaba a la historia. La aparición de sujetos históricos en lucha por reafirmar su identidad en las sociedades plurales democráticas evidenciaba la insuficiencia de la historiografía ajena a los trazos, las huellas y los léxicos familiares que traducían los traumas del pasado. Ocurría que, contrariamente a lo que se había venido afirmando en relación con nuestro pasado más cercano, del que aún quedaban testigos vivos, no había investigación “superada”, como lo ratificaba la perdurabilidad de un conocimiento escamoteado, y el requerimiento de divulgación y registro por parte de un público cada vez más consciente de la oportunidad del mismo como competencia biográfica, generacional5, ciudadana o identitaria. Faltaba, al menos, la palabra de las víctimas respondiendo a la interpelación cercana de diálogo con la memoria. La manifestación mnemónica, siempre plural, aporta información relevante, articula tópicos narrativos, claves mnemónicas, y abre espacios interpretativos y de acción renovados. Convertida ya en fuente imprescindible para la historia, el recurso de la memoria sustenta también la “desacralización” imparable del oficio académico, si tenemos en cuenta la popularización, como concienciación, de la asunción personal o familiar del “hábito de la historia”. Una representación explícita del pasado modela la interpretación del presente, atendiendo a la experiencia y a la apropiación subjetiva, a través de una red plural y abierta, donde cada pequeña huella adquiere significado 6. Las emociones y su sentimentalidad se abren paso como materia de las ciencias sociales en la sociedad de consumo y en la posterior de la crisis económica y posdemocrática en la que aquéllas también han pasado a ser dominio de la historia. La nueva escenografía del conocimiento y las interpretaciones admite las fórmulas más diversas, entre otras, las basadas en el esfuerzo colaborativo y en la transmisión generacional. El científico social que ha preguntado, que ha escuchado la palabra dada y se ha interesado por lo reprimido, olvidado o silenciado (todavía en la actualidad), se ha tenido que adentrar en el espacio exiguo de lo familiar, lo grupal o lo local, definido, porque esa es su naturaleza, por servidumbres y códigos precisos. Se repara, frente al 5 Marianne HIRSCH: La generación de la posmemoria. Escritura y cultura visual después del Holocausto, Madrid, Carpe Noctem, 2015. 6 Jorge CARRIÓN: “Sebald: doce variaciones y un epílogo” en VV.AA: Las variaciones Sebald, Barcelona, CCCB, 2015. 122 discurso uniforme, en la anécdota de lo cotidiano atravesada por “signos, reclamos, mandatos, tendencias” y se atiende a su carácter de discurso narrativo dotado de valor moral7. La complejidad para el historiador radica en conferir un significado a este imaginario en el que su trabajo se ve inmerso8. Esta es la situación en la que mayoritariamente se han llevado a cabo las investigaciones que utilizan la memoria traumática de la violencia política como fuente documental, la misma, recordemos, que ha hecho factibles los presupuestos de la dinámica de la “recuperación de la memoria histórica”. Por lo tanto existe un marco específico en el que se desarrolla una relación ambivalente y problemática, porque el conocimiento que el historiador genera no está destinado únicamente a ser fuente documental o académica, sino igualmente, a nutrir imaginarios y a ser la base de una dinamización social y política determinada, la que a su vez lo retroalimenta y, en consecuencia, confía en su “lealtad” y compromiso, por encima de los argumentos de la práctica científica. La relación se estrecha si tenemos en cuenta que la historia proporciona, a partir de la incardinación de lo particular en un discurso universal, claves interpretativas de referencia para el grupo y para los individuos, en la medida que éstas desvelan, liberan y equilibran la memoria traumática generada por la represión política, social y económica instalada en los orígenes del conflicto. El historiador que busca la memoria allí donde ésta nace, en el plano micro, en la intimidad, se ve impelido a ser agente o activador de la expresión de la misma, ya que el desarrollo de la investigación recorre los hitos que marcan el camino de la reivindicación para las víctimas. Puede ocurrir que sea el iniciador del proceso o por el contrario puede que éste ya haya sido activado por otros posibles agentes, en cuyo caso, la especialización que lo distingue se verá participada por amateurs y simpatizantes locales con los que habrá de contar. Concretando, si nos centramos en la España rural del siglo XXI perteneciente a la retaguardia de la zona sublevada, el desvelamiento difundido a través de los medios de comunicación del terrible dolor del pasado, con su inventario de huesos, fosas y 7 José Miguel MARINAS: La escucha en la historia oral. Palabra dada, Madrid, Síntesis, 2007, pp. 9 y 10. 8 Miguel Ángel CABRERA: “La historia y los historiadores tras la crisis de la modernidad” en Pablo SÁNCHEZ LEÓN y Jesús IZQUIERDO MARTÍN (eds.), El fin de los historiadores. Pensar históricamente en el siglo XXI, Madrid, Siglo XXI, 2008, pp. 47. 123 familiares dando cuenta de lo sucedido y de sus quejas, ha podido ser compartido por muchos, ha contribuido a romper el silencio o la aparente indiferencia y ha uniformizado las expresiones de una sensibilidad determinada, fácilmente registrable, que es la que se ha recogido en muchos de los trabajos realizados en los últimos veinte años. De forma parecida, la respuesta institucional también se ha normalizado cuando ésta se ha resuelto a favor de la pretensión memorialística, y no en contra, como ha sucedido en tantas ocasiones. La gestión pública es otra de las solicitudes de las identidades ciudadanas que aspiran a ser reconocidas en las sociedades multiculturales y ha dado lugar a un catálogo popularizado de intervención política que tampoco puede desvincularse del rédito electoral. En el marco de estos condicionantes es donde se da cumplimiento a la agencia cívica del historiador que por otro lado no podrá desligarse de sus objetivos. Sirva de ejemplo el siguiente, en el que formando parte de la investigación correspondiente, la búsqueda y publicidad de los nombres de las víctimas del golpe de Estado en una localidad de la provincia de Cádiz tuvo las siguientes consecuencias en el terreno comunitario: Empezaremos haciendo referencia al acto de homenaje a los desaparecidos, en el que se leyeron por primera vez sus nombres en una plaza del pueblo. Los familiares ocupaban las primeras filas de una plaza abarrotada por vecinos de todas las edades y presidida por la bandera republicana. Se inauguró una placa conmemorativa que pasó a ser el primer lugar de memoria de una intervención urbana que fue extendiéndose posteriormente con el paso de los años. A partir de otra de las fases de la investigación, en esta ocasión compartida y asistida por diversos colectivos sociales sensibles al movimiento de recuperación de la memoria histórica de la localidad, en la que sin embargo no llegó a cuajar una asociación de familiares de los represaliados, se inició la búsqueda de la fosa en la que se encuentran los desaparecidos. Durante un tiempo largo estas víctimas de la violencia fueron ocupando una actualidad cada vez mayor traducida en disponibilidad y colaboración con el trabajo en curso. Así, el Ayuntamiento, con la información que se le facilitó, actuó de oficio solicitando al juzgado comarcal correspondiente la inscripción fuera de plazo de estas personas. Se homenajeó también, por acuerdo unánime del pleno municipal, a sus funcionarios represaliados y se le dio el nombre del 124 último alcalde republicano a una plaza. También se valoró la solicitud administrativa para la declaración como lugar de memoria histórica, según la ley andaluza que lo prevé, del granero privado en el que se efectuó la saca fatal en septiembre del año 36, que se mantiene en pie sin haber sido modificado, y de los restos en la playa de los búnkers que formaban parte del Plan defensivo del Campo de Gibraltar, construidos por el batallón de soldados trabajadores republicanos que residió en el pueblo en los años cuarenta. La corporación municipal colaboró en la difusión de parte de los resultados del proyecto historiográfico haciéndose cargo de la publicación no venal y de la distribución de varias monografías, lo mismo que de la solicitud de fondos a los programas de la Junta de Andalucía para la realización de un documental en torno a lo sucedido en el pueblo. Otras iniciativas paralelas, pero motivadas igualmente por la misma influencia, fueron las desarrolladas en el plano escolar en el que se llevaron a cabo diversos programas interdisciplinares basados en un diálogo intergeneracional, que pretendía la documentación de lo sucedido a través de las memorias familiares y propiciar la reflexión sobre la historia del presente y el sentido de la práctica democrática. Los programas de encuentros, conferencias, mesas redondas, sesiones de cine, exposiciones o emisiones radiofónicas han estado al servicio de un público interesado que en este caso se ha visto atendido principalmente por la iniciativa municipal asesorada. Un aspecto de importancia más derivado de la práctica historiográfica fue la recuperación de documentación que estaba “perdida”. Las donaciones realizadas al archivo municipal fueron varias, alguna con documentación muy relevante, como la del fondo local de Falange. Asimismo el conjunto de entrevistas realizadas en el trabajo de campo de la investigación de referencia generó un fondo de fuentes orales, cuyas propiedad, custodia y gestión también son hoy del archivo. De manera complementaria se llevó a cabo un programa de recogida de fotos de la época que ha dado lugar a la existencia de otro cuerpo documental de procedencia privada, pero de gestión pública. Por el contrario, la manifestación de la memoria disidente de este corpus ha permanecido recluida y ha sido voluntariamente escamoteada de la actualización comunitaria que hemos detallado. La única reacción conocida accidentalmente se ha producido en la esfera privada y ha sido la autoedición de una monografía destinada al consumo familiar y en la que se daba respuesta pretendidamente justificadora a lo que 125 iba siendo difundido en el espacio público. Se ha creado así un nicho de silencio privado singular, de trayectoria opuesta, al que habría que prestar atención. Hasta aquí lo que nos parece relevante de la interacción comunitaria con la investigación. Podemos concluir que, aunque ésta tuvo su curso y atendía a los objetivos propios de la ciencia social que es la historia, no pudo desvincularse de la movilización ciudadana descrita, porque en el origen de la misma estaba el empezar a hablar, el responder, el atender a unas preguntas y a una explicación que rompía el silencio y la sumisión mantenidos durante la dictadura y el proceso de transición. Los medios tecnológicos que facilitan la inmediatez de las respuestas y la concreción de un flujo de información mantienen el desencadenamiento de un mecanismo de retroalimentación que es novedoso en la creación de un modelo cognoscitivo, el que convive con fórmulas no profesionalizadas y el que nutre la demanda social sobre del discurso de la historia del tiempo presente. La comunidad, desatendida de las conclusiones del trabajo científico, ha tejido sin embargo el relato particular y múltiple de la memoria, que aunque ha tenido la referencia de aquél como pretexto inicial, se ha resuelto en planos diferentes y complementarios. Por un lado, en el público, con la difusión de una explicación actualizada de la experiencia de la violencia política y de sus consecuencias sobre las clases trabajadoras, que ha cambiado la valoración del pasado y del presente en el conjunto local. Y por otro, en el personal o familiar, con la asunción de claves explicativas diferentes a las tradicionales para las víctimas silenciadas de la violencia, del hambre y del atraso en el que una parte importante del conjunto de la población estudiada se incluye. De lo oculto a lo difundido, de lo reprimido al homenaje, de lo teórico a la acción, de lo profesional a lo amateur y a las aportaciones en red, pero también de lo concreto a lo general y de lo familiar a lo universal, en definitiva, de los cauces activos de la represión a una forma de contarse y de explicarse en consonancia con la universalización de las referencias de los derechos de las víctimas. Lo actuado en torno a esta memoria ha reactivado ciertos compromisos políticos y ha mostrado su eficacia como herramienta propicia para la mejora de la capacidad ciudadana en el Estado de derecho. A muchas personas pertenecientes a la generación nacida en los años treinta y cuarenta, la reivindicación de la memoria les ha permitido recorrer un camino singular de asunción de valores democráticos con el que jamás 126 hubieran contado. La asunción de que la relación con el poder ha de estar regulada sobre bases justas, del hecho colaborativo generacional o de que existe un patrimonio documental, del que la memoria forma parte, que ha de ser respetado y gestionado democráticamente para poder fundamentar las intervenciones o reclamaciones privadas, es una aportación valiosa que proviene, en este caso y junto con otros orígenes múltiples, del ejercicio de la historia. El proceso descrito hasta aquí es mucho más complejo que el que se deriva de la acción descrita del historiador en el espacio local o familiar, pero nos ha interesado destacar el papel que ha jugado la práctica que está en la base de la construcción argumental que es la historiografía. En la actualidad, lo relevante es que el discurso de la historia pasa a ser también exigencia y patrimonio de la práctica cívica en las sociedades posdemocráticas avanzadas9. II Las sociedades occidentales han desarrollado una cultura anamnética sustanciada en repensar la barbarie, en la referencia moral del sufrimiento de las víctimas y en recuperar lo perdido, lo extraviado. España continúa ofreciéndose como caso representativo y peculiar. En nuestro país y en las últimas dos décadas se ha producido una proliferación de testimonios y manifestaciones, que ha obligado al replanteamiento de los esquemas interpretativos historiográficos con los que se había venido trabajando hasta ese momento. Categorías analíticas como comunidad, trauma o cambio social, que están bien representadas en el corpus longitudinal de la memoria social, han forjado nuevos discursos sobre el pasado nacido del golpe de Estado y de la guerra10. El historiador que opera con fuentes mnemónicas se ve forzado a valorar este pasado como algo cambiante y en permanente construcción, aceptando que la memoria es un amplio catálogo de proyecciones con capacidad de intervenir en el presente. Por lo Ver Pablo SÁNCHEZ LEÓN: “El ciudadano, el historiador y la democratización del conocimiento del pasado” en Pablo SÁNCHEZ LEÓN y Jesús IZQUIERDO MARTÍN (eds.), El fin de los historiadores. Pensar históricamente en el siglo XXI, Madrid, Siglo XXI, 2008. 10 En las conclusiones presentadas por Michael RICHARDS: Historias para después de una guerra. Memoria, política y cambio social en España desde 1936, Barcelona, Pasado y Presente, 2013. 9 127 tanto, la memoria no simplifica sino que multiplica los problemas del conocimiento desde el momento que interviene como actualización del mismo y deriva en acción. La memoria colectiva está fijada en marcos concretos y se traduce en práctica e intervención. El método de la historia se aplica al estudio de las mismas en las sociedades sacudidas por la violencia, donde adquiere valor desde el presente lo que en el pasado podría haber sido juzgado como anecdótico. El procedimiento crítico convencional basado en el contraste de las fuentes documentales, en la utilización de marcos analíticos y teóricos concretos y en la valoración temporal del objeto de estudio, no se modifica en la historia del tiempo presente, que es la especialización que de forma más general trata con la memoria. Ahora bien, cuando se utilizan fuentes mnemónicas, en particular fuentes orales, los condicionantes que pesan sobre el historiador ya hemos visto que son complejos, porque, en especial, en la investigación sobre “el terreno”, las fuentes no existen previamente, hay que crearlas. Aunque los archivos orales existen desde hace décadas, la historiografía española no está curtida aún en su uso normalizado. En general se ha venido optando por la realización de entrevistas ex profeso a partir de la generalización del método interdisciplinar y del antecedente previo del silencio o de la represión. De esta circunstancia nace la singularidad del problema epsitemológico, porque aunque la metodología de las fuentes orales es conocida y está muy experimentada, ésta convierte al investigador en demiurgo de la expresión mnemónica que es el objeto de su conocimiento. Y éste es un acto que no ha perdido en nuestro país un carácter político o reivindicativo, lo que dota al trabajo académico de significados sociales ajenos, en principio, a su motivación. Por lo tanto, el continuo debate sobre el pasado que hay en España incide en las implicaciones políticas que enfocan la producción y el análisis de estas fuentes. Esto se produce desde el momento en el que se corrige el discurso normalizado del poder, o el de las comunidades que aspiran a elaborar el suyo propio sobre las bases de la identidad y su aspiración al reconocimiento. Es evidente que la crisis del modelo tradicional de la historia presiona sobre el papel del historiador y sobre el significado de sus posibles aportaciones. La voluntad interpretativa de la historia necesita cumplirse ajena a ese presentismo tan extendido en el consumo de la memoria normalizada que 128 paradójicamente sólo podrá ser corregido con el empeño de mejorar el nivel educativo de la población. Lo que nos parece de mayor interés es que la irrupción de la memoria ha provocado el replanteamiento de los presupuestos del conjunto de las ciencias sociales y muy en especial de los de la historia. Lo que importa es que la conversión de la memoria en fuente para la historia, y ésta es la fórmula por donde habrá de discurrir su relación, llevará a la patrimonialización de la misma, lo que posibilitará su puesta a disposición para el conocimiento libre o para su análisis como categoría crítica. La responsabilidad social del historiador, cada vez más demandada en las sociedades actuales que buscan la competencia crítica de su ciudadanía, pasa así por someter al método historiográfico los datos que ha obtenido y construido a través de la manifestación del lenguaje. La voz del testigo11 contiene, a veces, una verdad ineludible, pero no suficiente. Es decir, el sentido de la memoria se cierra fuera de su relato, lo que se constituye en la aportación específica de la historia. Creemos que algunas de estas peculiaridades están presentes en la base del enfrentamiento argumental entre el hábito de la historia y el de la memoria, que por lo demás, no nos parecen vías de aproximación al pasado tan contradictorias o excluyentes como algunos se empeñan en afirmar. Por consiguiente, el problema del acercamiento de la historiografía a los temas de la memoria social no estaría tanto en la dicotomía entre militancia o servicio profesionalizado a la ciudadanía, como en esta peculiaridad del “emprendimiento” de la memoria y sus consecuencias, con las que el método historiográfico tiene que lidiar. Para el debate sobre las fronteras difusas entre historiografía, literatura, periodismo… y la coherencia de las fuentes orales ver Svetlana ALEXIEVICH: Voces de Chernóbil. Crónica del futuro, Barcelona, Debolsillo, 2015. 11 129 Una experiencia de divulgación periodística de la memoria histórica en Andalucía Rafael Guerrero Moreno Director del programa LA MEMORIA Canal Sur Radio y Radio Andalucía Información (RTVA) El reconocimiento de la memoria histórica como un tema de interés ciudadano en general y periodístico en particular ha evolucionado de forma tímida y discreta durante la transición democrática española, después de ser considerado como un asunto maldito, peligroso y prohibido durante los últimos años de la dictadura franquista. Las amenazas constantes de la ultraderecha hacia los medios de comunicación -especialmente la prensa- y los periodistas comprometidos con la democracia atenazaban la libertad de expresión durante la etapa preconstitucional. Por otra parte, el espíritu constructivo de reconciliación nacional de la transición, cimentado sobre la Ley de Amnistía de 1977 y sobre la Carta Magna de 1978, determinó que ni la sociedad, ni los partidos políticos, ni los medios de comunicación volvieran sus ojos hacia el pasado de la guerra civil y el franquismo. Se trataba de construir un futuro de democracia, de paz y de libertad semejante al de nuestro entorno geopolítico occidental europeo. “Libertad sin ira”, como rezaba la emblemática canción del grupo onubense Jarcha. Esta realidad no fue óbice para que, desde algunos medios, algunos periodistas comprometidos publicaran informaciones y reportajes sobre aspectos generalmente desconocidos de nuestro traumático pasado, en un intento pionero de recuperar la memoria histórica de los vencidos y represaliados durante la contienda civil. Sin embargo, la intentona golpista del 23-F de 1981 volvió a meter el miedo en el cuerpo a la sociedad española y disuadió a la izquierda -que en 1982 recupera el poder perdido entre 1936 y 1939 por el golpe militar y la guerra que dio paso a la 131 Universidad de Castilla~La Mancha Departamento de Historia. Área de Historia Contemporánea Edificio Benjamín Palencia | Campus Universitario s/n | 02071 Albacete Email: [email protected] | www.ahistcon.org | dictadura franquista- de promover políticas memorialistas en pos de los legítimos objetivos de verdad, justicia y reparación. Hubo que esperar a que con el cambio de siglo y de milenio, un movimiento social desprovisto de ataduras y de compromisos con el espíritu de la transición, el de la ‘rebelión de los nietos’ promoviera sin complejos una valiente iniciativa de recuperación de la memoria histórica de las víctimas del franquismo, lo que determinó un cambio de actitud progresivo de la sociedad que tuvo su reflejo en la estrategia informativa de los medios de comunicación, que comenzaron a prestar atención a hechos que, de una forma tan sistemática, no se habían producido antes: exhumaciones de fosas comunes, homenajes, desaparición de simbología franquista de los espacios públicos, actos culturales, investigaciones históricas, estudio de archivos anteriormente inaccesibles, publicaciones, documentales, etc. Conforme avanzaba el tiempo, en la primera década del siglo XXI, las dos legislaturas de Gobierno del PP que intentaron contener este movimiento social dieron paso de nuevo al PSOE que, más sensible a esa ‘rebelión de los nietos’ impulsó políticas memorialistas, lo que también repercutió en un interés creciente de los medios de comunicación sobre la memoria histórica. Nace el programa ‘La Memoria’ en 2006 Así pues, cobró plena justificación la iniciativa pionera de la radio pública andaluza en 2006 -Año de la Memoria Histórica, declarado por las Cortes- de promover un programa exclusivamente dedicado a este tema. ‘La Memoria’ se convirtió así en todo un referente informativo sobre la memoria histórica no sólo en su teórico ámbito de influencia, Andalucía, sino también para una creciente audiencia en el resto de España y en el mundo, gracias a su difusión por Internet. Concluida en junio de 2016 la 10ª temporada, se han realizado 319 emisiones, en las que se ha abordado a conciencia y con detalle una problemática social y política en España como la recuperación de la memoria histórica. El rigor periodístico y la documentación previa -más de 400 libros consultados- han sido claves en la difusión de una problemática no exenta de polémica, lo que ha permitido un amplio reconocimiento social por parte de la audiencia. 132 El programa reivindica, en clave periodística, la necesidad de mantener viva la memoria oral en torno a la Segunda República, la Guerra Civil y la dictadura franquista. La memoria oral de los testigos de los tiempos históricos difíciles de la Guerra Civil y de la dictadura franquista ha sido una de las aportaciones más importantes, como han reconocido expresamente destacados especialistas e investigadores españoles y extranjeros, ya que las emisiones se han podido escuchar por Internet en medio mundo, especialmente en los países receptores del exilio en Europa, América y el norte de África, según hemos podido comprobar por los registros de descargas del programa y por la procedencia de las crecientes visitas al blog del mismo. La Memoria habría sido misión imposible en un medio privado. Es más, ha habido otros medios públicos que han podido trasladar la idea a sus territorios y no lo han hecho. De hecho, con motivo del debate sobre la Ley de la Memoria Histórica a finales de 2007 en el Congreso de los Diputados, al que asistió el director del programa Rafael Guerrero, el entonces portavoz de IU-Iniciativa per Catalunya, Joan Herrera, en tiempos del gobierno del tripartito en Catalunya, declaró que iba a proponer que se hiciera un programa similar en la radio pública catalana, aunque finalmente no surtió efecto. ¿Por qué un programa como este nació, se desarrolló y ha sobrevivido sólo en Andalucía? Tal vez porque Andalucía fue la región española donde hubo más represión durante la Guerra Civil y el franquismo (600 fosas comunes y 50.000 fusilados por los golpistas) y por tanto, la comunidad donde la losa de silencio y de olvido impuesto precisaba ser levantada con más fuerza. Pero también porque la opinión pública mayoritaria ha sustentado en Andalucía a gobiernos de orientación ideológica progresista que han propiciado una radiotelevisión pública sensible a reivindicaciones sociales emergentes y justas como la recuperación de la memoria histórica. En ese doble contexto, por un lado, histórico de fuerte represión y olvido, y de necesidad de reivindicar verdad, justicia y reparación y, por otro lado, político mediático de unos medios públicos -y repito lo de públicos, porque con intereses comerciales de por medio esto habría sido inviable-, sólo así se puede justificar que un programa de referencia como ‘La Memoria’, haya sido y siga siendo una realidad. Y por supuesto, en la libertad de criterio profesional con que sus responsables han podido 133 trabajar cada semana, sin instrucciones ni cortapisas, salvo las inducidas por la reducción presupuestaria y de medios derivada de la crisis económica y de los recortes presupuestarios en el sector público que en los últimos años impidieron desplazamientos para hacer reportajes o para entrevistar a veteranos represaliados. Al ser el primero y el único, ‘La Memoria’ ha recorrido un camino que se ha ido haciendo al andar, sin fijarse en otros referentes externos inexistentes. Se ha abierto un camino sobre el tratamiento informativo de un asunto nuevo, en evolución para la sociedad y no exento de polémica, como el de la memoria histórica. Por ‘La Memoria’ han dejado su testimonio para la posteridad cerca de 200 víctimas del franquismo, buena parte de las cuales ya han fallecido dada la avanzada edad que tenían cuando fueron entrevistadas, octogenarios, nonagenarios y algún centenario. La inmensa mayoría de ellos no expresaron afán de revancha, sino más bien la necesidad casi vital de romper con un largo y obligado silencio, y la de contar su verdad, bien distinta a la distorsión histórica con que el franquismo nos lavó el cerebro y que todavía perdura. Asimismo, el programa ha servido de foro de debate para especialistas, especialmente historiadores que en número superior a 200 han expuesto el resultado de sus investigaciones. En el contexto de la recuperación de la memoria histórica, los testimonios de los entrevistados deben ayudar a un mejor entendimiento de nuestro pasado mediante una reconstrucción humanizada de nuestra Historia. Pero también han sido entrevistados políticos, juristas, arqueólogos, antropólogos, periodistas, novelistas, cineastas, músicos, actores y, por supuesto, representantes de numerosas asociaciones memorialistas que agrupan en buena medida a las víctimas y sus descendientes constituyendo el gran tejido social del movimiento para la recuperación de la memoria histórica. Sería prolijo enumerar los expertos internacional de primer nivel mundial que han participado en el programa concediendo entrevistas en exclusiva, aunque podemos señalar a los historiadores anglosajones Paul Preston y Gabriel Jackson, la jueza argentina María Servini, el fiscal argentino Julio César Strassera, el relator especial de Naciones Unidas Pablo de Greiff o el juez español Baltasar Garzón. Con el evidente hándicap de abordar una temática controvertida y no tratada sistemáticamente, el programa 'La Memoria' se propuso desde el principio como objetivo atraer la atención del público sobre un asunto considerado árido en ocasiones, 134 como la historia. El estilo periodístico debía redimir a la historia del lastre de ser necesariamente aburrida para el gran público. El primer programa sobre la memoria histórica era una apuesta arriesgada, porque tenía que romper ese viejo mito. Era preciso contribuir a una concepción más global, dinámica, y divulgativa de la memoria histórica, extrayendo de una temática minoritaria un producto radiofónico atractivo. ¿Qué medios ha utilizado el ‘La Memoria’ programa para atraer con garantías a una audiencia creciente? Técnicas periodísticas Habría que distinguir entre las técnicas generales periodísticas y entre las específicas del medio radiofónico, sin desdeñar las posibilidades globalizadoras que permite Internet, y entre la adecuada selección de unos contenidos interesantes justificándola en función de la actualidad o sencillamente poniéndolos de actualidad, dado que el reconocido grado de especialización del programa lo ha facilitado y permitido. Veamos. - Un nuevo tipo de periodismo especializado que aborda la divulgación sobre el periodo histórico reciente más conflictivo de la España contemporánea en clave mediática y rigurosa. Hechos conocidos entre los expertos, pero desconocidos para el gran público han podido ser recordados y, en ocasiones, recreados con un lenguaje periodístico, llamando la atención del público con titulares alejados del tratamiento académico habitual con que suelen ser destacados por los expertos en los libros de Historia. Para anunciar los contenidos se utilizaron especialmente las notas de prensa que se redactaban y enviaban para su difusión entre los medios andaluces y los post publicados normalmente en el blog1 antes de la emisión del programa. Por ejemplo, el programa dedicado a la guerra civil en Jaén llevó por título “El bombardeo de Jaén fue el Guernica andaluz”, en un ejercicio de interpretación periodística de un hecho pasado, ya que hubo 159 muertos y la aviación alemana bombardeó indiscriminadamente el centro de la capital andaluza un mes antes de la destrucción del municipio vasco, inmortalizada por Pablo Picasso. 1 http://blogs.canalsur.es/lamemoria/ 135 - Humanizar el relato de la historia. La Historia no tiene porqué ser un tema árido, aburrido y poco atractivo para la mayoría de la gente, de la audiencia, tan preocupada por el ritmo trepidante del carpe diem en la moderna sociedad actual. Lo demostró también la oferta temática Canal de Historia2, o las teleseries históricas que progresivamente van llenando las parrillas de programación de las cadenas televisivas3. Del mismo modo, lo certifica de facto el reconocimiento de audiencia y los galardones periodísticos del programa radiofónico 'La Memoria', referente nacional e internacional, con un formato ágil y atractivo basado en testimonios, noticias, reportajes, entrevistas, montajes originales con efectos (sonido ambiente y recreación de situaciones históricas, música, anécdotas, etc.). - Preservar la memoria histórica oral con testimonios de relevantes personajes, como Santiago Carrillo, pero también de numerosos protagonistas y testigos anónimos que contaran con detalle su experiencia. Se puso mucho empeño en crear un marco de confianza que facilitara la aproximación a los veteranos para romper la barrera del silencio, del miedo y del recelo. Para ello fue fundamental el camino abierto previamente por historiadores e investigadores de la memoria y la desinteresada ayuda prestada por las asociaciones, los familiares, los historiadores y, especialmente, la iniciativa de recuperación de la memoria social de Andalucía Todos los Nombres, con investigaciones siempre expuestas y abiertas en su web4 y su creciente listado de microbiografías de protagonistas ignorados de la historia andaluza. Experiencias desconocidas e inéditas que han dejado de serlo gracias al programa. La aportación de estos testimonios ha sido muy valorada en círculos de investigadores españoles y extranjeros, como cunadse produjo una reacción por Internet de destacados historiadores ante el rumor de la desaparición del programa en septiembre de 2009, que sirvió para reforzar su continuidad, ya que algunos defendieron su permanencia en antena incluso como fuente para investigaciones académicas.. Han sido muchas charlas con veteranos de la guerra civil, repletas de datos humanos, de emoción y de anécdotas sabrosas, expuestas con ritmo periodístico. 2 http://www.canaldehistoria.es/ Véase reportaje en El País (28-6-2010) sobre la creciente producción y programación de series históricas en televisión: http://pdf.elpais.com/archivo/pdf/20100628elpepi_61.pdf 4 www.todoslosnombres.org 3 136 - El empleo de la música como elemento evocador y atenuante en una temática dura ha estado siempre presente en mayor o menor medida. De hecho durante más de treinta programas emitidos entre 2007 y 2008, hubo una sección musical donde, con un lenguaje y un objetivo divulgativo y didáctico, se mostraba la evolución de los géneros musicales y de los artistas y compositores en paralelo a los acontecimientos políticos y sociales que se producían en la España convulsa de la primera mitad del siglo XX. La copla, los artistas perseguidos y ensalzados por la dictadura franquista, las canciones de guerra de ambos bandos, las versiones de la censura franquista en las letras, el cine de la postguerra, los anuncios en la radio, los compositores que se quedaron y los que se exiliaron, la música religiosa, y un largo etcétera conformaron un amplio catálogo ofrecido en esta sección musical de entre 10 y 15 minutos comentada por el colaborador responsable de la misma y el director-presentador del programa, escuchando antiguas canciones y versiones perdidas en las fonotecas y aportando datos muchas veces desconocidos, reveladores y muy llamativos sobre la memoria histórica de la música en España. Al margen de esa interesante sección, casi siempre se recurrió a la música no sólo para contextualizar, sino también para oxigenar el denso discurso temático, conscientes de que se trata de un elemento radiofónico muy versátil, adecuado y oportuno5. - La utilización de efectos sonoros especiales para tratar de hacer el programa visible y realista, pese a las limitaciones de la radio: el submarino republicano C3 hundido por los nazis en el puerto de Málaga, el ambiente de miles de personas refugiadas en los túneles antiaéreos de Almería capital, etc. Y recreaciones virtuales de declaraciones, diálogos o acontecimientos históricos: la llamada telefónica la noche del 18 al 19 de julio de Martínez Barrio al general Mola, en un intento in extremis de parar el golpe militar, las arengas y amenazas radiofónicas nocturnas de Queipo de Llano desde Radio Sevilla; las matanzas de Casas Viejas y de Badajoz, etc. 5 Algunos de los entrevistados también se vieron gratamente sorprendidos por la selección musical para ambientar la charla, como cuando el historiador benedictino Hilari Raguer agradeció la interpretación de El Virolay a cargo del coro de la Escolanía de Montserrat, la emblemática abadía catalana donde reside y trabaja, con el consiguiente efecto balsámico para que el entrevistado se sienta relajado y pueda expresar lo mejor de sus pensamientos. 137 - La recuperación de documentos históricos sonoros con voces originales de protagonistas de la Historia, como Franco, Pasionaria, Pilar y José Antonio Primo de Rivera, Manuel Azaña, Fernando de los Ríos, Hitler, Mussolini, etc. - El uso de música, de efectos y de recreaciones y de voces históricas, unido a los testimonios de testigos y de expertos han permitido en muchas ocasiones el tratamiento de grandes temas bajo la fórmula de elaborados montajes de reportajes radiofónicos. Como el programa dedicado a la escuela franquista con el investigador granadino Andrés Sopeña, autor del best seller ‘El florido pensil’, llevado al teatro y al cine. - Pero, sobre todo, siempre que la ocasión y el interés periodístico lo demandaba el programa se desplazó a los lugares de los hechos que se abordaban o al domicilio de veteranos protagonistas para recoger con más frescura los testimonios y el sonido ambiente. Pese a las evidentes limitaciones visuales del medio, se ha intentado que la vida del momento fuese percibida con claridad a través de la ciega pero sugerente radio. Sirvan como ejemplo los reportajes sobre Mauthausen, con entrevistas in situ durante el impresionante desfile conmemorativo del 63ª aniversario de la liberación del campo de concentración, escuchando como fondo una banda de música del ejército austríaco que interpretaba la marcha fúnebre de Chopin en un día plomizo y lluvioso que acentuaba la triste evocación del genocidio nazi; los reportajes sobre las fosas comunes de Málaga y La Puebla de Cazalla realizados a pie de exhumación con arqueólogos y familiares; o el recorrido informativo por los claustrofóbicos túneles de Almería, donde se refugiaban de los bombardeos los 40.000 almerienses, entrevistando a investigadores y testigos. - El blog del programa en Internet fue un elemento importante para la difusión de los contenidos del programa, en la medida en que los hacía visibles y no sólo audibles, como es propio del medio radiofónico. Las fotografías -algunas sobre la grabación de los programas en el estudio o en exteriores- y los enlaces con otras páginas web, especialmente relacionadas con la comunidad memorialista, han permitido ampliar la visión sobre los temas abordados, complementando la posibilidad del contraste con las fuentes orales y documentales con las que se trabajó en la preparación de los guiones. El blog permite además consultar todo el histórico de las emisiones, no sólo a efectos de conocer el contenido resumido de todos los programas, sino también para descargarse los mismos y escucharlos. Asimismo, esta instancia cibernética permite establecer un foro de debate y de contraste de opiniones. 138 - Especial importancia, en aras del rigor periodístico, ha tenido el trabajo de documentación previo al tratamiento de los temas en sus distintos formatos y géneros: reportajes, entrevistas o debates. Ha sido muy variada y pormenorizada bibliografía empleada para la documentación del programa, lo que ha permitido afrontar el tratamiento de la temática con conocimiento de causa, algo que lamentablemente escasea en el panorama periodístico español. Incluso en el caso de las entrevistas a veteranos de la época desconocidos para la opinión pública, se ha intentado recabar información previa por medio del acercamiento a allegados y a través de publicaciones e Internet. De ese modo, 'La Memoria' ha tratado de combinar la frescura de los diálogos aparentemente improvisados con la solvencia de las exposiciones y preguntas, ancladas en un sólido back ground, a fin de sacar el mayor partido informativo y divulgativo a las emisiones. El problema surgía en bastantes ocasiones al tener demasiado material testimonial para el tiempo tasado de la emisión (media hora al principio, una hora después y vuelta a la media hora inicial) lo que provocaba la ineludible necesidad de cortar y de editar, algo que siempre se ha hecho con arreglo a criterios profesionales y sin ningún tipo de injerencia ni condicionamiento externo. Contenidos atractivos y expertos solventes Expuestas ya las técnicas específicamente periodísticas para atraer la atención del público y para hacer un programa más ameno e interesante, nos centramos ahora en la selección de los contenidos, en los criterios para dar una consistencia de fondo al programa acorde con la demanda más exigente, aunque sin olvidar que se trata de un espacio divulgativo. - El programa valoró la inestimable aportación al esclarecimiento de la convulsa historia reciente de España de los nuevos historiadores españoles en general y andaluces en particular que, siguiendo la estela marcada inicialmente por Southworth y continuada por los hispanistas anglosajones (Thomas, Gibson, Preston, Jackson, etc.), han tomado la iniciativa de la investigación, y pese a haber constatado las enormes dificultades de su trabajo (desaparición y/o destrucción de documentos de Falange y de ayuntamientos franquistas, etc.), ofrecen, con su persistente dedicación y compromiso con la búsqueda de la verdad, cada vez más detalles de una historia que durante medio siglo había sido 139 manipulada y nos había llegado desvirtuada y tergiversada. Cobra, por ende, plena vigencia la frase de Paul Preston de que el franquismo propició entre los españoles un lavado de cerebro colectivo6, del que aún persisten numerosas secuelas. - Doscientos expertos de primer nivel en la investigación histórica han enriquecido con el fruto de su trabajo, con sus interpretaciones y con sus solventes opiniones los contenidos del programa7. Por 'La Memoria' han desfilado historiadores de la talla y del prestigio internacional del mencionado hispanista británico Paul Preston, el irlandés Ian Gibson, el norteamericano Gabriel Jackson, la argentina residente en México Clara Lida, el francés Gérard Brey o el veterano marroquí Mohammed Ibn Azzuz Hakim. Entre los españoles, podemos destacar a Julián Casanova, Hilari Raguer, Leandro Álvarez Rey, Francisco Moreno Gómez, José Luís Gutiérrez Molina, José María García Márquez, Ángeles González, Mirta Núñez, Encarnación Barranquero, Juan Ortiz Villalba, Octavio Ruiz Manjón, Miguel Gómez Oliver, Fernando Martínez, Francisco Espinosa Maestre, Ricard Vinyes, Pura Sánchez, etc. Unos historiadores con un amplio bagaje en investigaciones y producción editorial, aportando siempre novedades solventes y contrastadas a la recuperación de la memoria histórica. - La investigación sobre la memoria histórica no ha sido un trabajo exclusivo de los historiadores. Otros profesionales han expuesto también sus aportaciones y su visión, como los periodistas Montse Armengou, María Antonia Iglesias, Eva Díaz, Francisco Vigueras, Alfonso Domingo, Fernando Olmeda o Boughaleb el Attar. También, juristas como Baltasar Garzón, María Servini de Cubría, José Antonio Martín Pallín, Rafael Escudero Alday, Margalida Capela, Miguel Ángel Rodríguez Arias o Julio César Strassera. Así como otros expertos: arqueólogos (Sebastián Fernández, Jimi Jiménez o Santiago Macías), psicólogos (José María Ruiz Vargas o Carlos Martín Beristáin), cineastas (Basilio Martín Patino), etc. - Pese a que el programa se situó en la línea de las nuevas corrientes historiográficas sobre la reciente historia de España, como la historia del tiempo presente, no eludió el contraste de opiniones de personalidades y expertos críticos con el movimiento para la recuperación de la memoria histórica, como sucede con la Iglesia oficial. El cardenal 6 Paul PRESTON: El gran manipulador. La mentira cotidiana de Franco. Barcelona, Ediciones B., 2008, p. 302. 7 Véase anexo con cuadros sobre los expertos entrevistados. 140 arzobispo de Sevilla, Carlos Amigo Vallejo, trató de minimizar la polémica acerca de la presencia de los restos de Queipo de Llano en la basílica de la Macarena. El portavoz del arzobispado de Sevilla, Carlos González, no supo explicar por qué no se permite a algunos historiadores investigar en los archivos de la Curia. Y el sacerdote cordobés Miguel Varona, ponente de varias beatificaciones de religiosos andaluces justificó la exhumación de los “mártires de la Iglesia” sin comprender las de las víctimas del franquismo. También fueron entrevistados el historiador norteamericano considerado como referente del revisionismo neofranquista Stanley Payne tras la reciente publicación de su libro ‘El camino al 18 de julio’ y el periodista exdirector de ABC Nicolás Salas con motivo de la publicación de su libro 'La otra memoria histórica'8, dedicado a la represión en la zona republicana durante la guerra. En general, se han observado reticencias de la jerarquía católica a la hora de facilitar la labor informativa al programa. Como cuando se denegó autorización para reportaje en un convento de monjas de clausura o no se concedió cita para entrevistar al portavoz de la Conferencia Episcopal. - Ha sido imprescindible la colaboración con asociaciones para la recuperación de la memoria histórica y otras entidades destacadas por su activismo y rigor documental, como Todos los Nombres. Estas entidades han servido no sólo como fuentes de información, sino también como plataformas para la difusión de los contenidos del programa, dado su fuerte compromiso con este movimiento social y la importante red social que configuran. - Como no se trataba sólo de hacerse eco de las actividades, sino también de profundizar en la temática, la perseverante investigación periodística también tenía que dar sus frutos en forma de descubrimientos periodísticos o, dicho de otro modo, de noticias exclusivas como la confesión de un viejo militante anarquista de que participó en un atentado frustrado en Dos Hermanas contra Carrero Blanco en 1973, durante la romería de la Virgen de Valme; la identificación del jinete republicano que salvó a una niña durante la Desbandá de Málaga en febrero de 1937, etc. Y como consecuencia de lo anteriormente expuesto, 'La Memoria' se proyectaría como un referente mediático de la memoria histórica. Al ser el único programa 8 N. SALAS: La otra memoria histórica. Córdoba. Almuzara, 2006. 141 exclusivamente dedicado al tema, se convierte en foro de debate, en factor vertebrador y, en suma, en un elemento más del movimiento multidisciplinar de recuperación de la memoria histórica español en general y andaluz en particular. Vehículo de unión y de referencia para difundir la realidad pasada de Andalucía especialmente, aunque también con un espíritu universal (haciendo bueno el espíritu y la letra del himno de Blas Infante: “por Andalucía, España y la Humanidad”), por todo el mundo, como demuestran los registros de visitas al blog y las descargas del programa a través de Internet, en más de un centenar de países de los cinco continentes. Vertebrador para el mundo de la memoria histórica no sólo por la temática abordada en profundidad en cada programa, sino también por secciones de servicio público como el noticiero semanal específico y los elementos para interactuar con la audiencia como el contestador, el correo electrónico y el blog. Interacción y participación, punto de encuentro, foro de debate y referente. Las nuevas tecnologías con su enorme potencial, al servicio de una mirada mediática sin ira hacia el pasado, en una radio moderna y proyectada como servicio público en defensa de los derechos humanos, que es la antítesis de aquella radio técnicamente rudimentaria y de contenido propagandístico y amenazante que utilizaba Queipo de Llano en Sevilla, como se recordaba en el discurso con motivo de la entrega al director del programa en enero de 2012 del Premio Andalucía a la Recuperación de la Memoria Histórica. Todo ello constituye una aportación -la radio sirve de altavoz mediático para el debate- al conocimiento y al reconocimiento del proceso general de recuperación de la memoria histórica, una realidad incuestionable en el inicio del siglo XXI. Con estilo sereno y riguroso, con tratamiento periodístico, con amenidad y afán divulgativo para facilitar un debate sosegado y con conocimiento de causa sobre los diferentes temas, conocidos o desconocidos, con aportaciones siempre novedosas. Los participantes y su clasificación Hemos realizado un estudio en profundidad sobre las tres primeras temporadas de emisiones del programa La Memoria, desde octubre de 2006 hasta junio de 2009 y sobre ese periodo ofrecemos datos de los entrevistados y su clasificación. Más de doscientas personas intervinieron, principalmente como entrevistados, en las 107 emisiones del programa a lo largo de las tres temporadas objeto de análisis. Dado su 142 elevado número y para ofrecer un panorama sinóptico de los participantes, hemos realizado una serie de cuadros9 a fin de facilitar una visión resumida de quienes han expuesto sus testimonios, sus opiniones, sus investigaciones o sus creaciones siempre bajo el denominador común de la memoria histórica. Exceptuando la sección del Noticiero, en la que su coordinador Manuel Vicente contó unas 400 noticias, algunas de ellas con breves cortes de voz de sus protagonistas, en la parte principal del programa objeto del estudio intervinieron 211 personas que hemos clasificado básicamente en dos grandes apartados: el de los testimonios personales y el de las investigaciones históricas. Dicho de otro modo: memoria oral y contextualización, memoria e historia. El gran apartado testimonial, con 91 intervinientes, engloba la fundamental aportación de la memoria oral de los testigos de la época, personas de avanzada edad en su mayor parte, que vivieron los tiempos difíciles de la guerra civil y la postguerra y que, en muchas ocasiones, fueron víctimas de persecución por sus ideas políticas, llegando a padecer cárcel, campos de concentración, exilio, torturas, humillaciones, expropiaciones, etc. Hemos contabilizado 51 personas en la división de testigos, integrada en su mayor parte por víctimas del franquismo con edades comprendidas entre los 80 y los 100 años, pero también hay hijos de víctimas que vivieron y sufrieron de cerca las duras represalias de los sublevados durante la guerra civil y de la dictadura franquista como régimen establecido que mantuvo su impronta represiva hasta la muerte de Franco en 1975. Es por ello que no sólo aparecen hijos de víctimas en esta subdivisión de testigos, sino también víctimas de edades menos avanzadas -con 70 años e incluso con algo más de 50- que fueron objeto de persecución por parte del franquismo por su compromiso político y/o sindical o por su identidad sexual, una vez estabilizada y consolidada la dictadura después de la postguerra. A fin de ofrecer una visión sinóptica y detallada a la vez, hemos establecido parámetros de interés como edad y origen, militancia política durante los años 30, participación activa en la guerra, tipo de represalias sufridas, otras observaciones y un dato que se ha revelado de importancia al ir conociendo a los testigos, esto es, que algunos de ellos -15 en total- han querido dejar por escrito las memorias de su dura 9 Véanse cuadros sobre las personas entrevistadas en el programa en las tres primeras temporadas con una clasificación por perfiles personales y profesionales y diferentes datos de interés. 211 personas son clasificadas en 10 cuadros: testigos, familiares, asociaciones, historiadores, periodistas, arqueólogos, juristas, políticos, religiosos y otros profesionales. 143 experiencia vital. En determinados casos estas memorias se han plasmado sobre el papel después de un extraordinario esfuerzo de superación y de alfabetización a edades bien maduras. Como se puede observar en el cuadro de Testigos, la mayoría de ellos (36 de 51) nació en Andalucía aunque algunos acabaran finalmente viviendo fuera incluso de España como determinados deportados a los campos nazis. El compromiso político activo también fue un denominador común, predominando la temprana militancia en las Juventudes Socialistas Unificadas (JSU) que solía desembocar en el Partido Comunista de España (PCE), aunque también se refleja el entonces notable peso específico del anarcosindicalismo (CNT) y, en menor medida, del socialismo que, como es sabido, perdió influencia política conforme avanzó la contienda civil española. La participación activa en la guerra civil es otra característica común entre la mayoría de los hombres entrevistados, especialmente entre los testigos más ancianos, enrolados en el Ejército republicano, aunque también se entiende como combatientes a los enlaces con el maquis, alguno de los cuales acabó echándose al monte como guerrillero durante el franquismo. En sentido ideológico contrario, también se reseña el caso especial de un legionario falangista marroquí, entrevistado en Ceuta, que combatió en numerosas batallas con las fuerzas rebeldes. Las represalias por motivos ideológicos y por la defensa de la causa republicana durante la guerra fueron generalizadas en sus distintas facetas: cárcel, campos de concentración, torturas, humillaciones, expropiaciones, etc. Así se reseñan éstas y las que se padecieron en el entorno familiar más directo, como el fusilamiento de padres o hermanos y, por supuesto, el exilio forzado por el miedo y la persecución de las tropas franquistas al término de la contienda. Así como el sufrimiento añadido de los miles de españoles que fueron deportados a los campos de concentración nazis. Íntimamente relacionada con la división de Testigos y dentro del gran apartado testimonial está la de Familiares, donde predominan los nietos, que como se expone en esta tesis son en buena medida los impulsores y dinamizadores del movimiento social en pos de la recuperación de la memoria histórica. También hay hijos de víctimas, pero se han incluido aquí más que en Testigos, porque no eran tan mayores y porque en vez de referirse a recuerdos del pasado, han hablado sobre la actualidad de la memoria histórica, sobre todo en lo relacionado con las exhumaciones de fosas comunes. En 144 total, son 23 familiares y en el cuadro se aportan datos sobre el parentesco con las víctimas, el motivo de la intervención en el programa y su ubicación actual. La última división del apartado testimonial lleva el epígrafe de Asociaciones y, con 17 personas entrevistadas, se refiere fundamentalmente a las diferentes asociaciones que desde el año 2000 se crearon con el objetivo de recuperar la memoria histórica, aunque también incluimos otras entidades y organizaciones enraizadas fuera de España, como la de Hijos y Nietos de Españoles en Argentina o el Centro para la Memoria Común y el Porvenir de Marruecos. Como quiera que suele ser habitual que los familiares activistas en el terreno de la memoria histórica suelen formar parte de estas asociaciones, no hemos querido por ello vaciar de contenido el apartado de Familiares y en el de Asociaciones sólo hemos incluido a quienes las representan habiendo asumido la más alta responsabilidad, esto es, la presidencia o la vicepresidencia. El otro gran apartado de entrevistados -81 en total- se refiere a quienes con su trabajo intelectual y sus investigaciones han contribuido activamente a impulsar el desarrollo del movimiento por la recuperación de la memoria histórica, dando así argumentos y facilidades a los familiares empeñados en dignificar la memoria de las víctimas. Para ello se han creado cuatro divisiones convencionales: historiadores, periodistas, arqueólogos y juristas. El cuadro de Historiadores -55 en total- se refiere a todos aquellos investigadores que trabajan habitualmente en lo relativo a la historia y/o a la memoria y que en el programa han expuesto sus avances en estos temas. Sin pretender que el perfil estadístico sea el reflejo de la realidad investigadora general en España en este terreno, sino simplemente el de un trabajo de campo periodístico, hemos querido discriminar entre los investigadores docentes que trabajan en las universidades (25) y quienes lo hacen en institutos o colegios de primaria (9). En las universidades predominan lógicamente los profesores y/o catedráticos de Historia Contemporánea y en la enseñanza secundaria, los profesores de Geografía, los de Historia y los de Lengua y Literatura. El resto de los investigadores (21) no se dedica a la enseñanza, cosa que sucede con profesionales tan solventes de la talla de Hilari Raguer, Ibn Azzuz Hakim, Ian Gibson, José María García Márquez, Francisco Espinosa Maestre o José Luís Gutiérrez Molina. Aunque también queda reflejada la realidad actual de los investigadores locales 145 que, sin una formación académica específica pero con una gran dosis de voluntad, dedicación y esfuerzo añadido, emprenden la tarea de poner en pie la historia de la represión en pueblos o la biografía de determinados personajes olvidados. Así pues, nos hemos permitido la licencia conceptual de incluir bajo el epígrafe de Historiadores no sólo a quienes tienen el título académico universitario ad hoc y además ejercen la docencia y la investigación en la Universidad, sino también a quienes han desarrollado puntualmente o desarrollan una tarea investigadora en torno a la historia y a la memoria sobre la guerra civil y el franquismo. Aunque por su trabajo de investigación bien podrían haber formado parte del epígrafe conceptual de Historiadores, el creciente acercamiento de periodistas a la investigación histórica y especialmente a la memoria oral, justifica que hayamos creado una división específica de Periodistas, con 11 entrevistados, que han publicado libros o realizado documentales de buena factura relacionados con la memoria histórica. La corriente historiográfica de creciente influencia denominada historia del tiempo presente, que ancla en gran medida su trabajo de campo y su investigación en la memoria viva de los testigos de importantes acontecimientos históricos relativamente recientes, y el periodismo podrían estar cruzándose en sus respectivos caminos en un punto de encuentro como el de la memoria e incluso retroalimentándose. A fin de cuentas han acudido a las mismas fuentes orales para rescatar esa memoria. Con el cuadro de Arqueólogos -9 en total-, al igual con el de Historiadores, hemos tratado de hacer una abstracción incluyendo bajo su paraguas no sólo a los arqueólogos en sentido estrictamente académico, sino también a todos aquellos que aportan su trabajo y sus conocimientos a las exhumaciones de restos humanos en fosas comunes de la guerra civil y de la dictadura, y a su identificación. Por eso, este cuadro incluye a una forense, a un antropólogo y al propietario de una empresa especializada de georadar. Otro colectivo profesional que se ha aproximado al proceso de recuperación de la memoria histórica ha sido el de los Juristas, con quienes se completa el gran apartado de las investigaciones. En el listado de entrevistados hay un gran ausente protagonista, el magistrado juez Baltasar Garzón, al que en numerosas ocasiones se solicitó entrevista sin haber obtenido respuesta positiva, aunque finalmente ya como exjuez, tras su separación de la carrera judicial por sentencia del Tribunal Supremo, concedió al 146 programa una amplia entrevista en octubre de 201310. Pero hay 7 juristas expertos en memoria histórica que, con espíritu divulgativo, han ilustrado a la audiencia del programa y un invitado de renombre internacional que nos acercó al referente sobre memoria y represión en el Cono Sur americano, el ex fiscal que encausó a la Junta Militar argentina, Julio César Strassera. Al margen de los dos grandes apartados referidos a los testimonios y a las investigaciones, en el programa intervinieron también Políticos -16 en total- que expusieron no sólo las posiciones de sus respectivas organizaciones sobre la Ley de Memoria Histórica, cuyo debate plenario final cubrió el programa in situ en el Congreso de los Diputados a finales de octubre de 2007, sino también la interpretación y la aplicación de la ley en las principales ciudades andaluzas, en este caso por boca de sus alcaldes. Dada la amplia presencia institucional del PSOE en Andalucía, en el cuadro predominan los representantes socialistas, aunque también fueron entrevistados representantes del Partido Popular y de Izquierda Unida. El tratamiento de la memoria histórica de la Iglesia justifica la apertura de un cuadro específico de Religiosos, del que fueron excluidos sacerdotes historiadores como Alfonso Álvarez Bolado o Hilari Raguer, pero en el que se incluyen figuras como el cardenal de Sevilla, Carlos Amigo y el ex consultor de las Causas de los Santos en el Vaticano, Juan Manuel Lozano. Finalmente, creamos un último cuadro, a modo de cajón de sastre, con el nombre de Otros Profesionales incluyendo a los entrevistados sin enmarcar en otros apartados, tales como novelistas, músicos, cineastas, actores, etc. La audiencia: oyentes, descargas por Internet y blog Hemos realizado un estudio en profundidad sobre las tres primeras temporadas de emisiones del programa La Memoria, desde octubre de 2006 hasta junio de 2009 y sobre ese periodo ofrecemos datos de audiencia, descargas por Internet y seguimiento del blog. El programa ‘La Memoria’ nunca tuvo como objetivo convertirse en un espacio radiofónico de máxima audiencia, aunque sí el de conseguir las mayores cotas 10 Programas n. 235 (04-10-2013) y n. 236 (11-10-2013).- Entrevista exclusiva con el exjuez Baltasar Garzón (primera parte y segunda parte). http://blogs.canalsur.es/lamemoria/2013/10/03/garzon-cree-queseria-posible-investigar-los-crimenes-de-lesa-humanidad-del-franquismo-sin-derogar-la-ley-de-amnistia/ http://blogs.canalsur.es/lamemoria/2013/10/10/baltasar-garzon-la-querella-argentina-abre-unafisura-en-el-ferreo-armazon-de-la-impunidad-del-franquismo/ 147 de oyentes que pudiera alcanzar, dentro de sus limitaciones, con un producto periodístico especializado y de calidad. Es preciso recordar que su sola existencia, al tratarse de algo pionero y único, ya ha sido de por sí un logro importante, propiciado desde la vocación de servicio de una agencia pública empresarial -antes ente públicocomo la RTVA11 dedicada a la comunicación, con expresa vocación de contribuir “a la vertebración y al desarrollo social, identitario y cultural de Andalucía”, como dice el preámbulo de la Ley de la RTVA. Sin embargo, a propósito del origen y la evolución de este programa, se trataba de una apuesta estratégica, ciertamente arriesgada por otra parte, que perseguía atender una demanda informativa creciente sobre la memoria histórica. Sin que se realizara un estudio previo de marketing acerca de las necesidades latentes de la audiencia, desde la dirección de la RTVA y de Canal Sur Radio se intuyó que habría un cierto nicho de audiencia dispuesto a escuchar un programa de esta naturaleza y sobre esta temática tan actual y controvertida. Un programa que probablemente ninguna cadena privada se hubiese atrevido a emitir, entre otras cosas por motivaciones comerciales. De hecho, ninguna lo hace. Contrariamente a lo que en principio podría creerse, no es el público de mayor edad el que más escucha el programa, sino el comprendido entre los 25 y los 64 años. En clases sociales predomina la clase media y suele haber más hombres que mujeres sintonizando el programa. En relación con las descargas del programa a través de la página web www.rtva.es, el mes con mayor número de descargas registradas es julio de 2009, con 1.759, seguido de junio, con 1.148. En cuanto al programa que mayor número de descargas tuvo, según esta estadística, es el coloquio sobre el carnaval y la memoria histórica12, seguido por la entrevista al autor de un libro sobre el Valle de los Caídos.13 (n. 105, 11-06-2009). 11 Véase Ley de la RTVA, de 17 de diciembre de 2007. http://juntadeandalucia.es/boja/boletines/2007/252/d/updf/d2.pdf 12 Programa n. 93 (13-03-09).- Coloquio sobre el Carnaval y la memoria histórica con varios estudiosos, como el gaditano Santiago Moreno y los sevillanos Antonio Lería y Francisco Eslava, autores estos últimos del libro ‘De libertad incurable, historia del Carnaval en Carmona’. http://blogs.canalsur.es/lamemoria/2009/03/12/franco-y-dona-cuaresma-prohibieron-el-carnaval-ypersiguieron-a-sus-promotores/ 13 Programa n. 105.- (11-06-09).- Entrevista con el periodista e investigador Fernando Olmeda, que acaba de publicar la historia del monumento más emblemático del franquismo en el libro titulado ‘El Valle de 148 La procedencia mayoritaria de las visitas fue de España (78,7 por ciento), seguida de México, Argentina y Estados Unidos, con porcentajes muy inferiores, ligeramente por encima del 3 por ciento en cada uno de estos países. Llama la atención la presencia de siete países americanos entre los diez países con más visitas al blog, que puede ser debida al factor del exilio republicano y al interés que España despierta en Latinoamérica, con la facilidad adicional del idioma común. De hecho, el foro de comentarios del blog refleja el interés de descendientes del exilio y el de historiadores e investigadores americanos14. Francia y Reino Unido, además lógicamente de España, son los países europeos incluidos en el top ten de visitas. Dentro de España, Andalucía acapara la mayor parte de la procedencia de las visitas, si bien Madrid y Barcelona aportan una cantidad importante. De hecho, tras Sevilla -sede de la RTVA y desde donde se realiza el programa- son Madrid y Barcelona las ciudades con más visitas, seguidas de Málaga y Granada. Cádiz y Córdoba también están entre las diez primeras. En cuanto a los contenidos que más interés han despertado entre los seguidores de ‘La Memoria’ a juzgar por las visitas específicas a las páginas de cada programa, caben destacar los siguientes: la serie de reportajes sobre los andaluces en los campos nazis, los moros de Franco, el Valle de los Caídos, la figura de Franco vista por Paul Preston, la represión franquista sobre las mujeres, el difícil acceso a los archivos militares, la concesión del Premio Andalucía de Periodismo, el libro de Ian Gibson sobre Lorca gay, el proceso de nacionalización de los hijos y nietos del exilio, y la figura de Negrín vista por su nieta y por el veterano historiador norteamericano Gabriel Jackson. La aportación del programa 'La Memoria' ha sido tal que destacados historiadores y estudiosos de la historia y de la memoria, a nivel nacional e internacional, se han pronunciado expresamente considerando el contenido de ‘La Memoria’ imprescindible como fuente documental para investigaciones académicas. El programa 'La Memoria' ha concluido en junio de 2016 su décima temporada en antena con 320 emisiones semanales acumuladas a lo largo de su dilatada trayectoria. los Caídos, una memoria de España’. http://blogs.canalsur.es/lamemoria/2009/06/09/el-valle-de-loscaidos-el-colosal-monumento-que-franco-convirtio-en-su-mausoleo/ 14 La profesora de Lengua y Literatura en la Universidad de Iowa (EEUU), Kathy Korcheck, es una propagandista del contenido del programa ‘La Memoria’ en Estados Unidos con su blog titulado (Re) Generando Memorias -http://seminario485.blogspot.com/ 149 El reto y el deber de la divulgación par los historiadores La prolongada experiencia de 10 años en antena de ‘La Memoria’ como único programa especializado dedicado en exclusiva a la memoria histórica en la radio española nos permite efectuar algunas reflexiones de interés para los profesionales de la investigación y de la docencia histórica, en suma, de la divulgación de la Historia. Aunque el factor humano de la memoria oral de los testigos de la Guerra civil y de la postguerra que se extingue por ineludibles motivos naturales, constituye un elemento fundamental porque humaniza el relato histórico ejemplificando la historia en un plano de testimonio personal, todos sabemos que tiene sus riesgos de disfunciones al tratarse de personas muy mayores, casi centenarias. En cualquier caso los testimonios de los testigos con su memoria oral, en el caso español, refuerzan su valor de fuente para reconstruir el relato histórico, dadas las dificultades de acceso a bastantes archivos o el mal estado de los mismos o, sencillamente, la desaparición de mucha documentación relacionada con la represión franquista. La aportación de los investigadores, especialmente los historiadores, es fundamental para contextualizar y para dar solidez científica al relato, lo que ha sido aprovechado continuamente por el programa La Memoria. Los historiadores deberían prodigarse más en los medios de comunicación y su aportación debería ser más divulgativa y didáctica con el fin de hacer más permeables los avances en las investigaciones para el gran público, que sigue considerando la Historia como una materia árida. Sin embargo, nos encontramos ante la paradoja de que existe una gran ignorancia en la población española acerca de nuestro pasado convulso pasado reciente, especialmente la Segunda República, la Guerra Civil y la dictadura franquista. Cuatro décadas de machacón control sobre la educación y sobre la comunicación durante el franquismo han propiciado lo que Paul Preston ha dado en llamar un “lavado de cerebro colectivo”, que ha distorsionado el conocimiento ponderado de una realidad histórica, condicionando comportamientos y actitudes de amplias capas de la población que siguen sin entender que la recuperación de la memoria histórica es una cuestión de derechos humanos, como recuerda la ONU insistentemente al Estado español. No se trata de un reproche a los historiadores porque no es su responsabilidad la del diseño de los contenidos de la docencia en la Historia, sino de los gobernantes. Sin 150 embargo, por mi experiencia en la lectura de bastantes libros -más que en el trato personal de charlas y entrevistas periodísticas con sus autores- he podido observar cuánta razón tiene mi admirado Paul Preston -representante de la fructífera cosecha y saga de historiadores hispanistas anglosajones que abrió el camino de la investigación histórica solvente sobre el franquismo- cuando al referirse a las obras españolas de historia y de memoria, sugiere a los investigadores e historiadores españoles que hay que amenizar el relato de la Historia para hacerlo más entendible y comprensible para la ciudadanía. Dicho de otro modo, que muchos libros de historia que se editan en España con contenidos interesantes no logran su objetivo de difusión y divulgación porque la forma en que están escritos no resulta atractiva al gran público. Como contrapunto, nos encontramos con que hay relatos de pseudohistoriadores revisionistas que rescatan la mitología franquista cuyos libros se venden como rosquillas en librerías y hasta en quioscos. Asimismo, la incorporación tardía, pero cierta, de las universidades españolas a la investigación sobre la memoria histórica ha ido equilibrando el panorama de las publicaciones ‘ad hoc’, sobre la que mantenían ventaja los investigadores locales que han realizado importantes aportaciones, aunque desprovistas de la metodología académica. Insistiendo en que la responsabilidad de la incorporación del resultado de las nuevas investigaciones contrastadas sobre nuestro pasado reciente que rompen con la mitología franquista y la equidistancia que aún impregnan los libros de textos en colegios e institutos corresponde a la Administración – a la dirección política estratégica en educación, a nivel estatal y autonómico-, no estaría de más que los historiadores académicos se implicaran más en la revisión de los libros de texto de historia, para evitar lagunas, imprecisiones, descontextualizaciones que lastran enormemente la formación de las jóvenes generaciones. Por otra parte, nuestra experiencia en ‘La Memoria’ demuestra que la conjunción de periodismo especializado e historia puede ser valiosa para crear una nueva sinergia que promueva activamente la divulgación de nuevos conocimientos sobre nuestro pasado. De hecho, considerando el enfoque con que trabaja la Historia del Tiempo Presente, que ancla en gran medida su trabajo de campo y su investigación en la memoria viva de los testigos de acontecimientos históricos importantes, podría decirse que la Historia y el Periodismo podrían estar cruzándose en sus respectivos caminos en 151 un punto de encuentro: la memoria. El tiempo dirá hasta qué punto se han creado sinergias positivas o disfunciones negativas. El franquismo realizó una imponente tarea de "lavado de cerebro colectivo" con un adoctrinamiento durante cuatro décadas (educación y medios de comunicación) que estableció machaconamente como hechos ciertos y dogmas de fe, lo que no eran más que mentiras, algunas clamorosas como que "Franco era caudillo de España por la gracia de Dios" hasta que la gente se lo acabó creyendo. De hecho, estaba grabado en todas las monedas de curso legal. Franco utilizó así la táctica goebleliana nazi de que "una mentira mil veces dicha acaba convirtiéndose en verdad", sobre todo si nadie la podía discutir, no por falta de ganas, sino por falta de libertad. Es preciso remontar la adversidad del mucho peso que tiene aún el poso que ha dejado el franquismo en amplios sectores de nuestra sociedad -ya saben, que si el revanchismo, que si reabrir heridas, topicazos sin sentido-, alimentados además por los pseudohistoriadores que escriben historietas como churros y las venden como rosquillas en los kioscos. Y no hablemos de la revisión reciente del famoso Diccionario Biográfico Español de la Real Academia de la Historia, sufragado con fondos públicos, que sigue a estas alturas del tercer milenio ensalzando al dictador y denigrando a los demócratas. Como acertadamente señala Ángel Viñas, “ahora estamos en el combate por la historia y la memoria”. Y eso requiere un compromiso y un esfuerzo por parte de historiadores y de comunicadores. No basta con desmontar la falsa mitología del franquismo, hay que desmontar también nuevos mitos falsos que se van creando sobre la marcha. Por cierto, que hay un falso mito que se empieza a abrir paso consistente en que la creación de una Comisión de la Verdad sería algo catastrófico y desestabilizador para España, cuando realmente cuarenta países en todo el mundo han recurrido a este instrumento bendecido por la ONU para superar los problemas de la transición de dictaduras o guerras civiles a la democracia. Y no ha pasado nada: ha habido catarsis, se han cerrado las heridas abiertas -no en falso-, se ha pasado página y se ha producido una reconciliación y se ha reforzado la democracia. Hay ejemplos diversos en países latinoamericanos y en Suráfrica con el apartheid. Probablemente haya que hacer un gran esfuerzo didáctico, -enseñanza y medios de comunicación- de explicación y de convencimiento dirigido a millones de 152 ciudadanos y de camino a la clase política que se cierra en banda a la sensibilidad y la empatía hacia las víctimas del franquismo, un esfuerzo de persuasión hacia quienes todavía no han entendido ni quieren entender que esto de la memoria histórica no algo caprichoso, no es abrir heridas, no es revanchista, no es rencor acumulado, sino un sano ejercicio de higiene mental -personal y colectiva-, de salud democrática y, por encima de todo, de respeto a los más elementales derechos humanos. Así pues, no estaría de más que los historiadores acentuasen más su vocación divulgativa de la historia, se prodigasen más en los medios de comunicación, aprendiesen técnicas de comunicación para mejorar sus resultados, con el fin de hacer más permeables los avances en las investigaciones sobre nuestra historia reciente no sólo para el alumnado, sino también para el gran público, que sigue considerando la historia como una materia árida y difícil de digerir. 153 Identidad literaria: la memoria del nacionalismo mexicano desde la construcción histórica de su narrativa Mauricio Hernández Cervantes Universidad Carlos III de Madrid El proceso de consolidación identitaria, tanto en casos locales como nacionales, revive constantemente el contacto entre la memoria y la construcción histórica. Además, el posmodernismo ha brindado un espacio complejo entre formas y tiempos en donde estos dos campos, sobre el estudio del pasado, conviven e interactúan de manera más intensa y complementaria. Términos como “memoria histórica”, “memoria pública” y “memoria colectiva” han puesto en evidencia la urgencia que tienen el historiador y el académico de echar mano de fuentes testimoniales y de oralidad para construir, desde una perspectiva más plural, una Historia cada vez más precisa. Para Marc Bloch, la Historia no resultaba una disciplina cuyos límites de estudio y análisis se limitaran al pasado, exclusivamente, ya que podían moverse indistintamente entre presente y futuro, además del tiempo pretérito. Esto sucede porque el entendimiento de la construcción histórica, como sostenía Octavio Paz, es propia del hombre, y este no queda atado únicamente a un tiempo específico. Con la memoria sucede lo mismo, la línea que divide el recuerdo del olvido es sumamente frágil. Los testimonios orales no pueden ser comparados de forma alguna con fuentes históricas, porque los primeros son de carácter multidimensional, mientras que los primeros resultan bidimensionales en una línea cronológica. Por lo tanto, cuando el tema de análisis resulta algo tan complejo como una identidad cultual, es, por fuerza, necesario contemplar el mayor número de fuentes posible, tanto históricas como orales. La literatura juega un papel indispensable al momento de desmenuzar los pilares culturales de cualquier identidad, ya que dentro de ella existe un universo (independientemente del género o subgénero) en donde las 155 Universidad de Castilla~La Mancha Departamento de Historia. Área de Historia Contemporánea Edificio Benjamín Palencia | Campus Universitario s/n | 02071 Albacete Email: [email protected] | www.ahistcon.org | miradas del imaginario colectivo cobran vida y tienen una voz en primera persona mucho más profunda de lo que cualquier versión oficial sobre la historia pueda tener. En el caso de la “mexicanidad”, su literatura irrumpe de forma casi anárquica entre estos dos espacios: memoria e historia. Cinco de sus autores, Octavio Paz, Carlos Fuentes, José Emilio Pacheco, Carlos Monsiváis y Juan Villoro, han utilizado la narrativa como un puente en donde el pasado se traslada indistintamente hacia el presente y el futuro, dándole así capacidades multidimensionales al momento de realizar las valoraciones históricas. En definitiva, la literatura como elemento mnemónico y vertebrador de la memoria pública o colectiva, merece una consideración dentro de la pluralidad de ópticas que conforman a las identidades. Imposible, por cuestiones de formato, así como por la imposibilidad de encontrar un ángulo temático específico en donde todos los autores de la literatura mexicana, ya que su complejidad nos obligaría a trazar distintas líneas o espacios para la comparación con claros límites temáticos. Es por eso que en este caso, la selección de los autores anteriormente mencionados tiene un propósito. A pesar de que muchos otros también han tratado el tema de la construcción cultural identitaria de México, las plumas que a continuación se tratarán en el presente texto representan un periodo específico, dan vida a un contexto singular, y, sobre todo, pueden ser comparados con otros autores (en donde el objetivo de la comparación no es la reivindicación de postura alguna, sino que este contraste sirva para enriquecer y para poder dar más amplitud al horizonte que contempla la pluralidad cultural de una identidad tan convulsa como es la mexicana). Por lo tanto, el objetivo del presente texto es recoger algunas de las piezas icónicas de la literatura mexicana en donde los juegos contextuales entre pasado y presente planteen un escenario para la reflexión, en donde exista cierta tensión y atracción por este fenómeno. Tanto José Emilio Pacheco, con ‘Las batallas del desierto’ (1981), como Juan Villoro y sus reflexiones sobre lo bucólicas que pueden llegar a ser las interpretaciones de “lo mexicano” más allá de las fronteras nacionales, plantean un punto en donde el pasado cobra una fuerza tan importante que de pronto parece dispersarse o diluirse en su misma relatividad frente a la incertidumbre del presente. Lo mismo ocurre con los textos de Carlos Fuentes y Octavio Paz, que a continuación se analizarán. Dentro de ellos, se dan situaciones en donde el presente y el pasado conviven como dos fuerzas naturales que se encuentran simulando una tormenta 156 tropical, en donde la única situación posible para poder amalgamarse es creando algo con una fuerza devastadora. Sí, devastadora, como las realidades que se plantean dentro de los textos literarios de estas ilustres plumas, ya que no cualquiera puede aceptar que la verdad absoluta es muy difícil de comprender, y más cuando en cuestión de identidades culturales (generalmente basadas o justificadas en hechos pasados) se refiere. De tal manera que la selección de textos realizada no tiene un objetivo claro, respecto a la justificación o reivindicación de un argumento en concreto, sino que simplemente fue realizada de esta manera para ejemplificar la multiplicidad de ópticas y la pluralidad de escenarios en donde el presente y el pasado se pueden encontrar en términos literarios, más cuando se trata de un caso específico como es el de la “identidad cultural”. Del Laberinto de la soledad al Espejo enterrado: Carlos Fuentes y Octavio Paz, dos plumas ilustres, buscando en la literatura un pacto entre la Historia y el presente cultural Ambos autores alcanzaron la gloria literaria durante la segunda mitad del siglo pasado. Ambos obtuvieron distinciones y premios de nivel internacional de grandísimo prestigio. Octavio Paz obtuvo el premio Nobel de Literatura en el año 1990, el Premio Cervantes en 1981, el Premio Xavier Villaurrutia en 1957, el Premio Internacional Menéndez Pelayo en 1987, así como distintos Doctorados Honoris Causa en distinguidísimas universidades como la de Boston, Nueva York, la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y la de Roma. Por otra parte, Carlos Fuentes fue también merecedor del Premio Cervantes en 1987, Premio Internacional Menéndez Pelayo en 1992, el Premio Internacional Don Quijote de la Mancha en el 2008, así como distinguidos Doctorados Honoris Causa en prestigiosas universidades entre las que destacan Harvard, UNAM, Cambridge, Salamanca, y el Premio Príncipe de Asturias en 1994. La trayectoria de ambos, nutrida con los logros y distinciones internacionales tan llenos de prestigio como los anteriormente mencionados, les hizo merecedores de la categoría de escritores ilustres, leídos, estudiados y traducidos a nivel mundial y con un carácter transgeneracional. Mucho de este éxito fue gracias al haberse atrevido a retar a la historia (en tiempos cuando la ‘Historia Oficial’ tenía un peso importantísimo en la 157 cohesión nacional) mediante la literatura. Hay quien, pese a eso, los tilda de apegados al régimen, pero siempre, en temas literarios, existen posturas contrastantes y que polarizan las opiniones. Independientemente de las posturas particulares, políticas, económicas y/o sociales de cada uno de ellos, lo cierto es que mediante obras como ‘El laberinto de la soledad’ (1950), en el caso de Paz, y ‘La muerte de Artemio Cruz’ (1962), ‘El naranjo (o los círculos del tiempo)’ (1994) y ‘El espejo enterrado’ (1992), en el caso de Fuentes, la literatura jugó un papel indispensable para la construcción histórica de una convulsa identidad cultural, la cual llevaba siglos intentando cohesionar los distintos tiempos históricos, así como la pluralidad cultural, que la componen. La identidad frente a la otredad desde la pluma de Paz. Al igual que el periodista polaco, Ryzsard Kapuscinski, Octavio Paz se adentró en el tema de la construcción de la identidad propia a partir del reconocimiento del “otro”. Ambos identificaron y aceptaron la concepción de ese otro ente que no es el “yo”, el cual representa los límites de lo propio y el comienzo de lo ajeno, es decir, “hasta dónde llego y hasta dónde soy”. En 1950 cuando Paz publicó ‘El laberinto de la soledad’ en Estados Unidos se había gestado recientemente un movimiento socio-cultural denominado ‘pachuquismo’, el cual era el resultado del constante choque cultural entre “lo mexicano” con “lo estadounidense”, gracias a aquellos migrantes de origen mexicano en el país vecino del norte. Paz observó y analizó este fenómeno y logró captar que ese resultado contracultural revelaba muchos secretos del pasado y del presente de la cultura mexicana. Una de ellas es que justo, mucho de la identidad se basaba en la definición de lo propio frente a lo ajeno. Como a un “adolescente” es como Paz describe la concepción de la identidad cultural mexicana. Ello gracias a que se encuentra en una etapa del proceso de crecimiento en donde “adolece” de muchos elementos para consolidarse. Entre ellos, una idea de pacto con su pasado. El paralelismo lo logra gracias al haber observado y convivido con ese gremio de identidad reactiva que son los pachucos. Ese grupo de mexicanos ubicados en un contexto distinto (el estadounidense) obligó la autoreflexión colectiva para poder, entonces, definir la identidad para no perderse en el desconocimiento cultural. Al respecto, Paz, expresa: 158 Pero así como el adolescente no puede olvidarse de sí mismo –pues apenas lo consigue deja de serlo- nosotros no podemos sustraernos a la necesidad de interrogarnos y contemplarnos. No quiero decir que el mexicano sea por naturaleza crítico, sino que atraviesa una etapa reflexiva. Es natural que después de la fase explosiva de la Revolución, el mexicano se recoja en sí mismo y, por un momento, se contemple. Las preguntas que todos nos hacemos ahora probablemente resulten incomprensibles dentro de cincuenta años. Nuevas circunstancias tal vez produzcan reacciones nuevas1. Además de esta concepción, el autor también hace hincapié en un punto sustancial y vertebradora dentro del texto, así como para la óptima concepción de la identidad mexicana entrando en contacto con su pasado, es decir: “los distintos tiempos históricos que habitan en la población mexicana”. Este, para muchos otros autores, es el punto clave para el análisis de la presente identidad cultural, ya que la pluralidad no sólo está en las líneas culturales de las que se nutre, sino también de los distintos tiempos en los que se encuentran los tan diametralmente opuestos pueblos que componen a la sociedad mexicana. Por lo tanto, la complejidad de la creación identitaria a raíz de la “otredad”, en consonancia con una idea de unidad compuesta por distintos pueblos que atraviesan diversas etapas históricas al mismo tiempo, crea, por un lado, un caos cultural si es que el objetivo es encasillar todo eso bajo un mismo concepto. Pero si se comprende como una oportunidad para percibir a este fenómeno como algo multidimensional, en donde la riqueza no sólo yace en la pluralidad cultural, sino en la diversidad temporal, entonces podemos decir que el constante choque de tiempos históricos dispares representa una forma de enriquecimiento cultural, ya que ello no supone, necesariamente, un plano comparativo, sino meramente contemplativo en donde cada espacio y cada tiempo tienen características distintas, las cuales, no pueden (o no debieran) ser comparadas y medidas bajo los mismos cánones de una identidad predeterminada. Ahora bien, en el caso de Carlos Fuentes, los tres textos elegidos, pueden ir de la mano de lo anteriormente planteado por Octavio Paz. Una de las grandes aportaciones de Fuentes a la cultura mexicana fue el análisis histórico desde, precisamente, ese 1 Octavio PAZ: El Laberinto de la Soledad, Madrid, CÁTEDRA Letras Hispánicas, 2011, p. 145 159 bastión: la literatura. Desde la ficción logró dar vida a uno de los temas más espinosos al momento de definir a la identidad cultural mexicana: el pasado, y los procesos de aceptación y reconocimiento del mismo. Contrario a lo establecido por la ‘Historia Oficial’ (instituida por el partido gobernante durante más de setenta años, el PRI), Fuentes logró poner frente a frente pasado, presente y futuro en un plano contextual y reflexivo sobre las interrogantes posmodernas por excelencia: “¿quién soy?, ¿de dónde vengo?, y finalmente ¿hacia dónde voy?”. La angustia creada por al falta de respuestas concretas a estas cuestiones dio vida al presente posmodernismo, en donde todo es válido porque ya nada es completamente cierto, entonces, para poder explicarnos ¿quiénes somos?, en el presente, es necesario buscar en nuestro pasado. En 1992 se celebró el ‘Quinto Centenario’ del descubrimiento de América, o del ‘Encuentro entre dos mundos’. Ello supuso una invitación a replantearnos quiénes éramos realmente en el complejo devenir de la Historia. Y Fuentes supo echar mano de su literatura, con bases históricas, para ayudar a dar las respuestas necesarias a aquellas interrogantes. Pero antes de este episodio contextual clave, tanto para la literatura mexicana, como para su identidad cultural y la trayectoria del autor, en 1962, Fuentes, publicó algo más profundo y, tal vez, más apegado a las bases de la construcción cultural mexicana: ‘La muerte de Artemio Cruz’. En este texto, además de desmenuzar con fino detalle la idiosincrasia del poder y el ostento que prevalecía en el México postrevolucionario, el autor trata un tema de especial importancia tanto para la historia de México como de España, es decir: la conciliación entre México y España por un pasado interrumpido y bélico. Así es, dentro de la novela, el caso específico de Lorenzo (hijo del protagonista, Artemio Cruz) y de Dolores (una miliciana española republicana), simboliza el acercamiento y la paz, así como la eterna admiración y amor, entre dos pueblos hermanos. Maarten Van Delden, en su artículo académico Carlos Fuentes: From Identity to Alternativity, logra desdibujar esa reconciliación histórica entre el imaginario colectivo mexicano con el español. Ahora bien ¿quiénes son realmente “Lorenzo” y “Dolores”?, o mejor dicho ¿qué representan y qué es lo que resulta de ese encuentro? Lorenzo es hijo del magnate y poderoso Artemio Cruz, quien representa aquel idílico mexicano que resultaba sinónimo de éxito a mediados del siglo pasado (lo curioso es que ese concepto no resulta exclusivo de aquel contexto, ya que puede tener tanta vigencia en la 160 actualidad como entonces). Este hijo rompe con esa idea de que el dinero y el poder son la máxima aspiración de toda persona que ha luchado por conquistar algo en la vida, más cuando su extracto socioeconómico no resulta de los más favorecidos. Lorenzo parte del puerto de Veracruz hacia España, dejando atrás toda la opulencia y el poder de su padre, para unirse a lo que él considera algo realmente importante: combatir en la Guerra Civil Española defendiendo a la República. Ya ubicando en la península y adentrado en las filas republicanas, conoce a una miliciana de la cual cae enamorado, Dolores. Ella, una miliciana de las fuerzas republicanas, resulta en la personificación de la España amada por México. Después de haber sido derrotados en batalla, Lorenzo y Miguel (un español republicano combatiente) deciden huir hacia el norte para abandonar la ciudad y llegar a Francia con el único objetivo de salvar la vida. Y es durante ese camino cuando se encuentran con dos mujeres, quienes os orientan para lograr a salvo su cometido, entre las que se encontraba Dolores (de quien Lorenzo se enamora). De pronto, tras escuchar el motor de un avión, todos deciden esconderse menos el hijo de Artemio Cruz, el único que contaba con un rifle y un par de balas, quién alcanzado por una ráfaga ametralladora cae muerto en territorio español. Como se había destacado en capítulos anteriores, durante prácticamente todos los periodos históricos en lo que hoy comprende el territorio mexicano la relación de poder entre pueblo y gobierno, así como entre distintas facciones que buscaban el establecimiento de su modelo político y económico, había sido la de vencedor-vencido. Entonces el personaje de Lorenzo simboliza el fin de esta dinámica. O al menos sugería que en la evolución histórica de convivencia entre España y México, esa interacción ya estaba siendo sustituida por una convivencia basada en el respeto mutuo y la hermandad. En sentido estricto, Dolores no representa la identidad nacional de una comunidad. Pese a ello, está claro que el compromiso que adquiere Lorenzo al unirse a la causa de la República Española es emblemática en la reconciliación entre México y su herencia española2”, comenta Van Delden. Más allá del carácter ficticio que tiene este personaje, su aparición en la novela de un autor de tanto renombre cobra suma 2 Maarten VAN DELDEN: Carlos Fuentes: From Identity to Alternativity en MLN, Vol. 108, No. 2, Hispanic Issue, marzo 1993, p. 334 161 relevancia debido a que fortalecía los lazos entre España y México previamente reforzados con la acción diplomática del presidente mexicano, Lázaro Cárdenas, en recibir al exilio republicano durante y después de la Guerra Civil Española. Sobre esta capacidad de interpretar de distintas maneras las identidades, Van Delden, comenta que en sus relatos, Fuentes, cambia ese sentido de narrativa unidireccional en sus personajes. ¿A qué nos lleva esto? Una posible suposición sería a que el escritor mexicano juega con la riqueza de posibilidades de interpretación sobre la creación de una identidad. Lo mexicano, lo español, lo republicano, no siempre tienen que significar lo mismo, es decir: las identidades no reaccionan siempre de la misma manera, y por el contrario estarán condicionadas siempre al contexto en el que se desenvuelvan. Si bien se pueden someter al juicio o valoración de la memoria, también pueden seguir unidos firmemente a la construcción histórica. Ahora bien, cambiando de La Muerte de Artemio Cruz a El espejo enterrado, encontramos que Fuentes insiste en la fortísima relación cultural, ancestral, entre España y México. Para él el pasado siempre es presente, ya que para poder comprender la Historia de México es absolutamente necesario conocer la de España, y viceversa. En este texto (también llevado a la pantalla chica) uno de los capítulos más nutridos y a los que más énfasis hace el autor es a ‘La virgen y el toro’, en donde muestra cuáles eran las circunstancias y los contextos en España al momento de llevarse a cabo la Conquista de Tenochtitlán. Ahí muestra cómo fue es que esa empresa se desarrolló. Relata, con detalle, cuáles fueron los factores y puntos de contacto durante el encuentro entre ambas culturas, la azteca y la española, además del desarrollo de ese tan largo y complejo de meztizaje. Por lo tanto, para él, el pasado no sólo es algo que se quede en tiempo pretérito, sino algo que sigue vigente en el presente, digno de ser estudiado a fondo, para poder comprender entonces, cuál es el legado cultural real del contacto y encuentro de aquellas dos culturas en el presente. José Emilio Pacheco, Carlos Monsiváis y Juan Villoro A diferencia de los autores anteriormente mencionados, José Emilio Pacheco, Carlos Monsiváis y Juan Villoro representan una línea narrativa más terrenal, más desde la calle, desde lo testimonial inmediato. Y no es que ello les merezca una carencia de 162 profundidad, sino todo lo contrario, pero la dirección desde sus textos hacia el punto reflexivo, tal vez, fue (o va) en sentido contrario al de Carlos Fuentes y Octavio Paz. Fuentes y Paz, de alguna forma o de otra, pertenecieron a una élite académica (por obvias razones), pero también a un sector favorecido dentro de la tan dispar sociedad mexicana. Y no sólo gracias a su origen socioeconómico, sino que por razones ajenas al plano reflexivo de este escrito, ellos lograron posicionarse dentro de los hombres ilustres de la cultura, no sólo a nivel nacional, sino internacional. En el caso de Pacheco, Monsiváis y Villoro, tal vez fue algo distinto, ellos han sido cronistas del devenir diario de una sociedad convulsa y en plena decadencia. Mientras Paz y Fuentes ahondaban en los pactos históricos, cuasi épicos, de distintos pasados gloriosos, en aras de construir un presente (desde su contexto) rico en simbolismos ilustres, los otros tres fueron la voz de realidades no precisamente cómodas como la lucha de clases, el tan arraigado (y disimulado) racismo, la libertad sexual, la disparidad socio económica, y, sobre todo, de la mayor cantidad de elementos que componen una “cultural popular” y no de una cultura, tal vez, construida para proyectar una imagen preconcebida a nivel internacional. Aún así, todos ellos reconocidos a nivel mundial, con igual distinción entre las academias más prestigiosas para las artes escritas, representan ópticas distintas de cómo es que el pasado cobra vida en el presente, sobre todo en una sociedad de carácter multidimensional y que parece no tener demasiada voluntad para cerrar heridas de ese pasado incómodo en un presente convulso. Indudablemente ese ángulo crítico, agudo y nutrido del contacto directo con el presente inmediato, en los tres autores tratados en este apartado, nació gracias a su oficio periodístico, a esa fuerza impulsada por la crónica urbana y esa obsesión por el detalle. Respecto a José Emilio Pacheco, como en el de todos los autores tratados, imposible sería abarcar (o al menos intentarlo) toda su obra, ya que lograríamos textos de dimensiones enciclopédicas, por lo tanto el presente análisis se centra en una de sus obras más laureadas: ‘Las batallas en el desierto’ (1981). Una de las grandes virtudes de este escritor capitalino es la capacidad de crear un plano de carácter cosmopolita y multicultural mientras profundiza en una ficción lineal, y, al mismo tiempo, utilizando un lenguaje menos rebuscado, probablemente, más coloquial. Pues esas características se dan puntualmente en esa novela. En ella el protagonista, Carlos, un chico de la entonces clase media, narra el devenir de un México ostentoso por un lado, pero que 163 aún arrastra muchos conflictos del pasado, muchos mitos, muchos vicios sociales, principalmente, el clasismo, y todo ello en consonancia con un país en constante cambio y dentro de una fusión cultural con elementos extranjeros. Una de las citas más ejemplificativas de ello es la siguiente: Empezábamos a comer hamburguesas, páys, donas, jotdogs, malteadas, áiscrim, margarina, mantequilla de cacahuate. La cocacola sepultaba las aguas frescas de Jamaica, chía, limón. Únicamente los pobres seguían tomando tepache. Nuestros padres se habituaban al jaibol que en principio les supo a medicina. En mi casa está prohibido el tequila, le escuché decir a mi tío Julián. Yo nada más sirvo whisky a mis invitados: hay que blanquear el gusto de los mexicanos3 La expresión del tío Julián hace mención de uno de los traumas sociales más arraigados en México, es decir: la línea en donde el clasismo y el racismo confluyen. Al respecto, el académico colombiano, Jorge Ladino Gaytán Bayona sostiene: Lo antes –autóctono-, -como el tequila- es desdeñado cuando se da la llegada de productos venidos de Norteamérica. Se desata entonces, ante la penetración cultural foránea, una -falsificación de vivencias- (Monsiváis, Carlos, citado por Brunner, 1992, p. 125) que conlleva a que se busque -blanquear el gusto de los mexicanos-. Ésta última consideración, vista desde los planteamientos de Jorge Gissi Bustos en Identidad, subjetividad y conflicto en América Latina, es un prejuicio racista donde se asocia que ser blanco, supone ser occidental y por ende culto y refinado, mientras que ser mestizo, -indio- o pobre es asociado a pobreza, rudeza barbarie y, en frecuentes ocasiones, delito. De tal forma, el comentario del tío Julián contiene la idea de que -el color de piel deviene símbolo de status y que la autoimagen es mejor mientras más blanco se vea-4 3 José Emilio: PACHECO Las batallas en el desierto, TUSQUETS, Madrid, España, p. 12. Jorge LADINO: “Contratiempo. Revista de cultura y pensamiento”, Buenos Aires, Argentina, año XV, no. 4 (2015). Texto extraído de: http://www.revistacontratiempo.com.ar/gaitan_bayona_jose_pacheco.htm (última visita: 27 de mayo, 2016). 4 164 Por otra parte, en términos generales, otro gran conflicto tratado a lo largo de esta historia es el del problema de asimilar un pasado citadino extinto. Carlos, el protagonista, mantiene un tono de melancolía durante todo el texto por el hecho de ver cómo la ciudad en la que vive y los barrios que conoce (principalmente Coyoacán y la Colonia Roma) son constantemente transformadas por elementos culturales ajenos. Y es justo en este caso con el que se da continuidad temática a lo tratado en el presente taller, es decir: “los usos del pasado y los agentes mnemónicos”. Para ser más exacto, todo lo anterior ha hecho referencia a distintas formas en las que la literatura funciona como ese agente que vertebra la relación entre presente y pasado, generalmente asociado a la nostalgia. Pero ello sigue siendo aún muy general para poder establecer parámetro alguno, por lo tanto el caso de elección para la aplicación de ello ha sido la “identidad cultural mexicana”, en donde la relación entre pasado y presente parece haber sentado un precedente de la angustia existencial tan típica del posmodernismo. Pero refiriendo nuevamente al texto analizado, encontramos un ejemplo de cómo es que la narrativa también funciona como elemento testimonial de lo que alguna vez fue una sociedad o un paisaje. Al respecto, Carlos, en una reflexión expresa: Volví a ser niño y regresé a la plaza Ajusco a jugar solo con mis carritos de madera. La plaza Ajusco adonde me llevaban recién nacido a tomar sol y en donde aprendí a caminar. Sus casas porfirianas, algunas ya demolidas para construir edificios horribles. (…) Nunca sabré si el suicidio fue cierto. Jamás volví a ver a Rosales ni a nadie de aquella época. Demolieron la escuela, demolieron el edificio de Mariana, demolieron mi casa, demolieron la colonia Roma. Se acabó esa ciudad. Terminó aquel país. No hay memoria del México de aquellos años.5 Sobre esta cita queda expuesta no sólo la inconformidad de un presente interrumpido, sino de un pasado que, independientemente de que pueda ser anhelado, ya es imposible de rescatar, inclusive, de contemplar en sus formas más fidedignas. Al respecto, y sobre estas mismas citas, Jorge Ladino comenta: “…No se trata acá tan solo de una 5 José Emilio PACHECO, pp. 33-67. 165 perspectiva crítica del personaje por considerar acaso que unas construcciones deban conservarse por su valor histórico. Es, primordialmente, la visión del que lee en la trasformación del espacio urbano la irrupción de la modernidad y lo condena (la densidad y la carga emotiva de darle a los edificios el adjetivo de “horribles”). El adulto al recordarse niño no sólo continúa amando a Mariana, sino también a su México tradicional. Su nostalgia es un anclaje en el pasado y una inconformidad por el presente.”6 Entonces, ese supuesto anhelo por “un pasado mejor”, que el protagonista maneja constantemente, al menos desde la segunda mitad del texto, es lo que se convierte en ese hilo conductor de la historia, es decir: la nostalgia, ese pacto interrumpido entre el presente y el pasado, es realmente el plano para la reflexión de las situaciones, reales o ficticias, de los personajes. Además, para reforzar lo anteriormente expuesto, en la siguiente cita Carlos hace énfasis de aquella época cuando dentro de su ciudad quedaban ríos y las montañas podían ser admiradas, a ello lo llama “el mundo antiguo”, como quien habla de un episodio casi épico del pasado en dónde las imágenes de ello sólo pueden ser creadas con base en los vestigios o testimonios. Aún así, Pacheco, también juega con los tiempos y los planos contextuales, ya que en la parte final de la cita, cuando menciona todas las cosas de las que se quejaban los mayores, y probablemente lo haya hecho con la finalidad de dotarlas de un cierto grado de atemporalidad, ya que muchas de esas situaciones seguramente ya existían antes de que el mismo autor naciera, y también, sigan vigentes. La cara del señor presidente en dondequiera: dibujos inmensos, retratos idealizados, fotos ubicuas, alegorías del progreso con Miguel Alemán como Dios padre, caricaturas laudatorias, monumentos. Adulación pública, insaciable maledicencia privada. (…) Nos enseñaban historia patria, lengua nacional, geografía del DF: los ríos (aún quedaban ríos), las montañas (se veían las montañas). Era el mundo antiguo. Los mayores se quejaban de la inflación, los cambios, el tránsito, la inmoralidad, la delincuencia, el exceso de gente, la mendicidad, los extranjeros, la corrupción, el enriquecimiento sin límite de unos cuantos y la miseria de casi todos.7 6 7 LADINO, 2015. José Emilio PACHECO, pp. 110-119 166 ‘Las alusiones perdidas’ de Carlos Monsiváis Durante la entrega del Premio de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, en el 2006, José Emilio Pacheco, encargado de realizar la presentación del galardonado, citó a Octavio Paz: “Carlos Monsiváis es un nuevo género literario”. Además, añadió: “Es un gran acierto del jurado del Premio de la FIL consolidar de una vez y para siempre este género único, suyo, nuestro y de todos: el ensayo-relato-crónica de Monsiváis”. Pareciera una exageración por parte del merecedor del Premio Cervantes en el 2009, pero no lo es. Una de las invaluables aportaciones de Monsiváis a la literatura en castellano, fue la capacidad de realizar esa narrativa, esa crónica y ese relato desde las entrañas de una caleidoscópica sociedad desde su memoria, desde su aguda percepción, desde su personal centro de recolección de todo lo que podía suceder en la capital de México. José Emilio Pacheco y Monsiváis pertenecían a ese grupo de escritores mexicanos que mediante la agudeza de su mirada, la profundidad de su percepción, lograron captar la esencia no de los movimientos sociales, ni de las modas, sino de las personas y de las sociedades en constante cambio. Carlos Fuentes, en palabras de Pacheco, quedó rendido ante la prodigiosa memoria de Monsiváis, cual si fuera el Funes borgiano. Algo, que para quien es reconocido por sus artes de crónica y sus fuentes testimoniales, resulta todo un elogio. Si bien, Octavio Paz y José Emilio Pacheco tienen razón, y Carlos Monsiváis es “un género literario”, al igual que los anteriores autores, resultaría imposible hacer un recuento, análisis, inclusive un breviario se su obra en un escrito como el presente, ya que, como he mencionado anteriormente, las dimensiones del mismo sobrepasarían lo permitido por el formato pertinente. Pero sí que es menester rescatar algunas de sus reflexiones para nutrir y dar forma a esa plural percepción angulosa de cómo es que la literatura resulta el móvil de los elementos vertebradores entre el pasado y el presente. Una de ellas es la siguiente: “¿En qué momento la literatura dejó de ser el centro inapelable de nuestra cultura?”8 Y ante ello responde, “El psicoanálisis, las ciencias sociales, la mera política van a convertirla, como la computadora al libro, en un objeto si no de lujo al menos de prestigio”. Si la literatura, nutrida de ficciones y realidades en 8 Carlos MONSIVÁIS: Las alusiones perdidas. Discurso en la FIL presentado por José Emilio Pacheco. ANAGRAMA (Colección Argumentos), Madrid, España, pp. 56-57. 167 constante movimiento, en un arte en el que conviven coquetamente la Historia y la Memoria, dejó de ser lo que Monsiváis llama “el centro inapelable de nuestra cultura”, entonces, ¿cómo es que ahora se comprenden estos conceptos?, ¿cómo estudiar a la Historia y a la Memoria sin tener una base literaria sólida? La respuesta yace, probablemente, en los paupérrimos programas educativos de la actualidad. De acuerdo con esa reflexión, la literatura no se limita a un género o un arte cuya finalidad sea meramente lúdica o de esparcimiento, ni siquiera limitada a lo que a enseñanza se refiere, sino que es parte indispensable para lograr comprender de forma óptima todo aquello (de carácter histórico o testimonial) que vertebre a las sociedades en el presente. Es, entonces, la literatura, para Monsiváis, un punto de encuentro entre lo sucedido, lo recordado, lo creado, lo imaginario y lo real, que permite, a cualquier persona en el presente, echar mano de un pasado en su forma mejor narrada, mejor descrita y más fidedigna. ‘Las alusiones perdidas’ es el título de la publicación del discurso de Monsiváis en la entrega del Premio de la Feria Internacional del Libro en el 2006, y se llama de esta manera en honor a todos aquellos elementos culturales del pasado que se encuentran en proceso de “jubilación”, es decir, a todo aquello cuya funcionalidad queda bajo cuestión en el presente. Esas alusiones, en donde se concentran nombres de grandes mentes como Borges, Rulfo, Alfonso Reyes, entre muchísimos otros, menciona el autor que fueron alguna vez el eje del diálogo social. Evidentemente cuando se encontraban más apegadas al presente que a un tiempo pretérito, como lo es ahora. Juan Villoro: presente y pasado entre la historia, la memoria, y las identidades más allá de las fronteras nacionales Durante los días del 25 al 27 de junio del 2007, el Centro Cultural de España, en la Ciudad de México, se celebró un taller, mesa de debate, conferencias y discusiones sobre la actualidad de los conflictos interculturales en diversas partes del mundo. En él, las mesas fueron presididas por escritores, artistas, antropólogos y comunicólogos de distintos países: tres españoles, cuatro mexicanos y una argentina. Como resultado de esto se publicó el libro Conflictos Interculturales, el cual incluye algunos diálogos y debates, textos de apoyo, así como distintas opiniones de los autores y del coordinador del proyecto, Néstor García Canclini. 168 Distintos autores componen esa publicación, entre los cuales se encuentra el periodista y escritor mexicano, Juan Villoro. La aportación del hijo del intelectual catalán, Luis Villoro, a este compendio editorial se titula Identidades Fronterizas, la cual expone algunas de las manifestaciones más claras de la construcción de la identidad cultural mexicana más allá de las fronteras nacionales, y en concreto: en Estados Unidos. ¿Qué relación tiene esto con los usos del pasado? La respuesta es sencilla al escribirla, pero sumamente compleja al momento de la interpretación: la utilización del pasado como herramienta reivindicativa de algún periodo específico en el presente. El escritor mexicano se basa en un texto de Mariángela Rodríguez, ‘Mito, Identidad y Rito’, el cual es un exhaustivo análisis sobre las manifestaciones del ‘chicanismo’, ‘pachuquismo’ y lo ‘latino’ en Estados Unidos, además de la obra de Guillermo Gómez-Peña, un performancero de origen mexicano, radicado en Estados Unidos, quien adopta al ‘pachuquismo’ y al ‘chicanismo’ como formas expresivas culturales de un pasado interrumpido del México precolombino. Tanto la escritora como el artista, anteriormente mencionados, contemplan todo el legado cultural prehispánico como un elemento fundacional y de importancia innegable para la construcción de ‘lo mexicano’ en manos de la población mexicana en contexto estadounidense. Para Mariángela Rodríguez, lo “auténtico” (respecto a lo mexicano) es aquello anterior a la etapa de fundación criolla, o mejor dicho en términos mexicanos ‘colonial’. En pocas palabras, los chicanos (norteamericanos de origen mexicano) se encuentran bajo un proceso de “reindianización” cultural, en el que ante la incertidumbre de su identidad en el presente, voltean al pasado para recoger todo aquello referente a las culturas prehispánicas para transportarlo a la actualidad. “Ser mexicano en Los Ángeles es hablar de Quetzalcóatl, mientras que serlo en México es hablar de Pepsicóatl9.” Ahora bien, si para Carlos Fuentes, resultaba indispensable comprender la historia de España para comprender la de México, ya que somos el resultado del enriquecimiento de los dos pueblos a raíz del encuentro dado entre el viejo y el nuevo mundo hace más de quinientos años, para Guillermo Gómez-Peña, la versión es otra. Juan VILLORO: “Identidades Fronterizas”, Barcelona, en García Canclini, Néstor (coord.), Conflictos Interculturales, Editorial Gedisa, 2011, p. 33. 9 169 Para este artista, ‘lo mexicano’ se asocia más a aquello auténtico o más apegado a las tradiciones prehispánicas, ya que él, como muchos otros que han tenido que huir de México en busca de una mejor vida, no han sido beneficiados de la ‘ciudad de los palacios’ y la opulencia novohispana. Por el contrario, son producto de una sociedad marginada y que ha presenciado como la riqueza se concentra en pocas manos, mientras el México rural ha tenido que emigrar al norte. Ante esta situación, para él (como para gran parte de la comunidad de origen mexicano en Estados Unidos), el pasado prehispánico de México ha resultado un instrumento de reivindicación cultural frente a lo estadounidense, frente a lo ‘otro’. Esa comunidad se siente heredera de los vencidos y menos favorecidos del periodo histórico de la Conquista y la Colonia de España en América, y por eso se identifican más con aquellos pilares culturales que evocan a los relatos ancestrales del imperio Azteca. Aunque, desde lo estricto de la Historia, pudiera resultar ridículo, para esa población, igual que para muchas otras minorías en Estados Unidos (sobre todo italianos, irlandeses, rusos, alemanes y árabes) su pasado épico resulta en la conformación de estereotipos culturales que, por inexactos que pudieran ser, les brindan de algo que carecen: una identidad cultural. En ese sentido el uso del pasado se convierte en un arma para definir los límites culturales propios frente a la amenaza de la pérdida de identidad por un contexto ajeno. Bibliografía MONSIVÁIS, Carlos, Las alusiones perdidas. Discurso en la FIL presentado por José Emilio Pacheco. ANAGRAMA (Colección Argumentos), Madrid, España. FUENTES, Carlos: “La Virgen y el Toro” en El Espejo Enterrado, México, Distrito Federal, Ed. Planeta DeAgostini, 2002. LADINO, Jorge, “Contratiempo. Revista de cultura y pensamiento”, Buenos Aires, Argentina, año XV, no. 4 (2015). Texto extraído de: http://www.revistacontratiempo.com.ar/gaitan_bayona_jose_pacheco.htm (última visita: 27 de mayo, 2016). PACHECO, José Emilio: Las batallas en el desierto, TUSQUETS, Madrid, España. PAZ, Octavio: El Laberinto de la Soledad, Madrid, CÁTEDRA Letras Hispánicas, 2011. 170 VAN DELDEN, Maarten: Carlos Fuentes: From Identity to Alternativity en MLN, Vol. 108, No. 2, Hispanic Issue, marzo 1993. VILLORO, Juan: “Identidades Fronterizas”, Barcelona, en García Canclini, Néstor (coord.), Conflictos Interculturales, Editorial Gedisa, 2011. 171 La responsabilidad social del investigador. El caso de Relatos de plomo. Historia del terrorismo en Navarra (2013-2015) Roncesvalles Labiano Juangarcía Universidad de Navarra Resumen: En su medio siglo de historia, ETA ha dejado más de 800 muertos y ha condicionado la vida política y social en España, muy especialmente en País Vasco y Navarra. A la hora de investigar un tema como este, con tantas y tan graves implicaciones, no solo se puede hablar de función social del historiador o el investigador, sino también de responsabilidad social. Esa responsabilidad puede entenderse en dos sentidos: el primero, como deber de investigar y contar lo ocurrido; el segundo, como asunción de la responsabilidad sobre lo escrito y sus consecuencias, tanto en la construcción del relato como en la práctica. Esta comunicación explora la presencia y la articulación de esa doble responsabilidad social en el caso concreto de la investigación y redacción de Relatos de plomo. Historia del terrorismo en Navarra. 845 asesinados, 79 secuestrados, unos 5.000 heridos, 125.000 personas que han huido del País Vasco. Con estas cifras, no hay duda de que, en su medio siglo de historia, ETA ha condicionado la vida política y social en España, muy especialmente en el País Vasco y Navarra. Sus repercusiones y naturaleza hacen del terrorismo un tema que despierta interés. Interés por parte de los medios de comunicación, del público, de las instituciones políticas y, por la parte que nos toca más directamente, interés académico. 173 Universidad de Castilla~La Mancha Departamento de Historia. Área de Historia Contemporánea Edificio Benjamín Palencia | Campus Universitario s/n | 02071 Albacete Email: [email protected] | www.ahistcon.org | El terrorismo, con toda su complejidad, es uno de esos temas que ponen de relieve la función social del historiador o de cualquier investigador que se acerque a él. Pero aún se puede decir más, a la hora de investigar un tema como este, con tantas y tan graves implicaciones, no solo cabe hablar de función social del historiador o el investigador, sino también de responsabilidad social. Esa responsabilidad puede entenderse en dos sentidos: el primero, como deber de investigar y contar lo ocurrido; el segundo, como asunción de la responsabilidad sobre lo escrito y sus consecuencias, tanto en la construcción del relato como en la práctica. Por eso, en los minutos que siguen, trataré de explorar la presencia y la articulación de esa doble responsabilidad social en el caso concreto de la investigación y redacción de Relatos de plomo. Historia del terrorismo en Navarra1. Esta obra, que abarca tres volúmenes (más de 1.500 páginas en total) fue un encargo del anterior Gobierno de Navarra, que promovió y financió la publicación con ayuda económica de otros organismos como el Ministerio del Interior. El Gobierno Foral estaba convencido de que era necesario escribir la historia del terrorismo en la Comunidad, y de que era el momento de hacerlo, pues ETA acababa de anunciar el alto el fuego definitivo de su actividad armada. Por eso, en abril de 2012 el portavoz del Gobierno y consejero de Cultura Juan Luis Sánchez de Muniáin contactó con Javier Marrodán, periodista, experto en ETA y profesor en la Universidad de Navarra. El consejero le planteó la idea y le dio dos indicaciones: que el resultado tuviera carácter divulgativo y que estuviera terminado antes del fin de la legislatura, en 2015. Marrodán aceptó la propuesta, organizó el equipo, planteó las líneas a seguir y comenzó a dirigir el trabajo. El equipo original estaba compuesto por él mismo y por tres jóvenes periodistas que trabajaron en el libro a tiempo completo: Gonzalo Araluce, María Jiménez y Rocío García de Leániz. Marrodán estaba convencido, por experiencias anteriores, de que sería más eficaz formar un equipo que pudiera dedicarse a la tarea en exclusiva, aunque sus miembros tuvieran poca experiencia y no fueran expertos en el tema. Junto a los cuatro redactores trabajaba también, en la parte fotográfica, Jorge Nagore. A ese núcleo nos 1 Javier MARRODÁN CIORDIA: Relatos de plomo. Historia del terrorismo en Navarra (1960-1986), Pamplona, Gobierno de Navarra (2013); Relatos de Plomo. Historia del terrorismo en Navarra 19872011, Pamplona: Gobierno de Navarra (2014); Relatos de plomo. La sociedad contra ETA, Pamplona, Gobierno de Navarra (2015). 174 unimos más tarde otros dos periodistas: Rubén Elizari y yo misma, que en aquel momento estaba en mi último curso del doble grado de Historia y Periodismo. Varios estudiantes de la Universidad de Navarra también colaboraron redactando algunas crónicas. En definitiva, se trató de un trabajo coral que salió adelante en gran medida gracias al liderazgo de Javier Marrodán y cuya realización llevó algo más de dos años. La obra ha tenido bastante eco en Navarra y también fuera del territorio foral y, por el tema que trata, la perspectiva que adopta y las repercusiones que ha tenido se puede afirmar que es un buen ejemplo para ilustrar la función social del investigador. Responsabilidad como deber de investigar y divulgar 1. 1 Conocimiento histórico para una sociedad más libre En su último libro, La voluntad del Gudari2, el historiador Gaizka Fernández Soldevilla señala que, desde el anuncio del abandono definitivo de las armas por parte de ETA del 20 de octubre de 2011, la sociedad vasca y navarra se ha visto ante la disyuntiva de qué hacer con su pasado. Aquel anuncio abrió, si es que no estaba ya abierta, una nueva lucha: la que se ha llegado a conocer como “batalla del relato” o “batalla de la historia”, de la que hablan expertos como Florencio Domínguez, director del Centro Memorial de Víctimas del Terrorismo. En ella se pugna por fijar la versión de lo ocurrido, la historia que llegará a las siguientes generaciones. Ante esa disyuntiva, dice Fernández Soldevilla, algunos optan por el olvido voluntario de lo ocurrido. Hace unos meses tuve la oportunidad de entrevistar a Joseba Arregi, doctor en Sociología y Teología y ex consejero y portavoz del Gobierno Pasco del PNV entre 1984 y 1995. Él me comentaba algo muy parecido. Partía de la base de que en el País Vasco y en Navarra existe un problema relacionado con una idea muy enraizada de que el espacio público, Euskadi, es “la casa del padre”. La consecuencia de esa concepción es que los miembros de ETA eran “nuestros chicos”, nuestros hermanos. Como en la situación actual no conviene fardar de “ese hermano asesino”, muchos tratan de olvidarlo, de esconderlo. 2 Gaizka FERNÁNDEZ SOLDEVILLA: La voluntad del gudari. Génesis y metástasis de la violencia de ETA, Madrid, Tecnos (2016). 175 Además del olvido, aparece otra forma de afrontar la disyuntiva de la que habla Fernández Soldevilla. Consiste en aceptar la narrativa del “conflicto vasco” y la equidistancia. En ella, los miembros de ETA son gudaris, soldados que luchan en una guerra para liberar al pueblo vasco oprimido, una lucha que viene al menos desde las guerras carlistas y la Guerra Civil. Existe toda una narrativa del “conflicto vasco” que no hace sino distorsionar la historia. “Los hechos se alteran […] y aquellos acontecimientos que se cree que no debieron haber tenido lugar no se mencionan, y más tarde se niegan”3, dice Fernández Soldevilla. Y este es, por ejemplo, el caso de las víctimas de ETA, que aparecen como necesarias en esa guerra por la libertad del pueblo vasco y que se equiparan a las víctimas de otras violencias. En ese sentido, Joseba Arregi señala en su último libro, El terror de ETA. La narrativa de las víctimas, que “se está intentando crear un paraguas que cobije a todas las víctimas de la violencia habidas en los últimos cincuenta y cinco años en la sociedad vasca y en […] la española”4 bajo el nombre de violaciones de derechos humanos. En ese totum revolutum se olvida a los verdugos, que es lo que diferencia a las víctimas, y se olvida que los verdugos de ETA mataban por un proyecto político. Estas dos posturas mencionadas son peligrosas. El intento de olvidar así como el de difuminar las características del terrorismo y sus víctimas bajo el paraguas del “conflicto vasco” o de las violaciones de derechos humanos no ayudan a desmontar los falsos argumentos del terrorismo, y, por tanto, no aseguran que el terror de las últimas décadas no se vuelva a repetir. Ante esto, los historiadores podemos hacer algo, tenemos un deber cívico. Como bien apunta Fernández Soldevilla: “Debemos investigar con seriedad, rigor y método, […], pero no para enterrar nuestros trabajos en las bibliotecas universitarias, sino para divulgar los resultados entre la ciudadanía”5. Esa misma necesidad de hacer llegar nuestros trabajos más allá de la comunidad científica, hasta la sociedad, la señala José Antonio Pérez en un artículo del año pasado, Historia, memoria y víctimas de la violencia política. En él dice que, sin esa difusión, todo el trabajo de investigación que 3 Gaizka FERNÁNDEZ SOLDEVILLA: La voluntad del gudari. Génesis y metástasis de la violencia de ETA, Madrid, Tecnos (2016), p. 53. 4 Joseba ARREGI: El terror de ETA. La narrativa de las víctimas, Madrid, Tecnos (2015), p. 22. 5 Gaizka FERNÁNDEZ SOLDEVILLA: La voluntad del gudari. Génesis y metástasis de la violencia de ETA, Madrid, Tecnos (2016), p. 61. 176 se lleva a cabo en centros como el Instituto de Historia Social Valentín de Foronda, en el que él investiga, “no tendría sentido”6. Si no cumplimos con nuestro papel, dice Fernández Soldevilla, “dejaremos un vacío que será ocupado por medias verdades, mentiras interesadas y mitos que algún día pueden volver a matar”7. En este sentido, podemos citar también a Primo Levi, que escribió: “Si comprender es posible, conocer es necesario, porque lo sucedido puede volver a suceder, las conciencias pueden ser seducidas y obnubiladas de nuevo: las nuestras también”8. Para que eso no ocurra, el historiador tiene el deber de investigar y divulgar. Son esas mismas ideas las que pusieron en marcha el proyecto de Relatos de Plomo. En la introducción del primero de los tomos, Javier Marrodán escribía: “No hay vuelta atrás para los asesinatos, la extorsión, los secuestros o los atracos; sin embargo, el relato riguroso y completo de lo sucedido, lejos de alimentar venganzas o resentimientos, permitirá cerrar esta etapa ominosa sin olvidos cómplices o interesados, sin diluir la gravedad de los hechos, sin interpretarlos, sin excusarlos. La Historia nos hará mejores si se escribe con honradez”9. El director estaba convencido de la importancia de contar la historia, y contarla bien, para cerrar ese capítulo oscuro de nuestra historia como comunidad. Y sobre esa base echó a rodar el proyecto. Lo primero que hizo fue buscar al equipo adecuado. El hecho de que el grupo estuviera compuesto por periodistas se debió a una razón principal: que Javier Marrodán es periodista y profesor de Periodismo en la Universidad. Durante los años que trabajó en Diario de Navarra, Javier cubrió la mayoría de noticias relacionadas con el terrorismo. Vivió de primera mano muchos de los hechos que se cuentan en Relatos de 6 José Antonio PÉREZ PÉREZ: «Historia, memoria y víctimas de la violencia política», Huarte de San Juan. Geografía e historia 22 (2015), pp. 116. 7 Gaizka FERNÁNDEZ SOLDEVILLA: La voluntad del gudari. Génesis y metástasis de la violencia de ETA, Madrid, Tecnos (2016), p. 19. 8 Primo LEVI: Si esto es un hombre, Buenos Aires, Proyectos Edictoriales (1988), p. 208. 9 Javier MARRODÁN CIORDIA: Relatos de plomo. Historia del terrorismo en Navarra (1960-1986), Pamplona, Gobierno de Navarra (2013), p. 10. 177 Plomo y conoció a muchos de los afectados por el terrorismo en Navarra. Fue toda esa información la que le llevó a realizar la tesis10 doctoral sobre la historia de ETA en la Comunidad Foral y a escribir obras como Regreso a Etxarri-Aranatz11. Todo ese trabajo le ha llevado a ser uno de los mayores expertos en ETA en Navarra, una condición que ha corroborado con Relatos de Plomo y que ha sido reconocida también en el exterior: él fue uno de los miembros del Comité de Expertos llamados a definir el futuro Centro Memorial de Víctimas del Terrorismo que se establecerá en Vitoria. Por todo ello, cuando el Gobierno se planteó la posibilidad de realizar este proyecto, acudió a Marrodán. Como no podía ser de otra manera, él, periodista y profesor de Periodismo, planteó un proyecto muy periodístico, en el que el rigor histórico (del que hablaré más adelante) se combinara con una redacción atractiva y divulgativa aportada por la formación universitaria del equipo. Todo esto nos remite a la idea de Gaizka Fernández Soldevilla de que la función social del investigador no se limita a escribir la historia, sino que lo escrito debe llegar a los ciudadanos, debe divulgarse. Como ya he mencionado, una de las dos condiciones que puso el Gobierno de Navarra cuando planteó este proyecto fue que el resultado fuera fácil de divulgar, que llegara a los navarros de a pie. Esa necesidad de difusión explica algunos aspectos formales de Relatos de Plomo. Por ejemplo, la propia estructura del libro. El relato sigue un orden cronológico, sencillo de seguir, y está compuesto por textos autónomos, sobre todo crónicas independientes de cada atentado y entrevistas a personas afectadas por el terrorismo. Se ha intentado que cada crónica tenga cierta tensión narrativa y que los arranques de cada texto sean diferentes, que la redacción esté cuidada y el lenguaje sea sencillo. La estructura en textos autónomos permite al lector escoger qué episodio quiere conocer y le permite entenderlo sin necesidad de leer todo el libro. Además, los libros están divididos en capítulos. Cada uno de ellos consta de una introducción, una parte central de crónicas y entrevistas, un álbum con fotografías, una cronología y un artículo de opinión. El tercer tomo es algo diferente, pues en vez de recoger crónicas de atentados trata cinco temas transversales que completan la historia: chantaje a empresarios, kale 10 Javier MARRODÁN CIORDIA: ETA en Navarra. Estrategia, infraestructura y atentados (1985-1998), tesis doctoral, Pamplona, Universidad de Navarra (2000). 11 Javier MARRODÁN CIORDIA: Regreso a Etxarri-Aranatz, Pamplona, Sahats (2004). 178 borroka, amenazas a concejales, lucha antiterrorista y respuesta de la sociedad al terrorismo. La idea de que la historia debe llegar a los ciudadanos se refleja también en el diseño: es fácil distinguir los textos, saber dónde comienzan y dónde acaban, es sencillo encontrar la crónica de un atentado concreto gracias a los índices generales y de nombres y lugares que aparecen al final de cada tomo. También explica que los capítulos se completen con cronologías y con un álbum de fotografías y los tomos con mapas y calendarios de atentados. 1.2 Una deuda con las víctimas Pero la responsabilidad como deber no se limita al deber de investigar y divulgar para que la verdad llegue al conocimiento de la sociedad, para que todos tengamos claro qué fue ETA, qué ha ocurrido en nuestra tierra en el último medio siglo y que ese conocimiento ayude a evitar que la historia se repita. Relatos de Plomo surge también del convencimiento de que hay una deuda que saldar con las víctimas del terrorismo. Mientras ETA y otros grupos actuaban, las víctimas no se tomaron la justicia por su mano ni buscaron venganza, a pesar de que en muchas ocasiones se encontraron solas, abandonadas por una sociedad que se tapaba los ojos, que callaba ante el terrorismo y que incluso llegaba a justificarlo, como pude estudiar hace tres años en mi Trabajo Fin de Grado de Historia sobre la respuesta de la sociedad navarra al terrorismo o como reflejan trabajos como el Informe Foronda12. En los primeros años, cuando ETA cometía un atentado, el pensamiento más común entre la población vasca y navarra era “si lo han matado, algo habrá hecho”. A pesar de todo eso, las víctimas familiares no se tomaron la justicia por su mano y su actitud evitó que la situación de violencia derivara en una guerra real. Por eso, dice Marrodán, “la aspiración periodística de hacer justicia a los acontecimientos incluye también la de hacer justicia a las víctimas, a la contribución tan decisiva que han hecho a la paz”13. Darles voz para que cuenten su historia es ya un paso en esa dirección. 12 Raúl LÓPEZ ROMO: Informe Foronda. Los contextos históricos del terrorismo en el País Vasco y la consideración social de sus víctimas 1968-2010, Vitoria, Instituto de Historia Social Valentín de Foronda, de la Universidad del País Vasco - Euskal Herriko Unibertsitatea, (2014). 13 Javier MARRODÁN CIORDIA: Relatos de plomo. Historia del terrorismo en Navarra (1960-1986), Pamplona, Gobierno de Navarra (2013), p. 14. 179 Tomo prestadas unas palabras que escribió Joseba Arregi en un escrito de 2009 titulado Tejiendo la historia de la libertad: “La memoria de las víctimas asesinadas, el respeto a esa memoria es un ejercicio de libertad. […] Si no nos enfrentamos a esa historia, seguiremos atados a ella, y ella nos dominará, e impedirá que podamos modelar el futuro con algo de libertad. En la posición que consigamos adoptar en relación a nuestra actitud respecto a las víctimas asesinadas se juega nuestra libertad futura”―. Y a esto añade: “La cuestión de la memoria de las víctimas y del respeto que les debe la sociedad […] es fundamentalmente política”14. Y lo es, según Arregi, porque las víctimas de ETA lo son “en aras a la implantación de un proyecto político que niega el derecho a la libertad de opinión, a la libertad de conciencia y a la libertad de identidad”15. Y uno de los mayores problemas actuales, según Arregi, es que se trivializa a las víctimas de ETA a través de la difuminación de su sentido político al contemplarlas tan solo bajo el enorme paraguas de víctimas de violaciones de derechos humanos. Y esa trivialización y olvido de su carácter político lleva a una falta de memoria, a no enfrentarnos a la historia y, por tanto, a una pérdida de libertad. Esa deuda y ese peligro de caer en la trivialización explican el punto de vista adoptado en Relatos de Plomo, donde se da voz y protagonismo a las víctimas. Muchas de ellas no habían tenido oportunidad de hablar de ello antes, de contar su historia. Uno de esos casos es el de la familia de Manuel López González, guardia civil natural de Cáceres que fue asesinado por ETA el 9 de mayo de 1978 en Pamplona. Aquella noche la banda hizo explosionar una bomba al paso del jeep en el que Manuel volvía a casa después de la jornada laboral acompañado por tres compañeros. El artefacto le provocó graves heridas que le hicieron perder mucha sangre. Murió en el hospital unas horas después. Por suerte fue el único de los cuatro ocupantes del vehículo que perdió la vida aquel día. Cuando el equipo de Relatos de Plomo, María Jiménez en concreto, llegó al caso de Manuel, se encontró con que apenas había información y con que no había forma de conseguir el contacto de ningún familiar a través de la Guardia Civil o de asociaciones de víctimas. Lo que sí consiguió saber María a través de la Guardia Civil es que Manuel tenía un hermano que también había estado destinado en Pamplona. No tenía más referencias pero decidió ponerse manos a la obra, pensó que quizá su hermano 14 15 Joseba ARREGI: Tejiendo la historia de la libertad, Vitoria, Ciudadanía y Libertad (2009), pp. 38-39. Joseba ARREGI: El terror de ETA. La narrativa de las víctimas, Madrid, Tecnos (2015), p. 23. 180 habría vuelto a Cáceres, su ciudad natal. Con esa idea, tomó las Páginas Blancas y buscó los apellidos López González en la ciudad extremeña. Había diez referencias. María tomó el teléfono y comenzó a llamar a los números que aparecían listados. A la tercera fue la vencida. Cuando le contó a su interlocutor que estaba tratando de encontrar a los familiares de Manuel López González, guardia civil destinado en Pamplona a finales de los años 70, el hombre le respondió que él se llamaba Francisco, que era hermano de Manuel y que era uno de los tres compañeros que viajaban en el jeep aquella noche. Francisco se mostró dispuesto a recibir al equipo de Relatos de Plomo y ser entrevistado. María y Gonzalo viajaron hasta Cáceres y allí Francisco les contó la historia del asesinato de su hermano, cómo lo vivió él, cómo era la vida de un guardia civil en la Pamplona de los setenta y cómo fue tras la muerte de Manuel. Cuando terminó de hablar, Francisco confesó que era la primera vez que contaba su historia: “En 34 años nunca me había llamado nadie”. Estaba agradecido por ser escuchado. Los que hemos participado en el proyecto estamos seguros de que la contribución más novedosa e interesante de la obra son, precisamente, las 58 entrevistas que recoge. En mayor o menor detalle, la historia que tejen los atentados es conocida por todos. Los periódicos y los telediarios se han hecho eco de los ataques desde el principio, conocemos los nombres de los asesinados, dónde les han arrebatado la vida. Sin embargo, es a partir de ese momento cuando los familiares y amigos deben aprender a vivir sin la persona que ya no está, sin su padre, su hermano, su hijo. En muchos casos de los primeros años, es a partir de entonces cuando deben empezar a vivir con el “algo habrá hecho” y las miradas huidizas de los vecinos. Para ellos, las verdaderas consecuencias del terrorismo comienzan al día siguiente de la bomba o el disparo. Y esa es la mayor aportación de las entrevistas de Relatos de Plomo: las víctimas cuentan cómo ha sido su vida después de los titulares, algo que es necesario conocer para hacerse cargo de la verdadera dimensión del terrorismo. Por ello, el equipo de Relatos de Plomo decidió contactar con el mayor número posible de víctimas del terrorismo en Navarra, porque cada una de ellas tiene algo distinto que contar. Viajamos por toda España para que las entrevistas fueran presenciales, a ser posible en las propias casas de los entrevistados, allí donde se sintieran cómodos. Seguimos un planteamiento que expresa bien una máxima del 181 reportero Ryszard Kapuscinsky: “No se puede escribir de alguien con quien no has compartido como mínimo algún momento de su vida”16. Pero el afán de entrevistar a las víctimas y contar todas las historias, de dar voz y protagonismo a las víctimas concretas no se debe únicamente al deseo de saldar esa deuda con ellas. También tiene un sentido relacionado con la eficacia del relato. Podemos decir que ETA ha matado a más de 800 personas, pero hasta que no conocemos sus historias no nos hacemos cargo de lo que hay detrás de esa cifra, de lo que supone el terrorismo. Dice Joseba Arregi en su último libro que “la simple cuantificación de lo sucedido ni responde a pregunta alguna, ni permite o impulsa la formulación de pregunta alguna. Sobre ella no es posible ningún cambio de conciencia que conduzca a la conquista de la libertad interior necesaria para construir un futuro en libertad”17. La historia significativa siempre tiene que ser la historia de las personas, no simplemente la interrelación de factores objetivos, apuntaba en ese mismo sentido Gabriel Jackson en Memoria de un historiador18. Es decir, poner nombres y apellidos a los protagonistas de la historia es esencial para que el relato tenga consecuencias sobre la audiencia. Y esto lo conocíamos bien todos los miembros del equipo como periodistas: nos lo han enseñado en la Facultad y nos lo han exigido en la redacción. Los relatos con nombres y apellidos son más eficaces. Tomo prestado un ejemplo que citaba mi compañera María Jiménez en una conferencia en Bruselas hace unos meses: Tras el atentado de la sala Bataclán en París, que dejó casi cien víctimas, los profesionales de Mashable, especialistas en storytelling y nuevos formatos, crearon una cuenta de Twitter llamada @parisvictims. En ella subieron imágenes de las víctimas de los atentados, sus datos personales y alguna frase que las describiera. Ese perfil de Twitter tiene más de 50.000 seguidores. 16 Ryszard KAPUSCINSKY: Los cínicos no sirven para este oficio, Barcelona, Anagrama (2005). Joseba ARREGI: El terror de ETA. La narrativa de las víctimas, Madrid, Tecnos (2015), p. 191. 18 Gabriel JACKSON: Memoria de un historiador, Barcelona, Crítica (2009). 17 182 Responsabilidad sobre lo escrito y sus consecuencias Hasta aquí he reflexionado sobre la dimensión de la responsabilidad social del investigador como deber de investigar, contar y divulgar. Pasaré ahora a la segunda dimensión que he mencionado al principio: la asunción de la responsabilidad sobre lo escrito y sus consecuencias, tanto en la construcción del relato como en la práctica. Aquello que se escribe y la forma en que se escribe tienen consecuencias, especialmente cuando se trata un tema tan reciente y delicado. Por eso, los investigadores debemos ser conscientes de la importancia de cuidar tanto la forma de trabajar como la forma de escribir. En Relatos de Plomo ha existido esta consciencia desde el primer momento, lo que llevó a plantear una manera de trabajar y un libro de estilo. Definir unas pautas comunes desde el principio facilitó la coordinación en el trabajo, que este se llevara a cabo con diligencia y rapidez y que la responsabilidad sobre el resultado final pudiera ser asumida por todo el equipo. Nadie duda de que todo investigador es responsable de lo que escribe. De ahí la importancia de la rigurosidad y la exhaustividad tanto en el tratamiento de las fuentes como en la escritura. En el caso de Relatos de Plomo, la investigación exigía trabajar con diferentes tipos de fuentes y documentación. Con la intención de dibujar una imagen general del terrorismo en Navarra, el primer paso del equipo fue hacia la hemeroteca. Cada uno de los miembros del equipo tenía asignados unos años y debía consultar los periódicos de cada día en busca de noticias relacionadas con el terrorismo. Una vez acabado el proceso, el mapa de atentados quedó bastante completo. A partir de ahí, cada investigador comenzó a documentarse y a escribir las crónicas de los atentados ocurridos en los años que tenía asignados. Para completar la información de cada episodio, se consultaron periódicos, documentos judiciales (sentencias), policiales (diligencias, sobre todo), cartas y documentos personales. Tuvimos la suerte de contar con la colaboración de algunos miembros de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado, que nos facilitaron el acceso a sus documentos. También obtuvimos algo de documentación del Archivo de la Fundación de los Benedictinos de Lazkao. Mientras se iba recogiendo información de cada atentado, se consultaba bibliografía que permitía contextualizar y completar los episodios concretos 183 y conocer mejor el tema. La información se completaba también con lo que nos contaban los entrevistados que habían vivido aquellos acontecimientos en primera persona, una fuente oral de primer orden y que veíamos que debía ser recogida con urgencia, pues de aquí a unos años no será posible preguntarles por lo que vivieron. El hecho de consultar tantas fuentes documentales y bibliográficas distintas y de recoger los testimonios de aquellos que vivieron los hechos de primera mano nos permitió cotejar historias, informaciones y detalles e ir tejiendo el relato más cercano a la verdad posible. Por otro lado, además de cuidar el trabajo con las fuentes, teníamos claro que era esencial cuidar la escritura, prestar atención al estilo manteniendo el rigor. Para ilustrar el planteamiento que seguimos en Relatos de Plomo resultan ilustrativas unas palabras que escribió Arcadi Espada sobre Gabriel García Márquez. Primero citaba un texto del escritor hispanoamericano: Antes de entrar en el automóvil miró por encima del hombro para estar segura de que nadie la acechaba. Eran las siete y cinco de la noche en Bogotá. Había oscurecido una hora antes, el Parque Nacional estaba mal iluminado y los árboles sin hojas tenían un perfil fantasmal contra el cielo turbio y triste, pero no había a la vista nada que temer. Maruja se sentó detrás del chófer, a pesar de su rango, porque siempre le pareció el puesto más cómodo. […] Después, Espada escribía: “Eran las siete y cinco de la noche en Bogotá”. Ésta, en el arranque, era la firma notarial del compromiso de Gabriel García Márquez con la verdad. Algo así como si dijera a los niños, y yo así se lo decía a los míos: “Mi precisión en este reportaje va a ser puramente ferroviaria”. De acuerdo. Todos estábamos fácticos y felices. Hasta que entraba resoplando la siguiente, como un borreguero: “Había oscurecido una hora antes, el Parque Nacional estaba mal iluminado y los árboles sin hojas tenían un perfil fantasmal contra el cielo turbio y triste, pero no 184 había a la vista nada que temer”. El compromiso ferroviario saltaba por los aires19. Nosotros, en Relatos de Plomo, hemos procurado mantenernos fieles a ese “compromiso ferroviario”, ser rigurosos, no añadir adjetivos ni moralejas, sino aportar todos los detalles posibles: los segundos apellidos, los nombres de las calles, los modelos y matrículas de los coches, las cantidades. Estábamos seguros de que es más eficaz un buen relato y de que, en este caso, la historia y los testimonios de los entrevistados hablaban por sí solos. Con ese objetivo, elaboramos un libro de estilo en el que se reglaba cómo recoger las citas textuales, qué criterios seguir para mayúsculas y minúsculas, cómo escribir determinados términos (como goma dos o goma 2 [en número]), el uso de tiempos verbales, las cursivas… El libro de estilo fue creciendo conforme trabajábamos y nos encontrábamos con casos concretos. A pesar del cuidado puesto en el trabajo con las fuentes y la escritura, el resultado final tuvo algunos errores, errores que son responsabilidad del investigador a pesar de ser inintencionados y difíciles de evitar. Parte de la responsabilidad social del investigador es reconocer esos errores y tratar de corregirlos. En Relatos de Plomo hubo algunos fallos derivados del uso de fuentes periodísticas: un apellido que estaba mal escrito en el periódico que se había tomado como fuente y que se reprodujo así en el libro, por ejemplo. Tras la publicación, hemos recibido llamadas para avisar de esas pequeñas erratas, como un error en el segundo apellido del párroco de un pueblo o un nombre mal deletreado. En esos casos, hemos anotado el error por si existe posibilidad de enmendarlo en futuras ediciones. Pero este tipo de llamadas no han sido las únicas que el equipo ha recibido. Algunas han sido de felicitación, mientras otras han sido quejas derivadas del contenido del libro, más que de erratas. La hija de un asesinado por ETA en 1984, cuya historia aparece en el libro, llamó a Gonzalo, el encargado de escribir la crónica de ese atentado. La mujer estaba molesta porque en el texto se hacía alusión a la pertenencia de su padre a Fuerza Nueva como una de las razones de su asesinato, pues así lo adujeron los 19 Arcadi ESPADA: «Dos primeras páginas». El Mundo. 26 de abril de 2014. 185 autores del crimen al ser detenidos. En este caso, por mucho que la divulgación de ese detalle provocara las quejas de la familia, el investigador era responsable de mantener esa información en la crónica, ya que forma parte de la historia, aunque resulte incómoda. El investigador, en este caso el equipo de investigadores, no solo es responsable de aquello que ha escrito, sino también de las consecuencias que provocan sus textos. La primera consecuencia directa de Relatos de Plomo ha sido la generación de un sentimiento de consuelo y reconocimiento en las víctimas, que en muchos casos se han visto escuchadas y reconocidas por primera vez, como ya he mencionado antes con el ejemplo de Francisco López González. Ese sentimiento de reconocimiento y consuelo tuvo picos en momentos como la presentación del primer tomo en el Palacio de Congresos y Auditorio Baluarte de Pamplona, donde se reunieron decenas de víctimas del terrorismo en Navarra y donde se les rindió un homenaje. Muchos de los asistentes se sintieron en ese momento parte de un grupo, se sintieron acompañados, comprendidos y agradecidos. Esos sentimientos han sido consecuencia directa del trabajo de investigación. No han sido pocas las víctimas que han dado las gracias al equipo por haber escuchado y contado su historia. Después de la de Baluarte en diciembre de 2013, ha habido otras presentaciones de la obra tanto en Navarra como en otras ciudades de España e incluso en el extranjero. Los actos de presentación celebrados en la Comunidad Foral fueron dos. El primero de ellos, el de Baluarte, tuvo dos consecuencias esenciales: sirvió de consuelo a las víctimas, a las que se homenajeó, y sirvió para que la prensa se hiciera eco del proyecto, lo que era esencial de cara al objetivo de divulgación de la obra. La segunda presentación se celebró en el Parlamento de Navarra. La elección del lugar ya dice mucho de las consecuencias de este acto: se reconoció a las víctimas su valor político, ese del que habla Joseba Arregi en El terror de ETA. La narrativa de las víctimas. Esto quedó más patente por la presencia entre los ponentes de Jean Paul Laborde, director ejecutivo de la Dirección Ejecutiva del Comité contra el Terrorismo de Naciones Unidas. Ese valor político se destacó también en las presentaciones en Madrid, en el Senado y en la sede del Ministerio del Interior, y en Bruselas, en el Parlamento Europeo. La obra también ha sido presentada en la sede de la Federación de Asociaciones de la Prensa de España, en diferentes ciudades españolas como León, 186 Soria, San Sebastián, Bilbao y Barcelona, y ante los reyes don Felipe y doña Letizia. Todo ese recorrido de presentaciones tiene repercusión en la visibilidad de la obra y, por tanto, la de la historia, y ha sido esencial en la tarea de divulgación posterior a la investigación. Como dice Gaizka Fernández Soldevilla, para evitar que nuestros trabajos queden enterrados en las bibliotecas. Dentro de esa tarea de dar visibilidad a la historia ha jugado un papel fundamental el documental para televisión producido tras la publicación de la obra en papel. El Gobierno de Navarra quiso completarla con un producto audiovisual que siguiera la línea y recogiera la esencia de los libros. El resultado, que fue producido por Navarra TV, fue un documental de hora y cuarto de duración que recoge los testimonios de varias de las víctimas entrevistadas ya en los libros. El día del estreno en Baluarte acudieron 500 personas a ver el documental. Cuando se emitió en la 2 de Televisión Española, a medianoche, tuvo 115.000 espectadores, un número muy superior a los 2.000 ejemplares publicados de cada tomo en papel. Además de que el documental reclama menos tiempo y esfuerzo por parte del público, no hay duda de que la fuerza emotiva de los testimonios es mucho mayor cuando son las propias víctimas las que los narran, con su voz y sus gestos. No hay duda de que este epílogo audiovisual a Relatos de Plomo ha conseguido darle más visibilidad y facilitar la divulgación de la historia. La segunda consecuencia directa del proyecto de Relatos de Plomo ha sido la puesta en marcha de investigaciones posteriores relacionadas. Por ejemplo, hace unos meses se ha presentado un informe sobre la situación de las víctimas del terrorismo en Navarra al nuevo Gobierno Foral, que acudió a Javier Marrodán de nuevo para pedirle que planteara y dirigiera ese proyecto. También se han puesto en marcha al menos dos tesis doctorales relacionadas. La primera, la de María Jiménez Ramos, una de las autoras de Relatos de Plomo, que investiga la contribución del testimonio de las víctimas del terrorismo, con sus nombres y apellidos, a la historia del terrorismo y a la percepción que de él tiene la sociedad. La segunda de esas tesis es la que estoy realizando yo. Me centro en la representación social de las víctimas de ETA en ámbitos como el cine, la literatura, la prensa, la Iglesia y las aulas en Navarra. Analizo el discurso que se transmite en diferentes productos culturales porque puede darnos mucha información sobre la imagen y la percepción del terrorismo y sus víctimas, ya que las 187 películas, los libros o la prensa influyen y al mismo tiempo reflejan las percepciones de la sociedad que los crea y los consume. Asimismo, Relatos de Plomo ha tenido como consecuencia un cambio en la percepción de la historia reciente de muchos navarros. Para algunos, esta obra ha sido la primera toma de contacto con una realidad desconocida hasta entonces. El terrorismo ha sido un tema tabú durante mucho tiempo, se ha evitado en las conversaciones domésticas y en las aulas. Por eso, muchos jóvenes no tienen la mínima idea de lo que ocurría en su tierra hace tan solo unos años. Ha habido varios de ellos que se han sorprendido al leer Relatos de Plomos y descubrir lo que ha estado ocurriendo en años no tan lejanos en sus lugares de origen. Un ejemplo de ello son los tres mensajes de Twitter que una alumna de la Universidad, natural de Málaga, escribió a Javier Marrodán el 6 de mayo de 2015. En ellos decía: “Perdone la hora, Javier. He compartido en fb [Facebook] el documental. Mi madre me ha pedido que lo quite, que no me meta en esas cosas (1)”. “Y que mejor no opinar porque su profesor de civil, asesinado en la puerta de su casa, tampoco opinó nada. Yo me he negado rotundamente (2)”. “Solo quería darle la enhorabuena y las gracias, pocas veces me atrevo a contradecir a mi madre ;)”. Pero los más jóvenes no han sido los únicos sorprendidos. Las generaciones anteriores fueron testigos de lo que ocurría, pero, según han comentado algunos, hasta que no han leído las páginas de Relatos de Plomo no han sido conscientes de la magnitud del problema y de aspectos como el abandono y la soledad que sentían las víctimas. Esta afirmación entronca con la idea de la eficacia “moral” que tienen ciertos relatos: conocer con detalle la historia concreta de alguien que ha sufrido la violencia puede cambiar la percepción o el juicio de algunos lectores sobre el terrorismo. Por todo lo anterior, se puede afirmar que tanto Relatos de Plomo como las investigaciones derivadas del proyecto tienen consecuencias en la construcción del relato y en la formación de la opinión pública sobre el terrorismo y que juegan un papel en esa “batalla del relato” que se está librando ya. 188 Conclusión Decía Kaspuscinski que “el verdadero periodismo es intencional, es decir, aquel que se propone algún tipo de cambio”. Y en ese sentido la historia también puede ser intencional, buscar un cambio en el presente que solo puede darse si se conoce el pasado. Pero esa intención no puede llevar al historiador a modelar la historia a su antojo, sino que debe llevarle a buscar y transmitir un conocimiento más profundo y más real de las cosas, a generar una historia que dé herramientas al ciudadano para comprender e interpretar el presente y actuar en él, para tomar decisiones más libres. Relatos de Plomo trata de dar a conocer la historia del terrorismo en Navarra, una historia con nombres y apellidos y sin adjetivos, para que los ciudadanos conozcan qué ha ocurrido, qué consecuencias ha tenido el terrorismo en la Comunidad Foral. Con ello, Relatos de Plomo trata de formar una ciudadanía crítica, capaz de tomar decisiones y difícil de engañar en este momento en que se está librando la “batalla del relato” de la que habla Florencio Domínguez. Pretende servir para valorar logros como la democracia, el reconocimiento a las víctimas o la resolución pacífica de conflictos y fortalecer determinados valores, como la justicia y la igualdad a través del conocimiento de lo ocurrido y de las historias concretas de los protagonistas. Para terminar, quisiera traer una cita de un artículo de Antonio Muñoz Molina que se publicó en El País el 21 de abril de 2012 bajo el título “Tiempo de contar”. En aquellas fechas, Relatos de Plomo estaba todavía en estado germinal y, cuando Javier Marrodán leyó estas líneas, pensó: “Muñoz Molina ha escrito esto para nosotros”. La cita dice así: “Hace falta levantar el gran archivo oral de todos los que han sufrido, los que han vivido para contarlo, los conocidos y los desconocidos, los iletrados y los filósofos, cada uno de ellos es depositario de una tesela en lo que será el gran mosaico de una historia monstruosa, y quizás también ejemplar”20. 20 Antonio MUÑOZ MOLINA: «Tiempo de contar», El País, 21 de abril de 2012. 189 Fechas claves: las celebraciones de 1714 y 1914 en la construcción del discurso público en Cataluña Paola Lo Cascio Instituto de Ciências Sociais, Universidade de Lisboa (ICS-UL) Resumen: Con la presente comunicación se quieren abordar las actividades de celebración de las dos efemérides de 1714, año de la victoria borbónica en la guerra de sucesión española y de 1914, año de la constitución de la Mancomunitat de Catalunya. En el marco de un renovado interés no sólo del mundo académico, sino también de la opinión pública catalana por estos dos acontecimientos y en una coyuntura política especialmente significativa –marcada por el auge del movimiento independentista y por la clara apuesta de las instituciones catalanas en este sentido– el objetivo es conducir una reflexión en torno al uso público de la historia y a la construcción de relato. En este marco, se analizará la manera en que la atención dedicada a estos acontecimientos se ha traducido en términos de discurso público. La cuestión del uso público e institucional de la historia en los procesos de construcción y consolidación de los estados-nación es un tema que ha ocupado el debate y la reflexión de un abanico amplio de científicos sociales, muchas veces desde perspectivas fecundamente multidisciplinarias y con enfoques distintos, a veces incluso encontrados. Sin embargo, y a pesar del vivo debate, hay un consenso generalizado sobre una premisa de fondo: la elección, significación y conmemoración de los acontecimientos del pasado juega un papel decisivo a la hora de fundamentar la narrativa sobre la identidad nacional como elemento de consolidación institucional, como han demostrado 191 Universidad de Castilla~La Mancha Departamento de Historia. Área de Historia Contemporánea Edificio Benjamín Palencia | Campus Universitario s/n | 02071 Albacete Email: [email protected] | www.ahistcon.org | historiadores y estudiosos del fenómeno nacional de distinto signo, y con distintas posiciones.1 Sin embargo, el caso que ocupa las páginas de esta contribución, que tiene en cuenta un proceso específico –en concreto el uso público de la historia por parte de las instituciones catalanas en la coyuntura política del crecimiento del movimiento independentista– acontece en un marco peculiar, por diferentes razones. En primer lugar, por las propias características del fenómeno analizado: el crecimiento de la reivindicación independentista ha sido rápido y concentrado en torno a una coyuntura de crisis económica y social de carácter continental. De esta forma, la apelación a los contenidos nacionales clásicos –ligados a un pasado común-, han sido sólo una parte de la sustancia del argumentario del movimiento, juntamente a elementos de tipo económico, o de radicalización democrática2 . En segundo lugar, porque en España en general y en Cataluña también –aunque en manera distinta–, el uso de la historia como elemento de consolidación de la identidad nacional como base para la consolidación de realidades institucionales ha sido, por razones obvias, siempre problemático. La Transición a la democracia sorteó la dificultad de tener que contar con un pasado reciente inutilizable por divisivo, proyectando los elementos de identificación en el futuro y fundamentando los vínculos de cohesión cívica en la promesa de una mejora venidera (democrática, social, económica…)3. En tercer lugar, porque el proceso independentista –y su traslado a la esfera institucional, en el momento en que un gobierno de la Generalitat a mayoría nacionalista hizo de ello su eje de actuación principal, a partir de 2012–, se desarrolló después de una experiencia política en la cual las más importantes instituciones catalanas habían 1 Ernst GELLNER: Nations and nationality, Oxford Basic Blackwell, 1983; Eric J. HOBSBAWM y Terence RANGER: La invención de la tradición, Barcelona, Crítica. 2002; Benedict ANDERSON: Imagined communities: Reflections on the origin and spread of nationalism, Verso Books, 2006; Michael BILLIG: Banal nationalism, London, Sage, 1995; Stefan BERGER: “The power of national pasts: writing national history in nineteenth-and twentieth-century Europe”, en Stefan BERGER (ed.): Writing the Nation, Palgrave Macmillan UK, 2007, p. 30-62. Sobre este punto, véase Josep Mª ANTENTAS: “La indignación, tras la explosión inicial. El 15M en Catalunya durante 2012”, Anuario del conflicto social (2013), 1.1; Justo BERAMENDI: “Cataluña y el derecho a decidir, Ayer , 99 (2015), pp. 267-280. 3 Paola LO CASCIO: ”The nation of prosperity: difficult memories, possible futures. The debate on the EEC during the Spanish transition (1975-1986)”, en Francis DÉMIER y Elena MUSIANI: Les nations européennes entre histoire et mémoireXIXe-XXe siècle, Paris, Presses Universitaires de Paris Ouest, 2016. 2 192 estado lideradas por fuerzas diferentes y en la cual las referencias a la historia como elemento de cohesión de la identidad nacional habían sido de menor intensidad y se habían armonizado –de forma más o menos conflictiva4–, con un mayoritario sentimiento de pertenencia plural de la población y, en todo caso nunca se habían vinculado a un objetivo político directo. En cuarto lugar, no hay que descuidar el contexto general –sobre todo a partir de la crisis de 2008– que ha comportado a la vez la superación del marco del estado nacional como ámbito de toma de decisiones5 y una oscilante respuesta de la población, entre la inevitable fragmentación identitaria provocada por la globalización y el retorno a paradigmas considerados más tradicionales, y por ello, más seguros. Y, finalmente, hay que tener en cuenta la peculiaridad de la situación institucional catalana de después del franquismo, así como su coyuntura específica en 2014. A pesar de la importancia de la Generalitat –en términos de competencias, de recursos e incluso en la capacidad de generar un imaginario colectivo-, ésta insertada en la realidad institucional del estado español, que a su vez –y sin entrar en el debate sobre la débil o fuerte nacionalización española6 - dispone de competencias, recursos y capacidad de generar imaginarios colectivos. En este sentido, y utilizando el lenguaje de Billig, se podría decir que Catalunya es hoy en día sólo parcialmente una nación establecida, en el sentido que dispone sólo de una parte de los recursos propios de un estado y puede sólo parcialmente poner en marcha los mecanismos del llamado nacionalismo banal, entendido este como el conjunto de prácticas orientadas a remarcar de forma indirecta, no siempre explícita, la pertenencia a una comunidad nacional 7, con el objetivo de mantener una situación institucional consolidada. Al contrario, en la coyuntura analizada, las instituciones catalanas más importantes ambicionan a transitar hacia la construcción de un estado -es decir a superar la situación institucional vigente-, 4 Sobre este punto, el último capítulo de Jordi AMAT: El llarg Procés, Barcelona, Tusquets, 2015 Keinichi OMAHE: El próximo escenario global. Desafíos y oportunidades en un mundo sin fronteras. Madrid, McGraw-Hill, 2008. Y Elfie REMBOLD, Peter CARRIER: “Space and identity: constructions of national identities in an age of globalisation”. National Identities, 13.4 (2011), pp. 361-377. 6 El debate empezó con Borja DE RIQUER I PERMANYER: “La débil nacionalización española del siglo XIX”. Historia social, 20 (1994), pp. 97-114 y ha tenido a lo largo de las últimas dos décadas un desarrollo significativo. Para una buena panorámica de una parte sustantiva de ella Ferran ARCHILÉS CARDONA: “¿Quién necesita la nación débil? La débil nacionalización española y los historiadores”. En: Usos públicos de la Historia: Comunicaciones al VI Congreso de la Asociación de Historia Contemporánea Zaragoza, Institución Fernando el Católico, 2002. p. 302-322. 7 Kathryn CRAMERI: “Banal catalanism?”. National Identities, 2.2 (2000), pp. 145-157. 5 193 y por ello apuestan por plantear –valga la expresión– un “nacionalismo excepcional”, capaz de conquistar el centro de la escena. Con estas salvedades se procederá al análisis de la manera en que las principales instituciones del país han conmemorado en Cataluña en 2014 dos efemérides importantes: el tricentenario de la guerra de sucesión española (y, en particular, el sitio y derrota de Barcelona de 1714) y el centenario de la constitución de la Mancomunidad de Catalunya, el primer órgano de autogobierno contemporáneo catalán, constituido en 1914 bajo el liderazgo del regionalista conservador Enric Prat de la Riba. Se analizarán pues las actividades institucionales, y las principales iniciativas académicas y bibliográficas realizadas al amparo de la conmemoración oficial. Las preguntas a las cuales esta contribución quiere intentar empezar a responder tienen que ver con las características propias de las dos celebraciones, con los actores institucionales que las han impulsado, con su alcance y con los registros elegidos para su divulgación entre la población. En definitiva, se trazará un intento de aproximación a la manera en la cual estas efemérides –y sobre todo la significación que los actores que han impulsado su celebración les han querido dar–, se han insertado en el discurso público de los últimos años en Cataluña. El tricentenario, pop La celebración de los trescientos años de la derrota de las tropas catalanas aliadas del archiduque Carlos en el sitio de Barcelona, a mano de las tropas borbónicas ha tenido un carácter decididamente orientado a la mitificación de la efeméride en sí, con una reducida, o en todo caso diversificada, atención a la reconstrucción de los hechos históricos concretos. Con ello se quiere decir que en cierta manera con el 1714 por parte de las instituciones (y en particular por parte de la Generalitat de Catalunya y del Ayuntamiento de Barcelona) hubo una decidida apuesta de resignificación de la fecha, desligandola de su contexto histórico concreto para convertirla en un elemento claramente simbólico y vinculado a la situación política de la actualidad. En conjunto, según informaciones aparecidas en la prensa, las dos administraciones más importantes del país invirtieron de forma directa un total de más 194 de tres millones de euro en el conjunto de las celebraciones 8. De manera sorprendente, la inversión más alta correspondió al Ayuntamiento de Barcelona –con aproximadamente 2,5 millones de euros, que englobaban también las obras de remodelación del mercado del Born (que no el conjunto de las obras de excavación de los restos arqueológicos, que ascendieron a 84 millones) , verdadero Km 0 de las celebraciones–, que durante el mandato del primer alcalde convergente de la ciudad, Xavier Trias, hizo de la efeméride uno de los ejes programáticos del primer (y hasta la fecha último) gobierno nacionalista de la ciudad desde la restauración de las libertades políticas municipales en 1979, que empezó su andadura en 2011. La Generalitat, que también había vuelto en 2010 a un gobierno de CiU (a partir de 2012 con el apoyo de ERC), aunque optara por una inversión más contenida, también decidió emplear a fondo sus recursos con un programa de celebraciones que ha contado con más de 1700 actividades, 22 de ellas en el extranjero. Las dos comisiones delegadas para la organización del programa de celebraciones, integradas por distintas personalidades compartían un rasgo común muy significativo. Ambas estuvieron presididas por figuras en cierta manera sorprendentes: en el caso del Ayuntamiento de Barcelona por Antoni Soler, historiador, periodista y creador del popular programa de satira política de la televisión autonómica “Polònia”; y en el caso de la Generalitat, Miquel Calzada (conocido en los años 90 con el nombre de Mikimoto), periodista, empresario de la comunicación (fundador del grupo radiofónico Flaix) y actualmente conductor del exitoso, Afers Exteriors, un programa –también emitido por TV3- de reportajes sobre paises del mundo construido a partir del relato y de la entrevista a catalanes allí establecidos. La opción para un enfoque divulgativo de la celebración ha sido clara, dirigiéndose al público general, de ninguna manera seleccionado por sus intereses hacia la historia. Es todavía consultable en línea9 un breve video alojado en la página web dedicada por el anterior ayuntamiento de Barcelona al Tricentenario y titulado “Salutació dels comissaris”, rodado en la plaza Sant Jaume de Barcelona (en donde se “Miquel Calçada defensa els tres milions d'euros pel Tricentenari”, Nació Digital, 10 de enero de 2014, disponible en: http://www.naciodigital.cat/noticia/63589/miquel/calcada/defensa/tres/milions/euros/tricentenari (última consulta: 25 de mayo de 2016) 9 Salutació dels comissaris http://tricentenari.bcn.cat/es/node/13 (última consulta: 25 de mayo de 2016) 8 195 encuentran uno delante del otro el edificio del Ayuntamiento y el Palau de la Generalitat), en el cual Calzada y Soler –rigurosamente sin corbatas–, salen respectivamente del palacio de la administración autonómica y del consistorio de la capital catalana se estrechan la mano y, con un lenguaje muy coloquial, explican que son los encargados de coordinar las actividades de conmemoración y que, por ello, piden explícitamente la participación de la ciudadanía . Con la expresión utilizada en la misma página web a guisa de presentación de las actividades, el Tricentenari era concebido como una "conmemoración ciudadana que servirá para redescubrir la ciudad del siglo XVIII, para entender la dimensión de los hechos y relacionarlos con la realidad presente y las expectativas de futuro". De entrada, tres elementos pues enmarcan la opción conmemorativa de 1714 por las autoridades catalanas. En primer lugar, la apuesta por confiar en liderazgos visibles –concretamente mediáticos-, para las iniciativas institucionales, capaces de interpelar la población, comprometerla y movilizarla con lenguajes y maneras de acercamiento propias de los medios de comunicación de masas. En segundo lugar una explícita apuesta de de-historicización de las celebraciones con un enfoque claramente presentista. Cabe recordar que el 2014 ha sido (con la celebración de la consulta del 9N como momento álgido) el momento más dulce de simbiosis entre el movimiento independentista y las instituciones catalanas (de la Generalitat y del Ayuntamiento de Barcelona), lideradas por partidos nacionalistas. En tercer lugar, como se verá al analizar el calendario de las actividades propuestas, el hecho de que el conjunto de las actividades de planteó como una homogénea operación cultural con más dimensiones, concebida para propagarse en diferentes canales, desde la radio y la televisión autonómica hasta las actividades presenciales en el más recóndito de los municipios de Catalunya. Una apuesta clara de construcción y cristalización de referentes vinculados a los conceptos de soberanía y libertad, activo en un doble sentido: desde las instituciones hacia la sociedad y viceversa, intentando reglar y formalizar un sustrato de significaciones especialmente activo en la sociedad en una coyuntura determinada. En el caso del Ayuntamiento de Barcelona, la agenda de actividades ha sido especialmente rica. Inauguradas con un espectáculo teatral (L'auca del Born, sobre la vida cotidiana de los habitantes del barrio de la Ribera en 1714) en el recién estrenado 196 espacio expositivo del Born en el septiembre de 2013, las celebraciones se extendieron a lo largo de más de un año. Justamente el espacio del antiguo mercado general, recuperado para la ciudad después de años de obras, sería un epicentro de las celebraciones. En su interior se inauguraron dos exposiciones, una, de carácter permanente, dedicada a los restos descubiertos durante las obras de remodelación y dedicada a la vida cotidiana de Barcelona en el siglo XVIII, comisariada por Albert Garcia Espuche, que aún hoy se puede visitar, y otra de carácter temporal, dedicada en cambio al sitio de Barcelona de 1714. Esta última propuesta, titulada significativamente Fins a aconseguir-ho! El setge de 1714 (Hasta conseguirlo! El sitio de 1714)", estuvo organizada por el abogado y escritor Quim Torra –posteriormente presidente de Òmnium Cultural, una de las dos grandes organizaciones independentistas de la sociedad civil, juntamente a la Assemblea Nacional Catalana- y por Francesc Xavier Hernàndez, historiador y director del Departamento de Didáctica de las Ciencias Sociales de la UB10. En el material de promoción de la exposición es posible rastrear claramente el mensaje que acompañaba de manera explícita la exposición: El título de la exposición “Hasta Conseguirlo!” figuraba en la bandera del regimiento de Guardias Catalanes. Expresa muy bien el esfuerzo en la lucha de los catalanes para defender y acrecentar las libertades, y es también un lema que trasciende la temporalidad y nos liga con un presente en el cual las libertades, como entonces, continúan siendo el objeto y el sujeto de la historia. Las actividades previas al inicio de 2014 continuaron imbricándose -o mejor dicho copando- el ritmo de las celebraciones ordinarias de la ciudad: la edición de las fiestas de la Mercé de 2013 recibió una influencia muy fuerte en este sentido, adaptando las actividades tradicionales de la fiesta (el piromusical, la cabalgada de Gegants, el correfoc...) a la temática de 1714. Realmente, la labor del Ayuntamiento fue impresionante: un total de 391 actividades promovidas a lo largo de los 13 meses en que duró la celebración. De ellas, 10 La exposición fue posteriormente cerrada en abril de 2016 por el nuevo consistorio en el cargo desde 2015. El comisionado de Memoria del Ayuntamiento, Ricard Vinyes, declaró que con la medida se buscava “optimitzar” el espacio expositivo. Véase Clara BLANCHARD: “Colau quiere replantear un Born centrado en la derrota de 1714”, El País 22 de enero de 2016. 197 43 correspondieron a exposiciones; 25 a representaciones de arte escénico; 47 a conciertos; 123 a conferencias; 10 a congresos; 25 a actividades literarias; 17 a audiovisuales; 45 a itinerarios; 9 a premios y homenajes; 22 a caracterizaciones festivas; y 25 a actividades no clasificadas. El grueso de ella se desarrolló en el distrito de Ciutat Vella y un 53% de ellas fueron organizadas por entidades privadas de diferente tipos11. Un dato extremadamente interesante que aparece en la memoria de actividades es aquello que hace referencia a los públicos a los cuales se dirigieron las actividades: por delante y con mucha diferencia se situaba el publico general, con un 68%; seguido por el especializado y el universitario (ambos con un 11%); por el familiar con un 8% y el escolar con un 2%. Se cumplía, en este caso lo que había deseado el mismo Toni Soler en su "salutación": el tricentenario había sido, para el Ayuntamiento de Barcelona una celebración pensada sobre todo para el grueso de la población, como un macroscópico ejercicio de cultura nacional-popular. Si se para la atención a la clasificación de las actividades adoptada por la misma organización, para los objetivos de este estudio parecen especialmente interesantes las actividades englobadas en las categorías "Historia", y "Diálogos". Bajo la primera epígrafe estén recogidos todas las actividades directamente relacionadas con la realidad de 1714. En este sentido, y además de las dos exposiciones ya citadas, una tercera, titulada significativamente "la apuesta catalana", que recorrería varios distritos de la ciudad intentaría explicar las razones que llevaron a situarse del lado austriacista, y una cuarta, en cambio estaría dedicada al mundo del siglo XVII12. También fue organizado un congreso sobre el tratado de Utrecht, en el cual participaron especialistas de renombre internacional. El título aquí también proporciona indicaciones importantes en torno al planteamiento interpretativo propuesto: " Els Tractats d’Utrecht. Clarors i foscors de la pau. La resistència dels catalans» . También fueron organizadas nueve conferencias –cuyo coordinador fue el escritor y historiador Enric Vila- en torno a personajes significativos de la realidad de 1714 ("Els herois de 1714"). Semblanzas ofrecidas por historiadores especialistas, acompañados de dirigentes políticos (la práctica totalidad de ellos –con la excepción del 11 La Memoria de actividades es disponible en línia: http://memoriatricentenaribcn.bcn.cat/ (último acceso: 25 de mayo de 2016) 12 El món de 1714, del 20 de diciembre de 2013 al 28 de septiembre de 2014. MUHBA 198 ex socialista Joaquim Nadal-, perteneciente a las fuerzas políticas independentistas) e historiadores. Dos exposiciones más, sobre el 11 de septiembre13 –una de carácter general y otra, más específica de carácter fotográfico, a partir de los fondos del Arxiu Fotogràfic del Ayuntamiento de Barcelona14-, completarían el conjunto de las actividades directamente relacionadas con la efeméride. En general se pueden definir tres elementos comunes a estas actividades. En primer lugar la voluntad de identificar la situación política e institucional de 1714 como el pródromo de una posible existencia de un estado-nación de los catalanes que dejaría de existir por la fuerza de las armas borbónicas. En segundo lugar, la priorización de las actividades de divulgación, orientadas al público general. Y en tercer lugar, la clara opción para vincular la realidad de 1714 con la actual, ya fuera a través de la participación de dirigentes políticos o bien del propio planteamiento interpretativo propuesto. En este sentido, resulta especialmente interesante también analizar el programa de las actividades categorizadas como "Diálogos", que –como recoge la memoria de actividades, ambicionaba a reflexionar "sobre el present i el futur de la identitat, la diversitat, els drets individuals i col·lectius i els factors que els amenacen. Un diàleg sobre «Viure Lliure», un lema que resumeix una aspiració universal que intel·lectuals de prestigi d’arreu del món han portat més enllà dels nostres referents i la nostra identitat"15. Las actividades se sustanciaron fundamentalmente en conferencias sobre temas de diferentes tipos, mucha de ellas centradas otra vez en la soberanía entre 1714 y 2014, o en la lengua la cultura y la realidad social catalana. Sin embargo, dos actividades sobresalen de manera evidente. Una fue el ciclo de conferencias coordinados por la popular periodista Mònica Terribas sobre la tensión entre soberanía e identidad y mercados financieros en Europa, en el cual participaron intelectuales de prestigio como Zygmun Baumann o Saskia Sassen o también Samir Naïr. Y una segunda, 13 300 ONZES DE SETEMBRE. 1714-2014, MHC, Del 14 de marzo al 28 de septiembre de 2014. A PROPÒSIT DE L’11 DE SETEMBRE Del 13 de junio al 18 octubre de 2014. Arxiu Fotogràfic de Barcelona 15 http://memoriatricentenaribcn.bcn.cat/ (último acceso: 25 de mayo de 2016) 14 199 aparentemente de más reducido alcance, del popular escritor Albert Sánchez Piñol, autor de Victus, la novela histórica dedicada al sitio de Barcelona de 1714, verdadero bestseller. El "Diálogo", titulado "1714-2014: els catalans sabem guanyar?", vio la participación del comisario Soler y del escritor y vio la participación nada despreciable de casi 800 personas. En el caso de los diálogos pues se reforzaban las mismas líneas argumentales adoptadas para el conjunto de las celebraciones, quizás de forma todavía más acusada: la voluntad de marcar explícitamente un paralelismo entre los momentos históricos de 1714 y 2014. La Generalitat también promovió un denso programa de actividades de celebración, bajo el lema "Erem. Som. I serem"16. El marco de significados que la acción de la institución quería promover con ellos quedaba reflejado en las palabras del comisario Miquel Calzada, que una vez acabadas las celebraciones hacía un balance afirmando: El mandat parlamentari era clar –recuperar i divulgar la memòria de la Guerra de Successió– i calia donar-li compliment, amb tot el rigor possible. Tanmateix, davant nostre s’obria també l’oportunitat de portar aquesta commemoració molt més enllà per satisfer els anhels del conjunt de la ciutadania. En aquest sentit, vam obrir el focus per tal de no parlar només del nostre passat, sinó també del nostre present però sobretot, del nostre futur. Amb el Tricentenari hem volgut fer evident el contínuum de la catalanitat, aquest fil invisible que relliga allò que érem, el que som i el que serem. Si els fets de 1714 són el relat d’una resistència heroica a un setge de catorze mesos, aquests últims tres-cents anys són un heroisme col·lectiu no menor: el de la persistència en la defensa, contra tot pronòstic, de la nostra identitat. Una identitat que lluny de desaparèixer, tres segles després, ens projecta al món i cap al futur com mai abans. 16 La memoria de actividades, que incluye los datos y los textos aquí citados, es disponible en línea: http://presidencia.gencat.cat/web/.content/ambits_actuacio/commemoracions/memories_commemoracion s/memoria_tricentenari.pdf (último acceso: 25 de mayo de 2016) 200 La identidad –y la lucha para su supervivencia– otra vez estaban al centro de la significación de la efeméride, así como el vínculo con la situación política del momento. Este parece ser la intencionalidad explícita de la acción de las autoridades, como se puede desprender de las palabras de Artur Mas en la presentación institucional de la memoria de actividades: Si Catalunya fos una nació més en el concert de les nacions lliures del món, ningú hagués qüestionat en cap cas ni el dret ni l’oportunitat de commemorar aquesta efemèride. Com que no ho som, encara, no només ha estat oportú, sinó absolutament necessari. (…) La casualitat ha volgut que Catalunya afronti, tres segles després, un nou moment decisiu, com en aquell llunyà i fatídic 1714. La diferència, i ara ho sabem, és que aquesta vegada estem en disposició de guanyar. Les semblances i els paral·lelismes entre els dos episodis són evidents. Sortosament, les bales i els canons han estat substituïts per les urnes i les paperetes i les nostres esperances, en aquest context, no són pas balderes. El discurso político es claro y lineal, codificado por el máximo representantes de las instituciones : el 1714 representaba una derrota que ahora, justo trescientos años más tarde se podía revertir. Siguiendo este hilo argumental, la conmemoración de los hechos de la guerra de sucesión había tenido unas finalidades concretas: Commemorar. Fer present al conjunt del país la rellevància d’uns fets de la nostra història i una manera de ser i entendre’ns com a poble. Cohesionar. Aglutinar la societat catalana al voltant d’un projecte col·lectiu de futur. Reimaginar. Dibuixar possibles escenaris per reflexionar sobre el futur, per impulsar una visió ambiciosa en l’àmbit polític, social, tecnològic i econòmic del país. Projectar. Augmentar la presència de Catalunya en el món i el coneixement de la seva realitat diferenciada, cercar el reconeixement de la seva identitat com a país modern amb una cultura pròpia i donar a conèixer Catalunya i la seva realitat diferenciada al món de manera directa i sense intermediaris 201 Organizadas en siete ejes temáticos (actos institucionales, cultura, economía, pensamiento, actividades festivas, proyección internacional), a lo largo de todo 2014, la Generalitat de Catalunya organizó directamente centenares de actos a lo largo y a lo ancho del territorio catalán y también en el extranjero y, sobre todo, dio apoyo a casi un total de dos mil de ellos, organizados por las más diversas instituciones incluyendo exposiciones congresos, conferencias, conciertos...). Una de las actividades que tuvo más repercusiones fue organizada por el Centre d’Història Contemporània de Catalunya i la Societat Catalana d’Estudis Històrics con el apoyo de la Generalitat. Se trató de un simposio de historia contemporánea, tutulado «Espanya contra Catalunya: una visió històrica (1714-2014)». Se celebró en Barcelona en diciembre de 2013 y congregó sobre todo historiadores, pero también economistas, juristas sociólogos y lingüistas de prestigio, entre ellos Josep Fontana, encargado de abrir los trabajos. En realidad, un repaso a las ponencias presentadas y publicadas posteriormente en un volumen que relegaba el polémico título del Simposio a la posición de subtítulo, desvelan un panorama de contribuciones que no difiere de forma sustancial de lo que se pueda encontrar en otras iniciativas académicas. Es más, algunas de ellas, empezando por la misma lección inaugural de Fontana17, pero también las ponencias de Jordi Casassas18 sobre la represión cultural, o de Agustí Colomines19 sobre las relaciones entre catalanismo y construcción del estado liberal en el siglo XIX, o de Jordi Maluquer20 sobre el papel económico de Cataluña en la historia contemporánea española, o de Antoni Furió21 y Sebastià Serra22 –que ensanchan la mirada, respectivamente al País Valencià y a las Islas Baleares–, parecen insertarse en los debates historiográficos hoy en día especialmente vivos, de manera especialmente Josep FONTANA: Espanya i Catalunya: tres cent anys de historia”, en Jaume SOBREQUÉS (Ed.) Vàrem mirar ben al lluny del desert. Actes del Simposi “Espanya contra Catalunya: una mirada histórica (1714-2014)” Barcelona, Generalitat de Catalunya, 2015, pp.33-51. 18 Jordi CASASSAS: “Contra l’ànima d’un poble. La repressió cultural: unes consideracions generals” en Jaume SOBREQUÉS (Ed.) Vàrem mirar ben al lluny…cit pp.257-275 19 Agustí COLOMINES: “La construcción de l’estat liberal espanyol i el catalanisme” en Jaume SOBREQUÉS (Ed.) Vàrem mirar ben al lluny…cit pp.75-109 20 Jordi MALUQUER: “La industria catalana com a motor de la economía española” en Jaume SOBREQUÉS (Ed.) Vàrem mirar ben al lluny…cit pp.223-237 21 Antoni FURIÓ: “Construint Espanya, construint l’Estat, en contra del País Valencià. L’abans i després de la Nova Planta” en Jaume SOBREQUÉS (Ed.) Vàrem mirar ben al lluny…cit pp.411-435 22 Sebsatià SERRA: “Les polítiques de l’Estat espanyol enfront els projectes d’autogovern de les Illes Balears” en Jaume SOBREQUÉS (Ed.) Vàrem mirar ben al lluny…cit pp.389-410 17 202 fecunda. Lo que creó polémica, e hizo disparar la popularidad de una iniciativa que no hubiera traspasado las fronteras del debate académico, fue el título de la iniciativa –que generó un amplio debate en la prensa, tanto en Madrid 23como en Barcelona24– así como las vicisitudes ligadas al programa de los trabajos. Cabe destacar que el mismo Josep Fontana dijo que desconocía, en el momento en que aceptó participar en los trabajos, el título escogido por los organizadores. Y hay que recordar también que el programa sufrió alteraciones importantes justamente porque considerado polémico: en la primera circular del congreso aparecía por ejemplo una ponencia sobre la "inmigración como factor de desnacionalización" que posteriormente desapareció, así como una división en ámbitos de trabajo que los conceptualizaba como distintas vertientes de una misma "represión", que finalmente desapareció también de la versión final del programa25. Más allá de todo, lo que parece más significativo es cierta distancia que se pueda apreciar entre el planteamiento institucional de la iniciativa y su contenido académico, siendo el segundo –primando una cierta intencionalidad de espectacularización- en riesgo de ser ocultado por el primero. El simposio acabó capitalizando la atención de los medios también porque PP, C'S y UPyD llevaron una denuncia a la fiscalía acusando la reunión científica de promover "el odio", que finalmente no tuvo consecuencias mayores. Pero sin duda el simposio acabó generando un caso, más político que académico y tuvo su producto editorial: el historiador Jaume Sobrequés i Callicó -organizador del evento-, publicó un libro sobre las vicisitudes de aquella tan sonada actividad académica26. Las acciones institucionales del Ayuntamiento de Barcelona y de la Generalitat de Catalunya permitieron también la publicación de varias obras dedicadas de forma directa o indirecta al 1714. En este sentido, se pueden encontrar volúmenes de vario 23 El diario de ABC titulaba en toda la portada del dia del inicio del congreso "Las mentiras del nacionalismo catalán", ABC, 12 de diciembre de 2013. 24 José Ángel MONTAÑÉS: “Historiadores y expertos critican el maniqueísmo de un congreso envenenado”, El País, 11 de diciembre de 2013 http://politica.elpais.com/politica/2013/12/11/actualidad/1386793932_804588.html (último acceso: 25 de mayo de 2016) 25 Aquí es possible consultar la primera versión: http://chcc.gencat.cat/web/.content/0web_aec_chcc/chcc/espanya_contra_catalunya.pdf y aquí, la definitiva: http://www.iec.cat/activitats/documents/PROGRAMA%20SIMPOSI%203a%20circular.pdf (último acceso: 25 de mayo de 2016) 26 Jaume SOBREQUÉS I CALLICÓ: Espanya contra Catalunya: crònica negra d'un simposi d'història. Barcelona, Base, 2014. 203 tipo, que se ocupan de la vida cotidiana de Barcelona o de aspectos específicos del sitio, pero también algunas obras que recogían aspectos más amplios, muchas veces enlazados con el presente27. Entre las celebraciones institucionales también cabe hacer mención de la tarea llevada a cabo por la radio y la televisión pública, que se implicó a fondo: desde la cobertura de los actos celebrativos más importantes hasta la producción de programas especiales, como un episodio del popular programa de sátira Polònia, integralmente dedicado a la efeméride del 11 de septiembre28. En definitiva, las más importantes instituciones catalanas, habían promovido una operación cultural de cierta envergadura, dotada de coherencia interna. Una propuesta que, vehiculada a través de una clara apuesta divulgativa y popular, incorporaba al discurso institucional dinámicas discursivas propias de movimientos reivindicativos no institucionalizados, con el objetivo explícito de sumar efectivos a un proyecto político determinado, y que se quería consolidar como hegemónico. Para ello, la narrativa de resistencia y liberación que se derivaba de la mitificación de 1714, constituía el precedente perfecto para una ofensiva reivindicativa que plantaba sus raíces en la situación política actual y funcionaba como proveedora de significados y referentes para el debate político más inmediato. El centenari de la Mancomunitat, o de la frialdad de la modernidad La atención dedicada al centenario de la Mancomunitat de Catalunya no fue ni de la misma envergadura, y sobre todo, de las mismas características que las de 1714. Para empezar, el grueso de las conmemoraciones se confió a la Diputación de Barcelona, en colaboración con las otras tres diputaciones catalanas. Como es notorio, las instituciones provinciales, disponen de importantes cantidades de recursos, pero tienen una proyección frente a la opinión pública infinitamente menor de la que puedan tener la Generalitat de Catalunya o el mismo Ayuntamiento de Barcelona. 27 El listado se puede consultar en http://memoriatricentenaribcn.bcn.cat/ (último acceso: 25 de mayo de 2016) 28 El episodio, emitido el 24 de junio de 2014 se puede aún visionar en: http://www.ccma.cat/tv3/alacarta/polonia/polonia-1714/video/5140411/ (último acceso: 25 de mayo de 2016) 204 En segundo lugar no hay que olvidar que en su día la Mancomunidad fue la institución común formada justamente por la unión administrativa de las cuatro Diputaciones provinciales catalanas. En este sentido, la celebración de la efeméride tuvo un carácter también corporativo, ligado a la propia institución. Que la apuesta fuera radicalmente diferente en recursos invertidos pero también en objetivos últimos, lo revela también la opción por confiar a un comisario interno, Xavier Forcadell i Esteller, coordinador general de la Diputación de Barcelona el conjunto de las actividades conmemorativas. La trayectoria profesional y pública de Forcadell demuestra sobradamente su carácter técnico, todo interno a la administración: doctor en Derecho (acababa su tesis justo durante los meses de las celebraciones), especializado en temas de administración local, es funcionario de carrera, formado en la Escola de Administració Pública, la institución fundada justamente durante los años de la Mancomunitat y restaurada (esta vez al amparo de la Generalitat de Catalunya), en 1987. Por otro lado, las palabras de presentación que prologan la Memoria de Actividades del centenario29, de los mismos máximos representantes de la Diputación de Barcelona (Salvador Esteve hasta 2015 y Mercè Conesa a partir de 2015), refuerzan el planteamiento apuntado. En ellas se incide mucho en la realidad histórica de aquella experiencia administrativa, capaz –a pesar de la difícil coyuntura del momento y de la escasez de recursos materiales y políticos- de poner en marcha una institución de autogobierno eficaz y extremadamente moderna. Este último aspecto, la modernidad (presentada incluso como un antídoto a la “vieja política” de la etapa de la Restauración) sea quizás el elemento más destacado de la significación global otorgada a la celebración. No faltarán, en los distintos discursos institucionales analizados referencias a la capacidad de la Mancomunitat de funcionar, en su día, como elemento de “vertebración nacional”, pero más allá de alguna que otra breve referencia al “momento excepcional” vivido por el país en 2014, no hay más rastros de una vinculación directa a la situación política de 2014, al menos en el sentido de una mención explícita al proceso independentista30. 29 DIPUTACIÓ DE BARCELONA Memòria de la Commemoració del centenari de la Mancomunitat de Catalunya, Barcelona, 2015 30 Ibid. p.5 205 Las conmemoraciones se desarrollaron desde finales de 2013 y se prolongaron durante todo el 2014, a con alguna actividad realizada también en 2015. Los ejes escogidos para la organizaciones de las actividades fueron seis, sobre la base de una clasificación descriptiva y funcional: institucional; expositivo; divulgativo; académico, comunicativo, y de continuidad. Al primero correspondieron iniciativas de diverso tipo, la mayoría de ellas orientadas a presentar las actividades previstas en las distintas provincias catalanas. Sólo una conferencia, organizada en el marco de la Universitat d’Estiu de Prada de Conflent y titulada “De la Mancomunitat al nostres dies, construint estructures d’estat” enlazaba, aunque fuera de forma indirecta, con el debate actual. Sin embargo las referencias eran austeras y en cierta manera del todo posibilistas y lejanas de ciertos excesos retóricos. El presidente de la Diputación de Barcelona, por ejemplo afirmaba: “com fa cent anys, hi ha una voluntat d’avançar col·lectivament, confrontada a una estructura estatal que no veiem satisfactòria”, porque, decía “més o menys lluny del model o ideal de cadascú, volem un Estat que puguem sentir plenament propi i que funcioni millor”31. El segundo eje, el expositivo, repasó, con diversas propuestas, muchos de los aspectos clave de la obra de gobierno de la institución que en su día fue liderada por Prat de la Riba i Puig i Cadafalch: desde la red de bibliotecas a la carreteras, la educación, la red de comunicaciones, la lengua, la arquitectura. También fueron objeto de exposiciones específicas las realizaciones de las instituciones en las distintas demarcaciones territoriales. Sin embargo, pero la iniciativa de más calado fue la exposición realizada en el CCCB de Barcelona L’inici del demà. La Mancomunitat de Catalunya 100 anys, que condensaba en una única propuesta el conjunto de los ejes de actuación de la institución. El tercer eje, el divulgativo consistió en la realización de un rico abanico de actividades que incluyeron conferencias realizadas en instituciones locales, de temática variada pero siempre vinculada a la historia de la institución, y a sus protagonistas más destacados (desde Prat de la Riba a Pompeu Fabra), conciertos, y presentaciones de libros -en este sentido, la actividad más relevante fue la presentación de la extensa obra de un especialista en materia, Albert Balcells- y iniciativas editoriales (como en el caso 31 Ibid. P.33 206 del numero especial de la Revista de Catalunya dedicado a la Mancomunitat)32. En general, se puede afirmar que hubo un esfuerzo decidido por parte de los mejores especialistas académicos sobre la historia de aquella experiencia administrativa y política en participar en las actividades de divulgación diseminadas en el territorio. Pero el interés en dar un espacio central a las aportaciones académicas fue todavía más evidente en la promoción de actividades específicamente situadas en el campo de la investigación y la confrontación de ideas, que acabaron constituyendo el cuarto eje de las conmemoraciones. En este sentido, fueron organizados dos tipos de iniciativas. En primer lugar una serie de encuentros dirigidos a la formación del personal de la administración local sobre aspectos relevantes de la tarea administrativa desarrollada por la Mancomunitat. Y en segundo lugar, fueron organizados encuentros académicos de cierta relevancia que intentaron tomar el pulso de las más recientes investigaciones –historiográficas, pero también jurídicas, económicas e incluso artísticas- en torno a aquella experiencia de gobierno. Así, fueron especialmente relevantes el congreso organizado en octubre de 1914 en el Institut d’Estusis Catalans sobre La Mancomunitat de Catalunya, 1914, primer pas vers l’autogovern; el Simposi internacional sobre Noucentisme realizado en Sitges en noviembre, o el congreso universitario 1914-2014: la petja de la Mancomunitat de Catalunya realizado en la Universitat Autónoma de Barcelona en diciembre, que vio la participación de historiadores y juristas. El cuarto eje fue constituido por las actividades comunicativas, e incluyó un rico programa de intervenciones en los medios de comunicación (edición de números especiales de los suplementos culturales de diarios de amplia tirada, intervenciones en la radio y en la prensa), así como de una web, realizada por la empresa Partal, Maresma & Associats en la cual el visitante pudiera encontrar todas la información actualizada sobre los actos previstos, así como un contexto histórico sintético pero bien concebido sobre la historia, la obra y los protagonistas de la institución conmemorada33. El último eje, finalmente, fue dedicado a la “continuidad”, que pretendía dar proyección a todos los materiales producido a lo largo del año conmemorativo. En este 32 Revista de Catalunya, La Mancomunitat de Catalunya. Un primer pas, Numero Extra, 2014. La pàgina se puede consultar en: http://www.mancomunitatdecatalunya.cat//inici/ (último acceso: 25 de mayo de 2016) 33 207 sentido, cabe destacar que el catálogo de libros publicados en el marco del Centenari, cubre aspectos específicos de la obra de gobierno de la Mancomunitat pero también reflexiones de más amplio espectro que han contribuido, a innovar la historiografía sobre el período considerado34. Conclusiones No cabe duda ninguna que en 2014, año de las dos efemérides hubo, por parte de las más importantes instituciones catalanas una actividad intensa en la organización de actos de rememoración del pasado. En cierta manera, se puede decir que en 2014 la historia estuvo extremadamente presente en la oferta cultural catalana. Sin embargo, los paradigmas con los cuales estas mismas instituciones se acercaron a las dos fechas claves de 1714 y de 1914 fueron completamente distintos. En el caso de la conmemoración del sitio de Barcelona de 1714 los actores institucionales implicados fueron los más importantes y los recursos destinados a la efeméride de una envergadura parecida a los necesarios para la organización de un evento considerado de carácter global. En el caso de la celebración del centenario de la Mancomunidad, en cambio el actor fundamental fue la Diputación de Barcelona y los recursos empleados significativamente menores. Por otro lado, muy distintos fueron también los públicos para quien fueron pensadas las iniciativas. En el caso de 1714 en todo momento –como se refleja del tipo de actividades realizadas-, el público objetivo seleccionado fue ni más ni menos que el conjunto de la sociedad catalana. La apuesta para liderazgos mediáticos de las comisiones de celebración así como los formatos de las propuestas culturales y de los canales de comunicación, así lo atestiguan. En el caso de 1914, en cambio, es posible apreciar una definición muy precisa de los destinatarios: público general en el caso de las iniciativas locales de menor entidad, público universitario y, sobre todo, los mismos trabajadores de las administraciones públicas. 34 En este sentido, particularmente importantes parecen las actas del simposio celebrado en el IEC y recogidas en Albert BALCELLS: La Mancomunitat de Catalunya. Simposi del Centenari Barcelona, Diputació de Barcelona, 2014 que recoge contribuciones de especialistas importantes como el mismo Albert Balcells, pero también Santiago Izquierdo Ballester; Enric Pujol; Josep Muntaner i Pasqual; Francesc Sabaté i Casellas; Andreu Mayayo; Santiago Riera i Tuébols; Josep Massot i Muntaner; Assumpció Estivill Rius; Josep González-Agàpito; Josep M. Roig Rosich y Jordi Casassas. 208 Este distinto planteamiento evidentemente comportó una penetración muy desigual de los contenidos propuestos. De esta forma, los valores, y los discursos políticos asociados a las dos fechas tuvieron una presencia muy diferente en el debate público. Si fue prácticamente imposible para cualquier ciudadano catalán en 2014 no tener bien presente que mediaban trescientos años del sitio de Barcelona, sólo los académicos –o los aficionados a la historia-, o los trabajadores de las administraciones públicas comprometidas con las celebraciones se percataron de forma nítida estar viviendo la efeméride de la gran apuesta institucional de Prat de la Riba. Cabe preguntarse el porqué de estas diferencias tan notables. Seguramente las razones sean muchas, aunque dos de ellas parecen revestir una importancia especialmente destacada. En primer lugar, cabe remontarse al factor tiempo y a todo lo que se deriva de ello. La experiencia de la Mancomunitat de Catalunya es más reciente y decididamente más decisiva para explicar el contexto político e institucional actual, marcando de manera sustancial toda la cultura política del catalanismo político del siglo XX. Es más, como se encargó de poner de manifiesto la propia celebración de la efeméride algunas de sus realizaciones –piénsese en la red de bibliotecas, sólo para hacer un ejemplo–, perduran todavía hoy en día. En ese sentido, sigue manteniendo –si no en la memoria directa, pero sí en la cultura política–, una significación concreta, seguramente interpretable, pero con una entidad autónoma y reconocible dentro de la propia idiosincrasia de la cultura política catalanista entendida en sentido amplio. Los hechos de 1714, en cambio –más lejanos en el tiempo, más desligados de la realidad política y cultural actual–, por su propia naturaleza, fuera del reducido círculo de los especialistas de historia moderna y contemporánea, son susceptibles de ser re-significados de manera más laxa, porque sus consecuencias concretas son en cierta manera menos inmediatamente visibles. En segundo lugar pues –y, en cierta manera como consecuencia de lo que se acaba de apuntar– las diferencias en el planteamiento de las dos celebraciones se tengan que buscar en un principio clásico de las dinámicas de rememoración y celebración institucional de los hechos históricos, y que tiene que ver con la mayor usabilidad de 209 una fecha (y de la red de significados a ella asociados) con respecto a otra35. En un contexto de alta conflictividad política, entre las instituciones catalanas y las instituciones estatales, en el interior del mismo sistema político catalán, y en un momento de especial simbiosis entre instituciones y movimiento reivindicativo soberanista, lejos del gradualismo y del pactismo representados por la Mancomunitat de Catalunya, la identificación de los hechos de 1714 con valores y significados movilizadores –la búsqueda de la libertad, la resistencia-, hizo que éste fuera extremamente funcional a la hora de sustanciar, apuntalar y apoyar la propuesta política independentista y por ello merecedor de una inversión inversión narrativa, presupostaria y política de superior envergadura. 35 Carlos PEREYRA Historia, para qué?. México, Siglo XXI, 1980. 210 ¿La casa del padre o la casa de los hijos? El historiador en un contexto postraumático (País Vasco, 2011-2016)1 Joseba Louzao Villar Universidad de Alcalá de Henares Fernando Molina Aparicio Universidad del País Vasco-Euskal Herriko Unibertsitatea Este texto reflexiona sobre la función pública del historiador en el País Vasco en el tiempo posterior a la declaración de cese de la violencia de ETA. Se trata de una época que está viviendo un conflicto de memorias referido a un pasado traumático muy reciente, marcado por la violencia practicada por la organización terrorista ETA y la complementaria que ejerció la comunidad política radical que actuaba como su sostén sociológico. Este debate favorece un recuerdo institucional conmiserativo del pasado fuertemente orientado al olvido selectivo2. Por otro lado, el proceso de nacionalización de la sociedad vasca impulsado por los gobiernos del PNV en colaboración con la sociedad civil (fundaciones, asociaciones pacifistas, sindicatos, partidos políticos, agrupaciones deportivas, etc.) ha derivado en “treinta años de inflación de heroísmo, durante los cuales [la sociedad vasca] ha estado sometida permanentemente a un bombardeo de mensajes procedente de sus políticos que buscaban crear en ella tensión y presión”. Este “bombardeo” discursivo ha favorecido la “transferencia o proyección a la sociedad de las ideas de que en Euskadi existía un gravísimo problema irresuelto, que eso era algo que la distinguía de su entorno español o europeo, que ese problema podía ser resuelto desde la política y por la política (…) y que la solución sería finalmente 1 Queremos agradecer la revisión y comentarios hechos por Martin Alonso a este texto, que tanto lo ha enriquecido. Luis CASTELLS y Antonio RIVERA: “The Battle for the Past. Community, Forgetting, Democracy”, en Rafael LEONISIO, Fernando MOLINA y Diego MURO (eds.): ETA's Terrorist Campaign. From Violence to Politics, Londres, Routledge, 2016, pp. 184-217. 2 211 Universidad de Castilla~La Mancha Departamento de Historia. Área de Historia Contemporánea Edificio Benjamín Palencia | Campus Universitario s/n | 02071 Albacete Email: [email protected] | www.ahistcon.org | buena y armoniosa, todo eso consiguió mantener a la sociedad vasca en una pose heroica (…), tensionada y excitada”3. El trabajo historiográfico, en la medida que ha reivindicado su autonomía de este discurso, se ha visto atrapado en la construcción de esta sociedad heroica, de la mano de una dinámica discursiva perversa favorecida por la banalización del concepto del “conflicto vasco”, que simboliza narrativamente las aspiraciones de confrontación con el Estado y la idealización comunitaria que encierra el proyecto nacionalista hegemónico en el espacio público. Este metarrelato ha llegado a influir en la elaboración del discurso mediático, intelectual e, incluso, académico4. Su hegemonía puede ser interpretada de acuerdo a dos teorías complementarias. Por un lado, en tanto que exitoso ideógrafo, dispositivo narrativo cerrado, fundado en una lógica emocional, refractario a la crítica científica a la par que entusiastamente adoptado por muchos científicos en su condición de ‘high order abstraction representing collective commitment to a particular but equivocal and ill-defined normative goal’5 Por otro lado, la que proponemos aquí de acuerdo a la teoría psico-sociológica del framing o “encuadre”. Esta tesis, impulsada por la sociología interpretativa y de notable proyección en la teoría de la comunicación social, aborda los contextos o marcos de interpretación por los que la sociedad se detiene en unos aspectos de la realidad y desestima otros. Se trata de “organizing principles that are socially shared and persistent over time, that work symbolically to meaningfully structure the social world”6. La capacidad del “conflicto vasco” para canalizar el “encuadre” de los acontecimientos que los medios de comunicación y la clase política transmiten en el País Vasco se deriva, pues, de su potencialidad para proporcionar un marco José M. RUIZ SOROA: “¿Un gobierno posheroico?”, Cuadernos de Alzate, 41 (2009), pp. 180-181. Fernando MOLINA: “El conflicto. Relatos de historia, memoria y nación”, en Fernando MOLINA y José Antonio PÉREZ (eds.), El peso de la identidad. Mitos y ritos de la historia vasca, Madrid, Marcial Pons, 2015, pp. 180-223. 5 Michael McGEE: “The Ideograph. A link between Rhetoric and Ideology’, Quarterly Journal of Speech, 66/1 (1980), p. 15. La aplicación al caso vasco en Martín ALONSO y Fernando MOLINA: “Historical Narratives, Violence, and Nation. Reconsidering the Basque Conflict”, en Rafael LEONISIO, Fernando MOLINA y Diego MURO (eds.), ETA’s Terrorist Campaign, 1968-2011. From Violence to Politics, Londres y Nueva York, Routledge, 2016, pp. 165-183. 6 Stephen D. REESE: “Framing public life A bridging model for media research”, en Stephen D. REESE, Oscar GANDY y Augus T. GRANT (eds.): Framing Public Life: Perspectives on Media and our Understanding of the Social World, Mahwah, N.J., Lawrence Erlbaum, 2001, p. 11. Una historia de esta teoría socio-psicológica en María Teresa SÁDABA: “Origen, aplicación y límites de la ‘teoría del encuadre’ (framing) en comunicación”, Comunicación y Sociedad, 14/ 2 (2001) pp. 143-175. 3 4 212 interpretativo y un “vocabulario de motivos” que reproducen el canon narrativo del nacionalismo vasco. Contribuye a reforzar la comunidad imaginada y emocional que comparte este encuadre discursivo y lo concibe como esencial a la hora de interpretar la realidad y dotarse de sentido político e identitario7. Uno de los poemas clásicos del imaginario nacionalista vasco es Nire aitaren etxea [La casa de mi padre] de Gabriel Aresti, escritor que, paradójicamente, nunca militó en el nacionalismo vasco. Los versos que lo componen se encuentran en su poemario Harri eta Herri (1964) y su final no deja lugar a dudas de la lógica melancólica de la identidad que reivindicaba este poeta: “Me moriré,/ se perderá mi alma,/ se perderá mi prole,/ pero la casa de mi padre/ seguirá/ en pie” 8. El también escritor y político Mario Onaindia dio respuesta a estos versos de Aresti en otro texto en euskera, en el que prefería era defender era “la casa de nuestros hijos”9. Creemos que la historiografía vasca se mueve en esta dialéctica imposible entre la melancolía y la ética cívica, entre construir la casa de los hijos o mantener la del padre. Nuestra apuesta por la estrategia proyectiva frente a la retrospectiva la tratamos de explicar en las próximas páginas. Los historiadores en el espacio público vasco Los historiadores vascos son siempre ubicados por la opinión local, especialmente por la vinculada al campo del nacionalismo militante, en torno a la dinámica dialéctica que marca el metarrelato del “conflicto vasco”. O sirven al Estado o al pueblo vasco. O son nacionalistas vascos o lo son españoles. Cuanto más críticos o desmitificadores resulten, más incomodidad generan en una comunidad política en la que el nacionalismo ostenta una hegemonía discursiva indiscutible y consiguientemente, moldea la sociedad en torno a su propio canon narrativo. Varios ejemplos ilustran este lugar conflictivo del historiador en el espacio público vasco. Por un lado, la interpretación que se hace de los relatos complejos del Robert BENFORD: “You Could Be the Hundredth Monkey: Collective Action Frames and Vocabularies of Motive within the Nuclear Disarmament Movement”, The Sociological Quarterly, 34/2 (1993), pp. 195-214. 8 Existe una versión en español de dicho poema en Gabriel ARESTI: Maldan Behera. Harri eta Herri, Madrid, Cátedra, 1984. La lógica melancólica como elemento central del discurso nacionalista en Jon JUARISTI: El bucle melancólico. Historias de nacionalistas vascos, Madrid, Espasa, 1997. 9 Mario ONAINDIA: “Zazpi: gure semeen etxea” (30 de julio de 2002), en Mario Onaindia. Jornadas de Homenaje, Zarautz, Mario Onaindia Fundazioa, 2009, p. 13. 7 213 pasado que construyen los historiadores, especialmente cuando no se adecúan a la visión edulcorada, totalizadora y dialéctica que transmite el nacionalismo vasco. La emisión, en tiempos de la presidencia autonómica de Patxi López , de una serie de televisión documental que contaba la historia de la transición democrática y del proceso de democratización en el País Vasco, con guiones escritos por historiadores académicos, fue recibida de forma particularmente áspera por la opinión pública nacionalista. Uno de tantos motivos de queja fue por la conexión planteada en uno de los capítulos entre el surgimiento de ETA y la cultura católica del PNV, de acuerdo a teorías de amplio predicamento en ciencia social como las de la religión política o la “religión de sustitución”. La reacción fue cuestionar la categoría de “expertos” de los historiadores y científicos sociales que las sostenían en el documental: “La emisión de programas como este (…) supone también un ataque a la inteligencia, la cultura y al método científico, al prescindir de lo que ETA dice de sí misma (…). No fueron los cristianos, ni los nacionalistas los que asesinaron a las víctimas de ETA. Fueron los militantes de ETA que lo hacían porque categorizaban a los ciudadanos en función de criterios de clase, lo que propiciaba su liquidación física”.10 La violencia terrorista era una violencia “de clase”, no de nación, tesis muy extendida en el PNV, que siempre ha enfatizado el componente marxista y revolucionario de ETA para reducir, en la medida de lo posible, el patriótico. Otro motivo de crítica a la emisión de este documental fue su tratamiento de la violencia terrorista como un fenómeno que contó con la implicación de amplios sectores de la sociedad y con la complicidad o disculpa de una parte sustancial de la clase política nacionalista. Peticiones de informes parlamentarios, escritos de opinión en la prensa afín y demás iniciativas reflejaron este malestar en una militancia que consideraba su inserción en las instituciones como un auténtico deber patriótico. El relato que planteaban los historiadores desde un medio público iba contra una narrativa oficial, íntimamente vinculada al marco interpretativo hegemónico del “conflicto vasco”, que se sustentaba en una evocación doliente de la violencia terrorista como un fenómeno que afectaba a los vascos en su conjunto y que tenía profundas Jon URTUBI: “El cristianismo de ETA”, en https://aberriberri.com/2012/04/27/el-cristianismo-de-eta/ (consultado el 24 de mayo de 2016). La serie aludida en José A. PÉREZ: “Historia, memoria y víctimas de la violencia política”, Huarte de San Juan, 22 (2015), p. 113. 10 214 razones históricas que lo hacían comprensible11. De acuerdo a esa memoria colectiva el PNV y su militancia se imaginaban a la vanguardia del combate contra el terrorismo, interpretación que la historiografía ha cuestionado reiteradamente, resaltando, por el contrario, una actitud ante el fenómeno de la violencia terrorista que se movía entre la equidistancia y el oportunismo político12. La presión política y mediática fue lo suficientemente efectiva como para lograr que la dirección de EiTB decidiera cancelar la emisión de este documental, cuya segunda parte, dedicada a los años de la democracia, nunca se ha llegado a visionar en la televisión pública vasca que la había financiado. El rechazo a los historiadores académicos y su relato del pasado es uno de los componentes esenciales de un discurso, el nacionalista vasco, que nunca ha contado con el concurso explícito de la academia y que siempre ha desconfiado de representaciones que no se atengan a su particular canon narrativo nacional. El departamento de historia contemporánea de la universidad vasca era recientemente tildado, en un blog impulsado por personas cómodamente instaladas en la administración pública local, como un baluarte de la versión “unionista” que el nacionalismo español tiene en el País Vasco.13 Desde la visión que tiene la otra vertiente de este nacionalismo, la radical, vinculada a ETA en el pasado, la lectura es idéntica, simplemente complementa, de acuerdo a plantamientos marxistas simplificados, la condición de enemigos de la nación de estos historiadores con la de enemigos de clase, por cuanto son servidores del “poder” y de su discurso hegemónico: “Quién es el sujeto privilegiado que, investido de una autoridad que ningún poder ostenta de forma nítida y no es reconocida de manera inequívoca, está legitimado para establecer unos juicios como "objetivos", "científicos", y, por el contrario, rechazar otros por considerar que no cumplen el requisito, al parecer Luis CASTELLS y Antonio RIVERA: “Las víctimas. Del victimismo construido a las víctimas reales”, en Fernando MOLINA y José Antonio PÉREZ (eds.), El peso de la identidad. Mitos y ritos de la historia vasca, Madrid, Marcial Pons, 2015, pp. 287-305. 12 Véase, como ejemplo, la polémica entre el exsenador (y eminente bloguero) del PNV Iñaki Anasagasti y el historiador Raúl López en torno a la implicación de este partido en las primeras movilizaciones en contra del terrorismo. El primero acudía al recuerdo personal mientras el segundo contraponía documentación y testimonios contemporáneos del propio bloguero del PNV, que entraban en contradicción con su recuerdo edulcorado: Iñaki ANASAGASTI: “Les guste o no, fuimos los primeros”, Deia, 22 de marzo de 2015; Raúl LÓPEZ: “De historia, política y mentiras”, El diarionorte.es, 18 de abril de 2015, localizable en http://www.eldiario.es/norte/vientodelnorte/historia-politicamentiras_6_378022200.html . 13 http://aboutbasquecountry.eus/2015/01/16/una-mirada-irlandesa-a-el-pais-de-los-vascos/ (consultado el 24 de mayo de 2016). 11 215 inexcusable, del ‘relato ético’ y, más perentoriamente, de la supuesta asepsia y objetividad del discurso científico? (…) Legitimar es igual a dominar. Toda legitimación conlleva la destrucción de la crítica contraria para establecer en su lugar una nueva crítica, que no puede entenderse sino como el mecanismo de su legitimación para alcanzar finalmente el nivel de su hegemonía”.14 Y en un artículo posterior, el mismo firmante reiteraba: “No es fácil establecer en qué consiste la verdad científica cuando se trata de interpretaciones sobre hechos históricos (…).El estatuto de la Historia es la interpretación que hace un sujeto de unos hechos. Y más importante que la ciencia utilizada en ello es la deontología ética que se le echa a la elaboración de dicho compendio de interpretaciones. Si éstas se someten al interés gremial, económico, político o social del individuo que investiga o al grupo de presión al que pertenece, no es que las interpretaciones dejen de ser científicas o fantasmagóricas. Sencillamente, se utilizan de un modo bastardo, y es lo que habrá que condenar.”15 Pese al verbo confuso del escritor, profesor de filosofía de bachillerato, las ideas clave son de fácil asimilación: negación de un estatuto científico que permita discriminar unos relatos históricos de otros, todos son discursos ideológicos que se legitiman en el servicio político que presten. De esta manera la historiografía se valida en la medida en que sirva a la verdad (nacional) o a la mentira que niega esta y que representa el Estado16. La lógica profunda del discurso partisano es que “la verdad reside en lo que sientes”, la sinceridad, la intensidad de la vivencia, en este caso de la nación y sus opresiones, es la prueba definitiva de su verdad histórica. Se acude al pasado con idea de demostrar esta verdad, no de cuestionarla o condicionarla. 17 La pregunta es: ¿cuál es el lugar del historiador en este tipo de debates públicos? Victor MORENO: “Historiadores ‘buenos’ y ‘malos’”, Diario de Noticias, 29 de julio de 2014. Victor MORENO: “Mentar la soga en casa de ahorcado”, Diario de Noticias, 28 de agosto de 2014. 16 La respuesta a estas afirmaciones incidía en la necesidad de desnacionalizar el pasado y diferenciar la elaboración de memorias legitimadoras de la de un relato histórico científico, necesariamente divorciado del proselitismo identitario: Fernando MOLINA: “Historia y nación: subordinación equívoca”, Diario de Noticias, 16 de agosto de 2014. 17 Wendy KAMINER: Durmiendo con extraterrestres. El auge del irracionalismo y los peligros de la devoción, Barcelona, Alba, 2001. 14 15 216 La crisis de la historia ¿Qué le sucede a la historia y a los historiadores hoy? La historia está en crisis. O eso se expresa constantemente18. En la actualidad, el propio profesional que la ejerce parece haber entrado en esa crisis, al difuminarse la frontera entre su oficio y la opinión sobre el pasado del resto de la ciudadanía19. El pasado se confronta con la memoria en la esfera pública y esta cuestión se agrava ante el avance de la tecnología digital y los espacios abiertos que esta crea para difundir relatos múltiples y contradictorios del pasado que no precisan del concurso de la investigación histórica. Una alternativa a esta lectura puede ser concebir que la labor del historiador siempre ha estado en crisis. Esta vez no es distinto, podríamos decir, jugando con el irónico título de un reciente ensayo que refleja cómo las crisis económicas se reproducen de acuerdo a parámetros conocidos y, consiguientemente, que nos tropezamos siempre con las mismas piedras20. El oficio de historiador nace de la crisis que genera la provisionalidad de nuestros análisis e interpretaciones, y su propia contextualización en un tiempo histórico, como fruto de la respuesta a interrogantes contemporáneos. La historia partisana nace de no querer aceptar esta fragilidad, como una historia militante que desprecia lo que no encaja en su visión de conjunto. Los partisanos son apologetas de la identidad y la ideología y, consiguientemente, participan en la disputa por el poder político pese a que ocultan este hecho ubicando a sus contrarios en posiciones de hegemonía y reservándose para ellos la cómoda militancia en el “contrapoder”. Sin embargo, su acercamiento histórico también sirve al poder público, unas veces desde las universidades, otras veces desde fuera de ellas, pero siempre reivindicando una verdad (identitaria, religiosa, ideológica…) a la que subordinan su análisis histórico y que resulta aceptada por una parte sustancial de la sociedad, de ahí su éxito público y las bendiciones institucionales que reciben, siquiera en el caso vasco. 18 El último ejemplo de esta literatura nos lo ofrecen Jo GULDI y David ARMITAGE: Manifiesto por la Historia, Madrid, Alianza, 2016, quienes remarcan que el fantasma del cortoplacismo historiográfico está matando lentamente a la disciplina. 19 Pablo SÁNCHEZ LEÓN: “El ciudadano, el historiador y la democratización del conocimiento del pasado”, en Pablo SÁNCHEZ LEÓN y Jesús IZQUIERDO (eds.): El fin de los historiadores: pensar históricamente en el siglo XXI, Madrid, Siglo XXI Editores, 2008, pp. 142-145. 20 Carmen M. REINHART y Kenneth S. ROGOFF: Esta vez es distinto. Ocho siglos de necedad financiera, México D.F., Fondo de Cultura Económica, 2011. 217 Ejemplos de ello. En el País Vasco los historiadores partisanos se agrupan en torno a la Euskal Memoria Fundazioa, que busca “reconstruir” la historia de “Euskal Herria, en la medida en que padece la opresión y la negación como pueblo, ha sufrido a lo largo de los siglos la falsificación constante de su historia”21. Cuentan para ello con el concurso de editoriales, cadenas libreras y el amparo de las instituciones, como luego veremos. En Cataluña, el Institut Nova Història pretende crear una nueva historia catalana acorde con los presupuestos del “procès”. Ha recibido el apoyo de diversos organismos públicos que financian sus actividades, así como el de numerosos intelectuales del nacionalismo catalán. De acuerdo a su relato canónico, no queda ningún hecho o hito de la historia en la que la participación catalana no fuera fundamental y hubiera sido escamoteada por la historiografía oficial. El hecho de que esta “historiografía oficial” se haya implicado en una “espiral del silencio” que impulsa a no debatir ni mucho menos cuestionar estas prácticas muestra la difusa frontera que separa el partisanismo del academicismo.22 En Argentina, en 2011, se desató una amplia polémica por la creación del Instituto Nacional de Revisionismo Histórico Argentino e Iberoamericano Manuel Dorrego23. La Presidenta de la República, Cristina Fernández Kirchner pretendía, de su mano, reescribir la historia nacional por medio de una institución académica que diera pábulo a sus propuestas políticas y, a su vez, descalificar el trabajo historiográfico desarrollado por los historiadores profesionales desafectos del país. En palabras del primer responsable de este instituto, se trataba de narrar “otra” historia argentina que aunara lo nacional y lo popular24. Recientemente, el nuevo presidente argentino, Mauricio Macri, se ha encargado de disolver este entramado en defensa del kircherismo25. En el caso yugoeslavo, el maridaje entre academia, partisanismo y política proporcionó el instrumental discursivo que activó la práctica de violencia de masas más “Euskal Herria, en la medida en que padece la opresión y la negación como pueblo, ha sufrido a lo largo de los siglos la falsificación constante de su historia”. Es el inicio de la significativa presentación de la Fundación en su propia página web: http://www.euskalmemoria.eus/es/Quienes_somos_ . 22 Martín ALONSO: El catalanismo, del éxito al éxtasis. Vol II: La intelectualidad del “proceso”, Barcelona, El Viejo Topo, 2015, pp. 259-313. 23 Para situar este episodio en el largo recorrido y la dicotómica invención de las “dos Argentinas”, Michael GOEBEL: La Argentina partida. Nacionalismos y políticas de la historia, Buenos Aires, Prometeo, 2013. 24 “Polémico instituto de revisión de la historia”, La Nación, 28 de noviembre de 2011. 25 “Por decreto, Mauricio Macri oficializó la disolución del Instituto Dorrego”, La Nación, 4 de enero de 2016. 21 218 trágica de la historia reciente de Europa26. El caso es paradigmático por muchas cosas. Para lo que aquí nos interesa, destacamos el Memorando de la Academia de las Artes y de las Ciencias de Serbia, publicado en septiembre de 1986, en el que participaron diversos académicos serbios que defendieron una propuesta política netamente excluyente y nacionalista. Entre este grupo destacaba el escritor (excomunista) Dobrica Cosic, considerado el “padre de la patria serbia”. Cosic puso su pluma al servicio de un relato victimista que multiplicó las imágenes agónicas que sustentaban un encuadre histórico que favoreció la política genocida serbia en las guerras de la década de los 9027. Yugoeslavia proporciona una lección: que las metáforas identitarias nunca son neutras y pueden llegar a naturalizar el odio y la violencia comunitaria, como Norbert Elias sugirió al subrayar el papel de las construcciones mentales en el desencadenamiento de procesos de “descivilización”. Partisanismo y academicismo La red pública de bibliotecas de la Comunidad Autónoma Vasca no deja lugar a dudas: el repertorio historiográfico que se puede encontrar en ellas no es más que el reflejo del framing nacionalista hegemónico, especialmente de su vertiente más radical (pomposamente autodenominada como “izquierda abertzale”)28. El partisanismo está presente reiteradamente en estos estantes, donde un posible lector tendrá más facilidad en encontrar escritos auto-justificatorios de Arnaldo Otegi o Iñaki de Juana Chaos que obras que intenten describir lo que significó el terrorismo en la historia reciente del País Vasco. La producción partisana goza de buena salud con editoriales (Txalaparta, Pamiela, Nabarralde, Hiru) que inundan los escaparates de las librerías, especialmente las gestionadas por la principal cadena librera vasca, que destierra las obras académicas a los fondos de estantería o, directamente, a una petición a satisfacer bajo pedido específico. 26 Francisco VEIGA: La Fábrica de las Fronteras. Guerras de secesión yugoslavas (1991-2001), Madrid, Alianza, 2011. 27 Nick MILLER: “The Children of Cain: Dobrica Cosic´s Serbia”, East European Politics and Societies, 14/2 (2000), pp. 268-287; Martín ALONSO: “Del mito al genocidio. La épica de Kosovo y el sabotaje identitaria de la transición serbia”, V Simposio Internacional Jusmenacu, CSIC, Madrid, 18-20 diciembre de 2012, localizable en internet en http://www.pensamientocritico.org/maralo0214.pdf (consultado el 25 de mayo de 2016). 28 Pedro J. CHACÓN DELGADO: “Las bibliotecas públicas vascas y el independentismo”, Claves de Razón Práctica, 230 (2013), pp. 70-79. 219 La vigencia del partisanismo en la historiografía vasca procede de la simbiosis histórica entre relato del pasado y exaltación de la identidad territorial. La historiografía del siglo XIX se especializó en la elaboración de una mitohistoria del pueblo vasco de corte regionalista y católico que luego el nacionalismo vasco nacionalizó. A partir de ahí, la relación entre conocimiento histórico e instrumentalización política fue sistemática, bien en un sentido regionalista-fuerista o en uno nacionalista-vasquista. La historia militante, de signo mayoritariamente católico, se retroalimentó de la mano de una literatura historizante que se mantuvo vigente, con escasas excepciones, hasta la profesionalización de esta disciplina en los años setenta del siglo XX.29 Cuando el cristianismo perdió peso en esos años setenta, otras “grandes narrativas” como el marxismo ocuparon su sitio como instrumentos de demarcación del pasado de acuerdo al relato nacionalista, favoreciendo la simbiosis discursiva entre historiadores académicos y partisanos. No pueden olvidarse, a este respecto, las analogías discursivas entre ambos paradigmas: teleología, mesianismo, maniqueísmo, dogmatismo, trascendentalismo, etc. Las tesis de la primera generación de historiadores partisanos, con Francisco Letamendia o Emilio López Adán al frente, fueron comúnmente recogidas en los años setenta y ochenta por la primera generación de historiadores profesionales formada en el marco de la nueva universidad pública o de la universidad jesuítica de Deusto. No en vano todos estos historiadores trataban de analizar las mismas cuestiones históricamente sensibles (relacionadas con la política, los fueros o la nación) que previamente habían sido demarcadas por el framing hegemónico. Esto explica por qué los partisanos aludían con normalidad a colegas de perfil más académico o reconocían su deuda con grandes figuras de la profesión. La sintonía narrativa, inspirada en el común referente etno-nacionalista y marxista, favoreció el que unos y otros intervinieran en iniciativas editoriales de signo patriótico, como la revista Muga o la Historia General del Pueblo Vasco de la editorial Haranburu, esta última bajo el amparo intelectual de una figura emblemática de la cultura vasca como Julio Caro Baroja30. Antonio RIVERA: “Cuando la mala historia es peor que la desmemoria (acerca de los mitos de la historia contemporánea vasca)”, El valor de la palabra, 4 (2004), pp. 43-47. 30 Julio CARO BAROJA: “Prologo a una historia del pueblo vasco”, en Julio Caro Baroja (dir.), Historia General del Pais Vasco, vol. I, Haranburu-La Gran Enciclopedia Vasca, Bilbao, 1980, pp. 10-27. 29 220 Se consolidó, así, en los años ochenta una aproximación a la historia basada en lo que podríamos llamar como un “pacto patriótico” entre historiadores y lectores: la aceptación de que lo que unos iban a contar y otros a leer iba a ser tomado como real y contaba con la nación (o su variante, el pueblo vasco) como ilusorio protagonista central31. No es este un pacto extraño pues “membership in a nation is a constitutive factor of personal identity. The self-image of individuals is highly affected by the status of their national community. The ability of individuals to lead a satisfying life and to attain the respect of others is contingent on, although not assured by, their ability to view themselves as active members of a worthy community. A safe, dignified, and flourishing national existence thus significantly contributes to their well- being”32. Este pacto evoca el autobiográfico que sanciona que biógrafo y lector suscriben un acuerdo en que aceptan que lo que se cuenta es solo una adaptación narrativa de un pasado personal inaprensible de otra forma33. Los historiadores tenían libertad para ejercer de biógrafos del “pueblo vasco”, lo cual no implicaba que adoptaran formalmente el canon nacionalista, bastaba con que aceptaran la existencia de dicho sujeto histórico y legitimaran el nuevo orden autonómico, que estaba inspirado en dicho canon. Estos dos pactos anulan un tercero, en el que el historiador asume que su oficio no está dirigido a “niños” que ansían oír “un relato en el que siempre gane el bueno” sino a adultos que aspiran a saber “cómo ocurrieron en realidad las cosas” en su complejidad inherente34. Estos pactos beneficiaron la práctica histórica partisana. Este tipo de historiadores niegan la complejidad del pasado y apelan a la emoción, refugiándose en una trama narrativa fundada en el desenmascaramiento de una supuesta verdad sagrada (la existencia de la nación) que habría sido proscrita por un poder ajeno y opresor. Siendo la historia vasca tan poco flexible al canon nacionalista (inexistencia de unificación política, territorialidad marcadamente provincial y local, diglosia entre la lengua mayoritaria y la minoritaria, siendo esta última aquella en que se elaboró el nacionalismo), lo que se realizó en esos años fue toda una invención de la historia destinada a legitimar no solo los presupuestos políticos del nacionalismo sino un Fernando MOLINA: “El conflicto vasco, pp. 185-196. Yael TAMIR: Liberal Nationalism, Princenton, Princeton University Press, 1993, p. 73. 33 Philippe LEJEUNE: Le Pacte autobiographique, Paris, Seuil, 1975. 34 Santos JULIÁ: Elogio de Historia en tiempo de Memoria, Madrid, Marcial Pons, 2013, p. 230. 31 32 221 proyecto de autogobierno supraprovincial que contaba con escasos precedentes en el pasado, especialmente más allá de los años 30 de ese siglo. Como advertía Geoffrey Barraclough: “el hombre es un animal histórico con un profundo sentido de su pasado, y si no puede integrar el pasado en una historia explícita y verdadera, lo integrará en una historia implícita y falsa”35. El encuadre nacionalista del pasado era reforzado historiográficamente de acuerdo al paradigma de la melancolía y la secularización en clave nacional de lo sagrado. Todo lo inventado era presentado como una recuperación de la verdad oculta por el poder opresor. El escritor y editor Martín Ugalde escribía en su autobiografía que sus trabajos de esos años se orientaron a “terrenos prohibidos de la vida vasca” 36. Pierre Narbaitz lamentaba por entonces que debía enfrentarse a “la ignorancia de los mismos Vascos acerca de su País y de su historia”37. Joseba Goñi aspiraba a “[abarcar] la totalidad geográfica del País Vasco, es decir, la parte continental y peninsular de Euskadi a despecho de la permanente fractura que vive en su historia al padecer las consecuencias de la historia general dictada desde París y Madrid” y documentar “la conciencia de identidad de lo vasco” ya con el fin de “evitar la marginación tradicional de esta franja cronológica [el siglo XVIII] de la vida de nuestro pueblo a la que nuestros historiadores la han sometido”38. Y esta reivindicación no podía hacerse sin que la empresa histórica adquiriera un tono épico y heroico, adecuado a la nueva comunidad que moldearía el nuevo nacionalismo desde las instituciones de autogobierno: “Así llegamos al estado de nuestra historia vasca. Fragmentada, hipertrofiada, por no decir secuestrada, tanto por la desidia de los propios como por la falta de interés de los ajenos”. Y ese trabajo tenía un fin reproducido una y otra vez: “buscar la personalidad histórica de [nuestro] pueblo por los métodos áridos y seguros del trabajo minucioso y archivístico”. Algo que resultaba una empresa colosal, “sometidos como hemos estado y estamos a una negación oficial de nuestra propia existencia como nación diferente”39. 35 Geoffrey BARRACLOUGH: History in the Changing World, Oxford, Blackwell, 1956, pp. 24-25. Martín UGALDE: Nueva síntesis de la historia del País Vasco. Desde la prehistoria hasta el Gobierno de Garaikoetxea, Ttartalo, SS, 1997, p. 5. 37 Pierre NARBAITZ: “Euzkadi Norte hasta el siglo XVI” en: VV.AA. Historia del Pueblo Vasco, vol. II, San Sebastián, Erein, 1978, p. 5. 38 Joseba GOÑI: “La revolución francesa en el País Vasco”, en VV.AA., Historia del Pueblo vasco, Erein, SS, 1978, vol. III: 6-7. 39 Emilio LÓPEZ ADÁN: Del carlismo al nacionalismo burgués, San Sebastián, Txertoa, 1978, p. 7. 36 222 A las figuras épicas se añadían otras más poéticas, siempre orientadas a subrayar la lucha tenaz del historiador por encontrar la verdad de la nación en el pasado: “Los vascos de nuestra generación hemos tenido que intuir desde un túnel oscuro y cerrado las raíces de nuestra historia como nación, y cuando hemos osado salir a la boca del túnel para apreciar la luz (…) nos hemos percatado de que se hacía una lectura de nuestra historia que ignoraba y censuraba conscientemente el hecho nacional vasco (…). Una vez alcanzada la conciencia de esa situación algunos de nosotros nos dimos a la tarea de reconstruir las estructuras sobre las que descansa nuestra nación. (…) De ahí que nos demos por satisfechos por el mero hecho de levantar unos mojones indicadores de nuestro paisaje investigatorio en la tarea de reconstruir nuestra historia como nación, pensando que de esa forma los que nos sucedan en la misma tarea (…) podrán proseguir lo emprendido por nosotros hasta llevarlo a buen término” .40 La violencia que estos historiadores detectaban en el pasado, en forma de guerras civiles o insurrecciones populares, era el reflejo, si bien nunca documentado explícitamente, de la permanencia de la conciencia nacional y, consiguientemente, del enfrentamiento del sujeto omnisciente en la historia, el “pueblo vasco”, con el invasor español. Esta violencia dotaría de racionalidad y continuidad temporal a la existencia de una comunidad vasca alternativa a la española. Era sintetizada gracias a recursos y metarrelatos como el de “la cuestión vasca” o “el problema vasco”, que interconectaban la violencia del terrorismo etarra con la del pasado, intercalándolas en el curso histórico de un “pueblo” contado de acuerdo a una narrativa victimista y autocomplaciente41. La melancolía, el patetismo y la tragedia alimentaban una poética histórica que potenciaba la explicación del “por qué” más que del “qué”, lo que favorecía la inserción de la narrativa nacional. Y esto tuvo su reflejo en la propia historia académica que, mientras debatía y cuestionaba los patrones esencialistas y primordialistas de los historiadores partisanos, incorporaba una narrativa marcadamente comunitarista y territorial (reflejada en la delimitación de un “pueblo vasco” como sujeto histórico) que permitía dotar de sentido a las nuevas instituciones autonómicas, entre ellas la universidad pública. El “problema vasco” o la “cuestión vasca” fueron asumidos, así, 40 Jokin APALATEGI: Los vascos, de la autonomía a la independencia. Formación y desarrollo del concepto de la nación vasca, San Sebastián, Txertoa, 1985, p. 5. 41 Fernando MOLINA: “El conflicto vasco”, pp. 191-196; Luis CASTELLS y Antonio RIVERA: “Las víctimas”, pp. 278-287. 223 como conceptos que resumían no ya el conflicto entre el nacionalismo vasco y el Estado español sino, simple y llanamente, la historia de los vascos, supuestamente marcada por una violencia que representaría esta confrontación histórica entre pueblo (vasco) y Estado. Alfonso Pérez Agote daba un ejemplo clarificador de lo que venimos diciendo en una de sus investigaciones más conocidas: “cualquiera que sea la fecha que pongamos para el inicio del Estado centralizado moderno en España, en esa fecha encontramos un País Vasco con la violencia anclada en su vida social, un País Vasco en el que algún sector social, el que sea, se cuestiona el Estado y la legitimidad del monopolio de la violencia. Es decir, que encontramos sectores sociales que en mayor o menor grado ponen en tela de juicio la existencia de la comunidad nacional española, lo que da lugar a la imposibilidad de formación de una evidencia social sobre su existencia. El nacionalismo vasco es, por tanto, el soporte más que de una crisis de legitimación, de una permanencia en el tiempo del momento fundacional del Estado”42. Es en ambientes académicos, tanto o más que en otros externos a la academia, donde fue elaborándose una narrativa teleológica, historicista y presentista que fructificó en los aludidos metarrelatos del “problema vasco” o “la cuestión vasca” y que, a partir de los años 90, se redefinió de acuerdo al tropo del “conflicto vasco”. Esta narrativa histórica fue compartida por muchos historiadores o científicos sociales académicos y partisanos y estaba alimentada por una trama central: la nación crea el nacionalismo y es activada de sentimiento a conciencia gracias a una “violencia” opresora que justifica una “violencia de respuesta”. El carlismo inició esta violencia, lo que lo colocaba como movimiento prenacionalista. Con el tiempo ETA la retomaría tras la experiencia de la Guerra Civil: “Cuando nace ETA en 1958 han transcurrido 65 años desde la aparición del nacionalismo. (…) ETA no es sino el final lógico de esta cadena política, una de cuyas opciones latentes siempre ha sido el enfrentamiento armado a lo que se considera un régimen invasor. Desde este punto de vista, ETA se habrá limitado a poner en acto lo que ya estaba en potencia desde la fundación [del PNV]”43. Una década antes, Vicente Garmendia, había escrito algo parecido, solo que atribuyendo a ETA una raíz identitaria que él focalizaba en el carlismo, evocando las 42 Alfonso PÉREZ AGOTE: La reproducción del nacionalismo: el caso vasco, Madrid, CIS, 1986, pp. 77-78. 43 Josemari LORENZO: “Los motivos de la violencia en la historia vasca contemporánea”, Vasconia, 26 (1998), p. 275. 224 tesis del escritor José de Arteche: “[e]n el fondo de todo vasco, sea quien sea, está eso que llamamos carlismo. Algún nombre hay que dar a esa querencia. La última versión de ese carlismo es la ETA”44. El despliegue de poder partisano Algo cambió, sin embargo, en los años noventa. Fue entonces cuando se activó, precisamente en el momento en que ETA comenzaba a perder la batalla “militar” con el Estado, una pugna abierta entre el nacionalismo vasco radical y el conservador del PNV por hacerse con la hegemonía política y cultural en la comunidad nacionalista vasca. El nacionalismo radical se dotó, entonces, de un relato nacional autónomo respecto del PNV, prescindiendo del armazón narrativo fuerista y católico que este había nacionalizado y consagrando uno propio, de signo navarrista y laicista. El nuevo repertorio narrativo nacional fue canalizado por editoriales como Txalaparta y Pamiela y estaba compuesto por una mitificación del reino de Navarra como antiguo Estado vasco “conquistado” por España, hito ocurrido en 1512 que ponía en marcha una representación victimista del pueblo vasco que culminaba en otro hito, el de 1936-1939, en el que la Guerra Civil era contemplada como guerra de invasión española. Este hito ponía en marcha la etapa de control “fascista” de “Euskal Herria” que llegaría hasta la actualidad, dado que el discurso tradicional de este nacionalismo siempre negó legitimidad a la democracia liberal española de 1977 de acuerdo a la supuesta ausencia de una ruptura ideológica y política con la dictadura. Los libros escritos para sostener este relato simplificado del pasado vasco y justificador de la violencia (ETA no deja de ser el canal movilizador del pueblo vasco contra el “fascismo español”) se fundamentarán en una trama narrativa de corte providencialista, sin notas científicas ni certificación de fuentes, carente de metodología científica y de referentes teóricos de calado. Con todo, son los libros que copan las librerías, las grandes superficies y las bibliotecas públicas de todo el País Vasco. La normalización de esta trana histórica es también consecuencia del asentamiento de una “industria de la identidad” que banaliza colectividades abstractas (pueblos, etnias, naciones, clases, géneros, razas, religiones) como sujetos del relato del 44 Vicente GARMENDIA: La ideología carlista (1868-1876). En los orígenes del nacionalismo vasco, Zarautz, Diputación Foral de Gipuzkoa, 1985, p. 16. 225 pasado que permite la interacción entre las instituciones públicas y la sociedad civil en una misma política multidimensional de nacionalización de las masas45. La intensísima financiación pública destinada a la “normalización” del euskera y el impulso a la cultura vinculada a esta lengua ha favorecido la interacción entre instituciones que compran libros de historia, editoriales que los publican, cadenas que los distribuyen y escritoreshistoriadores que los escriben, todo enmarcado en un mismo proceso banalizador de una narrativa nacional de corte melancólico, victimista y emotivo, de forma similar al caso catalán46 En el caso vasco, este concepto metafórico puede ampliarse, pasando de industria a un auténtico “complejo industrial-militar”. Y es que la existencia de una organización terrorista que ha asesinado, mutilado, secuestrado y extorsionado durante cuarenta años en nombre de la nación vasca, de acuerdo a una práctica de limpieza étnica que buscaba adaptar el mapa demográfico al topográfico-mental inscrito en su cultura nacionalista, no es autónoma de la de los intelectuales y académicos que han elaborado todo un discurso interpretativo de esta violencia dirigido a legitimarla y desacreditar el Estado de Derecho que la combatía. Como no es autónoma de los canales mediáticos que lo han difundido en el espacio público (periódicos, editoriales, revistas, discográficas, televisiones, radios, etc.). Este discurso ha sido reproducido en medios editoriales y periodísticos internacionales. De ahí que los libros acerca del País Vasco más exitosos sean aquellos que adaptan y afianzan el relato mítico de la banda terrorista47. No hay que olvidar un hito comercial como La historia vasca del mundo de Mark Kurlansky, un despropósito histórico que ha terminado conociendo varias ediciones en español e inglés, y que un escritor como Bernardo Atxaga no dudaba en recomendar públicamente48. Edward ACTON: “La biografía y el estudio de la identidad”, en Isabel BURDIEL y J. C. DAVIS (eds.): El otro, el mismo. Biografía y autobiografía en Europa (Siglos XVII-XX), València, Publicacions Universitat de València, 2005, p. 184. 46 Martín ALONSO, El catalanismo, vol. II, pp. 159-258. 47 Ejemplos serían, entre muchos: Luigi BRUNI: E.T.A. Historia política de una lucha armada, Tafalla, Txalaparta, 1993 o Rui PEREIRA: La guerra desconocida de los vascos, Tafalla, Txalaparta, 2001. 48 Mark KURLANSKY: La historia vasca del mundo, Barcelona, Ediciones del Bronce, 2000. La recomendación en Hasier ETXEBERRIA: Cinco escritores vascos: entrevistas de Hasier Etxeberria, Irún, Alberdania, 2002, p. 363. Diferente calificación le daba otro escritor, Miguel SÁNCHEZ-OSTIZ: “Patrañas a voces”, ABC Cultural, 3 de febrero de 2001, p. 22. Este libro es una “biblia” del nacionalismo vasco. La alcaldesa de Lekeitio, localidad donde se rodaba recientemente un filme de ficción sobre ETA procedió a enviárselo al director (bilbaíno) de la película para que aprendiera “la idiosincrasia de Euskal 45 226 El tono narrativo de los libros fabricados en el marco de este complejo industrial-militar está bien reflejado en los trabajos de Iñaki Egaña, el historiador partisano más mediático en la actualidad. Para este autor, la “historia vasca” se compone de “muchos capítulos. Muchas anécdotas. Muchos personajes y argumentos narrativos que serían bien aprovechados por la cinematografía si fuéramos dueños de nuestro destino”. Es la historia de un “pueblo” robada y ocultada por “los cronistas que, al servicio de los vencedores, nos la han adornado para justificación de sus crímenes” [contra dicho pueblo, se entiende]. Así, es una historia en la que uno debe “ponerse en la piel de quienes la padecieron”. Por lo demás, “el recuerdo de nuestros antepasados y de sus gestas [es el que] aún nos mueve hacia el futuro”. Con un estilo directo, como si estuviera contando una fábula, los fundamentos científicos de su relato histórico son impenetrables, como demuestra este comentario: “dicen que el llamado espíritu emprendedor de los vascos está detrás de la aventura de Juan Sebastián Elcano”. Los “dicen” se reiteran a lo largo del libro sin que se sepa quién (cómo, cuándo) “dice” dado que son lugares comunes que cualquiera implicado en el framing nacionalista puede conceder como ciertos. El Reino de Navarra se constituye en el mito del Estado nación perdido y, en torno a él, revueltas populares, brujas, fueros, diásporas, batallas, masacres, represiones, derrotas y genocidios, que definen la “epopeya nacional” de un pueblo milenario. Egaña manifesta aspirar a renovar una ciencia histórica que permanece como “una materia trasnochada, confusa a veces”, repartida por “los expertos” en “cajones estancos, difíciles de compartir”. Por esta razón, defiende que es necesario integrar todos esos cajones en un relato único, con el fin de acercar la historia al “interés general”, “sacar[la] a la calle” y “recuperar estos pasajes que a mí, al menos, me parecen tan valiosos”.49 Los estudios de este historiador son amparados, consiguientemente, validados por la Sociedad Aranzadi, la sociedad científica más prestigiosa del País Vasco. En sus locales suele presentar sus libros, con la colaboración de destacados miembros de esa institución como Francisco Etxebarria, antropólogo experto en excavaciones de fosas de víctimas del Franquismo, que actualmente dirige un multimillonario proyecto centrado Herria” (“La película de la venganza”, El Mundo, 23 de marzo de 2014). La organización pacifista Baketik lo utilizaba como obra de difusión entre los visitantes extranjeros a su centro ubicado en el Santuario de Aránzazu… 49 Iñaki EGAÑA: Vasconia. Hechos, episodios y sucedidos, Pamplona, Nabarralde, 2011, pp. 54 y 78. 227 en la violencia franquista que integra a esta Sociedad, el Instituto de la Memoria Histórica del Gobierno Vasco y la Universidad del País Vasco. Siguiendo el ejemplo de Egaña, otros compañeros de ideología han tomado el testigo como “historiadores” y han sido arropados por colegas universitarios en cursos de verano y jornadas de debate financiadas por instituciones locales o provinciales.50 ¿Por qué? Primero, porque ya ocurrió en los años 70, al calor de la nueva poética histórica que se asentaba dentro y fuera de la universidad, y en el marco de canales ya señalados (historias enciclopédicas, revistas, libros colectivos). Segundo, porque ya hemos visto que el concepto estrella que hoy día sintetiza esta poética, el “conflicto vasco”, es utilizado por muchos profesionales universitarios, que anteponen a los rigores de la ciencia la emoción nacional (y la pereza mental, pues dado que “el conflicto” lo explica todo para qué nos vamos a parar a pensar y analizar con seriedad el pasado). Tercero, porque la importante presencia pública que arrastran estos partisanos seduce a los académicos que les acompañan, poco exitosos en la tarea de lograr el amparo de un público masivo, permitiéndoles reconciliarse con su anhelada condición de guardianes de la historia patria. Iñaki Egaña, Xabier Irujo, Tomás Urzainki, Pedro Esarte, Mikel Sorauren, Iker Casanova, Txema Urrutia, Eduardo Renovales, Luis Núñez y demás figuras partisanas del momento utilizan la historia para defender la existencia independiente de la nación respecto del nacionalismo. Lo que su obra muestra es cómo el nacionalismo concibe la nación, de acuerdo al conocido paradigma que Ernest Gellner propuso inspirándose en Walt Disney: el beso del Príncipe (el nacionalismo) a la Bella Durmiente (la nación)51. Su planteamiento del pasado refleja lo que Enric Pujol (responsable del Centre d'Història Contemporània de Catalunya) reivindicaba recientemente acerca de “la importancia del discurso histórico para nuestra liberación [nacional]. Ante este objetivo, los historiadores tienen mucho que decir y mucho que hacer”52. Fernando MOLINA y José A. PÉREZ: “Introducción: la insoportable levedad de la nación en la historia vasca”, en Fernando MOLINA y José A. PÉREZ (eds.), El peso de la identidad, pp. 25-26. 51 Ernest GELLNER: Naciones y nacionalismo, Madrid, Alianza, 1994, p. 69. 52 Enric PUJOL: “¿Es posible una historiografía vasca, catalana y gallega desacomplejada? Consideración sobre el caso catalán”, en Joseba AGIRREAZKUENAGAy Eduardo J. ALONSO OLEA (eds.): EstatuNazioen baitako nazioak: naziogintza Kulturala eta politikoa, gaur egungo Europan, Barcelona, Editorial Base, 2014, p. 251. 50 228 Siguiendo el hilo reflexivo propuesto por este profesor catalán, los historiadores deben ser constructores de patrias. Da igual cómo hayamos cambiado y la escasa afinidad que podamos encontrar entre nuestros compatriotas y nuestros antepasados. Ellos son nuestros ascendientes y, como tal, deben ser similares a nosotros. No es que nosotros nos parezcamos a ellos, es que ellos deben parecerse a “nosotros” (y por “nosotros” debe interpretarse, de acuerdo al canon nacionalista, únicamente “los nuestros”). Parece que tengamos un derecho (adquirido, quizá, en el manoseo de documentos antiguos o en las horas muertas en archivos y bibliotecas) para manipular a nuestros antepasados y hacerles decir y comportarse como nunca pretendieron. La interpretación que proponemos aquí es la contraria: ellos no son lo que queremos que sean. La labor del historiador no es reafirmar lo conocido, sino favorecer un extrañamiento que nos acerque el pasado tal y como fue, no cómo nos gustaría que fuera: “deberíamos sospechar que nuestras categorías de agrupación social tal vez no sean las más adecuadas para clasificar a las colectividades del pasado”53. Conclusiones Michel J. Sandel asegura que la justicia está en relación con la búsqueda de un mayor bienestar, del respeto a la libertad y de la promoción de la virtud 54. Estos tres ejes se pueden conjugar e interpretar de forma muy diversa en la búsqueda del bien común. Lo que está en juego, por tanto, es si la historia es un instrumento para la justicia. Es decir, si poder articular estos tres elementos de acuerdo a un conocimiento más profundo y complejo del pasado nos permitirá crear una convivencia civil dentro de un marco político justo y estable. El bien común es una ficción política, como la nación. En nuestra opinión es más saludable que esta como propósito del oficio de historiador. Cuando este intenta situar la nación, narrativa de sentido muy reciente, en el centro de su indagación histórica dificulta su capacidad para aprehender las complejas formas de la política, la sociedad o la cultura en el pasado. El discurso nacionalista se fundamenta en planteamientos comunitaristas que reflejan que las sociedades actuales no pueden Javier FERNÁNDEZ SEBASTIÁN: “¿Cómo clasificamos a las gentes del pasado? Categorías sociales e identidades en el tiempo”, en Javier FERNÁNDEZ y Cecilia SUÁREZ (eds.): La subversión del orden por la palabra: tiempo, espacio e identidad en la crisis del mundo ibérico, siglos XVIII-XIX, Bilbao, Universidad del País Vasco, 2015, p. 139. 54 Michael J. SANDEL: Justicia. ¿Hacemos lo que debemos?, Barcelona, Debate, 2011. 53 229 llegar a un acuerdo sobre lo que es el bien común55. Para solventar este problema reivindica la creación de una comunidad de amigos morales que se pueda autogestionar dado que el acuerdo con los extraños morales siempre será imposible56. Desde esta perspectiva, cada comunidad, definida de acuerdo a criterios etno-lingüísticos presentistas, podrá desarrollar sus propios referentes éticos. El argumento de fondo es que sólo el reforzamiento de estas comunidades de amistad moral permitirá solventar el conflicto político nacido de la modernidad ilustrada. El nacionalismo trastoca el principio propuesto por Jonathan Glober de que la nación es un medio y el bien es un fin, dándole la vuelta: el bien es solo útil en la medida en que medie para dotar de sentido el auténtico fin, que es la nación… John Rawls recuerda que nuestra autonomía moral es deudora de la ignorancia positiva que tenemos acerca de nuestra posición presente o futura en la sociedad (lo que él denominaba “el velo de la ignorancia”), por lo que podemos llegar a un acuerdo efectivo sobre el bien común y respetarlo57. En ese acuerdo también está implicado el pasado. Las polémicas sobre nación y nacionalismo en el País Vasco actual no son diferentes a las que tuvieron lugar en el tiempo de la violencia terrorista y sistemáticamente presentan el debate en torno a la identidad territorial desde un planteamiento de dilema entre el ser colectivo o el no ser, del que nacen conceptos performativos como el “problema vasco”, o bien otros más extremos, como el “conflicto vasco”. Se trata de metarrelatos presentistas que amparan un encuadre del pasado orientado por la narrativa nacionalista, lo que permite, por ejemplo, asociar los fueros decimonónicos a los debates por la autonomía de principios de siglo y la reivindicación del estatuto vasco en el tardofranquismo. Es necesaria una perspectiva de la historia vasca auténticamente deliberativa. Es decir, si pensamos el pasado de los vascos como un conflicto múltiple, entre individuos y grupos sociales, posicionamientos políticos y planteamientos económicos, necesariamente nos enfrentaremos a un paradigma “decisionista” alentado por el nacionalismo metodológico, que elimina la complejidad y variedad de alternativas que hubo en el pasado al preseleccionar la supuesta opción que hicieron los vascos en tanto 55 Aladstair MCINTYRE: Tras la virtud, Barcelona, Crítica, 2001. Hugo Tristram ENGELHARDT: Los fundamentos de la bioética, Barcelona, Paidós; 1995. 57 John RAWLS: Teoría de la justicia, México D. F., Fondo de Cultura Económica, 2014. 56 230 que pretendido pueblo por preservar unas señas de identidad que son el producto de una elaboración muy determinada por el contexto histórico del siglo XX y por el marco interpretativo del nacionalismo vasco58. Los diversos grupos que en el pasado se podrían denominar como vascos y que en muchos casos jamás tuvieron conciencia de serlo, al menos en el sentido que dotamos a este concepto en el presente, se han enfrentado a numerosos problemas de toda índole a lo largo de la historia. Problemas tan diversos y dependientes de contextos históricos muy precisos que no pueden ser interpretados de acuerdo a un relato ritual, centrado en torno a un debate de signo político e interpretado de acuerdo a un framing nacionalista59. El partisanismo reivindica el compromiso del historiador con una supuesta realidad que le supera y a la cual subordina su práctica profesional: la nación. Este compromiso también es el que reclaman las instituciones públicas vascas cuando indagan en el pasado: compromiso con “las víctimas”, con “los derechos humanos” vulnerados, con “la cultura vasca”, con “la identidad vasca”, etc. La semántica de unos y de otras, de partisanos y de instituciones de autogobierno, es común pues parte de una misma narrativa del pasado que instrumentaliza este para dotar de sentido los debates del presente. Esto explica el que exista una colaboración reiterada entre unos y otras, de acuerdo a proyectos como enciclopedias de la Guerra Civil, iniciativas de recuperación de la memoria histórica, cursos de verano universitarios, etc. La simbiosis narrativa entre ambos ejes de la opinión pública, el institucional y el partisano, es evidente. La formación, en el marco de un intenso proceso de nacionalización de masas, de una “sociedad heroica” que sostuviera la confrontación política con el Estado requería del concurso de artefactos retóricos, lenguajes y vocabularios que estos historiadores y otros académicos fueron capaces de proporcionar, así como de recreaciones del pasado que dotaran de sentido a las reivindicaciones del presente. “Compromiso” es, pues, una de las categorías éticas más mancilladas de la historia. El historiador debería servir para replantear los relatos generados y asumidos social y políticamente y no para comprometerse con comunidades ni ideologías que Nos inspiramos en los debates sobre bioética que introduce Diego GRACIA: “La deliberación moral. El papel de las metodologías en ética clínica”, en José SARABIA y Manuel DE LOS REYES (eds.): Comités de ética asistencial, Madrid, Asociación de Bioética Fundamental y Clínica, 2000, pp. 21-45. 59 Tal es la tesis que se sostiene en Fernando MOLINA y José A. PÉREZ (eds.) El peso de la identidad. Mitos y ritos de la historia vasca, Madrid, 2015. 58 231 siempre son el resultado de elecciones arbitrarias. Es difícil tener “compromiso” con un pueblo en el que unos han humillado y masacrado a otros hasta fechas muy recientes, mientras las instituciones y quienes las gestionaban miraban para otro lado60. El único compromiso que podemos tener como historiadores es con la construcción de una “sociedad (vasca) decente”, una sociedad en la que sus instituciones no humillen a los ciudadanos, pero tampoco estos se humillen entre sí61. La historia, dice Nicolas Offenstadt, es un combate continuo para desenmascarar estereotipos y denunciar los usos torcidos del pasado62. David Cannadine señala que nuestras identidades siempre son mestizas y complejas, por lo que resulta condenable desde los presupuestos deontológicos más básicos de nuestra profesión la labor de tantos historiadores como reificadores de categorías (la religión, la nación, la clase, el género, la raza o la civilización) que alimentan conflictos identitarios y guerras de la historia que se presentan desde planteamientos sagrados, como una lucha entre “el bien” y “el mal”63. Sin embargo, como defendemos aquí, no se trata sólo de desvelar las mentiras de la historia, sino de participar (como parte del bien común) en la creación de marcos políticos inclusivos de convivencia en los que podamos tener en cuenta, a la hora de establecer elecciones políticas, tanto a los nuestros como a los otros. En este sentido la historia sí la concebimos como una disciplina moral cuyo fin es: “to assist our readers, viewers, and listeners, our fellow citizens and fellow humans to understand their lives and the lives of others in historical terms”64. Esa moral es, fundamentalmente, la experiencia del deber. Y es que no podemos vivir nuestra existencia sin decidir sobre lo que debemos hacer o no. En el fondo, la pregunta de quién soy (o quiénes somos) siempre está acompañada por la de qué debo hacer. Tenemos que recordar que “en realidad no es la historia la que nos pertenece, sino que somos nosotros los que 60 Véase el valioso testimonio (por su honestidad y por la escasez con que se prodigan) del que fue alcalde (socialista) de San Sebastián durante los años 90 del pasado siglo, Odón Elorza, aludiendo a una “cobardía moral” de quienes estaban al frente de las instituciones ante la práctica terrorista: “ETA mató a Santamaría y no tuve valor ni apoyos para suspender la tamborrada”, Diario Vasco, 31 de mayo de 2016. 61 Avishai MARGALIT: La sociedad decente, Barcelona, Paidós, 2010. 62 Nicolas OFFENSTADT: L’ Histoire un combat au présent, Paris, Les Éditions Textuel, 2014. 63 David CANNADINE: The Undivided Past: History Beyond our Differences, New York, Alfred A. Knopf, 2013. 64 James P. BANNER: Being a Historian: An Introduction to the Professional World of History, Cambridge, Cambridge University Press, 2012, p. xvii. 232 pertenecemos a ella”65. Sólo así podremos pasar a defender la casa de los hijos (“nuestros hijos” ya sería una peligrosa concesión a la lógica identitaria) y olvidarnos un poquito de la de los padres, si es que alguna vez existió. 65 Hans George GADAMER: Verdad y método I, Salamanca, Sígueme, 1999, p. 344. 233 La mirada del otro en el País Vasco. Historiadores, instituciones y víctimas de la violencia política José Antonio Pérez Pérez Víctor Aparicio Rodríguez Instituto de Historia Social Valentín de Foronda El análisis y las reflexiones sobre la cuestión que sirve de título a la presente comunicación son el producto de la experiencia acumulada por los autores lo largo de los últimos años, gracias a la colaboración en diferentes proyectos de investigación sobre violencia política y víctimas en el País Vasco1, y especialmente, a la participación en diferentes comisiones de expertos que sobre esta materia han puesto en marcha las instituciones públicas en este territorio2. Esta experiencia nos ha permitido reflexionar sobre una cuestión como el papel que pueden jugar los historiadores en un ámbito, como el de las políticas públicas de la memoria, donde están implicadas, de un modo u otro, las instituciones y las víctimas de la violencia. Este aspecto es, a nuestro juicio, de una especial relevancia en un momento como el actual, cuando la violencia política parece haber llegado a su fin en el País Vasco después de décadas de terrorismo en su más cruda expresión: la estigmatización y exterminio del adversario político. Como puede comprobarse por la composición de este mismo taller, la cuestión de la memoria 1 Desde el año 2006 participamos en numerosos proyectos de investigación relacionados con la memoria histórica y la represión franquista, la mayor parte de ellos impulsados desde el Instituto de Historia Social Valentín de Foronda. Estos proyectos han sido financiados por diversas instituciones nacionales, autonómicas y forales (Presidencia del Gobierno, Gobierno Vasco, Diputación Foral de Araba), Universidad del País Vasco, proyectos del Mineco... Así mismo, colaboramos en diferentes proyectos de investigación sobre memoria histórica impulsados por la fundación José Unanue, centrados también en la represión franquista. 2 En julio de 2011 el Gobierno Vasco, presidido en esos momentos por el Lehendakari Patxi López, encargó a una comisión de expertos la elaboración de un proyecto sobre el futuro Instituto de la Memoria del País Vasco (hoy denominado Gogora). Un año más tarde, en julio de 2012, el mismo gabinete puso en marcha una nueva comisión, tras la promulgación del Decreto 107/2012, dirigido al reconocimiento e indemnización de las víctimas afectadas por los abusos policiales cometidos entre 1960 y 1978. 235 Universidad de Castilla~La Mancha Departamento de Historia. Área de Historia Contemporánea Edificio Benjamín Palencia | Campus Universitario s/n | 02071 Albacete Email: [email protected] | www.ahistcon.org | y la historia ha suscitado un inusitado interés en un sector de la sociedad vasca donde concurren los/as profesionales de la historia y otra serie de investigadores que abordan el estudio de pasado, las asociaciones de víctimas, los partidos políticos, las propias instituciones públicas y todo tipo de fundaciones de carácter memorialista de muy diverso signo. Durante las diferentes presentaciones que hicimos a lo largo del año 2015 del denominado Informe Foronda3, el estudio realizado por Instituto de Historia Social Valentín de Foronda, centrado en el impacto que ha tenido el terrorismo sobre la sociedad vasca, el profesor Antonio Rivera repitió en varias ocasiones un argumento contundente: “A lo largo las últimas décadas, la historia del País Vasco ha sido, en gran medida, la historia ETA”. Puede parecer un frase lapidaria y provocadora que reduce extraordinariamente la historia de este país a la propia historia de una organización terrorista, pero lo cierto es que ningún otro grupo, sujeto político o social ha condicionado de forma tan decisiva como ETA el desarrollo del País Vasco, de su sociedad, de sus instituciones y de su política durante las últimas cuatro décadas. Por ello, el final del terrorismo en Euskadi ha abierto un debate sobre el relato histórico que trascenderá durante los próximos años acerca de lo ocurrido en este país. Todo historiador sabe que un ciclo de violencia dejar una huella indeleble en cualquier sociedad: el pasado -escribió el escritor norteamericano Faulkner- nunca muere; ni siquiera -dijo- es el pasado”4. Esta cuestión es aún más evidente dentro de la sociedad vasca, donde el relato histórico sobre los últimos años de violencia protagonizada mayoritariamente por ETA5 está siendo sometido a una profunda y en ocasiones, interesada revisión, sobre todo desde aquel sector social y político que apoyó a esta organización, presentando la historia de la misma como una reacción inevitable tras la derrota de los gudaris en la guerra civil6. Este episodio constituiría, a juicio de 3 Raúl LÓPEZ: Informe Foronda. Los efectos del terrorismo en la sociedad vasca. Madrid, Los libros de la catarata, 2015. 4 Juan Pablo FUSI y José Antonio PÉREZ (coord.): Euskadi 1960-2011. Dictadura, transición y democracia, Madrid, Biblioteca Nueva, (en prensa) 5 No hay que olvidar un dato tan contundente como ilustrativo: Entre 1968 y 2010 la organización ETA y otras surgidas de su entorno fueron las responsables del 92% de los asesinatos políticos, frente a los cometidos por individuos y grupos vinculados a la extrema derecha y los GAL que concentraron el 7% de este tipo de crímenes. Raúl LÓPEZ: Informe Foronda... 6 La propia presentación y la definición de los objetivos de la más conocida de todas ellas, la Fundación Euskal Memoria, no deja demasiadas dudas sobre el carácter de sus trabajos: http://www.euskalmemoria.eus/es/Quienes_somos_ 236 los promotores de esa versión de la historia, difundida durante los últimos años por toda una serie de fundaciones y colectivos abertzales, un hito fundamental de un enquistado conflicto político entre España y Euskal Herria que se extiende a lo largo de los siglos7. Uno de los problemas más importantes al que nos enfrentamos los historiadores que tratamos sobre todas estas cuestiones relacionadas con la violencia política en el País Vasco, reside precisamente en la propia naturaleza de nuestro objeto de estudio. Conocemos de forma exhaustiva la historia ETA, de la organización terrorista más importante que actuó durante cinco décadas8. Se ha profundizado de forma eficaz en sus orígenes, en su ideología, evolución y estrategias desde diferentes perspectivas, como la ciencia política, la sociología, la antropología o la historia. Tenemos un buen conocimiento sobre cada una de sus escisiones, de su estrategia y de sus líderes. Sin embargo, desconocemos aún otros aspectos fundamentales de este fenómeno, como, por ejemplo, aquellas que afectan a la construcción y desarrollo de los mecanismos del terror o a las consecuencias que el terrorismo ha dejado en la sociedad vasca. La explosión memorialista que tuvo lugar a finales de la década de los años noventa, liderada en el País Vasco por la reacción social frente al asesinato del joven concejal del PP de Ermua, Miguel Ángel Blanco, hizo que un importante número de víctimas de ETA reclamase ante las instancias públicas y ante la propia sociedad vasca (y española) un reconocimiento del que habían carecido hasta entonces. La proliferación de asociaciones, fundaciones y colectivos de víctimas que se produjo tras aquellos hechos provocó una importante conmoción y no pocas polémicas. Una de las más notorias fue la creada en torno a la reivindicación del papel que debían jugar las víctimas del terrorismo en el final de la violencia. Aquella exigencia fue en cierto modo respondida en muy poco tiempo por otras víctimas, las del franquismo, que comenzaron a reclamar también un reconocimiento Véase a este respecto Fernando MOLINA: “El conflicto vasco”. Relatos de historia, memoria y nación, en Fernando MOLINA y José Antonio PÉREZ (eds.): El peso de la identidad. Mitos, ritos en la historia vasca, Madrid, Marcial Pons, 2015, pp. 181-222. 8 Sin ánimo exhaustivo, solo citaremos algunos de los trabajos más significativos. José María GARMENDIA: Historia de ETA, Ed. R&B, 1996; Antonio ELORZA (coord.): La historia de ETA, Madrid, Temas de Hoy, 2000; Gurutz JÁUREGI, Ideología y estrategia política de ETA. Análisis de su evolución, (1959-1968) Madrid, Siglo XXI, 1981, Gaizka FERNÁNDEZ y Raúl LÓPEZ: Sangre, votos, manifestaciones: ETA y el nacionalismo vasco radical (1958-2011), Madrid, Tecnos, 2012; Gaizka FERNÁNDEZ: Héroes, heterodoxos y traidores: historia de Euskadiko Ezkerra (1974-1994). Madrid, Tecnos, 2013. Sin embargo, seguimos careciendo de una adecuada bibliografía académica sobre otro tipo de organizaciones y grupos que también actuaron en el País Vasco. 7 237 público similar sobre lo ocurrido en este país durante aquel régimen 9. Lo vivido en aquellos años provocó la formación de un movimiento a favor de la denominada Memoria Histórica, surgido a partir de la famosa exhumación de la fosa de Priaranza de Bierzo, que se fue articulando a través de toda una serie de grupos y colectivos muy diversos. El debate sobre las víctimas y la memoria pasó a ocupar un importante espacio en la prensa (de donde se trasladó a las calles), llegando a incorporarse incluso a la agenda de los partidos políticos, y marcando algunos de los momentos más tensos durante la agitada primera legislatura del Presidente Zapatero, como se puso de manifiesto con la tramitación y aprobación de la conocida como Ley de Memoria Histórica10. Todo ello tuvo también sus efectos dentro de la historia, dado lugar a una serie de agrias polémicas que, de un modo u otro, han seguido alimentándose hasta estos mismos momentos donde se cuestiona el proceso de la Transición hacia la democracia.11 La cuestión ha sido aún más complicada en el País Vasco, donde hemos vivido durante las últimas décadas el azote de un fenómeno como el del terrorismo de ETA, surgido durante la dictadura, que ha persistido en su acción violenta hasta el año 2011 y donde, como ya hemos apuntado, el sector político que sostuvo a esta organización, sigue justificando precisamente su historia como una consecuencia inevitable de la represión sufrida durante el franquismo, perpetuada en un sistema democrático que, a su entender, es heredero directo de aquel régimen. Todo ello, sin duda, ha provocado que las víctimas de la violencia política hayan terminado por incorporarse a la agenda de los investigadores, incluidos los historiadores. Nos centramos, parece innecesario recordarlo, en seres humanos de carne José Antonio PÉREZ: “El incómodo pasado del País Vasco.”, en Lourenzo FERNÁNDEZ (coord.) Memoria de guerra y cultura de paz en el siglo XX: De España a América, debates para una historiografía. Santiago de Compostela, 2012, pp. 302-309 10 Hay que recordar, en todo caso, que la citada Ley 52/2007, de 26 de diciembre, por la que se reconocen y amplían derechos y se establecen medidas en favor de quienes padecieron persecución o violencia durante la guerra civil y la dictadura —conocida popularmente como Ley de Memoria Histórica no figuraba inicialmente en el programa del PSOE. http://web.psoe.es/sourcemedia/000000348500/000000348570.pdf, consultado el 28 de mayo de 2016. No fue el único de los conflictos que surgieron en aquellos años. El problema que originó el traslado (devolución, en realidad) de los denominados papeles de Salamanca, desde el Archivo de la Guerra Civil a la Generalitat de Cataluña. Tampoco puede desligarse todo ello del conflicto surgido en paralelo con la memoria de las víctimas del terrorismo, desatado, sobre todo, a raíz de las conversaciones abiertas en su momento entre el Gobierno de España y la organización terrorista ETA. 11 Algunos de los más conocidos se publicaron en Hispania Nova 7 (2007) http://hispanianova.rediris.es/7/HISPANIANOVA-2007.pdf 9 238 y hueso, en víctimas que han sufrido terribles agresiones, bien de forma directa o a través de la violencia que se ejerció sobre sus familiares más próximos, pero, sobre todo, se trata de personas que han padecido la estigmatización por parte de sus victimaros, y en el caso de ETA, de un importante entorno social que apoyó a esta organización12. Lo ocurrido en el País Vasco, no constituye, desde luego una excepción. Todo lo contrario, es común a la mayor parte de los países que han padecido fenómenos traumáticos de violencia política como la imposición de regímenes totalitarios, las persecuciones étnicas, políticas o religiosas, las guerras, los genocidios, los diferentes fenómenos de terrorismo...13 Las víctimas son, ante todo, seres humanos unidos por el dolor y la injusticia padecidos, pero conforman un grupo plural que presenta numerosas diferencias entre ellas. Esta circunstancia deber ser considerada también por los historiadores que tratamos sobre la violencia política y sus consecuencias, porque existen algunos aspectos que pueden desenfocar la cuestión y el tratamiento que esta merece. La actual política memorialista impulsada por el Gobierno Vasco a través de la Secretaría de Paz y Convivencia tras el final de ETA ha convertido la cuestión del respeto a los derechos humanos en un verdadero paradigma, que tiende a presentar y reducir a las víctimas en aquello que precisamente les une: el dolor y la violación que sufrieron en sus derechos más elementales. Se trata de una perspectiva inspirada en otras experiencias internacionales y, sobre todo, en una amplia cobertura basada en el derecho y en las declaraciones universalmente reconocidas sobre esta materia, que ha ganado enteros y credibilidad durante los últimos años, pero que encierra evidentes peligros14. El más notable, sin duda, es que adolece, en nuestra opinión y en nuestro Xabier EXEBERRÍA: “Víctimas y memoria”. Papeles de relaciones ecosociales y cambio global, n. 109, 2010. pp. 57-65, Xabier ETXEBERRÍA: Historización de las víctimas del terrorismo en el País Vasco, en Antonio RIVERA y Carlos CARNICERO: Violencia política, historia, memoria y víctimas, Madrid, Maia, 2010, pp, 287-310. Javier VILLANUEVA y Antonio DUPLÁ: Con las víctimas del terrorismo, Donostia, Gakoa, 2010. 13 José María ORTIZ DE ORRUÑO y José Antonio PÉREZ: Construyendo memorias. Relatos históricos para después del terrorismo en Euskadi. Madrid, La catarata, 2013. 14 Entre ellas están, por supuesto, la Declaración Universal de los Derechos Humanos de la Asamblea de las Naciones Unidas de 1948, los Pactos de 1966 de las Naciones Unidas y del Convenio para la protección de los Derechos Humanos y de las libertades Fundamentales del Consejo de Europa, la Doctrina del Tribunal Europeo de los Derechos Humanos o los “Principios y directrices básicos de las víctimas de violaciones de las normas internacionales de derechos humanos y de violaciones graves del 12 239 caso, de una clara orientación ideológica y discursiva, cuando unifica por la vía de los hechos consumados la experiencia común de todos aquellos que han vivido situaciones traumáticas derivadas de la violencia política desde los años treinta del siglo XX hasta la actualidad, o por expresarlo de un modo más claro, desde las víctimas de la guerra civil y la represión franquista hasta el último asesinato de ETA cometido en 2010. La propia unificación de todas las víctimas bajo un dolor común (y bajo una misma institución15), a pesar de los homenajes y tratamientos diferenciados, propone y difunde un determinado relato histórico que, paradójicamente, priva a esa narrativa del imprescindible y necesario contexto capaz de explicar el alcance de lo sucedido, las causas que originaron cada uno de esos fenómenos de violencia política, las características de los mecanismos de terror que se pusieron en marcha en cada época, los apoyos sociales y políticos que estos tuvieron y las consecuencias que se derivaron de todo ello. El resultado de esta confusión que incorpora tal variedad de fenómenos es un relato exclusivamente memorialístico -pero no histórico- donde el testimonio sustituye con la contundencia del dolor expresado en primera persona por las víctimas, o por sus familiares más directos, a cualquier tipo de explicación que ayude a situarnos en el contexto en que se produjo esa violencia a lo largo de la historia contemporánea del País Vasco. Historia del País Vasco en tiempos de memoria. En primer lugar, aunque resulte obvio y probablemente innecesario recordarlo en un congreso de historia, durante la guerra civil española hubo víctimas en ambas retaguardias. Los distintos informes y documentos elaborados por el Gobierno Vasco sobre este tema16 parecen obviar una cuestión fundamental que a día de hoy no admite demasiado debate: el hecho de que la guerra civil fuera también en Euskadi una guerra derecho internacional a interponer recursos y obtener reparaciones”, que emanan de la resolución 60/147 aprobada por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 16 de diciembre de 2005. 15 Nos referimos, en concreto, al citado Instituto de la Memoria, ahora ya también de la Convivencia y los Derechos Humanos, impulsado por el actual Gobierno Vasco, y más concreto por las Secretaría de Paz y Convivencia, denominado Gogora. 16 El primer y más importante documento en este sentido fue el denominado Plan de Paz y Convivencia, un elaborado y polémico texto que ha sido el inspirador de las políticas públicas de la memoria impulsadas por el actual Gobierno Vasco desde su presentación en junio de 2013 http://es.slideshare.net/Irekia/plan-de-paz-y-convivencia y el Plan Base de Prioridades 2015-2016 en Materia de Memoria Histórica http://estaticos.elmundo.es/documentos/2014/11/04/prioridades_memoria_historica.pdf 240 civil entre vascos y no una guerra de ocupación por parte de España y ello llevó, en una situación muy compleja, a que se cometieran asesinatos en ambas retaguardias lejos de los frentes de guerra. Por lo tanto y a pesar del argumento esgrimido en muchas ocasiones en torno a la conveniencia o no de reivindicar también la memoria de las víctimas de la represión republicana, convendría hacer una mención sobre este asunto, que sigue provocando desencuentros que se han trasladado al terreno político hasta fechas muy recientes17. Por otro lado, esos mismos informes parecen eludir una realidad muy concreta y es que el bando que defendió la legalidad republicana y las instituciones autonómicas vascas, no estuvo compuesto únicamente por soldados nacionalistas, es decir, por gudaris, sino también por milicianos republicanos. Esa concepción de la guerra y del franquismo como algo exógeno al País Vasco ha evitado en todos esos informes, enfrentarse a una realidad que tampoco parece demasiado cuestionable, como es el hecho de que el franquismo en el País Vasco, al igual que en cualquier otro lugar de España -y probablemente en nuestro caso de una forma más evidente-, gozó de unos importantes apoyos sociales y políticos. La imagen de un pueblo vasco, concebido como una realidad única e inquebrantable, sometida por la fuerza de las armas a una dictadura, pero enfrentada abiertamente a ella como un solo hombre, no resiste, a día de hoy, un mínimo análisis de carácter histórico. Los estudios más rigurosos sobre la represión franquista confirman que esta fue menor en el País Vasco durante la guerra civil y la más inmediata posguerra que en otros lugares de España y que la parte más cruel de esta represión afectó a la izquierda18. La explosión de la conflictividad laboral que se produjo a partir de principios de la década de los años sesenta y la irrupción de las acciones violentas de ETA, con los primeros atentados mortales en 1968, dieron lugar a un incremento y radicalización de 17 Sobre el tema de las víctimas, su consideración y la diferente percepción que hay de ellas en el País Vasco, especialmente desde el mundo nacionalista, resulta imprescindible el trabajo de Luis CASTELLS y Antonio RIVERA: Las víctimas. “Del victimismo construido a las víctimas reales”, en Fernando MOLINA y José Antonio PÉREZ: El peso de la identidad…, pp. 265-305.l 18 Javier GÓMEZ: Matar, purgar, sanar. La represión franquista en Álava. Madrid, Tecnos, 2014 y la tesis doctoral aún no publicada de Erik ZUBIAGA: Represión y políticas de captación. Actitudes sociales ante el asentamiento del “nuevo Estado” en Bizkaia, junio 1937-1943 defendida en marzo de 2016 en la UPV/EHU, o el trabajo de Francisco ESPINOSA: “Sobre la represión franquista en el País Vasco”, en Historia Social 63, (2009), pp. 58-76. 241 la represión que se mostró en toda su crudeza en los últimos años de la dictadura19. Fue a partir de esos momentos cuando la represión fue más intensa en el País Vasco que en el resto de España, adoptó nuevos métodos y acudió a todos aquellos instrumentos a su alcance para tratar de sofocar las protestas de la oposición antifranquista y del nacionalismo radical. Para ello contó con mecanismos represivos tan poderosos como el Tribunal de Orden Público o la imposición de medidas extraordinarias, como los Estados de Excepción. Fue precisamente en este contexto, y en el tránsito hacia la democracia que se produjo a mediados de los años setenta del siglo XX, cuando se incrementaron toda una serie de abusos por parte de unas fuerzas policiales, que coincidieron también en el tiempo con la irrupción de un fenómeno como el de los incontrolados y de diversas bandas de ultraderecha, que contribuyeron, aún más, a radicalizar la situación. Todos estos grupos fueron desapareciendo a principios de la década siguiente, aunque la aparición del GAL y su acción criminal entre 1983 y 1987 dejó aún un importante reguero de muertos; pero lo cierto es que desde finales los años ochenta ETA militar quedó como la única organización terrorista que recurriría a esta estrategia violenta, condicionando absolutamente la vida política y social en el País Vasco20. Tratar de unificar a “todas las víctimas” bajo el amparo de los Derechos Humanos en un reconocimiento general y en una misma institución, puede parecer un acto generoso y encomiable, perfectamente asumible por cualquiera que respete los valores democráticos y los derechos humanos, pero en nuestra opinión, puede terminar, si no se analiza y se presenta cada fenómeno desde una perspectiva histórica, desdibujando las características de cada grupo y los rasgos propios que las hacen diferentes frente a otras. Un ejemplo de los resultados de esta perspectiva que se impone sobre lo sucedido se puede constatar en los últimos informes elaborados acerca de esta cuestión, centrados en “las vulneraciones sobre los derechos humanos cometidos entre Luis CASTELLS y Antonio RIVERA: “Las víctimas. Del victimismo construido a las víctimas reales, en Fernando MOLINA y José Antonio PÉREZ (eds.): El peso de la identidad… pp. 265-305, José Antonio PÉREZ y Raúl LÓPEZ: “La memoria histórica del franquismo y la transición. Un eterno presente”, en Fernando MOLINA y José Antonio PÉREZ PÉREZ: El peso de la identidad… op. cit. pp. 225 -262 y José Antonio PÉREZ: “Historia (y memoria) del antifranquismo en el País Vasco”, en Cuadernos de Historia Contemporánea.35 (2013), pp. 41-62. 20 José Antonio PÉREZ y Fernando: “El monopolio de la violencia ilegítima. Terrorismos paraestatales y brutalidad policial”, en Juan Pablo FUSI y José Antonio PÉREZ: Euskadi 1960-2011… op. cit. 19 242 1960 y 1978”21. En estos informes, donde nunca se ha tenido en cuenta la participación de los profesionales de la historia, los asesinatos cometidos por organizaciones terroristas, y sobre todo por ETA, aparecen junto a otro tipo de víctimas, clasificados bajo una fórmula un tanto alambicada que unifica los sufrimientos y las consecuencias: “violaciones contra el derecho a la vida”, un concepto que en absoluto describe la realidad de lo ocurrido ni la trascendencia política que tuvieron determinados crímenes22. En este aspecto es donde el papel de los/as profesionales de la historia parece necesario y aún imprescindible, a menos que optemos por una memoria sin historia, tan autocomplaciente y equidistante como tramposa que evite a la sociedad vasca enfrentarse con su propio comportamiento durante aquellos años23. El ejemplo más evidente de todo ellos se ha plasmado recientemente en una la últimas de las iniciativas puestas en marcha por la Secretaría de Paz y Convivencia, la denominada Plaza de la Memoria (Memorian Plaza), un espacio virtual donde se acumulan sin orden ni concierto todo tipo de testimonios de víctimas y familiares de víctimas o simples testigos de la violencia política en el País Vasco, desde la guerra civil hasta la actualidad, y donde podemos encontrar desde personas que vivieron el bombardeo de Gernika, hasta víctimas del terrorismo y de la tortura24. Todo ello carente de la más mínima explicación y contextualización. El resultado de esta propuesta es la presentación de todo un contenedor de emociones y testimonios que forman parte de un relato coral y un tanto postomoderno, donde se alternan silencios y palabras, que comienzan en la guerra civil y que se extienden hasta nuestros días, es decir, la exposición de una narrativa memorial de ochenta años de historia donde de un modo u otro nos presenta una determinada interpretación sobre el pasado, que arrancaría de julio de 1936 como elemento desencadenante de todo el sufrimiento padecido por la sociedad vasca, convertida, toda ella, en víctima de la violencia política. 21 http://estaticos.elmundo.es/documentos/2013/06/14/informe_base_es.pdf, un informe que ha sido completado con una serie de estudios locales denominados Retratos municipales sobre violaciones de los derechos humanos en el periodo 1960-1978. 22 La utilización de un determinado lenguaje, de una verdadera gramática del conflicto, como ha apuntado el profesor Martín ALONSO: “Memoria para ser, memorias para estar”, en José Antonio PÉREZ y Eduardo MATEO: Políticas de la memoria. Qué, cómo y para qué recordar, Vitoria-Gasteiz, Fundación Fernando Buesa/Instituto Valentín de Foronda, 2014, pp. 70-90, ha servido para armar ideológicamente este discurso. 23 Luis CASTELLS y Fernando MOLINA, «Bajo la sombra de Vichy: el relato del pasado reciente en la Euskadi actual», Ayer 89, (2013) pp. 215-227. 24 http://www.memoriaplaza.eus/home.php?idioma=es 243 Cada grupo de víctimas y cada fenómeno que las convirtió en tales merecen un tratamiento específico por parte de las instituciones donde la participación de los historiadores parece tan necesaria como incómoda, habida cuenta de algunas reacciones que han tenido lugar en este ámbito durante los últimos años25. Resulta llamativa la ausencia de profesionales de la historia en la mayor parte de los informes encargados hasta el momento por el Gobierno Vasco sobre nuestro pasado más reciente. Como ha comentado en más de una ocasión el forense Francisco Etxeberria, reputado especialista en la exhumación de cadáveres de víctimas de la guerra civil, una de las diferencias fundamentales entre unas víctimas y otras es que mientras las del terrorismo han tenido un reconocimiento político, durante muchos años han carecido de un reconocimiento social y, sin embargo, las víctimas del franquismo han podido tener este último, pero han carecido de un reconocimiento político26. Coincidimos en general con esta afirmación, aunque con algunos matices importantes, porque las situaciones, incluso dentro de un mismo grupo de víctimas han sido y son muy diferentes. Por ejemplo, es cierto que las víctimas del terrorismo han tenido un reconocimiento político, pero éste se ha producido de manera muy tardía y solo de una forma evidente tras el asesinato ya citado del concejal del PP de Ermua, Miguel Ángel Blanco, a finales de los años noventa del pasado siglo. En este caso, por ejemplo, resulta sintomático que la Ley de solidaridad con las víctimas del terrorismo date del año 199927, es decir, treinta años después de que se produjera la primera víctima mortal en el País Vasco como consecuencia de este fenómeno. En el País Vasco las víctimas del franquismo están tendiendo durante los últimos años un amplio reconocimiento social e institucional28, aunque queden aún muchas cosas por hacer, especialmente aquellas que afectan al aspecto más doloroso de asunto, como la exhumación e identificación de las víctimas enterradas en fosas comunes, una de las asignaturas pendientes más notables y deshonrosas para un sistema democrático. Pero lo cierto es que a lo largo de estas últimas décadas se han puesto en marcha toda 25 La más llamativa, curiosamente, procedió en su momento del propio Secretario General de Paz y Convivencia del Gobierno Vasco, quien afirmó que el Informe Foronda sobre el terrorismo, realizado por historiadores de este centro de investigación “estigmatizaba a la sociedad vasca” http://www.eldiario.es/norte/euskadi/Gobierno-ningunea-Foronda-terrorismo-ETA_0_367814227.html 26 Entrevista a Francisco Etxeberria: “Hay otras víctimas a las que les ha faltado verdad, justicia y reparación, Diario Gara, 18 de febrero de 2011. 27 Ley 32/1999, de 8 de octubre de 1999. 28 Decreto del Gobierno Vasco de 19 de noviembre de 2002. 244 una serie de iniciativas y recursos encaminados al reconocimiento social y político de esas víctimas a través de numerosas medidas y actos que han contado con el apoyo de las instituciones públicas y con la participación de un importante sector social, cada vez más sensibilizado con todos los temas relacionados con la Memoria Histórica. Todo ello se ha materializado en el apoyo a numerosos proyectos de investigación y a decenas de iniciativas y actos de reconocimiento de las víctimas de la represión en forma de memoriales, actos de recuerdo, grabaciones, exhumaciones y recogidas de testimonios… Esta sensibilidad se ha ampliado también a todos aquellos casos protagonizados durante los últimos años de la dictadura y los primeros años de la represión por elementos pertenecientes a las Fuerzas del Orden Público en diferentes intervenciones policiales. Tampoco en estos casos se trata de grupos homogéneos. Existen víctimas que lo fueron en el trascurso de protestas organizadas por la oposición antifranquista o por los grupos nacionalistas, víctimas con una determinada militancia política, pero también existen, como ha quedado constancia, numerosas víctimas accidentales de controles policiales, heridos o incluso muertos en el trascurso de manifestaciones vecinales, laborales, a favor de la amnistía, víctimas de maltratos y torturas policiales…29 La mayor parte de las víctimas de la guerra civil y la represión de la más inmediata posguerra ha desaparecido o cuanta con una avanzada edad. Fueron testigos directos y protagonistas en muchos casos de la represión que se manifestó en forma de fusilamientos, sacas, encarcelamientos, encuadramientos en batallones de trabajadores, destierros… Forman parte ya de una memoria que se ha incorporado al relato histórico y a las políticas públicas de la memoria que se vienen desarrollando durante los últimos años. Pero tampoco las víctimas de la dictadura presentan las mismas características a lo largo de todo el régimen franquista. Aquellas que padecieron la represión en sus diferentes manifestaciones a partir de finales de los años cincuenta, vivieron en una nueva sociedad, se incorporaron a nuevas organizaciones o a viejos partidos y sindicatos que trataban reactivarse al calor de la nueva situación surgida en la época del desarrollismo. Todas fueron víctimas del franquismo, sin duda, un régimen que persiguió con saña a los opositores políticos, desde el final de la guerra hasta la 29 http://www.slideshare.net/Irekia/infome-de-la-comisin-de-valoracin-de-vctimas-de-vulneraciones-dederechos-humanos-19601978 245 desaparición de Franco, pero el acercamiento y tratamiento por parte de los historiadores, lógicamente, debe ser distinto para enmarcar cada situación dentro de su propio contexto30. Otro tanto puede decirse con respecto a las víctimas de los abusos policiales, especialmente de aquellos sufridos durante los violentos años de la transición. La falta de mecanismos y políticas de depuración de los responsables policiales franquistas provocaron que se mantuviesen ciertas prácticas durante los primeros años del nuevo sistema democrático, donde la brutalidad de sus intervenciones, en un ambiente marcado por el azote del terrorismo y la debilidad del Estado para perseguirlo, desembocó en una grave serie de casos donde fueron conculcados los derechos humanos más elementales. También en este caso el acercamiento del historiador a las víctimas debe tener en consideración las excepcionales circunstancias que rodearon aquella época, con el fin de contextualizarlas y profundizar en un fenómeno que comenzó a declinar a mediados de los años ochenta del siglo XX. Por último, están las víctimas del terrorismo, de un fenómeno surgido en el último tramo de la dictadura, que ha dejado en el País Vasco un larguísimo reguero de víctimas mortales, más de novecientas, de las cuales. como ya hemos apuntado anteriormente, el 92% corresponde a las acciones de ETA y de otras organizaciones próximas a ella. En este caso existen víctimas de una edad avanzada, que perdieron a sus familiares a finales de los años sesenta y principios de los setenta del siglo XX (sobre todo en el caso de miembros de las Fuerzas del Orden Público) y otras que han padecido el terrorismo en fechas mucho más recientes. Aunque el dolor y la pérdida hayan sido los mismos, las primeras han carecido durante muchos años de un reconocimiento público e incluso de ayudas económicas para tratar de afrontar su situación, sin embargo, las más recientes están mucho más presentes en la memoria y en la consideración de las instituciones. Existen víctimas que nunca tuvieron la posibilidad de ofrecer su testimonio y otras que, gracias a su relevancia social, política o a otras circunstancias, han tenido la oportunidad de expresarse y trasmitir su experiencia. Existen víctimas organizadas en torno a diversas asociaciones y fundaciones, que Un análisis sobre todas estas cuestiones en Javier UGARTE: “Historia de la memoria y reparación a las víctimas de la Guerra Civil y del franquismo (1976-2009)”, en Antonio RIVERA y Carlos CARNICERO: Violencia política… pp. 235-282. 30 246 manifiestan diferentes posturas frente a cuestiones muy sensibles, pero también existen otras víctimas que no mantienen ningún tipo de vínculos con estas organizaciones, y como consecuencia de ello carecen de la cobertura social e incluso legal que aquellas han podido proporcionarles. Por último, conviene recordar que hubo víctimas que sufrieron la represión franquista por su militancia política, que padecieron tremendos abusos policiales durante la transición y que posteriormente serían también objeto de persecución, de acoso e incluso de atentados terroristas por parte de ETA. Por tanto, el panorama de las víctimas es tan complejo y peculiar que merece un tratamiento específico y no sólo desde las instituciones, sino desde la propia historia cuando pretende incorporar su memoria al estudio del pasado más reciente en el País Vasco, tal y como hemos expresado en varias ocasiones31. Los historiadores ante las víctimas y ante las instituciones “Los historiadores habréis estudiando mucho y leído muchos libros en la universidad sobre lo que ocurrió aquí, pero no tenéis ni idea. Porque, además, la historia la escriben los vencedores. Yo te voy a contar lo que pasó porque yo sí estuve aquí” La mayor parte de los historiadores que nos dedicamos al estudio de nuestro pasado más reciente y recurrimos para ello a las fuentes orales hemos escuchado expresiones similares. El argumento de autoridad incontestable nos sitúa ante una cuestión que resulta ineludible y que tendrá, como veremos a continuación, una singular importancia en el desarrollo de nuestro trabajo: la contundencia y legitimidad del testigo para narrar lo ocurrido frente a la debilidad e inconsistencia del historiador que todo lo matiza y lo cuestiona. Es asunto es aún más relevante cuando se trata de un colectivo como el de las víctimas de la violencia política, que ha sufrido en muchas ocasiones, además de la persecución y el terror, el olvido de eso que se ha dado en llamar la historia oficial. El fenómeno se repite, casi sin excepción, desde las víctimas de la guerra civil y el franquismo hasta las víctimas del terrorismo. José Antonio PÉREZ: “La memoria de las víctimas del terrorismo: un proyecto en marcha”, en Antonio RIVERA y Carlos CARNICERO: Violencia política, historia, memoria y víctimas…, pp. 317-350. 31 247 Probablemente muy pocos de los entrevistados que nos sirven como informantes en los estudios de historia oral haya leído en su vida a Walter Benjamin, a quien se atribuye la famosa frase, pero el argumento mil veces repetido sobre la historia y los vencedores que la escriben ha calado profundamente en un sector importante de la sociedad, sobre todo entre aquellos que son (o se consideran) víctimas o perdedores de esa misma historia. La relación que se establece entre los historiadores y las víctimas de la violencia política puede ser tan estrecha y afectuosa como caótica y depende de numerosos factores. El primero y más importante es el factor humano, es decir, el que depende de la propia personalidad de ambos, y de las habilidades sociales del historiador para conseguir ganarse la confianza de las víctimas. Pero, sobre todo, depende de la profesionalidad y rigor del investigador para obtener un testimonio enriquecedor que permita establecer, primero un acercamiento respetuoso y más tarde una entrevista, que ayude a profundizar posteriormente en su análisis, incorporando su testimonio a la construcción un relato consistente sobre el pasado32. Las víctimas son objeto de estudio y fuente de documentación para nuestras investigaciones y, por lo tanto, estamos influidos poderosamente por una relación de una naturaleza tan estrecha que es incomparable a la abordada en otro tipo de trabajos donde nos enfrentamos únicamente a una documentación escrita. ¿Cuál es el papel que debe jugar el historiador con respecto a las víctimas? La solidaridad y empatía, tan necesarios como inevitables en este tipo de investigaciones, al tratar con personas que han sufrido en ocasiones terribles experiencias en su condición de víctimas de la violencia política, no debe empañar el principal objetivo de cualquier historiador que se precie: establecer una serie de hipótesis sobre lo sucedido, investigar en profundidad lo que ocurrió, contrastar las fuentes y elaborar una interpretación a partir de todo ello con las herramientas y metodologías propias de la historia. Más allá del compromiso que cada profesional pueda tener con una serie de valores y principios éticos, el primero y sin duda, el más importante para los profesionales de la historia debe ser aquel que contraemos con el rigor de la investigación. Puede resultar tentador arrogarse el papel de portavoz del sentir las víctimas, una función a la que probablemente ellas mismas nos induzcan ante el abandono que han sentido por parte de 32 Ronald FRASER: “La formación de un entrevistador”, Historia y fuente oral, n. 3: 1989, pp. 126-150; 248 las instituciones. Hay que tener en cuenta que la mayor parte de las víctimas de la violencia política se han sentido invisibilizadas y enmudecidas frente a la historia y en muchas ocasiones han vivido su condición de víctima de manera casi clandestina. Buena parte de ellas nunca ha tenido la oportunidad de trasladar su testimonio más allá de su ámbito más familiar. Esta circunstancia puede crear también falsas expectativas entre las víctimas que los historiadores debemos disipar. En primer lugar, no somos periodistas y la trascripción de su testimonio raramente verá la luz de forma íntegra, ni desde luego tan inmediata como ocurre en un trabajo periodístico. Nuestro tratamiento no busca un titular impactante ni un reconocimiento a corto plazo. En segundo lugar y probablemente el más importante, el historiador debe renunciar a ejercer de justiciero. Su labor en las investigaciones sobre violencia política y víctimas, por obvia que parezca, debe limitarse a profundizar en aquellos aspectos centrales de la investigación que nos permitan ensanchar nuestro conocimiento sobre el entramado de esa misma violencia y sobre las formas y consecuencias que todo ello tuvo para las víctimas y para la sociedad que les rodeaba. En este sentido, la incorporación de las víctimas como objeto de la investigación (y como fuente de documentación de primera mano) debe aportar elementos que contribuyan a contrastar nuestras hipótesis de trabajo y a iluminar aquellos aspectos que, debido a la propia naturaleza del fenómeno que analizamos, aún permanecen oscuros. Su participación y su testimonio nos permitirán profundizar en el perfil más humano y primario de la violencia33. Como hemos apuntado anteriormente, existen diferencias muy sensibles entre las víctimas de los diferentes fenómenos de violencia política. En el caso concreto de los asesinatos políticos y especialmente en el del terrorismo, por norma general sus ejecutores y quienes les apoyaron crearon el caldo de cultivo político y social necesario e imprescindible que facilitó su victimación. Primero, contribuyeron a su estigmatización y criminalización dentro de la sociedad en que convivían, facilitando el rechazo en torno a su persona, desplegando en muchas ocasiones toda una serie de campañas de desprestigio y acoso a través de insultos, pintadas, carteles, declaraciones, artículos de prensa… En definitiva, contribuyeron a su deshumanización, les despojaron José Antonio PÉREZ: “La memoria de las víctimas del terrorismo: un proyecto en marcha”..., pp. 317350. 33 249 de una forma premeditada de su condición humana para reducirles a meros símbolos, a simples uniformes o a colaboradores necesarios de un bando enemigo que debía ser exterminado. Pero, además, en muchos casos, el acoso no cesó tras su asesinato, sino que siguió a través de llamadas telefónicas, el envío de mensajes anónimos o incluso de balas a sus familiares, contribuyendo a trasladar el terror y la humillación hacia sus seres queridos34. Y lo que es más importante, detrás de la persecución y el exterminio político que acompañó a determinados fenómenos del terrorismo, como en el caso de ETA, hubo todo un proyecto político de carácter totalitario, con un discurso y una praxis que contó con un respaldo social del que carecieron otras formas de violencia política o incluso de terrorismo.35 Como decíamos, la incorporación de las víctimas y de su testimonio a nuestra investigación y al propio relato histórico de lo sucedido, no constituye un acto de justicia histórica ni un acto de reconocimiento social, aunque sin duda, puede contribuir a ello. Su estudio debe ayudarnos, sobre todo, a profundizar en el conocimiento de un fenómeno tan complejo como el de la violencia política. En este sentido, y probablemente en contra lo que está ocurriendo en estos momentos en el País Vasco, debemos recuperar también la propia dimensión política de las víctimas, la misma que les atribuyeron sus victimarios cuando les convirtieron en objetivos de esa violencia36. Solo de esta manera conseguiremos profundizar en la importancia decisiva que tuvieron estos fenómenos y podremos comprender como funcionaron los mecanismos del terror. Por ella la mirada del otro, es decir, nuestra mirada sobre la violencia política, es muy probable que no coincida con la del testigo y más aún, con la de la víctima. Nuestro trabajo de análisis debe establecer la distancia necesaria para evitar caer en la idealización de su figura. Durante los últimos años y como consecuencia de la explosión memorialista que se produjo a principios del siglo, la labor del historiador y de otros profesionales que estudian el pasado, compite en cierto modo con la labor que vienen realizando las numerosas asociaciones de víctimas que han surgido desde entonces (desde aquellas que recuperan la memoria de los represaliados del franquismo, hasta las Iñaki ARTETA: “Trece entre mil” Leize Producciones / Notro Films, 2005 y “1980”. El infierno vasco. 2014. 35 José Antonio PÉREZ: ¿Cómo abordar la memoria en el País Vasco?, en José Antonio PÉREZ y Eduardo MATEO: Políticas de la memoria. Qué, cómo y para qué recordar… 36 Martín ALONSO (coord.): El lugar de la memoria. La huella del mal como pedagogía democrática. Bilbao: Bakeaz 2012. 34 250 que reivindican la memoria de las víctimas del terrorismo). Nuestra relación es compleja y depende de muchos aspectos. Las asociaciones de víctimas buscan en ocasiones el aval y la colaboración de los historiadores para la puesta en marcha de iniciativas que van, lógicamente, más allá de lo que podemos ofrecer, y se concretan a través de discursos y propuestas claramente políticas, pero también es necesaria una reflexión desde la comunidad académica sobre nuestro papel en este terreno, donde probablemente no siempre hemos estado a la altura de las circunstancias y de lo que se requería de nuestro trabajo, al incorporarnos muy tardíamente a esta tarea que ha puesto a las víctimas de la violencia política en el centro de nuestras investigaciones. Y esta cuestión nos llevaría a otra no menos importante e igualmente incómoda en muchas ocasiones. ¿Cuál es la relación que debemos establecer con las instituciones en todos estos temas relacionados con las violencia política?. Sinceramente creemos que es imposible dar una respuesta taxativa. La pregunta va probablemente mucho más allá de este tema y nos cuestiona sobre la propia función de historiador dentro de la sociedad actual, pero en el caso que nos ocupa depende de muchas cuestiones y algunas de las más importantes afectan a la propia orientación política que todas las instituciones y quienes están al frente de ellas, es decir, los representantes de los partidos políticos, pretenden imprimir hacia el pasado a través de una determinada narrativa. Nuestra experiencia en el País Vasco como historiadores es ciertamente singular. A lo largo de los últimos quince años hemos colaborado con diferentes instituciones (Ministerios, Gobierno Autónomo, Diputaciones, Ayuntamientos…) gobernados por partidos que tienen una visión sobre el pasado en ocasiones muy diferente en un tema como el que nos ocupa. En este sentido el Instituto de Historia Social Valentín de Foronda ha colaborado en proyectos sobre la represión franquista, sobre las víctimas de la violencia terrorista y sobre fenómenos como los abusos policiales que se produjeron en los últimos años de la dictadura y los primeros años de la transición. Hemos elaborado dictámenes que han servido a diferentes colectivos de víctimas para avalar su reivindicación de verdad, justicia y reparación, como ha ocurrió en su momento con la Asociación de Víctimas del 3 de marzo de 1976 en Vitoria-Gasteiz37. Hemos comparecido como expertos ante el 37 Carlos CARNICERO HERREROS: La ciudad donde nunca pasa nada. 3 de marzo de 1976, Gobierno Vasco, Vitoria Gasteiz, 2007. 251 Parlamento Vasco y las Juntas Generales del Territorio Histórico de Álava, y hemos suscrito diferentes convenios con todas estas instituciones para la puesta en marcha de proyectos de investigación centrados las víctimas de diferentes fenómenos de violencia política que buscaban, en última instancia, su reconocimiento público. La relación en este caso con las instituciones es de naturaleza distinta a la que se establece con las víctimas, pero debe basarse en los mismos principios: el rigor, la profesionalidad y la independencia. Ello puede llevar en ocasiones a situaciones comprometidas, sobre todo cuando abordamos cuestiones tan delicadas como las de la memoria y la historia de un país como el nuestro, que ha vivido hasta hace muy pocos años bajo la presión de un terrorismo que coartó la libertad de un importante sector de la sociedad vasca y que contó, para ello, con un apoyo social nada despreciable. En todo caso, nuestra vocación de servicio hacia esa misma sociedad, de la que también formamos parte, no debe rehuir las cuestiones más delicadas por incómodas que resulten. Entendemos que la presencia de los profesionales de la historia no solo es necesaria, sino imprescindible en el diseño y desarrollo de las políticas públicas de la memoria, pero por ello mismo debemos ser conscientes del riesgo que corremos en no pocas ocasiones, prestando nuestro aval en determinados proyectos donde se impulsa una narrativa sobre nuestra reciente historia que implica la construcción de una memoria selectiva y autocomplaciente con el pasado. Ni el afán de protagonismo en la esfera pública en un terreno tan complicado como este, ni la tentación de algunas importantes financiaciones que faciliten nuestros proyectos de investigación en unos momentos tan delicados como los que vivimos en estos años de crisis, pueden llevarnos a aceptar determinadas propuestas que se sitúan fuera de nuestras competencias y, sobre todo, que sirvan para reforzar discursos y narrativas que atenten contra el rigor imprescindible en nuestra profesión. Por ello, tampoco debemos ocultar nuestro desacuerdo con determinados proyectos, cuando a nuestro entender implican la puesta en marcha de un relato sobre el pasado que pretende imponer una lectura sesgada, equidistante o autocomplaciente de nuestra historia38. 38 Así lo hicimos en su momento a través de nuestra Aportaciones sobre el Plan de Paz realizadas por el Instituto de Historia Social Valentín de Foronda: http://www.ehu.eus/documents/1687243/2126107/Aportaciones+Plan+de+Paz+2+0.pdf 252 La presencia durante los últimos años de los profesionales de la historia en diferentes instituciones y proyectos relacionados con el tema de la denominada memoria histórica -un concepto ya suficientemente polémico y controvertido- ha revelado la complejidad de la relación que se establece con los poderes públicos desde nuestra profesión. Los casos del Memorial Democràtic en Cataluña o el más reciente en Madrid, con la polémica surgida en torno a las políticas públicas de la memoria impulsadas por su ayuntamiento tras las últimas elecciones, donde se ha visto implicada la Cátedra de la Memoria Histórica del siglo XX, son una muestra de ello. Por lo que concierne al País Vasco, la situación ante la que nos enfrentamos como historiadores es aún más compleja. Contamos en estos momentos con dos instituciones memoriales, una dependiente del Gobierno Vasco (el ya citado Instituto de la Memoria, la Convivencia y los Derechos Humanos, Gogora), que pretende incorporar la memoria de las víctimas de los diferentes fenómenos de la violencia política sufridos en los últimos ochenta años; y la otra, impulsada por el Gobierno de España (La Fundación Centro Memorial de las Víctimas del Terrorismo) que se centrará en la recuperación de la memoria de las víctimas de este fenómeno. El Instituto de Historia Social Valentín de Foronda colabora con ambos memoriales, aunque en diferentes niveles39 Paralelamente también estamos presentes en diferentes comisiones institucionales, en este caso promovidas por el Gobierno Vasco, junto con otros expertos (juristas, médicos, investigadores sobre los derechos humanos…) donde aportamos nuestra experiencia y conocimiento acerca de aquellas materias que nos competen. Nuestra mirada, la mirada del otro, la del historiador, no puede ser, lógicamente, la de la víctima, pero tampoco puede ser el aval para que las instituciones pongan en marcha políticas públicas de la memoria que no respeten la verdad de lo ocurrido, que construyan y difundan narrativas que eviten enfrentarse, sin complejos, a un pasado tan incómodo como el del País Vasco. 39 Actualmente el IHSVF colabora con Gogora en la elaboración de una base de datos sobre la represión franquista en el País Vasco entre 1936 y 1945. Así mismo pondrá en marcha en los próximos meses un potente proyecto de investigación en el marco de un convenio de colaboración suscrito con la Fundación Centro Memorial de las víctimas del terrorismo titulado Historia y memoria del terrorismo en el País Vasco que desarrollará a lo largo de los próximos cuatro años. 253 El debate de los historiadores alemanes y la excepcionalidad del Holocausto. La historiografía como duelo o superación civil de la pérdida Rafael Pérez Baquero Universidad de Murcia El Holocausto como problema histórico El historiador italiano Enzo Traverso define, en su obra El final de la modernidad judía1, la memoria del Holocausto como la religión civil de Occidente, producto de la institucionalización, sacralización y conversión en monumento de las trazas, restos y recuerdos de aquellos eventos. Esta condición constituye un síntoma respecto al efecto de estos fenómenos en la conciencia pública de la postguerra. No únicamente debido a la relevancia del Holocausto como paradigma de las violencias del pasado siglo, sino también a la evolución diacrónica de su presencia en el discurso historiográfico. Una evolución que se caracteriza por su disparidad. Al fin y al cabo, los años posteriores al mismo se caracterizan por la incomprensión o indiferencia respecto a aquellos crímenes, que eran marginados dentro del espacio público y del discurso histórico. Al propio Raul Hilbert – el escritor de una de las obras más importantes sobre el Holocausto2- se le desanimó desde el ámbito académico a iniciar ese proyecto, por considerarse falto de interés. En este sentido, el escaso valor de la memoria de la Shoah durante varias décadas, contrasta con la presencia que tiene en la cultura contemporánea, donde adquiere la condición de símbolo universalista derivado de su potencial crítico. Su 1 Enzo TRAVERSO: El final de la modernidad judía. Historia de un giro conservador, Valencia, Universidad de Valencia, 2003. 2 Raul HILBERG: The Destruction of European Jews, New York-London, Holmes and Maiers Publishers, 1985. 255 Universidad de Castilla~La Mancha Departamento de Historia. Área de Historia Contemporánea Edificio Benjamín Palencia | Campus Universitario s/n | 02071 Albacete Email: [email protected] | www.ahistcon.org | conversión de fenómeno histórico que no requiere de una preocupación historiográfica específica, a religión secular, nos revela algunos de los rasgos propios del Holocausto. Rasgos que han suscitado el debate respecto a la singularidad de sus condiciones históricas y, aparejada a aquella, de su recepción historiográfica. El propio historiador Enzo Traverso, en otra obra titulada El pasado: instrucciones de uso3, refiere a la evolución diacrónica de la relevancia historiográfica del Holocausto, como paradigma de la temporalidad de la memoria. Es decir, frente a la evolución meramente cronológica y lineal que subyace al texto histórico, los eventos que traspasan los límites de los procesos tradicionales de recepción histórica y quedan depositados en la memoria de la época, traen consigo una diferente relación entre los estratos temporales. La temporalidad subyacente a la memoria de este evento se puede definir de la siguiente manera. En primer lugar tenemos un traumatismo, un acontecimiento que no se puede abarcar desde los mecanismos tradicionales de recepción histórica. En segundo lugar, un período de indiferencia o amnesia colectiva respecto al mismo, que coincide con las dos décadas de escaso interés historiográfico en la Shoah. Finalmente, una reaparición obsesiva de esos recuerdos, que se identifica con la explosión de literatura histórica y testimonial respecto a aquellos crímenes, así como con la obsesión, por parte de la cultura alemana, con la culpa y su transmisión diacrónica a lo largo del paso de las generaciones. Resulta muy significativo que la evolución temporal de la memoria del Holocausto sea análoga a la evolución de un evento traumático en la psique de los individuos. El trauma es una vivencia que, por su potencial para desbordar los mecanismos psíquicos de defensa, no se deja encadenar a las redes de recuerdos del sujeto, que se aplican a todos los eventos del pasado. Redes que permiten definirlos como parte del pretérito y hacen posible su inteligibilidad desde el presente. Por este motivo, quedan depositados en la retina del inconsciente para, tras un período de tiempo – período de latencia – reaparecer a la conciencia de forma incontrolable, presentándose con la inmediatez del propio presente. En este sentido, el trauma es un evento del pasado que niega su tratamiento como mero hecho del pasado y que por ello no deja de repetirse bajo la forma del retorno de lo reprimido. 3 Enzo TRAVERSO: El pasado, instrucciones de uso: historia, memoria, política, Madrid, Marcel Pons, 2007. 256 Así, varios autores han aludido a los mecanismos del concepto de trauma para estudiar la relación entre la memoria de la Shoah y la conciencia pública alemana en la postguerra4. La utilidad del concepto de trauma como metáfora para dar cuenta de los problemas de recepción histórica del holocausto se puede justificar aludiendo a las siguientes razones: de la misma forma que el trauma no se deja reducir a la condición de mero objeto del pasado, cualitativamente similar al resto, el Holocausto parece resistirse a su normalización histórica. Es decir, a ser interpretado e introducido en cadenas causales a largo plazo que le apliquen los mismos estándares historiográficos que al resto de fenómenos. La respuesta por parte de ciertos filósofos frente a aquellos eventos constituye un síntoma respecto a esta situación. Un caso ejemplar es la postura de George Steiner según la cual el Holocausto está más allá de la razón y el lenguaje 5. Son tesis que llaman la atención acerca de un problema más profundo: la imposibilidad de agotar la experiencia del Holocausto como hecho histórico, a través del análisis tradicional de sus factores y causas. Esta situación, que se hace álgida dos décadas después de aquellos eventos, deriva de la influencia que los acontecimientos tienen en la memoria colectiva de la postguerra. La normalización o historización de un evento estaría ligada a la desactivación del potencial performativo de su memoria. Otro rasgo que permite legitimar la utilización metafórica del concepto de trauma para abordar estas cuestiones, es la relación entre este tipo de experiencias y la identidad, personal o colectiva. La identidad requiere de la construcción retrospectiva de una configuración narrativa en torno a las experiencias del pasado. Una configuración que haga posible la existencia de una continuidad entre los recuerdos, que permita al sujeto definirse a sí mismo. Precisamente, la vivencia traumática es aquella que rechaza quedar integrada en esa red, por lo que constituye una amenaza para la misma. De la misma manera, la narración acerca del pasado de un grupo humano contiene un enorme potencial cohesivo respecto a la creación de lazos identitarios entre los miembros del grupo. La imagen del pasado que ofrece la historiografía constituye un elemento 4 Ver, por ejemplo, Cathy CARUTH: Unclaimed experiences. Baltimore, John Hopkin University Press, 1996. Frank ANKERSMIT: Sublime historical experience, Stanford, Stanford University Press, 2005. Dominick LACAPRA: Escribir la historia, escribir el trauma, Buenos Aires, Nueva Visión, 2005. 5 George STEINER: Lenguaje y silencio: ensayos sobre la literatura, el lenguaje y lo inhumano, Barcelona, Gedisa, 2003, p. 45. 257 fundamental en relación a la identidad grupal. Por este motivo, la discontinuidad vinculada a la radical singularidad atribuida a la experiencia histórica del Holocausto, dificulta la construcción de una identidad en la postguerra. Al fin y al cabo ¿cómo justificar la creación de sentimientos de unidad o fidelidad a la patria cuando la historia de la misma contiene un evento que no se substrae al análisis histórico convencional y que está contaminado por la transgresión moral de aquellos eventos? ¿Cómo ofrecer una identidad para las futuras generaciones en base a una historia desgarrada por una discontinuidad? En cualquier caso, el recurso a la noción de trauma colectivo para dar cuenta de esta experiencia histórica, pone de relieve su especificidad, derivada de su vivacidad en el presente y de su influencia en la memoria colectiva de la época. El siguiente párrafo de Ersnt Nolte sintetiza perfectamente este conjunto de problemas: “El “pasado que no pasa” puede únicamente referirse al pasado nacional-socialista de los alemanes. Esta cuestión implica que normalmente el pasado pasa, por lo que el hecho de que no pase debe ser algo excepcional. Así, al pasar, el pasado no puede ser visto como desapareciendo. La era de Napoleón I, por ejemplo, es repetidamente hecha presente en los estudios históricos. […] Pero estos pasados han perdido aparentemente la vivacidad que tenían para sus contemporáneos. Por esta razón se los puede dejar a los historiadores. El pasado nacional-socialista, sin embargo, no parece sujeto a este proceso de atenuación […] Parece haberse vuelvo más vital y poderosos – no como modelo representativo sino como pesadilla, como un pasado en proceso de establecerse a sí mismo en el presente o que está suspendido sobre el presente como la espada del verdugo”6. Nolte, ERNST: “The Past That Will Not Pass: A Speech That Could Be Written but Not Delivered”, en James KNOWLTON y Truet CATES (eds.): Forever in the Shadow of Hitler?, New Jersey, Humanities Press, 1993, pp. 18-24, p. 18. 6 258 Contra la singularidad y sublimación del Holocausto Nos vamos a limitar al debate iniciado entre 1986-87 y cuyas figuras principales son Ernst Nolte y Jürgen Habermas7. Para ello estableceré una división entre tres partes: En primer lugar, expondré las tesis de varios historiadores muy críticos con los tabúes que rodeaban a aquella experiencia histórica en su contexto. Posteriormente, desarrollaré las acusaciones de Jürgen Habermas al proyecto de estos historiadores, en las que trata de explicar los compromisos ideológicos que subyacen a su labor. Finalmente expondré las aportaciones de otros autores acerca de aquel intercambio de argumentos, que ofrecen luz sobre el problema de fondo. Abordemos el planteamiento del historiador alemán, Ersnt Nolte. Nolte se enfrenta, en su ensayo “El pasado que no pasa”, a la caracterización vigente del Holocausto por las escuelas historiográficas alemanas de la postguerra. Una definición que, fruto de la sublimación de dicho fenómeno, ha terminado atribuyéndole la condición de evento incomparable con otros acontecimientos. La reacción social ante la revelación y expansión de la memoria de la Shoah, condujo a su conversión en un mito negativo, rodeado de una cantidad de tabúes tal, que se ha terminado aceptando que ciertos rasgos del mismo resultan irrepresentables o incognoscibles. En este sentido, la evolución diacrónica de la memoria y de la historia de aquellos eventos se presenta como especialmente atípica. Lo habitual es que, tras la ocurrencia de un evento, a lo largo del paso de las generaciones, la memoria del mismo pierda su vivacidad. Así, sería posible una distancia con el hecho en cuestión para que fuera recogido por la escuela historiográfica. Como indica el sociólogo francés Maurice Halbwachs8, sólo cuando un evento pierde su presencia en la memoria colectiva de un grupo humano, puede ser reflejado por un historiador que se abstrae de sus marcos sociales de pertenencia. Ahora bien, ese proceso a través del cual el pasado pasa, no ha ocurrido en relación a la experiencia del Holocausto. Su memoria no ha sufrido ese proceso de atenuación por el paso del tiempo. Esta situación, destaca Nolte, tiene una serie de consecuencias negativas que podemos dividir claramente en dos grupos. 7 Dentro de la clasificación que realiza Enzo Traverso entre cinco debates, éste correspondería al primero. Para dicha taxonomía ver Enzo TRAVERSO “Los dilemas de los historiadores alemanes”, en El pasado, instrucciones de uso…. pp. 81-91. 8 Maurice HALBWACHS: La memoria colectiva, Zaragoza, Universitarias de Zaragoza, 2004. 259 Por un lado, se acusa la pérdida de autonomía de la historiografía. Aquella sería incapaz de aplicar a este fenómeno los mismos criterios de investigación – aquí incluimos la comparación como método básico de valoración de un fenómeno – de los que se hace uso con el resto. La investigación histórica estaría bajo unos límites que resultan de injerencias externas (factores políticos, culturales…) que le impiden desarrollar todas sus potencialidades. La apuesta por desarrollar un discurso histórico independiente de aquellos factores, se integra bajo el propósito de liberar la conciencia histórica de “la tiranía del pensamiento colectivo”. Por otro lado, hay una constatación que pone sobre la mesa el peligro que contiene la caracterización del Holocausto a la que se opone Nolte. Cuanto más ignoto, amorfo o sublime sea un fenómeno histórico, mayor facilidad existirá a la hora de apropiarse del capital simbólico que de él se derive, para la justificación ilegítima de políticas concretas. Podría servir, como se ha acusado habitualmente, como un mito que ofrece un soporte ideológico al naciente Estado de Israel. Frente a esta situación, Nolte reivindica la necesidad de introducir este fenómeno en redes causales que den cuenta del mismo, que agoten sus causas y que permitan normalizarlo para superar su sublimación, así como la obsesión de la sociedad alemana con la culpa de aquellos crímenes. Esta tarea, que desde un punto de vista teórico parece legítima, ha sido muy criticada. Es su interpretación particular de las condiciones de aparición de este fenómeno, la que ha suscitado más polémica. Una polémica que, a mi juicio, deriva de la compleja relación entre comprensión y exculpación moral, entre explicación etiológica y responsabilidad colectiva. Nolte alude en su obra a la presencia de un elemento común que explica el surgimiento de los movimientos totalitarios en el siglo XX y que sirve de eje para explicar el Holocausto: La oposición al desarrollo de la “trascendencia”, ligada al proyecto histórico de la modernidad. Definimos la “trascendencia” como la lucha del hombre moderno por su autonomía respecto a las ataduras de la tradición. Desde su punto de vista, el fascismo tiene sus raíces históricas en aquel soporte, pues puede ser interpretado como una reacción radical a la “trascendencia” en el mundo moderno. Como alternativa contra el desgarramiento y la situación de anomía que vive el sujeto moderno ante la ausencia de una tradición que le proporcione estabilidad. Era una tentativa de, en el desencantado mundo de la técnica, conservar las ataduras a una 260 tradición portadora de sentido. Más concretamente, el fascismo sería una respuesta concreta ante los peligros derivados de la mayor apuesta histórica por la autonomía: el marxismo soviético. Esta tesis ha sido la más polémica y la que ha hecho correr ríos de tinta, por la percepción de una tendencia a la exculpación de los crímenes alemanes. Ese modelo se traduce, por su parte, en el establecimiento de una comparación entre el genocidio soviético y el nazi, que define al primero como la causa del segundo9. Ya que el genocidio de los judíos sería, desde su óptica, una respuesta al miedo ante los crímenes rusos. Nolte llega a defender que el diseñador del Holocausto nazi debió tener en su mente el genocidio soviético, así como la técnica de utilización de la caja de ratas, por parte de la Cheka. Esta comparación sincrónica se sitúa en las antípodas de la tesis de la singularidad del Holocausto, en la medida en que la única novedad que atribuye a la Shoah es la innovación técnica que supone el recurso las cámaras de gas. Otro historiador que se vio sumergido en este debate y al que se ha alineado, por su radical rechazo de la singularidad del Holocausto nazi, en el mismo marco que Ernst Nolte, es Andreas Hillgruber. El historiador alemán publicó un texto muy polémico, titulado Two Kinds of Ruin. Allí aparecían recogidos dos ensayos cuyos objetos respectivamente eran hechos históricos acaecidos durante la segunda guerra mundial que compartían causas y que era posible medir y comparar desde el mismo patrón. El subtítulo del texto, que refería a cada uno de los hechos históricos en cuestión, era The Shattering of the German Reich and the End of European Jewry. Desde el punto de vista de Hillgruber, careceríamos de rigor histórico si no reconociéramos que el holocausto nazi y el sufrimiento y reubicación de los alemanes que habitaban en países del Este durante el final de la guerra, son dos fenómenos que podemos integrar dentro de la misma línea interpretativa: como diferentes dimensiones del colapso de Europa Central, del que se podía encontrar precedentes a largo plazo. Desde su óptica, el Holocausto fue un evento trágico, de entre los muchos que ocurrieron en el pasado siglo; condición que niega de partida su supuesta singularidad. Así, tal y como lo describe Perry Anderson10, la construcción por parte de Hillgruber, de dos narrativas paralelas, contextualizadas dentro del mismo marco histórico, ambas refiriéndose a Nolte, ERNST: “The Past That Will Not Pass…”, p. 23. Perry ANDERSON: “On emplotment: Two Kinds of Ruin”, en Saul FRIEDLANDER (ed): Probing the limits of representation, Cambridge and London, Harvard University Press, pp. 54-65. 9 10 261 eventos catastróficos para un amplio grupo de personas, tendía a igualar el peso moral de ambos eventos y por tanto, a contrarrestar la intensidad hiperbólica asociada al Holocausto. Este proceso de comparación se apoya en dos movimientos teóricos. Por un lado, en una descripción trágica de las últimas semanas de los defensores alemanes de aquella zona, que ofrece una visión heroica sobre los mismos y que solemniza la expulsión germana de aquella zona, explotando la carga moral derivada de su particular descripción de los hechos. Tal y como lo describe Hillgruber, la resistencia que ofrecieron los últimos regimientos de la Wermacht para contener el avance soviético, estaba motivada por un propósito ético que tenía el objetivo de disminuir las consecuencias de la venganza del ejército ruso y que permitió, gracias a su sacrificio, la huida de civiles a zonas donde el conflicto no podría alcanzarles. Así, la trama de estos acontecimientos bajo el formato de la tragedia, permite construir una identidad empática con los soldados alemanes que revela implícitamente la presencia de una Alemania diferente a la del régimen nazi. Una Alemania que se puede integrar en una narrativa alternativa a aquella que había tomado al Holocausto como eje. El otro proceso consiste en la reducción de la carga moral del genocidio masivo de judíos, al remontar sus causas a largo plazo, tanto geográficamente como temporalmente. En relación al segundo caso, Hillgruber interpreta las causas del antisemitismo en términos muy restringidos. Fue la consecuencia de una doctrina racial que se convirtió, por diversas razones, en ideología del Estado alemán y cuyo desarrollo y aplicación en el genocidio giraba en torno a la figura de Hitler, en la que se agotaba buena parte de la responsabilidad de aquellos crímenes. En este debate Hillgruber se postuló como un intencionalista, en la medida en que la carga moral de este tipo de crímenes giraba en torno a la figura de Hitler, al que concede un enrome rol, minusvalorando la responsabilidad de una cómplice sociedad alemana. En término geográficos, el argumento de Hillgruber se acerca al de Nolte, al considerar al antisemitismo como un fenómeno generalizado por toda Europa, que alcanzó una posición dominante en Alemania debido a la influencia del temor ante la expansión del régimen soviético. Podemos percibir que, tanto en el caso de Nolte como en el de Hillgruber, el establecimiento de comparaciones entre el Holocausto y otros eventos del siglo XX, trae como consecuencia la liberación de un estigma cultural del que adolecía la sociedad 262 alemana en la postguerra. Consistían en tentativas de dar sentido a la historia alemana del último siglo, intentando que aquella no pivotase únicamente en torno a un fenómeno histórico concreto: el holocausto. Así, no será contaminado por la transgresión moral que rodea a aquel evento. En cierto sentido, esta motivación práctica o social que podemos percibir bajo las tesis de Nolte o de Hillgruber tiene su explicitación en la obra de otro historiador alemán que ha sido situado en este mismo grupo, Michael Stürmer. Desde su punto de vista, la caracterización del Holocausto como evento único o irreductible a factores históricos concretos, impide la construcción de una narrativa sobe la historia alemana con sentido, que sirva de soporte a una memoria común a los alemanes, capaz de fundamentar una estabilidad social, política… en la postguerra. Veamos como plantea esta situación al inicio de su ensayo “History in a Land without History”: En un país sin memoria cualquier cosas es posible. Los investigadores avisan de que entre las ciudades industrializadas de la República Federal hay una enorme falta de comunicación entre generaciones, un escaso sentido de auto-confianza entre su gente, y una enorme variación de valores. ¿Cómo verán los alemanes su propio país, Occidente o a ellos mismos, mañana? Uno puede asumir que habrá algún tipo de continuidad en la comprensión alemana de su propio país. Pero no puede estar seguro.11 En una tierra en la que no hay una historia, en el que se mantiene explícitamente que el fenómeno fundamental en la historia alemana de los últimos decenios, no se deja substraer totalmente al análisis histórico, el futuro será incierto y estará controlado por aquellos que son capaces de determinar el contenido de la memoria. Aludiendo al término metafórico al que nos referimos anteriormente, una cultura desgarrada bajo el peso del trauma carece de elementos que orienten el establecimiento de patrones estables de comportamiento colectivo. De ahí que la investigación sobre las líneas históricas desde las que se puede dar sentido a un fenómeno como el Holocausto tenga una función política o social absolutamente necesaria en el contexto de redefinición o construcción de la identidad alemana en la postguerra. La búsqueda de una fuente de Michael STÜRMER: “History in a Land without History”, en James NOWLTON y Cates TRUET (eds.): Forever in the Shadow of Hitler…, pp. 18-24, p. 16. 11 263 estabilidad en un pasado que se proyecte más allá de los eventos inmediatamente anteriores a la guerra, es una tarea moralmente legítima y políticamente necesaria, defiende Stürmer. La historia adopta la forma de una versión secular de la religión, como fuente de sentido e identidad en un mundo desencantado. Tal y como es posible apreciar, las tres propuestas a las que hemos referido explicitan uno de los presupuestos básicos en el proceso de revisión de la historia: la vinculación entre el tratamiento historiográfico del Holocausto y la elaboración de una unidad política y social. La defensa de la autonomía de la historiografía y de su transgresión de los tabúes que giran en torno a una experiencia histórica concreta, está ligada al establecimiento de continuidades que faciliten la evolución de una identidad patriótica. La relectura de los eventos está condicionada por las necesidades del presente desde el cual se lleva a cabo dicha reconstrucción. La crítica de Habermas. El uso público de la historia En esta línea se orientan las críticas que realiza el filósofo alemán Jürgen Habermas a los historiadores anteriormente citados. Fueron sus acusaciones las que provocaron el estallido del famoso debate en torno a los años 1986 y 1987. Su evaluación de estas diferentes formas de revisionismo por parte de la historiografía de la época fue interpretada como una injerencia extraña a aquella disciplina, por parte de alguien que carecía de formación específica en aquel campo y que aludía, para justificar sus tesis, a factores externos al mismo: al uso público o político del discurso histórico por parte de aquellos historiadores “conservadores”. El recurso al adjetivo “conservador” para establecer una taxonomía que agrupe a estos historiadores, resulta bastante sintomático. Habermas destaca el papel cohesivo de la visión ofrecida por el historiador en relación a la conformación de una cohesión identitaria para explicar las relaciones causales establecidas entre los hechos de los críticos de la singularidad del Holocausto. De esta forma, termina acusando a las comparaciones establecidas entre el Holocausto y otros hechos, de trivializar el primero y disolver o limitar la responsabilidad de la nación alemana respecto al mismo. Considerar que el archipiélago Gulaj es el precedente de la Shoah, sublimar el carácter trágico de la última línea de defensa en la Alemania del este o explicar el ascenso del régimen nazi en términos de búsqueda de estabilidad en el pasado frente al desencantado mundo de la técnica, derivan, desde su perspectiva, en 264 diversas formas de apología del fascismo. Vamos a desarrollar brevemente cada una de las críticas. Para analizar su crítica a la obra de Nolte, partamos del siguiente párrafo: Los planificadores ideológicos pretenden crear un consenso sobre la restauración de la conciencia nacional, pero al mismo tiempo tienen que desterrar la imagen de naciones enemigas del ámbito de la OTAN. La teoría de Nolte ofrece muchas ventajas a esta manipulación. Mata dos pájaros de un tiro: los crímenes de los nazis pierden su singularidad al hacerse cuando menos comprensibles a las (aun existentes) amenazas de aniquilación por parte de los bolcheviques. Auschwitz se encoge a las dimensiones de una innovación técnica y se explica a partir de la amenaza “asiática” de un enemigo que sigue estando en la puerta12. Desde la óptica de Nolte, la aniquilación de los judíos en los campos de concentración se presenta como una realidad lamentable pero comprensible. Una situación que, en parte, era la consecuencia de la violencia soviética y del impacto que tenía el terror ante aquellos crímenes por parte de la conciencia alemana de la época. En cierto sentido, llama aquí la atención Habermas, el establecimiento de una secuencia causal cuyo origen se encuentra más allá de la sociedad alemana trae consigo un traspaso de la responsabilidad y, por tanto, una liberación injustificada de la carga ante aquellos crímenes. Así, aludir como criterio explicativo respecto a la violencia nazi, a categorías transhistóricas como resistencia a la trascendencia de la época moderna, constituye una forma de exculpación que no da cuenta de las particularidades de la responsabilidad para la sociedad alemana. La continua referencia de Nolte a agentes históricos externos a la sociedad alemana y a su rol en la puesta en marcha del genocidio, se presenta como una distorsión de los hechos, motivada por factores externos al campo de la historiografía. En este sentido, la reivindicación noltiana de defensa de la autonomía de la historia sería negada por esta particular reconstrucción de los hechos. Prueba de ello es la ausencia de justificación histórica respecto a la relación causal entre el genocidio soviético y el alemán. Es especialmente problemático establecer este tipo de conexiones Jürgen HABERMAS: “Una gestión de daños. Las tendencias apologéticas en la historiografía alemana”, en Jürgen HABERMAS, Ersnt NOLTE y Thomas MANN: Hermano Hitler, México, Herder, 2012, p. 43. 12 265 entre fenómenos tan distanciados espacial y temporalmente, en la medida en que las relaciones históricas subyacentes son especialmente complejas e intrincadas. El nexo causal al que aludiría Nolte no tendría más que un carácter probable, nunca podría ser lógico. Es muy interesante la crítica que realiza en relación a este tema Ebehard Jäckel. Acusa a Nolte de caer en la falacia denominada Post host, ergo propter hoc13. Es decir, en la identificación no justificada de una relación de causalidad a partir de una relación de precedencia temporal. Considerar, a partir del hecho de que el genocidio soviético precediera temporalmente al nazi, que jugó un rol como causa del mismo, no deja de implicar un salto argumentativo no justificado. El establecimiento de dicha lectura o interpretación de los eventos no responde, por tanto, a una configuración de los hechos en sí mismos, sino a una construcción retrospectiva de los eventos que responde a exigencias derivadas de la situación presente. Respecto a la obra de Hillgruber, la crítica de Habermas se mueve en una línea parecida. Habermas cuestiona las pretensiones de neutralidad axiológica de un autor que apuesta por escribir una obra que fomenta la empatía con un agente histórico concreto: el último frente del ejército alemán en el este. Ese procedimiento de identificación tampoco puede explicarse únicamente en función de metodologías historiográficas, al contrario, alude al esfuerzo implícito de destacar una serie de valores que se explicitan en la historia germana del siglo XX, pero que están disociados del genocidio nazi. Como indicamos, si bien es cierto que Hillgruber no defiende explícitamente la igualdad moral entre los crímenes que describe en sus ensayos, la disposición narrativa de los mismos contribuye a generar dicha impresión. Habermas alude, para dar cuenta de ello, a los propios títulos de los ensayos. Contrapone la “Destrucción del Imperio Alemán en el este” al “Fin del judaísmo europeo”. La noción de “destrucción” implica la presencia de un agente histórico externo –el ejército soviético-, cuya agresividad es la causa de los eventos descritos. En cambio, la noción de “fin” contiene cierta impersonalidad, refiere a un evento que ocurre por sí mismo. En cierto sentido, la perspectiva narrativa que propone trae consigo una reorganización de las deudas históricas y las responsabilidades colectivas, que Eberhard JÄCKEL: “The Improverished Practice of Insinuation: The Singular Aspect of NationalSocialist Crimes Cannot Be Denied”, en James NOWLTON y Cates TRUET (eds.), Forever in the Shadow of Hitler…, pp. 74-79, p. 78. 13 266 Habermas interpreta como cómplice de diversas tendencias apologéticas, en la medida en que sólo aludiendo a los intereses políticos y sociales que subyacen a los mismos se podría explicar la orientación que adquiere su lectura retrospectiva de los eventos. Por otro lado, las tesis de Stürmer le sirven a Habermas como catalizador de las críticas que formula a Hillgruber y a Nolte. Ya que él es el que explicita en mayor medida los factores ético-políticos que juegan un rol en el proceso de escritura de la historia, cuya presencia quedaría justificada teniendo en cuenta la estabilidad a la que coadyuva. En este sentido, la crítica de Habermas no se orienta tanto hacia el proyecto historiográfico sino a la identidad alemana que se trata de construir en base a él. Al contrario que los historiadores conservadores, Habermas apuesta por la construcción de una identidad post-constitucional cuya integración en el orden internacional de la postguerra, requiere del diseño de una narrativa histórica diferente, que acentúe la responsabilidad de las generacionales precedentes, así como su herencia por parte de las actuales. Así lo indica: Para empezar, ahí está la obligación – que tenemos en Alemania, aun cuando nadie más se haga cargo de ella – de mantener vivo, sin disimulo y no sólo en mente, el recuerdo del sufrimiento de quienes fueron muertos por manos alemanas. Estos muertos sí que tienen derecho a la fuerza débil y anamnética de una solidaridad que quienes nacieron más tarde tan sólo pueden ofrecer en el escenario de un recuerdo siempre renovado, a menudo desesperado, pero en cualquier caso presente. Si fuéramos capaces de ponernos por encima de esta herencia benjaminiana, nuestros conciudadanos judíos, los hijos, las hijas y los nietos de los asesinados, ya no podrían respirar en nuestra tierra. Y ello también tiene implicaciones políticas. Yo, por mi parte, no veo cómo podría “normalizarse” próximamente la relación de la República Alemana, digamos, con Israel14 El trasfondo ético-político que subyace a este debate se hace explícito cuando consideramos que detrás de la propuesta de Habermas también se encuentran intereses Jürgen HABERMAS: “Del uso público de la historia. La eclosión del autoconcepto de la República Federal Alemana”, en Jürgen HABERMAS, Ersnt NOLTE y Thomas MANN: Hermano Hitler..., pp. 92128, .p 124. 14 267 políticos. El litigio existente entre las diferentes formas de agrupación que adoptan sus narraciones, puede interpretarse desde el prisma que proporcionan sus diferentes visiones sobre cómo debe configurarse la identidad alemana en la postguerra. Habermas reconoce explícitamente la presencia un lazo indisoluble entre la memoria traumatizada de la sociedad alemana, el establecimiento de comparaciones entre un evento sublimado y el proyecto de construcción de una unidad política, también en su propuesta. Desde la óptica de Habermas, si no alcanzamos una comprensión de nuestra herencia histórica que respete su especificidad – su singularidad – no será posible llevar a cabo una legitimación ética y política de la Alemania de la postguerra, ni tampoco facilitar su integración en el orden internacional. No es tanto un estigma como una fuente de aprendizaje moral, que es preciso explotar para la construcción de una identidad política y social en la postguerra. La valoración del debate entre Habermas y los “historiadores conservadores”. En torno a la noción de revisión Después de que Habermas publicara sus ensayos varios autores, de diferentes ámbitos, empezaron a desarrollar sus contribuciones al debate. Si sobre algo llama la atención el conjunto de respuestas que provocó esta controversia, es sobre la necesidad de redefinir los términos del debate sobre la singularidad del Holocausto. Lo que se pone en liza, no es en sentido estricto si el Holocausto es un fenómeno único o es susceptible de ser comparado con otro. Al fin y al cabo, este planteamiento puede ser fácilmente reducido a una perogrullada. El tema del debate oscila más bien hacia la cuestión de si el tipo de explicación histórica establecido por algunos historiadores es axiológicamente neutral y legítimo, o si existen tendencias históricas concretas que difuminan esta representación del pasado. Por un lado nos encontramos con aquellos que, frente a la crítica de Habermas, reivindican la autonomía del historiador y, por tanto, la inadecuación de la referencia a factores sociales, políticos… para dar cuenta de la perspectiva que éste adopta. Dentro de este grupo encontramos a muchos de los que fueron objeto de las acusaciones concretas que formuló Habermas (Ersnt Nolte, Michael Stürmer, Klaus Hildebrand, Andreas Hillgruber…), así como otros, como Joachim Fest. Tal y como destaca este último, Habermas está introduciendo un elemento foráneo en el proceso de escritura de 268 la historia, cuya intromisión precisamente politiza un campo disciplinar que de por sí es independiente respecto a aquellas injerencias externas. Habermas estaría partiendo de las dificultades inherentes a la historia del presente, para transfigurar la imagen de la disciplina histórica. En este sentido, la lectura de los genocidios del siglo pasado bajo una línea diacrónica dentro de la cual el Gulaj soviético fuera un precedente, con un rol causal, respecto a la Shoah, no está motivada por intereses históricos cuyo eje sea el presente desde el que se escribe. Al contrario, no reconocer ese tipo de relación es falsear la propia historia, es negar algo tan evidente como que el Holocausto nazi ni fue el primero de su tipo ni será el último15. De la misma manera, tanto Hildebrand como Hillgruber denuncian la desfiguración de la historiografía que deriva de la crítica de Habermas. Su propuesta enturbia tanto la concepción tradicional que mantenemos sobre la historia como la propia definición del proceso de “revisión”. La iniciativa desarrollada por Nolte, Hillgruber… de reescribir y cuestionar la interpretación vigente respecto a aquellos acontecimientos, deriva de la imposibilidad desde el presente, de certificar la pérdida de influencia de ese pasado que no pasa, de superar la herida traumática que el mismo ha tenido en la conciencia histórica alemana. En este sentido, desde la óptica de Hillgruber, se ha hecho de la noción de “revisión”, que es una práctica habitual en los proceso de escritura de la historia, en la medida en que esta debe ser siempre criticada y cuestionada, un concepto bélico, susceptible de reducirse a la condición de instrumento en la lucha política. La historia del Holocausto es necesariamente incompleta, por lo que la noción de revisión es legítima. En cambio, la conexión entre las formas en que escribimos nuestra historia y las formas a través de las cuales afrontamos esas deudas con el pasado, constituye una premisa para otra serie de participantes en el debate. No obstante, dentro de este marco existen algunas desavenencias. Si bien es cierto que Jäckel defiende la singularidad del Holocausto, su crítica discrepa de aquella que ofrece Habermas. Su respeto a la especificidad del saber histórico le lleva a reivindicar una reorientación del enfoque, desde la cual es necesario dejar de preguntarse por los motivos de los participantes para Joachim FEST: “Encumbered Remembrance: The Controversy about the Incomparability of NationalSocialist Mass Crimes”, en James NOWLTON y Cates TRUET (eds.): Forever in the Shadow of Hitler… pp. 18-24, p. 16. 15 269 hacerlo por los objetos históricos en cuestión. Ahora bien, una vez que nos centramos en los mismos, Jäckel defiende la tesis de la singularidad a partir del siguiente argumento: El exterminio nazi de los judíos fue único porque nunca antes un estado, bajo la autoridad responsable de su líder, decide y anuncia que un específico grupo de seres humanos, incluyendo los viejos, las mujeres, los niños, los infantes, serían asesinados hasta el último de ellos, y llevó a cabo esta decisión con todos los medios a su disposición16. El resto de autores a los que aludimos hacen referencia a la influencia de la función práctica de la historia en el proceso de recepción y revisión de aquellos acontecimientos. Desde la óptica de Jürgen Kocka17, la labor del historiador siempre está orientada hacia el objetivo de construir una identidad colectiva, por lo que existe un enraizamiento entre la moralidad, la política y la historiografía que vertebra los procesos de revisión de la historia del holocausto y constituye una constante en la reconstrucción del pasado. El propio litigio entre Habermas y el resto de historiadores es una instancia y un síntoma de esta condición. De ahí que exista un imperativo ético que coliga a escribir la historia desde la perspectiva orientada por la defensa a los valores democráticos. Las propuestas de Nolte y Hillgruber deben ser criticadas en la medida en que dificulta el aprendizaje derivado de aquellos crímenes, al tratar de liberarnos de forma injustificada, de la responsabilidad que de aquella deriva. Conclusiones: El historiador entre la negación y el duelo Tras haber realizado una lectura del debate de los historiadores alemanes, respecto al Holocausto, trataré de desarrollar, en base al mismo, una interpretación del rol que desempeña el historiador cuando se enfrenta a eventos investidos de afectos y fantasías catastróficas. Por este motivo, vamos a recuperar la utilización metafórica del aparato Eberhard JÄCKEL: “The Improverished Practice of Insinuation: The Singular Aspect of NationalSocialist Crimes Cannot Be Denied”, en James NOWLTON y Cates TRUET (eds.): Forever in the Shadow of Hitler…, pp. 74-79, p. 75. 17 Jürgen KOCKA: “Hitler Should Not Be Repressed by Stalin and Pol Pot: On the Attempts of German Historians to Relativize the Enormity of the Nazi Crimes”, en James NOWLTON y Cates TRUET (eds.): Forever in the Shadow of Hitler…, pp. 85-92. 16 270 conceptual psicoanalítico al que aludimos en el primer apartado. La aplicación de aquellos conceptos contiene, como ya hemos explicado, un potencial heurístico para dar cuenta de las complejas relaciones existentes entre el pasado y el presente, en la reconstrucción historiográfica del Holocausto. Para llevar a cabo este propósito acudiremos a la obra del historiador Dominick LaCapra – en particular a su ensayo Reflexiones sobre el debate de los historiadores18 – y a la de Eric L. Sandner – especialmente a su texto History beyond the Pleasure Principle: Some Thoughts on the Representation of Trauma19. En primer instancia, es preciso matizar que la presencia que tiene la Shoah en la memoria colectiva de la época – en la que se encuentra el historiador – trae consigo la imposibilidad de establecer una distancia epistémica y emocional con el hecho en sí mismo. Razón por la que su trama historiográfica debería enfrentarse a los juicios de valor y emociones con las que el objeto se encuentra investido. Esta situación trae consigo una peculiar relación con el hecho, por parte del historiador. Condición que, ante la ausencia de distancias, parece eliminar la separación entre el sujeto y el objeto de conocimiento como requisito del conocimiento histórico. Esta relación ha sido categorizada en base al término transferencia, que da cuenta del rol que juegan las emociones y los juicios de valor ante eventos que trastocan la fibra moral de la comunidad humana desde la que se historiza. Esta relación transferencial con el hecho histórico, entre otras consecuencias, implica la presencia de una tendencia a la empatía con un agente histórico concreto: las víctimas. Es decir, a adoptar un punto de vista parcial. A partir de esta condición tiene sentido, como indica LaCapra, afirmar que los crímenes nazis son a la vez únicos y comparables20. Únicos porque las relaciones transferenciales de cada agente histórico con los mismos serán específicas. Comparables en tanto que el establecimiento de comparaciones parece inherente a la comprensión histórica. No obstante, algunas de las comparaciones posibles parten de la ficción de una independencia del historiador en relación a los hechos, situación que imposibilita un tratamiento adecuado del contagio emocional que subyace al historiador y que no puede Dominick LACAPRA: “Reflexiones sobre el debate de los historiadores”, en Representar el Holocausto, Prometeo libros, Buenos Aires, 2008, pp. 59-82. 19 Eric L. SANTNER: “History beyond the Pleasure Principle: Some Thoughts on the Representation of Trauma”, en Saul FRIEDLANDER (ed): Probing the limits of representation…, pp. 143-154 20 Dominick LACAPRA: “Reflexiones sobre el debate…”, p. 64. 18 271 derivar en una representación adecuada del fenómeno. Es decir, una vez que hablamos de la relación transferencial como condición inherente a la historia del Holocausto, por los supuestos teórico-prácticos, que subyacen a su investigación, existen diferentes formas de enfrentarse a la misma. Las diversas maneras varían en función del reconocimiento de dicha dependencia. La relación transferencial no nos conduce a la afirmación de un relativismo histórico. Existen mecanismos para llevar a cabo la comprensión de acontecimientos extremadamente traumáticos, si bien es cierto que aquellos tienen que partir del reconocimiento de la relación de contagio emocional con el objeto, con el objeto de “elaborar” esa carga traumática. Un proceso de elaboración que podemos definir como la toma de conciencia de esa influencia, que permite establecer una relación crítica con ella. Una forma de escribir la historia que ignora dicha dependencia e imposibilita la superación de esta carga, consiste en el establecimiento de comparaciones que funcionan como mecanismos de negación de la misma. Aquellas que establecen historiador como Ersnt Nolte o Andreas Hillgruber, entrarían dentro de este grupo. Tanto la caracterización del Holocausto como una “acción asiática” – en base a una especulación poco plausible – por parte de Nolte, como el rol desproporcionado que concede Hillgruber a Hitler como responsable casi único del mismo, entran dentro de esta categoría. Las reivindicaciones de ambos autores están ligadas a la simulación de una condición de independencia respecto a aquellos eventos. Condición que no deja de ser ilusoria. Eric Santner alude al concepto “fetichismo narrativo” para realizar su particular interpretación de la producción de estos historiadores. Veamos cómo lo define: Por fetichismo narrativo refiero a la construcción y aplicación de una narrativa consciente o inconscientemente designada para liberarnos de los restos del trauma o pérdida que han provocado la creación de esa narrativa en primer lugar. El uso de la narrativa como fetiche puede ser contrastado con una diferente modo de comportamiento simbólico que Freud denominó Trauerarbeit o “el 272 trabajo del duelo”. Ambas, el fetichismo narrativo y el duelo son respuestas a la pérdida, a un pasado que se niega a desaparecer dado su impacto traumático.21 Nolte nos invita a situarnos en la óptica de aquellos que, mucho antes del genocidio nazi, se enfrentaron al miedo ante los crímenes soviéticos, para dar sentido a sus intenciones y motivaciones. Intenta, por tanto, situarnos en un espacio histórico en el que no nos vemos afectados por la pérdida y el efecto traumático que implica la recepción histórica de la Shoah. De la misma manera Hillgruber, nos invita a simular la ausencia de una tendencia a la empatía con las víctimas para invitarnos a identificarnos con los solados alemanes del frente este. En ambos casos, ambos instauran con excesiva celeridad y sin dar los pasos previos, una supuesta condición de normalidad en el discurso histórico. La pretendida autonomía del historiador respecto a aquellos factores se revela como ilusoria. Como defenderá posteriormente Saul Friedländer22, no existe frontera entre la historia y la memoria colectiva, en la medida en que el historiador escribe siempre inmerso en una compleja red en la que interactúan sus vivencias personales, las coerciones sociales, así como su esfuerzo por construir un distanciamiento crítico con el hecho en cuestión. Un conjunto de relaciones de la que es incapaz de abstraerse. Frente a este modelo revisionista, que desarrolla mecanismos de negación respecto a la influencia de la memoria de aquellos eventos en los procesos de escritura de la historia, se debe imponer otro que dé cuenta tanto de los eventos, como de los supuestos subyacentes al proceso de escritura de los mismos. Un modelo que haga posible la elaboración de la carga traumática. La elaboración, como forma de cura, establece una distancia crítica entre el pasado y el presente, revelando la relación de un colectivo con sus deudas históricas concretas, y haciendo posible que ese pasado pase de una forma autocrítica, es decir, asegurando la pervivencia de esas huellas en la memoria colectiva. Este proceso es descrito también como una forma de duelo, opuesto a la melancolía – repetición de la pérdida y renuncia a aceptar la misma – pues permite Eric L. SANTNER.:“History beyond the Pleasure Principle…” pp. 144. Saul FRIEDLÄNDER: “History, memory and the historian. Dilemmas and responsabilities”, en New German Critique, n. 80, 2000, pp. 3-15. 21 22 273 afrontar la pérdida y llevar a cabo una reconstrucción crítica de su historia así como de nuestras propias formas de dar cuenta de la misma. Por tanto, podemos definir este proceso de elaboración como la tentativa de superar de forma autocritica el peso abrumador del pasado sobre el presente, con el fin de ampliar el horizonte de acción en el futuro, pero con el bagaje que produce el aprendizaje de aquellas experiencias. Dicha investigación constituye también una forma de diálogo social. Aludiendo al rol de historiador en la conformación de una imagen de la propia historia y de la propia nación, podemos entender las consecuencias sociales de su tratamiento de este tipo de acontecimientos. Desde la óptica que abordamos, el historiador adquiere el rol de terapeuta de una colectividad en un contexto postraumático. Es el que hace posible el duelo civil que trae consigo una reducción de las consecuencias patológicas derivadas de aquellos eventos. Así lo plantea LaCapra, en esta cita con la que finalizamos nuestro estudio: “En el acting out, los tiempos hacen implosión, como si uno estuviera de nuevo en el pasado viviendo otra vez la escena traumática. Cualquier dualidad (o doble inscripción) del tiempo (pasado y presente, o futuro) se derrumba en la experiencia o sólo produce aporías y dobles vínculos. […] La elaboración es un quehacer articulatorio: en la medida en que elaboramos el trauma (así como las relaciones transferenciales en general), nos es posible distinguir entre pasado y presente, y recordar que algo que nos ocurrió (o le ocurrió a nuestra gente) en aquel entonces, dándonos cuenta empero de que vivimos aquí y ahora, y hay puertas hacia el futuro”23. 23 Dominick LACAPRA: “Reflexiones sobre el debate…”, pp. 79. 274 Usos del pasado reciente. La historia como agente de manipulación y fidelización. El caso de Valladolid Sofía Rodríguez Serrador Desde el golpe de Estado los sublevados buscan una legitimación a sus actos. Era necesario presentar un origen que fuera más allá del hecho violento en sí. Apelaron a la necesidad del alzamiento para la recuperación de la auténtica España y la lucha contra los elementos que batallaban por desintegrar la patria (entre ellos al comunismo) sobre todo desde el siglo XIX1. En los primeros años de la Dictadura se recurrirá insistentemente al recuerdo del terror rojo2. El golpe de Estado triunfa de manera inmediata en la ciudad de Valladolid. Los sublevados estaban decididos a eliminar cualquier vestigio del sistema político anterior. Se trata de una política de sustitución de memorias, pues a la vez que elimina los vestigios de la República difunde los elementos de la nueva ideología 3, reemplazando los títulos de las calles anteriores (como Pablo Iglesias, Tomas Meabe o Pi i Margall) por nombres que aludan al triunfo del Movimiento como las de Mola, Franco u Onésimo Redondo. Esta medida también afectó a los grupos escolares fundados en los años republicanos, cambiando los nombres de Pablo Iglesias o Giner de los Ríos de las escuelas por otros más acordes con los nuevos tiempos. El ámbito educativo estará totalmente condicionado por la guerra. El rector de la Universidad de Valladolid, González Echávarri, comunicará al año siguiente del inicio Marcial SÁNCHEZ: “Memorias: actores, usos y abusos. Perspectivas y debates”, en Entelequia: revista interdisciplinar, 7, 2008, pp. 97-114 1 “El reiterado énfasis en el recuerdo del terror rojo tiene un valor instrumental básico, ya que fue elemento central en la legitimación del movimiento fundacional del nuevo régimen”. Francisco ERICE: “Combates por el pasado y apologías de la memoria, a propósito de la represión franquista”, en Hispania Nova: Revista de historia contemporánea, 6, 2006, pág 3 Se trataba de la ideología de las viejas clases dominantes, para su difusión se recurrió a diferentes mecanismos de propaganda cuyo requisito previo era la destrucción de la memoria republicana. 2 275 Universidad de Castilla~La Mancha Departamento de Historia. Área de Historia Contemporánea Edificio Benjamín Palencia | Campus Universitario s/n | 02071 Albacete Email: [email protected] | www.ahistcon.org | de la guerra 4 que :“Durante los meses estivales no haya oficialmente vacaciones en los Centros de Enseñanza, por suponer ello un contrasentido flagrante con la constante actividad de nuestro glorioso Ejército, que lucha con denuedo y pero mismo por reconquistar material y espiritualmente nuestra España, al mismo tiempo que se labora intensamente por establecer sobre nuevas y firmes bases el nuevo estado español”. Por encargo del rector se formará una comisión, presidida por el vicerrector, para llevar a cabo “la urgente necesidad de qué en las Escuelas del Distrito Universitario la enseñanza de la Historia y Geografía de España constituya con la de Religión el eje principal de la educación de la infancia, obliga a escoger dentro del ciclo racional de estudios, textos elementales para alumnos y fuentes de conocimiento más profundo para los maestros, en los cuales resalten con destellos de justicia las grandes patrias frente a los trabajos incesantes de los enemigos de España, elaborando la leyenda negra y haciéndonos tributarios del extranjero”5. Un nuevo calendario festivo será impuesto, con ritos6 acordes a la creación de un nuevo simbolismo, en el que un número elevado de fiestas rememoran directamente la Guerra y los mártires7 de la Cruzada8. Asistimos a un proceso nacionalizador de la población, que busca su homogeneización ideológica, mediante diversos mecanismos entre ellos el uso de las fiestas y símbolos políticos9, pretendiendo la sumisión de la sociedad al Nuevo Estado parar consolidar una imagen legitimadora de la Dictadura y la necesidad de un “salvador” de España y de Franco como “caudillo salvador”. Nuevas fiestas directamente relacionadas con el Movimiento serán incorporadas al calendario, como el “Día de los Caídos”, los aniversarios de las muertes de Calvo Sotelo10 , Onésimo Redondo y José Antonio Primo de Rivera, “Día de la Victoria”, 18 de Julio, 4 1 de julio de 1937. Jesús Mª PALOMARES: La guerra civil en la ciudad de Valladolid: entusiasmo y represión en la “capital del Alzamiento”, Valladolid, Ayuntamiento de Valladolid, 2001, pp. 65-66. 6 El Franquismo instituyó un ceremonial barroco como ha señalado Giuliana di Febo. 7 Construyéndose a la vez la idea de que toda la sociedad tenía una deuda con ellos, no solo mártires también héroes, pues habían dado su sangre por la salvación de España 8 España se llenó de placas y lugares que eran homenaje a los “caídos por Dios y por España”, siendo, quizá, El Valle de los Caídos el momento culmen de estos monumentos sostenedores de la memoria colectiva que el franquismo fue tejiendo en la sociedad. 9 Francisco SEVILLANO: “Cultura, propaganda y opinión en el primer franquismo “, en Ayer, n. 33, 1999 pp. 147-166. 5 10 BOE n. 265, 12.7.1937. Declarando día de luto nacional el 13 de julio de 1937, fecha del primer aniversario del asesinato. 276 19 de Abril y Primero de Octubre. Se restablecieron las celebraciones religiosas, algunas reconvertidas en fiesta nacional, como el día del apóstol Santiago11. A partir del año 1937, el Carnaval estará prohibido12. Las procesiones volverán a tener el acompañamiento de las autoridades. En Valladolid va a cobrar una importancia especial la celebración de la Semana Santa, con invocaciones públicas al Movimiento “salvador”, en consonancia con las disposiciones ministeriales13. Cofradías y pasos vuelven a la calle en 1937, instalándose tribunas para que los heridos de guerra asentados en la capital presencien los desfiles procesionales de manera cómoda14. El Nuevo Estado procurará encuadrar en su ideología a los jóvenes, adoctrinando a niños y adolescentes mediante el Frente de Juventudes y el control de la educación. Durante la guerra, en la zona nacional se suprimen inmediatamente las innovaciones republicanas en materia educativa, se anularon los aspectos progresistas que las reformas del periodo anterior habían introducido en la enseñanza, como la escuela neutra o la coeducación15. El 18 de julio promueve una estructura educativa sustentada y configurada por el incondicional apoyo que desde el primer momento la Iglesia católica prestó a la sublevación militar. De la mano de la labor propagandística de la Iglesia, asistimos a la demolición de las bases jurídicas en que se apoyaba la enseñanza republicana. La Ley de Confesiones y Congregaciones Religiosas, que apenas había tenido un cumplimiento real en el periodo de la CEDA, fue derogada en febrero de 193916. La Compañía de Jesús fue restablecida por Decreto de 3 de mayo de 1938. Igualmente las órdenes religiosas recuperaron la dirección de centros educativos. La asignatura de religión paso a ser obligatoria en todos los cursos del bachillerato. Se establece la purga de las bibliotecas. En los centros educativos solo serán válidos los libros que se atengan “a los santos principios de la religión y de la moral cristiana”. 11 BOE n. 275, 22.7.1937. BOE n. 108, 5.2.1937. Supresión del Carnaval 13 BOE n. 536, 10.4.1938, p. 6716. Ministerio del Interior. Orden declarando feriados los días de Jueves y Viernes Santos. 14 Jesús Mª PALOMARES: La guerra civil, Op. cit., pp. 71-72. 15 Implantación de los nuevos métodos de enseñanza de cara al curso 1936-1937, por Orden de la Junta Técnica de Estado, en los institutos: separación de sexos, regulación de las clases de Educación Física e Instrucción Militar. Establecimiento de las clases de Religión y Moral. El cumplimiento de ciertos ritos que tienen que ver con la implantación de la nueva ideología del Movimiento, como cantar el “Cara al Sol”, participar en el “Día del plato único” en los comedores escolares. 16 Alegando que dicha ley partía de una base falsa, la coexistencia en España de una pluralidad de confesiones religiosas, cuando realmente no había más profesión de fe que la fe católica. 12 277 Durante el verano y el otoño de 1936, se sucedieron los asesinatos de maestros y profesores, empezó la depuración ideológica de los cuerpos docentes y una intensa producción legislativa cuyo objetivo fundamental era desmontar lo más rápidamente posible las reformas republicanas. De cumplir con estos propósitos se encargó la Comisión de Cultura y Enseñanza de la Junta Técnica del Estado, creada en octubre de 1936 y presidida por José María Pemán.17. La importancia dada a la historia por el franquismo es notable. En 1937 sale un decreto18 sobre la creación de los libros de texto, exponiendo que todas las escuelas deberán tener un “Libro de España” a modo de guía de orientación patriótica para el docente. Consistiría en una serie de materias atractivas y apologéticas sobre la Historia de España, prestando especial atención a las etapas de la Historia calumniadas por la “Leyenda Negra”: Unidad social, política y religiosa, forjada por los Reyes Católicos, la España imperial, la Colonización de América, la Inquisición, la Contrarreforma, las Guerras Carlistas, todo ello bajo el prisma de una reinterpretación histórica. El libro de texto intentará demostrar el carácter cristiano, guerrero y triunfal de España, en la visión que los sublevados quieren destacar y transmitir como la genuina del país. El primer libro de texto se ocupa de la Historia, a cargo de Pemán en 1938. Desde 1939 empiezan las publicaciones de diferentes manuales de esta materia19, editados por el Instituto de España, uno de ellos es el “Manual de Historia de primer grado”, de sus epígrafes destacamos la presentación que se hace de la expulsión de los judíos, recalcando los martirios que infligieron a niños cristianos; la exposición del fascismo italiano (y de Mussolini) como defensor de la civilización cristiana; la narración de la República como régimen sin ley en el que los asesinatos de patriotas y los asaltos a bancos eran constantes; y el papel fundamental de José Antonio, Falange y el Alzamiento Nacional, pues ante una España en manos de criminales “se levantó Franco en África para acaudillar una Guerra todavía en curso para que España renazca en una vida de gloria y poderío”. En los manuales de texto se plasman las diferentes representaciones que el régimen hace de sí mismo. En los primeros años de la posguerra los libros recogerán el Francisco MORENTE: “Los fascismos europeos y la política educativa del franquismo”, Historia de la educación: Revista interuniversitaria,24 (2005), pp. 71-88. 18 BOE 22.7.1937. Se convoca un concurso “abierto” para la realización del libro, en el que puede participar cualquier español que pruebe su patriotismo y adhesión al Movimiento Nacional 19 “Manual de la Historia de España” (Instituto de España, 1939), “Lecturas Españolas” (Aguado, 1943), “Los Forjadores de la Nueva España” (Sánchez, 1938), “Así quiero ser” (Rodríguez, 1940) 17 278 carácter patriótico y religioso. La purga y censura en las bibliotecas será durísima. Una vez determinado el desenlace de la Segunda Guerra Mundial a partir del año 1945, los manuales eliminarán las referencias al fascismo y se revisarán obras literarias prohibidas intentando modernizar las lecturas. El libro de texto modelo era tipo enciclopedia como las “Enciclopedia cíclico-pedagógica” de grado elemental y medio de la editorial Dalmáu Carles, y la famosa “Enciclopedia, intuitiva, sintética y práctica” de primero, segundo y tercer grado de Antonio Álvarez20. En 1938 entrará en vigor el nuevo bachillerato, sustituyendo al de 1934. Será el primer nivel educativo que se reforme21. El bachillerato tendría a partir de entonces “un contenido eminentemente católico y patriótico” pues el Nuevo Estado consideraba que “el catolicismo es la médula de la historia de España”. No hay otro motivo, que este último, por el cual los bachilleres debían aprender el Catecismo, el Evangelio, la Moral, la Liturgia, la Historia de la Iglesia. Se considera que el nuevo plan educativo tiene que servir “para la revalorización de lo español, la definitiva la extirpación del pesimismo anti hispánico y extranjerizante, hijo de la apostasía y de la odiosa y mendaz leyenda negra”, mostrando así al mundo “la pureza moral de la nacionalidad española; la categoría superior, universalista de nuestro espíritu imperial”. Niños y jóvenes serían aleccionados en estas ideas a través de la asignatura de Historia Universal. Es llamativa la escasa atención que se presta a esta asignatura, impartida únicamente en 3º y 4º, frente a los cinco cursos dedicados a la Historia de España. Además la aproximación a la Edad Contemporánea es mínima, incidiendo mucho más en los temas vinculados a la época del imperio, desde el punto de vista español, y destacándose fundamentalmente los aspectos vinculados al catolicismo22, realizando una condena explícita de aquellos momentos que entren en conflicto con esta interpretación religiosa, como en el caso de la revolución francesa que sus orígenes serán considerados “masónicos y anticatólicos”. Por el contrario se planteará una visión totalmente positiva del fascismo, con un sentido Andres POZO: “Enseñanza de la historia en la escuela española entre 1931-1970. Análisis legislativopedagógico y su implantación obligatoria en los libros de texto”, en Clio: History and History Teaching, 40, 2014. 21 “Una modificación profunda de este grado de enseñanza es el instrumento más eficaz para, rápidamente, influir en la transformación de la sociedad y en la formación intelectual y moral de sus futuras clases directoras” 22 Como la reforma protestante, Trento, Guerras de Religión. 20 279 “nacional, espiritual e histórico, dignificador de la persona”23. Hay un claro rechazo a lo europeo, muy en consonancia con la idea que tiene el régimen de los países extranjeros: “ni racial ni culturalmente son europeas las más viejas raíces de España. Lo propiamente europeo ha sido aquí extranjero; ha entrado por los Pirineos con más o menos fuerza y ha sido siempre rechazado o absorbido y transformado... Los españoles no somos étnicamente europeos. A Dios gracias, África empieza en los Pirineos; nosotros no somos ni alpinos, ni indogermanos, sino bereberes y camitas”24. El discurso contraeuropeo que reciben niños y jóvenes en la escuela durante los primeros años del franquismo es bastante agresivo, sobre todo contra Francia, atacando su laicidad, y a Rusia su comunismo. Se acusa a ambas de ser causantes de la Guerra civil española: “Francia y otras potencias europeas habían logrado corroer a nuestra juventud, quitarla su entusiasmo por la Tradición, por el Ejército, por la Fe, por la Patria. Rusia y el judaísmo se habían apoderado de nuestras masas operarías y campesinas, llenándolas de odio social, de separatismos regionales, haciéndolas cerrar el puño del rencor”25. Los más pequeños tendrán que estudiar el “Catecismo Patriótico Español”, memorizando pasajes tales como: “ la tierra de España es la mayor parte de la Península Ibérica, colocada providencialmente por Dios en el centro del mundo”, “el pueblo español nació como persona moral en el Tercer Concilio de Toledo, pues allí se fundió España en su unidad geográfica, política, moral y religiosa”, o bien “los enemigos de España son siete: el liberalismo, la democracia, el judaísmo, la masonería, el capitalismo, el marxismo y el separatismo”. La asignatura de Historia de España alcanzará, en palabras de José Pemartín, director general de Enseñanza Superior y Media, la categoría de “segunda religión de los españoles”. En los manuales de bachillerato26 son continuas las referencias a la obra 23 Rafael VALLS: La interpretación de la historia de España, y sus orígenes ideológicos, en el bachillerato franquista, Valencia, Universidad de Valencia, 1960, p. 32. 24 José PÉREZ: Raíces de España, en José Mª HERNÄNDEZ: "A Dios gracias, África empieza en los Pirineos: la negación de Europa en los manuales escolares de la España de posguerra (1939-1945)”, en Historia de la Educación: Revista Interuniversitaria, 20, 2001, pp. 369-392. 25 Ernesto GIMÉNEZ: España nuestra. El libro de las juventudes españolas, en José Mª HERNÄNDEZ: "A Dios gracias. 26 Los manuales de historia y enciclopedias utilizadas en todos los niveles mostraban la interpretación oficial dada por el franquismo. La única forma de editar era ceñirse al programa y cuestionarios impuestos desde el gobierno. 280 de Menéndez Pelayo27 y se presenta un esquema representativo de la historia basada en la tradición conservadora reaccionaria española. Los dos primeros ministros de Educación Nacional, Pedro Sainz Rodríguez y José Ibáñez Martín , pertenecieron a Acción Española, que tiene como referente el pensamiento Menéndez Pelayo, junto con el de Ramiro de Maeztu en su interpretación histórica. La conjunción de la enseñanza confesional y la exaltación patriótica, que representan los intereses de la derecha vencedora, están en la base cimentadora de la nueva educación, que solo entendía una forma de ser español (ser católico) y una lengua (“la del imperio). 28 Se reinterpretará la historia nacional en clave católica, guiada por la “santa providencia”, quedando reducida a una galería de héroes y santos que, teleológicamente, culmina con la unión de reinos bajo el mandato de Isabel y Fernando.29 La Edad Media y Moderna son idealizadas mientras hay un repudio explícito a la contemporaneidad y al siglo XVIII, es decir, la Ilustración, el liberalismo, la democracia, los partidos y los sindicatos. La Edad Moderna será el periodo histórico con el que el franquismo pretenda entroncar, presentándose como restaurador de la “genuina España”. Aunando los conceptos de Imperio y catolicismo en la representación franquista de la Hispanidad, y en cuyo origen esta la época de los Reyes Católicos30.31 La segunda República se condena sin excepción, en cuanto representación de un régimen anticatólico, que permitió la desmembración de España (aludiendo al “separatismo”); en definitiva, en esta etapa “todas las fuerzas disolventes enemigas de España – marxismo, masonería, judaísmo, etc.- encontraban ambiente propicio para su funesta labor… y se preparaban para alcanzar el triunfo definitivo con la implantación del comunismo”. De este modo se presenta la guerra civil como un guerra de liberación, que salvó a España devolviéndola a su esencia eterna de país católico32. Así se justifica también el Movimiento Nacional, Girón de Velasco al hacer su prólogo a las “Obras completas de Onésimo Redondo” al resumir su pensamiento dira que el líder jonsista decía: “Menéndez Pelayo es el padre del nacionalismo español y revolucionario”. Rafael VALLS: La intrepretación de la historia de España, y sus orígenes ideológicos en el bachillerato franquista (1938-1953), Valencia, Universidad de Valencia, 1960, p. 69. 28 Ibid, pp. 8-10, 21, 74. 29 Elena MAZA: “Sociabilidad y dictaduras: una mirada al franquismo”, en Santiago CASTILLO y Monserrat DUCH (coord.): Sociabilidad e en la historia. Actas del octavo Congreso de historia social de España, Madrid, Los libros de la Cataráta, 2015. 30 Con la consabida apelación a los grandes “hitos” de sus reinado: unidad territorial (la conquista de Granada sería un ejemplo), nacional (Castilla y Aragón unidos) y religiosa (expulsión de los judíos). 31 Rafael VALLS: La interpretación de la historia, Op. cit., p. 51. 32 Rafael VALLS: La interpretación de la historia, Op. cit., pp. 63-64. 27 281 pues actuó frente a aquellos que ponían fin a la Historia de España, a su esencia, catolicismo y unidad, valores que de los que se van a erigir como defensores. Es innegable la utilidad de la historia en la construcción de identidades, y en estos momentos para demostrar la “pureza moral de la nacionalidad española”. La historia escolar durante el franquismo se decanta claramente hacia el modelo narrativo apologético, hacia la historia político-diplomático-militar33, es el arma política del gobierno. El franquismo transmite a los niños a través de los manuales escolares el concepto de “hispanidad” como uno de los pilares de la propia historia, y de la nueva España posbélica, que recupera la esencia autentica del pais. Con una proyección enfocada hacia los países que fueron colonias en América y no hacia las naciones europeas, pues entienden que estos últimos han traicionado los ideales de la cristiandad, han apoyado la República y el comunismo. Presentan a España como salvadora de la civilización cristiana a lo largo de la historia. El discurso que el régimen traslada a los niños a través de los libros escolares otorga un protagonismo especial a Castilla, en el pasado y en el presente, por el espíritu que se atribuye a lo castellano, su ideario y gentes, formas de vida, lengua y costumbres. Se identifica en cierto sentido lo español con lo castellano, utilizándolo como factor de exclusión, sobre todo en el aspecto linguístico34. Las revistas escolares editadas durante la guerra y la posguerra son fiel reflejo de la nueva mentalidad, presentando una reinterpretación de la historia más inmediata del país que alude constantemente a la idea de cruzada. No es raro que los colegios de Valladolid publiquen en sus revistas escolares artículos de alabanza a la labor de Onésimo Redondo, a Falange, a la guerra como elemento de purificación. Hay relatos sobre la vida de los “caídos por Dios y por España “, a modo de hagiografías. También podemos hablar de cierta masificación en las aulas desde el inicio de la guerra y nuevas matriculaciones en todos los centro educativos. Para el caso de Valladolid hemos estudiado tres revistas escolares: la de Nuestra Señora de Lourdes, la Enseñanza y la del Colegio San José. Primitivo SÁNCHEZ:”El valor de la historia y los valores en la enseñanza de la historia”, en Revista complutense de educación, 2, vol. 2, 1991, pp. 309-322. 34 José Mª HERNÄNDEZ: "A Dios gracias. 33 282 La revista del Colegio de Lourdes, de los Hermanos de la Salle, editada por la Asociación de Antiguos Alumnos (ligada a Acción Social Católica 35), abre la publicación del curso 1936-1937 (la única que se ha conservado de la guerra) con un artículo dedicado a los ex alumnos muertos en el frente: No habíais vacilado en levantar el brazo tanto como vuestro espíritu […] Convertisteis así una fratricida guerra civil en la más sagrada de las cruzadas. […] Habéis venido también a ser […] educadores de vuestros profesores […] para que no vayan en zaga a sus discípulos, y sigan educando celosamente a la juventud, primer tesoro nacional. En esta exaltación del pasado más inmediato, que supera la representación en los manuales, celebra la historia reciente en un uso legitimizador y pretende la socialización de la juventud en los valores del Nuevo Estado, encontramos en el curso 1941-1942 la inauguración del monumento erigido en memoria de los alumnos muertos en la guerra. Situado en el jardín y engalanado con las banderas nacionales y del Movimiento, al acto acudió el Gobernador Civil, Jesús Rivero Meneses, antiguo alumno. Sabemos que, al menos desde este curso, la ceremonia de apertura congrega a los alumnos en el patio para dar la bienvenida al director, se iza la bandera y se cantan los himnos nacionales. En 1945 inicia dicha revista la sección “Galería de Héroes”, inaugurándola José María Martín Alonso Calero, amigo de Onésimo Redondo y uno de los primeros miembros de las JONS. Este apartado propone modelos masculinos a los que imitar por sus hazañas salvadoras de la patria y de la religión católica. La celebración de las festividades del régimen son también un buen momento para hacer una exaltación de la historia desde la perspectiva marcada por el franquismo. Un ejemplo sería la celebración de la Fiesta de la Raza (denominada igualmente Nuestra Señora del Pilar y Fiesta del 12 de octubre), que suele aprovecharse para impartir Art. 42: Dependerán de la “Sección de Acción Social Católica” las diferentes Juntas Autónomas, creadas o por crear, referentes al sostenimiento y organización de Bolsas de Trabajo, Becas, Cajas de Ahorro, u otras iniciativas de carácter benéfico-social. 35 283 conferencias sobre historia, como ocurre en el curso 1942-1943 titulada “La raza y la hispanidad” en contra de la leyenda negra.36 El Colegio de la Enseñanza, a cargo de la orden de las Hijas de María, se fundó en la ciudad en 1880. La Asociación de Antiguas Alumnas nace en 1920 y desde ese año empiezan a publicar la revista Lestonnac, que actúa como boletín de la asociación y revista escolar. Si bien es verdad que la revista se centra en las actividades piadosas dentro del colegio 37, en las que participan las actuales y antiguas alumnas, estas últimas escriben artículos relacionados con temas de actualidad. En la revista se narrará la quema del Colegio de la Enseñanza en Barcelona a finales de febrero de 1936, momento en el cual sacaron a las difuntas religiosas de sus nichos y se expusieron al público durante tres días, acompañando el texto con fotografías del suceso. Es muy difícil encontrar en esta publicación alusiones a las celebraciones políticas por estar totalmente dedicadas a las tareas religiosas. El Colegio de San José de la Compañía de Jesús38 funda en 1919, de la mano de la Asociación de Antiguos alumnos, la revista Vallisoletana. Funciona al igual que en los casos anteriores como revista de los antiguos alumnos y boletín de los actuales. En sus páginas se puede observar cómo se fomenta el culto a los caídos, llegándose a celebrar el Día 2 de noviembre la Conmemoración de los Difuntos ante la tumba de Onésimo Redondo39. El 20 de noviembre conmemoran el Día del Dolor con misa por el eterno descanso del alma de José Antonio y visita por la noche ante la Cruz de los Caídos.40 El Día de la Victoria reciben asimismo una lección patriótica y desfilan cantando himnos.41 La revista Vallisoletana dedica diversas portadas a antiguos alumnos ilustres como Juan Alonso Villalobos y Solórzano (Gobernador Civil y Jefe Provincial del Movimiento en Jaén); José A. Girón (Ministro de Trabajo)42 o Francisco Franco43. Con 36 Memoria del curso 1943-1944. Archivo del Colegio Nuestra Señora de Lourdes. Las Hijas de María eran una orden de clausura y que las alumnas internas llevan la misma vida que las religiosas. 38 Empezó a funcionar en 1881. 39 Vallisoletana, 1943, número 66. Archivo del Colegio San José de Valladolid (ACSJV). 40 Ya la víspera reciben un lección impartida por el Padre Luis Fernández instructor del Frente de Juventudes del colegio y profesor educación política 41 Vallisoletana, 1943, número 61. ACSJV. 42 Vallisoletana 1946, número 74. ACSJV. 43 Vallisoletana 1946, número 78. ACSJV. 37 284 motivo del nombramiento de Ángel Herrera Oria como Obispo de Málaga se le dedica una portada al que fuera miembro de la primera junta de antiguos alumnos del colegio.44 Tenemos también noticias de una representación teatral sobre una supuesta embajada que el general Franco envía al Papa, acompañada de varios ministros. En dicha obra se relatan los grandes momentos de la historia de España, insistiendo en las ideas patrióticas y presidiendo la escena un gran tapiz con el escudo de España acompañado del yugo y las flechas. Al igual que sucede con la revista del Colegio Nuestra Señora de Lourdes, Vallisoletana con los años se centrará en las actividades religiosas del centro, dejando en un segundo plano la exaltación del régimen. Ocuparán un lugar muy destacado los relatos sobre la actividad deportiva del colegio, lo que recuerda el interés del franquismo por la educación física y su utilización como vía de encuadramiento de la juventud (a través de mecanismos como el Frente de Juventudes). Los colegios privados recurrieron a insertar fotografías de las actividades en las memorias escolares para reflejar la participación activa de sus escolares en los campeonatos deportivos organizados por el Frente de Juventudes. Conclusiones La narración histórica que el franquismo realiza a la juventud, junto con las celebraciones patrióticas de exaltación del régimen de las que participan, sirve para la creación de símbolos que configuran una identidad colectiva. La bandera, el himno, el escudo serían identificadores externos de uso común; los acontecimientos de la Historia de España que se destacan perpetúan la dicotomía entre vencedores y vencidos, presente en la sociedad y en la interpretación de la historia hasta bien entrados los años sesenta. En su afán por sacralizar la política, el culto a los caídos se convirtió en una de los distintivos principales del ritual ideológico del franquismo. Se sustituye un pasado inmediato que no legitima el Nuevo Estado por un pasado anterior, de ahí la importancia de la celebración de la Hispanidad, el pasado glorioso que el “caudillo salvador” ha recuperado. La mezcla de religión y destino histórico va a ser constante, si bien en un primero momento se opta por una exaltación del glorioso Movimiento y, una 44 Vallisoletana 1947, número 84. ACSJV. 285 vez superada la Guerra Mundial, se decantan los colegios por reforzar el papel preeminente de la religión en la historia, cumpliendo con los ritos franquistas pero sin incidir tanto en el aspecto falangista. 286 Un proyecto fallido. Historiadores, políticos y periodistas en el no nato Plan Integral de Memoria de Madrid Julián Vadillo Muñoz Universidad Complutense Madrid Introducción No es fácil en ocasiones mostrar cual es la utilidad del historiador en la sociedad actual. Muchas veces parece que el trabajo del historiador solo está reservado en las aulas, en los archivos de investigación y en las estanterías de las librerías cuando plasmamos nuestros resultados. Y aunque todo esto es cierto, el historiador también tiene que tener un compromiso con su época. Aquí se entra siempre en una parte espinosa pues desde muchos sectores se puede acusar al historiador de no ser objetivo, de dejarse llevar por sus propias ideas y desechar la objetividad que se le presupone a la Historia. Nada más lejos de la realidad. Historiadores como Julio Aróstegui, Juan Pablo Fusi, José Álvarez Junco, Fernando Hernández Sánchez, etc., han demostrado que se puede ser historiador y tener compromiso. Porque lo que se le tiene que presuponer a cualquier historiador, por encima de sus ideas, es su honestidad. El problema radica cuando esa honestidad del oficio del historiador, cuando el trabajo que se desarrolla, se pone en entredicho ante posibles planes de actuación sociales que están alejados de las aulas pero que tiene que ver con la ciencia histórica. La memoria histórica, que debería ser un elemento de cohesión social dentro de una sociedad con madurez democrática, se convierte en un arma arrojadiza, en un instrumento al servicio de intereses partidistas. El problema con el historiador estriba cuando en medio de esas disputas el historiador queda en medio. Como los planes y plazos del historiador chocan en muchas ocasiones con el inmediatismo político. O el propio historiador se ve absorbido por una vorágine que le es completamente ajena 287 Universidad de Castilla~La Mancha Departamento de Historia. Área de Historia Contemporánea Edificio Benjamín Palencia | Campus Universitario s/n | 02071 Albacete Email: [email protected] | www.ahistcon.org | Esto es justo lo que pasó en el no nato Plan Integral de Memoria de la ciudad de Madrid, que el Ayuntamiento de Manuel Carmena encargó a la Cátedra Complutense de Memoria Histórica del siglo XX. La idea de esta comunicación es ofrecer una relación de sucedido en la ciudad de Madrid entre los meses de noviembre de 2015 y febrero de 2016. Valgan estas líneas como un reflexión de lo que ha pasado, para poder evitar errores futuros por parte de los historiadores. Porque la colaboración entre las administraciones públicas y los historiadores profesionales tiene que existir. Pero lo que se tiene que marcar muy bien son los límites de esa colaboración. Ese, quizá, fue el error de la Cátedra Complutense de Memoria Histórica del siglo XX y se vio en medio de un jardín difícil de sortear que acabó por romperla. La Memoria Histórica en Madrid y la Cátedra Complutense de Memoria Histórica del siglo XX Es evidente que nuestro país y, por ende, la ciudad de Madrid, tiene una deuda con la memoria histórica. Es posible que a veces parezca lugar común, pero es chocante ver como en muchos países europeos afrontar su pasado se hace con normalidad. Con normalidad y dolor, por supuesto. Pero asumen muchas de las cuestiones que sucedieron en su territorio en momento de convulsión. Recorrer las distintas ciudades francesas, alemanas, inglesas, polacas, etc., y encontrarte con recuerdos de la Resistencia, del antifascismo, de la lucha de los individuos de esos lugares contra la invasión nazi-fascista, nos hace ver que en algunos sitios han hecho algunos deberes que en España aun no se han hecho. Mientras que en otros lugares las posiciones democráticas se reconocen en esas resistencias antifascistas, en España abordar la cuestión de la Guerra Civil y el franquismo se convierte en un tema espinoso. No voy a entrar a valorar las razones por las que se produce, ya que daría para otra comunicación. Pero si comprobar como la excepcionalidad en España en encontrar monolitos, museos, recordatorios del pasado democrático de la Segunda República, asumir que fue violentada en julio de 1936 por medio de un golpe de Estado y que como consecuencia de dicho golpe se inició tres años de guerra y le sucedió casi cuarenta de dictadura. Casi ninguna ciudad del país recuerda los acontecimientos con madurez. Con esa madurez que se necesita para poder afrontar el pasado traumático. Madrid no iba a ser menos. La capital de España adolece de referencias. Lugares de la memoria ya sea en 288 clave positiva o negativa, están ocultos para la ciudadanía. No hay planes de educación cívica que acerque a la mayoría de la población. La ciudadanía, aun así, ha intentado en los últimos lustros poder articular movimiento de la memoria que sirvan para recordar el pasado. Movimientos memorialistas como la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica o la Federación Estatal de Foros por la Memoria, que lo que pretende no es solo concienciar sino implicar a las administraciones en dichos trabajos. Algo que en otros países en normal. Y es cierto que el mundo académico, a excepciones de individualidades, comenzó apartado del mundo memorialistas. Se consideró algo más político que académico. Y razón no faltaba. Por eso en el año 2004, la Universidad Complutense de Madrid y la Asociación para la Memoria Social y Democrática (AMESDE) firmaron un convenio de colaboración que hacía nacer a la Cátedra Complutense de Memoria Histórica del siglo XX. Para la dirección de dicha Cátedra se escogió al catedrático Julio Aróstegui Sánchez, uno de los mejores historiares que ha tenido España y perfecto conocedor de la historia de la Segunda República, la Guerra Civil y el franquismo. El objetivo de la Cátedra era vincular el mundo académico con la ciudadanía. Que la Cátedra no solo se centrase en cuestiones académicas sino en dar a conocer trabajos de memoria histórica al resto de la población. Que la propia Cátedra, con el soporte académico que precisa, pudiese desarrollar trabajos de investigación que conllevasen un mejor entendimiento de la memoria histórica. Y sobre todo llevar todos los debates relacionados con la memoria al mundo académico, que contase con la voz y la experiencia de los profesionales de la Historia. Entre el año 2004 y el año 2013 la Cátedra fue brillantemente dirigida por Julio Aróstegui. Pero la triste desaparición de Aróstegui en enero de 2013 dejó también huérfana a la Cátedra. A pesar de las polémicas generadas a nivel interno, la dirección de la Cátedra pasó a la profesora Mirta Núñez Díaz-Balart. Profesora de la Facultad de Ciencias de la Información, Mirta Núñez es una de las mejores conocedores de la represión franquista a través de trabajos de enorme calidad académica y de investigación. No podía caer la Cátedra en mejor manos. En ese momento se acometió también una reestructuración de la propia Cátedra, donde pasaron a formar parte historiadores y archiveros en un Consejo Ejecutivo. Historiadores como Manuel Álvaro, 289 Fernando Hernández Sánchez, Alicia Alted, Sandra Souto, Rafael Tranche o Julián Vadillo. Archiveros como Antonio González Quintana o Sergio Gálvez. Investigadores de reconocido prestigio como Luis Castro Berrojo o Juan José del Águila. Junto a ellos se constituyó un Consejo Asesor amplísimo donde había historiadores, sociólogos, arqueólogos, profesores de secundaria, archiveros, etc. Personas como Paul Preston, Ángel Viñas, Vicente Clavero, Ángel Bahamonde, Carlos Berzosa, Marc Carrillo y un largo etcétera. Junto a ellos una comisión de seguimiento formada por el patronato de la Cátedra conformado por AMESDE, la Fundación Francisco Largo Caballero de la UGT y la Fundación 1º de Mayo de CCOO, así como representantes del equipo de gobierno de la UCM. Una nueva etapa de la Cátedra que no fue fácil. Al igual que Julio Aróstegui, el puesto de Mirta Núñez como directora era completamente voluntarioso. No se remuneraba al director. Los únicos cargos remunerados de la Cátedra eran el coordinador de programa y el mantenimiento informático. En caso de coordinador 300€ al mes. Y el informático 100€. El corto presupuesto de la Cátedra permitió durante un tiempo poder sufragar los gastos de desplazamiento de alguno de los ponentes de sus actividades. Pero a la altura de febrero de 2015 el presupuesto se agotó. Desde antes se había comenzado conversaciones con el Rectorado de la UCM para poder renovar dicho prepuesto. Extremo que nunca se produjo, a pesar de las múltiples reuniones, ni con el equipo de José Carrillo ni con el de Carlos Andradas. A pesar de ello, la Cátedra siguió realizando actividades. Dos al mes, con presentaciones de libros o trabajos relacionadas con la memoria histórica que se realizaban en la Biblioteca Histórica Marqués de Valdecilla. También se puso en marcha dos proyectos. El Libro Blanco de los Archivos, que estaba prácticamente acabado y a espera de publicación, con interesantes resultados de encuestas sobre la utilización de los archivos y con trabajos de profesionales de prestigio en la material, así como el I Premio Julio Aróstegui, destinado a estudiantes de secundaria y que a pesar del éxito de acogida, la falta de presupuesto y el problema que se generó con el Plan de Memoria de Madrid no pudo ser fallado. Una situación complicada que pudo cambiar cuando el Ayuntamiento de Madrid, gobernado por Ahora Madrid y Manuela Carmena, decidió poner en marcha desde la Concejalía de Cultura un Plan Integral de Memoria de Madrid, que fue 290 encargado a la Cátedra Complutense de Memoria Histórica del siglo XX como única entidad que reunía las características para hacerlo. Sin embargo ese feliz acontecimiento nunca se pudo en marcha y se convirtió en la propia sepultura de la Cátedra. De la ilusión a la desazón En el mes de octubre de 2015 comenzaron los primeros contactos entre el Ayuntamiento de Madrid y la Cátedra Complutense de Memoria Histórica del siglo XX. El objetivo era establecer una colaboración entre ambas entidades para poder desarrollar un proyecto de memoria en la ciudad de Madrid en el que el Ayuntamiento contrataría en calidad de consultoría a la Cátedra. Tras diversas reuniones se estableció que la Cátedra desarrollaría dicho trabajo, que habría un medio plazo para poder entregarlo y que la Cátedra montaría un equipo para poder exponerlo. El desarrollo del mismo, una vez presentado, correspondería al Ayuntamiento y podría participar la Cátedra o no. Para la Cátedra es una oportunidad inmejorable de poder desarrollar una propuesta de políticas públicas de memoria para la ciudad de Madrid. Hay que decir que por una parte se desarrolló lo que fueron reuniones de carácter técnico tanto con cargos políticos como con técnicos del Ayuntamiento, así como información de los pasos para la contratación de la Cátedra. Cuestión está última que quedaba en manos tanto de los responsables del Ayuntamiento como de la Fundación General Universitaria, que es la institución con la que trabaja la Cátedra para cuestiones económicas. Pero desde muy pronto se comprobó que los ritmos del Ayuntamiento nada tenían que ver con los ritmos académicos. En el mes de noviembre el PSOE presentaba una moción sobre cuestiones de memoria que no salió adelante, ya que no fue apoyada por el equipo de gobierno. A partir de ese momento las reuniones con el Ayuntamiento cambiaron de ritmos. La idea ya no era presentar un plan de memoria a medio plazo. Se nos estableció dos ejes de trabajo, y ambos a corto plazo: - Desarrollar una propuesta que conllevara la petición de treinta calles de la ciudad de Madrid que incumpliera la Ley de Memoria Histórica, así como las razones para su retirada. 291 - Desarrollar un Plan Integral de Memoria de la ciudad de Madrid que tendría que ser presentado el 22 de abril de 2016 como primer paso para empezar a realizar e implementar políticas de memoria en la ciudad de Madrid. El equipo que estábamos coordinando el trabajo nos vimos en pocas semanas con un volumen de trabajo ímprobo. Sin apenas tiempo teníamos que tener preparado para mediados de diciembre una propuesta de 30 calles franquista a retirar. Contrarreloj comenzamos a desarrollar dicho proyecto, que tenía que ser presentado y aprobado en el pleno municipal del 22 de diciembre de 2015. Tras muchos días de trabajo se presentó dicho documento al Ayuntamiento. Dicho documento forma parte del Anexo I de esta comunicación. Tras reuniones con la concejalía y con los técnicos, el documento fue pasado a pleno que fue aprobado con los votos a favor de Ahora Madrid, Ciudadanos y el PSOE. Solo voto en contra el PP. Sin embargo a partir de ese momento, y tan solo minutos después de la aprobación, comenzaba una oleada de críticas que iban a marcar el curso de los acontecimiento en las semanas siguientes. Un primer error fue solo y exclusivamente de la Cátedra. Los coordinadores de dicho proyecto, al trabajar contrarreloj, cometimos un error al introducir la justificación de unas de las calles. La Plaza de Juan Pujol, en el barrio de Malasaña y dedicada a un periodista franquista, la confundimos con la biografía de Juan Pujol “Garbo”, un héroe de la Segunda Guerra Mundial. No fue un fallo por desconocimiento, sino que en los borradores que trabajamos teníamos la dos biografía y al pasar el documento definitivo nos equivocamos al introducir la de Juan Pujol “Garbo”. Error que tardamos 20 minutos en subsanar. El resto de errores que se achacó a la Cátedra no fueron nuestros. En primer lugar se nos acusó de decir que Francisco Iglesias (que tiene calle en el barrio de Vallecas) había bombardeado Málaga y el Comandate Zorita había hecho lo propio con Guernika. Ni una cosa ni la otra la dijo la Cátedra. Dicha información salió un de un power point que proyectó el equipo de gobierno de Madrid en el Pleno Municipal y que no visó la Cátedra. Jamás un grupo de historiadores diríamos un dato que no está contrastado. Además la polémica suscitada con la calle de Francisco Iglesias, que no se sabe si está dedicada a un militar golpista o a un empresario madrileño, viene dada 292 porque no se pudo consultar directamente los expedientes de la calles. Al consultar la fuente del callejero de Aparisi indica que la calle esta dedicada al militar golpista, pero planos que consultamos con posterioridad de finales de los años 20 marcaba en el mismo sitio una calle con el mismo nombre dedicada a un empresario madrileño. Punto que no llegamos a confirmar y que lo teníamos en estudio, por lo que la calle quedó en el aire. Hay que decir que lo mismo que la Cátedra reconoció su error técnico con Juan Pujol, el Ayuntamiento nunca hizo lo propio con el power point que mostró y cuyas consecuencias recayó sobre el equipo de trabajo de la Cátedra. A pesar de ello el un primer momento la noticia tuvo un importante impacto. Los medios de comunicación se hicieron eco de la iniciativa del Ayuntamiento y de quien lo iba a llevar a cabo. Se participó en la tertulia de Hora 25 de la Cadena SER, hubo portadas de periódicos e incluso prensa extranjera (como el Jungle Welt alemán) se hizo eco de la noticia. Incluso El Mundo cedió un espacio para hablar del callejero a los propios coordinadores1 Sin embargo no todos los medios comenzaron a mirarlo de la misma forma. Algunos (los más escorados a la derecha) comenzaron a incidir en los “errores”. Se empezó hablar de un plan “del rencor”, de intentar dividir a los madrileños, etc. Algo usual cuando se habla de memoria histórica desde un punto de vista distinto al académico. Pero lo peor comenzó cuando desde determinadas páginas y medios se comenzaron a señalar a los integrantes de la Cátedra y a juzgarlos no por su trabajo profesional sino por supuestos intereses ideológicos. Que si uno era de IU, que si el otro era anticapitalista de la CNT, que si aquellos eran comunistas, etc. Se hablaba de que eso no podía traer un plan objetivo y que solo era un juicio político. Pero el objeto de la crítica fue la directora de la Cátedra. Fue señalada desde varios medios conservadores como “la hijastra de Fidel Castro”, haciendo referencia a que su madre había sido la primera mujer de Castro pero de la que Mirta Núñez nada tiene que ver. Evidentemente fue el objeto de ataque al hablar de la “Cátedra de Carmena” o de la “Cátedra castrista”. Una machacona propaganda que duró semana y 1 http://www.elmundo.es/madrid/2015/12/22/5679c5e0268e3e57358b45c9.html 293 que paulatinamente iba a alcanzando también a medios de comunicación que, en principio, estaban alejados del conservadurismo. No se juzgada si las calles eran de criminales de guerra. Ni siquiera en que consistía el Plan de Memoria. Se hablaba de donde era cada uno2. Una estrategia que acabó por erosionar a las propias víctimas de este ataque. Los ataques indiscriminados también se produjeron en el ámbito político. El concejal de PP Pedro Corral, atacó a la concejala de cultura del ayuntamiento por este hecho. Acusó de falta de información de los historiadores de la Cátedra. Y en ese día, por la noche, acudió a un programa de televisión donde señaló directamente a algunos integrantes de la Cátedra a los que había visto en fotos en la tumba de “terroristas como Durruti”. Una campaña de descalificaciones en toda regla. La Cátedra y el equipo de trabajo no hicieron más declaraciones desde finales de diciembre. Se acordó con el Ayuntamiento no hacerlo y trabajar en el Plan. Pero la política de comunicación del Ayuntamiento fue deficiente, ya que no salían al paso de estas declaraciones y daban pasos atrás, lo que hacía que la posición de la Cátedra ante la opinión pública estuviese debilitada. Lo que quedaba claro eran varias cosas. - La Cátedra trabaja en un Plan Integral de Memoria que abarcase los siguientes ejes de trabajo: - callejero, - monumentos, - condecoraciones y similares, espacios de libertad, - espacios de silencio/duelos, - proceso de (re)musealización, - patrimonio cultural y visual, - patrimonio arquitectónico, patrimonio documental, - plan de exhumaciones, - red de municipios por el cambio, - promoción de adhesión a iniciativas internacionales en materias de Derechos Humanos, - programas educativos, - formación en DDHH y – promoción en medidas de reparación. Esos eran los ejes. Pero esto se perfilaba mientras se creaba el grupo de trabajo que lo iban a componer especialistas en el derecho, urbanistas, historiadores, arqueólogos, etc. - El Ayuntamiento tenía que cerrar los acuerdos del contrato y tener una política comunicativa. Ni una cosa ni la otra la realizó. A nivel del contrato publicaron 2 Algunas noticias sobre este tema aparecidas en prensa: http://www.abc.es/espana/madrid/abci-hijaprimera-mujer-fidel-castro-asesora-carmena-para-borrar-callejero-franquista-201512232217_noticia.html; http://vozpopuli.com/actualidad/75639-las-historicas-meteduras-de-pata-de-celia-mayer-concejal-decultura-de-carmena; 294 que la Cátedra iba a ser contratada por una cantidad de 17999€, un euro por debajo del límite. Algo que sirvió desde ese momento como arma arrojadiza contra la Cátedra, que no solo no llegó a firmar el contrato sino que nunca cobró nada por los servicios realizados. Igualmente, la política comunicativa fue deficiente ya que ante los ataques internos y externos a la Cátedra no se defendió con contundencia una apuesta que procedería del propio Ayuntamiento de Madrid y del que la Cátedra no era sino una mera consultora. - Algunos medios de comunicación vieron vía libre para montar toda una campaña de calumnias contra la Cátedra. Un proceso que podría estudiarse en los manuales de las facultades de periodismo, porque salieron datos inciertos y buscaron información en fuentes pocos fiables. Los integrantes de la Cátedra fueron valorados por sus opiniones políticas y no por sus trabajos como historiadores o profesionales. Algunos periódicos asignaron, incluso, la cantidad que cobraban por este trabajo cada uno de los integrantes de la Cátedra (3000€ nada menos). Manipulación informativa, falseamiento e intoxicación. A pesar de no haber firmado nada y no haber cobrado nada. El golpe de gracia. Monumentos y calles A pesar de que el Plan Integral era amplísimo, lo único que se reflejaba en la prensa y en los debates, siempre sin consultar a la Cátedra, era el tema del callejero y los monumentos. Y hay que decir que la Cátedra no llegó a desarrollar ni un listado de calles (solo las 30 que se aprobaron el 22 de diciembre) ni mucho menos de monumentos. A finales de enero de 2016 el grupo de trabajo estaba casi conformado y se estaba empezado a solicitar permisos para entrar a consultar información municipal al respecto. Sin embargo en los diez primeros días de febrero se precipitaron los acontecimientos. En la primera semana de febrero, el Ayuntamiento comenzó a retirar monumentos de carácter franquista. Dicha retirada fue una decisión del propio Ayuntamiento que no contó con ningún informe de la Cátedra. De hecho, el equipo de trabajo se enteró de dicha retirada por la prensa. Habían retirado una placa de un falangista, el monumento al Alférez Provisional y una placa de unos carmelitas 295 fusilados que se encuentra en el cementerio de Carabanchel. Y aunque todo esto no tenía ni informe ni censo de la Cátedra, la Cátedra “castrista” de Mirta Núñez fue nuevamente acusada. Aquí el Ayuntamiento reaccionó. No para decir nada sobre la Cátedra sino para reponer la placa de los carmelitas. Sin embargo, la Cátedra habló con el Ayuntamiento para decirle que esos no eran los protocolos de retirada de un monumento. Que para hacerlo tenía que hacer primero un informe de esos monumentos, pasarlo posteriormente a patrimonio de la Comunidad de Madrid para informar que incumplen la Ley de Memoria y entonces se abriría un expediente para su retirada. Que incluso no todos los monumentos entran dentro de la Ley de Memoria. La cuestión es que el Ayuntamiento acabó por restablecer los monumentos. El de los carmelitas apenas unas horas después. Y el resto en los días siguientes. Incluso desde el Ayuntamiento de pidió disculpas a la Fundación Francisco Franco, que había protestado por el tema. Mientras tanto la posición de la Cátedra cada vez era más débil y todos sus integrantes estaban en entredicho a nivel público. El golpe de gracia llegó el 10 de febrero con una información que publicó el diario El País en su edición digital un supuesto listado de la Cátedra de Memoria para retirar calles franquistas en Madrid 3. El periodista Vicente G. Olaya se valía de un listado del historiador Antonio Ortiz para decir que la Cátedra pretendía la retirada de las calles a Dalí, Miguel Mihura, Josep Pla, Santiago Bernabeu, etc,. Un despropósito que nada tenía que ver que la Cátedra sino con un trabajo del historiador Antonio Ortiz que llevaba recopilando calles de franquistas desde el año 2004 y las tiene en una web personal. Lejos de querer contrastar dicha información con la Cátedra, este periodista publicó la noticia, lo que creo un revuelo a nivel social. Inmediatamente lo dos coordinador del proyectos nos pusimos en el contacto con Cultura del Ayuntamiento para desmentir tal información y decir que a pesar de que no habíamos hablado con la prensa íbamos a mandar un comunicado desmintiendo tal extremo. El Ayuntamiento no dijo que esperásemos un poco pues tenían que hablar sobre esta cuestión también. Les instamos a que fuesen rápidos porque las redes sociales estaban ardiendo al respecto. En 3 http://ccaa.elpais.com/ccaa/2016/02/09/madrid/1455047390_887502.html 296 medio de tal vorágine, cuando el Ayuntamiento sabía desde las 8:30 de la mañana que esa noticia era falsa, la alcaldesa de Madrid dijo horas después que “el listado de la Cátedra era un disparate”. En ese momento los integrantes de la Cátedra nos dimos cuenta que estábamos solos a los píes de los caballos. Y en vista de ella esa misma tarde el Consejo Ejecutivo de la Cátedra de Memoria decidió romper su vinculación (nunca firmada en forma de contrato) con el Ayuntamiento con un comunicado que fue difundido en la mañana del 11 de febrero (Anexo 2) y que tuvo enorme repercusión. En este extremo hay que destacar dos cosas. La primera que, efectivamente, el equipo de trabajo de la Cátedra contactó con Antonio Ortiz para pedirle información sobre el callejero. Es una de las personas que más ha investigado el tema del callejero madrileño. Pero en ningún caso el equipo de trabajo de la Cátedra asumió el listado de Antonio Ortiz, que no entraba, ni mucho menos, en los límites de la Ley de Memoria y de las recomendaciones de las Naciones Unidas. Una cosa es consultar esta fuente y otra asumirla. El periodista de El País nunca comprobó este extremo. Por otra parte la alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, pidió disculpas a la Cátedra al ver, 48 horas después de la noticia, que todo había sido un mero ejercicio de intoxicación 4. Aun así, lejos de una rectificación, el Ayuntamiento nunca pidió una disculpa pública a la Cátedra. Es más, Rita Maestre llegó a decir que la Cátedra rompía el acuerdo (nunca firmado) porque se nos había propuesto que participase los cronistas de la Villa y nos habíamos negado. Una falsedad que fue refutada por la propia concejala de cultura, Celia Mayer. Y a pesar del comunicado de la propia Cátedra, dirigentes políticos de Ciudadanos o del PSOE siguieron con el mantra del “listado de la Cátedra”. También hay que decir que no todos los medios de comunicación actuaron en esa línea. Algunos desmintieron la intoxicación informativa alrededor del trabajo de la Cátedra5 Aun así para la Cátedra era inaceptable la política del Ayuntamiento y como se estaba comportado con la Cátedra. Los integrantes del equipo de trabajo quedaron en entre dicho. Su profesionalidad fue puesta en duda por intoxicaciones informativas e 4 http://www.lavanguardia.com/vida/20160212/302109140056/carmena-pide-disculpas-a-los-integrantesde-la-catedra-de-memoria-historica-si-les-ofendio-cuando-hablo-de-disparate.html 5 http://www.eldiario.es/madrid/listado-calles-franquistas-incluye-Dali_0_483301871.html; https://www.diagonalperiodico.net/saberes/29320-memoria-historica-carmena-calles-franquistas-catedracomplutense.html 297 intereses políticos. Igualmente, nos preocupaba la opinión que el mundo académico iba a tener de nosotros. Aquí la respuesta fue muy distinta a la generada por los medios de comunicación. Quitando contadas excepciones de las que se hicieron eco de las noticias y algunos compañeros de profesión que nos criticaron con falta de conocimiento de lo que estaba pasando, la mayoría fueron apoyos y entendimiento de lo que estaba sucediendo, incluso antes de la salida del comunicado donde se rompía relaciones con el Ayuntamiento. Incluso personas que podrían salir perjudicadas por el Plan de Memoria, como el hijo del Comandante Zorita, nos mostró su apoyo dando a ver que era una injusticia lo que se estaba cometiendo con la Cátedra. En los días sucesivos siguieron apareciendo informaciones, pero una vez que la Cátedra dejó el Plan de Memoria, la noticia fue muriendo. A pesar de ello el tono siguió siendo el mismo: juicio político a sus integrantes6. Cursionamente, en ese momento comienzan a opinar sobre la Cátedra primeras plumas, sobre todo en el El País. Artículos de Andrés Trapiello, Elvira Lindo, Antonio Muñoz Molina, etc., valoran a una Cátedra que ni siquiera conocen. Quizá el caso más paradigmático fue el de Antonio Elorza, que en un artículo en El País definió como “extraña Cátedra”7 a una entidad que unos meses antes le había invitado a dar una conferencia sobre el genocidio armenio. Nos quedó claro que la Cátedra se convirtió en un rival a batir. Y nosotros entendimos que en algunos contextos estábamos en terreno que nos era ajeno. En este sentido la Cátedra fue vencida. Y con ello se consumó la desaparición de la propia Cátedra, pues el Rectorado de la UCM no renovó el convenio de colaboración, poniendo así fin a una experiencia de 12 años. Un triste final para un proyecto lleno de oportunidades. A pesar de todo esto si hubo “víctimas colaterales”. La directora de la Cátedra acabó presentado su dimisión8. Y muchos integrantes del Consejo Ejecutivo también. Cometimos errores. Nadie lo duda. Quizá por confiados. Quizá por falta de experiencia. Es un ejemplo de intento de colaboración fallida. Pero no tiene que ser la norma. Las administraciones necesitarán de los historiadores. Y los historiadores que se tendrán que implicar en cuestiones de la vida institucional cuando sea necesario. Lo que tiene que 6 http://www.elmundo.es/madrid/2016/02/10/56bbb519e2704ee94a8b4644.html http://politica.elpais.com/politica/2016/02/12/actualidad/1455296594_704228.html 8 http://www.larazon.es/local/madrid/dimite-la-directora-de-la-catedra-de-memoria-historica-de-lacomplutense-DH12044676 7 298 quedar claro es que hay que marcar los límites y los espacios. Eso fue lo que falló en el equipo de la Cátedra. Y se vio absorbido por un mundo del que somos completamente ajenos. Anexo 1 CRITERIOS PARA LA ADECUACIÓN DE LA NOMENCLATURA DE LA CIUDAD DE MADRID AL ARTÍCULO 15.1 DE LA LEY 52/2007, DE 26 DE DICIEMBRE, POR LA QUE SE RECONOCEN Y AMPLÍAN DERECHOS Y SE ESTABLECEN MEDIDAS A FAVOR DE QUIENES PADECIERON PERSECUCIÓN O VIOLENCIA DURANTE LA GUERRA CIVIL Y LA DICTADURA (B.O.E. NÚM. 310. 27 DE DICIEMBRE DE 2007) El esquema que se seguirá en este documento es el siguiente: 1. Criterios de adecuación para el cumplimiento del artículo 15.1. de la Ley 52/2007. 2. Criterios para la distribución geográfica de la eliminación de los primeros treinta nombres de calles a retirar. 3. Criterios de sustitución. 1. Criterios de adecuación para el cumplimiento del artículo 15.1. de la Ley 52/2007 A continuación se presentan los 5 principales criterios jerarquizados para dar cumplimiento al citado artículo de la conocida como la “Ley de Memoria Histórica”: 1. Cumplimiento del artículo 15.1. de la Ley 52/2007. Artículo 15. Símbolos y monumentos públicos. 1. Las Administraciones públicas, en el ejercicio de sus competencias, tomarán las medidas oportunas para la retirada de escudos, insignias, placas y otros objetos o menciones conmemorativas de exaltación, personal o colectiva, de la sublevación militar, de la Guerra Civil y de la represión de la Dictadura. Entre estas medidas podrá incluirse la retirada de subvenciones o ayudas públicas. 2. Aplicación de la jurisprudencia generada al respecto por parte de los juzgados y tribunales. 299 3. Adecuación de tal cumplimiento a los diferentes informes, resoluciones u otro tipo de documentos aprobados por la Comisión de Derechos Humanos de Naciones Unidas así como los promovidos por otras instituciones internacionales en las que España es miembro de pleno derecho. 4. Aplicación de una serie de requisitos históricos. A saber, a partir de los avances historiográficos y los recientes consensos historiográficos acontecidos en estas dos últimas décadas, se determinarán toda una serie de condicionantes para la valoración de las decisiones a adoptar en este sentido. 5. Aplicación de un conjunto de criterios de género, culturales, arquitectónicos y/o urbanos, que se definirán en el marco de elaboración del ‘Plan Integral de Memoria de Madrid’. Todo el anterior conjunto de criterios se han de revisar y adecuar al “Acuerdo del 24 de abril de 2013 del Pleno del Ayuntamiento de Madrid, por el que se aprueba la Ordenanza reguladora de la denominación y rotulación de vías, espacios urbanos, así como edificios y monumentos de titularidad municipal y de la numeración de fincas y edificios” (BOAM núm. 6.913. 7 de mayo de 2013). 2. Criterios para la distribución geográfica de la eliminación de los primeros treinta nombres de calles solicitados En esta primera iniciativa, se propone que, al menos, se elimine un nombre de calle por Distrito, siempre y cuando se cumpla con los citados criterios establecidos en el punto 1. El cambio de denominación del resto de viales/espacios públicos no contemplados en este momento quedaría emplazado a lo contemplado en el ‘Plan Integral de Memoria de Madrid’ que elaborará el Ayuntamiento de Madrid. 3. Criterios de sustitución 4. Criterios generales 1. Cuestión de género en términos de discriminación positiva. 2. Cercanía y vecindad del nombre seleccionado con un Distrito concreto. 300 3. Criterio cronológico: los nombres propuestos pueden y han de abarcar el último tercio del siglo XIX y todo el siglo XX. 5. Criterios básicos para reemplazar la nomenclatura a) Valorar la posibilidad de volver a la nomenclatura previa a la Guerra Civil y/o el Franquismo. b) Consultar y valorar en base al punto 1 y punto 3.1 el listado de nombres ya aprobados por parte del Pleno del Ayuntamiento en lo respectivo a las calles solicitadas. c) Abrir un proceso de elaboración colectiva con la participación de las Juntas Municipales y el tejido político, vecinal, social, sindical… de la ciudad de Madrid para la realización de un catálogo exponente de una nomenclatura democrática y ajustada a los estándares del Derecho Internacional Humanitario. 6. Colectivos, grupos y acontecimientos prioritarios para la elaboración del citado catálogo expuesto en el punto 3.2.c) A continuación se presenta un posible como ampliable listado sujeto a revisión y nuevas jerarquizaciones. 1. Víctimas en defensa del orden legal constitucional de la II República durante la Guerra Civil. 2. Víctimas del Régimen dictatorial franquista. 3. Dirigentes, militantes y ciudadanos anónimos de la oposición antifranquista. 4. Acontecimientos Históricos relacionados con la “Memoria Democrática” de la ciudad de Madrid. 5. Representantes de los primeros movimientos democráticos (anarquistas, socialistas, republicanos…) durante el último tercio del siglo XIX y primer tercio del siglo XX. 6. Defensores de valores democráticos, en especial, de ciudadanos madrileños anónimos. 7. Mundo de la Cultura comprometido con los valores democráticos. 8. Movimiento vecinal y activistas vecinales. 9. Representantes de la ciudad de Madrid. 10. Colectivos perseguidos y represaliados por su condición de género, sexualidad, creencias y/o opinión. 301 11. Mundo profesional comprometido con los valores democráticos (abogados, médicos, arquitectos…). 12. Mundo del trabajo/sindical (militantes obreros, dirigentes sindicales…). 13. Defensores madrileños de los Derechos Humanos. 14. Activistas y políticos internacionales comprometidos con los valores democráticos y los Derechos Humanos y vinculados directa o indirectamente con la ciudad de Madrid. 15. Brigadistas Internacionales que participaron en la defensa del orden constitucional vigente durante la Guerra Civil (1936-1939). 16. Militares y demás integrantes de las fuerzas de Orden Público defensores de la Legalidad Republicana y luchadores contra el Régimen Franquista. De acuerdo a lo expuesto, a continuación se presentan la primera relación de viales y espacios públicos que se propone retirar en cumplimiento de lo contemplado en la Ley 52/2007, de 26 de diciembre, por la que se reconocen y amplían derechos y se establecen medidas a favor de quienes padecieron persecución o violencia durante la guerra civil y la dictadura (B.O.E. núm. 310. 27 de diciembre de 2007). Presentación del 1º Listado provisional de 30 calles con toponimia franquista a retirarse en el Pleno del Ayuntamiento de Madrid del día 22 de diciembre de 2016 Vial Denominación Distrito 1 Riego, Calle 2 Batalla de Belchite Hermanos Plaza 3 Otros nombres Falcó Álvarez de Toledo Paseo Muñoz Grandes Arganzuela Unamuno (se ha propuesto Juana Doña) y Barajas Carabanchel Hospital Militar Este listado está realizado siguiendo los criterios establecidos en el Documento de Trabajo elaborado por la CCMHSSX con fecha de 10/12/2015 y en base a lo recogido en sus Puntos 1 y 2. 302 4 General García de la Calle Herrán Carabanchel 5 Plaza Juan Pujol Centro Espíritu Santo 6 Plaza Arriba España Chamartín Blasco Ibáñez Chamartín Hilario Dago 7 Caídos de la División Calle 8 Azul General 9 Asensio Calle Cabanillas Chamberí El Bosque Calle General Dávila Chamberí Ramiro II 10 Ciudad Calle General Kirkpatrick 11 Lineal Azpizua FuencarralPlaza Caudillo El Pardo 12 Mar Adriático, República FuencarralCalle Primero de Octubre 13 Calle Capitán Cortes Hortaleza 14 Calle Estanislao Gómez Hortaleza 15 Aveni General Fanjul Latina General Millán Astray Latina da 16 Calle 17 Aveni da General Sagardía Paseo Ramos La Albericia Aravaca MoncloaAravaca 19 Puente Calle Madrid MoncloaArco de la Victoria 18 El Pardo Crucero Baleares de Vallecas 20 Puente Calle Francisco Iglesias 21 Calle Comandante Zorita Tetuán 22 Calle General Orgaz Tetuán 23 Calle Hermanos García Quirico Alonso de Vallecas San Blas- Arturo Soria (tramo) En caso de que fuera posible, y dado que se trata de un espacio público y no una calle, se podría sustituir este último caso por el Parque Arias Navarro. O en su defecto añadir tanto Parque Arias Navarro como la Avenida General Fanjul. 303 Noblejas 24 Calle 25 Canillejas Eduardo Aunós Salamanca Teniente Castillo Pasaje General Mola Salamanca Príncipe de Vergara 26 Calle General Varela Tetuán 27 Calle General Yagüe Tetuán San Germán 28 Plaza Fernández Ladreda Usera Elíptica 29 Calle General Moscardó Tetuán 30 Bailén, Barco, Doctor Martín Calle General Saliquet Latina Arévalo, Genil… Nota explicativa y aclaratoria Con el objeto de realizar un segundo nivel de comprobación y seguridad, cada uno de los nombres propuestos deben revisarse y comprobarse, uno a uno en los expedientes realizados por el Ayuntamiento de Madrid en el momento de la concesión de tales calles, plazas, avenidas, pasajes… y, a su vez, compararlo con el ANEXO 1. Justificación de las calles seleccionadas realizado por la CCMHSXX (16/12/2015). La motivación es constatar y acreditar el motivo originario por el cual se otorgó dicha denominación. JUSTIFICACIÓN DE LAS CALLES SELECCIONADAS 1.- Batalla de Belchite Referencia a la batalla de la Guerra Civil española en el zaragozano pueblo de Belchite entre el 24 de agosto y el 6 de septiembre de 1937. Hace referencia a la resistencia que las tropas sublevadas contra la República desplegaron en dicho pueblo, que quedó completamente destruido tras la batalla con el resultado final de unos 5.000 muertos. 2.- Hermanos Falcó y Álvarez de Toledo En homenaje a Manuel Falcó, Duque de Fernán Núñez, y Tristán Falcó, Conde de Barajas. Ambos sublevados contra la República en julio de 1936. El alférez Tristán 304 Falcó fue jefe de piquetes de fusilamiento, como ha demostrado la investigación de Carlos J. Domínguez. Ambos fallecieron en combates en el curso de la Guerra Civil. 3.- Agustín Muñoz Grandes Militar africanista, durante la República fundó la Guardia de Asalto. Se distinguió por conducir la represión contra Asturias en octubre de 1934. Fue detenido en Madrid y encarcelado con el golpe militar de julio de 1936, logrando llegar a zona franquista en 1937. Impulsó de la División Azul. Fue asesor del nazi Wilhem Canaris. 4.- Miguel García de la Herrán Militar golpista en 1932 en Sevilla y en 1936. Actuó en Campamento (Madrid). Tuvo distintos cargos de importancia dentro del ejército franquista. 5.- Juan Pujol Jefe de Prensa y Propaganda de la Junta de Burgos de 1936. Agente doble que actuó bajo el mandato de la Alemania nazi y el Imperio Británico. Pujol fue condecorado con la Cruz de Hierro de los nazis y la Orden del Imperio Británico. Se le conocía con el sobrenombre de Garbo. 6.- Arriba España Lema franquista por excelencia. 7.- Caídos de la División Azul Homenaje a los fallecidos en el frente soviético durante la Segunda Guerra Mundial, como voluntarios ofrecidos por el régimen franquistas para cooperar y ayudar a la Alemania nazi y a la Italia fascista durante la Segunda Guerra Mundial. 8.- General Asensio Cabanillas Militar africanista, se sublevó contra la República en julio de 1936 y tras la Guerra Civil ocupó importantes cargos en la dictadura franquista. 9.- General Dávila 305 Fidel Dávila Arrondo fue un militar español africanista que se sublevó contra la República en julio de 1936, ocupando tras la muerte del General Mola la comandancia del Ejército del Norte. Ocupó cargos de responsabilidad durante la dictadura franquista. 10.- General Kirkpatrick Militar del arma de caballería, se sublevó contra la República en julio de 1936 y fue nombrado capitán general de La Coruña, siendo la cabeza de la represión ejercida en la zona. 11.- Plaza del Caudillo En referencia a Francisco Franco Bahamonde, golpista en julio de 1936 y dictador durante casi cuarenta años, con un resultado represivo que acerca las cifras a 144000 ejecutados. 12.- Primero de Octubre Hace referencia a que el 1 de octubre de 1936, Francisco Franco fue designado jefe de Estado de la España sublevada. 13.- Capitán Cortés Santiago Cortés González, se sublevó contra la República en julio de 1936 y encabezó la resistencia en el Santuario de Nuestra Señora de la Cabeza en Andújar. En esa resistencia, que fue elevada a categoría de mito por el franquismo. Sufrió heridas que le provocaron la muerte un día después de ser liberado por los republicanos. 14.- Estanislao Gómez Estanislao Gómez Landero y Koch. Militar golpista contra la legalidad republicana se le condecoró por su actuación en Belchite con la Laureada de San Fernando. 15.- General Fanjul Joaquín Fanjul Goñi, militar sublevado contra la legalidad republicana en julio de 1936. Se atrincheró en el Cuartel de la Montaña. El fracaso de la sublevación militar 306 hace que sea detenido y condenado a muerte por un Consejo de Guerra el 15 de agosto de 1936, siendo fusilado por rebelión militar. 16.- General Millán Astray José Millán-Astray y Terreros, fundador de la Legión española. Militar africanista sublevado contra la República en julio de 1936. Tuvo discursos encendidos en favor del fascismo y se distinguió por su odio a la cultura. Ocupó diversos cargos de importancia durante la dictadura. 17.- Arco de la Victoria En conmemoración a la victoria franquista sobre la legalidad republicana. 18.- General Sagardía Ramos Antonio Sagardía Ramos, conocido como el “carnicero de Pallars”. Estaba retirado durante la República, pero tras el golpe de Estado se une nuevamente a los militares golpistas. Dirigió varias campañas y se le recuerda por la represión ejercida en la zona norte de Burgos y el Pallars de Sobirá. Tras la guerra fue uno de los personajes que recibió al jerarca nazi Heinrich Himmler y ocupó cargos de responsabilidad durante el franquismo. 19.- Crucero Baleares Crucero de la armada franquista hundido por la armada republicana frente al Cabo de Palos el 6 de marzo de 1938. 20.- Francisco Iglesias Francisco Iglesias Brage, aviador español. En julio de 1936 se mostró partidario de la sublevación militar. Ocupó cargos importantes durante la dictadura franquista en el Ministerio del Aire 21.- Comandante Zorita 307 Demetrio Zorita Alonso. Aviador español sublevado contra la República en julio de 1936. Como aviador entabló combates durante la Guerra Civil y también junto a los nazis durante la Segunda Guerra Mundial. 22.- General Orgaz Luis Orgaz Yoldi, militar sublevado contra la República en julio de 1936, ocupó cargos de responsabilidad en el Ejército y fue procurador en Cortes. 23.- Hermanos García Noblejas Los hermanos García-Noblejas, en un total de 5, se distinguieron por ser falangista y conspiradores contra la Segunda República, sumándose al golpe de Estado de julio de 1936. Tres de ellos fallecieron durante la Guerra Civil y otros dos fueron voluntarios a la División Azul. 24.- Eduardo Aunós El abogado Eduardo Aunós fue ministro durante la dictadura de Primo de Rivera, ocupando el cargo de Ministro de Trabajo. Durante la Segunda República se marchó a Francia y al producirse el golpe de Estado se une a los golpistas ocupando cargos de responsabilidad. Ingresa en Falange y ocupó cargos diplomáticos con el franquismo, procurador en cortes y Ministro de Justicia entre 1943 y 1945, años de plomo de la represión del franquismo. 25.- General Mola Emilio Mola Vidal, militar africanista, había ocupado antes de la Guerra importantes cargos en la Dirección General de Seguridad y dentro del ejército. Es considerado el cerebro de la sublevación militar contra la República en julio de 1936 y el inductor a que dicho golpe fuese lo más violento y con la mayor represión posible. Ocupó cargos dentro de la Junta Militar sublevada y falleció en un accidente de avión el 3 de junio de 1937 en el pueblo burgalés de Alcocero. 26.- General Varela 308 José Emilio Valera, militar africanista y carlista, se sublevó contra la República en julio de 1936 y dirige la represión en Cádiz. Participó en diversas batallas y fue designado Ministro del Ejército durante la dictadura. 27.- General Yagüe Juan Yagüe Blanco, militar africanista y convencido militante de Falange española. Golpista contra la República en julio de 1936, fue la cabeza de la matanza de Badajoz (Carnicero de Badajoz). Se distinguió durante la guerra por su brutalidad y tras la misma ocupó cargos de importancia como el Ministerio del Aire 28.- Fernández Ladreda José María Fernández Ladreda y Menéndez Valdés. Militar golpista contra la legalidad republicana en julio de 1936, ocupó diversos cargos de responsabilidad durante la dictadura franquista. 29.- General Moscardó José Moscardó participó en las guerras de Cuba y Marruecos. Sublevado contra la República en julio de 1936 fue uno de los integrantes de la resistencia del Alcázar de Toledo. Durante la dictadura fue Delegado Nacional de Deportes y presidente del Comité Olímpico Español. Franco le concedió el título nobiliario de Conde del Alcázar de Toledo. 30.- General Saliquet Andrés Saliquet, militar sublevado contra la legalidad republicana en julio de 1936. Ocupó altos cargos en el ejército franquista y cargos de responsabilidad durante la dictadura, como la presidencia del Consejo Supremo de Justicia Militar. Fue nombrado Marqués de Saliquet por Franco. Anexo 2 COMUNICADO DE PRENSA-CCMHSXX 309 El Consejo Ejecutivo de la Cátedra Complutense de Memoria Histórica del siglo XX (CCMHSXX) decide salir al paso de las noticias aparecidas en prensa que atribuyen a la Cátedra, en su trabajo de asesoramiento al Ayuntamiento de Madrid para el cambio del callejero, múltiples propuestas que son falsas. Hasta ahora, la actitud de este Consejo Ejecutivo ha sido la de trabajar sin entrar a desmentir todas y cada una de las barbaridades que se atribuyen a la Cátedra. Pero hoy, el diario El País da la noticia de la existencia de una lista de 256 nombres de calles, cuya elaboración atribuye a la CCMHSXX, en la que se incluyen nombres de personajes no sólo de talla universal, sino además claramente alejados de las atrocidades cometidas en la dictadura. También hoy la alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, en el mismo medio de publicación, sin cuestionar la información sobre la lista de calles a suprimir, descarga en la Cátedra la responsabilidad sobre los disparates que tal lista contiene, e indica que el ayuntamiento no va aceptar tales cambios en el callejero de Madrid. La comentada noticia y las declaraciones de la alcaldesa sobre ella suponen un punto y final a nuestra capacidad de silencio y discreción. Ante el enorme daño que lo publicado produce en el prestigio institucional de la Universidad Complutense y en el personal de los integrantes de este Consejo, nos vemos en la necesidad de hacer públicas las siguientes puntualizaciones: 1.- La Cátedra Complutense de la Memoria Histórica del siglo XX apoya decididamente la iniciativa del Ayuntamiento de Madrid de elaborar un “Plan Integral de Memoria Madrid”. Los miembros de este Consejo Ejecutivo consideramos necesario e inaplazable reivindicar, entre otras medidas de política de memoria, la inclusión de las víctimas del franquismo en el callejero así como terminar con la apología del régimen de Franco o la los responsables de violaciones de los derechos humanos o a criminales de guerra desde los rótulos de las calles de Madrid o sus monumentos. Esa labor debe ajustarse a las recomendaciones que Naciones Unidas hace desde el Consejo de Derechos Humanos, el Alto Comisionado de Derechos Humanos o sus relatores especiales sobre el derecho a la verdad, el deber de recordar y la lucha contra la 310 impunidad, así como a lo establecido en la Ley 52/2007, conocida como Ley de Memoria Histórica. 2.- El Consejo Ejecutivo de la CCMHSXX no ha aprobado, hasta ahora, ninguna propuesta concreta para la supresión y cambio de nombres de calles de la ciudad de Madrid, ni ha dado su visto bueno a contrato alguno con el Ayuntamiento de Madrid para realizar el trabajo de asesoramiento sobre modificación del callejero. Por supuesto, no han recibido, ni la Cátedra ni ninguno de sus miembros, dinero alguno vinculado a éste ni a ningún otro proyecto. Solo existe por parte de la Cátedra un contacto y un compromiso formal para asesorar al Ayuntamiento de Madrid en la elaboración de su Plan Integral Memoria Madrid, en el que se incluiría la modificación del callejero; pero esa labor está aún en un estado incipiente. 3.- Un grupo de investigadores de la CCMHSXX empezó, a finales de diciembre de 2015, a trabajar en el tema. Desde el primer momento ha habido una gran presión mediática y se ha generado un exceso de especulaciones sobre este trabajo, posibilitados, entre otros factores, por la utilización precipitada por parte del Ayuntamiento de Madrid de los primeros avances del citado equipo de investigación. En concreto, provocó numerosos malentendidos la publicación de una relación de 30 calles (en ella la Cátedra reconoció un error inicial, que rectificó inmediatamente, en la inclusión de la plaza de Juan Pujol) que el Equipo de Investigación iba a someter a una primera valoración. La presentación que de esa lista inicial realizó el consistorio incorporó otros errores, como el de atribuir al comandante Zorita el bombardeo de Guernica, de los que el equipo de investigación de la Cátedra no es responsable. Tan sólo el citado documento con el listado de las 30 calles, junto con el informe técnico para su retirada, ha sido emitido por la CCMHSXX. Ningún otro informe, recomendación u otra cuestión ha sido redactada por la CCMHSXX. Solicitamos, por tanto, el necesario contraste entre lo que señala ese documento con lo aparecido en los medios de comunicación. 4.- Ni el diario El País ni los responsables del Ayuntamiento han pedido a este Consejo o a la directora de la cátedra confirmación sobre la lista de 256 nombres hoy 311 anunciada como propuesta de esta Cátedra. La directora de la Cátedra y otros miembros de este Consejo Ejecutivo han intentado insistentemente, sin éxito, que el rectorado de la Universidad Complutense hiciera públicas las rectificaciones pertinentes reclamadas por la Cátedra. 5.- La CCMHSXX no ha tenido nada que ver con la retirada de placas o el movimiento de monumentos que operarios del Ayuntamiento han realizado en los últimos días. Este Consejo Ejecutivo lamenta las tergiversaciones que sobre el trabajo de la Cátedra se han publicado a partir de esas actuaciones. Por todo ello, el Consejo Ejecutivo de la Cátedra de Memoria Histórica del siglo XX acuerda: Renunciar a la firma de contrato alguno con el ayuntamiento de Madrid para asesorarle en la elaboración de su Plan Integral de Memoria, dada la incapacidad de la institución para garantizar las condiciones mínimas para el desarrollo de un trabajo profesional y sosegado, como requiere toda investigación científica. Madrid, 10 de febrero de 2016 Consejo Ejecutivo-Cátedra Complutense “Memoria Histórica del siglo XX” 312