¿TOGA GRIEGA O TRAJE DE CHINA POBLANA?
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¿TOGA GRIEGA O TRAJE DE CHINA POBLANA?
I. Arredondo. ¿Toga griega o traje de china poblana?... Estudios 16:32 (julio-diciembre 2008): 275-288 ¿TOGA GRIEGA O TRAJE DE CHINA POBLANA?: VESTUARIO Y POLÍTICA CULTURAL EN EL CINE MEXICANO DE 1937 Isabel Arredondo Suny Plattsburg. State University of New York [email protected]. En general, el vestido se asocia con la moda, y la moda se suele analizar como algo superficial y fuera del devenir histórico y político del Estado nacional. La meta de este artículo es encontrar un modo de análisis a través del cual se establezca la política del vestido; es decir, un análisis que relacione ciertos tipos de vestido con posiciones políticas históricamente contextualizadas. Si dichas conexiones se pueden establecer, esto implicaría una nueva manera de estudiar el vestido, en la cual éste es un referente político e histórico. El caso concreto a analizar es el vestuario de la película La mujer de nadie (1937), dirigida por la pionera del cine mexicano Adela Sequeyro1. Los críticos de cine han calificado la película de Sequeyro de anacrónica porque no se ajusta a la moda cinematográfica de mediados de los treinta. Este artículo defiende que si bien es cierto que Sequeyro no emplea el vestuario de la comedia ranchera, la moda del momento, esto no se debe a que Sequeyro desconozca la moda nacional, sino a que está en desacuerdo con ella por razones estéticas y políticas. Más en concreto, Sequeyro rechaza la idea de nación mexicana que queda expresada en el traje de charro y su contraparte femenina, la china poblana, y con ella rechaza también el populismo de la cultural post-revolucio- Este artículo propone que el vestuario en el cine se puede estudiar de una manera política e histórica. El caso concreto a analizar es la película La mujer de nadie (1937), dirigida por la pionera del cine mexicano Adela Sequeyro. Los críticos de cine han calificado a La mujer de nadie de anacrónica porque no se ajusta a la moda cinematográfica de mediados de los treinta. Este artículo defiende que si bien es cierto que Sequeyro no emplea el vestuario de la comedia ranchera, la moda del momento, esto no se debe a que ella desconozca la moda nacional, sino a que está en desacuerdo con ésta por razones estéticas y políticas. Más en concreto, Sequeyro Recibido: 15 de septiembre de 2008 Aceptado: 9 de octubre de 2008 275 I. Arredondo. ¿Toga griega o traje de china poblana?... Estudios 16:32 (julio-diciembre 2008): 275-288 naria. En su lugar, Sequeyro defiende una política cultural más ecléctica e internacional, que queda expresada en la toga griega. Este artículo está dividido en cuatro secciones. Primero, un panorama político-cultural de los años treinta, dominado por el modelo vernáculo y populista de la comedia ranchera, sirve para contextualizar la época en la que trabaja Sequeyro. Después, a través de la revista El Cine Gráfico, se exploran otros gustos estéticos que también existían en los treinta, de corte más internacional y conectados al modelo de cine europeo. A continuación, el análisis del vestuario y las poses de La mujer de nadie demuestran la preferencia de Sequeyro por la alta costura y las Artes. La última sección explora las conexiones que pueden establecerse entre las referencias al vestido y las ideas de nación durante los años treinta. El cine de principios de los años treinta en México es un cine pre-industrial, que está pasando por el proceso de sincronización del sonido y en el que los grandes estudios de la década de los cuarenta, como Estudios Churubusco, todavía no existen. Dada la estabilidad de este período, junto con la política nacionalista de Lázaro Cárdenas (1934-1940), que limita la distribución de películas norteamericanas, se produce un gran auge en el cine nacional; se pasa de hacer seis películas en 1932, a treinta y ocho películas en 1937. Eduardo de la Vega defiende que dentro de este período se producen cuatro tipos de películas muy diferentes entre sí, que incluyen desde los melodramas de Juan Orol como Madre Querida (1935) hasta el vanguardismo de Juan Bustillo Oro, pasando por películas como La mujer del puerto (Arcady Boytler, 1933) y otras que, como Redes (Fred Zinnermann and Emilio Gómez Muriel, 1934), contaron con el apoyo del gobierno cardenista (De la Vega, 1995: 276 rechaza la idea de nación mexicana que queda expresada en el traje de charro y su contraparte femenina, la china poblana, y con ella rechaza también el populismo de la cultural post-revolucionaria. Palabras clave: Adela Sequeyro, La mujer de nadie, vestuario de cine, charro, moda. Greek Toga or China Poblana Dress?: Apparel and Political Culture in 1937 Mexican Cinema This article proposes that the historical and political context of a film is revealed in the wardrobe of its characters. To illustrate this point, the author examines La mujer de nadie (Nobody’s Wife, 1937) by pioneer Mexican filmmaker Adela Sequeyro. Film critics have characterized this work as anachronistic, arguing that it seems unrelated to the fashions of the 1930s. This article contends that while it is true that Sequeyro does not use the style of la I. Arredondo. ¿Toga griega o traje de china poblana?... Estudios 16:32 (julio-diciembre 2008): 275-288 82). Reiterando la opinión de Aurelio de los Reyes, de la Vega considera que en este período hay dos tendencias estéticas antagónicas: un nacionalismo liberal, con películas como ¡Vámonos con Pancho Villa! (Fernando de Fuentes, 1935), y un nacionalismo conservador como Allá en el Rancho Grande (De Fuentes, 1936)2. Lo más sintomático de este análisis es que, a pesar de la gran diversidad de tendencias que el mismo de la Vega señala, la estética nacional esté anclada en la figura del charro y no en ninguna de las otras cuatro tendencias. ¿Por qué en opinión de de la Vega es tan importante la figura del charro para el cine nacional? ¿Cuál es el origen de este símbolo y cuándo se hace importante? Los primeros charros mexicanos se remontan al principio del período colonial. En sus inicios, la cultura charra era marcadamente criolla, ya que la ley prohibía que mestizos e indios montasen a caballo; sin embargo, como las grandes haciendas del norte necesitaban mano de obra que supiese cabalgar, la ley cayó en desuso ya en el siglo XVI3. Más tarde, el charro tuvo un papel importante en las novelas costumbristas del siglo XIX, como las de Luis Inclán (1816-1875); sin embargo, es en el siglo XX, durante el período cardenista (19341940), cuando el charro se convierte en símbolo de “lo mexicano”. La disminución del número de personas dedicadas a cuidar del ganado a caballo coincide con la transformación de este oficio en símbolo patrio4. En la primera mitad de la década de los treinta, un número considerable de haciendas, cuna de la vida charra, se dividen en pequeños ranchos o se transforman en tierras comunales. Al mismo tiempo, el charro penetra el mundo del espectáculo. En el teatro, el charro pierde su caballo y gana su guitarra, y las canciones rancheras, difundidas a través de la radio, se hacen famosas en todo México. El investigador de cine 277 comedia ranchera —the popular film genre of the 1930s— it is not because Sequeyro is unaware of it, but because she opposes it for political and aesthetic reasons. In particular, Sequeyro rejects the charro outfit and its female counterpart, the china poblana dress, and the idea of the Mexican nation implied by the latter, thus rejecting postrevolutionary cultural populism. Key words: Adela Sequeyro, Nobody’s Wife, Wardrobe, Charro, Fashion. I. Arredondo. ¿Toga griega o traje de china poblana?... Estudios 16:32 (julio-diciembre 2008): 275-288 Emilio García Riera hace referencia a la expansión de este mito en el cine cuando dice que en 1937 se producen “más de 20 ranchos grandes” (Torres San Martín, 1995:4). En la segunda parte de la década de los treinta, se institucionaliza la charrería al crearse en 1936 la Federación Nacional de Charros; una entidad que regula la imagen del charro, requiriendo, por ejemplo, que los músicos y cantantes lleven traje de mariachi en representaciones oficiales. La versión romantizada del charro se convierte en los treinta en un símbolo unificador que, según Carlos Monsiváis, trivializaba la idea de nación. Dice el escritor mexicano: “Lo ‘mexicano’ (Lo Nuestro) corre a cuenta ya no de acciones políticas, sino de canciones, radio, cine y teatro de revistas” (1978: 113). Monsiváis interpreta el charro como un signo de penetración cultural norteamericana; para él, las comedias rancheras imitan a “las comedias de cowboys cantantes. Jorge Negrete no deriva de Heraclio Bernal, sino de Gene Autry” (114). Se trata entonces no de una resistencia al colonialismo estadounidense, sino de su aceptación. Dado el gran furor del nacionalismo charro en los medios de comunicación y el teatro, se entiende que el crítico de cine Noé Lactario considere la película de Sequeyro atípica. Nada más lejano a la muy masculina cultura del caballo, el rancho y el mariachi que el drama histórico que Sequeyro sitúa en el siglo XIX. En él, una mujer joven, Ana María (protagonizada por Sequeyro) huye de su casa a causa de los malos tratos de su padrastro. Elissa Rashkin interpreta la huida de Ana María como una huida del escenario charro. Según Rashkin, al principio de la película “Ana María se escapa de la opresión del rancho y literalmente cae en el mundo de la modernidad bohemia”5. Exhausta con la huida, Ana María se desmaya, y caída en el suelo la encuentran tres amigos que están solteros y viven juntos: Marcelo, un pintor, Rodolfo, un músico, y Leonardo, un poeta. Al principio, estos discuten qué hacer con Ana María porque no quieren tener una mujer en casa, pero luego la aceptan. Imagen 1 Los tres bohemios llevan a Ana María a su casa Cortesía de la Filmoteca Nacional de la UNAM 278 I. Arredondo. ¿Toga griega o traje de china poblana?... Estudios 16:32 (julio-diciembre 2008): 275-288 La mujer de nadie muestra cómo, enamorados de ella, los tres amigos la convierten en su musa. Por su parte, Ana María, vestida con trajes sofisticados se pasea por jardines, se mece en ornamentados columpios y posa como diosa griega para el pintor, sirviendo al mismo tiempo como inspiración al poeta y al músico. Se comprende que Lactario encuentre en la película de Sequeyro “remembranza de tiempos pretéritos, aquellos de romanticismo y culto a la mujer” (De la Vega y Torres, 1997: 46), ya que La mujer de nadie “huye” de la comedia ranchera. Lactario no es el único que considera a la película atípica. De la Vega, quien participó en la recuperación de La mujer de nadie en 1990, no clasifica a la película dentro de las cuatro tendencias de los treinta que él mismo delinea6. Si bien el modelo de cine de alta cultura y europeizante que propone La mujer de nadie no triunfó, es importante recordar que tal modelo sí existía. Un análisis de la cultura cinematográfica de los treinta a partir de un número de la revista El Cine Gráfico de 1935, muestra que había un grupo de cineastas y cinéfilos con una propuesta parecida a la de Sequeyro7. Al mismo tiempo, El Cine Gráfico nos permite ver que a mitad de los treinta el cine mexicano estaba dividido con respecto a qué modelo seguir: un cine popular, como el de Hollywood, o de alta cultura, como el europeo. Imagen 2 Portada del Cine Gráfico 279 I. Arredondo. ¿Toga griega o traje de china poblana?... Estudios 16:32 (julio-diciembre 2008): 275-288 El Cine Gráfico está a favor del uso de medidas proteccionistas contra las cintas norteamericanas; se teme que éstas invadan el mercado nacional, dejando a los productores independientes sin opciones para vender sus películas. Por ejemplo, la nota titulada “La telaraña del Film Board”, se refiere a una agrupación de casas que alquilan películas norteamericanas, Film Board, y a su acaparamiento de la distribución nacional. Dice la nota: “La absorbente maniobra de las grandes productoras norteamericanas ha monopolizado casi todos los mercados del mundo para evitar la competencia que pueda oponérseles con los distintos distribuidores de películas” (El Cine Gráfico: 4). También se explica en esta nota que las productoras hollywoodienses se sirven del gusto del público por los estrenos para obligar a los distribuidores o formar contratos en los que también entran películas de baja calidad. Así, cuando los independientes quieren exhibir material diferente, los distribuidores no cuentan con fechas. Además, El Cine Gráfico está en contra del modelo de Hollywood por considerarlo popular, comercial y poco artístico. La inclusión de otras artes en una revista de cine es un signo de que El Cine Gráfico defiende un modelo diferente. En la revista mexicana se incluyen cuentos en la sección “Un cuento cada domingo” (El Cine Gráfico: 7), canciones y poesías románticas como la siguiente: Está lloviendo en tus ojos y está lloviendo en el campo; la tristeza que tú tienes es la tristeza que amo... Me gusta mirarte triste para saber que me quieres porque sólo cuando lloras es cuando tú me comprendes (8). Para el grupo de personas que editaba El Cine Gráfico, la poesía romántica y la música estaban conectadas con el cine. Este modelo cinematográfico recuerda al de Sequeyro, quien hace que el poeta de La mujer de nadie, Leonardo, recite una poesía de corte romántico muy parecida a la publicada en la revista. Las artes están asociadas con un modelo de cine europeo, y también la moda. La revista hace una ardua defensa del modelo de cine europeo en columnas como “El Cine Americano es Obra de Europeos” en la que se dice que “casi todo lo bueno de la técnica de Hollywood es europeo” (El 280 I. Arredondo. ¿Toga griega o traje de china poblana?... Estudios 16:32 (julio-diciembre 2008): 275-288 Cine Gráfico: 12). Como el cine europeo, El Cine Gráfico considera la alta costura importante; se mencionan los pases de modelos, incluyéndose tres fotografías de modelos exhibiendo sus trajes, y hay columnas sobre moda como “La moda al día en la pantalla” (El Cine Gráfico: 9) en las que queda claro que el semanario asocia la moda con París. En los años treinta hay dos tendencias marcadas con respecto a la moda de vestuario en el cine: la norteamericana y la europea. En las páginas de Vogue de 1934-1945, el cine europeo se asocia con la alta costura y la elegancia, mientras que el cine norteamericano se asocia con lo barroco y el exceso. Se explica que a partir de los talkies de 1929 las espectadoras quieren llevar los vestidos que aparecen en las películas de Hollywood y por eso el cine se ha convertido en un medio a través del cual se puede difundir la moda. Sin embargo, varias actrices expresan su oposición al glamour de las actrices norteamericanas y defienden la elegancia de los modistos europeos que trabajan para el cine. Vogue recomienda evitar la moda norteamericana “en la que visten a las actrices como si fueran árboles de navidad”8. La idea de que la moda puede y debe ser arte es fundamental para distinguir entre un modelo de cine europeo y uno norteamericano. En las páginas de El Cine Gráfico, y en las revistas de moda de los treinta como Vogue, la alta costura está asociada con el Arte con mayúscula. Con esta afirmación no quiero decir que la alta costura se considerara artística, es decir hecha con arte, sino que se la toma como una de las artes, poniéndola al nivel de la escultura o la pintura. La equiparación de la costura a las otras artes queda establecida en la revista Vogue a través de la inclusión en una revista de moda de artículos dedicados a las otras artes, como los grandes éxitos en las artes plásticas y las últimas obras de teatro y óperas. Esta equivalencia queda manifiesta en los títulos de los ensayos de Vogue; por ejemplo, en The World in Vogue (Liberman, 1963), una recopilación de la revista, hay títulos que asocian moda a arte, “La moda y las Bellas Artes”9, e incluso algunos que llegan a identificar una con la otra, como en “La moda como Arte”10. La alta costura llega incluso a sobrepasar a las otras artes. En un ensayo titulado “Modelos” el escritor describe la asistencia a un pase de modelos como si fuera ir al teatro: “Dos hombres, cinco hombres, diez, veinte hombres... No se pueden ni contar. Vienen a esta solemne ceremonia de la alta costura con más ganas que si fueran a un gran evento social en París, a una prueba de vestuario en un teatro importante”11. Ya que el diseño de modas es arte, el espacio dedicado al pase de modelos se convierte en teatro. 281 I. Arredondo. ¿Toga griega o traje de china poblana?... Estudios 16:32 (julio-diciembre 2008): 275-288 Tras haber trazado las características de un modelo de cine europeizante y el papel que la moda europea puede jugar dentro de tal cine, es el momento de examinar La mujer de nadie. Al ver la película de Sequeyro salta a la vista la importancia de las artes y la alta costura. Los amigos de Ana María pertenecen a la bohemia, no tienen un sueldo asegurado y se dedican exclusivamente a tareas artísticas: escribir un poema, hacer una canción, dibujar un cuadro. Patricia Torres San Martín ve en estos bohemios una referencia al grupo veracruzano de los estridentistas12. Por su parte, Ana María se pone vestidos que recuerdan a obras de teatro e imita poses escultóricas, haciendo que su cuerpo se convierta literalmente en una obra de arte13. Imagen 3 Los tres bohemios Cortesía de la Filmoteca Nacional de la UNAM En una de sus primeras salidas de la casa, Ana María lleva un traje blanco, ornado y largo, lleno de lazos, y aparece sentada en un columpio decorado con abundantes guirnaldas y flores. El traje y el peinado se parecen al que llevó Mary Taylor a una fiesta de disfraces en el Metropolitan Opera House en 1933, cuando fue vestida como Camille, y que aparece en las páginas de Vogue. Además de en el vestuario, la alusión a la alta costura y al mundo clásico europeo también aparece en la pose y la mirada. Sequeyro no alinea su cuerpo ni mira como una actriz, sino como una modelo. Por ejemplo, hacia el final de la película hay una escena en la que Sequeyro está posando 282 I. Arredondo. ¿Toga griega o traje de china poblana?... Estudios 16:32 (julio-diciembre 2008): 275-288 para el pintor con una toga griega que deja al descubierto sus piernas. Además de la obvia alusión al mundo helénico a través de la toga, llama la atención el que Ana María deje su mirada vacía y nunca la dirija directamente a la cámara. Esta manera de posar con la cabeza ladeada muestra semejanzas con la alta costura, porque es así como posan las modelos. Tenemos ejemplos de este tipo de pose en las páginas de Vogue y más en concreto, en el caso mexicano, en la columna “La moda al día en la pantalla” de El Cine Gráfico, en la que las tres actrices posan como modelos. En La mujer de nadie, Ana María tiene una pose muy parecida a la de la modelo de la derecha, excepto que en lugar de llevar un bañador como Gertrude Michael, Sequeyro lleva una toga griega. Imagen 4 Portada de El Cine Gráfico Cortesía de la Filmoteca Nacional de la UNAM Imagen 5 Detalle de la Portada de El Cine Gráfico Cortesía de la Filmoteca Nacional de la UNAM 283 I. Arredondo. ¿Toga griega o traje de china poblana?... Estudios 16:32 (julio-diciembre 2008): 275-288 Al examinar las poses de actrices de cine norteamericano y de modelos de alta costura, se puede llegar a la conclusión de que ambas dirigen la mirada a espacios diferentes. Al contrario que las actrices, que miran directamente a la cámara, las modelos de Vogue evaden la mirada directa, situándola a 45 grados a la derecha o la izquierda de quien las está mirando. En la escena a la que me refiero, en la que Marcelo la está pintando, Sequeyro evade su mirada dirigiéndola a un espacio fuera del marco. Esta pose de Sequeyro no es exclusiva de un contexto pictórico; cuando el músico Rodolfo compone la canción “Ana María”, Sequeyro de nuevo gira la cara dejándola a 45 grados de la cámara. En otro caso, Sequeyro se sienta enfrente de la chimenea rodeada de sus admiradores; sus ojos tienen la misma mirada evasiva y soñadora de una modelo de alta costura. Imagen 6 La Mirada Soñadora Cortesía de la Filmoteca Nacional de la UNAM Otro referente a la alta costura aparece en la escenografía. Al principio de la película hay una escena en la que Ana María sugiere al poeta palabras para completar sus versos. Ella aparece sentada en un columpio decorado con abundantes guirnaldas y flores. Su pelo, con bucles a ambos lados y un toque de flores a izquierda y derecha, a la altura de las orejas, hace juego con un decorado que alude ostensiblemente a la naturaleza. Encontramos esta misma alusión en otra sección de El Cine Gráfico titulada “Como visten las 284 I. Arredondo. ¿Toga griega o traje de china poblana?... Estudios 16:32 (julio-diciembre 2008): 275-288 estrellas”, en la que tres estrellas posan en decorados en los que predominan las flores y árboles que han sido sacados de su entorno natural (El Cine Gráfico: 9). En lo que respecta a La mujer de nadie, los sets también sugieren la presencia de una naturaleza domesticada, no de un medio ambiente desorganizado y “natural”. Las modelos no exhiben sus trajes en bosques sino en escenarios; de la misma manera Sequeyro crea para sí un escenario ficticio y se viste como si fuera a una fiesta de disfraces en el Metropolitan. Está claro que la directora no quiere que Ana María sea un clon de Hollywood ni una china poblana, y que prefiere la elegancia del clasicismo europeo asociado con la toga griega. Cabe preguntarse: ¿por qué? ¿qué hay detrás de la selección de un vestuario específico?14 El psicoanálisis contemporáneo ve el vestirse en relación a la construcción de la identidad; el vestido y la postura del cuerpo sirven para aludir a una identidad real o imaginaria. En The Threshold of the Visible World Kaja Silverman sugiere que es a través de la ropa y la posición del cuerpo como accedemos a la identidad a la que aspiramos15. Más en concreto, Silverman estudia la manera en la que las modelos de Cindy Sherman posan para la cámara en Untitled Film Stills. Al analizar las fotografías de Sherman, Silverman sugiere que el cuerpo establece conexiones con el mundo que le rodea; es a través del cuerpo como el individuo se asocia con otros grupos a los que quiere pertenecer o los rechaza. Silverman ve un paralelismo entre el camuflaje y el vestido: igual que los animales usan el camuflaje para pasar desapercibidos o colores vivos para llamar la atención, los humanos pertenecemos o nos alejamos de determinados grupos a través del cuerpo vestido16. Además, la psicoanalista norteamericana considera que el ser humano tiene una fascinación desbordante por ser estrella, por despuntar, por ser reconocido como el o la mejor, y es a través del vestido como esos deseos se expresan17. Para Silverman, el deseo de fama personal es al mismo tiempo natural y peligroso. Es decir, uno tiene que saber reconocer y aceptar sus fantasías de despuntar y, al mismo tiempo, ser capaz de no tomarse esas fantasías demasiado en serio. Así, el vestido y la posición del cuerpo son para la académica norteamericana vehículos a través de los cuales el individuo expresa su fantasía personal de ser reconocido. Este sueño, como fantasía que es, tiene un carácter liberatorio, al menos al ser el vehículo de la expresión de un fuerte deseo. Cabe preguntarse entonces ¿cuáles son las aspiraciones de Sequeyro? ¿Cómo podemos buscar su identidad a través del vestuario, las poses y los decorados de La mujer de nadie? 285 I. Arredondo. ¿Toga griega o traje de china poblana?... Estudios 16:32 (julio-diciembre 2008): 275-288 La mujer de nadie construye una identidad a nivel personal y social. Patricia Torres San Martín ha defendido que Sequeyro crea a través de Ana María una mujer desinhibida, erótica y poco convencional (De la Vega y Torres, 47). Mi análisis añade que las poses y el vestuario de Sequeyro pide que se la adscriba a la tradición europea y a la elegancia clásica de Vogue. Sin embargo, quizás lo más significativo es lo que la directora y actriz evitan: convertirse en china poblana rodeada de charros. Para Sequeyro la diferencia entre un traje de china poblana y uno de diosa griega, entre glamour y couture, es en realidad una diferencia mucho más profunda, que tiene que ver con el cine como arte y también con la construcción de un mito nacional popular y conservador. Sequeyro propone situar el cine y la identidad nacional como una extensión de la vanguardia urbana y en relación a modelos europeos, y no en relación a modelos hollywoodienses o al folklore mexicano. La mujer de nadie presenta una voz disidente, demostrando que no todo el mundo estaba dispuesto a identificar lo “mexicano” con lo charro. Este mundo le parece a Sequeyro burdo, popular, falto de inspiración artística y conservador. En este sentido estoy de acuerdo con Elissa Rashkin, quien opina que uno de los logros de La mujer de nadie es desafiar el modelo conservador de la comedia ranchera (41). Posiciones como la de Sequeyro y el grupo estridentista que frecuentaba, nos llevan a cuestionar la unificación cultural que la cultura post-revolucionaria intenta establecer a través del símbolo del charro. No es que La mujer de nadie sea anacrónica, sino que la figura del charro es un mito, aceptado a nivel nacional y también a nivel académico, que intenta dar unidad a una realidad que es mucho más compleja y dispareja. Notas 1 Adela Sequeyro desempeñó múltiples funciones dentro del cine. Fue actriz en El prisionero del trece (1933), La sangre manda (1933) y Mujeres sin alma (1934). En 1935 escribió el guión, co-dirigió y actuó en Más allá de la muerte. En 1937 Sequeyro escribió, produjo, dirigió y actuó en La mujer de nadie. Sequeyro, cuya relación con el cine empezó siendo actriz, era además periodista y se movía dentro de los círculos vanguardistas de la muy sofisticada e intelectual Ciudad de México. Las películas de Adela Sequeyro se han conocido hace relativamente poco tiempo. Tras el surgimiento en los ochenta de una generación de directoras (Dana Rotberg, Marise Sistach, María Novaro, Busi Cortés), académicos, historiadores y periodistas buscaron un pasado para crear una historia del cine 286 I. Arredondo. ¿Toga griega o traje de china poblana?... Estudios 16:32 (julio-diciembre 2008): 275-288 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 12 hecho por mujeres en México. Esta búsqueda de antecedentes primero se dirigió a la directora de cine clásico que estaba todavía viva, Matilde Landeta, y en los años noventa se investigaron las directoras que estaban muertas o que se habían separado de la comunidad cinematográfica, como Adela Sequeyro. Eduardo de la Vega Alfaro y Patricia Torres San Martín encontraron La mujer de nadie en el archivo de Rogelio Agrasánchez y escribieron un libro dedicado a esta directora mexicana titulado Adela Sequeyro. Sin embargo, el autor no aclara a qué corriente estética pertenecen los cuatro tipos de cine que señala (De la Vega, 1995: 83). Para más detalles sobre este tema véase Nájera-Ramírez. Allá en el Rancho Grande sale en el mismo año, 1936, en el que Cárdenas implementa la reforma agraria por la que se distribuyen grandes latifundios. (De la Vega, 1995: 83). Dice la investigadora norteamericana: “Ana Maria flees the oppressive rancho and literally falls into a life of bohemian modernity” (41). Después de ejemplificar las cuatro tendencias, de la Vega dice: “The conjecture [of different tendencies during the period] allowed for the debut of Adela Sequeyro” (De la Vega, 1995: 82). De esta manera da la sensación de que Sequeyro no pertenece a ninguna de las cuatro tendencias mencionadas. Tampoco parece tener un lugar entre las corrientes estéticas aludidas, ya que estas están marcadas por el mundo charro. Esta revista, fundada por Antonio J. Olea en 1932, se vendía a la gente que “concurre los domingos a los cines y teatros” (2). El número que cito, del 15 de septiembre de 1935, año III, No 116 [1B]. 1935 es el único año que ha quedado de la revista en la Filmoteca Nacional de la UNAM en México. Dice Jane Mulvagh, “The increasingly popularity of the cinema, particularly following the introduction of the ‘talkies’ in 1929, contributed a new source of inspiration for the world of fashion. Hollywood films presented a type of beauty and a style of clothes that women everywhere emulated... Hollywood clothes were inevitably flamboyant compared with the couture, but they became more restrained as certain actresses refused to be dressed like ‘Christmas trees’ and prided themselves in setting fashion standards” (123). “Fashion and the Fine Arts” (Liberman, 140). “The Mode as Art” (Liberman, 91). “Two men, five men, ten, twenty men [...] I give up trying to count them. They come to this solemn ceremony of the fashion world even more eagerly than to the great social occasion in Paris, a dress rehearsal at a major theater” (Liberman, 121). Torres San Martín dice que Sequeyro era amiga de Adolfo Best Maugart y colaboraba con el grupo de los estridentistas Arqueles Vela y Manuel Maples Arce, aunque a ella le gustaba más escribir poesías románticas y no surrealistas. (Torres San Martín, 1995: 4). Del vestuario de Sequeyro en La mujer de nadie no se ha hablado mucho, excepto la secuencia en la que Ana María se cambia de ropa detrás de una sábana. Con la ayuda de un foco situado detrás de ella, la silueta del cuerpo desnudo de Ana María aparece proyectada en la sábana. Se puede ver esta escena como una alusión al 287 I. Arredondo. ¿Toga griega o traje de china poblana?... Estudios 16:32 (julio-diciembre 2008): 275-288 14 15 16 17 cine de arte norteamericano de los años veinte. Audrey Munson causó sensación en México en 1922 cuando posaba desnuda para un pintor en Cuerpo y alma. A Sequeyro siempre le gustó la toga griega. Sequeyro llevaba una toga griega en la fotografía que presentó al concurso de belleza organizado por Paramount en 1923 a través del periódico El Demócrata, y que tuvo lugar en el teatro Olimpia. La fotografía aparece en el libro de Aurelio de los Reyes (328). Véase en especial el capítulo 6, “The Screen” (Silverman, 195-227). Silverman toma el concepto de imitación (mimicry) de Lacan, quien se basa en el trabajo de Roger Caillois. Lacan habla de un crustáceo llamado caprela que se asimila al medio que le rodea a través de su apariencia (Silverman, 201). Esta idea aparece en el capítulo 2, donde Silverman analiza Ulrike Ottinger’s Ticket of No Return (Silverman, 39-81). Bibliografía El Cine Gráfico (1935) Ciudad de México, 15 de septiembre. III: 116: [1B]. Liberman, Alexander; Jessica Daves; Bryan Holmes y Katherine Tweed (eds.). (1963) “The Mode as Art”, en The World in Vogue. New York: Viking Press. Mosiváis, Carlos (1978) “Notas sobre cultura popular en México”. Latin American Perspectives 5 :1 : 98-118. Mulvagh, Jane (1988) “1934-1945 Fashion”. Vogue History of the 20th Century Fashion. London-New York: Viking. Nájera-Ramírez, Olga (1994) “Engendering Nationalism: Identity, Discourse, and the Mexican Charro”. Anthropological Quarterly 67: 1: 1-14. Rashkin, Elissa (2001) Women Filmmakers in Mexico: The Country of Which We Dream. Austin: University of Texas Press. De los Reyes, Aurelio (1993) Bajo el cielo de México. Volumen II (1920-1924), Col. Cine y Sociedad en México 1896-1930. México: Instituto de Investigaciones Estéticas, UNAM. Silverman, Kaja (1996) The Threshold of the Visible World. New York: Routledge. Torres San Martín, Patricia (1995) “Adela Sequeyro, primera mujer que dirige cine sonoro”. Armario. Ciudad de México, 12 de marzo, 4. De la Vega Alfaro, Eduardo y Patricia Torres San Martín (1997) Adela Sequeyro. México: Universidad de Guadalajara-Universidad de Veracruz. De la Vega Alfaro, Eduardo (1995) “Origins, Development and Crisis of the Sound Cinema (1929-1964)” en Paranaguá, Paulo Antonio (ed.). Mexican Cinema. London: British Film Institute. 288