ARQUITECTURA del Oriente Los caladeros de conocimiento Las
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ARQUITECTURA del Oriente Los caladeros de conocimiento Las
Las casas de conceyu Si en el Concejo de Llanes pervive tan nutrida representación de sus techos comunales ello es una prueba de que la capacidad organizativa de su antigua gente fue notable. Tan notable como el celo de sus actuales valedores. Pero la rica muestra de los llaniscos en la conservación de un bien público como ese, no representa la sensibilidad regional. Posiblemente ni la comarcal siquiera. Salvo honrosas excepciones, los vecinos y sus organizaciones han sido anestesiados, desangrados por las maquinaciones de partido y muchas veces borrados torpemente del mapa democrático. Hoy comienzan a despertar la autogestión por pura necesidad. Las Casas de Concejo que se mantienen en pie invitan a recuperar el hilo comunero de la tradición. Se oyen todavía en la memoria de los mayores las deliberaciones , los debates, la decisión c o n s t r u i d a paulatinamente por el acierto en el decir de los más ponderados. Y eso que eran hombres solos los voceros. En el presente son muchas las mujeres jóvenes que se ayudan Casa conceyu en L'Alloru, Bricia, Posada de Llanes. Es de piedra, con cubierta a dos aguas especulación de lo que oyeron, cuando y una espadaña de ladrillo que aún conserva su campana para llamar a conceyu. Mide del litoral llanisco crías, para rehabilitar las unos 8,20 metros de largo por 4,80 metros de ancho. casas de concejo en paredes del común. Éstas Barru, Buelna, Lledías, de los concilios, concejos, San Roque, La Galguera, o lugares de reunión, son La Borbolla, Bricia, Quintana, Garaña, La Pesa, Piedra, Villahormes, Hontoria, joyas de aquella democracia real que se registraba en las ordenanzas vecinales. Purón, Andrín, Parres, La Portilla, Pendueles, Vidiago, Turancias y Oviu. El nuevo plan de Llanes, por lo menos, resguarda los lugares en que todo ello se gestaba. ¿Cuántos techos y muros quedan, indebidamente conocidos y sin protección, de los levantados por aquel pueblo que se reunía? El nuevo Plan General de Ordenación Urbana de Llanes (edición de 2014) recoge providencialmente la existencia de 21 “casas de conceyu”. Ellas fueron la sede de la representatividad popular, albergaron la toma de decisiones y arroparon bajo su techo de conveniencia la organización social de las comunidades rurales. Como un milagro, han sobrevivido a la intensa E as. R IB labr 0 L a -150 N p Ó I C 00 000 , 2 A 1 :1 t T : p E o a U nt ad 2 1 Q , e l MA cum tipu man pt. s Ro 11 o e d te sión ew do, s a N E en e s n t Ex Time terli In Puente y molino sobre el Duje Tielve, Concejo de Cabrales, Asturias Imagen: Javier P., El Fielato, S.L. “Lo que no se conoce no se puede querer” (Marta Llavona, arquitecta) La idea de Marta Llavona ha guiado, sin duda, la investigación y catálogo de esas “Cien Obras Maestras de la Arquitectura Civil en Asturias” (Ed. Cruzial, Santander 2014) que componen la pequeña guía patrimonial que acaba de ser publicada. La arquitecta cuenta con más trabajos de su mano relacionados con bienes de la región, pero lo que nos conviene aquí, porque resulta afín a la filosofía de este dinosaurio. De modo que nuestros estudiantes cuentan con depósitos de valioso conocimiento, algunos en desarrollo trepidante, como el del Jurásico o el de las ricas manifestaciones rupestres, otros bien iniciados, como el de la lexicología marina de Barriuso, pero cuentan también con muchos más que permanecen a la espera, necesitados de pequeños y profundos enfoques de óptica local. Los alumnos que opten al premio que se convoca, para empezar, pueden peregrinar mentalmente por el rico itinerario litoral que une Bustio con Villaviciosa, sabedores de que dormitan al borde de la costa, monasterios, formas geológicas, molinos de marea, dársenas antiguas, trazas de puertos balleneros, enclaves normandos, toponimia menor en proceso de desaparición, bellísimas arquitecturas, industrias conserveras, pomaradas tradicionales y plantas ya históricas de producción sidrera, que son estaciones todas ellas -y entre muchas otrasa la espera de investigación y descubrimiento. ¿Por qué no de nuestros Institutos? Los caladeros de conocimiento Desde que el profesor Emilio Barriuso (Llanera, 1927; Oviedo, 2009) comenzase a construir a fines de los 70 sus importantes trabajos sobre la lengua marinera de Asturias, por poner un ejemplo, ya quedó claro que todo un caladero de conocimiento, tan grande como el del Cachucho, yacía a los pies de nuestros investigadores. Emilio Barriuso visitó repetidas veces cada uno de los quince puertos del litoral asturiano, faenando los nombres técnicos que el pueblo pescador daba a cuanto caía en sus redes. Una investigación realizada a tiempo, si no temprana, rescató para siempre del olvido formas genuinas de nombrar; formas que en otros oficios y campos se están perdiendo de modo irresponsable. Y aunque el Jurásico asturiano parece que comenzó con Spielberg, también es cierto que la Incorporación de nuevos profesionales, como Luna Adrados, ha puesto en contacto a los pobladores y visitantes de la comarca con la riquísima geología de su litoral. Algunas actuaciones de la nueva arquitectura resultaron también todo un acierto, como el Museo del Jurásico que el arquitecto Rufino G. Uribelarrea plantó sobre la rasa costera de Colunga, uniendo forma y contenido en el singular edificio levantado a partir de la contrahuella de un Ancho del espacio de impresión: 536 mm LOGOTIPOS Y TEXTOS INSTITUCIONALES (A rellenar por El Fielato) Alto del espacio de impresión: 290 mm ARQUITECTURA del Oriente Premio de Investigación y Comunicación, es la intención con que la mujer mira la construcción histórica asturiana. Sostiene Marta Llavona que buena parte de esas joyas arquitectónicas (un 80% de las cien que recoge su guía) están en manos privadas. En consecuencia, y por el elevado coste que supone, no cuentan con la protección adecuada. Y como nuestro país no se caracteriza precisamente por la sensibilidad hacia el patrimonio, ni abundan las medidas destinadas a su protección ni abundan los protectores. En esta guía no aparece la brillante arquitectura indiana ni urbana, porque la autora ha dirigido su mirada a la exploración de bienes sepultados en la profundidad rural, y muchas veces en el puro desconocimiento. Porque el descubrimiento comienza siempre en el cerebro del investigador. Las iglesias y los monasterios, los grandes palacios y grandes edificios públicos, si no bien conocidos, por lo menos suelen ser visitados y recogidos en publicaciones. Eso los salva. Sin embargo, los potros de herraje, los lavaderos, muchas fuentes, boleras, puentes, casas de concejo y pequeñas escuelas del medio rural, están a merced de la vegetación, que no cesa y prospera entre el abandono y la humedad. Todos estos bienes no se identifican bien, de algunos ni siquiera se sabe su existencia o lugar; de la mayoría se ignora casi todo. Y de ese desconocimiento es de donde brota su desamparo. Podría hablarse de una “arquitectura pobre y dejada” de sus instituciones, porque si las artes con que fueron construidas son equivalentes a las de cualquier obra magna, los colectivos y figuras que promovieron la “arquitectura del común” se baten en retirada. Y como lo que no se conoce no se puede querer, empecemos por conocer a un tiempo su arquitectura y las ricas formas de organización popular que las alumbraron, y que las auparon tantas veces de propia mano.