Saber más… Pesca - Fomento Económico de Chiapas, AC

Transcripción

Saber más… Pesca - Fomento Económico de Chiapas, AC
Saber más… Pesca
Índice
i.
ii.
iii.
iv.
v.
vi.
Introducción
El desarrollo de la pesca
Los problemas pesqueros
La pesca en México
Perspectivas y retos
Estado de explotación y viabilidad
de la pesca
vii. Fuentes de preocupación nacional
e internacional
viii. Ambiente
ix. Bibliografía utilizada
x. Links recomendados
xi. Bibliografía recomendada
Introducción
La pesca, constituye una fuente vital de
alimentos, empleo, recreación, comercio y
bienestar económico para las poblaciones de
todo el mundo, tanto para las generaciones
presentes como para las futuras. Debe
llevarse a cabo de forma responsable, ya
que se reconoce su importancia nutricional,
económica, social, cultural y ambiental y los
intereses de todos aquellos que se
relacionan con el sector pesquero (FAO).
Es por esto que la pesca se debe reducir a un
nivel sostenible en lo que respecta a zonas y
poblaciones que actualmente son objeto de
explotación intensa o excesiva; es necesario,
así mismo, examinar la capacidad de las
flotas pesqueras en relación con el
rendimiento sostenible de los recursos
pesqueros, y reducirlas en caso necesario;
aumentar la asistencia a los países en
desarrollo para respaldar su labor de
conservación y ordenación de la pesca y
fomento de la acuacultura; alentar a los
países a que sigan promoviendo una
acuacultura ecológicamente idónea como
factor importante que contribuye a la
seguridad alimentaria mundial; intensificar
las consultas sobre la pesca con el sector
privado y organizaciones no gubernamentales; y aplicar las disposiciones de la
legislación internacional sobre la pesca que
se recogen en la Convención de las Naciones
Unidas sobre el Derecho del Mar (FAO).
Durante muchos años, en México, la pesca se
consideró una actividad casi de autoconsumo
y para efectos del mercado externo,
dependiente de la monoexplotación con
destino al mercado estadounidense. A partir
de 1970 la actividad empezó a diversificarse
y su desarrollo cobró impulso creciente: se
estimuló la industria empacadora de
productos del mar, se multiplicaron las
pesquerías, se incremento la flota pesquera,
se pusieron en marcha programas de
educación, organización y capacitación y se
reordenó y expandió el sector paraestatal.
En 1976, México reivindicó los derechos de
soberanía de los estados ribereños sobre los
recursos localizados en sus aguas (Palomo,
1988).
El desarrollo de la pesca
Desde la antigüedad, la pesca constituye
para la humanidad una fuente importante de
alimentos y proporciona empleo y beneficios
económicos a quienes se dedican a esta
actividad. Antes se consideraba que la
riqueza de los recursos acuáticos era un don
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ilimitado de la naturaleza. Sin embargo, el
desarrollo de los conocimientos y la
evolución dinámica de las pesquerías,
después de la Segunda Guerra Mundial han
hecho desvanecer este mito para constatar
que los recursos acuáticos, aun siendo
renovables, son limitados y tienen que
someterse a una ordenación adecuada si se
quiere que su contribución al bienestar
nutricional, económico y social de la
creciente población mundial sea sostenible
(FAO).
Cuando la Organización de las naciones
Unidas para la Agricultura y la Alimentación
(FAO) hizo su primer estudio sobre el estado
de la pesca a nivel mundial en 1945, la
producción pesquera marina ascendía a un
total de 17.7 millones de toneladas, de
éstas, el 94% (16.6 millones de toneladas)
correspondía a desembarques provenientes
del Atlántico y el Pacífico Norte, donde ya
existían pesquerías bastante desarrolladas,
con algunas importantes que habían dado o
estaban dando signos de sobreexplotación
(FAO).
Inclusive, informes técnicos de principios del
presente siglo ya daban cuenta de la
existencia
de
importantes
pesquerías
sobreexplotadas. Es decir, a pesar del
desarrollo tecnológico todavía incipiente, ya
desde ese entonces existían algunas
pesquerías donde el número de embarcaciones, el número de pescadores y el
esfuerzo de pesca aplicado eran mayores
que el necesario, y se estaba tratando de
capturar más de lo que era biológica y
económicamente sostenible. Por ejemplo,
algunas pesquerías de arenque, bacalao,
eglefino y salmón ya habían dado signos de
sobreexplotación (como son la disminución
excesiva de las tasas de captura y las tallas
medias de los ejemplares capturados). Las
pesquerías, en muchos casos, dieron
también signos claros de recuperación luego
de las paralizaciones forzadas de la pesca
causadas por las dos guerras mundiales. Los
casos de estas pesquerías representaron así
una confirmación empírica del efecto
contraproducente de la pesca excesiva y,
luego, del efecto beneficioso de cierto tipo
de medidas de regulación pesquera.
También, es interesante señalar que casi un
tercio del total desembarcado en esa época
era destinado a la producción de harina y
aceite de pescado. Proporción que, como se
puede constatar de las estadísticas actuales
de captura por tipo de utilización, no ha
cambiado mucho con el desarrollo reciente
de la pesca mundial. Aunque ha habido una
cierta variabilidad en el porcentaje de las
capturas mundiales que son destinadas a la
producción de harina y aceite de pescado,
éste se ha mantenido alrededor del 30% en
los últimos años.
Hace medio siglo, ya se reconocía que había
algunos recursos pesqueros importantes que
estaban siendo sobreexplotados, pero
también se daba cuenta del tremendo
potencial de desarrollo de la pesca a nivel
mundial.
En los estudios de la época, se señalaban las
posibilidades de aumentar las capturas
mediante la explotación de recursos poco o
virtualmente no explotados en las zonas
tradicionales de pesca del Atlántico Norte,
del Pacífico Norte, del Océano Índico y de
otras áreas; pero, sobre todo, se llamaba la
atención al gran potencial de captura de
zonas que en ese entonces eran poco
exploradas y prácticamente inexplotadas.
Entre éstas, destacaban las zonas frente a
las costas de centro y sur América,
especialmente frente a Perú y Chile; en el
Caribe; frente a las costas occidentales de
África, y alrededor de Australia, Nueva
Zelanda, y las Islas del Pacífico Sur. Estas
regiones del mundo son precisamente las
que han contribuido al mayor incremento de
las capturas mundiales en los últimos años
FAO).
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La producción pesquera marítima mundial ha
tenido un rápido crecimiento en los últimos
decenios. En la década de los años 50’s la
pesca marítima aumentó con una tasa de
crecimiento promedio del 6.8% anual, la que
subió al 7.4% en la década de los años 60’s.
Esta tasa de crecimiento bajó al 1.7% anual
en los 70’s - sobre todo por el fuerte
descenso de la captura de anchoveta
peruana (Engraulis ringens) - y luego aumentó a 3.6% anual en la década de los años
80’s, debido a las mayores capturas de cinco
especies principales: el colín de Alaska
(Theragra chalcogramma), el jurel chileno
(Trachurus murphyi), la anchoveta peruana
(E. ringens), la sardina japonesa (Sardinops
melanostictus) y la sardina sudamericana (S.
sagax). En los 90’s, la producción marítima
pesquera aumentó a una tasa promedio del
1.8% anual, que la ha llevado a un total de
91.90 millones de toneladas en 1995. De
éstas, 7.16 millones de toneladas son
producto de la acuacultura marina y 84.74
millones de toneladas son capturas marinas
propiamente dichas (FAO).
Más del 54% de estas capturas mundiales
corresponden a especies pelágicas, donde
destacan especies como la anchoveta
peruana y el arenque del Atlántico, la
sardina japonesa, la sardina sudamericana,
la caballa y el jurel chileno, entre otras. El
20% de las capturas marinas mundiales
corresponde a especies demersales, donde
destacan el colín de Alaska, el bacalao del
Atlántico, el eglefino, los lanzones o
ammodytes, el carbonero y las merluzas,
congrios y otras especies. Otras especies de
peces, crustáceos y moluscos representan el
26% restante (FAO).
Debido a su tamaño, características organolépticas y la capacidad de rendir altos
volúmenes de producción por unidad de área
y tiempo o costo de operación, son las
especies pelágicas las que con mayor
frecuencia son utilizadas para la producción
de harina y aceite de pescado. También, son
las capturas de especies pelágicas las que
han mostrado la más alta tasa de
crecimiento en las últimas décadas, aunque
todo parece indicar que los volúmenes de
captura tenderán a estabilizarse; inclusive,
podrían disminuir en los próximos años como
ya ha ocurrido desde hace un par de décadas
con las capturas de crustáceos y peces
demersales (FAO).
La proporción entre peces pelágicos y peces
demersales tiende a cambiar de un océano a
otro y es de destacar que esta proporción es
mucho más alta y, en años pasados, tuvo una
clara
tendencia
ascendente
en
el
Mediterráneo y el Mar Negro, donde alcanzó
valores de hasta 3.4 a 1, con 2.1 a 1 en
1994. Estos valores son mucho mayores que
los encontrados para el Océano Atlántico, el
Océano Pacífico y el Mar Índico. En parte,
los valores tan altos en la relación
pelágicos/demersales para el Mediterráneo y
el Mar Negro, son una consecuencia
combinada de la sobreexplotación y
consecuente disminución de muchos de los
recursos demersales y el proceso de eutrofización por el aporte de fertilizantes
agrícolas y otras descargas de origen urbano
e industrial, que han contribuido a un
aumento de la productividad de estos mares
cerrados en beneficio de las poblaciones
pelágicas costeras (FAO).
En el Océano Pacífico tienden también a
predominar los peces pelágicos, debido
principalmente
a
la
existencia
de
plataformas continentales relativamente
más angostas que en los otros océanos, así
como a la presencia de importantes zonas
de afloramiento costero, que favorece el
crecimiento y desarrollo de recursos
pelágicos (FAO).
En los últimos años, la producción pesquera
mundial total aumentó de 86.58 millones de
toneladas en 1985, a 97.97 millones de
toneladas en 1990 y a 112.91 y 115.90
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millones de toneladas respectivamente, en
1995 y 1996. Buena parte de este
incremento se debió a la acuacultura, tanto
marítima como en aguas continentales, que
en total ha subido de una producción total
de 8 millones de toneladas en 1985 a 21
millones de toneladas en 1996. Como se
sabe, la acuacultura es uno de los
principales consumidores de la harina de
pescado producida por la pesca de captura
(FAO).
La pesca total de captura también aumentó,
de 78.85 millones de toneladas en 1985 a
92.10 millones de toneladas en 1994; para
disminuir ligeramente, a 91.97 millones de
toneladas en 1995. Ello debido principalmente a la fluctuación de la pesca marítima
de captura, que luego de aumentar de 73.20
a 85.29 millones de toneladas entre 1985 y
1994, disminuyó ligeramente, a 84.74
millones de toneladas en 1995. Se estima
que la pesca marítima de captura se
mantendrá alrededor de los 85 millones de
toneladas en 1996 y 1997, con una alta
probabilidad de que disminuya nuevamente
en años posteriores por los efectos del
fenómeno de El Niño, como han anticipado
algunos expertos (FAO).
Los problemas pesqueros
La pesca, como cualquier otro recurso
importante y limitado, es una continua
fuente de conflictos. La mayoría de los
países con abundante litoral pugnan entre sí,
para hacerse del control de los bancos más
abundantes. El 80% de esta riqueza piscícola
se sitúa en la parte más cercana a las costas:
la plataforma continental. De ahí, que se
hayan establecido unas normas internacionales para regular estas actividades que
obligan a todos los gobiernos: el reconocimiento de un territorio, desde su costa
hasta 200 millas mar adentro, dentro del
cual cada estado mantiene una soberanía
efectiva; establecimiento de cuotas de
pesca para las diversas flotas; regulación de
los aparejos que los pescadores pueden usar
y de los momentos en que se imponen
paradas biológicas en los caladeros, para
facilitar la regeneración de las especies
sometidas a mayores capturas.
Estas normas son frecuentemente violadas
por los gobiernos, armadores y pescadores,
lo que acarrea numerosas tensiones,
agravadas por la ausencia de una política
ambiental relacionada con la pesca,
verdaderamente eficaz y vinculante para
todos los implicados, dentro y fuera de sus
aguas jurisdiccionales, como reclaman las
organizaciones ecologistas. Esta situación
conduce a la sobreexplotación pesquera, por
el uso de alta tecnología naval, de métodos
de pesca ilegales y el aumento incontrolado
de las cantidades capturadas, así como, al
desigual acceso a los recursos marinos entre
las flotas de los países ricos y las de los más
pobres (FUHEM).
En 1971, cuando la captura total de especies
marinas estaba bordeando los 60 millones de
toneladas por año, la FAO (Grainger y
García, 1996) estimó que el potencial
pesquero
mundial,
basando
en
la
explotación de las especies marinas de
interés comercial conocidas, era de 100
millones de toneladas por año. Estudios más
recientes tienden a confirmar y a precisar
más esta cifra (FAO). Al inicio de la década
de los años setenta, la captura de peces en
los océanos parecía haber alcanzado su nivel
máximo y haberse estabilizado. Según la
FAO, en 1978, la captura total mundial de
peces en los océanos se incrementó
firmemente a partir de la Segunda Guerra
mundial, hasta el inicio de la década de los
años setenta; pero desde ese momento, no
se ha presentado ningún incremento
apreciable en esta captura. De 1972 a 1977
la captura de peces marinos a nivel mundial
fluctuó entre 56.8 y 64.1 millones de
toneladas. Si la producción de peces en
aguas continentales se agrega al anterior, en
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1977 la producción total mundial, fue de
73.5 millones de toneladas. Por otro lado, la
demanda de la producción pesquera está en
aumento constante (Hepher, 1985).
La introducción generalizada de las zonas
económicas exclusivas (ZEE), a mediados de
los años setenta, y la adopción, tras largas
deliberaciones, de la Convención de las
Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar,
en 1982, ofrecieron un nuevo marco para
una mejor ordenación de los recursos
marinos. El nuevo régimen jurídico del
océano
reguló
los
derechos
y
responsabilidades de los Estados ribereños
en
materia
de
ordenación
y
aprovechamiento de los recursos pesqueros
dentro de sus ZEE, abarcando alrededor del
90 por ciento de la pesca marítima mundial.
Esta ampliación de las jurisdicciones
nacionales constituyó un paso necesario,
aunque insuficiente, hacia una ordenación
eficaz y un desarrollo sostenible de la pesca.
Muchos estados ribereños tuvieron que
seguir afrontando grandes retos a medida
que, por falta de experiencia y de recursos
financieros y materiales, procuraban obtener
mayores beneficios de la pesca dentro de sus
ZEE. Sin embargo, al final de los años
ochenta resultó evidente que los recursos
pesqueros no podrían ya sostener una
explotación y desarrollo tan rápidos, y a
menudo no controlados, y que hacía falta
formular con urgencia nuevos criterios de
ordenación pesquera que tuvieran en cuenta
los aspectos relativos a la conservación y al
medio ambiente. La gravedad de la situación
se percibió cuando se llegó a comprender
que la falta de regulación de la pesquerías
de alta mar, que a veces afectaba a las
especies ícticas transzonales y altamente
migratorias que se hallaban dentro y fuera
de las ZEE, se estaba transformando en un
motivo de creciente preocupación (FAO).
El mundo, en general, afronta la necesidad
de aumentar la producción de alimentos, lo
cual es de especial urgencia para los países
en desarrollo, donde el hambre y la
desnutrición aqueja a gran parte de la
población. Si se considera que casi tres
cuartas partes de la superficie del planeta
están cubiertas por los océanos, la
perspectiva de utilizar los recursos del mar
adquiere gran importancia en el esfuerzo de
los países para satisfacer las crecientes
necesidades de alimentación de la población
y para acortar la diferencia de los grados de
nutrición de los países en desarrollo y los
desarrollados.
La pesca en México
Por su situación geográfica, México tiene
aguas marítimas de diferente temperatura y
salinidad, aunque predominan las tropicales;
en ellas existe una gran variedad de
recursos, de los cuales se han identificado
alrededor de 20 especies de interés
comercial, pero no hay gran abundancia de
individuos en la mayoría de ellas, por lo que
su captura no es redituable.
La
riqueza
pesquera
se
genera,
principalmente, en la salida de corrientes
frías y en las extensas plataformas
continentales; por esta razón, en México las
zonas pesqueras más importantes son: la del
Pacífico Norte, por la influencia de la
corriente fría de California y la plataforma
situada frente a las costas de Campeche,
factores que favorecen la proliferación de
plancton (algas, protozoarios, pequeños
moluscos y crustáceos) con que se inicia la
cadena alimenticia en el mar, lo que da
lugar a una mayor concentración y volumen
de recursos pesqueros. Si la explotación
pesquera se realizará en forma científica y
técnica, México podría competir, a nivel
mundial, con los mercados más desarrollados, ya que cuenta con una zona
económica pesquera exclusiva de 2.9
millones de Km².
Los recursos pesqueros se distribuyen en
cinco zonas (Ayllon, 1993):
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En el Océano Pacífico:
• Zona 1 Desde las costas de la
península de Baja California hasta
las del estado de Nayarit.
• Zona 2 Comprende las costas de
Jalisco hasta Chiapas.
En el Golfo de México:
• Zona 3 Abarca las costas de
Tamaulipas y las de Veracruz.
• Zona 4 Se extiende desde las costas
de Tabasco hasta las de Quintana
Roo, en el Mar de las Antillas.
• Zona 5 Comprende los recursos
pesqueros de ríos , lagos, lagunas y
represas.
La captura mundial de recursos pesqueros,
se ha estabilizado desde hace una década, a
pesar del aumento en la capacidad
pesquera. Esto ha propiciado el agotamiento
de bancos pesqueros y el colapso de
pesquerías que hasta hace medio siglo se
consideraban inagotables. El excesivo
crecimiento de la capacidad pesquera,
combinado con las capturas incidentales de
especies no objetivo, con la poca atención a
la problemática ambiental por parte de los
países con flotas distantes y, especialmente,
agravado por la indefinición general de
regímenes de propiedad de los recursos
pesqueros, han sido las causas de estas
catástrofes. Sin embargo, es claro que gran
cantidad de estos colapsos se habrían podido
evitar de haberse tomado y aplicado
medidas adecuadas de manejo, basadas en
evidencia científica cuantitativa de calidad.
México no es ajeno a esta problemática
mundial; las capturas han aumentado
ligeramente en los últimos años, oscilando
en alrededor de 1.5 millones de toneladas
anuales, pero la capacidad pesquera se ha
incrementado
considerablemente.
Para
lograr la sustentabilidad y llevar a cabo una
pesca responsable en México, como lo
establece el Código de Conducta para la
Pesca Responsable de la FAO (Organización
para la Agricultura y la Alimentación de las
Naciones Unidas) es necesario tomar
medidas consistentes y efectivas derivadas
de la mejor evidencia científica disponible.
Esta tarea requiere de definiciones técnicas
precisas sobre el estado de sustentabilidad
de los recursos pesqueros, misión que se ha
intensificado en los últimos años.
La
determinación
del
estado
de
sustentabilidad de los principales recursos
pesqueros de México es, precisamente el
objetivo. El estado de sustentabilidad se
puede definir como la relación entre la
explotación o aprovechamiento pesquero y
la capacidad de renovación biológica de los
recursos, modulada por las condiciones del
medio
ambiente;
con
equidad
intrageneracional y una visión de largo
plazo. Se han formulado recomendaciones
de manejo para que las pesquerías que están
en deterioro se recuperen; para que las
pesquerías que están aprovechadas al
máximo mantengan sus niveles de capturas y
para que las pesquerías que tienen potencial
de desarrollo se aprovechen dentro de un
marco de sustentabilidad.
Se considera como pesquería con potencial
de desarrollo cuando hay una alta
probabilidad de que las capturas aumenten.
Por ello es factible el aumento del esfuerzo
pesquero, siempre y cuando se desarrolle de
una manera precautoria y controlada. En el
caso de las pesquerías aprovechadas al
máximo, se considera que éstas ya llegaron a
un nivel de utilización óptimo y que el
esfuerzo no debe aumentar para evitar así
una sobreexplotación. Las pesquerías en
deterioro son aquellas que presentan un
exceso de esfuerzo pesquero, bajos niveles
de biomasa y reducción de la capacidad de
reclutamiento.
Para lograr este objetivo se requiere, por
una parte, de información biológica de alto
nivel y series de tiempo de información
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pesquera consistente y de calidad. Y, por
otra parte, fue necesario aplicar métodos
cuantitativos de vanguardia; enfoque que
permite la integración y el análisis necesario
para la determinación del estado de
sustentabilidad de cada pesquería. Estas
nuevas estrategias de manejo tienen como
base la modelación dinámica y consideran
explícitamente la incertidumbre asociada a
las estimaciones y acciones de manejo;
incorporando así la evaluación del riesgo en
la toma de decisiones, factor que
previamente no era explícito ni estimado.
Estos conceptos cuantitativos de vanguardia,
fortalecidos por el establecimiento de
puntos de referencia biológicos y usados en
conjunción con instrumentos novedosos en el
manejo de recursos pesqueros como la
teoría
de decisiones,
la estadística
bayesiana, el análisis de riesgo, el manejo
adaptativo y el enfoque precautorio,
constituyen la base para el desarrollo
sustentable
Así, los modelos matemáticos que se aplican
a las pesquerías en forma dinámica,
proporcionan respuestas más cercanas a la
realidad y resultados más precisos sobre el
manejo. Por ejemplo, los efectos del medio
ambiente se han incluido explícitamente en
el modelo dinámico de biomasa de Schaefer,
en forma de anomalías de la temperatura
superficial del mar (SEMARNAT).
Perspectivas y retos
Con sus 85 millones de toneladas por año, la
pesca marítima de captura ya está
alcanzando su máximo potencial de 100
millones de toneladas estimado hace unos
años. Por lo tanto, las posibilidades de
expansión con base en el aumento directo
de los volúmenes de producción son bastante
limitadas. Sobre todo, si se considera la
posibilidad de expandir las capturas de
especies tradicionales, aunque el aumento
de las capturas de especies no tradicionales
también tiene sus problemas y limitaciones.
La mayor parte del potencial de expansión
de las capturas marinas mundiales se basa
en la posibilidad de desarrollo de pesquerías
que, al momento, parecen poco viables. Éste
es el caso de los recursos de mictófidos o
peces linterna, el krill Antártico y algunas
poblaciones de cefalópodos que todavía se
mantienen como poco o no explotadas,
aunque tienen un potencial teórico de
captura de varias decenas de millones de
toneladas. Sin embargo, su desarrollo como
pesquerías de esa magnitud está limitado
por diversas consideraciones de tipo
tecnológico y económico, aunque también
podrían tener cierta influencia otras
consideraciones, de tipo ecológico o de
opinión pública, basados en criterios de
conservación o en otras motivaciones.
Además, de concretarse, el desarrollo de
estas pesquerías tendrá que hacer frente a
retos y restricciones semejantes a los que
tienen y tendrán que hacer frente las
pesquerías tradicionales.
Entre éstos, es posible identificar varios
tipos de retos y restricciones que
son
característicos de la pesca de captura, y que
se refieren a: el estado de explotación de
los recursos pesqueros, que pueden ser
causal de que se obtengan capturas reales
muy por debajo del máximo potencial; la
viabilidad tecnológica y económica de la
pesquería, referida sobre todo a las
posibilidades de desarrollo de pesquerías
nuevas o incipientes; la preocupación
nacional/internacional por los impactos
reales y potenciales de la pesca sobre el
ambiente y el ecosistema, incluidos los
impactos sobre otras especies del medio
marino, que puede frenar o encarecer el
desarrollo de ciertas pesquerías o el uso de
ciertas artes y métodos de pesca, o de
ciertos procesos y tipos de utilización; y la
variabilidad ambiental, que hace fluctuar las
posibilidades de captura de un año a otro, o
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en períodos de más larga duración y en
forma no predecible, aumentando la
exposición de la pesquería y del recurso a
los peligros de la sobreexplotación y
eventual colapso (FAO).
Estado de explotación y viabilidad de la
pesca
De la revisión periódica del estado de los
recursos pesqueros mundiales que hace la
FAO se deduce que aproximadamente el 70%
de los recursos pesqueros mundiales sobre
los cuales se tiene información se
encuentran ya plenamente explotados, están
sobreexplotados o han sido deprimidos por la
pesca excesiva. Del 30% restante, la gran
mayoría se encuentra moderadamente
explotada y existen muy pocas poblaciones
que se pueden definir claramente como
sobreexplotadas, y menos aún como estado
virgen ( FAO).
Paralelamente, de un análisis reciente del
grado de desarrollo de las principales
pesquerías mundiales se estimó (Grainger y
García, 1996) que el 35% de las 200
principales pesquerías del mundo habían
alcanzado o se encontraban en un estado de
decadencia (con rendimientos decrecientes);
el 25% había alcanzado su fase de
maduración (con rendimientos muy próximos
a los máximos sostenibles), y el 40% estaba
todavía desarrollándose, con un porcentaje
despreciable de pesquerías en estado de
subdesarrollo. Como puede observarse, la
situación ha cambiado significativamente
con respecto de lo que se observaba hace
unos 20 ó 30 años, cuando todavía se daba
cuenta de una cierta cantidad de recursos
vírgenes o virtualmente inexplotados. Esta
situación indica que las posibilidades de
aumentar efectivamente la producción
pesquera mundial son limitadas.
Inclusive, debido al alto número de poblaciones silvestres plenamente explotadas,
sobreexplotadas o seriamente deprimidas,
hay la posibilidad de que la producción
pesquera mundial pueda disminuir si no se
toman algunas acciones correctivas y
medidas adecuadas de ordenación pesquera
para recuperar y/o elevar la abundancia de
las poblaciones deprimidas o sobreexplotadas, y para mantener la producción de
aquéllas que ya se encuentran plenamente
explotadas.
Este, en concreto, es el primer reto que
tiene la pesca mundial de captura en el
futuro. Es decir, mantener la producción de
aquellas poblaciones silvestres que se
encuentran
plenamente
explotadas
y
recuperar aquellas poblaciones deprimidas o
sobreexplotadas. En segundo lugar está el
reto de incorporar a las cadenas productivas
de la pesca mundial a aquellas pocas
poblaciones marinas que todavía se
mantienen como recursos no explotados o
muy poco explotados.
En el primer caso, para el mantenimiento de
la producción de las poblaciones silvestres
plenamente explotadas y la recuperación de
aquéllas que están deprimidas por la
sobreexplotación, se requiere de la adopción
y aplicación de medidas adecuadas y muy
concretas de ordenación pesquera.
En el segundo caso, la tarea es no menos
difícil, ya que se trata de desarrollar
pesquerías que se demuestren tecnológica y
económicamente viables, y ambiental y
ecológicamente aceptables. Dadas las
nuevas orientaciones y prioridades del
desarrollo sostenible, en todos los casos será
necesario tomar en cuenta no solamente la
condición de las poblaciones que se explotan
y
su
utilización,
sino
también
la
conservación del ambiente, el efecto que
tiene o puede tener la pesca sobre el medio
ambiente y otras especies del ecosistema,
así como el efecto de las condiciones
cambiantes de clima. Condiciones que ahora
se reconoce que tienen un efecto deter-
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minante en la fluctuación y productividad de
muchas poblaciones de peces.
Fuentes de
internacional
Para asegurar un aumento de la producción
pesquera mundial o para, por lo menos,
asegurar su mantenimiento a los niveles
actuales, será indispensable introducir
mejoras en la investigación, la ordenación y
la utilización de los recursos pesqueros,
prestando la debida atención a los impactos
e interacciones con el ambiente, a los
cambios más recientes en los acuerdos y
disposiciones internacionales, así como a las
nuevas corrientes de opinión y áreas de
interés y presión internacional que, en
algunos casos, pueden frenar el ulterior
desarrollo de la pesca de captura y la
acuacultura. Sobre todo cuando exista la
percepción de que este desarrollo podría
dañar el ambiente, la biodiversidad, la
conservación de especies protegidas, o la
calidad de vida de uno a más grupos de
interés dentro de la población mundial.
En los últimos años se ha tenido una serie de
iniciativas que han tenido resonancia
internacional, y que han estado dirigidas a
controlar o reducir el impacto de la pesca en
áreas donde se producen o se sospecha que
se producen interacciones negativas entre la
pesca y otras poblaciones de especies
marinas, como las tortugas marinas, los
delfines, focas, lobos, ballenas y otros
mamíferos marinos, los albatros, pingüinos,
cormoranes y otras aves también marinas,
los tiburones, etc. En algunos casos, aunque
no siempre, estas poblaciones de peces,
reptiles, aves o mamíferos marinos han
estado en peligro de extinción o han sido
seriamente deprimidas por la explotación
directa o indirecta, y por ello, en opinión de
uno o más grupos de interés, merecen o
deben ser protegidas.
Por ello, para aumentar la producción
pesquera mundial se requeriría no solamente
expandir las actividades productivas; sino
que será también necesario que tanto a nivel
nacional como a nivel internacional, se
desarrollen y apliquen mejores medidas y
sistemas de monitoreo de las pesquerías y
del estado de los recursos pesqueros. Así
mismo se necesita que los gobiernos y
operadores de la pesca sean más efectivos
en reducir la presión de pesca en pesquerías
sobredimensionadas, reducir los descartes o
desperdicios, y reducir los efectos no
deseables de la pesca (incluida la
acuacultura) sobre el ambiente y/o sobre
otras especies no objetivo o que están
protegidas. Esto incluye el adoptar, cumplir
y hacer cumplir una serie de medidas y
dispositivos legales que puede tener
alcances nacionales o internacionales, y que
ya han sido o están siendo discutidos en
diversos foros.
preocupación
nacional
e
En algunos casos, estas iniciativas cuyo
objetivo loable es de proteger a cierto grupo
de especies, e inclusive al hombre, tienen o
han tenido algunos efectos colaterales no
siempre deseables sobre la pesca, o el
mismo ecosistema que tratan de proteger.
Así, también, el desarrollo de ciertas
pesquerías ha tenido efectos negativos sobre
otras especies no objetivo y sus pesquerías,
o sobre el posible desarrollo de otras
actividades económicas como el turismo y el
desarrollo urbano o industrial que, muchas
veces, pueden encontrar en la pesca y los
centros pesqueros un obstáculo para su
expansión.
Por ejemplo, se dice que la moratoria
impuesta a la caza de ballenas y otros
mamíferos marinos ha llevado al aumento
efectivo de las poblaciones de muchas de
estas especies, con el consiguiente aumento
de los avistamientos en ciertas zonas
costeras, donde el turismo ecológico
orientado a la observación de la naturaleza
ha desplazado, frenado o hecho redundante
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el desarrollo de las actividades de pesca. Así
mismo, el aumento de las poblaciones de
ballenas ha incrementado la presión bajo
forma de una mayor mortalidad natural por
predación, sobre los recursos de krill,
calamares y otros organismos marinos que
les sirven de alimento.
Esto, sin lugar a dudas, reducirá el potencial
de captura de estas poblaciones y podría
inclusive llegar a frenar el posible desarrollo
de estas pesquerías si se opta por asegurar a
las ballenas y otros mamíferos marinos una
adecuada provisión de alimento natural.
Algo parecido podría ocurrir en los casos de
poblaciones de pingüinos y otras aves y
animales marinos que, justamente, diversas
organizaciones tratan de proteger y
reconstituir.
Las medidas de protección de los delfines en
las pesquerías de atún con redes de cerco
también han tenido el efecto esperado de
reducir considerablemente la mortalidad de
estos mamíferos marinos, aunque ello ha
contribuido a encarecer y hacer más difícil
las operaciones de pesca. De esta forma, se
ve privilegiada además, la pesca de atún con
palangre, que tiende a capturar un mayor
porcentaje de individuos de tallas pequeñas
y juveniles.
Los dispositivos para proteger y asegurar el
escape de las tortugas de las redes de
arrastre
de
camarón
también
han
demostrado ser efectivos, aunque tienden a
hacer menos rentables y más laboriosas las
faenas de pesca de camarón, tanto por la
disminución de la fauna de acompañamiento
utilizable, como por la operación y el costo
adicional de los nuevos aditamentos.
Éstos son sólo algunos ejemplos de cómo
ciertas disposiciones o acuerdos internacionales, que tienden a mejorar la
condición del medio ambiente y la
conservación de especies marinas, pueden
tener, a corto o mediano plazo, un efecto
negativo en el crecimiento y desarrollo de
algunas pesquerías. Sin entrar en el mérito
de estas medidas, cabe destacar que éstas
reflejan sólo algunas de las tendencias de
opinión y política internacionales, que
seguramente continuarán influenciado el
desarrollo de la pesca en los próximos años.
Por ello, los planes de expansión de la pesca
de captura y la acuacultura deberán dar
mayor atención a los aspectos no
estrictamente productivos y de rentabilidad,
como son aquellos dictados por la creciente
preocupación e interés internacional por los
aspectos ecológicos y ambientales.
Más recientemente, en la misma línea, se
han producido algunos movimientos de
opinión, sobre todo en el norte de Europa,
contra
algunas
pesquerías
pelágicas
dedicadas a la producción de harina y aceite
de pescado del tercer mundo, acusándolas
de capturar grandes volúmenes de jureles,
sardinas y otras especies comestibles para
alimentar aves, cerdos, camarones y otros
animales
en
países
desarrollados
o
destinados a los países desarrollados,
privando así de una fuente importante de
proteínas a los sectores menos privilegiados
en los países de origen. Aunque válidas en su
origen, posiciones de este tipo no parecen
tener
en
cuenta
algunos
factores
socioeconómicos, nutricionales, de distribución y abundancia de los recursos
pesqueros, de las posibilidades de captura,
procesamiento y distribución, balanza de
pagos, así como de la ley de la oferta y la
demanda y otras leyes de mercado, que por
lo general son las que rigen la marcha de
toda actividad productiva.
Como medio para hacer frente a esta nueva
orientación de la política internacional y de
las corrientes de opinión con respecto de la
conservación del ambiente y los recursos
naturales, se ha planteado el establecimiento de un sistema de ecocertificación.
Éste tendría por finalidad garantizar que los
productos pesqueros provengan de recursos
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que han sido explotados siguiendo los
criterios
comúnmente
aceptados
de
explotación racional y pesca responsable, y
en pleno respeto del ambiente y el
ecosistema que los rodea. Aunque hay
algunas dudas y incertidumbres sobre los
aspectos legales, de autoridad, objetividad e
independencia, relativos a los mecanismos y
procedimientos para acordar esta ecocertificación, se reconoce que un sistema
supervisor de este tipo podría servir para
mejorar el estado de explotación en que se
encuentran muchos recursos pesqueros, y
para mejorar las prácticas de ordenación
pesquera en vigor en muchos países.
Ambiente
La variabilidad del ambiente que hace
fluctuar
en
forma
impredecible
la
abundancia y posibilidades de captura de
muchos recursos pesqueros es otra fuente de
incertidumbre y riesgo importante y, a pesar
de ello, tiende a ser pasada por alto en los
programas de inversión y desarrollo de la
pesca de captura; muchas veces con
consecuencias desastrosas.
Al hablar de la pesca y los factores
ambientales en el período de 1997-98, se
hace especial referencia a un fenómeno que
ha marcado el desarrollo y la forma de
analizar y enfocar algunas de las pesquerías
más importantes del mundo. Esto es el
fenómeno de El Niño, que es con seguridad
el fenómeno ambiental que en la historia
reciente ha causado los impactos mayores y
mejor definidos sobre los volúmenes de
pesca mundial, sobre todo por su influencia
sobre los recursos pesqueros y la pesca en el
Pacífico oriental tropical y subtropical.
El fenómeno de El Niño, como todo cambio
climático, tiene algunos efectos negativos y
otros positivos sobre la pesca y los recursos
pesqueros, y éstos lógicamente dependerán
de las áreas y las especies que se tomen en
cuenta, y del estado de explotación en que
se encuentren, así como de las medidas de
ordenación pesquera que se adopten. Sin
embargo, por su efecto negativo sobre
algunos recursos pelágicos importantes con
una contribución
significativa a la producción mundial, el balance en términos de
producción total suele ser negativo. Por
ejemplo, hay numerosas evidencias y
estudios que indican que las poblaciones de
anchoveta peruana (Engraulis ringens) que
se explotan en Perú y Chile, y que por
muchos años han representado la principal
fuente de materia prima para la producción
de harina y aceite de pescado en estos dos
países, han sido afectadas seriamente por
los fenómenos de El Niño. También hay
evidencias de que la gravedad y duración de
estos
efectos
están
estrechamente
relacionados con la intensidad y duración del
fenómeno, así como con el nivel de
explotación al que se sometan estas
poblaciones.
De esta manera, fenómenos de poca
intensidad y/o breve duración como los de
1963, 1965, 1986, han tenido efectos
negativos menores sobre la anchoveta, los
que se manifestaron sobre todo en cambios
de breve duración en la distribución de los
cardúmenes y ligeras caídas en los niveles de
biomasa y las capturas. Sin embargo, ahora
se sabe que fue la acción combinada de la
sobrepesca y las fuertes anomalías causadas
por el fenómeno de El Niño de 1972-73 lo
que causó el colapso de la pesquería de
anchoveta a principios de los años 1970’s,
causando una marcada disminución de los
niveles de biomasa y de las capturas que
duró varios años. A consecuencia de ello, la
población de anchoveta peruana se
encontraba ya seriamente deprimida, y a un
nivel poblacional sumamente bajo cuando
ocurrió el fuerte fenómeno de El Niño de
1982-83, lo que redujo a la población de
anchoveta a sus mínimos históricos,
haciendo temer por la su eventual
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recuperación
(CSIRKE,1996).
En estas
circunstancias, se estima que las poblaciones
de anchoveta peruana que se capturan en el
Pacifico Sudoriental hayan sido afectadas
muy seriamente por el fenómeno de El Niño
en 1997-98, y que se haya producido una
marcada disminución de sus niveles de
biomasa y las capturas consiguientes. Puesto
que se han observado claros cambios en la
distribución y fallas en el reclutamiento, con
la consiguiente disminución de las biomasas
y las posibilidades de pesca.
Dada la intensidad del fenómeno de El Niño
en 1997-98, se estima una disminución en las
capturas
de algunas
otras
especies
importantes, sobre todo de sardinas,
anchovetas y otros pelágicos menores en el
Pacífico Centro y Suroriental, muchas de las
cuales se utilizan para la producción de
harina y aceite de pescado. En menor grado
también se estima que se afecten las
capturas de otras especies pelágicas, como
atunes, picudos, dorados, etc., además de
una serie de especies demersales y costeras
de menor importancia relativa a nivel
global. Hay además otras fuentes de
variabilidad ambiental que son mucho más
difíciles de definir e identificar, de duración
y periodicidad no bien conocida o
documentada y que, sin embargo, causan
grandes fluctuaciones en los recursos
pesqueros. Entre éstos se encuentran los que
ahora se conocen como los cambios
decadales, de una duración y amplitud más
amplia. Se ha hablado también de la
sincronía en la fluctuación de algunas
poblaciones en regiones muy apartadas
entre sí, las que, de estar relacionadas,
reforzarían la teoría de una teleconexión por
vía ambiental. Sin embargo, en todos los
casos, el efecto de la pesca se suma al
posible efecto de los cambios ambientales
sobre los recursos, haciendo que algunas
causas de fluctuación de las capturas y los
colapsos de algunas pesquerías se potencien
o magnifiquen. Por lo general, la pesca
excesiva, al sumarse al efecto del ambiente,
hará que las fases de incremento de la
abundancia de los recursos sean menos
marcadas, y se trunquen o reviertan antes.
Hará también que las fases de declinación se
adelanten y la abundancia decline más
rápidamente, haciendo además que los
períodos de baja abundancia sean más
pronunciados y prolongados.
Bibliografía utilizada
•
AYLLON,
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México,
sus
recursos naturales y su población.
Limusa. México, 1993.
•
CSIRKE, J., GUEVARA-CARRASCO, R;
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CHIPOLLINI, A. Situación de los
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ringens) y sardina (Sardinops sagax)
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para la pesca en el Perú, con
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Inst. Mar Perú. Perú, 1996.
•
CSIRKE, J. y GUMY, A.. Análisis
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Tels: 56-59-60-24 / 56-59-83-55 Tel - Fax: 56-59-05-09 Ciudad de México.
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landings (1950-1994): trend analysis
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•
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Bibliografía recomendada
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Links recomendados
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•
INCOPESCA
INSTITUTO
COSTARRICENSE
DE
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www.centrogeo.org.mx/unep/docu
mentos/CostaRica/CRcostymar.pdf
•
Instituto
del
Mar
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http://www.imarpe.gob.pe/pesca.h
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•
Instituto Nacional de Pesca del
Ecuador. http://reicyt.org.ec/inp/
•
SEMARNAT. Secretaría de Medio
Ambiente y Recursos Naturales.
México.
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