CRISIS ENERGÉTICA: UN PROBLEMA, MUCHAS DIMENSIONES
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CRISIS ENERGÉTICA: UN PROBLEMA, MUCHAS DIMENSIONES
CRISIS ENERGÉTICA: UN PROBLEMA, MUCHAS DIMENSIONES RODRÍGUEZ, Facundo Escuela Superior de Comercio Manuel Belgrano, Córdoba. Profesora guía: GARCÍA MONTAÑO, Ana María INTRODUCCIÓN En esta monografía, intentaré realizar un análisis sobre las causas de la crisis energética actual. Comenzaré por describir las fuentes utilizadas en la actualidad y sus desventajas, principalmente en el medio, para centrarme luego en el análisis de esta crisis desde el punto de vista social, con los diversos agentes que en ella intervienen, planteándome, además, preguntas al respecto. Culminaré planteando una postura personal acerca de una posible solución a dicha crisis a través de un intento por responder esas preguntas. Uno de los principales objetivos de este trabajo es mostrar la magnitud de la crisis energética dentro de la sociedad y plantear los interrogantes que creo claves para afrontarla. DESARROLLO Actualmente, la humanidad para casi la totalidad de los trabajos que realiza utiliza fuentes no renovables de energía (exceptuando la hidroeléctrica), fundamentalmente hidrocarburos o combustibles fósiles (carbón, gas y petróleo) y nuclear. La combinación de estos dos tipos de energía genera diversos problemas a nivel global como: − Contaminación del aire. − Efectos nocivos en los seres vivos. − Distorsión de las economías nacionales. − Conflictos militares. Algunos de estos conflictos son producidos por la simple utilización, tales como la contaminación del aire producida por la liberación del dióxido de carbono por parte de los combustibles fósiles que, a su vez genera el efecto invernadero, y por ende, efectos nocivos en los seres vivos. La energía termonuclear, por su parte, presenta problemas en la manipulación de sus residuos y la explotación minera, porque ambas contaminan el entorno y, fundamentalmente, el agua. Otra problemática planteada por las fuentes energéticas más utilizadas es que el estilo de vida urbano e industrial sustentado sobre un modelo energético (centralizado en fuentes muy concentradas con un consumo creciente), hace que se necesite una mayor producción para alimentarlo, pero cada vez se poseen menos reservas, por ser no renovables. Por lo tanto, podría decirse que la crisis energética actual está dada por dos tópicos: el agotamiento de las fuentes energéticas que se están utilizando y la contaminación que muchas de éstas generan. Un camino posible son las fuentes energéticas renovables, actualmente denominadas alternativas o limpias, éstas son: Solar, Eólica, Geotérmica, Hidráulica (inclusive mareomotriz) y generarlas utilizando la biomasa. Todas presentan ventajas con respecto a los hidrocarburos porque causan un impacto ambiental mucho más bajo. Pero, en general, presentan dificultad para ser trasladadas. Las fuentes solar, eólica, geotérmica e hidráulica sólo pueden usarse para generar calor o electricidad, pero el uso de la biomasa tiene ventajas con respecto a las demás ya que presenta una gran variedad de posibilidades en su utilización porque es más versátil que ellas y esto favorece su comercialización y puede adecuarse a países subdesarrollados donde se presenten industrias de producción de alimentos o agrarias. Este tipo de energía propone una nueva relación industria sociedad. La energía podría generarse en las industrias, y no sólo utilizarse para éstas sino, para los alrededores y así disminuir el consumo energético total de la red, e inclusive puede llegar a sustituir a los actuales combustibles para el transporte, lo cual reduciría aún más el consumo de energía proveniente de fuentes no renovables. A través de todas estas fuentes limpias de energía podrían instaurarse redes diversificadas a nivel nacional, realizando estudios para establecer cuáles podrían ser viables en cada región ya que cada una de ellas se adapta o puede ser mejor aprovechada en una zona en particular, y de esta manera descentralizar el consumo. Pero la crisis energética puede ser analizada, también, como una crisis social, ya que la forma de gestionar la energía es de índole político-económico, y por ende es el Estado, como instancia de dominación política, quien debe tomar medidas al respecto, a su vez, estas medidas deben estar legitimadas por la sociedad civil para poder implementarse. Por lo cual puede observarse esta problemática en cuatro dimensiones interrelacionadas: social, económica, ideológica y política. Desde la dimensión social, surge la crisis de distribución de la energía. Al ser desigual la propiedad de las fuentes energéticas, se generan conflictos porque quien controla estas fuentes decide su precio en el mercado, y, por ende, el acceso y la explotación a este recurso. Y es siempre una minoría la que decide según intereses sectarios y daña a la mayoría, con el solo fin de obtener ganancias y dominar mercados, sin planificar la explotación de estas fuentes de manera sustentable y equitativa para lograr un progreso común. Para que no sean las empresas las que, intentando obtener ganancias hagan que los consumidores derrochen energía, se deben establecer medidas de control energético por parte del Estado, acompañadas de una planificación a largo plazo para la utilización, generación e investigación energética e invirtiendo las ganancias obtenidas por las actuales fuentes, en fuentes limpias de energía y, de esta manera, ir sustituyendo paulatinamente el modelo actual. Para ello, también se debería mejorar la infraestructura de las industrias de modo que puedan producir energía a través de la biomasa, pero siempre controlándolas para que no se utilice a mayor ritmo que la tasa de regeneración vegetal, para que no se incremente el efecto invernadero, ya que el dióxido de carbono es reabsorbido a través de la fotosíntesis. ¿Cómo lograr una justa distribución de las fuentes energéticas? La dimensión económica está totalmente ligada a lo planteado anteriormente, porque su eje es la dependencia energética. Las empresas antes mencionadas en general son multinacionales y los países más industrializados a través de las multinacionales intentan obtener las fuentes energéticas, forjando una desigual distribución energético – económica con los países subdesarrollados. Esto se refleja en la utilización que las empresas multinacionales realizan de los hidrocarburos y cómo los estados desarrollados violentan las soberanías nacionales para conseguir su progreso, en detrimento de los demás. Si no logran hacerlo a través de tratados, dirimen sus intereses generando conflictos militares. Aunque, habitualmente, los países del Tercer Mundo por ser estados poco poderosos, son engañados y se someten a presiones económicas tomando medidas poco sustentables para el medioambiente, entre ellas cabe mencionar la recepción de los desechos nucleares. Pero esto no se da sólo en el campo energético, también se explotan indebidamente los demás recursos naturales respondiendo sólo a la coyuntura del mercado y sin planificación a mediano o largo plazo. ¿Cómo lograr la independencia nacional para poder administrar nuestros propios recursos? El análisis anterior nos lleva a la dimensión ideológica que se centra en la crisis de identidad; ésta surge debido al desconocimiento de los actores sociales que intervienen en el sistema. En este caso, el energético, y el rol de cada uno dentro de él. También se debe a la incapacidad de la sociedad civil de criticar el modelo actual y participar de sus cambios (crisis de participación, dimensión política) porque no siente que las fuentes energéticas son fundamentales para el desarrollo nacional. Lo afirmado anteriormente se traduce en que la gente no tiene las herramientas, en general, para cuestionar el sistema actual, ni conoce otras fuentes energéticas que las que se usan masivamente por lo que se acostumbra a derrochar energía favoreciendo a las empresas, pero deteriorando el recurso. ¿Cómo lograr una sociedad civil preparada tanto para participar como para criticar? ¿De qué manera se puede favorecer a toda la sociedad y no a una minoría? ¿Cuánto tiempo puede llevar este proceso de cambio? De la suma de las crisis anteriores deriva la crisis de legitimación, porque es el sistema energético en su conjunto el que está en crisis. No está dando resultados positivos, se lo cuestiona permanentemente. Creo que debe ponerse en práctica un nuevo rol estatal, un nuevo rol de la sociedad y una nueva relación entre ambos. ¿Se debe modificar el sistema en su totalidad? ¿Cuál sería el rol de cada uno? ¿Qué se buscaría en la nueva relación? CONCLUSIÓN Desde mi punto de vista todas las preguntas anteriores tienen una respuesta común: La educación. En cada una de las crisis planteadas subyace un problema que ancla en lo educativo. Esto puede revertirse a través de todo el proceso enseñanza-aprendizaje para llegar a crear un nuevo sistema. La sociedad debe regular al Estado y éste a las empresas y de esta manera lograr un aprovechamiento sustentable de las fuentes energéticas, la tecnología y los recursos naturales en general. Este proceso de formación debe comenzar en la escuela primaria a través de la enseñanza de la importancia de la energía en la vida diaria (debido a la complejidad y abstracción del término para niños de esa edad), complementándola con valores de respeto y cuidado de las fuentes energéticas. En el secundario se podría criticar el modelo energético actual profundizando al mismo tiempo los conocimientos sobre las fuentes alternativas viables para cada zona (Ya que en cada región se puede aprovechar mejor alguna de las fuentes limpias de energía). Finalmente se llegará a una sociedad “adulta” a través de la cual se podrá busca un progreso común. BIBLIOGRAFÍA • http://www.bp.com/centres/energy. • http://www.crisisenergética.org • http://www.ecoportal.net/content/view/full/29775 • http://www.soloenergia.com.ar/news.php?cat.25 • http://www.greenpeace.org/argentina • http://www.monografías.com • Waldmann, P. El peronismo, Bs. As., 1981.