CREER, ESPERAR, AMAR. INTRODUCCIÓN Para Laín Entralgo
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CREER, ESPERAR, AMAR. INTRODUCCIÓN Para Laín Entralgo
CREER, ESPERAR, AMAR. INTRODUCCIÓN Para Laín Entralgo, creer, esperar y amar son tres actividades psicoorgánicas, diversamente enlazadas entre sí y son los modos cardinales de poseer humanamente la realidad. 1. LA POSESIÓN DE LO REAL Y SUS MODOS - Vivir humanamente es el intento de poseer en plenitud la realidad propia y en ella la realidad del mundo. Pero, ¿qué es poseer la realidad?; ¿cómo los hombres podemos poseerla? - “Poseer” equivale a “tener” uno en su poder una cosa. O mejor aún poseer es incorporar a la vida propia lo que se tiene. - La vida del hombre es la aventura biográfica de una continua pretensión (poseerse a sí mismo, poseer el mundo) y la reiterada experiencia de haber logrado lo que se pretendía o de haber fracasado en el empeño de lograrlo. - Pero no tardará en preguntarse: ¿es verdaderamente real lo que yo vivo como “mío”? Una cuestión surge ante nosotros ¿qué es eso que llamamos “realidad”? - Zubiri: la realidad de un ente consiste en “ser de suyo”, “dar de si”. Todo esto descansa en que el ser humano es impresión y convicción de realidad y éstas tienen su más hondo y delicado fundamento en la creencia, en la esperanza y en el amor, pero antes tenemos que analizar el saber. 2. EL SABER Y EL IGNORAR. - El saber, dice Zubiri, es en último término “saber estar en la realidad”. El hombre queda en la realidad sabiendo de ella. Sabiendo ¿qué? Algo, muy poco, de lo que es real; pero retenido constitutivamente en la realidad. ¿Cómo? Es el gran problema del hombre: saber estar en la realidad. - Sabiéndola, estamos en la realidad, y la certeza de estar efectivamente en ella se nos da como evidencia. Ahora bien, esta evidencia, ¿nos da la realidad de las cosas, nos permite poseerla, hacerla nuestra? ¿Hasta qué punto concede la posesión de la realidad a que como verdad se refiere? - Yo conozco y domino la realidad, pero parcialmente. Lo cierto es y no puede no ser penúltimo, y lo último es y no puede no ser incierto. Pero aun admitiendo esto, puede legítimamente afirmarse que, apoyada en el saber, es la recta conjunción de tres actividades humanas, creer, esperar y amar, lo que nos acerca cuanto humanamente es posible a la posesión de lo real. 3. CREER. 3.1. Modos de la creencia. Siempre el creer es un “creer que”: que el tren llegará a su hora, que mi trabajo es eficaz, que el mundo que veo y toco es real, la sonrisa de mi amigo, que existe un fundamento último con el que me relaciono en mis acciones… Pero viendo estos dos últimos casos advertimos que dentro de “creer que” hay un “creer a” y un “creer en”. Creer a: creo a mi amigo, creo a Dios en lo que me dice en los textos sagrados. Más profundo es el “creer en” cuando el “en” alude a una persona: creo en Dios cualesquiera que sean los modos en que se manifieste su omnipotente providencia; “creo en ti” dice la madre al hijo aunque su vida haya sido puro descarrío. 3.2. Teoría general de la creencia. Sólo unos apuntes históricos: - W. James. - Ortega y Gasset. - Julián Marías. ¿Qué es, entonces, una creencia, en tanto que peculiar y decisivo modo de atenerse el hombre a la realidad? - Desde la metafísica la creencia es un momento básico de la existencia humana por la que el hombre siente “convicción de realidad” con que se le muestran las cosas que percibe. En él se manifiesta la constitutiva “apertura a la realidad” de su ser; y mediante él puede descubrir que allende el límite de su propia finitud hay necesariamente algo -el mundo, el fundamento de la realidad al mundo y de su propia realidad- sin lo cual su existencia no sería posible. - A la condición humana pertenece esencialmente la credentidad; el hombre es credente por naturaleza y la realidad apta para ser creída; constantemente está“dando crédito” a nuestro menester. - Por otra parte, la creencia nos da la realidad de lo que de un modo u otro conocemos, pero no de un modo absolutamente seguro y evidente. 3.3. Creencias penúltimas y creencias últimas. - La manifestación más evidente de la finitud del hombre es el hecho de la pregunta. - Es posible distinguir dos modos: la pregunta penúltima, aquella que se refiere a lo que para nosotros es y no puede no ser penúltimo, y la pregunta última, la que surge ante lo que para nosotros es y no puede no ser último. 3.3.1. Creencias anteriores a la pregunta. - Preguntas penúltimas y la cantidad de creencias que hay anteriores a una pregunta. - Pero, ¿qué habrá de hacer un hombre intelectualmente exigente, además de saber que su conducta reposa sobre ciertas creencias y que éstas son –como todas- intrínsecamente falibles? 3.3.2. Creencias posteriores a toda posible pregunta. - ¿Por qué hay ser y no más bien nada? ¿Por qué existe lo que yo llamo “realidad”? - Preguntas últimas, preguntas cuya respuesta ya no me es posible, aquellas frente a las cuales la mente humana no ha sido, hasta ahora, capaz de dar una respuesta enteramente racional. - Así pues, para el hombre en cuanto tal, no sólo para el científico y el filósofo, hay preguntas penúltimas, aquellas a que la ciencia y la razón pueden dar respuesta, y preguntas últimas, aquellas en que simultáneamente se manifiestan el límite y la ambición de la inteligencia última. Y si esto es así, ¿habrá también creencias penúltimas y creencias últimas? - Hemos dejado claro que casi todas las acciones de nuestra vida cotidiana tienen como fundamento inmediato una larga serie de creencias penúltimas. Pero, ¿puede haber creencias últimas, aquellas que dan una respuesta credencial a las preguntas últimas? Puede y hecho las hay. Veámoslo. - Las preguntas últimas (el sentido de la vida, la muerte, etc.) pueden llevar a una de estas cuatro respuestas que ve Laín: la desesperanza, la creencia última, el agnosticismo y el ejercicio de la metáfora. - Transcribo ahora un texto de Laín: “Con los creyentes, los desesperanzados, los agnósticos y los metaforizantes conviven los habitualmente indiferentes, los tantos y tantos que, según un modo de hablar tópico hoy, “pasan de” ultimidades, y en definitiva de Dios. La trinidad trabajo-lucro-placer es en su vida “lo último”. Para que la dignidad de ser hombre no se pierda, confiemos en que no sean ellos quienes protagonicen la vida y la cultura del siglo que se aproxima”. - “Marañón escribió: “Cuando el hombre dice creo sabiendo lo que dice es, en verdad, el rey de la creación”. Cierto. Pero sabiendo muy bien que si en verdad sabe lo que dice cuando dice creo, ese reinado sobre la creación que racionalmente le revelan su inteligencia y “el principio antrópico”, además de ser parcial, inexorablemente se halla sujeto al imperativo de la provisionalidad. Rey, sí, pero rey en precario es el hombre”. 4. LA ESPERANZA Y LA DESESPERANZA - ¿Es posible un humano vivir que no sea esperar? (Ortega y Gasset) Tesis de Laín: el hombre se mueve en el temple de la espera, al cual pertenecerían como formas derivadas la espera y la desesperanza. 4.1. Proyecto, pregunta y esperanza. 4.1.1. Estructura del proyecto. - Quien proyecta está en la realidad, y sobre esto se levantan sus proyectos. - El que proyecta está en la realidad, espera de la realidad y, movido por su tendencia al futuro, vive hacia la realidad que como posible se le ofrece. - Primera conclusión: la espera humana es lo que es porque siempre tiene que hacerse proyecto y esto presupone estar en la realidad. 4.1.2. Proyecto y pregunta: análisis del preguntar. - La formulación de un proyecto lleva consigo toda una serie respuestas a las preguntas que exige la estimación de su viabilidad. - Si todo proyecto lleva siempre consigo una tácita serie de preguntas, toda pregunta incluye, patente o latente, alguno de los proyectos que podrán conducir a formularla. - Vivir humanamente es, entre otras cosas, proyectar y preguntar. Quien proyecta, pregunta, aunque él no lo advierta; quien pregunta, está proyectando su situación tras la recepción de la pregunta. Si el proyecto es la forma humana de la tendencia hacia el futuro, la pregunta es la expresión verbal de nuestra actitud ante la viabilidad del proyecto. - Heidegger: la pregunta expresa la finitud humana, la pregunta revelaría la posibilidad del “no ser”, de la nada. - Laín: es indudable que la pregunta expresa limitación. Pero también la pregunta revela una pretensión y una esperanza: llegar a completar dicha limitación. Se combinan la angustia ante la posibilidad de “no ser” y la esperanza de “ser” lo que se esperaba y más de lo que se esperaba. - No es posible entender la actitud del hombre ante el futuro sin examinar con cuidado esa pretensión de ser más allá de la meta de cada una de las concretas esperas en que sucesivamente se realiza su vida. 4.2. La esperanza humana. 4.2.1. Creencia y esperanza. La espera confiada, la esperanza, no es otra cosa que la creencia en la viabilidad y en el buen término del acto de esperar. 4.2.2. Esperanza y creación. -Igual que con la pregunta y la creencia, la esperanza se relaciona con la creación. Todo hombre es creador (no sólo los que han hecho grandes obras). Todo hombre es original y, por tanto, creador. He de realizarme inéditamente para seguir siendo “yo mismo”. -La acción creadora tiene dos notas: la gratuidad y la infinitud. 4.2.3. De la espera a la esperanza. - Debe reservarse el nombre de esperanza, en el sentido fuerte del término, al hábito de la segunda naturaleza del hombre (la que se adquiere con la ejecución de la vida), por obra del cual confía de modo más o menos firme en la favorable realización de los sucesivos modos de ser en el futuro que de continuo exige su espera vital y le brinda el mundo. La confianza en el logro de un proyecto determinado no es estrictamente esperanza genuina, es tan sólo previsión esperanzada u optimista. Dicho esto, examinemos con cuidado cada una de las precedentes posibilidades de la actitud del hombre ante su futuro. a) La espera durante la ejecución de un proyecto. - Esperanza situacional- circunspección. - Por muy confiada que sea esta actitud, en modo alguno puede ser llamada esperanza. Si es hombre habitualmente esperanzado, su esperanza será lo que de modo inexpreso y subliminal va más allá de la expectativa y su proyecto. - De ahí que la desconfianza frente a las perspectivas de un empeño concreto no es incompatible con la condición esperanzada de la persona. -También puede ser defiante la actitud ante el término de una empresa particular o proyecto, lo que tradicionalmente se ha llamado temor. b) La espera de un futuro trascendente a todo posible proyecto. - Nuestro problema consiste en saber qué es lo que se espera y no se aguarda allende cualquier proyecto concreto, y en qué consiste ese radical y no proyectable modo de esperar. - Si en la actitud ante la vida futura prepondera la confianza, la disposición anímica del esperante será esperanza genuina; si en ella prepondera la defianza, esa disposición consistirá en un temple de ánimo distinto del puro temor, cuya peculiaridad habremos de examinar. - Nos centramos ahora en la esperanza. Es hombre genuinamente esperanzado, quien sin caer en el optimismo, sin pensar que para él y para el mundo va de suyo la progresión hacia lo mejor, cree que su vida futura no llegará a ser puro fracaso si en su ejecución debe conducirse razonablemente, quien confía en que le será dado alcanzar los tres no proyectables bienes que son “seguir viviendo”, “seguir siendo uno mismo” y “ser más”. - Unamuno: “El universo visible me viene estrecho…Más, y más y cada vez más; quiero ser yo y, sin dejar de serlo, ser además los otros, adentrarme en la totalidad de las cosas visibles e invisibles, extenderme a lo ilimitado del espacio y prolongarme a lo inacabable del tiempo…¡Todo o nada! ¡Sed de ser, sed de ser más!” - Bloch, cuando yo espero como hombre, toda la naturaleza espera: espera en mí; espera conmigo; y espera de mí, porque sólo mediante la realización de mi esperanza –sólo en la conquista de un estado de la humanidad en que la naturaleza del hombre haya alcanzado su plenitudserá realizada la suya. - No parece ilícito afirmar que la vida humana postula el “siempre” desde dentro de sí misma, que existe y opera en el ámbito del “siempre”. Que este ámbito sea intrahistórico o intracósmico, como para el marxismo, o sea transhistórico, como para los cristianos, es cuestión posterior a la “antropología natural” que propone Laín. Esperanza última puede ser la docta spes propuesta por Bloch como la beata spes de que hablan San Pedro y S. Pablo. - En resumen: la esperanza genuina, esa que trasciende a todos los posibles proyectos y ocultamente les acompaña, tiene como meta el seguir viviendo, el seguir siendo uno mismo y el ser más sin límite; en definitiva, un estado de realidad personal en el que total y definitivamente –más allá de la muerte del esperante- logren entera satisfacción todas las aspiraciones de la naturaleza humana. - Como hábito de primera naturaleza el esperar no puede perderse, algo que no sucede con el hábito de segunda naturaleza, la esperanza genuina, la cual puede perderse o adquirirse en el curso de la vida. - Pero, ¿cómo se adquiere la esperanza? Laín no duda que a través de tres operativos: la voluntad de entrega, la voluntad de creación y la disposición del sacrificio. 4.3. La desesperación. Contra lo que suele pensarse, la desesperación no consiste en no esperar, sino en desear con ansia, pero temiendo vehementemente que no llegará a ser (que quedará en nada) aquello que desea. 4.4. La desesperanza. Sería la aceptación habitual y más o menos resignada de la imposibilidad de conseguir lo que se quisiera poder esperar, no puede esperarse y pese a todo se desea. Con otras palabras, una instalación ante el futuro en que habitualmente predomina la defianza sobre la confianza. 4.5. La angustia. La existencia del hombre, arrojada al mundo, descubre la ineludible posibilidad de la nada y la inexorable e irrebasable posibilidad de la muerte. De ahí que Heidegger denomine la experiencia del ser ante todo como la experiencia de un vacío ontológico.Pero, se pregunta Laín, ¿es posible la existencia de una angustia pura, de un puro avenimiento del hombre a la nada, al no-ser? Para Laín es imposible atenerse a un no-ser puro. - No una angustia pura. Como no existe la posibilidad de una esperanza pura y cierta, tampoco la de una pura y cierta angustia. - La angustia es, desde luego, un momento esencial en la estructura de la existencia humana, puesto que esenciales son para el hombre la proposición de posibilidades y el empeño de realizarlas; pero ni psicológica ni antológicamente puede ser pura angustia la vida. 5. EL AMOR. - “Ser es amar”, expresó hace tiempo ya E. Mounier; - La primera palabra básica del ser humano es el Yo-Tú;esa palabra básica no surge por la unión de ambos sino porque es anterior al Yo. Este es el pensamiento de M. Buber y E. Levinas. - La clave para entender dicho pensamiento es el deseo como nostalgia, añoranza; alteridad anterior a toda iniciativa. - El Otro no sería la negación de mi ser sino que, al contrario, lo investiría de dignidad y de libertad, ya que a través del Otro es como se siente invitado a esa dignidad y a la justicia (contra Sartre). Por eso la clave de ese deseo es que es deseo desinteresado: BONDAD. Por eso el Deseo se coloca más allá de la satisfacción o insatisfacción. Eso es la Bondad - El Otro, el Tú, es la primera enseñanza. - La asunción del Otro surge de que una vuelta al pasado, a lo inmemorial, el pasado del pensamiento. Sería un decir original (pró-logo) tejido con intriga de responsabilidad. Yo no coincido conmigo mismo y soy pura inquietud o no-indiferencia por el Otro. - Pasado an-árquico (sin principio. -La conclusión: en lo an-árquico me encuentro con la responsabilidad ante de cualquier decisión, antes de cualquier libertad (“huella” DE UN SER LLAMADO). - Uno-en-lugar-del-otro rompe la dialéctica ser o no-ser. El enigma del ser humano es conceptualizado por Levinas como responsabilidad inexplicable e indecible porque no puedo señalar de dónde me viene ni por qué, en qué momento me enganchó, pero que no puedo escapar de su dulce esclavitud. INQUIETUD DEL PERSEGUIDO. La responsabilidad es anterior a la libertad. “En la proximidad se escucha un mandamiento que procede de algo como un pasado inmemorial, un pasado que jamás fue presente, que no ha tenido comienzo en ninguna libertad; este modo del prójimo es el rostro (el rostro es desnudez y pobreza)”. Lo humano ya no consiste ni en el cuidado de sí mismo, ni en el miedo a la propia muerte (Heidegger); lo humano se dice-vive como obligación y compromiso con el Otro que despierta la conciencia, ya moral, en el Yo. Quizás la tragedia del mundo sea la de un mundo encerrado en un Yo sin el reconocimiento de la grandeza de ponerse en el lugar del Otro, del Tú.