historia de la cultura material del mundo clásico – ped 2

Transcripción

historia de la cultura material del mundo clásico – ped 2
2013
HISTORIA DE LA CULTURA
MATERIAL DEL MUNDO
CLÁSICO – PED 2
Axel Cotón Gutiérrez
Mérida
05/05/2013
HISTORIA DE LA CULTURA MATERIAL DEL MUNDO CLÁSICO – PED 2 2013
EJERCICIO 1
De manera sintética, realice un comentario de cada una de las figuras abajo
representadas indicando encuadre cronológico y cultural, técnica de fabricación y
funcionalidad. A partir de estas imágenes, comente la evolución de la cultura funeraria de
Etruria:
FIGURA 1:
En la figura reconocemos una urna funeraria bitroncocónica de terracota.
Posiblemente del periodo Villanoviano (siglos IX-VIII a.C.), que se corresponde con la I Edad
de Hierro y se considera el inicio de la historia etrusca.
La urna bitroncocónica constituye uno de los elementos más característicos de la
cultura Villanoviana, llamada de esta manera por la localidad en las cercanías de Bolonia,
donde primero se hallaron en 1853 los pequeños sepulcros de la primera Edad de Hierro, en
los que estos vasos servían como cinerarios. La urna destinada al uso funerario ya contaba
con una sola asa; la segunda, en caso de que la hubiese, se rompía deliberadamente durante
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el ritual fúnebre. Diferentes ejemplares presentan en la superficie una compleja decoración
grabada e impresa de tipo geométrico. Para cerrarla se utilizaba una escudilla, o bien una
reproducción de yelmo en cerámica. Este último elemento era la única forma para
personalizar un cinerario, privo, de lo contrario, de cualquier caracterización en sentido
antropomorfo, tendencia que más tarde cobrará una particular relevancia en determinadas
zonas culturales.
En cuanto a la técnica de fabricación, la producción más antigua es la cerámica
denominada “impasto”, que es un término italiano que suele aplicarse a las cerámicas
fabricadas a mano con barros poco depurados y cocidas en hoguera abierta. A esta arcilla no
depurada se le solía añadir materia desengrasante. Se realiza a mano o a torno lento y tras el
secado se recubre con una tapa de barro diluido, luego se decora usando varias técnicas
como la incisión, impresión, incrustación de elementos de bronce, ámbar, de hueso o la
incorporación de elementos plásticos. Finalmente se cuece en hornos a 800 °C. Tras la
cocción, y de forma ocasional, se aplicaba una decoración consistente en la adhesión de
hojas de estaño que formaban complejos motivos (aunque esto último no se aplicaba a
urnas cinerarias).
FIGURA 2:
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En la figura podemos observar una urna cineraria en forma de cabaña posiblemente
de cerámica. La urna contenía los restos mortales de un individuo adulto. La urna cineraria
en forma de cabaña es uno de los osarios más típicos de las primeras etapas de la Edad de
Hierro etrusco-lacial (s. IX-VIII a.C.), con aislados testimonios en Sabina y Campania. La
conformación peculiar de este cinerario, que evoca la casa del difunto, reviste un significado
simbólico preciso. Representa además un modelo fundamental para el conocimiento de la
arquitectura doméstica de estas antiguas cabañas, que contaban con una planta oval o
rectangular (y raramente circular), con la puerta de entrada por el lado corto.
En las construcciones reales, las paredes hechas de frascas y encañizado,
impermeabilizadas mediante una capa de arcilla, se apoyaban en una serie de palos de
madera plantados en el suelo. El tejado, casi siempre de doble declive, estaba constituido
por una armazón de madera recubierta de paja y frascas, con dos aberturas simétricas
debajo de la viga de caballete para hacer salir el humo y para la ventilación. A veces estas
urnas iban acompañadas de miniaturas de carros, lo que definía el estatus de la persona
incinerada.
Las urnas cinerarias fabricadas en metal eran también muy características sobre todo
en la época Villanoviana y en el periodo orientalizante, aunque posteriormente, solo se
mantienen en los lugares que permanecen fieles al ritual de incineración, como Chiusi o
Capua. Las urnas tipo cabaña metálicas solían realizarse en bronce laminado y con
decoración repujada. Las urnas cerámicas del periodo Villanoviano siguen la técnica
anteriormente descrita del impasto.
Esta urna en concreto fue encontrada en la Necrópolis de Tarquinia.
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FIGURA 3:
En la figura superior podemos observar una urna cineraria en vaso canopo de
terracota o bronce sobre un pequeño trono.
De hecho podría decirse que la primera manifestación escultórica etrusca en
terracota son los denominados vasos canopos realizados en los talleres de Chiusi, que son
vasijas destinadas a contener las cenizas del difunto y cuya producción se extiende desde el
siglo VIII hasta finales del siglo VI. Se trata de recipientes de perfil ovoide, realizados en
cerámica o en bronce y cubiertos con una tapadera de barro en forma de cabeza humana,
que experimentan una evolución antropomórfica. En un primero momento se añade a la
tapadera, de forma semiesférica, una máscara de bronce y posteriormente se trazan los
rasgos del rostro para finalizar con la inclusión de una cabeza de bulto redondo. También el
recipiente sufre un proceso evolutivo, añadiendo a la panza unos brazos estilizados y aunque
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los rasgos están lejos de poder considerarse retratados, sí que existe un intento de plasmar
trazos como el sexo o la edad. Pueden situarse sobre un pequeño trono realizado en bronce
o terracota. En este caso en concreto a la vista de la figura parece que existen tanto filas de
clavos en el trono como en la cabeza, pudiendo indicar que estas sean de metal, mientras
que el vaso en sí, sería de terracota.
FIGURA 4:
En la figura encontramos un sarcófago etrusco. Los sarcófagos durante la época
arcaica son escasos y hacia mediados del siglo VI se data de un ejemplar de terracota en Ceri
con cubierta decorada de figurillas de leones y panteras en relieve en la caja. Del último
cuarto del siglo VI son los famosos sarcófagos de terracota conocido como “Sarcófagos de
los Esposos” (figura 4), realizados en Cerveteri. Son urnas funerarias de dimensiones
mayores de lo normal que representan a los esposos en el momento del banquete y que
materializan la ideología del momento, ya que desde mediados del siglo VI la iconografía
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funeraria se centra en las representaciones de los festejos que se celebran durante el sepelio
y entre ellos el banquete será una de las escenas más repetidas.
El sarcófago en cuestión de la figura, es una obra maestra de terracota etrusca,
famosa en el mundo entero, fue encontrado en 1881 en una tumba de Banditaccia,
anteriormente propiedad de los Príncipes Ruspoli, de la que Felix Barnabei, fundador del
museo, adquirió rota en más de 400 fragmentos. Describe la escena de un banquete en una
cama con forma de caja (Kline) y una cubierta con la representación de una pareja casada
reclinados en el banquete según la moda oriental, el sarcófago es en realidad una urna
cineraria destinado a acoger las cenizas de dos fallecidos. El hombre con el torso desnudo y
el resto del cuerpo cubierto por el manto rodea con un gesto cariñoso los hombros de la
mujer, vestida con sombrero y zapatos con punta respingona y las dos manos sosteniendo
macetas u otros objetos de la mesa, que no se conservan. La obra, está inspirada en un solo
momento, pero dividida verticalmente en dos mitades para evitar daños durante la cocción,
originalmente estaba reforzada por colores fuertes de los que quedan restos en las piernas
de la cama, los colores se mantienen en el sarcófago en el gemelo, también de Cerveteri, del
Museo del Louvre en París desde 1863. La atención del escultor se concentra en las cabezas,
la nuca muy redondeada, un perfil ovalado en la cara con ojos rasgados, mientras que la
estructura del cuerpo está oculta por una cortina líneas fluidas de gran refinamiento en cada
detalle. Fechado entre 530 y 520 a.C.; el sarcófago muestra rasgos estilísticos típicos del
movimiento artístico conocido como iónico, iniciada por artesanos de las ciudades griegas de
Asia Menor, y domina en Etruria en la segunda mitad del siglo VI.
Se encuentra actualmente en el Museo Nacional Etrusco de Villa Giulia en Italia.
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EVOLUCIÓN DE LA CULTURA FUNERARIA DE ETRURIA:
En la evolución de la civilización etrusca conviven la inhumación y la incineración. A
finales de la Edad de Bronce se difunde la incineración (cultura Protovillanoviana) que sustituye a
la inhumación. Los restos cremados se guardan en urnas que se colocan en pozos que pueden
estar revestidos de piedras o lajas.
En la I Edad del Hierro aparecen las necrópolis de incineración, con un paralelismo a
las grandes concentraciones urbanas en los futuros centros históricos. Los pozos son simples
o dobles y las urnas son bicónicas (figura 1) cubiertas en muchos casos con cascos de
cerámica o de bronce, mientras en el área tosco-lacial las urnas tienen forma de cabaña oval
o rectangular (figura 2), referente esencial para el conocimiento de la arquitectura
domestica ya que reproducen las cabañas en las que habitan.
Como ejemplo tomaremos la necrópolis de Tarquinia, donde las tumbas de la
primera mitad del siglo IX a.C. son de pozo con urnas bicónicas; en las masculinas las urnas
se podían cubrir con cascos de cerámica, navajas de afeitar…, y en las femeninas había
objetos de hilar. En la segunda mitad del siglo ya aparecen objetos de guerrero en las
tumbas masculinas y en las femeninas hay más adornos personales. Durante el siglo VIII los
objetos de guerreros hechos en bronce aumentan, al igual que los objetos en las tumbas
femeninas, también de bronce, como cinturones. En la primera época las tumbas suelen ser
individuales aunque hay alguna familiar.
En la época Orientalizante (figura 3) aparecen en las necrópolis los túmulos de gran
diámetro rodeados de otras tumbas más modestas; las tumbas abiertas son túmulos simples
con una sola estancia o dos como máximo, donde la sencillez de la planta contrasta con el
interior y los ajuares. En el siglo VII a.C. aparecen las tumbas de cámara que pueden acoger a
varios miembros de la familia y cubiertas por un túmulo de forma cónica rodeado de un
muro pétreo en la parte inferior. La planta característica del siglo VI a.C. tiene un dromos,
una estancia a modo de atrio y la cámara sepulcral con los sarcófagos sobre lechos (figura 4);
en este tipo de tumbas el matrimonio titular estaba en la estancia principal.
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En las necrópolis de la época arcaica ya aparecen tumbas de clase social intermedia,
son las de tipo dado ya que se alinean a ambos lados de la calle, tienen cuerpo cuadrangular
con atrio y dos estancia, más antecámara y cámara donde se colocaban las sepulturas,
además tienen una escalera para subir a la parte alta donde se realizaban las ceremonias
funerarias. Junto con este tipo de sepulturas continúa el enterramiento en urna colocada en
una fosa, de un status social bajo.
Además existen diversas variantes dependiendo del área geográfica:

En Veio hay tumbas-fosa cuadrangulares a las que se entra descendiendo por una
escalera.

En Populonia son tumbas tipo edícula, con una sola estancia cubierta y construida con
bloques calizos.

En Vulci son tumbas de cajones que se articulan en dromos en pendiente y un vestíbulo
descubierto donde se abren las estancias escavadas a distintos niveles.

La necrópolis de Tarquinia del siglo V a.C. tiene las tumbas pintadas de arquitectura muy
simple y en Cerveteri en el siglo IV a.C. hay grandes hipogeos de cámara única, hechas
con bloques pétreos y falsas puertas, interiormente están decoradas con pinturas o
estuco.
Ya en época helenística las tumbas son de forma de T, compuestas por un dromos
con pequeñas estancias para enterramientos secundarios; también de esta época son las
tumbas rupestres con fachadas en forma de edículos o de templetes con columnas talladas
en la roca.
A mediados del siglo II a.C. las necrópolis se abandonan. La tipología funeraria
etrusca, unida a las aportaciones helenísticas, será la base de muchos monumentos
funerarios de la época republicana e imperial romana.
Respecto a los rituales funerarios, a partir de la época orientalizante se comienza con
la exposición de cadáver en la casa con los lamentos de familiares y quizás de plañideras
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especializadas, siguiendo luego con el transporte a la tumba, luego la incineración o
inhumación y la colocación del ajuar compuesto por los objetos del difunto y las ofrendas. En
el siglo VI a.C. se incorporan nuevas ceremonias, como competiciones deportivas, bailes y
banquetes, atestiguadas en las pinturas de las necrópolis de Tarquinia. Los juegos fueron
parte de las ceremonias ofrecidas en honor del difunto y debieron constar en una primera
parte de competiciones de caballos y carros, competiciones atléticas de lanzamiento de
disco y jabalina, pugilato, lucha y carreras atléticas, y en una segunda parte incluirían danzas,
acrobacias, prestidigitación, canto y manifestaciones escénicas.
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EJERCICIO 2
Identifique y comente las siguientes imágenes. Desarrolle un comentario razonado
sobre el significado de los espectáculos de ocio en la sociedad romana.
FIGURA 1:
La figura superior es una pintura pompeyana con representación del anfiteatro. El
fresco, pintado en el cuarto estilo, retrata un motín que estalló en Pompeya en el año 59
d.C., durante los juegos celebrados en la arena que implica pompeyanos y habitantes de
Nuceria que, por orden de Nerón, condujeron a la clausura del anfiteatro durante diez años
(Tácito, Annales, XIV, 17), si bien la Emperatriz Pompea consiguió anular el decreto, cuestión
que los pompeyanos recibieron alborozados.
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Formaba parte de un friso que representa el combate de gladiadores, y reproduce
fielmente los lugares y los acontecimientos con el más mínimo detalle y con inmediatez
expresiva. La parte inferior del panel está ocupada por los puestos de vendedores
ambulantes y algunos árboles que proporcionan refugio del sol a los pequeños grupos de
mujeres que caminan. El centro del fresco está dominado por el anfiteatro, es posible
reconocer la gran escalera que da acceso a la “Summa cavea”, mientras que en el interior
hay figuras de personas que luchan en las escaleras y en la arena, y la velarium, surrealista
apoyado en dos torres de las murallas de la ciudad que flanquean el edificio. A la derecha
está la palestra, está el gimnasio, que de igual forma se puede ver el exterior y el interior con
el gran natatio, el motín se lleva a cabo entre la palestra y el anfiteatro, y a la izquierda de
este último edificio extendido fuera de sus límites y se encuentran una serie de figuras que
repiten el tipo de persona herida que ha caído al suelo de entre las que huyen con los brazos
levantados y los que participan en la lucha cuerpo a cuerpo.
En la pared de la palestra, cuando se descubrió al aire libre, las siguientes palabras
fueron claramente legible: " D. Lucretio fel (i) citer "en letras romanas y" Satri (o) Oualenti O
(g) ousto Ner (oni) phelikit (er)" en letras griegas, una referencia a dos famosos
organizadores de espectáculos.
La atención que se presta a la reproducción de detalles realistas, la ausencia de la
perspectiva no sólo de los edificios, sino también en las proporciones de las figuras, que son
del mismo tamaño, independientemente de su posición en el espacio, y la elección de
mostrar los edificios desde arriba, evoca el popular arte romano, y también están vinculados
a los escenarios presentes en las columnas coclidi de Roma, así como la pintura de triunfo,
que, desgraciadamente, ha sobrevivido sólo a través del testimonio de las fuentes históricas.
Los anfiteatros debían ser construcciones de gran capacidad, con buena visibilidad y
un escenario muy versátil para todo tipo de espectáculos. Al no tener referentes griegos en
este tipo de construcciones, los romanos crearon a partir del siglo I a.C. una original
estructura elíptica con un núcleo escénico que llamaron arena. El graderío (cavea) estaba
dividido por tres muretes (baltei) en cuatro secciones superpuestas, y la última de ellas
estaba dividida a su vez en dos. La sección inferior (podium) eran dos gradas que llegaban
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hasta la arena pero separadas por un muro de mármol (este material evitaba que las fieras
salvajes se agarraran), este espacio estaba reservado a senadores, magistrados… A
continuación había una zona para los miembros ecuestres, y sobre ellos los tribunos y
después los ciudadanos, estando las partes más altas destinadas por orden a los ciudadanos
desprovistos de derechos de ciudadanía y las mujeres plebeyas, todo este grupo estaban de
pie en las gradas. Para el rápido desalojo en caso de necesidad había un sistema de
comunicación horizontal con pasadizos que rodeaban el edificio y escaleras verticales
(cunei). La característica más destacada de estas construcciones era la búsqueda topográfica
de un lugar donde construirlos, y sólo en caso de que las condiciones no fueran las idóneas
se utilizaban elementos de sostén para las gradas.
El mejor anfiteatro conservado es el de Pompeya (figura 1), donde la obra apoya
parte en el terreno y parte en una estructura de arcadas y contrafuertes, la arena tiene una
forma bastante alargada y tenía dos accesos principales con escaleras. La evolución técnica
de estos edificios tiene como punto de partida la cavea tallada en la roca, seguiría la obra
mixta que combina la cavea tallada con hormigón macizo, se trataba de acumular tierra para
asentar un armazón de madera y colocar encima la grada, pero este sistema no soportaba
bien la lluvia, por lo que se impuso seguidamente la estructura maciza, donde el graderío
estaba construido sobre estructuras compuestas por muros rellenos de tierra.
El primer anfiteatro estable de Roma fue construido por Augusto y tras una serie de
modificaciones y adecuaciones de Calígula y Nerón, Roma tuvo su anfiteatro. Su ubicación en
el centro de la ciudad y su gran tamaño supusieron la culminación del nuevo poder político.
En la antigüedad era conocido como Anfiteatro Flavio, y ya en la Alta Edad Media se lo
conocía como Coliseo. El proyecto fue iniciado por Vespasiano (71-72 d.C.) e inaugurado por
Tito (80 d.C.), aunque los trabajos finales son de Domiciano. Los ejes del anfiteatro miden
188x156 m. y tenía una altura de 55 m. las partes externas y principales estructura eran de
travertino con opus quadratum, las estructuras secundarias eran de opus caementicium
revestido con ladrillo, los cimientos eran de hormigón sobre el que apoyaban pilastras de
travertino enterradas a gran profundidad.
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El anillo de la fachada, también en travertino, estaba formado por tres órdenes
superpuestos encuadrados en semicolumnas de orden toscano, jónico y dórico en sentido
ascendente. La fachada estaba coronada con un ático abierto con ventanas rectangulares y
el graderío estaba dividido en cinco sectores para las diferentes categorías sociales. La arena
estaba compuesta por el subsuelo (fossa bestiario) que contenía toda la infraestructura de
las jaulas, montacargas…que permitían la subida a la arena tanto de las bestias como de
escenario impresionantes. La cubierta móvil que protegía a los asistentes y era una inmensa
carpa (vellum) que cubría el anfiteatro.
FIGURA 2:
.
En la figura podemos identificar un casco de Thraex de bronce, tipo chieti, de la
escuela de gladiadores de Pompeya del siglo I, el casco es de tipo Tracio y que actualmente
se encuentra en el Museo Arqueológico Nacional de Nápoles, recientemente expuesto en
Madrid en la Exposición "Pompeya, catástrofe bajo el Vesubio".
Los combates de gladiadores tuvieron su origen en Roma como parte de un ritual
funerario que hunde sus raíces en remotos y ancestrales ritos de sacrificio humano sobre la
tumba de personajes relevantes para aplacar la ira de los dioses Manes. Según ciertos
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documentos figurados como pinturas funerarias halladas en Capua o Paestrum, las
ceremonias gladiatorias (munera) pudieron surgir en Campania y Etruria durante el siglo IV
a.C. Los primeros gladiadores tomaron el nombre de bustuarii, derivado de bustum, término
que se refiere a la hoguera en que se incineraban los cadáveres.
Los combates se celebraban nueve días después de las exequias y debieron constituir
uno más entre los juegos fúnebres con que tradicionalmente se cerraba el período oficial de
luto. Antes del final de la República las luchas gladiatorias se despojaron de su valor ritual
para convertirse en uno de los espectáculos preferidos por las masas y en un instrumento
político de primer orden para ganar popularidad y conseguir el favor de la ciudadanía.
Los primeros juegos celebrados en Roma de los que se tiene noticia se remontan al
año 264 a.C. Fueron organizados por D. Junius Brutus, quien para honrar la muerte de su
padre hizo combatir a tres parejas de esclavos en el Foro Boario. A partir de esta fecha y
hasta el final de la República, estas manifestaciones se siguieron celebrando en el Foro
Romano, por ser éste el escenario que mejor se acomodaba a su organización permitiendo la
colocación de tribunas temporales de un lado a otro de la plaza. Con este fin se realizaron
ciertos acondicionamientos de la plaza forense consistentes en una red de galerías
subterráneas cuyo eje longitudinal llegó a medir 75 m de longitud. Este sistema fue
descubierto a inicios del siglo XX en la zona central del Foro y se complementaba con
cámaras de maniobra, pozos y estructuras de madera que servían de bastidores para el
montaje de los espectáculos. A partir de los restos hallados, algunos autores como K. Welch
han intentado restituir la ubicación de estas instalaciones en el espacio existente entre la
basílica Emilia y la basílica Sempronia. En tiempos de Augusto se levantó la primera
estructura estable para acoger estos espectáculos.
La progresiva regulación legal de los espectáculos gladiatorios culminó en la
promulgación de normas específicas en Roma y otras ciudades del Imperio. Los gladiadores
solían ser esclavos, prisioneros de guerra, condenados a muerte o jóvenes de nobles familias
venidas a menos. En principio, cualquier ciudadano podía poseer gladiadores en número
ilimitado. Los magistrados encargados de organizar los juegos solían disponer de un grupo
de gladiadores o familia a la que mantenían y adiestraban. Con el tiempo también el Estado
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creó escuelas de gladiadores, a cuya cabeza se hallaba un procurador del orden ecuestre que
se ocupaba de la gestión financiera y técnica. En Roma la principal escuela de gladiadores
era el Ludus Magnus, construido por Domiciano al este del Coliseo. El trato a los luchadores
era muy duro ya que estaban sometidos a una fuerte vigilancia y a una rígida disciplina con
severos castigos; por el contrario, se controlaba al máximo su alimentación y su preparación
física para lograr la mayor eficacia de sus músculos.
La celebración de un combate era previamente anunciada en programas que se
inscribían sobre los muros de los edificios públicos o en octavillas que se facilitaban en la
calle. En ellas figuraban el motivo de la celebración, su fecha, el nombre de los organizadores
y el de los gladiadores que tomarían parte en los juegos. La noche anterior al evento se
celebraba un gran banquete en el que participaban los combatientes y se les obsequiaba con
exóticos manjares.
Ya en el anfiteatro, la lucha estaba precedida a veces de un simulacro con armas
inofensivas que servía de entrenamiento. Después, se procedía al cortejo ritual y al saludo a
las personalidades que presidian los munera al famoso grito de “Ave, Caesar, morituri te
salutant”. Esta entrada se revestía de gran solemnidad y en ella los combatientes solían
aparecer ataviados con clámides bordadas en oro con telas de púrpura. Tras el anuncio de
las parejas en lid el sonido de los instrumentos musicales daba arranque a la lucha. No era
infrecuente que abandonaran vivos la arena, bien porque el vencido obtuviera la gracia, bien
porque tras el encarnizado combate ninguno de los luchadores hubiera adquirido ventaja.
Otras veces el público obligaba a dar muerte al vencido. Los muertos eran retirados de la
arena por un personaje disfrazado de Caronte acompañado de otro ataviado con los
atributos de Mercurio que hundía en el cuerpo del caído un caduceo rojo para comprobar
que estaba muerto. Por el contrario, los vencedores recibían la palma de la victoria, vasos de
plata llenos de áureos y otros objetos preciosos. El premio más apreciado era la espada de
madera que recibían tras una gloriosa carrera y que les suponía la recuperación de su
libertad.
Además de estos combates entre iguales que constituían el plato fuerte de los
juegos, en las horas de más baja asistencia de público, generalmente al mediodía, tenían
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luchas de gran crueldad que enfrentaban a hombres desarmados frente a otros armados.
Tras la muerte del primero, al superviviente se le retiraban las armas para que se enfrentara
de nuevo
a un luchador armado; así seguían sucesivamente hasta que la carnicería
terminaba con todos los contendientes sobre la arena. Otras veces se representaban
leyendas o pasajes sangrientos de la historia de Roma en la que se entregaban a la muerte a
pobres infelices. Según Suetonio esta parte de los juegos resultaba muy del agrado del
emperador Claudio.
Para terminar diremos que existía otra serie de espectáculos en el anfiteatro como
son las venaciones o combates con fieras salvajes, y también las naumaquias o
representaciones de combates navales que solían desarrollarse en lagos artificiales
construidos ad hoc.
FIGURA 3:
En la figura reconocemos un fragmento del mosaico de Villa Borghese con
representación de lucha de gladiadores fechado en el 320 d.C., encontrado en 1834 en la
finca de los Borghese en Torrenova en la Vía Casilina a las afueras de Roma.
En el mosaico representa el epílogo de la batalla entre el gladiador Astivus, tendido
en el suelo muriendo de pierna apoyada en su amplia pantalla y el gladiador reziario
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Astacius, a punto de dar el golpe fatal con su daga, la pugio. En el mosaico aparecen en el
contorno de la representación, otras figuras, como los mismos Astacius, desarmados, que
saluda a su victoria, y el reziario Rodan, que también murieron, reconocibles por las
hombreras inconfundibles, el galerus.
A través de las fuentes escritas, epigráficas y de la documentación figurada sabemos
de la existencia de varias categorías de gladiadores en función del tipo de lucha que
practicaban y de su atuendo y armamento. Entre los más populares se encuentran los
siguientes:
o Reziario: Luchaba semidesnudo, desprovisto de casco, escudo y grebas. Como arma
ofensiva llevaba un tridente en la mano izquierda y con la derecha lanzaba la red, que
podía recuperar en caso de ataque fallido mediante una cuerda que la fijaba a su cintura.
o Secutor: Se tocaba con casco liso con una pequeña creta y visera y estaba armado con una
espada y un escudo largo.
o Murmillo: Se defendía con un escudo rectangular.
o Tracio: Llevaba el cuerpo cubierto con piezas de metal y cuero. La cabeza la protegía con
un casco con larga visera que remataba en un prótomo de grifo (figura 2). Portaba en una
mano un pequeño escudo (parmula) y en la otra un sable curvo (sica).
o Oplomacus: Debe este nombre al gran escudo que le protegía. En la cabeza llevaba un
casco de visera con cimera de plumas y estaba armado con una espada.
o Provocator: Llevaba la cabeza protegida por un yelmo y portaba sobre el peto una especie
de escudo con una cabeza de Gorgona. Estaba armado de un escudo rectangular y de una
espada.
o Essedarius: Luchaba desde un carro cuyas evoluciones eran acompañadas por el sonido
de un órgano hidráulico.
o Andabates: Se enfrentaban a ciegas con la cabeza cubierta por un casco. Iban protegidos
por una cota de malla que les cubría todo el cuerpo.
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SIGNIFICADO DE LOS ESPECTÁCULOS DE OCIO EN LA SOCIEDAD
ROMANA.
La situación ideal de un ciudadano romano de cierto rango puede resumirse en la
célebre cita ciceroniana “otium cum dignitate”, de la que cabe deducir el reconocimiento
social de aquellas clases cuya característica más notable fue la ociosidad de su vida privada.
En otras palabras, existía un cierto desdén de la sociedad áulica romana hacia el trabajo
manual, especialmente si comportaba una remuneración salarial y, por ende, la dependencia
del individuo que lo ejercía aun cuando fuera de condición libre y no servil. Es en este
ambiente, en el que se potenciaba la vida ociosa como sinónimo de clase, donde encuentra
lugar la práctica de ciertas actividades que comportaban la diversión o el cultivo al cuerpo.
Pero junto a la vida ociosa de las élites, Roma genera un ocio dirigido a las clases
populares que se convierte en un sistema de control y manipulación política de primera
magnitud. Este tiempo de ocio se canaliza a través de la oferta de ciertos espectáculos
celebrados en cualquiera de sus múltiples festividades de que se hallaba salpicado el
calendario oficial. En el caso de las actividades relacionadas con los juegos, representaciones
teatrales y competiciones deportivas se han de considerar, que se hallan relacionadas en
sus orígenes con celebraciones de carácter religioso, funerario o triunfal de carácter público
o privado.
La mayor parte de estos espectáculos llegaron a ocupar un papel relevante en la
sociedad romana, plagado de connotaciones políticas y de recursos demagógicos. Los más
importantes “ludi Romani” se celebraban en honor a Júpiter y se remontan al siglo IV a.C.
Junto a ellos se hallaban los “ludi Plebeii” (Juegos Plebeyos) programados anualmente desde
el siglo III a.C.; así como una serie de celebraciones en honor de otras divinidades del
panteón romano. Junto a los juegos regulares se podían programar otros de carácter
extraordinario, ya fueran de promoción pública o privada, con motivo del aniversario de los
emperadores, la inauguración de edificios, etc.
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Esta multiplicación de las celebraciones tuvo reflejo en el aumento importante de los
días dedicados a los juegos en el calendario romano, que pasó de una docena en el siglo III
a.C. a setenta y siete en el Principado de Augusto y a ciento setenta y siete en el siglo IV d.C.
Cada una de las formas de espectáculo existentes contó con un tipo de estructura construida
ad hoc. De este modo, las representaciones escénicas – ludi scaenici – tuvieron su sede en el
teatro; los combates de gladiadores “munera”, las luchas o cacerías de fieras salvajes
“venationes” y también los combates navales “naumachiae” se celebraron en anfiteatros y,
finalmente, las competiciones y juegos atléticos “certamine graeca” o “agones” tenían como
escenario el estadio. También se destacan los “ludi circenses” que se celebraban en los
circos, donde se hacían competiciones de carros, las termas o baños públicos romanos.
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EJERCICIO 3
Tras la lectura del artículo de Mª E.- AUBET, “El sistema colonial fenicio y sus pautas
de organización”, Mainake XXVIII (2006), pp. 35-47, resuelva las siguientes cuestiones:
-
Sitúe en un mapa de la Península Ibérica los asentamientos fenicios de los siglos IX y VII
a.C.
-
¿Por qué la principal fuente de conocimiento de la organización colonial fenicia es la
Arqueología?
-
Enumere las principales características de los asentamientos fenicios en la Península
Ibérica de los siglos IX-VII a.C.
-
¿Cuáles han sido las principales líneas de investigación en relación a los asentamientos
fenicios del sur peninsular?
-
Defina las características de los asentamientos y de las necrópolis fenicias.
-
Enumere y defina la funcionalidad de los principales tipos de establecimiento
comerciales. Seleccione uno de ellos e investigue a fondo sus características.
-
Explique por qué se considera que Gadir tenía un status diferente al resto de los
asentamientos fenicios.
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RESPUESTA:
A) Sitúe en un mapa de la Península Ibérica los asentamientos fenicios de los siglos IX y
VII a.C.
Mapa de los asentamientos fenicios en la Península Ibérica (de D. Ruiz Mata). Página 247
del manual de la asignatura.
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B) ¿Por qué la principal fuente de conocimiento de la organización colonial fenicia es la
Arqueología?
Los sistemas y mecanismos de organización del comercio en el antiguo Oriente
durante la edad del Bronce se han podido reconstruir gracias a los archivos procedentes de
cuatro esferas de actividad socio-económica: las instituciones públicas –palacio y templo–,
los consorcios comerciales, los comerciantes privados y la administración colonial. Las miles
de tablillas de arcilla recuperadas en algunas ciudades mercantiles como Kanesh, Ugarit o Ur,
o en sus colonias, revelan la práctica generalizada del registro escrito en el ámbito de las
transacciones comerciales interregionales.
Por desgracia, el paso a la edad del Hierro supuso en el antiguo Oriente un cambio
drástico en los sistemas de registro, al reemplazarse la tablilla tradicional de arcilla por unos
sistemas de escritura aplicados a materiales perecederos –papiro, madera, pintura sobre
cerámica–, que han ocasionado una pérdida irreparable de la documentación que debió de
acompañar a la gestión del comercio colonial fenicio. A través de las fuentes orientales
sabemos que en el palacio de Tiro existieron importantes archivos, los cuales habían podido
ser consultados por algunos historiadores. En consecuencia, es justo pensar que los
principales mercaderes de Tiro, así como sus agentes residentes en las colonias debieron de
disponer también de sus propios archivos, tal como ocurriera antes con los comerciantes e
instituciones de Ugarit.
La pérdida de esta documentación hace que por el momento sólo podamos
aproximarnos a ese mundo tan desconocido de la administración colonial fenicia a través de
la Arqueología.
C) Enumere las principales características de los asentamientos fenicios en la Península
Ibérica de los siglos IX-VII a.C.
Los rasgos principales de estos asentamientos son su carácter eminentemente
portuario, su emplazamiento en promontorios o islotes en la desembocadura de ríos y la
unidad de su cultura material, arquitectura e ideología funerarias, que traducen la llegada de
grupos de población oriental claramente homogéneos e intrusivos.
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D) ¿Cuáles han sido las principales líneas de investigación en relación a los asentamientos
fenicios del sur peninsular?
El gran volumen de información arqueológica recuperado en el sur de Iberia ha
propiciado que en esta región se iniciara muy pronto un debate teórico acerca del carácter,
función e impacto de las colonias fenicias. Una de las ventajas que ofrecía el sur de Iberia es
que, cuando se empezaron a identificar los centros fenicios, ya hacía tiempo que se conocía
su hinterland indígena, en particular Tartessos y el área atlántica. De ahí que durante mucho
tiempo la investigación se centrara en cuestiones tales como el impacto colonial sobre las
periferias indígenas y sus pautas de interacción o el fenómeno “orientalizante” y los
mecanismos de interrelación entre las élites indígenas y los colonizadores.
Otra cuestión que ha centrado el interés de los investigadores ha girado en torno a la
categoría y función de las colonias, cuyo análisis ha quedado al final reducido a una mera
cuestión tipológica –colonias comerciales vs. Colonias de poblamiento–, en el que la
terminología al uso, especialmente la de los economistas franceses de finales del siglo XIX
ha favorecido la elaboración de modelos excesivamente “modernistas”.
En general, la tendencia general ha sido recurrir al modelo clásico griego, en el marco de un
debate en el que ha dominado la idea de que colonización, diáspora de población y ocupación de
tierras agrícolas habrían sido conceptos sinónimos. Esta postura, tomada de la apoikia griega, no sólo
implica ciertos prejuicios en contra de los fenicios en general, sino que ignora los antecedentes
levantinos y orientales de la expansión colonial fenicia, que muestran una larga y sólida tradición de
fundación de colonias comerciales desde por lo menos el III milenio a.C.
Por último, y relacionado con todo lo anterior, se ha discutido largamente el origen privado
y/o estatal de estos establecimientos comerciales. Dicho debate tiende a considerar excluyentes los
conceptos de comercio privado y comercio de estado en la organización de la diáspora colonial
fenicia, debate que nace probablemente de un planteamiento erróneo, al ignorar los antecedentes
orientales del fenómeno.
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E) Defina las características de los asentamientos y de las necrópolis fenicias.
En general el área de ocupación de las colonias fenicias es bastante modesta. Se trata de
lugares pequeños con gran densidad de edificios y viviendas que se adaptan a un espacio urbano
relativamente regular. La superficie habitada de estos centros abarca, desde las colonias más
pequeñas, que ocupan unas 2 ha (Morro de Mezquitilla, Abdera), 2,5 ha (Toscanos) y 3 ha
(Chorreras), hasta las más grandes, de hasta 8 ha (Cerro del Villar) y 10 ha (Gadir). Una de las pocas
colonias excavadas en extensión, la del Cerro del Villar, presenta una capacidad potencial para
albergar unas 30 viviendas de gran tamaño, con una población estimada en unos 200 habitantes. En
consecuencia, cabe pensar que el origen, la función y el patrón de asentamiento de las colonias
fenicias son radicalmente distintos al de las colonias griegas de occidente.
Las necrópolis confirman la presencia de una población colonial relativamente reducida en el
sur de Iberia durante los siglos IX-VII. Así, las dos necrópolis fenicias de Almuñécar, “Laurita” (ca. 730625 a.C.) y Puente de Noy (ca. 600), han arrojado un total de 22 sepulturas arcaicas, en tanto que la
necrópolis monumental de Trayamar (ca. 650-600 a.C.), relacionada con el asentamiento del Morro
de Mezquitilla, ha proporcionado 5 tumbas de cámara conteniendo un total de 12 enterramientos.
Las restantes necrópolis conocidas contenían todavía menos enterramientos. Más que necrópolis
propiamente dichas, se trata de pequeñas agrupaciones de enterramientos, y si las comparamos con
las necrópolis de época púnica (siglos VI-III a.C.), cuando los cementerios disponen de centenares o
miles de enterramientos.
Si algo caracteriza la arquitectura de las colonias occidentales es la extraordinaria dimensión
de las viviendas más arcaicas y su cuidada estructura urbana. Su orientación, forma y delimitación
por calles más o menos regulares son idénticas a las de las grandes viviendas de las fases más
antiguas de Cartago y Motya, lo que indicaría la presencia de ricos mercaderes en los primeros
momentos de la colonización. El contenido de las necrópolis fenicias confirma la presencia de
importantes grupos de élite entre los primeros colonos de occidente.
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F) Enumere y defina la funcionalidad de los principales tipos de establecimiento
comerciales. Seleccione uno de ellos e investigue a fondo sus características.
La funcionalidad de los principales tipos de asentamientos comerciales es servir de centros
de redistribución de mercancías, de lugares de mercado, de Instalaciones portuarias e industriales,
de almacenes fluviales o de barrios comerciales. Estudiaremos este último.
En la desembocadura del río Guadiaro se descubrieron hace unos años dos yacimientos en el
sitio de Montilla, uno de ellos situado en la ladera de un promontorio y formado por un
asentamiento del Bronce Final que, en un momento avanzado de su existencia había importado
cerámicas fenicias pertenecientes a un horizonte bastante arcaico y semejante al de Toscanos I/II, de
finales del siglo IX a.C. En sus proximidades, pero situado directamente en la costa, se descubrió un
embarcadero fenicio que proporcionó exclusivamente cerámicas fenicias.
Se trata de un caso aparentemente único en la costa oriental de Andalucía: la existencia de
barrios mercantiles o embarcaderos fenicios situados junto a o extramuros de un asentamiento
indígena. El barrio fenicio de Montilla debió de depender de alguna colonia cercana y responde a un
fenómeno que debió de estar mucho más generalizado de lo que parece, pero que no resulta fácil de
identificar en el registro arqueológico.
Otros lugares, como Carmona o Carambolo, donde la presencia de materiales fenicios revela
algo más que un simple fenómeno de interacción e intercambio, pudieron acoger este tipo de
establecimiento comercial, que las fuentes orientales describen con todo lujo de detalles en casos
como Samaria, Damasco o Memphis.
G) Explique por qué se considera que Gadir tenía un status diferente al resto de los
asentamientos fenicios.
Gadir, que presenta un status claramente diferenciado del resto. Sin duda se trata de un
sistema organizativo que responde a una jerarquía del comercio. Todo lo que sabemos de Cádiz se
conoce a través de testimonios indirectos. Se trata de datos dispersos aunque significativos relativos
al status de esta colonia. Enumeramos a continuación sus tres principales características:
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a) Sólo Gadir ha proporcionado restos monumentales pertenecientes a edificios de culto,
seguramente dos en época arcaica, ambos caracterizados por su arquitectura monumental,
según se infiere de la presencia de sillares y capiteles de piedra. El templo servía
simultáneamente de garante de las “buenas intenciones” de los colonos, de representante del
estado fenicio y de lugar común para efectuar, coordinar y centralizar las transacciones. Como
representante de las instituciones políticas tirias, podía sancionar los acuerdos comerciales y
alianzas políticas suscritos entre el gobierno de las colonias y los príncipes locales.
b) El área de influencia de Gadir fue enorme y comprendía sobre todo la región de Tartessos, con
su producción de plata a gran escala durante los siglos IX-VII. Dicha producción exigía una
infraestructura considerable, que abarcaba una extensa red comercial marítima y terrestre a
fin de asegurar un flujo continuo de este metal. A lo largo de casi 150 años esta actividad
supuso una organización muy sofisticada y extensa, que abarcaba desde la mina, la extracción
de mineral en las montañas, su transformación en lingotes y su transporte a la costa.
Implicaba, además, la presencia de personal especializado y perfectamente coordinado en
cada una de las etapas de la producción –mineros, metalúrgicos, transportistas,
mayoritariamente indígenas– y, en consecuencia, la existencia de pactos y acuerdos con las
élites locales.
c) De todas las colonias fenicias de Iberia, sólo Cádiz muestra capacidad y poder suficientes para
imponer su dominio comercial en ultramar. La evidencia arqueológica y el carácter gaditano de
la cultura material de varias colonias fundadas con carácter secundario desde Occidente, dan
la medida del poder político y económico del gobierno de la colonia entre los años 650 y 600
a.C. Data de esta época el establecimiento de instalaciones pesqueras en Marruecos
(Mogador), de almacenes fluviales en la costa central de Portugal (Abul), de centros de
transbordo y de comercio de tránsito en Lixus e Ibiza y probablemente también de pequeñas
estaciones comerciales en Orán (Argelia).
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EJERCICIO 4
Identifique la producción a que corresponden los siguientes ejemplos de cerámica
romana y explique su técnica de realización y encuadre cronológico.
En la figura se puede apreciar un vaso decorado de forma Drag. 30 tipo terra sigillata
gálica del Grupo de la Graufesenque. Este vaso se encuadra dentro de las llamadas vajillas
de mesa.
Tras una fase inicial de tanteos, los centros gálicos desarrollaron una importante
producción cuya fase de expansión a partir del año 20 d.C. coincide con los primeros signos
de debilidad de las producciones itálicas, a las que desplazó de los mercados occidentales en
muy poco tiempo. El estudio de la terra sigillata gálica ha de abordarse en virtud de una
distinción zonal que posee asimismo un sentido cronológico, ya que se produce un
escalonamiento en la secuencia de las producciones, cuyo arranque tiene lugar en el sur de
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la Galia “terra sigillata sudgálica”, con grandes áreas de producción como La Graufesenque
(figura superior) y Montans. Su período de máxima expansión se registra entre los años 30 y
la época Flavia. En este período, los productos sudgálicos abastecen toda la Galia, la
Península Ibérica, Gran Bretaña, el limes germánico, Italia occidental y el norte de África.
El grupo de La Graufesenque gravita en torno a la ciudad de Millau, y sus
producciones presentan una pasta muy fina y dura, de color beige rojizo y cubierta de
tonalidad rojo coral intenso, semivitrificada y muy adherente. En su vajilla lisa se encuentran
formas de tradición itálica junto a otras de creación propia. Dentro de los vasos decorados,
los perfiles más comunes fueron los boles carenados, los vasos cilíndricos y, a partir de
mediados del siglo I d.C., los boles semiesféricos. La etapa álgida de sus realizaciones se sitúa
en los reinados de Claudio y Nerón y supuso la introducción de medallones con animales o
figuras humanas, así como las decoraciones en las que se representaron escenas de cacería,
circo o de asunto mitológico.
Esta pieza en particular se encuentra en el Musée de Vendôme (Francia).
En la figura se puede apreciar una copa para beber (skyphos) en cerámica vidriada del
taller de Tarso. Este vaso se encuadra dentro de las llamadas vajillas de mesa.
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Esta especie de cerámica se establece en el mundo romano por estímulo de las
tradiciones griegas. Técnicamente el vidriado se obtenía mediante la aplicación a la
superficie del vaso de un recubrimiento de naturaleza vítrea compuesto de productos
refractarios (feldespato y cuarzo), fundentes (óxido de plomo) y colorantes (óxidos de hierro,
cobre o cobalto). Los centros productores más afamados se hallaron en Oriente, donde el
taller de Tarso ha proporcionado evidencias inequívocas de la fabricación entre los siglos II
a.C. y I d.C. de piezas con una difusión comercial que afectó al área circunmediterránea y las
provincias transalpinas (figura superior). Otras oficinas debieron radicar en el área de
Pérgamo y el sur del Asia Menor.
Las piezas de Tarso se caracterizan por presentar pastas de tonalidad blanquecina y
un vidriado verde al exterior y melado al interior. La forma más característica es un escifos
de pie elevado o base anular. En el apartado de decoraciones estos productos exhibieron
representaciones mitológicas y de combates, así como elementos fitomorfos dispuestos en
bandas horizontales.
En nuestro caso en concreto tenemos un vaso en forma de la taza de consumición,
con gran cuerpo y mangos de anilla donde descansaría el pulgar, que se conoce como un
skyphos. La copa está cubierta por un esmalte de espesor de vidrio de silicato de plomo, que
las condiciones de cocción se volvieron un verde rico profundo en el exterior, y la miel
marrón en el interior. El proceso de producir y cocer dichos vasos se complica por la
naturaleza adhesiva del esmalte, el cual se depositaría en cualquier cosa que toque en el
horno. La solución estaba en la cocción de los vasos boca abajo, con el apoyo interior por
tres pequeños dientes en una posición alta. Las marcas que quedan en el interior son
pequeñas, pero se forman gotas de esmalte congelado cuando el recipiente se invierte
aparecen en el borde.
Esta pieza en particular se encuentra en el British Museum (Gran Bretaña).
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En la figura se puede apreciar una Ánfora olearia bética de tipo Dressel 20. Este vaso
se encuadra dentro de los llamados envases para el transporte y almacenamiento.
El envase comercial por excelencia en el mundo romano fue el ánfora. Esta denominación
genérica se aplica a un contenedor cerámico robusto, de cuerpo alargado o globular y dos asas en la
zona del cuello para facilitar su movimiento. Aunque algunos modelos presentan una base plana, una
característica bastantes extendida en este tipo de recipiente es el remate de su base en un pivote
apuntado o rematado en un botón. Este tipo de base facilitaba su manipulación, permitía su
hinchamiento en tierra y, sobre todo, su apilamiento en varias capas en las bodegas de los navíos que
las transportaban.
Desde el punto de vista tecnológico se trata de piezas realizadas con arcillas poco depuradas,
a las que se añaden desgrasantes de granulometría media. Dado su tamaño, se confeccionaban en
partes que después se unían con arcilla fresca. La tarea final del modelado consistía en el desbastado
de las superficies internas y externas, utilizando pulidores y bruñidores de metal o madera. Para
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facilitar su estanqueidad se les daba un baño de engobe compuesto de arcilla muy depurada en
estado líquido antes de la cocción. Una vez cocidas las piezas, podía aplicarse un revestimiento
resinoso en su interior, tratamiento que fue especialmente frecuente en las ánforas vinarias y de
salazones. Los alfares se localizaban generalmente en zonas de fácil acceso y lo más cercanas
posibles a los puntos de embarque.
La función del ánfora como envase de mercancías se consagró desde la época griega gracias a
sus aptitudes para el transporte masivo por vía marítima, con una importante reducción de los
costes. El contenido de las ánforas fue muy variado. Los productos más habituales fueron el vino, las
salazones y el aceite; pero también se emplearon como envases de frutos en conserva, aceitunas,
miel, legumbres y cereales.
Respecto a la cronología y siguiendo la clasificación iniciada por H. Dressel (1879), a finales dl
siglo I a.C., tienen su arranque las importaciones por Roma de aceites y salazones de la Bética, que
termina alrededor del siglo III d.C.
Nuestra ánfora concreta tiene el borde de boca de seta de sección triangular con marcado
ángulo al interior. Cuello de corto recorrido cilíndrico del que nacen las asas verticales de 2/4 de
círculo de sección circular. Cuerpo de gran desarrollo globular que presenta su diámetro mayor en su
tercio medio-inferior. Fondo rematado en pivote corto apuntado.
Esta pieza proviene del entorno del yacimiento subacuático de Escombreras, en Cartagena,
un extenso yacimiento que revelan la evolución comercial del puerto de Carthago Nova entre los
siglos II a. C y XIII d.C. El objeto que nos ocupa se identifica como un ánfora bética romana de tipo
Dressel 20, que contenía aceite producido en el sur hispánico. Este aceite fue exportado a gran escala
durante el s. I y II d.C. y se encuentra en el Museo Nacional de Arqueología Subacuática-ARQVA
(Cartagena).
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BIBLIOGRAFÍA
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Libros y artículos:
-
Aubet, Mª E.; El sistema colonial fenicio y sus pautas de organización”, Mainake XXVIII
(2006), pp. 35-47,
-
Fernández Chiti, J. Diccionario de Cerámica. Palafox, 1985.
-
Hartt, F.; Arte: Historia de la Pintura, Escultura y Arquitectura, Akal, 1989, Madrid.
-
Mannix, D. P.; Los Gladiadores, Nowtilus, 2009, Madrid.
-
R.A.E. (Ed.2001): Diccionario de la Lengua Española. Ed. R.A.E., Madrid.
-
Roca, M; Fernández García, M.I.; Introducción al estudio de la cerámica romana. Una breve
guía de referencia. 2005, Málaga.
-
Zarzalejos Prieto, M.; Guiral Pelegrín, C.; San Nicolás Pedraz, M.P.; Historia de la cultura
material del mundo clásico. UNED. 2012. Madrid.
Documentales:
-
Pompeya, una ciudad redescubierta -CANAL HISTORIA.
Webgrafía:
-
http://www.biblioarqueologia.com/
-
http://books.google.es/
-
http://www.britishmuseum.org/
-
http://cir.campania.beniculturali.it/museoarcheologiconazionale
-
http://es.wikipedia.org/
-
http://museoarqua.mcu.es/
-
http://www.villagiulia.beniculturali.it/
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Documentos relacionados