Luci, el gusanito verde

Transcripción

Luci, el gusanito verde
Luci, el gusanito verde Luci era una gusanita verde muy lista. Siempre que podía hacia cosas nuevas como ir a explorar, hacer agujeros muy profundos en la tierra, subir a los árboles, probar muchas verduras… Vivía en el huerto de María, una agricultora que trabajaba de sol a sol. A Luci la lechuga le encantaba y preparaba unas ensaladas bien apetitosas. Su preferida era la de tomate, lechuga y pepino. Cada mañana cuando se levantaba llegaba al campo arrastrándose. Todavía un poco dormida miraba las lechugas del huerto para ver que hoja elegía. Una vez escogida, le daba un buen mordisco y pensaba: “!Qué lechuga más buena, me la podría acabar toda! ¡Seguro que hay otra mejor y algún día la probaré yo!” Una mañana cuando había acabado de desayunar y no sabía cómo entretenerse, tuvo una idea: “Podría ir de viaje y llevar mi equipaje para probar diferentes lechugas que se cultivan en otros parajes” I Y así lo hizo. Sin avisar a nadie, partió del huerto de María con su mochila para buscar nuevos campos dónde encontrar lechugas. Se arrastró durante largas horas pero no encontraba nada: “Y de casa me he marchado y no encuentro bocado. ¡Quizás me habré equivocado tendría que haberme quedado¡” Estaba muy cansada y había anochecido. Así es que haciendo un agujero en el suelo, se quedó allí dormida. Al día siguiente cuando se levantó con la luz del día, vio un campo enorme de lechugas: “!Esto no puede ser verdad, aquí hay lechugas a miles! Grandes como un elefante ¡Comeré hasta hartarme!” Comió hasta hartarse y cuando no pudo más se estiró un rato. Pero de repente, empezó a encontrarse mal y vio que le cambiaba el color; el verde de su cuerpo se estaba volviendo negro. “¿Qué me está pasando? ¿Esto es culpa de la lechuga que he comido sin pensar o es cosa del lugar?” Luci –el gusanito verde– se volvió de color negro como el petróleo. Estaba triste; aquel nuevo aspecto no le hacía sentirse nada bien. Decidió volver al huerto de María para intentar encontrar alguno de sus amigos y de sus compañeras que le pudiesen ayudar. Encontró el camino de vuelta sin dificultades porque se orientaba bien. Pero le costaba arrastrarse porque tenía muy poca fuerza; había perdido su vitalidad: “!Ay, no sé lo que me pasa! ¿Y si estoy exagerando? Pero ya no noto mi cuerpo, que antes estaba perfecto” Tardó tres días antes de llegar al huerto de María. Una vez allí pidió auxilio al resto de la comunidad de gusanitos. Ésta, acudió a ayudarla aunque no la reconocía; nadie se podía imaginar que aquello fuera Luci, la gusanita verde. Estuvo hospitalizada unos días. La doctora Gusi y la enfermera Gusina la alimentaron de lechugas y de un poco de tomate del huerto de María. Al cuarto día ya se encontró mejor y, poco a poco, fue recuperando su color verde: “¿Qué es lo que me ha pasado? Si no fuera porque soy yo pensaría que soy un camaleón. ¿La doctora os lo ha explicado?” El resto de la comunidad vio entonces que se trataba de Luci. La verdad es que habían echado mucho de menos a su amiga. El Consejo de Sabias de la comunidad decidió hablar con ella: “Una aventura has querido vivir, y casi ya no te puedes reír. Está bien esto de experimentar, pero nunca con la comida has de jugar ” Le explicaron que la lechuga que había comido en el otro campo estaba llena de productos químicos. El agricultor de allá los utilizaba para que los gusanos y otros animales no pudiesen hincar el diente. En cambio, Luci y el resto de la comunidad tenían la suerte de vivir en este huerto. Gracias a que María no utilizaba ningún veneno, todas y todos vivían sanos y estaban fuertes: “Ahora que la lección he aprendido, alguna cosa querría hacer. Si aún no lo habéis entendido, en enero os lo explicaré.” En enero, como hacía frío, dejó de haber lechugas. Entonces Luci aprovechó para viajar a otros lugares y explicar la diferencia entre las lechugas ecológicas –las del huerto de María– y las que no lo son –las tratadas con productos químicos. Educación para la Acció Crítica Comedores escolares ecológicos 

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