daniel zuloaga paco durrio

Transcripción

daniel zuloaga paco durrio
DANIEL ZULOAGA
PACO DURRIO
Convergencias y Divergencias
Durrio
Zuloaga
Cristina Rodríguez Plaza
Licenciada en Historia del Arte
Zuloaga-Durrio
Cristina R. Plaza
Índice
I
Introducción
3
II
Contexto familiar
4
III
Panorama cerámico
5
IV
Trayectorias profesionales
8
V
Conclusiones
16
VI
Ilustraciones
17
VII
Bibliografía
27
2
Zuloaga-Durrio
Cristina R. Plaza
I - Introducción
Cuando me enfrento a un trabajo veo la posibilidad de hacerlo desde el punto
de vista cerámico, siendo yo ceramista, es lo primero que se me ocurre y me ilusiona,
y, en este caso, es la primera vez que puedo satisfacer mi deseo cuando recibí la
propuesta.
Sí que conocía algo del ceramista Daniel Zuloaga, uno de mis protagonistas, sin
embargo, nada de Francisco Durrio y, ni siquiera, que una de sus facetas fuera la
cerámica. Espero poder adentrarme en ellos y en su cerámica.
Voy hacer el trabajo confrontando y haciendo comparaciones entre estos dos
ceramistas para ver cómo se enfrentaron cada uno a esta profesión en los años que
les tocó vivir, a caballo entre los siglos XIX y el XX. Zuloaga era 16 años mayor que
Durrio y éste le sobrevivió 19 años.
Me interesa saber qué facilidades tuvieron y qué problemas se les plantearon
para desarrollar su profesión en esa época y salir adelante. En la nuestra es ya difícil
hacerlo pues, creo, es una profesión que no es muy comprendida ni valorada por el
gran público; no hablo de la ceramica utilitaria, que hasta cierto punto como era
necesaria podría tener salida, pero no la decorativa o la escultura cerámica, por
ejemplo. Si se tenían dificultades para sobrevivir como pintor, ya como ceramista
debía de ser una lucha ímproba, y me puedo referir, en ese caso, más a Durrio.
También me interesa saber qué conexiones tuvieron entre ellos, si las hubo, y
las que pudieron tener con otros artistas y sus relaciones profesionales.
Daniel Zuloaga Boneta nació en Madrid en 1852 y murió en Segovia en 1921.
Francisco Durrio de Madrón nació en Valladolid1 en 1868 y murió en París en
1940
1
Aunque es considerado y referido siempre como artista vasco.
3
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II - Contexto familiar
El ambiente familiar de Zuloaga era artístico: su padre, Eusebio, trabajaba en
las artes del metal investigando esmaltes, y su madre, Ramona, era especialista en
galvanoplastia.2 Su padre fue arcabucero de Isabel II y director de la Real Armería,
propietario también de una fábrica de armas en Eibar y de un taller de metalistería en
Madrid.3 Los que empezaron a trabajar con la cerámica fueron Daniel y sus hermanos
Guillermo y Germán. Los tres recibieron una primera formación artística en el taller
familiar de la calle Conde Duque de Madrid. Su relación con la cerámica empezó en la
fábrica de La Moncloa en Madrid, en 1877, unos años después de su vuelta de
aprendizaje de las técnicas cerámicas en la Escuela de Sèvres4, donde su padre ya había
estudiado antes la técnica del esmalte, pero para aplicarlo en las armas que hacía para
el Palacio Real. Los estudios en Sèvres durante 1867 a 1871 supusieron una
formación en una escuela de prestigio, ayudando a la misma las visitas al museo de
cerámicas de todas las épocas que había en esa localidad. También estuvieron en París.
Los hijos que Daniel tuvo con Emilia Estringana siguieron con la tradición
familiar ceramica: Esperanza (1882-1937), Juan (1884-1968) y Teodora (1886-1976);
es la segunda generación, y hay una tercera que es la que se corresponde con Daniel
Zuloaga Olalla (1922-2000) hijo de Juan Zuloaga y de Rosa Olalla y, por tanto, nieto de
Daniel Zuloaga Boneta (el protagonista), que se caracterizó por preservar las técnicas
familiares heredadas de su padre5. Hay una cuarta generación formada por Juan Daniel
(1974 - ) hijo de Daniel Zuloaga Olalla y de Danielle Khoyan, ceramista que mantiene
vivo, hoy en día, el taller artesano de su padre en Segovia.
El ambiente familiar de Francisco Durrio no se nos presenta tan claro como el
de Zuloaga, ni tan siquiera su lugar de nacimiento porque hay fuentes que lo sitúan en
Bilbao y otras en Valladolid. Lo que sí es seguro es que su infancia la pasó en Bilbao
donde la familia tenía una modesta tienda de cestería, y donde, a los trece años, se
matriculó en la Escuela de Artes y Oficios6. Más tarde recibió clases en el taller del
pintor costumbrista Antonio Lecuona (1831-1907) junto con el pintor vasco Adolfo
Guiard (1860-1916). Viajó a Madrid en 1881 y trabajó en el taller del escultor Justo de
Gandarias (1846-1933) ciudad en la que se matriculó en la Academia de Bellas Artes
de San Fernando estudiando junto con el pintor vasco Pablo Uranga (1861-1934). En
sus comienzos artísticos se dedica a la escultura, y una vez realizada su formación
decide trasladarse a París.
2
Rubio Celada, Abraham, Los Zuloaga: Artistas de la cerámica, Madrid, 2007, p. 35
Rubio Celada, Abraham, “La saga de los Zuloaga en la cerámica española “(1) en Revista Internacional
Cerámica, nº 96, Madrid, 2004, p. 27
4
Ibídem, p. 27
5
Ibídem, p. 30
6
Vivas Zamorano, Antonio, “Paco Durrio (1868-1940)”, en Revista Internacional Cerámica, nº 95,
Madrid, 2005, p. 7
3
4
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III - Panorama cerámico
Hablar de cerámica es hablar de un campo bastante amplio. Desde la alfarería:
basta, cocida a fuego abierto, con sal, negra, plumbífera, plumbífera cocida a fuego
abierto, estannífera (loza basta), y las tinajas (de la alfarería española tenemos un
magnifico estudio llevado a cabo por la historiadora de arte Natacha Seseña,
recientemente fallecida); seguida por la loza fina, porcelana, gres y refractario; con
todas sus características artísticas y modalidades. Así como también se puede hablar
de las ollerías, los talleres y las manufacturas.
El arte cerámico aplicado a la arquitectura, en el que Daniel Zuloaga recibió
bastantes encargos durante el último tercio del siglo XIX, siguió la corriente
Historicista, caracterizándose por la vuelta a los estilos de siglos anteriores, dándose el
neorrenacimiento, neogótico, etc. Y también una corriente ecléctica, es decir, una
mezcla de diferentes estilos que se prolongó hasta principios del siglo XX, aflorando
los regionalismos. Después siguió una etapa de cambio con el Modernismo, y más
tarde con las vanguardias artísticas. Según Rubio Celada, un precedente en Madrid de
la ceramica aplicada a la arquitectura historicista de mediados del siglo XIX es el
Palacio Xifré construido en 1862 por el arquitecto francés Emile Boeswillwald, 7 edificio
hoy desaparecido. Se basaba en elementos almohades y nazaríes.
Imprescindible mencionar en este campo de la ceramica, al arquitecto catalán,
Antoni Gaudí (1852-1926) y su utilización del azulejo en la arquitectura.
Barcelona desarrolla un Modernismo que no tiene nada que ver, por ejemplo,
con el de Madrid. La situación de Barcelona en el cruce de estos dos siglos era la de
una burguesía emprendedora y enriquecida por una industria floreciente que Madrid
no tenía. El Modernismo pretendía un arte nuevo como reacción a los historicismos, y
se mueve en el entorno de la Revolución Industrial con un espíritu moderno que
quiere asumir un cambio.
Gaudí se enfrenta con un estilo propio, mira a la naturaleza pero lo hace con
un componente espiritual importante. Empleaba azulejos tanto en el interior como en
el exterior de sus edificios, estaban esmaltados y decorados con elementos florales y
vegetales. También como revestimiento utilizaba azulejos enteros o troceados,
utilizando fragmentos de platos y tazas de café de porcelana blanca de diversas
manufacturas españolas.
Hay que decir que gracias al intercambio cultural a través de las Exposiciones
Internacionales desde 1851, año de la de Londres, la ceramica se fue valorando. Bien
es cierto que eran las grandes fábricas inglesas, como Wedgwood, o francesas, como
7
Rubio Celada, Abraham, Los Zuloaga…,p. 21
5
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Sèvres, las más representadas. Los ceramistas españoles estuvieron presentes a finales
del siglo XIX y principios del XX, siendo más valorada la cerámica de reflejo metálico.
Gracias a la vuelta de los historicismos hubo un reencuentro con las grandes
técnicas cerámicas tradicionales: cuerda seca, cuenca o arista y la llamada de reflejos
metálicos.
Tengo, por lo menos, que hacer un inciso y explicar brevemente estas tres
técnicas de decoración cerámica que eran habituales en el trabajo de Zuloaga: las dos
primeras, cuerda seca y arista, se efectúan cuando el soporte está bizcochado (ha
sufrido una primera cocción), y la tercera, la de reflejos metálicos, tanto el soporte
como la decoración deben estar cocidos a la temperatura adecuada, procediéndose a
una decoración posterior pero aplicando una cocción a más baja temperatura para
fijar la misma.



Cuerda Seca. Se delimita un dibujo determinado con grasa (lápiz de grafito,
esencia de trementina, etc. pudiendo añadir un pigmento como el óxido de
manganeso que le da un color oscuro) formando una barrera y creando unas
parcelas, dónde se deposita el esmalte de diferentes colores y formando el
dibujo deseado. El grosor del esmalte debe ser de unos 2 mm.
Arista. En este caso el esmalte se deposita en las cuencas o huecos creados por
el dibujo que ha hecho un molde de escayola, madera, etc. (negativo) sobre el
soporte de barro tierno, creando unas barreras que impedirán que se esparza
el esmalte.
Reflejos metálicos. Se usa el mismo procedimiento que para decorar con
grasas: sobre una cubierta cocida se efectúa la decoración con pigmentos en
forma de sales u óxidos colorantes con fundente, y se aplican disueltos en
grasa (esencia de aguarrás) o resina sobre una cubierta que ya esté cocida;
técnica muy usada en la decoración de porcelana. La diferencia en los reflejos
metálicos es que el pigmento es un compuesto de sales metálicas disueltas en
vinagre y se efectúa una cocción reductora para que aparezca el metal. Con ello
se consigue efectos irisados, metalizados, dorados tipo bronce… Es una técnica
de los árabes por lo que es llamada de también de reflejo árabe.
El panorama cerámico de las artes decorativas que se hacían en el tiempo que
nos ocupa merecería un capítulo aparte por lo abundante del tema. Al igual que,
también, hablar de las vajillas y de las fábricas que se ocuparon de ellas en el siglo XIX,
apareciendo Sargradelos, La Cartuja, etc. Cada región española en la época modernista
tuvo sus propias características y se enfrentaron de una manera diferente, como
después con las vanguardias artísticas. Grosso modo, hay un cambio en cuanto a
decoración con respecto a lo tradicional por la influencia de lo oriental y, en especial,
del japonismo, igual pasa con las tipologías, que adquieren formas del tibor oriental;
6
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hay influencia asimismo en los motivos decorativos de lo que se hacía en Europa,
entrando en juego el Simbolismo.
Quiero resaltar al artista catalán Antoni Serra Fiter (1869-1932) considerado
como el gran ceramista de la porcelana, puente entre el Modernismo y el
Noucentisme.8 Su obra podían ser placas, bibelots, jarrones; es decir, piezas
decorativas, aunque también se dedicó a la ceramica industrial. Hay dos jarros que se
conservan en el Museo de Cerámica de Barcelona que están considerados como piezas
claves de la cerámica europea. Sus formas troncocónicas con cuello corto y su
decoración reflejan la influencia oriental mencionada anteriormente: Jarro de las
magnolias, de 1900 (foto 1). Es interesante resaltar que se reunió de colaboradores
que eran artistas del momento como Pablo Gargallo (1881-1934), Xavier Nogués
(1873-1941), Joan Llimona (1860-1026), entre otros.
En este capítulo tengo que hablar de otro gran ceramista que aunque es de
varias generaciones posteriores a Zuloaga y a Durrio, colaboró con este último cuando
estuvo en París, me refiero al artista catalán Josep Llorens Artigas (1892-1980). Sí, se
instaló en París a mediados de 1924 previos viajes a esta ciudad en los años 1919 y
1923, y en el taller de Durrio conoció a Ignacio Zuloaga, a Miguel de Unamuno y a
varios artistas como Raoul Dufy, con quien inicio una colaboración que le fue fructífera
económicamente.9 Su etapa en París duró hasta 1940 y al ser introducido por Durrio
en los cenáculos y las tertulias parisinas conoció también a Picasso y Buñuel. Su obra
responde a la cerámica torneada, siendo los esmaltes su gran especialidad. En 1934 la
Junta de Museos de Barcelona le compa el jarro Clar de LLuna (foto 2) que hoy se
guarda en el Museo de Cerámica de esta ciudad.10 A su vuelta de París se instalará en
Gallifa (Barcelona) y tendrá una especial colaboración con Joan Miró. También tuvo
relación con el gran ceramista británico Bernard Leach (1887-1979).
8
Subías Pujadas, María Pía, “La ceramica, un arte industrial, en la época del Modernismo” En Summa
Artis, Vol. XLII, Espasa Calpe, Madrid, 1997, p. 518
9
Miralles, Francesc, Llorens Artigas, Barcelona, 1992, p.30
10
Subías Pujadas, María Pía, op.cit., p.555
7
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IV - Trayectorias profesionales
Según el estudioso en cerámica Abraham Rubio Celada, los inicios cerámicos
de los Zuloaga en la segunda mitad del siglo XIX coinciden con un momento de
esplendor de las artes decorativas en toda Europa, porque se pretendía recuperar las
técnicas artesanales, como en el caso de Inglaterra y el Arts and Crafts11.
Las obras cerámicas que hacían los Zuloaga, Daniel y sus hermanos, cuando
empezaron a mediados del siglo XIX eran las que se correspondían con la fábrica
recuperada de La Moncloa en Madrid12. Fábrica que, por lo visto, su padre Eusebio
propone que sean sus hijos los que trabajen en ella aplicando las técnicas cerámicas
tradicionales antes mencionadas. La novedad fue la fabricación de azulejos cerámicos
destinados a la arquitectura: perteneciendo a esta etapa final de la fábrica varias obras
para el arquitecto Ricardo Velázquez Bosco (1843-1923): El Palacio de Velázquez, de
Madrid, de 1881-83 (foto 3). Se puede apreciar la decoración de estilo
neorrenacentista que sigue el modelo italiano que hacían los ceramistas Della Robbia,
como el tondo cerámico. Presenta animales fantásticos afrontados y diseño de
motivos vegetales formando roleos. Otra obra de esta época es para la Escuela de
Ingenieros de Minas, de Madrid, 1888-1892 (foto 4). Se trata de dos murales de las
fachadas este y oeste. Es una decoración sobre cubierta blanca estannífera, pintada
según un boceto del pintor D. Manuel Domínguez. El mural oeste representa a un
grupo de mujeres cargadoras o descargadoras de mineral. Es uno de los primeros
ejemplos pintados del nuevo papel de la mujer en la sociedad industrial española 13
Más adelante Zuloaga colabora también con otros arquitectos, como Antonio
Palacios (1874-1945), participando en la decoración exterior del Palacio de Maudes.
Hospital de jornaleros, de 1908-16, en Madrid. También con el arquitecto Leonardo
Rucabado y su edificio en Madrid de la Plaza Canalejas, Casa Allende de 1916-20
(foto 5). Se puede apreciar los tondos esmaltados italianizantes del estilo de Della
Robbia. Fueron arquitectos que potenciaron la revalorización del trabajo cerámico.
Además, en la fábrica de La Moncloa se realizaron botes farmacéuticos, grupos
escultóricos, placas, platos, etc., y, en especial, los llamados Jarrones tipo Alhambra de
reflejo metálico que Daniel fabricó. Pero los grandes gastos que supuso la puesta en
marcha de la fábrica y el desinterés del público, hicieron que la fábrica cerrase de
manera definitiva a finales del siglo XIX. Ahora la Escuela de Ceramica de la Moncloa
de Madrid, donde yo estudié durante cinco años (de 1998 a 2003), ocupa los terrenos
llamados de “La Tinaja,” próximos a la ermita de San Antonio de La Florida, que
11
Rubio Celada, Abraham, Los Zuloaga…, p.19
La Real Fábrica de la Moncloa fue una manufactura real creada en 1817 para producir artículos de
porcelana destinados al uso real, promovida por Maria Isabel de Braganza, esposa de Fernando VII de
España, cerrándose en 1850. Se volvió a abrir en 1874 hasta 1892, por iniciativa del secretario particular
de Alfonso XII, el conde Morphy que es la etapa que nos ocupa.
13
Rubio Celada, Abraham, Los Zuloaga …, p. 172
12
8
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pertenecieron a esta fábrica de ceramica de los hermanos Zuloaga, exactamente
está en la calle Francisco y Jacinto Alcántara nº 2.
En cuanto a sus dotes de docencia en esta primera etapa, Daniel ocupó
interinamente la cátedra de Cerámica en la Escuela Central de Artes y Oficios de
Madrid,14 siendo profesor de 1883 hasta 1893.
En 1875 fue requerido para participar como miembro del jurado de la
Exposición Internacional de Viena.
En 1893 Daniel se instala en Segovia y trabaja en la fábrica de loza La
Segoviana, propiedad de la familia Vargas, en la que mantendrá una cierta
independencia, teniendo su propio taller y sus propios operarios 15. Se siente atraído
por esta ciudad y la fábrica le proporciona el dar salida a los encargos que le seguía
dando el arquitecto Velázquez Bosco.
A finales del siglo XIX fue visitado en esta ciudad varias veces por su sobrino, el
pintor Ignacio Zuloaga. La relación entre ellos era bastante buena hasta el punto de
que Ignacio instala su taller de pintura en uno de los ábsides de San Juan de los
Caballeros cuando regresa de París, ciudad en la que comienza la relación de Ignacio
con Paco Durrio. El hijo de Daniel, Juan, se relacionará también con Paco Durrio
durante su estancia en París y manteniendo la relación después de su vuelta a
Segovia.
Daniel fue considerado un gran entendido en arte, le consultaban sus amigos
de la elite segoviana. También era aficionado a las antigüedades y se hizo con una
gran colección, piezas que tuvo que vender para que le sacaran de los apuros
económicos que le daban sus negocios cerámicos16
Para dar a conocer a los clientes, sobre todo a los arquitectos, la obra cerámica
que Daniel estaba haciendo en la fábrica segoviana, se publicó en 1904 un catálogo
titulado Cerámica artística para construcciones La Segoviana. Supuso la
comercialización a escala nacional de las cerámicas de este artista.
Nuestro protagonista expuso en el famoso salón barcelonés Els Quatre Gats, se
supone que gracias a que su sobrino Ignacio frecuentaba a los modernistas catalanes:
Rusiñol, Ramón Casas, entre otros; entró en contacto con Pere Romeu, dueño del
salón17. Los viajes a Barcelona supusieron que empezara a diseñar piezas modernistas
sin dejar de hacer las tradicionales.
14
15
16
17
Ídem, “ La saga de los Zuloaga…”, p.28
Ibídem
Ídem, Los Zuloaga…, p. 48
Ibídem, p. 50
9
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En todo este tiempo las obras que hacía Daniel eran cerámicas aplicadas a la
arquitectura y también objetos decorativos. Pero cuando se rompen las relaciones con
los dueños de la fábrica segoviana, los Vargas, Daniel se incorpora por un año a la
fábrica de porcelana en Guipúzcoa, en Pasajes de San Juan, de 1906 a 1907 y siendo
director de la misma realiza todo tipo de piezas para vajillas y distintas piezas de ajuar
doméstico. Realiza también los murales de estilo modernista para la fachada de la
Casa de Mendizábal en San Sebastián (foto 6).
Como vemos, en 1907 deja San Sebastián y se vuelve a Segovia donde se
instalará definitivamente en la iglesia románica desamortizada de San Juan de los
Caballeros que había comprado años atrás, ahora alberga el Museo Zuloaga. Aquí
desarrollará su estilo más conocido: el regionalista, con temas sacados sobre todo de
los tipos y costumbres castellanas, dentro de la estética de la Generación del 98.18 Con
las piezas diseñadas en San Juan de los Caballeros, Daniel obtendrá los mayores
triunfos de la cerámica española de su época, obtuvo el primer premio de la Exposición
Nacional de Artes Decorativas de 1911.
A este taller acudirán intelectuales y artistas de todas partes, elogiando la labor
ceramica y buscando colaboración, sobre todo de escultores.19 Por él pasaron Mateo
Inurria, Angel Ferrant, Sebastián Miranda y Mariano Benlliure. Paco Durrio se relaciona
por estas fechas con Daniel Zuloaga a propósito de un monumento en piedra
esmaltada, manteniendo Durrio una relación epistolar de años con Zuloaga de
asesoramiento cerámico y artístico.
El haber estado cuatro años, o, según otros datos, cinco, en la Escuela de
Cerámica de Sèvres, les proporciono a Daniel y a sus hermanos una buena base para
llevar un trabajo de experimentación e investigación de distintos materiales. Según
Rubio Celada en un artículo de la Revista Cerámica, Daniel no dejó de experimentar
con pastas durante toda su vida, y su hijo Juan siguió investigando en las suyas
propias20. En una fotografía del taller que Daniel tenía en la fábrica La Segoviana, se
puede ver en la portada del mismo las palabras LABORATORIO rematando la puerta de
entrada (foto 6), hace pensar que llevó un trabajo de investigación cerámico
constante.
En esa búsqueda de materiales, encuentro que ha tenido relación con la
importante y mítica fábrica de la familia ceramista Ruiz de Luna, en Talavera de la
Reina (Toledo), también con la del pueblo de Valdemorillo (Madrid) y otras más. Y
fuera de España, con centros cerámicos como el de Limoges. Pero no solo con pastas,
también se solicitaron a varias casas francesas productos para los colores y los
18
19
20
Ídem, “ La saga de los Zuloaga…”, p. 28
Ídem
Ídem, “La Saga de los Zuloaga”(2) en Revista Internacional Cerámica, nº 97, Madrid, 2004, p. 27
10
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esmaltes, como a Patry Frères, de Limoges o a Rhône-Poulenc de París y Manufacture
d’Emaux el Tolours Ceramiques de la Côte d’Azur21.
Durante esos años de trabajo en Segovia desarrolló también la faceta de
profesor en la Escuela de Cerámica de Madrid, la que continúa hoy en día y el año
pasado se celebró su centenario. Francisco Alcántara, en 1911, abre esta escuela y
contó con Daniel como profesor y colaborador, y también con su hijo Juan.
Daniel como persona culturalmente inquieta, de ideas próximas a la
Generación del 98, tuvo otras facetas artísticas: la pintura, influido por su cuñado
Ignacio Suarez Llanos, siendo su primer maestro, y la fotografía.
La fotografía tuvo mucha importancia, no solamente porque le servía como
fuente para sus cerámicas sino porque en sus salidas y excursiones se convirtió en
imprescindible, recogiendo los tipos y paisajes castellanos que luego aparecen en su
obra. Hasta montó un pequeño laboratorio fotográfico, utilizando la técnica de la
fotocerámica, siendo el primero que experimentó con la misma a finales del siglo XIX y
principios del XX con su amigo el biólogo Joaquín Castellarnau (1848-1943)22.
Se presentó a distintas exposiciones y algunas las organizaba en su casa de la
calle de Bailén en Madrid. En el año 1911 fue a la Nacional de Arte Decorativo,
organizada por el Círculo de Bellas Artes de Madrid, en la que expuso un conjunto de
piezas con distintas técnicas y motivos decorativos, quería que fuera un repaso de su
producción, presentó: cerámicas, piedras esmaltadas, óleos y acuarelas, un total de
cincuenta y tres lotes.23
Aparte de las vajillas y los azulejos de aplicación arquitectónica, su repertorio
de formas es muy variado: ánforas, tibores (de inspiración oriental), botijos, jarrones,
jarrón con pedestal, jarras, zafas, platos, bastoneras y cornucopias; adaptando en cada
etapa su evolución. En cuanto a decoración, según Rubio Celada24, se pueden clasificar
en las siguientes series: orientalizante, neorrenacentista, de retratos, de copias de
pinturas, dibujos y grabados; heráldica, de rótulos, modernista, regionalista,
medieval, de vaciados de metal, del Quijote, y otros motivos.
La fama de las cerámicas de Zuloaga se había extendido tanto por España
como por el extranjero. En Zaragoza participó en la Exposición Hispano Francesa,
dando una conferencia sobre Goya, obteniendo tanto éxito que le nombraron
21
22
23
24
Ibídem, p.28
Ídem, Los Zuloaga…,p. 158
Ídem, Los Zuloaga…, p. 61
Ibídem, p. 127
11
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académico de la Real Academia de Bellas Artes y Nobles Artes de San Luis de
Zaragoza25.
París fue la ciudad en la que Paco Durrio comenzó con la cerámica. Llegó siendo
escultor y se hizo aquí ceramista y orfebre. Parece ser que cuando se instaló en esta
ciudad transformó su apellido Durrieu (así se apellidaba su padre y su madre Granie)
en Durrio, y era conocido como monsieur Durió26.
Nuestro escultor vasco fue uno de los artistas españoles más sumergido en el
mundo de la vanguardia parisina de fines del siglo XIX y de las primeras décadas del
XX. París era como el polo de atracción al que indudablemente todo artista tenía que
ir, vivir, enfrentarse y, puede que para encontrarse. Allí llegaron escritores, poetas,
músicos, teóricos, y, para nuestros artistas plásticos, también mecenas como Gertrun
Stein, o galeristas como Ambroise Vollard, Daniel-Henry Kahnweiler… y exiliados de
distintos países. Era la capital cultural de Europa, y los barrios de Montmartre y
Montparnasse su centro artístico e intelectual.
Gracias a las ayudas de una beca de la Diputación de Vizcaya y a la familia de
Cosme Echevarrieta, su vida en París no fue especialmente dura27. Esta familia le hizo
el encargo de su mausoleo en Gexto, Bilbao, esculpiendo además una escultura en
mármol que representa a San Cosme (foto 8), de 1909-10.
Cuando se instala definitivamente en esta ciudad, ya no la abandonará hasta
su muerte, lo hace viviendo en distintos edificios. En 1893 está en el nº 8 de la Grand
Chaumiere en el barrio de Montparnasse, aquí para tres años; después, en 1896, en el
nº 30 de la Rue Ravignan, ya en el barrio de Montmartre, hasta mediados de 1901 en
que se traslada al 13 de la rue Ravignan; es el edificio conocido como “Bateau-Lavoir”
famoso por Picasso, pero fue Durrio quien se lo dejó cuando se trasladó al número 3
de la Place Constantin Pecquer, donde instala un importante horno de cerámica. En
Bateau-Lavoir trabajaron también, Amadeo Modigliani, Juan Gris, Kees van Dongen,
entre otros.
Antes de tratar la cerámica creo interesante abordar, aunque sea de pasada, las
otras dos disciplinas en las que trabajó. De la escultura es necesario, aparte de la
mencionada anteriormente, comentar su famosa obra Homenaje a Arriaga, de 1933
(foto 9). Dedicada al músico Juan Crisóstomo Arriaga, se halla en Bilbao en el parque
de Doña Casilda al lado del Museo de Bellas Artes. Obra con influencia del simbolismo
de fin de siglo representando a la musa de la tragedia, Melpómene, que llora la
muerte temprana de Arriaga, y en señal de protesta, golpea la lira en su pecho
25
26
27
Ibídem, p.63
Vivas, Antonio, op. cit., p.79
Ibídem, p. 80
12
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brotando el llanto que es acogido por la máscara del basamento. Obra en bronce y
piedra.
Su primer estudio de la rue de la Grand Chaumier fue compartido, en distintos
periodos, con los siguientes artistas: con el artista checo impulsor del Art Nouveau,
Alphonse Mucha (1860-1939), pintor, cartelista y diseñador, entre otras cosas, de
joyas; con el pintor francés Paul Gauguin (1848-1903), del que luego comentaré, y
con Ignacio Zuloaga. Fue durante su estancia en este estudio donde comienza con la
orfebrería.
Durrio ha sido uno de los artistas en reconocer la autonomía de la orfebrería y
tratarla con la misma importancia que a la escultura. Consideraba a la plata como
materia para la expresión plástica y no como un simple metal noble28. Trata a estas
piezas con carácter escultórico, moldeándola con relieve y dándoles un aire
modernista. Son piezas de broches, medallones, placas; en las que aparecen aves,
serpientes, figuras humanas o solo rostros o manos, también vegetales, pero todo
con un modelado estilizado que resultan elegantes. Están resueltas en una sola pieza
(foto 10).
Desde su primera estancia en París, hacia 1884-1885, hizo piezas de cerámica,
de esa época realizó un cenicero esmaltado que representa dos manos juntas para
recoger las cenizas29.
En el taller del ceramista Ernest Chaplet (1835-1909) comienza en 1886 y al
mismo tiempo comienza su amistad con Gauguin. Chaplet había trabajado muchos
años en las manufacturas de Sèvres y se había independizado en 1886. Durrio, años
más tarde, también iría a esta ciudad francesa, al igual que lo hizo, como sabemos,
Daniel Zuloaga.
Aprende a trabajar las distintas pastas en terracota y en gres, pintándolas y
esmaltándolas pero con un trabajo hacia lo experimental que no se ajusta a lo
tradicional, verbigracia, Cabeza de joven o cabeza Inca, de ceramica pintada y vidriada
posteriormente (foto 11)
De su estancia en este taller, Durrio participó en las exposiciones de “La Libre
Esthetique” de Bruselas en 1896, 1898 y 1892. En su primer año junto con Pablo
Uranga, y, en 1902, la representación española estuvo a cargo, además de Durrio, de
Francisco Iturrino, Ramon Planells y Ramón Pichot. La de 1914 y última, también
participando con artistas españoles, fue un homenaje a Darío de Regoyos (1857-1913),
28
Barañano, Kosme; Llorens Tomás, Francisco Durrio y Julio González. Orfebrería en el cambio de
siglo , Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, 1997, p.13
29
Subías Pujadas, María Pía, op.cit., p. 524
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pintor éste que impulsó contactos con artistas belgas, organizando exposiciones y
fundando en esta ciudad el colectivo de Los XX30.
Después del taller de Chaplet pasa al asesoramiento de André Metthey,
ceramista también francés, con quien trabajaron los pintores Matisse, André Deraín,
George Rouault, Maurice Vlaminck. Después, a partir de la Exposición de Artes
Decorativas e Industrias Modernas de 1925, con Josep Llorens Artigas y con éste,
trabajaron los artistas Raoul Dufy y Joan Miró.31
Fue fundamental la amistad con Gauguin. Los temas iconográficos de Durrio
versaban normalmente sobre la melancolía del ser humano, tanto en la orfebrería,
escultura o cerámica32. Gauguin se enfrentaba a la cerámica con una idea muy
diferente a la tradicional de las artes plásticas del momento, y esa fue la idea que
transmitió a Durrio: tratar las piezas cerámicas como esculturas. Las cerámicas de
Gauguin no fueron valoradas en su tiempo y nuestro protagonista fue el único en
reconocer su importancia y en investigar técnicas parecidas. Al mismo tiempo, Durrio
trasladó este nuevo concepto de la cerámica a Picasso, que hizo sus primeras piezas
esculturales en su estudio.33
La relación con Gauguin fue intensa, sobre todo durante la estancia de éste en
París de 1893 a 1895, entre sus dos periodos tahitianos. Gauguin le pintó entonces un
cuadro dedicado: El guitarrista, de 1894. Durrio llego a tener bastantes cuadros de
Gauguin. De hecho, según el biógrafo de Gauguin, David Sweetman, cuando tomó la
decisión de irse a La Polinesia, le dejó, como si fuera un agente sin sueldo, unas treinta
obras, entre las mismas estaban El Cristo Amarillo y el retrato de la madre del artista.
Durrio no se separó de ellas hasta bastantes años después cuando su estado de
pobreza le obligó a venderlas. Mientras tanto, fue mostrándolas a los jóvenes artistas
que llegaban a su encuentro, entre ellos, Picasso (1881-1973).
Y, precisamente, fue con este último artista, la otra interesante amistad que
mantuvo. Debió de comenzar cuando el pintor malagueño hizo su primer viaje a París,
antes de 1900. Gracias a Durrio, Picasso expuso en la Galería Berthe Weill de París en
abril de 1902, junto con obras de Ignacio Zuloaga, Isidre Nonell e Iturriño, según carta
de Darío de Regoyos.34
El Artista vasco introdujo en los círculos culturales de París a Picasso y a
Zuloaga, el pintor, llevándoles a las reuniones donde se juntaban artistas de distintas
disciplinas: críticos como Charles Maurice, el escritor sueco Strindberg, poetas como
Jean Moréas y Mallarmé; pintores como Emile Bernard o Maurice Dennis. Se reunían
30
31
32
33
34
Barañano, Kosme; Llorens Tomás, op.cit., p.18
Ídem, p. 20
Subías Pujadas, María Pía, op.cit., p. 524
Ídem.
Barañano, Kosme; Llorens Tomas, op. cit., p. 21
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en diferentes sitios de encuentro, uno de ellos era en la Rue Ravignan en la habitación
de Max Jacob, o en la casa del poeta Guillaume Apollinarie.
Siguiendo con la amistad de Picasso, Durrio intuye que sería un artista clave e
intenta tutelarlo, pero Picasso tenía un claro sentido de la independencia y no deseaba
serlo35. Aunque, por otro lado, le apreciaba y le dedicó un cuadro en 1905: Holandesa
con cofia. Fernande Olivier, compañera en esos años de Picasso, escribió en su libro
Picasso y sus amigos,36 la ayuda que Durrio les prestó en aquella época de dificultades:
“se encontraban, a menudo, en la puerta de su destartalado cuarto, una lata de
sardinas, un pan y una botella de vino”. Una aportación anónima para que el pintor
malagueño siguiera trabajando. Fue el escultor bilbaíno quien le introdujo por
primera vez en las técnicas de la cerámica.
Pero Durrio no aceptó bien las incursiones de Picasso en el cubismo y en otras
investigaciones plásticas que hacía, lo que motivó su distanciamiento. No comprendió
lo que significaba aquella nueva manera de ver el arte y sus posibilidades. No estaba
de acuerdo con esa ruptura con la tradición occidental y con la pintura heredera del
Renacimiento.37
Fue un artista que estimuló bastante las exposiciones, verbigracia, las seis
Exposiciones de Arte Moderno de Bilbao, acudiendo artistas de la vanguardia plástica
que enviaron sus obras a través de él. Para la primera del año 1900 consigue llevar
obras de Gauguin y Picasso. Y en la Exposición Internacional de Arte, también en
Bilbao, llevó 21 obras de Gauguin y 2 de Van Gogh de su propiedad. En 1926 organiza
la Exposición Retrospectiva “Homenaje a Gauguin” y aporta de su colección: 2
guaches, 4 abanicos, 2 maderas, 14 telas, 31 acuarelas, 19 grabados, 10 litografías y 17
dibujos.
En 1907 expuso treinta y cinco cerámicas en el Salon d’Automne de París y en
la V Exposición Internacional de Bellas Artes e Industrias Artísticas de Barcelona
mostró joyas.38 De 1908 es su obra El sueño de Eva, (foto 12), placa circular esmaltada
con una figura femenina en bajorrelieve, está en el Museo de Bellas Artes de Bilbao
junto con La Cabeza de Cristo, de arcilla refractaria vidriada39(foto 13). Hay obra suya
en el Museo de Bellas Artes de Bilbao y en el Museo de Cerámica de Sèvres.
Paco Durrio fue una leyenda en París y un gran ceramista, pero murió olvidado
por todos, pobre y medio ciego en el hospital de Saint-Antoine, de Paris.40
35
36
37
38
39
40
Vivas Zamorano, Antonio, op.cit., p. 80
Barañano, Kosme; Llorens Tomás, op. cit., p.24
Ibídem, p. 24
Subías Pujadas, María Pía, op.cit., p. 525
Ibídem.
Vivas Zamorano, Antonio, op. cit., p. 80
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V - Conclusiones
En este estudio sobre la obra de estos dos ceramistas, he encontrado más
convergencias que divergencias. Situaciones y posiciones comunes afines a los
quehaceres cerámicos, como las investigaciones sobre los hornos y sobre los
materiales y también el hacer ese algo distinto que llevan dentro. Cada uno desde su
perspectiva.
Sí, que Zuloaga ha sido un ceramista más apegado a lo tradicional en cuanto a
formas cerámicas y tratamiento decorativo, pero, al mismo tiempo, lo ha tratado con
un punto de modernidad que es difícil verlo en otros ceramistas de su estilo y tiempo.
Por ejemplo, la serie de retratos en los jarrones, que hemos podido apreciar por las
imágenes, o la inquietud por la investigación en la fotocerámica.
Durrio trató a la cerámica como escultura. Imprimió en su obra esa
creatividad-modernidad en la misma, que tampoco se había dado hasta el momento
en ceramistas españoles.
Y París, centro de convergencia de ellos dos (y de muchos de los artistas
citados) y Sèvres, como centro de estudio. Pero volviendo a París, fue la ciudad elegida
por Durrio para establecerse y echar raíces, no sin embargo Zuloaga, muy apegado a
España. Esa conexión internacional de Durrio le hace conectarse con la vanguardia
parisina, y, a su vez, ser el enlace de muchos artistas con la misma.
Zuloaga, muy reconocido, fue llamado para intervenir como jurado en
exposiciones, siendo partícipe en otras, igual que Durrio que expuso y las promovió
también.
Los dos tuvieron facilidades para iniciarse en sus oficios, uno con el apoyo
familiar y el otro becado para irse a París. Aunque la comprensión externa hacia el
trabajo cerámico de Durrio fue más difícil que hacia la de Zuloaga.
El taller de éste estaba a la altura de un centro cerámico importante y era
reconocido internacionalmente, a él recurrían ceramistas y demás artistas. El taller de
Durrio era también lugar de confluencia, pero era reconocido sólo en París. No
obstante, tenía relaciones con otros países, como Bélgica, a través de sus amigos
artistas, y por supuesto con España.
Me han sorprendido las distintas relaciones de los dos con diversos artistas,
pero sobre todo las de Durrio: aparte de Gauguin y Picasso, el gran número de
ceramistas, escultores y pintores…, que se involucraron en la cerámica con él.
Han sido dos grandes ceramistas españoles. Uno murió alabado y querido por
todos, el otro, en París, murió olvidado.
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VI - Ilustraciones
1. Antonio Serra Fiter. Jarrón de las magnolias, 1907
2. Llorens Artigas, Claro de luna, 1927
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3. Palacio de Velázquez, Madrid, de 1881-83
4. Mural de azulejos de la fachada oeste de la Escuela de Ingenieros de Minas de
Madrid, de Guillermo y Daniel Zuloaga 1888-1892
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5. Calla Allende, plaza Canalejas de Madrid, 1916-20
6. Fachada con murales de la Casa Mendizábal, San Sebastián, 1906-7
7. Fachada de cerámica del laboratorio de Daniel Zuloaga en la fábrica de loza La
Segoviana
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8. Durrio, San Cosme, 1909-10. Mármol
9. Durrio. Homenaje a Arriaga, finalizado en 1933
10. Durrio. Broches y plaquetas. Piezas de la colección Familia Zuloaga (actualmente
desaparecidas)
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11. Durrio. Cabeza de Inca. Primer tercio siglo XX
12.Durrio. El sueno de Eva, 1907
13. Cabeza de Cristo, primer tercio siglo XX. Ceramica vidriada
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Más obra de Paco Durrio:
14. Plata cincelada, 1895
15. Fuente. Ceramica vidriada, c.1900
15. Cabeza de Durmiente, 1930. Ceramica vidriada
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Más obra de Daniel Zuloaga:
16. Jarrón. Serie copias, dibujos y grabados. Óxidos sobre cubierta estannífera. Época
de La Moncloa.
17. Platos de loza esmaltada. Serie regionalista. Abulenses y segovianos. Época
segunda de Segovia.
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18. Bastonera. Serie orientalizante. Época de La Moncloa
19. Mural de estrellas de lazos. Serie orientalizante. Época de la Moncloa
20. Ánfora con asas. Serie orientalizante. Época de La Moncloa
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21. Cornucopia. Serie de copias, dibujos y grabados. Época de la Moncloa
22. Teodora. Serie de retratos. Época segunda de Segovia.
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23. Joven con mantilla. Serie retratos. Época segunda de Segovia.
24. Tórtola Valencia. Serie de retratos. Época segunda de Segovia
25. Tibor Tórtola. Serie de retratos. Época segunda de Segovia
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VII - Bibliografía
-
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Barañano, Kosme; Llorens, Tomás, Francisco Durrio y Julio González. Orfebrería
en el cambio de siglo , Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, 1997
Miralles, Francesc, Llorens Artigas, Barcelona, 1992
Rubio Celada, Abraham, Los Zuloaga: Artistas de la cerámica, Madrid, 2007
___________________, “La saga de los Zuloaga en la cerámica española”(1) en
Revista Internacional Cerámica, nº 96, Madrid, 2004
___________________, “La saga de los Zuloaga en la cerámica española”(2) en
Revista Internacional Cerámica, nº 97, Madrid, 2004
Subías Pujadas, María Pía, “La ceramica, un arte industrial, en la época del
Modernismo”, En Summa Artis, Vol. XLII, Espasa Calpe, Madrid, 1997
Vivas Zamorano, Antonio, “Paco Durrio (1868-1940)”, en Revista Internacional
Cerámica, nº 95, Madrid, 2005
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